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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

Introducción al pensamiento social y político moderno.

Blanquitud, ¿herramienta neo-burguesa?

Velázquez Santiago Jorge

Grupo: 0028
INTRODUCCIÓN:

Aunque la sociedad presente se esté configurando dentro de la denominada posmodernidad,


la vigencia de una clase burguesa que avanza a la par de lo anterior sigue mostrando signos
de adaptación y resistencia a las transformaciones sistemáticas. Si bien Karl Marx estudió los
elementos (capital, propiedad privada, mercado mundial) que sostenían económica y
políticamente a estos grupos minoritarios durante su época; la identidad que ahora se está
gestando en la era actual se encuentra inducida por los planteamientos de Zygmunt Bauman.

Una identidad cambiante además de algunos aspectos efímeros conforman el nuevo rostro de
un estrato social persistente en mantener sus privilegios a partir del control político. Partiendo
de la premisa anterior, el posmodernismo de Bauman retoma rasgos contraproducentes
propuestos por Marx que afectan el desarrollo de los ciudadanos y los exagera (como el caso
del hipercapitalismo). En un sentido similar también prevalece la idea de los hombres como
especie que contrae relaciones necesarias e independientes de su voluntad, todo ello sostenido
por la blanquitud compuesta de una pseudoconcreción identitaria señalada por Bolívar
Echeverría.

El texto aquí redactado entonces pretende enfatizar y dar cuenta de la importancia que
requiere examinar la nueva identidad de la blanquitud, pero comprendida desde su aparición
en una sociedad posmoderna que niega la muerte de un sector dentro de la misma. Un estrato
personificado que sigue esmerado en colocarse por encima de las demás clases para su
beneficio, y a partir de ello ha generado una nueva estrategia de supervivencia empleando
juegos que conforman un aspecto propio con ciertas características capitalistas y voluntades
humanas.

Ante semejante planteamiento introductorio, existe una pregunta pertinente asomando en el


horizonte del presente: ¿Qué tan vigente y a través de qué maneras se manifiesta la nueva
clase burguesa criticada por Marx en el siglo XIX? Si bien no se puede brindar con exactitud
una respuesta concreta, al menos como objetivo se intentará reconocer a la blanquitud como
la nueva imagen de aquellos grupos privilegiados además de señalar los procesos de
significación identitaria que están repercutiendo en nuestra sociedad a partir de ello.

De manera más sólida, el señalamiento podría asemejarse y compararse con una empresa del
mercado mundial: la clase neo-burguesa que estamos presenciando son los líderes
administrativos de esta corporación con una antigüedad identificable, que a partir del
posmodernismo y el desvanecimiento del sentido común social se ve obligada a implementar
nuevos instrumentos para que las personas de rangos menores puedan seguirle sirviendo.
Manteniendo así un sistema arcaico pero con constante capacidad de renovación, pero, ¿cuál
es una de estas principales herramientas de sostenimiento?
La respuesta aquí situada, apunta a la blanquitud como identidad neo-burguesa, además de
estructurar un sistema éticamente heteronormado que influye en las voluntades de todos. Es
decir, si la empresa quiere continuar en la competencia acelerada del siglo XXI, su opción
más próxima fue crear una aparente personalidad que refuerza el individualismo, la híper
globalización y el desprendimiento de poder a los Estados-nación observado por Bauman.

Metodológicamente se podría expresar un contraste entre las críticas de la Teoría Marxista y


la modernidad líquida, para explicar la manera en que los conceptos de las segundas
revalidan los de las primeras. Pero al marcar el objetivo principal, (hablar de blanquitud como
aspecto renacentista burgués) se retoman y estudian las características presentadas por
Bolívar Echeverría que finalmente conjuntarán todo en la ética negativa de acuerdo a Kant.
El camino próximo a recorrer conduce a la heteronomía sistemática (permeada de blanquitud)
que se ajusta a las realidades de clases posmodernas.

DESARROLLO:

La primera mitad del siglo XX ya podía describirse como una época post-moderna o del
post-Occidente, el hombre dejaba de verse como una masa o como una unidad económica y
comenzaba a vislumbrarse en los márgenes de un objeto individual. Aunque Marx había
creado formulaciones de la acción colectiva, fue desde allí cuando el ser humano encontró
una pequeña pizca de luz que lo conduciría al post-humanismo y la post-historia (véase
Anderson, 2016, p. 12).

Con el surgimiento del posmodernismo entendido como una época y no en sentido literario o
artístico, el colectivismo (en parte sustentado en Marx) representó una semilla de la que
emergió un funcionamiento sistemático y humano que al principio parecía garantizar la
libertad individual. Sin embargo, como anota Perry Anderson en Los orígenes de la
posmodernidad de 2016, la colectividad inició una etapa que la llevó a declinar en una
atracción sobre la mente de los hombres para aumentar el poder del Estado.

Terminó por descomponerse al igual que el nazismo y de la misma manera en que el


capitalismo lo está haciendo. ¿Pero qué línea incluye esto para entender la blanquitud como
medio neo-burgués? Primero hay que comprender que con el posmodernismo las transiciones
humanas, las teorías sociológicas, las ideologías y los modelos políticos han dejado de
funcionar o incluso han perdido la fuerza para proyectar objetivos a los que la sociedad
quiera aspirar.

Pero a ello como se atiende el hecho de que la sociedad burguesa pueda aún ser reconfigurada
y persistir a este rechazo de ejes sistematicos por parte de la ciudadanía común. Marx ilustra
bastante bien la manera en que los elementos constitutivos de un Estado (como dispositivo
institucional), brindaban servicios a intereses económicos particulares de la esfera burguesa y
entendía que estas formas “no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada
evolución general del espíritu humano, sino que radican por el contrario, en las condiciones
materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel, [...].”1

Este grupo privilegiado se caracterizó por una superioridad de eticidad y racionalidad que
permaneció aplicada en las sociedades modernas. Su filosofía como clase en ascenso siempre
se ha apoyado en el utilitarismo inglés mostrando su fuerte deseo egoísta en constante
resignificación, las teorías de Adam Smith y Bernard de Mandeville se tiñeron con la
profundidad de algunas de estas ideas, para ellos los vicios privados hacen crecer la
prosperidad pública. La riqueza de las naciones de la que también hablan los críticos
anteriores, tiene una argumentación filosófica que otorgó al pretendido sentido común (más
tarde derrumbado), de la entonces naciente sociedad capitalista un aparente estatus
teóricamente benefactor (véase Boron, 2003, 181).

Con Marx el elemento que generaba mayores ingresos para fortalecer la estructura burguesa
de la época, se desentrañaba en la economía y la política ya que la estratificación de la
sociedad en clases significaba un proceso detonado desde las relaciones de producción que
cada ser humano tenía con su trabajo valorizado y capitalizado. En cuanto habían dos grupos
distintos que servían para el funcionamiento de un sistema económico, se fragmentaron los
intereses además de las condiciones de cada persona. Mientras existían obreros sometidos a
altas horas laborales, salarios escasos y a una enajenación de su situación que el propio
aparato que alimentaban provocaba; también habían personas quienes recibían la
remuneración de aquel esfuerzo.

Aunque es cierto que en la realidad posmoderna, cuestiones entorno al capital han reducido
su desigualdad, el lado político de la situación permanece haciendo frente a los golpes que
pretenden derribar la élite neo-burguesa. En las reducidas paredes sólidas (casi todas ya
instauradas en su advenimiento líquido) del acontecer en el último siglo, se confirma la
reducción de los factores económicos como una fuente abundante para brindar progreso a la
clase burguesa. Ahora se vive una incertidumbre económica con “poca estabilidad en los
trabajos mientras que las estrategias de progreso son juegos.”2

Bauman menciona aspectos de la modernidad que son actualmente acelerados y llevados a su


límite, además del intercambio de estabilidad y permeabilidad de modelos tradicionales en la
economía de mercado mundial por la ganancia de múltiples experiencias o la virtud de
aprendizajes en distintos rasgos. Una persona común en la posmodernidad ya no busca
permanecer en el mismo sitio trabajando, sino que ahora lo que más le interesa es viajar, tener
una individualidad personal que le permita aprender de diversas partes del mundo.

Entonces volvemos a la misma premisa: los aparatos de control económico dejan de ser
suficientes para que las clases altas pueden seguir vinculandose con sus intereses. Por lo tanto

1
Marx, K. (2006). Contribución a la crítica de la economía Política 1859. Buenos Aires: El Cardo.
2
Bauman, Z. (2015). Modernidad Líquida. México: Fondo de Cultura Económica.
ahora la partida se dirige al producto de valores entendido desde la “búsqueda de experiencias
al insertarnos en una identidad.”3 Es decir, si las experiencias son hacia donde la voluntad
humana parece tener los ojos fijos entonces las medidas que la neo-burguesía ha decidido
tomar van tras la fijación de una identidad que refleje dichos valores.

Antes de proseguir se ha de advertir que de manera intencionada se optó por dejar la


concepción de la neo-burguesía hasta esta parte del trabajo ya que sólo partiendo de lo
anterior podría explicar de manera cohesiva esta palabra readaptada personalmente por el
autor. Prosiguiendo con el hilo principal del tema, hasta aquí hemos entendido que las viejas
jugadas de la burguesía han perdido su efectividad por lo tanto para resistir al cambio han
forjado un producto ético con una fuerte identidad que pueda ser legitimada.

La neo-burguesía surge como la construcción necesaria en su caso de supervivencia, que


“establece una identidad humana en la que la voluntad libre y espontánea se encuentra
fundada en la tendencia irrefrenable a la valorización de su propio valor económico que se
extiende con la fuerza de una voluntad cosificada y estética artificial”4. Esta clase sigue
siendo y obteniendo la misma designación que le otorgaba Marx pero con un flujo ético que
se inclina por comercializar las experiencias (estéticas en su mayoría), y se refuerza en una
ideología impuesta: la blanquitud.

En una sociedad de clases, la política es la principal esfera de alienación, pero en una


sociedad de clases posmoderna no solo es eso sino que también la identidad individual que va
a definir a cada ser humano bajo el sentimiento de pertenencia. La blanquitud ya era una
entidad centenaria pero que en nuestros días al aliarse con la neo-burguesía amenaza con
extenderse por todo el planeta. Bolívar Echeverría en la obra por excelencia “Modernidad y
Blanquitud” es uno de los autores que comienzan a dar cuenta de este fenómeno:

La blanquitud no es en principio una identidad de orden racial; la pseudoconcreción del homo


capitalisticus incluye sin duda, por necesidad de coyuntura histórica, ciertos rasgos étnicos de
la blancura del “hombre blanco”, pero sólo en tanto que encarnaciones de otros rasgos más
decisivos, que son de orden ético, que caracterizan a un cierto tipo de comportamiento
humano, a una estrategia de vida o de sobrevivencia.

Las encarnaciones de la blanquitud en distintos aspectos sociales, culturales y políticos no


dejan de provocar escándalo; pero cuando se estrecha con la neo-burguesía las características
que toman se asemejan a algunos planteamientos Kantianos. El fenómeno anteriormente
hallado ha gestado una heteronomía que según Kant se establece como una conducta con
motivos de satisfacer motivos externos. En este panorama, la clase neo-burguesa está
haciendo uso de la blanquitud como herramienta heteronormada para imponer reglas ajenas a
la sociedad común sin el consentimiento de la misma.

3
Bauman, Z. (2015). Modernidad Líquida. México: Fondo de Cultura Económica.
4
Echeverría, B. (2010). Modernidad y Blanquitud. México: Era.
En otras palabras, se trata de un autoritarismo reestructurado a la par de la posmodernidad, y
que inflige además un daño controlado sobre los ciudadanos. Tampoco es un secreto, en el
caso específico de América Latina, que sus habitantes siempre se encuentren con una mirada
hacia los logros y aportes euroccidentales ubicando así a la neo-burguesía no sólo como un
grupo elitista sino además como los instauradores de una identidad extranjera a la que todos
deben aspirar.
Conclusión:
Finalmente hay que entender que ninguna formación social desaparece antes de que se
desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y
más altas relaciones antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan
madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por lo que la posmodernidad sugiere en
su ambiente tan cambiante no sólo dejar atrás los sistemas que hicieron funcionar a la
sociedad en algún momento, sino que debe de frenar a todos los elementos (incluyendo
grupos de intereses personales) que tiendan a resistirse a las transiciones. Hay que examinar
también y ser conscientes de las repercusiones que se han generado a partir de la
supervivencia de una clase elitista, si bien los daños no han alcanzado aún su impacto
especulado por quienes los instauraron es posible que todo el producto de valores éticos en
nuestra sociedad se fragmente a partir de la homogeneización de una identidad de blanquitud.

La blanquitud se transforman dentro de la dominación de la clase neo-burguesa en un código


de la vida moderna, en un racismo oculto con el cual se sostiene toda nación moderna y que
mantiene siempre, el peligro, de que el racismo ético se trueque en un racismo de orden
biológico. Este dispositivo de emergencia y resguardo de la blancura que puede ser activado
en cualquier momento de la vida moderna. La experiencia más radical fue el nazismo, pero
hasta nuestros días, la blanquitud resguarda la posibilidad de una cierta supremacía de la
blancura. La ética capitalista es así de carácter blanco y presenta un racismo en sus
determinaciones más íntimas y sutiles, la civilización moderna se presenta, entonces, como
esencialmente racista.

En efecto, el concepto de ‘blanquitud’ nos permite observar y comprender la modernidad


capitalista desde otro punto de vista, atendiendo a las determinaciones raciales de la propia
configuración del ethos capitalista, así como la comprensión de otros fenómenos
contemporáneos que se repiten en cada persona desde un marco éticamente impuesto.

El sistema actual de jerarquización de los cuerpos individuales y colectivos es tal que no abre
ya posibilidades para su superación. Así, la posibilidad de trascender este genocidio reclama
necesariamente una transformación radical y profunda del mundo. Seguimos en la historia
cruel pero ya sin fundamento de la selección “natural”, pero generada ahora artificialmente.
Aun cuando ya no es necesaria la división entre fuerte, apto, débil e inadaptable, etc. (debido
a los desarrollos modernos de los que se enorgullece el ser humano), asistimos una versión
remozada de las selecciones naturales arcaicas y pre-modernas (irónicamente hablando de
posmodernidad).
BIBLIOGRAFÍA:

● Anderson, P. (2016). Los orígenes de la posmodernidad. Madrid: Akal.


● Bauman, Z. (2015). Modernidad Líquida. México: Fondo de Cultura
Económica.
● Boron, A. (2003). Teoría Política Marxista o Teoría Marxista de la
Política. CLACSO.
● Echeverría, B. (2010). Modernidad y Blanquitud. México: Era.
● Marx, K. (2006). Contribución a la crítica de la economía Política 1859.
Buenos Aires: El Cardo.

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