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INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA
TERCERA ETAPA (AÑOS 90)
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“integración en mangas de camisa”). Muy rapidamente se lograron varios acuerdos
previos y no se necesitó la suscripción solemne de un tratado para dar inicio al
proceso, éste fue la culminación de muchas acciones anteriores:
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se invita a Chile y al Paraguay. Chile solicita un periodo previo de observación y
el Paraguay formula una aceptación inmediata.
En diciembre de 1990, en el marco del Tratado de Montevideo 1980, se
suscribre el Acuerdo de Complementación Económica Argentino-Brasilero, que
integra y profundiza los acuerdos bilaterales preexistentes. Se registra este ACE
ante la ALADI.
El 25 de marzo de1991, en la capital del Paraguay, se suscribe el Tratado de
Asunción como el instrumento constitutivo del Mercado Común del Sur
(MERCOSUR), que constituye el proyecto internacional más relevante en que se
encuentran comprometidos los países integrantes.
Los países integrantes del MERCOSUR son los suscriptores del Tratado de Asunción,
la República Argentina, la República Federativa del Brasil, la República del Paraguay y
la República Oriental del Uruguay.
Como países asociados están Bolivia y Chile, primero, y posteriormente los otros
países andinos, que acuerdan esta posición mediante un ACE especial (ACE 59).
Objetivo
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Principios
Mecanismos
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Posiciones comunes en la ALADI, con el objeto de preservar los objetivos e
intereses de los países del MERCOSUR.
Estructura Orgánica
El Consejo del Mercado Común, como órgano superior de conducción política y toma
de decisiones, se halla integrado por los Ministros de Relaciones Exteriores y los
Ministros de Economía de las Estados Partes. Se reúne las veces que sea necesario y
por lo menos una vez al año con la participación de los Presidentes.
Adhesión
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1.5 El MERCOSUR en funcionamiento
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fundamentales de política comercial común que rigen la zona de libre comercio y la
unión aduanera encabezados por el Arancel Externo Común.
Así los Estados Partes iniciaron una nueva etapa de consolidación y profundización,
donde la zona de libre comercio y la unión aduanera constituyan pasos intermedios
para alcanzar un mercado único que genere un mayor crecimiento de sus economías,
aprovechando las economías de escala y el mayor poder negociador del bloque. Se
puede decir que el MERCOSUR ha sentado las bases fundamentales para consolidar
las relaciones entre los países miembros, profundizando los vínculos tanto económicos
como políticos y neutralizando las tendencias hacia la fragmentación.
Donde el proceso logró avances importantes fue en el ámbito político, los avances en la
construcción del mercado común implicaron la conformación de un espacio político
común donde los Estados Partes del MERCOSUR, junto a Bolivia y Chile como países
asociados, constituyeron el "Mecanismo de Consulta y Concertación Política" en el que
se consensuan posiciones comunes en materias de alcance regional que superan lo
estrictamente económico y comercial. Así, en ocasión de la X Reunión del Consejo del
Mercado Común, 25 de junio de 1996, se suscribió la “Declaración Presidencial sobre
Compromiso Democrático en el MERCOSUR”, así como el Protocolo de Adhesión de
Bolivia y Chile a dicha Declaración, instrumento que traduce la plena vigencia de las
instituciones democráticas como condición indispensable para la existencia y el
desarrollo del MERCOSUR.
Posteriormente, en la Reunión del Consejo del Mercado Común de julio de 1998, los
presidentes de los Estados Parte del MERCOSUR y de Bolivia y Chile suscribieron el
"Protocolo de Ushuaia sobre Compromiso Democrático", por medio del cual los seis
países reconocen que la vigencia de las instituciones democráticas es condición
indispensable para la existencia y desarrollo de los procesos de integración y que toda
alteración del orden democrático constituye un obstáculo inaceptable para la
continuidad del proceso de integración regional.
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Asimismo, en dicha ocasión se suscribió la “Declaración Política del MERCOSUR,
Bolivia y Chile como zona de Paz" a través de la cual los seis países manifiestan que la
paz constituye un elemento esencial para la continuidad y el desarrollo del proceso de
integración regional. En ese sentido, los seis gobiernos acuerdan, entre otros puntos,
fortalecer los mecanismos de consulta y cooperación sobre temas de seguridad y
defensa existentes entre sus países, promover su progresiva articulación y realizar
esfuerzos conjuntos en los foros pertinentes para avanzar en la consolidación de
acuerdos internacionales orientados a lograr el objetivo del desarme nuclear y la no
proliferación en todos sus aspectos.
A partir del año 2000, los Estados Partes del MERCOSUR decidieron encarar una
nueva etapa en el proceso de integración regional, la cual se denominó "Relanzamiento
del MERCOSUR” y tuvo como objetivo fundamental el reforzamiento de la unión
aduanera tanto a nivel intracomunitario como en el relacionamiento externo. En este
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marco, los Estados Partes del MERCOSUR reconocieron el rol central que tienen la
convergencia y la coordinación macroeconómica para avanzar profundamente en el
proceso de integración. Se buscó de esta forma la adopción de políticas fiscales que
aseguren la solvencia fiscal y de políticas monetarias que garanticen la estabilidad de
precios.
Una de las grandes virtudes del MERCOSUR es haber logrado que el proceso de
negociación se realizara sobre bases realistas, razonables y flexibles. Es decir, el gran
mérito fue mantener el proceso integrador adaptando los instrumentos con flexibilidad a
las realidades de los cuatro países. El resultado es un MERCOSUR posible, dadas las
características y capacidades de las estructuras económicas y políticas de cada uno de
los socios.
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Segunda Etapa: Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), 1991 a la
fecha.
2.2. Constitución
La iniciativa del relanzamiento del proceso y la creación del SICA fue respaldada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas (Resolución A/48 L del 10 de diciembre de
1993), quedando el Protocolo de Tegucigalpa debidamente inscrito ante la ONU. Esto
permite que sea invocado internacionalmente y, además, le permite a los órganos e
instituciones regionales del SICA relacionarse con el Sistema de las Naciones Unidas.
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contexto de tensión y violencia por las guerras internas de El Salvador, Nicaragua y
Guatemala, que ocasionaron grandes pérdidas entre muertos, desaparecidos y
desplazados. En este marco, los gobiernos de la región, que se debatían entre el
sostenimiento de políticas contrainsurgentes, se abrieron no obstante a las propuestas
para abrir espacios de diálogo para conseguir la paz regional, expresadas
especialmente en las cumbres de Ministros de Relaciones Exteriores y Presidentes
centroamericanos sostenidas de manera regular. Estas cumbres se institucionalizaron
a partir de 1986 con el Acuerdo de Esquipulas I.
En uno de esos eventos, conocido como Esquipulas II, se acordó el procedimiento para
establecer “una paz firme y duradera”, acuerdo inspirado en la propuesta presentada
por el Presidente costarricense, Oscar Arias Sánchez, quién fue objeto de amplio
reconocimiento internacional y del premio Nobel de la Paz. Gracias a esta iniciativa
Centroamérica pudo visualizar una salida negociada para sus conflictos.
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2.5. Desarrollo del Proceso
Quizá su primer avance importante, destinado a estructurar las acciones y los órganos
del proceso de integración, fue la suscripción del Protocolo de Guatemala el 29 de
octubre de 1994, protocolo al Tratado General de Integración Económica
Centroamericana (Tratado de Managua), que establece y consolida el Subsistema de
Integración Económica para adaptarlo al nuevo marco institucional del SICA y a las
nuevas necesidades de los países de la región. Por tanto, el proceso de integración se
halla definido en un solo marco jurídico y político, pero que admite en su seno un
subsistema especialmente encargado de la integración económica, dejando a la
estructura general del SICA las otras áreas de la integración. El alcance de este
importante instrumento será analizado más adelante.
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culturas de los distintos países miembros del SICA. En el mismo sentido, mediante el
Tratado de Seguridad Democrática, suscrito en San Pedro Sula, el 15 de diciembre de
1995, se definen como las metas más altas de la integración la consolidación de la
democracia y la paz.
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4) La Secretaría General, a cargo de un Secretario General nombrado por la
Reunión de Presidentes por el periodo de cuatro años.
5) El Parlamento Centroamericano (PARLACEN), como órgano de planeamiento,
consulta y recomendación.
6) La Corte Centroamericana de Justicia, para garantizar el respeto al derecho, en
la interpretación y ejecución de los Protocolos.
7) El Comités Consultivo, como órgano de asesoría a la Secretaría General.
Órganos principales:
Órganos técnico-administrativos:
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2.8. Relacionamiento Externo
Para que el proceso sea más fluido se considera que debe haber una mayor
divulgación de los beneficios que traerá este nuevo estadio de integración, lo cual
implicará un esfuerzo que los gobiernos y entes regionales deben realizar para
involucrar al sector privado, la sociedad civil y al mundo académico de la región para
trabajar en una forma sistemática y coordinada. El resultado de una verdadera política
de sensibilización y participación – se cree - sería poder contar con un aval que luego
se manifieste en la ratificación, a través de los congresos respectivos, de las políticas
comunitarias. Esto facilitaría la formación de un sistema multidimensional en donde la
parte económica sea uno de varios elementos, pues lo que se persigue como región es
el desarrollo económico, social y democrático.
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un proceso más operativo, innovador y más participativo de la sociedad
centroamericana. Los crecientes retos que genera la globalización demuestran la
importancia del proceso de integración económica de la región. Es importante dejar
atrás ideologías importadas que han persistido en los países centroamericanos como
factor de división y quizá como una de las causas que más han obstaculizado el
desarrollo del proceso de integración.
Centroamérica es una región privilegiada, integrada por siete países, más de medio
millón de Km2 de superficie y una población en crecimiento, Todo esto la convierte en
un puente, en un lugar de encuentro entre las grandes regiones del norte y del sur
americano.
Sin embargo y al parecer nuevos nubarrones se ciernen sobre este proceso, esta vez
por causa de la ola de populismo desatada por el denominado “socialismo del siglo
XXI” y la revolución bolivariana impulsada desde Venezuela, que pretende ir captando
y polarizando a los países más pobres y pequeños de Latinoamérica y el Caribe para
afiliarlos a un nuevo proceso de integración ideológica, utilizando para ello su poder
financiero derivado de sus ingentes ingresos petroleros que provienen, irónicamente,
de las ventas que realiza al mercado norteamericano. En la región centroamericana
dos países, Nicaragua y Honduras fueron afiliados al ALBA, en el caso de Nicaragua
por una indiscutible afinidad política, pero en Honduras con una gran resistencia que
polarizó al país y suscitó el rechazo a la ya clásica estrategia del ALBA de alentar
reformas constitucionales que permitan la reelección indefinida de sus gobernantes
aliados, al más puro estilo de la actual Venezuela.
En ese marco, en junio de 2009 se produjo la expulsión del país del Presidente
hondureño decidida por el Congreso, Corte Suprema y Fuerzas Armadas. Si bien en la
forma se equivocó el camino y se mostró ante la opinión internacional como un burdo
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golpe de estado, provocando el rechazo internacional unánime ante la interrupción
democrática en dicho país, sin embargo, el hecho es demostrativo de la resistencia y
de la polarización que provoca en muchos países el intento hegemónico bolivariano
que, en realidad, es el verdadero desestabilizador de la democracia en la región. Ojalá
que el problema actual de Honduras – felizmente ya resuelto por la vía democrática de
la nuevas elecciones - no sea motivo para distanciamientos entre los países y un nuevo
estancamiento o frustración del proceso integrador de Centroamérica.
Ese modelo entró en crisis. La década de los ochenta fue tanto para los países
andinos, como para la integración andina, una década perdida. La crisis de la deuda
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afectó a todos los países de la región y se reflejó en la integración, que sufrió un
estancamiento.
El Sistema Andino de Integración que instituye el Protocolo está conformado por los
siguientes órganos e instituciones:
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El Parlamento Andino;
El Consejo Consultivo Empresarial;
El Consejo Consultivo Laboral;
La Corporación Andina de Fomento;
El Fondo Latinoamericano de Reservas;
El Convenio Simón Rodríguez, los Convenios Sociales que se adscriban al
Sistema Andino de Integración y los demás que se creen en el marco del mismo;
La Universidad Andina Simón Bolívar;
Los Consejos Consultivos que establezca la Comisión; y,
Los demás órganos e instituciones que se creen en el marco de la integración
subregional andina.
El Sistema tiene como finalidad permitir una coordinación efectiva de los órganos e
instituciones que lo conforman para profundizar la integración andina, promover su
proyección externa y consolidar las acciones relacionadas con el proceso de
integración.
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atribuciones no solamente técnicas sino políticas e incluso jurisdiccionales en lo
administrativo.
Ya en los años 2000, como reconoce la propia Secretaría General, se fueron haciendo
cada vez más notorias las limitaciones del modelo abierto de integración, que si bien
había permitido el crecimiento del comercio, mantenía intocados los problemas de la
pobreza, exclusión y desigualdad. Es así como en 2003 se incorpora la vertiente social
al proceso de integración y se dispone por mandato presidencial (Quirama, 2003) el
establecimiento de un Plan Integrado de Desarrollo Social, con el fin de recuperar para
la integración los temas de desarrollo, presentes en el inicio del proceso pero que
habían sido abandonados por una visión comercialista del mismo.
Dentro de la concepción del regionalismo abierto, las relaciones externas cobran gran
importancia para el proceso andino y a esta área se hallan dirigidas muchas políticas y
acciones de la CAN. En primer lugar, se da prioridad a todo lo que pueda contribuir a la
aproximación entre los bloques regionales, particularmente en la idea de una necesaria
convergencia entre la CAN y el MERCOSUR, con cuyos países, en forma individual así
como con la República de Chile, se concretan sendos acuerdos de asociación.
Actualmente, Chile – que se había retirado en 1976 -, Brasil, Argentina, Paraguay y
Uruguay participan en el proceso andino como países asociados.
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A nivel comercial el intercambio desde y hacia la subregión tuvo evidentes logros de
crecimiento y diversificación. La CAN participó con vocería única en las negociaciones
destinadas al establecimiento del Área de Libre Comercio de América (ALCA), proyecto
que después de varios años de gestación terminó frustrándose ante las diferencias
entre la visión de los Estados Unidos, país propulsor del proyecto, y de los países
grandes de la región.
Ante el fracaso del ALCA, los Estados Unidos se empeñaron en aplicar a la región el
modelo que utiliza en sus negociaciones comerciales con países y grupos regionales
en varias partes del mundo, modelo que incorpora toda la temática de los grandes
acuerdos multilaterales de la OMC, logrando concretar en la región acuerdos de esta
naturaleza primero con Chile y después con los países centroamericanos y la
República Dominicana. La CAN si bien inició un proceso de negociaciones orientado a
la suscripción de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, este tuvo la
particularidad de una tenaz oposición por parte de Venezuela y la exclusión de Bolivia
que actúo como simple observador. Frente a las dificultades de negociación conjunta,
éstas se convirtieron en individuales habiendo culminado con la suscripción de TLCs
con Colombia y Perú, lo que motivaría al poco tiempo el retiro de Venezuela del
proceso andino.
Alrededor de las suscripciones de los TLCs de Colombia y Perú con los Estados
Unidos, se originó una severa crisis en el ámbito andino. Estos países consideraban
que su membresía andina no podía dificultarles la suscripción de acuerdos con terceros
países y especialmente con aquellos que constituían un mercado altamente favorable
para sus exportaciones, en cambio Venezuela argumentaba que el establecimiento de
condiciones y reglas de comercio diferentes con terceros y especialmente la apertura
de algunos mercados andinos a países industrializados bajo sus condiciones, no solo
perjudicaba al comercio de los países que no suscribieran tales acuerdos sino que
constituía una directa violación al ordenamiento jurídico andino en temas muy
sensibles.
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No obstante, de existir el compromiso de los países andinos (Decisión 508) de efectuar
una consulta previa y el respeto a la normativa andina en caso de compromisos
comerciales con terceros, Venezuela también consideró que en el caso de Colombia y
Perú se había incumplido este compromiso y actuado unilateralmente, dejando inútil
toda la normativa andina.
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La pretensión de Venezuela, en base a los ingentes recursos provenientes del
petróleo, de constituir un liderazgo regional de países con gobiernos populistas y
discurso antinorteamericano, que se traduce en una directa injerencia en la
política interna mediante el financiamiento de movimientos y gobiernos afines
(Bolivia, Ecuador, Nicaragua), tendencia que ha orientado a este país a dirigir su
acción e influencia hacia otros ámbitos de la región diferentes al andino. Al
presente se halla pendiente de ratificación por los países del MERCOSUR, al
parecer aún resistida por algunos, la incorporación de Venezuela como miembro
pleno de ese grupo regional.
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Normas comunitarias que garantizan la circulación y permanencia de nacionales
andinos en la subregión con fines laborales sin perder sus derechos a la
seguridad social.
Se ha comenzado a hacer realidad la elección por voto popular y directo a los
parlamentarios andinos.
Se cuenta con un Plan Integrado de Desarrollo Social en temas de empleo,
salud, educación, inclusión, etc.
Se cuenta con una Agenda Ambiental.
En sus inicios el proceso arrancó se diría casi con mística, no sólo se logró la
implementación de programas y órganos institucionales complejos, similares a los del
proceso europeo, sino que se lograron verdaderos hitos en la armonización de políticas
que definieron la personalidad singular del proceso andino, como la relativa al
tratamiento común del capital extranjero y de la propiedad industrial de ese origen.
Se partió sobre la base de una comunidad de visiones y objetivos, dentro de los cuales
el desarrollo armónico y equilibrado debían constituir el pilar para la construcción de
sociedades democráticas y más justas. Hasta que empezaron las diferencias políticas e
ideológicas que trasladaron y prolongaron la guerra fría en estas latitudes, cuando en
sus centros de origen ya se hallaba superada.
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Por otro lado, el desarrollo espectacular del sistema institucional convirtió al proceso
andino en el primero en ostentar una red completa de órganos e instituciones
comunitarias actuando en las diversas áreas de la integración. Sin embargo, a medida
que los países empezaron a retraer su voluntad integracionista y priorizaron sus
posiciones nacionales, la calidad institucional, de excelencia en las primeras etapas del
proceso, se desvalorizó en su dirección y funciones y muchos órganos e instituciones
quedaron y actúan todavía sin rumbo y precariamente, con algunas excepciones por
supuesto, especialmente en el campo financiero donde más bien se proyectaron tanto
que se desarraigaron de su misión esencial de apoyo a la integración.
Por último, la adopción del concepto de regionalismo abierto como visión del desarrollo
del proceso, en vez de fortalecerlo y proyectarlo hacia una óptima inserción en la
economía internacional, más bien lo ha debilitado internamente al fomentar el
predominio de las posiciones nacionales, los compromisos externos y los tratamientos
más preferentes a las relaciones con terceros, aún a costa de sacrificar la normativa
andina y los intereses del resto de países miembros.
Actualmente el proceso andino enfrenta una nueva crisis, esta vez no en relación a
aspectos concretos de la marcha del proceso o al intercambio comercial, sino a su
concepción y orientación fundamentales, gira alrededor de profundas contradicciones
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en la visión política e ideológica de los países miembros, lo que quizá la convierte en
una crisis estructural que está paralizando y polarizando el desarrollo del proceso.
Colombia y Perú sostienen la visión de la libertad económica, la economía de mercado
y el libre comercio como medio de una mejor inserción internacional, en cambio Bolivia
y Ecuador, se hallan dominados por regímenes de corte populista que proclaman un
socialismo comunitario y adhieren al esquema del ALBA y sus postulados de
socialismo del siglo XXI, inspirados por Venezuela y Cuba.
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Al presente, se halla en curso un proceso de negociación, largamente preparado entre
la Unión Europea y la Comunidad Andina, destinado a concretar un régimen de
asociación entre los dos bloques de integración.
Antes de iniciarse las negociaciones, que obviamente deberían ser conjuntas, las
contradicciones de los países andinos se pusieron nuevamente en evidencia, esta vez
polarizadas entre Colombia y Perú que querían proceder a las negociaciones y, por el
otro lado, especialmente por Bolivia que impugnaba algunos términos de la propuesta,
entre ellos aspectos de propiedad intelectual (patentamiento de derivados de la
biotecnología) que según este país afectaban los conocimientos tradicionales de sus
poblaciones indígenas. Para superar este enfrentamiento interno, se propuso, con la
aceptación de la UE, una negociación gradual primero con los países dispuestos a
iniciar el proceso negociador y después con los que mantenían observaciones, posición
que fue rechazada por Bolivia que insistía en una negociación en bloque, queriendo
imponer su punto de vista al resto de los andinos.
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Todo ello, refleja la difícil realidad que enfrenta la unidad de los países miembros del
proceso andino, minado por dentro y carente, en este momento, de uno de los
requisitos básicos de la integración que es la identidad de objetivos e intereses
comunitarios. Lamentablemente se abren serias incógnitas sobre la suerte del proceso
andino y una grave responsabilidad histórica de los conductores de los gobiernos
nacionales, que deberán decidir por la continuidad de un proceso que supone la
igualdad y el proceso equilibrado de sus países miembros o por su adscripción a
esquemas hegemónicos de antiguo o nuevo cuño.
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