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Cristian y Manu eran dos hermanos muy unidos hasta que el padre de ambos
falleció. A partir de ahí comenzaron las discusiones y los desacuerdos por la
herencia. Esta no solo incluía dinero en metálico, sino que además incluía la
casa de vacaciones de la familia junto a la playa.
El padre recogió en el testamento que la casa debería ser para ambos hijos, y
en caso de que alguno no quisiera hacerse cargo, debería venderle su parte al
otro hermano.
Si por el contrario eran los dos hermanos los que no estaban dispuestos a
hacerse cargo del mantenimiento de la casa, deberían venderla y repartirse el
dinero.
Sin embargo, Manu, sin contar con la opinión de Cristian decidió ocupar la casa
junto con su mujer e hijos. Al principio, Cristian no le dio demasiada importancia,
pero cuando se decidió a hablar con su hermano, comenzaron los desacuerdos
y las discusiones entre ambos donde las agresiones verbales eran algo frecuente
entre ellos.