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1. Mariposas en mí
No recuerdo muy bien cuando fue la primera vez que el se fue de mi vida, solo
recuerdo, los buenos momentos juntos, cuando lo acompañaba a sus partidos de futbol,
las tardes escuchando música y como siempre me grababa desde su celular, las noches
que me pasaba a recoger en casa de mi tía; la tranquilidad y alegría que sentía junto a el
y cuando menos lo esperaba se fue; su partida fue como un eclipse repentino,
oscureciendo mi mundo sin previo aviso.
2. Regreso de mi papá y mi proceso de pubertad.
Cinco lunas han cruzado el cielo, tejiendo una historia de cambios y crecimiento en mí,
y asi mismo como se fue regreso, inesperadamente; ahora todo ha cambiado en mí, ya
no era la misma, al comienzo todo fue muy raro, sentía algo distinto, pero con el tiempo
ese sentimiento desapareció, tengo recuerdos muy leves de esta parte de mi vida, ni
siquiera puedo recordar sentimientos.
3. Sentimientos encontrados.
Pero pasando el tiempo no todo fue color de ¨rosa¨, se iban juntando más
responsabilidades en mi vida, y esto conllevaba más regaños de él, que yo llevaba a
discusiones porque sentía que no tenía el derecho a regañarme, tal vez mi tía tenía razón
al decirme ¨la absoluta¨ pero me aburria escuchar siempre lo mismo ¨se mas
responsable¨ ¨hace las tareas¨ ¨dormite temprano¨ ¨come por favor, estas muy flaca¨ son
unos de los miles de regaños.
En medio de la confusión, nuestros días parecían una montaña rusa de sentimientos. Un
día, nuestras voces chocaban en discusiones, pero al siguiente, el silencio se posaba
como un puente hacia la neutralidad. Había ocasiones en las que las palabras parecían
quedarse atrapadas en nuestra mirada, aun estando de frente. Sin embargo, en algunos
momentos, la luz de su afecto brillaba, como esos dulces audios que, al tocar mis oídos,
tejían sonrisas en mis lágrimas, esos pequeños gestos me recordaban que él me quería.
Quizás por esta compleja relación que compartimos, me conformo con lo mínimo de los
demás, anhelando encontrar en cada gesto una señal de claridad y cariño.
5. Aceptación y madurez.
Y luego cuando creí que todo iba bien la vida me dio un golpe de realidad, es como si
me trató de decir, que ya era tiempo de madurar, ahora el problema era yo, colapsos y
ataques de pánico en los lugares más inesperados, me sentía cansada y solo quería
llorar, lo único que hacia era ir al baño, lavarme la cara y decirme ¨ no podes dejar que
tus compañeros te vean asi¨ y asi fue hasta que un día ya no podía más, sentía que el
corazón se me salía del pecho, estaba desesperada, tuve que salir y caminar para calmar
esa ansiedad del momento, pero no funciono, entonces agarre mi celular e hice una
llamada. Antes de hacer esa llamada me dije no vayas a llorar, no vayas a llorar, pero
como soy necia en medio de la llamada me puse a llorar. Entre llantos le implore que me
llegara recoger porque me sentía mal de salud y el sin dudarlo fue a la escuela.
Cuando lo vi llegar no paraba de llorar, me abrazo mientras estaba temblando del miedo
y me dijo que me tranquilizara que todo iba a estar bien, esa fue la prueba mas grande
de amor que hizo por mí, sentí que todo se había recuperado, y de nuevo tenia 4 años de
nuevo. A través de cada colapso, mi alma encontró renovación, como el sol que se
oculta solo para volver a brillar más fuerte al amanecer.