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La duda es la búsqueda de la certeza. Descartes decía que para dudar hay que tener una base,
no puedo dudar sin creer que estoy dudando y es una certeza.
Lo decisivo es cómo llego a la certeza.
3. Practicando la duda y la certeza me olvido de mí.
: decía que el origen de la filosofía es el percatarse de la propia debilidad e
impotencia. “¿Cómo salir de la impotencia?” Considerando todo lo que no está en mi poder
como indiferente a mí en su necesidad, poniendo en claro y en libertad por medio del
pensamiento lo que reside en mí, a saber, forma y contenido de mis representaciones.
El orden de las motivaciones –admirar, dudar, conmoción interior y comunicación (busca
compartir)- es un orden existencial de lo más exterior de la persona a lo más íntimo de la
misma.
Situaciones límites: son situaciones que no podemos salir, ni alterar. Vienen después
del asombro, duda. La conmoción viene con estas situaciones.
Situaciones límites (conmoción interior)
LO CIRCUNVALANTE
¿Qué existe? Muchas clases de entes Formas de lo inanimado Cosas del mundo
Tales decía que todo es agua, Heráclito dijo que el fondo de todo es fuego, o aire, lo
indeterminado, materia, átomos (Demócrito), Pitágoras decía que la vida es el primer ser, o
bien, el espíritu. La vida representa la degradación de lo que no tiene vida y para el espíritu
son las apariencias producidas por él, como un sueño.
Es una gran variedad de ideas acerca del mundo bautizado con nombres de materialismo,
hilozoísmo (universo materia viviente y animada)
¿Qué es lo justo? Las escuelas no han demostrado tener la verdad.
¿En qué consiste esto? Interpreta al ser como algo que hace frente como un objeto al cual me
dirijo mentándolo. Es tan natural que no lo cuestionamos.
Cuando pensamos en nosotros mismos, somos algo distinto de nosotros y seguimos
existiendo como un yo. Separación sujeto y objeto
No hay objeto sin sujeto, ni sujeto sin objeto. El ser no puede ser en conjunto ni sujeto ni
objeto. Debe ser lo circunvalante.
El ser puro y simple no puede ser objeto. El objeto es un determinado ser para el yo.
Lo circunvalante permanece oscuro en la conciencia hasta que por los objetos se torna claro.
PROBLEMAS: siempre se piensa en objetos, ¿me incluyo cuando pienso en lo circunvalante?
~~ ~~
2° separación: todo objeto determinado está en relación con otros objetos. El ser
determinado es ser distinto lo uno del otro. Cuando pienso en general, pienso en lo opuesto a
la nada. Los circunvalante es aquello que NO se nos presenta del todo ellos mismo,
sino que se nos presenta todo lo demás. Se piensa indirectamente.
LA IDEA
Como “existencia” estamos en relación con Dios mediante el lenguaje de las cosas, la
trascendencia convierte en cifras o símbolos. El ser mismo se llama trascendencia y el
mundo; somos nosotros mismos, la vida, la conciencia, espíritu y “existencia”. Lo místico se
hunde en lo circunvalante.
La condición es que el ser exista es que el ser se vuelva presente mediante una experiencia
también para el alma en medio de la separación. De aquí el afán de claridad.
Pensarlos sabiente que están separados OBJETO: lo que yace frente nosotros.
¿POR QUÉ FILOSOFAR?
SÓCRATES
Fedro: dice que el amor es el dios más antiguo y hace que el hombre sea bondadoso y noble.
Los verdaderos amantes saben morir el único por el otro. 1° nivel.
Pausanias: dice que el amor no camina sin la belleza, que hay dos tipos de amor:
Urania: no tiene madre, se deja llevar por los sentidos, es pasional, sensual y mala
si se prolonga.
Afrodita: se dirige a la inteligencia, es recíproco entre amigo y amante.
También dice que no debemos negar el amor que se nos otorga o se nos pide. 2°nivel.
Eriximaco: dice que el amor es armonía, unión de contrarios. 1° y 2° nivel.
Aristófanes: cuenta que antes estábamos unidos, que éramos poderosos, Zeus, ofendido o
preocupado nos separó y nos condenó a buscar nuestra otra mitad. 4° nivel.
Agatón: dice que el amor es el dios más joven, el amor es el más justo. 5° nivel.
Sócrates: habla de Diotima y Eros, compara el amor con la filosofía, búsqueda eterna, la
sabiduría busca lo bello como el amor, al amor le gusta la sabiduría. 6° nivel.
Su refutación hacia los demás discursos fue que pensaba que se debía decir la verdad sobre el
objeto encomiado. Pone en evidencia que los demás discursos solo se mantienen en el orden
de la opinión y nunca llegan a la ciencia.
Platón en su diálogo “Banquete” nos lega una escalera de niveles de ascenso hasta la
existencia de la belleza en sí misma, el verdadero amor: amor al cuerpo bello – amor a la
belleza corpórea – a las almas – moral. En plena correspondencia con la escalera de los
peldaños hay en el mito de la caverna hasta llegar a la idea del Bien. El discurso de
Aristófanes es el cuarto y está vinculado con los reflejos del agua de las siluetas de los
cuerpos fuera de la caverna porque introduce la proporción matemática –el número aúreo-
en la constitución de los cuerpos.
Sensible Ideas
Filosofía medieval.
“conócete a ti mismo y conocerás a Dios” Unidad 2
San Agustín de Hipona Relación fe y razón.
Categoría del YO.
Acción de preguntar
Dios lo sabe todo pero solo el espíritu humano es quien sabe qué hay en nuestro interior.
Cuando no encuentra respuesta en el exterior, mira en el interior.
Las confesiones buscan saber su interioridad.
Conoce tanto lo que no conoce, ama a Dios pues él lo creó.
¿Qué es eso que ama? a Dios, pero la verdad es que metafóricamente, Agustín pregunta a
todos los elementos de la tierra (agua, tierra, fuego y aire) quienes le responden que no son
Dioses. Al contrario, estas cosas (la materialidad) le dicen a Agustín: ''Ipse fecit nos'' (Él nos
hizo)
Mundo de ideas= Dios divinidad.
El alma no se separa del cuerpo. El alma la que puede percibir todas las cosas. El alma
sería el último escalón con el cual se puede conocer a Dios, pero aún nos queda vedado qué
amamos de Dios.
En el alma humana reside el recuerdo de Dios, emociones, conceptos y todo lo que se
transmite a través de las puertas de los sentidos. (Ascender a Dios)
Hay conocimientos que no tienen imágenes, pero como el concepto está en mí ya tenemos
ese conocimiento.
¿Quién soy? Hombre exterior: bípedo y con extremidades.
Hombre interior: memoria.
Agustín no tiene más a quién preguntar que a sí mismo: ‘‘¿quién soy yo?'' a lo que se
responde ''Un hombre'', luego se pregunta de nuevo desde la interioridad y se responde ''Soy
el alma''.
Busca a Dios busca vivir feliz felicidad memoria
Dios es el creador de ellas. Dios no da vida a los cuerpos, a los cuerpos les dan vida las almas,
y dios da vida a las almas, es alma de las almas, alma que vive por sí misma y no cambia.
Libro XI exterior/interior
Establece eternidad vs tiempo del mundo finito
Eternidad: presente absoluto (palabra de Dios).
¿Qué es el tiempo? El tiempo finito viene. Si nada transcurriese, no habría pasado, si
nada sobreviniese del futuro y es presente.
Tiempo físico: pasa y deja impresión en nuestra memoria.
En ti, espíritu mío,
Presente: instante mínimo (no se puede concebir en cantidad)
mido los tiempos
No hay criterios de cuantifidad a algo que no existe.
Pasado y futuro no existen, solo presente.
Tiempo psíquico: revivir en la memoria, hablando de espíritu.
El tiempo pasado existe en la memoria.
Traer un “recuerdo” a la memoria y de esta forma se representa (se observa en
tiempo presente), tiene su fuente en la memoria.
Pues, San Agustín afirma que el tiempo pasado, presente y futuro no existe pero afirma que
quizás sí exista pero proviene de una fuente oculta y se dirige a otra en su continuo
transcurrir, las fuentes son: memoria, contemplación y espera.
El tiempo no es otra cosa que tres dimensiones del
: diferenciación.
: diferenciación y separación.
Meditaciones
1 2 3
DUDA NATURALEZA DEL ESPÍRITU DE DIOS, QUE EXISTE
Dudar de todo, y más de las 3 tipos de pensamiento
materiales, no puede confiar en Yo soy, yo existo
Imágenes o ideas
los sentidos. Primera certeza
No pueden ser falsos.
Divide la ciencia en formales y Es evidente que al dudar no
fácticas. puedo poner en duda que dudo. Innatas
Nacieron conmigo (Dios)
Niveles de duda Soy una cosa que pienso.
Sentidos, sueño y Segunda certeza
Adventicias
vigilia.
Ideas que tomo del exterior
Cuerpos compuestos. Implica
Simpleza matemática y Dudar, entender, concebir
Cualidades primarias
Dios. -intelectual-
(objetividad): captación de
Sí mismo. Querer, no querer
objetos externos –sustancia de
Sustancias -afectos-
algo.
Res cogitans: pensar Sentir, imaginar
Secundarias: modo de ser de la
Res infinito: Dios -sensibilidad- entra en contacto
sustancia.
Res extensa: alma la res cogitans y la res extensa.
Artificiales: imaginación.
Dualismo cartesiano
Voluntades: las deseamos.
Mente pensar
El tiempo es más decisivo que la Juicios.
Cuerpo ley de movimiento
espacialidad.
Tercera certeza. 3 argumentos sobre la existencia
La duda más significativa es
de Dios:
dudar de la propia acción de
Diferencia entre pensar e Gnoseológico: alguien debió
dudar.
imaginar. poner la idea de ser perfecto y
Cuarta certeza. finito.
Cosmológico: mi existencia
Dios como fuente de depende de la de otro ser.
temporalidad y durabiliadad. Ontológico: la idea de ser
Quinta certeza. perfecto significa que existo.
Fiódor Dostoeivski
En 1860, existió un movimiento, los decembristas, Fiódor fue capturado y llevado a trabajar
en un ferrocarril donde se vuelve católico ortodoxo.
Plantea dos grandes razones para evitar el suicidio:
El dolor, es una pena honda, ira, demencia, o porque todo le daba igual.
Los que piensan demasiado.
El que pierde el miedo al suicidio, a la muerte, quien venza el dolor y el miedo será Dios; la
historia se dividirá dos:
Desde el gorila hasta la destrucción de Dios.
Desde la destrucción de Dios hasta la transformación del hombre y del hombre físicamente.
Quien quiera que desee la libertad máxima, debe perderle miedo al suicidio. Quien se suicide
con el solo objetivo de matar el miedo, se convertirá en Dios. Los demonios son los miedos de
cada uno, las situaciones límites.
Y su sentido ideológico, el demonio intenta reemplazar a Dios, reemplazarlo por algo más
chico, indeleble, somos nosotros.
Unidad 3
John Locke
Empirista es toda teoría filosófica que considera los sentidos como facultades cognitivas,
adecuadas para la adquisición del conocimiento (experiencia).
Islas británicas: Edad media Locke (1632-1704)
Berkeley (1685-1753)
Hume (1711-1776)
Objeto de conocimiento IDEAS
Origen sentidos
: La idea es el objeto del acto de pensar. Todas las ideas vienen de la sensación o
la reflexión (operación interna). 1° operación: sensación, las cualidades sensibles afectan
nuestros sentidos. Percepción de las operaciones internas (pensar, creer, dudar) sentido
interno/ reflexión. Todas las ideas a partir de lo que se aprende, hay cosas que llegan por
tener los ojos abiertos y esto se observa en niños. Los hombres tienen ideas diferentes según
los objetos, posee ideas simples y tendrá más o menos ideas o ser más o menos reflexivos.
Atención a los objetos externos: niños. Poca reflexión: adulto.
: llegan vía sentidos y sin mezcla, no se puede idear una idea
simple ni se puede destruir. Solo las conocemos por nuestros 5 sentidos.
: división de ideas simples
Solo por un sentido por + de un sentido por reflexión por reflexión y sensación
Pocas ideas simples tienen nombre, son los ingredientes de las ideas complejas.
: facultad de discernir, evidencia y certidumbre. Tenemos certeza y de evidencia
son de cierta manera porque los sentidos las captan y las podemos reflexionar, todo lo que
está en nuestra mente fue ingresando por nuestra mente.
Distinción Ingenio: reunir ideas por relación o semejanza y crear cuadros placenteros
para la imaginación. Juicio: separar las ideas según sus diferencias para evitar engaños o
confusiones.
Distinguimos nuestras ideas cuando se encuentras claras y determinadas, evitan la
confusión, nuestros órganos pueden estar afectados y percibamos diferente, pero no
generamos nuevas ideas. [con fiebre el azúcar sabe amarga]
Comparar ideas relacionar. Las bestias comparan las ideas de modo imperfecto, no se
pueden comparar las ideas en sentido amplio, solo lo hacen en situaciones aparejadas a los
objetos. Componen ideas, crear a partir de la sensación la reflexión y las bestias se mueven
entre las simples, incapaces de crear ideas complejas, dar nombres es valerse de palabras
para explicar ideas.
: : es un conjunto de ideas simples, las junta y las relaciona, hace
ideas generales. Se hacen a voluntad, se puede unir ideas y formar otras que no fuesen
percibidas, son modos, sustancias o relaciones según su composición.
Modo dependen de otras sustancias (colores, formas)
Modos simples combinación de una misma idea simple sin mezclarla (docena)
Mixtos varias ideas de distinta clase (violencia)
Relación consideración y comparación con otras ideas.
Sustancias SINGULARES y COLECTIVAS
LEIBNIZ
Leibniz es el primer filósofo en lanzar el tema del fondo inconsciente del alma, le llevó a
disociar la percepción de la conciencia. Hay pues una psicología en Leibniz en la que
desarrolla una pionera teoría del inconsciente, la concepción del inconsciente leibniziana no
tiene absoluta mente nada que ver con la de Freud. La estrategia empleada en su metafísica
madura es la armonización – y no la subordinación – de la experiencia y la teoría, la
interacción entre razón y sentimiento.
Leibniz desarrolla un punto de vista muy holístico en el tema del conocimiento, respecto a la
totalidad de funciones, imaginativas y racionales, de la mente humana.
Segunda analogía
Todos los cambios tienen lugar de acuerdo con la ley que enlaza causa y efecto
Prueba
El principio anterior ha demostrado que todos los fenómenos de la sucesión temporal no son
más que cambios, es decir, un sucesivo ser y no-ser de las determinaciones de la sustancia
que permanece. Ha demostrado, pues, que no es posible que el ser de la misma sustancia siga
a su no-ser o que su no-ser siga a su ser. En otras palabras, ha demostrado que no hay en ella
comenzar a ser o dejar de ser. El principio podría también enunciarse así: toda modificación
(sucesión) de los fenómenos no es más que un cambio. En efecto, el comenzar a ser o el
desaparecer de la sustancia no constituyen cambios de la misma, ya que el concepto de
cambio presupone el mismo sujeto con dos determinaciones opuestas y, consiguientemente,
presupone el sujeto como permanente.— Tras esta nota previa viene la demostración.)
Yo percibo que los fenómenos se siguen unos a otros, es decir, que el estado de las cosas en
un tiempo es opuesto al estado anterior. En realidad, lo que hago es, pues, enlazar dos
percepciones en el tiempo. A hora bien, el enlace no es obra del simple sentido y de la
intuición, sino que es, en este caso, producto de una facultad sintética de la imaginación, la
cual determina el sentido interno con respecto a la relación temporal. Pero la imaginación
puede ligar los dos mencionados estados de dos formas distintas, de modo que sea uno o el
otro el que preceda en el tiempo. En efecto, no podemos percibir el tiempo en sí mismo,
como no podemos determinar en el objeto, empíricamente, por así decirlo, lo que precede y
lo que sigue. De lo único que tengo, pues, conciencia es que mi imaginación pone una cosa
antes y la otra después, no de que un estado preceda al otro en el objeto. O, en otras
palabras, con la mera percepción queda sin determinar cuál sea la relación objetiva de los
fenómenos que se suceden unos a otros. Para que ésta sea conocida de forma determinada,
tenemos que pensar de tal forma la relación entre ambos estados, que quede determinado
necesariamente cuál es el estado que hemos de poner antes, cuál el que hemos de poner
después y que no los hemos de poner a la inversa. Pero un concepto que conlleve la
necesidad de unidad sintética no puede ser más que un concepto puro del entendimiento, un
concepto que no se halla en la percepción y que es, en este caso, el de la relación de causa y
efecto. El primero de estos términos determina al segundo en el tiempo como consecuencia,
no como algo que sólo pueda preceder en la imaginación (o que pueda incluso no ser
percibido en absoluto).
Consiguientemente la misma experiencia, es decir, el conocimiento empírico de los
fenómenos, sólo es posible gracias a que sometemos la sucesión de los mismos y,
consiguientemente, todo cambio, a la ley de la causalidad. Los fenómenos sólo son, pues,
posibles, considerados como objetos de la experiencia, en virtud de esta misma ley.
La aprehensión de la variedad del fenómeno es siempre sucesiva. Las representaciones de las
partes se siguen unas a otras. Si se siguen o no también en el objeto constituye un segundo
punto de la reflexión no contenido en el primero.
Podemos llamar objeto a todo, incluso a toda representación, con tal de que tengamos
conciencia de ella. Lo que ocurre es que el significado de la palabra objeto en relación con los
fenómenos, cuando éstos no son (en cuanto representaciones) objetos, sino que simplemente
designan objetos, requiere una investigación más honda. En la medida en que tales
fenómenos, considerados como simples representaciones son, a la vez, objetos de la
conciencia, no se distinguen en absoluto de su aprehensión, es decir, de su recepción en la
síntesis de la imaginación. Debemos, pues, afirmar que la diversidad propia de los
fenómenos siempre es producida en el psiquismo de forma sucesiva. Si los fenómenos fuesen
cosas en sí mismas, nadie podría establecer, a partir de la sucesión de las representaciones,
cómo se combina en el objeto la variedad de las mismas, ya que sólo tenemos que
habérnoslas con nuestras representaciones. Cómo sean las cosas en sí mismas (con
independencia de las representaciones mediante las cuales nos afectan) es algo que se halla
completamente fuera de nuestra esfera de conocimiento. Aunque los fenómenos no sean
cosas en sí mismas, son lo único que nos puede ser dado a conocer.
Por ello tengo que mostrar qué clase de enlace temporal corresponde a la diversidad de los
mismos, ya que la representación de tal diversidad en la aprehensión es siempre sucesiva.
Así, por ejemplo, la aprehensión de lo diverso en el fenómeno de una casa que se halla
delante de mí es sucesiva. La cuestión es entonces si la diversidad de esta casa es, en sí
misma sucesiva, cosa que nadie admitirá. Tan pronto como me remonto al significado
trascendental de mis conceptos de un objeto, la casa deja de ser una cosa en sí para
convertirse en un simple fenómeno, es decir, en una representación cuyo objeto
trascendental nos es desconocido. ¿Qué entiendo, pues, por la cuestión: cómo estará ligada la
diversidad en el fenómeno mismo (que no es nada en sí)? Aquí se considera lo que se halla
en la aprehensión sucesiva como representación, mientras que el fenómeno que me es dado
se considera, a pesar de no ser más que el conjunto de estas representaciones, como el objeto
de las mismas, objeto con el que tiene que concordar el concepto que extraigo de las
representaciones de la aprehensión. Como la concordancia del conocimiento con el objeto
constituye la verdad, se aprecia en seguida que sólo podemos preguntar aquí por las
condiciones formales de la verdad empírica, y que el fenómeno, a diferencia de las
representaciones de la aprehensión, sólo puede ser representado como objeto distinto de
ellas si se halla sometido a una regla que lo diferencie de toda otra aprehensión y que
imponga una forma de combinación de lo diverso. Aquello que contiene en el fenómeno la
condición de esta regla necesaria de la aprehensión es el objeto.
Prosigamos ahora con nuestro tema. El que algo suceda, es decir, el que se produzca algo o
algún estado que antes no era, no podemos percibirlo empíricamente si no hay antes un
fenómeno que no contenga en sí dicho estado. En efecto, una realidad que venga después de
un tiempo vacío y, por tanto, un empezar a ser no precedido por un estado de cosas es algo
tan imposible de aprehender como el tiempo vacío mismo. Toda aprehensión de un suceso
es, pues, una percepción que sigue a otra. Dado que esto es lo normal en toda síntesis, com o
antes mostré con el ejemplo del fenómeno de la casa, no nos basta todavía para distinguir
una aprehensión de otra. Pero también observo que si en un fenómeno que contiene un
suceso llamo A al estado precedente y B al estado siguiente, B no puede hacer más que seguir
a A en la aprehensión, mientras que la percepción A sólo puede preceder a B, no seguirla.
Veo, por ejemplo, un barco navegando río abajo. Mi percepción de la posición que ocupa más
abajo sigue a la percepción de la posición que ocupaba más arriba en la corriente del río. Es
imposible que en la aprehensión de este fenómeno percibamos el barco primero abajo y
después más arriba. Consiguientemente, el orden de sucesión de las percepciones en la
aprehensión se halla aquí predeterminado y ésta se encuentra ligada a ese orden. En el
anterior ejemplo de la casa, mis percepciones podían empezar con la aprehensión del tejado
y terminar con la del suelo. Podían también empezar por abajo y acabar arriba, al igual que
podía aprehender la variedad de la intuición empírica de derecha a izquierda o de izquierda a
derecha. E n la serie de estas percepciones no había, pues, ningún orden preestablecido que
me obligara a comenzar la aprehensión en un punto 1 para enlazar empíricamente la
variedad. Pero sí se hallará siempre esta regla en la percepción de lo que sucede, y es ella la
que hace necesario el orden de las percepciones (en la aprehensión del fenómeno).
En tal caso habrá, pues, que deducir la sucesión subjetiva de la aprehensión de la sucesión
objetiva de los fenómenos, ya que, de lo contrario, la primera queda completamente
indeterminada y no distingue ningún fenómeno de otro. Al ser completamente arbitraria, la
sucesión subjetiva no demuestra nada, por sí sola, sobre la conexión de la diversidad en el
objeto. La sucesión objetiva consistirá, pues, en aquel orden de la diversidad del fenómeno en
virtud del cual la aprehensión de una cosa (lo que sucede) sigue a la aprehensión de otra cosa
(lo que precede) de acuerdo con una regla. Sólo así puedo afirmar legítimamente que hay
una sucesión en el mismo fenómeno y no sólo en mi aprehensión, lo que equivale a decir que
no puedo organizar esta última sino precisamente según esa sucesión.
Así, pues, según esta regla ha de haber en lo que precede a un suceso la condición de una
regla conforme a la cual ese suceso sigue siempre y necesariamente. No puedo, en cambio,
volver atrás desde el suceso y determinar (mediante aprehensión) lo que precede, pues
ninguna aprehensión retrocede desde el punto temporal siguiente al anterior, aunque sí
guarda relación con algún punto temporal precedente. Al contrario, hay que pasar desde un
tiempo dado al tiempo determinado siguiente. Dado, pues, que hay algo que sigue, me veo
obligado a relacionarlo con algo que es anterior y distinto, y tras lo cual sigue, de acuerdo con
una regla, es decir, de modo necesario; de forma que el suceso, en cuanto condicionado,
remite indudablemente a alguna condición que es la que lo determina.
Supongamos un suceso en las condiciones siguientes: no hay nada que lo preceda, nada a lo
cual tenga que seguir conforme a una regla necesaria. E n este supuesto, toda sucesión de la
percepción se hallaría exclusivamente en la aprehensión, es decir, no sería más que una
sucesión subjetiva. Quedaría, en cambio, sin determinar de modo objetivo qué es
propiamente lo que debiera preceder y lo que debiera seguir en las percepciones. De este
modo no tendríamos más que un juego de representaciones, un juego que no se referiría a
objeto alguno. Es decir, a través de nuestra percepción no se distinguiría en absoluto un
fenómeno de otro, en lo que a la relación temporal concierne, ya que la sucesión en el
aprehender es siempre idéntica y nada habría en el fenómeno que la especificara de tal
modo, que la convirtiera en una sucesión objetivamente necesaria. No afirmaré, pues, que
dos estados consecutivos se siguen en la esfera del fenómeno, sino simplemente que una
aprehensión sigue a otra, lo cual no pasa de ser algo subjetivo, algo que no determina objeto
alguno y que, consiguientemente, no puede tener validez para el conocimiento de un objeto
(ni siquiera en la esfera del fenómeno).
Cuando conocemos, pues, que algo sucede, siempre estamos presuponiendo que algo
antecede y que a ese algo sigue lo que sucede conforme a una regla. En efecto, de o ser así, no
afirmaría que el objeto sigue, ya que la simple secuencia en mi aprehensión no permite — a
no ser que haya una regla que determine tal secuencia en relación con algo precedente—
suponer una secuencia en el objeto. Convierto, pues, en objetiva mi síntesis subjetiva (de
aprehensión) siempre en relación con una regla en virtud de la cual los fenómenos se hallan
determinados en su secuencia, es decir, a medida que van produciéndose. Sólo bajo esta
condición es posible la experiencia de algo que sucede.
Esto parece contradecir todas las observaciones que se han hecho acerca de cómo es el uso
del entendimiento. Según tales observaciones, si hemos llegado a descubrir una regla según
la cual hay ciertos sucesos que siguen siempre a ciertos fenómenos, ello sólo se debe a
muchas secuencias percibidas y comparativamente coincidentes con fenómenos anteriores;
esto sería lo que nos llevaría a formar el concepto de causa.
Pero si este concepto tuviera una base semejante, sería un concepto meramente empírico. La
regla que él suministra, según la cual todo lo que sucede tiene una causa, sería tan accidental
como la experiencia misma. Tanto la universalidad como la necesidad de este concepto
serían entonces meramente ficticias, ya que estarían fundamentadas sobre una simple
inducción, y no a priori. O curre aquí lo mismo que en el caso de otras re presentaciones
puras a priori (por ejemplo, las de espacio y tiempo): únicamente podemos extraerlas de la
experiencia como conceptos claros por haberlas puesto antes en ella, de modo que si hemos
obtenido la experiencia misma ha sido gracias a ellas. Bien es verdad que la claridad lógica de
esta representación de una regla que determina —como concepto de causa— la serie de los
sucesos sólo es posible una vez que la hemos empleado en la experiencia. Pero el haber
tenido en cuenta esta regla como condición de la unidad sintética de los fenómenos en el
tiempo ha constituido el fundamento de la misma experiencia y, consiguientemente, la ha
precedido a priori.
Se trata, pues, de mostrar en el ejemplo que nunca, ni siquiera en la experiencia, atribuimos
sucesión (de un evento en el que sucede algo que antes no existía) al objeto, y que no la
distinguimos de la sucesión subjetiva de nuestra aprehensión, salvo que haya una regla que
nos sirva de base y que nos obligue a observar este orden de percepciones más bien que otro.
Más todavía, salvo que sea en realidad este obligarnos lo que haga posible la representación
de una sucesión en el objeto.
Tenemos representaciones en nosotros de las que podemos también llegar a ser conscientes.
Pero, por mucho que se extienda esta conciencia, por muy exacta o precisa que sea, seguirán
siendo simples representaciones, es decir, determinaciones internas de nuestro psiquismo en
esta o aquella relación temporal. Pero ¿cómo es que asignamos un objeto a esas
representaciones o que les atribuimos, además de la realidad subjetiva que poseen como
modificaciones, no se sabe qué realidad objetiva? La significación objetiva no puede consistir
en la relación con otra representación (de aquello que se quería afirmar del objeto), ya que,
de ser así, surge de nuevo el problema: ¿cómo sale esta representación, a su vez, de sí misma
para obtener, aparte de la significación subjetiva que le es propia en cuanto determinación
del estado del psiquismo, una significación objetiva? Si investigamos qué propiedad nueva
confiere a nuestras representaciones la referencia a un objeto y qué dignidad adquieren
mediante tal referencia, observamos que ésta no hace más que obligarnos a ligar esas
representaciones de una manera determinada, por una parte, y, por otra, someterlas a una
regla. Observamos, a la inversa, que si conferimos significación objetiva a nuestras
representaciones ello se debe tan sólo a la necesidad de un determinado orden en la relación
temporal de las mismas.
La diversidad de las representaciones se sucede siempre de modo consecutivo en la síntesis
de los fenómenos. Con ello no representamos ningún objeto, ya que a través de esta sucesión,
que es común a todas las aprehensiones, no distinguimos ninguna cosa de otra. Pero tan
pronto como percibo o presupongo que esta sucesión guarda una relación con el estado
previo, del cual surge la representación conforme a una regla, me represento algo como
suceso o como algo que sobreviene. Es decir, capto un objeto que tengo que situar en un
determinado punto del tiempo, un punto que, teniendo en cuenta el estado anterior, no
puede serle asignado de otro modo. Cuando percibo, pues, que algo sucede, lo primero que
tal representación contiene es que algo precede, ya que precisamente con respecto a ese algo
obtiene el fenómeno su relación temporal, a saber, la de existir después de un tiempo
precedente en el que no existía aún. Pero en esa relación el fenómeno sólo puede obtener ese
preciso punto temporal si suponemos algo en el estado anterior, algo a lo que sucede
siempre, es decir, según una regla. De ello se deduce, en primer lugar, que no puedo invertir
la serie, poniendo lo que sucede antes de aquello a lo cual sigue; en segundo lugar, se deduce
que, una vez puesto el estado precedente, sigue indefectible y necesariamente ese
determinado suceso. Con ello tenemos, pues, que hay un orden entre nuestras
representaciones, orden en el que lo presente (en la medida en que ha llegado a ser) remite
a un estado anterior como correlato de este suceso dado y, aunque este correlato se halla
todavía indeterminado, guarda una relación determinante con el suceso como consecuencia
suya, conectándolo necesariamente consigo en la serie del tiempo.
Si hay, pues, una ley necesaria de nuestra sensibilidad y, consiguientemente, una condición
formal de todas las percepciones, consiste en que el tiempo precedente determina
necesariamente el tiempo siguiente (ya que no puedo llegar a este último sino a través del
primero). Así, pues, hay también una indispensable ley de la representación empírica de las
series temporales consistente en que los fenómenos del tiempo anterior determinan toda
existencia en el tiempo siguiente y en que los fenómenos del tiempo siguiente no tienen
lugar, en cuanto sucesos, sino en la medida en que los fenómenos del tiempo anterior
determinan su existencia temporalmente, es decir, la establecen de acuerdo con una regla.
En efecto, sólo en los fenómenos podemos captar empíricamente esta continuidad en la
conexión de los tiempos.
Para toda experiencia y para su posibilidad nos hace falta el entendimiento. Lo primero que
éste hace no es esclarecer la representación de los objetos, sino posibilitar la representación
de un objeto en general. Pero esto ocurre gracias a que el entendimiento transfiere el orden
temporal a los fenómenos y a su existencia, en el sentido de que asigna a cada uno de ellos —
en cuanto consecuencia— una posición temporal determinada a priori con respecto a los
fenómenos anteriores.
Si no fuera así, los fenómenos no concordarían con el tiempo mismo, el cual determina a
priori la posición de cada una de sus partes. Ahora bien, no podemos extraer tal
determinación de posiciones partiendo de la relación de los fenómenos con el tiempo
absoluto (que no es objeto de percepción).
Al contrario, los fenómenos mismos tienen que determinar su posición temporal entre sí y
convertirla en necesaria.
Es decir, lo que sigue o sucede debe seguir a lo contenido en el estado anterior de acuerdo
con una regla universal.
De ello resulta una serie de fenómenos que, mediante el entendimiento, produce e impone en
la serie de las percepciones posibles exactamente el mismo orden y permanente conexión
que encontramos a priori en la forma de la intuición interna (tiempo), en la cual todas las
percepciones han de tener su posición.
comte
La sociología es la ciencia social que se encarga del análisis científico de la sociedad humana a
población regional. Estudia los fenómenos colectivos producidos por la actividad social de los
seres humanos, dentro del contexto histórico-cultural en el que se encuentran inmersos.
Positivismo: Hechos concretos, único conocimiento autentico es el conocimiento científico
que surge del método científico. Critica a la metafísica como pseudociencia. Deriva del
empirismo.
Comte dice que es posible explicar la sociedad mediante la ciencia.
Propone tres estados referidos al espíritu o a la inteligencia humana, estos son métodos de
filosofar cuyo proceder es esencialmente diferente y opuesto uno de otro, la ley de los tres
estados permite unificar la explicación del conocimiento humano y cada paso nos permite
acercarnos a la verdad.
los seres humanos se preguntan en porqué de ciertos fenómenos del mundo que
los rodean. Se pueden distinguir tres fases que se dan de forma cronológica:
la causa del fenómeno responde a la voluntad que se le atribuye al objeto.
se les da a esos hechos una explicación de dioses y se reduce a uno solo.
todo lo que ocurre obedece a la propia voluntad.
lo define como un estado de transición entre lo teológico y lo científico. Supone
un progreso respecto del estado anterior, ya que deja de lado la divinidad y se comienza a
buscar una explicación racional. Se comienza a ejercitar la facultad necesaria para el
pensamiento científico: la razón.
- su objetivo se limita a la observación de fenómenos concretos y de ahí
a la formulación de leyes que permiten determinar las relaciones de los sujetos. La
observación nos permite emanciparnos de la imaginación y alcanzar la razón y la
experimentación nos ayuda a la hora de confirmar o rechazar una hipótesis. Esto le permite
al sujeto conocer lo que lo rodea y le permite la manipulación de este entorno.
Los primeros dos estados pretenden hallar la causa última de los fenómenos y el científico
busca determinar cómo se dan esos fenómenos.
Existen dos elementos que confirmar que los estados son una ley, el primero es la propia
historia de las ciencias, todas las ciencias pasan por estos estadios y el segundo es el
pensamiento, ya que desde la infancia a la madurez se pasa por estos estadios.
• Objetivo: contraponer la Teoría de las Cinco Edades de Fichte con la Teoría de los Modos de
Producción de Marx.
• La teoría Fichteana se encuentra en sus “Conferencias de Berlín” (1804-5)
• La teoría de Marx se encuentra en varias de sus obras, sin embargo toma sobre todo “El
capital”.
Johann Gottlieb Fichte (1762-1814)
Karl Heinrich Marx (1818-1883)
1. La teoría de las Cinco Edades de Fichte
Reduce las diferentes fases o periodos de la historia a cinco épocas:
1. Dominio de la razón como instinto ciego.
2. El instinto se transforma en una autoridad exteriormente imperativa.
3. Se destruye el dominio de la autoridad y con él el de la razón misma.
4. La razón y sus leyes se conciben con clara conciencia.
5. Se ordenan y regulan todas las relaciones de la especie según las leyes de la razón
Consideraciones previas
• Su metodología es apriorística, describe a priori la totalidad del tiempo y todas las posibles
épocas de él.
• Su metodología histórica, es apriorística ya que para él inventar una teoría consiste en
elaborar o construir “deductivamente” una estructura que posteriormente sea capaz de
proporcionar una serie de aplicaciones.
• El filósofo construye sus principios, sin ocuparse de las cosas que lo rodea, ni necesitar para
nada del recuerdo para proseguir sus investigaciones.
• Contrapone dos partes de la historia que si bien están relacionadas tienen dos tareas
distintas:
1. La tarea del filósofo de la historia (se ocupa de lo a priori, como una especie de plan del
universo que lleva a la Humanidad a través de las Cinco Edades)
2. El historiador empírico (se ocupa de tiempos, lugares y circunstancias particulares. Tiene
lugar lo a posteriori, la experiencia de la historia)
El “Filósofo” esclarecería las condiciones de posibilidad de una historia en general, mientras
que el “historiador empírico” tendría por misión señalar las determinaciones fácticas
ulteriores del existir empírico.
Teoría de las Cinco Edades
• Las edades en cuanto fases brotan unas de otras de manera regresiva, por la presión que
ejercen dos cota o topes, máxima y mínima.
• Los topes “máximo y mínimo” sirven para acotar el campo histórico, es decir, el espacio en
el que se desenvuelve la historia de la humanidad.
• Las cotas “inicia y final” son el instinto y, su negación, la libertad, las cuales sirven para
definir la primera y la quinta edad.
• La vida sobre la tierra se divide en dos edades: una en que la especie vive con libertad y vive
según la razón y la otra en que lleva a cabo con libertad esta organización conforme a la
razón.
• La época de la ciencia racional: la edad en que la verdad es reconocida como lo más alto que
existe y es amada del modo también más alto.
• “El estado de justificación incipiente”
• La época del arte racional: la edad en que la humanidad, con mano segura e infalible, se
edifica a sí mismos, hasta ser la imagen exacta de la razón.
• El estado de la acabada justificación y salvación.
¿Cuál es la teoría de Marx? ¿Qué es el comunismo?
II. La teoría de los Modos de Producción Históricos de Marx
• La periodización de la historia humana se obtiene de los sucesivos modos de producción
dominantes en cada formato social.
1. Comunismo Primitivo
• No existe una separación del trabajador y de sus medios de producción.
• No hay división ni lucha de clases.
• El trabajador está unido a la Naturaleza de una manera ciega, y por tanto no libre.
6. Comunidad primitiva
• (Modos de producción asiático y germánico)
• Gracias a la agricultura aparece un excedente regular y además la segunda gran división del
trabajo en agricultura y artesanado.
4. Sociedades Precapitalistas
• Se alcanza al grado máximo la separación entre el trabajador y los medios de producción,
aquella que se consigue con el obrero de la industria fabril que únicamente es propietario de
su fuerza de trabajo.
• Constituyen la prehistórica del capital y en las que la separación entre el trabajador y los
medios de producción no es tajante.
5. Relaciones de esclavitud
• El trabajado no es considerado como un hombre.
• “Ganado parlare”
• Servidumbre.
3. Capitalismo
• Grado máximo de separación entre el trabajador y los medios de producción. El obrero sólo
posee su fuerza de trabajo.
• Desde esta etapa se sitúa el período de transformación revolucionario de la una a la otra.
• Comienza la fase superior de la sociedad comunista, en la que se realizará el verdadero
individuo libre.
7. Sociedad socialista
• El trabajador libre en abstracto, del capitalismo, alcanza su libertad concreta al suprimirse
la separación entre él y los medios de producción
8. Sociedad comunista
• Sistema social sin clases con una forma de propiedad pública de los medios de producción y
con la plena igualdad social de todos los miembros de la sociedad.
2. Comunismo futuro
• El trabajador se emancipa de esa naturaleza por medio de la cultura, realizándose así el
individuo libre que vuelve a reconciliarse con la Naturaleza y con los medios de producción
que se le habían enajenado.
Hegel
Según su pensamiento, cada año que vive una persona es
un año más y un año menos.
La libertad implica que no estemos atados a la inmediatez,
ser inmediato significa ser vegetal o animal. Tener
distancia, extremidades es no ser inmediato.
Las tres distancias (Strauss): al suelo, a las cosas y a los
semejantes.
Lacan, tomando como punto de partida a Hegel para pensar el inconsciente, “la falta básica”,
si la vida no fuera transcurso entre opuestos, no saldríamos del vientre. La vida es dialéctica:
implica la contradicción de estar allí y salir.
La multiplicidad de perspectivas no siempre es la totalidad de Si no hay contradicción, no hay
perspectivas. Toda totalidad implica evolución; si no hay contradicción,
multiplicidad pero no toda multiplicidad no hay mañana.
implica totalidad de perspectivas. Con Hegel se
logra la conciencia crítica histórica de multiplicidad de perspectivas en filosofía y en las
demás ciencias de a poco.
La multiplicidad de perspectivas se organiza en:
Tesis
Antítesis
Síntesis
Cuando lo circunvalante es consciente de sí mismo se vuelve dialectico. Si no lo sabe, es
inmediato.
La dialéctica es el proceso de los pasos: inmediatez, mediación dual (a,b) y síntesis.
Nos encontramos en pleno proceso de conformación de una
Y el ética de la obligación —tan ardientemente combatida después
romanticismo por los jóvenes idealistas— que viene a sustituir a una ética de
la virtud. Es el tránsito de la ética entendida como realización
de la naturaleza a una ética montada sobre las exigencias de
una racionalidad que. De hecho, viene definida por el orden
institucional. El puritanismo predica unas exigencias cuya eficacia socializadora es
manifiesta: la lucha contra la naturaleza desordenada, autocontrol e independencia afectiva,
resistencia a la inclinación... El matrimonio sólo puede ser una institución no-natural, es
decir, estrictamente hablando, sociopolítica.
Sobre esta polarización de una racionalidad moralizante y una corporalidad animal, está
basada la teoría kantiana del matrimonio como contrato legal, tal como es formulado en la
Metafísica de las costumbres del año 1787. El amor se encuentra ante una rígida alternativa:
o está regido desde la animalidad natural o se somete a la ley. Y Kant se decide por la
segunda consideración, sobre el modelo de la relación contractual de un derecho de posesión
y uso recíproco, según el derecho civil de la época. La reciprocidad salva, en una última
instancia, la dignidad perdida.
El dualismo se encuentra con graves dificultades a la hora de pensar el amor humano.
Prueba de ello son los problemas en que se queda atrapado Kant cuando trata de ofrecer una
explicación que no contradiga los supuestos del sistema crítico. Por lo pronto, el amor no
vincula a dos sujetos trascendentales de la apercepción, ni mucho menos es el género
humano el destinatario del enamoramiento. La concreción desborda así el principio de
generalidad. Por otro lado, vistas las cosas desde la perspectiva de una idea de dignidad
entendida como autodominio, racionalización y afirmación del yo, una fenomenología del
amor tendría que concluir con una afirmación de incompatibilidad: lo que aquí aparece es
más bien una pérdida de la razón, un deseo de entrega incondicional, un descentramiento de
la subjetividad, en resumen: una patología. Como tal se lo plantea Kant. Considerado en su
naturalidad, el commercium sexuale tiene un aire de familia con el canibalismo: uso y abuso
son indiscernibles, por lo que hay en todo ello algo que lesiona la dignidad humana. ¿Es
posible entonces conciliar la inclinación con el dominio de sí, el deseo con la dignidad,
donación y autonomía? La teoría kantiana del amor patológico se encuadra dentro de una
antropología que ha ampliado el inventarío de las enfermedades humanas hasta incluir todos
los movimientos del alma que no son deducibles de un principio de libre autodeterminación.
En su origen, el amor es algo pasivo, sensible. Carente de lógica, no libre. Kant registra así un
lugar común en la mentalidad de la época: su originalidad consiste en habérselo planteado
como un problema y, sobre todo, en haber ensayado una solución exterior la racionalización
jurídica de una realidad que por naturaleza es patológica.
Así pues, la intención de Kant consiste en encontrar un estatuto jurídico que dignifique lo
que, de no ser así. Supondría una consagración de la animalidad. La cuestión es cómo puede
el hombre ser a la vez un objeto disponible y una personalidad. Pues bien, la posesión del
otro como una cuasicosa sólo puede justificarse bajo la condición de una comunidad
recíproca y previamente presupuesta. De este modo, con ayuda de un modelo mecanicista de
bilateralidad y reciprocidad se mantiene el dualismo entre lo natural y lo racional, en un
campo en el que parecía naufragar. El derecho se ha desvinculado así de toda ordenación
natural ideológica. La consecuencia es el triunfo de la escisión entre el reino de la naturaleza
y el reino de la libertad.
La filosofía kantiana no permitía otra posibilidad. Si no hay alma, si el hombre es una
conciencia que dispone de una máquina, el amor sólo es posible como contrato de propiedad.
Esto se debe a que para Kant la dimensión corporal del amor no forma parte de la libertad.
De este modo, aun cuando Kant se haya esforzado por aducir argumentos contra la
poligamia, poco o nada puede decir frente al protagonista de la novela Wokiemar, a quien
Jacobi había asignado dos mujeres, una para el cuerpo y otra para el alma. El matrimonio es
un contrato civil de propiedad, en el que la libertad no se ve comprometida. La conciencia
libre hace aso de la corporalidad propia y ajena, sin que en ello se contradiga el principio de
autonomía, pues el yo se ha refugiado en una cláusula contractual. La libertad no es afectada
por la corporalidad, ya que ésta es solamente un instrumento de la razón. El amor no
compromete la autonomía de la subjetividad. La existencia de algo así como un contrato de
donación integral atentaría, en cambio, contra la autonomía del espíritu. En el amor no cabe
hablar de donación completa, sino tan sólo de cesión del cuerpo. Si la donación fuera total, el
hombre se convertiría en objeto y perdería su dignidad personal.
§97
La oposición entre una inmediatez autosuficiente del
La enciclopedia contenido y del saber, [por un lado], y una mediación
igualmente autosuficiente que no sea asociable con la
inmediatez [por otro], hay que apartarla, en primer
término, porque es una mera presuposición y una
aseveración arbitraria.
Igualmente todas las otras presuposiciones y prejuicios han de ser abandonados cuando se
ingresa en la ciencia, sean ellos tomados de la representación o del pensamiento.
§79
Lo lógico, según la forma, tiene tres lados: a) el abstracto o propio del entendimiento; b) el
dialéctico o racional-negativo; y) el especulativo o racional-positivo sobre las
determinaciones de lo lógico, como también sobre su división, debe tomarse en cualquier
caso como una indicación de carácter histórico y como anticipo.
§ 80
a) El pensamiento en cuanto entendimiento se queda parado en la determinidad fija y en la
distintividad de ella frente a otra; un tal abstracto [así] delimitado vale para el entendimiento
como siendo de suyo y como subsistente.
§81
El momento dialéctico es el propio superar de tales determinaciones finitas y su pasar a sus
opuestas.
1) Lo dialéctico, tomado por el entendimiento como algo separado de por sí, especialmente
cuando se hace patente en los conceptos científicos, constituye el escepticismo; éste contiene
la mera negación como resultado de lo dialéctico. 2) La dialéctica se considera habitualmente
como una habilidad extrínseca que puede producir arbitrariamente una confusión en
determinados conceptos y una mera apariencia de contradicción en ellos, de modo que
[según este modo de ver] lo nulo no serían aquellas determinaciones, sino la apariencia [de
contradicción], y lo que el entendimiento capta, por el contrario, sería más bien lo verdadero.
§82
y) Lo especulativo o racional-positivo aprehende la unidad de las determinaciones en su
oposición, lo afirmativo que se contiene en la disolución de ellas y en su pasar.
1) La dialéctica tiene un resultado positivo porque tiene un contenido determinado o [lo que
es lo mismo], porque su resultado no es verdaderamente la nada abstracta y vacía, sino la
negación de determinaciones [sabidas como] ciertas, las cuales se conservan en el resultado,
precisamente porque éste no es una nada inmediata, sino un resultado. 2) Este [resultado]
racional, por consiguiente, aunque sea algo pensado e incluso abstracto, es a la vez algo
concreto porque no es una unidad simple, formal, sino unidad de determinaciones distintas.
Con meras abstracciones o pensamientos formales la filosofía nada tiene que ver en absoluto,
sino solamente con pensamientos concretos. 3) En la lógica especulativa se contiene la mera
lógica del entendimiento y ésta se puede construir igualmente desde aquélla; para ello no se
requiere otra cosa que omitir lo dialéctico y racional; de esta manera [la lógica especulativa]
se convierte en la lógica usual, una historia [o enumeración] de varias determinaciones del
pensamiento colocadas juntas y que en su finitud valen como algo infinito.
§83
La lógica se divide en tres partes:
I. La doctrina del ser.
II. La doctrina de la esencia.
III. La doctrina del concepto y de la idea.
Es decir, la lógica se divide en la doctrina del pensamiento:
I. en su inmediatez o doctrina del concepto en sí;
II. en su reflexión y mediación o doctrina del ser-para-sí y aparencia del concepto.
III. en su haber regresado a sí y en su ser-cabe-sí desarrollado 247 o doctrina del concepto en
y para sí.
§86
El puro ser constituye el comienzo porque es tanto pensamiento puro como lo inmediato
simple e indeterminado, y el primer comienzo no puede ser nada mediato ni más
determinado.
Para solventar todas las dudas y reminiscencias que se pueden oponer en contra de que la
ciencia se inicie con el ser vacío y abstracto, basta simplemente con cobrar conciencia de lo
que comporta la naturaleza del empezar. El ser puede ser determinado como yo = yo, o bien
como la indiferencia absoluta o la identidad, etc.
Ahora bien, siendo necesario comenzar, sea con un simple saber, es decir, con la certeza de sí
mismo, sea con una definición o intuición de lo absolutamente verdadero, pueden
considerarse éstas o parecidas fórmulas como aquellas que deberían ser las primeras. Ahora
bien, en la medida en que en el interior de tales fórmulas se encuentra ya una cierta
mediación, no pueden ser verdaderamente las primeras; la mediación es un haber salido [ya]
de un primero hacia un segundo y seguir adelante desde distintos. Si se toma
verdaderamente yo = yo, o también la intuición intelectual como lo primero solamente, en
esta pura inmediatez no hay expresa de manera más inmediata en lo que Jacobi dice del Dios
de Spinoza, a saber que él es el principio del ser en toda existencia.
§87
Ahora bien, este ser puro es la pura abstracción y por tanto lo absolutamente negativo que,
tomado igualmente de manera inmediata, es la nada.
1) De ahí se seguiría la segunda definición de lo absoluto, es decir, que él es la nada; de hecho
tal definición se implica cuando se dice que la cosa-en-sí es lo indeterminado, lo que
simplemente carece de forma y también de contenido; igualmente [se implica esta
definición] cuando se dice que Dios es solamente el ente supremo y nada más, ya que, en
cuanto tal, Dios viene expresado como aquella misma negatividad; la nada que los budistas
tienen como principio de todo y como fin último y meta de todo, es la misma abstracción.—2)
Cuando la oposición queda expresada con esta inmediatez, como ser y nada, parece entonces
demasiado chocante que tal oposición sea nula y que no se deba intentar fijar el ser y
preservarlo del paso [a la nada]. [Pero] la reflexión ha de fracasar en este intento de buscar
para el ser una determinación firme en virtud de la cual fuera distinto de la nada. Tómese,
por ejemplo, aquello que permanece en todo cambio, la materia infinitamente determinable
o, si se prefiere, y sin especial reflexión, cualquier
EXISTENCIA singular, lo que tengamos más a mano, sensible o espiritual. Pero [ocurre
entonces que] todas estas mayores y más concretas determinaciones ya no dejan al ser como
puro ser y nada más, tal como el ser es aquí, en el comienzo, de manera inmediata.
Solamente en y por esta pura inmediatez es [el ser] nada, un inefable; su distinción respecto
de la nada es una mera opinión [o mención].
Propiamente se trata solamente de la conciencia de esos comienzos, es decir, que ambos no
son más que abstracciones vacías y uno es tan vacío como el otro; el impulso a encontrar en
el ser o en ambos [términos] un significado firme es la misma necesidad que impulsa hacia
adelante al ser y a la nada y les confiere un significado verdadero, es decir, concreto. Este ir
hacia adelante es la realización lógica y el transcurso que se presentará en lo que sigue. La
reflexión que encuentra para estos comienzos determinaciones más profundas es el
pensamiento lógico, mediante el cual tales determinaciones se producen, no de manera
contingente, sino necesaria.—Toda significación que reciban más adelante deberá
considerarse, por tanto, únicamente como una determinación más próxima y una definición
más verdadera de lo absoluto; tal determinación y definición ya no será entonces una
abstracción vacía como ser y nada, sino más bien un concreto del que ambos, ser y nada, son
momentos.—La forma suprema de nada sería de suyo la libertad, pero ésta es la negatividad
en tanto se sumerge en su propia profundidad hasta la máxima intensidad, y es ella misma
afirmación, precisamente absoluta.
§88
L a nada en cuanto es esto inmediato, igual a sí mismo, es también inversamente lo mismo
que el ser. La verdad del ser, así como la de la nada, es, por consiguiente, la unidad de
ambos; esta unida es el devenir.
1) La proposición que afirma que ser y nada son lo mismo parece a la representación o al
entendimiento una proposición tan paradójica que se tiene por algo quizá no dicho en serio.
En efecto, es una de las proposiciones más duras a las que se atreve el pensamiento, ya que
ser y nada son la oposición en su total inmediatez, esto es, sin que en ninguno de los dos
extremos se haya ya sentado una determinación que contenga la referencia [de este extremo]
al otro. Estos extremos contienen, sin embargo, esa determinación, como se ha mostrado en
el parágrafo precedente, a saber, aquella determinación que es ciertamente la misma en
ambos. Por ello, la deducción de su unidad es enteramente analítica, del mismo modo que en
general todo el camino adelante del filosofar en cuanto metódico, esto es, en cuanto
necesario, no es nada distinto de poner meramente lo que ya está contenido en un
concepto.—Tan correcto como afirmar la unidad del ser y la nada lo es también decir que son
simplemente diversos, que uno no es lo que el otro es. Sólo que, porque aquí la distinción
aún no se ha determinado, pues ser y nada son todavía lo inmediato, resulta que la distinción
tal como está en lo inmediato, es lo inefable, la mera opinión [o mención],
2) No se precisa gran cantidad de ingenio para ridiculizar la proposición que afirma que ser y
nada son lo mismo o, más bien, para traer a colación disparates acompañados de la
aseveración no verdadera de que se trata de consecuencias y aplicaciones de aquella
proposición; por ejemplo, que es, por consiguiente, lo mismo que mi casa, mi hacienda, el
aire necesario para respirar, esta ciudad, el sol, el derecho, el espíritu, Dios, sean o no sean.
En tales ejemplos se esconden en parte fines particulares, la utilidad que algo tiene para mí, y
a continuación se pregunta si a mime, es igual que la COSA útil sea o no sea. Pero ocurre que
la filosofía es precisamente la doctrina apropiada para liberar a los humanos de una multitud
infinita de fines y propósitos finitos y hacernos indiferentes ante ellos, de modo que en
cualquier caso nos sea igual que tales COSAS sean o no. Pero en la misma medida en que se
habla de un contenido, con él se pone un conjunto que engloba otras EXISTENCIAS, fines,
etc., que se presuponen valiosos, y a continuación se hace depender de esos supuestos que el
ser o no-ser de un contenido determinado sea lo mismo o no. Se desliza, por tanto, una
distinción llena de contenido bajo la distinción vacía entre ser y nada. Sin embargo, [también
es verdad] que lo que sencillamente se pone bajo la determinación del ser o no-ser, son en sí
fines esenciales, EXISTENCIAS absolutas e ideas. Pero esos objetos concretos siguen siendo
algo completamente distinto de meros entes o no-entes. Abstracciones indigentes como ser y
nada (y son las más indigentes de todas, porque son solamente las determinaciones del
comienzo) son completamente inadecuadas a la naturaleza de aquellos objetos; un contenido
más verdadero está mucho más allá de esas abstracciones y su oposición. En general, cuando
se desliza un concreto bajo el ser y la nada, le sucede al pensamiento deficiente lo que le pasa
siempre que se coloca ante la representación algo completamente distinto de aquello de que
se habla; y aquí se habla sólo del ser y la nada abstractos.
3) Es muy fácil decir que la unidad del ser y la nada es inconcebible. Sin embargo, el
concepto de esta unidad ha sido dado en los §§ que anteceden y no es más que lo que allí se
ha ofrecido; concebir esa unidad no significa nada más que aprehender esto que ya se ha
dicho. Sucede, sin embargo, que por concebir se entiende algo que está más allá del concebir
propiamente dicho; se exige una conciencia más rica, con más aspectos, de modo que aquel
concepto sea presentado como un caso concreto con el que el pensamiento esté ya
familiarizado por su comportamiento habitual. En la medida en que el no-poder-concebir
expresa solamente el no estar habituado a sostener firmemente los pensamientos abstractos
sin mezcla de lo sensible y a captar proposiciones especulativas, no hay más que decir [a la
objeción] que el modo propio del saber filosófico es siempre distinto de aquel modo de saber
que es usual en la vida ordinaria, como es igualmente distinto del modo que domina en las
otras ciencias [no filosóficas]. Pero si no-concebir significa solamente que la unidad de ser y
nada resulta imposible de representar, entonces lo que de hecho sucede es más bien que uno
tiene infinitas representaciones de esta unidad; que no se posee tal representación sólo puede
querer decir que uno no reconoce aquel concepto en cualquiera de esas representaciones y
que no las ve como un ejemplo [o caso] del concepto. El ejemplo más próximo es
precisamente el devenir. Todo el mundo tiene una representación del devenir y todo el
mundo concederá, por tanto, que se trata de una representación; también concederá que si
se analiza esa representación resulta que contiene la determinación de ser y también de lo
que es simplemente otro respecto del ser, es decir, de nada-, concederá igualmente que esas
dos determinaciones son indivisas en esta representación una, de donde se sigue que devenir
es unidad de ser y nada.—Otro ejemplo disponible, igualmente cercano, es el de comienzo-, la
COSA no es todavía en su comienzo, pero el comienzo no es tampoco su pura nada, sino que
allí está ya su ser. El comienzo es también de suyo devenir, si bien [la palabra «comienzo»]
expresa o [incluye] la atención [dirigida] al camino que continúa hacia adelante.—Para más
adaptarse al modo de proceder usual en las otras ciencias, se podría empezar la lógica con la
representación del comienzo, pensado éste en puridad, es decir, del comienzo en tanto que
comienzo, y proceder al análisis de esta representación; quizá resultaría más aceptable
presentar así como resultado del análisis [la tesis de] que ser y nada se muestran como
indivisos en uno.
4) Queda, sin embargo, por señalar que la expresión «ser y nada son lo mismo», o también
«la unidad de ser y nada», así como todas las demás unidades semejantes, como la de objeto
y sujeto, etc., causan con razón escándalo porque lo equívoco e incorrecto de ellas reside en
que resaltan la unidad, siendo así que la diversidad también está allí [presente], pero no se
expresa igualmente, ni se reconoce (porque son [precisamente] ser y nada aquello de lo que
se ha sentado la unidad), sino que se abstrae indebidamente de la diversidad y no parece que
se la contemple. En efecto, una determinación especulativa no se deja expresar bien en la
forma de una proposición tal. Hay que captar la unidad en la diversidad allí presente y
sentada al mismo tiempo. Devenir es la expresión verdadera del resultado de ser y nada en
cuanto unidad de ambos; es no solamente la unidad de ser y nada, sino que es [igualmente]
la inquietud dentro de sí, es decir, es una unidad que no es únicamente carencia de
movimiento en cuanto referencia a sí, sino que por medio de la diversidad de ser y nada que
está en ella, se contrapone a sí misma dentro de sí.— La existencia por el contrario es esta
unidad o el devenir bajo esa forma de la unidad; por esto la existencia es unilateral y finita.
La oposición está como si hubiera desaparecido; sólo está contenida en sí en la unidad, pero
no está puesta en ella.
5) A la proposición que afirma que el ser es el paso a la nada y la nada el paso al ser, es decir,
a la proposición del devenir, se le opone la proposición que dice que «de la nada, nada se
hace», o «algo se hace solamente a partir de algo», [es decir, que a la tesis del devenir] se le
opone, por tanto, el principio de la eternidad de la materia, del panteísmo. Los antiguos se
hicieron la reflexión bien sencilla de que la proposición «algo deviene de algo» o «de la nada,
nada se hace» suprime de hecho el devenir, ya que aquello de lo que parte el devenir como
igualmente aquello que deviene son uno y lo mismo; se trata solamente en realidad de la
tesis de la identidad abstracta propia del entendimiento. Debe sin embargo sorprender que
las proposiciones «de la nada, nada se hace» o «algo sólo deviene de algo» se presenten aún
en nuestro tiempo como algo enteramente inocente, sin ver en ellas el fundamento del
panteísmo y sin darse cuenta de que los antiguos ya agotaron la meditación de tales tesis.
§89
El ser en el devenir, en cuanto uno con la nada, así como la nada en cuanto un a con el ser,
son solamente desapareciendo; el devenir coincide, por su contradicción interna, con la
unida d en la cual ambos están superados; su resultado es, por consiguiente, el existir.
A propósito de este primer ejemplo hay que recordar, una vez por todas, lo que ya se dijo en
el § 82 y en su N: que lo único que puede fundar un avance y un desarrollo en el saber es
retener firmemente los resultados en su verdad. Cuando se muestra la contradicción en
cualquier objeto o concepto (y nada hay absolutamente en ninguna parte en lo que no se
pueda y deba mostrar la contradicción, es decir, determinaciones contrapuestas; el abstraer
del entendimiento consiste precisamente en asirse a viva fuerza a una determinidad y en
esforzarse en oscurecer y alejar la conciencia de la otra [determinidad] que allí reside) y
cuando esa contradicción se reconoce, se suele entonces sacar la consecuencia de que «por
tanto» ese tal objeto es nada. Así Zenónm mostraba en primer lugar que el movimiento es
contradictorio y que, por tanto, no es; o igualmente [procedían] aquellos antiguos que
estimaban la generación y la corrupción (los dos modos del devenir) como determinaciones
no verdaderas valiéndose de la expresión de que lo uno, eso es, lo absoluto, no nace ni
perece. De este modo esa dialéctica se detiene exclusivamente en el aspecto negativo del
resultado y abstrae de aquello que efectivamente se da al mismo tiempo, a saber, un
resultado determinado que es aquí una pura nada, pero una nada que incluye el ser e
igualmente un ser que incluye la nada dentro de sí. Así por consiguiente 1) el existir es la
unidad del ser y la nada en la que ha desaparecido la inmediatez de esas determinaciones y
consiguientemente ha desaparecido la contradicción de su referencia [mutua]; una unidad en
la que ambos están aún [pero] solamente como momentos; 2) ya que el resultado es la
contradicción superada, el existir está ahora bajo la forma de la simple unidad consigo, o
también como un ser, pero un ser con la negación o la determinidad; es el devenir puesto
bajo la forma de uno de sus momentos, es decir, del ser.
§ 90
a) El existir es ser con una determinidad, la cual es, en cuanto inmediata o como
determinidad que-está-siendo, la cualidad. El existir en cuanto reflejado hacia sí es [un]
existente, algo.—Las categorías que se despliegan en el existir hay que ofrecerlas ahora de
manera sumaria.