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Capítulo III.
Primera etapa.
El plan de operaciones había sido diseñado por Mola, esa directiva fue distribuida a
todos los mandos que estaban involucrados en la conspiración, entre ellos se encontraban
Francio, quien estaba al mando del ejército de África que protegía a Marruecos;
Cabanellas, quien estaba al mando en la dirección de Zaragoza; Goded, y por ultimo
Queipo.
Sobre esa instrucción se fue formando una insurrección que sería llevada a cabo por las
tropas de Marruecos y el resto de las guarniciones lo apoyarían. El objetivo de esta
operación era instalar un gobierno militar, el cual sería influenciado por las ideas del
Directorio de Primo de Rivera en 1923, este se vería presidido por Sanjuro, quien estaba
exiliado en Lisboa.
Las acciones que querían llevar a cabo contra el enemigo eran violentas, además todos
aquellos que fueran ajenos al movimiento serían encarcelados.
La operación comenzaría el 17 de julio en Melilla debido a que allí había grandes
apoyos. Sin embargo, el asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio fue lo que prendió la
llama. Este levantamiento triunfó rápidamente, los jefes y oficiales opositores fueron
fusilados.
Así, la sublevación de julio de 1936 comenzaba como una guerra civil en el seno del
ejército.
Por otro lado, el triunfo de la insurrección en el protectorado fue la señal para que
Franco se sublevara en Canarias el 18 de julio de 1936. Éste publicó un manifiesto para
ganarse a la población, en el cual decía que el ejército debía asumir por el bien de la patria
y para salvarla de los enemigos, quienes eran mortales tanto internamente como
externamente.
El control de Canarias estaba asegurado, por lo que Franco se lo dejó a Orgaz para
trasladare hasta Tetuán con el fin de asumir la dirección del ejército de África. Su misión
consistía en atravesar el estrecho de Gibraltar, desembarcar en Andalucía y marchar sobre
Madrid, era muy importante controlar a la misma ya que era la capital y el centro de los
resortes del estado. Sin embargo, el transporte de las tropas se vio afectado, esto se debe a
que había muy pocos aviones disponibles porque el resto estaban en manos de los
sublevados. Además de esto, la flota encargada de colaborar con la tarea quedó en manos
de una marinería que destituyó a los mandos tras un conflicto.
Gracias al triunfo de la sublevación en Marruecos y Canarias, la insurrección militar se
extendió por toda España, en consecuencia se dio una fractura en el ejército. Esta fractura
era temida por Franco, y fue clave para la sublevación dado que impidió un desenlace
rápido de las distintas posibilidades: victoria de los alzados en armas, o el aplastamiento de
los sublevados por parte del ejército.
Tras la quiebra de la unidad y la disciplina de las fuerzas armadas, se dio un resultado
distinto: la sublevación triunfó en la mitad de España, mientras que fracasó en la otra mitad.
Los sublevados querían matar a aquellos que ellos consideraban como “Anti-España”, a
través de la eliminación de las autoridades institucionales, dirigentes sociopolíticos e
incluso a los militantes de izquierda que eran peligrosos. En manos de ellos murieron
aproximadamente 130.000 personas.
Andalucía fue la tercera región sublevada con éxito y la primera de la Península. Quien
llevó a cabo la acción fue Queipo de Lanno, éste se presentó en Sevilla en la tarde del día
18, destituyó al jefe de la división con apoyo de la mayoría de la guarnición y aplastó a los
militantes de izquierda.
El general José Enrique Varela logró sublevar a la guarnición de Cádiz, y luego les
siguieron las de Huelva, Córdoba y Granada.
El 19 de julio la rebelión se dio en toda España y logró grandes triunfos. Primero, Mola
se alzó en Navarra con el apoyo de las milicias carlistas. Al mismo tiempo se sublevaba
Caballenas en Zaragoza y extendió su control sobre Huesca y Teruel mediante una fuerte
represión. Luego nos encontramos con el general Saliquet quien repitió la acción en
Queipo, Dávila que dominaba la resistencia en Burgos, y por último a Godded quién se alzó
en Baleares.
El 20 de julio se dieron las últimas sublevaciones en Galicia, Vitoria, Oviedo y Alcázar.
Segunda etapa.
Los triunfos del 20 de julio se vieron opacados por la muerte de Sanjurjo tras un
accidente aéreo. Tras esto, perdieron a un gran líder apenas iniciaba la operación.
Sin embargo, la rebelión había fracasado en el resto del territorio nacional y había sido
derrotadas en dos grandes zonas separadas: una estrecha y aislada franja norteña que iba
desde Guipúzcoa en el País Vasco hasta Asturias, y un compacto territorio centro-oriental
articulado por el triangulo de Madrid-Barcelona-Valencia. Esto era un poco más que la
mitad de la superficie peninsular de España.
La sublevación fue aplastada en esas dos zonas gracias a un sector del ejército que
permaneció fiel al gobierno republicano, estas también fueron apoyadas por las milicias
sindicales y partidistas.
En Madrid, el gobierno de Casares Quiroga había adoptado medidas eficaces para
controlar la intentona, tenía la colaboración de los mandos militares y además también
contaba con la guardia civil y de asalto.
A pesar de sus esfuerzos, éste fue derrotado, y de esta forma el ejecutivo de Quiroga fue
sustituido el día 19 por una sucesión de gabinetes que evidenciaba la crisis por la que estaba
pasando la República. En primer lugar, Azaña encomendó a Martínez Barrio la formación
de un gobierno moderado que hiciera un pacto con los insurgentes para evitar la guerra, sin
embargo esto fue rechazado tanto por Mola como por los partidos de izquierda. Azaña
terminó entregándole el gobierno a su amigo José Giral, quien formó un ejecutivo de
republicanos con dos militares. Ese gobierno tomó la decisión de licenciar las tropas, con el
fin de evitar que obedecieran a sus mandos sublevados, y autorizar la entrega de armas a los
militantes de los partidos y sindicatos que pertenecían a la izquierda.
Una vez que se decidieron a combatir la rebelión, las tropas leales y los milicianos
armados asaltaron el cuartel de la Montaña, se detuvo a Fanjul (quien fue fusilado) y
masacró a la mayoría de sus defensores. El éxito del gobierno puso a la región castellano-
manchega a su favor.
En la región de Cataluña, los militares se mantuvieron fieles a la República y fueron
muy importantes para sofocar a la insurrección.
Otro fracaso de la sublevación se produjo en la región militar de Valencia. Los líderes de
los conspiradores fueron indecisos, se encontraron con una fuerte resistencia militar y no
lograron romper la disciplina de las tropas.
Tercera etapa.
Antes de que se cumpliera la primera semana, los rebeldes no habían logrado derribar al
gobierno republicano en la mitad del país, ni tampoco asumir el control del estado en todo
el territorio nacional. Por otro lado, el gobierno republicano tampoco había conseguido
dominar la situación, solo en la mitad de España, pero a cambio de eso perdieron a casi
todo se ejército.
Los sublevados estaban dispuestos a seguir peleando para conquistar el territorio que se
les había escapado y no iban a aceptar una división del país según las líneas de frente
talladas. Sus enemigos tampoco se rendían fácilmente, estos también iban a dar batalla para
defenderse y recuperar las áreas perdidas. Así, a finales de julio de 1936 había un empate
entre ambos bandos.
El territorio del gobierno republicano representaba un 53,5% de toda la superficie
nacional e integraba 22 de las 50 capitales de provincia. Este era el más urbanizado,
industrializado, pero tenía menores posibilidades alimenticias agrarias y ganaderas.
El área en mano de los sublevados representaba un 46,5% de la superficie natural,
integraba 28 de las 50 capitales provinciales. Era el territorio menor, menos poblado y más
ruralizado. Su infraestructura industrial era débil, pero tenía importantes recursos
agroganaderos y pesqueros.
En el aspecto financiero la República tenía ventaja ya que mantuvo el control del 65%
de las oficinas bancarias del país. Y lo más importante es que el gobierno tenía las reservas
de oro del Banco de España. Mientras tanto, sus enemigos solo tenían el 35% de las
oficinas bancarias. Esta ventaja que poseía la República no fue aprovechada dada sus
tendencias socialistas y anticapitalistas. De igual manera, los sublevados se vieron
beneficiados con la ayuda de Alemania, Italia y Portugal.
La distribución de fuerzas en la marina y en la aviación también benefició al gobierno al
principio. La base naval de Cartagena y casi el 70% de los buques estaban en sus manos.
Por supuesto que los sublevados en este sentido no tenían nada, tan solo poseían una basa
naval atlántica de Ferrol, un crucero, un destructor y otras pequeñas unidades.
Los sublevados comenzaron a movilizar reclutas en julio de 1936 y terminaron la guerra
llamando a quince reemplazos que eran 1,2 millones de hombres. La República tardó
mucho en secundar a sus enemigos en virtud de la prevención antimilitarista de sus
partidarios. Hasta su derrota movilizó a 1,7 millones de hombres.
En conclusión, ambos ejércitos no tenían suficientes hombres para enfrentar esta guerra
civil. Otro problema que tenían es que dada la división del país no estaban aptos a fabricar
armamentos en el país, frente a esto debieron recurrir al exterior.
El nuevo presidente republicano, José Giral le solicitó a París el envío de aviones y
municiones para terminar con la rebelión. Allí se encontraba Léon Blum, un socialista. Por
su parte, Franco solicitó ayuda a Mussolini y a Hitler, pidiéndoles armas y aviones para
transportar sus tropas a la Península y poder iniciar una marcha sobre Madrid. Estos
pedidos de ambos bandos provocaron que la guerra civil se internacionalizara.
Mientras tanto, ambos bandos también se enfrentaban a la resolución de tres conflictos
que tenían en el plano estratégico-militar: reconstrucción de un ejército combatiente
regular, reconfiguración del aparato administrativo del estado para que sea eficaz y así
poder planificar todos los recursos económicos internos o externos del país, la articulación
de unos fines de guerra compartidos por la gran mayoría de las fuerzas sociopolíticas que
representaran a la población civil de retaguardia.
El bando franquista fue superior al republicano en el sentido de que supo entrenar a su
ejército, construyó un estado centralizado eficaz que manejara la economía de guerra y
sostuvo una retaguardia civil unificada y que estaba comprometida con la guerra.
Tanto en Marruecos como en las otras zonas donde los sublevados triunfaron, el poder y
la autoridad política quedaron en manos del ejército alzado. A esto se le suma la
destitución, encarcelamiento y fusilamiento de las autoridades pertenecientes al bando
republicano. La toma del poder del ejército también se hizo evidente en la prohibición de
las huelgas, reuniones políticas o sindicales
Como resultado del golpe, surgieron tres núcleos geográficos aislados que estaban bajo
el mando de importantes jefes militares: Mola estaba en Pamplona; Queipo de Llano de
Sevilla, quien actuaba como virrey; y Franco en Tetuán, quien era el líder africanista
indiscutido.
Los generales sublevados no tenían una alternativa política. Entre ellos existía una
mayoría monárquica, carlistas, republicanos conservadores y falangistas o accidentalitas.
Esta diversidad llevó a que hagan un acuerdo sobre el establecimiento de una dictadura
militar más o menos transitoria, cuyo objetivo era frenar las reformas gubernamentales y
calmar la amenaza de la revolución proletaria.
Este era un movimiento de contrarrevolución, y su tarea era salvar a España. Teniendo
esto en cuenta, Franco se comunicó con la prensa española, y dijo que se instauraría una
corta dictadura militar, pero su duración dependía de la que necesiten los organismos que
servían a la nueva España. El modelo que Franco buscaba seguir era el portugués.
Este nacionalismo buscaba restablecer la bandera amarilla y roja española, ya que los
republicanos habían adoptado una tricolor. Para estos era una falta de respeto hacia España,
ya que estaban poniendo su ideología por encima de la patria.
El cristianismo también predominaba en este nacionalismo, según ellos, gracias a esta
religión España fue una gran nación y no una mezcla de una muchedumbre.
La tercera idea era un gran anticomunismo que repudiaba tanto al comunismo, como al
socialismo, anarquismo y el liberalismo democrático porque estos apoyaban al enemigo y
por ende impulsaban la disolución de la religión y la unidad nacional.
Segunda etapa.
Los sublevados tenían en su poder a media España, pero tenían un problema, y este era
que no tenían a alguien que los guiara tras la muerte de Sanjuro. Mola trató de revertir esta
situación mediante el establecimiento de la “Junta de Defensa Nacional”, una entidad
militar que asumía todos los poderes del Estado y representa al país frente a las potencias
extranjeras.
La Junta de Burgos estaba presidida por Caballenas, también formaban parte de ella
cuatro generales: Mola, Saliquet, Dávila y Ponte, y dos coroneles que ocupaban el cargo de
secretarios. Unos días después se integraron a la misma Franco, Queipo de Llano, Orgaz,
Gil Yuste y el almirante Moreno. El carácter interino de la junta consistía en asegurar las
mínimas funciones de gestión institucional hasta que lograran ocupar Madrid y así tener los
órganos centrales del Estado que se encontraban en la capital.
Esta Junta no tuvo ningún papel en las operaciones bélicas.
Dentro del movimiento se habían dividido los territorios de los que cada uno debía
encargarse. En el frente norte-centro, Mola estaba al mando, sus tropas trataban de sostener
la ofensiva en dos áreas distintas: el avance de Álava hacia la frontera franco-española en
Irún, tratando de ocupar San Sebastián; y también tratar de mantener las posiciones ganadas
en Guadarrama. En el frente sur estaba Queipo de Llano, quien ampliaba las bases iniciales
mediante expediciones militares en Andalucía. Por último, en Marruecos estaba Franco,
quien se estaba convirtiendo en la cabeza de la sublevación debido a todos los éxitos que
estaba teniendo tanto militar como políticamente.
El 13 de septiembre, la Junta de Burgos decretó la ilegalización de todos los partidos y
sindicatos de izquierda y la incautación de bienes debido a que habían traicionado al
Movimiento Nacional.
A diferencia de los republicanos, quienes eran muy desorganizados en cuanto a sus
milicias, los sublevados gracias a su gran crecimiento pudieron reclutar a muchas personas
a sus milicias, pero estas siempre tenían una organización como la del ejército.
Otro factor importante que contribuyó a que la Junta de Burgos tuviera más poder fue el
apoyo que recibieron de la Iglesia católica desde el principio del conflicto, esto se debe a
que los republicanos claramente eran sus enemigos dado a que se oponían a la moral de la
Iglesia y más.
El apoyo católico convirtió a la Iglesia en la fuerza institucional de mayor peso, luego
del ejército, en apoyar a la España insurgente. Los generales a cambio de ese apoyo le
devolvieron al clero católico el control sobre la educación y las costumbres civiles y
culturales.
Otra medida que tomaron fue destruir todas las obras socialistas y solo dejar aquellas
que exaltaban las creencias de la Iglesia. Así, la institución volvió a tener su poder, y entre
otras tantas cosas las fiestas de la misma se hicieron oficiales, etc.
La voluntad que estos tenían de acabar con las políticas republicanas para poder
restablecer el orden anterior se vio reflejada en la política agraria, la cual se encaminaba al
aplastamiento de la resistencia jornalera frente al dominio de la oligarquía latifundista y los
propietarios rurales. Una vez que lograron esto, la nueva ordenación agraria permitió la
creación de un marco económico que favorecía a las explotaciones arcaicas gracias a la
rebaja de sus costes laborales y a la garantía de reserva del mercado nacional para su
producción.
Los trabajadores claramente al no tener sindicatos no podían sublevarse. Luego de esto
vino una política de intervencionismo estatal militarizado. El nuevo Estado buscaba
productores disciplinados que entendieran la importancia de la producción nacional y que
esta estaba al servicio de la patria.
La medida que se tomó fue bajar los salarios y aumentar las jornadas laborales, así se
tuvo una recuperación de las ganancias empresariales, pero también se explotaba la fuerza
de trabajo.
La Junta comenzó a plantearse la idea de concentrar el poder en una sola figura
para aumentar la eficacia del esfuerzo de guerra. De esta forma, el 21 de septiembre
estos aprobaron la disolución del organismo y eligieron a Franco como Generalísimo de
todas las fuerzas sublevadas y líder político, el único que cuestionaba eta decisión era
Caballenas. La segunda reunión se dio el 28 de septiembre, y en la misma se le concedió a
Franco todos los poderes del Nuevo Estado.
El nombramiento de Franco como Generalísimo suponía el pasaje de la junta a una
dictadura militar de carácter personal.
Franco también contaba con el apoyo de los derechistas, quienes tenían confianza en él.
Además de esto, también contaba con el apoyo de la Iglesia dado a que era un gran
católico. Frente a esto, Franco iba a convertir a la Iglesia en el segundo pilar básico de su
régimen de poder personal, tras el ejército.
Tercera etapa.
Cuarta etapa.
Segunda etapa.
Las medidas económicas revolucionarias se basaban en la expropiación de tierras, hasta
agosto de 1930 se habían expropiado como mínimo 5,45 millones de hectáreas, lo cual
representaba el 40% útil, además el 54% de esa tierra expropiada había sido colectivizada.
Finalmente surgió otro fenómeno producto de la revolución, y este fue la agresión hacia
la oposición, ya fueran militares, sacerdotes, patronos burgueses o derechistas. Esto
representó la inutilidad que tenían los republicanos para gobernar.
En el caso mencionado anteriormente nos encontramos nuevamente con el diario
Solidaridad Obrera, en el cual se alentaba a que se realizaran actos delictivos contra la
oposición, y ponían en sus portadas mensajes tales como “ Los obispos y cardinales han de
ser fusilados” u “Ojo por ojo, diente por diente”.
Un ejemplo de esto es que cuando evacuaron a presos de Valencia durante la batalla de
Madrid, se alejaron a 2.400 prisioneros que eran considerados fascistas para fusilarlos.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que los combatientes proletarios no
luchaban por la República, sino por el triunfo de la revolución proletaria.
Sin embargo, la debilidad de esa revolución socialista o libertaria se encontraba en tres
obstáculos. En primer lugar, había una fragmentación y recelo en las fuerzas políticas
revolucionarias, las cuales se encontraban entre la adopción de medidas colectivistas y
también de implantar una dictadura del proletariado. En segundo lugar, se enfrentaban a un
enemigo muy fuerte que tenía el apoyo militar de dos potencias muy importantes: Alemania
e Italia. En tercer lugar, tampoco había una alianza eficaz entre las clases obreras y la
fracción reformista de las pequeñas y medianas burguesías enfrentadas a la reacción militar
por su tradición militar y progresista.
Por estos motivos, desde principios de la contienda se fue formando un pacto táctico
entre el republicanismo burgués influenciado por Giral, el socialismo de Prieto y el
comunismo ortodoxo representado por el PCE. El objetivo era reconstruir el poder estatal,
centralizar la actividad económica y acabar poco a poco con la revolución.
Tercera etapa.
Cuarta etapa.
Quinta etapa.
Los enfrentamientos que venía teniendo la coalición republicana llevaron a una ruptura
entre el anarcosindicalismo y el socialismo largo-caballerista. Junto a esto, los comunistas
tuvieron un gran crecimiento provocado por el apoyo de la URSS. El PCE, según fuentes
de Hernández Sánchez, pasó de tener 50.000 afiliados a 250.000 un año después.
Este crecimiento les permitió tener un enfrentamiento con los sindicatos, y además de
esto, y es lo más importante, se convirtieron en un factor central dentro del grupo de los
republicanos.
Largo Caballero no se mostraba contento con este crecimiento, y decía que los
comunistas estaban creciendo a costa de los republicanos y que sus ideas eran contrarias.
El gobernador se mostraba hostil frente al PCE, y esto se agravó aún más en los
siguientes meses, al igual que las peleas entre el mismo partido y la CNT-FAI. A partir de
diciembre de 1936, Stalin comenzó en Moscú las purgas político-militares para atrapar a los
espías y traidores trotskistas; al mismo tiempo, el PCE iniciaba una campaña para liquidar
al POUM, ya que eran considerados agentes fascistas.
Las operaciones del PCE para ganar esta revolución consistía en asesinar a la oposición,
para ello tenia la ayuda de la NKVD soviética. Esta estrategia generaba un descontento
dentro del bando republicano, sin embargo todos eran conscientes de que los comunistas, al
tener un gran número de hombres eran indispensables para ganar la guerra. Además de esto,
el apoyo que los republicanos obtenían de la URSS era gracias a los comunistas.
Luego del fracaso que Franco tuvo en Guadalajara, éste en vez de invadir Madrid tuvo
otra idea: iniciar una guerra de degaste en Vizcaya, para de esta manera aislar a la bolsa
enemiga y quedarse con sus recursos.
Finalmente, la ruptura que venimos mencionando de los republicanos se dio el 3 de
mayo de 1937, con el hecho conocido como los “sucesos de mayo” en Barcelona. Las
fuerzas de seguridad de la Generalitat quisieron retomar el control del edificio de la
Telefónica que estaba en manos de la CNT desde el inicio de la guerra. La importancia de
la compañía era que desde allí se controlaban las comunicaciones entre las autoridades
civiles y militares.
Esta ocupación causó que se diera una insurrección en Barcelona de militantes
anarquistas radicales, quienes eran mandados por el POUM. El gobierno de Largo
Caballero decidió enviar fuerzas armadas para terminar con el motín.
Esta crisis terminó con la derrota de los partidarios de la Revolución Social a favor de
los que defendían una República Democrática. También se dio un restablecimiento de la
autoridad estatal en Cataluña. Pero ese restablecimiento ya no estaría en manos de Largo
Caballero, sino que se dio un gobierno contrarrevolucionario.
Sexta etapa.
Séptima etapa.
El 9 de febrero de 1939, unos días antes de que los franquistas llegaran a Cataluña.
Aproximadamente 470.000 republicanos entraron a Francia como exiliados.
La pérdida de Cataluña llevó a un proceso de descomposición institucional, y se alentaba
a las fuerzas partidarias a que presentaran su rendición tras eliminar la influencia comunista
del ámbito militar.
El primer resultado de este desplome interno se vio con el reconocimiento franco-
británico al gobierno de Franco antes que terminara la resistencia militar republicana. Ante
esto, Azaña tuvo que presentar su renuncia como presidente de la República, creando una
crisis constitucional. En este contexto, se produjo una sublevación profranquista en la base
naval de Cartagena que terminó con la retirada de los republicanos en once buques hacia
Argelia para entregarse a los franceses.
El 5 de marzo de 1919 se dio el último episodio de esta crisis. El coronel Segismundo
Casado, jede del ejercito del Centro se sublevó en Madrid contra el gobierno porque lo
consideraba ilegitimo tras la dimisión de Azaña. Negrín intentó un traspaso de poderes para
evitar romper la constitución, éste renuncio a oponerse por la fuerza y se fue a Francia.
Finalmente, Casado formó un Consejo Nacional de Defensa y estaba dispuesto a negociar
una paz con Franco sin crímenes. Durante cinco días se dio en este territorio una pequeña
guerra civil entre los casadistas y los comunistas. Casado fue el vencedor.
Franco exigía una rendición sin condiciones, lo que significó el fracaso político de
Casado y llevó al colapso de las instituciones republicanas. Franco logró ocupar Madrid dos
días después dado a que ya no tenía una oposición a la que enfrentarse. El puerto de
Alicante, el último reducto republicano también fue ocupado el día 31.
Primera etapa.
Segunda etapa.
Ya sabemos que la URSS apoyó a la República y que Italia y Alemania apoyaron a los
sublevados. Pero con anterioridad, los republicanos le pidieron ayuda a Léon Blum, quien
presidia la coalición del gobierno francés. Éste aceptó, pero rápidamente se armó un
revuelo en Francia, algunos estaban de acuerdo y otros no. Frente a esta situación se temía
que se armara una guerra civil en Francia, o que esto contribuyera a un conflicto bélico en
Europa. Además, también tenía la oposición de los británicos, quienes eran sus mayores
aliados en el continente.
Reino Unido, independientemente de lo que hicieran los demás tomó una actitud neutral,
tenía en claro que no quería intervenir en el conflicto español para mantener su propia
estabilidad.
Claramente, el gobierno francés tenía una fuerte tensión dentro de su territorio y con su
mayor aliado, por lo que decidió retractarse y no ayudar a la República.
Los sublevados, por otro lado realizaron acuerdos gracias a dos nazis que residían en
Marruecos, con Hitler, quien aceptó ayudarlos y les envió veinte aviones de transporte y
seis cazas con su correspondiente tripulación.
Los motivos del Fuhrer para brindar esta ayuda fueron político-estratégico: si el envío de
esta ayuda favorecía a los sublevados, se podría alterar el equilibrio de fuerzas en Europa
occidental.
Mussolini al ver que Hitler aceptó ayudar a Franco, decidió hacerlo también y le envió doce
aviones Savoia 81 para el traslado de tropas a Sevilla. También envió a Mallorca una
expedición militar italiana.
Ambos líderes ayudaban a los españoles con el fin de obtener un aliado a futuro y de
afectar a Francia y Gran Bretaña.
Otro motivo de los alemanes también era asegurarse los suministros de piritas y hierro para
su rearme acelerado. Además, su ejército aprendería a combatir una guerra.
Los nacionalistas españoles también recibieron la ayuda de Salazar desde Portugal, quién
les proveía armas, alistó a portugueses para que sirvieran a los españoles y sirvió como vía
de comunicación entre los dos iniciales núcleos aislados insurgentes.
Tercera etapa.
Luego de descubrir la ayuda ítalo-germana tras un aterrizaje por error que los aviones
italianos realizaron en Argelia, Francia tomó la decisión de proponer un Tratado de No
Intervención en España por parte de las potencias europeas, además, estas debían prohibir
la venta de armas al país para ambos bandos.
Los franceses querían evitar que los italianos y alemanes ayudaran a los rebeldes.
Este pacto fue firmado por 27 estados europeos. Si bien Italia, Alemania y Portugal lo
hicieron, no tenían la intención de cumplirlo. Lo firmaron solo para no alimentar la tensión
en el continente. Los tres países le siguieron brindando apoyo a Franco.
Mientras formaban parte de este pacto, Italia y Alemania al mismo tiempo formaban sus
actividades militares en España que abrirían la vía al establecimiento de su alianza
diplomática: “el eje Roma-Berlín”.
Por otro lado, los republicanos solo contaban con el apoyo de México, quienes le vendían
material perteneciente a su ejército y les prestó apoyo diplomático.
La Iglesia católica también apoyaba abiertamente a Franco, quien era ultra católico. En
palabras de la misma, el caudillo defendía los valores de la Iglesia.
Cuarta etapa.
La URSS también había firmado el acuerdo con el fin de poder acercarse más a Francia y
Gran Bretaña. Estos enviaban solo ayuda humanitaria.
A esto se le suma que si el país intervenía en el conflicto español no tenía nada que ganar,
tan solo sería una ayuda a una causa que ellos veían con buenos ojos.
La posición de los soviéticos se terminaría acomodando desde principios de septiembre de
1936 al darse cuenta que el tratado no frenó la ayuda de los italianos y alemanes a Franco.
El 14 de septiembre Stalin decidió enviar armamento a España y puso en marcha la
operación NKVD.
Los motivos de esta intervención realmente eran estratégicos más que un compromiso con
la revolución. Stalin quiso enfrentarse en España a ambas potencias para evitar el deterioro
de la posición estratégica de su aliado francés y poner a prueba la viabilidad de su estrategia
de colaboración con las democracias para frenar el expansionismo nazi.
Stalin dejó en claro que su ayuda no era por la revolución, ya que España no estaba apta
para adoptar al comunismo, sino que solo buscaba debilitar a sus enemigos.
Desde finales de septiembre de 1936, los partidos comunistas comenzaron a reclutar a
voluntarios extranjeros para combatir del bando de la República.
La vinculación entre la República y la URSS se estrechó en octubre de 1936 cuando el
gobierno republicano decidió depositar en Moscú tres cuartas partes de las reservas de oro
del Banco de España que fue movilizado desde el principio para la compra de armas y
suministros extranjeros.
El apoyo militar y financiero que la URSS le estaba dando a la República tuvo dos
consecuencias negativas para sus objetivos diplomáticos. Primero nos encontramos con que
la intervención soviética incrementó la ansiedad anglo-francesa sobre las verdaderas
intenciones de Moscú. Por otro lado ayudó al sector rebelde ya que recibieron aun más
ayuda de los italianos y alemanes.
Hitler envió a España a la Legión Cóndor, la cual contó con 19.500 soldados a lo largo de
toda la guerra.
Por otro lado, Franco y Mussolini firmaron un tratado secreto de estrecha cooperación
diplomática, los italianos debían respetar la integridad española, y los españoles debían
adoptar una generosa actitud de neutralidad benévola hacia Italia en caso de guerra.
Los republicanos finalmente obtuvieron una pequeña ayuda secreta por parte de los
franceses, quienes hacían contrabando de armas por la frontera pirenaica.
El Comité de No Intervención hizo muchos esfuerzos para detener el intervencionismo
mediante la imposición de un control naval y terrestre de fronteras españolas. Esto
obviamente se hacía con el fin de hacer cumplir el acuerdo, pero la intervención continuó
estando.
Quinta etapa.
Las potencias del eje continuaban enviando mucho apoyo bélico a los franquistas, mientras
que los soviéticos no lo hacían al mismo nivel, esto supuso una gran ventaja para los
nacionalistas.
La URSS no era en ese tiempo una potencia militar, y también se debe tener en cuenta que
se enfrentaba a muchas amenazas como en el este, frente a Japón que estaba en guerra con
China y Mongolia, y en el oeste, donde estaba Alemania.
Otro problema es que la URSS y España se encontraban a una gran distancia, y la única
manera que tenían de hacer llegar las provisiones eran a través de un viaje marítimo, estos
claramente corrían el riesgo de ser intervenidos por los franquistas.
Por una cuestión geográfica resulta evidente que el envío de bienes bélicos por parte de
Italia y Alemania eran muchos más sencillos.
Aprovechando la desventaja que tenían sus enemigos, Franco utilizó una táctica que
consistía en conquistar gradualmente el territorio enemigo para así ir desgastando y
quebrantando la capacidad de resistencia de los republicanos.
La única posición que tomó Gran Bretaña al respecto de este conflicto fue controlar el mar
Mediterráneo debido a que allí se estaban hundiendo a muchos buques que comerciaban
con la república. Frente a esto, los británicos decretaron que tanto ellos como los franceses
tenían permiso de hundir a todo aquel que fuera agresor.
A mediados de marzo de 1938 Hitler anexionó a Austria al Tercer Reich sin consultarle a
los italianos. La respuesta francesa fue abrir la frontera con Cataluña y ayudar a los
republicanos con material bélico.
Para Chamberlain la victoria de Franco realmente no era un peligro ya que luego de tantos
años de guerra civil no podría intervenir en un conflicto europeo, además, éste debía pedirle
un préstamo a Gran Bretaña para reconstruir su economía, y por último, España no tenía un
nivel de desarrollo militar equiparable al francés y británico.
Una vez que Francia les soltó la mano a los republicanos, vino el triunfo de Hitler sobre
Checoslovaquia. El triunfo de los nazis fue sancionado por el acuerdo de Múnich firmado
el 19 de septiembre por Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia, este implicaba la
desmembración de Checoslovaquia a cambio de que los alemanes prometieran la paz.
Esta resolución hizo que los republicanos se dieran cuenta de que ya no recibirían ayuda de
las potencias, ya que también le habían soltado la mano a Checoslovaquia. Esto llevó a
enfrentamientos dentro de los republicanos ya que algunos querían continuar con la lucha y
otros querían rendirse.
A finales de marzo de 1939, los franquistas ocuparon todo el territorio español y se dio por
finalizada la guerra civil. Luego de cinco meses estalló la Segunda Guerra Mundial.