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Literatura del Siglo XIX – 2018 Literatura del Siglo XIX – 2018

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“Dinero y literatura en el siglo diecinueve” “Dinero y literatura en el siglo diecinueve”

DOSSIER “ROMÁNTICOS INGLESES” Thomas De Quincey


(UNIDAD II: ECONOMÍAS DEL ROMANTICISMO) x Selección de “Cartas a un joven cuya educación a sido
El presente Dossier ha sido elaborado por Jerónimo Ledesma para descuidada” (London Magazine, 1823): cartas I-III.
acompañar las clases teóricas de la unidad II “Economías del x “Sortilegio y astrología” (Glasgow Athenaeum Album, 1848).
Romanticismo: el caso de Confesiones de un inglés comedor de
opio, de Thomas De Quincey” en el programa 2018 de Literatura
del Siglo XIX, “Dinero y literatura en el siglo diecinueve”. Bibliografía de las traducciones
Coleridge, Samuel Taylor. Biographia literaria. Traducido por
Gabriel Insausti. 1a. ed. Colección Narrativa Clásicos 34.
Contenidos
Valencia: Pre-Textos, 2010.
William Wordsworth
De Quincey, Thomas. “Sortilegio y Astrología”. En La farsa de los
x Paratextos de Baladas líricas: “Advertencia” (1798), cielos: ensayos, editado y traducido por Jerónimo Ledesma, 2a
“Prefacio” (1800, 1802). ed., 29–50. Buenos Aires: Paradiso, 2016.
x Selección de poemas de Baladas liricas (1798): “Somos Wordsworth, William, y Samuel Taylor Coleridge. Baladas líricas.
siete”, “Simon Lee, el viejo cazador”, “Goody Blake y Harry Editado por Santiago Corugedo y José Luis Chamosa. 1a ed.
Hill”, “Versos compuestos unas millas más arriba de Tintern Letras Universales 135. Madrid: Ediciones Cátedra, 1994.
Abbey”. Wordsworth, William. El Preludio. Traducido por Bel Atreides. 1a
x El Preludio (1805): vv. 431-552. ed. Barcelona: DVD ediciones, 2003.
Francis Jeffrey Wordsworth, William. Prólogo a Baladas Líricas. Preface to Lyrical
Ballads. Traducido por Eduardo Sánchez Fernández. 1a ed.
x Reseña de Thalaba (Edinburgh Review, 1802): fragmento
Madrid: Hiperión, 1999.
relativo al “Prefacio” de Baladas líricas. Traducción inédita.
Samuel Taylor Coleridge
Fuentes utilizadas en las traducciones inéditas:
x Selección de Biographia Literaria (1817): Índice y caps. 1, 11,
13, 14. S. T. Coleridge, Esq. Christabel & c. 3a ed. London: Printed for John
Murray, Albemarle-Street, by William Bulmer and Co. Cleveland
x De Christabel & c. (1816): “Sobre el fragmento Kubla Kahn”,
Row, St. Jame’s, 1816.
“Los dolores del sueño”. Traducción inédita.
The Edinburgh Review, or Critical Journal: for oct. 1802 - jan. 1803.
10a ed. Vol. 1. Edinburgh: Archibald, Constable & Co., 1814.
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Lyricall Ballads/Baladas líricas
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The Prelude/El preludio
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Francis Jeffrey, reseña deThalaba inocencia de Ambrose Philips o la peculiaridad de Quarles y el Dr. Donne.
A partir del diligente estudio de estos pocos modelos es posible establecer un arte poética
Traducción de Daniela Paolini, Agustina Tullio y Jerónimo Ledesma completo. Atendiendo a ese estudio, el más modesto de nuestros lectores estará pronto en
condiciones de componer un poema tan correctamente versificado como Thalaba y de
Art. VIII. Thalaba, el Destructor: un romance métrico. Por Robert Southey. 2 vol. distribuir sentimientos y descripciones con toda la dulzura de Lamb y la magnificencia
12mo. Londres. de Coleridge.
Sin duda, varios de estos autores poseen una considerable porción de talento poético y
La poesía y la religión tienen en común al menos esto: que sus estándares fueron fijados han podido, en consecuencia, seducir a muchos para que admiren el gusto falso (porque
mucho tiempo atrás por escritores inspirados cuya autoridad ya no es lícito poner en duda; falso nos parece) que caracteriza a la mayoría de estas producciones. Constituyen al
y que muchos de los que se declaran sus más fieles devotos no tienen buenas obras que presente la más formidable conspiración que se haya formado en contra del buen juicio
puedan presentar en apoyo de sus aspiraciones. La iglesia poética, además, ha realizado en materia poética. Es por esto que merecen las advertencias y censuras de las que podría
escasos milagros desde la época de su fundación; y durante un largo tiempo ha sido más prescindir un delincuente solitario. Esperamos que, por este motivo, nuestros lectores
prolífica en doctores que en santos: ha tenido sus corrupciones y también su reforma y ha perdonen que hayamos aprovechado la oportunidad para inquirir un poco más en los
dado origen a una infinita variedad de herejías y errores, cuyos seguidores se han odiado méritos de estos poetas y hacer algunas observaciones acerca de las peculiaridades que,
y perseguido mutuamente con la misma cordialidad que otros fanáticos. según sus admiradores, son las pruebas contundentes de su excelencia.
El autor que tenemos ahora ante nosotros pertenece a una secta de poetas que se ha Su signo distintivo es, sin duda, la afectación de gran sencillez y familiaridad en el
establecido en este país en los últimos diez o doce años, y es considerado, creemos, uno lenguaje. Desdeñan el uso de la fraseología poética común o el ennoblecimiento de su
de sus principales campeones y apóstoles. No es muy sencillo explicar las doctrinas dicción mediante la selección de expresiones refinadas o elevadas. Habría en ello
peculiares de esta secta: pero que son disidentes respecto de los sistemas establecidos en demasiado arte, de acuerdo con el inmenso amor por la naturaleza que los anima a todos;
poesía y en crítica está admitido y en efecto probado por el tenor de todas sus y sus sentimientos, así lo han decidido, sólo deben deberse, en cuanto a sus efectos, a su
composiciones. Aunque postulan, entendemos, un credo y una revelación propias, no cabe intrínseca ternura o elevación. Hay algo muy noble y bienintencionado, lo admitimos, en
casi ninguna duda de que sus doctrinas son de origen alemán y de que han sido derivadas ese plan de composición; pero la desgracia es que en todo poema hay pasajes que pueden
de algunos grandes reformistas de ese país. Algunos de sus principios rectores, por cierto, no ser ni patéticos ni sublimes, y en esos casos, el abandono de las convenciones del
son acaso de fecha anterior y parecen haber sido tomados del gran apóstol de Ginebra. lenguaje tiende a generar vulgaridad e insipidez absolutas. De hecho, el lenguaje de la
Como el Sr. Southey es el primer autor de esta secta que hasta el momento nos han traído pasión difícilmente sea deficiente en un registro elevado, y cuando un autor tiene
para ser juzgado, no podemos desempeñar nuestra función inquisitorial responsablemente carencias en ese punto, por lo general se supondrá que falló tanto en la verdad como en
sin anteponer unas pocas palabras sobre la naturaleza y la tendencia de los principios que la dignidad de su expresión. La cuestión, sin embargo, es sumamente diferente en lo que
él ayuda a promulgar. respecta a las partes subordinadas de una composición; a la narración y a la descripción
Los discípulos de esta escuela se jactan de su originalidad y se tienen en muy alta estima que son necesarias para preservar su coherencia; y a la explicación que, con frecuencia,
por haberse liberado del cautiverio de la autoridad tradicional y haber reafirmado la nos prepara para las grandes escenas y los pasajes destacados. En estas partes, todas las
independencia del Genio. No obstante, consideramos que la originalidad es menos ideas requeridas pueden transmitirse, con claridad suficiente, por medio de las
habitual que la mera alteración y que un hombre puede cambiar de un amo bueno a uno expresiones más vulgares y descuidadas; y si alguna vez se observa allí magnificencia o
malo sin encontrarse por eso más cerca de la independencia. Podemos admitir que belleza, habrán sido introducidas por un motivo que no surge de la adaptación del estilo
nuestros nuevos poetas han abandonado los viejos modelos pero aún no hemos visto que al tema. Por consiguiente, es ese tipo de pasajes el que más frecuentemente nos ofende
hayan creado los propios, y nos inclinamos a cuestionar el valor de aquellos a los que han con expresiones bajas y torpes, y en el que el lenguaje, que se pretendía simple y natural,
transferido su admiración. Sostenemos que las producciones de esta escuela están lejos a menudo degenera en mero descuido y vulgaridad. Es en vano, además, esperar que la
de merecer el epíteto de “originales”. Por el contrario, no pueden ser mejor caracterizadas excelencia de otros redima esa vulgaridad. Un poeta que aspira por sobre todo a la
que por la enumeración de las fuentes de las que han derivado su material. Es posible sublimidad o al pathos es como un actor que interpreta a un personaje de gran dimensión
deducir que la mayoría de estas producciones están compuestas de los siguientes trágica y que debe, o bien sostener su dignidad constantemente, o bien convertirse en un
elementos: 1. Los principios antisociales de Rousseau, junto con su destemplada completo ridículo. Somos propensos a reírnos de la majestad fingida de quienes sabemos
sensibilidad, su descontento con la forma actual de la sociedad, su moral paradójica y su que, en privado, son simples mortales, y no podemos permitir que Hamlet use ni una sola
perpetua añoranza de un inalcanzable estado de voluptuosa virtud y perfección. 2. La entonación campechana, aún si se trata simplemente de una conversación con
simplicidad y la energía (horresco referens) de Kotzebue y Schiller. 3. La sencillez y la sepultureros.
dureza del lenguaje y la versificación de Cowper, ocasionalmente reemplazada por la Los seguidores de la simplicidad, por lo tanto, están en todo momento ante el peligro de
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una degradación ocasional; pero la sencillez de esta nueva escuela tiene la intención de cultivada de la humanidad; y es menos frecuente aún que un lenguaje adecuado para su
asegurarla. Su simplicidad no consiste de ninguna forma en el rechazo de ornamentos expresión forme parte de su "conversación habitual".
brillantes o superficiales, ni en la sustitución de elegancia por esplendor, ni en ese Los héroes de clase baja y los campesinos más interesantes de la poesía no tienen ningún
refinamiento de arte que busca ocultamiento en su propia perfección. Consiste, por el tipo de afinidad con las personas vulgares reales de este mundo; son seres imaginarios,
contrario, y en un grado altísimo, en el rechazo optimista y de buena fe del arte en general cuyos atributos y lenguaje contrastan con su situación; y agradan a los que pueden agradar
y en el empleo audaz de expresiones groseras y descuidadas, que se proscribirían con un por lo maravilloso y no por la naturaleza de una combinación semejante. En la poesía
poco de criterio. Uno de sus autores, de hecho, ha descrito muy ingeniosamente (en una seria, un hombre de las capas medias o bajas debe dejar de lado mucho de su lenguaje
especie de manifiesto, que precedía uno de sus actos de hostilidad más flagrantes) que era corriente; debe evitar los errores de gramática y ortografía; y sortear la jerga de
su objetivo principal adaptar a los usos de la poesía el lenguaje ordinario de la profesiones particulares y cualquier impropiedad que sea cómica o desagradable, es más,
conversación propio de las capas medias y bajas de la población. Qué ventajas se debe hablar en buen verso y respetar las virtudes de la prosodia y la disposición. Después
obtendrían del éxito de este proyecto, no podemos conjeturarlo. Es lícito suponer que la de todo esto, puede no ser fácil decir cómo lo reconoceremos como un hombre de clase
lengua de los estratos más altos y cultivados es mejor que la de los inferiores: en todo baja, o qué marcas pueden quedar del lenguaje común de la conversación de los estratos
caso, tiene a su favor todas aquellas asociaciones mediante las cuales un estilo puede sociales inferiores. Si hay expresiones que no se utilizan en la buena sociedad, aparecerán
parecer hermoso o exaltado y adaptarse a los propósitos de la poesía por haber estado como fallas de la composición no menos palpables que errores de sintaxis o cantidad; y
largo tiempo consagrado a su Vida. La lengua del vulgo, por otro lado, compite con las si no hubiera ese tipo de expresiones, el estilo no será característico de esa condición
asociaciones opuestas y debe parecer inadecuada para la poesía (si no hubiese otra razón) social cuyo lenguaje declara haber adoptado. Toda aproximación a ese lenguaje, en el
simplemente porque rara vez se la ha empleado en ella. Un gran genio, ciertamente, puede mismo sentido, implica un desvío de esa pureza y esa precisión que, creemos, nunca nadie
vencer esas desventajas; pero no se nos ocurre que tenga que desearlas. Podemos violó voluntariamente.
disculpar cierta llaneza del lenguaje en las producciones de un labrador o de una lechera; Se ha argumentado, por cierto (puesto que los hombres argumentan en favor de lo que no
pero no podemos persuadirnos de admirarla en un escritor que ha tenido ocasión de se atreven a hacer), que en la medida en que los estratos bajos y medios de la sociedad
componer odas a la campana de la universidad y dedicar himnos a los penates. constituyen la parte más extensa de la humanidad, sus sentimientos y expresiones
Pero el daño de este nuevo sistema no se restringe a la humillación del lenguaje; alcanza deberían interesar más ampliamente, y que pueden ser tomados, más legítimamente que
también a los sentimientos y las emociones y conduce a rebajar todos esos sentimientos cualquier otra, como la norma de lo que es natural y verdadero. A esto parece obvio
cuya transmisión justifican la existencia de la poesía. Es absurdo suponer que un autor responder que las artes que se proponen suscitar admiración y placer no toman sus
deba emplear el lenguaje del vulgo para expresar los sentimientos de la gente refinada. modelos de lo que es corriente, sino de lo que es excelente; y que nuestro interés en la
Su objetivo declarado, al utilizar ese lenguaje, es acercar sus composiciones a la verdadera representación de cualquier acontecimiento no depende de nuestra familiaridad con el
norma [standard] de la naturaleza; y su intención de copiar los sentimientos de las clases original sino de su importancia intrínseca y de la celebridad de los personajes
más bajas está implicada en su decisión de hacer uso de su estilo. Ahora bien, las involucrados. El escultor usa su arte para delinear las gracias de Antínoo o Apolo y no en
diferentes clases de la sociedad tienen atributos diferentes, así como formas separadas de la representación de las formas corrientes que corresponden a la multitud de sus
expresión; y los nombres de las diversas pasiones a los que cada una de ellas están sujetas admiradores. Cuando un capitán muere en batalla, sus seguidores lo lloran más que a los
tienen un significado que varía de forma esencial de acuerdo con la condición de las miles que pueden haber caído a su alrededor.
personas a los que se aplican. El amor o el dolor o la indignación de un carácter ilustrado Debemos admitir que, después de todo, existe una clase de personas (lamentamos no
y refinado no sólo se expresan en un lenguaje diferente sino que son en sí mismos poder llamarlas “lectores”) que podrán disfrutar de la representación de las costumbres
emociones diferentes de las de un payaso, un comerciante o una campesina. Son cosas en vulgares en lenguaje ordinario. Sin embargo, tememos que los escritores ingeniosos que
sí mismas radical y obviamente distintas; y su representación está pensada para transmitir han abastecido a los buhoneros y a los cantores de baladas monopolizan casi todo ese
una muy diferente serie de simpatías y sensaciones a la mente. La cuestión, por lo tanto, rubro, y posiblemente están más calificados para acertar con el gusto de sus consumidores
se reduce a esto: ¿cuál de ellas es el objeto más adecuado para la imitación poética? Es de lo que el Sr. Southey, o cualquiera de sus colegas, puedan pretender. Con el objeto de
innecesario que nosotros respondamos una pregunta que la práctica del mundo entero ha prepararse mejor para la tarea más elevada de producir composiciones originales, no
decidido hace ya mucho tiempo de manera irrevocable. Los pobres y los vulgares pueden estaría de más que emprendieran la traducción de Pope o Milton a la lengua vulgar, en
interesarnos, en poesía, por su situación; pero nunca, pensamos, por ningún sentimiento beneficio de los hijos de la naturaleza.
peculiar a su condición social, y mucho menos por un lenguaje que sea característico de Podríamos mencionar todavía otra desagradable consecuencia de esta pretendida
ella. La verdad es que no es posible copiar su dicción o sus sentimientos correctamente simplicidad, aunque menos importante que aquellas que ya hemos advertido: la dificultad
en una obra seria; y esto no sólo porque la pobreza vuelve ridículos a los hombres sino extrema de mantener el tono bajo en la expresión y la consecuente inequidad que
porque el gusto justo y el sentimiento refinado rara vez se encuentran en la parte no introduce esa fama en la textura de la composición. Para un autor leído y educado, éste
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es un estilo que debe ser asumido siempre como antinatural y que debe estar tentado de
modificar permanentemente. Por lo tanto, deberá elevarse de vez en cuando sobre el nivel
al que él mismo se ha rebajado y compensar esa transgresión con un nuevo esfuerzo de
descenso. En pocas palabras, su composición deberá ser como la de una persona que
intenta hablar en un dialecto provincial obsoleto; deberá traicionarse a sí mismo con
expresiones de pureza y elegancia ocasionales, y esforzarse para borrar esa impresión con
pasajes de mezquindad anormal o con el absurdo.
Al realizar estas censuras al gusto pervertido por la simplicidad que distingue a nuestra
moderna escuela de poesía, no nos hemos referido en particular al Sr. Southey o a la
producción que tenemos ante nosotros. Por el contrario, nos parece el menos adicto a ese
defecto que el resto de su fraternidad. Si faltaran ejemplos para ilustrar las observaciones
anteriores, deberíamos buscar, ciertamente, entre las efusiones del poeta que conmemora,
con gran efecto, el castañeo de los dientes de Harry Gill, que relata la historia del cazador
tuerto “que tenía una mejilla como una cereza” y que advierte bellamente a su estudioso
amigo del riesgo que corría de “engrosarse al doble”.
Edimburgh Review, octubre de 1802.
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De Christabel & c. (1816) By S. T. Coleridge, Esq. expresiones correspondientes, sin ningún sentimiento ni consciencia
de esfuerzo. Al despertarse le pareció tener un recuerdo distintivo
El libro de Coleridge Christabel & c. fue editado por John Murray en
1816. Traía tres poemas breves (“Christabel”, “Kubla Kahn: or A del conjunto, y tomando su pluma, tinta y papel, de inmediato y con
avidez anotó estos versos que aquí se preservan. En ese momento
Vision in a Dream” y “The Pains of Sleep”) y un largo poema
fue interrumpido desafortunadamente por una persona que venía
dramático (“Zapolya, A Christmas Tale”). Cada uno de los textos
venía precedido por una nota en que se explicaba algún aspecto de Porlock por asuntos de negocios y que lo entretuvo más de una
hora, y a su regreso a la habitación, descubrió, con gran mortificación
relativo a la composición y procuraba guiar la lectura. A continuación
y sorpresa, que aunque tenía algún opaco y vago recuerdo del
se incluyen la nota que precede a “Kubla Kahn” y “The Pains of Sleep”,
y una versión en prosa de este último poema. Las traducciones han propósito general de la visión, sin embargo, con la excepción de unos
ocho o diez versos y algunas imágenes dispersas, todo el resto había
sido realizadas por Jerónimo Ledesma para la cátedra de Literatura
del Siglo XIX. desaparecido como las imágenes en la superficie de un arroyo al cual
se ha arrojado una piedra, pero, ay, sin la posterior restauración:
“Sobre el fragmento Kubla Khan”
Entonces todo el encanto / se rompe—todo ese mundo fantasmal
El siguiente fragmento es publicado aquí a pedido de un poeta de tan bello / se desvanece, y mil círculos minúsculos se expanden, / y
gran y merecida celebridad, y en lo que concierne a las propias cada uno deforma al otro. Quedate, / ¡pobre joven! que apenas te
opiniones del autor, antes como una curiosidad psicológica que por atrevés a levantar los ojos— / el agua pronto recobrará su tersura,
algún supuesto mérito poético. pronto / las visiones volverán! Y, oh, él se queda, / y pronto los
En el verano de 1797, el Autor, mal de salud, se había retirado a una opacos fragmentos de adorables formas / regresan temblando, se
solitaria casa entre Porlock y Linton, en los confines de Exmoor, entre unen, y ahora otra vez / la fuente se convierte en espejo.
Somerset y Devonshire. En consecuencia de una ligera indisposición, Sin embargo, de los recuerdos que sobrevivieron en su mente, el
se le había recetado un anodino, por cuyos efectos se durmió en su Autor frecuentemente intentó terminar por su cuenta lo que
silla en el momento en que estaba leyendo la siguiente oración de originalmente, por decir así, le había sido dado. ɇɲʅɸʌʉɶ ɲɷɿʉʆ ɲ੘ʘ:
“Purchas’s Pilgrimage”: “Aquí Kubla Kahn ordenó que se construyera pero el mañana está todavía por venir.
un palacio y un imponente jardín con él. Y así diez millas de tierra
Como un contraste con esta vision, anexé un fragmento de un tipo
fértil fueron cercadas con una muralla.” El autor siguió unas tres
muy diferente, que describe con igual fidelidad el sueño del dolor y
horas en un sueño profundo, o al menos con los sentidos externos
la enfermedad.
adormecidos, durante las cuales tuvo la más vívida seguridad de no
haber compuesto menos de doscientos o trescientos versos; si en “Los dolores del sueño”
verdad se puede llamar composición a que todas las imágenes se
Antes de recostar mi cuerpo en la cama / no tengo la costumbre de
alzaran ante él como cosas, con una producción en paralelo de las
rezar / moviendo los labios o doblando las rodillas; / sino que en

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silencio, por lentas transiciones, / mi espíritu se arregla al Amor, / / pero igualmente desearlas y cometerlas. / Tales dolores
con humilde Confianza cierro mis párpados, / con reverente concuerdan con tales hombres, / pero ¿por qué, por qué caen sobre
resignación, / sin concebir deseos, sin expresar ideas. / Sólo un mí? / Ser amado es todo lo que necesito, / y a quien amo, amo de
sentimiento de súplica, / un sentimiento, impreso en toda mi alma, verdad.
/ de que soy débil pero no sin bendición, / porque en mí, a mi
alrededor y en todas partes / hay Fuerza y Sabiduría Eternas.
Pero anteanoche recé en voz alta / con angustia y desesperación, /
aterrado por la multitud diabólica / de formas y pensamientos que
me torturaban: / una luz estridente, una horda imparable, / el
sentimiento de un intolerable error, / ¡y solo aquellos a los que
detestaba, eran fuertes! / Sed de venganza, la impotente voluntad /
aún aturdida pero también ardiente. / El deseo, con repugnancia
extrañamente mezclado, / se fijaba en objetos salvajes y
aborrecibles.
¡Pasiones fantásticas! ¡Conflicto delirante! / ¡y cubriéndolo todo la
vergüenza y el terror! / Acciones que debían ocultarse no se
ocultaban, / y yo todo confundido no podía saber si las sufría o las
había cometido: / porque todo parecía culpa, remordimiento o
aflicción, / míos o de otros, eran el mismo / miedo que ahogaba la
vida, la vergüenza que sofocaba al alma.
Así pasaron dos noches: la consternación de la noche / entristecía y
anonadaba al día por venir. / El sueño, ancha bendición, / me parecía
la peor calamidad de la Destemplanza. / La tercera noche, cuando mi
propio grito / me despertó del diabólico sueño, / abrumado de
extraños y salvajes sufrimientos, / lloré como un niño. / Y habiendo
sometido con lágrimas / mi angustia a un estado más suave, / me
dije, tales castigos corresponden / a naturalezas profundamente
manchadas de pecado: / porque reenciende / el insondable infierno
en su interior / ver, conocer y despreciar / el horror de sus acciones,
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De Quincey, Thomas
THOMAS DE QUINCEY La farsa de los cielos : ensayos - 1a ed. -
Buenos Aires : Paradiso, 2005.
172 p. ; 20x14 cm.
Traducido por: Jerónimo Ledesma

ISBN 987-9409-52-3

1. Ensayo Inglés I. Ledesma, Jerónimo, trad.


La farsa de los cielos II. Título
CDD 824

Ensayos

Realizado con el apoyo del Fondo de Cultura B.A.


de la Secretaría de Cultura del G.C.B.A.

Traducción y prólogo: Jerónimo Ledesma


Diseño: Adriana Yoel
Ilustración de Tapa: Albrecht Dürer, Carta de los cielos del norte, 1515
De esta edición:
Traducción y prólogo: JERONIMO LEDESMA © Paradiso ediciones, 2005
Fco. Acuña de Figueroa 786, 1180 Buenos Aires
www.paradisoediciones.com.ar

ISBN: 987-9409-52-3
1º edición: 1000 ejemplares
Hecho el depósito que indica la ley 11.723
Este libro se terminó de imprimir en el mes de agosto de 2005,
en Gráfica M.P.S. S.R.L., Buenos Aires - República Argentina

Paradiso
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SORTILEGIO Y ASTROLOGIA1 personas muy afectivas, que se adhieren a uno con la constan-
cia de un emplasto. Esta fidelidad es admirable; pero [suele
manifestarse demasiado a menudo con mal humor y las peque-
ñas alteraciones nerviosas del apego excesivo.] No están con-
tentos si no saben “en qué anda uno”, “qué tiene en mente” y
a dónde viajará. A mí, por ser economista político, me asedian
pidiéndome opinión sobre la moneda, especialmente por esa
1. Sortilegio en favor de una institución literaria forma particular que son las facturas con dos años de atraso; y
siempre quieren que responda a vuelta de correo. Pues bien,
Casi a mediados de febrero, recibí de pronto una invita- decidí sacar de este depósito algún escrito para el Ateneo. Era
ción para contribuir con algún escrito de mi pluma al proyec- mi resolución indeclinable que la Institución fuera tratada con
tado ALBUM de una nueva institución literaria, llamada el Ate- plena justicia, por lo menos en lo que puede procurar la volun-
neo, en una gran ciudad occidental.2 ¿Qué podía hacer? Antes tad humana. Dedicaría al Ateneo cuatro profundas zambullidas
de que llegara la invitación, el día 13 había comenzado; la leyen- en la bañadera, cuando un solo hombre, por más hiperbólica-
da “a vuelta de correo” era el único límite explícito para res- mente ilustre que fuese, no podría haber hecho más de una. Por
ponderla; y la invitación estaba fechada el 10: por lo tanto, ya otro lado, el Ateneo debía conformarse con lo que le enviara la
habían cumplido su corta vida en este mundo tres “a vuelta de fortuna y no reprocharme nada por la sospecha de que los hubie-
correo”. No soy de las personas que, tratándose de pan, piden ra engañado. Para anular toda posibilidad de un reclamo seme-
las cantidades discrecionales (pain à discrétion) de los restaurants jante, solicité la presencia de tres jóvenes damas, que odian todo
parisinos;3 pero cuando se trata de tiempo, sí. Positivamente, lo injusto, como si fueran fiscales, para que observaran el pro-
siempre que debo pensar, requiero tiempo à discrétion. Y fue así cedimiento en representación del Ateneo, controlaran que la
que no me quedó otro recurso que éste: en mi estudio tengo pesca se hiciera correctamente y dieran aviso a la corte en caso
una bañadera, tan grande que se puede nadar en ella, supo- de que algo anduviera mal. A las seis de la tarde todo estaba lis-
niendo que el nadador no sea un hombre ambicioso y se conforme to en mi estudio. La bañadera había sido intensamente iluminada
con avanzar tres pulgadas como máximo. Esta bañadera, reem- desde arriba, para prevenir embustes en ese campo; y el joven
plazada por otra mejor (en lo que respecta a su función origi- que iba a ejecutar las zambullidas había terminado de ponerse
nal), me presta ahora un servicio secundario como depósito de una bolsa de papas nueva con agujeros en el fondo para sus
manuscritos. Está llena hasta el tope de papeles de todo tama- piernas. Y como la bolsa estaba atada a su garganta con una ten-
ño y clase. Cada papel escrito por mí, a mí, para mí, de o sobre sión asfixiante, dejando un solo agujero para que pudiera mover
mí y, también, contra mí, puede ser hallado, luego de una bús- su brazo libremente, queda claro que, aun cuando sus inten-
queda imposible, en este amplio repertorio. Digamos de paso que ciones fueran sinceramente fraudulentas y tuviera un arreglo
los textos agrupados en la última (u hostil) categoría, han sido conmigo, no podría ayudarme ocultando papeles en su ropa ni
compuestos, principalmente, por zapateros y sastres –un tipo de con otra artimaña que quisiéramos perpetrar. Habiéndose sen-
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tado las damas en lugares elegidos admirablemente para detec- –los ojos de Porcia, advertí en silencio, brillaban como los de un
tar cualquier movimiento sospechoso, los procedimientos comen- águila. “¡Prepararse para bajar!”, exclamé; y luego: “¡Bajar!”.
zaron. Se dio el paso inaugural con un prolijo discurso de mi par- A la voz de “¡Prepararse!”, Bolsa de papas se había arrodilla-
te en el que protesté porque se me hacía objeto de sospechas do sobre su pierna derecha (quedando su cara en ángulo recto
infundadas y me esforcé por restituirle a mi imagen una abso- sobre la bañadera); a la voz de “¡Bajar!”, hundió su brazo dere-
luta pureza de intenciones; pero, lamento decirlo, sin éxito. cho en el proceloso mar de papeles. Durante un minuto estuvo
Declaré, con cierto énfasis, que en la bañadera, aunque no podía trabajando en ellos como si remara; y entonces, ante la orden
decir dónde exactamente, había un texto que consideraba del perentoria de “¡Arriba!”, elevó en el aire, como Bruto ilumina-
mismo valor que la mitad de todas mis posesiones: “Y sin embar- do por la recriminación de César, su botín. Fue entregado, por
go”, continué, “si nuestro honorable amigo de la bolsa de papas supuesto, a las fiscales, que mostraron de inmediato una leve
pescara por azar ese mismo texto, estoy decidido a enfrentar la curiosidad femenina, ya que se trataba de una carta cerrada y
situación, sí, en ese caso, expresaré mi interés por la Institución podía ser una vieja carta de amor que yo hubiera escrito y que
sacrificando la mitad de mi reino. Aunque ese premio fuera pes- la oficina de correspondencia extraviada hubiera devuelto recien-
cado hoy aquí, abandonará esta casa con destino al Ateneo esta temente. Aún lucía fresca y floreciente. Así, aunque no fuera un
misma noche.” Ante lo cual, la cabecilla de las fiscales, a quien premio para el Ateneo, podía ser un secreto interesante para las
puedo llamar, en honor a Shakespeare, Porcia,* apagó desa- fiscales. Lo que resultó y sacamos en cada pesca, lo registraré con
gradablemente mi entusiasmo diciendo que no había necesidad su correspondiente número de orden.
de tanta energía, porque ella y sus letradas hermanas se encar- N° 1. Era una invitación a cenar para el 15 de febrero que
garían de cumplir el envío al Ateneo; de hecho, yo no tendría nin- había olvidado abrir. Estaba, como dicen los financistas, “llegando
gún mérito hiciera lo que hiciese. Entonces, para desalojar la al vencimiento”, pero no vencida, por fortuna (en cuyo caso
melancolía provocada por los obstinados prejuicios de las fis- sólo queda un pobre remedio), pues faltaban dos días para poder
cales, pedí un vaso de vino y, mirando al Oeste5, brindé a la cobrarla. Arreció una discusión entre las fiscales sobre si ésto ser-
salud del Ateneo, con la alegórica idea de una joven que está por viría para el Album a falta de mejor pesca. Yo postulé que sí, por-
ser mayor de edad y entrar en posesión de su dote. “Brindo por que, si bien una invitación a una cena no podía ser vista razona-
tu prosperidad, querida muchacha”, dije; “eres muy joven; pero blemente como un texto muy esmerado, siendo su lema Esse
ésa es una falta que, según un viejo adagio griego, disminuye día quam videri (que en buen latín significa “Comer* antes que apa-
a día; estoy convencido de que siempre serás tan amable como rentar comer”, como en los banquetes de Barmacida7), supongan,
ahora con los extraños necesitados de libros y periódicos. Nun-
ca te vuelvas fastidiosa, querida, como acostumbran algunas
* Esse¸ comer: el lector, aunque no sea un latinista, tal vez conozca este signi-
de tu sexo” (diciendo lo cual, miré salvajemente a Porcia). Y lue- ficado adjudicado antiguamente al verbo Esse, por una chanza en latín corrien-
go di la señal al joven para que nos pusiéramos en campaña te entre los escolares, a saber: Pes est caput, que a primera vista parece signi-
ficar el pie es la cabeza, pero que en verdad significa: Pes (en su otro sentido,
que equivale a Pediculus, un insecto que no debe ser nombrado) est, come- caput,
* El mercader de Venecia.4 la cabeza.6

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sin embargo, que hubiera enviado la invitación al Ateneo con un busca de deudas para aumentar la posibilidad de éxito. Pero
poder para que comieran la cena en mi lugar, ¿la inclusión de ese declaro fervientemente mi inocencia. Es verdad que sabía hacía
sólido bonus8 no habría disminuido la escasez de la carta como con- tiempo que esa zona del canal estaba infestada de deudas. Había
tribución para el Album y no habría mitigado la insatisfacción del pasado muchas veces que buscando algún ensayo literario o
Ateneo? Porcia opinó negativamente que tal cosa fuera posible, por- filosófico, en el curso de una hora, sólo sacara variados ejemplares
que el Ateneo tenía 2000 bocas y debería haber, por lo tanto, 2000 de deudas. Y había un vasto banco, que yo denominaba las
cenas, un argumento que consideré vistoso pero, legalmente hablan- Arenas de Goodwin10 porque en la memoria del hombre nada se
do, insostenible, porque el Ateneo tenía la posibilidad de designar pescó allí sino una infinita variedad de deudas –algunas grises por
un plenipotenciario –un hombre de inmenso calibre– para comer la la antigüedad, otras de un tinte neutro, algunas verdes y vivaces.
cena en representación de los 2000. No sé qué tenía eso de gracio- Pena fue lo que me inspiró ver a nuestro buzo sondear las aguas
so, pero durante la acalorada pelea con Porcia, Bolsa de papas en esa peligrosa vecindad. Pero ¿qué podía hacer? Si se lo hubie-
empezó a reírse tan descontroladamente que me vi en la obligación ra advertido, Porcia seguramente habría imaginado que en esa
de ordenarle en forma imperiosa: “¡Prepararse para bajar!”. Pero región había un enorme lecho de ostras o de perlas; y con la
antes de que pudiera obedecerme, fui sacudido por Porcia, que tenía honestidad sólo habría conseguido una convicción unánime
en sus ojos una mirada de triunfo que me alarmó. Ella y sus her- sobre mi traición. Justo debajo del mismo lugar en el que se había
manas fiscales habían estado examinando la invitación. “Y”, me sumergido el buzo, descansaba, tan inmóvil como si estuviera
dijo Porcia maliciosamente, “es cierto, como notaste, que faltan dos anclada, una deuda muy antigua. La edad no había suavizado la
días para la cena del 15. Sólo que, por desgracia, la carta es del año atroz expresión de su rostro; por el contrario, la había hecho más
equivocado: ¡es de hace cuatro años!” ¡Oh! ¡Imaginen qué horror! terrible otorgándole un color amarillento. El tamaño de este
Además de la mortificación por la victoria de Porcia, me había libra- monstruo era colosal, cerca de dos pies cuadrados; y en ocasio-
do por casualidad de que el plenipotenciario me acusara de enviar- nes me imaginaba que, a pesar de su vejez extrema, su crecimiento
le lo que ahora podía ser considerado un fraude. Me apresuré a no había concluido. Lo conocía demasiado bien; porque cada vez
ocultar mi confusión dando las dos órdenes “¡Prepararse para que revisaba esa región de la bañadera, buscando lo que fuese y
bajar! y “¡Bajar!” casi en la misma exhalación. El N°1, después de no encontrándolo, siempre tenía la certeza de que lo pescaría a ése
todo el desperdicio de erudición legal sobre el caso, había estallado que no quería ver de nuevo nunca más. A veces, incluso, lo
como una pompa de jabón; y ahora, en consecuencia, se había gene- encontraba bronceándose en la cima de todos los papeles; y me
rado una mayor expectativa sobre el N°2. Con un gran temblor en asaltaba la idea, que puede parecer fantasiosa, de que, en deter-
la voz, di la orden final: “¡Arriba!”. minadas condiciones atmosféricas, salía a respirar. Pero esta vez
N°2. Me desagrada mencionar que esta pesca dio como no estaba bronceándose en la superficie; hubiera sido lo mejor
resultado una deuda.9 El disgusto estaba escrito en todos los ros- para el Ateneo, pues en ese caso el joven habría sido cauteloso. Si
tros; y temo que a mi alrededor comenzó a crecer la sospecha, no estaba arriba, sin duda estaba abajo, y en el mismo centro de
porque era posible (dada mi experiencia personal en estos mares), la zambullida del buzo. Incapaz de controlar mis sentimientos,
de que hubiera indicado al joven amigo dónde debía dragar en grité: “¡Virar a estribor!” Pero Porcia protestó enérgicamente con-
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tra esta intervención de mi parte, por considerarla un evidente pechar que había vastas estribaciones más allá de los Good-
acto de malicia. “Bien”, dije, “hagámoslo a tu manera: verás lo wins, cardúmenes y bancos de arena, por donde era muerte
que ocurre”. segura navegar sin tener conocimientos precisos de lo que ocul-
N° 3. Está de más decir que pescamos al horrible y viejo tibu- taba la superficie. Había llegado a un banco de arena ético.
rón, según lo bautizara tiempo atrás: reconocí sus vastas propor- “Sin embargo, después de todo, como ésta es la última pesca”,
ciones y su aspecto bilioso no bien comenzamos a sacarlo, pro- dijo Porcia, “estando el discurso bien escrito, ¿no sería acepta-
cedimiento que insumió más tiempo esta vez. Porcia estaba eno- ble para el Ateneo?” “Posiblemente”, repuse, “pero es muy per-
jadísima porque había renunciado a su derecho de expresar enojo sonal. No podría permitir que se me expusiera en un libro como
cuando neutralizó mi juiciosa intervención. Y se puso aun más un diletante por principio, a menos que el Ateneo agregara una
enojada, pues, aunque yo lo lamentaba por el Ateneo, no pude evi- nota con su sello oficial en la que expresara completo desa-
tar reírme cuando vi al truculento y anciano criminal expandir sus cuerdo con la acusación, algo que por razones privadas pienso
groseras dimensiones –todo esto ensombrecido por la demora y el que el Ateneo podría negarse a hacer.”
mal humor– ante los ojos de las perplejas damas; tan poderoso era “Y bien,”, dijo Porcia, “dado que en forma arbitraria sustraes
el contraste entre este Behemoth cetrino y las sonrosadas mejilli- al Ateneo la pesca N° 4, que por contrato es parte indudable de ese
tas. Dicho sea de paso, el N° 2 había sido un ejemplar de la inti- cuerpo, estás en la obligación de concedernos una quinta zam-
midación de pago delicada, que exhala sólo zafiros de reclamo y bullida; en especial por haber sido tan tramposo en todo este asun-
persuasión; pero este N° 3 era un ejemplar de la especie opuesta, to.” Con el tono de un hombre agraviado, grité, “¡Amigo Bolsa de
el reclamo horrífico y gorgónico, que dispara grandes cañones de papas! ¿Escucharás en silencio esta acusación? Si, de mi parte, es
amenaza. Como especímenes ideales en sus tipos, ¿no habrían teni- un crimen saber y, de la tuya, no saber dónde están los Goodwins,
do un valor para el museo del Ateneo, si tuviera un museo, o inclu- entonces, ¿por qué no nos vamos al otro lado de esta habitación
so para su Album? Esto sugerí yo, pero fue denegado, como y dejamos que Porcia trate de hacerlo mejor ella misma? Yo le con-
todo lo demás que propuse; y con el argumento de que una gran cedo la moción. Apruebo una quinta bajada: y sobre todo en vir-
ciudad era un depósito demasiado vasto de deudas, nativas e indí- tud del viejo dicho que afirma que los números impares traen suer-
genas, como para que hicieran falta ejemplares exóticos. Decidido te: numero deus impare gaudet11; sólo le pediré a Porcia que ofi-
esto, apuramos la siguiente zambullida, la cual, siendo la última cie de buzo en esta última oportunidad.” Las tres fiscales adqui-
por contrato, nos puso a todos nerviosos. rieron el rubor de rosas rojas ante este inesperado requerimiento.
N°4. Ésta resultó ser, ¡ay!, un discurso dirigido a mí persona Una cosa era criticar la actuación, pero otra muy distinta hacer-
por un amigo ultra-moralista; un discurso sobre la posterga- se cargo de ella: y las bellas fiscales temieron por su reputación pro-
ción; y no estaba mal escrito. Había temido que viniera algo de fesional. En secreto, sin embargo, le susurré a Bolsa de papas:
esa índole; porque, en el momento de bajar, le grité al buzo: “Verás ahora que tales son el arte y la disposición femeninas que,
“¡Vira a estribor! Estás yendo de cabeza a los Goodwins; en cualquiera sea el monstruo que pesquen, lo declararán un gran pre-
treinta segundos naufragarás”. Ante esto, en una agonía de mio y se las ingeniarán para sacar algún uso de él que nos deje en
terror, el buzo desvío el rumbo, pero, evidentemente, sin sos- falta a nosotros”.

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N° 5. Vibrantes, por lo tanto, eran las dudas, los miedos y
las expectativas de todos nosotros cuando Porcia estuvo “Pre-
parada para bajar” y luego bajó. Movió su mano y hurgó entre
los papeles cinco minutos completos. Cerré los ojos pensando
en desgracias anteriores; pero, estrictamente hablando, ella no
tenía derecho a “hurgar” más de un minuto. Ella alegó que,
por intuición, conocía en qué tipo de papel estaban escritas las
intimaciones de pago; y cualquiera fuera la cosa que sacara, 2. Astrología
estaba decidida a evitar las deudas. “No te confíes”, dije; y al
fin, cuando pareció haber elegido, di la voz de mando habitual: Le pediré al Ateneo que acepte como contribución para su
“¡Arriba!”. Album una simple reflexión sobre este tema tan desprestigiado.
“¿Qué es?”, dijimos; “¿Cuál es el premio?”, corriendo todos Respeto mucho la astrología; pero es curioso que mi respeto
hacia Porcia. ¡Oh, hermano, mi simpático lector! ¡Era una hoja por la ciencia haya derivado de mi desprecio por sus cultores –no
en blanco! exactamente como una directa consecuencia lógica sino como
¿Nos reímos o lloramos? Yo, por mi parte, tenía miedo de una sugerencia casual de ese desprecio. Creo en la Astrología
hacer cualquiera de las dos cosas. En verdad lo sentía por Por- pero no en los astrólogos; en lo que a ellos respecta soy un infiel
cia y, al mismo tiempo, por el Ateneo. Pero, ¡bendito seas, lec- incorregible. Permítanme referir, primero, la ocasión que dio
tor! No había tal llamado a la piedad para Porcia. Con la más pie a mi reflexión astrológica; y luego, la reflexión misma.
extrema frialdad –tan preparado estaba su ingenio para afron- Cuando tenía aproximadamente diecisiete años, vagaba a
tar cualquier situación– dijo: “¡Oh! Ésta es la carte blanche12 para pie por el norte de Gales. Durante un corto tiempo, mi centro
registrar tus últimos pensamientos. Este es el papel en el que de operaciones (al cual volvía siempre luego de todos los reco-
tienes que escribir un ensayo para el Ateneo; y estamos, así, rridos, fueran elípticos, circulares o en zig zag) fue Llangollen
facultados por la providencia para asegurar a nuestro cliente el en Denbighshire, o Rhuabon13, a sólo unas pocas millas. Un
Ateneo algo expresamente manufacturado para la ocasión, y día, una joven mujer casada, en cuya cabaña me habían recibi-
no un viejo naufragio de los Goodwins. La Fortuna ama al Ate- do muy hospitalariamente, me dijo que en la vecindad vivía un
neo; y los cuatro intentos fallidos tenían el fin de fastidiar a esa astrólogo. “¿Cuál podría ser su nombre?” Era muy buen inglés
institución para incrementar el valor de su premio final.” “¡Ah, el que mi joven anfitriona había hablado hasta ese momento;
por supuesto!”, dije en voz baja, “¡El fin de fastidiar! ¡Hay pero en este caso prefirió responderme en galés. Mochinahante fue
otras damas, además de la Fortuna, que entienden esa pequeña la breve respuesta. Me permito suponer que mi transcripción
ciencia!” No era posible desobedecer a Porcia; por lo que me de la palabra no resistirá la crítica galesa; pero ¿qué puede
puse a escribir un ensayo sobre Astrología. Pero antes de comen- esperarse del primer intento de un hombre con la ortografía
zar, miré a Bolsa de papas, susurrando solamente: “¿Ves? Te galesa?, la cual entonces era, y creo que lo es aún, un logro
dije lo que pasaría.” muy raro en los seis distritos del norte de Gales14. Pero ¿qué sig-
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nificaba Mochinahante? Porque no hay diferencia entre que un privado de la dama, no quedará tiempo disponible para el correo
hombre sea anónimo o se llame a sí mismo X.Y.Z.15 y que ofrez- del pueblo, que no espera a ningún hombre y que es sordo inclu-
ca una tarjeta de presentación con un nombre tan espantoso de so a las quejas de las mujeres. A modo de compromiso, por lo
decir, tan torturante de pronunciar, tan imposible de deletrear tanto, solicito a la dama que siga mi pluma con sus ojos radian-
como Mochinahante. Que tenía un sentido traducible y que no tes, un medio por el cual obtendrá la explicación más pronta y
era un nombre propio sino un sobrenombre y, de hecho, un gra- el alivio más rápido para su dolor de cabeza. Yo, por mi parte,
cioso sobriquet16, lo supe con certeza al observar que la joven no divagaré y procuraré que mi respuesta sea tan parecida a
sonreía al pronunciarlo. Mi siguiente pregunta me reveló que este una respuesta telegráfica, en lo que atañe a la velocidad, como
monstruo de nombre pagano significaba Chancho en la caña- una pluma metálica lo permite. Divido mi respuesta en dos par-
da. Pero realmente, entre el monstruo original y esta interpre- tes: la primera se ocupa de “en la cañada”; la segunda de “chan-
tación inglesa, casi no se podía elegir; de hecho, la interpreta- cho”. Mis investigaciones filosóficas y una visita al astrólogo me
ción, como suele pasar, resultaba la más difícil de comprender. proporcionaron una razón profunda para describirlo como en
“Así es sin duda”, dice una dama que está junto a mi codo, la cañada: a saber que estaba en una cañada. Era el único ocu-
atormentada por una pasión tan poco femenina como la curio- pante de un pequeño receso entre los montes y el único que
sidad; “sin duda, es mucho más difícil; pues Mochina no sé vivía en la casa; y era así tan completamente, que si alguna vez
cuánto podría, sabes, significar una cosa u otra, a pesar de lo que se incubara una conspiración en la cañada, sería claro para mí
tu o yo pudiéramos decir en su contra; pero con respecto a que Mochinahante estaría detrás de ella; si una guerra comen-
Chancho en la cañada, ¡qué terrible disparate! ¡qué imposible zara en esta cañada, Mochinachante sería el único combatien-
descripción de un astrólogo! Un hombre que, déjame ver, hace te; y si se impusiera en la cañada alguna contribución forzosa,
alguna cosa con las estrellas: ¿cómo puede describírselo como Mochinachante (¡pobre hombre!) debería pagar todo de su pro-
un chancho? Un chancho en cualquier sentido, entiendes; un pio bolsillo. La dama me interrumpe en este punto para decir:
chancho en cualquier lugar. Pero, además, un Chancho en la “Bueno, puedo entender eso; quedó bien claro. Pero deseo saber
cañada, ¿por qué? En el caso de que efectivamente fuera un sobre Chancho. Pasemos a Chancho. ¿Por qué Chancho? ¿Cómo
chancho, debería ser un chancho en una cúpula o un chancho Chancho? ¿En qué sentido Chancho? No puedes tener, y lo
en la cima de un monte, de modo que pudiera elevarse sobre los sabes, ninguna razón profunda para eso.”
vapores y la niebla. Ahora, te demando, adorable criatura, que Sí, la tengo, y una razón muy profunda, capaz de satisfacer
nos expliques en el acto este acertijo. Tú lo conoces; llegaste al a los filósofos más escépticos, a saber, que era un Chancho. Mi
final del misterio; pero ninguna de nosotras, que estamos aquí hermosa anfitriona me presentó a ese intérprete de estrellas per-
sentadas, puede adivinar el significado; nos enfermaremos si sonalmente; pues yo estaba ansioso por conocer a un astrólogo
nos haces esperar... Ya tengo un incipiente dolor de cabeza; dilo y en particular a uno que poseía, además de una profesión tan
entonces de una vez y evítanos esta tortura”. rara, el blando cuestionamiento de un nombre tan significativo.
¿Qué debo hacer? Debo explicarle este asunto al Ateneo; Habiendo contado con una oportunidad tan propicia para inves-
pero si me detengo a desarrollar una explicación oral para uso tigar la justeza de ese nombre, Mochinahante, aplicado al astró-

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logo de Denbighshire, me atrevo a declararlo incuestionable. de mí. Bajo el brazo llevaba un libro en folio que, según aseve-
Había en su vestimenta un abandono y una decoloración anti- ró, era un manuscrito de inefable antigüedad. A éste no quería
gua o aerugo17 que bastaban para justificar el nombre; y en su que lo viera; y antes de abrirlo, como si el libro y yo hubiéra-
cara se depositaba esa herrumbre lúgubre (o lo que la numis- mos sido dos reos en los tribunales, sospechados de pergeñar
mática denomina técnicamente patina) que tiene un valor tan ele- alguna maldad conjunta (como la de atar un cohete a la peluca
vado cuando se encuentra en la cara acuñada de un príncipe del juez), nos separó uno de otro tanto como lo permitían las
siriomacedónico sepultado por el polvo hace largo tiempo, pero dimensiones de la habitación. Concluidos estos actos solemnes,
que, ¡ay!, nada vale si se encuentra en la cara de carne y hueso quedamos todos listos –yo, el volúmen en folio y Chancho en la
de un filósofo vivo. En términos humanos, se diría que el obser- cañada– para desempeñar nuestros papeles en la obra. Empezó
vador de estrellas necesitaba mucha agua y jabón; pero, en tér- Mochinahante: inició sus declaraciones en tono circunspecto,
minos astrológicos, las aguas terrestres tal vez pudieran estro- alegando, casi con lágrimas en los ojos, que si algo salía mal en
pear sus vigilias celestiales. las próximas revelaciones, era por completo contra su voluntad;
Mochinahante era bastante cortés; que un chancho, acci- que él era impotente y que no podía ser responsabilizado por par-
dentalmente, sea sucio, no implica que sea grosero; y luego de te alguna del mensaje desagradable que podría tener la desdicha
hacerme sentar en su sillón de estado, comenzó su erudita tarea de transmitir. Yo me apresuré a asegurarle que era incapaz de
interrogándome sobre el día y la hora de mi nacimiento. Sabía cometer esa injusticia; que de todo responsabilizaría a las estre-
el día con certidumbre; y con respecto a la hora dije lo que razo- llas; que por naturaleza, era muy tolerante; que cualquier leve
nablemente puede esperarse de quien, sin duda, no estaba miran- resentimiento que pudiera albergar en mí por uno o dos años,
do un cronómetro cuando el hecho aconteció. Establecidas estas estaría enteramente reservado para las constelaciones conspi-
cuestiones, el astrólogo se retiró al cuarto vecino con el propó- rativas; y, por último, que estaba preparado para resistir sus
sito (me aseguró) de elaborar mi horóscopo científicamente; rayos más potentes. Chancho quedó complacido con mi sensa-
pero a menos que descorchar botellas sea parte de ese proceso, tez –advirtió que trataba con un filósofo– y, en un tono más
tendería a pensar que el gran hombre, en vez de velar por mis jovial, me explicó que mi “caso” estaba contenido en los dia-
intereses entre las estrellas y estudiar mi horóscopo, había esta- gramas, místicamente; esos documentos tiznados realizaban, de
do buscando consuelo para sí mismo en el licor envasado. Regre- algún modo, preguntas al libro; y este libro –un libro de inefa-
só en un lapso de media hora; con un aspecto más lúgubre, más ble antigüedad– era el que, en su condición de oráculo som-
feroz, más mugroso (si la mugre permite este adjetivo), más brío, daba las inflexibles respuestas. Pero yo no debía enojarme
herrumbrado, o mejor dicho más patinoso (si la numismática me con el libro más que con él mismo, porque... “Claro que no”,
presta el término), y mucho más necesitado de agua y jabón. respondí, interrumpiéndolo; “el libro sólo dicta los sonidos que
Tenía en su mano un papel con diagramas que contenía supues- están predeterminados por las claves en blanco y negro de los
tamente un veloz apunte de mi horóscopo; pero por el tizne que diagramas tiznados y yo no podría enojarme con el libro, por-
lo cubría, un visitante malicioso podría haber sugerido la posi- que diga lo que concientemente cree verdadero, más que con una
bilidad de que lo hubiera empleado para otros clientes además botella de vino o de licor que se resista a darme sólo uno o dos
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vasos del precioso brebaje que contiene, aunque yo quisiera lo por el principio; pero luego eso surtió un verdadero efecto líri-
doce, padeciendo un olvido momentáneo, habitual hasta en las co, además de que estaba disculpado por el licor envasado. Las
mentes más brillantes, de que yo mismo, diez minutos antes, palabras de revelación profética con las que comenzó fueron
me lo había bebido casi todo.” Esta comparación, que para un las siguientes: “también él [que era yo mismo, se entiende] será
crítico bien despierto podría parecer ligeramente malintencio- pelirrojo.” “Eso sí que es una sorpresa”, dije en voz baja; “las
nada, recibió la total aprobación de Chancho en la cañada. Evi- estrellas, parece, pueden mentir como las personas”. “Tam-
dentemente creía que no existía ni podía ser concebido por la bién”, seguía Chancho sin parar, “tendrá veintisiete hijos”.
mente del hombre un estado mental más dispuesto a recibir Demasiado horrorizado estaba por la noticia como para emitir
noticias desastrosas que el que yo tenía entonces. Él experi- palabras de protesta. “También”, gritó Chancho con toda la
mentaba un pathos intenso a causa de la botella de licor. Yo me fuerza de su garganta, “los abandonará”. La cólera restauró mi
encontraba en un estado de excitación intensa (pathos combi- voz y exclamé: “Eso no es sólo una mentira de las estrellas sino
nado con horror) por la perspectiva del terrible discurso sobre una calumnia; y si es lícito iniciar una acción contra las estre-
mi vida futura que estaba por caer en mis oídos, catapultado por llas, deberán indemnizarme”. Sería vano incomodar al lector
los diagramas tiznados, desde ese enorme libro de inefable anti- con todas las profecías monstruosas que me leyó Chancho. Leía
güedad. Creo que entramos en conexión magnética. ¡Piensa en con una furia pítica inquebrantable. Su voz era espantosa: espan-
eso, lector! ¡Chancho y yo en conexión magnética! ¡Haciéndo- tosas eran las acusaciones estelares en mi contra, cosas que iba
nos pases mutuos! ¿Qué habría sido de nosotros si de repente a hacer, cosas que debo hacer: espantosa fue la ira con la que
nos hubiera dado por echarnos a caminar sonámbulos? Chan- denuncié secretamente toda participación en los actos que estas
cho me habría dejado a mí su cañada; y yo habría lanzado a malignas estrellas me asignaban. Pero siempre me domina la
Chancho a una vida errante por la cual la condición poco higié- misma candorosa debilidad: cuando un hombre muestra con-
nica y patinosa del astrólogo habría sido descubierta ante los ojos fianza y fe absoluta en cualquier agente o fuerza, carezco de
desconcertados de Cambria: ánimo para desengañarlo o poner en evidencia su imbecilidad.
Chancho confiaba –¡oh, cuán enteramente!– en su libro negro
El bravo Gloster quedó espantado [o podría haber quedado] de inefable antigüedad. Demostrar que su libro era una estafa
en mudo trance. y que él era otra, lo habría aniquilado en el acto. En conse-
¡A las armas!, gritó Mortimer [o, al menos, podría haber cuencia, me resigné en silencio a pasar por el monstruo en que
gritado] y empuñó su lanza trepidante.18 Chancho, bajo presión de las estrellas, me había convertido, en
vez de alejarme con bronca de ese hombre solitario que, después
Pero Chancho era mejor hombre de lo que aparentaba. No de todo, no era culpable, pues actuaba en representación minis-
cedió ni al magnetismo ni al licor envasado; en cambio empe- terial y leía únicamente lo que las estrellas lo obligaban leer.
zó a leer del libro negro con la entonación de voz más terrible Me levanté sin decir una palabra, caminé hasta la mesa y pagué
y, en términos generales, correctamente. Por cierto, cometió un la tarifa; pues éste es un hecho desagradable que debemos regis-
grave error: empezó en la mitad de la oración en lugar de hacer- trar: los astrólogos no dan crédito ni descuentan nada por pagos

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en efectivo. Le di la mano a Mochinahante; intercambiamos Lector, ésa fue la verdadera ocasión general de mi único
amables despedidas, el sonriéndome benignamente, en un com- pensamiento sobre la astrología; y antes de mencionar ese pen-
pleto olvido de que me acababa de lanzar a una vida de críme- samiento, agregaré que el impulso inmediato que llevó mi men-
nes y tempestades; yo, en respuesta, diciendo secretamente, te en esa dirección fue éste: cuando fui a la mesa donde estaba
como la mejor bendición que pude imaginar: “¡Oh, Chancho, el astrólogo, para pagar la tarifa, naturalmente me acerqué al
que los cielos envíen sobre tí su más selecta lluvia de jabones!”. libro en folio más de lo que habría permitido la prudencia astro-
Cuando emergí al aire libre, le comenté a mi hermosa an- lógica. Pero en ese momento acaparaban la atención de Chan-
fitriona lo del cabello rojizo que el astrólogo miope le había cho las monedas de plata que tenía delante; las revisó con el
arrebatado a las estrellas para mí y que yo, con permiso de las cuidado esperable de alguien tan pobre y en un año tan peno-
astros, cedería a Mochinahante para que se confeccionara una so para la fabricación de monedas como el de 1802. Aproveché
peluca compensatoria en sus inminentes días de calvicie. Pero ese momento de avaricia de Chancho para mirar por sobre la per-
no le dije nada sobre esa abundante provisión de niños con que sona del astrólogo, que estaba sentado y se inclinaba comple-
me había dotado Moch. Me resguardé, por anticipación ner- tamente sobre el libro. Estaba abierto; y de una mirada adver-
viosa, de la risa inextinguible que, estaba seguro, vendría de su tí que no era un manuscrito sino un libro impreso en caracte-
lado; no obstante, cuando llegamos a la salida de la cañada y res negros. El mes de agosto aparecía como rúbrica al comien-
nos dimos vuelta para despedirnos de la morada astrológica, zo del ancho margen y debajo de él estaban los días de ese mes
me vi desbordado por ataques de risa; porque de pronto ima- en orden sucesivo. “Entonces, Chancho”, pensé, “parece que
giné un futuro retorno a este receso en las montañas con la jo- cualquier persona nacida en el mismo día y la misma hora de
ven legión de veintisiete niños. “¿Que yo abandono a estos agosto que yo, debe tener exactamente mi mismo destino. Pero
niños queridos?”, exclamé, “¡lejos de eso! Respaldado por es- un rey y un mendigo difícilmente coinciden así. Y puedes estar
te ejército filial, me sentiré preparado para la misión de ven- seguro, Chancho, de que toda la infinita variedad de casos con-
garme de los astros por las afrentas que me han dirigido a tenidos entre esos dos termini difieren entre sí, en cuanto a la for-
través de Chancho, su siervo. Será como el regreso de los He- tuna y los incidentes de la vida, como el rey y el mendigo, aun-
ráclidas al Peloponeso. La legión sagrada arrasará la “cañada” que no de forma tan notoria.”
y yo me encargaré de Chancho; las sucesivas generaciones to- Esto confirmó mi desprecio por la astrología. Parecía nece-
marán posesión militar del “-inahante”, mientras yo me apro- sariamente falso, falso por un principio a priori, a saber: que las
piaré de “Moch” (que me imagino debe ser, en la larga palabra, posibles diferencias en las fortunas humanas, que son infinitas,
la parte que corresponde a Chancho)”. Mi anfitriona rió con- no pueden medirse por las posibles diferencias en los momen-
tagiada por mi risa; pero tuve la cautela de no permitirle espiar tos particulares del nacimiento, que son tan obviamente fini-
mi visión de la legión sagrada. Porque la mente femenina es, tas. Esta forma de pensar se vio fortalecida por el hecho de que
por naturaleza, demasiado proclive a reír. Dejamos la cañada luego encontré esta misma objeción en Macrobio19. Macrobio
para siempre; y así terminó mi primera visita a un astrólogo, puede haber robado la idea; pero sin duda no de mí, como yo,
que también fue la última. ciertamente, no la robé a él; de modo que hay aquí una concu-
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rrencia, por caminos independientes, de dos personas, una de porque el octavo segundo de A será el séptimo de B. Los discos
ellas un gran filósofo, con respecto a la misma objeción ani- de ambos acontecimientos se superpondrán: A se superpondrá
quiladora. a B en el comienzo y B se superpondrá a A en el final. Ahora,
Ahora viene mi pensamiento. Ambos, Macrobio y yo, está- admitamos que, en un caso particular, esta superposición no
bamos equivocados. Hasta el gran filósofo debe admitirlo. La ocurre y que, en cambio, los dos acontecimientos se eclipsan
objeción es válida contra los astrólogos pero no contra la astro- mutuamente, y una superficie se apoya en la otra tan perfecta-
logía. Nunca dos acontecimientos coincidieron en cuanto al mente como dos monedas en una apretada rouleau21 de mone-
tiempo. Todo acontecimiento tiene y debe tener una duración das o como una cuchara de postre que encaja en el seno de la
determinada; a ésta podemos llamarla su amplitud; y el verda- otra; en ese caso, el octavo segundo será el punto central de
dero locus20 del acontecimiento en el tiempo es el punto central ambos acontecimientos. Pero aquí también surgirá una nueva
de esa amplitud, que nunca fue ni será idéntico en dos aconte- duda con respecto al grado de rigor en la coincidencia; porque
cimientos diferentes, aunque, a primera vista, parezcan con- si se divide el octavo segundo en mil partes o sub-momentos, tal
temporáneos. Es la mera imperfección de los recursos del hom- vez se encuentre que el centro de A da en el sub-momento 450
bre para detectar las infinitas subdivisiones del tiempo lo que nos mientras que el de B da en el 600. O supongamos, otra vez, que
lleva a pensar en dos acontecimientos que concurren, al menos salimos de este apuro: las dos criaturas armoniosas, A y B,
conjeturalmente, en sus puntos centrales. Esta imperfección es corriendo juntas cabeza a cabeza, han dado ambas, simultáne-
demoledora para las pretenciones de los astrólogos; pero la amente, en el verdadero centro de los mil submomentos, que yace
astrología se ríe de ella en los cielos; ¡y la astrología, armada con a mitad de camino entre el 500 y el 501. Todo esta bien hasta
cronómetros celestiales, es verdadera! aquí; “todo bien allá atrás”22; pero sigamos adelante, por favor;
Permítanme ejemplificar el caso. No es habitual que una difi- subdividamos este último centro, que llamaremos X, en mil
cultad metafísica pueda limpiarse como la punta de una lanza. fracciones más pequeñas. Tomemos, mejor, un tren expreso de
Ésta puede. Supongamos que dos acontecimientos ocurren en el fracciones decimales y demos caza a A y B; doy mi palabra de
mismo cuarto de minuto, esto es, en los mismos quince segun- que los alcanzaremos en algún momento u otro del viaje y que
dos; entonces, si empezaron exactamente juntos y terminaron los detendremos en el acto mismo de la separación de sus cen-
exactamente juntos, no sólo tendrán la misma amplitud, sino tros, un crimen gravísimo para el ojo de la astrología; ya que es
que, además, las amplitudes coincidirán con precisión en cada absolutamente imposible que los momentos iniciales, o sub-
una de sus partes y desplazamientos; en consecuencia, el momen- momentos, o sub-sub-momentos de A y B, puedan coincidir en
to central, esto es, el octavo, coincidirá rigurosamente con el forma absoluta. Nunca se oyó de una largada perfecta en Don-
centro de cada acontecimiento. Pero supongamos que uno de los caster.23 Ahora, una precisión tan estricta no se requiere en la tie-
acontecimientos, por ejemplo, A, empezó un solo segundo des- rra. Arquímedes, como se sabe, nunca vio un círculo perfecto,
pués que el otro, B; entonces, como aún suponemos que tienen ni siquiera, con su perdón, uno decente; porque, sin duda, al lec-
la misma amplitud o extensión, A habrá terminado un segun- tor le consta el siguiente hecho, a saber, que si toma la pieza más
do antes que B; y en consecuencia, los centros serán diferentes, perfectamente recortada, en papel o en seda, por los más deli-

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cados dedos femeninos, con las más exquisitas tijeras de Salis- problema es que no pueden ser reeditados en la tierra por nin-
bury, al examinarla con un microscopio, hallará sus bordes tre- gún mecanismo pirata de libreros sublunares. La astrología es
mendamente desparejos; pero si aplica el mismo microscopio al una ciencia muy profunda o, por lo menos, una muy alta; pero
recorte divino de la corola de una flor, la hallará cortada tan per- los astrólogos son todos farsantes26.
fectamente y tan suave como un haz de luna. Nosotros en la tie- He terminado y estoy orgulloso de mi obra, porque he con-
rra, repito, no necesitamos esa verdad rigurosa. Por ejemplo, ni seguido tres cosas notables: liquidé a Macrobio; le curé el dolor
tú, mi lector, ni yo necesitamos círculos, excepto cuando prac- de cabeza a una dama; y por último, que es lo más importante,
ticamos uno en el fondo de un barco porque lo queremos hun- expresé mi sincero interés en la prosperidad de un Ateneo recién
dir para engañar a la aseguradora; o, para variar, si cortamos nacido.
uno en la vidriera de una joyería para asaltarla; entonces, a Pero el correo del pueblo (un chico, en verdad, que monta
nosotros no nos preocupa tanto si el borde es o no desparejo. un pony) se dispone a partir; y es probable que mi carta llegue
¡Pero eso no sirve para las constelaciones! Los astros n’entendent demasiado tarde: un peligro del cual, con todos los que asedian
pas la raillerie24 en asuntos de geometría. El péndulo de los cie- mi vida, el desgraciado Chancho olvidó advertirme.
los estrellados oscila verdaderamente; y si el tiempo Greenwich
del Empyreum25 no puede repetirse en la tierra sin error, un 24 de Febrero de 1848
horóscopo es tan quimérico como el movimiento perpetuo o
un impuesto razonable. De hecho, en la determinación de la
natalidad, errar el verdadero centro por una trillonésima parte
de un centillón es tan terrible como apuntar a un blanco y errar
el tiro por el espacio de un carruaje con seis caballos. Si no se
ha tenido éxito, no importa cuán cerca se ha estado de tenerlo.
Y pasar por alto esto es tan absurdo como la respuesta de ese
lugarteniente M., al que le preguntaron si tenía alguna relación
con otro oficial del mismo nombre:
–¡Ah, sí! Una muy cercana.
–¿Cuál?
–Bueno, verá, yo estoy en el regimiento 50 de infantería y
él está en el 49.
Y caminaba, de hecho, justo detrás de él. No obstante, a
pesar de todo, los horóscopos pueden ser calculados por las
mismas estrellas muy exactamente; y estoy convencido de que
es así. Quizás hasta se imprimen en forma de jeroglíficos y se
publican con la regularidad de un almanaque náutico; el único
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NOTAS DEL TRADUCTOR de Shylock, señalando que el acuerdo lo autoriza a extraer una libra de carne
pero ni una gota de sangre. Además, prueba la culpabilidad de Shylock por
haber querido asesinar a un ciudadano de Venecia. Ver. El mercader de Vene-
cia, Ac. IV, Esc. i., Marín I, págs. 1187-1195.
Abreviaturas
5 De Quincey está en Mavis Bush Cottage, en Lasswade, en las afueras de
DRAE. Diccionario de la real Academia Española.
Edinburgo, y mira al Oeste, hacia Glasgow.
Marín 1. William Shakespeare, Obras completas, trad. Luis Astrana Marín, México:
6 “Pes est caput”, en latín, según la interpretación de De Quincey: “El piojo come
Aguilar, 1991. Tomo I.
la cabeza”. “Esse quam videri”, en latín, literalmente, “ser antes que parecer”.
Marín 2. William Shakespeare, Obras completas, trad. Luis Astrana Marín, México:
7 Barmacida: personaje de Las mil y una noches. La historia cuenta que un hom-
Aguilar, 1991. Tomo II.
bre empobrecido llamado Shakashik pedía limosna un día y fue recibido en la
Selections. James Hogg, ed.. Selections Grave and Gay, from Writings Published and
mansión de Barmacida. Éste le invitó un banquete. Pero, para sorpresa de
Unpublished, by Thomas De Quincey, Edinburgh: James Hogg and Sons, 1853-1860.
Shakashik, Barmacida sólo le servía platos imaginarios. Shakashik, no obstante,
14 vols.
le siguió el juego y fingió comer moviendo la mandíbula y tragando. Pero también
Works. Grevel Lindop, ed. The Collected Works of Thomas De Quincey, London:
fingió emborracharse con el vino que le ofrecía Barmacida y, con la excusa de la
Pickering & Chatto, 2000-2003. 21 vols.
ebriedad, le asestó un golpe. Barmacida lo tomó bien y lo felicitó por haberse pres-
Writings. David Masson, ed.The Collected Writings of Thomas De Quincey,
tado a la broma. Desde entonces Barmacida y Shakashik fueron buenos amigos
Edinburgh: Adam & Charles Black, 1889-1890. 14 vols.
y celebraron banquetes por un largo tiempo.
8 En latín, “beneficio”.
1 Publicado por primera vez con el título “Sortilege on behalf of the Glasgow 9 “dun” es la palabra que traducimos por “deuda”. Designa en registro informal
Athenaeum” (Sortilegio en favor de El Ateneo de Glasgow) en el Glasgow el documento que técnicamente se llama “intimación de pago”.
Athenaeum Album (Glasgow: James Hedderwick and son, 1848), págs. 9-31. 10 Las Arenas de Goodwin (“Goodwin Sands”) son peligrosos bancos de are-
Debajo del título, centrado, aparecía el nombre “Thomas De Quincey”. El na ubicados a cinco millas de la costa de Kent en el sur de Inglaterra.
ensayo abría el volumen y venía fechado “24 de Feb. de 1848”. El Album esta- 11 En latín, “al dios le gusta el número impar.” Cf. Virgilio, Églogas, VIII, 75.
ba “respetuosamente dedicado” a “las Damas de Glasgow,/ generosas patronas/ 12 En francés, “carta blanca”.
de todo proyecto que tenga la Ilustración/ y la Elevación Moral/ por objetivo.” El 13 Cf. Confessions of an English Opium-Eater, ed. Grevel Lindop, (Oxford,
“Prefacio”, fechado en “Glasgow, 18 de marzo de 1848”, explica que “este peque- 1998), p. 11.
ño volumen ha sido realizado como contribución para la Feria de Damas que ten- 14 “Estoy seguro de que mi palabra escrita refleja la palabra oral que escuché,
drá lugar el 22 y el 23 del corriente mes en beneficio de la Biblioteca del Ateneo suponiendo que pronuncien la ch como una gutural céltica; y puedo jurar que tres
de Glasgow”. El ensayo fue recogido, con correcciones, en Selections, Vol. IX, de las doce letras, a saber: la primera, la décima y la undécima, son rigurosamente
Leaders in Literature, with a Notice of Traditional Errors Affecting Them exactas. Bastante bien según creo, para un principiante: ¡que sólo el setenta y cinco
(Líderes de la literatura, con un comentario sobre los errores tradicionales que los por ciento pueda estar equivocado!” Esta aclaración figuraba en la primera ver-
afectan, 1858), págs. 261-283. Esa versión modificada es la que traducimos aquí. sión del texto y fue suprimida para las Selections. Works, 16: 297, 298.
2 La ciudad escocesa de Glasgow. 15 “X.Y.Z.” es el seudónimo con el que De Quincey publicó las “Confessions of
3 En 1846, en Francia, una serie de malas cosechas derivó en una crisis económica an English Opium-Eater; Being an Extract of the Life of a Scholar” (Confesiones
general y los alimentos, en consecuencia, fueron racionados. Curiosamente, De de un opiófago inglés, extractadas de la vida de un intelectual, 1821). Lo utilizó
Quincey escribió este artículo cuando se desarrollaba en Francia la revolución –en en la publicación de otros textos, como la serie de “Notes from the Pocket-Book
parte detonada por la crisis económica– de 1848. La fecha original del artículo, of a Late Opium-Eater” (Notas del cuaderno de un ex-opiófago, 1823) y la pri-
24 de febrero, corresponde al día en que abdicó el rey Luis Felipe. mera entrega de “On Murder Considered as One of the Fine Arts” (Sobre el ase-
4 En esta obra de William Shakespeare, para casarse con Porcia, Basanio le pide sinato considerado como una de las bellas artes, 1827).
crédito a su amigo Antonio. Quien le proporciona el dinero a Basanio, con la 16 En francés, “apodo”.
garantía de Antonio, es Shylock, un prestamista judío de Venecia. Y acuerdan 17 En latín, “moho”.
que en el caso de que Antonio no pueda devolverlo, deberá dar al judío una 18 Cita de Thomas Gray, “The Bard” (El Bardo, 1757), I, 13-14.
libra de su propia carne. Basanio consigue la mano de Porcia, pero la flota de 19 Macrobio: Ambrosio Teodosio Macrobio (AD 400). Gramático latino, filósofo.
Antonio se pierde en el mar y Shylock quiere cobrarse su deuda, como estipu- Conocido por sus Saturnalia. Cf. la refutación de la astrología en La ciudad de
la el acuerdo. Porcia interviene, disfrazada de doctor en leyes, y salva Antonio Dios de San Agustín, Libro V.

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20 En latín, “lugar”.
21 En francés, “rollo, paquete de cualquier cosa de figura cilíndrica”.
22 Cf. Charles Dickens, Nicholas Nickleby, (Oxford: Oxford University Press,
1998), p. 50: “All right behind there, Dick?”, cried the coachman.” (“¿Todo bien
allá atrás, Dick?”, preguntó el cochero”).
23 Doncaster, en South Yorkshire, es uno de los centros hípicos tradicionales de
Inglaterra.
24 En francés, literalmente, “no entienden las bromas”; figurativamente, “son muy
quisquillosos”.
25 El meridiano de Greenwich sirve de base para el sistema horario mundial. El
“Empíreo” es el “cielo en que los ángeles, santos y bienaventurados gozan la pre-
sencia de Dios, fuego espiritual y eterno”. La palabra procede del griego en, en, y
pur, fuego, por ser el sitio del fuego puro, eterno, y de las estrellas fijas o astros
incorruptibles según el sistema antiguo (DRAE).
26 “Farsantes” por “humbugs”. Cf. infra p. 69, la reflexión sobre este término en
“Sobre el estado actual de la lengua inglesa”.
27 Publicado por primera vez con el título “On suicide” en London Magazine,
Noviembre de 1823, como una de las “Notes from the Pocket-Book of a Late
Opium-Eater” (Notas del cuaderno de un ex-opiófago) firmadas por X.Y.Z. Esta
serie de breves notas capitalizaba el éxito que, en años anteriores, habían tenido
las Confesiones de un opiófago, firmadas también por X.Y.Z. Cuando en 1853
De Quincey empezó a reunir textos para una edición de sus Selections desarmó
la serie y reubicó los textos con un criterio distinto. En la edición de los Writings
de De Quincey Masson colocó esta “nota” en el Vol. VIII, Speculative and
Theological Essays (Ensayos teológicos y conjeturales), págs. 398-403, por su pro-
ximidad con el ensayo Casuistry (Casuística, págs. 310-368). Éste, fundamental
para comprender la particular legalidad dequinceana, incluye una reflexión
sobre el sucidio entre los casos que no pueden ser juzgados sin una evaluación de
las circunstancias particulares en que se inscribe.
28 John Donne (1572-1631). Escritor barroco inglés. Compuso poesía y polé-
micos tratados teológicos. El Biathanatos fue publicado póstumamente por su con-
tenido controversial. Cf. Jorge Luis Borges, “El Biathanatos”, en Obras
Completas, (Buenos Aires: Emecé, 1974), págs. 700-702.
29 Immanuel Kant (1724-1804). Filósofo alemán. La obra citada, La religión den-
tro de los límites de la mera razón, impresa en Jena, es de 1793. El ataque que allí
dirige contra la necesidad de una institución eclesiástica le valió la reprimenda de
Federico Guillermo II, quien le prohibió volver a escribir sobre religión en una
carta que Kant, luego, hizo pública. De Quincey comenta el caso en "Kant in his
miscellaneus essays" (Works, Vol. 7, págs. 59-62). El "autor moderno" al que
alude De Quincey es el alemán Karl Friedrich Bahrdt (1741-1792). En System der
moralischen Religion zur endlichen Beruhigung für Zweifler und Denker (Sistema
de religión moral para la tranquilidad definitiva de escépticos y pensadores, Berlín,
1797), Bahrdt, según Kant, afirma que Jesús buscó su muerte para impulsar el plan
divino por medio de un ejemplo vistoso. El comentario y la crítica de esta idea está
en una nota del Libro II, Sección II, del citado libro de Kant. Véase La religión den-
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