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RELATO DE UN GUAPO

EL MENSAJE DE LOS ALIENS,


MARCIANOS, JUPITERIANOS,
EXTRATERRESTRES O COMO
USTED LOS QUIERA LLAMAR (RELATO DE
UN GUAPO)
Diana Patricia Guapo Vargas

Ilustrraciones:
Diana Patricia Guapo Vargas

Corrección de Estilo
Natalia García Mora
Proyecto ganador del programa de estímulos Artenjo 2023
RELATO DE UN GUAPO
RELATO DE UN GUAPO

La publicación de este libro fue posible gracias a la convocatoria


pública del portafolio municipal de estímulos ARTENJO 2023 del
Instituto Municipal De cultura y turismo de Tenjo, para el fomento de
la creación, circulación, formación e investigación de las expresiones
artísticas y culturales del municipio de Tenjo, Cundinamarca
RELATO DE UN GUAPO

Gracias a mi adorada Juaica, Churuguaco y Majuy las montañas


sagradas que viven en mi cuerpo, mi vida y mis pensamientos…
RELATO DE UN GUAPO

Este libro esta dedicado a Juan de dios Guapo Nemocon,


descendiente de los muiscas y chibchas que habitaron el cerro de
Churuguaco. Mi maestro de vida, un ser sabio, amable y generoso
quien me enseño un montón de chistes, cuentos y pendejadas….
¡Buen viaje, don Juan!
RELATO DE UN GUAPO

Muchas mariposas me vieron partir, muchas mariposas me vieron


regresar. Me posé justo en el vientre de mi mamá, Churuguaco, y
volví a nacer, como un ser humano esta vez, para contarles este
cuento.
RELATO DE UN GUAPO

PRÓLOGO
Juaica se ubica en la Sabana Centro de Cundinamarca,
entre los municipios de Tenjo y Tabio. A una altitud
cercana a los 3100 metros, esta montaña rocosa se
destaca porque allí es posible el avistamiento de objetos
voladores no identificados. Es un lugar misterioso que
suelen visitar muchos extranjeros en la temporada de
vacaciones. Rob, Ross y Fabiana son unos visitantes
cósmicos que vinieron de un lugar muy muy lejano para
espantar espíritus e invocar extraterrestres.
Aquí inicia el relato de un Guapo.
RELATO DE UN GUAPO

ÍNDICE

EL ENCUENTRO CON EXTRANJEROS CÓSMICOS EN JUAICA


CAPÍTULO I

MIS VIDAS PASADAS Y LAS CARTAS DEL TAROT EN UN


SUEÑO
CAPÍTULO II

LA CASA DE LA SEÑORA ROSAURA, UNA CASITA QUE


GUARDA EL TESORO DE LOS ALIENS
CAPÍTULO III

EL CASTILLO DE LAS ORQUÍDEAS


CAPÍTULO IV

LOS SECRETOS DEL TERCER OJO Y EL NACIMIENTO DE


MAJUI
CAPÍTULO V
RELATO DE UN GUAPO

LOS SECRETOS DEL TERCER OJO Y EL ABRAZO DE JUAICA


CAPÍTULO VI
RELATO DE UN GUAPO

UN ENCUENTRO CON EXTRANJEROS


CÓSMICOS EN JUAICA
CAPÍTULO I

¿Qué es lo que habita entre nosotros?


En ese momento de la vida, a comienzos del 2023 residía
en mí una extraña enfermedad. Tenía dificultad para
caminar; no podía correr, saltar, bailar o trepar cerros.
Tropecé un millón de veces con las grietas de las calles,
hasta que abracé el suelo.
No podía recorrer Juaica, mi adorada Juaica…Churuguaco
y el Majui, las montañas de mi pueblo. ¿Usted qué haría si
perdiera la fuerza de sus piernas y el impulso de su
cuerpo? ¿Qué haría con una cosa rara que le obstaculiza
el movimiento?
A esa vaina rara los médicos le llamaron: miopatía
inflamatoria no especificada. Yo la llamé cosa; luego, quise
ponerle un nombre. Los expertos al inicio la apodaron
polimiositis; después, dermatomiositis, porque notaron en
mí unas leves erupciones cutáneas en los parpados, cuello,
nudillos, rodillas, pecho y espalda. Esos nombres eran
aburridos y la cosa necesitaba un nombre extremo. Por los

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RELATO DE UN GUAPO

cientos de porrazos que me di, la llamé Palsuelo, similar a


Consuelo solo que un poco más innovador. En fin, Palsuelo,
vivía en mi cuerpo desde hace más de un año y aún no
conocía la montaña. La loca era muy floja y se me colgaba
en todo el cuerpo. Era tan pesada que perdí la fuerza de
mis brazos y mis piernas por varios meses. Dicen que
Palsuelo destruye las fibras musculares y deja el cuerpo sin
fuerza.

Los primeros días del año, Palsuelo estaba más liviana y


mis piernas todavía algo fuertes, por eso decidí subir nada
más ni nada menos que a la gran Juaica, esa montaña
poderosa que conecta con otros mundos: el portal de los
dioses, el gran cerro de lucecitas danzantes. Mi hermana
Nicoll también quería ir; yo no tuve ningún problema, sabía
que Nicoll nos daría palabras de aliento a Palsuelo y a mí
durante el recorrido.

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RELATO DE UN GUAPO

Debo confesar que mis piernas estaban un poco mal, pero


podía caminar. Quise intentarlo, adoraba a Juaica y mi
corazoncito parecía el de un niño. Latía más fuerte en la
falda, en el pico y en la cumbre; ya extrañaba el aroma del
chusque, el sabor del musgo y el suave arrullo del viento
en mi pecho.
Habíamos planeado subir temprano, pero la noche
anterior se nos prendió la señora fiesta y las cobijas nos
detuvieron, así que terminamos subiendo como a las
nueve de la mañana. El sol ya inundaba con su calor.
Decidimos subir por el Santuario, por allí es más largo el
camino, pero el recorrido es mucho más suave y fácil, algo
que mis piernas agradecerían.
Aunque mi hermanita Nicoll estaba allí para ser mi bastón
y apoyarme, quería intentar subir sola y este era el
sendero que podía recorrer. Mientras ascendíamos por la
carretera del Santuario que conecta con la peña de Juaica,
nos cruzamos con un taxi que se detuvo al pasar. En su
interior iban dos personas que querían subir la montaña,
pero encontraron cerrado el sendero y nos preguntaron si
conocíamos la subida. Respondimos amablemente que sí,
que justo íbamos para allá. Así fue como conocí a Fabi y a
su mamá Ross, dos extranjeras que venían desde Italia a
conocer la montaña. Se estaban hospedando en Tabio, en
Río Frío, una vereda del municipio.

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RELATO DE UN GUAPO

Creí que viajaban solas, pero mientras conversábamos nos


contaron que viajaban con un chico y que él también
estaba interesado en subir a Juaica. En un principio, ellas
buscaban dónde cabalgar en Tabio y al no encontrar un
lugar, decidieron sumarse a la expedición. Su amigo ya
estaba subiendo. Él no esperaba encontrarse a Fabi y a
Ross allá.
Durante el recorrido, Ross nos contó que llevaban pocos
días en Colombia. Habían llegado a Tabio la noche
anterior, tras un corto viaje en el Putumayo, a donde
fueron a buscar yagé, una medicina tradicional. Es una
bebida hecha por las comunidades indígenas que se
utiliza como una purga preparada con ayahuasca, una
poderosa planta del territorio.
Sus relatos y experiencias me recordaron un viaje que hice
al Amazonas hace varios años, para ese entonces,
Palsuelo no existía en mi cuerpo y yo tenía un espíritu
aventurero y medio hippie, entonces, les conté:
—Justo antes de la madrugada, cuando el reloj marcaba
poco más de las tres de la mañana, los repiques de la
selva me despertaron. Me levanté y caminé por el pasillo
de la casa. Al llegar al altillo, mi piel se erizó. Escuché el
aliento de los árboles y el respirar del río Amazonas. No
solo oía la selva, también podía sentirla.
Me acerqué al balcón para respirar y abrazar el soplo de
la Amazonia. Cuando me recosté sobre el balcón, brotaron

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RELATO DE UN GUAPO

unas lucecitas de la enredadera que lo rodeaba. ¡Eran


cientos, cientos de luciérnagas! En la mañana, un ticuna
me contó que la planta que rodeaba la casa era la
ayahuasca.
Entre cuentos y anécdotas, el recorrido por la misteriosa
Juaica se hizo muy grato, tanto que olvidé el dolor de mis
piernas e hice las paces con la cosa rara que habitaba mi
cuerpo. Palsuelo estaba recibiendo el amor de la
montaña. En realidad, creo que todos estábamos siendo
acogidos por el afecto de Juaica y cuando menos lo
notamos, estábamos en la cumbre.
Antes de llegar vi que Fabiana llevaba consigo un pequeño
colibrí de mostacillas. Los mayas creían que estas
pequeñas aves transmitían pensamientos y eran
mensajeros del universo. Fabi lo había recibido como un
obsequio en su viaje al Putumayo y me contó que vino a
América solo por conocer sus pechos emplumados, por
que amaba y encontraba una belleza pura en el aleteo de
estas aves.
Una perlita de oro se posó junto a la cascada
para sentir las cosquillas del dios del agua. La
pepita solo se duchaba, pero los pocos rayos del
sol le desnudaron el alma.
Fue así como alzó el vuelo, el pequeño muisca
ventridorado.

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RELATO DE UN GUAPO

En la cumbre, tomamos un descanso. Fabi y Ross


probaron un tomate de árbol que Nicoll, había traído. El
tomate de árbol es un fruto que se cultiva en las
cordilleras andinas. Aunque se da en Colombia, Ecuador y
Perú, Ross no lo conocía, ella es nativa de los Andes
peruanos, lleva un par de años viviendo en Italia, ama las
flores y cree en el poder de las plantas.
Bajamos el peñasco con el sabor del tomate en el paladar.
Mientras caían las cáscaras del tomate de árbol por la
orilla del peñasco, le conté a Ross que los indígenas del
valle de Tenjo se aventaron de esa roca.
Imaginamos una espiral de pies danzantes, de hombres
que cantaban al universo al calor del fuego. Eran hombres
que habitaban estas tierras, que agradecían al Sol y a la
diosa Luna en la cumbre de sus montañas sagradas.

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RELATO DE UN GUAPO

Juaica resguarda los cantos y ofrendas de los muiscas y


chibchas que habitaron el territorio.
Cuentan los que cuentos cuentan que el sonido de la
hojarasca retumbó en el borde del peñasco. Los indígenas
que danzaban en la cumbre vieron cómo sus valles eran
colonizados y se entregaron, valientes, oponiéndose a la
conquista de hombres extraños.
Me senté sobre la roca y mis mejillas se humedecieron,
lloraba de felicidad. Estaba en mi hogar; la montaña me
abrazaba con sus fuertes vientos todas las mañanas y
curó las heridas de mi primer amor, el cerro que a
susurros me contaba historias misteriosas, el monte que
habitaba mi cuerpo, mi Juaica, mi adorada Juaica.
Entonces, contemplé sus paisajes como en un lienzo y
descubrí que lo que en realidad me habitaba era el olor a
tierra de mis montañas, el frío dulce de sus plantas.
—Paty, tienes que conocer a mi compañero Rob, ven un
momento —gritó Ross.
Antes de verlo por primera vez, había imaginado que era
un viejo hippie que contaba historias extrañas. Durante el
camino, Ross habló mucho de él. Yo estaba un poco
equivocada. Caminé hacia Rob, noté que era solitario, no
tenía aspecto de hippie y en realidad no era tan viejo. Se
encontraba sentado a un costado de la roca, tranquilo y
un poco serio.

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RELATO DE UN GUAPO

Sin presentarse me miró y me dijo:


—Siéntate.
Fue como si pasara a su consultorio. Me senté a su lado,
un poco incómoda sin saber qué decir.
—¿Cómo te sientes? —preguntó.
En realidad, no recuerdo exactamente lo qué respondí.
Solo le hice saber que me alegraba volver a casa y que
tenía miedo de que mis piernas no tuvieran la fuerza para
regresar a mi montaña.
En fin, vencí el miedo y estaba en el filo de mi Juaica con
un hombre indescifrable. Recuerdo mucho sus facciones:
moreno, ojos un poquito achinados y marrones, con lentes
y nariz grande. Era un hombre de estatura promedio con
el cabello oscuro.
Después de contarle cómo me sentía, Rob llamó a Ross y
me pidió que me recostara en el suelo. Le indicó a Ross
que pusiera sus manos sobre mis costillas. Como Palsuelo
estaba dormida, cerré los ojos y escuché nuestra
respiración. Sentí la plenitud en mi cuerpo, mi mente y mi
espíritu; estaba tranquila y segura. Entonces, percibí el
soplo del monte en el rostro. Sonreí y agradecí al
universo. Cuando abrí los ojos y me levanté de la roca,
Ross me recibió con un abrazo y mientras me abrazaba
me dijo al oído:

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RELATO DE UN GUAPO

—También sentí el aliento de la montaña, necesitabas


mucho amor.
Luego, me acerqué a mi hermanita Nicoll y noté que sus
ojos retenían un par de lágrimas.
—Nicoll, ¿estas bien? —pregunté.
Nicoll no dijo una sola palabra. «Quizá solo necesita un
abrazo», pensé.
Apeñusqué a Nicoll con la fuerza del soplo que me había
obsequiado el cerro y justo en ese momento un ventarrón
agitó su cabello.
—Otro suspiro de Juaica —afirmó Nicoll.
Después, Ross, Fabiana y Rob, se acercaron. Rob se
quedó observando y dijo algo que Comprendí mucho
después
—Mujeres, ustedes están conectadas, han respirado y
sonreído juntas en la falda y en la cumbre de esta
misteriosa montaña.
¿Qué? ¿Conectadas? ¿Cómo? ¿Rob…Fabiana…Ross…?
¿Quiénes eran esas personas? ¿Casualidad o causalidad?
¿Qué estaba pasando?

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RELATO DE UN GUAPO

MIS VIDAS PASADAS Y LAS CARTAS


DEL TAROT EN UN SUEÑO
CAPÍTULO II

¿Causalidad del universo? Jamás supe si fue una


casualidad, causalidad, causa, efecto, origen, principio,

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RELATO DE UN GUAPO

accidente... Para mí era magia. Conocí a tres personas


extrañas en la falda y en la cumbre de una misteriosa
montaña. No era la primera vez que conocía personas
bonitas que hablaban sobre las conexiones con el
universo y la madre tierra. Un día me topé en el borde del
peñasco con un viejo yogui de unos ochenta años. Yo le
compartía un par de relatos mientras detallábamos el
paisaje, no pude ofrecerle un poco de chicha o guarapo,
pero sí una gran sonrisa.
El viejo dijo que yo era especial. Nunca entendí a qué se
refería con eso, no creo que sea especial, solo soy Guapa
de apellido Guapo de los Guapos de Tenjo. Los Guapo,
junto con los Tauta, son nativos del municipio y dicen que
al parecer son los descendientes de los muiscas y
chibchas que habitaron el cerro de Churuguaco. Al calor
del guarapo, los Tauta guiaban a los Guapo hasta la
cumbre del peñasco, allí danzaban juntos con el reflejo del
fuego y los destellos del cielo.
En fin, nunca más supe del viejo yogui de las esencias,
ese viejo raro amante de la madre tierra. En cambio, estos
tres personajes se me colaron en la mente y en una
pequeña parte del corazón. Fabi, Ross y Rob los
extranjeros cósmicos que me hechizaron el alma.
Durante el descenso, Rob se nos adelantó y continuó el
recorrido solo. Nosotros quisimos bajar lento por si de
pronto Fabi y Nicoll, se encontraban con un bonito colibrí

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RELATO DE UN GUAPO

por el camino. Nicoll y Fabi no encontraron el ave, pero sí


un par de azulejos. El descenso también fue muy
agradable, Nicoll y Fabi se volvieron amigas. Cuando
llegamos a la carretera vino un taxi para recoger a Fabi y
a Ross. Al siguiente día nos encontraríamos en el Jardín
Botánico de Tabio para ver pájaros; quizá Fabiana y Nicoll
estuviesen de suerte para ver el colibrí.
La mañana siguiente creí que era nuestra despedida, pero
Ross y Rob me pidieron el favor de guardar sus maletas
en mi casa para ir cómodos al Jardín. Llegaron alrededor
de las diez y media para guardarlas; tenían planeado ir
con nosotras en busca del colibrí y después ir a las minas
de sal en el municipio de Zipaquirá.
Antes de partir hacia el parque de las aves, mi mamá les
ofreció una aromática, estábamos todos en el comedor.
Rob nos dijo que había alguien en la casa que se quería
despedir de nosotros. Recuerdo claramente que en la
casa estábamos mi mamá; mi hermanita, Nicoll; mi
hermano, y su novia, Carolina. Fue como una escena de
película. Entre charla y charla, mi mamá les contó que
habíamos perdido a un ser querido hacía un poco más de
un año. Rob aprovechó ese momento para hablar de lo
que para él significaba la muerte. Nos habló del umbral,
de trascender a otros planos y un montón de cosas raras
que no entendimos. Fue entonces cuando le preguntó a
mi mamá:

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RELATO DE UN GUAPO

—¿Usted quiere que conectemos con Juan de Dios en


este momento para que se puedan despedir, y él pueda
trascender al umbral?
—Bueno —respondió mi mami un poco asustada,
aunque también con curiosidad y sorpresa en su rostro.
Rob nos pidió que extendiéramos las manos, nos
sentamos en el comedor y cerramos los ojos, por nada del
mundo podíamos abrirlos; según Rob, se perdía la energía
y también la comunicación. Yo no entendía nada y tenía
los pelos de punta. Apreté los párpados con fuerza y me
entregué a la experiencia. Poco después, sentí el llanto
discreto de mi mamá y me embargó la nostalgia. Apreté
los ojos hasta que se me aguaron, enseguida sentí mis
manos muy cálidas, me sudaban mucho y empecé a
temblar. Palsuelo también estaba acobardada e hizo que
mis parpados y nudillos se enrojecieran un poco. Después
Rob nos comunicó que el viejo Juan de Dios, descendiente
de los indios del cerro Churuguaco, ya estaba con
nosotros. Rob preguntó si alguien más podía sentir su
presencia, y la novia de mi hermano respondió:
—Siento algo en las manos.
No supe si era la misma sensación que yo estaba
experimentando.
—Si Juan de Dios estuviese aquí, ¿qué cree que les diría?
—le preguntó Rob a Carolina.

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RELATO DE UN GUAPO

—Mmmm, no sé. ¿Que estemos más unidos? —


respondió confundida.
—¿Alguien más puede sentir? —exclamó Rob.
No supe qué contestaron, ya no estaba prestando
atención, el calor de las manos se convirtió en cosquilleo y
sentí un fuerte dolor en mi pecho. Pensé en la posibilidad
de que mi viejo, el viejo guapo de los Guapos de Tenjo en
realidad estuviera ahí con nosotros. Quise decirle que
extrañaba su sonrisa, sus chistes, sus pendejadas y el
sabor de sus cuajadas. De pronto, recordé una carta que
escribí para él unos meses después de su muerte y quise
leerla, pero no podía abrir los ojos. Tenía mil
pensamientos en la mente y no sabía qué hacer, decir o
creer. Estaba muy confundida. Minutos después, Ross
empezó a temblar, bueno, en realidad no sé, pero Rob le
decía que no podía permitir que pasara eso. ¿Eso? me
pregunté a mí misma, imaginé que se le había intentado
meter un espíritu o algo así, como en una película de
terror. Mi mamá se derrumbó en llanto, algo pasaba en su
interior, algo pasaba con sus sentimientos. Rob nos pidió
que abriéramos los ojos.
Cuando abrí los ojos, vi a Ross un poco pálida. Me
acerqué y tenía las manos frías. Todo estaba en orden.
Rob nos puso a quemar palo santo por toda la casa, como
si hiciéramos una limpieza espiritual. Al final, no supe si el
Guapo estuvo o no con nosotros y si trascendió hacia la

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RELATO DE UN GUAPO

luz como decía Rob. Nicoll nos contó que había visto al
viejo en ese momento; al parecer tenía la piel más clara y
las heridas de su rostro ya habían sanado. Nicoll se
despidió con una lágrima en el rostro y una grata sonrisa.
Finalmente, Nicoll y yo pasamos el día con ellos. Fuimos a
buscar un bonito colibrí en el Jardín Botánico de Tabio, -

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RELATO DE UN GUAPO

pero no lo encontramos. Después, comimos pizza y los


acompañamos a la casa donde se hospedarían esa noche,
en el municipio de Cajicá, allí jugamos Bumble y cenamos
juntos. Éramos como sus guías, solo que la relación era
más cercana, como si estuviésemos en familia.
Rob quiso enseñarme sus cartas del Tarot. Nunca en mi
vida había visto unas cartas y me encantaron sus
ilustraciones. Ojeando la baraja, me topé con una carta
que me llamó mucho la atención: el dos de bastos; le
conté a Rob que años atrás había hecho un dibujo muy
parecido al de esa carta. Según los expertos en cartas y
los que cuentos cuentan, esta carta simboliza seguridad al
enfrentarnos a cosas nuevas, es un emblema de fuerza,
confianza y autoconocimiento. Rob también me enseñó la
carta que consideraba que me representaba: la
emperatriz. Para él, esta carta simbolizaba mi conexión
espiritual y emocional con la vida y con la madre tierra. Lo
que Rob creo que intuyó fue mi conexión con el sabor del
viento, el aroma de mis montañas y el abrazo de los
árboles. Soy virgo y mi elemento es tierra, pero en
realidad yo no sé absolutamente nada del tarot. Quizá
Rob y sus cartas tenían algo de razón.

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RELATO DE UN GUAPO

Al final del día, Ross y Rob se quedaron en Cajicá y Fabi se


fue con nosotras. Cuando estábamos en casa, mientras
Nicoll y Fabiana jugaban al azar y a la puntería en la sala,
detallé el reflejo de Fabiana por la ventana y recordé un
sueño.
Soñé que eras mar y con tus dientecitos de conejo me
invitabas a Jugar. Soñé que eras Mar.
Mar es la niña de ojitos claros y dientecitos de conejo que
vive en Forest of Orchids, una reserva ecológica ubicada
en Chinche, una vereda de Tenjo. En La casita de las
orquídeas se dedican a la conservación de estas flores y
la restauración de los ecosistemas. En 2019, visité Forest

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RELATO DE UN GUAPO

of Orchids en busca de un colibrí para un pequeño


videoclip que mi hermano estaba filmando. Recuerdo que
ese día no me topé con Mar, pero si con su papá, don
José Luis Piña, quien también tiene una bella sonrisa con
dientecitos de conejo y un carisma increíble. Él nos
compartió algunos secretos de las orquídeas y me
presentó a la cara de mono, una de las orquídeas que
más me impresionó.
Me presentaron a Mar dos años después de conocer la
cara de mono, y un día soñé con ella. Bueno, realmente
no sé si era ella porque soñé con una niña de ojos claros
que me invitaba a jugar. Por el color de sus ojos, su
sonrisa y su cabello, al despertar pensé que había soñado
con Mar. Mar ya no es una niña, pero su mirada me afirmó
que la niña de mi sueño era ella. El reflejo de Fabiana
inmediatamente me recordó a esa niña, la niña de mi
sueño. La niña con la que soñé unos meses antes, estaba
jugando en la sala de la casa con mi hermanita. ¡Qué
locura!
Cerca de la medianoche nos venció el sueño y nos fuimos
a dormir. Fue una noche rarísima y muy larga. Tuve
pesadillas y hasta parálisis del sueño, esa sensación
horrible que te deja sin aliento. Nunca había
experimentado eso. Entre sueños y pesadillas, soñé con
una carta de la baraja de Rob, una que no había visto. La
imagen de la carta era la de un lobo con mirada profunda.

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RELATO DE UN GUAPO

Leí que la luna representaba el reino de los sueños, la


imaginación, los ancestros y las vidas pasadas.
En la madrugada, desperté algo asustada y con pocos
recuerdos de mis sueños, pero sí recordaba esa extraña
carta. Palsuelo estaba recostada en toda mi cabeza y el
dolor era impresionante, miré hacia el lado derecho, allí
estaba Nicoll profunda, y al costado izquierdo estaba
Fabiana. Justo cuando puse mi mirada sobre Fabi, abrió
los ojos, me miró fijamente y me dijo «mamá», me abrazó y
me aseguró que yo había sido su mamá en una vida
pasada.

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RELATO DE UN GUAPO

LA CASA DE LA SEÑORA ROSAURA,


UNA CASITA QUE GUARDA EL
TESORO DE LOS ALIENS
CAPÍTULO III

Al siguiente día, Rob y Ross planearon ir a las minas de


sal y nos levantamos temprano para acompañarlos.
También queríamos ver el pequeño colibrí de pechito
dorado, así que contacté a un amigo pajarero que
documenta sus pechitos emplumados. Juan Pablo Rojas
era la persona indicada para ayudarnos a encontrar el
colibrí. Aunque Juan estaba ocupado y no podía guiarnos,
nos recomendó un lugar donde podríamos avistar
diferentes colibríes. Este lugar ofrecía hospedaje, y justo
antes de contactar a Juan Pablo, Ross y Rob estaban
buscando una casa o cabaña para alquilar en Tabio, Tenjo
o Subachoque, yo no conocía ninguna, así que ese
muchacho nos fue de gran ayuda. El plan era ir a las
minas de sal en Zipaquirá y luego visitar la casa de los
colibrís, allí nos hospedaríamos.

29
RELATO DE UN GUAPO

Ese día también guardaron sus maletas en mi casa. Antes


de partir hacia las minas, le conté a Rob mi sueño con la
carta y quiso hacerme una lectura del tarot.
—Trae un poco de fuego y prendemos palo santo, quizá
la carta salga en tu lectura —me indicó Rob. Justo antes
de empezar, él llamó a Nicoll para que aprendiera y a lo
largo le hacía preguntas:
—Nicoll, ¿escuchas algo? ¿Sientes o ves algo?
Nicoll, no parpadeaba, no decía ni una sola palabra. Al
parecer Nicoll podía escuchar algunos golpes y cascadas,
se encontraba muy asombrada.
—Yo, también tuve sueños extraños —dijo al fin Nicoll.

30
RELATO DE UN GUAPO

—Nicoll ha heredado algunos de mis dones, fue mi hija


en una de mis vidas anteriores. También puede interpretar
los sueños —dijo Rob.
Después de esto, miré a Nicoll a los ojos y no dije nada en
absoluto.
—Quiero que comprendas que Nicoll tiene dones
increíbles, ella puede escuchar y percibir cosas que otros
no. Escúchala y cree en ella para que ella crea en sí
misma, para que pueda hablar con libertad sin temer a
que la tilden de loca. ¡Escúchala y cree en la magia! —dijo
Rob.
Palsuelo también me jaló las orejas y sentí un fuerte
timbre mientras me gritaba:
—¡Escucha! Ni si quiera me escuchas a mí y aún no crees
en la magia de tu cuerpo.

Fue así como me dispuse a escuchar el tarot.


Si no estoy mal, tomé cinco cartas de la baraja. La lectura
reveló que soy una mujer demasiado sensible que se deja
gobernar por sus emociones. Estoy atada al vientre de mi
casa, dependo emocional, física y espiritualmente de mi
familia. También salió la rueda de la fortuna, pero mi
fortuna parece estar estancada en el vientre; mi verdadera
fortuna es la libertad, y es tiempo de volar. Además,
habita en mis pensamientos un hombre. En la imagen de

31
RELATO DE UN GUAPO

esa carta salía una mariposa que cargaba un botecito con


un hombre; al parecer la mariposa no podía alzar el vuelo
por la carga. Tanto Palsuelo como mi familia, mis
emociones y ese hombre me han impedido volar. Al
parecer no salen de mis pensamientos y me preocupo
mucho por mi familia, por el muchacho y mi querida
Palsuelo.
¿Quién era ese hombre? Ese hombre era el muchacho de
los pájaros.
Después de la muerte del viejo, me escapé muchas veces
hacia Churuguaco para llorar en soledad, pensaba que
llorar en casa lastimaría a mi mamá. Así pasaban mis días
y mis meses hasta que conocí a Juan Pablo, el muchacho
montañero de los pájaros.
En una ocasión, tras un fuerte temblor en la madrugada,
pude ver cómo cientos de pájaros volaban sobre el pico
de Juaica, todos en la misma dirección, formando un
espiral. Otro día, mientras contemplaba el paisaje en el
gran peñasco y se aproximaba la lluvia, vi a los pájaros del
valle buscando refugio en la montaña; se adentraban en
ella para posarse en las ramas de los árboles. «Ella y su
mundo de pájaros, él y su mundo de pájaros». Tal vez, por
esto pienso que en otros mundos Juan Pablo también fue
una montaña poderosa como la Juaica. Su pasión y amor
por las aves son increíbles. Juan es un guardián y guía del
territorio, se ha encargado de documentar los diversos

32
RELATO DE UN GUAPO

colores de sus plumas a través de la fotografía. Su trabajo


es maravilloso.

Conocí a Juan Pájaro en el municipio de Tabio por una


amiga que tenemos en común, Carolina Aucú, quien nos
presentó una noche en el parque de Tabio. Nunca lo había
visto, pero cuando nos presentaron, él mencionó que
éramos amigos en las redes sociales, aunque en realidad
no recordaba haber tenido contacto previo con él. Juan
Pablo tenía razón, éramos amigos en redes, aunque

33
RELATO DE UN GUAPO

pocas veces habíamos interactuado. En un par de


ocasiones, sin saber quién era, respondí a dos de sus
historias. La primera fue una fotografía de la majestuosa
Juaica, una montaña poderosa que conecta con otros
mundos, el gran portal de los dioses. La segunda fue una
fotografía de una lindísima orquídea con cara de mono,
tomada en la reserva ecológica Forest of Orchids. Sin
saber de quién eran las historias, me sentí atraída por ese
par de fotos y seguí mis impulsos respondiendo a ellas. A
lo mejor, Juan Pájaro aún conserva esas fotos.
La primera vez que salí con el muchacho, fuimos en busca
de un búho andino. Fue un día tranquilo; aunque no vimos
el búho, echamos mucho chisme. Recuerdo que le conté
algunas de las cosas que estaban pasando en nuestra
casa: la muerte del viejo, las peleas y un montón de cosas.
Días después, volvimos a salir, era mi cumpleaños y me
invitó a beber un vino junto a una pequeña quebrada en
los cerros de Río Frío. Por alguna razón, hablamos de la
muerte. Con la voz quebrantada, le conté a Juan cómo
ocurrió la muerte de don Juan de Dios Guapo.
—Me da miedo que me dé un infarto, china —me dijo
don Juan antes de entregarme el peso de su cuerpo—.
Poco a poco le empezó a faltar el aire y el latido de su
corazón se detuvo, el viejo guapo de los Guapos de Tenjo
falleció en mis brazos. Tenía la esperanza de que siguiera
vivo, pues no quería creer el hecho de que ya me había
entregado su cuerpo y se había marchado. Recuerdo que

34
RELATO DE UN GUAPO

él se encontraba en casa, y cuando ya estaba sin aire lo


llevamos al médico. Al llegar al hospital, confirmaron su
muerte. Yo ya lo sabía, pero no quería creerlo. Entonces,
me permitieron verlo por última vez. En el cubículo, tomé
sus manos frías; no quería despedirme y le canté Amor de
mis amores para que se despertara. —Don Juan aún no
es hora de dormir —le dije.
Justo después de esa dolorosa despedida, nació en mi
pecho la querida Palsuelo.
Le conté toda la historia a Juan Pablo conteniendo el
llanto y con el corazón hecho pedazos, y aunque no le
canté, recordé la letra de la canción interpretada por
Natalia Lafourcade: «Poniendo la mano en el corazón,
quisiera decirte al compás de un son que tú eres mi cielo,
las aves que retan su poder […] Amor de mis amores,
sangre de mi alma, regálame las flores de la esperanza».
—Tranquila, llora, yo entiendo —me dijo Juan Pablo.
Era la primera vez que lloraba en compañía de alguien.
Juan también lloró junto a mí. Él me contó que su hermano
se entregó a los vientos desde un parapente, siendo la
última persona que lo vio antes de que se aventara a los
cielos. Yo recordé que Alex, el hermano de Juan Pablo, fue
el muchacho que chocó con una roca en Churuguaco,
arriba del cementerio, justo encima de la casa donde
vivíamos. Ese día, mi hermanita estaba trepada en un
árbol de feijoas con su mejor amigo, y mi mamá pego un

35
RELATO DE UN GUAPO

grito que se escuchó a metros. El día que falleció el


hermano de Juan Pablo, Nicoll y su mejor amigo
prometieron ver marcianos cuando tuvieran doce años.
Conocí a Juan Pablo años después de esa promesa y
ahora estaba llorando con él, al son de una pequeña
quebrada.
Con el abrazo de Juan Pablo Rojas, comprendí que la
muerte no es más que un trascender hacia la luz, que la
muerte no es más que el libre vuelo de un cóndor. Con
esto quiero decir que cuando asimilamos la magia de la
vida podemos alzar el vuelo y ser libres.
Abraza la vida y enamórate del sabor del viento,
de la sazón de las plantas. Enamórate del rugir
del bosque y los cantos del río. Abraza el calor
del páramo, sorpréndete con los sonidos, los
colores y las miradas de los mirlos, clarineros,
tigrillos, lagartos, azulejos, peces, abejas, osos,
colibrís y hasta de las pulgas, porque tras esas
miradas hay un alma, hay un mundo y una larga
historia.
Juan Pablo me enseñó su fascinante mundo de pájaros, y
con el tiempo comprendí qué nos cantan algo de su
historia, algo de sus mundos y sus vidas. Con un abrazo
de empatía por la muerte de nuestros familiares le di las
Gracias a Juan por enseñarme la magia de la vida con el
canto de los pájaros.

36
RELATO DE UN GUAPO

Rob y sus cartas atinaron. Claramente, Juan Pablo y su


mundo de pájaros habitaban mis pensamientos. Por
alguna razón, el muchacho no salía de mi mente y no
entendía por qué. Yo creo que todas las personas tienen
un propósito en nuestras vidas. ¿Cuál era la finalidad del
universo con la llegada de Juan Pablo a mi vida? La
respuesta no la tuve ni con la llegada de Rob ni con el
tarot. La respuesta la estoy descubriendo mientras
escribo este relato. Con la llegada de Juan, abracé la vida
y acepté la muerte.
No le conté a Rob quién era el hombre que cargaba en el
botecito. Después de la lectura de las cartas, pasamos la
tarde en las minas de sal en Zipaquirá. Al salir de allí, Rob
recibió una llamada.
—Buen día, quería informarle que lamentablemente, no
contamos con agua en la cabaña. No podemos brindarle
hospedaje esta noche —dijo la mujer al otro lado del
teléfono.
Al parecer, no podríamos hospedarnos en la casita de los
colibríes. Entonces, buscamos en la plataforma Airbnb y
así llegamos a la casa de la señora Rosaura en Juaica.
—El lugar es bien bonito, tiene vistas a la montaña —
afirmó Rob.

37
RELATO DE UN GUAPO

Rob había visto la casa y quisimos hospedarnos allí.


Cuando llegamos, nos topamos con una señora de ojos
bonitos que cuidaba la finca. Junto con la anciana, vivían
once perros y no sé cuántos gatos, cada uno tenía una
historia, y la señora Rosaura sabía algunas de ellas.
Mientras nos enseñaba la casa, nos habló de los perros y
sus vidas pasadas. Duquesa, por ejemplo, era la perra
más refinada de todos, fue una mujer de alta alcurnia.
—Al parecer hizo parte de la nobleza —dijo la señora
Rosaura.
También había una monjita, un esclavo y hasta un
guerrero, su nombre era Tor.
—¿Sumercé en verdad cree en eso de las vidas pasadas?
—preguntó Rob mientras conversábamos.
—Es que yo tuve una amiga que sabía de eso y pues son
cosas de ella —respondió la señora Rosaura.
—Se lo pregunto porque Fabiana puede ver quiénes
fuimos en vidas pasadas a través de sus sueños. Nicoll y
Paty son nuestros familiares de vidas pasadas, las
conocimos hace dos días en Juaica. Parece que Nicoll fue
mi hija y Paty fue mamá de Fabiana. Nos conectó el cerro
—dijo Rob.
—Dicen que esa montaña es poderosa —respondió la
mujer asombrada—. Bastante gente viene a ver las luces
y los destellos que alumbran sobre el monte, otros dicen

38
RELATO DE UN GUAPO

que es un portal. Pero esta es la primera vez que me


hablan sobre esas conexiones de vidas pasadas. ¡Cómo
son las cosas de mi Dios!
—¿Ha visto algunas de esas luces? —preguntó Rob.
—Solamente una vez. Hace muchos años vi unas
pequeñas luces en el cielo que se acercaron a Juaica, pero
al llegar al pico desaparecieron.
—¡Esta noche vamos a ver algo! —exclamó Rob—.
Abríguense bien, vamos a salir.
Fabiana, lamentablemente ya estaba profunda y se quedó
en casa descansando. Justo antes de salir, Rob nos aclaró
que solo una de nosotras debía tener los ojos abiertos.
—Paty —dijo Ross.
—Paty, si nos llevan, tú te quedas para contarlo y si te
llevan a ti nos toca a nosotros—agregó Rob.
—¿Llevarnos? —preguntó la señora Rosaura un poco
asustada—. No, mejor mañana, ya está haciendo mucho
frío para irnos.
—Y a mí, ¿quién podría llevarme? —pregunté—, los
extraterrestres, los marcianos, los jupiterianos. ¿Quién?
—Y pensé—: «Pero si en verdad se los llevan, mi
hermanita estaría con ellos y qué le digo a mi mamá,
seguro no me creería».

39
RELATO DE UN GUAPO

Abracé a mi hermanita y no estaba dispuesta a soltarla.


No iba a dejar que se la llevara un ovni.
—Tranquila hermana, no va a pasar nada —dijo Nicoll
mientras se soltaba—. Quizá solo veas los destellos en el
cielo.
Minutos después, ellos bajaron y yo me quedé en el altillo
de la casa. Recuerdo que se ubicaron en medio de tres
arbustos, se tomaron de las manos formando un círculo,
yo apenas podía verlos, estaba muy oscuro y uno de los
arbustos los tapaba. Tenía que indicarles si veía algo.
—¿Paty, viste algo? —preguntó Rob.
Empecé a mirar hacia el cielo, pero no veía nada.
—¿Estás ahí, Paty? —continuó Rob.
Di una ojeada en dirección a Juaica, pero aún no podía ver
nada.
—¿Seguro no ves nada? Nosotros ya podemos sentir su
presencia —dijo Ross.
—¿Su presencia? —respondí sorprendida
—Sí, Paty, están cerca y se desplazan por nuestro
alrededor —contestó doña Rosaura.
De inmediato puse mi mirada sobre ellos, pero no podía
ver nada. Segundos después vi un pequeño destello que
brotó de uno de los arbustos, y me detuve a observar. En
el arbusto había dos hombrecitos; uno llevaba en sus

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RELATO DE UN GUAPO

manos un cristal que brillaba como un diamante. No pude


detallar estos seres porque estaba muy oscuro; solo se
veía la silueta de sus pequeños cuerpos. Le dije a Rob que
veía algo en los arbustos.
—¿Qué ves? —preguntó.
—Aún no sé, parecen ser dos personitas, llevan algo en
las manos —contesté.
—Paty, baja del altillo y acércate un poco —me pidió
Rob.
Mientras me acercaba al arbusto, los hombrecitos se
desvanecían. Cuando llegué al árbol, la silueta ya había
desaparecido, pero la temperatura era diferente allí; al
parecer el árbol conservaba el calor de su presencia. Las
piernas me temblaban y vi el cristal que estos seres tenían
oculto entre el césped.
Quise agarrarlo, pero el cristal también se desvaneció.

41
RELATO DE UN GUAPO

42
RELATO DE UN GUAPO

EL CASTILLO DE LAS ORQUIDEAS


CAPÍTULO IV

La mañana siguiente, Rob me invitó a caminar por el


sendero. Al parecer, el extraño hombre de las cartas
quería adquirir un predio cerca a la poderosa Juaica. La
idea de comprar un terreno le rondaba la cabeza, pero
por el momento solo quería contemplar la montaña y su
paisaje. Supe que tenía la intención de comprar cuando,
minutos después de ascender por la vereda de Porquis,
encontramos un lote que le llamó la atención. Alrededor
del terreno había algunas casas. Los perros del predio se
alebrestaron y empezaron a latir más fuerte. Él hombre
decidió cerrar los ojos y cantar, era un canto para el
viento, era un canto para la madre tierra, era un canto
para la vida. Minutos después los animales callaron y el
hombre preguntó:

43
RELATO DE UN GUAPO

—¿Paty, es muy cara la tierra acá en Tabio o Tenjo?

—En realidad, no sé —respondí.

Y es que, ¿cómo no enamorarse de esta mágica tierra de


matices en la que se cultiva el maíz y la papa? Una tierra
de marcianos, tigrillos y vacas, el portal de los misterios
con colibríes de colores, un hogar para los muiscas y las
plantas de sabores.

Pasamos el día caminando, y en el camino encontré


bromelias, manos de oso y aretillos de los Andes. Me
sorprendí con los cultivos de arvejas y las cosechas de
papa. Era como si estuviera redescubriendo mi planeta, y
absolutamente todo me asombraba; vi el mundo diferente,
las pupilas de mis ojos crecieron para que me enamorara
de la magia de la tierra y el calor del cielo. Pude observar
el encuentro de los rayos de sol con el césped y los poros
de mi piel abrazaron el viento.

44
RELATO DE UN GUAPO

Con la llegada de la noche descubrí que mi tercer ojo, el


centro de mi intuición y mi percepción, había despertado.
No sé en qué momento, pero ya no podía interpretar el
mundo de la misma manera.

Esa noche invité a Juan Pablo para que conociera al


extraño hombre de las cartas. Recuerdo que mi hermano
también fue a la casa esa misma noche para llevarnos
algo de ropa. Al llegar estos dos, nos sentamos en la sala
para tomarnos un tinto y chismear. Rob les contó la rara
historia de cómo nos conocimos. Después de un largo
rato, Rob nos pidió a todos que nos retiráramos; él
necesitaba hablar con Juan.

A los pocos minutos, el hombre de las cartas se acercó al


altillo y gritó:

—Paty, ven un momento, por favor.

45
RELATO DE UN GUAPO

Me acerqué a la casa y al llegar allí noté que Juan Pablo


estaba dándole las gracias al hombre.

—A ella es a quien tienes que agradecer —respondió


Rob mientras me miraba.

Juan me dio un gran abrazo y se despidió. Jamás supe por


qué agradecía, pero tras una fuerte corazonada creí que
tenía que ver con su hermano.

Cuando las niñas y Ross entraron a la casa, Rob le dijo a


Fabiana:

—Hoy vas a llevar a Nicoll a tu planeta, a Saturno.

Él puso a dormir a las niñas en una misma cama, espalda


con espalda. También encendió un par de velas y nos hizo
sentar a los pies de la cama. Todavía puedo recordar la
música que usaba para sus rituales extraños: «Huun huur
tu, la luz que se quiebra sobre la hierba al amanecer y al
anochecer». Al parecer el grupo musical es de la República
de Tuvá, una región montañosa entre Mongolia y Siberia.

46
RELATO DE UN GUAPO

Rob me contó que muchos de esos sonidos extraños los


producían únicamente con sus registros vocales. Eran
cantos a la madre naturaleza, eran cantos que nos
conectaban con nuestros ancestros.

Después de un rato, de la cabecera de la cama, brotó una


pequeña niebla que se movía de un lado a otro como las
corrientes de un río. No supe qué era eso, pero supuse
que era la psique, el alma de las niñas que ahora viajaban
en el universo.

Justo cuando apareció la niebla de la cabecera de la cama


donde Nicoll y Fabiana descansaban, Palsuelo se asomó
por la ventanita del tercer ojo para contarme un cuento:

Imagine dos seres en el universo. ¿Los puede imaginar?


Son tan hermosos y tiernos que se chupan sus pulgares.
Así como usted y yo cuando estábamos en el vientre de
nuestra mamá ¿Lo recuerda? A su imagen y semejanza,
espalda con espalda, pegados, tan pegados y juntos que
pueden conectar sus columnas vertebrales. Imagine esos

47
RELATO DE UN GUAPO

seres descansando, soñando cosas bonitas y otras no tan


bonitas. Resulta que ese par de seres que usted está
viendo recostados en el vientre del universo son seres que
provienen de otros mundos. Mundos en los que también
había páramos y montañas poderosas, playas, selvas,
cascadas, nevados, ríos, bosques, muchos bosques,
millones de bosques. Eran mundos fabulosos, mundos en
los que esos dos seres tenían diferentes quehaceres y
oficios. En esos mundos, a ese par de niños que ahora
están en el vientre de mamá, les tocaba hacer la tarea y
ahora tenían una nueva misión en esta tierra. Justo antes
de hacer la tarea en este mundo, mamá Universa, Universo,
University, Universe, como dirían en inglés.
Bueno, en fin, mamá Universo, contaba historias de sus
mundos anteriores para que, cuando volvieran a nacer, no
perdieran la esencia de su ser. Mamá les contó que en sus
mundos anteriores había piratas, buscatesoros o
guaqueros; ingenieros, ingenieras o ingenieres, como
usted los quiera llamar; digo así porque en otros mundos

48
RELATO DE UN GUAPO

también hablaban diferentes idiomas: inglés, francés,


alemán, italiano, latín, portugués, jeringonza, quechua con
K y kechua con Q y coreano. Unos hablaban hasta en señas,
otros solo cantaban, unos reían y otros gritaban. También
existían los duendes, las hadas, los unicornios, la Patasola
y el Yacuruna, que era el gran espanto de las aguas del río.
Mamá les contó que había muchos animales y oficios
extraños, unos eran matemusicoarquitectónicos:
matemáticos, músicos y arquitectos robotizados. Otros solo
matemáticos o tal vez artistas. Había profesores,
conductores, personas que cuidaban y limpiaban la
naturaleza, en sus mundos, se llamaban recicladores o
reciclamores, como Marce la recicladora, la que vive en el
planeta Tierra: «¿Si me entienden?, mis reciclamores».
Había arquitectos, escritores, vendedores de tienda y
vendedores de calle, que en unos mundos los llamaban
también los vendedores ambulantes. Estaban los flojos, que
les decían así porque no les gustaba trabajar. Algunos
construían edificios con figuras geométricas como los

49
RELATO DE UN GUAPO

hexagonocírculos o los triangulopiratoides. Eran mundos


extraños.

Lo que quiero decir con este cuento es que tuvimos otras


vidas, no solo en este planeta, sino en otros rincones del
sistema solar, en Marte, Júpiter, Plutón y Saturno. De allí
heredamos algunas costumbres, recuerdos y
pensamientos. Por ejemplo, Paty, la autora de este libro, ha
experimentado múltiples existencias. Ha nacido en este y
otros planetas. Sin embargo, no sé por qué perdió la
memoria justo antes de nacer. Lo único que sé es que ya
ha nacido un par de veces. Y tal vez vino a esta tierra a
hacer las tareas que en sus anteriores vidas no hizo. Ya les
voy contando poco a poco, con tiempito, le digo «tiempito»
porque en uno de mis mundos hablábamos en diminutivo,
las palabras eran más chiquitas. También les comento que
en uno de mis mundos no aprendí a usar bien el punto y
coma juntos (;), así que no sé si en este mundo los estoy
usando bien, bien bien, ¿bien? Asimismo, jugué con otros

50
RELATO DE UN GUAPO

niños que repetían palabras dos y tres veces sin usar la


coma ni el punto, pero yo les pude entender porque
comprendí que ellos también tuvieron otras vidas en otros
mundos donde hablan y escriben diferente. También,
aprendí a repetir palabras, aunque de vez en cuando busco
sus sinónimos.

Al final mamá Universo les contó un millón de cuentos a ese


par de niños, pude escuchar algunos a través de los
sonidos del viento en la casa de la señora Rosaura. Recordé
una de mis vidas y las de Paty, recordé que he tenido
muchas más y que he venido a esta tierra a cumplir las
tareas pendientes. Todavía no sé cuál es mi tarea en esta
tierra y si en realidad tenga una, pero lo que sí sé es que
en mi cuerpo habitan cosas que debo sanar, comprender y
perdonar.

51
RELATO DE UN GUAPO

Mientras Nicoll y Fabiana viajaban a Saturno, yo trataba de


organizar los cuentos que Palsuelo, había incrustado en mis
pensamientos. Tuve una discusión con Palsuelo, porque
repetía muchas palabras y no me dejaba descansar. Dormí
con lapsos de sueño muy cortos, y cuando menos lo noté
ya se escuchaban los cantos del gallo. Las niñas ya

52
RELATO DE UN GUAPO

despertaban y la curiosidad me estaba matando. Con la


salida del sol pregunté:

—Nicoll, ¿qué hay en Saturno?

—Un castillo lleno de orquídeas, hermana —me contestó

Nicoll.

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RELATO DE UN GUAPO

LOS SECRETOS DEL TERCER OJO Y


EL NACIMIENTO DEL MAJUY
CAPÍTULO V

Justo la misma noche en la que Nicoll y Fabiana viajaron a


Saturno, Rob y Ross quisieron enseñarme a hacer trabajo
de velas. Nos sentamos en un cómodo sofá cama que
estaba en el balconcito de la casa, encendimos unas velas

54
RELATO DE UN GUAPO

y las ubicamos en una pequeña mesa en dirección al


norte.

—¿Puedes ver el destello de las velas? —me preguntó


Rob.

—Sí —le respondí.

—Primero vas a ver tres líneas verticales que apuntan


hacia el techo —me explicó Ross.

—¿Las ves? —preguntó Rob.

—Sí —le dije un poco intrigada.

—Ahora vas a ver unas pequeñas líneas horizontales —


explicó Ross.

—Poco a poco vas a ver como crecen estas líneas y


atraviesan el techo —dijo Rob.

A mí me estaba pegando el sueño, y aún no entendía con


qué fin nos plantábamos a ver los destellos de las velas.

55
RELATO DE UN GUAPO

—Si ya ves las líneas, puedes traer tus emociones,


sueños, y deseos —afirmó Ross.

—Interioriza el pensamiento y atrae cosas bonitas. Así


como puedes atraer cosas positivas, también puedes
atraer y hacer cosas malas con este pequeño ejercicio —
complementó Rob.

En lo primero que pensé fue en la cosa. En realidad, no


quería vivir mas con Palsuelo. recuerdo que dije con voz
baja:

—¡Chite, cosa, ya vete de mi cuerpo, no te quiero más!


¿Estaré cautivando cosas bonitas? —me pregunté.

Tal vez para Palsuelo no era tan bonito que yo la chitara


como un perro. Al parecer, se molestó y me agarró un
fuerte dolor en la espalda.

Lo que yo quería era traer sanación para mi cuerpo, pero


no podía comprender que para sanar tenía que consentir
y abrazar la enfermedad que habitaba en mí. Pobre cosa,

56
RELATO DE UN GUAPO

yo la estaba culpando por todo lo que me pasaba. Al final


reflexioné y me dije: «Ya sé, voy a acarrear amor, mucho
amor para mi vida y para aquellos que hacen parte de
ella». Justo después, me venció el sueño y quedé
noqueada sobre las piernas de Ross. En ese mismo
momento volví a tener uno de esos sueños extraños.

Soñé que yo era la serranía del Majuy. Majuy en lengua


muisca quiere decir: dentro de ti. En mi sueño, estaba
recostada en la tierra, mirando hacia el cielo con la boca
abierta y podía ver una roca gigante. Un indiecito
poderoso se despertaba con el rocío de la niebla; las
nieblas siempre han viajado todas las mañanas desde las
montañas de Churuguaco, Juaica y Subachoque. De aquel
indio brotaban pequeñas plantas y revoloteaban las
mariposas, los vientos se hacían más fuertes, y los cantos
de las aves se escuchaban en todo el valle. Del indio
germinaban semillas llenas de vida, les crecían millones de

57
RELATO DE UN GUAPO

flores, les aparecían orejitas de conejo, tan peludas y


poderosas que captaban el agua de los cielos y la
liberaban a través de sus raíces, eran frailejones. Del indio
brotaron musgos, líquenes, encenillos, arrayanes,
chusques, helechos y un millón de plantas poderosas. La
madre tierra dio a luz a un fuerte indio llamado Majuy.
Después de varias lunas y madrugadas, empezaron a
llegar muchos animales increíbles: dinosaurios, lobos,
tigrillos y yaguarundíes, había uno especial, su nombre
era Kamsu, el más grande de la manada, cuidaba a los
otros y también cuidaba el territorio. Luego, llegaron los
hombres, venían de un mundo extraño para cultivar el
maíz, el trigo y la papa. Vi bondad en sus rostros de
indios y los arropé con mi manto; ellos cantaban y
danzaban a la luna y las constelaciones, hacían ofrendas a
la madre tierra y al dios Sol. Mamá Universo los trajo a
estas tierras para que cuidaran de ellas, y con amor
abrazaron las raíces de mis árboles. Un día, la mujer más
bonita de la tribu se sentó en la cumbre de mis manos.

58
RELATO DE UN GUAPO

Ella arrullaba al viento mientras se desenredaba el cabello


con la yema de sus dedos. La noche estaba despejada y
la luna le sonreía. Así pasaron varias noches. La
muchachita se trepaba en mis manos para observar el
cielo y siempre que se posaba en el pico del monte, las
raíces de mis plantas vibraban por las fuertes corrientes
del viento. Una madrugada, la niña abrazó el sol y corrió
hacia el valle de Tenjo. Yo puse mis ojitos montañeros
sobre ella. Al llegar al valle, se topó con un muchacho
delgado y moreno de cabello rizado. Jamás lo había visto
pisar los corredores de mis articulaciones, jamás lo había
visto pisar la humedad de mis tierras. Los dos niños
corrieron por todo el valle, y la niña nunca más volvió a la
cumbre de mis manos. Me sentía tan triste. La niña ya no
habitaba mis relieves, ya no podía ver sus largos cabellos
y no alcanzaba a escuchar sus poderosos cantos. Una
mañana oí unos pasitos y las risas de los niños. Puse mi
mirada sobre ellos: los niños atravesaron todo el valle
hasta llegar a un rocoso y gigantesco monte de colores.

59
RELATO DE UN GUAPO

Jamás había visto otra montaña, pues siempre miraba


hacia el cielo y de vez en cuando veía el valle. La peña era
tan bonita que ya no quería dejar de mirarla. Cambié la
posición de mi cuerpo y, en lugar de mirar al cielo, ahora
observaba un lindo cerro rocoso. Para comunicarme con
ella, soplé con fuerza y la linda y poderosa montaña se
despertó. Aprendimos a comunicarnos a través del viento.
Me contó que su nombre era Juaica, y con la neblina de
sus fríos besos nació el río Chicú en los valles de Tabio y
Tenjo. Allí dimos refugio a peces, lagartos, duendes y
hadas. Los niños corrían por los senderos de los valles,
abrazaban los árboles de nuestras cumbres y jugaban con
las corrientes del río. Un día, los niños se aventaron del
peñasco y Juaica miraba hacia el horizonte. Cuando dirigí
mi mirada en ese sentido, vi la llegada de hombres
extraños que colonizaron y masacraron a nuestros indios,
los hijos de este par de cerros.

60
RELATO DE UN GUAPO

Algunos de nuestros indios corrieron hasta la falda del


Juaica y el Majui. Cuando llegaron a la cima, volví a mirar el
cielo, cambié la posición de mi cuerpo y abrí la boca para
refugiarlos. Los indiecitos caminaron hasta lo más
profundo de mi corazón, y justo cuando estuvieron allí
cerré la boca para que los hombres malvados jamás los
encontraran. Años después, abrí la boca para que los
indiecitos fuesen libres. Así fue como los hijos del monte
Majuy corrieron hacia el cielo.

Cuando desperté, lo dije en voz alta: —¡Yo soy Majui!

61
RELATO DE UN GUAPO

62
RELATO DE UN GUAPO

LOS SECRETOS DEL TERCER OJO Y


EL ABRAZO DE JUAICA CAPÍTULO VI

Palsuelo ya no quería dormir, entonces le cante:

—Duerme, duerme, Pasuelo, que tu mami está cansada,


Palsuelo… y la loca respondió en mi cabeza:

A veces no me gusta dormir porque para mí este es el


mundo ideal, y cuando duermo tengo sueños que me
recuerdan otros mundos. Por ejemplo, en uno de mis
mundos anteriores, la temperatura era muy, muy, muy,

63
RELATO DE UN GUAPO

pero muy elevada, tanto que mi piel se tostaba. Allá no


había cosas que me hidrataran la piel. A este mundo
vinieron otros seres que se inventaron las cremas, los
bloqueadores y las mascarillas con plantas poderosas. Un
claro ejemplo es Zac ecologic o Ecológico zac, como usted
le quiera llamar, que produce unos bloqueadores
increíbles, digo increíbles porque no dejan la piel grasa. A
mí me funciona, pero puede que a usted le funcione otro.
Son productos muy guau. Digo guau porque me
impresionó. ¿Sabía usted que en el mundo de los perros
todos vivían impresionados y maravillados por todo lo que
sucedía?

—Así que no te gusta dormir —le dije.

—No. El mundo que más recuerdo cuando duermo es


espantagóricamente caluroso. Yo soy fotosensible y
recuerdo mi rara piel roja mientras duermo.

—Y si recuerdas un mundo frío y descansas un rato —


propuse.

64
RELATO DE UN GUAPO

—Con el frío es peor porque me duele mucho el cuerpo y


debo buscar refugio—contestó Palsuelo.

—¿Por eso te escondes en mis articulaciones?

—Sí, pero solo busco un poco de calor.

—Está bien mi niña, duerme —exclamé.

—No quiero, justo en este momento, la temperatura es


perfecta aquí.

Después de un largo rato discutiendo, decidimos irnos


a la cama junto con Ross y Rob, pero yo no podía callar
mis pensamientos.

—Rob, no puedo dormir —dije en voz alta.

Mis pensamientos no dejaban de girar en torno a mis


sueños, mi tercer ojo, Juaica, Majui, Palsuelo, Juan Pablo,
los marcianos y los extranjeros. Entonces, ¿quién fui en
mis otras vidas?, me pregunté, ¿de dónde vengo?, ¿qué
hago aquí y a dónde iré después de mi muerte? Con todo
esto, comprendí que lo importante no es saber de dónde

65
RELATO DE UN GUAPO

venimos ni para dónde vamos o si tuvimos una o más


vidas en este u otros planetas y galaxias. Ahora tenemos
la oportunidad de pisar este mundo para recorrer sus
montañas, sus nevados y ríos. Este es el planeta en el que
mamá Universo y papá Universa llegaron a un consenso,
decidieron que la temperatura debía ser ideal porque en
Venus y Mercurio se nos tostaba la piel, en Urano hace
mucho frío, y al parecer allí tampoco crecían las plantas.
Este es el planeta en el que mamá Universo y papá
Universa decidieron crear el agua salada, el agua dulce,
los nevados y los volcanes, los bosques y los desiertos,
los valles y las montañas. La Tierra es el planeta de los
contrastes, del amor y el equilibrio.

Lo que quería decir ese par de marcianos que vi hace


unos días, era precisamente eso: «La tierra es el planeta
del equilibrio. Hace muchos años la temperatura era ideal,
pero al parecer está aumentando, y aún hay muchos seres

66
RELATO DE UN GUAPO

en algún lugar del universo que también anhelan


habitarla».

La madre tierra nos abrió las puertas de su casa para que


viviéramos en ella. Pero es un ser tan noble, tan
bondadoso, tan lleno de vida que ha permitido que lo
dañemos con nuestro absurdo mundo de razón. Creemos
que gracias a la razón creamos plásticos y drogas,
zapatos, ropa, televisores, buses y barcos; medios de
comunicación y tecnología; los Chitos, el Chocorramo y las
salchichas. Lo que no comprendemos es que el uso de la
razón nos ha vuelto tan dementes que olvidamos cuál era
nuestra tarea en este planeta.

La madre tierra nos abrió las puertas de su casa para que


trabajáramos en ella, para respirar con los árboles, cantar
con los pajaritos y conectarnos con las rocas, para
respirar todo su amor. Tenemos que aprender a respirar
con los árboles, así como nuestros ancestros, los hijos de
estos cerros.

67
RELATO DE UN GUAPO

Mientras pensaba todo esto, Rob notó que no estaba


durmiendo y con sus manitas me acarició la cabeza.

—Ya es tarde, trata de dormir un poquito, Paty —me


dijo.

Sus mimos me recordaron las risas, los cantos y el aliento


de Juaica. Sentí un millón de pajarillos en la panza, como
cuando conocí al muchacho de los pájaros o como cuando
recibí los vientos de Juaica en el sueño.

Tal vez Rob, el hombre de las cartas, apareció en mi vida


para que volviera a creer en la magia del universo, en los
duendes, los marcianos, las brujas, los superpoderes, y
quizá también vino para que yo recibiera el abrazo de
Juaica, el portal de los dioses.

68
RELATO DE UN GUAPO

FIN…

69

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