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Mmasa
Mmasa
[Once lámparas]
Nuestro lugar de trabajo es un espacio de 100 m2 tan compartimentado como lo eran
las casas antiguas. Un primer piso orientado al sur con 3 balcones. Desde uno vemos el
mar, desde otro una calle curva y en el tercero, el atasco diario de entrada a la ciudad.
Cada mes, pagamos 650 euros al arzobispado de Santiago de Compostela. 11 lámparas,
suspendidas a distinta altura, cubren la mesa de reuniones. En general, trabajamos 4
personas y ocupamos solo 1 habitación. Cada 2 años hemos cambiado de estudio.
I CAMPUS ULTZAMA, 2009 Studio MMASA
NOTAS Adverbios de Lugar confiamos en descubrir matices durante el Al reflexionar sobre la decantación del
proceso edificatorio y para ello desarrolla- tiempo, hablamos de la percepción y
SITUACIÓN mos modelos flexibles que, sin renunciar capacidad de los individuos para modelar
Cada vez que intentamos explicar lo que al uso correcto, permitan sensaciones dife- su idea temporal como un componente
hacemos, no sabemos si el interés se debe renciadas. Del espacio pensado al espacio más del espacio que habitan. Un espacio
centrar en lo que construimos, en aquello habitado utilizamos la incertidumbre como que, recurriendo a Oteiza, tiene la misma
que pensamos o principalmente en las parte del proceso de poiésis en la arquitec- necesidad de ser moldeado que el envolto-
acciones que realizamos. Sin embargo tura porque la relación usuario-espacio se rio y es esa construcción del vacío la que
tenemos claro un matiz recurrente: nuestra ve ubicada entre lo heredado y la búsqueda define el hábitat reconocible del individuo.
posición geográfica. Actuar desde Gali- de las experiencias personales. Siendo conscientes de la emoción como
cia, desde una ambigüedad innata, donde valor individual y del espacio relativo en
‘lugar’ significa siempre algo. Constante- PROCESOS función de la dimensión del cuerpo, el
mente nos vemos obligados a definirnos Creemos que los procesos arquitectónicos, arquitecto moldea espacios y pieles mane-
por comparación. Contextualizarnos. Aquí, sean públicos o privados, tienden a partir jando de forma dual todos sus ejes.
allí, cerca, lejos,… adverbios que nos de lo excesivo, con la aspiración de poseer
resitúan y que parecen imprescindibles todos los objetivos posibles. Objetivos Sam Durant criticaba recientemente las
para explicar el porqué y el cómo de lo que que cada día aumentan por exigencias de láminas bellas, en blanco y negro, seduc-
hacemos. los clientes fácilmente convencidos ante toras pero falsas. Fotografías del espacio
A pesar de ello, nuestras primeras acciones la avalancha de imágenes idealizadas que perfecto que no soportan la aparición de
fueron respuesta a una situación local. Una infectan su vida cotidiana. La combina- un juguete infantil, una imperfección de
reacción espontanea ante ausencia. Hasta ción de estos intereses con el incremento la vida real... apenas queda nada y sin
entonces nos veíamos obligados a viajar permanente de exigencia técnica, está embargo ha comenzado la vida. Solo a
para observar. Cuando comenzamos a conllevando una uniformización de la los individuos, con sus imperfecciones
alterar esa dinámica, atrayendo arquitectos arquitectura en base a limitar las variables cotidianas, les debe corresponder el futuro
y pensadores a Galicia, comprendimos de diseño. de lo construido sin reglas impositivas de
que podíamos situar en un mismo plano En nuestro proceso dual de imaginar la mantenimiento y uso.
nuestro interés por observar y el hecho arquitectura, sístole y diástole espacial dan
de poder ser observados. A raíz de esa forma a la materia inicial hasta configurar
experiencia, algunas acciones, pretendida- la forma final del edificio. Esa metodolo-
mente globales, se alteraban para dar una gía, expansiva desde el interior y opresora
respuesta local sincera. desde el exterior, ese proceso de transfor-
mación a través de atractores, configura
NATURALEZA la forma inflexible de la arquitectura. Los
De ese modo comenzamos a definir un resultados, definidos con rotundidad, apa-
papel participativo. Un rol que desempe- rentes expresiones manieristas e informa-
ñamos como arquitectos del mismo modo les, son consecuencia habitual de procesos
que lo haríamos desde otras disciplinas. tensos y traumáticos de coexistencia de
La implicación en la reflexión urbana y las intereses proyectuales.
acciones participativas, son un sistema de
interacción social en el que no actuamos PENSAMIENTO
solo por pertenecer a un determinado co- Así nada de lo que parece es. Luis Barra-
lectivo. Sin embargo para nosotros ha sido gan pedía a los arquitectos que supiesen
un periodo de aprendizaje intenso, vital y ver para no tener “ojos racionales”. Y
profesional. Las mismas herramientas de es que muchas arquitecturas, al dejar de
reflexión, diseño, argumentación y poste- parecer, pueden ser. Y de esas pretendemos
rior coordinación de oficios, las traslada- formar parte. La búsqueda de lo esencial,
mos desde la arquitectura a la gestión de de lo diferencial, transita con apariencia
acciones culturales, manteniendo la misma caótica en la lógica más pura de la arqui-
visión de la globalidad que necesitamos en tectura. Evitar la compresión inmediata,
el proyecto arquitectónico. complejizar el entendimiento, producirá
Es posible incluso que estas acciones de el rechazo del comienzo pero avivará el
difusión estén más controladas, que co- éxtasis del recuerdo.
nozcamos mejor su final. En lo construido