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El trabajo social puede contribuir a superar algunas de estas contradicciones. En situaciones individuales, de
colectivos o contextos, presta particular atención al potenciamiento de aquellas características y recursos
que puedan ser utilizadas como medio de cambio personal y social, y como vías más efectivas para superar
el asistencialismo.
b) El trabajo social en el proceso de descentralización de servicios
Otras dificultades que el trabajo social encuentra en el apoyo a la descentralización de la política social. Y
es que la descentralización se viene regulando desde criterios de «racionalidad político-técnica», con
implicaciones organizativas y exigencias de eficacia, a veces como respuesta a las demandas presentadas
por los grupos de presión, más que a las necesidades de aquellos que no formulan sus exigencias. por no
ser conscientes de las mismas, no conocer las vías de acceso a las fuentes de información o por no tener
suficiente fuerza o presión social en su manifestación.
La participación social de la que, de manera directa, se viene ocupando el trabajo social, evoca además de
la eficacia, la implicación humana y social, el protagonismo del usuario ciudadano, el desarrollo de
autonomía personal y social, el proceso y la meta a medio plazo más que el resultado de eficacia a corto
plazo (Bucci, 1991, págs. 153-156).
La burocracia y las condiciones de eficacia, la presión de la casuística, el trámite rápido en las demandas
presentadas, ha desplazado a veces los necesarios ritmos de los procesos de intervención, más lentos, de
resultados menos inmediatos, pero más congruentes con la naturaleza de las necesidades complejas, menos
fáciles, pero de resultados más duraderos, sólidos y fundamentados.
c) El trabajo social en la superación del sectorialismo
Las respuestas a las diversas necesidades, cuando se centra más en
las características de estas que en la centralidad de la persona,
origina el sectorialismo producido como consecuencia de la
clasificación de los ciudadanos en categorías o en grupos específicos.
Si bien la política social acomete esta tarea, el trabajo social se ve
obligado a diferenciar lo específico y lo heterogéneo.
De este modo, una misma persona en relación a necesidades básicas,
puede ser atendida desde diversos puntos del sistema porque forma
parte de más de un grupo específico.