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LITERATURA ROMÁNICA I

TEMA I

CONCEPTO DE ROMANIA. EXTENSIÓN Y LÍMITES DE LAS


LITERATURAS ROMÁNICAS MEDIEVALES.

I- Concepto de Romania. El mundo románico.

Las notas para determinar la existencia del mundo románico


proceden de la lingüística. Concebimos un mundo románico porque
tenemos la visión clara de que hay un conjunto de pueblos que hablan
lenguas románicas, diferentes de otras lenguas de cultura que, desde la
Antigüedad, coexistieron lateralmente con el latín o en un momento
histórico invadieron su área. No vamos a insistir en los problemas
puramente lingüísticos de la Romania, encomendados a la lingüística
románica1. Destacaremos, sin embargo, que los países románicos forman
un conjunto bien caracterizado y nos fijaremos con mayor detención en los
que afectan al ámbito literario románico. No sólo se caracteriza el mundo
románico como identidad lingüística diversa de las otras que conviven con
él, sino que forma una unidad cultural, advertida en su conjunto temporal y
espacial por ensayistas del ámbito románico tanto como por aquellos que
pertenecen a los ámbitos germano y anglosajón; todos ellos han intentado
captar el sentido profundo, el perfil característico del mundo románico,
atendiendo, especialmente, como filólogos, a las estructuras lingüísticas y
literarias, aun sin descuidar otras manifestaciones culturales expresivas de
la personalidad de este mundo.

Las aportaciones de Karl Vossler y Erns Robert Curtius

Entre los estudiosos alemanes de Filología Románica destacan los


nombres de Karl Vossler y Ernst Robert Curtius. La interpretación
vossleriana del mundo románico no está recogida en una obra concreta,
sino desperdigada en varios ensayos2, y hemos de verla siempre en relación
con su pensamiento general y especialmente con sus ideas lingüísticas.
1
La bibliografía sobre los conceptos generales de Lingüística Románica, tanto la antigua como la más
reciente, es muy abundante. Además de las grandes obras clásicas de Friedric Diez ( Grammaire des
Langues Romanes, 1874), Meyer-Lübke (1890-1901), Gustav Grober (Grundisse, I, 1904-1906), pueden
citarse las de Bourciez, Groult, Auerbach (Introduction aux études de Philologie Romane), Tagliavini,
Rohlfs, Kuhn, Monteverdi, Lausberg, Iordan-Manoliu y Vidos.
2
Las teorías de Vossler sobre la Romania quedan bien claras en el libro Formas poéticas de los pueblos
románicos, Buenos Aires, Losada, 1960.El conjunto de ensayos vosslerianos sobre la Romania se
recogieron por vez primera en Aus der Romanische Welt, Karlsruhe, 1948.
2

Vossler llega a una visión de las lenguas nacionales inseparable de las


literaturas y las culturas; conjugando estos tres elementos, obtiene su
perspectiva del mundo románico, en contraste con el mundo germánico.
Para Vossler, la configuración del mundo románico en la Edad Media está
determinada por dos importantes elementos: la tradición latina y la
renovación germánica. Los germanos, además de aportar una savia nueva a
los pueblos del Imperio son rápidamente cristianizados, aceptando una
cultura ajena: la cultura latina. Como manifestaciones germánicas, señala
Vossler el feudalismo y la caballería; como figura que simboliza el mundo
nuevo, resultado de la función romano-germánica, señala a Carlomagno. Al
lado del nuevo Imperio medial romano-germánico está la Iglesia, heredera
del espíritu del “Imperium Romanum”, que asumirá una función cultural
importantísima en el mundo medieval3.

La característica principal de los pueblos románicos es, para Vossler,


la pervivencia de instituciones y formas; su preocupación por el estudio de
estas últimas culmina en su obra Formas poéticas de los pueblos
románicos, donde se hace un inventario general de las combinaciones
métricas usadas en la Romania, insistiendo en las formas de la poesía
provenzal. Examina también Vossler los géneros literarios: los géneros
dramáticos, desde el drama litúrgico a los grandes teatros nacionales
español y francés del siglo XVII, la épica y la novela. Tomando siempre
como punto de comparación el mundo germánico, Vossler acentúa el
formalismo y el apego a la tradición de las manifestaciones literarias
románicas, con lo cual pone de relieve su prioridad y les reconoce un papel
decisivo en el conjunto de la literatura europea (por ejemplo, en el trabajo
“La poesía de los trovadores y su trascendencia europea”)4, no sólo en el
período medieval: el capítulo “Otras formas de la poética romance” aduce
numerosos ejemplos de poetas europeos de los siglos XIX y XX, desde
Leopardi, Victor Hugo y Alfred de Musset hasta Jean Moréas y Paul
Claudel5. En otro ensayo, Estampas del mundo románico, el estudioso
alemán incluye varios estudios sobre literatura contemporánea, entre los
que cabe destacar “Victor Hugo”, “Mallarmé y los suyos”, “El primer
centenario de la muerte de Leopardi” o, en la línea comparativa y
3
Algunos de estos juicios han sido muy matizados, sobre todo en lo que se refiere a los orígenes del
feudalismo, desde Bloch (La societé féodale, 1950) hasta Duby (Les trois ordres ou l´imaginaire du
féodalisme, 1978).
4
Karl Vossler, Romania y Germania, Madrid, Rialp, 1956, pp. 65-112. Ver la introducción de J. L.
Varela, “Vossler y la ciencia de la literatura”, pp. 11-62.
5
Formas poéticas de los pueblos románicos, cit., pp. 192-247.
3

diacrónica que antes señalamos, “Mentalidad simbólica y poesía en la Edad


Media y en nuestros días”, un ensayo de 1934 en el que Vossler profundiza
en la poética simbolista europea (Rimbaud, Mallarmé, Stefan George,
Valéry)6.

En el capítulo “La novela y la épica”, de Formas poéticas de los


pueblos románicos, Vossler analiza el origen de las novelas y los cuentos o
“novelas cortas”, nacidas en la Edad Media francesa y reelaboradas por
Boccaccio, hasta llegar a Cervantes y a la renovación última de los
novelistas franceses del siglo XIX. Después, afirma que la novela
“consolida el sentido novelesco de los pueblos románicos” 7. La
preocupación vossleriana de conectar los dos mundos, románico y
germánico, encuentra su mejor expresión en “Goethe y el mundo
románico”; según Vossler, la deuda de Goethe con el mundo románico es
muy grande, en la forma y en las ideas. Casi todas las pervivencias de lo
latino-católico, así como la antigüedad griega, llegaron a Goethe por tres
vías: romanas, latinas-eclesiásticas y románticas; además, su obra estaba en
contacto directo con el clasicismo francés y las formas dieciochescas
italianas que habían culminado con el melodrama. Como compensación,
Goethe fue comprendido y estimado muy pronto por franceses, italianos y
españoles8. Para Vossler, el mundo románico se presenta como una unidad
que tiene sentido propio. Después de la unidad medieval, cada literatura
representa su papel en la cultura europea hasta la época contemporánea,
con los grandes movimientos franceses de finales del pasado siglo,
naturalismo y simbolismo. Vossler ofrece una visión muy amplia de la
romanidad literaria; su obra crítica fue continuada por Olschki y Spitzer,
entre otros.

Tras la obra de Vossler hay que examinar, sin duda, la de Ernst


Robert Curtius. Curtius, como Vossler, no deja de comparar los dos
ámbitos, románico y germánico, pero su visión adquiere un matiz distinto,
ya que considera el conjunto europeo, hasta llegar a trazar las líneas
generales de la tradición literaria, esto es, del corpus de la cultura literaria
en Europa. Así, Curtius prefiere hablar de literatura europea que obedece a
una tradición latina, más que de literaturas románicas en sentido estricto;
sin embargo, en su obra Literatura europea y Edad Media Latina
6
Karl Vossler, Estampas del mundo románico, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1947.
7
Formas poéticas de los pueblos románicos, cit., pp. 309-338.
8
“Goethe y el mundo románico”, en Romania y Germania, cit., pp. 113-141.
4

encontramos una definición de la Romania que es imprescindible


reproducir aquí:
En el lenguaje científico actual, el término Romania se aplica al conjunto de países en
que se hablan las lenguas romances, las lenguas que surgieron en el suelo del Imperio Romano
(desde el Mar Negro hasta el Atlántico). Comenzando en el Oriente, son, por orden geográfico,
el rumano, el italiano, el francés, el provenzal, el catalán, el español y el portugués (...).
Friedrich Diez (1794-1876), fundador de la filología románica, rechazó la tesis de Raynouard
sobre el predominio del provenzal, y sostuvo que todas las lenguas romances se habían derivado
del latín, independientemente unas de otras.9

A continuación, Curtius hace una breve historia del término, que


aparece primero bajo Constantino, tal y como ya advirtió Gaston Paris, en
textos latinos y griegos. “Románico es el nombre que la incipiente Edad
Media da a las lenguas vulgares neolatinas, contrastándolas con la lengua
de los letrados, el latín” 10. Así, términos como “enromancier”, “romançar”,
“romanzare” designaban usualmente el hecho de traducir textos a la lengua
vulgar o de escribirlos en ella más tarde, en francés y en italiano, “roman”
y “romanzo” se convierten en nombres de un género literario (“novela
cortesana en verso”); en español, sin embargo, “romance” designa un
género poético, desde el siglo XV. Curtius destaca la unidad del ámbito
románico:
Durante la Edad Media, la Romania subsiste por encima de los límites lingüísticos,
como una unidad cultural (...). El hecho de que se pudiera pasar libremente de una a otra
(lengua) demuestra que existía la conciencia activa de la unidad de la Romania. A partir más o
menos del año 1300, los países de la Romania se van diferenciando cada vez más en lengua y en
cultura. A pesar de eso, las naciones románicas siguen unidas, gracias a su origen y al sentido,
constantemente despierto, de su relación con el latín.11

La relación entre la Romania y el mundo germánico ha sido


planteada por Curtius en Ensayos sobre la literatura europea, donde
destacan muy especialmente las apreciaciones sobre el siglo XIX francés;
por el momento, nos interesa más su definición de la Romania y de la
unidad cultural que representa.

Las ideas de T. S. Eliot y Ezra Pound

Al lado de estas interpretaciones de la cultura románica por parte de


destacados filólogos alemanes, conviene mencionar las que realizan críticos
anglosajones como Ezra Pound o T. S. Eliot, cuyo papel renovador en el
9
E. R. Curtius, Literatura europea y Edad Media latina, México, F. C. E., 1976 (2ª edición), I, p. 54.
10
E. R. Curtius, op. cit., 56.
11
Op. cit., p. 57.
5

terreno de la creación poética y de la crítica literaria de nuestro siglo es


innegable. Tanto a Pound como a Eliot les interesaba el mundo literario
románico, encontrando en él una unidad y, sobre todo, la tradición de unas
formas. En su obra The Spirit of Romance, Pound dedica una atención muy
especial a los trovadores y, particularmente, a Arnaut Daniel (“Il miglior
fabbro”); cuando Eliot selecciona y prologa los ensayos de Pound, incluye
estos capítulos en la edición Literary Essays of Ezra Pound, dándose
cuenta de su importancia. Ezra Pound se centra en la tradición poética
europea:
Es de todo punto imposible encarar el estudio formal del arte poético en Europa sin
iniciarlo con el estudio de dicho arte en Provenza. El verso cuantitativo había ido
desapareciendo, de lo cual fue más responsable la ignorancia que los cambios operados en el
lenguaje, vale decir, el cambio del latín a las lenguas modernas (...) El arte de la poesía
provenzal abrió el camino para el arte poético de Toscana, de lo cual Dante, en De Vulgari
Eloquio, presenta una prueba convincente.

Pound también estudia la obra de los stilnovistas (Cavalcanti, en


especial) y Dante, refiriéndose a la Vita Nuova y la Divina Comedia;
también se ocupa de Petrarca y Villon. A diferencia de los filólogos y
críticos alemanes, presta mucha más atención a los aspectos técnicos de la
literatura:
El patrimonio que el artista recibe de manos de otros artistas consiste en poco más que
ciertos entusiasmos -que por regla general malogran sus primeras obras- y una noción
claramente definida de las formas de expresión que contribuye a perfeccionar su producción
más madura. Es cuestión de técnica.12

Los ensayos de Pound son ricos en intuiciones y sugerencias, a pesar


de su total carencia de método. Nos interesa destacar la forma en que
describe la trayectoria de las literaturas románicas desde sus orígenes, que
sitúa acertadamente en la latinidad tardía, hasta la expansión renacentista.
Y, por supuesto, su análisis de la poesía francesa de finales del siglo XIX
en artículos como “La ironía, Laforgue, y algo de sátira” o “Poesía
francesa: verso duro y verso blando”; en este último, Pound comienza por
analizar el estilo de los poetas parnasianos y reconoce su influencia en los
poetas de lengua inglesa:
Al escribir Gautier en franco antagonismo, rechazando o refutando el estilo de Hugo, de
Musset y compañía., resultó un contraste, no tanto para los franceses, versados en su propia
poesía antigua, como para los ingleses, que llegaban a él con una exigua preparación. 13
12
Citamos por la edición Ezra Pound, Ensayos literarios, Caracas, Monte Ávila, 1971, p. 31
13
Ensayos literarios, cit., p. 238.
6

Por su parte, T. S. Eliot presta mucha atención a la obra Dante; tanto


él como Pound interpretan el mundo dantesco relacionándolo con el
prerrafaelismo. Como es sabido, este movimiento artístico y literario fue un
acercamiento, en plena época victoriana, a la Baja Edad Media italiana,
interpretada como un conjunto de estímulos artísticos. Para Eliot, la Vita
Nuova ofrece, en una primera lectura, un “exquisito arcaísmo
prerrafaelista”, mientras que a través de la Divina Comedia Dante aparece
ya como “el clásico en una lengua europea moderna”14; desarrollando su
concepto del clasicismo, Eliot relaciona casi siempre a Virgilio y Dante:
El empleo de la palabra amor en las Églogas no está aclarado por los significados de esa
palabra en la Eneida en la forma en que, por ejemplo, comprendemos mejor la pasión de Paolo
y Francesca después de haber sido conducidos a través de los círculos de amor en el Paraíso.15

Estas interpretaciones, lo mismo si proceden de investigadores de


riguroso método que de asistemáticos ensayistas, no dejan de tener una
significación eminentemente literaria, pues las notas que definen la cultura
(y la literatura) románica están condicionadas por la literatura propia,
alemana o inglesa. Tanto Vossler como Curtius no dejan de referir las
características del mundo románico a las del germánico, acentuando
primero la unidad -europea, básicamente-, después los paralelismos y
también los contrastes. Con Pound sucede lo mismo: no puede dejar de
comparar el último canto del Inferno con el Satán de Milton. Pero tanto
unos como otros han visto en las manifestaciones literarias de los pueblos
románicos una tradición que enlaza con la antigüedad clásica y que avanza
hacia los tiempos modernos, siendo perfectamente incorporable incluso a la
vanguardia (Eliot). La innovación literaria, el formalismo, en una palabra,
les parece el patrimonio más genuino de la Romania; la rebeldía vital,
“dionisíaca”, se adjudica a germanos y anglosajones. Ya Dilthey, de una
manera incidental, había aplicado estas distinciones a las literaturas
románicas y germánicas, utilizando un ejemplo español como muestra del
formalismo románico.16

II. Unidad y diferenciación interna de las literaturas románicas en


la época medieval.
14
T. S. Eliot, Sobre la poesía y los poetas, Buenos Aires, Sur, 1959, p. 58.
15
Op. cit., p. 132. La crítica ha destacado especialmente el interés de Eliot por la cultura románica
medieval; véase N. Frye, T. S. Eliot, Madrid, Epesa, 1970.
16
La obra española citada es El tejedor de Segovia, de Juan Ruiz de Alarcón. W. Dilthey, Vida y poesía,
México, F.C.E., 1945 (reed., 1978).
7

A propósito de las literaturas románicas, en muchas ocasiones se ha


insistido sobre la unidad de la cultura medieval. Alfred Von Martin, por
ejemplo, escribe:
La unidad cultural llegaba hasta donde llegara de alguna manera la conciencia del
parentesco étnico, la conciencia de constituir una gran familia de pueblos. Por sentirse éstos
como miembros de una misma familia, y por producir el destino histórico una conciencia
adecuada, es por lo que pudieron unirse y fundirse elementos germánicos y románicos en una
cultura unitaria; y sobre esa base pudieron desarrollarse aquellas notas supranacionales comunes
que caracterizan y determinan la cultura medieval. 17

Centrándonos, de momento, en este ámbito, vamos a dejar constancia


de las opiniones de un crítico literario, Alberto Vàrvaro, en su obra
Struttura e forme della letteratura romanza del medioevo (traducción
española: Literatura románica de la Edad Media):
En primer lugar cabe preguntarse si la autonomía de cada tradición lingüística -y por
ende literaria- no desautoriza cualquier estudio unitario de la material (...) Y es que no nos
proponemos realizar un trabajo de literatura comparada, que permite ver los problemas desde el
exterior, sino arrojar luz sobre un conjunto interiormente diferenciado y, sin embargo, unitario. 18

Estamos de acuerdo, básicamente, con esta apreciación de Alberto


Várvaro: las literaturas románicas medievales se presentan como un
conjunto unitario y a la vez diferenciado. La unidad prevalece incluso sobre
la fragmentación política, puesto que, en primer lugar, “el área lingüística
románica, vista en toda su extensión, presentaba fracturas claras y
profundas únicamente en casos aislados (...). Poco a poco, y por un
conjunto de factores en mínima parte literarios (mayor o menor frecuencia
de los contactos comerciales o sociales en general, incidencia de
determinados centros políticos, eclesiásticos o mercantiles, formación de
convenciones de lengua escrita con finalidades jurídicas, documentales o
comerciales, etc.), las distintas áreas dialectales se fueron articulando (...)
en unidades más complejas que tendían a utilizar una lengua escrita y hasta
hablada (a determinados niveles) que les era común”19.

A pesar de los matices dialectales, cuya importancia es considerable,


el prestigio de esas tradiciones comunes (o scriptae) fue imponiéndose

17
Alfred Von Martin, Sociología de la cultura medieval, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1970, p.
47.
18
Alberto Vàrvaro, Literatura románica de la Edad Media, Barcelona, Ariel, 1983, p. 8.
19
A. Vàrvaro, op. cit., pp. 9-10.
8

progresivamente: así, el provenzal -lengua de la poesía lírica en Italia y


Cataluña, durante algún tiempo-, el francés -lengua utilizada en obras
narrativas, didácticas o históricas por escritores italianos como Brunetto
Latini, Rusticello de Pisa o Marco Polo- o el gallego-portugués, lengua
literaria en ámbitos de habla castellana (las Cantigas de Alfonso X
constituyen el mejor ejemplo). En segundo lugar, esa unidad está
determinada por la relación de cada una de las culturas (y literaturas
románicas) con la cultura latina unitaria; la importancia de la tradición
latina en relación a las literaturas románicas ha sido puesta de relieve por
historiadores y críticos, desde Faral y Curtius hasta Delbouille, Zumthor y
Dronke.

En tercer lugar, “las literaturas románicas medievales se pueden


considerar en cierta medida unitarias a causa de la fuerza de cohesión que
representó el predominio cultural francés, que se concretó con la
irradiación de modas, de temas, de formas y sobre todo de ideales y de
ejemplos”20. En la Edad Media, son las literaturas de Francia las que
dominan en toda Europa. La literatura provenzal es considerada como el
origen de la tradición literatura occidental; Battaglia afirma que los
trovadores “son los primeros en crear un movimiento poético en sentido
moderno, con sus aspiraciones cerradas y casi secretas, con ese sentido de
la técnica tan riguroso e inderogable (...), los primeros en intuir y soñar el
ideal de la pura forma”21. Este movimiento literario se transmite a toda
Europa, a las cortes, dado que los trovadores son nómadas y los
encontramos tanto en Génova y Sicilia como en Castilla y Portugal (Carlos
Alvar estudió, a finales de los años setenta, la extensión de la poesía
trovadoresca en España y Portugal)22.

La literaria francesa, más amplia y rica que la provenzal, ejercerá una


enorme influencia sobre el resto de Europa, merced a la expansión política
de Francia, iniciada a partir del siglo XI. Los cantares de gesta, primero; los
romans (clásicos, bretones, de aventuras) y los fabliaux, después, y,
finalmente, la poesía narrativa alegórica del siglo XIII, establecerán las
bases de una hegemonía literaria que sólo será desplazada por el
predominio italiano a partir del siglo XIV, debido a la gran influencia que

20
Op. cit., p. 12.
21
S. Battaglia, “Introduzione alla lirica dei trovatori”, Romania, Iuglio 1941, pp. 409 y ss.
22
C. Alvar, La poesía trovadoresca en España y Portugal, Madrid, Cupsa, 1977; Textos trovadorescos
sobre España y Portugal, Madrid, Cupsa, 1978.
9

ejercieron Dante, Petrarca y Boccaccio. En la Edad Media, las lenguas


románicas no asumen a un mismo tiempo funciones literarias; Monteverdi
lo indica:
El francés y el provenzal son ya, desde hace siglos, el instrumento de dos gloriosas y
famosas literaturas cuando el italiano, el catalán, el español y el portugués comienzan apenas a
ser sistemáticamente usados con fines literarios. Por esto, naturalmente, estas cuatro últimas
lenguas miran a las dos primeras como modelo y recurren a menudo a su ayuda.23

Desde otro punto de vista, Paul Zumthor hablará también de la


unidad (relativa) de las literaturas románicas (en general, de la literatura
europea) durante la Edad Media:
A pesar del dualismo lingüístico y cultural que caracteriza la sociedad de la Edad
Media, existen ciertas tendencias fundamentales que son comunes a todas sus manifestaciones
literarias. Estas tendencias, que emanan probablemente de formas mentales profundas, pueden
definirse desde dos puntos de vista: de una parte, en lo que respecta a la oposición individuo-
tradición (o personal-colectivo), y por otra, en lo que se refiere al carácter particular del
formulismo medieval.24

III- Extensión y límites de las literaturas románicas.

Hemos de tener en cuenta que existe una Romania lingüística y una


Romania literaria. El historiador de las literaturas románicas medievales
puede distinguir dos en la antigua Galia (literaturas d'oc y d'oïl), tres en la
Península Ibérica (castellana, catalana y gallego-portuguesa) y una en
Italia. Pero esta clasificación sólo es válida para la Edad Media. A partir de
la época moderna, el panorama sería literatura francesa, española, italiana y
portuguesa; únicamente desde el siglo XVI podría incluirse la literatura
rumana y, a partir del siglo XIX, volveríamos a encontrar la literatura
catalana, desde la Renaixença, la literatura gallega, desde el Rexurdimento,
e incluso la literatura provenzal, aunque esta última no alcance la
importancia de las dos anteriormente citadas.

Se plantea, en primer término, un problema de cronología. Esta


enumeración que hemos realizado está basada en un criterio lingüístico, y
es bien sabido que las dos importantísimas literaturas de Francia en la Edad
Media son muy distintas de las que se expresan en francés moderno y en
23
A. Monteverdi, Manuale d´Avviamento agli Studi Romanzi, Milano, Vallardi, 1952, p. 106.
24
P. Zumthor, “Rétorique et poétique latines et romanes”, en Grundiss der Romanischen Litteraturen des
Mittelalters, I, Heidelberg, 1972, p. 90.
10

provenzal moderno, mientras que las literaturas castellana, portuguesa,


italiana y, en menor grado, catalana, han permanecido lingüísticamente
inconfundibles desde su nacimiento en la Edad Media hasta hoy, teniendo
en cuenta, claro está, las diferencias surgidas a causa de la propia evolución
de cada una de las lenguas, diferencias mucho menos importantes que las
existentes en francés y en provenzal.

Sin embargo, las literaturas románicas han sido estudiadas en íntima


conexión desde los comienzos de la historiografía literaria romántico-
positivista. Cuando se intenta reducir toda la tradición occidental por medio
de grandes síntesis literarias, se advierte que las literaturas románicas
tienen entre sí una relación, desde el momento en que surge el
enfrentamiento, típico de los esquemas del romanticismo, entre “norte” y
“sur”. Este importante concepto romántico aparece ya en Madame De Staël
y en las historias literarias de Boutewerk y Sismondi, que estudiaron el
conjunto de las literaturas meridionales con los medios y limitaciones de su
tiempo25. A principios de este siglo, se volvió a pensar en las literaturas
románicas como conjunto, porque el comparativismo podía circunscribir
para su método el área literaria en que la intercomunicación era más fácil,
debido a las afinidades lingüísticas. Los comparativistas colaboran con los
filólogos en el estudio de las literaturas románicas26.

Animado por un espíritu muy distinto surge el estudio de conjunto de


las literaturas románicas realizado a finales de la década de 1920 por
Lionard Olschki para el Handbuch der Literaturwissenschaft, de Oscar
Walzer, obra que se sitúa en la línea de idealismo vossleriano. Olschki
concibe el mundo literario románico como una especie de “fuga” musical,
cuyas voces balbucientes serían los primeros ensayos de versificación,
hasta llegar a la “red de voces embriagadoras” que constituye la Divina
Comedia. En quince capítulos se estudian las literaturas románicas, desde
la literatura hagiográfica francesa hasta Dante, quedando fuera del esquema
el siglo XIV italiano y el siglo XV27.

25
F. Bouterwek, Geschichte der Poesie und Beredsamkeit seit dem Ende des dreizehnten Jahrbunderts,
Göttingen, 1801-1819 (13 volúmenes). De Sismondi, De la littérature du Midi de l´Europe, París, 1813 (4
volúmenes). Ver René Wellek, Historia de la crítica moderna (1750-1950), II, El Romanticismo, Madrid,
Gredos, 1973.
26
De todas formas, muchos de los comparatistas del siglo XX apenas prestaron atención a las literaturas
medievales. Véase Jean Frappier, “Littérature médievale et littérature comparée”, en en Grundiss der
Romanischen Litteraturen des Mittelalters, I, Heidelberg, 1972, pp. 139-162.
27
L. Olschki, Die Romanischen Litteraturen des Mittelalters, Postdam, 1928.
11

La delimitación más importante que se puede hacer de las literaturas


románicas, siguiendo ese criterio histórico-lingüístico, distingue
literaturas de la época medieval y literaturas de la época moderna: en
estas últimas se centrará nuestro ámbito de estudio. Monteverdi, en sus
imprescindibles Saggi Neolatini, propuso una delimitación y, a partir de
ella, el programa de trabajo que implicaba. El estudio y la enseñanza de las
literaturas románicas -afirma Monteverdi- no puede tener en Italia o en
otros países románicos los mismos caracteres que tiene en Alemania (o en
otro cualquier país extraño al mundo románico) la Romanische Philologie,
que abarca los estudios de todas las literaturas románicas (de la portuguesa
a la rumana) en toda su historia (desde los primeros monumentos literarios
hasta la actualidad) y, junto con esto, el estudio de todos los idiomas
romances (lenguas y dialectos) a través de su documentación histórica y
geográfica. Se trata, pues, de un proyecto difícilmente realizable en su -
ambiciosa- totalidad28.

Y sin embargo, disentimos del criterio de Monteverdi cuando afirma


que, al estudiar las literaturas románicas modernas en conjunto, se perdería
la visión específica de cada una de las literaturas nacionales. Tampoco nos
parece válido el argumento de que no podría imaginarse hoy en día el
estudio de las literaturas románicas (al menos, a partir del siglo XVIII)
aislado de la literatura alemana e inglesa, e incluso de la rusa o noruega (es
innegable la influencia ejercida por Tolstoi, Dostoievski o Ibsen en la
literatura contemporánea), que en esta época vienen a confluir al mundo
románico, pues algo similar podría decirse respecto a las literaturas
germánicas o anglosajonas durante el periodo medieval. Para el crítico
italiano, la unidad se presenta en el estudio de las literaturas románicas de
la Edad Media. La Edad Media tiene, en Occidente, un carácter unitario,
pero no como había pensado el Renacimiento, ni el Romanticismo. Esta
unidad también se advierte en épocas posteriores, al hilo de sucesivas
normas literarias que poseen un carácter histórico.

Según el criterio de Alberto Vàrvaro, el estudio de las literaturas de


la época medieval abarcaría desde los primeros monumentos literarios en
lengua vulgar hasta el siglo XV, excepto en el caso de Italia, ya que las
figuras de Petrarca y Boccaccio representan la transición entre la Edad
Media y el Humanismo: “Generalmente, y de acuerdo con las

28
A. Monteverdi, Saggi Neolatini, Roma, Edizioni di Storia e di Letteratura, 1945, pp. 2-22.
12

circunstancias, la implantación de la cultura humanística en las distintas


formas que adopta según los ambientes que la acogen, se considera como
meta final de la descripción de las literaturas medievales” 29. El monumento
lingüístico más antiguo de la Romania es el texto de los Juramentos de
Estrasburgo, del año 842. Según Curtius, sólo en el siglo XI se inicia la
cadena de monumentos literarios franceses y, como ya hemos señalado, la
literatura francesa sirve de modelo a las demás naciones hasta el siglo XIII.
Ya en 1300, la primacía literaria había pasado a Italia.

Pero hay que recordar que existen en la Edad Media otras


manifestaciones literarias, pertenecientes a distintos orbes lingüísticos, que
en esta etapa de formación influyeron poderosamente sobre las literaturas
románicas. Las relaciones del mundo románico con estas literaturas
periféricas han constituido desde siempre un complejo problema que ahora
sólo podemos consignar. Trabajos como los de Menéndez Pidal, Eric von
Richthofen, E. R. Curtius, Frings, Heusler, J. Ribera o Asín Palacios han
profundizado en el tema, poniendo de relieve las conexiones entre las
literaturas románicas y los ámbitos germánico, céltico y árabe,
especialmente30.

29
A. Vàrvaro, op. cit., p. 8.
30
Imprescindibles son, por citar sólo algunos títulos, Poesía árabe y poesía europea (1941), de Menéndez
Pidal, La escatología musulmana en la Divina Comedia (1919), de Asín Palacios, o Sincretismo literario
(1981), de Eric Von Richtofen.

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