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La juventud siempre ha sido el blanco de señalamientos, el miedo a lo diferente y

al cambio ha sido una constante en las personas adultas. La conectividad de hoy


en el mundo digital difunde a escala masiva el rechazo y la crítica a las nuevas
generaciones. La también llamada generación de cristal, corresponde a la
juventud actual que nació con la tecnología, pero viene acarreando todos los
problemas de las generaciones pasadas. Se les refiere como de “cristal” en una
forma satírica de describir que “nada les parece”.

La situación global es algo que también les preocupa y ocupa, principalmente a la


Generación Z, al ser personas más involucradas con los cambios sociales
participan como activistas en el feminismo, los derechos de la comunidad
LGBTTTIQ+, la migración, el cambio climático, ente otros. Es una juventud que
piensa menos en lo particular y más en lo global, en lo colectivo, su ansiedad por
cambiar los daños que observan en el mundo es porque se perciben más como
parte de un todo. Son generaciones que están más conscientes de la necesidad
de atender la salud mental tanto como la salud física, hablan con naturalidad
acerca de los trastornos mentales, de asistir a sesiones de psicoterapia o de
acudir con un psiquiatra, a diferencia de las generaciones predecesoras, sobre
todo la Generación del Silencio (nacida entre 1928 y 1945 ) y la de los Baby
Boomers (entre 1946 y 1964) que asociaban ir al psicólogo con “estar loco”, hablar
de salud mental ha sido un estigma.

Pertenecen a esta generación todos los nacidos después del año 2000. Sus
padres son parte de la Generación “X”, constituida por personas que sufrieron
carencias y tuvieron medidas disciplinarias más drásticas. Por ello, trabajan mucho
para que nada falte a sus hijos. Suelen decir “No quiero tratar a mi hijo como me
trataron” o “Quiero dar a mi hijo todo lo que no tuve”. Desde que nacieron, la
tecnología y las redes sociales forman parte de estilo de vida, a diferencia de sus
padres, para quienes la tecnología es una herramienta de trabajo.

Son sensibles a la problemática social, ahora protestan ante realidades que la


generación de sus padres llegó a normalizar. Por ejemplo, antes era “normal”
para aquellas personas de la Generación “X” el quedarse en silencio ante el
maltrato físico. Quienes pertenecen a la Generación de cristal, protestan contra el
racismo, la misoginia, la contaminación ambiental, la violencia de género, los
abusos o la discriminación. Expresan abiertamente sus emociones y
pensamientos.

El término generación de cristal fue acuñado por la filósofa española Montserrat


Nebrera como una metáfora para describir la fragilidad emocional de los
adolescentes y jóvenes de hoy día.
La generación de cristal demuestra permanentemente que, más allá del salario
económico, su deseo es trabajar en empresas cuyas acciones estén alineadas con
sus propias creencias y, en caso contrario, los colaboradores jóvenes están
dispuestos incluso a renunciar si consideran que la organización no refleja sus
principios fundamentales.

El término generación de cristal fue acuñado por la filósofa española Montserrat


Nebrera como una metáfora para describir la fragilidad emocional de los
adolescentes y jóvenes de hoy día. La también llamada generación de cristal,
corresponde a la juventud actual que nació con la tecnología, pero viene
acarreando todos los problemas de las generaciones pasadas. Otra interpretación
de su nombre, se debe a una forma también satírica de describir que “nada les
parece”.

Son personas más involucradas con los cambios sociales y participan como
activistas en diferentes causas sociales y medio ambientales. A diferencia de las
generaciones predecesoras, sobre todo la Generación del Silencio (nacida entre
1928 y 1945) y la de los Baby Boomers (entre 1946 y 1964) están más
conscientes de la necesidad de atender la salud mental tanto como la salud física,
hablan con naturalidad acerca de los trastornos mentales, de asistir a sesiones de
psicoterapia o de acudir con un psiquiatra, ya que hablar con ellos sobre salud
mental es un estigma.

Son sensibles a la problemática social, ahora protestan ante realidades que la


generación de sus padres llegó a normalizar. Por ejemplo, antes era “normal”
para aquellas personas de la Generación “X” el quedarse en silencio ante el
maltrato físico. Quienes pertenecen a la Generación de cristal, protestan contra el
racismo, la misoginia, la contaminación ambiental, la violencia de género, los
abusos o la discriminación. Expresan abiertamente sus emociones y
pensamientos.

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