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17 LA CUENTA CORRIENTE
El contrato de cuenta corriente es una convención, además de útil, necesaria, em
el supuesto de que dos comerciantes, debido al tipo de actividad que realizan,
adquieran de manera simultanea y reciproca los papeles de deudor y acreedor.
Según la LGTOC, el contrato de cuenta corriente (art. 302) es en el que los
créditos derivados de las remesas recíprocas de las partes se anotan como
partidas de abono o de cargo en una cuenta, y sólo el saldo que resulte en el
momento de la clausura constituye un crédito exigible y disponible.
El requisito indispensable para que este contrato funcione y sea eficaz es, como
dijimos, que haya remesas recíprocas, pues si sólo fuera un comerciante quien
remitiera remesas al otro, sin que éste se las enviara a aquél, lo que habría sería
una relación crediticia sujeta a reglas diferentes de las de la cuenta corriente,
porque la compensación estaría ausente.
Naturaleza y objeto
La naturaleza de la cuenta corriente es tema de discusión. Se dice que es un
contrato traslativo de dominio porque la propiedad de la mercancía o el dinero se
entrega en cada remesa.
El contrato de cuenta corriente no es mutuo, ni novación ni mandato, sino un
contrato con perfiles propios y de naturaleza jurídica identificable.
Algunos autores, entre ellos Cervantes Ahumada, Arturo Puente, Octavio Calvo y
otros, muestran consenso en el sentido de que la naturaleza de la cuenta corriente
es su indivisibilidad, porque el número de remesas es irrelevante y no significa una
cantidad diferente de créditos, sino que ambos comerciantes forman una sola
deuda, pues el saldo de la cuenta será sólo uno y no dos; únicamente ése es el
dinero exigible y, por tanto, el objeto crediticio de la convención.
Su objeto es, como dijimos, de carácter pragmático: permitir a dos comerciantes
aprovechar de manera óptima el crédito recíproco que se disponga para, sin
desembolsar su tesorería, recibir los beneficios de la mercancía e incluso del
dinero que mutuamente se envíen, sin necesidad de detener su comercio para
atender la obligación de pago.
Partes del contrato. Capacidad
La capacidad que deben poseer quienes deseen convertirse en cuentacorrentistas
no tiene otro límite que no estar disminuidos en sus posibilidades de ejercer el
comercio, en los términos del derecho mercantil, bancario y civil (arts. 2o. y 3o.,
LGTOC).
Obligaciones durante la vigencia del contrato
Los cuentacorrentistas no son deudores o acreedores específica ni
simultáneamente, es decir, no existe un crédito en el que pueda determinarse con
sencillez quién debe y a quién le corresponde cobrar. Son los participantes de un
negocio cuya sucesión periódica permitirá concretar un crédito líquido y exigible.
En este contrato deben distinguirse dos grupos de obligaciones:
a) las recíprocas que existen durante la vigencia del contrato, que son
idénticas para las dos partes y están vigentes hasta antes de que se
obtenga su saldo;
b) las que se derivan de la fijación del saldo y, por tanto, en la determinación
de quién es el acreedor y quién el deudor de la cantidad liquidada.
Clausura del contrato
El contrato de cuenta corriente puede terminar por las siguientes causas (arts. 307
y 310, LGTOC):
Por decisión voluntaria, después de la notificación que realice un tercero a
su contraparte para exigir el aseguramiento y la adjudicación del saldo de la
cuenta corriente, en la forma que vimos.
Por vencimiento del plazo pactado en el contrato.
Cuando no haya plazo expresamente convenido, y con 10 días de
anticipación uno de los cuentacorrentistas denuncie el contrato al otro, lo
que producirá 10 días más de vigencia; una vez que transcurran se dará
por terminado.
Por muerte o incapacidad superveniente de alguno de los
cuentacorrentistas, cuando así lo decidan sus herederos, representantes y
el otro cuentacorrentista.
Aplicaciones actuales
Al igual que la apertura de crédito, el contrato de cuenta corriente lo utilizan con
frecuencia las instituciones de crédito, pero no en operaciones con sus clientes,
sino en las que celebran con otros organismos. Sin embargo, también se ha
difundido en el medio de los particulares, por ejemplo, entre los que guardan una
relación maquiladora/fabricante.
Los maquiladores independientes (institución industrial muy desarrollada en
nuestro país) elaboran productos con la materia prima y el dinero que a su vez les
proporciona un empresario.
Entonces, el contrato de cuenta corriente tiene vigencia y utilidad sobre todo en las
relaciones interbancarias, entre industriales y maquiladores; en una escala menos
importante, en los pequeños comercios que intercambian al fiado bienes o
servicios, ya sea con otros comerciantes o consumidores.
No obstante, este contrato presta una utilidad inapreciable a quienes con
frecuencia se ubiquen, simultáneamente, en el papel de deudores y acreedores
recíprocos.