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Monólogo del corto

"La escuela era un lugar donde me sentía segura y feliz. Pero cambió todo. Yo sé qué pasó,
y ahora, acá adentro, me siento atrapada y asustada. Los pasillos también lo saben, antes
eran familiares y acogedores ahora me parecen oscuros y amenazantes.

Él también lo sabe, antes, era como un guía. Pero rompió esa confianza. Ahora, cuando lo
veo, siento un nudo en el estómago. Por más que no hable, siempre lo escucho. En el
salón, en el comedor, en el patio, en el baño. Me persigue a todos lados.

Cuando me llama para responder en clase, mi voz tiembla y siento que mi mente se
bloquea. ¿Qué pasa si digo algo mal y me rezonga de la misma forma? Yo no quiero
guardar más secretos. Las palabras se enredan en mi cabeza y me siento como una tonta.
Antes, me emocionaba por aprender, pero ahora solo quiero pasar desapercibida.

Es triste porque esta escuela solía ser mi refugio, el lugar donde descubrí cosas nuevas e
hice amigos. Ahora me siento solo, como si estuviera perdido en un laberinto de miedo y
desconfianza. No debería ser así. Los niños deberían sentirse seguros en la escuela,
¿verdad?

Quiero volver a disfrutar de la escuela, a sentirme emocionada por aprender, y a no temer.


Porque creo que la educación debería ser un faro de esperanza, no una fuente de miedo.”

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