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EL PERÚ DE VELASCO ALVARADO

THE PERU OF VELASCO ALVARADO

Luisa Bastidas Figueroa


Universidad de Playa Ancha
Valparaíso

RESUMEN
El año 1968 asumió en el Perú una Junta de Gobierno encabezada por el General Juan Velasco
Alvarado. A partir de postulados nacionalistas y revolucionarios inició un plan de expropiaciones de
empresas norteamericanas que lo llevaron a enfrentarse diplomáticamente con los Estados Unidos.

ABSTRACT
In 1968 a military junta headed by General Juan Velasco Alvarado took power in Peru. Starting from
a nationalistic and revolutionary programmed it initiated a series of expropriations of North American
enterprises which led it to a diplomatic confrontation with the United States.

La relación Estados Unidos-América Latina siempre se ha caracterizado por presentar un carácter


cíclico con períodos de aguda intervención y conflictos seguidos por otros con una presencia
cercana al desinterés. En la segunda mitad de la década de los sesenta, durante el gobierno de L.
Johnson, América Latina había vuelto a ser una región de baja prioridad y esto se vio reflejado en la
creciente disminución de la ayuda entregada.

Parte de la falta de atención hay que buscarla en la situación interna del País del Norte. Fue
un período traumático, caracterizado por fuertes presiones internas originadas por la guerra de
Vietnam, los conflictos raciales y la falta de liderazgo político de su dirigentes. Cuando Richard Nixon
asumió el poder en enero de 1969, una de las primeras acciones de su gobierno fue anunciar su
decisión de fomentar el desarrollo económico de la región para lo cual envió una misión encabezada
por Nelson Rockefeller, destinada a elaborar un informe de la situación.

América Latina estaba en una etapa tranquila, el problema cubano no presentaban mayores
tensiones y la Alianza para el Progreso, tan vinculada a ella, estaba completamente desprestigiada.
Sin embargo, en octubre había ocurrido algo que podía llegar a ser de gran significación en la
historia de las relaciones interamericanas; la expropiación de la IPC en el Perú por parte de un
gobierno militar que se declaraba nacionalista y revolucionario. Estados Unidos es profundamente
conservador y contra-revolucionario y en la América Latina el nacionalismo y la revolución

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concomitante son por esencia antiestadounidense. Las medidas políticas adoptadas por el gobierno
del Perú podían significar una amenaza.(1)

El Secretario General de la OEA, Galo Plaza, al tomar posesión de su cargo en 1968, en su


discurso inaugural había asegurado que las naciones latinoamericanas eran parte del Tercer Mundo
y debían buscar nuevos arreglos colectivos para corregir la situación deficitaria frente al mundo.(2)

El crecimiento de América Latina en 1967 había sido menor que los dos años anteriores, de
allí que algunos países se mostraran dispuestos a responder a los esfuerzos soviéticos por
incrementar su comercio con ellos; además de promover un mayor comercio con otros países
comunistas.

Perú era uno de los países más pobres de América Latina, necesita urgentes medidas de
desarrollo económico y reformas sociales drásticas. Su producto nacional bruto total era muy inferior
al ingreso bruto anual de la Standard Oil Company de New Jersey, de la que la IPC era filial.(3) Los
intereses estadounidenses habían llegado a ser muy importantes en la explotación de minerales y
otros recursos de la nación, y el país había estado prácticamente en manos del gobierno de los
Estados Unidos y de sus bancos privados para el refinanciamiento de su gran deuda exterior.(4)

En el plano interno existía una casi perpetua anarquía, en parte porque los partidos políticos
siempre habían adolecido de una mala organización con un fuerte espíritu personalista y caudillista
(5), por lo que siempre hubo un excelente caldo de cultivo para fermentar el descontento.

El problema del petróleo que fue una permanente bandera de lucha de los diferentes
segmentos políticos del país y que se transformó en un desestabilizador de gobiernos tiene su
origen en 1922 cuando el gobierno de Augusto Leguía cedió el yacimiento de La Brea y Pariña,
ubicado cerca del poblado costero de Talara en la costa norte del país. Junto con ello firmó un Laudo
por el que se ratificaba el paso de la propiedad de manos de capitales ingleses a capitales
norteamericanos, dejando para el Perú sólo un impuesto de 71 centavos por tonelada.

En 1945, en medio de una aguda crisis económica, con una alta inflación y escasez de
alimentos, el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero aprobó un acuerdo que otorgaba a la IPC
permiso para buscar petróleo en el desierto de Sechura. La firma del contrato levantó un fuerte
sentimiento nacionalista y la elite costera apoyó un movimiento militar en contra del gobierno de
Bustamante.

Fue reemplazado por Manuel Odría quien se mostró decidido a iniciar una política social que
favoreciera a las clases necesitadas del país a través del estímulo de la inversión extranjera, sobre
todo en el área de la minería y el petróleo.

Entre los años 1956 y 1962 gobernó Miguel Prado Ugarteche siguiendo una política exterior
de signo anticomunista y de estrecha alianza con Occidente; instauró en el Perú una democracia con
un alto sentido constructivo, manteniendo estrecha colaboración con los Estados Unidos.(6) Durante
su mandato se produjo una aguda ola de huelgas una de las cuales afectó a los empleados de la
IPC. Un asunto especialmente conflictivo en el problema petrolero decía relación con la propiedad

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del subsuelo, con los derechos del Estado, con los impuestos que debía aplicarse y los contratos
anteriormente firmados, todo ello vinculado a una empresa petrolera: la IPC, que era vista como un
símbolo del imperialismo norteamericano.

Esto se discutía no sólo en los círculos políticos de la extrema izquierda, sino que era
también una esperanza de corte nacionalista que se identificaba con el dominio total de los
productos estratégicos; el control estatal de los mismos se consideraba un asunto de honor nacional.
El influyente diario El Comercio de Lima hizo de la lucha contra el monopolio petrolero una cuestión
de primer orden.(7)

Hacia 1958, año de muchas dificultades económicas, Nixon en calidad de vicepresidente,


visitó el país provocando con ello desagradables incidentes. Quema pública de la bandera y el
mismo vicepresidente fue apedreado y herido levemente por estudiantes de la universidad de San
Marcos; previamente la Federación de Estudiantes había declarado no grata su presencia en el Perú
a modo de protesta por la política aplicada por su país.

Esta ola de sentimientos antinorteamericanos se habían incrementado a raíz de las


dificultades económicas originadas por el “dumping” aplicado al algodón y otros productos, además a
las tarifas aduaneras prohibitivas que había impuesto sobre las principales importaciones
procedentes del Perú.

En medio de una campaña preelectoral una de las banderas que con más vehemencia
comenzó a ser agitada por la oposición fue la de la nacionalización del petróleo y la oposición al
Laudo Arbitral. Las fuerzas opositoras sostenían que mucho de los vicios habían sido agravados por
haberse sometido el pleito al laudo arbitral que dio la razón a los capitales extranjeros. El Frente
Nacional de Defensa del Petróleo presidido por el general César Pando, aceptaba el Laudo y
proponía una ley de nacionalización progresiva en un plazo de 40 años. Los demócrata cristianos
pedían declarar la nulidad del Laudo y solicitar la expropiación, pero perdonaban a la IPC el pago de
48 millones de dólares que adeudaba al fisco. Por su parte, la Acción Popular, el Social Progresismo
y otros grupos de la oposición reclamaban la inmediata entrega de los yacimientos, las refinerías, las
instalaciones, y la creación de una empresa estatal autónoma.

El asunto del petrolero se había transformado en el eje que movía la política interna y
externa del Perú.

En 1963 la elección fue ganada por Belaunde Terry quien asumió el 3 de julio, para el
período comprendido entre 1963 y 1969. Inició su gobierno con fuerza, sin embargo, en la oposición
se mantuvo una coalición con mayoría parlamentaria que hizo historia bloqueando las iniciativas del
ejecutivo y poniendo en jaque a los ministros.

Belaunde se propuso terminar en 90 días con el problema del petróleo recibiendo para ello
poderes especiales del Congreso. Había hecho suya la campaña de “El Comercio” que tendía a una
modificación del status quo de la IPC, a la vez que buscaba una reforma agraria que justificara
satisfacer a los sectores políticos y buscar una mejor relación entre tierra y trabajo agrícola.

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La producción petrolera aumentó en momentos en que el problema amenazaba con
transformarse en explosivo al relacionarse los argumentos relativos a la soberanía nacional con un
análisis tributario que señalaba las cuantiosas deudas de la empresa. Se planteó recobrar los
recursos estratégicos del país, en especial, el petróleo.

El problema no sólo era sobre los derechos de propiedad de los yacimientos, era más bien
un problema políticos. Los argumentos nacionalistas hicieron coincidir a sectores moderados y
conservadores. A fines de 1967 el gobierno llamó a la concordia a fin de terminar con la estéril
efervescencia política. Para ese año el Perú tenía 12 millones de habitantes de los cuales sólo 350
mil tenían poder adquisitivo, la mayor parte de la población vivía en el campo y no era propietaria de
las tierras.

Entre 1963 y 1967 la deuda externa del país se había elevado de 120 millones de dólares a
700 millones. Una salida era conseguir un refinanciamiento y obtener nuevas inversiones. El ministro
de Economía Manuel Ulloa consiguió un arreglo económico el cual se encontraba condicionado a la
solución de los problemas existentes con la IPC.

El 9 de agosto de 1967, el presidente dispuso que los yacimientos de La Brea y Pariña


fueran inscritos como propiedad estatal en los registros de concesiones petrolíferas del Ministerio de
Fomento, medida complementaria a la promulgación, el 26 de julio del mismo año, de la ley número
16.674 por la cual se declaraban pertenecientes al Estado los yacimientos petrolíferos de la Brea y
Pariña. La Empresa Petrolera Fiscal fue designada como representante del Estado. Mediante un
acta firmada en Talara, el Estado recuperó los yacimientos.(8)

Belaunde anunció que había obtenido un acuerdo que consistía en la entrega por parte de la
IPC de los semiagotados pozos petroleros, que según el Perú venía explotando ilegalmente por más
de cincuenta años. A cambio de esa entrega el gobierno se comprometía a anular las
reclamaciones. Además, la refinería seguía en manos de la IPC en el entendimiento que ampliaría y
modernizaría las instalaciones. Asimismo, la compañía continuaba manejando monopólicamente la
distribución de la gasolina por un período de 40 años con la posibilidad de renovar esa concesión
por otros 40 años; además el gobierno le entregaba una concesión de un millón de hectáreas para
explorar y explotar el petróleo.(9)

Las medidas expuestas constituían actos de verdadera trascendencia para la economía del
país si se tiene en cuenta que la producción de petróleo de esos yacimientos durante el año 1966
había alcanzado la tercera parte el petróleo obtenido por el Perú.(10)

Pocos días después de firmada el Acta de Talara, el gerente de la Empresa Petrolera Fiscal
denunció que se había perdido la página once del convenio en donde aparecía el precio del crudo
producido por el Estado. El escándalo creó conmoción mientras los adversarios acusaban al
gobierno de vender el crudo demasiado barato a la compañía extranjera. El asunto fermentó y derivó
en un caldo de cultivo que llevó al golpe de estado de 1968.

En medio de una discusión sobre la capacidad del gobierno para sostenerse, el golpe de
estado augurado por tantos surgió por donde menos se esperaba: un sector nacionalista con atisbos

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de izquierda... Belaunde Terry fue derrocado por un militarismo republicano de nuevo cuño.(11) No
pudo vencer la oposición obstinada a las reformas sociales aun modestas y los Estados Unidos
hicieron muy poco para ayudarlo al recortarle la ayuda económica a modo de presión para que
resolviera en favor de la compañía norteamericana. Con esta última medida, el Perú se vio privado
de los aportes entregados por la Alianza para el Progreso.

Tras cinco años de prolijas negociaciones durante las cuales Estados Unidos reveló una
hostilidad continua hacia las inclinaciones nacionalistas del Perú, el gobierno de Belaunde se
rindió.(12)

Los primeros días de octubre una junta militar derribó el gobierno de Belaunde Terry. El
Ejército tomó el control político y militar de todo el territorio, suspendió las garantías constitucionales
e inauguró una “tercera vía” como se denominó a su línea revolucionaria. El golpe de estado
interrumpió 12 años de democracia y pavimentó el camino para uno de los gobiernos militares más
ambiciosos de América latina. El 4 de octubre de 1968 prestó juramento el General de División Juan
Velasco Alvarado. En su discurso inaugural expresó: “El pronunciamiento institucional del 3 de
octubre ha iniciado una revolución que jamás podrá ser detenida, porque representa la
inquebrantable decisión del ansiado binomio Pueblo y Fuerza Armada, para poner fin a la
explotación a la ignominia y a los privilegios de unos pocos, sustentados en los intereses
colonialistas que hoy repudia el mundo entero”.(13) Con anterioridad había justificado su movimiento
con estas palabras: “El gobierno anterior, nacido legítimamente por voluntad popular en 1963, se
prostituyó y se hizo ilegítimo en su ejercicio por su servicio incondicional a los intereses de grupos...
que hicieron escarnio de nuestra soberanía y nos explotaron con alma de traficantes de
esclavos”.(14)

Desde el primer momento el presidente mostró deseos que su país pudiera ejercer una
mayor influencia en los asuntos mundiales. De acuerdo con este objetivo se propuso reducir la
presencia dominante de los intereses extranjeros y obtener el control de la economía para evitar la
subordinación a los centros de decisión donde se originaban las acciones que afectaban
fundamentalmente a la vida económica de la nación y le impedían un desarrollo autónomo. Dijo al
respecto: “Las diferentes medidas adoptadas por el Gobierno Revolucionario permitirán reordenar la
hacienda pública, dar solidez a nuestra moneda... para evitar así.. . la crisis económica”.(15)

El movimiento militar estaba integrado por un grupo de oficiales de nueva fisonomía, con una
mentalidad distinta a la de las fuerzas armadas tradicional; ello respondía a una nueva fuerza
originada durante el gobierno de Odría destinada a mejorar la preparación de los militares. La nueva
institucionalidad buscaba perfeccionarlos y prepararlos para ser deliberantes. Se fundó para ello el
CAEM destinado a preparar altos oficiales con una sólida formación en asuntos políticos y
económicos. Después del golpe de 1968, no se ocultó que el CAEM tenía por finalidad preparar
oficiales para administrar el país. Incluso existen versiones que informan que oficiales peruanos se
preparaban en instituciones de los Estados Unidos en temas de administración pública.(16) El nuevo
rostro del militarismo quedaba definido, convirtiendo al militar profesional en un agente político al
cual se atribuía el renovado papel del colaborar activamente en el desarrollo nacional. La Junta de
Gobierno y Juan Velasco Alvarado respondían muy bien a los objetivos trazados por el CAEM.

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Si el problema petrolero había sido el motor del golpe de estado, la primera obra de Velazco
fue darle una solución radical.

El 4 de octubre de 1968 por D.L. 17.065, el gobierno declaró nulo el convenio firmado el 12
de agosto entre Belaunde y la IPC así como el Acta de Talara del 13 de agosto; a continuación el 9
de octubre por D.L. 17.006, decretó la expropiación de todos los bienes y propiedades de la IPC. En
su mensaje a la nación declaró:

“Hace más de cincuenta años... el problema de La Brea y


Pariña ha constituido para la república un capítulo de
oprobio y vergüenza, por representar un ultraje a la
dignidad, al honor y a la soberanía de la nación... El
Gobierno revolucionario después de declarar la nulidad de
la indigna Acta de Talara... ordena la inmediata expropiación
de todo el complejo industrial de La Brea y Pariña y anuncia
al país, que en este preciso momento las fuerzas de la
Primera Región Militar, haciéndose eco del clamor de la
nación están ingresando al campo de Talara para tomar
posesión de todo el complejo industrial, que incluye la
refinería, y con la más alta emoción patriótica hacen flamear
el emblema nacional como expresión de nuestra indiscutida
soberanía”.(17)

Velasco, junto con expropiar las instalaciones exigió que la IPC pagara al Estado todas las
deudas por los productos indebidamente extraídos. Efectivos militares de la Segunda Región de
Piura ocuparon el yacimiento e instalaciones de la compañía; esa fecha fue declarada Día de la
Dignidad Nacional: “La revolución está en marcha... Estamos seguros que las generaciones futuras
celebrarán este día de reparación como el día de la dignidad nacional”.(18) Muy pocas voces se
levantaron en contra de la acción militar y las expropiaciones.

En los días siguientes, en un acto de entrega del Pabellón Nacional a la División Blindada
dijo a los soldados: “Talara y su ocupación constituyen un símbolo eterno, porque expresan la
definición de la Fuerza Armada frente a las angustias de un Perú que estaba abandonado en el
tremendo drama de la injusticia y el entreguismo... con la ocupación de Talara... el mundo conoce ya
la negra verdad de este vergonzoso capítulo de la historia del Perú”.(19)

Debido a las expropiaciones el gobierno corría peligro que se le aplicara la Enmienda


Hikenlooper que ordenaba suspender la ayuda a todo país que nacionalizara, expropiara o se
apoderara de bienes de propiedad de los Estados Unidos y que no diera pronta y equitativa
compensación. Al respecto dijo Velasco:

“Sabemos que el gobierno revolucionario será atacado; las


tenebrosas fuerzas de la oligarquía interna y externa
defenderán hasta su último esfuerzo los baluartes de
privilegio y de dominio que han detentado siempre...

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Esperamos que la tristemente célebre Enmienda
Hikenlooper no se aplique en nuestro caso, sino que, por la
dignidad y respeto que merecen los países americanos, sea
derogada y nunca más se la mencione”.(20)

El gobierno peruano daba por hecho que sus acciones traerían una respuesta de los
Estados Unidos, quien consideraba una obligación defender la vida y los bienes de ciudadanos
norteamericanos en cualquier lugar del mundo en que fueran confiscados o amenazados. Las
palabras del presidente así lo demuestran:

“El Perú como país soberano y libre, no acierta a


comprender ni podría aceptar, que una nación poderosa que
guía los destinos del mundo occidental, pretenda aplicar sus
leyes fuera de su territorio; y lo que es más grave, amparar
con ello los intereses de una empresa que manifiestamente
actúa al margen de las leyes peruanas y de la moral, y que
procede con prepotencia, sin importarle ni la dignidad ni la
soberanía de nuestro país”.(21)

La expropiación manu militari fue calificada de inmediato como un caso único, en la medida
que la empresa había desafiado la legalidad y se había negado reiteradamente a aceptar las
indicaciones del gobierno peruano. La particularidad de la situación fue ratificado por el presidente al
manifestar: “La ciudadanía del país y del extranjero debe tener bien presente que el problema de la
International Petroleum Company es un caso particular de explotación ilegal de nuestra riqueza
petrolera y de trasgresión de nuestras leyes”.(22)

La afirmación del carácter singular de esa acción del GRFA venía a propósito del justificado
temor a la reacción que pusiera desatar el gobierno norteamericano. Al contrario de lo que se
esperaba, respondió cautelosamente.(23) Estados Unidos buscó la manera de resolver las
diferencias por vía diplomática. El presidente Nixon se encontró en un problema; no podía dejar de
apoyar a la IPC, pero tampoco deseaba aplicar medidas de fuerzas y no podía quedarse en la
inactividad pues la condescendencia podía crear un precedente que podría animar a otros países a
tomar acciones similares. Por ello el presidente envió a un emisario. Su delegado personal John N.
lrving, inició contactos con las autoridades peruanas.(24)

El gobierno peruano estaba dispuesto a pagar una justa compensación por la expropiación,
pero además presentó una contrarreclamación por más de 690 millones de dólares por concepto de
petróleo extraído en forma ilegal por la compañía entre los años 1924-1968.

En 1969 ambas cancillerías desarrollaron un intenso trabajo para evitar un conflicto de


proporciones, más aun cuando a fines de enero se procedió al embargo de los locales de la sede
social de la Standard Oil Company en garantía por las sumas adeudada. El propio Velasco Alvarado
anunció que el Estado había exigido a la citada compañía el pago por concepto de impuestos no
pagados:

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“En cuanto a los adeudos... éstos se derivan del hecho que
esta empresa, sin título legal... extrajo indebidamente... más
de 447 millones de barriles de petróleo crudo, 33 millones
de barriles de gasolina natural y 2 millones de barriles de
gas propano licuado. Estas cifras están registradas en
documentos oficiales del Ministerio de Fomento y Obras
Públicas. La valorización total de octubre de 1968 asciende
a una suma que excede a los veintiséis mil millones de
soles (U.S.A $ 690.524.283)... Hay que advertir... que el
cálculo de los adeudos por valor de los productos no incluye
todos los beneficios y utilidades que la lnternational
Petroleum Company ha obtenido como resultado de sus
operaciones industriales y comerciales utilizando el petróleo
de propiedad del Estado Peruano”.(25)

El 20 de mayo de 1969 Estados Unidos suspendió la venta de materiales de guerra al Perú.


El gobierno lo acusó de violación de los tratados firmados entre ambos. Velazco acordó no recibir a
Nelson Rockefeller enviado especial de Nixon, y comunicó a las misiones militares estadounidenses
en Lima que debían abandonar el país.(26)

El 24 de agosto el presidente declaró que el Consejo de Ministros había aprobado la


expropiación total de todos los bienes, muebles e inmuebles propiedad de la International Petroleum
Company situados en el territorio nacional.

El 23 de octubre, al cumplirse un año del golpe, un observador español que hizo un balance
de la actuación del gobierno, escribió en Madrid: “Pocas veces en la historia de un país
hispanoamericano se ha conseguido sentar en menos tiempo las bases para una reforma que, de
cumplirse en su conjunto, aseguran el triunfo sobre el subdesarrollo interior y sobre la onerosa
dependencia exterior”.(27)

En un discurso con motivo del aniversario de la Independencia Nacional el 28 de julio,


Velasco explicó su posición hacia los Estados Unidos, allí dijo: “...no nos mueve enemistad alguna
hacia ningún país de América. Actuamos así porque estamos convencidos de que dentro de la
comunidad de naciones americanas no deben existir relaciones de dominación... América Latina
rechaza toda forma de intervencionismo; y se interviene o se pretende intervenir cuando surgen
amenazas de “enmiendas” que rechazamos categóricamente por ser expresiones de actitud
imperialista”.(28)

En relación con los otros países de América definió su política en los siguientes términos:

“En el campo externo, nuestra posición esta hoy de acuerdo


con la de todos nuestros hermanos de América; nos acerca
un sentimiento de dignidad y rebeldía ante la injusticia y nos
une, con lazos nunca antes existentes, la esperanza de un
mañana promisorio, basado en el pleno respeto y la

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igualdad política de nuestros pueblos. Nuestros países son
hoy soberanos y sus actitudes no causan recelo ni dudas,
aun cuando ellas se refieran a movimientos de tropas y
ejercicios, ya que todos sabemos que en la actualidad los
elementos de la Fuerza Armada son factor de progreso,
unión y cooperación cívica... desde estos puntos de vista,
nuestras relaciones internacionales continuarán
incrementándose convenientemente con el planteamiento
de nuestra política exterior”.(29)

Al hacer un análisis de los logros de su gobierno hizo una referencia a lo que había sido la
posición del gobierno frente al problema del petróleo durante el régimen de Belaunde. Dijo: “...
cuando se arribó a una solución fue una solución claudicante y entreguista que ningún peruano con
orgullo de serlo podría haber aceptado jamás... los irrenunciables derechos del Perú han
prevalecido. El petróleo es peruano. La International Petroleum Company ha desaparecido del país.
Hemos hechos frente a las presiones extranjeras no con altanería, sino con firmeza”.(30)

Velasco, en un mensaje a la nación con motivo de la promulgación de la Ley de Reforma


Agraria hizo algunas consideraciones sobre la expropiación petrolera y la reforma agraria, pensaba
que ambas constituían parte de un mismo proceso económico:

“... la ley (de reforma agraria) considera a la tierra y a las


instalaciones como un todo indivisible de producción sujeto
a la reforma agraria. La planta industrial de procesamiento
primario de productos del campo está indisolublemente
ligada a la tierra... y así como en el caso del problema
petrolero, el Estado expropió la totalidad del complejo,
afectando a los pozos y la refinería con todas sus
instalaciones y servicios... La Ley de Reforma Agraria tiene
que afectar a la totalidad de las negociaciones”.(31)

Por su parte, Washington recibió con mucha calma estos anuncios pues reconoció que el
programa de reforma agraria estaba acorde con la Alianza para el Progreso. Las decisiones tomadas
por el gobierno militar situaban a estas nuevas fuerzas armadas dentro de las grandes líneas de la
evolución política del Tercer Mundo.(32)

Tras la incautación de los bienes de la compañía petrolífera extranjera, se revisaron las


injustas reparticiones de la renta nacional y se procuró imponer cauces por los que fuera todo el país
y no sólo una minoría que se beneficiara de las riquezas nacionales.

Los primeros años del gobierno coincidieron con el auge de las exportaciones de materia
prima y con los primeros resultados de la explotación petrolera estatal en la selva. Con el tiempo el
gobierno tomó el control de otras importantes empresas extranjeras: ITT en 1969, el Chase
Manhattan Bank en 1970. Posteriormente en 1973 se confiscaron las empresas de la Cerro Pasco
Corporation, también se revirtieron al Estado los yacimientos de la productora de hierro Marcona

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Mining Corporation. El Estado organizó un enorme conjunto empresarial bajo el nombre de Petro-
Perú con el monopolio petrolero; Centromin-Perú en lugar de las empresas de la Cerro Pasco
Corporation y otras cercanas; otro conglomerado llamado Hierro-Perú ocupó el lugar de la Marcona
Mining Company. Las empresas pesqueras se centralizaron en Pesca-Perú.

Sin embargo las medidas tomadas por el gobierno en ningún momento estuvieron dirigidas
en contra de otras compañías extranjeras, así lo había asegurado Velasco desde los primeros días
en el gobierno:

“...las expropiaciones no tienen ninguna relación con la


política que sigue el Gobierno revolucionario con las demás
empresas extranjeras que explotan recursos naturales del
país, y cuyos derechos legítimamente adquiridos se
respetan y estarán siempre garantizados”.(33)

Es más, estaba muy interesado en que llegaran nuevas inversiones al país: “... los
postulados de la revolución... no sólo respetan sino que alientan la inversión foránea, siempre que
esté acorde con la legislación e intereses del Perú”.(34)

De esta forma se inició una política destinada a colocar en las manos del Estado todos los
resortes de la producción. Todos las acciones anteriormente mencionadas encontraron la hostilidad
norteamericana, pero en febrero de 1974 ambos gobiernos alcanzaron un acuerdo mediante el cual
el Perú pagaría 150 millones de dólares para cancelar totalmente las reclamaciones de las empresas
estadounidenses (incluidas la IPC) y Washington dejaría de oponerse a la concesión de créditos
internacionales del Perú.(35)

La situación con los Estados Unidos estuvo cerca de la sufrir un retroceso cuando Velasco
expropió la Marcona Mining transgrediendo las negociaciones en curso. A raíz de ello, la empresa
multinacional bloqueó el transporte y la comercialización del hierro en un momento de aguda crisis
económica. Nuevamente el gobierno norteamericano propició el establecimiento de negociaciones
que condujeron a un curso, calmando la ansiedad en los medios financieros.(36)

EVALUACIÓN

El gobierno de Velasco presentó varias originalidades. Fue un gobierno nacionalista que emprendió
reformas sociales, estuvo dirigido por militares tradicionalmente defensores del statu quo y firmes
aliados de los Estados Unidos en su política anticomunista. Sus expropiaciones derribaron el mito
que las inversiones extranjeras estaban más seguras en los regímenes militares que en los
gobiernos civiles. En el plano interno la expropiación de la IPC, la resistencia al gobierno
norteamericano y la reforma agraria crearon una substantiva ampliación de las bases de legitimidad
del GRFA, otorgándole, a su vez, recursos políticos para avanzar en su programa.(37)

El Perú al dejar de lado la adhesión a los Estados Unidos y buscar nuevos aliados
comerciales en otros sectores del mundo, se transformó en líder entre los países No Alineados o del

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Tercer Mundo. La política exterior del GRFA se definió a sí misma desde el primer momento por su
naturaleza “tercermundista” y “no alineada”, dirigida a acortar la dependencia externa. En ese mismo
sentido promovió la diversificación de sus mercados y sus fuentes de financiamiento. Aumentó el
comercio con los países comunistas, estableció relaciones con la Unión Soviética, con China y
Cuba, y en América se transformó en un activo líder dentro del Pacto Andino. Velasco dijo al
respecto: “... el Perú, ha ampliado sus contactos diplomáticos, comerciales y culturales con países
de fisonomía política distinta a la nuestra, pero cuyos mercados pueden abrirse a nuestros productos
y cuya cooperación técnica y económica nos pueden ser muy útil en la tarea del desarrollo
nacional”.(38)

El problema que presentó el Perú a Estados Unidos fue su marcado nacionalismo lo que se
transformó en una reafirmación de los peruanos sobre el control de sus asuntos internos y externo y
el deseo de liberarse de la hegemonía norteamericana. Velasco reafirmó sistemáticamente el
carácter nacionalista de su gobierno: “Somos nacionalistas y somos revolucionarios, queremos
soluciones peruanas a los problemas; la política militar revolucionaria no admite interferencias
foráneas”.(39) Las palabras nacionalismo y nacionalista estuvieron permanentemente presentes en
los discursos del presidente. Con motivo del aniversario de la independencia del país dijo: “No fue un
golpe militar. Fue el comienzo de una revolución nacionalista”.(40) Al dirigirse a los delegados de la
CEPAL expresó: “Se trata de una revolución Nacional surgida en un país de muy antigua y rica
historia... que supimos imprimirle una concepción nacionalista, autónoma e independiente,
sustentada en la firme defensa de la soberanía...”.(41) Posteriormente, al dirigirse a los delegados al
Trigésimo Noveno Congreso Internacional de Americanistas dijo: “La raíz de nuestro nacionalismo
es, sin embargo, esencialmente ajena al estéril propósito de desdeñar todo cuanto de aporte haya
en la creación del hombre de otras latitudes... Nuestra posición nacionalista se nutre en nuestra
historia y nuestra realidad”.(42)

Puede decirse que las principales consecuencias de las reformas económicas del gobierno
militar de Velasco Alvarado se centraron en la transformación de la estructura de la propiedad.(43)
Se aprovechó para ello de las posiciones ideológicamente elaboradas en torno a la reforma agraria,
la expropiación de los rubros principales de la producción, particularmente los considerados
estratégicos, petróleo y buena parte de la minería, especialmente aquellos en manos de empresas
transnacionales.(44)

El modelo político-económico del gobierno militar se hallaba claramente soportado por un


esquema nacionalista acorde con los criterios elaborados en décadas anteriores por la CEPAL,
especialmente en lo referente a una política tendiente a la sustitución de las importaciones. El
presidente en su discurso inaugural de XIII Período de sesiones de la Comisión Económica para
América Latina expresó: “Estamos viviendo los momentos iniciales de un vasto proceso
transformador... No hay desarrollo sin transformaciones... Desde este punto de vista, nos es
singularmente grato comprobar similitud de enfoque entre nuestra posición y la planteada por la
CEPAL”.(45) Se puede considerar al gobierno de revolucionario de Velasco como el primer gobierno
de la CEPAL en América Latina. Con la colaboración de esta organización se confeccionó un
esquema de desarrollo para los siguientes veinte años y se sentaron las bases para un plan de
desarrollo inmediato.(46)

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Aunque sectores de la izquierda marxista se aproximaron al régimen castrense ocupando
cargos algunos de sus militantes, incluso quienes habían participado en la guerrilla de 1965 y las
reformas redujeron el excesivo poder de la oligarquía, este proceso se realizó marginando tanto a
los partidos tradicionales como a los partidos comunista, socialista y otros. Por ello difícilmente el
gobierno podía ser catalogado de comunista, el mismo Velasco rechazaba abiertamente ser
catalogado de comunista o imperialista:

“Pero que nadie piense que al rechazar para nuestra


revolución los modelos del comunismo y capitalismo lo
hacemos por el banal prurito de originalidad. No, lo
hacemos porque nuestra convicción es que bajo cualquiera
de esos sistemas de ordenamiento político-social, los
problemas fundamentales del hombre del Perú
permanecerán irresueltos... Los parámetros tradicionales de
lo que un día fue descrito en términos de izquierda y
derecha nos parecen hoy infecundos y estériles”.(47)

Aunque tuvo buenos resultados iniciales, debido a la deuda externa y a las presiones de
algunos organismos internacionales, tuvo que imponer austeridad, no aumentar los salarios y subir
los impuestos.

En el caso del Perú, los Estados Unidos siguieron una línea conciliatoria de compromiso con
la esperanza de obtener una adecuada compensación por las propiedades petrolíferas expropiadas.
Esta política suave reflejaba el punto de muchos altos funcionarios que opinaban que no se debía
poner a los gobiernos anticomunistas, cualquiera que fuera su naturaleza, en situación de tener que
buscar apoyo en las fuerzas de la extrema izquierda. Pero, aunque sin invocar abiertamente la
Enmienda Hikenlooper, el gobierno de Nixon tomó represalias reduciendo su ayuda e impidiendo al
Perú obtener ciertos préstamos de organismos internacionales en los que Estados Unidos tenía gran
influencia.(48)

El éxito de la junta militar peruana al consolidar su poder, pese a las fuerte presión de los
Estados Unidos y al obtener ayuda y asistencia del bloque comunista impresionó a otros países.
Para algunos fue un éxito el que hubiera logrado subsistir un régimen en América Latina, pese a
atacar de modo directo y enfático los intereses económicos estadounidenses.

NOTAS

(1) Connell-Smith, Gordon, Estados Unidos y América Latina, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, 310.
(2) Connell-Smith, Gordon, El Sistema Interamericano, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, 423.
(3) Connell-Smith, Sistema..., 427.
(4) Connell-Srnith, Estados Unidos..., 315.
(5) Belmonte, José, Historia Contemporánea de Iberoamérica, Ed. Guadarrama, Madrid, 1971.
(6) Belmonte, 121.
(7) Pease, Franklin, Breve Historia Contemporánea del Perú, Fondo de Cultura Económica, México,1985, 223.
(8) Pease, 238.
(9) Cotler, Julio, Clase, Estado y Nación en el Perú, Ed. Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1986, 401.

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(10) Belmonte, 142.
(11) Pease, 241.
(12) Skidrnore, Thomas & Smith, Peter, Modelo Latin America. Oxford University Press, 1984, 233.
(13) Velasco Alvarado, Juan, Velasco, la Voz de la Revolución. Discursos del Presidente de la República General
de División Juan Velasco Alvarado, 1968/1972. Ediciones Participación, Lima, 1972, 9.
(14) Velasco, 8.
(15) Velasco, 15.
(16) Pease, 242.
(17) Velasco, 3.
(18) Velasco, 4.
(19) Velasco, 9.
(20) Velasco, 9.
(21) Velasco, 28.
(22) Velasco, 15.
(23) Cotler, 405.
(24) Belmonte, 143.
(25) Velasco, 26.
(26) Belmonte, 144.
(27) Miguel Torres, “Perú: desarrollo y soberanía”, ABC, Madrid, 19 septiembre 1969. en Belmonte, 144.
(28) Velasco, 65.
(29) Velasco, 17.
(30) Velasco, 62.
(31) Velasco, 47.
(32) Belmonte, 145.
(33) Velasco, 15.
(34) Velasco, 4.
(35) Skidmore, 236.
(36) Cotler, 420.
(37) Cotler, 407.
(38) Velasco, 6.
(39) Velasco, en Belmonte, 144.
(40) Velasco, 59.
(41) Velasco, 34.
(42) Velasco, 253.
(43) Pease, 248.
(44) Pease, 252.
(45) Velasco, 34.
(46) Cotler, 404.
(47) Velasco, 25.
(48) Connell-Smith, Estados Unidos..., 294.

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