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1. CONTEXTO HISTÓRICO-SOCIAL
La disgregación del mundo medieval, anunciada en el siglo XIV, se acentúa
considerablemente en el siguiente siglo, verdadero otoño de la Edad Media. Esta fue una
época convulsa tanto desde el punto de vista político como social:
• Honda crisis de las relaciones sociales estamentales (base del sistema feudal):
o Se debilitó la figura del rey. Luchas entre nobleza y reyes.
o Desarrollo de la floreciente clase burguesa y difusión de su mentalidad y
valores: Individualismo, Importancia del dinero, Interés por el avance
científico y técnico, Ansia de conocimiento.
• Comienza la era de los grandes descubrimientos: Brújula, papel, imprenta…
• Mejoras en comunicación y medios de transporte: Viaje a países más lejanos,
Descubrimientos geográficos…
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Es una momento de grandes cambios que dará lugar a la Edad Moderna, y el siglo XV en
su totalidad es la antesala a este cambio de época.
A lo largo del siglo XV llega a Castilla y Aragón la influencia del humanismo italiano. Los
nobles y los burgueses enriquecidos se dan cuenta de la utilidad el saber tanto por el
progreso técnico como por ser un signo de elegancia en una sociedad inculta. Se refinan
las rudas formas de vida medievales y la cultura se convierte en un rasgo de distinción
social.
En la lírica, sigue existiendo la lírica tradicional, pero paralela a esta lírica de tipo popular,
se desarrolla la lírica culta, escrita en romance por los trovadores.
2. LÍRICA
2.1. LÍRICA TRADICIONAL
2.1.1. El cancionero popular y tradicional castellano: está compuesto por los villancicos
2.1.2. El Romancero viejo
Al menos desde el siglo XIV se cantaban por pueblos y ciudades unas canciones
populares, anónimas y colectivas que contaban diversas historias. Estos relatos cantados
eran los romances. Se denomina Romancero viejo al conjunto de romances que se
cantaban a finales de la Edad Media.
Los romances son poemas narrativos porque cuentan una historia y tienen los elementos
estructurales de todo relato: narrador, personajes, acción, espacio y tiempo. Sin
embargo, también tienen muchos componentes propios de la lírica, como son la
emotividad y un lenguaje simbólico y connotativo, que enriquecen el significado del
texto con múltiples sugerencias poéticas.
Como los romances unen en la misma composición rasgos de la narrativa y de la lírica,
se los ha definido como poemas épico-líricos. Tienen los elementos estructurales de la
narrativa, y el tono y los recursos estilísticos de la lírica.
Una de las teorías más aceptadas es la que defiende que los romances nacieron de los
cantares de gesta (los poemas épicos). Esta teoría sostiene que algunos fragmentos
especialmente significativos de los poemas épicos se grabaron en la memoria de los que
los escuchaban por su belleza o interés y posteriormente se trasmitieron separados del
original.
Los cantares de gesta estaban formados por una serie de versos monorrimos de unas 16
sílabas por término medio, con una cesura en el centro que dividía el verso en dos partes
o hemistiquios, permitiendo al juglar hacer una pausa durante el canto. Sin embargo, el
pueblo no veía escritos los romances, sino que los oía cantar al juglar, así que
probablemente confundió el descanso de la cesura con la pausa final del verso. De este
modo la estructura métrica del romance quedó establecida en una serie ilimitada de
versos octosílabos con rima asonante en los pares quedando libres los impares.
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Los hemistiquios iniciales habrían dado lugar a los versos impares sin rima de los
romances, mientras que los pares asonantados de estos procederían del segundo
hemistiquio de los versos de la épica y de ahí que conserven la rima.
Los rasgos formales y estructurales del romance vienen muy condicionados por el
secular modo de transmisión oral y por ese origen que lo emparenta con la canción
popular y las gestas épicas. Se caracteriza por la sencillez (apenas hay comparaciones o
metáforas complejas) y la claridad.
Además podemos percibir en ellos los siguientes rasgos:
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feudalismo al ámbito amoroso. El poeta se declara siervo de la amada, a la que llama
«mi señor» (midoms, senhor, etc.), y que aparece caracterizada como un cúmulo de
perfecciones (belleza, honestidad…), aunque también fría. Por su parte, el amante que
le rinde culto tiene que seguir todo un código de conducta para intentar cortejarla.
2.2.2. Los cancioneros castellanos y aragoneses del siglo XV
Los cancioneros son colecciones de poesía cortesana, compilados bajo la protección de
nobles o reyes, que corresponden a los nuevos gustos y costumbres cortesanos. Por esta
razón a la lírica culta castellana del siglo XV se le llama poesía cancioneril.
Los cancioneros cortesanos recogen tanto las composiciones de tipo popular (por ej.
villancicos) como las canciones cultas escritas por los trovadores siguiendo las
características de la poesía trovadoresca y el amor cortés. El tema de sus canciones
puede ser amoroso, satírico, moral e incluso encontramos parodias religiosas. Era poesía
compuesta para ser recitada o cantada en la corte.
Los cancioneros más importantes son el Cancionero de Baena, el Cancionero de
Estúñiga, el Cancionero de Herberay des Essart y el Cancionero de Palacio. Todos ellos
son manuscritos. El primer Cancionero impreso fue el Cancionero general, preparado
por Hernando del Castillo con materiales de fines del siglo XV.
Los cancioneros cortesanos comparten las siguientes características:
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Se sitúan dentro de una corriente literaria que se ocupa del tema de la muerte. Esta
literatura reflejaba la permanente preocupación por la muerte que se sentía en el
convulso periodo de la Baja Edad Media (guerras, hambrunas, epidemias, revueltas…).
2.2.4.1. Tópicos
Podemos apreciar una serie de tópicos o temas recurrentes en la literatura previa y de
la época:
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2.2.4.3. La métrica de las Coplas
Manrique opta por el octosílabo, el verso por excelencia de la lírica y el más cercano al
estilo coloquial. Lo mezcla con el verso de 4 sílabas en la copla de pie quebrado. La obra
está compuesta por 40 coplas formadas por dos sextillas, unidas con rima consonante y
esta estructura: 8a , 8b, 4c, 8a, 8 b, 4c, 8d, 8e, 4f, 8d, 8e, 4f.
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3. LA PROSA DEL SIGLO XV
Durante este siglo el desarrollo de la prosa en castellano es muy notable. Son
numerosos los libros escritos en prosa y muy variados los temas de que tratan. Dentro
de la prosa de ficción triunfan:
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Rojas, influido por los comentarios de sus amigos, en 1502 decidió añadirle 5 actos más
y así dar tiempo a los enamorados para disfrutar de su pasión. La redacción definitiva
quedó en 21 actos y pasó a llamarse Tragicomedia de Calisto y Melibea.
Este es el texto definitivo que ha pasado a la historia con el título de La Celestina, nombre
del personaje más significativo de la historia.
La Celestina es una obra dialogada de considerable extensión. Esto ha hecho que para
unos sea una obra de teatro, mientras que otros piensan que estamos ante una novela
dialogada. Es realmente la primera comedia humanística escrita en castellano. Por eso,
su difusión fue enorme y conoció numerosas ediciones tanto en España como en el
extranjero.
CALISTO: Representa la parodia del amor cortés y la locura amorosa. Es el ejemplo del
«mal enamorado»: es torpe y atolondrado, no respeta la regla del amor cortés, no
guarda el secreto de su amor y busca una alcahueta para que le ayude a lograr su
propósito. Su comportamiento es el del «loco de amor», fácilmente manipulable por
todos y cuyo deseo no conoce límites: ni las muertes de sus criados o de Celestina, ni las
dudas o temores de Melibea le importan, solo le interesa lograr su pasión.
MELIBEA: Es una joven rica y de buena familia. Se comporta de una manera muy activa en
la obra. No oculta su pasión y muere finalmente por ella. Algunos críticos la ven también
como una «loca de amor», trastornada por la pasión y, por tanto, también paródica.
Otros críticos la ven como un personaje de carácter rebelde, honesto y sincero, cuya
pureza de sentimientos contrasta con los de su amante.
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CELESTINA: Alcahueta, maga y hechicera, con gran conocimiento de la vida y del corazón
humano. El tipo de la alcahueta o tercera tenía ya una larga tradición literaria (comedia
latina, la Trotaconventos del Libro de Buen Amor) y era un personaje conocido en la
literatura popular medieval. Celestina es el único personaje independiente de toda la
obra, porque solo ella está libre de la pasión amorosa, aunque le lleva la codicia.
Fernando de Rojas consigue fundir todos esos modelos y superarlos, convirtiendo al
estereotipo literario en un personaje dotado de individualidad, de intimidad personal y
de intensa vida propia. Es el personaje central.
LOS CRIADOS Y LAS PROSTITUTAS: Una de las mayores originalidades de la obra es que los
criados y los personajes del pueblo consiguen protagonismo literario. Por primera vez
en una obra en romance, los desheredados adquieren tanta relevancia literaria como
los personajes nobles. Los criados, Pármeno y Sempronio, y las prostitutas, Elicia y
Areúsa, intentan abusar todo lo que pueden de sus señores. La sociedad feudal basada
en la fidelidad al señor se está resquebrajando: Rojas ha sabido captar la crisis social del
siglo XV.
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La vieja Celestina es el vértice de los tres mundos que convergen en la obra: el universo
próspero de Calisto y Melibea, el de los criados y sirvientes, dominado por la codicia, y
el bajo de las prostitutas y marginados.
Así, cuando muere Celestina los tres centros vitales se desmoronan uno tras otro: Elicia
se queda sin sustento, mueren los criados y mueren los amantes. La muerte es la gran
vencedora y la que da el carácter moralizador y medieval a la obra. Nadie puede
escapar a la muerte o al paso del tiempo. Al final de la obra, con el llanto de Pleberio
(padre de Melibea), se plantea a dónde irá a parar, tras la muerte de su hija, todo lo que
ha logrado. Este tema se relaciona con la fortuna: el destino se comporta de forma
aleatoria y todos los personajes son dominados por el azar. Ni siquiera Celestina es capaz
de imponerse.
Sin embargo, permanecen en la mente del lector la vida bulliciosa de criados y
prostitutas, la independencia vital de Celestina y Areúsa, y el amor de Melibea por
Calisto. Es el carpe diem que tanta importancia tendrá en el cercano Renacimiento.
• Lenguaje popular: Lo usan criados y prostitutas. Sus diálogos son vivos, de frases
cortas. En ellos también abundan los insultos o los refranes, como por ejemplo,
en palabras de Pármeno: “A quien dices tus secretos das tu libertad”
• Lenguaje culto: Lo usan Calisto y Melibea. Refleja la conversación universitaria de
la época de los Reyes Católicos.
Celestina varía de un lenguaje a otro dependiendo de su interlocutor porque su
capacidad de seducción se basa precisamente en el arte de convencer a los demás para
que hagan lo que ella desea. Su dominio del lenguaje es sorprendente. De todos modos,
en ella predomina el lenguaje claro y sentencioso. Y es que a pesar de la forma de hablar
latinizada y culta del siglo XV, ya se está imponiendo en estos años un nuevo gusto
literario que tendrá la sencillez y la claridad como ideal del lenguaje.
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