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8.

17 LA CUENTA CORRIENTE
El contrato de cuenta corriente es una convención, además de útil, necesaria, em
el supuesto de que dos comerciantes, debido al tipo de actividad que realizan,
adquieran de manera simultanea y reciproca los papeles de deudor y acreedor.
Según la LGTOC, el contrato de cuenta corriente (art. 302) es en el que los
créditos derivados de las remesas recíprocas de las partes se anotan como
partidas de abono o de cargo en una cuenta, y sólo el saldo que resulte en el
momento de la clausura constituye un crédito exigible y disponible.
El requisito indispensable para que este contrato funcione y sea eficaz es, como
dijimos, que haya remesas recíprocas, pues si sólo fuera un comerciante quien
remitiera remesas al otro, sin que éste se las enviara a aquél, lo que habría sería
una relación crediticia sujeta a reglas diferentes de las de la cuenta corriente,
porque la compensación estaría ausente.
Naturaleza y objeto
La naturaleza de la cuenta corriente es tema de discusión. Se dice que es un
contrato traslativo de dominio porque la propiedad de la mercancía o el dinero se
entrega en cada remesa.
El contrato de cuenta corriente no es mutuo, ni novación ni mandato, sino un
contrato con perfiles propios y de naturaleza jurídica identificable.
Algunos autores, entre ellos Cervantes Ahumada, Arturo Puente, Octavio Calvo y
otros, muestran consenso en el sentido de que la naturaleza de la cuenta corriente
es su indivisibilidad, porque el número de remesas es irrelevante y no significa una
cantidad diferente de créditos, sino que ambos comerciantes forman una sola
deuda, pues el saldo de la cuenta será sólo uno y no dos; únicamente ése es el
dinero exigible y, por tanto, el objeto crediticio de la convención.
Su objeto es, como dijimos, de carácter pragmático: permitir a dos comerciantes
aprovechar de manera óptima el crédito recíproco que se disponga para, sin
desembolsar su tesorería, recibir los beneficios de la mercancía e incluso del
dinero que mutuamente se envíen, sin necesidad de detener su comercio para
atender la obligación de pago.
Partes del contrato. Capacidad
La capacidad que deben poseer quienes deseen convertirse en cuentacorrentistas
no tiene otro límite que no estar disminuidos en sus posibilidades de ejercer el
comercio, en los términos del derecho mercantil, bancario y civil (arts. 2o. y 3o.,
LGTOC).
Obligaciones durante la vigencia del contrato
Los cuentacorrentistas no son deudores o acreedores específica ni
simultáneamente, es decir, no existe un crédito en el que pueda determinarse con
sencillez quién debe y a quién le corresponde cobrar. Son los participantes de un
negocio cuya sucesión periódica permitirá concretar un crédito líquido y exigible.
En este contrato deben distinguirse dos grupos de obligaciones:
a) las recíprocas que existen durante la vigencia del contrato, que son
idénticas para las dos partes y están vigentes hasta antes de que se
obtenga su saldo;
b) las que se derivan de la fijación del saldo y, por tanto, en la determinación
de quién es el acreedor y quién el deudor de la cantidad liquidada.
Clausura del contrato
El contrato de cuenta corriente puede terminar por las siguientes causas (arts. 307
y 310, LGTOC):
 Por decisión voluntaria, después de la notificación que realice un tercero a
su contraparte para exigir el aseguramiento y la adjudicación del saldo de la
cuenta corriente, en la forma que vimos.
 Por vencimiento del plazo pactado en el contrato.
 Cuando no haya plazo expresamente convenido, y con 10 días de
anticipación uno de los cuentacorrentistas denuncie el contrato al otro, lo
que producirá 10 días más de vigencia; una vez que transcurran se dará
por terminado.
 Por muerte o incapacidad superveniente de alguno de los
cuentacorrentistas, cuando así lo decidan sus herederos, representantes y
el otro cuentacorrentista.
Aplicaciones actuales
Al igual que la apertura de crédito, el contrato de cuenta corriente lo utilizan con
frecuencia las instituciones de crédito, pero no en operaciones con sus clientes,
sino en las que celebran con otros organismos. Sin embargo, también se ha
difundido en el medio de los particulares, por ejemplo, entre los que guardan una
relación maquiladora/fabricante.
Los maquiladores independientes (institución industrial muy desarrollada en
nuestro país) elaboran productos con la materia prima y el dinero que a su vez les
proporciona un empresario.
Entonces, el contrato de cuenta corriente tiene vigencia y utilidad sobre todo en las
relaciones interbancarias, entre industriales y maquiladores; en una escala menos
importante, en los pequeños comercios que intercambian al fiado bienes o
servicios, ya sea con otros comerciantes o consumidores.
No obstante, este contrato presta una utilidad inapreciable a quienes con
frecuencia se ubiquen, simultáneamente, en el papel de deudores y acreedores
recíprocos.

8.18 LOS CONTRATOS DE CREDITO DE HABITACION O AVIO Y LOS


REFACCIONARIOS.
Los créditos refaccionarios y de habilitación o avío son sistemas de préstamo
ideados de manera específica como apoyo y soporte para la producción de los
sectores industrial, comercial y agroindustrial.
Aunque los dos tienen el mismo interés de promover la producción, ambos se
diferencian en función de cómo se aplica el dinero prestado, como son:
 El importe de la habilitación se usa sobre todo para adquirir materia prima y
pagar la mano de obra directa, así como para comprar los elementos que
se relacionen de manera inmediata con el proceso productivo y que estén
destinados a transformarse en manufacturas.
 Por su parte, el importe de la refacción se aplica a fin de adquirir
maquinaria, equipo adicional para renovar o reponer y, en algunos casos,
ampliar o mejorar las instalaciones de la empresa, incluso inmobiliarias; es
decir, se utiliza para comprar bienes que no se van a transformar, sino que
otras materias se convertirán en productos terminados o en servicios, por
ejemplo, el turismo.
 En síntesis, con el avío se adquieren las materias primas con que trabajará
la industria, y con el refaccionario se compra el equipo y la maquinaria para
transformarlas en bienes o servicios; con el avío se obtienen bienes de
consumo, y con el refaccionario, bienes de capital (bienes para producir
bienes).
De acuerdo con la LGTOC, la definición legal de estos dos créditos es la siguiente:
 Habilitación o avío. Es el contrato típico (más adelante veremos que puede
tener forma de apertura de crédito simple o de mutuo), en virtud del cual el
acreditado queda obligado a invertir el importe del crédito, precisamente, en
la adquisición de materias primas y materiales, y en el pago de jornales,
salarios y gastos directos de explotación, indispensables para los fines de la
empresa (art. 321, LGTOC).
 Refaccionario. Se define como el contrato típico (veremos después que
también puede adquirir la forma de apertura de crédito simple o de mutuo),
en razón del cual el acreditado queda obligado a invertir el importe del
crédito para adquirir apeos, instrumentos, útiles de labranza, abonos,
ganados o animales de cría; realizar plantaciones o cultivos cíclicos o
permanentes; abrir tierras para el cultivo; comprar o instalar maquinaria, así
como construir o crear obras materiales necesarias para el fomento de la
empresa acreditada (art. 323, LGTOC)
La diferencia comercial entre el crédito de habilitación y el refaccionario consiste
en el destino que cada uno da al dinero prestado.
Formalidades
Al igual que todos los contratos de crédito que otorgan los bancos, el refaccionario
y el de habilitación se ubican en una de las dos categorías de disposición de
dinero prestado que ya analizamos en otra parte (núm. 7.16): mutuo o apertura de
crédito.
Estos dos contratos deben reunir las formalidades siguientes (art. 66, LIC):
Se consignarán, según convenga a las partes y cualquiera que sea su monto, en:
a) Póliza ante corredor público;
b) En escritura pública, o
c) En contrato privado;
En el último caso debe firmarse por triplicado ante dos testigos y ratificarse ante
notario o corredor público, juez de Primera Instancia en funciones de notario o
ante el encargado del RPP que corresponda. Una vez cumplidos estos requisitos,
el contrato es apto para integrar un título ejecutivo (arts. 66, fracc. I, y 68, LIC). Al
respecto, la Corte sostuvo que esta formalidad se cumple cuando el contrato se
otorga ante el registrador de crédito agrícola en funciones de notario; en caso de
no acudir ante él a ratificar las firmas sino a otorgar el contrato, si se inviste de
registrador, entonces, debe dar fe pública en ejercicio de sus funciones.
Otra formalidad, pero no del contrato sino de la procedencia de la acción ejecutiva
cuando se intenta el cobro judicial, es, como señalan los colegiados, que el
contrato cumpla con la especificación del art. 68 de la LIC, es decir, debe anexarse
un estado de cuenta, expedido por el contador autorizado de la institución
crediticia, que detalle los movimientos mercantiles realizados; de lo contrario, la
vía ejecutiva no es procedente para su cobro.
Reglas particulares al crédito refaccionario
Reglas más importantes y claras a las que se sujetan los refaccionarios:
 Quedan garantizados con fincas, construcciones, edificios, maquinaria,
apeos, instrumentos, muebles, útiles, frutos y productos futuros, pendientes
u obtenidos de la empresa a cuyo fomento se destine el préstamo, o con
parte de estos bienes.
 La garantía puede consistir en hipoteca sobre los bienes a que se refiere el
punto anterior y podrá agregarse igual garantía sobre otros.
 Los bienes dados en garantía estarán libres de gravamen, salvo cuando,
estando gravados, el acreedor o los acreedores distintos del banco
subordinen sus derechos a los de éste.
 Con frecuencia ―porque así lo estableció durante mucho tiempo la
LGICOA con bastante eficiencia― en el contrato se pacta que la empresa
deudora sólo puede repartir dividendos cuando esté al corriente en el pago
de intereses y amortizaciones del crédito otorgado.
 Generalmente no se otorgan en un plazo mayor de 15 años; el reembolso
se pacta por amortización proporcional en plazos no mayores de un año
cada uno.
Reglas particulares al crédito de habilitación o avío
Algunas reglas particulares del avío son las siguientes:
 Sus garantías pueden ser hipotecarias, además de las otras que
institucionalmente establece la LGTOC (núm. 7.40); en ese caso, el importe
de la hipoteca no debe exceder del porcentaje que determina la SHCP
respecto del valor de los bienes dados en garantía.
 Desde hace tiempo la Corte consideró que, tanto la empresa del acreditado
como el fin específico perseguido por ella en el contrato, se presuponen con
la existencia del contrato de habilitación. 39
 En la habilitación, las entregas de dinero que haga el banco al acreditado
no se prueban con los recibos que exhiba la empresa que recibió el dinero,
sino con la concordancia que, en su caso, exista entre el depósito que el
banco realice en la cuenta de cheques de la empresa acreditada y el
pagaré que ésta haya firmado como forma de documentar el pago. 40 A
nuestro juicio, de la práctica se concluye que esta interpretación se convirtió
en válida para todos los contratos de créditos bancarios.
Las garantías
 El crédito de habilitación se garantiza con las materias primas y materiales
adquiridos y con los frutos, productos o artefactos que se obtengan con el
crédito, aunque éstos sean futuros o pendientes (art. 322, LGTOC).
 Por su parte, el crédito refaccionario se garantiza simultánea o
separadamente con las fincas, edificios, construcciones, maquinaria, apeos,
instrumentos, muebles y útiles y con los frutos o productos, pendientes o ya
obtenidos, de la empresa (art. 324, LGTOC).

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