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UNIVERSIDAD MARCELINO CHAMPAGNAT


FACULTAD DE EDUCACIÓN

ESCRITURA, TRADICIÓN
Y MAGISTERIO

ALUMNO : MERCADO DALMA, Ana María

PROFESOR :

SURCO - LIMA
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Dedico este trabajo a mis seres


queridos “Mis Padres" por ser
motivadores de mi trabajo estudiantil
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AGRADECIMIENTOS

Para aquellas personas, que día a día nos inculca el amor a la vida universitaria y
hemos encontrado en ella la realización plena de nuestro ser.

Para los estudiantes del Champagnat, que me alienta y cuya formación nos hará
convertir en profesionales útiles al servicio de la sociedad, pues seremos quienes habrán de
forjar y direccionar toda su esperanza en este siglo XXI.

Para la universidad Marcelino Champagnat nuestra Alma Mater, y en especial a


nuestros profesores, que durante la etapa presencial de dos meses, nos inculca todo su
saber en nuestra formación de futuros profesionales, acorde con la realidad de nuestra
sociedad, además, de apoyarnos con materiales y libros indispensables en nuestra
formación universitaria.
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INTRODUCCIÓN

El motivo principal de este trabajo de investigación es tratar sobre la Escritura,


Tradición y Magisterio que están tan estrechamente unidos entre sí, que ninguno de ellos
existe sin los otros. Juntos, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente, cada
uno a su modo, a la salvación de los hombres.

Una diferencia importante entre la Iglesia Católica y el protestantismo es la manera


en que ven la revelación divina. Para la mayoría de las iglesias protestantes, la única fuente
verdadera de la revelación divina es la Biblia y su interpretación se deja a la conciencia de
cada creyente. Para la Iglesia Católica, sin embargo, la revelación de Dios se encuentra en
la Sagrada Tradición, entendida como la palabra revelada de Dios transmitida por la
autoridad doctrinal viva establecida por Cristo en la Iglesia. Esto incluye tanto la tradición
escrita (Sagrada Escritura) como la tradición no escrita recibida de Cristo y transmitida
oralmente por los apóstoles y sus sucesores. La Iglesia fundada por Cristo sobre Pedro, y
sólo la Iglesia, ha sido facultada por Cristo para interpretar Su enseñanza con autoridad en
Su nombre (Cf. CIC 74-141).

Así también en el Capítulo I, tratare todo referente al liberalismo clásico y hablare


sobre su concepto, sus causas,, principios, características y representantes.

En el Capítulo II, trataré sobre el liberalismo ingles y hablaré sobre su origen,


causas, principios, características y representantes.
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En el capítulo III, trataré sobre el liberalismo francés, y hablaré sobre su origen,


causas, principios, características y representantes.

En el capítulo IV tratare sobre el liberalismo alemán y hablaré sobre su origen,


causas, principios, características y representantes.
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SUMARIO

Pág.
INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I: LA ESCRITURA, TRADICION Y MAGISTERIO


1.1. Proceso histórico ……………………………………………………………………..
1.2. ¿Qué relación existe entre la escritura, tradición y magisterio? …………………
1.3. …………………………………………………….…..08

CAPÍTULO II: LA SAGRADA TRADICION


2.1. Concepto……………………………………………………………………………………..13
2.2. Partes………………………………………………………………………………………..14

CAPÍTULO III: EL LIBERALISMO FRANCES


3.1. Concepto…………………………………………………………..………………………....19
3.2. Causas
3.2.1. Estructurales…………………………………………………………………………19
3.2.2. Coyunturales…………………………..…………………………………………….19
3.3. Principios……………………………………………………………………………………..21
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3.4. Características……………………………………………………………………………….21
3.5. Representantes
3.5.1. Montesquieu…………………………………………………………………………22
3.5.2. Rousseau………….………………………………………………………………...23
3.5.3. Condorcet……………………………………………………………………………23

CAPÍTULO IV: EL LIBERALISMO ALEMAN

4.1. Concepto……………………………………………………………………………..………25
4.2. Causas………………………………………………………………………………..………25
4.3. Características……………………………………………………………………….….…..27
4.4. Representantes………………………………………………………………………..……28

CONCLUSIÓN

BIBLIOGRAFÍA
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CAPÍTULO I

LA ESCRITURA, TRADICION Y MAGISTERIO

1.1. Proceso histórico

Dios se reveló muchas veces en el Antiguo Testamento a los Patriarcas y a los Profetas.
En el Nuevo Testamento se reveló por Jesucristo (cf. Hb 1, 1-4). Esta revelación es primero
oral, luego se pone por escrito, y siempre ha de ser conservada, hasta el fin de los tiempos.

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, algunos elementos de esa


Revelación fueron puestos por escrito, dando lugar a los 72 libros de la Sagrada
Escritura. Ahora bien, no todo lo revelado por Dios está contenido en la Escritura. Un
ejemplo claro es el Nuevo Testamento, que no recoge toda la predicación de Jesucristo. Tal
y como san Juan escribió:

“Muchas otras señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están en este
libro; y estas fueron escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, y
para que, creyendo, tengáis vida en su nombre (Jn 20, 30)”.
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Esa revelación no escrita es lo que denominamos Tradición, que no es solo lo


acontecido y no escrito, sino que abarca más. Por ejemplo, la misma vida y milagros de
Jesús, antes de ponerse por escrito, eran Tradición, y así lo fue para la primera generación
cristiana. Y, cuando ya apareció la Escritura, la Tradición continuaba incluyendo otras
muchas cosas: por ejemplo, el modo de vivir de los primeros cristianos, las enseñanzas de
los Padres de la Iglesia, las celebraciones litúrgicas, las devociones nacidas a lo largo de la
historia en las diversas partes del mundo, etc.
Esta diversidad, oral y escrita, en la Revelación ya fueron contempladas por Jesús en
su plan salvador. Con el fin de que se conservaran íntegras sus enseñanzas y de que fuesen
fielmente custodiadas e interpretadas, Jesús instituyó su Iglesia sobre los Apóstoles,
quienes, para cumplir este cometido en el tiempo, eligieron sucesores. Los sucesores de los
Apóstoles son los obispos presididos por el Papa, sucesor de san Pedro en la sede romana.

Sus enseñanzas se denominan Magisterio de la Iglesia. El Magisterio enseña la verdad


sobre la Sagrada Escritura y la Tradición a todos los fieles de la Iglesia a través de los
tiempos, pues tiene la misión de interpretarlas de modo auténtico.

Es de admirar la armonía que existe entre estos tres elementos, Sagrada Escritura,
Tradición y Magisterio de la Iglesia, dispuestos por Jesús como garantía de que la Iglesia
mantendrá su doctrina invariable a través de todos los tiempos. La historia es testigo de
cuánto ha cambiado la cultura humana a lo largo de los siglos. Pues bien, Jesucristo puso
los medios para que el recuerdo de su Persona y de sus enseñanzas no estuviesen
sometidos a los cambios y modas de los tiempos.

1.2. ¿Qué relación existe entre la escritura, tradición y magisterio?

La Tradición, la Escritura y el magisterio, están estrechamente unidas y


compenetradas; sobre todo la escritura y la tradición manan de la misma fuente, se unen en
un mismo caudal, corren hacia el mismo fin. Estos, están tan estrechamente unidos entre sí,
que ninguno de ellos existe sin los otros. Juntos, bajo la acción del Espíritu Santo,
contribuyen eficazmente, cada uno a su modo, a la salvación de los hombres.

La sagrada Escritura es la Palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del


Espíritu santo. La Tradición recibe la Palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu
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Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a sus sucesores; para que ellos, iluminados por
el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación.

Por eso la Iglesia no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo


revelado. Y así ambas se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción.

La Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la Palabra de Dios,


confiado a la Iglesia. Fiel a dicho depósito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores,
persevera siempre en la doctrina apostólica y en la unión, en la Eucaristía y la oración, y así
se realiza una maravillosa concordia de Pastores y fieles en conservar, practicar y profesar la
fe recibida.

El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido


encomendado únicamente al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de
Jesucristo.

Pero el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio, para
enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu
Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este
depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído.

“Ninguno existe sin los otros”. La Tradición sería manipulable si no tuviéramos el filtro
de la Escritura. La Escritura se lee con provecho en el ambiente de la Tradición, como las
cartas amarillentas de la bisabuela se comprenden de verdad leídas en familia. Sin el
Magisterio, Escritura y Tradición estarían sometidas a interpretaciones contradictorias.
Sin Escritura y Tradición, el Magisterio inventaría la fe, sea, la destruiría.

Así, pues, la Tradición, la Escritura el Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente


de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres,
cada uno según su carácter, y bajo la acción del único Espíritu Santo, contribuyen
eficazmente a la salvación de las almas.
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CAPÍTULO II

LA SAGRADA TRADICION

2.1. Concepto

La palabra “tradición” proviene de la palabra latina tradere – entregar, transmitir. En


este caso se refiere a la “transmisión” de la palabra revelada de Dios desde los tiempos
apostólicos hasta nuestros días. Si hemos de tomar la palabra “tradición” en el sentido
amplio, podríamos decir que la Iglesia Católica deriva sus doctrinas solo de la tradición,
entendiendo que la verdad revelada (escrita y no escrita) fue entregada por los apóstoles.
San Pablo entendió así cuando escribió a los Tesalonicenses: “Así pues, hermanos,
manténganse firmes y conserven las tradiciones que han aprendido de nosotros, de viva
voz o por carta” (2 Tes 2,15).

2.2. Partes

Aunque una gran parte de esa tradición fue escrita y se encuentra en los libros de la
Sagrada Escritura, la Iglesia Católica considera a la Tradición y la Biblia, no como dos
fuentes diferentes de revelación, sino como dos medios diferentes de transmisión de la
revelación de Dios que forman un único depósito de la fe. La Biblia, entonces, es una
parte de la tradición, junto con las instrucciones escritas recibidas de Cristo y transmitidas
por los apóstoles y sus sucesores.
Algunos autores se refieren a las doctrinas reveladas (escritas y no escritas) dictadas
por los apóstoles y sus sucesores como el aspecto pasivo de la Tradición y, como aspecto
pasivo, la autoridad doctrinal viva (el Magisterio) establecido por Cristo para asegurar
que Su enseñanza seria transmitida exitosamente a las siguientes generaciones en su
integridad y sin error. a tener éxito las edades en su integridad y sin errores.
CIC 80. Una fuente común...
La Tradición y la Sagrada Escritura “están íntimamente unidas y compenetradas.
Porque surgiendo ambas de la misma fuente, se funden en cierto modo y tienden a un
mismo fin” (DV 9). Una y otra hacen presente y fecundo en la Iglesia el misterio de
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Cristo que ha prometido estar con los suyos “para siempre hasta el fin del mundo” (Mt
28,20). CIC 81. Dos modos distintos de transmisión “La Sagrada Escritura es la palabra de
Dios, en cuanto escrita por inspiración del
Espíritu Santo”.
“La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo
a los apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el
Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su
predicación”
Para comprender la enseñanza de la Iglesia Católica en lo que respecta a la Sagrada
Tradición, debemos tener en cuenta lo siguiente:
a) la revelación pública cesó con Cristo y los apóstoles y evangelistas que
registraron sus enseñanzas;
b) Cristo encargó a Sus apóstoles a predicar;
c) Cristo estableció una autoridad de enseñanza viva para salvaguardar la integridad
del mensaje evangélico y aplicarla con autoridad divina para los siglos venideros;
d) El desarrollo del mensaje del Evangelio no es una nueva doctrina.
Nuestro Señor no sólo encargó a los Apóstoles ir a predicar a todo el mundo el
mensaje de salvación que les había dado, sino que ademas Él les confirió la autoridad de
“atar y desatar” en su nombre, para que “lo que ates en la tierra quedará atado en los
cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16,19).
Asimismo les aseguró: “Quien a ustedes escucha, a mi me escucha; y quien a ustedes
rechaza, a mi me rechaza; y quien me rechaza a mi, rechaza al que me ha enviado” (Lc
10,16).
Inmediatamente después de enviar a Sus apóstoles a predicar el evangelio a todas las
naciones, nuestro Salvador afirmó: “He aquí yo estoy con ustedes todos los días hasta el
fin del mundo” (Mt 28,20). Con estas palabras Aseguró a los apóstoles que Él estaría con
ellos (a través del Espíritu Santo que Él enviaría) para que pudieran transmitir Su doctrina
sin errores hasta el final de los tiempos. Pero puesto que los apóstoles no iban a vivir
tanto tiempo, la promesa de Cristo es válida para sus sucesores, los responsables de la
Iglesia en los siglos venideros. Así, hasta el final de los tiempos, los sucesores de los
apóstoles compartirán la autoridad doctrinal conferida por Cristo a los apóstoles, y la guía
del Espíritu Santo que El prometió.
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CONCLUSIÓN

“Ninguno existe sin los otros”. La Tradición sería manipulable si no tuviéramos el filtro
de la Escritura. La Escritura se lee con provecho en el ambiente de la Tradición, como las
cartas amarillentas de la bisabuela se comprenden de verdad leídas en familia. Sin el
Magisterio, Escritura y Tradición estarían sometidas a interpretaciones contradictorias.
Sin Escritura y Tradición, el Magisterio inventaría la fe, o sea, la destruiría.
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BIBLIOGRAFÍA

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