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APEC
Grupo:
82082
Tema:
Ética Aplicada y la Bioética en la sociedad global
Equipo:
Andry Leiva 20191513
Lisbeth Córdova 20200208
Nasly peralta 20201060
Manuel de Jesús Ortiz 20200281
Pedro José Alvarez 20191933
Materia:
Ética en los Negocios
Catedrático (a):
Licda. Sergia Antonia Gomez
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Desarrollo
Ética Aplicada
La ética aplicada constituye una de las áreas más prolíficas y actuales de la filosofía
contemporánea. Los que hacen ética aplicada desarrollan su trabajo en varias áreas de la
sociedad contemporánea donde la ética posee un papel relevante. Trabajan en ámbitos como
la bioética, la ética empresarial, la ética ambiental, la ética legal, la ingeniería ética, la ética de
la comunicación, la ética del ciberespacio, etc. Éstos y muchos otros ámbitos, donde se lleva
a cabo un intento de tratar con problemas éticos que surgen en la vida cotidiana, constituyen
el objeto de estudio de la ética aplicada.
Si consultamos las páginas web que existen sobre ética aplicada, nos percataremos de que la
ética se encuentra en cualquier carrera o especialidad que queramos tratar. Hay un interés
creciente para el desarrollo de una ética aplicada en cualquier ámbito de conocimiento. La
urgencia de construir una ética aplicada en el ámbito de la información como disciplina
teórico-práctica se acentúa en la medida en que se desarrollan las nuevas tecnologías que
multiplican la capacidad de difundir todo tipo de mensajes e informaciones relevantes.
Por extraño que parezca, el movimiento de la ética de los negocios no se presenta como una
respuesta a la mala fama de los corporativos. No hay solución de continuidad entre los
escándalos y las promesas de un mejor comportamiento. La renovada conciencia ética del
mundo de los negocios se apoya en la tesis de que la falta de ética provoca pérdidas a las
empresas y a los mercados. Se dice, por ejemplo, que una actuación deshonesta puede
afectar negativamente los resultados financieros de las empresas que coticen en bolsa
(López, 2007) y que la corrupción de un país desalienta la inversión (Murray, 2002). Es un
hecho bien conocido, afirma Murray, que entre más corrupción haya en una economía
empresarial habrá menor inversión, con la consecuente disminución de crecimiento (2002:3).
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Una versión extrema de esta tesis afirma que los negocios no pueden tener éxito sin ética.
Pero abundan casos que desmienten semejante suposición. La falta de ética en los negocios
y los fraudes al consumidor significan grandes ganancias.
Una segunda tesis afirma que la ética es un buen negocio, que "invertir en ética es quizá uno
de los negocios más rentables para la empresa" (Fundación Chile Unido, 2003). Para quienes
defienden esta tesis, la ética eleva las ventas y mejora la imagen corporativa, fortalece la
lealtad y el compromiso de los empleados, impide la sobrerregulación del mercado, evita
perder negocios y brinda mayor acceso de financiamiento, entre otras ventajas. Todo lo cual
es cierto, y hay casos ejemplares que lo prueban; pero la ética también puede llegar a ser un
mal negocio. Un ejemplo, citado por Stephen Murray, es el caso de las empresas que se
adhirieron a la Ley para Prácticas Corruptas de Estados Unidos; las que, de acuerdo con el
Departamento de Comercio de ese país perdieron 15 mil millones de dólares en 1997 por
negarse a vender productos a compañías con mala reputación (Murray, 2002).
Por último, una tesis alternativa justifica la ética de los negocios en términos estrictamente
normativos con el argumento de que los negocios no son un mundo aislado y separado con
valores diferentes de los de la sociedad en que actúan. Para quienes defienden esta tesis, la
ética de los negocios es una aplicación de la ética a un área específica de la actividad
humana y en esa medida expresa un interés general. En consecuencia, la justificación de la
ética de los negocios no radica en su utilidad para ganar dinero; se puede ganar dinero
faltando a la ética y se puede perder dinero siendo ético. Lo que verdaderamente justifica a la
ética es su contribución al orden social. La ética es un saber práctico que dota de coherencia
a la conducta humana, ajustándola a valores aceptados por la mayoría.
POR EJEMPLO: algunos objetos de estudio de la ética aplicada son el aborto inducido,
la eutanasia y los derechos de los animales. Algunas de estas cuestiones se agrupan por
similitudes y son estudiadas por subdisciplinas:
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La bioética estudia las controversias morales que son producto de los avances en la biología y
la medicina.
La ética ambiental se ocupa de la relación ética entre los seres humanos y el medio
ambiente. Quizás las dos preguntas fundamentales de esta disciplina sean:
¿qué deberes tienen los seres humanos hacia el medio ambiente, y por qué? En general, la
respuesta a la primera pregunta es una consecuencia de la respuesta a la segunda. Distintas
respuestas o aproximaciones a respuestas han dado lugar a distintas éticas ambientales.
Ética militar
La ética económica se ocupa de las relaciones éticas que deberían guiar las relaciones
económicas entre los seres humanos y el efecto que tales normas tendrían sobre la economía
de nuestras sociedades. De hecho, gran parte de los economistas que desarrollaron la teoría
moderna de la economía partieron de bases éticas. El ejemplo más cercano es
el utilitarismo desarrollado primero como doctrina moral y luego usado para la teoría del valor
neoclásica.
La ética de los negocios es un movimiento mundial por el cual las corporaciones ofrecen
autorregularse. En su justificación filosófica pueden identificarse tres tesis: una que considera
la ética como garantía para evitar el fracaso, otra que piensa que la ética es una inversión
redituable y una tercera de carácter normativo. El concepto rector de este movimiento es el de
responsabilidad social de la empresa. Una empresa responsable sigue un código de conducta
explícito, por lo general escrito. No obstante, la efectividad de estos códigos depende de quién
escriba y supervise el código. Por esta razón, aunque el movimiento se declara voluntario y
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rebosa optimismo, las posiciones escépticas han trocado lo que en esencia es un modelo no
contencioso de regulación en otro de carácter contencioso. Tratándose de corporaciones
globales, la opinión mayoritaria es que las acciones voluntarias, aunque importantes, son
insuficientes para la magnitud de los problemas que las compañías confrontan cuando operan
en países desarrollados donde el Estado es con frecuencia débil y las leyes inexistentes
(Aaronson, 2005).
Una visión muy parecida a lo que hoy se entiende por bioética global ya la tuvo quien acuñara
el propio término “bioética”. Potter concibió la bioética como un saber innovador que ponía a
trabajar conjuntamente a la ecología, la medicina y las humanidades en la aspiración de
garantizar la supervivencia. En su libro Bioethics, a bridge to the future, (1970) Potter
describía la bioética como un puente: entre el presente y el futuro, entre la naturaleza y la
cultura, entre la ciencia y los valores, entre la humanidad y la naturaleza. Dos décadas más
tarde, decepcionado por el enfoque predominante de la disciplina, restringido a las cuestiones
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individuales y médicas, publicó otro libro en el que propuso precisamente el término “bioética
global”, destinada a trascender las especialidades éticas e integrarlas en un nuevo esfuerzo
interdisciplinario por abordar los problemas globales (ten Have, 2012).
La bioética global se ocupa hoy, como adelantaran Ausín y Guerra, del problema de la justicia,
aplicado a los problemas de salud pública que afectan a enormes proporciones de la
población, no solo a casos individuales. La ética asociada a la salud global surge también de
la toma de conciencia de que la bioética ha pasado demasiado tiempo en explorar dilemas
propiciados por punteros avances biotecnológicos: por ejemplo, los que aparecen en las
unidades de cuidados intensivos, en los servicios de trasplante y en los laboratorios de
genética molecular. La mejora humana, la medicina regenerativa, los trasplantes de órganos,
la eutanasia.
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con más confort, y para la que la mera supervivencia ha dejado hace muchos años de ser una
preocupación.
Benatar y colaboradores definen la Ética para la Salud Global [Global Health Ethics] como un
modo de promover valores ampliamente compartidos que incluyen el respeto de la vida
humana los derechos humanos, la equidad, la libertad, la democracia, la sostenibilidad
medioambiental y la solidaridad2 (Benatar, Daar et al., 2005). La disciplina propone una toma
de conciencia para mejorar la salud y para manejar lo que la amenaza a nivel global. La ética
para la salud global subraya la interdependencia global de las relaciones humanas: las
decisiones y formas de vida de una parte del mundo tienen efectos cada vez más claros e
inmediatos en otros países. Ejemplo de ello lo son las pandemias, como la gripe, y la reciente
reaparición de brotes de enfermedades erradicadas hace años en los países industrializados,
con desenlaces ocasionalmente fatales
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Conclusión