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Había una vez dos vecinos, Marta y Juan, que vivían en casas contiguas en un pequeño vecindario.

Durante años, Marta y Juan habían sido buenos amigos, pero un día surgieron diferencias entre ellos.
El conflicto comenzó por un árbol frondoso que estaba justo en la frontera de sus propiedades. Marta
sentía que las ramas del árbol invadían su jardín y bloqueaban la luz solar que necesitaban sus plantas,
mientras que Juan consideraba que el árbol era parte integral de su paisaje y no quería que fuera
dañado de ninguna manera.

A medida que pasaban los días, la tensión entre Marta y Juan iba en aumento. Sus conversaciones se
volvieron tensas y comenzaron a evitarse mutuamente. El vecindario, que solía ser un lugar de
armonía, ahora se veía afectado por este conflicto.

Sin embargo, un día, ambos vecinos decidieron que era hora de encontrar una solución pacífica.
Sabían que no querían arruinar su amistad y que necesitaban recuperar la paz en su vecindario.
Convocaron a una reunión en el patio de Marta, donde se sentaron a dialogar.

En la reunión, Marta y Juan expresaron sus preocupaciones y puntos de vista de manera respetuosa.
Marta explicó cómo las ramas del árbol afectaban su jardín y solicitó podarlas para mantener un
equilibrio. Juan compartió su amor por el árbol y cómo lo consideraba un símbolo de belleza y
naturaleza.

Después de escucharse mutuamente, Marta y Juan llegaron a un acuerdo. Decidieron contratar a un


jardinero profesional que pudiera podar las ramas del árbol de manera que no dañara su salud, pero
al mismo tiempo permitiera que Marta tuviera suficiente luz solar en su jardín. Ambos vecinos
acordaron compartir los gastos y supervisar juntos el trabajo del jardinero para asegurarse de que se
cumpliera el acuerdo.

A medida que avanzaba el tiempo, el árbol se mantuvo saludable y floreciente, y la amistad entre
Marta y Juan también se fortaleció. Ambos vecinos aprendieron la importancia de la comunicación
abierta y respetuosa, y cómo encontrar soluciones pacíficas para resolver conflictos.

El vecindario volvió a ser un lugar armonioso y los demás vecinos se inspiraron en el ejemplo de
Marta y Juan. Su conflicto resuelto pacíficamente demostró que, incluso en los momentos más
difíciles, la empatía, el diálogo y la disposición a comprometerse pueden conducir a soluciones
beneficiosas para todas las partes involucradas.

Desde aquel día, Marta y Juan se convirtieron en defensores de la paz y la resolución pacífica de
conflictos en su comunidad, recordando siempre que la amistad y la armonía son más valiosas que
cualquier desacuerdo.

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