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CAPÍTULO 1: LA IDEA DEL ESTADO EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA

GRECIA
En la antigüedad clásica, la idea del Estado estaba ligada a la ciudad-
estado, una forma de organización política en la que la ciudad era la
unidad política básica. En Grecia, por ejemplo, las ciudades-estado (polis
en griego) eran comunidades autónomas con su propio gobierno y leyes,
y los ciudadanos participaban en la toma de decisiones políticas.

PLATÓN
Uno de los primeros pensadores que reflexionó sobre el Estado fue
Platón. En su obra La República, Platón propone una forma de gobierno
en la que los filósofos gobernarían la ciudad-estado. Para Platón, el
Estado ideal debía ser una especie de “barco” en el que cada ciudadano
cumpliera una función específica, y en el que los líderes fueran los más
sabios y virtuosos. Según Platón, el Estado debía estar compuesto por
tres clases sociales: los filósofos, que gobernarían la ciudad; los
guerreros, que defenderían el Estado; y los trabajadores, que se
encargarían de la producción y el comercio.

Platón también creía en la importancia de la educación y la formación


moral para todos los ciudadanos. Él creía que a través de la educación,
los ciudadanos podrían desarrollar su potencial y convertirse en
personas virtuosas. Además, la educación sería utilizada para identificar
a los individuos que serían elegidos para liderar el Estado.

Además, para Platón el poder no debía ser un fin en sí mismo, sino un


medio para conseguir la justicia y la virtud en la sociedad. Por tanto, el
poder debía estar subordinado a la ética y la moral, y no al revés.

ARISTÓTELES
Aristóteles, por su parte, distingue en su obra La Política entre las
formas puras y corruptas de gobierno. Las formas puras son la
monarquía, la aristocracia y la democracia, mientras que las formas
corruptas son la tiranía, la oligarquía y la demagogia. Aristóteles
defiende la idea de que el mejor gobierno es aquel que se adapta a las
circunstancias y necesidades del momento, y que evita caer en la
corrupción. Según Aristóteles, el Estado debe garantizar la justicia y el
bienestar de sus ciudadanos.

Éste filósofo consideraba que el ser humano es un animal político por


naturaleza, es decir, que está destinado a vivir en sociedad y a formar
parte de un Estado. Para él, la polis era la forma más elevada de
comunidad política, ya que permitía que los ciudadanos pudieran vivir
una vida plena y virtuosa. La virtud era, para Aristóteles, el objetivo
último de la política, ya que permitía que los individuos pudieran
alcanzar su pleno potencial como seres humanos.

En su obra “La Política”, define el Estado como una comunidad política


que tiene como objetivo principal la búsqueda del bien común de sus
ciudadanos. Según Aristóteles, el Estado es una creación humana que
surge de la necesidad de vivir en sociedad y protegerse mutuamente.

El Estado es una entidad natural que tiene una estructura jerárquica y


está compuesta por distintas clases sociales, cada una con sus propias
funciones y responsabilidades. En este sentido, Aristóteles consideraba
que el Estado era una entidad superior a los individuos que lo
conforman, ya que tenía una finalidad superior a la de los intereses
particulares.

Una de las características principales del Estado en la filosofía política de


Aristóteles es que se rige por la ley y la justicia. Según Aristóteles, la ley
es una expresión de la voluntad general de la comunidad política y debe
ser justa y equitativa para todos los ciudadanos. La justicia, por su
parte, es la virtud que permite a los ciudadanos actuar de acuerdo con
la ley y el bien común.

Aristóteles consideraba que cada forma de gobierno tenía sus ventajas y


desventajas y que la mejor forma de gobierno era aquella que permitía
alcanzar el bien común de la sociedad. En este sentido, defendía la idea
de que la forma de gobierno debía ser adaptada a las necesidades y
características específicas de cada sociedad.

Aristóteles, analiza la democracia como una de las formas de gobierno


de la comunidad política. Para él, la democracia es una forma de
gobierno en la que el poder es ejercido por la mayoría de los
ciudadanos, que se reúnen en asamblea para tomar decisiones políticas.

Sin embargo, no consideraba a la democracia como la forma de


gobierno más adecuada para alcanzar el bien común de la sociedad. En
su visión, la democracia podía degenerar en una forma de gobierno en
la que predominaba la voluntad de la mayoría, sin tener en cuenta los
intereses de las minorías o el bien común.

Para Aristóteles, la democracia se caracterizaba por la igualdad política


de los ciudadanos, que tenían derecho a participar en la toma de
decisiones políticas. No obstante, Aristóteles señalaba que la democracia
no debía ser entendida como una igualdad absoluta, sino que debía
existir una jerarquía en la sociedad, basada en las diferencias de virtud
y de talento entre los ciudadanos.

En este sentido, defendía la idea de que la democracia debía estar


limitada por la ley y la justicia, para evitar que la mayoría de los
ciudadanos pudiera imponer su voluntad sobre las minorías o sobre el
bien común de la sociedad. Además, sostenía que los ciudadanos debían
tener una educación adecuada para poder participar en la vida política
de la comunidad.

La democracia podía ser una forma de gobierno adecuada si se cumplían


ciertas condiciones. En primer lugar, la democracia debía estar limitada
por la ley y la justicia, para evitar que la mayoría pudiera imponer su
voluntad sobre las minorías. En segundo lugar, la democracia debía
estar basada en una educación adecuada de los ciudadanos, para que
pudieran participar de manera responsable en la toma de decisiones
políticas.

En conclusión, Aristóteles consideraba a la democracia como una forma


de gobierno en la que el poder es ejercido por la mayoría de los
ciudadanos, pero advertía sobre los riesgos de que se convirtiera en una
forma de gobierno en la que predominara la voluntad de la mayoría.
Para Aristóteles, la democracia debía estar limitada por la ley y la
justicia, y debía estar basada en una educación adecuada de los
ciudadanos para poder participar de manera responsable en la toma de
decisiones políticas.

En la obra de Aristóteles, la ciudadanía se considera como la pertenencia


de un individuo a una ciudad-estado y su capacidad para participar en la
vida política de la misma. Aristóteles definía al ciudadano como aquel
que tiene derecho a participar en la toma de decisiones políticas y que
está obligado a cumplir con ciertas responsabilidades y deberes para con
la comunidad.

Según éste filosofo, la ciudadanía no era una cuestión de nacimiento,


sino que se adquiría por medio de la ley y la participación activa en la
vida política de la ciudad-estado. En este sentido, Aristóteles sostenía
que la ciudadanía no debía ser otorgada a cualquier persona, sino que
debía estar reservada para aquellos que cumplían con ciertos requisitos,
tales como ser libres, tener una cierta cantidad de bienes y poseer una
educación adecuada.

Además, sostenía que la ciudadanía no era solo un derecho, sino


también una responsabilidad y un deber. Los ciudadanos tenían la
responsabilidad de participar activamente en la vida política de la
ciudad-estado, a través de la asamblea y el gobierno, y de defender la
ciudad-estado en caso de necesidad. Los ciudadanos también debían
cumplir con ciertos deberes, como pagar impuestos y servir en el
ejército en caso de guerra.

La ciudadanía era esencial para la vida política y la estabilidad de la


ciudad-estado. La participación activa de los ciudadanos en la toma de
decisiones políticas y en la vida pública permitía que la ciudad-estado
fuera más justa y equitativa, y que se respetaran los derechos y las
libertades de todos los ciudadanos.

En la Grecia clásica existían varias divisiones sociales, que se basaban


en el estatus social y económico de las personas. A continuación se
describen algunas de las divisiones sociales más importantes:

Ciudadanos: Los ciudadanos eran los hombres libres nacidos en Atenas


o en alguna otra ciudad-estado griega. Tenían derechos políticos y
podían participar en la vida política de la ciudad. Además, estaban
obligados a realizar el servicio militar y pagar impuestos.
Metecos: Los metecos eran extranjeros que vivían en Atenas y que no
eran ciudadanos. Aunque no tenían derechos políticos, podían trabajar y
tener propiedades. Sin embargo, estaban obligados a pagar impuestos y
a servir en el ejército si era necesario.
Esclavos: Los esclavos eran personas que no tenían libertad y eran
propiedad de sus amos. Eran utilizados principalmente para trabajos
manuales, como la agricultura y la minería. Los esclavos no tenían
derechos y podían ser castigados o vendidos por sus dueños.
Mujeres: En la Grecia clásica, las mujeres no tenían derechos políticos ni
podían participar en la vida pública. Estaban relegadas a la esfera
doméstica y su papel principal era el de ser esposas y madres.
Las ciudades-estado griegas tenían diferentes tipos de gobierno.
Algunas tenían una democracia directa en la que todos los ciudadanos
podían participar (por ejemplo, Atenas), otras tenían una monarquía
(Esparta), otras tenían una oligarquía en la que un pequeño grupo
poderoso dirigía el gobierno (Tebas), y otras tenían un único líder o
tirano (Siracusa).

DEMOCRACIA GRIEGA
La palabra democracia proviene del griego dēmos, que hacía referencia
al conjunto de toda la población, y aunque Atenas se ha llegado a
asociar con el nacimiento de la democracia, demokratia, desde alrededor
del 460 AEC, otros estados griegos también establecieron un sistema
político similar, como cabe destacar en Argos, Siracusa (brevemente),
Rodas y Eritras. Sin embargo, Atenas es el estado del que más
sabemos. La asamblea de Atenas se reunía al menos una vez al mes,
puede que dos o tres veces, en la colina Pnyx en un espacio dedicado a
ello que podía acomodar a 6000 ciudadanos. Cualquier ciudadano varón
de más de 18 años podía hablar, al menos en teoría, y votar en la
asamblea, normalmente levantando la mano sin más. La asistencia se
llegó incluso a pagar en ciertos periodos, como una medida para alentar
a los ciudadanos que vivían lejos y no podían permitirse los días libres
para asistir.

Los ciudadanos representaban probablemente un 10 o 20 % de la


población de la polis, y se ha calculado que, de estos, tan solo 3.000
participaban activamente en la política. De este grupo, puede que tan
solo 100 ciudadanos, los más ricos, más influyentes y los mejores
oradores, dominaran el escenario político, tanto frente a la asamblea
como entre bastidores, en reuniones políticas conspiratorias privadas
(xynomosiai) y otros grupos (hetaireiai). Quienes criticaban la
democracia, tales como Tucídides y Aristófanes, también señalaron que
al dēmos lo podía convencer fácilmente un buen orador o los líderes
populares (los demagogos) y podía dejarse llevar por sus emociones.
Puede que la mala decisión más famosa de la democracia ateniense
fuera la sentencia de muerte dada al filósofo Sócrates en 399 AEC.

Los temas que se trataban en la asamblea iban desde decidir las


magistraturas hasta organizar y mantener los suministros de alimentos
o debatir asuntos militares. En Atenas también había un organismo más
pequeño, al igual que en Élide, Tegea y Tasos, el boulē, que decidía y
determinaba la prioridad de los temas que se discutían en la asamblea.
Además, en tiempos de crisis y guerras, este organismo también podía
tomar decisiones sin que se reuniera la asamblea. El boulē o consejo de
500 ciudadanos era elegido por sorteo y tenía un plazo limitado en el
cargo, que actuaba como una especie de comité ejecutivo de la
asamblea. Los decretos de la Asamblea también podían ser impugnados
por los tribunales. Con una función similar a la del boulē, también
estaba el consejo de ancianos, hombres selectos de más de 60 años, la
gerousia, de Esparta, que también tenía a los dos reyes espartanos
como miembros y tenía cierto poder legal. Otros organismos de
ancianos también existían en Corinto y Estínfalo. En Atenas, el Areópago
era un consejo parecido, en el que los ancianos se convertían en
miembros vitalicios.

Luego, en otros estados griegos también había asambleas democráticas,


aunque a veces tenían una estipulación de un mínimo de propiedad para
los asistentes (como en la Federación Beocia de 447-386 AEC). Algunas
ciudades-estado también mezclaban las asambleas democráticas con
una monarquía, como por ejemplo Macedonia y Molosia.

Funcionarios públicos
En Atenas la ley la creaban y la aplicaban los magistrados (archai).
Todos los ciudadanos podían ser elegidos para este puesto, y de hecho
puede que hubiera ciertas expectativas de que el ciudadano honorable
cumpliera con su papel de manera activa en la vida cívica. Los griegos
no veían al estado como una entidad que interfería y que quería limitar
las libertades del individuo, sino que lo entendían como un aparato a
través del cual el individuo podía expresar su pertenencia a la
comunidad plenamente. La rotación regular de los archai, gracias a un
periodo de mandato limitado y a la prohibición de reelección, significaba
que se podían controlar los abusos de poder y que los gobernantes, a su
vez, se convertirían en gobernados. También existían varias juntas de
funcionarios que tomaban las decisiones administrativas; los miembros
de estas juntas a menudo provenían de las diez tribus tradicionales. La
mayoría de puestos cívicos eran de corto plazo y se elegían por sorteo,
para asegurarse de que el soborno fuera mínimo. También es importante
que los puestos de poder a menudo requerían no solo de tiempo libre
sino también de la disposición económica para financiar proyectos
municipales tales como la construcción naval y los festivales. Por este
motivo, probablemente se daba el caso de que los puestos públicos en
realidad estaban dominados por los ciudadanos más ricos.

Algunos de los filósofos que dedicaron su tiempo al estudio de la


sociedad:

Platón – siglo IV a.C. – Platón creía en una sociedad jerárquica y


ordenada en la que los individuos se dividían en tres clases: los
gobernantes, los guerreros y los trabajadores. Creía que el Estado debía
ser regido por los filósofos, quienes poseían la sabiduría necesaria para
tomar las mejores decisiones. Para Platón, el Estado ideal era aquel en
el que cada persona cumplía su rol y trabajaba en armonía para el bien
común.
Aristóteles – siglo IV a.C. – Aristóteles creía que el Estado debía ser una
comunidad en la que los ciudadanos compartieran objetivos comunes y
colaboraran para alcanzarlos. Para él, el Estado tenía la responsabilidad
de promover la virtud y el bienestar de los ciudadanos. Aristóteles
también creía que la mejor forma de gobierno era la que se adaptaba a
las necesidades específicas de la sociedad y que había que evitar los
extremos, como la tiranía o la anarquía.
Epicuro – siglo III a.C. – Epicuro creía que la felicidad individual era la
meta principal de la vida y que el Estado debía existir para garantizarla.
Para él, el Estado debía ser mínimo y no interferir en la vida de los
ciudadanos más allá de lo necesario. Epicuro también defendía la
igualdad y la justicia social.
Diógenes de Sinope – siglo IV a.C. – Diógenes de Sinope era un filósofo
que rechazaba la idea de la estructura social jerárquica y defendía la
libertad individual. Para él, el Estado y las instituciones sociales eran
innecesarios y el único objetivo de la vida era vivir de acuerdo con la
naturaleza. Diógenes creía que la felicidad se encontraba en la
simplicidad y la autosuficiencia.
ROMA
En sintonía con Platón y Aristoteles, Cicerón en relación al Estado y la
sociedad tenía la idea de que el Estado debe estar gobernado por
personas virtuosas y sabias. En su obra “De Republica”, Cicerón sostiene
que los líderes deben ser guiados por principios éticos y morales, y que
su principal responsabilidad es asegurar el bienestar de la sociedad en
su conjunto.

Cicerón también defendía la importancia de la ley y la justicia en el


Estado. Según él, la ley debía ser aplicada de manera justa y equitativa
para todos los ciudadanos, y no debía ser utilizada para favorecer a
ciertos grupos o individuos.

Además, Cicerón hacía hincapié en la importancia de la educación y la


cultura en la sociedad. Para él, la educación era fundamental para
formar ciudadanos virtuosos y comprometidos con el bienestar común.
Asimismo, defendía la promoción de la cultura y las artes como forma de
enriquecer y embellecer la vida de la sociedad.

En la Roma antigua, la idea del Estado estaba ligada a la ley y la


justicia. La ley romana se convirtió en un modelo para el derecho
occidental, y se desarrolló una forma de gobierno mixta que combinaba
la monarquía, la aristocracia y la democracia. La figura del emperador,
sin embargo, acabó por convertirse en la máxima autoridad política en
el Imperio Romano.

El Estado romano estaba formado por tres órganos principales: los


comicios, el Senado y los magistrados. Los comicios eran asambleas
populares en las que los ciudadanos romanos podían votar y tomar
decisiones políticas importantes, como la elección de magistrados y la
aprobación de leyes. El Senado, por su parte, era una asamblea de
hombres ancianos que asesoraba a los magistrados y tenía poderes
legislativos y judiciales. Finalmente, los magistrados eran elegidos por
los ciudadanos y eran responsables de la administración del Estado y del
mantenimiento del orden público.
En cuanto a la estructura social, la sociedad romana se dividía en tres
clases principales: los patricios, los plebeyos y los esclavos. Los patricios
eran la clase alta de la sociedad romana, compuesta por familias
aristocráticas y ricas propietarias de tierras. Los plebeyos, por su parte,
eran la clase media y baja, compuesta por artesanos, campesinos y
comerciantes. Los esclavos, por último, eran personas que habían sido
capturadas en guerras y convertidas en propiedad de sus amos.

Los patricios tenían el control del poder político y económico de la Roma


antigua, pero a lo largo del tiempo los plebeyos fueron ganando cada
vez más derechos y poder político. En el año 494 a.C., los plebeyos
lograron crear sus propias asambleas populares y elegir a sus propios
magistrados, lo que marcó el comienzo de su participación activa en la
vida política del Estado romano.

Los romanos tenían una concepción de cómo debía ser el Estado que se
basaba en la idea de que el poder político debía estar en manos de las
élites. La República romana, que existió durante varios siglos, era un
sistema político en el que los ciudadanos libres podían participar en la
toma de decisiones políticas, pero en el que el poder estaba en manos
de los patricios, la clase aristocrática y propietaria de tierras.

Los romanos creían en la necesidad de un Estado fuerte y centralizado


que pudiera garantizar la seguridad y la estabilidad del país. Por esta
razón, el Estado romano tenía una estructura jerárquica y autoritaria, en
la que los ciudadanos tenían un papel importante en la toma de
decisiones políticas, pero en última instancia era el Senado y los
magistrados quienes tomaban las decisiones importantes.

Además, los romanos valoraban la virtud cívica, que se definía como el


conjunto de valores y comportamientos que eran considerados
necesarios para el bienestar de la comunidad. Los ciudadanos debían
actuar de manera honorable, leal y patriótica, y debían estar dispuestos
a sacrificarse por el bien común. Esta virtud cívica era fundamental para
mantener la estabilidad del Estado y la cohesión social.

Por último, los romanos consideraban que el Estado debía estar basado
en el derecho y en la justicia. El derecho romano era una de las mayores
contribuciones de los romanos a la civilización occidental, y se
caracterizaba por ser un sistema jurídico justo y equitativo que
garantizaba la igualdad ante la ley y la protección de los derechos
individuales.
DERECHO ROMANO
El Derecho Romano se basaba en un conjunto de leyes, costumbres y
prácticas jurídicas que se fueron desarrollando a lo largo de los siglos en
Roma. Estas leyes eran conocidas como “ius” y se aplicaban a todos los
ciudadanos romanos, independientemente de su estatus social.

Una de las principales características del Derecho Romano era su


universalidad. En la época de la República romana, todos los ciudadanos
eran iguales ante la ley, y las leyes eran aplicables a todos por igual.
Además, el Derecho Romano era un sistema jurídico que se adaptaba y
evolucionaba para satisfacer las necesidades cambiantes de la sociedad
romana.

Otra característica importante del Derecho Romano era su enfoque en la


justicia y la equidad. El objetivo del sistema jurídico romano era
garantizar que todas las personas fueran tratadas de manera justa y
equitativa ante la ley. Para lograr esto, el Derecho Romano estableció
una serie de principios legales, como la presunción de inocencia y el
derecho a un juicio justo.

El Derecho Romano también se destacaba por su precisión y claridad.


Las leyes romanas eran escritas de manera clara y concisa, lo que
permitía que fueran entendidas y aplicadas de manera efectiva. Además,
los jueces romanos estaban altamente capacitados y tenían una sólida
formación legal, lo que aseguraba que las leyes fueran aplicadas de
manera justa y correcta.

En este capítulo, hemos visto cómo la idea del Estado en la antigüedad


clásica estaba ligada a la ciudad-estado y cómo Platón y Aristóteles
reflexionaron sobre la organización política. También hemos visto cómo
en la Roma antigua la ley y la justicia eran fundamentales en la
concepción del Estado. Estas ideas sentaron las bases de la teoría
política occidental y han influido en la reflexión sobre el Estado en
épocas posteriores.

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