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Universidad Mariano Gálvez campus Quetzaltenango

Proceso Terapéutico psicoanalítico


Psicología clínica
Saida Vanesa Reyes
Alvarado No. De carné: 3019-
20-26993

COMUNICACIÓN VERBAL Y NO
VERBAL COMUNICACIÓN
VERBAL
Las comunicaciones verbales del paciente conforman la mayor parte de su relación con el
terapeuta. Y, en la práctica debe procurarse que en el curso del tratamiento este tipo de
comunicación vaya en aumento, tanto cuantitativo como cualitativo, ya que la verbalización
de fantasías y sentimientos que previamente permanecían vagos, inconcretos, ambiguos y
apenas percibidos es un primer paso para que el paciente comience a entenderse a si mismo
y adquiera la capacidad de dialogo interno que es uno de los objetivos de la p. p. En la
comunicación verbal se expresan las ansiedades y fantasías inconscientes, pero en ellas
intervienen, también los aspectos más maduros u sanos del paciente, el yo observador y
organizador que es, a la vez, sintiente y pesante, que puede tener cierta experiencia de lo
que ocurre en el espacio mental y, dándole forma adecuada, transmitiendo al terapeuta. En
el curso del proceso esta aptitud, en los casos afortunados, va acrecentándose hasta el punto
en que el paciente es capaz de dialogar auténticamente consigo mismo sin la ayuda del
terapeuta, momento en el cual el tratamiento puede darse por terminado.
En toda comunicación verbal debemos distinguir entre tres posibles motivaciones, tanto
conscientes como inconscientes. Una de ellas es el deseo de dar a conocer al terapeuta
algún hecho del comportamiento, estado efectivo, fantasía o acontecimiento de a realidad
externa, conscientemente conocidos por el paciente. Otra es la intención, oculta para el
mismo, de transmitirle determinada fantasía inconsciente a través de un ,material
consciente. La tercera posibilidad reside en el empeño por sustraer al conocimiento del
terapeuta y de si mismo material inconsciente producto de ansiedad, de manera que las
palabras son puestas al servicio de la resistencia y no de la verdadera comuniccio0n. la
distinción entre estas tres distintas motivaciones debe hacerse más por el estilo que por el
contenido de la comunicación.
Estos acontecimientos, formalmente periféricos y ajenos a la sesión, son el vehículo a
través del cual comunica algo propio. El paciente no conoce su propio
inconsciente, de manera que, aunque quisiera, no es capas de informar de este de forma
directa y explicita, puesto que el no puede, voluntariamente, suprimir la barrera
inconsciente-preconsciente. Este material psíquico reprimido lucha por manifestarse,
favorecido por la especial situación producida por la metodología terapéutica y por el
esfuerzo del paciente pro expresar libremente y superar toda inhibición o reserva.
Inversamente podemos decir que, si en el curso de la sesión el paciente se refiere a
determinados aspectos de la realidad en la que vive y de su comportamiento en ella, se debe
fundamentalmente a la unión de estas situaciones de la realidad con fantasías inconscientes
que luchan por salir a la superficie. A través de las descripciones de actividades diarias y
acontecimientos que han tenido lugar, de la comunicación de sentimientos y fantasías, la
expresión de estados de ánimo, etc., el terapeuta ha de tratar de desvelar el estímulo
traumático que ha reactivado el conflicto psíquico inconsciente, así como el esfuerzo de
adaptación, interna y externa, ante dicho conflicto que el paciente está llevando a cabo.
En algunos momentos, la comunicación verbal del paciente se refiere directamente al
terapeuta, ya sea para expresar sus sentimientos con respecto a él, ya sea para formular
preguntas, mostrar interés o curiosidad por algunos y sus rasgos y características, supuestos
o conocidos, o para expresar fantasías conscientes de las que el terapeuta forma parte. Dada
la índole de la relación psicoterapéutica, debe transmitirse al paciente el sentimiento de la
más plena y absoluta libertad para exteriorizar todo aquello que sienta y piense del
terapeuta. Por otra parte, ha de tenerse en cuenta que, siempre respetando la libertad de
expresión que no es conveniente en la p. p. estimular la comunicación del paciente en este
sentido, ya que ello podría dar lugar a una regresión transferencial excesiva y no deseable
en este tipo de tratamiento, y, además, a una perdida de la necesaria focalización en torno a
aquellas dificultades y desajustes vinculados a la realidad externa que han conducido al
paciente a la búsqueda de ayuda y que han de ser pivote alrededor del cual gire todo el
proceso terapéutico.
Una parte importante de la comunicación verbal puede estar constituida por las fantasías
conscientes, las cuales no han de ser confundidas con las fantasías inconscientes, aun
cuando naturalmente, es de esperar que en el curso del tratamiento muchas de estas ultimas
llegaran a ser conocidas y comprendidas por el paciente.

COMUNICACIÓN NO VERBAL. LA ACTUACIÓN.


El paciente expresa sentimientos, actitudes, estados de animo y conflictos con su mímica,
sus gestos y su comportamiento general dentro de la sesión. Por ese motivo el terapeuta ha
de captar el mensaje que el paciente transmite a través de este tipo de comunicación no
verbal: forma peculiar de expresarse, tono de la voz, arreglo personal, ademanes, etc., pero
ser muy cauteloso antes de intervenir sobre algunos de tales aspectos. La actuación se
considera, en términos generales, como una
descarga de deseos infantiles reprimidos fuera del análisis (Heidelberg, L., 19739). El
paciente considera, en estos casos, que su comportamiento se halla justificado por las
circunstancias, sin que lo relacione con sus fantasías inconscientes. Dado que la actuación
se halla inserta dentro del marco de la realidad externa y que, como sabemos, la p. p. no es
de extrañar que constituya una cuestión de gran interés para la practica de este tipo de
tratamiento. Por tanto, no nos cabe la menor duda de que la actuación es un fragmento de la
transferencia, aun cuando no toda la trasferencia haya de ser catalogada como pura
actuación. Al mismo tiempo, a la actuación se le otorga un doble vinculo con a trasferencia,
puesto que, desde la perspectiva del tratamiento psicoanalítico, se considera que la
actuación es la puesta en acción de los conflictos inconscientes ´por parte del paciente, en
lugar de vivirlos en la transferencia. Desde este vértice puede decirse que la actuación y la
transferencia son la misma cosa, es decir, la repetición de los conflictos infantiles
inconsciente y no adecuadamente resueltas.
Con el tiempo el termino actuación ha perdido, en arte , su prístino sentido de una forma de
resistencia que surge en el curso del tratamiento psicoanalítico y a través de la cual el
paciente dramatiza sus conflictos inconscientes en diversas formas de comportamiento, en
lugar de revivir los directamente en la relación con el analista. Progresivamente se ha ido
utilizando, sin perder su connotación original, para significar todo comportamiento
impulsivo generalmente destructivo para el propio sujeto y socialmente rechazable que se
supone expresión de conflictos inconscientes. Esta ampliación del concepto ha supuesto
ventas y desventajas. Por un lado, ha favorecido una mayor comprensión de una serie de
formas de conducta inadecuada para los mismos intereses de quien los lleva a cabo o de
tipo antisocial. Por otro, como ocurre siempre en estos casos, la extensión del concepto da
lugar a ciertos decaimientos en la intensidad y nitidez de este. Por otra parte, conviene
distinguir, dentro de la actualización, entre dos componentes, la fantasía inconsciente y
algún tipo de acción. Hemos de partir de la base de que la reproducción transferencia de
fantasías, deseos y sentimientos no es solo una sustitución enmascarada a través del
establecimiento de vínculos de comunicación entre distintos aspectos del paciente y entre
este y el terapeuta. Pero, en algunos casos, el yo del paciente no es capaz de soportar la
actualización de las primitivas relaciones objétales, con toda la carga de ansiedades a que
ello da lugar.
Por tanto, cuando el paciente se siente muy presionado por la actualización de las
temporadas relaciones objétales puede experimentar la ineludible necesidad de resolver esta
situación pasando al acto. Cierto grado de actuación es inevitable y aun precisa en todo
tratamiento para la adecuada elaboración transferencial. En el curso del tratamiento, por
tanto, será imprescindible que el paciente ensaye nuevas formas de comportamiento y
experimente distintas soluciones para sus problemas, siendo el tema primordial de la sesión
el estudio cuidadoso de este comportamiento, a fin de dilucidar cuanto puede haber en el de
actuación creativa, dirigida a lograr una buena adaptación a la realidad, y cuanto de
actuación dirigida a la repetición
estéril de los conflictos internos. Será un buen índice para diferenciar entre una y otra
actuación el tipo de relación con el terapeuta que acompaña al comportamiento externo, así
como el ajuste a la realidad, o la idealización engañosa, con que este se produce.

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