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ANÁLISIS COMPARATIVO DE
MODELOS DE PREVENCIÓN DE LA
VICTIMIZACIÓN SECUNDARIA
BASADO EN UNA REVISIÓN
BIBLIOGRÁFICA
“UN DESAFÍO PARA LA SALUD MENTAL EN CHILE”
Autores:
Melissa Aliste Zúñiga
Claudia Huenapal Chepillo
María Eugenia Moulia De León
Las prácticas utilizadas en nuestro proceso penal para acceder al testimonio de niños, niñas
y adolescentes (NNA) victimas de violencia sexual, han producido un aumento
significativo en el desarrollo de la victimización secundaria a lo largo de la historia.
Es por este motivo que varios países anglosajones, han evolucionado hacia la creación de
modelos de intervención, que se basan en técnicas de entrevistas a las víctimas a través de
un abordaje multidisciplinario, con el fin de obtener relatos de mejor calidad y de una
forma menos dañina.
Si bien se los procedimientos de estos modelos utilizan técnicas que se ajustan a las
prácticas basadas en la evidencia, existen entre ellos algunas diferencias en relación al
abordaje de las víctimas que no contempla la ley 21.057, implementada recientemente en
nuestro país, ya que esta no contaría con el abordaje de las víctimas, desde una
intervención con mirada integral. Por lo que se espera que a partir de esta revisión,
podamos abrir nuevas discusiones en el campo de la prevención de la victimización
secundaria mediante lineamientos que vayan más allá de el evento circunscrito netamente a
la entrevista investigativa videograbada.
MARCO TEÓRICO:
El abuso sexual infantil es una grave vulneración a los derechos de las niñas, niños
y adolescentes (en adelante NNA), algunos autores plantean que es un quebrantamiento a la
dignidad, la integridad física y emocional, siendo una forma de maltrato que implica la
imposición de actos sexuales contra la voluntad del NNA; el cual lleva a cabo a través de la
manipulación, el engaño, las amenazas, la intimidación o la violencia física. (García-Piña,
Loredo-Abdalá, Trejo, 2013). El abuso sexual infantil ocurre cuando el acto tiene lugar
entre un niño y un adulto, o bien entre un niño y otro niño o adolescente que por su edad o
su desarrollo físico tiene con él una relación de responsabilidad, confianza o poder (OMS,
2020).
Este tipo de abuso puede darse en el ámbito intrafamiliar o de conocidos, así como
también en el ámbito extra familiar. De las muestra clínicas un cuarto a un tercio de los
abusadores lo constituye una figura paterna (Ministerio público 2016; de la Maza. et al.,
2008)
PROCESO DE VICTIMIZACIÓN:
Es frecuente que la víctima demore a la hora de develar una situación de abuso sexual, las
razones pueden ser infinitas, sin embargo, dentro de las causas más habituales, esta el temor
a una reacción negativa de su entorno o amenazas del abusador, temor a no ser creídas, les
preocupa ser estigmatizados o les asusta hacer frente a un proceso que en su mayoría es
extenso y victimizante en sí mismo (Pereda, Bartolomé, & Rivas, 2021).
El abuso sexual infantil se lleva a cabo habitualmente en la intimidad, por lo que no hay
testigos ni pruebas externas de lo ocurrido. Por ello, cuando estos casos se denuncian en los
tribunales, a menudo el testimonio de la víctima es la única prueba (Pereda, Bartolomé, &
Rivas, 2021).
En el pasado, los niños víctimas de los presuntos abusos fueron cuestionados por
profesionales de las distintas áreas involucradas (policía, trabajadores sociales, médicos y
abogados) y, por lo tanto, se les pidió que volvieran a contar sus historias una y otra vez.
(Bonach, Mabry & Potts-Henry, 2010).
La victimización es el proceso por el que una persona sufre las consecuencias de un hecho
traumático, observándose algunos factores que intervienen en la precipitación del hecho
delictivo o traumatizante, este proceso comprende el periodo de tiempo que va desde el
momento en el que una persona es víctima de un delito hasta que logra superar el mismo,
incorporándose a su historia como una vivencia más (Gómez, Hernández & Febles, 2020).
Dentro del estudio de la victimización a la hora de analizarlo desde el proceso penal, este
trae consigo no sólo una adecuación de las normas del procedimiento, sino que también el
estudio exhaustivo, en lo dogmático y científico, de los diversos procesos que experimenta
una persona cuando se convierte en víctima de un delito. Estos son denominados por la
doctrina mundial como “procesos de victimización” en razón de ser diversos estadios por
los que atraviesa la persona, de manera sucesiva, una vez que es sujeto pasivo del ilícito y
se clasifican en (Leytón Jiménez, 2008):
-Victimización Secundaria. Está referida al sentimiento vivido por las víctimas del delito en
razón de lo experimentado durante la tramitación del procedimiento, a los posibles traumas
que podrían experimentar debido a la demora del sistema burocrático judicial y a que la
investigación, sea fiscal o judicial, está más centrada en buscar la culpabilidad del imputado
que de salvaguardar la indemnidad de las víctimas. En otras palabras se refiere a la
victimización que ocurre no como resultado directo de la acción criminal, sino que debido a
la respuesta que las instituciones e individuos dan a la víctima. Con esto se agregan nuevos
daños a los ya sufridos con el mismo delito (Leytón Jiménez, 2008)
El principal factor de victimización secundaria es la sobreexposición a distintas
evaluaciones-entrevistas que le suponen una reexperimentación continuada de emociones
negativas y una sensación de descrédito o desconfianza, si se pone en cuestión su
testimonio, que afecta a su autoestima y puede crearle sentimientos de culpa (Subijana &
Echeburúa 2018).
La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) establece que los Estados deben
adoptar una serie de medidas en lo legislativo, administrativo e institucional con el objeto
de que niñas, niños y adolescentes (NNA) alcancen el mayor potencial de desarrollo y goce
de sus derechos (http://biblioteca.digital.gob.cl/handle/123456789/1127, 2017). En el año
1990 en dicha convención, Chile asume una serie de compromisos y obligaciones con el
objeto de garantizar los derechos de todos los NNA y sean considerados sujetos de
derechos (http://biblioteca.digital.gob.cl/handle/123456789/1127, 2017; Galindo, 2021).
Entre los años 2008 y 2010, en el marco de una Mesa de Trabajo Interinstitucional
convocada por la Fundación Amparo y Justicia y de la cual emanó el documento
“Propuesta de Acciones para Disminuir la Revictimización de NNA Víctimas de
Agresiones Sexuales en Chile”, se desarrolló un arduo debate sobre las medidas que se
debían adoptar para mejorar los procedimientos existentes, esta fue conformada por el
Ministerio Público, el Poder Judicial, el Ministerio de Justicia, la Defensoría Penal Pública,
en aquel entonces el Servicio Nacional de Menores (SENAME), Carabineros de Chile, la
Policía de Investigaciones, el Servicio Médico Legal y el Ministerio de Salud (Amparo y
Justicia 2016).
En ese mismo año (2008), se realiza un segundo Seminario Internacional sobre “Delitos
Sexuales Infantiles”, en el cual asisten destacados especialistas de Israel, Inglaterra, Bélgica
y España quienes compartieron exitosas experiencias de entrevistas investigativas
videograbadas a NNA abusados sexualmente (Amparo y Justicia 2016).
Como resultado de todas estas acciones, la Fundación Amparo y Justicia identificó la
imperiosa convicción de que es urgente implementar en Chile el Sistema de Entrevistas
Investigativas Videograbadas (Amparo y Justicia 2016).
Generando nuevas instancias a través de seminarios con la participación de expertos
internacionales durante los años 2011, 2013 y 2015, para favorecer cambios en la forma de
abordar este tema con mayor experticia (Amparo y Justicia 2016).
En el seminario del año 2011 se redacta el “Anteproyecto de Ley que establece un Sistema
de Entrevistas Videograbadas para NNA víctimas de delitos sexuales”, el cual fue
entregado al Ejecutivo en octubre de 2012 y en enero de 2014 el Ministerio del Interior y
Seguridad Pública lo ingresó al Congreso (Amparo y Justicia 2016). En el 2013 la campaña
de redes sociales “No Me Pregunten Más”, lanzada por la Fundación Amparo y Justicia, la
cual hace alusión a la necesidad de terminar con el excesivo número de entrevistas a las que
son sometidos los NNA víctimas de delitos sexuales durante su paso por el sistema penal,
se sumó a la colaboración de la comunidad por medio de más de 21 mil personas que
firmaron para exigir que se aprobara la ley (Amparo y Justicia 2016).
No es hasta el 22 de enero de 2014 que ingresa el Proyecto de Ley, el cual fue
fundamentado tanto en el reconocimiento de la particular gravedad y connotación social de
las situaciones de abuso sexual contra NNA, como especialmente en “que las
consecuencias de la experiencia primaria de victimización muchas veces se ven agravadas
por el efecto nocivo de las reacciones inadecuadas del entorno a la situación de la victima”,
apuntando a regular “la realización de la entrevista investigativa video grabada y la
declaración judicial con el objeto de prevenir la victimización secundaria de NNA víctimas
de delitos sexuales, entre otros delitos, en las etapas de denuncia, investigación y
juzgamiento (http://biblioteca.digital.gob.cl/handle/123456789/1127, 2017). El proyecto
además, consagra medidas de protección para su declaración judicial, las que serán de
aplicación obligatoria tratándose de niños y niñas y de adjudicación potestativa para el caso
de adolescentes (http://biblioteca.digital.gob.cl/handle/123456789/1127, 2017)
La aprobación de la Ley 21.057, provocó un cambio de paradigma que pasa de considerar a
los niños, niñas y adolescentes como meros objetos de pericia y de protección, a ser
considerados sujetos de derechos, mediante este sistema de entrevistas videograbadas y
entrevistadores calificados que asisten a jueces, fiscales y otros actores del sistema judicial,
con el objeto de brindar una justicia eficaz y humana que reconoce su dignidad (Galindo,
2021).
Es importante destacar que esta diligencia implica el desarrollo de una técnica específica
desarrollada en nueve protocolos del artículo 31, que van desde la a) a la i) (Amparo y
Justicia 2021), basadas en el el protocolo de la National Institute of Child Health and
Human Development (por sus siglas en inglés NICHD), este es un protocolo de entrevista
investigativa estructurado, basado en evidencia científica, y elaborado para obtener la
declaración de NNA víctimas de delitos; basado en una guía de 18 pasos para los
entrevistadores durante las distintas fases de la entrevista, ayudándoles a evitar preguntas
que puedan contaminar el relato. A la fecha existen cerca de 25 versiones en distintos
idiomas que son utilizadas en múltiples naciones (https://nichdprotocol.com/Spanish.pdf,
Versión en español, 2011).
El entrevistador especializado, facilita la voz del NNA, permitiéndole describir en sus
propias palabras y con precisión sus experiencias y la naturaleza del presunto delito, por
medio del recuerdo libre y sin inducirlo, a fin de minimizar el riesgo de incorporar
información errónea, además permite a los actores del Sistema de Justicia accedan a la
información obtenida, evitando a su vez nuevas intervenciones con las víctimas, por lo que
la entrevista investigativa debe registrarse íntegramente a través de una videograbación,
pudiendo ser utilizada en diversas instancias del proceso (Amparo y Justicia 2016).
Para el año 2020, y según el cronograma de entrada en vigor progresiva de la Ley 21.057 y
su Reglamento, debía entrar en vigor el 3 de octubre de ese año en las regiones de Atacama,
Coquimbo, Ñuble, Biobío, La Araucanía y Los Ríos, sumándose a las regiones de Arica y
Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Maule, Aysén, Magallanes y Antártica Chilena, que ya
habían iniciaron su implementación el 3 de octubre de 2019. El resto de país se incorporaría
finalmente el 3 de octubre de 2021. Sin embargo, La Ley 21.226, del 21 de septiembre de
2020, prorrogó la entrada en vigor de la entrevista videograbada para su segunda etapa,
extendiéndose a 26 meses contados desde su publicación en el Diario Oficial, y la tercera
etapa a su vez extendiéndose a 42 meses desde la misma fecha, como consecuencia de la
pandemia por Covid-19, que afectó no solo a nuestro país sino al mundo entero, retrasando
su implementación a nivel nacional, ya que dificultó el proceso por no contar con los
medios tecnológicos idóneos para cumplir lo prescrito en la ley (Galindo, 2021).
Se entenderá por "niño" o "niña" a las personas menores de catorce años de edad, y por
"adolescente" a quienes hayan cumplido los catorce años de edad, y sean menores de 18
años (artículo 1° inciso tercero de la Ley N° 21.057).
La Ley N°21.057 regula las entrevistas grabadas en video y otras medidas de resguardo a
menores de edad, víctimas de delitos graves, teniendo por objetivo la prevención de la
victimización secundaria de niños, niñas y adolescentes durante su interacción con el
sistema penal.
-Evitar las consecuencias negativas, por las que en su calidad de víctimas, deben interactuar
con el sistema judicial.
1. Interés superior: Los niños, niñas y adolescentes (NNA) son sujetos de derecho, por lo
que las personas e instituciones que deban intervenir en las etapas de denuncia,
investigación y juzgamiento, procurarán generar las condiciones necesarias para que
aquéllos puedan ejercer plenamente sus derechos y garantías, conforme al nivel de
desarrollo de sus capacidades, dando preeminencia a estas consideraciones por sobre otras
contingencias.
1. Delitos Sexuales:
a) Violación, artículos 361 y 362 del Código Penal.
b) Estupro, artículo 363 del Código Penal.
c) Sodomía, artículo 365 del Código Penal.
d) Abuso sexual, artículos 365 bis, 366, 366 bis, 366 ter y 366 quáter del Código Penal.
e) Producción, distribución, adquisición y almacenamiento de material pornográfico;
artículos 366 quinquies y 374 bis del Código Penal.
f) Promoción o facilitación de la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes,
artículos 367 y 367 ter del Código Penal.
g) Violación con homicidio, artículo 372 bis) del Código Penal (Delitos de ejecución
imperfecta: tentativa o frustración).
Si bien desde el punto de vista práctico, la ley aún presenta brechas y vacíos desde su
implementación, nos invita a que esta, se someta a constante supervisión y reformulación,
sin embargo, es relevante destacar que desde su puesta en marcha, ya asienta un avance sin
retroceso en lo que respecta a los derechos de los NNA, otorgando por fin un
reconocimiento, y un espacio adecuado, a las víctimas y testigos de estos delitos tan graves,
y que el sistema judicial no se convierta en otro espacio de vulneraciones, sino de
protección, respeto y consideración (Galindo, 2021).
A mediados de los años ochenta del siglo pasado, surgieron los centros llamados Children’s
Advocacy Centers (CAC) en los Estados Unidos que buscaban reducir la victimización
secundaria, es decir, como se ha mencionado anteriormente, es aquella derivada del
contacto de la víctima con el sistema de evaluación, notificación y denuncia, que no se
encuentra siempre adaptado a las necesidades que presenta el niño, niña y adolescente
(Codina, 2020; Bonach, Mabry, & Potts-Henry, 2010).
Desde sus comienzos, estos centros planteaban un modelo alternativo a seguir para dar una
respuesta adecuada al niño o niña víctima de la violencia y a sus necesidades. Este modelo
americano pronto se trasladó al contexto europeo en 1998 con la creación de la primera
Barnahus (casa de los niños en islandés) en Reikiavik (Islandia) (Codina, 2020).
Los Centros de Defensa de los Niños (CAC), fue desarrollado para crear una respuesta más
coordinada y, en consecuencia, una experiencia menos estresante para los niños y sus
familias, mediante el uso de entrevistas por forenses capacitados y equipos
multidisciplinarios, estos incluyen equipos de bienestar infantil, la oficina del fiscal de
distrito, de salud mental y médica (Bonach, Mabry, & Potts-Henry, 2010). El enfoque de
estos equipos multidisciplinarios supone que la colaboración profesional mejora la
protección, el tratamiento y los servicios legales que reciben los niños que son víctimas de
abuso y sus familias; basada en evidencia con más de dos décadas de estudios, que sugieren
que un mayor apoyo a los padres y familiares de las víctimas, se correlaciona con una
mejor adaptación en los niños víctimas de dichos delitos (Bonach, Mabry, & Potts-Henry,
2010).
Su principal objetivo es mejorar la experiencia de los niños y las familias victimas de abuso
sexual a través de la coordinación multidisciplinaria y proporcionar un ambiente
independiente y amigable para los niños para dichas entrevistas, así como también mejorar
la capacitación de los entrevistadores y aumentar el acceso de los niños a los servicios
médicos y sus tratamientos correspondientes. (Bonach, Mabry, & Potts-Henry, 2010).
Los profesionales que conforman esta organización deben contar con un equipo de
investigación que incluye un entrevistador forense especializado en niños, un investigador
policial y un trabajador social. A veces, el oficial de investigación o el trabajador social
tiene la capacitación especializada para realizar la entrevista forense infantil y esas dos
funciones serán realizadas por una sola persona. A menudo también participan fiscales,
defensores de testigos de víctimas y profesionales médicos (Bonach, Mabry, & Potts-
Henry, 2010)
6. Discutir las necesidades de tratamiento y apoyo emocional del niño y de los miembros de
la familia no agresores y las estrategias para satisfacer esas necesidades.
Los estándares de los centros de defensa de niños establecen un límite entre la entrevista
forense y la terapia, que en la mayoría de los centros son realizadas por profesionales
separados y nunca por el mismo profesional para cada niño (Cross, et al., 2016)
La participación del consultor de salud mental y/o del terapeuta del niño en un equipo
multidisciplinario puede promover legítimamente los mejores intereses de la víctima. Estos
profesionales suelen ser los mejor calificados para asesorar a otros miembros del equipo
sobre el impacto emocional de sus acciones en los niños y las familias. En ocasiones
pueden ser llamados a testificar en un tribunal penal o civil, pero esto no sería una función
de su participación del CAC, si no que pueden declarar como testigos expertos sobre
asuntos tales como los efectos del abuso en el comportamiento (Jones, Cross, Walsh, &
Simone, 2007).
MODELO BARNAHUS:
Este nuevo modelo incluía una nueva herramienta mediante la realización de una entrevista
forense con el niño víctima, por medio de un circuito cerrado de televisión ante un
representante del ámbito judicial, lo que garantiza que la prueba resultase válida para el
juicio y se configurara como prueba preconstituida (Martínez García, 2019).
En los siguientes años más países han implementado sus propias Barnahus, creando una red
de centros que, al compartir características y objetivos comunes, siempre respetando la
realidad legal, social y cultural de cada uno, darían lugar a un modelo común: el modelo
Barnahus. Este modelo se crea en torno al interés superior del niño y tiene como objetivo la
reducción de la victimización secundaria, así como la creación de un contexto en el que el
niño o la niña sea atendido de forma integral y por un equipo multidisciplinar de
profesionales expertos coordinados entre sí (Martínez García, 2019).
Hoy por hoy existen más de 50 Barnahus en todo Europa, y la Red Barnahus cuenta con 22
países miembros y la participación de 39 contextos nacionales distintos (Codina, 2020).
Actualmente, el modelo en la mayoría de los países abarca tanto los casos de abuso sexual
como los de otros tipos de violencia (Codina, 2020).
El modelo combina una vía penal y una asistencial relacionada con los casos de violencia y
maltrato infantil. Por lo tanto, representa una “organización híbrida”, puede describirse
como un modelo interinstitucional y multiprofesional. Se basa en ideas sobre el principio de
"bajo un mismo techo" o "ventanilla única". El objetivo clave del modelo es reunir a todas
las agencias profesionales involucradas en casos denunciados de violencia y abuso de niños
para garantizar una respuesta coordinada. Las agencias involucradas son la policía, fiscales
y salud y bienestar, integrando el modelo de los sistemas de protección infantil y justicia
penal (Johansson & Stefansen, 2020; Martínez García, 2019).
Se cree que la respuesta coordinada reduce las tensiones que soporta el niño al participar
en el proceso penal, mejora la calidad de las investigaciones y posiblemente conduce a una
mayor tasa de casos enjuiciados y condenados. Otro objetivo clave es garantizar que los
niños y las familias reciban el apoyo necesario. Las tareas incluyen la coordinación de los
procesos relacionados con la entrevista forense y el examen médico del niño, para evaluar
las necesidades y brindar apoyo psicosocial. El personal de Barnahus suele ser trabajadores
sociales o psicólogos (Johansson & Stefansen, 2020)
Para facilitar la divulgación y evitar la victimización secundaria, las instalaciones de
Barnahus están diseñadas para ser amigables con los niños. Por lo tanto, el modelo también
tiene una dimensión material-estética, ya que la obra se desarrolla en un espacio concreto
(Johansson & Stefansen, 2020).
Estas deben estar ubicadas en un área residencial. No tiene que estar cerca de un hospital,
puesto que estos niños no están enfermos, ni tampoco tiene que estar vinculada a un
tribunal, porque tampoco son delincuentes (Martínez García, 2019).
En general la casa cuenta con cuatro estancias. Juntas, estas estancias ofrecen a los niños y
niñas y sus familias todo el apoyo que necesitan, desde la develación hasta la recuperación:
investigación policial y judicial, protección del niño, salud física (que incluye el examen
médico forense), salud mental (que incluye la entrevista forense), bienestar y apoyo para la
víctima y su familia (Martínez García, 2019).
Pero además de la estructura física, la fortaleza del modelo Barnahus reside en la formación
de sus profesionales y en el trabajo en equipo, garantizado por protocolos de
coordinación eficiente y estandarizados (Martínez García, 2019).
Así pues, los elementos centrales del modelos podrían resumirse en (Codina, 2020):
• Se trata de un enfoque multidisciplinar, que contempla todas las agencias y
profesionales involucrados en el proceso legal y el apoyo y el tratamiento necesarios para
los niños y niñas víctimas de violencia.
• Se rige por el principio de “una única puerta”, que significa que en un único entorno los
profesionales deben estar disponibles para el niño y no al revés.
• Se describe como una casa con cuatro habitaciones que representan las áreas que abarca:
la investigación criminal, la protección, la salud física y la salud mental.
• Tiene como objetivo principal evitar la victimización secundaria, creando
espacios amigables para los niños y niñas, centrados en ellos, y sensibles, lo que significa
que la interacción de los profesionales y el entorno no causará daño adicional en las
víctimas.
• El centro debe ser un lugar seguro y neutral para que el niño o niña relate su experiencia y
sea atendido por los profesionales sin riesgos para su bienestar.
• El niño o niña no acude a los tribunales de justicia, si no que su testimonio es tomado en
el mismo centro y utilizado en el proceso penal, con todas las garantías legales, evitando
que tenga que comparecer personalmente ante el tribunal.
Otros de los puntos clave, es el resguardo y prevención de la sintomatología traumática
secundaria, que pueda presentar el equipo profesional derivada de la intervención, al estar
expuestos constantemente a los detalles aversivos del abuso, ya que la estabilidad y estado
de salud óptima de los mismos, es relevante, puesto que puede repercutir en la atención que
brindan a las víctimas y esta puede verse afectada si los profesionales no son a su vez
debidamente asistidos y cuidados (Codina, 2020).
En función del país, las Barnahus pueden depender de diversas administraciones (Martínez
García, 2019; Kaldal, 2020).
El concepto mismo de Barnahus contempla una cierta flexibilidad y variabilidad, pero con
la intención de definir basados en estándares de calidad Barnahus, que se han formulado
para garantizar la transferencia y adaptabilidad del modelo a los distintos contextos
nacionales que forman la red Barnahus (Codina, 2020; Martínez García, 2019).
Siguiendo las indicaciones de las Naciones Unidas y del Consejo de Europa, el modelo
Barnahus propone diez estándares de calidad para fomentar su implementación en
diferentes contexto (Martínez García, 2019):
Un profesional realiza la entrevista, pero todos los miembros del equipo que necesiten
asistir pueden hacerlo por circuito cerrado de televisión o, posteriormente, visualizando
la grabación (Martínez García, 2019)
La grabación de la entrevista permite realizar la prueba preconstituida, la cual evita que el
niño tenga que acudir posteriormente a juicio. Para que se constituya como prueba válida
asisten a la entrevista, a través de un espejo bidireccional, todas las personas que
normalmente están presentes en un juicio: juez, fiscal, abogado de la defensa y de la
acusación, etc. Durante la entrevista, la defensa puede sugerir preguntas que el
entrevistador hará a la víctima y el acusado puede observar el testimonio del niño, si lo
requiere, mediante transmisión audiovisual (Martínez García, 2019)
Los profesionales de las Barnahus siguen el protocolo NICHD, que es una guía de
entrevista para niños y niñas víctimas con una alta validez empírica. Este equipo también
trabaja con otras herramientas para el tratamiento, igualmente basadas en la evidencia,
como la Terapia Cognitivo-Conductual Centrada en el Trauma (TF-CBT), que resulta de
gran utilidad para tratar a las víctimas que presentan sintomatología postraumática y otros
trastornos como resultado de la victimización (Codina, 2020)
En Islandia el modelo interviene a niños entre 3 años y medio a 18 años que son víctimas
de abuso sexual, violencia física y violencia doméstica. En este país el modelo Barnahus es
coordinado por los Servicios de Protección a la Infancia del gobierno. Antes de la entrevista
forense en sí, se lleva a cabo una reunión preparatoria. La entrevista forense está
documentada en video y la realiza un experto especialmente capacitado en una sala
diseñada y equipada. También ofrece la posibilidad de un examen médico al niño y
asistencia terapéutica tanto al niño como a su familia. Además trabaja para la formación de
profesionales involucrados en la protección de la infancia (Miklič, 2021):
Barnahus emplea directamente a psicólogos, trabajadores sociales y criminólogos (Miklič,
2021; Kaldal, 2020).
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
Esta revisión nos permite visualizar cómo en algunos países, estos modelos de intervención
de carácter multidisciplinario para el abordaje de víctimas de delitos sexuales impacta de
manera positiva en la prevención de la victimización secundaria, destacando los modelos
Children’s Advocacy Centers (CAC) o Centros de Defensa de los Niños en los Estados
Unidos y el Modelo Barnahus o Casa de los Niños en los países Nórdicos , que si bien
separa a los equipos investigativos de los terapéuticos, ambos cuentan con protocolos bien
establecidos, adecuándose a las necesidades de los usuarios de manera coordinada,
permitiendo una mayor cobertura y accesibilidad, con mirada inclusiva y sistémico
ecológico.
Ahora bien si comparamos estos estudios con el análisis de la literatura local en relación a
la implementación de la Ley N° 21.057, encontramos que no existe en la actualidad
estudios que permitan comparar el método de entrevistas investigativas tradicionales vs las
entrevistas investigativas videograbadas bajo la Ley N° 21.057, que nos promocionen
información relacionada a si ha habido una disminución de cuadros de victimización
secundaria. Sin embargo, desde el punto de vista empírico y basándonos en la práctica
diaria, impresiona que sí han habido avances en relación a esta temática, ya que se percibe
una disminución de casos relacionados al desarrollo de la misma, generando además mayor
sensibilización de los profesionales que reciben los relatos de delitos sexuales, evitando
exponer a las víctima a innumerables narrativas posterior a la develación.
Otro punto que es relevante de señalar, es que en la actualidad existen múltiples programas
de intervención asociadas a la reparación en víctimas de maltrato grave y abuso sexual,
pertenecientes al Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia
del Ministerio de Desarrollo Social y Familia del Gobierno de Chile, conformadas por
equipos multidisciplinarios, como por ejemplo, los Programas de Protección Especializada
en Maltrato y Abuso Sexual Infantil (PRM) y los Centro de Atención Integral a Víctimas
(CAVI), a pesar de ello, dichos programas, no se relacionan de manera directa con la
implementación de la Ley N° 21.057, ya que no existe dentro de los protocolos diseñados
en dicha ley, un nexo que permita la coordinación entre los distintos profesionales y
programas a los cuales los NNA son derivados por el sistema judicial, lo cual genera en
cierto punto, desfases entre la citación a la entrevista investigativa videograbada y los
procesos de reparación, donde se ha visto que habría un aumento en la sintomatología
postraumática de aquellos que han sido victimas de abuso sexual y desarrollan
psicopatología asociada, así como también en casos opuestos, se genera mayor
patologización en individuos que no necesariamente por presentar el antecedente de haber
sido victimas de un delito sexual deban desarrollar un cuadro de salud mental asociado al
evento traumático.
Otras de las preocupaciones que se evidencia a diario y que tampoco existe información en
la literatura ni aparecen de manera normada en las guías ministeriales, es la importancia de
la coordinación entre los establecimientos que componen los programas de salud mental del
servicio de salud, con los programas de la red de infancia en el ámbito proteccional e
investigativo, generando en un número no menor de NNA sobre intervenciones que
plantean distintos objetivos terapéuticos.
CONCLUSIONES:
Para esto, en el presente trabajo hemos querido aportar con la búsqueda bibliográfica de
estudios que han demostrado, tanto en los Estados Unidos, como Europa, la efectividad de
las Casas de los Niños en la reducción de la victimización secundaria y en un mejor trato
hacia los NNA y sus familias.
La necesidad de crear un servicio de atención especializado para los niños y adolescentes
víctimas de abuso sexual basada en la coordinación, creemos que debería ser obligatorio
desde el punto de vista legal.
Sería interesante poder incorporar los modelos de atención que ya existen en los programas
de reparación de maltrato y abuso sexual como los PRM, dentro de Ley N° 21.057, para
poder entre todos los organismos implicados en esta temática aportar un mejor servicio a
las víctimas, a través de una mejor coordinación interdisciplinaria, evitando así la
sobreintervención y el desgaste tanto emocional como económico a los afectados.
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