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Civilización micénica

La civilización micénica fue una civilización que se desarrolló en Grecia entre


el 1600 a. C. y el 1150 a. C.; en la época previa a la civilización que
conocemos como Antigua Grecia. Recibe el nombre por el poderoso reino
de Micenas, que, junto con el resto de los reinos aqueos, logró controlar el
comercio y la política del Mediterráneo oriental.
Durante siglos, la sociedad moderna consideró que la civilización micénica
era una cultura mítica, evocada por los griegos de la Antigüedad clásica.
Sin embargo, en el siglo XIX (19), Heinrich Schliemann impulsó una serie
de investigaciones que condujeron al descubrimiento arqueológico de las
ciudades de Troya, Micenas y el resto de las ciudades aqueas.
Características de la civilización micénica son las leyendas de la Guerra de
Troya, que llegaron a los griegos de la época clásica a través de mitos y
leyendas. En La Ilíada y La Odisea, el poeta Homero (siglo VIII d. C.)
narró estas historias y convirtió a la civilización micénica en antecedente
fundamental de la cultura griega del mundo antiguo.
Ubicación geográfica y temporal de la civilización
micénica

Hacia el 1600 a. C., los aqueos (un pueblo de origen indoeuropeo) migraron
hacia la región del Mediterráneo oriental y se asentaron en la península del
Peloponeso. Con el tiempo, se expandieron por la región y comenzaron a
disputar la supremacía comercial liderada por los reinos cretenses.

El reino de Micenas se impuso como el más poderoso entre los pueblos


aqueos. Hacia 1450 a. C., conquistó Creta y se apoderó del palacio de
Cnosos, su principal centro urbano.

Durante casi 200 años la civilización micénica controló el Mediterráneo


oriental. A mediados del siglo XIII a. C., algunos reinos micénicos se
aliaron para conquistar la ciudad de Troya, que controlaba el paso del mar
Egeo al mar Negro, fundamental en la red comercial de la época.

Sin embargo, una crisis perturbó el poder de los aqueos en la región y llevó al
despoblamiento de varias regiones de Grecia. Algunos historiadores creen
que se debió al ingreso de los pueblos dorios y su superioridad militar
(poseían armas de hierro). Otros consideran que las disputas entre los
distintos reinos aqueos llevaron al debilitamiento de su poder.

Descubrimiento de Micenas
Heinrich Schliemann era un millonario prusiano interesado en la historia
antigua y la arqueología. Atraído por la historia de la Guerra de Troya, en
1870 realizó investigaciones que llevaron a las ruinas de la ciudad de
Troya, que hasta ese momento la comunidad científica consideraba un
mito.

Una vez comprobada la existencia real de Troya, Schliemann continuó sus


investigaciones en territorio griego para encontrar Micenas, la ciudad
donde se había originado la expedición a Troya.

En 1874 realizó descubrimientos que confirmaban la existencia de una cultura


posterior al apogeo minoico y previo a la llamada Edad Oscura. Por haber
sido descubierta en la ciudad de Micenas, la cultura fue llamada micénica.

Mito fundacional de Micenas. Según la mitología griega clásica,


Perseo era un semidiós hijo de Zeus, rey de los dioses, y Dánae era una
mortal hija de Acrisio, rey de Argos. Perseo se convirtió legítimamente en
el rey de Argos cuando mató por accidente a su abuelo Acrisio. Sin
embargo, Perseo rechazó el trono y lo cedió a su tío Megapentes. En lugar
de reinar sobre Argos, Perseo decidió fundar una nueva ciudad, a la que
llamó Micenas.
La Guerra de Troya. La guerra de Troya fue un conflicto bélico entre los
pueblos de la península griega y los habitantes de Troya, una ciudad de
Asia Menor. Durante siglos, la civilización moderna consideró a este hecho
como un mito. Sin embargo, con el descubrimiento de Micenas, se
comprobó que no solo existió un conflicto bélico entre griegos y troyanos,
sino una serie de expediciones griegas hacia Troya durante la Edad de
Bronce, entre los siglos XIII y XII a. C. La guerra de Troya fue narrada en
los poemas La Ilíada y La Odisea de Homero, un poeta que vivió en el
siglo VIII a. C.
Organización política de los Micenas
La civilización micénica estaba dividida en una serie de reinos aliados pero
independientes. Los reinos micénicos más importantes fueron Micenas,
Tirinto, Orcómenos y Pilos.

Estos reinos estaban liderados por una aristocracia guerrera y un conjunto de


funcionarios. El wanax (rey) era la autoridad más importante de cada reino y
concentraba el poder político, militar y económico. Era secundado por un jefe
militar, conocido como lawagetas y una tropa militar, llamada eqetai. A
continuación, en la jerarquía política se encontraban los telestai, que cumplían
funciones administrativas y militares de menor rango.

Organización Social micénica

La sociedad se diferenciaba por sus riquezas y su acceso al poder.


En la cúspide de la escala social se hallaba el wanax (rey) con su corte de
funcionarios, como los lawagetas, y los sacerdotes religiosos, llamados
telestai. Estos cargos eran ocupados por una aristocracia que vivía en las
ciudades y era mantenida a través de los tributos y la actividad comercial del
reino.

El resto de los ciudadanos constituían el damos (pueblo). Los agricultores


debían responder a la autoridad de los basileis, que eran los líderes de las
aldeas. Para poder acceder a la posesión de la tierra, los campesinos debían
realizar tareas a su pedido. Además, existían artesanos que trabajaban para los
palacios y la corte real. Se destacaban especialmente en la producción de
armas y objetos decorativos.

Por último, existían esclavos, que no eran considerados como parte del damos.
Eran prisioneros de guerra y sus descendientes, y no tenían derechos.

Economía de la civilización micénica


La base de la economía micénica se organizaba en torno a la agricultura, la
ganadería, la artesanía y el comercio. La producción era realizada por los
hombres libres, y el grupo palaciego se ocupaba de registrar y supervisar, a
través de sus funcionarios, todas las actividades del sistema económico.
La población campesina se dedicaba a la agricultura, principalmente de
cereales, olivos y viñas y a la ganadería de ovejas y cabras. Alrededor de los
palacios se organizaba el trabajo artesanal, que incluía la producción textil y
metalúrgica.

Religión micénica
La religión micénica era politeísta, es decir, creían en varios dioses. Las
representaciones de sus dioses eran antropomórficas: se parecían a los seres
humanos y compartían hábitos y conductas.

Si bien no se conoce con exactitud el panteón micénico, muchos dioses que


pertenecieron a la cultura griega clásica posterior, fueron tomados de esta
cultura. De acuerdo a la mitología, Zeus reinaba el panteón divino desde la
cumbre del monte Olimpo. Cada divinidad representaba una característica o
atributo:

Hermes: mensajero del Olimpo


Ares: dios de la guerra
Atenea: diosa de la guerra y las artes
Dionisio: dios del vino y los placeres
Artemisa: diosa de la naturaleza

arquitectura micénica
Son escasos los restos arqueológicos que han quedado de la cultura micénica
denominada de esta manera por Schliemann al trabajar en las excavaciones del
Círculo A de tumbas en Micenas. Quizá sean estos enterramientos los
monumentos más característicos de esta civilización. En primer lugar,
encontramos las tumbas de fosa o de pozo, situadas en las afueras de las
ciudades y señaladas mediante estelas clavadas en el suelo y rodeadas de un
muro circular. Después vendrán las tumbas con largo corredor (llamado
dromos) y cámara circular al fondo (denominada tholos), cubierta con falsa
bóveda. Las más importantes son las de Micenas donde destaca el llamado
Tesoro de Atreo, realizada en sillería. El tesoro de Atreo, tumba de Atreo o
tumba de Agamenón,1 es un tholos de Grecia, una gran tumba localizada en la
colina de Panagitsa, a las afueras de Micenas, y construida durante la Edad de
Bronce, alrededor de 1250 a. C.2 Es la tumba abovedada más monumental que
se conserva en el país. La piedra del dintel sobre la puerta pesa 120 toneladas,
con unas dimensiones aproximadas de 8.3 x 5.2 x 1.2 m,3 la más grande del
mundo. La tumba fue utilizada durante un período desconocido. Mencionada
por Pausanias, todavía era visible en 1879 cuando el arqueólogo alemán
Heinrich Schliemann descubrió las tumbas de pozo bajo el "ágora" en la
Acrópolis en Micenas.

La tumba quizás contenía los restos del soberano que completó la


reconstrucción de la fortaleza o de uno de sus sucesores. La tumba es del
estilo de los otros tholoi de la Grecia micénica, de los cuales hay nueve en
total alrededor de la ciudadela de Micenas y muchos más en la Argólida. Sin
embargo, por su forma monumental y grandeza es uno de los monumentos
más impresionantes que sobreviven del período micénico. Las ciudades
micénicas que se han conservado tienen una serie de elementos comunes:
situación elevada, preferentemente una colina, en cuya parte más alta -
acrópolis - se construye la residencia del príncipe y el templo, amurallando
especialmente este espacio; murallas exteriores construidas con grandes
bloques de piedra sin tallar, denominado muro ciclópeo porque consideraban
que lo habían realizado los cíclopes; acceso por rampas; entradas
monumentales junto a otros accesos protegidos con torres. Las ciudades mejor
conservadas son Tirinto, Micenas y Pilos. En Micenas se encuentra la llamada
Puerta de los Leones, construida por grandes sillares de piedra, cerrada por un
grueso dintel cuya carga ha sido aligerada con un vano triangular en el que se
introduce el relieve que le da nombre, donde se representan dos leones
enfrentados teniendo como eje una columna. En Tirinto hallamos una
excelente fortificación que se extiende a la acrópolis rodeada con otra serie de
murallas. A la acrópolis se accede por una entrada monumental denominada
propileos permitiendo el paso al palacio edificado sobre la base del megarón.
Escritura.
La civilización micénica desarrolló un tipo de escritura que los historiadores
llaman Lineal B. En tablillas de arcilla registraban la producción y los
intercambios que se realizaban desde los palacios.
se escribía fundamentalmente sobre tablillas de arcilla recién amasada. La
inscripción se hacía con una espina montada en una especie de mango y
después se dejaba secar.

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