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Texto: Punta del Este Boinas verdes

Autor: Lentin, Albert-Paul

Una alianza sin progreso


El texto comienza mencionando la "Carta de Punta del Este" de 1961, que
buscaba promover un "decenio del desarrollo" en América Latina y una "revolución
pacífica de las esperanzas". Esto era una respuesta al intento de Estados Unidos
de oponerse a movimientos radicales que buscaban cambiar las estructuras
políticas, económicas y sociales en la región. La carta prometía una ayuda
financiera de dos mil millones de dólares al año por parte de Estados Unidos y una
solución al problema del precio de las materias primas latinoamericanas.
Sin embargo, para 1967, el texto señala que este plan había fracasado por
completo. La deuda de América Latina con Estados Unidos se había
cuadruplicado en los últimos cinco años, y gran parte de los préstamos otorgados
por la Alianza para el Progreso se utilizaban para pagar esta deuda y comprar
productos estadounidenses. En lugar de promover el desarrollo, la Alianza para el
Progreso se había convertido en un sistema de financiamiento para las
exportaciones estadounidenses a América del Sur.
Los préstamos estadounidenses estaban lejos de compensar las pérdidas sufridas
por América Latina debido a la venta barata de sus productos y las fluctuaciones
de precios en el mercado mundial. Esto había llevado a un estancamiento o
deterioro económico en la región.
Influencia económica de los Estados Unidos en diferentes países de América
Latina, como México, la República Dominicana, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador,
Chile, Argentina y Brasil.
Los líderes demócrata-cristianos chilenos han tratado de mantener una relación
amigable con Washington. Esto se evidencia en su cooperación en las
negociaciones relacionadas con el cobre, su postura contraria a las demandas
laborales y sus declaraciones hostiles hacia Cuba.
Se menciona que, en Washington, ha habido una reducción significativa de la
ayuda pública estadounidense a América Latina. Esto marca un cambio de
enfoque de la política de Kennedy, que buscaba fomentar reformas moderadas en
la región a través de esta ayuda.
Las inversiones privadas de los EE.UU. UU. desempeñan un papel importante en
la economía de América Latina, controlando sectores clave como los servicios
públicos, el petróleo, la industria azucarera, entre otros. Estas inversiones han
beneficiado a las grandes compañías estadounidenses.
Acuerdos y políticas adoptadas por varios gobiernos latinoamericanos en relación
con empresas y corporaciones estadounidenses:
Chile y la Braden Copper : El gobierno chileno acuerda pagar 80 millones de
dólares por acciones cedidas por la Braden Copper. Garantiza préstamos por 120
millones de dólares a la compañía. Existen "cláusulas administrativas" que
permiten a la empresa estadounidense dirigir la compañía por una vez años, con
posibilidad de prórroga.
Argentina y Compañías Petroleras : El régimen militar del general Onganía
autoriza a dos compañías petroleras estadounidenses a continuar la explotación
de recursos petroleros en el país, derechos que les habían sido suprimidos en
1963.
Brasil y Empresas Estadounidenses : En Brasil, el gobierno reduce en un 5% el
impuesto sobre las rentas de empresas estadounidenses. La American Fruit
adquiere extensiones de tierras en la Amazonia y un latifundio entre el Estado de
Pará.
Compras de Tierras por Grupos Estadounidenses :En la región septentrional
del Estado de Goiás, grupos estadounidenses compran 114.000 hectáreas de
tierras para explotación de riquezas minerales.
Un hipotético mercado común
En la apertura de la "Conferencia Interamericana en la Cumbre" en Punta del Este,
se destacó la presencia de una amplia delegación de Estados Unidos,
encabezada por el presidente Johnson. Además de Johnson, la delegación incluyó
a figuras importantes como el Secretario de Estado adjunto para cuestiones
latinoamericanas, Lincoln Gordon, el embajador de EE.UU. UU. ante la OEA, Sol
Linowitz, y otros especialistas y técnicos.
La reunión fue notable, ya que la mayoría de los jefes de Estado o de gobierno de
los países de la Organización de Estados Americanos (OEA) estaban presentes,
incluyendo al último en ser admitido, Trinidad. Hubo ausencias notables, como la
del presidente boliviano René Barrientos, quien protestó por la negativa de la
conferencia a abordar la cuestión del acceso de Bolivia al Pacífico. También se
destacó la ausencia de "Tachito" Somoza, el dictador de Nicaragua, y el
sanguinario tirano de Haití, François Duvalier, quien prefería quedarse en su país
debido a la inseguridad en su poder.
Las discusiones sobre el Mercado Común fueron intensas, y los Estados Unidos
iniciaron conversaciones al respecto desde el principio. Sin embargo, los
presidentes de Argentina y Brasil expresaron sus reservas sobre un enfoque de
"integración avanzada" y abogaron por una integración más gradual. Por otro lado,
los países del "club de Bogotá" (Chile, Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela)
defendieron con más entusiasmo la creación de un arancel aduanero común y la
formación de organismos supranacionales.El presidente de Estados Unidos
intentó persuadir a los líderes latinoamericanos para que consideraran la
posibilidad de un "conjunto continental" que incluyera a Estados Unidos, pero
encontró resistencia. Finalmente, se acordó la creación de un "mercado común
latinoamericano" que comenzaría a funcionar a partir de 1970, aunque su plena
efectividad se lograría después de 1985.
Sin embargo, la cuestión del financiamiento de las nuevas infraestructuras
integradas fue un punto de conflicto. Los líderes latinoamericanos esperaban un
mayor compromiso financiero por parte de Estados Unidos, pero el presidente
Johnson solo pudo ofrecer garantías vagas y la posibilidad de obtener fondos a
través del Banco Interamericano de Desarrollo. Esta propuesta fue recibida con
escepticismo, ya que dependía de la aprobación del Congreso estadounidense y
se demostró insuficiente.

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