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Título de la ponencia: Los orígenes de la cristología a través de las espístolas paulinas

Líneas temáticas: Historia del cristianismo primitivo


Autor: Elí Gutiérrez Briseño
Institución: UNAM, FFyL
Grado académico: Tesista de Licenciatura (Historia)
Correo electrónico: eligutierrezbriseno@gmail.com

Los orígenes de la cristología a través de las espístolas paulinas

Introducción
En las últimas décadas se han multiplicado de manera notable las investigaciones sobre el
Jesús histórico, el paleocristianismo y los textos cristianos primitivos. Algunos hallazgos
arqueológicos de mediados del siglo pasado aportaron mucho al conocimiento del judaísmo
en época romana y de los orígenes del cristianismo. Puedo decir que estos temas son de los
que más se estudian y de los que hay más producciones en las universidades e instituciones
académicas de Europa y Norteamérica, particularmente el mundo anglosajón y el de habla
alemana. En América Latina no abundan esta clase de estudios y aunque sí se puede decir
que es un área del conocimiento que está empezando a tener alguna presencia e
importancia, me parece que en nuestro país y más específicamente en nuestra Universidad,
el conocimiento de estos temas aun tiene muchas carencias y está lejos del diálogo tan
dinámico que se da en otras partes del mundo.
Este seminario1 surgió justamente con la intención de llenar esos “huecos” que hay
en nuestra facultad respecto al conocimiento de la historia del cristianismo. Consideramos
que es un tema importantísimo para el conocimiento de nuestra cultura y para una correcta
y plena comprensión no solo de nuestro pasado sino también de nuestro presente. En ese
sentido mi trabajo pretende ser una aportación al estudio de los orígenes del cristianismo,
que retome los métodos de los estudios más recientes en otras partes del mundo y entienda
el diálogo de los especialistas más sobresalientes en el extranjero, para hacer una
presentación pertinente a nuestra realidad académica.
En esta ponencia presento algunos avances de un trabajo que he venido realizando
desde hace algún tiempo. El propósito de mi investigación es descubrir cómo surgió la
valoración de Jesús de Nazaret como alguien de suma importancia para las ideas y prácticas
religiosas de algunas comunidades en Judea, y posteriormente en otras comunidades en
ciudades del Mediterráneo oriental. Pretendo responder cuáles fueron las diferentes ideas
que surgieron sobre quién era Jesús en las distintas comunidades que le daban importancia
en su culto, y qué relaciones tuvieron unas con otras. Las preguntas centrales de mi
investigación son: ¿qué creían sobre Jesús las primeras comunidades cristianas?, ¿cómo se
desarrolló ese proceso histórico a partir del cual Jesús comenzaría a ser valorado como
alguien divino o cercano a lo divino?, ¿cómo manifestaban su valoración de Jesús los
primeros cristianos? y quizá la pregunta más difícil de responder, ¿por qué se dio este
fenómeno religioso?, o dicho de otra manera, ¿cuáles fueron las fuerzas y factores que
influyeron en el surgimiento de esta innovación religiosa? Creo que una correcta y
completa comprensión de esta clase de fenómenos históricos debe incluir estas preguntas,
no solo las normales a la hora de hablar del pasado: cuándo y dónde, sino también cómo y
por qué.
Las fuentes primarias de este estudio son las siete cartas que son consideradas con
cierto grado de consenso como originales de Pablo. Estas cartas son los documentos más
1
Seminario de Historia del Cristianismo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM
antiguos del cristianismo, y a partir de ellas trataré de responder a las preguntas
fundamentales de esta investigación. He propuesto como límite temporal para mi trabajo
desde la muerte de Jesús de Nazaret (30 d.C. aproximadamente) hasta el momento en el que
se escribió la última de las cartas originales de Pablo (62 d.C. aproximadamente), periodo
en el cual se fue construyendo una idea acerca de Jesús como alguien de características y
funciones divinas. El límite espacial lo constituyen la región donde surgieron las primeras
comunidades de discípulos de Jesús, Judea y Galilea, así como las ciudades a las cuales
Pablo escribe sus cartas que, a excepción de Roma, todas ellas se encuentran en el
Mediterráneo oriental.

¿Pluralidad en el cristianismo primitivo?


En esta Facultad se puede escuchar con frecuencia la frase “cristianismos, en plural, y no
cristianismo”. Si bien creo que la frase tiene su razón me parece que no siempre se
comprende por qué, y en ocasiones se repite sin mucha reflexión. Así que, si vamos a
seguir usando esa frase creo que debemos hacerlo con la mayor responsabilidad profesional
y no decirla sin preguntarnos y respondernos en qué consiste esa pluralidad. Ahora mismo
trataré de plantear algunas respuestas, pero primero me parece necesario definir qué
entiendo por “comunidades cristianas”, a qué clase de grupos se les puede dar el adjetivo de
cristiano. Aunque admito que pudiera haber otras interpretaciones, para esta ponencia voy a
entender por comunidades cristianas todas aquellas que daban importancia y proclamaban
algún tipo de relación con la persona de Jesús, aquel judío que había iniciado un
movimiento en Galilea y fue condenado a la muerte en la cruz alrededor del año 30 d.C.
Una vez que se vieron sin su maestro, sus discípulos de una u otra manera continuaron el
movimiento. Rafael Aguirre un importante especialista de la historia del cristianismo
primitivo y de la crítica textual de los documentos cristianos más antiguos lo dice de la
siguiente manera “[el surgimiento del cristianismo] fue el resultado de un proceso
relativamente largo y complejo, que tuvo sus raíces e impulso inicial en Jesús de Nazaret
[…]El cristianismo se fue gestando, a partir de la referencia clave a Jesús, en el seno del
judaísmo…”.2 Con esto no quiero decir que Jesús haya sido el fundador intencional del
cristianismo ni que haya sido su plan formar una nueva religión, sino que todos los grupos
que después se conocerán después como diferentes vertienes del cristianismo surgieron de
las primeras comunidades que de una u otra manera se identificaban directamente con
Jesús.
Entonces, si las comunidades cristianas tuvieron su origen en el movimiento de
Jesús y todas se caracterizan por su identificación con él ¿en qué consiste la pluralidad? El
análisis crítico de las fuentes ha llevado a los estudiosos desde hace muchos años a
distinguir algunos grupos entre los seguidores de Jesús y, a pesar de las diferentes
conclusiones a las que han llegado los especialistas, hay un consenso bastante generalizado
al respecto de cuáles eran esos grupos. Se identifican tres en la primera comunidad
jerosolomitana. Uno caracterizado por “los doce”, provenientes de Galilea. Otro
identificado con el liderazgo de Santiago, hermano de Jesús, al que muy probablemente se
adscribían sobre todo judíos originarios de Jerusalén. Y el tercero, conocido desde el libro
de los Hechos como “los helenistas”, formado por judíos de habla griega que por diferentes
motivos radicaban en Jerusalén. Algunos investigadores han propuesto la existencia de otro
grupo en Galilea de carácter popular, y de hecho es muy probable que Jesús haya tenido
multitudes que se reunían para oir su mensaje, sin embargo respecto a este tipo de
2
Rafael Aguirre “El proceso de surgimiento del cristianismo” en: Rafael Aguirre (ed.), Así empezó el
cristianismo, Estella: Verbo Divino, 2010, p. 8 y 30
seguidores no existen indicios de la formación de una identidad grupal. 3 A estos tres o
cuatro grupos que existieron en un primer momento pronto se añadiría uno más, el de los
gentiles que se integraban a las comunidades fuera de Judea. Estos llegaron por la
predicación del grupo de los helenistas que después del martirio de Esteban se dispersaron
por algunas ciudades del Mediterráneo Oriental. Es muy probable que la mayoría de estos
gentiles que se integraban a las comunidades cristianas eran personas que ya se habían
acercado de alguna manera al judaísmo.
He trazado de manera muy esquemática la configuración general de los grupos de
seguidores de Jesús en los primerísimos años. Esto es a grandes rasgos lo que los
especialistas han descubierto a partir de un estudio profundo y crítico de las fuentes. Se
puede hablar más detalladamente del carácter de cada uno de estos grupos pero me bastará
con dar algunos apuntes generales. Primero debemos notar que aunque existían diferentes
grupos había ciertos elementos comunes que los hacían tener una relación cercana y
sentirse parte de un mismo movimiento. Todos compartían la fe en el Dios único del
judaísmo, la gran mayoría eran judíos, ya fueran de Jerusalén, de Galilea, de la diáspora,
prosélitos o “Temerosos de Dios”4 e incluso los gentiles que se unieron a las comunidades,
se unían a un movimiento intrajudío. En segundo lugar estos grupos tenían en común la
identificación con Jesús. Todos se caracterizaban por el importante lugar que tenía Jesús
para su fe. Un análisis de las fuentes nos permitirá notar que sus diferencias y principales
discusiones no se basaban en lo que creían acerca de Jesús ni sobre el lugar que ocupaba
Cristo en su culto. Sus diferencias eran sobre todo respecto al lugar que ocupaba la Ley
judía en su programa religioso y en la disposición que tenían para aceptar gentiles en sus
comunidades. Y por último, se reconocían unos a otros como parte de un mismo
movimiento y, como diré más adelante, de ello encontramos evidencias en las cartas de
Pablo y en el libro de los Hechos.
En conclusión, si bien es claro que después de la muerte de Jesús y de que ya no
estaba presente para dirigir su movimiento, podemos ver diferentes grupos de seguidores,
también es claro que estos grupos tenían algunos elementos esenciales que les hacían
sentirse parte de un mismo cuerpo de seguidores de Jesús. Esto se puede atestiguar por
ejemplo con el respeto que Pablo mostraba por la comunidad de Jerusalén. Más adelante
abordaré este tema con más detenimiento, por ahora basta concluir que a mi entender había
más elementos de unidad que de diversidad. Creo que cuando se dice “cristianismos, en
plural” se falla en comprender el carácter de las primeras comunidades. Enfatizar las
diferencias de estas comunidades no ayuda a una plena comprensión de esta realidad
pretérita si al mismo tiempo no se hace justicia a lo que unía a estas comunidades y las
hacía un movimiento con diferentes vertientes sí, pero un mismo movimiento. Cualquiera
que quiera buscar otro grupo que se identificara con Jesús en las primeras tres décadas del
cristianismo no encontrará evidencias claras de ello en las fuentes que tenemos.
Conforme pasaron las décadas fueron creciendo las comunidades cristianas y
expandiéndose hacia otras latitudes, se fueron diferenciando del judaísmo para convertirse
en una religión autónoma, y encontraron su lugar en el Imperio, de tal manera que ocurrió
un proceso de diversificación al establecerse en diferentes contextos y ser influidas por
distintas corrientes religiosas y filosóficas. Así, para mediados del siglo II podemos hablar
de una pluralidad mucho mayor que la de los comienzos y podemos decir que había
cristianismos con características mucho más diversas que las de los primeros años. Pero eso
3
Santiago Guijarro, “La primera generación en Judea y Galilea” en: Rafael Aguirre (ed.), Así empezó el
cristianismo, Estella: Verbo Divino, 2010, p. 126
4
Era una designación para gentiles que abrazaban la fe en el Dios del monoteísmo judío.
sería tema de otra investigación, para este trabajo solamente me concentraré en las primeras
tres décadas, específicamente en el surgimiento de la cristología, o sea la volaración de
Jesús como alguien divino o cercano a lo divino.

Wilhelm Bousset ¿helenización del cristianismo?


A finales del siglo XIX y comienzos del XX empezó a existir un estudio formal y de
manera sistemática en instituciones dedicadas a la investigación crítica sobre el
cristianismo primitivo, el Jesús histórico, y los textos cristianos más antiguos. Sobre todo
en Alemania con la Escuela de Historia de la Religiones. Respecto a la cristología histórica
y el culto a Jesús el primero en estudiarlo de manera histórico crítica fue Wilhelm Bousset
(1865-1920), uno de los fundadores de aquella escuela. Su obra Kyrios Christos5 fue muy
influyente y aunque muchas de sus conclusiones han sido superadas, de alguna manera
sigue siendo un clásico. La tesis fundamental de esta obra es que la devoción a Jesús como
alguien divino no nació en la comunidad primitiva de Palestina sino en comunidades
cristianas helenizadas y como producto de la influencia del ambiente religioso pagano. Para
Bousset la filiación divina de Jesús constituyó el principal argumento de Pablo para
justificar el culto a Jesús y fue tomada del ambiente religioso pagano, donde era común
venerar a los hijos de dioses como divinos. Bousset presentó la filiación divina como un
sagaz recurso publicitario usado por Pablo, pues afirma que el título “hijo del hombre” era
propio de las primeras comunidades palestinas que identificaban a Jesús como un redentor
futuro y que el título Kyrios (Señor) fue una innovación por parte de las comunidades
helenísticas por influencia del paganismo. Para él el desarrollo de la devoción a Cristo se
dio en grupos helenizados de Antioquía, Damasco y Tarso, más sensibles al ambiente
religioso pagano y supone una progresiva helenización.
A pesar de su gran influencia y su enorme erudición muchos de los argumentos y de
las conclusiones de Bousset han sido encontradas equivocadas por los estudiosos después
de él. Primero falla en presentar el título “Hijo de Hombre” como la manera en que la
comunidad palestina nombraba a Jesús, ya que no existen evidencias de un uso confesional
de ese título en el cristianismo primitivo. Por ejemplo Douglas Hare dice: “El hecho mismo
de que la expresión ‘hijo del hombre’ estuviese estrictamente restringida a dichos atribuidos
a Jesús, y a su vez ausente de todas las afirmaciones neotestamentarias sobre su
importancia, sugiere que, al igual que Pablo y Juan de Patmos, los cristianos de Palestina no
hallaron esta expresión útil para hablar del sentido de Jesús para la fe.” 6 Hoy día se ve a ese
título solo como una autodesignación de Jesús.
También falla en afirmar que el título Kyrios haya sido tomado y usado por
influencia del entorno pagano helenístico, donde era común llamar señores a ciertas
divinidades. Fitzmyer junto con otros estudiosos han demostrado que la designación de
Jesús como Señor (Kyrios) tiene un origen judío.7 Pablo utiliza el título Señor con
frecuencia en pasajes que conllevan alusiones al Antiguo Testamento (Filipenses 2:9-11, 1
Corintios 8:5-6) y la asimilación de la terminología bíblica (Romanos 10:9-13). Para esta
época se había hecho costumbre entre los judíos evitar pronunciar el nombre de Dios,
incluso cuando estaba escrito el tetragramatón se utilizaban sustitutos para la lectura
pública. Los estudiosos señalan que es muy probable que el sustituto más utilizado entre los

5
Wilhelm Bousset, Kyrios Christos, Abingdon: Nashville, 1970.
6
Douglas Hare, The Son of Man Tradition, Philadelphia, Fortress Press, 1990, p. 243
7
Fitzmyer, A Wandering Aramean. Collected Aramean Essays, California, Scholars Press Chico, 1979, pp.
123-129
judíos de habla griega haya sido Kyrios.8 Considerando el trasfondo judío de Pablo así
como sus escrúpulos religiosos, el precedente lingüístico para el uso cristológico de Kyrios
parece ser el empleo religioso que tenían los judíos grecoparlantes, y de hecho no habría
razón para buscarlo en otro lado. En 1 Corintios 16:22 Pablo usa la expresión aramea
Maranahta que significa “Señor nuestro ven”, Pablo la conserva sin traducirla al griego en
una carta dirigida a cristianos de mayoría grecoparlante lo cual nos indica que los cristianos
corintios conocían la expresión y les era familiar pues no necesitaron una traducción.
Hurtado señala que probablemente Pablo les había enseñado la expresión como una manera
de mantener vínculos con los cristianos judeopalestinenses donde la expresión seguramente
ya era común desde tiempo atrás, así como para crear un lenguaje devocional común entre
los cristianos de diferentes lenguas.9 Esta afirmación es muy importante para mi
investigación y más adelante explicaré más al respecto.
Los especialistas también han encontrado errónea la afirmación de Bousset que la
filiación divina había sido tomada del ambiente pagano. Hurtado señala que “la filiación
divina era una categoría conocida en la tradición bíblica y judía que moldeó el vocabulario
religioso de los grupos cristianos de principios del siglo I.”10 En la literatura judía hay
muchos casos donde se usa la expresión hijo de Dios para las huestes celestiales (Génesis
6:2-4, Deuteronomio 32:8-43, Job 1:6, 2:1, Salmos 29:1, 89:6), como referencia al reinado
davídico (2 Samuel 2:18, Salmos 2:7, 89:26-27), para referirse al hombre de buen
comportamiento y justo (Sabiduría 2:18, 5:5, Eclesiástico 4:10), y al pueblo de Israel
colectivamente (Éxodo 4:22, Deuteronomio 14:1, Isaías 1:2, Jeremías 3:22, Oseas 1:10,
11:1, Sabiduría 12:21). Además, a la luz de los textos de Qumrán, algunos investigadores
han considerado que el tema de la filiación divina fue también parte de la retórica real-
mesiánica del judaísmo precristiano y que pasajes bíblicos que hacían referencia a los reyes
davídicos se leían como textos mesiánicos. 11 En estos casos la filiación divina servía no
para hablar de divinidad pero sí de un estatus elevado y una estrecha relación con Dios, por
lo tanto podemos decir que este elemento está mucho más cerca de la matriz judía que de
una posible influencia pagana.
En los más de cien años que han pasado desde la publicación de la obra de Bousset
en alemán han sido muchos los estudiosos que han abordado el tema de los orígenes de la
cristología. Sobre todo en las últimas tres décadas se han multiplicado los trabajos al
respecto, y por ello me sería imposible hacer una exposición aquí de todos los argumentos,
discusiones y conclusiones de los especialistas. Sin embargo en los siguientes puntos de mi
ponencia iré citando algunos de estos estudios en los que me baso para plantear mis
argumentos y al final incluyo una lista bibliográfica en la que se pueden encontrar todos los
trabajos que conozco al respecto de los orígenes de la cristología. Por ahora continuaré con
mi exposición de cómo surgió la devoción a Jesús en las primeras comunidades de sus
seguidores justo después de su muerte. Tal como lo iré dicendo he llegado a todas estas
conclusiones basado en un estudio crítico y analítico de las fuentes y tomando en cuenta los
resultados de una gran variedad de especialistas sobre la historia del cristianismo primitivo
y la exégesis de los textos cristianos más antiguos.

8
Larrry Hurtado, Señor Jesucristo. La devoción a Jesús en el cristianismo primitivo, Salamanca, Sígueme,
2008, p. 138
9
Ibíd p. 139
10
Ibíd, p. 130
11
Collins, The Scepter and the Star: The Messiahs of the Dead Sea Scrolls and Other Ancient Literature,
New York, Doubleday, 1995, pp. 154-172
Pablo ¿judío o gentil?
La mayoría de los historiadores concuerdan en que Pablo de Tarso tuvo un papel muy
importante en el curso histórico del movimiento que terminaría siendo lo que hoy llamamos
cristianismo. Sin embargo el cómo y el por qué fue tan importante ha generado opiniones
no solo diferentes sino contradictorias. Hay quienes han visto a Pablo como un judío muy
helenizado mucho más libre que sus correligionarios en Judea a la hora de asimilar
elementos del ambiente pagano. Le atribuyen a él o a las comunidades cristianas más
helenizadas (en Antioquía por ejemplo) la valoración de Jesús como alguien divino, en una
supuesta contraposición a la valoración de Jesús como un maestro o profeta en las
comunidades palestinas. Sin embargo, desde hace ya varias décadas, numerosos
especialistas han buscado una mejor comprensión de Pablo a través de su identidad judía. 12
Han demostrado que su judeidad es un elemento esencial de la teología expresada en las
cartas que han llegado hasta nosotros, incluso en temas como la universalidad de su
mensaje.13 Me parece, junto con numerosos especialistas,14 que la mejor forma de entender
a Pablo, sus cartas, su mensaje, y su influencia al desarrollo del cristianismo primitivo, es
como un judío, en medio de muchas influencias de diversa índole, pero con una identidad
claramente monoteísta basada en una estricta exlcusividad al Dios único de Israel. Su
herencia y su cosmovisión son las de un judío y su mensaje y su cristología son
configuradas a partir de esa manera de pensar.
Aquí algunos apuntes para probar su identidad judía. Pablo asemejó su designación
como apóstol a una llamada profética (Gálatas 1:15 que recuerda a Isaías 49:1), y parece
haber percibido su misión a los gentiles de acuerdo con aquellos pasajes de Isaías en que las
naciones se acercan a adorar al Dios de Israel (Romanos 15:21 cita Isaías 52:15). Después
de su conversión siguió identificándose como judío (Romanos 9:1-5; Gálatas 2:15) y siguió
pensando que la humanidad está compuesta de judíos y gentiles, una cosmovisión
claramente judía (Romanos 1:16, 9:24; 1 Corintios 1:22-25. 10:32). Otro caso que nos
habla de su judeidad es su predisposición a sufrir flagelaciones en la sinagoga (2 Corinitios
11:24), ya que era algo que solo podía ser inflingido a un judío que se sometiera a la
condena por parte de las autoridades judías. 15 Al respecto Donaldson dice: “Pablo se
concibe a sí mismo como un apóstol no de un grupo humano indiferenciado en general,
sino de los gentiles en particular, tal concepto de sí denota una subyacente idea de la
realidad en la que resulta fundamental la distinción entre el judío y el no judío.” 16
Hurtado señala que Pablo unió firmemente dos ideas que después de él iban a ser
consideradas incompatibles: primero que la identidad étnica de los judíos y la importancia
de Israel se mantenía y segundo que era necesario que todos los pueblos obedecieran al
Evangelio y recibieran la salvación por parte de Dios a través de la fe en Jesús. 17 Donaldson
plantea que Pablo consideraba a los conversos gentiles como una redefinición de los
prosélitos a través de la fe en Cristo y que ahora formaban parte de un Israel cuyo núcleo
estaba constituido por judíos creyentes.18 La identidad judía consistía en el cumplimiento de
la Torá, lo cual Pablo aceptaba siempre y cuando no se impusiera como fundamento para
12
De esto habla James Dunn en su obra The new perspective on Paul, Grand Rapids, Eardmans Publishing
Company, 2005.
13
Por ejemplo Sanders, E. P., Paul and the palestinian judaism, Philadelphia, 1977
14
Por ejemplo Giuseppe Barbaglio, Pablo de Tarso y los orígenes cristianos, Salamanca, Sígueme, 1989
15
Pamela Eisenbaum, Pablo no fue cristiano, Estella, Verbo Divino, 2009, p. 25
16
Donaldson, T. L., Paul and the gentiles, Minneapolis, 1997, p. 182
17
Hurtado, Señor Jesucristo..., p. 115
18
Donaldson, T. L., Op. Cit., pp. 215-148
rechazar a los gentiles. Pablo delimitaba la importancia de la Ley frente a aquellos que
querían hacer de su observancia, en particular la circuncisión, requisito para todos los que
se acercaran a la fe, sin embargo, según la tradición de Hechos 16:1-3, el mismo Pablo hizo
circuncidar a Timoteo, a quien consideraba “su hijo” (1 Corinitios 4:17), lo cual hace
cuestionable la afirmación de Crossan de que si Pablo hubiese tenido un hijo no lo hubiera
circuncidado.19
Por otro lado, es cierto que para Pablo la Torá ya no era el fundamento sobre el cual
se constituía la relación con Dios sino Cristo: “la ley tiene su cumplimiento en Cristo”
(Romanos 10:4). Sin embargo aun esto que parece una novedad, Pablo lo presenta
remitiéndose a la tradición judía. Lo cual refleja una visión claramente judía de las
cuestiones religiosas. Tal como plantea Donaldson Pablo hace una reformulación de las
convicciones y categorías religiosas derivada en gran medida de su formación religiosa en
el judaísmo.20 En Gálatas 3:28-29 el Apóstol escribe que “todos sois uno en Cristo” y
“descendientes de Abraham”, o sea que el hecho de que la fe en Cristo se haya puesto
incluso sobre la observancia de la Ley no niega la importancia de la herencia e historia
judías. Pablo tenía, como un personaje culto de su época, un conocimiento básico de la
cultura y filosofía griega, pero en ningún sentido se puede caracterizar como un pensador
de índole platónica.21 Martin Hengel por su parte, señala que Pablo tenía “un conocimiento
básico de la retórica judeo-griega orientada a la predicación en la sinagoga, esencialmente
distinta del estilo literario de las escuelas griegas.”22
Mucho más podríamos decir sobre la judeidad de Pablo pero baste lo dicho para
afirmar que, en la cuestión del origen de la cristología, su trasfondo judío es mucho más
determinante que la influencia del entorno pagano. Para una correcta explicación de los
orígenes del cristianismo y del papel de Pablo en ellos, no se deben enfatizar las influencias
externas sin primero considerar todos los elementos internos del propio judaísmo en que
nació el cristianismo y en el cual Pablo recibió su llamado.

¿Cristianismo o paulinismo?
Las epístolas originales de Pablo son los documentos más antiguos del cristianismo de los
que tenemos certeza. Sin duda, las comunidades a las que Pablo de Tarso dirigió sus cartas
no son las más antiguas, hubo antes otras comunidades cristianas en Galilea y Judea,
justamente donde Jesús había tenido su ministerio. Sin embargo los textos que produjeron
esas comunidades son más tardíos que las cartas de Pablo y reflejan una situación posterior.
Es por eso que no tomar en cuenta las cartas paulinas para conocer a las primeras
comunidades cristianas no solo ofrecería un resultado incompleto sino que es un error
metodológico.23 Además, tal como afirman muchos exegetas, en las cartas de Pablo
podemos encontrar tradiciones anteriores, y muchas veces podemos descubrir, a través de
un análisis del texto, cuáles eran las creencias no sólo de Pablo y las comunidades paulinas,
sino también las de otros grupos cristianos más antiguos.
En esta Facultad es común que se hable del “paulinismo” como el mensaje de Pablo
de alguna manera diferente o incluso opuesto al de Jesús y al de la comunidad primitiva en
Palestina. Sin embargo creo que un análisis de las cartas de Pablo nos hará entender la
19
Crossan, El nacimiento del cristianismo, Santander: Sal Terrae, 2002, p. xxxi
20
Donaldson, T. L., Op. Cit., pp. 293-307
21
Hurtado, Señor Jesucristo..., p. 117 con estas afirmaciones Hurtado se opone abiertamente a Crossan, Op.
Cit., p. xxvi-xxxiii
22
Hengel, The pre-christian Paul, London-Philadelphia, p. 61
23
Tal como hace John D. Crossan en su obra El nacimiento del cristianismo, Santander: Sal Terrae, 2002.
relación del mensaje paulino con las comunidades judeocristianas de una manera más clara.
Me parece que la categoría “paulinismo” en oposición a las comunidades de judea no ayuda
a una comprensión de esta realidad pretérita, de hecho me parece que en muchas ocasiones
es un prejuicio que estorba para entender las relaciones entre las diferentes comunidades
cristianas de la primera generación.
Los que estudian la vida y el ministerio de Pablo han señalado que a partir del
enfrentamiento en Antioquía de Pablo con Pedro y Bernabé (narrado en Gálatas y en el
libro de los Hechos), Pablo comenzó una misión independiente que se empeñó en defender
como dada directamente por Dios.24 Pero tampoco se le deben atribuir a Pablo una
originalidad e independencia excesivas, ya que también es cierto, tal como se hace evidente
en las cartas paulinas, que había un interés por mantener los vínculos con la iglesia de
Jerusalén y por que esta aceptara su misión. Pero no solo eso sino que sus ideas, aunque
desarrolladas más profunda y ampliamente, fueron impulsadas por la tradición cristiana
previa. Por poner un ejemplo podemos ver esto en los primeros versículos de 1 Corintios 15
donde Pablo dice que él ha enseñado lo que “recibió” y después afirma la muerte y
resurrección de Jesús “por nuestros pecados” en referencia a los testimonios de Pedro, los
doce, Santiago y todos los apóstoles. Con este y otros ejemplo podemos concluir que
aunque Pablo mantenía una misión de manera independiente se seguía sintiendo parte de un
mismo movimiento con la comunidad en Jerusalén y seguía considerando importante la
autoridad de sus líderes.
El tema que más específicamente me interesa para esta investigación es el de la
cristología. Por ello me parece indispesable llamar la atención sobre el hecho de que no
tenemos evidencias en las cartas de Pablo ni en ningún otro documento cristiano del primer
siglo de que haya existido alguna discusión, polémica o diferencia entre las comunidades
palestinas y las comunidades paulinas respecto a su valoración de Jesús. Paul Barnett ha
sostenido y defendido que la cristología de Pablo no fue una creación suya sino que fue la
enseñanza que recibió de los primeros grupos cristianos, 25 y creo que no tenemos razones
para pensar de manera diferente. Podemos ver en Pablo un hombre que no tenía reparo en
confrontar a aquellos que tuvieran ideas diferentes a él, y de hecho un tema central en sus
cartas es la confrontación con aquellos “judaizantes” que exigían la circunsición y la
observancia de la Ley para que los gentiles pudieran ingresar en las comunidades cristianas.
Tomando en cuenta esta característica de Pablo resulta por demás ilustrativo que no
encontremos en sus cartas ninguna confrontación con otros grupos cristianos respecto a las
creencias sobre Jesús.
En el estudio de Burton Mack 26 se identifica con el documento Q a una comunidad
que consideraba a Jesús solo como un maestro al que se le atribuían una serie de aforismos
útiles para la vida práctica, pero sin preocuparse demasiado por su persona. Sin embargo
Hurtado señala que no hay indicios de semejante comunidad en ningún tipo de fuente, y
que no hay muestras de que los que usaron el documento Q para componer sus propios
evangelios hayan tratado de contradecir o recomponer las ideas de la comunidad de donde
supuestamente lo tomaron, en fin, que la tesis de Mack se han creer solo por fe. 27 No hay
indicios de que se haya usado la tradición de Jesús como una desviación del uso que se
hacía anteriormente. De cualquier manera en caso de que hubiera existido una comunidad
24
Por ejemplo Giuseppe Barbaglio, Op. Cit., p. 83-87
25
Paul Barnett, The Birth of Christianity. The first twenty years, Gran Rapids, Eardmans Publishing
Company, 2005, p. 36
26
Burton Mack, A Myth of Innocence: Mark & Christian Origins, Augsburg, Fortress Press, 1991
27
Hurtado, Señor Jesucristo..., p. 94
como la que plantea Mack lo cierto es que fue de escasa importancia y su explicación no
serviría para comprender el curso posterior del cristianismo. En todo caso no hubieran sido,
como él quería, los más antiguos seguidores de Jesús.
Lo que quiero destacar aquí es que no tenemos evidencias de que en el periodo de
tres décadas que va desde la muerte de Jesús hasta que se escribe la última de las cartas de
Pablo haya existido algún tipo de discusión mayor respecto a diferentes valoraciones de la
persona de Jesús. Con esto no quiero concluir que no hayan existido diferencias en lo
absoluto, sino que las diferencias que pudieron existir no representaron serios cambios y
mucho menos una radical transformación del mensaje. Más ilustrativo resulta este hecho si
consideramos que la cristología era en realidad el centro del mensaje de Pablo. No tenemos
tiempo ni espacio para hablar aquí de la teología de Pablo, además no es ese mi propósito,
por ello basta con afirmar que su teología, su eclesiología, su ética, su antropología, su
escatología, y su soteriología se basaban en su cristología. 28 Y es por esto que me parece
adecuado llamar “cristianismo” al mensaje de Pablo y no “paulinismo”, porque está basado
en quién es Cristo como el agente principal de la relación de Dios con los hombres y de los
hombres con Dios, y por que no era algo que sostuviera él solo en contra de otros grupos
cristianos sino que ese mensaje había recibido, ese mensaje compartía, y era ese mensaje el
que le hacía sentirse parte de un grupo más amplio, como él mismo dice “…con todos los
que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo…” (1 Corintios 1:2).

La cristología en la primera generación


Junto con otros especialistas en el tema29, propongo que la valoración de Jesús como
alguien divino o cercano a lo divino comenzó en la primera generación de cristianos en
Palestina, y que de ello nos dan prueba las espístolas paulinas. En la que es considerada por
la mayoría de los exegetas la primera carta de Pablo, 1 Tesalonicenses, ya encontramos un
elevado concepto de Jesús como Mesías, Señor e Hijo de Dios, concepto que, además, se
presupone, no se explica como algo nuevo que se está enseñando sino que se menciona sin
más, como si los destinatarios ya supieran bien de que se está hablando. Esto es lo que
sostiene Martin Hengel y concluye diciendo: “para la cristología fue más trascendental lo
que sucedió en esos pocos años que durante los siguientes siete siglos de la Iglesia”. 30 En
esos más o menos veinte años entre la muerte de Jesús y la primera de las cartas de Pablo
comenzó una valoración a Jesús como Mesías, Señor e Hijo de Dios que para el momento
en que se escribieron las epístolas paulinas ya estaba establecida y era bien conocida por las
diferentes comunidades cristianas
Hay dos expresiones en arameo que Pablo utiliza sin traducir y que evidencian las
relaciones entre las comunidades de habla aramea con la de habla griega. La primera es
Maranatha (1 Corintios 16:22) que en arameo significa “Señor ven”. Al respecto Fitzmyer
señala que esa expresión utilizada por Pablo es “…prueba de la veneración que los
primeros judeocristianos sentían por Jesús como ‘Señor’, como una figura asociada con el
Yahvé del Antiguo Testamento, incluso al mismo nivel que él, sin decir explícitamente que
era divino.”31 La otra expresión que Pablo no traduce del arameo sino que la usa en su

28
Tal como sostiene Carlos Gil Albiol en: “La primera generación fuera de Palestina” en: Rafael Aguirre
(ed.), Así empezó el cristianismo, Estella: Verbo Divino, 2010, pp. 139-194
29
Sobre todo Larry Hurtado, ¿Cómo llegó Jesús a ser Dios?, Salamanca, Sígueme, 2013, Martin Hengel,
Between Jesus and Paul, Oregon, Wpif &Stock Publishers, 1981, y Paul Barnett, Op. Cit.
30
Martin Hengel, Between Jesus and Paul, Oregon, Wpif &Stock Publishers, 1981, p. 39-40
31
Fitzmyer J. A., “New testament kyrios and Maranatha and their aramic background”, en: To advance the
gospel: New Testament studies, New York, The Crossroad Publishing Company, 1981, p. 229
idioma original es Abba (Padre en un sentido muy familiar) en Romanos 8:15 y Gálatas
4:6. Esto no sólo significa que hay un vocabulario compartido sino toda una religiosidad en
sí misma. Hurtado propone que “Pablo trató de aproximar los términos cristológicos y la
praxis devocional de sus conversos con los de los primeros grupos de judeocristianos.” 32 En
contra de quienes exageran la diferencia entre las comunidades paulinas y las de Palestina
tenemos que reconocer el hecho de que en sus cartas Pablo muestra un interés por mantener
cercanía con las comunidades de judeocristianos, y promueve el contacto entre las
comunidades y la imitación de los creyentes judeopalestinenses a quienes considera sus
predecesores (1 Tesalonicenses 2:14-16, 1 Corintios 15:1-11, 2 Corintios 8-9, Romanos
15:25-33).
Podemos decir que había cierto contacto e intercambio entre las comunidades de
Palestina y las comunidades paulinas y, como hemos visto, en ese contacto se compartían
afirmaciones cristológicas. Y si ademas consideramos el silencio de Pablo respecto a
alguna posible diferencia o discusión sobre la valoración de Jesús, me parece acertado
afirmar que las comunidades en Palestina y las comunidades paulinas compartían una
cristología que, si bien no era exactamente igual en su forma de expresarla, no generaba
controversia. Pablo no inventó una cristología sino que la adoptó y la adaptó al nuevo
contexto gentil. En su primera carta (alrededor del año 50 d.C.) ya vemos una cristología
establecida que no va a variar a lo largo de sus siete cartas originales, 33 lo cual quiere decir
que para el momento en que Pablo se convierte, 34 casi siempre fechado entre el 32 y 33
d.C.,35 ya había comenzado a surgir la valoración de Jesús como Mesías, Señor e Hijo de
Dios, de una manera extraordinariamente rápida, a tal grado que para el año 50 d.C., en que
se escribe la carta 1 Tesalonicenses, esa cristología ya estaba establecida y era conocida por
las comunidades cristianas en diferentes latitudes.
Algunos académicos se sorprende de la rápidez con que nació esta valoración de
Jesús. Hurtado y Hengel la llama una “explosión”, advierten que por el corto tiempo en que
surgió no debe ser explicada en términos de una evolución, y ambos la califican de
sorprendente.36 James Dunn, un prolífico y erudito estudioso de los orígenes del
cristianismo, concluye su obra sobre el culto a Jesús en el cristianismo primitivo diciendo:

“Los resultados de este estudio son asombrosos. Jesús de Nazaret existió históricamente. Había sido
ejecutado en el periodo en que vivieron la mayoría de los autores que escribieron los libros del Nuevo
Testamento. Tuvo gran influencia como profeta y maestro excepcional durante su misión. Sus
seguidores pensaron que era el Mesías que Israel anhelaba, pero también estaban convencidos de que
la resurrección esperada para el final de los tiempos ya había acontecido en él y de que Dios lo había
exaltado a su diestra. Lo consideraron su Señor y no dudaron en atribuirle lo que los diversos pasajes
de las Escrituras habían atribuido solamente al Señor Dios. Invocaban su nombre en la súplica y la
oración. Le asignaron las funciones que los sabios y los teólogos de Israel habían atribuido a la

32
Hurtado, Señor Jesucristo..., p. 140
33
Barnett, Op. Cit., p. 107
34
Algunos especialistas han señalado que lo que le ocurrió a Pablo no debe llamarse “conversión”, sino
“llamado”. Pero por fines prácticos le llamaré “conversión” para referirme al episodio del camino a Damasco
narrado en Hechos 9 que significó un cambió en la orientación de Pablo, sin entrar en la polémica de cómo
debe ser nombrado.
35
Klaus Haacker, “Paul’s Life” en: Dunn, James (ed.), The Cambridge Companion to St. Paul, Cambridge,
Cambridge University Press, 2003, p. 24-25
36
Hurtado, ¿Cómo llegó Jesús a ser Dios?, pp. 46-53 y M. Hengel, Paul Between Damascus and Antioch: the
unknown years, Louisville, 1997, p. 283
Sabiduría y a la Palabra de Dios, incluso las que habían tenido como agentes divinos en la creación; la
personificación se hizo persona en Cristo.”37

El motivo de asombro es triple. Primero, se trata de un proceso que no tiene paralelo en el


estudio de las religiones y mucho menos en el judaísmo del Segundo Templo. Segundo, se
exaltó a un grado superlativo a un hombre que había vivido hacía apenas algunos años. Y
tercero, sucedió en el contexto de un monoteísmo que prohibía la adoración a cualquier otra
figura. Estas comunidades mantuvieron su identidad judía, la cual incluía como elemento
esencial el culto ofrecido de manera excluyente y exclusiva al Dios de Israel, y por ello
resulta sorprendente que hayan incluido en ese culto a una figura que identificaban con un
hombre que había vivido apenas algunos años atrás.
No estoy afirmando aquí que los primeros cristianos consideraron a Jesús igual a
Dios ni que le dieron culto igual que a Dios. Tengo mis ideas al respecto pero ahora no
tengo ni el tiempo ni el espacio para dar una explicación satisfactoria de estas cuestiones
tan discutidas. Simplemente señalo lo que veo claramente a través del estudio de las fuentes
y el contexto. Que las comunidades a las que Pablo escribió, las cuales, junto con Pablo, se
consideraban herederas de los primeros grupos en judea, y que compartían muchas
creencias y prácticas devocionales en común con ellos, incluyeron en su culto a Jesús como
el agente principal y único para adorar a Dios. Dunn dice “…los primeros cristianos tenían
la convicción de que Jesús estaba completa e íntimamente unido con el culto que daban.” 38
El estudio de las cartas paulinas nos permite afirmar que para estas comunidades Jesús era
el contenido y el contexto del culto, el cual se ofrecía a Dios pero en, por y a través de
Jesús. Él estaba presente como agente principal y como medio de todos los elementos
constitutivos del culto: la oración, los himnos, el espacio sagrado, los banquetes sagrados,
el tiempo sagrado, el rito de iniciación, el sacerdocio, etc. Cosa que no había sucedido
nunca antes con ningunga figura exaltada del judaísmo.
No tengo ni tiempo ni espacio para citar y analizar todos los ejemplos en las
epístolas paulinas de este culto a Dios a través de Jesús. Pero creo oportuno afirmar que me
parece que un análisis de las epístolas de Pablo deja claro que Dios es el objeto del culto de
las primeras comunidades de seguidores de Jesús pero el contenido de ese culto es Cristo. 39
Hurtado40 y Hengel41 afirmarían que efectivamente el culto se ofrecía a Jesús como a un ser
divino, sin embargo, ambos señalan también que ese culto no se ofreció fuera del contexto
del culto al Dios de Israel, sino en el marco de la adoración exclusiva al Dios único del
monoteísmo judío y en referencia a él. Para los primeros cristianos, y en esto coinciden
Hurtado, Hengel, Bauckham, Barnett, Dunn y otros, la manera correcta de rendir culto a ese
Dios era en Jesús.

Monoteísmo y cristología
Desde hace tiempo los estudiosos sobre el judaísmo han señalado que el monoteísmo judío
se remonta no a sus inicios sino al periodo del destierro en Babilonia (siglo VI a.C.), y que
sólo puede constatarse hasta el llamado deuteroisaías (capítulos 40 al 55 del libro del

37
James Dunn, ¿Dieron culto a Jesús los primeros cristianos? Los testimonios del Nuevo Testamento, Verbo
Divino: Navarra, 2011, pp. 180-181
38
James Dunn, Op. Cit., p. 77
39
Richardson, N., Pauls language about God, Sheffield, Sheffield Academic Press, 1993, p. 259
40
Hurtado, Señor Jesucristo..., p. 20
41
Martin Hengel, “Christology and New Testament chronology”, en: Between Jesus and Paul, London 1983,
p. 31
profeta Isaías), en que se expresa no solamente la demanda de adorar a un solo Dios sino
que ese Dios, Yahvé, es el único que existe realmente. Se pasa pues de un henoteísmo
práctico (o monolotaría) a un monoteísmo teórico en el judaísmo postexílico, y esa es la
situación que encontramos en el primer siglo. Richard Bauckham señala que:

“la mayoría de los judíos en este periodo eran monoteístas altamente conscientes y tenían
ciertas ideas muy familiares y bien definidas sobre la manera en que la unicidad del Dios único
debía ser entendida. En otras palabras, trazaron claramente la línea de distinción entre el Dios
uno y toda otra realidad, y tenían el hábito de distinguir a Dios de cualquier otro ser por medio
de un criterio específico y bien articulado.”42

Esto producía en el imaginario judío una visión de los dioses de la religión pagana como
ídolos falsos e incluso ridículos. Por otro lado también es cierto que en diferentes textos de
la literatura judía del tiempo intertestamentario encontramos una amplia variedad de figuras
exaltadas, muchas veces con funciones y nombres divinos. Podemos dividir a estas figuras
intermediarias en tres grupos: seres celestiales (ángeles por ejemplo), patriarcas exaltados
(por ejemplo Moisés, Elías, Enoc o Melquisedec), y atributos de Dios personificados (la
Palabra, la Sabiduría y el Espíritu). Sin emabrgo y sin entrar en detalle, en medio de todo
ello hay que resaltar que el culto siempre se exigía solamente y de manera exclusiva a Dios
a tal grado que se prohibía la adoración de cualquier otro de estos seres.
Considerando esta escrupulosa actitud de los judíos durante el primer siglo quedan
como muy dudosas las afirmaciones de algunos especialistas que pretenden ver la
cristología como una asimilación de las prácticas paganas. Por ejemplo tenemos el caso de
la apoteosis, o sea la divinización de personajes humanos, un tema que estaba siendo de
gran importancia en la religión pagana durante el primer siglo. Algunos investigadores han
querido ver en la apoteosis una herramienta que el cristianismo tomó para divinizar a Cristo
y justificar el culto hacia él, sin embargo, como sostiene Hurtado, sus explicaciones
resultan muchas veces simplistas e insuficientes. 43 De hecho había un rechazo de la
apoteosis como algo ridículo y blasfemo dentro del judaísmo de la época como lo atestigua
el mismo Filón de Alejandría, con todo y su conocida actitud cosmopolita, “antes se
convertiría Dios en un hombre que un hombre en Dios” (Legado a Gayo, 118). Por lo tanto
si se utiliza el fenómeno de la apoteosis para explicar la primitiva devoción a Jesús también
se debería explicar ampliamente el proceso por el cual los judeocristianos adoptaron,
incluso sin darse cuenta, algo que tanto les repugnaba. Sin embargo, junto con Hurtado
sostengo que aunque ciertos personajes podían ser presentados con un estatus elevado e
incluso venerados, la negativa a rendirles culto impide que se hable de una verdadera
apoteosis.44
Esta estricta actitud monoteísta no era propia de uno solo o unos cuantos grupos de
los muchos que conformaban el judaísmo en el primer siglo sino de prácticamente todos.
La exigencia de adorar solo a Dios seguía presente e igual de firme aun entre los judíos más
asimilados como Filón de Alejandría. Y no debemos confundirnos, pues aunque los textos a
veces atribuyen a otras figuras los nombres de Dios o las funciones de Dios, en realidad el
aspecto decisivo es el culto que solamente se ofrecía a Dios. Por ejemplo Filón llama
“segundo dios” al Logos (Quast. Ge. 2:62), pero también afirma que solamente debe darse
culto al Dios de Israel (Decal. 65).
42
R. Bauckham, “Paul’s Chritology of divine identity” en: Jesus and the God of Israel, Paternoster, Milton
Keynes, 2008, p.2
43
Hurtado, Señor Jesucristo..., p. 119
44
Hurtado, One God, One Lord…, pp. 51-69
En Pablo, un judío de la diáspora que manejaba bien el griego y tenía bastantes
contactos con la cultura helenística, encontramos esta misma actitud rigurosa respecto a una
adoración exclusiva al Dios del monoteísmo judío. Esta actitud se puede encontrar por
ejemplo en Romanos 1:18-32 donde Pablo critica a la religión pagana de una forma que
recuerda las actitudes judías más estrictas. En 1 Tesalonicenes 1:2-10 Pablo alaba a sus
destinatarios por haber dejado a “los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero y esperar
así a su Hijo”. Muestra una clara distinción entre el entorno politeísta que hay que rechazar
y la fe en un único Dios verdadero. En 1 Corintios capítulos del 8 al 10 encontramos a
Pablo escribiendo a una comunidad llena de conversos gentiles para resolver una serie de
cuestiones sobre el entrono pagano y sus actividades religiosa previas. No podemos hablar
ampliamente de cada uno de estos casos pero en un análisis de estos pasajes podemos dar
dos cunclusiones importantes. Primero que Pablo muestra un rechazo y un absoluto desdén
por lo que el llama el “culto a los ídolos” en una clara y firme actitud de monoteísmo
exlcusivo, y segundo que contrapone ese culto falso a un culto verdadero al Dios único de
Israel en el cual Jesús es el agente principal.
Aglunos especialistas, considerando esta característica de la identidad judía, han
rechazado la idea de que la valoración de Jesús como divino pudo surgir en las primeras
comunidades judeocristianas. Por ejemplo Anthony Harvey señala que fue hasta Ignacio de
Antioquía cuando se comenzó a adorar a Jesús por considerarlo divino. Dice: “…sólo
cuando la nueva religión se hubo extendido mucho más allá de los confines del judaísmo en
que había brotado, fue posible romper las restricciones y describir a Jesús como
divino…”.45 Por su parte Maurice Casey opina que fue en las comunidades joánicas de
autoidentificación gentil y expulsadas de las sinagogas judías donde se pudo ver a Jesús
como divino y rendirle culto.46 Me parece que ambos estudiosos cometen el error de pensar
que solo existen dos posibilidades, que el monoteísmo permaneciera en un contexto judío o
que se rompiera en un contexto gentil. Sin embargo, como hemos visto, la valoración de
Jesús como Mesías, Señor e Hijo de Dios y su inclusión en el culto primitivo cristiano se
dio en el contexto del monoteísmo judío, y por ello en el siguiente apartado trataré de
responder a grandes rasgos ¿por qué surgió la cristología? Ya que como sugiere Hurtado y
considerando el carácter exclusivo del culto judío, “…el nivel de veneración hacia Cristo
que se refleja en las cartas paulinas es históricamente notable y exigiría cierta
explicación.”47

¿Por qué surgió la cristología?


En los apartados anteriores he respondido o por lo menos he planteado algunas líneas
generales para responder cuándo y cómo surgió la cristología y ahora trataré de responder
por qué. Me parece que esta es la cuestión más difícil de resolver porque exige no solo una
reflexión histórica sino también teológica. Otras maneras de hacer esta pregunta son: ¿por
qué se comenzó a dar tanta importancia a un hombre que había muerto hacía apenas unos
cuantos años?, o ¿por qué se incluyó en el culto exclusivista al Dios Uno del monoteísmo
judío a una segunda figura? Propongo tres factores que influyeron en el surgimiento de la
valoración de Jesús como alguien divino.
El primero es el impacto de la persona y ministerio de Jesús. Cuando los primeros
cristianos comenzaron a valorar a Jesús como el Mesías, Señor e Hijo de Dios muchos de
45
Harvey, A. E. Jesus and the Contraints of History, Philadelphia, 1982, p.157
46
Casey, M., Form Jewish Prophet to Gentile God: The Origins and Development of New Testament
Christology, Louisville-Cambridge 1991
47
Hurtado, Señor Jesucristo..., p. 118
ellos lo habían visto, le habían oído hablar, otros conocieron personas que le habían visto, y
de cualquier manera estaban consciente de que al hablar de Jesús estaban hablando de una
persona que había vivido apenas unos cuantos años antes. Tanto por las cartas de Pablo
como por el libro de los Hechos podemos notar que se daba una importancia especial a
aquellos que habían sido parte del ministerio de Jesús mientras vivía. Podríamos
preguntarnos aquí ¿qué hizo que sus discípulos continuaran con el movimiento aun después
de que su maestro había “fracasado” siendo condenado a la muerte en la cruz? Me parece
claro que la respuesta a esta pregunta tiene que comenzar por decir que la persona de Jesús
y el impacto que había tenido en sus seguidores fue lo que los motivó a continuar con el
movimiento, y prueba de ello es la importancia que tuvo la figura de Jesús en el curso
posterior de estas comunidades. Rafael Aguirre plantea que la identidad grupal de las
primeras comunidades de seguidores de Jesús en Palestina se basaba en su memoria
colectiva cuyo contenido era el recuerdo de Jesús, sus dichos, sus hechos, y su persona.48
Es claro que Jesús de Nazaret fue una persona que generó la simpatía de muchos y
el rechazo de otros tantos. Sin entrar en el discutido asunto de cómo era la personalidad de
Jesús lo cierto parece ser que tenía un carisma especial. Sus seguidores, una vez que se
encontraron sin él, consideraron que debían seguir juntos y continuar el movimiento
motivados en primer lugar por el recuerdo de su maestro, él seguía siendo el principal
elemento de cohesión. Desde un primer momento la identificación con Jesús fue lo que dio
identidad a aquellos grupos, y de esa manera podemos explicar por qué tan pronto
comenzaron a valorarlo como el principal agente de Dios. Joachim Jeremias observa que
Jesús dejó en sus discípulos la impresión de que él tenía una relación tan íntima con Dios
como su Abba (Padre, en un sentido muy familiar) y que ellos sólo podían experimentar esa
misma relación a través del mismo Jesús. 49 De hecho en Romanos 8:29 podemos ver ese
mismo pensamiento al ver a Pablo decir que todos los cristianos son hermanos entre sí por
medio de Jesús, el hermano mayor.
El segundo factor explicativo es el monoteísmo judío de las primeras comunidades.
Como ya he mencionado, todos los primeros seguidores de Jesús eran de religión judía y al
continuar con el movimiento de Jesús no se vieron como iniciadores de una nueva religión
ni como que estaban dejando su antigua tradición religiosa. Al contrario, eran hombres
devotos que vieron en Jesús el cumplimiento de las promesas del Dios único para su
pueblo. Así, el monoteísmo no solo no fue un impedimento para que se valorara a Jesús
como Mesías, Señor e Hijo de Dios y que se le incluyera en el culto a Dios, sino que el
monoteísmo fue el contexto en el que se configuró esta devoción. Como ya dijimos, Jesús
era parte esencial del culto que los primeros cristianos daban a Dios. Vieron que la manera
correcta de adorar a ese Dios era mediante Jesús.
Las afirmaciones cristológicas mas elevadas en Pablo están inmersas en un contexto
firmemente monoteísta y claramente judío. Por ejemplo el discutido texto de Filipenses 2:6-
18, es quizá el texto paulino de cristología más elevada en el cual Pablo cita Isaías 45:23,
texto que se encuentra en el centro de uno de los pasajes que mejor y más profunda e
insistentemente expresan el monoteísmo judío. Otro texto de Pablo que incluye
afirmaciones cristológicas elevadas es 1 Corintios 8:4-6, en él cita al Antiguo Testamento
de una manera que también revela una concepción completamente monoteísta. De hecho
muchos exegetas han reconocido en este pasaje una adaptación paulina del Shema’ judío,

48
Rafael Aguirre, “La segunda generación y la conservación de la memoria de Jesús: el surgimiento de los
evangelios”, en: Rafael Aguirre (ed.), Op. Cit., pp. 200-209
49
Joachim Jeremias, Abba y el mensaje central del Nuevo Testamento, Salamanca, Sígueme, 1981, p. 78
uno de los textos principales para afirmar la unicidad de Dios. 50 Bauckham define esto
como un monoteísmo cristológico,51 y afirma que los escritores del Nuevo Testamento
entendieron que era el mismo Dios de Israel el que se estaba revelando a través de Jesús, y
que la identidad que revelaba debía ser coherente con su identidad en las Escrituras
hebreas.52
Los seguidores de Jesús vieron en él la expresión fiel de la fe que profesaban en el
Dios único de Israel, por ello se sintieron libres para exaltarlo y para incluirlo en el culto a
ese Dios, sin pensar que estaban comprometiendo su monoteísmo ni abandonando su
identidad judía. Dunn señala que “los primeros discípulos de Jesús recordaban su misión y
su enseñanza como una revelación de Dios y de su voluntad que nunca antes habían tenido;
hablaba con la voz de Dios, pero más clara y categóricamente que Moisés o los profetas”, y
más adelante concluye: “incluso en el modo en que los cristianos recordaban a Jesús
encontraban toda la fuerza necesaria no solo para acercarse a Dios mediante él, sino
también para reconocer que Dios había llegado a ellos por medio de Jesús y de su
misión.”53
El tercer factor explicativo es la experiencia religiosa. Este es un asunto que pocas
veces se toma en cuenta en los estudios históricos. Independientemente de nuestra
persuasión religiosa tenemos que aceptar que la experiencia religiosa es un fenómeno
humano absolutamente real y válido. Aquellos hombres y mujeres del primer siglo que
conformaban las primeras comunidades cristianas estaban convencidos que Jesús había
resucitado y que se había aparecido a muchas personas. Particularmente interesante es la
afirmación de Pablo al respecto en 1 Corintios 15, donde dice que el Jesús resucitado se
apareció a los apóstoles y a otras personas en Jerusalén, muchas de las cuales había
conocido personalmente, y luego afirma que se le apareció a él mismo. Estas afirmaciones
no pueden ser ignoradas simplemente porque se tratan de asuntos de fe, pues soy consciente
que si me propongo estudiar la historia de una religión en el mundo antiguo es normal
encontrar este tipo de declaraciones. Este no sería el lugar ni el momento para discutir si
existen o pueden existir eventos sobrenaturales como una resurrección sin embargo el
hecho de que los primeros seguidores de Jesús estaban convencidos de que le habían visto
resucitado me parece que debe ser considerado en serio en mi análisis histórico. Estaban tan
convencido de que Jesús había resucitado porque habían tenido algún tipo de experiencias
religiosas que les convenció de ello.
Dunn enfatiza el hecho de que el centro de la fe cristiana se encuentra en la creencia
de que Jesús resucitó de los muertos y que esa creencia transformó su forma de entenderlo,
y señala que “puede remontarse con toda seguridad a los primerísimos días del movimiento
que tuvo su origen en Jesús y, en particular, a las visiones que los primeros cristianos
tuvieron del Resucitado y exaltado al cielo”. 54 Por las referencias de Pablo podemos darnos
la idea de que la resurrección de Jesús constituía el centro de la fe cristiana desde antes de
su propia conversión (1 Corintios 15:3-7). Luke T. Johnson señala que la experiencia
religiosa debe ser tomada en cuenta como un factor válido para explicar procesos históricos
en el cristianismo primitivo.55 Y me parece que en el caso del surgimiento de la cristología
es un factor obligado. Los primeros cristianos fueron judíos devotos que vieron en Jesús la
50
Dunn, Christology, p. 180; Hurtado, One God, p. 97; Richardson, Paul's Language, p. 300, entre otros.
51
Richard Bauckham, “Paul’s Chritology of divine identity” en: Jesus and the God of Israel, Paternoster,
Milton Keynes, 2008.
52
Bauckham, Dios crucificado, p. 50
53
Dunn, ¿Dieron culto a Jesús…, p. 129
54
Ibíd, p. 129
expresión fiel de su fe y se sintieron libres de exaltarle a un grado sumo y de incluirle en la
adoración al Dios de su fe porque habían tenido una serie de experiencias religiosas sobre
todo relacionadas con la resurrección de su maestro.
En resumen, el impacto de la persona de Jesús, las convicciones religiosas propias
del monoteísmo judío de las primeras comunidades así como sus experiencias religiosas,
son las tres fuerzas principales que propongo para explicar el origen de la cristología
primitiva y a mí entender esta es la forma más satisfactoria de comprender este complicado
y polémico fenómeno histórico religoso.

Conclusiones
En la presente ponencia no he hecho un análisis tan detallado ni exahustivo de las cartas
paulinas, sin embargo sí lo hecho como parte de una investigación más amplia y puedo
decir que aquí he presentado los resultados que este análisis más profundo y extenso ha
arrrojado. Tampoco he hecho una exposición de todos los trabajos al respecto de los
orígenes de la cristología sin embargo sí he utilizado los que a mí entender son los estudios
más completos por parte de los académicos más reconocidos que están dirigiendo
actualmente el curso de los estudios sobre este tema. Seguramente que en una próxima
exposición de estos temas podré abordar con mayor amplitud los resultados de otras
investigaciones. Pese a todo creo que he presentado de manera satisfactoria mis propuestas
para responder a las preguntas que planteé en la introducción. En resumen cuándo, cómo y
por qué nació la cristología. ¿Cuándo? En la primera generación de cristianos en Judea
entre los años 30 d.C. y 50 d.C. ¿Cómo? En el contexto del monotesímo judío propio de
Jesús y de sus primeros discípulos, a través de los títulos Mesías, Señor e Hijo de Dios, y
mediante su inclusión como agente principal en el culto al Dios único. ¿Por qué? Por la fe
monoteísta de las primeras comunidades, por el impacto de la persona de Jesús y por las
experiencias religiosas que tuvieron. Quizá no todo lo he explicado con total claridad,
seguramente hay que cosas que pudieron haberse dicho mejor, y no tengo duda que
conforme continúe en la investigación de estos temas habrá argumentos y conclusiones que
tendré que reformular, pero en general estoy convencido que las líneas básicas que he
planteado en esta ponencia están orientadas a una más adecuada comprensión de este
pasado que parece tan difícil de asir y al mismo tiempo resulta de suma importancia para la
comprensión de nuestra propia realidad.

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