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Terapia racional emotivo-conductual

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Terapia racional emotivo-conductual

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CONTENIDO
Página
o Competencias ......................................................................................................................................... 05
1. QUÍMICA, RELACIONES Y COMUNICACIÓN ..................................................................... 07
1.1. El “abc” de los trastornos ....................................................................................................... 07
1.2. La comunicación con uno mismo ........................................................................................... 08
1.3. Profundizar la relación............................................................................................................ 08
1.4. Estilos de comunicación ......................................................................................................... 10
1.5. Los tres tipos de creencias irracionales................................................................................... 10
1.6. La trec y la comunicación con los demás ............................................................................... 11
2. EL RETO DE ACEPTAR LA REALIDAD ................................................................................. 11
2.1. “Yo amaba a Mickey”: El relato de Ted y el nacimiento de las 7 directrices ........................ 11
2.2. Diferenciar entre “querer” y “necesitar” ................................................................................. 12
2.3. La carta de Frank .................................................................................................................... 13
2.4. No hace falta ser perfecto ....................................................................................................... 14
2.5. Dos en la carretera .................................................................................................................. 14
3. CUESTIÓNESE SUS “DEBERÍAS” Y SUS “TENDRÍAS” ....................................................... 15
3.1. La victoria de Thelma y Sol.................................................................................................... 16
3.2. Los “deberías” y los “tendrías” de Frank y de Frances .......................................................... 16
3.3. La buena comunicación comienza con la aceptación ............................................................. 19
3.4. Los enloquecedores “deberías” y “tendrías” .......................................................................... 19
3.5. “¡No soy yo el que está equivocado, sino tú!” ........................................................................ 20
3.6. La comunicación..................................................................................................................... 20
3.7. Problemas prácticos y problemas emocionales ...................................................................... 21
4. LAS SIETE DIRECTRICES PARA UNA BUENA RELACIÓN .............................................. 21
4.1. Los tres papeles de la relación ................................................................................................ 23
4.2. La carta de Michelle a Ted ..................................................................................................... 23
4.3. Los problemas de Clarice con Harry ...................................................................................... 26
5. EL COMPROMISO EN LA CONSECUCIÓN DE SUS OBJETIVOS ..................................... 28
5.1. Una relación que funcione ...................................................................................................... 29
6. CÓMO HACER QUE FUNCIONEN LAS 7 DIRECTRICES ................................................... 36
6.1. Consejos para aprender y utilizar las directrices .................................................................... 36
6.2. De las ideas a la acción ........................................................................................................... 36
6.3. Un poquito de miedo, ¿No? .................................................................................................... 39
ANEXO : Examen ................................................................................................................................... 41
FUENTE : CÓMO MEJORAR LAS RELACIONES ÍNTIMAS
Albert Ellis & Ted Crawford

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COMPETENCIAS

Al concluir el estudio del presente módulo el participante


deberá ser capaz de:

o Precisar las herramientas que se necesita para enfrentarse a problemas tratados con terapias en la
comunicación
o Detallar acerca del enfoque de la comunicación de la pareja basada en la terapia racional emoti-
vo-conductual
o Exponer las siete directrices, actitudes y métodos que permiten hacer frente a los problemas
prácticos y emocionales de la comunicación en pareja
o Explicar cómo utilizar las siete directrices para mantener y/o profundizar una buena relación y
comunicación
o Comentar brevemente los deberes, los tendrías y exigencias y sus cuestionamientos utilizando la
TREC en determinadas parejas que buscan la realidad en sus vidas
o Sugerir el necesario compromiso unilateral para alcanzar una buena relación y comunicación en
el uso de las siete directrices
o Citar consejos para el aprendizaje y utilización de las directrices como parte dinámica de su rela-
ción de pareja

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1. QUÍMICA, RELACIONES Y COMUNICACIÓN


1.1. EL «ABC» DE LOS TRASTORNOS
Jay era un genio de la química. Profesor universitario, y un verdadero experto en su campo, podía hablar
de esa materia con todo lujo de detalles, tanto con sus alumnos y sus colegas como con su esposa, Marjo-
rie. Sin embargo, en la expresión de sus sentimientos era algo completamente diferente. ¡Después de todo,
los sentimientos son bastante menos concretos que las fórmulas químicas! Una de las principales razones
por las que Jay se casó con Marjorie fue por la hermosa manera en que ella expresaba sus sentimientos.
Jay se encontró con que no tenía más que estar de acuerdo o no estarlo con ella; no tenía ninguna necesi-
dad de hacer una descripción detallada de sus propios sentimientos.
De manera que las cosas le fueron bastante bien... por un tiempo.
Con el paso de los años, Marjorie se cansó de sus constantes: «Sí, yo también siento eso», y empezó a
pedirle que especificara un poco. Pero Jay no tenía ni idea de qué podía decirle, y empezó a golpearse el
pecho despiadadamente por ser tan poco comunicativo. «Marge tiene razón. Yo debería de sentir igual
que ella. Y, aunque no sintiera como ella, tendría que expresar cualquier sentimiento que pueda tener... ¡o,
de lo contrario, me va a ver como el zombi que soy en realidad!» Las exigencias que se hacía Jay a sí
mismo (la de tener que tener sentimientos excitantes y la de tener que expresarlos bien) le bloquearon
hasta el punto de no decir casi nada, y llegaron a abrumarle con cierta sensación pesimista y derrotista,
con una gran ansiedad.
Por su parte, Marjorie se enfurecía, en primer lugar, por sus propias exigencias: «Después de todo, no le
estoy pidiendo demasiado, y él simplemente se niega a hablarme de otra cosa que de problemas de quími-
ca. ¡A quién le importa eso! ¡Le estoy pidiendo muy poco! ¡Debería de intentarlo con más decisión!».
Pero Marjorie también se generaba cierta autocompasión al decirse: «¡Después de todo, yo lo he hecho
por él! He ido más allá de todo lo imaginable intentando ayudarle a que se expresara, y no he conseguido
nada, absolutamente nada. ¡Pobre de mí! Me siento estafada. ¡Es terrible!».
Y en respuesta al enfado y a la autocompasión de Marjorie, Jay empezó a sentirse culpable: «Con razón
está enfadada conmigo. ¡Yo no debería de provocarle tanto dolor! ¡Soy realmente despreciable por ator-
mentar así a Marge! ¡No es que sea incapaz; es que soy despreciable!».
Y el ciclo continuó así: al ver hasta qué punto se deprimía Jay, Marjorie también se sintió culpable: «¡Con
lo mal que lo pasa él para comunicar sus sentimientos...! Y, en lugar de sentir lástima por é1, me compa-
dezco de mí misma y me enfurezco con él como si fuera una niña. No debería de hacerlo. ¡Menuda espo-
sa soy!».
Al igual que en muchos matrimonios donde se viene abajo la comunicación, Jay y Marjorie se «debería-
ban» insistentemente a sí mismos y entre sí, creando de ese modo un círculo vicioso de depresión, ira y
autocompasión. Como podrá imaginar, la comunicación entre ellos iba cuesta abajo.
Nuestro objetivo en este módulo consiste en darle las herramientas que necesita para enfrentarse a pro-
blemas como el de Jay y Marjorie. Aprenderá a evitar las trampas de la comunicación, y a salir de ellas en
caso de que caiga. Nuestro enfoque de la comunicación de la pareja se basa en la Terapia racional emoti-
vo-conductual (TREC), un sistema que desarrollamos a mediados de la década de 1950 y que, en la actua-
lidad, es uno de los métodos terapéuticos más respetados y ampliamente utilizados en todo el mundo. Al
(Albert Ellis) fue el que comenzó con todo esto, y nos cuenta la historia de esta manera:
Cuando se creó la Terapia racional emotivo-conductual (TREC) en enero de 1955, se tenía una idea prin-
cipal: ayudar a los clientes a que ellos mismos se hicieran más felices y se autorrealizaran.
Éste es un viejo proyecto, que comenzamos a trazar durante la adolescencia, época en la que uno se alte-
raba bastante. Padecía de algunas fobias graves (concretamente, fobia a hablar en público y a charlar con
extraños), por lo que frecuentaba las estanterías de varias bibliotecas públicas de Nueva York con el fin
de averiguar cómo podría ser menos neurótico y mucho más feliz. Estudie a fondo los escritos de los filó-
sofos de la antigüedad (Confucio, Lao-Tzu, Gautama Buda, Epicuro, Epicteto y Marco Aurelio) y empleé
en mí mismo con éxito gran parre de su material. ¡Eureka! Superé por completo mi temor a hablar en
público y me sentía fenomenalmente bien. En cuanto a lo de hablar con extraños (en particular, con jóve-
nes y atractivas mujeres), me convertí en uno de los mejores artistas de boquilla de la ciudad. Estuve le-
yendo y escribiendo acerca de la felicidad humana incluso antes de convertirme en psicólogo, y escribí lo
que yo creía que era un gran libro, The Art of Never Making Yourself Unhappy. Aunque no conseguí con-
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vencer a un editor de que aquel libro estaría en la lista de los best sellers, sí que utilicé algunas de sus
ideas y me negué testarudamente a hacer de mí un desdichado por «mi gran oportunidad perdida».
En 1943, cuando tenía 30 años, monté mi consulta como psicólogo, y cambié mi objetivo de ayudar a la
gente a hacerse feliz por el de ayudarles a estar menos alterados emocionalmente. Descubrí que la inmen-
sa mayoría de mis clientes estaba demasiado ocupada atándose nudos emocionales de los que rara vez
disfrutaban o hacían realidad (como se suponía que intentaban hacer). Así pues, los objetivos de la TREC
pasaban, en primer lugar, por ayudar a la gente a vencer sus problemas emocionales y después, por mos-
trarles cómo podían hacerse más felices. Para conseguir estos dos objetivos, hace falta una buena comuni-
cación con uno mismo y con los demás. Para estar menos alterado, observe su propia comunicación. Para
relacionarse bien con los demás, preste atención a cómo se comunica con ellos. ¡Sí, las dos cosas!
«No sé exactamente cuándo comencé a practicar la TREC, que supone en gran medida hablar con los
demás, así como con uno mismo. Como muchas otras terapias, la TREC es enormemente interpersonal.
Se basa en que escuche y le hable al terapeuta, y en que el terapeuta le escuche, comprenda y genere una
relación de aceptación hacia usted. La TREC también le muestra cómo relacionarse eficazmente con otras
personas que le sean importantes, ¡incluidas aquellas que también pudieran estar siguiendo la terapia!»
[AE] (Albert Ellis).
1.2. LA COMUNICACIÓN CON UNO MISMO
La TREC hace más hincapié que otras terapias en la comunicación con uno mismo. El «abc» del trastorno
emocional (un concepto central en la TREC) se basa en lo que Al llamó originalmente la conversación
con uno mismo, esa cháchara que la gente utiliza para trastornarse sola. Este abc le muestra de qué modo
mantiene conversaciones en su propia cabeza, y de qué forma construye y genera la mayoría de sus pen-
samientos, sentimientos y acciones con los que va a frustrar sus propios objetivos para, así, desmontarlos
y reducirlos. El abc de la Terapia racional emotivo-conductual explica cómo habla consigo mismo y con
los demás, y cómo, con su seguimiento, mejorará su relación.
Antes de comenz.ar con esta exploración de la comunicación íntima, expondremos brevemente el «abc»
La TREC supone que usted, como todos los seres humanos, tiene diversos objetivos o valores básicos,
concretamente:
 Permanecer con vida.
 Ser feliz cuando está solo.
 Comunicarse y mantener buenas relaciones con cierto número de personas.
 Relacionarse íntimamente con algunas personas elegidas.
 Obtener educación e información útil.
 Mantener alguna vocación firme o carrera, preferiblemente agradable.
 Disfrutar de ciertos intereses de carácter recreativo, que pueden ir desde los juegos y los deportes
hasta las artes y las ciencias.
 Controlar en gran medida su propia vida y no verse demasiado limitado por los demás, por las con-
diciones externas o por sus propias dificultades personales.
 Mantener y/o profundizar una relación íntima.
1.3. PROFUNDIZAR LA RELACIÓN
Para lo que nos interesa en este texto, nos vamos a centrar en un objetivo específico: mantener y/o pro-
fundizar una relación íntima. Con este objetivo, es muy probable que se encuentre tanto con problemas
prácticos como con problemas emocionales. Las siete directrices que vamos a presentar en este texto son
una serie de actitudes y métodos que le van a permitir hacer frente a los problemas prácticos y emociona-
les de la comunicación en pareja.
Si es éste su principal objetivo, y simplemente quiere, desea o prefiere alcanzarlo, por lo general se va a
sentir contento o feliz si lo consigue, y triste, pesaroso, decepcionado o disgustado si no lo consigue. Es-
tos sentimientos negativos son «sanos» o «útiles», aún cuando le resulten dolorosos, porque le motivan
para reducir los obstáculos en su camino hacia et objetivo y para sobrevivir feliz. Y esto se aplica a cual-
quier objetivo que pueda tener.

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Estupendo. De manera que busca la felicidad y evita los obstáculos. Se ingenia formas para resolver las
dificultades de la vida, pronostica que puede resolver bien los problemas y adquiere cierto sentido de lo
que. Albert Bandura, psicólogo de Stanford, llama autoeficacia. «Sé cómo hacerlo, y me lo paso bien.
¡Estupendo! » Albert Ellis llama a esto logro-confianza (puede leer más acerca de ello en su libro Reason
and Emotion in Psychotherapy, revisado en 1994). Es un buen punto para comenzar con nuestra reflexión
sobre el armazón «abc» de la TREC.
Objetivo: «Quiero tener éxito en mi relación con John.»
 A (acontecimiento activador): «Parece que le caigo bien a John, y que quiere estar conmigo».
 B (creencia): « ¡Bien! ¡Me gusta esto! Significa que probablemente me puedo relacionar bien con
otras personas que me resultan agradables».
 C (consecuencias): Sentimiento de autoeficacia, logro-confianza, autodominio.
¿Por qué tiene «creencias» acerca de la consecución y del fracaso en sus objetivos? Porque eso es «natu-
raleza humana». Con el fin de sobrevivir y ser feliz, tiene que pensar en evaluar y tomar en consideración
sus creencias y los acontecimientos activadores de su vida para determinar cómo conducirse con ellos.
También lo hacen otros animales pero, como ser humano que es, tiene unas creencias más complejas.
Reacciona a los acontecimientos activadores (A) con sentimientos y acciones no sólo porque tienen lugar,
sino también como resultado de sus creencias (B). Y lo hace así porque es usted humano. La TREC supo-
ne que sus consecuencias (C) son el resultado tanto de «A» como de «B» no de una o de otra por separa-
do.
Cuando comencé a practicar formalmente la TREC, en l955, vi que ayudaba enormemente a las personas
a hablar consigo mismas y con los demás. Si comprende de verdad de qué modo sus creencias le ayudan o
le obstaculizan, y cómo puede cambiarlas y controlarlas, conseguirá comunicarse mucho mejor. Por otra
parte, también podrá ayudar a los demás y sí mismo, y podrá mejorar sus relaciones considerablemente si
llega a ver cuán perturbadoras son las creencias y las consecuencias de los demás, si los acepta incondi-
cionalmente a pesar de sus trastornos y si les muestra, aplicando la TREC, de qué forma pueden pertur-
barse menos.
Yo me di cuenta de esto en la década de 1960, pero, en ciertos aspectos, Ted Crawford (TC) lo vio aún
más claro que yo. Al tiempo que leía libros y artículos sobre TREC, trabajaba con multitud de personas,
principalmente por sus problemas de comunicación. Aunque no tenía ninguna formación académica en
psicología o sociología, no tardó en convertirse, según mi opinión, en una de las más importantes autori-
dades del mundo en comunicación eficaz. Ted creó un inusual método para que las personas escuchen y
hablen entre sí, un método al que llamó Secuencia de discusión rotativa (SDR), y diseñó también una
buena cantidad de métodos de escucha interpersonal. Aunque algunos de sus métodos pueden dar la im-
presión de estar influenciados por los trabajos de Carl Rogers sobre la escucha activa y la aceptación in-
condicional positiva, Ted siempre ha dicho que se inspiró principalmente en mis primeros trabajos sobre
TREC. Como es lógico, estoy encantado con esto; hemos mantenido un estrecho contacto desde 1962, y
hemos colaborado a través del correo, del teléfono, de grabaciones y de encuentros personales durante
más de 38 años.
Ted y yo llevábamos unas vidas muy ajetreadas. No nos culpamos por ello, y tampoco emprendimos una
actividad frenética, sino que seguimos desarrollando nuestros puntos de vista orientados hacia la TREC
en lo relativo a las conversaciones con uno mismo y con los demás, y seguimos experimentando con ellos
en grupos, talleres, en nuestras consultas individuales y en nuestras propias relaciones personales. En la
actualidad, tenemos mucho que escribir acerca de ello; de hecho, quizás demasiado para un solo texto
[AE].
La Terapia racional emotiva-conductual ve a todos los seres humanos (a todos, sí; incluido usted) como
comunicadores natos, internos y externos. Usted, obviamente, conversa con los demás, normalmente a
través del habla, pero también con imágenes, símbolos, juegos, películas, gestos, gruñidos, risas y otros
tipos de señales. También se comunica consigo mismo, en gran medida a través de la conversación y de
sentencias, pero también con significados, filosofías, visualizaciones, símbolos, formulas, sueños, arte,
música y otras clases de expresión. En este módulo, le mostraremos principalmente cómo hablar de forma
más eficaz consigo mismo y con los demás, porque la conversación con uno mismo es, para la mayoría de
nosotros, el medio de comunicación más habitual.

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Pero, por detrás de estas discusiones abiertas, usted tiene también muchas ideas no expresadas, implícitas
o inconscientes de las que también vamos a tratar. Tanto si es consciente de ello como si no, <<habla>>
consigo mismo y con los demás de muchas formas, tanto implícitas como explícitas.
1.4. ESTILOS DE COMUNICACIÓN
Echemos un vistazo a sus estilos de comunicación internos y externos para ver cómo puede comprender y
mejorar sus pensamientos, sentimientos y acciones, y cómo se puede relacionar mejor, tanto consigo
mismo como con los demás. En una era en la que la especie humana ha conseguido notables logros a la
hora de superar muchas enfermedades y aflicciones, de aprovechar los recursos naturales para producir
ingentes cantidades de alimentos y energía, y de mejorar enormemente las comunicaciones mundiales,
difícilmente hemos conseguido la paz y la cooperación entre las naciones y entre los miles de millones de
personas que poblamos el planeta.
La Terapia racional emotivo-conductual presuponía en sus orígenes que sus consecuencias (C) emociona-
les alteradas son debidas a que sostiene creencias irracionales (Ci), aprendidas en su mayor parte de sus
padres y de su cultura; y que, después, se sigue reprogramando absurdamente con estas ideas perniciosas.
Esto es en parte verdad. Pero, después de años de práctica clínica y de muchos estudios de investigación,
la TREC reconoce ahora que todos hemos nacido con cierta tendencia a asumir fuertes preferencias (tanto
innatas como aprendidas) y a cultivarlas hasta convertirlas en mandatos poco realistas: «Dado que deseo
mucho el éxito y la aprobación, ¡tengo que obtenerlos!».
Ante cualquier situación, adopta o construye unas necesidades extremas a partir de sus preferencias más
fuertes, a partir de ese momento, usted se mete en problemas. Porque, obviamente, el resto del mundo y el
universo rara vez se ocupan de que satisfaga sus casi divinas demandas. O, peor aún, usted, los demás y
las circunstancias externas bloquean frecuentemente la consecución de estas demandas. ¡Maldición!
Si, como millones de personas inteligentes, se niega a aceptar esta realidad, puede llegar a deprimirse
cuando la vida (es decir, usted, los demás o las circunstancias) no va del modo que cree que debería de ír.
Aun cuando las cosas le vayan bien, y aun cuando la gente y las circunstancias le traten ciertamente tan
bien como usted cree que «deben» tratarle, no dejará de sentir pánico y de deprimirse, pues ¿cómo saber
si los objetivos que exige y consigue hoy seguirán estando ahí mañana? ¡No puede saberlo!
Puede adoptar o crear fácilmente multitud de valiosas creencias racionales (Cr) acerca de acontecimientos
activadores (A) desafortunados que tienen lugar en la vida. Se trata casi siempre de preferencias, tales
como: «Aun cuando deteste fracasar en algún objetivo importante o ser rechazado por una persona a la
que quiero, aun así, seguiré llevando una existencia feliz».
1.5. LOS TRES TIPOS DE CREENCIAS IRRACIONALES
Puede adoptar o crear con facilidad muchas creencias irracionales (Ci) acerca de los acontecimientos
activadores (A) adversos que le puedan acosar. Y lo hace con demandas, exigencias, deberías, habrías y
tendrías poco realistas, ilógicos y saboteadores, especialmente en la línea de estas tres:
1. «Yo (ego) tengo que hacer absolutamente bien todas las cosas importantes y tener la aceptación de las
personas que son significativas en mi vida. Si no lo hago bien y no obtengo esa aceptación, que es lo que
yo tendría que hacer, seré un inútil que va a fracasar una y otra vez, y que no se va a merecer nada bueno
en la vida». Esta dogmática demanda le va a llevar a sentirse ansioso y deprimido, a odiarse y a evitar
proyectos y relaciones que puedan suponer algún «riesgo».
2. «Tú (otra persona), que tienes relación conmigo, deberías de tratarme de forma absolutamente amable,
cariñosa y justa. Y, si no lo haces así, no serás bueno, y tendrás que ser condenado y castigado». Esta
arrogante exigencia le va a llevar a enfadarse, a enfurecerse, a reivindicar demandas y a provocar desave-
nencias y peleas (a veces, incluso guerras) con los demás.
3. «Las circunstancias bajo las que vivo (mi entorno) deberían de ser absolutamente confortables y fáci-
les, deberían de darme lo que necesito de forma rápida y sin dolor, y no tendrían que hacerme las cosas
difíciles. Si las circunstancias no fueran así, sería terrible, no podría soportarlo, y no valdría la pena vivir
ni intentar hacer mejor las cosas». Esta creencia irracional suele llevar a sentimientos de frustración (par-
ticularmente en aquellas personas con un bajo nivel de tolerancia a la frustración), incomodidad, molestia,
ira, depresión y/o autocompasión. También suele generar pereza, dilaciones, rechazo, racionalización y
adicciones.

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En resumen: las creencias irracionales (Ci) se pueden agrupar en torno a los tres grandes títulos de yo, los
demás y las circunstancias.
1. Debo de hacerlo bien siempre.
2. Los demás deberían de tratarme siempre de forma amable y justa.
3. Las circunstancias deberían de proporcionarme siempre lo que quiero y de la forma en que lo quiero.
Y, a menos que sea perfecto y haga girar el universo, vaya con cuidado. Las exigencias y las demandas
arrogantes pueden sabotear muchos de sus objetivos, intereses y deseos más sensatos y sanos. No siem-
pre, pero sí muy a menudo.
Y esto debe aplicarse también a sus esfuerzos por comunicarse bien con los demás. Sus preferencias a la
hora de relacionarse con ellos y por el hecho de que le escuchen están bien. Sus deseos de que le den la
razón y dejen de oponérsele son normalmente sensatos y cuerdos. Su necesidad de que le aprecien es
comprensible. Hasta ahí, todo está bien.
Pero aquí es donde comienzan los problemas Para muchos. Las exigencias excesivas de que tienen que
oírle y darle la razón están muy lejos de ser útiles; de hecho, suelen ser poco realistas e imposibles de
satisfacer. Estas demandas bloquean el acercamiento, en lugar de ayudarle a comunicarse bien con los
demás.
Esto no quiere decir que sin unos deberías, tendrías y habrías absolutos se vaya a convertir fácil y auto-
máticamente en una persona pacífica, amistosa y maravillosa. Lo más probable es que no sea así. Como
mostraremos, va a necesitar algo más que esto. Pero será de gran ayuda si renuncia a sus exigencias casi
divinas hacia sí mismo, hacia los demás y hacia las circunstancias externas. Sin duda, será una gran ayu-
da.
1.6. LA TREC Y LA COMUNICACIÓN CON LOS DEMÁS
Este texto no va a resolver la mayoría de los problemas mundiales que hay en la actualidad. No es proba-
ble que lo haga. No eliminará las dictaduras, ni las guerras, ni el crimen, ni los homicidios, ni la contami-
nación, ni la superpoblación, ni el terrorismo, ni la corrupción política, ni otros importantes males socia-
les. ¡No precisamente! Pero si sigue sus principios y métodos para comunicarse mejor consigo mismo y
con los demás, probablemente vivirá mejor y con más tranquilidad. Por otra parte, aplicándose a sí mismo
las ideas de la TREC (y, esperamos, comunicándoselas a los demás), quizás haga más fácil y mejor su
vida y las de otras personas. Con este comienzo nada insignificante, quizás promueva, con el transcurso
del tiempo, cierta mejora en la cooperación entre los seres humanos.
No podemos hacer promesas; pero ésa es nuestra esperanza.

2. EL RETO DE ACEPTAR LA REALIDAD


¿Será éste texto, autoayuda que, una vez más, le va a enseñar cómo dejar de alterarse por algo o por todo?
¡No! Al ha escrito varios de estos textos, y éste no va a ser uno más de ellos. Sí, va a utilizar y le va a
mostrar algunos de los principios fundamentales de la Terapia de conducta cognitiva (TCC) y de la Tera-
pia racional emotivo-conductual (TREC), pero se centra concretamente en sus relaciones íntimas. Lo que
tiene de nuevo este texto es que le cuenta y le dice cómo utilizar las siete directrices para una buena re-
lación.
2.1. «YO AMABA A MICKEY»: EL RELATO DE TED Y EL NACIMIENTO DE LAS 7
DIRECTRICES
Las directrices nacieron cuando Ted conoció los principios de la Terapia racional emotivo-conductual de
Al en la década de los sesenta, y cuando los aplicó a algo en lo que venía interesándose durante toda su
vida: cómo mejorar la comunicación entre las personas.
Seguí la TREC especialmente para comunicarme con Mickey de la que me había enamorado locamente.
Mickey por desgracia, había decidido que no quería nada conmigo. Su petición de «nada de citas, nada de
llamadas telefónicas, nada de visitas», me había dejado sin soluciones. ¡Estaba colgado! Me sentía herido,
desolado y deprimido; y yo, pensaba, debería de poder comunicarme con Mickey; ¡no tenía lo que debía

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de tener! O, al menos, así lo creía. No dormía bien. Sobreponiéndome al cansancio, me levantaba de la


cama y me iba a trabajar. El rechazo de Mickey me había dejado emocionalmente herido.
En un escrito de Al sobre Terapia racional emotivo-conductual tomé nota de su distinción entre «querer»
y «necesitar». El problema se encontraba en mi creencia errónea de que «Debo tener lo que quiero». De-
cidí utilizar esta distinción de la TREC y ver lo que ocurría.
En aquella época de mi vida, yo tenía mi propio negocio de venta y distribución de huevos, y decidí poner
en práctica en mis salidas habituales de ventas esta distinción de la TREC entre querer y necesitar. Me
imaginaba que cada cliente era Mickey y, mientras esperaba que saliera a la puerta, me decía en silencio a
mí mismo: «Mickey, quiero comunicarme contigo, pero no tengo por qué hacerlo». Tener que, haber de,
deber, necesitar y precisar son intercambiables entre sí. Yo tenía muchos clientes a lo largo del día por
aquel entonces, de manera que pude practicar mucho.
Una tarde, algún tiempo más tarde, escuché cantar a alguien, pero no vi a nadie. Me sorprendió descubrir
que era yo el que cantaba; me sentía eufórico y ya no estaba cansado. Entonces, al ver que ya no necesi-
taba lo que yo quería de Mickey, me pregunté qué podría hacer para conseguir esa comunicación que aún
seguía deseando.
¿Qué es lo que había cambiado? Ciertamente, no había cambiado Mickey, ni su negativa a verme. No me
había comunicado con ella en modo alguno. Lo único que había cambiado eran mis creencias, creencias
de las que nunca había sido consciente. Ya no creía que debía de tener algún tipo de comunicación con
Mickey. En realidad, ya no necesitaba lo que simplemente quería.
En consecuencia, ya no me sentía herido por su rechazo. Podía cantar y ser feliz sin ella, aún cuando se-
guía amándola.
Y ahí fue cuando se puso en marcha mi creatividad. Entonces, me di cuenta de que Mickey no me había
prohibido que le escribiera cartas. Me pregunté cómo podría escribirle notas que pudieran interesarle y no
le ofendieran. En primer lugar, no le iba a pedir nada; en especial, no le iba a pedir el establecer comuni-
cación.
En segundo lugar, compartiría con ella lo que estaba haciendo, sintiendo o pensando. Tercero, escribiría
sólo sobre temas que yo pensara que podían interesarle. Y, cuarto, escribiría sólo en tiempo presente, sin
referencia alguna al pasado o al futuro. Hice esto durante algo más de un año, sin recibir respuesta alguna
a cambio. Y al final, recibí sorprendido una postal en la que me invitaba a quedar con ella. Desde enton-
ces, seguimos comunicándonos. [TC]
2.2. DIFERENCIAR ENTRE «QUERER» Y «NECESITAR»
La diferenciación de la Terapia racional emotivo-conductual (TREC) entre querer y necesitar es impor-
tante y básica. Si no necesita lo que quiere, será más honesto consigo mismo y con los demás.
La creencia de que debe de tener lo que quiere va a hacer que se engañe a sí mismo y le va a llevar a la
irresponsabilidad; ya que esa pretendida «necesidad» va a justificar que formule exigencias. Por otra par-
te, si no obtiene lo que cree que debe tener o necesita, es muy probable que se sienta incapaz, deprimido,
herido o enfadado. Usted cree que fracasar es terrible, y usted se juzga a sí mismo como un fracaso total.
El confundir lo que se quiere con lo que se necesita le impide distinguir entre lo que quiere y sus exigen-
tes deberías, tendrías y habrías de. La vida es más divertido, flexible y creativa cuando uno abandona sus
deberías, sus tendrías y sus necesidades.
Tras poner en práctica la TREC conmigo mismo, me di cuenta de que Al tenía razón acerca de la cone-
xión entre pensamiento y sentimiento. Son los dos lados de una misma moneda: si cambio mi pensamien-
to, cambio mi sentimiento; si cambio mi sentimiento, cambio mi pensamiento.
Seguí explorando la Terapia racional emotivo-conductual y sus vínculos con la comunicación. Descubrí
que la mayor parte de los problemas de comunicación aparecen por no compartir diferencias y desacuer-
dos de la forma adecuada, y del hecho de que la gente cree equivocadamente que esto es del todo imposi-
ble.
Años después, nos conocimos Jolanta y yo. Ambos habíamos estado casados previamente, y ambos nos
habíamos divorciado. Esta vez ¡para cambiar!, decidimos hacerlo bien. Estuvimos hablando sobre lo
que podríamos hacer para conseguirlo, y desarrollamos las siete directrices como fundamento de nuestro
inminente matrimonio. A algunos de nuestros amigos les impactó tanto el uso que hacíamos de estas di-
rectrices, que comenzaron a utilizarlas también en sus relaciones de pareja. Uno de ellos fue Frank, un
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ingeniero y profesor, que las utilizaba con su mujer, Frances; y también Michelle; que las utilizaba con su
prometido su actual marido, Hunter. [TC]

Las 7 directrices
1 Acepte a su pareja «tal como es».
2 Manifieste su aprecio con frecuencia.
3 Comuníquese desde la integridad.
4 Comparta y explore las diferencias con su pareja.
5 Apoye los objetivos de su pareja.
6 Conceda a su pareja el derecho a equivocarse.
7 Reconsidere como objetivos aquellas cosas que usted quiere.

2.3. LA CARTA DE FRANK


Frank comenzó con la directriz 1, y había llegado a la directriz 4 cuando decidió compartir las experien-
cias y los logros obtenidos al seguir las directrices.
Las siete directrices han cambiado mi vida enormemente. En un principio, me parecieron sim-
plemente desconcertantes e inútiles. Pero insistí y, después de bastante tiempo, me metí en ellas
(y ellas en mí). ¡Y qué cambio más radical!
Entendí la primera directriz como una aceptación de todo tal como es; no sólo de Frances, «tal
como es». Resultaba difícil de ver, y más difícil aún de aplicar. Toda mi vida he pensado que
las cosas tenían que ser de cierto modo, y que, de lo contrario, no sería aceptable. ¡Cuántos
problemas me provocó esto! Estaba aferrado testarudamente a la idea de que las cosas debían
ser del modo en que yo creía que tenían que ser.
Ted me insistía en lo contrario, pero yo «tozudo que tozudo»; hasta que un día aquello me al-
canzó como un rayo. Pensé: ¿por qué las cosas tienen que ser como digo yo? Si el cielo es azul,
y yo pienso que debería ser verde, ¿tiene eso algún sentido? Evidentemente, no. No tenía nin-
gún sentido negarse a aceptar lo que, obviamente, «es». Sí, quizás yo prefiera que sea diferente,
pero ¿exigirlo?
Por desgracia, seguía exigiendo; y casi llegué a abandonar la directriz 1. El problema consistía
en que, aunque yo intentaba aplicar esta directriz a Frances, no me la estaba aplicando a mí
mismo. Al principio, pensé: «Debo de hacerlo bien en todo momento; de otro modo, seré un
fracaso». Después, me apliqué la Terapia racional emotivo-conductual a mí mismo y me dije:
«Bueno, fallé esta vez, Pero no soy un fracaso; no, si me acepto a mí mismo "tal como soy''.
Empecemos de nuevo». Y así, como Popeye, «¡Soy lo que soy!» Eso no quiere decir que quiera
seguir así; pero, a menos que vea lo que soy y me acepte «como soy», no seré capaz de cam-
biar, porque no sabría desde dónde quiero cambiar.
Cuando comencé a aceptarme a mí mismo «tal como soy», empecé también a aplicar las direc-
trices a mi relación con Frances. Como otras muchas cosas en la vida, no la aceptaba a ella tal
como era. Exigía que fuera como yo pensaba que debía ser. Como es natural, por ahí no iba a
ninguna parre, de modo que decidí probar con Frances la directriz 1. Aunque fallara, no me
rendiría.
En un principio, Frances no creyó que yo pudiera asumir la directriz 1. «Pronto se cansara»,
pensaba. Pero, poco a poco, pudo comprobar mi determinación. Con el tiempo, mi insistencia
en aceptarla «tal como era» le llegó a impactar, y se abrió más a mis ideas.
Las otras directrices fueron también sumamente eficaces. La directriz 4, compartir las diferen-
cias hasta que ganen los dos, me pareció tan sorprendente como la primera. Al principio, yo
pensaba que Frances tenía que ser de determinada manera, de una manera que no era.

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Terapia racional emotivo-conductual

Siguiendo la directriz 1, acepté a Frances tal como era, y la amé aún más. Entonces, antes de
darle mi opinión sobre algún tema importante, escuchaba su punto de vista, yo se lo repetía
hasta que ella confirmaba que yo lo había entendido y, sólo entonces, discrepaba a veces de
ella. Cuando yo escuchaba su punto de vista, y lo comprendía a su entera satisfacción, ella es-
taba mucho más dispuesta a escuchar mi punto de vista y a tomarlo en consideración. Y con
mucha frecuencia acercábamos nuestras posiciones.
También me inventé un juego de «repetición», para que ella lo utilizara conmigo. Le dije a
Frances: «Si en algún momento hago o digo algo que te duela, pídeme que te lo repita, pero sin
hacerte daño esta vez». Y cuando ocurría, yo disponía de hasta quince minutos para preparar-
me (por ejemplo, para tragarme el orgullo), y repetía la discusión de una forma que le resulta-
ra a ella aceptable. En un principio, necesitaba de todo el tiempo de espera de quince minutos.
En la actualidad, estoy tan habituado a ese «juego», que estoy dispuesto a enviar en materia de
inmediato. En primer lugar, necesito saber qué es exactamente lo que le ha herido. Escucho con
atención y, luego, repito lo que yo creo que me está diciendo, hasta que ella queda satisfecha de
que entiendo su punto de vista. Y, dado que mi intención es ser agradable con ella, porque la
amo tanto, no me resulta difícil decirlo bien en la segunda ocasión. No recuerdo ni una sola vez
en que este método no nos haya funcionado.
Las directrices funcionaron a medida que yo iba haciendo pequeños cambios en mi manera de
ver las cosas, pero los efectos de estos cambios eran muy acusados. Mi vida se ha hecho mucho
más pacífica. Es un fenómeno de escalada ascendente. Los éxitos me animan a aplicar más las
directrices, y ahora las sigo casi como un hábito, especialmente con la gente más cercana. En
otras ocasiones, quizás tenga que pensarlo primero antes de aplicar las directrices. [Frank]
2.4. NO HACE FALTA SER PERFECTO
La mayoría de la gente reacciona a estas directrices diciendo: «Sí, están bien. Pero son difíciles». Y tienen
razón... si se plantean que tienen que llegar a usarlas a la perfección. Ciertamente, nuestras directrices
para las relaciones son difíciles de seguir. Sin embargo, si piensa en ellas como directrices, y no como
exigencias o mandatos, podrá comenzar a aplicarlas sin demasiadas complicaciones y a mejorar la comu-
nicación y la relación con su pareja. No conocemos a nadie que las siga a la perfección, ni siquiera noso-
tros.
Las directrices con las que más dificultades se puede encontrar son la 1, aceptar a su pareja «tal como es»;
la 4, compartir las diferencias hasta que ganen los dos; y la 7, transformar lo que usted quiere en un obje-
tivo o meta. Echemos un vistazo.
Ambos (Ted y Al) estamos de acuerdo en que la primera directriz va a ser la más difícil. Uno de los prin-
cipales fundamentos de la TREC, que a la práctica totalidad de la especie humana le resulta difícil de ver
y de seguir, se llama «aceptación ». La TREC les enseña a las personas que, para sentirse emocionalmen-
te seguras, necesitan aceptar plenamente tres condiciones humanas básicas:
1. Usted es falible, y con frecuencia va a conducirse de un modo ineficaz, negativo e, incluso, inmoral.
Es lamentable, pero es así. Por tanto, para evitar venirse abajo y, de ese modo, acrecentar su falibili-
dad, acéptese incondicionalmente con ella. La aceptación incondicional de uno mismo es un motivo
central de la TREC, así como de otros muchos programas de salud mental.
2. Cualquier persona, incluida su pareja, es, asimismo, sumamente falible; y si usted es sensato, practica-
rá la aceptación incondicional del otro, sean cuales sean sus deficiencias y fallos. Acéptela por todos
los medios, como especifica la directriz 1, «tal como es». Y no olvide, como les decimos en ocasiones
a nuestros clientes «perfeccionistas», que «no existe motivo alguno para que alguien perfecto quiera
estar con usted».
3. Las circunstancias de la vida (su entorno, el medio ambiente, la economía, la política) están lejos de
ser perfectas, y pueden generarle multitud de problemas, lo mismo que a su pareja y a los demás. ¡Lás-
tima! No tienen por qué gustarle. Ódielas, si quiere, y luche contra ellas. Pero acepte las circunstancias
que no puede cambiar en la actualidad sí, acéptelas, sin alterarse innecesariamente, para no empeo-
rar aún más las cosas.
2.5. DOS EN LA CARRETERA
Eso dice la TREC acerca de la aceptación. Jack y Jessamine se querían con locura, pero se peleaban como
demonios casi todos los fines de semana, cuando pasaban más tiempo juntos. Jack se negaba a aceptarse
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Terapia racional emotivo-conductual

«tal como era», con sus pequeños ingresos de músico errante, su incapacidad para tocar el violín a la per-
fección y su depresión, debida a sus «grandes incapacidades».
Jessamine no podía entender que Jack se hundiera a sí mismo, porque ella pensaba que Jack era un hom-
bre de gran talento, además de la persona más agradable que había conocido jamás. Le molestaba enor-
memente que Jack se denigrara a sí mismo, pero, con ello, lo único que hacía era inducirle a que se flage-
lara aún más. Jack pensaba que no podría complacerla (como se debía), lo que le deprimía todavía más.
Tanto Jack como Jessamine estaban terriblemente deprimidos por la falta de oportunidades de la industria
musical, por sus dificultades económicas y por las decrépitas condiciones de su apartamento, ubicado en
un vecindario bastante deteriorado. Deseaban vender el piso y mudarse a un barrio mejor, pero el estado
del edificio y sus finanzas personales se lo impedían.
Al dice que, durante el tiempo en que Jack y Jessamine estuvieron recibiendo orientación matrimonial, se
aferraban extrañamente a sus propias exigencias, a pesar de ser dos personas inteligentes y educadas, que
habían comprendido con rapidez los principios de la aceptación de la TREC y que estaban de acuerdo en
que aquello les iba a beneficiar. Jack tenía que hacer mucho mejor aquello de aceptarse a sí mismo con
sus (enormemente exageradas) insuficiencias, y Jessamine despotricaba de vez en cuando del «idiota»
abatimiento de Jack. Por otra parte, colaboraban también, maldiciendo aquel «estúpido», e «imposible»
edificio y a la industria musical. Jack se deprimió aún más, y Jessamine se hizo más arisca. Y ambos au-
mentaron sus quejas y su baja tolerancia a la frustración. Parecían a punto de arrojar la toalla ante sí mis-
mos, ante el otro y ante el mundo.
Requirió unos cuantos meses de TREC (en lugar de lo habitual, unas pocas semanas) convencer, primero
a Jessamine y, un poco más tarde, a Jack de que su situación «tal como es» era mala, muy mala, pero que,
a pesar de todo, no era terrible ni desesperada. Jessamine hizo un verdadero esfuerzo para aceptar plena-
mente a Jack, con su abatimiento y su depresión, por muy «idiota» que le pareciera aquello. Y, al hacerlo,
le ayudó a él a darse cuenta de que eso era ciertamente malo, pero que no le impedía ser un hombre valio-
so y digno de ser amado. Ella también se dio cuenta de que, al criticarle por su comportamiento, no hacía
más que llevarle a que se sintiera más inepto y a que se odiara a sí mismo por «hacer» que ella se enfure-
ciera. Jessamine dejó de criticarle, y pasó a destacar exclusivamente sus rasgos positivos, particularmente
lo agradable de su personalidad. Jack se sorprendió tanto con el giro de ciento ochenta grados que dio
Jessamine al aceptarle «tal como era», que se esforzó como nunca lo había hecho (con el aliento continuo
de Jessamine y de Al) por aceptarse a sí mismo también, cosa que logró en gran medida. Dejó de culparse
por estar deprimido y, como resultado de ello, mejoró mucho en su depresión.
Al mismo tiempo, tanto Jack como Jessamine se esforzaron por acepar la descorazonadora realidad eco-
nómica de sus vidas «tal como era». Decidieron firmemente que verían la situación como fatal si las cosas
estuvieran realmente fatales y no hubiera posibilidad de cambiarlas, de momento. Después, pensaron en
algunas cosas que hacer los fines de semana que no les supusiera mucho gasto, como la de unirse a un
grupo excursionista. Con esto, no sólo se lo pasaban bien, sino que, además, se mantenían lejos de su
deteriorado apartamento y dejaban de discutir. Y, una vez reducidos los problemas emocionales que se
habían impuesto, disfrutaron nuevamente de la mutua compañía como hacía tiempo que no disfrutaban.
Los puntos de vista que sostiene acerca de sí mismo, de los demás y de las circunstancias de la vida no
están «todos en su cabeza»; lo que sí está en su cabeza son las creencias saboteadoras acerca de esos pun-
tos de vista, y usted puede hacer algo al respecto. En el siguiente ítem, estudiaremos más de cerca el reto
de aceptarse a sí mismo, a su pareja y a su realidad «tal como son».

3. CUESTIÓNESE SUS «DEBERÍAS» Y SUS «TENDRÍAS»


«¿Nos pueden dar un ejemplo de una buena comunicación que funcione, en el caso de que sigamos el
enfoque de la Terapia racional emotivo-conductual (TREC) y de que pongamos en práctica las siete direc-
trices para una buena relación?»
Sí, podemos. He aquí una historia real. Ted estaba cenando en casa del señor y la señora Jones, y esta
sorprendente pareja le hizo partícipe de un desencuentro que tenían entre sí. La señora Jones expresó
enérgicamente el punto de vista de su marido en esa discusión como si fuera su propio punto de vista.
«Luego, el señor Jones expresó el punto de vista de su mujer con el entusiasmo que yo hubiera
esperado que manifestara en la defensa de su propia visión. Para mi sorpresa, ambos disfrutaban
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Terapia racional emotivo-conductual

enormemente des-cubriendo y hablando abiertamente de su desacuerdo, un desacuerdo que aún


estaba por resolver. ¡Ciertamente, disfrutaban de sus diferencias! [TC]
Daba la impresión de que el señor y la señora Jones habían descubierto, de forma natural, cómo utilizar la
directriz 4, «Comparta las diferencias hasta que ganen los dos», y la directriz 5, «Apoye las decisiones y
los objetivos de su pareja». Sin embargo, la mayoría de las parejas no hacen esto de forma fácil y natural,
pero se les pueden mostrar las virtudes de estos métodos y se les puede enseñar cómo se hace.
3.1. LAVICTORIA DE THELMA Y SOL
Tomemos por ejemplo a Thelma y a Sol, dos de los clientes de Al que fueron en busca de la ayuda de la
TREC, precisamente por ser dos discutidores natos. Les gustaba demostrarse mutuamente la absoluta
corrección de sus decisiones y sus objetivos. Ambos disfrutaban imponiéndose en las discusiones y sa-
liéndose con la suya; y, como muchas parejas que buscan orientación matrimonial, no dejaban de disfrutar
de la batalla (y perdiendo la guerra). Disfrutaban particularmente discutiendo sobre la forma correcta de
educar a sus hijos, Jim y Mona, y ganaban o perdían de forma desigual estas peleas, al igual que sus con-
fusos hijos.
Resultó difícil convencer a Thelma y a Sol de las tres primeras directrices de la comunicación, por cuanto
eran reacios a aceptar a su pareja «tal como es», y no querían dejar de demostrarse que sólo uno tenía
razón. Pero aún les resultó más difícil llegar a ver las virtudes de las directrices 4 y 5. Ambos querían
obtener una posición clara de yo-gano-tú-pierdes. He aquí los comentarios de Al:
En primer lugar, les hice ver que ninguno de los dos podía ganar una y otra vez, dado que ambos eran
buenos discutidores y preferían morir antes que perder. Así pues, en el mejor de los casos, iban a ser unos
padres poco consecuentes, y eso no les iba a hacer ningún bien a los niños.
Además, se veían en la obligación de ganar las discusiones para «demostrar», lo brillante y lo «valio-
so» que eran. De modo que, cuando no ganaban, se sentían despreciables como padres y como per-
sonas; y, cuando parecían haber ganado una discusión, tenían miedo de perder en la próxima oca-
sión. Como consecuencia de esto, estaban ansiosos constantemente, por lo que ninguno de los dos se
podía decir que obtuviera una verdadera victoria.
Cuando les planteé esto, se dieron cuenta de que la euforia por ganar una discusión se diluía ante el
potencial abatimiento futuro, y que la momentánea inflación del ego llevaba a la posterior ansiedad y
al autocastigo. Así pues, tanto ellos como los niños estaban perdiendo en realidad, aun cuando uno
de ellos terminara «ganando».
Indiqué que la mejor manera de ganar de verdad era respetar y valorar los buenos argumentos del
otro, y alcanzar así una situación de doble victoria para ambos. Como trabajo para casa, los persuadí
para que apoyaran los argumentos del otro durante varias semana ¡una absoluta novedad para ellos!
Pero lo intentaron de forma decidida e inquebrantable y, ciertamente, empezaron a disfrutar apoyan-
do los desacuerdos del otro. No tardaron en menguar los desacuerdos y aumentar los acuerdos, y
Thelma, Sol y sus hijos terminaron sintiéndose gratamente encantados. [AE]
3.2. LOS «DEBERÍAS» Y LOS «TENDRÍAS» DE FRANK Y DE FRANCES
¿Recuerdan a Frank y a Frances, del punto anterior? Echemos un vistazo a sus tendrías y veamos de qué
forma se hacían desdichados, antes de que empezaran a utilizar las siete directrices. Frances disfrutaba de
sus largas conversaciones telefónicas con sus amigas y con su madre. Frank, sin embargo, se ponía furio-
so con el «derroche» de tiempo de Frances al teléfono, porque insistía en que ella tenía que cuidar de la
casa y servirle a él, como la buena esposa que debería de ser. Él siempre tenía algún quehacer para ella.
Cuando Frances estaba al teléfono, Frank le preguntaba:
¿Cuánto tiempo vas a estar?
Diez minutos -respondía normalmente ella, y Frank comenzaba a controlarle el tiempo.
Transcurridos exactamente diez minutos, Frank gritaba:
¡Se acabó el tiempo! ¡Deja el teléfono!
Frances intentaba negociar con Frank diciendo:
Casi he terminado. Lo dejo en cinco minutos.

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Terapia racional emotivo-conductual

Y Frank aceptaba a regañadientes. Pero, esta vez, se quedaba en la habitación. Entonces, Frances excla-
maba:
Si estás encima de mí, me pones nerviosa. Por favor, vete.
Pero él no se iba, y discutían, mientras Frances seguía al teléfono.
Para cuando colgaba el aparato, estaba llorando, y se€sentía herida y molesta por haberla «humillado»
así. Y el enfado de él se convertía en furia.
Utilizando la TREC, podemos trazar los potentes necesito, deberías de, tendrías que y habrías de absolu-
tos de Frank y de Frances:
Deberías y tendrías absolutos de Frances
1. Frank tendría que darme «libertad». Yo debería tener el control de mi propia vida. Me merezco, y
tengo que conseguir, más atenciones de las que obtengo.
2. ¡Frank tendría que respetarme!
3. ¡No puedo soportarlo! Yo debería tener libertad pana ser yo misma. ¡No debo seguir con Frank!
4. Si Frank me deja, me quedaré sola; y no debo estar sola. Por tanto, no puedo, no debo, dejarle, porque
no podría sobrevivir sin él.
5. Frank no debería comportarse del modo en que lo hace. Es un monstruo; y no debería serlo.
6. ¡Necesito una buena solución para este problema, y Frank debería hacer lo necesario! Yo no tendría
por qué pasar por esta situación. Si él se comportara mejor, como debería ser, haría las cosas a mi ma-
nera.
Deberías y tendrías absolutos de Frank
1. Yo debo tener, el control de Frances y de mi matrimonio. Me merezco, y tengo que conseguir, más
atenciones de las que obtengo.
2. ¡Frances tendría que respetarme!
3. No debo perder a Frances. Tengo que intimidarla para asegurarme de que seguirá conmigo. ¡Tiene que
obedecerme como una buena esposa, que es lo que debería ser!
4. ¡Frances no debe dejarme solo para que cuide de mí mismo, pues eso sería terrible! El hecho de que
ella siempre vuelva demuestra que mi intimidación funciona. De modo que, para conservarla, tengo
que seguir intimidándola. No puedo soportar ceder ante ella.
5. Frances no debería comportarse como lo hace, y es una esposa poco atenta y cariñosa; y eso no debe-
ría de ser.
6. ¡Necesito una buena solución para este problema, y Frances de debería hacer lo necesario! Yo no ten-
dría por qué pasar por esta situación, y si ella se comportara mejor como debería ser, haría las cosas a
mi manera.
Observemos brevemente los deberías y tendrías de arriba. En primer lugar, observe que en cada uno de
esos deberías y tendrías hay un quiero encubierto. Tanto Frank como Frances son racionales en tanto que
prefieren a su pareja antes que otra cosa.
En segundo lugar, cada uno de esos deberías y tendrías contradice la propia «realidad» de Frank y de
Frances. Al utilizar deberías y tendrías, sostienen que sus situaciones no deberían y no tendrían que ser
de la forma en que, indiscutiblemente, son. A cada una de sus preferencias ellos le añaden unas exigen-
cias. Ven equivocadamente sus preferencias y sus exigencias como lo mismo: «¡Dado que quiero esto
con tanta intensidad, esa debe ser la forma en que lo quiero!».
Tercero, cada uno de los deberías y tendrías de Frank y de Frances constituye una exigencia arrogante y
casi divina, que el otro debería y tendría que complacer mágicamente.
Si es usted como la mayoría de la gente, probablemente no estará del todo satisfecho con cómo va el
mundo. Y, si cree en Dios, sus deberías y tendrías absolutos le están diciendo probablemente a Dios que
Él o Ella está equivocado/a. Le está diciendo a Dios cómo debería disponerse el universo: ¡el universo

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Terapia racional emotivo-conductual

debe darle a usted exactamente lo que quiere! ¡Se debería hacer su voluntad, no la voluntad de Dios! Y,
aún cuando no sea religioso, puede que esté haciendo exigencias arrogantes sobre lo que debe ser.
También puede que utilice otras palabras para expresar sus deberías, sus tendrías y sus exigencias. Entre
estas palabras estarían haber de, necesitar y necesidad. En «realidad», no necesita absolutamente nada,
salvo en el sentido condicional del «si». Si va a conducir su automóvil, necesitará gasolina o gasóleo (¡a
menos que conduzca un automóvil eléctrico de energía solar!). No necesita en absoluto vivir, pero si
quiere vivir, tendrá que hacer algunas cosas, como comer y respirar. Es muy probable que muera en un
momento u otro, haga lo que haga. Así pues, los deberías y tendrías condicionales suelen ser sensatos y
realistas; pero los deberías absolutos, como «Sea como sea, debo tener un buen automóvil», no lo son.
«¡Bajo cualquier circunstancia y en todo momento debo hacerlo bien!» «¡Tengo que ser joven siempre!»
«El mundo debería funcionar de la forma que yo quiero!» Todos estos dogmas suelen llevar a serios pro-
blemas.
Frances quería (y exigía) más libertad de la que en realidad tenía. Por otra parte, Frank quería (y exigía)
una esposa obediente; algo que pensaba que no tenía. Ambos querían (y exigían) más «respeto» por parte
del otro del que en realidad tenían.
Frances quería libertad para decidir si seguir casada o no, pero tenía miedo de darse a sí misma esa elec-
ción. Con sus puntos de vista, no podía ser feliz ni yéndose ni quedándose. Si se iba, creía que no podría
sobrevivir. Si se quedaba, creía que sería siempre una desdichada. Se sentía atrapada, como si no tuviera
eleccién. Era plenamente consciente de la «trampa» en la que se encontraba, pero no se daba cuenta de
que era ella la que la estaba creando, al aterrorizarse con la idea de vivir sola.
Frank también exigía, tanto consciente como inconscientemente, una seguridad que, evidentemente, no
tenía: que Frances no le dejara jamás. También «necesitaba» y tampoco tenía, una seguridad de apoyo
emocional. Exigía que no se le debería, o no se le tendría, que pedir a él que cambiara o que pusiera fin a
su matrimonio, e insistía en que Frances no debía dejarle.
Cuestionémonos los deberías y tendrías de esta pareja. ¿Acaso debe la vida ajustarse a las exigencias de
Frank y Frances? ¿Acaso la realidad, debe ser de la forma en que ellos insisten que sea? No. ¡No encon-
tramos ninguna razón para ello! Las leyes de la naturaleza parece que operan de forma impersonal, sin
tener en cuenta lo que podamos querer o no, y sin tener en cuenta las exigencias de esta mujer o de aquel
hombre. «A todos les llega el tiempo y el contratiempo» (Eclesiastés).
La gravedad no tiene en cuenta lo que nosotros podamos querer. Será mejor que aceptemos sus leyes, en
vez de enfurecernos con ellas. Hemos aprendido a colaborar con la gravedad cuando caminamos por el
suelo, cuando volamos en aviones o cuando viajamos al espacio exterior; así como cuando nos sentamos a
la sombra de un frutal a finales de verano, como descubrió Newton con lo que le cayó en la cabeza. Hasta
el siglo XX, parecía seguro que la gravedad nos iba a impedir volar; ¡pero haciendo experimentos y prue-
bas, hemos hecho progresos increíbles!
De igual modo, haciendo experimentos y pruebas, podemos aprender a trabajar con la «naturaleza huma-
na» para resolver problemas de comunicación previamente «irresolubles». Podemos mejorar nuestras
relaciones trabajando con la conducta humana, dejando de lado nuestras exigencias y aferrándonos a
nuestras preferencias. Entonces, podremos cambiar experimentalmente nuestras experiencias y conversar
mejor entre nosotros.
A Frank, como se puede ver en su carta del ítem 2, le resultaba difícil distinguir entre la «realidad», y sus
exigencias para que las cosas se conformaran a sus deseos. Mucha gente tiene esta dificultad y, cuando
por fin ven la diferencia, se lo aplican también a otras situaciones importantes de su vida. Como profesor,
sus alumnos le temían en otro tiempo. En la actualidad, después de utilizar la TREC para dejar de lado las
exigencias de que tenía que comportarse de determinada manera, disfruta de sus alumnos y les invita para
que le visiten en su despacho. En vez de evitarle, los alumnos le buscan ahora; ¡se ha convertido en un
profesor muy popular!
Otro ejemplo 1o tenemos en el campo de trabajo de Frank. Cuando bajaba al sótano y contemplaba todos
sus proyectos inacabados, solía deprimirse. Se sentía abrumado con tantas cosas como tenía que hacer, y
le horrorizaba la idea de no poder llevarlo todo a término. En la actualidad, cuando baja aI sótano, piensa:
-¡Qué suerte tengo! Siempre tengo algo interesante que hacer.
¿En qué consistía la diferencia? Según Frank, «la directriz 1 es mucho más amplia que el mero hecho de
aceptar al otro "tal como es". En realidad, supone aceptar a la gente, las cosas y las situaciones "tal como

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Terapia racional emotivo-conductual

son". Cuando acepté el problema de todos esos proyectos inacabados, me di cuenta de que, si los hubiera
concluido todos, posiblemente me sentiría aburrido de la vida. No habría nada por lo que esforzarse. Aho-
ra, sin embargo, siempre tengo algo agradable que hacer».
Frank amplió sus crecientes aplicaciones de la directriz 1 a sus desacuerdos con los demás. Solía enfadar-
se ante las diferencias y los desencuentros porque pensaba que los demás tenían que ser muy «estúpidos»
para no darse cuenta de que, «obviamente», él tenía razón. Ahora, Frank les ofrecía el placer de aprender
y de crecer, un reto que explorar y resolver. «Me encantan los retos», afirma.

3.3. LA BUENA COMUNICACIÓN COMIENZA CON LA ACEPTACIÓN


Para comunicarse mejor, podemos reconocer, y aceptar, la «naturaleza» del universo, en el que no pare-
cen haber deberías, tendrías o habrías «absolutos». En la «naturaleza», no existen diferencias entre el
modo en que algo «es» y el modo en que debería, tendría o habría de ser. Sí debe ser de cierto modo, es
automáticamente del modo que debe ser. El universo no hace caso de los deseos humanos, ni hace eva-
luaciones personales de sí mismo. Pero las personas solemos evaluar o medir Lo Que Está Sucediendo,
(LQES), en el mundo, y con frecuencia se nos pasa por alto la discrepancia entre la realidad del modo en
que son las cosas y el modo que afirmamos que deberían, tendrían o habrían de ser. Preferimos que las
cosas sean mejores, y con frecuencia también exigimos que los acontecimientos sociales y externos sigan
nuestras preferencias.
La TREC etiqueta de un modo muy especial esas palabras o frases que suponen o expresan unas exigen-
cias «absolutas»: «debermanía» Los seres humanos no solemos utilizar palabras debermaníacas (deberías
y tendrías absolutos) cuando las cosas van del modo en que nos gusta que vayan. Sin embargo, utilizamos
muchos deberías absolutos cuando observamos una diferencia significativa entre (1) Lo Que Está Suce-
diendo (LQES) y (2) lo que queremos.
LQES es otra forma de hablar de la «realidad». La «realidad» es otra manera de decir «verdad». Cuando
hablamos de la «realidad», ¿de qué punto de vista de la «realidad» o de la «verdad», estamos hablando?
¿De su punto de vista o del mío? Cuando nuestros puntos de vista difieren, ¿es su punto de vista de la
«realidad» subjetivo y, por tanto, «falso», y mi punto de vista de la «realidad», objetivo y, por tanto,
«verdadero»?
Nuestras diferencias generan problemas, tanto filosóficos como prácticos. En el núcleo mismo de la casi
totalidad de nuestras discusiones, peleas, conflictos o luchas de poder, parece haber una diferencia o
desacuerdo acerca de «cuál es la realidad».
¡Eres un egoísta!
No, no lo soy.
¡Sí, sí que lo eres!
¡No, no lo soy!
Sí. ¡Lo eres!
No. No soy yo el egoísta. ¡Eres tú la egoísta!
¿Quién tiene razón? ¿Quién está en posesión de la verdad? ¿Cuál es la «realidad» en esta discusión? ¿Qué
está pasando aquí? La Terapia racional emotivo-conductual (TREC) sostiene que cada persona experi-
menta la «realidad», o la «verdad», según el punto de vista de su propio sistema de creencias, es decir, de
su propio concepto de la «realidad» y de la «verdad». Su «realidad» o su «verdad» no es idéntica a mi
modelo mental de «realidad» o «verdad». Nuestros puntos de vista pueden ser parecidos, pero las formas
en las que construimos o comprendemos la «realidad» o la «verdad», difícilmente serán idénticas. Las
diferencias que creamos son habituales y «normales».
3.4. LOS ENTOQUECEDORES «DEBERÍAS» Y «TENDRÍAS»
En un sentido «real», nuestros deberías y tendrías absolutos son «enloquecedores». ¿Por qué? Porque
ambos reconocen y niegan la misma realidad al mismo tiempo. La inculpación es un ejemplo. Frances se
quejaba de que Frank no debería humillarla de aquel modo. Se quejaba y culpaba; en su cabeza, el «he-
cho» era que él la humillaba. Su queja, «¡Frank no debería de ser irrespetuoso conmigo!», reconoce el
«hecho» de que él la humilla. Pero su «realidad», emocional, lo que ella sentía, era que él no debería de
hacer lo que, de hecho, hacía. Frances insistía en que no podía aguantarlo más, pero seguía aguantándolo,
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Terapia racional emotivo-conductual

en contra de lo que afirmaba. Quizás lo que quería decir era que no quería aguantarlo más, y que estaba
dispuesta a romper con Frank. Su «realidad» era su disgusto. Cuando se disgustaba, el debería de Frances
(«Frank no debería de disgustarme») negaba su «realidad»: ¡que Frank la estaba disgustando!
Esta paradoja, la de tomar lo que no debería existir pero existe, confunde porque, normalmente, no nos
damos cuenta de ella. Con frecuencia, nos presentamos nuestros deberías como si fueran una realidad
absoluta. Estamos convencidos de que es obvio que Lo Que Está Sucediendo (LQES), no debería existir,
y que Lo Que Debería Suceder (LQDS), debería existir. No nos damos cuenta del conflicto entre LQES,
lo que está sucediendo, y LQDS, lo que debería suceder. LQDS no es obviamente, LQES. Por tanto, ese
debería que vemos como «evidente en sí mismo» es, en su mayor parte, una ficción; y, en un sentido
«real», ¡no existe en modo alguno! Nuestras preferencias (y las preferencias de Frances) existen como
preferencias, pero nuestros deberías absolutos (al igual que los de Frances) son refutados por la «reali-
dad».
Por tanto, su debería niega, al mismo tiempo y de una sola vez, esa realidad que afirma y reconoce. ¡Y
esta locura también se puede ver en los deberías de Frank!
¿Acaso el señor y la señora Jones se aceptaban uno a otro cuando sostenían un desacuerdo real y sin re-
solver? Estamos convencidos de que sí. Consiguieron uno de los principales objetivos de este texto: de-
mostrarle cómo se pueden aceptar plenamente (¡y sin culpar!) los desacuerdos de los demás, y cómo se
puede disfrutar de verdad de la mayor parte de las diferencias que tenemos con los demás.
3.5. «NO SOY YO EL QUE ESTÁ EQUIVOCADO, SINO TÚ!»
Cuanto más enseñamos a nuestros numerosos clientes (por no mencionar amigos y familiares) a utilizar la
TREC para aliviar sus problemas, más nos encontramos con que la primera exigencia de la gente es que
su percepción o su concepto de la «realidad» no debe estar equivocado o ser inconsecuente. Así, quizás
decidan que lo «correcto» es ser honesto con los demás y no permitirse ni la más pequeña «mentirijilla».
Le dirán a su hija que estarán fuera por poco tiempo, para que no se disguste con la verdad, que es que en
realidad van a estar fuera bastante tiempo. Más tarde, se fustigarán despiadadamente a sí mismos porque
deberían haber dicho toda la verdad a la niña. Insisten en que siempre, en todo momento, han de ser «co-
rrectos» y «veraces», aún cuando a veces no lo sean.
Un dilema habitual en las parejas es pensar: «Dado que mi pareja se ha casado (o vive) conmigo, y dado
que se supone que me ama y me comprende, debería darse cuenta de que tengo razón y debería estar de
acuerdo conmigo». ¡Vaga esperanza! Su pareja puede amarle de verdad y respetarle pero, siendo de un
sexo diferente, habiendo vivido experiencias diferentes y siendo única en distintos aspectos innatos, es
muy probable que vea las cosas de otra manera.
Zack, uno de los clientes de Al, era un verdadero feminista, que creía que los hombres no eran mejores
que las mujeres y que las mujeres deberían tener los mismos derechos que los hombres.
Pero él seguía creyendo que su mujer, Dora, estaba obligada a darle la razón en cuestiones importantes. Él
la quería, .y creía que, a cambio, ella debería «demostrarle» su amor estando de acuerdo con él. Le de-
mostré que la estaba discriminando con su punto de vista porque, si de verdad ambos eran iguales, él ten-
dría que estar de acuerdo con ella en cuestiones importantes, lo cual obviamente, no ocurría.
Zack se dio cuenta de que, en su relación matrimonial con Dora, resultaba enormemente preferible, pero
no obligatorio estar de acuerdo en temas importantes. No importa cuánta «razón» tuviera acerca de cual-
quier tema, Dora no tenía por qué darse cuenta de su «razón». En cuanto ambos aceptaron sus desacuer-
dos, aun cuando pensaran que el otro estaba «equivocado», descubrieron que la relación se había hecho
mucho más agradable. [AE]
3.6. LA COMUNICACIÓN
¿Qué es la comunicación? Por decirlo de un modo sencillo, es el envío y la recepción de información o de
mensajes. Concretamente, cuando usted se comunica, lo primero que busca es influir en otras personas a
través de la palabra y de otras formas de discurso. En segundo lugar usted intenta inducirles a que le es-
cuchen, a que le respondan, a que estén de acuerdo con usted y a que hagan, en mayor o menor medida, lo
que a usted le gustaría que hicieran.
¿Qué es lo que usted pretende cuando se comunica? Seamos sinceros: principalmente, influir en los de-
más para que le den más de lo que usted quiere, y menos de lo que no quiere. Pero seamos también prác-
ticos y diferenciemos claramente entre influir en los demás para que vean las cosas a su manera, y exigir

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Terapia racional emotivo-conductual

que tienen que hacer lo que usted desea. Puede querer muchas cosas: atención, aprobación, amor, sexo,
dinero, amistad, compañerismo, intimidad y mucho más. ¡Incluso puede querer una comunicación mejor!
La Terapia racional emotivo-conductual le enseña a comunicarse mostrándole cómo llevar sus querencias
y sus preferencias, y evitando elevarlas al rango de exigencias y compulsiones. Cuando exige algo, usted
recurre a la «DEBERmanía», por cuanto (1) insiste en que las personas o las cosas deben ser del modo
que usted quiere que sean; y (2) ¡se enfada cuando sus exigencias no se cumplen como se deberían cum-
plir! Quizás exprese sus exigencias abierta o directamente: «¡Deberías darme eso!¡No deberías privarme
de ello!» O quizás las exprese de forma más sutil e indirecta, como cuando se le indica a los demás que
uno se siente herido, molesto o deprimido cuando se ignoran sus deberías y sus exigencias.
Se liberará emocionalmente y se comunicará mejor cuando admita honestamente que está intentando
obligar a los demás para que vean y hagan las cosas a su manera. Y se liberará aun más cuando renuncie
a sus exigencias y deje de intentar obligar a los demás a que hagan lo que usted quiere que hagan. Enton-
ces, usted se comunicará de verdad.
Frances y Frank no se comunican a la perfección, pero ahora disfrutan de sus diferencias, que resuelven
ya normalmente de forma fácil y rápida. No siempre, pero con mucha más frecuencia que antes, Frank
descubre la forma de aceptar plenamente a la gente, las cosas y las situaciones «tal como son».
3.7. PROBLEMAS PRÁCTICOS Y PROBLEMAS EMOCIONALES
Al igual que Frank y Frances, que Thelma y Sol, que Zack y Dora, y otras muchas personas, usted suele
tener dos clases de problemas básicos: problemas prácticos y problemas emocionales. Su problema prác-
tico consiste en cómo conseguir lo que quiere. Su problema emocional consiste en cómo evitar disgustar-
se cuando no consigue lo que quiere.
Descubrirá que esta diferencia entre problemas prácticos y problemas emocionales es enormemente útil
cuando aplique la TREC en su vida.
Su problema emocional la exigencia de que debe tener una buena comunicación va a sabotear la reso-
lución de su problema práctico cómo comunicarse bien con los demás. Y lo que es más, esta exigencia
va a convertirse en un obstáculo para la resolución de otros problemas prácticos. Pero, además, su «de-
bermanía», va a añadir otro problema al problema práctico que ya tenía, ¡obsequiándole con dos proble-
mas por el precio de uno!
Si se siente perturbado porque no consigue el tipo de comunicación que quiere, va a generar un problema
emocional acerca de la comunicación. ¿Y qué genera este trastorno? ¡Su exigencia compulsiva de que
debe tener una comunicación «aceptable»!
Cuando sea capaz de renunciar a estas exigencias absolutas y de aceptar la realidad y sus propias limita-
ciones, las de su pareja y las de las circunstancias de la vida, creará un fundamento sólido para la buena
comunicación que desea. ¡La debermanía con la comunicación es muy probable que resulte en una mala
comunicación constante!
Estamos convencidos de que puede mejorar mucho su comunicación y sus relaciones si aprende a utilizar
las siete directrices para una buena relación. Le hablaremos de ellas en el próximo ítem.

4. LAS SIETE DIRECTRICES PARA UNA BUENA RELACIÓN


Michelle se quedó tan impresionada, cuando Ted le contó lo que había hecho Frank al utilizar las siete
directrices con su mujer, que decidió que también ella las iba a utilizar en su relación con Hunter.
He aquí un ejemplo de las dificultades que tenía con él y que quería resolver de algún modo. Michelle y
Hunter iban a ir a un partido de béisbol para ver jugar a su hijo. Hunter quería que Michelle acordara no
separarse de él ni que se despistara conversando con sus amigas durante el partido. Ella accedió, y él dio a
entender que haría lo mismo por ella. Pero, si ambos hubieran estado de acuerdo en lo que el otro creía
entender, no estaríamos contándole este culebrón.
También se podría haber evitado esta tempestad en un vaso de agua con tal que sólo uno de ellos hubiera
utilizado los principios de la Terapia racional emotivo-conductual. Si ambos hubieran utilizado los méto-
dos que enseña la TREC, es muy probable que su desacuerdo se hubiera podido confrontar y reconducir
de inmediato. Pero, entonces, claro está, no dispondríamos de este buen ejemplo sobre sus dificultades.
21
Terapia racional emotivo-conductual

De camino hacia el campo de béisbol, Hunter vio un puesto de comida y dejó a Michelle para ir a com-
prarse un perrito caliente. Mientras tanto, ella encontró un lugar para sentarse en la hierba y durante la
espera, se le acercó una amiga. Ésta tenía el cuello agarrotado, y Michelle se ofreció para hacerle un ma-
saje, mientras esperaba el regreso de Hunter.

Las 7 directrices para una buena relación y comunicación


1. Acepte a su pareja «tal como es». No culpe. Acepte que, si mantienen la relación es para encon-
trarse bien juntos, no para arreglar, reformar o perfeccionar a su pareja. Responsabilícese de sus
propios sentimientos. Puede permitirse el influir en su pareja, pero no exigirle que cambie. Y déle
también la libertad para que influya en usted. Sí, para que le persuada y le informe.
2. Manifieste su aprecio con frecuencia. Evite las críticas constantes. Reconozca con frecuencia las
cosas buenas de su pareja, aunque sea por pequeñas cosas. Encuentre, descubra o, incluso, cree
cosas que valora realmente en su pareja. Y hágaselo saber. La sinceridad y la honestidad son muy
importantes aquí. Y evite una relación de tipo «asesino», criticando frecuentemente a su pareja.
3. Comuníquese desde la integridad. Sea honesto respecto a las creencias y las evidencias que
estén en desacuerdo con sus propios puntos de vista de lo que está sucediendo. Cuando su pareja
tenga razón, admítalo. Sea sincero, pero con tacto. Acepte la existencia de diferentes percepciones
de una misma cosa. Establezcan el acuerdo de no castigarse uno a otro, y háganlo honestamente.
Acuerden que ambos van a ser honestos, y que van a creer en la honestidad del otro.
4. Comparta y explore las diferencias con su pareja. Explore los desacuerdos con su pareja con el
fin de ir hacia un acuerdo en el que salgan ganando los dos, de alcanzar una resolución superior
que acepte partes de los dos puntos de vista. O con el fin de estar de acuerdo en el desacuerdo.
Además, esté dispuesto a llegar a un arreglo, sin hacerle creer que está de acuerdo cuando, en
realidad, no lo está.
5. Apoye los objetivos de su pareja. No renuncie a su propia integridad ni a sus puntos de vista o
deseos importantes, pero vaya hasta donde se lo permita su honestidad para apoyar a su pareja,
aun cuando usted esté claramente en desacuerdo.
6. Concédale a su pareja el derecho a equivocarse. Respete el derecho de ambos a ser una persona
falible (su inalienable derecho a cometer errores y a aprender de sus experiencias y errores). ¡No
respete sólo su propio derecho a ser un ser humano proclive a equivocarse!
7. Reconsidere sus necesidades como objetivos que puede alcanzar con posterioridad. (Es ésta
una directriz que le va a permitir trabajar adecuadamente con las otras seis directrices.) Cuando no
consiga lo que quiera o desee, recuerde que no tiene por qué conseguir lo que quiere, ¡ahora o
nunca!
NOTA: Opte por practicar las siete directrices como un compromiso unilateral, haga lo que haga su pareja. Cada
vez que las cosas no le salgan bien, intente descubrir dónde se equivocó. También puede que tenga algo impor-
tante que aprender sobre su manera de hablar o de escuchar.

Michelle siguió masajeando el cuello de su amiga durante unos minutos más, después de que Hunter se
uniera a ellas en la hierba, y Hunter se enfadó con ella, por haber «roto su promesa». Se sentía traiciona-
do, y le dio un ultimátum: si ella no iba ser capaz de «hacer las cosas juntos», hasta final de mes, la deja-
ría. Para Hunter, no había diferencias que compartir. En lo que a él concernía, Michelle «no tenía punto
de vista», en el conflicto. La brecha entre el «acuerdo» de ella y su «traición» era demasiado grande, se-
gún Hunter, y discutiría sobre ello y posiblemente lo utilizaría para justificar el abandono de la relación.
La percepción de Hunter sobre los motivos de Michelle ilustra su ofuscación en aquel momento. En su
cabeza, tenía toda la razón, y Michelle estaba completamente equivocada. Él era la «víctima» de la ruptu-
ra del acuerdo con Michelle. Sólo había un modo de ver la situación: el suyo. No exploró cuál podía ser el
punto de vista de Michelle porque, «obviamente» no tenía un punto de vista válido que mereciera ser
explorado. Y Michelle se dio cuenta de que no tenía «derecho» a tener su propio punto de vista, si éste
difería del de Hunter, y pasaron por esta situación con una gran carga de dolor emocional sin resolver.

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Terapia racional emotivo-conductual

4.1. LOS TRES PAPELES DE LA RELACIÓN


Existen tres papeles posibles en una relación: el de arriba, el de abajo o la relación de igual a igual. El
objetivo de la utilización de estas directrices es el de Pasar de una relación de «uno arriba y uno abajo»
hasta una relación «de igual a igual», o «a la par». Podemos señalar aquí que Frank era dominante (el de
arriba) en su relación con Frances, mientras que Michelle adoptaba la posición de abajo con respecto a
Hunter, apoyando involuntariamente la posición de él, de arriba. Sin embargo, la posición de abajo de
Michelle cambió con el tiempo y con la utilización de las siete directrices. A medida que fue aceptando a
Hunter «tal como €era», pudo reformular su percepción de su sometimiento hasta una posición cercana a
la de «igualdad» con Hunter. Se dio cuenta también de que disponía de algunas opciones acerca de cómo
responder al comportamiento de él. Al darse cuenta de que disponía de opciones que le permitirían sentir-
se menos por debajo, dejó de tener la sensación de que debía conformarse con los deseos de él.
¿Tiene alguna idea de cómo podría utilizar estas directrices si estuviera en la posición de Michelle? Mi-
chelle no tenía idea alguna, y llamó por teléfono a Ted en busca de ayuda.
Las ideas en que se basan las siete directrices estaban por ahí ya desde hacía bastante tiempo. Las siete
directrices se basan principalmente, aunque no exclusivamente, en la TREC, y las organizaron Ted y Jo-
lanta de forma sistemática en 1986 como fundamento de su relación matrimonial. Basándonos en la ver-
sión que utilizó Frank, ofrecemos en esta sección la versión completa de las siete directrices, la que Mi-
chelle decidió aprender a utilizar.
4.2. LA CARTA DE MICHELLE A TED
He aquí lo que le escribió Michelle a Ted acerca de sus experiencias con las directrices:
Ahora, al escribirte acerca de mis experiencias personales con las siete directrices, creo que po-
dría dividir mi vida en «antes de las directrices» y «después de las directrices». Hunter y yo nos
casamos después de comenzar a seguir las siete directrices.
Antes de someterme a la TREC, en la que se basan las directrices, mi vida se podría haber califi-
cado como de un «victimismo», básico, todo «era» la consecuencia de «lo que sucedía». Yo era,
simplemente, la víctima de todo lo que me sucedía. No me daba cuenta de que tenía la posibilidad
de elegir o de decir algo en particular sobre el asunto.
Dejé mi primer matrimonio a causa de lo que mi marido hacía o dejaba de hacer, lo que me cau-
saba dolor y desdicha. Y pensé que conocer a Hunter, mi segundo marido, iba a ser la respuesta a
mis problemas, porque parecía comprenderme bien, parecía deseoso de escucharme y de «estar
conmigo». ¡Imagina mi sorpresa cuando comencé a tener con Hunter los mismos problemas que
había tenido con Jerry! ¿Sería que el «problema», lo tenía yo? El darme cuenta de esto fue lo que
me llevó a hablar contigo, Ted, y a ponerme a trabajar con las siete directrices.
No tengo claro si fueron las directrices o lo que hablé contigo lo que más me ayudó. Lo más pro-
bable es que fuera una combinación de las dos cosas. En cualquier caso, la relación contigo, con
Hunter y con las siete directrices fue como aprender un nuevo idioma. En otros momentos de mi
vida había tenido vislumbres de este «idioma», a través de lo que yo llamo los «escritos espiritua-
les», de gente como Jesús, Buda y Ram Dass, pero no dejaban de ser vislumbres que hacían que
me sintiera bien mientras leía, pero que desaparecían en cuanto me ocurría algo desagradable.
Cuando empecé a trabajar contigo y con Hunter, y en última instancia con las siete directrices,
empecé a darme cuenta de cuál era mi contribución a los problemas que tenía, y descubrí así un
proceso en el que hincar el diente y obtener más resultados en la línea de lo que yo quería.
Me llamó la atención, y no con poca consternación al principio, que, cuando yo te llamaba en
medio de una bronca con Hunter, no me dabas la razón, como yo hubiera querido que hicieras,
acerca de lo malo que era Hunter. En vez de eso, tú comprendías mi sensación de desespero, pero
sin culpar a Hunter, casi como si Hunter tuviera un papel secundario en la escena. El asunto se
centraba casi siempre en mí, en lo que yo estaba pensando o diciéndome a mí misma que me ha-
cía sentirme molesta o desdichada.
Descubrí que la directriz 1, aceptar a tu pareja «tal como es», era la directriz más útil para mí
cuando me enfadaba. Aceptar a Hunter «tal como es» me ha permitido mantener la relación el
tiempo suficiente como para ver mi contribución a lo que no funciona entre nosotros. Ahora, veo
«sus problemas» como «nuestros problemas», y consiguientemente, nuestras discusiones son mu-

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Terapia racional emotivo-conductual

cho menos frecuentes y menos intensas. No necesito que él cambie; en lugar de eso, intento ver el
por qué no estamos experimentando la felicidad y la alegría que sé que es posible en nuestra rela-
ción.
La directriz 4, compartir las diferencias con la intención de salir ganando los dos, me ha resultado
muy difícil, así como a Hunter. En este momento, vemos las exigencias a las que recurrimos
cuando no nos ponemos de acuerdo; y resulta verdaderamente útil darse cuenta de ellas. Pero to-
davía no hemos encontrado la forma de compartir nuestras diferencias y de buscar gustosamente
una tercera posición en la que salgamos ganando los dos y nos evite disgustos.
Hace poco, la última vez que discutimos, pensé que había dado un paso adelante en mi manera de
entender la directriz 4 (compartir las diferencias con la intención de salir ganando los dos), y me
puse a escribir sobre ello. Sin embargo, cuando estaba a punto de acabar de contar mi historia, me
di cuenta de repente de que la posición de Hunter tenía cierta validez. Me había estado aferrando
a mi posición, apoyada en gran medida por el mundo exterior, y eso era lo que me había impedido
comprender empáticamente la posición de Hunter y, en definitiva, superar nuestras diferencias. El
viento había dejado de soplar en mis velas, por decirlo así, mientras escribía mi historia, y ya no
era capaz de terminarla. Me di cuenta de mi necesidad de tener razón. Con el tiempo, seré capaz
de superar este problema.
Para mí, las siete directrices son una obra de arte en lo que respecta a las relaciones. Cada una de
ellas es un paso adelante, un acercamiento concreto, que se puede aplicar activamente en la mayo-
ría de las relaciones. Pero la directriz 7 convierte lo que quieres en un objetivo futuro, creo que es
la «flor y nata» del asunto. Es la que hace factibles a todas las demás, porque tiene en cuenta to-
dos los errores humanos que sin duda voy a cometer (y cometo constantemente) en mi vida. Para
mí, sigue siendo un enorme reto establecer un objetivo a partir de esas situaciones que no son
como a mí me gustaría que fueran. Sin embargo, este enfoque parece que hace la vida más diver-
tida y menos enervante, algo que me gustaría experimentar con más asiduidad. Sigo viendo las
barreras como un factor negativo, en vez de cómo un estímulo para alcanzar la meta. El día en
que sienta una barrera en mi vida como un reto para alcanzar una nueva meta, me sentiré como si
me hubiera «licenciado». Quiero utilizar la directriz 7 concienzudamente, del mismo modo que
utilizo las otras seis directrices.
La lectura del borrador de este texto me ha proporcionado cierta sensación de confort, durante es-
te tiempo de gran agitación en mi vida. Es la sensación de tener una opción, que me llega con tan-
ta fuerza a través de sus palabras. Y eso me resulta muy reconfortante. [Michelle]

Desde que escribió esta carta, Michelle ha hecho considerables avances en cuanto a aceptar su derecho a
ser ella misma y no ponerse por debajo. Sin embargo, sigue teniendo dificultades a la hora de compartir
los cuanto a aceptar su derecho a ser ella misma y no ponerse por debajo. Sin embargo, sigue teniendo
dificultades a la hora de compartir los desacuerdos con Hunter. Más adelante, veremos con más deteni-
miento las dificultades que parecen tener muchas personas para compartir sus desacuerdos.
¿Recuerda usted el cuento de la princesa y de la rana? Cuando la princesa besó a la rana, se rompió el
hechizo «mágico», que aprisionaba a alguien bajo la forma de una rana. Y, al quedar en libertad, resultó
ser un hermoso Príncipe Azul.
La mayoría de las personas parece «atrapada» bajo un papel que no es «realmente» el suyo. Metafórica-
mente hablando, somos ranas –o Bellas Durmientes–, a la espera de alguien nos libere con su magia.
Estas siete directrices no son tan fáciles de seguir como dar un beso, pero funcionan, ¡si usted las hace
funcionar! Le permitirán convertirse en un ser humano más integral, y podrá cambiar tanto la visión que
tiene de su pareja como la suya propia; casi hasta convertirle en un príncipe o una princesa. Hasta que no
ponga en práctica las siete directrices, le va a costar creer que funcionan de verdad.
Volvamos a Frank, que estaba enfadado con Frances porque «perdía demasiado tiempo hablando por
teléfono». Tiempo después, escribió:
En lo concerniente al concepto de la rana y la princesa, mi vida con Frances ha cambiado drásti-
camente para mejor, pero nos llevó algún tiempo. Y yo atribuiría esta mejoría a las conversacio-
nes mantenidas contigo, Ted, acerca de las siete directrices, y al hecho de haberlas aplicado a mí
mismo. Lógicamente, yo era incapaz de aplicarlas a la perfección, pero no dejé de intentarlo. Al
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Terapia racional emotivo-conductual

principio, no obtenía más que pequeños resultados en mi relación con Frances. Después, empecé
a cambiar en otras cosas también. Al pensar en Frances de forma diferente, hice un gran cambio
en cuanto a cómo me sentía yo mismo y respecto al mundo que me rodeaba. Frances comenzó a
responder de forma más positiva, y eso me llevó a una mejora creciente. Hay veces en que me
gustaría poder explicar este método de la TREC a otras personas. Normalmente, no disponen de
tiempo para charlar de ello pero, si escucharan, sin duda les sería de gran ayuda. Frank]
Cuando Frank escribió esta carta, había llegado ya a la directriz 4. Recuerde que Frances se sentía desgra-
ciada en su matrimonio. La mayoría de sus amigas le urgían a que se divorciara de Frank porque, según
creían, Frank nunca cambiaría. Frances estaba de acuerdo en que él nunca cambiaría, y en que terminaría
dejándolo cuando estuviera «preparada». Desde que Frank comenzó a trabajar con las siete directrices,
aunque quedan problemas residuales en su matrimonio, Frances ya no considera la posibilidad del divor-
cio. Aun cuando Frank no ha completado todavía la exploración de las directrices 5, 6 y 7, ¡Frances vuel-
ve a estar enamorada de él!
Cuando Hunter y Michelle aún eran novios, ésta oyó hablar de cómo Frank había mejorado su matrimo-
nio. Michelle se comprometió a poner en práctica las siete directrices, aun cuando Hunter no se decidiera
a hacer lo mismo. Al final, tanto la mujer de Frank, Frances, como Hunter se decidieron a probar las di-
rectrices, al menos en algún momento.
Veamos más de cerca lo que hizo Frank para cambiar su matrimonio con Frances de una forma tan pro-
funda.
En primer lugar, Frank se enteró de algo que Ted ya tenía: una esposa comprensiva (algo que le daba
mucha envidia). Ted le contó que ella se había hecho mucho más comprensiva después de que ambos
pusieran en práctica las directrices. Frank se decidió a aprenderlas y seguirlas. En segundo lugar, Frank
estableció un riguroso plan para aprenderse las directrices de una en una, empezando con la número l.
Tercero, hablaba con Ted una vez cada dos semanas para contarle sus progresos.
Frank no tardó en encontrarse con problemas, en cuanto intentó adoptar la directriz 1. Se enfadaba con
Frances, y no la aceptaba «como es» cuando hacía algo que, ciertamente, a él no le gustaba. Después, se
recriminaba a sí mismo su fracaso, por no aceptarla «como es», por lo que se deprimía y se desesperanza-
ba. Obviamente, tampoco se aceptaba a sí mismo «tal como es». Sin embargo, a pesar de sus «fracasos»,
Frances comentó que los enfados de Frank habían disminuido.
Intentando seguir la directriz l, Frank descubrió que sus deberías y sus tendrías eran exigencias, y que sus
exigencias también estaban compuestas de deberías y tendrías. Estaba exigiendo que Frances debía y
tenía que amoldarse a sus deseos. De este modo, la convertía a ella en una extensión de sí mismo, en vez
de dejarla ser ella misma. Pero, pensando en ello, ¡Frank se dio cuenta de que él la amaba por ser ella
misma! Fue entonces cuando decidió que no quería que se amoldara a sus exigencias. Quería que fuera
ella la que se decidiera a cambiar algunas cosas de su comportamiento por su propio crecimiento, y no
como respuesta a sus exigencias. Y empezó a admirar de verdad su empeño en hacerle frente a él y en
resistirse a sus exigencias.
Tiempo después, Frank se dio cuenta de que sus exigencias (sus deberías y sus tendrías) no se correspon-
dían con la realidad. Frances era Frances. Ella era ella misma, y no lo que él le exigía que fuera. Cuando
se dio cuenta de ello y la vio a la luz de la directriz 1 (aceptar a tu pareja «tal como es», sin culpar), se
percató de que un buen ingeniero de comunicaciones acepta la realidad social (al igual que la física) para
resolver los problemas su matrimonio. De manera que lo primero que hizo Frank para mejorar su matri-
monio fue aceptar a Frances «tal como es», sin culparla. También se dio cuenta de que la directriz 1 es
fundamental para el resto de directrices de comunicación y relación. Al aceptar a Frances «como es», y a
sí mismo «como es», descubrió que todas las demás directrices eran mucho más fáciles de aplicar.
Michelle tuvo una experiencia similar al utilizar la directriz 1 con Hunter. Pensó que había comprendido
esta directriz y que la había llegado a dominar lo suficiente como para poner en marcha otras directrices.
Pero se dio cuenta de que tenía que volver una y otra vez a la directriz 1 con el fin de interiorizarla bien.
A Michelle le resultaba especialmente difícil aplicarla cuando Hunter no la aceptaba a ella «tal como es».
Estaba convencida de que él debía y tenía que aceptarla «siempre» «tal como es».
¿Por qué insistió Michelle una y otra vez en aceptar a Hunter «tal como eso»? Porque se sentía mucho
mejor consigo misma, y estaba encantada con los resultados a los que llegaba haciendo las cosas así. Se
hizo más optimista respecto a las posibilidades de cambio en su relación, y se dio cuenta de que Hunter

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Terapia racional emotivo-conductual

cambiaba cuando ella cambiaba. Con anterioridad, se había cargado con la doble tarea de tener que con-
trolar a Hunter y tener que controlarse a sí misma. Ahora, sólo tenía que controlarse a sí misma. Hasta el
momento, Hunter no se ha decidido a utilizar de forma constante las siete directrices, pero sí que ha acep-
tado memorizarlas y que Michelle se las lea.
Observe que, en estas dos parejas de las que estamos hablando, sólo uno de sus miembros se comprome-
tió a seguir las directrices; pero el otro también mejoró, así como la relación.
Usted también puede beneficiarse con el uso de las directrices, incluso con un uso parcial. Claro está que
la comunicación será mucho mejor si tanto usted como su pareja deciden aplicarlas a la vez. La directriz 1
parece ser la más importante (aprender y practicar una aceptación no inculpadora de su pareja y de usted
mismo «tal como es», y es el fundamento de las otras seis directrices.
4.3. LAS PROBLEMAS DE CLARICE CON HARRY
Clarice era una maestra de 35 años que utilizaba bastante bien la TREC para tratar su ansiedad acerca del
trabajo y de los cursos de la escuela de posgraduado. Antes de la TREC, Clarice tenía que hacer las cosas
casi a la perfección en ambos campos, y se degradaba enormemente a sí misma ante el más mínimo fallo
que pudiera cometer. Después de un tiempo de TREC, fue capaz de aceptarse incondicionalmente si no
obtenía una buena nota en un curso importante, o si su director la criticaba por el alboroto de su clase. En
ambos casos, se sentía decepcionada con su comportamiento, pero no consigo misma. Esto se convirtió en
una importante victoria para ella, y demostraba que había integrado de verdad algunos de los principios
fundamentales de la TREC.
Después, Clarice quiso trabajar sus relaciones con Harry, su difícil promedio, del que dudaba respecto a la
idea de casarse. Harry a pesar de haber estado trabajando durante diez años como contable, no había aho-
rrado ni un solo céntimo. Le gustaba hacer apuestas y, en alguna ocasión, le había pedido dinero prestado
a Clarice.
Clarice utilizó la TREC para no enfadarse ni deprimirse por su relación con Harry, y mejoró considera-
blemente. De todas formas, la relación seguía siendo difícil, de modo que, cuando se enteró de que Al y
Ted estaban escribiendo un texto sobre directrices de comunicación, Clarice le pidió a Al que le enseñara
las siete directrices. Trabajó durante varias semanas con ellas, y empezó a enfadarse menos y a sentirse
menos deprimida por el comportamiento de Harry, si bien seguía estando decidida a romper la relación si
él no disminuía sus críticas hacia ella y dejaba de apostar. ¡Le iba a dar tres meses para que hiciera algo al
respecto, nada más!
Esto supuso un cambio notable en Clarice, puesto que, previamente, tenía una «necesidad extrema» del
amor de Harry. Pero ahora había sustituido esa necesidad por una fuerte preferencia... y una fuerte deter-
minación de romper con él si no llevaba a cabo un cambio significativo. ¡Estupendo! Sin embargo, como
señala Al, la historia no terminó aquí...
Le pregunté a Clarice en qué medida las siete directrices para una buena comunicación habían
contribuido a la disminución de sus enfados y de su depresión, y en su decidido enfrentamiento
con Harry. Ella dijo que las directrices le habían dado formas concretas para potenciar la TREC,
formas que le habían permitido desarrollar algunos de los principios fundamentales de la TREC.
¿De qué manera lo hicieron? le pregunté.
Bueno, en primer lugar utilicé la directriz 1 y acepté plenamente a Harry «tal como es» res-
pondió Clarice-. Se trata del mismo principio de la TREC, «Acepta incondicionalmente a los
demás». Más que nunca, me percaté del valor de esta idea, y trabajé específicamente en aceptar a
Harry, pero no en aceptar sus críticas (especialmente, las críticas que hacía de los demás, como en
el caso de mis padres) ni su tendencia a hacer apuestas.
De modo que aceptaste al pecador, pero no el pecado sugerí.
-Sí. Después, utilicé la directriz 2, para mostrarle aprecio a Harry con frecuencia. Valoré sus pun-
tos positivos, como su ambición y su constancia en el trabajo. Pensé que con ello seguía la línea
de la TREC de no generalizar en exceso y no etiquetar. Harry era excesivamente crítico y aposta-
ba de forma imprudente, pero ésas no eran sus únicas conductas. También tenía puntos positivos;
algo que no sólo veía, sino que intentaba resaltar. Me obligué (algo que Pocas veces había hecho
antes) a decirle, sin mostrar el más mínimo enfado, lo que pensaba de su afición a las apuestas,

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Terapia racional emotivo-conductual

que era algo estúpido y destructivo. Pero también le dejé claro que él no era un estúpido. Utili-
zando la TREC, me negué a generalizar de nuevo.
-¿Y qué tal te fue con la directriz 4, «compartir las diferencias, e intentar que los dos salgan ga-
nando»? -le pregunté.
-No estoy segura, pero creo que lo hice lo mejor que pude. No quería hacerle daño a Harry, pero
pensé que, si me mostraba firme e insistía en que dejara de apostar, no sólo resultaría beneficiada
yo, sino también él. De manera que, en cierto modo, sería una posición en la que los dos saldría-
mos ganando. Al menos, no le condenaba por apostar. Simplemente, intenté hacerlo lo mejor que
pude.
-¿Fuiste capaz de poner en práctica la directriz 5, «apoya los objetivos, las metas y los empeños
de tu pareja»? -le pregunté.
-No -dijo Clarice. Habría perdido mi «integridad», el respeto por mí misma, si hubiera dado
apoyo a los objetivos de Harry acerca de las apuestas. De modo que insistí en que dejara de apos-
tar. Pero no le degradaba por ello. Utilicé una vez más la aceptación incondicional de los demás
de la TREC, y lo acepté a él, pero no iba a aceptar su afición a las apuestas. No me enfadaba con
él; simplemente, me mostraba firme con el tema de las apuestas.
-¿Utilizaste la directriz 6, «concederle a tu pareja el derecho a equivocarse»?
-Sí, lo utilicé en principio para dejar que Harry fuera como era, si seguía insistiendo en hacer
apuestas, pero no conmigo como esposa. Seguiría siendo su amiga, y nunca, nunca lo condenaría
por ello. Me parece que esto sigue siendo la aceptación incondicional del otro de la que se habla
en la TREC, aun cuando supusiera perderle y no conseguir que dejara de apostar.
Clarice se aferraba a la aceptación incondicional de los demás (AID) y a la aceptación incondi-
cional de uno mismo (AIUM), pero seguía manteniendo: su integridad, y también seguía básica-
mente las directrices.
-¿Y qué hay de la directriz 7, «si no consigues lo que quieres, considéralo como una meta que al-
canzar más adelante»?
-Mis metas son conseguir que Harry sea menos crítico y que deje de apostar. Si no las alcanzo
ahora, intentaré alcanzarlas más adelante. Si nunca llegara a alcanzarlas con Harry seguiría inten-
tándolo con otra pareja más adecuada. Esto, así 1o creo, sigue el principio de la TREC de tener
una alta tolerancia a la frustración, de no ver como terrible el hecho de no poder conseguir algo
ahora, y de trabajar con determinación para conseguirlo más adelante.
-¡Correcto! -concluí-. Parece que estás utilizando las siete directrices y, al mismo tiempo, estás
siguiendo algunos de los principios fundamentales de la TREC. ¡Buena suerte!
En realidad, Clarice tuvo mala suerte. Harry siguió cayendo en su fuerte tendencia a las apuestas
y ella rompió su compromiso. Pero lo hizo sin caer en la ira ni en la depresión. [AE]
¡No obstante, las relaciones interpersonales rara vez son sencillas! Ted ofrece una perspectiva diferente de
la situación de Clarice:
Clarice no tenía clara la directriz 4. Su posición de «ganar los dos, era la de si Harry hace lo que
quiero, entonces ganaremos los dos. Un «si-entonces» no es lo mismo que un «ganar los dos». Un
si-entonces puede ser una victoria para Clarice, pero podría ser conformidad por parte de Harry.
El «ganar los dos», tiene lugar cuando los dos lo experimentan como una victoria. En el diálogo
entre Al y Clarice no se menciona exploración alguna sobre la postura de Harry respecto a lo
planteado por ella. En efecto, lo que hizo Clarice fue afianzar su propia postura como un ultimá-
tum para que Harry dejara de apostar, o de lo contrario no se casaría con é1. No existe atisbo al-
guno de que se intercambiaran las diferencias acerca de la cuestión. Así pues, Clarice no utilizó
de forma completa y eficaz la directriz 4, a pesar de sus buenas intenciones.
Volvimos a redactar la directriz 4 para que incluyera un «comparta y explore», dado que la mayo-
ría de la gente, como Clarice, parece confundir aserción (afirmarse) con compartir, e ignora por
completo la exploración. Sería valioso que la gente incluyera el compartir como aserción, y que

27
Terapia racional emotivo-conductual

explorara también la postura del otro. «Dado que no estoy de acuerdo contigo, ¿podrías hacerme
el favor de contarme más acerca de tu postura?»
Si usted desea honestamente comunicarse con los demás, querrá saber por qué los demás creen o
piensan del modo que lo hacen. ¿Qué experiencias les llevan a esas conclusiones? ¿Qué creencias
u opiniones conflictivas tienen? ¿Cuáles son sus conflictos en lo referente a las creencias que sos-
tienen?
Existe todo un mundo por descubrir si usted se decide a explorar la postura de su pareja acerca de
la cuestión. ¿Cómo fue que Harry empezó a apostar? ¿Qué significa para Harry el hecho de apos-
tar? ¿Cuál es la historia de Harry? ¿Exploró Clarice estas cuestiones con Harry? Parece ser que
no. Cuando nos introducimos en la historia de otra persona pera explorar, nos encontramos casi
siempre con algo en común que nos ofrece la posibilidad de movernos hacia un «ganar los dos».
Y aún resulta más fácil y divertido cuando la exploración es una actividad de intercambio mutuo.
Clarice tomó su decisión, pero su historia podría haber terminado de otra forma si hubiera utiliza-
do la directriz 4 con más eficacia. [TC]
Vamos a ver ahora con más detalle cada una de las siete directrices, comenzando con el siguiente punto.

5. EL COMPROMISO EN LA CONSECUCIÓN
DE SUS OBJETIVOS
El compromiso proporciona persistencia en el movimiento hacia una meta. Ésta es nuestra sugerencia
para su compromiso, cuando trabaje con las siete directrices para una relación mejor:
Opte por poner en práctica las siete directrices como un compromiso unilateral, sin tener en
cuenta si su pareja las pone en práctica a su vez o no. Si no tiene éxito, intente descubrir qué
error puede haber cometido. También puede haber algo importante que aprender acerca de su
manera de hablar o de escuchar.
No conocemos a nadie que sea perfecto en el uso de las siete directrices, ni siquiera nosotros. Hace falta
compromiso para superar el desánimo cuando las cosas no parecen «funcionar» bien. Por eso es bueno el
compromiso. Pero, ¿por qué un compromiso unilateral? Porque le va a liberar de la importante dependencia
emocional de su pareja: que pueda tener usted, para sobrevivir por sí mismo. Si le pide a su pareja que
«comparta» con usted la práctica de las siete directrices, puede utilizarlo como justificación o como excusa
para dejar de practicarlas. Dado que es probable que ninguno de ustedes sea perfecto en la realización de las
siete directrices, habrá momentos en que uno, otro o ambos, tengan la sensación de que el otro no las está
siguiendo. Entonces, probablemente no tendrá importancia quién dejó de utilizarlas primero. Cuando deje de
practicarlas, su pareja puede justificar en esto su decisión de abandonar también su compromiso. El com-
promiso unilateral puede hacerle superar los momentos de desánimo, además de liberar al otro de culpas por
no poner su parte. Es un compromiso personal, y no precisa de ningún tipo de equidad.
Ted se sentía desanimado con frecuencia, cuando pensaba que Jolanta no seguía una o más de las siete
directrices.
Entonces, me acordaba de mi compromiso unilateral y optaba por reconectar con ella sin culparla. Con el
tiempo, Jolanta optó también por reconectar conmigo sin culparme. Nuestra relación iba sanando, en vez
de convertirse en un círculo vicioso. Mi compromiso unilateral nos vino muy bien.
Aquí sería oportuno citar a Thomas Edison: «Mucha gente pierde su oportunidad porque las oportunida-
des se visten con traje de faena y tienen el aspecto de trabajo». Lo que me parece a mí es que hay una
interminable secuencia de oportunidades que, cuando se aceptan, suelen resultar agradables. Mi matrimo-
nio con Jolanta suele resultarme agradable, al igual que mi aventura por aprender a crear la vida que quie-
ro vivir. En una aventura suelen darse acontecimientos manejables que uno no desea o que, al principio,
no van bien. Ese contraste entre los acontecimientos que me gustan y los que no, es el que hace del viaje
una aventura. En efecto, he hecho del viaje mi objetivo.
Pero, si el viaje es mi objetivo, ¿en qué dirección quiero ir? ¿Cuál es, entonces, mi objetivo final? [TC]

28
Terapia racional emotivo-conductual

5.1. UNA RELACIÓN QUE FUNCIONE


Roger Fisher lo expresó mejor en su libro Getting Together: Building Relationship as We Negotiate (con-
tinuación de su conocido Getting to Yes).
Busque una relación que «funcione». Al principio, necesitamos aclarar lo que entendemos por
una «buena» relación. Lo que cada uno desea de una relación varía en gran medida. Pero tanto si
yo espero obtener, a través de mi relación contigo, amor, dinero, seguridad, como si espero cual-
quier otra cosa, nos vamos a tener que enfrentar a intereses, percepciones y valores contrapuestos.
Necesariamente, van a aparecer diferencias. Y no vamos a obtener lo que queremos, a menos que
podamos resolver esas diferencias. En toda relación, sea entre personas, de negocios, de grupos
religiosos o de gobiernos, convendría que intentáramos establecer y mantener esas cualidades que
la van a convertir en una buena relación, en una relación que «funcione», una relación que sea ca-
paz de tratar bien las diferencias.
Estamos de acuerdo en que las diferencias van a surgir, queramos o no, y también en que una relación que
«funcione» ha de ser capaz de tratar bien las diferencias. Consideramos nuestras siete directrices como el
siguiente paso, como una forma de desarrollar las cualidades necesarias para una buena -no, mejor aún,
una estupenda- relación. Pero alcanzar una relación verdaderamente buena precisa de un compromiso
unilateral.
Le animamos a que ponga en práctica las siete directrices como un compromiso unilateral, sin tener en
cuenta si su pareja las pone en práctica o no. Cada vez que las cosas no le salgan bien, intente descubrir
qué error ha podido cometer. Quizás también renga algo importante que aprender sobre su forma de ha-
blar o de escuchar.
Veamos cómo funciona el compromiso con cada una de las siete directrices.
Le ofrecemos una vez más las siete directrices en estas páginas, en los recuadros, para que le resulte más
fácil revisarlas. También tenemos aquí la versión «reducida», que hemos utilizado en la siguiente discu-
sión:
Directriz 1: Acepte a su pareja «tal como es».
Directriz 2: Manifieste su aprecio con frecuencia. Evite las críticas duras.
Directriz 3: Comuníquese desde la integridad.
Directriz 4: Comparta y explore las diferencias con su pareja.
Directriz 5: Apoye los objetivos de su pareja
Directriz 6: Concédale a su pareja el derecho a equivocarse.
Directriz 7: Reconsidere sus necesidades como objetivos.

Directriz 1
ACEPTE A SU PAREJA «TAL COMO ES»
Aceptar al otro «tal como es» depende en gran medida de la comunicación que tiene usted consigo mismo.
He aquí el punto de vista de Ted:
Jolanta trabajó sobre sí misma para aceptarme «tal como soy» cada vez que se sentía molesta
conmigo. Con el tiempo, consiguió reducir en gran medida el tiempo que le duraban los enfados,
desde una semana hasta más o menos una hora. También disminuyó la frecuencia de sus enfados.
Ahora, resultaba mucho más fácil vivir con ella, pero yo me sentía un tanto intranquilo con la po-
sibilidad de que se enfadara de repente en cualquier momento. Recientemente, las cosas aún han
ido a mejor. Jolanta decidió, en principio, aceptarme por completo «tal como soy», y ya no he
vuelto a tener esa sensación de intranquilidad. Con este cambio, la relación se ha hecho mucho
más agradable para los dos.
Antes de revisar este capítulo, fui a ver a Jodean y Saundy para ver cómo les iba. Ambos habían
estado en un antiguo Grupo de diferencias que yo había moderado, y ambos habían asistido a los
primeros pasos de las siete directrices. En aquella época, Joe tenía sentimientos ambivalentes,
contradictorios, acerca de casarse con Saundy pero al final, se decidió a casarse, cuando Saundy
empezó a interesarse por otro hombre. Le di a Joe la ayuda que necesitaba para tener éxito con
Saundy, y se casó con ella. Pero, poco después de la boda, me dijo en privado que había cometido
un error al casarse. Más tarde, llegó a la conclusión de que se había casado con Saundy por culpa
mía.
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Terapia racional emotivo-conductual

Con esta actitud mental, Joe le puso el matrimonio sumamente difícil a Saundy que pasó por un
infierno intentando complacerle. Joe estaba especialmente preocupado con la posibilidad de per-
der el dinero de su jubilación, debido a la manera que tenía Saundy de manejar la economía de la
casa. Saundy tuvo que firmar algunos documentos legales, con el fin de salvaguardar el dinero y
las inversiones de Joe. Pero aquello no fue suficiente para el sentido de la seguridad emocional de
Joe. Para él, nada parecía ir bien. Pero Saundy tenía una determinación fuerte y disciplinada, y
había aceptado su compromiso al casarse con Joe. Puso a prueba todo lo que se le ocurrió y todo
lo que encontró en los libros. Nada parecía funcionar. Al final, se dio por vencida, Y decidió dejar
que Joe hiciera lo que quisiera. Si él optaba por separarse de ella, lo apoyaría. Si decidía seguir
adelante, también lo apoyaría. Así pues, Joe se vio enfrentado a su propia ambivalencia.
Observe: cuando Saundy aceptó plenamente la ambivalencia de Jodean «tal como es», renunció
también a la exigencia subyacente de que tenía que salvar su matrimonio. Y al final resultó que
esta combinación de aceptación y de renuncia a salvar el matrimonio es lo que salvó el matrimo-
nio. Cuando Joe consiguió aclarar su confusión, se decidió a arriesgar su dinero con Saundy,
mientras ella estaba sacando su doctorado en Educación, dándole apoyo económico, así como
apoyo emocional en su matrimonio. Años después, Joe me telefoneó para darme las gracias por
mi papel al casarse con una persona tan maravillosa como Saundy. Joe no tiene reparos en reco-
nocer ante cualquier persona que, si no hubiera sido por mí, Saundy y él no se habrían casado. Ni
tampoco le incomoda decir que, posteriormente, me maldijo y que, en la actualidad, me está agra-
decido. Joe ama a Saundy. La inasistencia de la que hizo gala Saundy, y su compromiso, llevaron
finalmente a los dos a buen término. TC]
En este y en otros acápites, Ted ha mostrado cómo utiliza él las siete directrices para mejorar las rela-
ciones y la comunicación con su mujer, Jolanta, y con varios de sus amigos y colegas. Al ha mostrado
cómo enseña él las directrices a sus clientes de la TREC, y da muchos y buenos ejemplos de cómo fun-
cionan sus indicaciones.
En este capítulo, Al se extenderá sobre el uso de las directrices ilustrando importantes aspectos de su vida
personal con su pareja, Janet Wolfe, y con algunas de sus relaciones íntimas. He aquí su punto de vista
sobre el modo en que utilizaron él y Janet la directriz 1: acepte a su pareja «tal como es».
Janet y yo hemos vivido bien juntos durante 36 años, principalmente porque nos aceptamos uno a
otro «tal como somos». Tenemos muchos objetivos e intereses en común, en especial los objeti-
vos de la dirección del Instituto Albert Ellis, en Nueva York, y la preparación de filiales en Ingla-
terra, Europa, Asia, Australia, México y Canadá. ¡Pero diferimos en otros intereses y objetivos!
Así, a Janet le interesa el arte europeo y asiático, y ha terminado llenando nuestro apartamento
con antigüedades, pinturas, fotografías y otros objetos exóticos. A mí la decoración me gusta,
pero podría vivir fácilmente sin ella. Mis gustos se inclinan más por los muebles modernos, y mi
oficina, donde paso mucho de mi tiempo, está llena de ellos. Janet lee gran cantidad de libros de
ficción clásica en su tiempo libre, y yo me entrego casi compulsivamente a libros de no ficción y
a escribir. Janet sale, sola o con amigos, a cenas, espectáculos, óperas, cines, fiestas y otros asun-
tos; yo quizás lo haga una vez al año. Cuando no estoy de viaje para dar charlas y talleres, me
quedo en casa. Janet, aunque puede pasar muchas horas y muy productivas en soledad, es bastan-
te más sociable que yo. En estos y en otros muchos aspectos, somos muy diferentes. Sin embargo,
aunque con frecuencia no estamos de acuerdo en muchos aspectos de nuestras vidas, rara vez dis-
cutimos, peleamos o nos culpamos por el desacuerdo.
¿Por qué? Porque, desde principios de 1965, cuando empezamos a vivir juntos, aprendimos a
aceptarnos plenamente «tal como somos», con nuestras imperfecciones, errores y diferencias. No
es que nos gusten los agrados y desagrados del otro. ¡Difícilmente! Pero los aceptamos con tacto
y con corrección. ¡Al menos, normalmente! Así, seguimos estando bien juntos, y felices... ¡aun-
que no siempre de forma extática!

Directriz 2
MANIFIESTE SU APRECIO CON FRECUENCIA
Normalmente, esto es más fácil de hacer si acepta a su pareja «tal como es». En la actualidad, Mike y Liz
son una pareja que respira una marcada admiración mutua, pero no siempre fue así. Mike recuerda que
Liz le criticaba constantemente€, y le culpaba con frases como «Tú siempre...» y «Tú nunca...». A Liz le

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Terapia racional emotivo-conductual

encantaba organizar las vidas de los demás, las formas de hacer negocios o de resolver sus problemas. Y
Mike se resistía a que Liz le «organizara», la vida.
Liz coincide con Mike acerca de su experiencia antes de Ted:
Mis enfados estaban plagados de deberías, tendrías y hay qué. Así es como yo había vivido mi vi-
da. («No debes quedarte embarazada antes de casarte, tienes que ponerte un vestido cuando vayas
de compras al centro, y has de aprender a cocinar y a arreglar la casa.») Mike estaba poco dis-
puesto a admitir que tenía «deberías» o «tendrías», y yo era, debo decirlo, especialmente buena en
defender mis «deberías», y mis «tendrías». Después de todo, era así como se solía hacer el trabajo
en el mundo de los negocios, y ésa era la «cuota de miembro», por decirlo de algún modo, por
convertirse en una respetada empresaria.
Otra cosa que cambió en nuestro idioma fueron los absolutos: siempre, nunca, cada vez, todos,
todo -«Tú siempre...» En la actualidad, siempre nos hace decir «¿Siempre?». «Bueno, casi siem-
pre». Incluso, cuando utilizo los absolutos, me detengo a pensar y ver si es cierto, y a veces,
bueno, pocas veces lo es. Lo hermoso de vivir es detenerse a reflexionar en alguna de las tonterías
que digo, escribo, hago o pienso; ¡más que encogerse de vergüenza, celebrar los cambios y agra-
decer todo lo que me llevó y me impulsó a crecer. [Liz]
El comentario que le hizo Mike a Ted por teléfono acerca de Liz fue: «¿No es maravillosa?». Liz está
descubriendo la joya que tiene por marido. Se la ve impresionada, porque muchas personas le dicen que
les gusta, incluso les encanta, Mike.
Al nos cuenta cómo utilizan él y Janet la directriz 2: Manifieste su aprecio con frecuencia.
Janet me supera en este aspecto, porque manifiesta a menudo su aprecio por las cosas que hago,
tanto para mí como para los demás. No puedo decir que yo sea tan bueno como lo es ella en esto,
dado que estoy tan ocupado y tan preocupado que fallo en apreciar tantas cosas como Janet hace
por mí y por el Instituto. No obstante, creo que poco a poco voy mejorando en esta directriz. Janet
es excelente manifestando su aprecio a familiares, amigos y colegas. ¡Sí, y también conmigo! ¡Yo
estoy aprendiendo de ella cómo manifestar más mi aprecio!
Sin embargo, yo soy bastante bueno en no criticar. No es que carezca de una naturaleza criticona.
Encuentro «mal» montones de cosas del comportamiento de Janet, de mis amigos, de mis clientes
y de mis colegas. Pero casi siempre mantengo mi desagradable bocota cerrada, y rara vez le digo
a Janet o a algún otro algo. Reconozco que las críticas sabotean con frecuencia las relaciones hu-
manas. Así, cuando me pongo crítico, cosa que sucede bastante a menudo, no me permito expre-
sar mis sentimientos, utilizo enérgicamente la TREC pera cuestionarme a mí mismo, siento y me
desilusiono con las cosas que hacen los demás, pero rara vez me enfado con ellos. Janet es más
sincera y más crítica con la gente que yo, pero rara vez me habla mal de nadie. Con frecuencia,
discrepa de mis maneras y señala mis «errores». Pero lo expresa con brevedad, sin intensificarlo
ni prolongarlo. [AE]

Directriz 3
COMUNÍQUESE DESDE LA INTEGRIDAD
Trabajar desde la integridad es más fácil cuando uno acepta a su pareja «tal como es» y le expresa since-
ramente su aprecio. Cuando se trabaja desde la integridad, uno quizás se renga que enfrentar al autoenga-
ño, una característica común a todos los seres humanos. Dos de las parejas de las que hemos hablado en
este texto -Saundy y Jodean, Mike y Liz- descubrieron que se engañaban a sí mismos en sus propias
actitudes y formas de hablar.
Liz expresó así lo que aprendieron ella y Mike:
Otro cambio importante tanto para Mike como para mí tuvo que ver con la convicción de que no
podíamos cambiar; un autoengaño, puesto que sí que podíamos cambiar, como así quedó patente.
Al principio de nuestro matrimonio, si yo me quejaba del comportamiento de Mike, él decía:
-Bueno, soy así. No puedo cambiar.
Cuando aprendimos el «abc» de la TREC (acontecimiento activador, creencia y consecuencias)
se nos abrieron nuevas posibilidades para el crecimiento personal. Si yo puedo cambiar mis pen-

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Terapia racional emotivo-conductual

samientos (B: creencias) o sentimientos acerca de una experiencia potencialmente problemática


(A: acontecimiento activador), podré cambiar la experiencia (C: consecuencias).
Antes de la TREC, tanto Mike como yo creíamos que los demás (y, especialmente, el otro miem-
bro de la pareja) disponía de la capacidad de enloquecernos, alegrarnos, entristecernos, malhumo-
rarnos, etc. Cuando nos dimos cuenta del poder que, sobre nuestros propios sentimientos, había-
mos puesto en manos ajenas, dimos marcha atrás. Yo soy la responsable de lo que siento, y todos
y cada uno son responsables de sus propios sentimientos. A veces. Mike desafía a todo aquel
(aunque nunca en las relaciones de negocios) que dice: «Tú me has/él me ha...», diciéndole: »¿DE
VERDAD QUE FUI YO/ QUE FUE ÉL?». El otro normalmente se detiene y corrige su afirma-
ción. [Liz]
Jodean dice que aprendió a responsabilizarse de sus sentimientos gracias a Ted. Joe se engañaba a sí
mismo pensando que no era él el responsable de sus sentimientos. Al igual que Liz y Mike, Joe pensaba
que eran los demás los que hacían que él se sintiera como se sentía. Tuvo que ser sincero consigo mismo
para corregir sus autoengaños.
Al dice lo siguiente respecto a la directriz 3: Comuníquese desde la integridad.
Creo que puedo decir honestamente que Janet y yo rara vez nos mentimos a nosotros mismos o el
uno al otro acerca de nuestros sentimientos. Cuando Janet piensa que me muestro demasiado pon-
tificante o arrogante predicando las virtudes de la TREC, no se anda con rodeos ni suaviza sus
comentarios, sino que me dice con toda franqueza lo que piensa. Quizás discrepe con ella en un
principio pero, después, miro en mi corazón y, normalmente, me doy cuenta de que ha hecho
buenas observaciones. Entonces, me€ acepto a mí misino «tal como soy », pero me muestro críti-
co con mi comportamiento y tomo la resolución de cambiarlo. ¡Tampoco es que lo haga siempre!
Pero, al menos, intento recordarme que convendría que cambiara. Cuando creo sinceramente que
Janet está equivocada -por ejemplo, al, realizar o poner en práctica una norma importante en su
calidad de directora ejecutiva de nuestro instituto-, me arriesgo a decirle mi opinión, pero de un
modo no inculcador. De este modo, ambos conservamos nuestra integridad, aún cuando podamos
discrepar seriamente. [AE]

Directriz 4
COMPARTA Y EXPLORE LAS DIFERENCIAS CON SU PAREJA
Es posible llegar a una solución en la que salgan ganando los dos si usted acepta a su pareja «tal como
es», si comparten y exploran los desacuerdos, si expresan su aprecio con frecuencia y si se comunican
desde la integridad. Aquí, el problema estriba en compartir y explorar adecuadamente los desacuerdos.
Normalmente, los desacuerdos se discuten o evitan en mayor medida que se comparten. Esta directriz
funciona mejor si asume que su pareja tiene una postura que merece la pena considerar.
Lo que hace Ted con ese problema es dar por sentado que siempre tiene algo más que aprender acerca de
la comunicación y acerca de compartir adecuadamente las diferencias y los desacuerdos.
Liz lo expresó del siguiente modo:
Cuando comenzamos a trabajar con la SDA (Secuencia de discusión alternativa) en nuestro gru-
po, pensé: «¡Me gusta porque tiene reglas¡». (Pero ni por un instante se me ocurrió pensar que
Mike y yo fuéramos a discutir sobre quién tenía las reglas correctas.) El protocolo me atraía por-
que se me aseguraba que (1) tendría la ocasión de exponer mi parte de la historia y (2) él tendría
que encontrar algo en mi postura con lo que estar de acuerdo. ¡Al menos, yo tendría razón por un
instante, y él tendría que estar de acuerdo conmigo! Sin embargo, también significaba que yo ten-
dría que hacer lo mismo con Mike. Con anterioridad, se me había dado bastante bien el que me
diera la razón a regañadientes ¡dado que ahora iba a ser él el que determinara si le había escucha-
do bien o no, yo tenía que empezar a jugar limpio (¡maldición!). [Liz]
Mike aborda el problema preguntándole a Liz: «¿Quieres tener razón o quieres que se te comprenda?»:
Normalmente, Mike hace una concienzuda labor de comprensión con el otro, lo que es un extraño don.
Una buena comprensión por parte del receptor es algo que, normalmente, el emisor experimenta como un
regalo cargado de cariño.

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Terapia racional emotivo-conductual

Saundy aprendió con la SDA que el mensaje que se recibe no es, habitualmente, el mensaje que se ha
enviado. Saundy intenta identificar la confusión entre el emisor y el receptor. Si no consigue resolver la
confusión, se plantea a sí misma cinco Preguntas. Por ejemplo:
1. ¿Cuál es el problema?
Jodean no toma una decisión acerca de nuestro matrimonio.
Estoy en el aire.
2. ¿Qué es lo que quieres?
Quiero que se comprometa para hacer que funcione nuestro matrimonio
3. ¿Qué estás haciendo al respecto?
Quejarme y llorar.
4. ¿Está funcionando?
No.
5. ¿Qué estás dispuesta a hacer ahora para que pueda funcionar?
Apoyar la decisión de Joe, decida lo que decida, y dejar de intentar salvar nuestro matrimonio.

Jodean enfocó el problema fingiendo estar de acuerdo con Saundy y descubriendo 24horas después que
ella tenía razón.
Respecto a la aplicación de la directriz 4, comparta y explore las diferencias con su pareja. Al dice:
Posiblemente, Janet y yo no seamos la mejor pareja siguiendo la directriz 4. Sin embargo, sole-
mos poner todo de nuestra parte para ponerla en práctica.
Hace varios años, tuve un serio desacuerdo con ella porque pensaba que estaba exigiendo dema-
siado a una de nuestros miembros de personal. Vivian parecía un tanto negligente en sus deberes;
se marcaba plazos límite en algunas de sus tareas, pero luego se olvidaba de sus promesas. Frente
a este comportamiento, yo me limitaba a recordarle, una y otra vez, sus compromisos. Con el
tiempo, y no sin cierto malhumor, hacía las cosas, al menos algunas de ellas. De modo que conse-
guía en parte lo que quería de ella. Pero Janet, que tenía la responsabilidad general sobre el fun-
cionamiento del instituto, iba delante y detrás de Vivian y con frecuencia la empujaba para que
cumpliera sus promesas de inmediato.
Yo temía que Vivian terminara por enfadarse con Janet por sus presiones, y que optara por irse
antes de que pudiéramos encontrar a alguien que la sustituyera. De modo que, al principio, hablé
con Janet acerca de esto, pero fue en vano. De hecho, estuvimos a punto de enzarzarnos en una de
nuestras raras peleas.
Poco antes de que surgiera esta situación, Ted y yo habíamos trabajado juntos en las siete direc-
trices, de modo que decidí prestar más atención a la directriz 4. Me pregunté si habría algo que yo
pudiera hacer para llegar a una situación en la que ganáramos los dos. Y, al final, di con la forma
de que la severa postura de Janet tuviera ventajas también para mí. Entre éstas estaban: (1) aho-
rraría tiempo dejando que Janet se encargara de Vivian en algunas de las tareas que queríamos
que terminara; (2) Vivian podría dejar su trabajo enojada, y el instituto no tendría que pagar el se-
guro de desempleo por ella; (3) complacería a Janet dejándola ir a su antojo, aun cuando yo pen-
saba que estaba llevando erróneamente la situación; (4) motivaría en gran medida a Janet en el
desempeño de sus responsabilidades administrativas si no la incordiaba demasiado respecto a lo
«mal» que estaba llevando el problema de esta empleada; (5) sin mi molesta oposición a la mane-
ra de Janet de llevar el asunto, ella se sentiría más libre para manejar otros problemas importantes
que el instituto estaba intentando resolver.
Cuando dejé mi postura para ver las ventajas que nos aportaba a ambos la forma en que Janet lle-
vaba el asunto de Vivian, no me costó demasiado dejar que Janet hiciera las cosas del modo que
considerara mejor, me cuidé de mis propios asuntos y vi mejor que nunca las virtudes de la direc-
triz 4 en nuestra vida en común. Después, compartí algunas de mis diferencias con Janet, le dije
que estaba dispuesto a comprometer mi propia posición en este asunto, dejé que procediera con el
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Terapia racional emotivo-conductual

establecimiento de objetivos y plazos para nuestros empleados, y me volví tranquilamente a mis


quehaceres. Al final, Vivian dejó el trabajo y, tras un período de dificultades, el instituto la susti-
tuyó por una persona mucho más responsable. [AE]

Directriz 5
APOYE LOS OBJ ETIVOS DE SU PAREJA
Cuando acepte a su pareja «tal como es», cuando manifieste su aprecio con frecuencia, se comunique
honestamente desde la integridad y esté abierto a aprender de cada uno compartiendo y explorando ade-
cuadamente las diferencias y los desacuerdos, verá lo fácil que se le hace apoyar los objetivos y los pro-
pósitos constructivos de su pareja. Ted, no siendo cristiano, optó por apoyar el propósito de Jolanta de
experimentar más profundamente el amor de Dios. Jolanta, en contra de su propia opinión sobre lo que
había que hacer, optó por apoyar a Ted en su intento por un tratamiento alternativo para su cáncer de
próstata. Jodean optó por apoyar a Saundy en su deseo de mudarse de Los Ángeles a Bakersfield y com-
prarse una nueva casa, para que ella pudiera estar más cerca de su trabajo. Liz apoyó el deseo de Mike de
cambiar de trabajo, y le fue bien. Y Mike se apuntó a todos los cursos o talleres que Liz quería probar.
La directriz 5, apoye los objetivos de su pareja, les funcionó bien Janet y a Al en el caso de Vivian, del
que hemos hablado antes. He aquí algunas observaciones de Al:
Al principio, mi objetivo en la diferencia que habíamos tenido Janet y yo por presionar a Vivian a
ser más eficiente era conseguir que ésta siguiera trabajando para nosotros a toda costa, dado que,
más pronto o más tarde, terminaba haciendo el trabajo y lo hacía muy bien. El objetivo de Janet
era ir detrás de ella hasta que dejara de poner excusas a su dejadez y cambiara radicalmente a me-
jor. Janet pensaba que, si Vivian no daba este cambio, habría que liberarse de ella, porque nos es-
taba proporcionando más perjuicios que beneficios.
Janet y yo sosteníamos puntos de vista diferentes. Los discutimos, y 1o hicimos sin hostilidad.
Compartimos y exploramos a fondo nuestras diferencias. Después, pasamos unas cuantas sema-
nas difíciles con esta empleada problemática, centrados en resolver los problemas que teníamos
con ella (en vez de enfadarnos por causa de esos problemas), y finalmente resolvimos algunos de
ellos. Y lo hicimos concediéndonos uno a otro libertad de acción para tratar a Vivian según nues-
tras propias maneras de entender la situación, y aceptando el hecho de que estas maneras diferían
en gran medida. Con aquello, yo aprendí a ser más firme con algunos de nuestros ejecutivos, y
Janet aprendió a. enfadarse menos con algunos de los otros empleados que teníamos; al menos,
con aquellos que reconocían sus errores y se esforzaban por realizar mejor sus tareas. AE]

Directriz 6
CONCÉDALE A SU PAREJA EL DERECHO A EQUIVOCARSE
También aquí, esto le va a resultar fácil de hacer si sigue las directrices previas con la aceptación, el apre-
cio, la integridad, el compartir las diferencias y el apoyo de objetivos.
Para escribir este texto, ha hecho falta un esfuerzo de colaboración. Al, Ted y Bob Alberti (el editor)
compartieron sus diferencias sin culparse unos a otros por ninguno de los muchos errores que se hayan
podido cometer al escribirlo. Normalmente, Jodean y Saundy reconocen sus desacuerdos sin culparse uno
a otro por estar equivocados. Mike y Liz disfrutan compartiendo sus errores con los demás por simple
diversión. .
Ted admite que, a veces, le ha costado concederle a Jolanta el derecho a cometer errores.
Normalmente, yo quizás olvide aceptarla «tal como es» (D1) y critique a Jolanta por no explorar
algún desacuerdo entre nosotros (D4), como debería de hacer. En ese momento, también yo he
olvidado concederle el derecho a cometer errores (D6). A veces, incluso me enfado o me disgus-
to. En ningún momento he afirmado que sea perfecto. Cuando me pillo olvidando algo así, busco
la manera de establecer un puente que me devuelva hasta ella. [TC]
Las directrices se apoyan entre sí.
Al se enfrentó a lo que él consideraba un «error», de Janet, el ser demasiado exigente con una empleada
del instituto, Vivian, recordándose a sí mismo:

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Terapia racional emotivo-conductual

Quizás yo esté equivocado al considerar como un «error» la presión que Janet está ejerciendo so-
bre Vivian. Quizás Janet tenga éxito en sus esfuerzos. Aun cuando yo estuviera en lo cierto y Ja-
net estuviera equivocada (acerca de éste o de otros «errores», que yo creo que comete), no ocurri-
ría nada terrible ni espantoso. ¡No serían más que inconvenientes! Si me peleo con Janet por sus
«errores», lo más probable es que la distraiga e impida que los corrija, ahora y en el futuro. Si ella
sabe que yo detesto sus «errores», pero que sigo aceptándola a ella con ellos, eso nos llevará a
mejorar la relación y a disfrutar de todo aquello en lo que coincidimos. Aceptando a Janet con sus
«errores», me disgustaré menos y podré hacer muchas más cosas de las que quiero hacer en esta
corta vida. Si no acoso a Janet por sus «errores», le daré más libertad para que disfrute de la vida
que haya elegido y por tener un compañero que es feliz viéndola a ella conducirse así; luego, pro-
bablemente, ella estará también más dispuesta a perdonar mis errores. Así, Janet será más feliz
por sí misma, me permitirá cometer mis habituales errores, me aceptará, no importa cuán «erró-
neo» le parezca mi proceder, y tendrá la libertad de acción necesaria para ser más productiva.
Obligándome a pensar de este modo, en vez de mostrarme resentido por la forma en que Janet se
está comportando con Vivian, le estoy concediendo a Janet el derecho a «equivocarse». Esta di-
rectriz nos ayudará que nos llevemos mejor. [AE]

Directriz 7
RECONSIDERE SUS NECESIDADES COMO OBJETIVOS
Si usted...
... acepta tanto a su pareja como a sí mismo «tal como es» (Dl); manifiesta su aprecio tanto a su pareja
como a sí mismo (D2); apoya la integridad en la comunicación, tanto de usted como de su pareja (D3); se
permite compartir lo que no quiere escuchar de su pareja y compartir con tacto lo que su pareja no quiere
escuchar de usted (D4); apoya, al menos parcialmente, los objetivos y propósitos de su pareja (D5); con-
siente abiertamente la comisión de errores, incluidos los suyos propios, y permite que todos reconozcan
sus errores sin castigo alguno (D6)...
entonces...
... es muy probable que tenga poca necesidad de esta directriz.
La directriz 7 nos ofrece una huida elegante de nuestras exigencias compulsivas u obsesivas, y nos da más
flexibilidad para adaptarnos a situaciones inmediatas o a largo plazo. Le ofrece una dirección hacia dónde
ir. Le permite que siga queriendo lo que quiere, al tiempo que le libera de tener que aferrarse rígidamente
a su posición. Le libera de sentirse deprimido, cuando no ve gratificada su necesidad de inmediato. Se
centra en un hedonismo a largo plazo, y puede convertir la búsqueda de su objetivo en algo creativo,
agradable y estimulante. En resumen, la transformación de una necesidad en un objetivo lleva a un cam-
bio de actitud verdaderamente significativo.
Saundy transformó el querer casarse con Jodean en un objetivo: permitirle a él que resolviera su problema
de ambivalencia. Cuando se cansó de luchar por intentar resolver el problema, le pasó el problema a él
para que fuera él quien lo resolviera, aceptando plenamente al mismo tiempo la decisión que pudiera to-
mar Jodean.
Más tarde, Jodean optó por arriesgar el dinero de su jubilación para pagar los estudios universitarios de
Saundy transformando así su necesidad y su exigencia de una seguridad económica en la posibilidad futu-
ra de que los ingresos de ambos, juntos, les pudieran ofrecer la seguridad deseada. De hecho, Jodean
transformó incluso su necesidad de seguridad para sí mismo en favor de una seguridad para él para Saundy.
Liz transformó su necesidad de controlar y organizar la vida de Mike en el objetivo de un compañerismo
matrimonial con Mike al que podrían contribuir ambos. Mike transformó su necesidad de ser él mismo en
el objetivo de crecer hasta llegar a ser más maduro, al tiempo que apoyaba los cambios constructivos que
se daban en su matrimonio.
Como podrá ver, la transformación de su necesidad en un objetivo puede llevarle también a cambiar lo
que usted quiere. Forma parte significativa del proceso de maduración en ese desafío que supone vivir.
Albert Ellis comenta la directriz 7, reconsidere sus necesidades como objetivos, de esta manera:

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Terapia racional emotivo-conductual

El deseo que tenía yo de que Janet fuera menos enérgica con Vivian pretendía, en principio, indu-
cir a Janet a presionar menos a Vivian, a ser más paciente con el estilo de trabajo deliberadamente
lento de Vivian, y a darnos más tiempo para sustituirla. Renuncié a este deseo momentáneamente,
y dejé que Janet siguiera adelante con esos modos, supuestamente excesivos, con Vivian. Acepté
a Janet «tal como es», y evité pelear con ella a causa de nuestro desacuerdo sobre cómo tenía que
llevar la situación; eso nos permitió compartir nuestros desacuerdos sin hostilidad. Le di mi apoyo
a Janet por su «erróneo» estilo de gestión, y al final todo acabó bien.
Sin embargo, no renuncié a mi deseo, sino que lo convertí en un objetivo para el futuro. Seguí
queriendo, en el futuro, conducir los problemas con los empleados de un modo paciente y sin en-
fados, y convencer a Janet para que lo hiciera así. Pero yo no necesitaba alcanzar mi objetivo, ni
entonces, ni en un futuro. Mantuve mí objetivo como una fuerte preferencia, y no planteé la exi-
gencia de ponerlo en práctica, ni por parte de Janet ni por mi parte. Y así, Janet y yo no fuimos a
dar a un callejón sin salida ni a un desacuerdo activo en relación con este objetivo. (¡Pero yo sigo
manteniendo la preferencia de que mi objetivo se cumpla!) AE
Vamos a copiar un comentario de Liz para terminar este ítem:
Cuando Ted nos habló de «reencuadrar», de «crear un marco«, yo no tenía ni idea de lo importan-
te que terminaría siendo para mi visión del mundo. A lo largo de los años, había visto y había oí-
do a líderes empresariales, políticos, religiosos, y a seguidores, activistas y representantes cultura-
les, hablar de cuáles eran sus marcos. Vi y escuché a mucha gente «aferrarse» a su marco sin la
capacidad (o ni siquiera el deseo) de trasladarse a otro marco.
Y eso nos lleva a cerrar el círculo de la TREC. Cuando uno ve (o lee, o escucha) datos que no
concuerdan con su visión de las cosas, mejor será que cambie, se replantee, se cuestione o, al me-
nos, sea honesto consigo mismo respecto a sus creencias. De otra forma, se va a quedar aferrado.
[Liz]

6. CÓMO HACER QUE FUNCIONEN LAS 7 DIRECTRICES


A lo largo de todo este texto hemos recalcado lo importante que resulta la puesta en práctica de las siete
directrices para una buena relación y comunicación. Le hemos dado montones de ejemplos, y le hemos
dicho cómo puede incluir la Terapia racional emotivo-conductual y la Secuencia de discusión alternativa
en la aplicación de las directrices. En este último acápite, queremos darle algunas ideas concretas para
aprender las directrices y convertirlas en parte dinámica de su relación.

6.1. CONSEJOS PARA APRENDER Y UTILIZAR LAS DIRECTRICES


Para empezar, he aquí tres sencillos consejos:
Consejo l: Aprenda «por partes». Yaya poco a poco, tomando elementos pequeños y «dominándolos», de
uno en uno. No se sobrecargue intentando aprenderse las siete directrices todas a la vez.
Consejo 2: Ponga a prueba nuestras afirmaciones, de una en una. Ponga a prueba lo que decimos para
demostrarse a sí mismo que son válidas las siete directrices. O bien, demuestre que son falsas. No tenga
inconveniente en reformular en palabras nuestras directrices, si eso las hace más comprensibles y viables
para usted.
Consejo 3: Haga pequeñas mejoras constantemente en la comprensión o en la utilización de las siete
directrices. Hágalo cada semana. Intente mejorar, no ser perfecto. ¡No deje de insistir!

6.2. DE LAS IDEAS A LA ACCIÓN


No esperamos que nos crea cuando decimos que las siete directrices van a cambiar su vida. Lo que sí que
esperamos que haga es que las ponga en práctica. Descubra por sí mismo si funcionan o no en su vida.
Para ayudarle a averiguarlo, hemos creado un formato de revisión de fácil ejecución. Encontrará una bre-
ve declaración de propósitos para cada una de las siete directrices, una «clave» para comprender y aplicar
la directriz, una acción concreta que puede tomar para ponerla a prueba y un espacio para que usted apun-
te un par de ideas sobre cómo aplicar la directriz en su vida. Creemos que los siguientes pasos le van a
resultar útiles, a la hora de poner a prueba las directrices.

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Terapia racional emotivo-conductual

Directriz 1: Acepte a su pareja «tal como es»


Propósito: Hacerse cargo de usted mismo de una forma que apoye el derecho de su pareja a elegir y con-
tribuir en una relación autocorrectora con usted. Y darle a usted paz interior.
Clave: Asuma la responsabilidad de sus sentimientos.
Sugerencia: Observe su propio pensamiento de evitación o de rechazo a aceptar la realidad. Esfuércese
por aceptar las adversidades que le puedan ser «inaceptables»
Elija sus propias sugerencias:
1)
2)

Directriz 2: Manifieste su aprecio con frecuencia.


Propósito: No «juzgar» Acepte a su pareja como una persona cariñosa y solícita. Ayúdense el uno al otro
a crecer hasta su «pleno» potencial, y a sustentar una relación feliz con su pareja por medio de un recono-
cimiento y un apoyo emocional sincero, sin los efectos destructivos de las críticas.
Clave: La expresión frecuente y sincera de aprecio por cosas pequeñas tiene un efecto acumulativo a la
hora de hacer un entorno de comunicación «seguro» para que su pareja se abra y comparta más sincera-
mente con usted. Atrape a su pareja haciendo algo bien y compártalo con ella.
Sugerencia: Todo tiene ventajas e inconvenientes. «Y/también».
Busque y descubra las ventajas de aquello a lo que usted se opone.
Elija sus propias sugerencias:
1)
2)

Directriz 3: Comuníquese desde la integridad.


Propósito: Establezca su relación sobre una base de confianza, manténgase emocionalmente libre de
engaños y enredos que violen su integridad.
Clave: Reconozca de buena gana. y con sinceridad (a) lo que le sucede a su pareja, (b) lo que le sucede a
usted, y (c) lo que está ocurriendo en la relación. Reconozca lo que siente y lo que piensa. Reconozca sus
debilidades, sus incoherencias y sus promesas no cumplidas. Reconozca sus puntos fuertes y lo que le
gusta de sí mismo.
Sugerencia: Acepte el temor a que la honestidad y la integridad no siempre le van a dejar en buen lugar.
La honestidad y la integridad requieren coraje para enfrentarse a los temores y para aprender de los pro-
pios errores. Aprenda a buscar el momento oportuno para ser honesto, dejando a un lado el problema para
compartirlo en la ocasión adecuada.
Elija sus propias sugerencias:
1)
2)

Directriz 4: Comparta y explore las diferencias con su pareja.


Propósito: Establecer una cooperación en la resolución de problemas sociales, en la reducción de con-
flictos y para disfrutar de los placeres de la creatividad cooperativa.
Clave: Asuma que su pareja siempre tiene una posición que merece la pena considerar. Escuche las ob-
servaciones de su pareja. Si usted habla, no escucha.
Sugerencia: Busque y encuentre algo correcto, útil o cierto en la posición de su pareja. Céntrese en com-
prender el tema central de su pareja, tal como lo ve su pareja

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Elija sus propias sugerencias:


1)
2)

Directriz 5: Apoye los objetivos de su pareja.


Propósito: Manifieste el amor que siente por su pareja de una forma práctica y comprensiva.
Clave: Aclare que entiende usted por «propósitos» constructivos y por «integridad».
Sugerencia: Apoye el derecho de su pareja a desarrollar su propia y singular individualidad como per-
sona diferente de usted. Considere los desacuerdos como diferencias, y piense en las diferencias como re-
cursos que pueden enriquecer la relación si se comparten adecuadamente.
Elija sus propias sugerencias:
1)
2)

Directriz 6: Concédale a su pareja el derecho a equivocarse.


Propósito: Afirmar el derecho de su pareja a ser imperfecto, así como el derecho a ser un ser humano
falible. Déle espacio y apoyo a su pareja para que aprenda y crezca en su propio potencial constructivo.
Clave: Niéguese a sentirse violento o avergonzado por sus errores, por su simple humanidad. Reconozca
las similitudes que tiene con su pareja. Ustedes pueden vincularse a través de sus similitudes. Ambos son
imperfectos y falibles. Ambos tienen suposiciones erróneas y ambos cometen errores.
Sugerencia: Reconozca de buen grado sus errores y el haberse olvidado de su pareja, más o menos
cuando los descubra.
Elija sus propias sugerencias:
1)
2)

Directriz 7: Reconsidere sus necesidades como objetivos.


Propósito: Liberarse de las exigencias de los deberías y los tendrías, y de la trampa del «esto/o lo otro»,
de que usted tiene que conseguir lo que quiere o caer en la desesperación de no conseguir nunca lo que
quiere.
Clave: Recuérdese con frecuencia que usted no tiene por qué conseguir lo que quiere. Lo que usted desea
no se lo garantiza Dios, ni el azar, ni la naturaleza. Puede que lo consiga, o puede que no. A su debido
tiempo, descubrirá si lo consigue o no.
Sugerencia: Considere como válidos para usted sus deseos, necesidades e intenciones. Si usted se es-
fuerza por conseguir un deseo, quizás lo consiga. Pero téngalo como un objetivo futuro por el cual traba-
jar. Cuando deje a un lado la exigencia de conseguir lo que quiere, quizás incremente también la probabi-
lidad de conseguirlo.
Elija sus propias sugerencias:
1)
2)
Compromiso unilateral: Comprométase a seguir las directrices, aún cuando su pareja opte por no hacer-
lo. Usted está estableciendo un compromiso unilateral por mejorar la relación.
Propósito: Evitar el casi seguro fracaso de alcanzar un compromiso mutuo en la aplicación de las siete
directrices.
Clave: Usted es responsable ciento por ciento de su propio aprendizaje y uso de las siete directrices. Si
existe un compromiso mutuo, cada uno asume un compromiso unilateral de responsabilidad para aprender
y seguir las siete directrices, sin tener en cuenta lo que haga el otro.

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Sugerencia: Establezca como objetivo futuro aún no alcanzado el aprendizaje y el seguimiento de las
siete directrices, hasta que consiga «dominarlas», tanto en su comprensión como en su aplicación.
Elija sus propias sugerencias:
1)
2)
La decisión de escuchar puede llevar a confusión. Si usted está confuso, esté confuso sólo porque las co-
sas son como son para usted en este momento. Acepte su confusión y después, obtenga más información
o tome una decisión arbitraria experimental y vea 1o que ocurre.

6.3. UN POQUITO DE MIEDO, ¿NO?


Es probable que, cuando siga las siete directrices, tenga un poco de miedo no reconocido o un punto de
vista que bloquee su aprendizaje. Si tiene algún temor, puede elegir entre tres opciones. Primera, recono-
cer que ha decidido que va a dominar su temor «y también» que, hasta cierto punto, ya está dominado por
su temor. Esto parece cierto en el caso de la mayoría de las personas. Pruebe a hacer una evaluación
«y/también, de su temor. Segunda, enfrentarse al miedo. La tercera opción es dejarse dominar por el
miedo. ¿Quién ha de ser el que domine, usted o su miedo? («Esto/o lo otro».) Tenemos la esperanza de
que opte por «dominar», su temor como un objetivo que aún se tiene que alcanzar en su plenitud, en vez
de dejarse dominar por el temor. Si usted no tiene miedo, y es su punto de vista el que está bloqueando la
aplicación de las siete directrices para mejorar la relación, deje que las directrices se conviertan en un
desafío para su propio crecimiento.

A PARTIR DE AQUÍ
En última instancia, usted elige cómo va a tratar las diferencias y los desacuerdos de su vida. Nosotros le
sugerimos que haga una elección consciente, tanto si opta por las siete directrices como si crea su propio
enfoque.
Acuérdese, todos somos humanos y falibles. Su pareja y usted, sea cual sea su compromiso, no siempre
tendrán éxito en la ejecución de las directrices (ni en ningún otro aspecto de sus vidas). Si no consigue los
objetivos que se había propuesto, reconsidérelos primero; y después, si todavía desea alcanzar la meta,
insista. Recuerde que el camino hasta Carnegie Hall está pavimentado con ¡trabajo, trabajo y trabajo!
Confiamos en que las siete directrices le van a resultar una valiosa herramienta en la mejora de sus rela-
ciones y de su comunicación, y le instamos a que las ponga a prueba.
Le deseamos lo mejor.

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ANEXO
EXAMEN

1. ¿Por qué el caso de Jay y Marjorie, al inicio del módulo se considera un problema de comunicación
o química entre ellos? Explique.
2. ¿Qué características presenta el enfoque de la pareja, basado en la terapia racional emoti-
vo-conductual (TREC), desarrollado por Albert Ellis? Qué objetivos se trazó?
3. ¿De qué trata el ABC de la terapia racional?
4. ¿Cuál es la técnica que emplea la TREC para profundizar la relación de la comunicación en pare-
jas?
5. ¿Cómo actúan los tres tipos de creencias irracionales en los estilos de comunicación de las perso-
nas?
6. ¿Por qué decide Ted la comunicación con Mickey y cuándo surge el nacimiento de las siete direc-
trices para una buena relación?
7. Explique la diferenciación que sostiene la TREC entre querer y necesitar. ¿Está usted de acuerdo
con ello? Explique.
8. ¿De qué manera influyó en Frank, la utilización de las siete directrices con su pareja? ¿Funcionarán
las directrices en su vida afectiva?
9. ¿Se necesita ser perfectos para aplicar las directrices en nuestra relación de pareja? ¿Cuáles de ellas
tienden a ser más difíciles a ser aplicadas?¿Por qué?
10. ¿Cuáles son los cuestionamientos que; según su criterio, señalaría a los "deberías y tendrías" de
Frank y Frances, en las relaciones con sus parejas? Responda tomando en consideración antes y
después que decidieran utilizar las siete directrices
11. Evalúe la frase: “Lo que está sucediendo” (LQES). Por qué utilizamos muy regularmente muchos
deberías absolutos?
12. ¿En qué consiste lo útil que se convierte la TREC en, al descubrir las diferencias existentes entre
los problemas prácticos y emocionales?
13. ¿Pudo Michelle mejorar su comunicación y su relación con su pareja, al utilizar las siete directri-
ces? Justifique su respuesta.
14. ¿Por qué no existe la perfección en el uso de las siete directrices? ¿Qué hace falta y cómo alcanzar
la consecución de nuestros objetivos?
15. ¿De qué manera funciona el compromiso unilateral de pareja con las directrices 1, 4 y 6?
16. ¿Qué consejos daría con respecto a la aplicación de las directrices mencionadas en la pregunta 15?
¿Cuáles son las mejoras en su relación y comunicación que lograría usted?

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