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Tema 15

Globalización

Durante las dos últimas décadas se han producido una serie de fenómenos que han
transformado profundamente el mundo actual.
- Políticamente, el final de la confrontación bipolar, que fundamentó las
relaciones internacionales durante el último medio siglo, dio paso a una
hegemonía estadounidense. Mientras, se producía la crisis del modelo
característico de organización política de la contemporaneidad, el Estado
nacional, dando lugar a procesos de transferencia de soberanía y a pérdidas de
gobernabilidad, lo que desencadena el fenómeno de los Estados fallidos.
- Económicamente, la interrelación de las economías nacionales, la imbricación de
los mercados financieros mundiales y el surgimiento de grandes conjuntos
regionales de libre comercio, han disparado la conformación de un mercado
mundial único.
- Social y culturalmente, la crisis de la racionalidad clásica abrió el debate sobre la
superación de la modernidad, la tecnología produjo un enorme salto cualitativo al
multiplicar las posibilidades de producción y comunicación interpersonal y la
ciencia abrió nuevas expectativas de conocimiento y control, desde la fusión
nuclear hasta el genoma humano.

La trascendencia de estos cambios, que hacen tan distinto el mundo actual del salido de
la Segunda Guerra mundial, sugiere un final de época y el comienzo de un nuevo período
histórico.
Test: ¿qué fénomeno según el FMI se identifica con los siguientes componentes:
comercio, movimientos de capital, migraciones y difusión del conocimiento?: la
globalización

LA GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA

Las nuevas formas de producción y comercialización, la integración transfronteriza de


los mercados financieros, el crecimiento de las corporaciones multinacionales y la pérdida

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de los Estados nacionales de su antigua hegemonía en el control económico, son las
principales características del fenómeno globalizador.
La creación de grandes bloques económicos, suponen el abandono de la anterior
bipolaridad político-militar por una multipolaridad económico-comercial. Esta
profunda transformación tiene consecuencias sociales: en el mundo desarrollado, al
variar las bases del mercado laboral; en las economías en transición, al suponer una
verdadera revolución social; en el tercer mundo, al agigantar las diferencias de bienestar
con los países más ricos.

Factores desencadenantes y manifestaciones de la globalización económica


El comercio a lo largo de la historia ha evolucionado al compás de la mejora de los medios
de transporte y comunicación y del perfeccionamiento de los sistemas financieros.
Hasta el siglo XIX el ámbito productivo y comercial era regional o a lo sumo
nacional; los intercambios internacionales estaban reducidos a mercancías muy valiosas
(metales preciosos, gemas, tintes y especias, sedas y perfumes).
Durante el XIX la implantación del Estado liberal descansó sobre la estructuración
de las economías nacionales, integrando los mercados locales y regionales; este proceso
se llevó a cabo mediante una serie de medidas ejecutadas desde el Gobierno central:
unificación del sistema monetario, creación de bancos nacionales, fundación de bolsas,
desarrollo de infraestructuras de transporte que integraran todo el territorio y legislación
comercial unificada.
A partir de mediados del siglo XIX y durante toda la primera mitad del XX el
crecimiento de la Marina mercante, el colonialismo y el patrón oro fueron los vehículos
para el comercio a una escala internacional; si bien las economías nacionales seguían
controladas por sus Estados, en una constante lucha entre liberalismo y proteccionismo.
El fin de la Segunda Guerra mundial y el gran desarrollo económico de los años
50 y 60 produjeron un salto cualitativo en la conformación de una economía internacional.
Tras la crisis económica de los años 70 se transformó definitivamente la
economía mundial:

- La revolución de las comunicaciones: el transporte de mercancías y la


comunicación de datos ha experimentado un espectacular incremento cualitativo

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y cuantitativo. La oferta de transporte naval y aéreo se ha multiplicado
exponencialmente, al tiempo que bajaba su coste; esto ha hecho que el incremento
del precio de la mercancía a consecuencia de su transporte sea mínimo, lo que ha
reactivado la competencia. Por su parte, el desarrollo permanente de medios de
comunicación (ordenadores, teléfono, fax, redes informáticas) ha interrelacionado
todos los mercados y centros financieros tanto como los centros de trabajo
descentralizados.

- La transnacionalización de los centros productivos y financieros: la


identificación de empresas y mercados ya no se realiza a nivel estatal; la
existencia de corporaciones multinacionales (con centros de producción y
comercialización en varios continentes), la facilidad de traslado de mercancías (lo
que permite la exportación de toda una producción a cualquier punto del globo),
la inclusión de los paraísos fiscales (pequeños Estados con generosos tratamientos
fiscales, donde se registran legalmente empresas o entidades financieras de
cualquier país) y la intercomunicación del mercado financiero (las relaciones de
las bolsas de cambio en un ininterrumpido mercado continuo) han hecho que el
ámbito de la economía abarque a todo el planeta.

Las dos últimas décadas del siglo XX se caracterizaron por un constante


crecimiento del intercambio comercial y financiero internacional. Fueron varios factores
que contribuyeron a ese incremento y caracterizan la globalización económica:

- La liberalización del comercio: el GATT, transformado en la actual


Organización Mundial del Comercio, y los acuerdos regionales han producido una
paulatina liberalización de los intercambios comerciales, abriendo mercados a
distintos sectores productivos y rebajando los aranceles. Los grandes bloques
económicos regionales descansan en procesos articuladores de áreas de libre
comercio.

- Las transformaciones productivas: los países subdesarrollados han dejado de


ser meros exportadores de materias primas y los desarrollados de manufacturas.

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Ya son mayoritaria las exportaciones de manufacturas de los primeros y a los
segundos se les exige una mayor especialización productiva, basada en la alta
cualificación y grandes inversiones. En éstos, el sector servicios concentra cada
vez mayor índice de actividad económica, superando a los sectores productores
de materias primas y alimentos y al de la industria, tanto en población laboral
como en contribución al PIB.

- El incremento del mercado financiero: el aumento del comercio ha requerido el


crecimiento paralelo de capitales que respalden las transacciones comerciales y
las inversiones; la mejora de los sistemas de comunicaciones ha posibilitado la
existencia de un mercado mundial. Ambos factores han tenido como fenómeno
colateral la aparición de transacciones financieras sin ningún respaldo material
(compra-venta de productos o servicios), salvo el mero movimiento del dinero.
La especulación bursátil (sobre monedas, deuda pública, bonos o tendencias de
precio —mercado de futuros—) se ha convertido en el principal factor de
movilidad financiera del mundo.

- La nueva economía: con esta expresión se sintetiza la aplicación, por parte de las
empresas, de las nuevas tecnologías de la información a sus procesos de
producción y comercialización. Un factor fundamental de la Nueva Economía es
la utilización de las nuevas tecnologías para la compra-venta y la prestación
de servicios (E-Bussines), bien entre empresas (bussines to bussines: B2B) o entre
la empresa y el consumidor (bussines to consumer: B2C). Los 3 efectos más
destacados de dicha aplicación son la realización de las transacciones comerciales
o financieras en tiempo real y las 24 horas del día, la supresión de la mayor parte
o la totalidad de los intermediarios (incluidas las instituciones estatales) y la
posibilidad de acceso del consumidor (sea privado o corporativo) en igualdad de
nivel y oportunidades, independientemente de su localización.

- El aumento de la renta per cápita y del nivel de vida: hasta la década de los 90
en términos generales, todos los hijos han vivido mejor que sus padres y han
tenido mejores posibilidades de educación, salud y ocio. Ante las

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transformaciones que acarrea la globalización económica, este fenómeno solo
podrá persistir si se encuentran soluciones a los problemas estructurales que
conlleva.

La globalización económica ha aportado beneficios en prácticamente todo el


mundo (salvo donde tal globalización es inaplicable), sin embargo también ha tenido
costes:
- en la década de los años 90 el reparto de la riqueza global correspondiente a la
quinta parte más pobre del planeta, ha potenciado la marginalidad de los Países
Pobres fuertemente endeudados, y ha incrementado la riqueza de la quinta parte
más rica. Las diferencias han aumentado, no solo entre el norte y el sur, sino en el
seno mismo de las sociedades desarrolladas.
- La aparición de crisis financieras se ha producido a lo largo de toda la década,
con efectos inicialmente locales, alcanzando inmediatamente a toda la economía
mundial: sistema monetario europeo (no entrada de la libra esterlina); México
(efecto tequila); sureste asiático; Rusia; Brasil y América Latina; 2000, índice
Nasdaq; Argentina (efecto tango).
- La política del mercado laboral ha visto descender los niveles de protección,
amparándose en las políticas de liberalización en los países desarrollados y
alcanzando en los pobres situaciones de neoesclavismo.
- La situación de defensa medioambiental ha seguido un curso disímil,
multiplicándose la legislación nacional e internacional al tiempo que aumentaban
las amenazas y las agresiones al medio.
- Se han denunciado las prácticas de algunas multinacionales (bien de modo
directo o a través de pequeñas empresas interpuestas) en el comercio de bienes y
productos que se encuentran bajo restricción o prohibidos en países desarrollados:
fármacos experimentales o deficientes, pesticidas tóxicos, producción
contaminante, cigarrillos de alto contenido en nicotina.

Test: ¿Qué zonas del mundo se vieron principalmente afectadas por las crisis sucesivas
entre 1997 y 2002?: Sureste asiático, Rusia, Brasil, México, América Latina,
Argentina.

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Los grandes bloques económicos regionales.
Uno de los efectos más importantes de la globalización económica ha sido la integración
de los mercados de amplias regiones, que ha favorece la creación de grandes bloques
económicos. Hay quienes sostienen que las relaciones internacionales han dejado de
orientarse por decisiones políticas e ideológicas, en favor de los intereses económicos.
El Mercado Común y la Comunidad Económica Europea, señalaban que la
pretensión de la unidad europea descansaba principalmente en su dimensión económico-
comercial. De la primitiva aspiración a constituir un área de libre mercado, se ha llegado
a la conformación de un mercado único y una economía trasnacional totalmente
integrada, con la entrada en vigor de una moneda común (el euro) y la fusión de todos
los mercados financieros nacionales.
El mercado norteamericano, conformado por Canadá, Estados Unidos y
México, entró en vigor con el Tratado de Libre Comercio (TLC). La importancia del
nuevo bloque norteamericano viene avalada por el mismo peso de su dimensión (370
millones de consumidores). Aunque la desigualdad de sus miembros es manifiesta (la
economía estadounidense es 8 veces mayor que la de Canadá y México juntas), el bloque
compone la primera potencia económica del mundo.
El Mercado Común del Sur (Mercosur, 1989) integrado por Brasil, Argentina
Uruguay y Paraguay (con Chile como país asociado).
La Nueva Comunidad del Pacífico, conformada alrededor de la asociación para
la cooperación económica Asia-Pacífico, APEC, integra un conjunto de programas que
inciden desde la protección al medio ambiente hasta la Constitución de una extensa área
de libre comercio, que se divide en bloques económicos de disímil volumen.

Además, destacan:
- Japón: las empresas y financieras japonesas constituyen la tercera potencia
económica del mundo. Tras décadas de alto y sostenido crecimiento (el boom
japonés), los años 90 se han caracterizado por la explosión de una crisis estructural
del crecimiento (1989-1992) seguida de una crisis financiera (1995) que ha
supuesto la primera Gran Depresión de su economía. Las multinacionales
japonesas han respondido a esta crisis descentralizando su producción e
invirtiendo en el extranjero, en especial en otros países asiáticos (con mano de

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obra más barata) y Estados Unidos y Europa (para salvar los controles
arancelarios). .
- En las dos últimas décadas el mayor incremento de producción y comercio se ha
dado en Estados asiáticos y polinésicos, conocidos como los dragones asiáticos
(Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong, Singapur, Filipinas, Indonesia, Tailandia y
Malasia). El éxito de sus economías exportadoras se basa en la producción de
mercancías altamente competitivas, debido a su bajo precio en base a una mano
de obra barata y muy eficiente.
- China: el gigante asiático supone en sí misma una potencia, que ha comenzado a
evidenciar sus enormes capacidades en los años 90. El paulatino abandono del
sistema de producción comunista y la entrada de inversiones extranjeras
(mediante el sistema de empresas mixtas) en áreas determinadas, ha logrado que
China sea el país con un mayor índice de crecimiento económico mundial en la
última década.

La persistente desigualdad norte-sur.


Por encima de otras denominaciones más apropiadas, las de Norte y Sur son las
comúnmente aceptadas para designar a los países más ricos y los más pobres. Las
diferencias de creación de riqueza y de nivel de vida entre ellos son muy acusadas y hasta
ahora, a pesar de las reiteradas cumbres celebradas para remediarlo, han permanecido
creciendo constantemente.

Las principales características del selecto club de países desarrollados son la elevada
renta per cápita (por encima de los 10000 dólares anuales), amplia industrialización
tecnológicamente avanzada, depurados sistemas comerciales y financieros, alto nivel de
consumo y solidez del Estado del bienestar con servicios generalizados de enseñanza,
sanidad, infraestructuras y ocio.

Frente a ellos se encuentra el sur, las grandes potencias de la pobreza. La mayor parte
de los países pobres tienen una vida políticamente independiente menor de 50 años. Salvo
China y distintos Estados latinoamericanos, la oleada de independencias de los años 40 a
70 dio lugar a estos países, que no pudieron aprovechar la edad dorada económica de esas

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décadas. El ejercicio de su soberanía, lejos de haber hecho disminuir sus diferencias con
las potencias colonizadoras, no ha impedido que aumentara el déficit de riqueza y nivel
de vida, en ocasiones a mayor distancia que en la época colonial. Un caso distinto suponen
los países de economías en transición, anteriormente sometidos a una economía
centralizada y planificada por el Estado; la desaparición de la URSS y la liberalización
de las economías de los países del «socialismo real», ha abierto un colosal proceso de
transformación, con consecuencias e incertidumbres de la misma dimensión y resultados
muy disímiles, que va desde las graves dificultades de Rusia al desarrollo sostenido de
Chequia o Polonia.

Las causas y modalidades de la miseria son múltiples y permiten realizar una clasificación
de los grados de desarrollo:
a) Países de pobreza extrema: su acceso a las materias primas es muy limitado, sus
recursos propios han sido sobreexplotados, el medio ambiente está alterado
(deforestación, disminución drástica de suelo fértil), su demografía es alta y su economía
preindustrial. Ejemplos: Haití, Somalia y Bangladesh.
b) Países subdesarrollados: caracterizados por carencias de la economía de mercado:
bajo consumo, escasa producción de materias primas (comercializadas por compañías
exteriores), mínima industrialización y dependencia exterior en comercialización,
inversión y tecnología; sus tasas de natalidad son altas, el nivel en escolarización y
sanidad bajo y en amplias zonas inexistente.
c) Países en vías de desarrollo: coexisten en un mismo ámbito, pero sin apenas
relacionarse entre sí, dos mundos: pobreza y riqueza extremas. Alta industrialización y
consumo junto a elementos socioeconómicos del subdesarrollo. Ejemplos: México,
Brasil, Sudáfrica o India.
d) Países desarrollados solo económicamente: países muy ricos —como los árabes
productores de petróleo— con sistemas sociopolíticos medievales y una economía
preindustrial. En otras ocasiones el estado es rico pero sus ciudadanos viven
miserablemente: Rusia, China, India o Irán son potencias económicas y militares, pero su
renta es baja y su estructura social característica de los países subdesarrollados. Por
último, países de reciente y muy rápida industrialización (los dragones asiáticos) no han
transformado los resultados económicos en logros sociopolíticos.

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e) La pobreza en los países desarrollados: entre un 5 y un 15% de la población de los
países desarrollados vive en la pobreza. Las razones de la persistencia de esta pobreza
van más allá de las presentes en los otros grupos: desempleo crónico, déficit educativo,
problemas familiares o psicológicos, drogadicción, etc. La mendicidad y los homeless
(sin casa), lacras seculares que se pretendían ya olvidadas, son manifestaciones de que el
Tercer Mundo llega hasta el corazón de las sociedades más ricas.

Los efectos de la globalización


El nuevo sistema económico mundial ha producido una serie de consecuencias que han
transformado los elementos sociales, culturales y ecológicos de la sociedad anterior. En
todo Occidente se abrió un fuerte debate sobre la necesidad de controlar dichas
consecuencias, no dejando que sean reguladas solo bajo criterios economicistas.
Uno de los efectos más notorios de la globalización económica se ha producido
en el campo político. Los gobiernos actuales han perdido una parte muy considerable
de las competencias económicas de tiempos anteriores.
- El primer recorte de su autonomía económica se produce por medios
institucionales; la creación de entidades internacionales reguladoras de las líneas
comerciales, financieras y bancarias (FMI, OMC, OCDE) o la pertenencia a
bloques político-económicos (UE, TLC, Mercosur) coarta la soberanía de los
respectivos Estados.
- El segundo recorte de autonomía lo produce el propio mercado financiero; el
empleo por los Estados de su moneda como principal instrumento regulador de la
economía, deja al alcance de especuladores financieros la cotización. El colosal
mercado de divisas puede provocar devaluaciones o sobre apreciaciones,
independientemente de la situación real de la economía que respalda a esa divisa.
- En tercer lugar, la gran diferencia entre los costes laborales y los gastos sociales
de unos países a otros, hace que se cuestionen los sistemas de bienestar social,
alcanzados en los países desarrollados en las décadas pasadas; los Estados tratan
de recortar para hacer más competitivas las empresas, atraer inversiones
internacionales y crear puestos de trabajo, pero en contrapartida se reduce la
solidaridad interna y crecen las diferencias sociales.

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El segundo grupo de efectos incide en los procesos productivos y el mercado
laboral. En un mercado libre sin aranceles proteccionistas y transportes baratos, el coste
de la mano de obra es el principal atractivo para la ubicación de industrias. Los países
desarrollados han perdido millones de puestos de trabajo en industrias manufactureras y
de transformación (textil, electrónica, juguetera, siderurgia) que han ido a parar a países
con mano de obra barata y gastos sociales muy bajos.
En los países desarrollados se han afrontado procesos de reconversión muy
duros, cuyos efectos más importantes se han hecho sentir en el mercado de trabajo: ha
crecido considerablemente el número de desempleados y con ellos —y en cadena— los
gastos sociales, la presión sobre empresas y trabajadores, lo que a su vez multiplica los
deseos de trasladar las industrias. Esta espiral ha tratado de atajarse mediante distintos
sistemas: disminuyendo los gastos empresariales (rebaja del costo de la mano de obra y
de impuestos), liberalizando el mercado laboral (crecimiento de las empresas de
contratación temporal y de los puestos de trabajo a tiempo parcial, distintas modalidades
de contratación juvenil, etcétera).
Al mismo tiempo se ha reabierto el debate entre librecambismo y
proteccionismo; si para el primero la existencia de esos nuevos países de economía
emergente son oportunidades comerciales para colocar productos propios, para los
neoproteccionistas los países desarrollados no podrán a medio plazo competir con los
emergentes en costes sociales y laborales, por lo que se imponen nuevos sistemas de
aranceles o acuerdos bilaterales que garanticen la compensación comercial.
Corolario de todo lo anterior ha sido la extensión del desempleo, alcanzando
niveles propios de coyunturas depresivas y, lo más importante, manifestándose como un
problema crónico. El desempleo es una de las lacras principales de las sociedades actuales
y el origen de otras que introducen peligrosos elementos de inestabilidad . Si durante las
décadas de gran crecimiento económico se contemplaba factible el objetivo del pleno
empleo (la disposición del mercado para suministrar una ocupación salariada a toda la
población susceptible de trabajar), tras la crisis de los años 70 se evidenció
definitivamente la imposibilidad material de conseguirlo. La precarización del empleo
está haciendo desaparecer la figura del puesto de trabajo vitalicio, siendo sustituido por
los trabajos temporales, el trabajo a tiempo parcial en los contratos de aprendizaje.

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El desempleo alcanza a todos los sectores laborales y generacionales. Ningún
colectivo está libre del riesgo, como lo prueba el alto grado de titulados universitarios que
no encuentran su primer trabajo. Sin embargo, existen colectivos más afectados que otros
por el desempleo: mujeres, parados de larga duración y jóvenes. Este sector —tanto
femenino como masculino— tiene las mayores dificultades de toda la historia para
incorporarse al mundo laboral, lo que a su vez tiene profundas consecuencias sociales:
mantenimiento de los sistemas educativos como alternativa ocupacional, alargamiento
temporal de la utilización del ámbito familiar y disminución de nuevas unidades
familiares y del número de hijos.
La desregulación del mercado laboral, el mantenimiento crónico del desempleo y
la ejecución de políticas antiinflacionistas ha extendido el debate sobre el estado del
bienestar. Uno de los mayores logros del sistema económico occidental fue el desarrollo
por los Estados de conjuntos de medidas que garantizaban la protección y la solidaridad,
socializando los beneficios del crecimiento económico a través del Estado del bienestar:
Seguridad Social, desempleo, Jubilación, educación, etc. El aumento de la población
beneficiaria del sistema y la disminución porcentual de la población laboral contributiva
ha hecho que en los últimos años resulta extraordinariamente gravoso el
mantenimiento del Estado de bienestar, sostenido principalmente por las empresas (lo
que incide en el aumento de los precios de sus productos) y los trabajadores (al conllevar
una disminución de su salario). En la actualidad se encuentra abierto un agrio debate entre
aquellos que pretenden limitar o reducir esta carga fiscal (lo que haría más competitivas
las economías nacionales frente a aquellos países que no tienen que mantener ningún
estado del bienestar) y aquellos que consideran esta reducción un paso atrás en la
solidaridad con los más necesitados de la sociedad.

GLOBALIZACIÓN Y POLÍTICA

Con independencia de los regímenes políticos y de la ideología del Gobierno, el estado


nacional fue el marco institucional de las revoluciones atlánticas de finales del siglo
XVIII y primera mitad del XIX, el modelo depurado por el estado liberal primero y
democrático después, el exaltado por el nacionalismo extremo de los fascismos e

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identificado con el partido único de los países de «socialismo real», el instituido dentro
de las fronteras de las excolonias tras los procesos de descolonización durante la segunda
mitad del siglo XX. Las transformaciones económicas y culturales de las últimas décadas,
la creación de estructuras políticas y económicas transnacionales, la internacionalización
de los medios de comunicación y las plataformas informáticas o las tendencias de
homogeneización cultural, tienen un efecto directo en la pervivencia del modelo del
Estado nacional, al que afectan en sus rasgos más característicos: la soberanía, la
identidad y la legitimación. Aunque a comienzos del siglo XXI el estado nacional sigue
manteniendo toda su virtualidad, resulta evidente la emergencia de elementos que limitan
su fortaleza y desafían su capacidad de adaptación.

La pérdida de soberanía
Los tres pilares de la soberanía nacional eran: la moneda, el ejército y la diplomacia.
Todos los países han visto disminuir sustancialmente su capacidad de decisión sobre
dichos campos. El primero, además del carácter altamente simbólico (principal razón por
la que la libra esterlina no ha entrado en el euro), la moneda representa la soberanía
que los Estados tienen sobre la economía. Pero la realidad es que los Estados ya no tienen
esa soberanía, aunque tengan monedas nacionales. Solo persisten 3 divisas con peso
propio: el dólar, el euro y el yen; pero ni siquiera los gobiernos de estos países pueden
ejercer una autoridad sobre su moneda.
En cuanto al ejército y la diplomacia, los Estados nacionales habían tenido todo
el poder y una completa autonomía. La realidad actual es distinta; tras el fin de la guerra
fría y la desaparición del sistema de superpotencias, la política exterior muestra una
creciente interdependencia multilateral. Los objetivos han variado: de la dominación
casi absoluta de las superpotencias, ha pasado a la vigilancia conjunta de un orden
internacional, contra las potenciales amenazas al sistema (las guerras del Golfo y las
crisis yugoslavas fueron clara muestra de ello). Es una política exterior de geometría
variable, fruto de redes de intereses y de constantes negociaciones, que muestran la
incapacidad de cualquier estado para actuar unilateralmente en el ámbito internacional.
Test: ¿qué evidencia las guerras del Golfo y la crisis yugoslava para la diplomacia
internacional?: la necesidad de una vigilancia conjunta del orden internacional

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Ningún estado en la actualidad (salvo Estados Unidos, a un altísimo precio) es
autosuficiente en la producción de equipo bélico. Al mismo tiempo, el mercado ilegal de
armas permite la adquisición de tecnología punta, independientemente de su legitimidad
para utilizarla; los riesgos de guerras termonucleares, químicas y biológicas resultan más
factibles que durante la guerra fría; no sería una Guerra Mundial, sino en escenarios
locales, pero la amenaza es global, puede surgir en cualquier parte. Por ello se necesitan
acciones multilaterales concertadas constantemente, en las que instancias superiores a
los Estados nacionales (ONU, OTAN) desempeñan un papel fundamental. Esto en cuanto
al concepto convencional de defensa; pero en la actualidad se contemplan otros
escenarios de inestabilidad y ataques al sistema internacional. Los dos más
alarmantes son los ataques con medios biológicos e informáticos (la ciberguerra). Si el
primero no es novedoso (tras la Primera Guerra mundial se legisló contra el uso de gases),
sí lo es la capacidad destructiva y los medios empleados para su uso; el segundo es el que
más preocupa, por su facilidad de implementación y su capacidad para dejar inerme un
país rápidamente.

Los índices de calidad, los niveles de productividad y los costes de producción, hacen que
la movilidad empresarial crezca, ayudada por las posibilidades de intercomunicación
electrónica y el abaratamiento de los medios de transporte. Esto incide de manera directa
en el mercado laboral y en el PIB de los Estados, en las balanzas comerciales y en los
sistemas de financiación del presupuesto nacional. Las empresas atienden a sus propios
intereses localizando sus fábricas donde más barato y mejor se fabrican sus productos. Si
este fenómeno crece en el nivel empresarial, en el mercado financiero la movilidad de
capitales se producía aún con mayor intensidad.
La interconexión de las bolsas de todo el mundo (mercado de 24 horas) hace que
fluya diariamente un creciente flujo de capital. Esta movilidad del dinero crea riqueza,
ejerciendo a la vez de baremos sobre la ortodoxia de las políticas económicas y la
situación de las economías nacionales. Los mercados financieros se han convertido en los
tribunales diarios y supremos de la salud de las economías nacionales; ningún estado de
forma aislada puede aguantar un veredicto negativo, ni siquiera lo ha hecho la actuación
conjunta de los más fuertes más de unos días, al coste de altísimas pérdidas en las reservas
de divisas.

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Las limitaciones de la acción del Estado
El Estado tiene limitado su poder ya no sólo ante organismos superiores e inferiores, sino
también en otros ámbitos.
El Estado del bienestar, un elemento clave de las políticas nacionales de la
segunda mitad del siglo XX, está en grave peligro por la globalización de la producción
y la inversión. En todo el mundo se percibe un retroceso alarmante en beneficio de una
reducción de los costes laborales y sociales y una desregulación del mercado laboral.
El control de la información también ha sido una de las fortalezas de los Estados,
pero hoy en día es imposible dada la flexibilidad y el abaratamiento de la tecnología, la
globalización de la propiedad y la autonomía y diversificación de los medios de
comunicación.

Los grandes desafíos.


Uno de los negocios más rentables a escala mundial es la delincuencia; en la actualidad
el crecimiento de esta actividad y la globalización de las redes criminales subvierte el
poder de los Estados nacionales a una escala sin precedentes. La alta delincuencia crece
con los beneficios de los tráficos (drogas, armas, seres humanos, tecnología, obras de
arte material radioactivo, simple contrabando) y el blanqueo de dinero. A través de este
blanqueo existe un canal de comunicación entre la economía criminal, los mercados
financieros globales, del cual ha llegado a ser una parte muy importante, tanto por su
volumen como por su carácter especulativo y su alta movilidad. Pero lo que realmente
resulta peligroso de esta actividad para el estado nacional es la capacidad de permeación
de las actividades criminales y el dinero por ellas conseguido, que mediante amenazas,
corrupción o financiación ilegal pueden alcanzar a todas las esferas del Estado.

Si hasta hace unas décadas los Estados «sospechosos» eran pocos, a estas alturas hay
menos que se libren de sospechas; desde Japón hasta Suiza. En México, los cárteles han
alcanzado un poder antes solo comparable a los colombianos; en la nueva Rusia, la mafia
controla de forma directa un tercio de la economía.

La capacidad científica para el estudio del medio ambiente, ha mostrado a la opinión


pública internacional el grado de su deterioro. Los límites de los Estados nacionales se

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evidencian en este tema de un modo paradigmático: los gobiernos nacionales no tienen
capacidad para abordar la resolución de los múltiples problemas acarreados por la
extracción de recursos básicos y el deterioro del medio ambiente. Es un problema global
y los ciudadanos de todo el mundo, que tienen un conocimiento de esto como nunca antes,
perciben la incapacidad de sus aparatos estatales para solucionar uno de los principales
problemas de la humanidad.

La incapacidad de los Estados nacionales para tratar los problemas globales hace
que iniciativas civiles tomen en sus manos las responsabilidades. La proliferación de
ONG’s evidencia la pérdida de confianza en la capacidad de los Estados para solucionar
problemas globales, y denuncia de la hipocresía y la burocratización en la toma de
decisiones. La «privatización» del humanismo solidario global hace cada vez más
débil uno de los últimos razonamientos sobre la legitimidad del Estado.

LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES

Los grandes cambios políticos y económicos de las últimas décadas, han propiciado
grandes transformaciones sociales: modificación de hábitos y costumbres,
desmovilización política, crisis de los sistemas de valores tradicionales, revolución de los
medios de comunicación y entretenimiento, o el acceso generalizado a la educación y la
cultura, son algunas de las manifestaciones de esta profunda transformación. Ésta alcanza
a la propia identidad del individuo, a su sentido comunitario y al sistema de valores
sociales.

Características del cambio social:


Los rasgos fundamentales de las transformaciones sociales afectan a todos los ámbitos:
a) La crisis de lo político: la pérdida de la soberanía de los Estados nacionales presenta
una superación de la importancia de las cuestiones sociales sobre las políticas.
b) Modificación de la trascendencia de los agentes sociales: la transformación de la
identidad de la familia, la masiva incorporación de la mujer al trabajo, la prolongación de
la esperanza de vida, con el incremento de ancianos, y el aumento de la capacidad

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económica juvenil, han introducido profundos cambios en actitudes y comportamientos.
c) Crisis del sistema de valores: religiones, iglesias y sectas han tenido que adaptarse
propiciándolos u oponiéndose radicalmente a ellos. Al mismo tiempo se produce un doble
fenómeno: el crecimiento del abandono de los sistemas de valores regulados por creencias
religiosas y la multiplicación de manifestaciones religiosas activas y proselitistas.
d) Decadencia de las comunidades culturales homogéneas: la influencia de las 4
características anteriores, unida a la búsqueda de nuevas respuestas a los retos
socioculturales de un mundo globalizado, ha posibilitado la inclusión del doble fenómeno
de homogeneización y fragmentación.
e) Comunicación y masas: más que un cuarto poder, los medios de comunicación se han
consolidado como la base misma de la legitimación, conquista y lucha del poder (político,
económico y cultural); pero además son el medio en el que se manifiestan y por el que se
expanden en las transformaciones sociales.
f) Revolución tecnológica: constante avance científico y tecnológico que afecta a todos
los órdenes de las relaciones sociales.

Homogeneización y fragmentación
Una de las características más importantes de la sociedad actual radica en la aparente
paradoja que se manifiesta en el doble fenómeno de la expansión de una cierta cultura
universal y el fortalecimiento de movimientos identificatorios mayoritarios
(nacionalismo) y minoritarios (tribalismo). Las comunicaciones globales han ayudado a
extender hasta los últimos rincones del planeta claves de conducta, sistemas de valores,
conjuntos de relaciones personales muy identificados y homogéneos entre sí; la defensa
de los derechos humanos, la aspiración a sistemas democráticos de decisión, la búsqueda
de trabajo y de la realización personal, la defensa del medio ambiente, etc., son solo unos
casos de este fenómeno globalizador, que impregna al conjunto de las sociedades por
encima de sus diferencias de nacionalidad, clase o creencia.
Al mismo tiempo, en el interior de las sociedades de una misma tradición cultural
han eclosionado una multitud de grupos con planteamientos contrapuestos o
enfrentados; en muchas ocasiones estos grupos tienen paralelismo con otros ajenos a su
ámbito cultural. Las tradicionales divisiones generacionales o la emancipación femenina
han dado paso a una incomunicación intergeneracional o la guerra de sexos; pero además,

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el fenómeno de trivialización alcanza a todas las manifestaciones sociales: las simpatías
por alguna modalidad musical o un equipo deportivo en ocasiones llegan a derivar en
enfrentamientos entre seguidores vecinos de uno u otro estilo o equipo (y en
identificaciones fraternales mundiales); los influyentes hombres de negocio han generado
un sistema de valores que permea todo el entramado comercial y financiero; se
multiplican los grupos juveniles con señas de identidad propias y cerradas, desde el
lenguaje a la indumentaria, pasando por sus canales de comunicación o sus formas de
entretenimiento; el desarrollo de las sectas religiosas ejemplifica en extremo esta
fragmentación social de la cultura tradicional y la integración en un grupo nuevo
transcultural.
Las transformaciones sociales de la posmodernidad son demasiado grandes y
complejas para que un único sistema, ideología o creencia pueda suministrar una
explicación global y mucho menos un medio para solucionar los problemas. La respuesta
más innovadora y radicalmente alternativa es el surgimiento de los nuevos movimientos
sociales (NMS), cuyo fin es encontrar una solución concreta a algunas de las grandes
cuestiones abiertas por las deficiencias o contradicciones de la sociedad actual. En la
mayor parte de las ocasiones estos movimientos son ajenos en principio a las iniciativas
gubernamentales; de ahí su necesidad de agrupación, génesis de las organizaciones no
gubernamentales, ONG’s. Dada la dimensión internacional de los problemas, en otras
ocasiones han sido creados organismos ad hoc en el seno de Naciones Unidas.

La sociedad del ocio


El ocio, concepto que surgió en los años 50 para designar las actividades que llenaban
el tiempo libre, se ha convertido en un fin en sí mismo. En la actualidad mueve
industrias y actividades de muy variado signo, que representan uno de los mayores
volúmenes de la economía mundial: cine, televisión, turismo, actividades culturales,
deporte, juguetes, bricolaje, jardinería; hasta llegar a los centros de diversión (desde la
modesta taberna o el salón de videojuegos, a las macro discotecas, parques temáticos y
grandes centros turísticos-recreativos).
Las distintas posibilidades de ocio caracterizan un nuevo sistema de sociedad, que
gasta energía, tiempo y recursos económicos en actividades no laborales. Las
características de la sociedad del ocio son:

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a) Del productor al consumidor: la identificación del individuo como productor de
bienes ha cambiado hasta asimilar los derechos del consumidor de esos bienes. No solo
se han extendido y ganado influencia a todos los niveles los movimientos reclamando sus
derechos, sino que las mismas empresas tienen prioritariamente en cuenta la opinión de
los consumidores.
b) Ocio y bienestar : las actividades lúdicas miden el nivel de vida de una sociedad;
cuanto más alto mayores recursos humanos y económicos dedican al ocio.
c) De las élites a las minorías: han acabado desapareciendo las diferencias clasistas,
generacionales y geográficas en el disfrute del ocio. No solo todos tienen acceso a él, sino
que participan de actividades similares; las únicas diferencias que persisten atienden al
nivel cultural, que permite el acceso a unas minorías —por otro lado muy numerosas— a
facetas determinadas de ocio.
d) Mitificación e identificación: la práctica masiva de una actividad lúdica ha propiciado
el fenómeno identificatorio entre los que la practican; al mismo tiempo, se ha elevado a
los altares de la fama a personajes que encarnan esa actividad (deportistas, actores,
músicos, viajeros, escritores, etc.).

No existen actividades para llenar el tiempo libre que en sí sean más positivas o
negativas. Sin embargo existen diferencias notables de unas a otras; en cuanto a la actitud
del participante pueden diferenciarse el ocio pasivo (caracterizado por tener al
consumidor como mero espectador), activo (el consumidor participa directamente en la
actividad), solidario (actividades de ayuda social, concienciación medioambiental o
defensa de los derechos humanos) o consumista (la compra de bienes y servicios se
transforma en un medio de entretenimiento).

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