COMENTARIO DE UNA OBRA ESCULTÓRICA
PORTADA ROMÁNICA
Comentario elaborado por Enrique Panao Guarino, preparador
de oposiciones 2020/2021 como ejemplo. Se corresponde con el
tímpano de la Iglesia de San Pedro de Beaulieu sur Dordogne, en
Francia, que data del s. XII.
ÍNDICE
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1. Identificación del caso práctico N.º 1B
2. Descripción
3. Comentario / Análisis
4. Conclusión / Valoración
5. Bibliografía
1. IDENTIFICACIÓN DEL CASO PRÁCTICO N.º 1B
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En el supuesto práctico 1B observamos una escultura monumental
situada en el tímpano (subdivido en dos segmentos) y en el dintel
de una portada de una iglesia románica, cuya autoría, como suele
suceder en la mayor parte de las obras de este periodo, nos es
desconocida.
Debido a que la primera etapa de este estilo artístico, el primer
románico o protorrománico (desde el s. X hasta el último tercio
del s. XI) solo presenta manifestaciones arquitectónicas, debemos
datar cronológicamente esta escultura a partir de finales del s. XI.
Igualmente, dado que no se observan en su ejecución rasgos de
transición hacia el estilo gótico, tampoco podemos fecharla más
allá de la primera mitad del s. XII.
A pesar de los siglos transcurridos, su estado de conservación es
excepcional, no apreciándose daños o deterioros significativos.
2. DESCRIPCIÓN
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Como escultura monumental que es, la obra se encuentra adosada
y condicionada por un marco arquitectónico (el ya comentado
tímpano y el dintel de una portada). Se trata, por lo tanto, de un
relieve (concretamente un mediorrelieve) esculpido en piedra y
de temática religiosa, en el que observamos un total de treinta y
cuatro figuras humanas de diferentes tamaños (acorde con el
principio de representación jerárquica típico de las artes plásticas
románicas), siete figuras animales o de aspecto monstruoso y once
elementos circulares en el dintel cuyo significado especificaremos
cuando realicemos el análisis iconográfico.
La figura principal (de mayores proporciones) está situada en el
centro del tímpano, lleva aureola crucífera, extiende sus brazos y
hemos de identificarla con Cristo. Está flanqueada por un par de
ángeles que anuncian su llegada haciendo sonar dos trompetas
con forma de cuerno. Otros ángeles (descendiendo de las nubes)
portan diversos símbolos de la Pasión, entre los que sobresale la
cruz y los clavos. Además, repartidos a uno y otro lado de Cristo,
observamos a doce figuras (relacionándose por parejas) en las que
podemos reconocer a los doce apóstoles gracias a los símbolos
que portan en sus manos. Especialmente explícitas son las llaves
que sujeta uno de los apóstoles y que nos hace pensar de forma
inequívoca en San Pedro. Ángeles y apóstoles se representan con
aureolas y con unas proporciones inferiores a Cristo, aunque más
grandes que el resto de figuras.
Éstas son personas terrenales (carecen de aureola) que salen de sus
ataúdes o que son devoradas por los monstruos anteriormente
citados. Finalmente, decir que la distribución de todas estas figuras
es bastante simétrica y toma como eje central a Cristo.
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COMENTARIO DE UNA OBRA ESCULTÓRICA
PORTADA ROMÁNICA

3. COMENTARIO / ANÁLISIS los programas iconográficos de las portadas románicas deban

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Desde el punto de vista formal, la obra que estamos analizando
cumple con las principales características de la escultura románica:
Además de la mencionada representación jerárquica, observamos
la necesaria ley de adaptación al marco arquitectónico en muchas
de las poses y distribución de las figuras que conforman la escena
descrita (obsérvese el apóstol de nuestra derecha, aprisionado
entre su acompañante y la primera arquivolta).
También resulta evidente el denominado horror vacui, puesto
que prácticamente no queda un espacio sin esculpir.
La representación de las figuras, en lo que a rostros, partes del
cuerpo y vestimentas se refiere, es esquemática y antinaturalista;
muy alejada, por tanto, de los cánones clásicos que el estilo gótico
posterior comenzará a recuperar en un proceso de humanización
y naturalismo de las artes plásticas y que desembocará en la esté-
tica renacentista siglos más tarde. De hecho, podemos observar
unos dedos desproporcionados, excesivamente largos, en algunas
de las manos (como los de Cristo). La rigidez de los cuerpos y la
inexpresividad de los gestos son propios también de la escultura
románica.
Tampoco existe ninguna representación espacial que permita
ubicar la escena en un lugar determinado ni crear distintos planos
de profundidad. De manera que estamos ante una representación
plana y bidimensional, alejada de cualquier intento de perspectiva
espacial.
Por último, aunque no observamos ningún resto de policromía,
sabemos que la obra debió de haber estado policromada en su
totalidad.
Por otra parte, desde el punto de vista iconográfico, podemos
afirmar que estamos ante la representación de la segunda venida
de Cristo al final de los tiempos o parusía. Se trata de un tema de
carácter apocalíptico, mencionado en diversos libros del Nuevo
Testamento (entre ellos los cuatro evangelios) y muy acorde con
la espiritualidad y mentalidad religiosa del románico. Y es que,
pasado el denominado “terror del año mil”, las representaciones
escatológicas vinculadas al pecado, al infierno y al Juicio Final
continuaron imponiéndose en los programas iconográficos de las
iglesias románicas. La escena, en la que Cristo triunfante (brazos
extendidos) ante la muerte (símbolos de la Pasión) se presenta
por segunda vez a la Humanidad, se nutre de todo un elenco de
elementos y símbolos apocalípticos muy recurrentes en la icono-
grafía de los siglos X, XI y XII: seres demoniacos, ruedas de fuego
y monstruo de siete cabezas (mencionado en el Apocalipsis de San
Juan) en el dintel; cabeza de dragón con la boca abierta (así se
solía representar la entrada en el infierno) en el margen inferior
izquierdo del tímpano; monstruos inspirados en los bestiarios
medievales en todo el segmento inferior del tímpano…
considerarse auténticas “biblias de piedra”.
La ubicación de la escena tampoco es aleatoria ni casual. Aunque
la imagen no nos permita corroborarlo, lo habitual era que este
tipo de representaciones se llevaran a cabo en la portada occiden-
tal (principal) del templo. Este hecho también refuerza el carácter
simbólico propio del estilo románico que antes señalábamos. Y es
que la iglesia románica se orienta en dirección Oeste-Este, de tal
manera que el fiel que se adentra en ella lo hace por occidente,
relacionado con el ocaso, con la oscuridad y con el pecado. El fiel
proviene del ámbito terrenal donde la naturaleza humana es
proclive al pecado. La salvación ha de buscarse en Cristo, asociado
a la luz oriental del amanecer, justo donde se sitúa el ábside con
el altar y el sagrario.
El mensaje que se quería transmitir al fiel quedaba reforzado por
el sermón sacerdotal que se apoyaba en esas imágenes apocalíp-
ticas talladas en piedra y pintadas en el interior del templo. Ejem-
plos de este tipo de portadas románicas lo encontramos especial-
mente en las iglesias francesas de Santa Fe de Conques, Santa
María de Vezelay o San Lázaro de Autun, entre otras. En la
península Ibérica, el mejor ejemplo de escultura monumental es
el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela,
aunque este pertenece ya al periodo de transición al gótico.
En definitiva, una obra escultórica monumental que resume a la
perfección gran parte de los rasgos formales e iconográficos del
románico. Un estilo artístico rural, teocéntrico, asociado al perio-
do feudal, a la orden cluniacense, al culto a las reliquias y a las
peregrinaciones a los santos lugares, que surgió en Borgoña y en
Lombardía y que llegó a extenderse por gran parte del continente
europeo (en los reinos cristianos peninsulares penetró a través de
las rutas del camino de Santiago) originando así el primer estilo
internacional tras la desaparición del imperio romano.
5. BIBLIOGRAFÍA
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» D´ALLEVA, A. (2010). How to write Art History.
» ESCUDERO, L. & GÓMEZ, A. (2018). Diccionario visual
de términos arquitectónicos.

La parusía suele representarse como el paso previo al Juicio Final,

tal y como lo demuestran los muertos saliendo de sus tumbas para
presenciar la segunda venida de Cristo. Así, el miedo al infierno y
a los castigos que sufrirán los pecadores (presencia de monstruos
ya citada), está siempre presente en este tipo de representaciones.

4. CONCLUSIÓN / VALORACIÓN
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Concluiremos nuestro comentario poniendo de relieve el carácter

simbólico de la obra en cuestión, imponiéndose en todo momen-
to el mensaje a la representación naturalista de la escena. La iglesia
del periodo románico se valía de este tipo de imágenes para
adoctrinar a unos fieles que en su mayoría eran analfabetos. De
ahí que la finalidad primordial de esta obra sea didáctica y que