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- ¿Por qué? ¿Por qué no puedo avanzar?

las horas pasan, los días pasan, las sensaciones son


las mismas, no desapareces, yo lo tengo claro, no puedo seguir así, pero sigue pasando,
sigue pesando, sigues pesando, eres muy pesado, pero yo, aunque lo tenga claro sigo sin
poder verbalizar lo que me pasa, solo encuentro las palabras cuando estoy sola, cuando
todos duermen, están ahí, en mi cabeza, tienen sentido pero no empujan lo suficiente,
tienen sentido pero no puedo hablar, no empujan como tú, no puedo moverme y dar un
paso adelante y cuando amanece desparecen, vuelves otra vez. Estoy jodida y no sé cómo
salir de aquí, no sé cómo salir de mi misma, déjame en paz ¿por qué sigues aquí? Vete,
desaparece, olvídame, lárgate, ¿por qué sigues aquí? No tiene sentido. Ya puedo venir sola a
clase, por fin los insultos han desaparecido, creo que se han cansado de que no les
responda, de que agache la cabeza, ya no les parece divertido, empiezo a adaptarme al
nuevo colegio, incluso he hecho un par de amigos ¿por qué no te vas? ¿Por qué sigues a mi
lado?

- Siempre estaré a tu lado

- No, no estás a mi lado, estás encima de mi, déjame ¿Qué más ha de pasar para que te alejes
de mi?

- Tú lo sabes bien, recuerda esas palabras que solo escuchas cuando todos duermen, esas que
no te dejo pronunciar pese a que no hago más que subrayar en tus pensamientos, por ellas
vuelvo a cada rato a tu lado. El día que las pronuncies todo esto acabará. Yo no he venido
por los insultos, por el trato de tus compañeros, no he venido porque te hayas cambiado de
colegio ni porque tu padre aparezca al lado de la definición de pigmalión negativo en la
wikipedia,… sigo aquí por tu trauma más íntimo y ahora que ya podemos hablar, que
empezamos a entendernos, es hora de que te centres en ello. Deja de ser la niña a la que
maltrataron, es hora de crecer, yo estaré ahí para ayudarte, pero es hora de que me dejes
centrarme en lo que realmente importa y tú te encargues de tus asuntos y estoy seguro de
que sabes de qué estoy hablando ¿a que si?

- Claro que si, pero ahora sujétame ¡Sujétame fuerte!

- Como quieras.

- Iris: En algún momento he debido dar a entender que algo malo está pasando por mi cabeza,
la profesora me mira, me mira diferente , me mira como si me quisiera decir algo, pero no
me lo dice, mi madre me mira igual ¿me podrías ayudar? ¿Alguien me podría ayudar?
- Profe: Antes de marcharos, lo que os estoy repartiendo es un ejercicio sobre un poema de
uno de los escritores más prolíficos de la generación del 45, Mario Benedetti se titula “No te
rindas”. Para el próximo día quiero que lo traigáis de vuelta con los tres ejercicios resueltos.

- IRIS: Espera, dame la mano, lo tengo claro, tengo que hablar con mi madre, no aguanto más.
- MIEDO: Entonces mejor así (la coge del cuello)
- IRIS ¡No!
- MIEDO: ¿Qué haces? ¡Ven aquí!
- IRIS: ¡Suéltame!
- MIEDO: ¡Que vengas te digo!

(momento baile o performance terminando cogidos de la mano Iris frente al miedo)

- Mamá tengo que hablar contigo (momento en el que miedo se transforma en su madre)
“Discurso sobre su sexualidad traumas y mierdas personales” (terminamos con abrazo al
miedo)
- MIEDO: ¿Qué te pasa cariño?
- IRIS: No lo sé.
- MIEDO/MADRE: Hija, desde hace un tiempo tengo la sensación de que algo te preocupa y
de que estás pasando por un momento difícil ¿Quieres compartirlo conmigo y hablamos un
rato?
- IRIS:

- Me siento diferente a mis amigos y compañeros”


- “Me siento culpable”
- “Me preocupa cómo pueda responder mi familia”
- “Me preocupa ser objeto de burla y ridículo por mis compañeros”
- “Temo que me discrimen si participo en deportes, en la universidad o al conseguir un
trabajo”
- “Temo ser rechazado por los demás»

- MIEDO/MADRE: Cariño, es normal lo que te está pasando y no tienes que sentir vergüenza
ni nada parecido, al contrario, haces muy bien en tratar de comprenderlo y hablar conmigo,
no te disculpes por nada, sé que no quieres sentirse así y que si pudieras sentirte mejor en
un abrir y cerrar de ojos, lo harías, pero no tengas prisa, ahora entiendo porque lo estás
pasando mal y tengo algunas ideas que creo podrían ayudar. Cuando estés lista para que te
las cuente, házmelo saber. Estoy aquí para lo que necesites. Dime ¿Crees que puedo hacer
algo más de lo que hago por ti?
- IRIS: Solo dame la mano.

(salen de escena con el poema de Benedetti cogidos de la mano)

No te rindas, aún estás a tiempo

De alcanzar y comenzar de nuevo,

Aceptar tus sombras,

Enterrar tus miedos,

Liberar el lastre,

Retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,


Continuar el viaje,

Perseguir tus sueños,

Destrabar el tiempo,

Correr los escombros,

Y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,

Aunque el frío queme,

Aunque el miedo muerda,

Aunque el sol se esconda,

Y se calle el viento,

Aún hay fuego en tu alma

Aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo

Porque lo has querido y porque te quiero

Porque existe el vino y el amor, es cierto.

Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

Abrir las puertas,

Quitar los cerrojos,

Abandonar las murallas que te protegieron,

Vivir la vida y aceptar el reto,

Recuperar la risa,

Ensayar un canto,

Bajar la guardia y extender las manos

Desplegar las alas

E intentar de nuevo,

Celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas,

Aunque el frío queme,

Aunque el miedo muerda,

Aunque el sol se ponga y se calle el viento,

Aún hay fuego en tu alma,


Aún hay vida en tus sueños

Porque cada día es un comienzo nuevo,

Porque ésta es la hora y el mejor momento.

Porque no estás sola, porque yo te quiero.

No importa si me queda guay el vestido, escucharé


esa voz diciéndome que se ven mis piernas
demasiados blancas o gordas, a veces flacas. O
cuando como algo sabroso como una pizza, la voz
me dirá que estoy gorda y no merezco comer. Ha
llegado a tal punto en que cada vez que me río
prefiero con mi mano taparme la boca, por que él me
ha convencido de que mi sonrisa es un asco.
De que mi cabello es feo, de que mi rostro es feo, mis
ojos son cualquieras, mi nariz es fea, mis labios son
feos, mis manos son feas, todo mi cuerpo es feo. A
veces escucho otra voz, pero esa es otro cuento, que
me ayuda a mantenerme feliz, y muchas veces esa
voz me ha gritado que soy bella haciendo que la otra
se haga más silenciosa.

- El miedo es una emoción normal y universal, necesaria y adaptativa que todos experimentamos cuando nos
enfrentamos a determinados estímulos tanto reales como imaginarios, los niños a lo largo de su desarrollo
sufrirán y experimentarán numerosos miedos: a la separación, a los extraños, a los ruidos fuertes, a la
oscuridad, a quedarse solos, a los animales, al colegio y así podríamos continuar con un muy largo etc. La
mayoría serán pasajeros y no representarán ningún problema, irán apareciendo y desapareciendo en función
de la edad y del desarrollo psiconeurológico. Estos miedos, a través del aprendizaje, resultarán muy útiles en
muchas ocasiones pues les podrán ayudar a enfrentarse de forma adecuada y adaptativa a situaciones
difíciles, complicadas, peligrosas o amenazantes que puedan surgir a lo largo de su vida y su función
fundamental será protegerles de posibles daños generando emociones que formarán parte de su continua
evolución y desarrollo (el niño no debe tener miedo a los toboganes por ej., pero sí debe ser prudente al
bajarlos y jugar en ellos). Por tanto no sólo será normal sino también necesario que los niños experimenten
miedos específicos y concretos ante situaciones, objetos y pensamientos que impliquen peligro o amenaza
real, evitando así correr potenciales riesgos innecesarios que puedan poner en peligro su vida, su salud o su
bienestar físico o psicológico, pero sin que en ningún momento éstos sean lo suficientemente importantes
como para alterar de forma significativa su vida o su desarrollo cognitivo o emocional.

- La fobia escolar o rechazo escolar es en la incapacidad total o parcial del niño/a de acudir al colegio como
consecuencia de un miedo irracional a algún aspecto relacionado con la situación escolar. Dicha alteración
no se incluye como categoría diagnóstica como tal en los manuales de clasificación diagnóstica actuales
(DSM V, CIE-10), sino que se encontraría reflejada dentro de la categoría de las fobias específicas (tipo
situacional).

La asistencia a la escuela produce en el niño/a una ansiedad anticipatoria, que le lleva a evitar el ámbito
escolar. Los síntomas suelen presentarse justo antes de tener que salir hacia la escuela o la noche anterior,
incrementándose a medida que se acerca el momento de enfrentarse a la escuela. La ansiedad experimentada
puede acompañarse de una gran variedad de síntomas neurovegetativos como náuseas, cefaleas, vómitos,
temblores, etc. Estos síntomas a su vez cumplen una función de “excusa” para no asistir a la escuela,
permaneciendo en casa debido a su malestar físico

¿Cómo se mantiene la fobia escolar?

La fobia escolar se mantiene por un reforzamiento negativo con respecto a la escuela, si el niño/a no asiste al
colegio evita exponerse a esa situación que le produce ansiedad y malestar. Y por otro lado, por un
reforzamiento positivo al quedarse en casa, ya que el niño/a se siente protegido y su ansiedad desaparece.
Todo esto unido a los beneficios que supone quedarse en casa como son la atención de los padres por todo lo
que está ocurriendo.

Desde la perspectiva del condicionamiento operante podemos afirmar que la conducta de los padres tiene
una gran relevancia en el desarrollo de la fobia escolar: permitir que el niño se quede en casa actúa como
reforzador de su miedo a ir al colegio. En este sentido, la sobreprotección y la ansiedad paternas son
consideradas variables muy importantes.

Factores precipitantes de la fobia escolar

Ese temor irracional a ir al colegio se asocia a factores precipitantes de carácter psicosocial. Muchos de ellos
se relacionan con la vida académica, como los cambios de colegio, el repetir curso, el fracaso académico, la
falta de habilidades sociales, mala experiencia observada o contada por otras personas, la fobia social y el
abuso escolar o bullying. Otras veces se trata de un temor más inespecífico relacionado con hacer el ridículo,
ser criticado o rechazo.

Este miedo irracional también aparece con frecuencia en niños/as que han perdido recientemente a un ser
querido, niños/as cuyos padres se han separado o han sufrido una enfermedad que les ha hecho ausentarse
del colegio durante un tiempo prolongado. Los largos periodos estivales repercuten negativamente en la
fobia escolar.

La fobia escolar produce en gran sufrimiento en los niños y niñas


El refuerzo por parte de la familia está directamente relacionado con la fobia escolar. Aparece cuando al
niño7a se le presta más atención en los momentos que muestra miedo o se queda en casa que cuando no lo
hace. Así, el mantenimiento de la fobia le permite obtener ganancias muy positivas para ellos. Igualmente
los rasgos de personalidad del niño/a también influyen directamente en el mismo.

El absentismo escolar es sin duda el principal problema en relación con la fobia escolar. Los alumnos que
padecen el trastorno evitarán acudir a la escuela todo lo posible, lo que conlleva tener continuas faltas de
asistencia y un mal seguimiento de los contenidos trabajados en el aula. Perdiendo así el ritmo del curso y la
relación con sus compañeros/as.

Además, en las situaciones en las que el alumno se halle en la escuela, su malestar tanto a nivel físico como
cognitivo no le permitirá centrarse de manera adecuada en las tareas, lo cual interfiere en un escaso
rendimiento académico.

¿Qué pueden hacer los padres?

La actitud de los padres es fundamental a la hora de detectar y abordar la fobia escolar, siendo esencial la
actitud conjunta en ambos. Si se hace cumplir la regla de la asistencia diaria a la escuela, el problema de la
fobia escolar mejorará en forma notable en una o dos semanas. En cambio, si no le exige a su hijo que asista
diariamente a la escuela, los síntomas físicos y el deseo de quedarse en casa se volverán más frecuentes.
Cuanto más tiempo pase su hijo en casa, tanto más difícil le resultará volver a la escuela.

Los padres deben ser comprensivos ante el sufrimiento de sus hijos


Los padres deben ser comprensivos ante el sufrimiento de sus hijos
La asistencia diaria a la escuela hará que casi todos los síntomas físicos del niño mejoren. Los síntomas se
volverán menos intensos y se presentarán con menor frecuencia y el niño volverá a disfrutar de la escuela.
Los padres deben ser firmes las mañanas de los días de escuela, sin embargo, una actitud rígida e impositiva
al respecto puede sensibilizar aún más al menor. Hay que mostrar una actitud comprensiva y de aceptación
respecto al malestar del niño, pero de “no aprobación” de su comportamiento de evitación de ir a clase.

Cuando el niño/a se levante para ir al colegio no es conveniente preguntarle cómo se siente, porque esto lo
estimulará a quejarse. Si se queja de síntomas físicos, y son síntomas que ya ha mostrado en otras ocasiones,
hay que quitarle importancia y enviarlo al colegio. Ante la duda de poder estar realmente enfermo/a lo
adecuado es coger una cita con su médico para determinar la causa de la enfermedad del niño/a. Si el niño/a
está bien debe de ir a clase aunque llegue tarde. Puede ser que el niño/a llore, grite o monte una pataleta, ante
la idea de ir a la escuela. En ese caso, después de hablar con él sobre sus temores, se le debe llevar.

El acercamiento al Centro Educativo

Hay que establecer un acercamiento gradual al centro, de esta forma se irán desensibilizando los estímulos
fóbicos, (colegio, clase, compañeros, profesor…), se le proporciona al niño información de cómo va
superando su miedo y se le reforzará positivamente por ello, de esta forma se acelera el proceso de extinción
de la conducta fóbica, facilitando así la pronta incorporación al colegio.

Los padres deben de animar al niño/a a pasar más tiempo fuera de casa con niños/as de su edad. Así,
adquirirá mayor seguridad y habilidades sociales para relacionarse con sus compañeros de clase. Pueden
invitar a los amigos de su hijo a salir con su familia o a pasar la noche en su casa, compartir fines de semana
juntos, etc. Alentar a su hijo/a a hacer deporte es fundamental, sobre todo, los deportes grupales.

Acudir a profesionales especializados en psicología infantil puede resultar de gran ayuda.

¿Qué se puede hacer desde el colegio?

La actitud de los docentes ante la fobia escolar es sumamente importante. Tanto el profesorado como el
resto de componentes del equipo educativo debe ser tolerante, comprensivo y firme respecto a la importancia
de acudir al colegio todos los días. El colegio debe de colaborar y facilitar en la medida de lo posible las
cosas al alumno con esta problemática.

Si la fobia escolar radica en algún aspecto que provenga del colegio, éste deberá abordarlo de forma
inmediata con el fin de poder facilitar el bienestar del alumno en su aula.

Es esencial la actitud del Equipo Educativo del Centro


Los profesores deben reforzar positivamente la conducta del niño/a de acudir a clase. Por tanto, hay que
elogiar sus logros y avances en este terreno de una forma sutil, para que no se sienta distinto a sus
compañeros. No hay que preguntarle al niño/a por su motivo de no asistencia al colegio. En muchas
ocasiones ese tipo de preguntas son disparadores de su ansiedad e interfieren en la intervención.

Por último, es esencial que el niño/a sepa que cuenta con una serie de recursos en el colegio. El despacho del
orientador/a, puede ser un sitio donde dirigirse en el caso de encontrarse con ansiedad. Allí podrá relajarse y
volver a clase cuando se encuentre tranquilo. El niño/a no debe abandonar el colegio ante una crisis de
ansiedad, de esta forma estaría escapando de la situación estresante y esto solo empeoraría la sintomatología.
Deberá permanecer en el colegio, hasta que su ansiedad se reduzca. Tiene que poner en marcha todo los
recursos personales (aprendidos en terapia) e instrumentales que haya a su alrededor.

Respuesta cognitiva:
- Gran cantidad de anticipaciones subjetivas relacionadas con las reacciones fisiológicas.
- Gran cantidad de creencias erróneas, negativas e irracionales respecto a la situación temida.
- Gran cansancio físico y mental
- Dificultades de atención, memorización y concentración mental.
- Percepción espacio-temporal alterada.
- Pensamientos irreales, distorsionados, muy negativos y catastrofistas.
- Sensación de irrealidad, de tristeza y gran desinterés por el entorno
- Sentimientos de fracaso e incapacidad de afrontamiento
- Miedo a morir, a asfixiarse, a sufrir un infarto, a sufrir un accidente, a perder el control...
-

- Respuesta fisiológica:
- Aceleración del ritmo cardíaco, palpitaciones
- Opresión torácica intensa, dolor o malestar en pecho
- Sensación de falta de aire, de ahogo, de atragantamiento
- Sudoración excesiva
- Sequedad de garganta y boca
- Urgencia de orinar y defecar
- Temblores, parestesias (entumecimiento de miembros o sensaciones de hormigueo)
- Dificultades para dormir
- Dolores musculares, de cabeza, abdominales...
- Acidez gástrica
- Perturbaciones digestivas (diarrea o estreñimiento, nauseas, vómitos)
- Sensación de mareo, vértigo e incluso pérdida de conocimiento...
-

- Respuesta motora:
- Evitación total del objeto temido
- Aislamiento o intento de estar rodeado de las personas que incrementen la seguridad
- Urgencia por escapar, huída con total pérdida de control
- fobia.
- Irritabilidad, ira, agresividad, movimientos descontrolados
- Gritar, llorar, bloquearse con gran inhibición motora...

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