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GRUPOS DE ALTO RIESGO EN SALUD MENTAL

ARIEL ALARCÓN PRADA


Psiquiatra y Psicoanalista de la Universidad del Rosario.
Centro Rosarista de Salud Mental, CeRSaMe,
Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, EMCS, Universidad del Rosario
Gerente de la Consultora Real-Lax SAS

Resumen

En este capítulo se revisa la relatividad del concepto de alto riesgo en salud mental cuando
se le analiza desde una perspectiva sistémica. Se hace una correlación entre el estrés y la
psicopatología mental ocupacional y se mencionan las profesiones de más alto riesgo
psicopatológico, con el fin de tomar como modelo de reflexión la problemática de salud
mental en profesionales de la salud, de la educación y de las fuerzas de policía, que son las
más vulnerables de padecer trastornos mentales. Así mismo, se considera el impacto que
ocasionó la pandemia por Covid 19 sobre la salud mental de los trabajadores. Se concluye
con un apartado sobre el trauma psicológico y el síndrome de burnout, como generadores
de psicopatología en el entorno laboral.

Introducción

La paradoja para quienes toman decisiones de políticas empresariales o públicas de salud


mental ocupacional, sobre los colectivos que deben priorizar en la primera línea de atención
de esos programas, es que no existe una respuesta fácil, generalizada ni generalizable, razón
por la cual esa decisión se debe tomar juiciosamente, ya que depende de muchos factores.

¿Cuáles son los grupos de más alto riesgo en salud mental? La respuesta siempre es:
“depende”. Como toda la salud, la salud mental también es ecológica y sistémica. Que uno
de sus miembros o grupos presente mayor vulnerabilidad para una patología determinada
de salud mental, está relacionado con la forma como interactúen para ese colectivo las
variables que generan, profundizan o cronifican esa vulnerabilidad específica, siempre en
interjuego con las fortalezas, capacidades y experiencias previas de ese mismo grupo o
persona.

Desde hace un par de décadas la ciencia médica en salud ocupacional dejó de preocuparse
por establecer comparativos entre grupos de trabajadores o industrias y el énfasis se
orientó más en descubrir y describir las vulnerabilidades específicas de cada sector, así
como la mejor manera de afrontarlas, aportando un grupo importante de publicaciones de
alta calidad en ese sentido, pero sectorizadas. No obstante, en el mundo del coaching,
diversas empresas realizan encuestas por internet a grupos de interesados que participan
2

voluntariamente, en las que evalúan el estrés de los trabajadores. Aunque la metodología


de las encuestas virtuales abiertas dista mucho de reflejar la verdadera realidad de un
problema de salud y no es bibliografía de alta calidad científica, sí puede servir como
indicador para pensar la problemática de los grupos de alto riesgo en salud mental.

Estrés en los entornos laborales

Partiendo de lo general a lo particular, la salud mental ocupacional considera


acertadamente al estrés como la puerta de entrada a enfermedades mentales y físicas más
graves, como los trastornos por ansiedad, la depresión, los trastornos por consumo de
sustancias y el estrés postraumático. Cranwell-Ward, J. y Abbey, A. (2005) (1) publicaron un
estudio referente a los trabajos más estresantes en el Reino Unido, aplicando encuestas a
trabajadores en 1985 y luego las repitieron en 1997. Los resultados fueron los siguientes:

Tabla 1. Los trabajos más estresantes

Minero 8,3 Trabajador social 6,0


Oficial de policía 7,7 Gerente 5,8
Piloto de aereolínea 7,5 Conductor de autobus 5,4
Oficial de prisión 7,5 Funcionario 4,3
Dentista 7,3 Contador 4,3
Actor 7,2 Cartero 4,0
Político 7,0 Operador informático 3,7
Médico 6,8 Terapeuta ocupacional 3,5
Enfermero 6,5 Trabajador de museo 2,0
Profesor 6,2 Bibliotecario 2,0
Fuente: Cranwell-Ward, J., Abbey, A. (2005). Los trabajos más estresantes. En: Estrés organizacional.
Palgrave Macmillan, Londres. https://doi.org/10.1057/9780230522800_7.
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Tabla 2. Los 10 trabajos más estresantes en el Reino Unido

Los 10 trabajos más estresantes en el Reino Unido Los 10 trabajos menos estresantes en el Reino Unido

Oficial de prisión Bibliotecario


Oficial de policía Trabajador de museo
Trabajador social Biólogo
Profesor Enfermera de guardería
Trabajador de servicios de ambulancia Astrónomo
Enfermero Esteticista
Médico Lingüístico
Bombero Rehabilitador físico
Dentista Terapeuta del lenguaje
Minero Farmaceuta
Fuente: Cranwell-Ward, J., Abbey, A. (2005). Los trabajos más estresantes. En: Estrés organizacional. Palgrave
Macmillan, Londres. https://doi.org/10.1057/9780230522800_7.

Como es natural, el ranking de los trabajos más estresantes varió en el periodo publicado,
debido a cambios sociopolíticos, tecnológicos o de demanda, que impactan la carga
emocional de estrés de los trabajadores (1).

Según la firma consultora norteamericana Careercast (2), para el año 2019 las profesiones
con mayor estrés fueron: 1. Soldados destacados en zonas de guerra. 2. Bomberos. 3.
Oficiales de policía, 4. Pilotos aéreos, 5. Periodistas. Curiosamente, en pandemia la
consultora dejó de publicar sus reportes anuales. Igualmente, el portal de noticias US News
publica cada año una valoración que toma como base datos de la Oficina Federal Americana
de Estadísticas del Empleo (Bureau of Labor Statistics). Los resultados de la valoración para
el año 2022 fueron los siguientes (3):
4

Los trabajos más estresantes


1. Trabajador de estructuras de hierro y acero
2. Guardia de seguridad
3. Trabajador de la construcción
4. Trabajador social infantil y familiar
5. Consejero de rehabilitación
6. Trabajador social clínico
7. Terapeuta matrimonial y familiar
8. Paramédico
9. Oficial de cumplimiento
10. Cirujano
11. Gerente de ventas
12. Bombero
13. Oficial de patrulla
14. Tecnólogo cardiovascular
15. Gerente de construcción
16. Anestesiólogo
17. Consejero de salud mental
18. Analista financiero
19. Médico
20. Abogado
Tabla 3. Most Stressful Jobs.
Fuente: Careercast 2020: 2019 (2). Traducción propia.

Llama la atención que, de los 20 trabajos más estresantes en los Estados Unidos en el año
2023, 10 corresponden a trabajadores de la salud.

En la medicina del trabajo la respuesta sobre el grupo específico de más alto riesgo o
vulnerabilidad en salud mental se obtiene a partir de los resultados que arroja la medición
⎯con distintos instrumentos validados científicamente⎯ de los riesgos psicosociales unida
a la medición de clima laboral, el análisis del ausentismo y la rotación de personal, con una
visión integral, sistémica. Sopesar las estadísticas y los indicadores con entrevistas a
profundidad y grupos focales específicos arroja luz sobre el camino para detectar, dentro
del ecosistema de cada organización, los grupos de más alto riesgo en salud mental y trazar
las acciones correctivas y preventivas que se deben emprender (5).

Con esta salvedad, se exponen, a manera de modelo para pensar, colectivos con
vulnerabilidades conocidas ⎯grupos de alto riesgo⎯ en la psiquiatría ocupacional,
tomando como referentes tres áreas de la economía que tienen en común la
responsabilidad sobre el cuidado de otros seres humanos: trabajadores de la salud,
docentes y miembros de la policía, las cuales se consideran en muchas sociedades, junto
5

con los bomberos, los militares y los pilotos aéreos, las profesiones más estresantes y, por
lo tanto, más vulnerables a presentar patología mental.

El interjuego de recursos vs. vulnerabilidades

La reacción final que puede generar de estrés patológico y, por lo tanto, trastornos
mentales, depende del interjuego de una serie de factores: la situación determinada
alrededor del trabajo, la personalidad, las circunstancias vitales, situaciones que se deben
resolver en sí mismas, etc. Pocas situaciones vitales se prestan más para este análisis como
las condiciones en las que trabajan los médicos, los profesores y los policías. Ninguna
especialidad es estresante en sí misma o lo es más que las otras. El que se genere o no estrés
patológico y no euestrés (estrés positivo) depende de la personalidad del profesional, de su
situación personal y de las características del entorno en el momento específico en el que
ocurren las situaciones estresantes. A muchas personas les estresaría tener que apagar un
incendio, pero un bombero profesional, incluso, lo disfruta.

Respecto a los factores subjetivos del trabajo, se considera que hay una especialidad para
cada personalidad y una personalidad para cada especialidad (4). Cuando las tareas son
armónicas con la personalidad del profesional, existe poco estrés o el estrés es del bueno,
del inspirador, pues no todo el estrés del trabajo es deletéreo. Al contrario, cierto monto
discreto de presión y exigencia suelen ser muy estimulantes. Cuando hay desequilibrio
entre las fuerzas y capacidades, la personalidad, las características y la cantidad y variedad
de las tareas, el tiempo para ejecutarlas y las capacidades y recursos de apoyo para
realizarlas, es cuando se presenta el estrés patológico, que puede generar crisis
psiquiátricas graves, agotamiento profesional, ansiedad y depresión (5) Así mismo, existen
componentes ambientales, institucionales o del entorno del trabajo que pueden llegar a
estresar y a enfermar mentalmente a un trabajador.

Estrés y enfermedad mental

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define claramente que el estrés relacionado con
el trabajo es el conjunto de reacciones psicológicas, emocionales, cognitivas y conductuales
ante ciertos aspectos extremadamente abrumadores o exigentes en el contenido,
organización y ambiente de trabajo. Cuando las exigencias y presiones no se ajustan a las
capacidades o conocimientos del trabajador, las personas experimentan grados variables
de tensión emocional y angustia, y sienten que no pueden hacer frente, con sus propios
recursos o los de su entorno, a las situaciones desencadenantes (6).

Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que: “El estrés
relacionado con el trabajo es un patrón de reacciones que ocurren cuando los trabajadores
(médicos por ejemplo) confrontan exigencias ocupacionales que no corresponden a su
conocimiento, destrezas o habilidades y que retan su habilidad para hacer frente a la
situación. Cuando existe un desequilibrio entre las exigencias ocupacionales y los recursos
6

del entorno o personales con los que cuenta el trabajador, entonces, se presentan una serie
de reacciones [físicas y psicológicas negativas para el trabajador y la empresa] ”(7).

Más adelante se verá que cuando el estrés laboral se lleva a extremos sin que se le atienda,
aparece el síndrome de Burnout o “síndrome de agotamiento emocional”, definido como
una respuesta emocional y cognitiva de masivo deterioro, debida a factores laborales
marcadamente lesivos para el trabajador (8, 9, 10).

Qué tanto estrés soportaban los profesionales de los grupos de alto riesgo antes de la
pandemia

Al hacer un ponderado de estudios en diferentes poblaciones, se encuentra que antes de la


pandemia la incidencia de estrés laboral entre los médicos estaba de entre 20 y el 30 % (9)
Por ejemplo, Gómez (2004) (11), encontró́ en un estudio entre médicos de atención
primaria en Madrid que el 75 % presentaba una ansiedad media y el 18 % un nivel de
ansiedad alto. Igualmente, se detectó depresión importante en un 5 %. ¿La ansiedad se
considera parte del estrés? Gómez (2004) afirma que (11) “mientras que el estrés laboral en
población general se da entre un 5 y 10 % en los médicos, como muestran estos resultados,
el 18 % de los médicos padecen un nivel de ansiedad alto, siendo el estrés laboral el principal
responsable” (p. 189).

En Gran Bretaña

la estadística es diferente, Firth-Cozens (2003) (9) encontró́ que el porcentaje de doctores


con niveles de estrés por encima del umbral normal estaba alrededor del 28 %, mientras
que en otros grupos de trabajadores estaba en un 18 %. Este dato lo corroboraron
McManus, Keeling y Paice (2004) (12), quienes encontraron que un 20 % de su muestra
arrojaba niveles de estrés entre los médicos, tales que se hubieran podido considerar como
casos psiquiátricos. En Suramérica, en un estudio llevado a cabo entre cerca de 300 médicos
y enfermeras de atención primaria de la Habana, Román Hernández (2003) (13) encontró́
que la prevalencia de síntomas de estrés era del 50 %, mientras que la de Burnout fue
ligeramente superior a 30 %. Al parecer existe una ligera mayor incidencia no significativa
entre las mujeres y los estudios no discriminan por especialidades ni años de práctica. Así ́
las cosas, parecería que uno de cada cuatro médicos tiene niveles significativos de estrés,
lo cual es muy grave.

Se ha dicho que trabajar en salud no es el único trabajo estresante, vale la pena mirar otras
profesiones y analizar hasta qué punto se parecen a la medicina o a alguna de sus
especialidades. Por ejemplo, las profesiones que tienen que ver con las interacciones
humanas en ambientes complejos, como la docencia, la policía, los bomberos, pilotos y
controladores aéreos, conductores, guardianes de cárceles y cuidadores de otros. Luego
vienen los que tienen una demanda alta en cantidad de trabajo y en exigencias de velocidad
en el cumplimiento de las tareas, como los técnicos informáticos. Muy de cerca, les siguen
los trabajos que tienen que ver con las finanzas de la gente, como los corredores de bolsa,
7

los gerentes de corporaciones, los contadores o los encargados de marketing (más severo
el estrés entre más interactúen con personas). En las demás profesiones o actividades el
nivel de estrés depende de factores relacionados con el clima organizacional y la
personalidad del trabajador más que de la actividad en sí misma.

Otro grupo que presenta situaciones especialmente preocupantes es el de los


desempleados, ya que esta es una de las circunstancias más estresantes de la vida, por la
grave afectación individual, de autoestima y dignidad personales, y por las innumerables
alteraciones familiares y sociales que ocasiona. Otro es el de los profesionales de la salud
de trabajan de forma independiente, principalmente a destajo, o que ganan según su
producción individual. Esto se da porque al ser sus propios jefes, se ponen sus propios
límites o, mejor dicho, dejan de ponerse sus propios límites, se ubican en situaciones de
marcada auto-exigencia y auto-explotación, con severas auto-inculpaciones cuando no
cumplen sus propias metas. Los médicos, especialistas, enfermeras o terapeutas
comprometidos en empresas familiares suman al estrés laboral normal y al del trabajo a
destajo, las complejas dificultades en las relaciones afectivas y familiares, que se analizan
más adelante.

Pero ¿Cómo están los profesionales dedicados a temas de salud respecto al panorama
general? Aunque el estrés laboral se conoce desde cuando existe el trabajo y los
trabajadores, sólo hasta hace poco se han refinado los instrumentos de medición de este
fenómeno y como no existen parámetros de medición homogéneos (los europeos, por
ejemplo, tienen parámetros de medición diferentes a los americanos. En España, cinco
universidades diferentes han diseñado cinco pruebas distintas, las cuales se aplican
indiscriminadamente) los datos que arrojan no se pueden extrapolar. Sin embargo, el
fenómeno general del estrés después de la pandemia a nivel mundial es peligroso, las
estadísticas oscilan entre el 25 y el 58 % de los trabajadores. Uno de cada tres o uno de cada
dos, dependiendo del tipo de trabajo (14).

Grupos de alto riesgo y señales de alerta institucional

El estrés laboral y la psicopatología mental no sólo afectan al trabajador, también inciden


en su entorno, en una relación de doble vía. Entornos estresantes, altamente demandantes,
organización jerárquica vertical, jefes autoritarios, que se suelen presentar en instituciones
de salud, educación y en la policía, afectan al trabajador vulnerable y éste, a su vez, afecta
al sistema en el que se desempeña, pudiendo generar un peligroso círculo vicioso. De ahí la
urgencia de que cuando en cualquier entorno laboral se detecten personas con algún nivel
de psicopatología, se tomen de inmediato las medidas necesarias para proteger y promover
la salud mental, tanto del individuo como de su equipo de trabajo y el entorno empresarial.
Los siguientes son algunos signos de alarma que se deben tener en cuenta (15):

• Ausencias constantes por enfermedad.


• Alta rotación laboral.
• Marcados conflictos interpersonales o intergrupales entre compañeros.
8

• Bajo rendimiento.
• Desorganización en las tareas y los roles.
• Incumplimiento de las metas.

Fuentes de psicopatología en grupos da alto riesgo

Todos los indicadores de psicopatología se empeoraron tras la pandemia (16). En principio,


cualquier situación de fuerte presión emocional hacia un trabajador vulnerable puede,
inicialmente, inducirle estrés patológico y trastornos mentales si no se corrige a tiempo.
Qué tan intenso sea y si se trate o no de un euestrés o de estrés patológico, depende de
múltiples factores, el más importante de los cuales es el tiempo de exposición al estresor.
Excepto que se esté frente a una situación de estrés agudo o de estrés postraumático
generado, por ejemplo, alrededor de la situación de pandemia, un empleado con un cuadro
de estrés laboral o de burn out luego de la pandemia lo ha desarrollado por que ha estado
sometido a diferentes tipos de estresores agudos por un tiempo demasiado prolongado.

Lo trágico y el desafío al mismo tiempo, es que este tipo de estresores hacen parte de la
cotidianidad del ejercicio profesional. Las causas son variadas y siempre interactuantes e
interrelacionadas con la personalidad y el momento del ciclo vital de cada profesional. Lo
que estresa a unos puede no estresar a otros. Que un empleado desarrolle o no un cuadro
de estrés laboral después de la pandemia depende del interjuego de varios factores
precipitantes y atenuantes.

En psicología ocupacional a los factores generadores de estrés laboral o profesional se les


conoce como factores de riesgo psicosocial y se les divide en intralaborales y extralaborales
(4). No obstante, el ser humano es uno solo y cualquier líder empresarial debe mirar
siempre las situaciones desde un punto de vista sistémico, incluyendo lo que ocurre afuera
de la empresa. En la siguiente tabla (tabla 4) (17) se resumen las principales fuentes de
estrés en la vida de laboral, aclarando que en la práctica estos son interactuantes e
interdependientes y pueden ir horadando el inconsciente de trabajador vulnerable
acumulativamente a lo largo del tiempo.
9

El trabajo
Sobrecarga laboral
Presión de tiempo
Obligaciones administrativas
Deprivación de sueño
Horario irregular para las comidas
Amenazas de demandas por mala práctica
La organización
La estructura de la carrera
Incertidumbres de la carrera
Inadecuación de los recursos físicos,
tecnológicos, económicos y de personal del
sistema
Falta de apoyo de los jefes
Cultura y clima de la organización
El trabajador
Personalidad (p.e. perfeccionista, narciso)
Altas demandas hacia sí mismo y hacia los
otros
Conflictos con la identidad profesional
Masoquismo
Depresión
Los clientes
Conflictivo
Alta carga de sufrimiento físico y emocional
Trastorno de personalidad
Situaciones vitales de sufrimiento
Relaciones interpersonales
Conflictos con el equipo de trabajo
Acoso laboral
Aislamiento profesional
Expectativas y demandas de los pacientes y sus
familiares
Nivel de apoyo por parte de familiares y
amigos
Balance vida-trabajo
Falta de descanso
Traslado del estrés del trabajo a la casa y
visceversa
Falta de ejercicio y actividades recreativas
Falta de tiempo libre
Conflictos familiares y de pareja
Disrupción de la vida social
Tabla 4. Fuentes de sufrimiento emocional en el ambiente laboral.
Fuente: Modificado de Wong J. G., (2008) (17). Traducción propia.
10

El estrés de los clientes y la psicopatología

Cabe aclarar que la palabra “cliente” se refiere al receptor del servicio que brinda el
profesional o la institución para la que trabaja. Por ejemplo, los pacientes son los clientes
de los profesionales de la salud, los estudiantes de los profesores y la ciudadanía de los
miembros de la policía.

El tener que brindar ayuda (en los ámbitos profesional o familiar) a seres humanos en
situación de vulnerabilidad (pacientes, estudiantes, ciudadanos) es una fuente muy
importante de estrés para quien brinda ese servicio, con el riesgo de presentar
subsecuentemente otras patologías mentales más graves. Cualquier situación que vulnere
la integridad física, psicológica o social de un ser humano, genere dolor o sufrimiento,
implica ansiedad y estrés, tanto para quien lo padece –en alto grado– como para quien le
brinda ayuda –en menor grado–. Por efecto de las neuronas en espejo y de la empatía se
sabe que la angustia es contagiosa (18), lo cual puede terminar enfermando al profesional
que brinda la atención. El problema es que no se piensa lo suficientemente en ello, tal vez
porque al ser un fenómeno tan normal y universal se cree que así es, así ha sido siempre y
así se ha de quedar. El exceso de empatía con los clientes puede enfermar mentalmente a
los profesionales que brindan el servicio y esto no tiene porqué ser tan natural.

La empatía es un atributo psicológico que comparten todos los seres humanos, gracias al
cual se comprenden automáticamente y sin necesidad de pensarlo. Para esto, con el
concurso de las neuronas en espejo, nos identificamos con aquel que queremos o debemos
entender, en otras palabras, nos ponemos en su lugar (18).

Sin embargo, no todos los seres humanos tienen la misma cantidad ni cualidad de empatía.
Por esta razón, se ha visto que dosis importantes de empatía son otro factor de
personalidad decisivo a la hora de escoger profesiones relacionadas con la salud, la
educación o los servicios de policía o bomberos. A los futuros médicos, profesores o policías,
en sus juegos de niños, les encanta asumir que son otras personas, con el fin de ayudarlas.
Es tan lógico y obvio que se da por descontado que a nadie que no tuviera un nivel
importante de empatía en su personalidad se le ocurriría asumir esas profesiones de trato
estrecho con otros seres humanos. Ahora bien, y como suele ocurrir con muchas cosas en
la vida, aquello que los hace fuertes es lo mismo que puede causarles problemas y
enfermedades mentales, y viceversa.

Para que la empatía funcione sin problemas deben darse secuencialmente dos tipos de
operaciones mentales inconscientes: la identificación y la desidentificación. Cuando el
médico, docente o policía escucha al interesado, cuando lo observa tratando de entender
lo que le pasa, de repente, sin darse cuenta, por un instante, se convierte en él, se vuelve
él. Deja de ser él mismo y siente y piensa como él, se mete en su cuerpo y en su alma. Del
mismo modo a como la mamá del profesional hacía cuando era un bebé desvalido que
lloraba y lloraba y ella trataba de entender lo que le pasaba, hasta que atinaba. De ese
modelo psicológico, de sentirse como objeto de la empatía de su madre, de lo agradable y
11

reconfortante que se siente al ser comprendido y acogido cuando se ha sentido desvalido y


necesitado, aprendió el profesional a ser empático. Esa decisiva experiencia infantil,
grabada en el inconsciente, se activa muchos años después, cuando el profesional trata de
comprender a su cliente. En una palabra, él o ella, se habrán identificado con su cliente.

Pero, cuidado, enseguida debe desidentificarse. A partir de esa identificación con el cliente
(paciente, estudiante, ciudadano) el profesional establece después un proceso de
distanciamiento interno con tal identificación, hasta que la resuelve del todo. Para ello,
previamente construye un diálogo inconsciente entre esa identificación y él mismo,
organiza en su mente los datos obtenidos por esa operación mental y los compara con otros
datos de sus lecturas, entrenamiento, formación, experiencia y, finalmente, se des-
identifica del cliente y resuelve la situación.

Hasta ahí todo bien, pero cuando el número de clientes es demasiado grande o su
complejidad demasiado intensa, este proceso mental inconsciente de identificación y
desidentificación no opera y el profesional queda con núcleos de sus clientes operando al
interior de su mente sin que se dé cuenta. Esto puede llevar a enfermarlo, generarle
ansiedad, depresión y burnout, muy frecuente en las profesiones de ayuda.

Las siguientes son algunas causas de identificación permanente con los clientes:

• Profesional cansado o sobrecargado.


• Problemas personales del profesional.
• Ambiente laboral tóxico.
• Situación del cliente similar a la del profesional.
• Situación del cliente muy grave, conmovedora o inusual.
• Cliente con problemas mentales, identificación proyectiva.

Estas situaciones facilitan los procesos de identificación y dificultan los de desidentificación,


con el consiguiente aumento significativo de la carga emocional del trabajo y el riesgo de
generar alguna psicopatología. De ahí la importancia de diagnosticarlas precozmente,
hacerlas conscientes e instaurar de inmediato procesos activos de desidentificación. Los
servicios de psiquiatría y psicología de las empresas de ese sector o de sectores afines deben
estar suficientemente entrenados en estos fenómenos y manejarlo con dispositivos
adecuados, por ejemplo, los grupos Balint (19).

La meditación tipo mindfulness consiste en observar desaprensivamente y libre de juicios


los contenidos de la mente. Entre ellos, las impresiones producidas por trabajar día a día
con muchas personas es una sencilla y poderosa herramienta para dejar a los clientes y sus
preocupaciones en su sitio y seguir ejerciendo la profesión y viviendo la vida descansado y
alegre (20, 21)
12

A continuación se presenta un listado de signos de alarma que pueden indicar exceso de


identificación o identificación proyectiva con los clientes, en los que no ha mediado una
suficiente desidentificación:

• Burnout
• Cambios inexplicables del humor o hábitos del profesional
• Pensar en un cliente más allá́ de lo habitual
• Soñar más de una vez con un mismo cliente.
• Atracción sexual por un cliente.
• Deseos de agredir o vengarse de un cliente.
• Deseos de salvar a un cliente a toda costa.
• Deseos de hacer del cliente parte de la familia del profesional.
• Culparse por las complicaciones del cliente sin que haya lugar a ello.

Impacto de la psicopatología entre colegas y grupos de trabajo

No hay nada más contagioso que la angustia o el sufrimiento mental, del mismo modo como
la angustia del cliente puede contagiar a su profesional, también la angustia de éste se
propaga como el más virulento de los microbios entre sus colegas. Además de los clientes,
pocas cosas son más estresantes para los miembros de un equipo de trabajo que un
compañero o un jefe estresado o portador de algún trastorno mental, situación que ha
sobrepasado límites a causa de la pandemia. Además, dependiendo de los valores o
antivalores de que se trate en la cultura organizacional de las instituciones en las que ejerza
un profesional determinado, puede ocurrir que el ambiente de trabajo sea un entorno
altamente competitivo y con dosis importantes de narcisismo, individualismo y
omnipotencia, generando situaciones similares a las del bullying escolar o mobbing laboral.

Por desgracia, aún existen culturas organizacionales con una estructura altamente
jerarquizada verticalmente, en la que quien está arriba se encarga de humillar al que está
abajo, generando una competitividad despiadada y un entorno con un funcionamiento
paranoide, según el cual cualquiera puede atacar a otro en el momento menos pensado. Lo
mismo ocurre cuando se presenta rivalidad entre grupos o estructuras corruptas en las
organizaciones. Allí, los trabajadores van literalmente a un campo de batalla cada mañana,
teniendo ya bastante con el estrés de los clientes que muchas veces terminan siendo
víctimas de esas batallas entre los colaboradores. Cualquier empleado que presente niveles
de estrés elevados o algún tipo de psicopatología, sufre considerablemente en esos
entornos tóxicos, sus dolencias se pueden agravar o contagiárselas a otros miembros de su
equipo de trabajo. Emprender cambios en una cultura organizacional tóxica y
psicopatologizante requiere esfuerzo, voluntad política férrea y paciencia (21).

También ocurre lo contrario. El apoyo emocional percibido es el más conocido buffer del
estrés y colegas trabajando en ambientes descarnadamente competitivos y paranoides se
pierden de la magnífica y muchas veces curativa solidaridad entre pares. Por esta razón,
todo lo que hagan las organizaciones por promover el encuentro, el compartir amigable y
13

la solidaridad entre los profesionales y especialistas en salud se lo agradecen miles de


coronarias y neuronas relajadas (21).

Qué genera estrés en las empresas

Una estudio realizado por la empresa elempleo.com sobre lo que estresa a las personas en
el trabajo (22), entre cerca de 4.000 trabajadores y empresarios colombianos, en distintas
áreas de la economía, arrojó los siguientes resultados: los entrevistados contestaron que se
ven altamente afectados por retrasos de otras áreas o personas (45,3 %), por presiones para
finalizar actividades (44,1 %), por la cantidad desmedida de trabajo (43 %), colaboración
insuficiente del jefe y colegas (27,4 %), reconocimiento nulo por parte de superiores (26,8
%), inestabilidad (22,9 %), instalaciones peligrosas o inadecuadas (16,2 %) y acoso de otros
trabajadores (7,3 %).

RAZONES DE ESTRÉS PORCENTAJE


Retrasos de otras áreas o personas 45,3
Presiones para finalizar actividades 44,1

Cantidad desmedida de trabajo 43

Colaboración insuficiente del jefe y colegas 27,4

Reconocimiento nulo por parte de superiores 26,8

Inestabilidad 22,9

Instalaciones peligrosas o inadecuadas 16,2

Acoso de otros trabajadores 7,3


Tabla 5. Razones que antes de la pandemia causaban estrés en las empresas.
Fuente: Tomado de elempleo.com (22).

Impacto de la pandemia por Covid 19 en la salud mental de los trabajadores

Pese a los esfuerzos hechos en múltiples niveles, era evidente –salvo contadas excepciones–
que en el mundo la salud mental de los trabajadores descendía año tras año, en la medida
en que aumentaba el estrés (23). Todo estaba muy mal, cuando el 31 de diciembre de 2019
la OMS lanzó la alarma sobre el primer caso comprobado de neumonía por una nueva sepa
de coronavirus, y el 11 de marzo de 2020 declaró oficialmente a la Covid-19 como
“pandemia global” (24). Y ahí fue Troya.

Con su estela de muerte y sufrimiento, angustiosas cuarentenas que implicaron el


aislamiento social y familiar, la afectación de la economía y el subsiguiente desempleo, esta
pandemia trajo consigo una serie de enfermedades mentales que se ha mantenido hasta el
2023 (25).
14

Sin ninguna duda, el sector de la economía más afectado desde el punto de vista mental
por la pandemia fue el de los trabajadores del sector de la salud, seguidos, de lejos, por el
de la educación (26, 27, 28, 29). De nuevo, se toma como modelo de grupo de alto riesgo
para pensar en la afectación en la salud mental de otros grupos de trabajadores (21).

Una de las ventajas de la pandemia, desde el punto de vista científico, fue que se liberaron
muchas restricciones de acceso a revistas científicas, así como los requisitos para publicar,
lo cual dio lugar a la proliferación de publicaciones (no todas de buena calidad), incluyendo
temas de salud mental en el personal de la salud que manejó la pandemia (26, 27, 28, 29,).
A finales del 2022 se publicaros dos completos metaanálisis sobre la problemática de salud
mental que tuvieron los trabajadores de la salud. Uno de ellos, tal vez el más completo, es
el publicado en la Revista Europea de Psiquiatría en enero de 2022, por el grupo liderado
por la doctora Claudia Aymerich, del departamento de psiquiatría del Hospital Universitario
de Basurto, en Bilbao, España (Aymerich y cols., 2022) (30); y el otro, publicado en febrero
de 2022 en el Journal of Advanced Nursing por el doctor James Edward Hill de la Universidad
de Lancashire, Reino Unido (Hill y cols., 2022) (31).

A continuación, se resumen y comentan estos dos trabajos, principalmente el primero de


ellos (referencias al final del capítulo). Para el metaanálisis y revisión de bibliografía de la
doctora Aymerich y su grupo de Bilbao, se estudiaron detenidamente los resultados
arrojados por 239 estudios, escogidos por su calidad metodológica y pertinencia, entre un
universo de 15.459 citaciones. Estos artículos informan los resultados de investigaciones
sobre la situación de salud mental de 271.319 trabajadores de la salud de 50 países. Ellos
encontraron que los profesionales de la salud padecieron durante la pandemia en un 42 %
de insomnio, 42 % de ansiedad, 40 % de estrés agudo, 37 % de Brurn Out, 33 % de depresión
y 32 % de trastorno por estrés postraumático (TEPT) (30) El estudio de Hill y su grupo llega
a unas prevalencias muy similares de trastornos mentales en profesionales de la salud que
atendieron pacientes Covid (31)

Pandemia PDS PDS Antes de Población general


pandemia
Insomnio 42 % 18 - 31 % 6 - 21 %
Ansiedad 42 %
Estrés agudo 40 % 30 % 1-3%
Burnout 37 % 20 - 40 %
Depresión 33 % 21 - 27 % 3 - 12 %
TEPT 32 % 3,9 - 5,5 %

Tabla 6. Comparativo de psicopatología entre la población general y los profesionales de


la salud antes y después de la pandemia (21).

En la tabla anterior se toman las estadísticas del metaanálisis del grupo de la doctora
Aymerich, en la columna de la izquierda, se comparan con los resultados de diversos
15

estudios sobre psicopatología en profesionales de la salud antes de la pandemia (columna


del centro) y con la población general también antes de la pandemia. Se resalta que los
profesionales de la salud experimentaron y experimentan, en todo el mundo, altísimos
niveles de estrés, que se ha traducido en preocupantes niveles de psicopatología en estos
años de pandemia.

¿Es posible que esta situación traumática prolongada haya causado una descompensación
crónica de los circuitos cerebrales? Interpretando estas cifras a la luz de la neuropsicología,
no es descabellado afirmar que la mencionada hiperactivación simpática, desencadenada
como consecuencia del estrés crónico y las situaciones traumáticas que sufrieron los
profesionales de la salud alteró la homeostasis del sistema reticular, activador de los
mecanismos de control descendentes de la corteza prefrontal, hipertrofiaron la amígdala y
la desconectaron del hipocampo, todo lo cual, a su vez, mantiene el bucle simpático
sostenido, lo que explica los niveles desbordados de insomnio, estrés y ansiedad reportados
en los estudios (21).

En ciencias de la salud se sabe de sobra que los trastornos agudos que no se manejan
adecuadamente tienden a volverse crónicos. Desde esa perspectiva, lo que ocurrió con los
otros tres trastornos detectados por los mencionados metaanálisis, que tienden a tener un
curso más crónico, son el burnout, la depresión y el TEPT. Según estas dos investigaciones
(tabla 6), los niveles de los dos últimos están altos (para la depresión) o extremadamente
altos (para el TEPT) y –sorprendentemente– no variaron para el burnout. La lectura que se
puede hacer sobre estos datos es que al observarlos uno por uno, los resultados de los
estudios que dieron lugar al metaanálisis son muy heterogéneos, sorprende que tomados
en conjunto los niveles de depresión no hayan aumentado demasiado y que los de burnout
no hayan variado.

Respecto a la depresión, la estadística muestra un nivel ligeramente superior a los datos de


antes de la pandemia, aunque de todos modos los profesionales de la salud están muy por
encima de la media de la población general. Una posible explicación para este fenómeno
puede ser que, al estar presionados a dar respuestas urgentes a las situaciones tan
agobiantes por las que pasaron, no se podían “dar el lujo” de deprimirse en ese momento.
Estaban todavía en el funcionamiento tipo “ataque o huida”, por la fuerte activación
simpática que se ha mencionado, sin darle cabida al funcionamiento de desconexión y
congelamiento, propios del sistema parasimpático dorsal, que es más compatible con los
estados depresivos y de agotamiento profesional (21).

Al observar el comportamiento del burnout se observa que, aunque no aumentó, las cifras
de incidencia son preocupantes. Una tercera parte de los profesionales de la salud que
atendieron pacientes covid, están agotados y desmotivados para seguir ejerciendo su
profesión. Lo más grave del burnout es que los profesionales más agotados son los más
jóvenes, que afrontaron enormes responsabilidades clínicas y emocionales, sin estar
completamente entrenados para ellas y sin recibir suficiente apoyo de pares o supervisores
16

(López Steinmetz et al., 2022) (28). De no resolverse esa situación en estos jóvenes colegas,
corren el riesgo de arrastrar un pesado lastre psicológico el resto de su vida profesional.

Otra explicación al no aumento de la depresión ni del burnout en personal de la salud


durante la pandemia, que explicaría a su vez el inusitado aumento del diagnóstico de TEPT,
tendría que ver con que cuando los clínicos –y los test– detectan que los síntomas
depresivos o de agotamiento provienen de una situación traumática, se prefiere
diagnosticar esta condición como el diagnóstico principal o causal (eje 1) y sin ignorar los
otros dejarlos como diagnósticos subsidiarios. Dependiendo de la intensidad de los
síntomas y otros factores asociados, la recomendación es tratar simultáneamente el trauma
y la depresión, o enfocarse en tratar el trauma, estando seguros de que con esto se
corregirán también la depresión y el burnout. Esta es una decisión que debe tomar el equipo
tratante, caso por caso (21).

Otra lectura de los metaanálisis de los grupos de Bilbao y Lancaster puede ser que cerca de
la mitad de los profesionales que atendieron pacientes por covid, en la fase aguda de la
pandemia, presentaron un trastorno mental relacionado con el estrés agudo (insomnio 42
%, ansiedad 42 %, estrés agudo 40 %). Luego de que los picos más agudos cedieron y una
buena parte de la población ha sido vacunada, una tercera parte de estos profesionales
pasaron a desarrollar un trastorno mental crónico (depresión, burnout, TEPT). Uno de cada
tres profesionales de la salud está presentando las consecuencias de los traumas
psicológicos que experimentó durante el periodo agudo de la pandemia, lo cual es muy
grave.

El trauma psicológico de la pandemia

El impacto de la pandemia sobre el psiquismo de los profesionales de la salud invita a revisar


los postulados sobre el trauma psicológico de científicos clásicos como Piere Janet (32) y
Sigmund Freud (33), y más recientes como Francine Shapiro (34), Bessel Van Der Kolk (35)
y Stephen Porges (36), entro otros. Janet (1886) no duda en atribuirle a la mitad de sus
pacientes conversivos un origen traumático de sus síntomas, desarrollando después una
refinada teoría del funcionamiento de la mente bajo efectos del trauma, principalmente en
cuanto a los aspectos cognitivos, disociativos y amnésicos de los episodios traumáticos, que
cada día cobra más vigencia y explica varios de los síntomas cognitivos y actitudinales del
burnout (Janet, P. ,1886, citado por Van der Hart, 2021) (32).

Por su parte, Freud (1886) (33), al inicio de su desarrollo teórico, siempre atribuyó un origen
traumático a los síntomas de la histeria –lo que hoy se consideran trastornos de ansiedad–
. Fue el primero en llamar la atención de la humanidad sobre los efectos del trauma
psicológico en los niños. En su teoría alude a que los traumas se presentan en el yo, por el
efecto que sobre él ejerce un número e intensidad inusitados de estímulos o conflictos por
resolver, en un momento dado; pero que el yo no puede tramitar, bien sea porque son
demasiado intensos y simultáneos, o por su inmadurez en ese momento (Freud, S., 1886,
citado por Bogousslavsky, J., & Dieguez, S., 2014) (33). Francine Shapiro (1989) (34), la
17

creadora de la exitosa terapia EMDR para el estrés postraumático, sostiene que trauma es
el efecto que queda en el cerebro y la mente humanos después del fracaso de los
mecanismos cognitivos que permiten la elaboración de situaciones traumáticas (Shapiro,
1989) (34).

Es muy probable que la situación actual, al tercer año de la pandemia y cerca al


establecimiento de una endemia, de aumento de la psicopatología en el personal de la
salud, corresponda a una situación de estrés postraumático, como las descritas por Janet,
Freud y Shapiro. Los sanitarios de todos los países vivieron una situación equiparable a la
de un campo de concentración, un terremoto o un conflicto bélico, con una desmesurada
exigencia emocional, moral y física, y el riesgo de contagiarse y morir durante el primer año
de pandemia. La cantidad de asuntos por resolver, en su momento, desbordó al yo, lo hizo
incapaz de tramitar de una manera verbal y racional la avalancha de sentimientos,
situaciones, recuerdos, impresiones, duelos, conflictos y reveses.

Todo este material psíquico crudo –sin poder ser elaborado por la premura de la situación–
se tiende a acumular en el cuerpo por medio de síntomas psicosomáticos, ansiedad e
insomnio; en las actitudes o acciones, con agresividad, embotamiento o consumo de
sustancias, por ejemplo; en la mente, por medio de bloqueos cognitivos u obsesiones, y en
las actuaciones, con el abuso de sustancias. En las relaciones interpersonales, conflictos,
agresividad, irritabilidad. Deshumanización, depresión, burnout (21).

Según el DSM 5R (2022), se considera estrés postraumático cuando se presentan


permanentemente síntomas después de haber pasado por un hecho subjetivamente
conmovedor, cuyas categorías son: Intrusión (llegan a la mente recuerdos que no se
quisieran tener), Evitación (alejarse de situaciones similares o no querer hablar o recordar),
Alteraciones cognitivas (fallas en la memoria o concentración) y estado de alerta o
hipervigilancia permanentes (Asociación Americana de Psiquiatría, 2022) (37).

Las alteraciones cognitivas y actitudinales pueden incluir sensaciones subjetivas de


embotamiento, desapego o ausencia de reactividad emocional; reducción del
reconocimiento del entorno (aturdimiento u obnubilación); desrealización (experimentar al
mundo externo como extraño); despersonalización (no sentirse uno mismo), y amnesia
disociativa (incapacidad para recordar aspectos importantes de las situaciones
traumáticas). Se reduce el interés o la participación en actividades sociales o laborales, hay
desapego o desinterés por la vida afectiva y la sensación de que el futuro va a ser desolador.
Igualmente, se pueden re-experimentar situaciones relacionadas con la pandemia, con
recuerdos intrusivos, pesadillas, flashbacks, ilusiones e incluso alucinaciones. También hay
esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre la pandemia,
evitación, no querer hablar del tema o esfuerzos por no concurrir a lugares, situaciones o
contacto con personas relacionadas con este hecho (21).

Teniendo en cuenta estos postulados, se recomienda considerar los trastornos mentales


ocupacionales de la pospandemia (si es que tal denominación se puede usar) –por lo menos
18

en lo que respecta al personal de la salud y de la educación–, los trastornos de ansiedad,


depresión y burnout en ellos como epifenómenos del estrés postraumático. Como se
mencionó al inicio del capítulo, este grupo de trabajadores ya estaba afectado
psicológicamente antes de la pandemia, vino la pandemia y generó un trauma psicológico
sobre la base de la vulnerabilidad anterior.

Lo que se presenta ahora, como aumentos de ansiedad, depresión, burnout y suicidio entre
los profesionales de la salud, se puede ver como el resultado de haber atravesado por un
proceso de múltiples situaciones traumatizantes en los últimos años y no haberlas podido
resolver con los mecanismos psicológicos disponibles. Esto, sin perjuicio de las
vulnerabilidades individuales o factores genéticos que cada trabajador pudiere tener. Por
lo anterior, se recomienda tratar estos trastornos secundarios (ansiedad, depresión y
burnout) con un enfoque basado en el trauma psicológico, el trauma de la pandemia (21).

El burnout en las profesiones de ayuda

El estrés postraumático o haber estado expuesto a situaciones traumáticas que no se hayan


elaborado puede ser la base de diversas patologías, una de ellas es el agotamiento
profesional o síndrome de burnout (en adelante SBO), que es la consecuencia del estrés
crónico prolongado y se puede definir como una especie de trauma complejo, es decir, la
acumulación durante algún tiempo de una serie continua de microtraumas, sobre todo de
traumas relacionales, en la interacción con otros seres humanos. Aunque los trabajadores
de la salud, los docentes y los policías se encuentran entre los grupos de mayor riesgo, no
son los únicos. Se ve también en otras profesiones como en directivos de toda índole y en
periodistas, por ejemplo (20).

Una investigación publicada en el New York Times alarmó a la sociedad norteamericana y a


la comunidad médica en especial: para el año 2012, la mitad de los médicos
estadounidenses estaban exhaustos y desmotivados para trabajar, con síntomas de
Burnout (Chen, 2012) (37). Cerca del 50 ¡Uno de cada dos! El artículo, de agosto de 2012,
reportaba los hallazgos hechos por un grupo liderado por el Dr. Tait D. Shanafelt en la
Clínica Mayo en Rochester, Minnesotta, publicados en el Journal of Internal Medicine de
ese mes (Shanafelt, 2012) (38).

El término ‘burnout’ es metafórico, en inglés se usa para describir una situación o condición
de haber consumido la energía hasta el final o el estado en que queda un objeto o material
después de haberlo sometido a una ignición completa. Aplicado al entorno del trabajo, en
español se define como: “síndrome de agotamiento profesional”, “síndrome del desgaste
profesional”, “estar quemado profesionalmente”, “síndrome del estrés laboral asistencial o
síndrome de estrés asistencial”, “quemarse por el trabajo” (Alarcón, 2010) (20).

Este término lo propuso por primera vez el psicoanalista neoyorquino Herbert


Freudenberger en 1974 (39), quien lo utilizó en una publicación aparecida en la revista
Journal of Social Issues de ese año, haciendo referencia a una situación clínica que afectaba
19

a los profesionales que están en estrecho contacto con otros seres humanos en situación
de necesidad, como los profesores, el personal de seguridad (policías, militares, guardias
privados, guardianes de cárceles), etc.

Aunque está comprobado que entre los médicos y en el personal sanitario la incidencia
duplica o triplica la de las demás profesiones (Shanafelt, 2012) (38), existen reportes que
dan cuenta de que esta situación se presenta en todas las profesiones, incluso en
deportistas, siempre y cuando se cumpla con ciertos determinantes (40). Por su parte, la
psicóloga social de la Universidad de California, Cristina Maslach, lideró un grupo de
investigación que describió con mayor precisión el síndrome y creó el Inventario de Burnout
de Maslach (41), que se utiliza en el mundo para diagnosticar este síndrome.

Gil-Monte y Peiró (1997, citado en Quiceno & Vinnaccia, 2007) (42), definen el síndrome de
Burnout como: “una respuesta al estrés laboral crónico, acompañado de una experiencia
subjetiva de sentimientos, cogniciones y actitudes, las cuales provocan alteraciones
psicofisiológicas en la persona y consecuencias negativas para las instituciones laborales”.
En ese mismo sentido, Farber (1983, citado en Quiceno & Vinnaccia, 2007) (42) agrega: “El
Burnout es un síndrome relacionado con el trabajo. Surge por la percepción del sujeto de
una discrepancia entre los esfuerzos realizados y lo conseguido. Sucede con frecuencia en
los profesionales que trabajan cara a cara con clientes necesitados o problemáticos. Se
caracteriza por un agotamiento emocional, falta de energía, distanciamiento y cinismo
hacia los destinatarios, sentimientos de incompetencia, deterioro del auto concepto
profesional, actitudes de rechazo hacia el trabajo y por otros diversos síntomas psicológicos
como irritabilidad, ansiedad, tristeza y baja autoestima”.

Vale la pena destacar tres elementos de estas definiciones: 1) se trata de un síndrome


laboral, 2) que tiene repercusiones clínicas para el individuo (el trabajador se enferma) y 3)
trae consecuencias negativas para la institución donde la persona ejerce. Es la peor y la más
grave de las consecuencias del estrés laboral crónico, no es adecuado aplicar el término en
un contexto aislado del trabajo.

Por su parte, Cristina Maslach y Susan Jackson (1982) (41) enfatizan en su modelo
tridimensional del síndrome, con los siguientes elementos:

• Cansancio emocional
• Despersonalización
• Baja realización personal en el trabajo

Estas tres dimensiones se miden en el Maslach Burnout Inventory (MBI) (41), según el cual
una persona debe puntuar alto en cansancio emocional y en despersonalización y bajo en
realización personal en el trabajo para poder catalogarla como agotada profesionalmente
(Maslach & Jackson, 1986) (41).
20

Para estas autoras, el cansancio emocional (CE) hace referencia a la pérdida progresiva de
energía para trabajar y para vivir. El trabajador se siente agotado, que ya no puede dar más
de sí mismo, que sus recursos psicológicos y físicos están al límite. En la despersonalización
(DP) siente que ha dejado de ser él mismo y de tratar a sus clientes como seres humanos,
tanto él como ellos dejan de ser personas y se convierten en cosas. Se presentan grados
variables de cinismo, irritabilidad, mal genio, desatención y respuestas frías, impersonales
o agresivas hacia los clientes. En la falta de realización personal (RP), el profesional se halla
desilusionado con su profesión y con su desempeño, no se siente un buen elemento y no
se siente gratificado ni compensado por su profesión, hay elementos de depresión, moral
baja, incremento de la conflictividad, evasión de las relaciones profesionales, baja
productividad, sensaciones de incompetencia, ineficiencia, inadecuación., incapacidad para
soportar la tensión, pérdida de la motivación hacia el trabajo y baja autoestima (Maslach &
Jackson, 1986) (41). Una descripción más detallada del cuadro clínico del síndrome de
burnout se encuentra en Alarcón (2010) (20) y Alarcón (2023) (21).

El suicidio médico

La muerte por suicidio es el mayor riesgo ocupacional que tienen los médicos, otros
profesionales de la salud y los policías. La tasa de suicidios entre los médicos varones es 40
% más alta que entre la población general, mientras que entre las médicas es del 130 % más
alta que entre las mujeres de la población general (Schernhammer 2005, citado en Dyrbye
et al., 2008) (43). Existe una estrecha relación entre SBO, depresión y suicidio entre los
médicos (ver adelante), lo cual se inicia desde la escuela de medicina. Un estudio realizado
por Dyrbye et al. (2008) (43) en varias facultades de medicina de Norteamérica, encontró
que cerca del 50 % de los estudiantes tenía síntomas de SBO y que, de ellos, el 11,2 % tenía
ideación suicida (el doble que la población general), durante el año anterior al cuestionario.
El SBO y los síntomas depresivos fueron los predictores para la ideación suicida en el año
siguiente (Dyrbye et al., 2008) (43).

Lo importante de estos hallazgos es que replican lo encontrado en otros estudios: que la


ideación suicida es un predictor claramente establecido para la planeación y para cometer
el suicidio. El 34 % de las personas con ideación suicida establecen un plan suicida y, de
ellos, el 70 % intenta suicidarse (Kessler, Borges y Walters, 1999, citados en Dyrbye et al.,
2008) (43).

Tratamiento

A partir de la conceptualización del SBO como un trastorno sistémico que afecta tanto al
profesional, a su equipo de trabajo, como a la institución, en su tratamiento se aconseja
tener en cuenta intervenciones en cuatro niveles de atención (Alarcón, 2010 (20); Alarcón
2023, (21)): hacia el individuo, intervenciones en la interfase doctor-grupo de trabajo,
intervenciones grupales e intervenciones organizacionales.
21

Los tratamientos para el SBO dependen de la intensidad y gravedad del padecimiento, y


aunque no existen muchos resultados estandarizados con muestras significativas y grupos
control que puedan generar protocolos de manejo basados en evidencia fuerte, son cada
vez más los reportes de los beneficios de tratamientos basados en la práctica cotidiana de
mindfulness como un método eficaz para disminuir el estrés, el SBO y aumentar la
motivación en el trabajo (Ruotsalainen, Serra, Marine, & Verbeek, 2008 (44); Cohen-Katz
et al., 2004 (45 & Krasner et al., 2009 (46)).

Sabiendo que el SBO es la máxima expresión de altos niveles de estrés laboral crónicamente
mantenidos, los lineamientos generales planteados para el manejo de los diversos niveles
de estrés, se aplican también para el caso del SBO. Sin embargo, el agotamiento profesional
extremo requiere consideraciones especiales y adicionales a las del estrés laboral.

Los casos moderados a severos deben incluir un tratamiento por parte de un equipo
interdisciplinario, conformado por médico laboral, psicólogo laboral, psiquiatra, internista,
fisiatra, departamento de personal o talento humano. Según el cuadro clínico, se pueden
sumar también un psicólogo clínico y otros especialistas, de acuerdo con las comorbilidades
presentes. Este equipo evalúa el impacto del SBO en las esferas físicas y psicológicas del
profesional en cuestión, hace las recomendaciones del caso, implementa las terapias
necesarias y vigila los resultados de las intervenciones (Alarcón, 2010 (20); Alarcón, 2023
(21))

Generalmente, las intervenciones individuales incluyen psicoterapia individual para


restaurar la autoestima, también puede ser necesaria la farmacoterapia por psiquiatría,
según las comorbilidades. Adicionalmente, se aconseja realizar valoraciones de estrés y
psicopatología a los demás miembros de los equipos de trabajo y realizar intervenciones
sistémicas grupales y organizacionales. En el área médica y escolar los grupos Balint han
aportado herramientas para prevenir el contagio del burnout y establecer medidas de
rehabilitación (Gómez-Restrepo, 2008; Daurella, 2008; Alarcón, 2010 (20); Alarcón, 2023
(21))

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