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- No, no estás a mi lado, estás encima de mi, déjame ¿Qué más ha de pasar para que te alejes
de mi?
- Tú lo sabes bien, recuerda esas palabras que solo escuchas cuando todos duermen, esas que
no te dejo pronunciar pese a que no hago más que subrayar en tus pensamientos, por ellas
vuelvo a cada rato a tu lado. El día que las pronuncies todo esto acabará. Yo no he venido
por los insultos, por el trato de tus compañeros, no he venido porque te hayas cambiado de
colegio ni porque tu padre aparezca al lado de la definición de pigmalión negativo en la
wikipedia,… sigo aquí por tu trauma más íntimo y ahora que ya podemos hablar, que
empezamos a entendernos, es hora de que te centres en ello. Deja de ser la niña a la que
maltrataron, es hora de crecer, yo estaré ahí para ayudarte, pero es hora de que me dejes
centrarme en lo que realmente importa y tú te encargues de tus asuntos y estoy seguro de
que sabes de qué estoy hablando ¿a que si?
- Como quieras.
- Iris: En algún momento he debido dar a entender que algo malo está pasando por mi cabeza,
la profesora me mira, me mira diferente , me mira como si me quisiera decir algo, pero no
me lo dice, mi madre me mira igual ¿me podrías ayudar? ¿Alguien me podría ayudar?
- Profe: Antes de marcharos, lo que os estoy repartiendo es un ejercicio sobre un poema de
uno de los escritores más prolíficos de la generación del 45, Mario Benedetti se titula “No te
rindas”. Para el próximo día quiero que lo traigáis de vuelta con los tres ejercicios resueltos.
- IRIS: Espera, dame la mano, lo tengo claro, tengo que hablar con mi madre, no aguanto más.
- MIEDO: Entonces mejor así (la coge del cuello)
- IRIS ¡No!
- MIEDO: ¿Qué haces? ¡Ven aquí!
- IRIS: ¡Suéltame!
- MIEDO: ¡Que vengas te digo!
- Mamá tengo que hablar contigo (momento en el que miedo se transforma en su madre)
“Discurso sobre su sexualidad traumas y mierdas personales” (terminamos con abrazo al
miedo)
- MIEDO: ¿Qué te pasa cariño?
- IRIS: No lo sé.
- MIEDO/MADRE: Hija, desde hace un tiempo tengo la sensación de que algo te preocupa y
de que estás pasando por un momento difícil ¿Quieres compartirlo conmigo y hablamos un
rato?
- IRIS:
- MIEDO/MADRE: Cariño, es normal lo que te está pasando y no tienes que sentir vergüenza
ni nada parecido, al contrario, haces muy bien en tratar de comprenderlo y hablar conmigo,
no te disculpes por nada, sé que no quieres sentirse así y que si pudieras sentirte mejor en
un abrir y cerrar de ojos, lo harías, pero no tengas prisa, ahora entiendo porque lo estás
pasando mal y tengo algunas ideas que creo podrían ayudar. Cuando estés lista para que te
las cuente, házmelo saber. Estoy aquí para lo que necesites. Dime ¿Crees que puedo hacer
algo más de lo que hago por ti?
- IRIS: Solo dame la mano.
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
Destrabar el tiempo,
Y destapar el cielo.
Y se calle el viento,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
E intentar de nuevo,
- El miedo es una emoción normal y universal, necesaria y adaptativa que todos experimentamos cuando nos
enfrentamos a determinados estímulos tanto reales como imaginarios, los niños a lo largo de su desarrollo
sufrirán y experimentarán numerosos miedos: a la separación, a los extraños, a los ruidos fuertes, a la
oscuridad, a quedarse solos, a los animales, al colegio y así podríamos continuar con un muy largo etc. La
mayoría serán pasajeros y no representarán ningún problema, irán apareciendo y desapareciendo en función
de la edad y del desarrollo psiconeurológico. Estos miedos, a través del aprendizaje, resultarán muy útiles en
muchas ocasiones pues les podrán ayudar a enfrentarse de forma adecuada y adaptativa a situaciones
difíciles, complicadas, peligrosas o amenazantes que puedan surgir a lo largo de su vida y su función
fundamental será protegerles de posibles daños generando emociones que formarán parte de su continua
evolución y desarrollo (el niño no debe tener miedo a los toboganes por ej., pero sí debe ser prudente al
bajarlos y jugar en ellos). Por tanto no sólo será normal sino también necesario que los niños experimenten
miedos específicos y concretos ante situaciones, objetos y pensamientos que impliquen peligro o amenaza
real, evitando así correr potenciales riesgos innecesarios que puedan poner en peligro su vida, su salud o su
bienestar físico o psicológico, pero sin que en ningún momento éstos sean lo suficientemente importantes
como para alterar de forma significativa su vida o su desarrollo cognitivo o emocional.
- La fobia escolar o rechazo escolar es en la incapacidad total o parcial del niño/a de acudir al colegio como
consecuencia de un miedo irracional a algún aspecto relacionado con la situación escolar. Dicha alteración
no se incluye como categoría diagnóstica como tal en los manuales de clasificación diagnóstica actuales
(DSM V, CIE-10), sino que se encontraría reflejada dentro de la categoría de las fobias específicas (tipo
situacional).
La asistencia a la escuela produce en el niño/a una ansiedad anticipatoria, que le lleva a evitar el ámbito
escolar. Los síntomas suelen presentarse justo antes de tener que salir hacia la escuela o la noche anterior,
incrementándose a medida que se acerca el momento de enfrentarse a la escuela. La ansiedad experimentada
puede acompañarse de una gran variedad de síntomas neurovegetativos como náuseas, cefaleas, vómitos,
temblores, etc. Estos síntomas a su vez cumplen una función de “excusa” para no asistir a la escuela,
permaneciendo en casa debido a su malestar físico
La fobia escolar se mantiene por un reforzamiento negativo con respecto a la escuela, si el niño/a no asiste al
colegio evita exponerse a esa situación que le produce ansiedad y malestar. Y por otro lado, por un
reforzamiento positivo al quedarse en casa, ya que el niño/a se siente protegido y su ansiedad desaparece.
Todo esto unido a los beneficios que supone quedarse en casa como son la atención de los padres por todo lo
que está ocurriendo.
Desde la perspectiva del condicionamiento operante podemos afirmar que la conducta de los padres tiene
una gran relevancia en el desarrollo de la fobia escolar: permitir que el niño se quede en casa actúa como
reforzador de su miedo a ir al colegio. En este sentido, la sobreprotección y la ansiedad paternas son
consideradas variables muy importantes.
Ese temor irracional a ir al colegio se asocia a factores precipitantes de carácter psicosocial. Muchos de ellos
se relacionan con la vida académica, como los cambios de colegio, el repetir curso, el fracaso académico, la
falta de habilidades sociales, mala experiencia observada o contada por otras personas, la fobia social y el
abuso escolar o bullying. Otras veces se trata de un temor más inespecífico relacionado con hacer el ridículo,
ser criticado o rechazo.
Este miedo irracional también aparece con frecuencia en niños/as que han perdido recientemente a un ser
querido, niños/as cuyos padres se han separado o han sufrido una enfermedad que les ha hecho ausentarse
del colegio durante un tiempo prolongado. Los largos periodos estivales repercuten negativamente en la
fobia escolar.
El absentismo escolar es sin duda el principal problema en relación con la fobia escolar. Los alumnos que
padecen el trastorno evitarán acudir a la escuela todo lo posible, lo que conlleva tener continuas faltas de
asistencia y un mal seguimiento de los contenidos trabajados en el aula. Perdiendo así el ritmo del curso y la
relación con sus compañeros/as.
Además, en las situaciones en las que el alumno se halle en la escuela, su malestar tanto a nivel físico como
cognitivo no le permitirá centrarse de manera adecuada en las tareas, lo cual interfiere en un escaso
rendimiento académico.
La actitud de los padres es fundamental a la hora de detectar y abordar la fobia escolar, siendo esencial la
actitud conjunta en ambos. Si se hace cumplir la regla de la asistencia diaria a la escuela, el problema de la
fobia escolar mejorará en forma notable en una o dos semanas. En cambio, si no le exige a su hijo que asista
diariamente a la escuela, los síntomas físicos y el deseo de quedarse en casa se volverán más frecuentes.
Cuanto más tiempo pase su hijo en casa, tanto más difícil le resultará volver a la escuela.
Cuando el niño/a se levante para ir al colegio no es conveniente preguntarle cómo se siente, porque esto lo
estimulará a quejarse. Si se queja de síntomas físicos, y son síntomas que ya ha mostrado en otras ocasiones,
hay que quitarle importancia y enviarlo al colegio. Ante la duda de poder estar realmente enfermo/a lo
adecuado es coger una cita con su médico para determinar la causa de la enfermedad del niño/a. Si el niño/a
está bien debe de ir a clase aunque llegue tarde. Puede ser que el niño/a llore, grite o monte una pataleta, ante
la idea de ir a la escuela. En ese caso, después de hablar con él sobre sus temores, se le debe llevar.
Hay que establecer un acercamiento gradual al centro, de esta forma se irán desensibilizando los estímulos
fóbicos, (colegio, clase, compañeros, profesor…), se le proporciona al niño información de cómo va
superando su miedo y se le reforzará positivamente por ello, de esta forma se acelera el proceso de extinción
de la conducta fóbica, facilitando así la pronta incorporación al colegio.
Los padres deben de animar al niño/a a pasar más tiempo fuera de casa con niños/as de su edad. Así,
adquirirá mayor seguridad y habilidades sociales para relacionarse con sus compañeros de clase. Pueden
invitar a los amigos de su hijo a salir con su familia o a pasar la noche en su casa, compartir fines de semana
juntos, etc. Alentar a su hijo/a a hacer deporte es fundamental, sobre todo, los deportes grupales.
La actitud de los docentes ante la fobia escolar es sumamente importante. Tanto el profesorado como el
resto de componentes del equipo educativo debe ser tolerante, comprensivo y firme respecto a la importancia
de acudir al colegio todos los días. El colegio debe de colaborar y facilitar en la medida de lo posible las
cosas al alumno con esta problemática.
Si la fobia escolar radica en algún aspecto que provenga del colegio, éste deberá abordarlo de forma
inmediata con el fin de poder facilitar el bienestar del alumno en su aula.
Por último, es esencial que el niño/a sepa que cuenta con una serie de recursos en el colegio. El despacho del
orientador/a, puede ser un sitio donde dirigirse en el caso de encontrarse con ansiedad. Allí podrá relajarse y
volver a clase cuando se encuentre tranquilo. El niño/a no debe abandonar el colegio ante una crisis de
ansiedad, de esta forma estaría escapando de la situación estresante y esto solo empeoraría la sintomatología.
Deberá permanecer en el colegio, hasta que su ansiedad se reduzca. Tiene que poner en marcha todo los
recursos personales (aprendidos en terapia) e instrumentales que haya a su alrededor.
Respuesta cognitiva:
- Gran cantidad de anticipaciones subjetivas relacionadas con las reacciones fisiológicas.
- Gran cantidad de creencias erróneas, negativas e irracionales respecto a la situación temida.
- Gran cansancio físico y mental
- Dificultades de atención, memorización y concentración mental.
- Percepción espacio-temporal alterada.
- Pensamientos irreales, distorsionados, muy negativos y catastrofistas.
- Sensación de irrealidad, de tristeza y gran desinterés por el entorno
- Sentimientos de fracaso e incapacidad de afrontamiento
- Miedo a morir, a asfixiarse, a sufrir un infarto, a sufrir un accidente, a perder el control...
-
- Respuesta fisiológica:
- Aceleración del ritmo cardíaco, palpitaciones
- Opresión torácica intensa, dolor o malestar en pecho
- Sensación de falta de aire, de ahogo, de atragantamiento
- Sudoración excesiva
- Sequedad de garganta y boca
- Urgencia de orinar y defecar
- Temblores, parestesias (entumecimiento de miembros o sensaciones de hormigueo)
- Dificultades para dormir
- Dolores musculares, de cabeza, abdominales...
- Acidez gástrica
- Perturbaciones digestivas (diarrea o estreñimiento, nauseas, vómitos)
- Sensación de mareo, vértigo e incluso pérdida de conocimiento...
-
- Respuesta motora:
- Evitación total del objeto temido
- Aislamiento o intento de estar rodeado de las personas que incrementen la seguridad
- Urgencia por escapar, huída con total pérdida de control
- fobia.
- Irritabilidad, ira, agresividad, movimientos descontrolados
- Gritar, llorar, bloquearse con gran inhibición motora...