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FOR AERONAUTICS
TECHNICAL NOTE 2933
By S. S. Manson
Cleveland, Ohio
Washington
July 1953
NATIONAL ADVISORY COMMITTEE FOR AERONAUTICS
INTRODUCCIÓN
¿ T av −T
σ= (1)
T0
σ ( 1−μ )
σ ¿= (2)
Eα T 0
σ Tensión real
µ Coeficiente de Poisson
E Módulo de elasticidad
α Coeficiente de dilatación
Tav Temperatura promedio a través del espesor de la placa
T Temperatura en el punto donde se considera el esfuerzo
T 0 Temperatura uniforme inicial de la placa por encima de la temperatura ambiente (se supone
que la temperatura ambiente es cero por simplicidad)
Esfuerzos en la superficie.
Para obtener la tensión superficial, primero es necesario determinar la temperatura
media y la temperatura superficial. El problema de la temperatura ha sido tratado a
fondo en la literatura y el resultado, generalmente se presenta en forma de series
infinitas. En la figura 1 se muestran los resultados de algunos cálculos que se han
realizado sustituyendo la solución de la serie exacta de temperatura en las ecuaciones
de tensión.
En la solución exacta hay tres variables importantes. Primero está la tensión reducida,
ya mencionada, y segundo, el valor β, que es igual a ah/k (donde a es la mitad del
espesor de la placa, h el coeficiente de transferencia de calor y k la conductividad del
material). El coeficiente de transferencia de calor se define como la cantidad de calor
transferido desde la unidad de área de la superficie de la placa, por unidad de
diferencia de temperatura entre la superficie y el medio circundante. Las variables a, h
y k siempre resultan como un grupo, como resultado de la manera en que aparecen en
la ecuación diferencial; por lo tanto, en el tratamiento generalizado del problema, lo
importante no es el valor individual de a, h o k, sino su valor agrupado para formar el
término β, que generalmente se conoce como módulo de Biot; sin embargo, en la
presente discusión se le llamará parámetro de transferencia de calor no dimensional.
La tercera variable importante es θ, que se llamará tiempo no dimensional. Como se
muestra, θ = kt/ρCa2, donde k es nuevamente la conductividad, t el tiempo, a la mitad del
espesor, ρ la densidad del material, y C el calor específico. En la figura 1, la tensión no
dimensional en la superficie se ha trazado como una función del tiempo no
dimensional, para varios valores examinados de transferencia de calor no dimensional.
Este gráfico contiene los elementos esenciales de toda la solución de tensión
superficial en el problema de la placa plana; sólo es cuestión de graficar nuevamente,
para obtener más relaciones de interés.
()
n
x
T =T 2 ,c −M (3)
a
Dónde
T2,c Temperatura en el centro de la placa en el momento en que el esfuerzo en
la superficie es máximo, aún no determinado.
M, n Constantes que se deben determinar, para ajustar mejor a los resultados
teóricos
β T 2 ,c
M= (4)
β +n
De las ecuaciones (1), (2), (3) y (4)
¿ T 2 ,c n β
σ max= (5)
T 0 n+1 β+ n
n T 2 ,C
O, si R= la ecuación (5) se reduce a:
T 0 ( n+1 )
1 1 n 1
¿ = + (6)
σ max
R R β
¿
La ecuación (6) sugiere que una gráfica de 1/( σ max) versus 1/β debería ser una línea
¿
recta. Cuando se utilizan los valores de σ max y β de la figura 2, se obtiene la gráfica 1/(
¿
σ max) versus 1/β en la figura 4. Se ve, que para 1/(β) ˃ 0,2 o β ˂ 5 se puede ajustar la
curva a una muy buena línea recta; la ecuación de esta línea está dada por
1 3.25
¿ =1.5+ β˂5 (7)
σ max β
En la región 1/β < 0.2 (es decir, β> 5), la curva se desvía un poco de la línea recta, se
curva hacia abajo y alcanza el límite σ* = 1.0 en 1/β = 0 en lugar de un valor de 1.5
predicho por la recta línea. Para que la fórmula sea precisa en todo el rango, es
deseable agregar un término que sea efectivo sólo en el rango muy bajo de 1/β, que
haga que la expresión alcance el límite apropiado en l/β = 0. Un término exponencial
cumple este propósito en todo el rango de β; por lo tanto, la siguiente ecuación
relaciona β con σ*.
−16
1 3.25 β
¿ =1.5+ −0.5 e (8)
σ max β
La figura 5 muestra la corrección del ajuste de la ecuación (8) y los resultados exactos
en el rango 0 <β <20. Para valores de β entre 0 y 5, el término exponencial es
insignificante y el ajuste de los resultados exactos con la ecuación (7) es esencialmente
el mismo que el ajuste con la ecuación (8). No se han realizado cálculos refinados para
valores de β superiores a 20, pero una comparación de la ecuación (8) con una fórmula
asintótica dada por Cheng (ref. 2) indica que la ecuación (8) puede estar equivocada
hasta en un 5 por ciento, a un valor de β = 200. Sin embargo, dado que la mayoría de
los problemas prácticos involucran valores de β por debajo de 20, se ve que la
ecuación (8) da resultados de precisión inusualmente buena sobre el rango práctico de
β.
Sin embargo, si se desea una mayor precisión en el rango de β de 5 a 20, la fórmula
(8a) se puede usar junto con la ecuación (7) para el rango 0 <β <5. La ecuación (8)
tiene, sin embargo, la ventaja de representar todo el rango de β en una sola ecuación.
1 3.25
¿ =1.0+ 2 (8a)
σ max 3
β
La ecuación (9) es muy similar en forma a la ecuación (7), pero no se ajusta a la curva
correcta de σ* versus β tan bien como la ecuación (8) en todo el rango de β. La figura
5 muestra el grado de correlación entre los resultados analíticos de la figura 2 y las
fórmulas simples, dadas en las ecuaciones (7) y (8). También se muestra la correlación
obtenida con la fórmula de Buessem, que aunque es muy buena, no está tan cerca
como con las fórmulas presentadas aquí.
1 3.25
¿ = (10)
σ max
β
O
k σ max 3.25(1−μ)
T 0= (11)
Eα ah
Para el caso cuando ocurre la falla, σmax = σb = esfuerzo de ruptura; por lo tanto,
k σ b 3.25(1−μ)
T 0 ,max = (11a)
Eα ah
Esta ecuación establece que para el caso de una placa plana de espesor a y coeficiente
de transferencia de calor h, la temperatura máxima de choque térmico, que la placa
puede soportar es proporcional al producto kσ b/Eα. Como la relación de Poisson µ es
muy similar para todos los materiales, se coloca en el grupo de términos, que no
implican propiedades de los materiales. Esta agrupación kσ b/Eα se identifica como el
parámetro de choque térmico utilizado por Bobrowsky (ref.4) y por otros. La ecuación
(11) proporciona una medida numérica de la temperatura de choque, que causará fallas
y proporciona la base de un índice para enumerar materiales en orden de mérito. La
Tabla 1 muestra los resultados de las pruebas realizadas en la referencia 4 que muestra
el orden de mérito de varios materiales de acuerdo con el parámetro de choque térmico
kσb/Eα. Estas pruebas consistieron en someter una muestra redonda de 2 pulgadas de
diámetro y 1/4 de pulgada de espesor, a ciclos de choque térmico hasta que ocurriera el
fallo. En cada ciclo, la muestra se calentó primero a la temperatura del horno y luego se
enfrió rápidamente en una corriente de aire frío dirigida paralelamente a las caras de
esta muestra. Si el espécimen sobrevivió 25 ciclos a la temperatura del horno, esta se
aumentó en 200 °F y las pruebas se repitieron. De esta manera, la temperatura se elevó
hasta que finalmente ocurrió la falla. La tabla 1 muestra, que se obtuvo una buena
correlación entre la temperatura máxima que se alcanzó y el parámetro de choque
térmico kσb/Eα.
Cuando se considera nuevamente la ecuación (8), se observa que para valores muy
grandes de β, el valor 3.25/β puede despreciarse en comparación con los otros términos
¿ ¿
y σ maxes igual a la unidad. Es interesante examinar el significado de σ max=1 y determinar
¿
en qué condiciones se alcanza. La condición σ max =1 significa que:
Eα T 0
σ max= (12)
1−μ
σb
T 0 ,max = ( 1−μ ) (13)
Eα
Desde un punto de vista analítico, este resultado es de gran importancia, porque las
propiedades físicas de los materiales considerados a menudo varían drásticamente con
la temperatura. En particular, la conductividad puede experimentar un cambio múltiple
desde la temperatura ambiente hasta temperaturas del orden de 2000 ºF (1093ºC). Por
lo tanto, es difícil tratar de decidir qué conductividad usar en los cálculos. En el
cálculo de las temperaturas y las tensiones, puede ser tentador, a efectos de
simplificación, utilizar la conductividad a una temperatura media entre el valor inicial
y el del medio de enfriamiento; en vista del hecho de, que las temperaturas de la
superficie y media siguen siendo bastante altas cuando se alcanza el esfuerzo máximo,
sin embargo, esta aplicación daría resultados incorrectos. El valor medio a utilizar es
el que se encuentra entre la temperatura inicial y la temperatura en el momento de la
tensión máxima. Por ejemplo, si β es 0,4, la conductividad debe suponerse como su
valor a aproximadamente el 90 por ciento del valor a alta temperatura.
Si la diferencia de temperatura del ciclo produce una expansión térmica del doble de la
deformación elástica, es decir, la deformación en D es el doble de la deformación en
A, entonces el ciclo ocurrirá entre D y E, es decir, entre el límite elástico en tracción y
el límite elástico en compresión (Por simplicidad, aquí se supone que el límite elástico
en compresión es igual al límite elástico en tensión). Después del primer ciclo, se
podría aplicar un número indefinido de ciclos sin más flujo plástico.
La pregunta es cuántos ciclos de este tipo resistirá este material. Una primera
estimación podría ser, que la cantidad total de flujo plástico en el material sea igual a
la cantidad inicial de flujo plástico, que podría soportar en una prueba de tracción
convencional, es decir, cuando la suma de DF y GE multiplicada por el número de
ciclos es aproximadamente igual a DP. Esto, sin embargo, no estaría de acuerdo con el
comportamiento experimental de los materiales. Se ha encontrado experimentalmente,
que el flujo plástico compresivo GE esencialmente mejora el material, de modo que
incluso la suma de sólo los componentes de tensión del flujo plástico es mayor que la
ductilidad inicialmente disponible en la prueba de tracción convencional. Es decir, la
suma de los valores de DF es mayor que la deformación DP. Hay poca información
cuantitativa en la literatura, incluso sobre el simple problema de cuánto flujo plástico
alternativo puede soportar un material. Sin embargo, se puede llegar a una suposición
simple, mediante la consideración de los datos del informe de Sachs y compañeros de
trabajo (ref. 6). En esta investigación, la aleación de aluminio 24ST se estiró y
comprimió alternativamente, en valores constantes de deformación, y se observó la
cantidad de ciclos que podía resistir, antes de que ocurriera la falla.
La figura 11 muestra los resultados típicos obtenidos en esta investigación. La
ductilidad, que queda en el material después de sucesivas aplicaciones de ciclos, de 12
por ciento de tensión y compresión, se muestra en los ejes verticales; el número de
ciclos de aplicaciones, en el eje horizontal. La ductilidad residual se midió en una
muestra, sometida a varios ciclos de deformación alterna, y después a una prueba de
tracción convencional, en la que se midió la ductilidad. Se ve que la aleación tenía una
ductilidad inicial del 37 por ciento. Después de aplicar una deformación de 12 por
ciento en tensión y una deformación de 12 por ciento en compresión, la ductilidad
residual se redujo al 30 por ciento, reducción menor, que la que habría sido inducida
sólo por la tensión del 12 por ciento, si no hubiera seguido la compresión. De manera
similar, se verá, que cada ciclo sucesivo redujo la ductilidad residual en una cantidad
inferior al 12 por ciento, y cuando la ductilidad residual fue inferior al 12 por ciento, el
espécimen falló en la aplicación posterior del ciclo de deformación.
K
N= n (14)
ε
Dónde
N número de ciclos de deformación plástica ± ε
ε deformación plástica
n exponente en el vecindario de 3
K constante de proporcionalidad
Como estas ecuaciones implican una constante K, que no se conoce, sólo se puede
determinar el número relativo de ciclos para cada temperatura. Los resultados se
muestran en la tabla II. Si el número de ciclos de 0 a 1000 °F se toma como línea base,
el número de ciclos para el rango de temperatura de 0 a 1200 °F se reduce en un factor
de 4.7; el rango de temperatura de 0 a 1400 °F resulta en un factor de reducción 12.6;
para 0 a 1600ºF la reducción es en un factor de 27; y para 0 a 1800 °F la reducción es
en un factor de 49.
De manera similar, si el número de ciclos en cualquier otro rango de temperatura se
usa como referencia, la reducción en el número de ciclos para un rango de temperatura
más alto también se muestra en la tabla. La importancia de esta tabla es señalar
cualitativamente la reducción drástica en el número de ciclos hasta la falla, resultante
del aumento del rango de temperatura del ciclo. Más adelante se hará referencia a
algunos resultados experimentales en la literatura, que muestran la importancia del
rango de temperatura cíclica sobre el número de ciclos.
Efectos metalúrgicos
Durante y entre los ciclos de esfuerzos térmico, el material está sujeto a un complicado
proceso de esfuerzo y temperatura, que puede causar cambios metalúrgicos en la
microestructura. Se mencionarán sólo algunos de los procesos metalúrgicos que
pueden ocurrir. Todo el tema de la metalurgia de alta temperatura es realmente
pertinente a este problema.
Envejecimiento. Probablemente la acción más importante que tiene lugar durante y
entre las pruebas de esfuerzo térmico es el envejecimiento. La mayoría de las
aleaciones de alta temperatura en sus condiciones de uso no están en equilibrio
metalúrgico. De hecho, es debido a su condición meta estable, que muchas aleaciones
obtienen buenas propiedades de alta temperatura. Si el material se mantiene a alta
temperatura, la tendencia es a la reorganización de la microestructura en la dirección
general de búsqueda del equilibrio. Por lo tanto, los componentes que están en
solución sólida, con frecuencia tienden a precipitarse, y al hacerlo, pueden cambiar
drásticamente las propiedades del material. Por ejemplo, pueden precipitarse en los
límites del grano y, en este caso, pueden reducir la ductilidad del material,
particularmente a la carga por fluencia. Esta precipitación puede ocurrir con o sin la
aplicación de tensiones, pero en general, la tensión tiende a acelerar la acción.
Finalmente, si el material se fragiliza lo suficiente, es posible que no pueda soportar ni
siquiera una pequeña deformación plástica, requerida para una sola prueba de choque
térmico. Sin embargo, directamente no se han realizado investigaciones cuidadosas,
para determinar la importancia de la precipitación en la prueba de choque térmico. Su
posible importancia puede deducirse, considerando los estudios que se han realizado
sobre la importancia de la precipitación en otros tipos de pruebas mecánicas.
La figura 12 muestra algunos resultados pertinentes, publicados originalmente en la
literatura rusa y resumidos recientemente por Sachs y Brown (ref. 7). Se traza la
resistencia al impacto de tres aceros después de haberlos calentado durante ciertos
períodos de tiempo, a 932 °F, tanto en estado estresado como sin esfuerzos.
Se ha encontrado, que la resistencia al impacto es sensible a la fragilidad por
precipitación, en los casos en que otros tipos de pruebas no detectan completamente
estos efectos. El solo calentamiento del acero CrNi durante aproximadamente 100
horas, redujo enormemente su resistencia al impacto. La presencia de tensión durante
el calentamiento hizo que este acero se fragilizara aún más. El acero CrMo, por otro
lado, mostró poco efecto de fragilidad, debido solo al calentamiento, y con cierta
fragilidad, resultante de la presencia de tensión. Sin embargo, el esfuerzo era
demasiado bajo para cualquier declaración concluyente sobre la importancia del
esfuerzo. El CrNiMo mostró un efecto intermedio entre el CrNi y el acero CrMo. Se
sabe que el níquel está asociado con la fragilidad por temple, un fenómeno que se
supone, pero no se ha demostrado, que está asociado con la precipitación en el límite
de grano; por lo tanto, se ve que la precipitación puede hacer que un material,
originalmente dúctil se haga bastante frágil. Por supuesto, se volvería más susceptible
a fallas bajo esfuerzos térmicos.
Las principales lecciones que se pueden aprender de la figura 12 son la importancia
del envejecimiento, incluso sin esfuerzos, para reducir la resistencia al impacto, y la
importancia de la composición química en este efecto. El envejecimiento no
necesariamente, tiene lugar durante el esfuerzo térmico, puede ocurrir durante el
funcionamiento normal, entre ciclos de tensiones térmicas. En las pruebas de
laboratorio de esfuerzos térmicos, (puede ocurrir durante los períodos de
calentamiento o durante el remojo a alta temperatura), el factor importante es el
tiempo a la temperatura dada, para permitir que tenga lugar la reacción metalúrgica.
Cuando el material finalmente está fragilizado por todos los efectos anteriores, la
aplicación del esfuerzo térmico finalmente causará la ruptura. Dado que la temperatura
es la variable más importante, que afecta el proceso de envejecimiento, cualquier
temperatura excesiva introducida para acelerar las pruebas puede producir resultados
extraños.
En cuanto a la importancia de la composición química, la indicación es que las
propiedades iniciales no necesariamente gobiernan el comportamiento bajo esfuerzo
térmico. Por lo tanto, el acero CrNi tenía mejores propiedades de impacto antes del
envejecimiento, que el acero CrNiMo, pero el envejecimiento tuvo un efecto más
drástico en el primero. De aquí que, no es sorprendente que algunos materiales
parezcan mostrarse mejor en la prueba de esfuerzo térmico, cuando sus propiedades
convencionales no indican ninguna razón para esta superioridad.
Crecimiento del grano. Uno de los efectos del trabajo mecánico, es hacer que el
material esté sujeto a recristalización. Cuando los granos se rompen, la energía se
almacena en los planos de deslizamiento y en los límites de los granos, y al calentarse
posteriormente, el material tiende a recristalizarse para alcanzar un estado de menor
energía almacenada. En muchos casos, el efecto es causar crecimiento de grano. La
figura 14 muestra algunos datos obtenidos por Rush, Freeman y White (ref. 8) sobre el
crecimiento del grano, en la aleación S816 de alta temperatura, resultante del trabajo
en frío. El gráfico muestra el tamaño de grano resultante del tratamiento de la solución
a 2200 °F (1204ºC), en función del porcentaje de reducción por pasada, durante el
proceso de trabajo. Se ve que si la reducción porcentual por pasada es de
aproximadamente 0.75 por ciento, que es una cantidad razonable de flujo plástico,
asociado con un ciclo de choque térmico, el tamaño de grano final se convierte en
A.S.T.M. menos 2, en comparación con el tamaño de grano original, A.S.T.M. 5. El
tamaño de grano A.S.T.M menos 2 es un tamaño de grano tan grande, que un álabe de
turbina promedio puede contener sólo varios granos por sección transversal, en
comparación con aproximadamente mil granos por sección transversal para el tamaño
de grano A.S.T.M. 5. Los materiales con gran tamaño de grano, generalmente tienen
baja ductilidad y no se espera que tengan una alta resistencia al choque térmico.
Tensión residual. Otro proceso que ocurre en relación con el esfuerzo térmico es el
desarrollo y la relajación de la tensión residual. Como se indica en la descripción
simplificada anterior del ciclo térmico, se puede esperar que el esfuerzo, en una prueba
de choque térmico, oscile entre el punto de fluencia en tensión y el punto de fluencia
en compresión. Sin embargo, durante y entre las pruebas de choque térmico, la
temperatura cambia constantemente y la tensión residual introducida bajo un conjunto
de condiciones, puede hacer que se relaje bajo alivio a otra temperatura. Más adelante
se dará un ejemplo de relajación de la tensión residual inicial, en relación con las
pruebas de fatiga convencionales a temperaturas elevadas.
La discusión anterior representa sólo el más obvio de los complicados mecanismos,
que pueden ocurrir en un material de alta temperatura durante la prueba de esfuerzo
térmico. Si se acepta que, el factor metalúrgico es probablemente el más importante en
relación con el comportamiento de choque térmico de los materiales dúctiles, la
conclusión significativa, que se debe alcanzar se relaciona con la importancia de
realizar pruebas para simular la operación real. Los cambios metalúrgicos son muy
sensibles al tiempo y a la temperatura. Si, entonces, se intenta hacer que la prueba sea
más severa para acelerar el fallo, se pueden obtener resultados engañosos debido a los
efectos metalúrgicos inducidos por las condiciones de la prueba artificial.
En casi toda la literatura publicada sobre choque térmico, los materiales dúctiles más
competitivos se evalúan bajo un conjunto de condiciones dadas. Desde el punto de
vista de la ingeniería, este es, por supuesto, el tipo de prueba más importante. Sin
embargo, desde un punto de vista fundamental, las pruebas revelan muy poca
información, que no sea otra sobre qué material es mejor en las condiciones
especificadas. Sin embargo, algunas de las investigaciones conducen a
generalizaciones significativas, y se intentará describir los resultados. Algunas de estas
pruebas serán discutidas en el presente capítulo; otras serán tratadas en sección
posterior sobre aspectos prácticos del problema.
Álabes de toberas
Primero se analizarán las pruebas de choque térmico, que se han realizado en relación
con los álabes de toberas de la turbina de gas. La función de las toberas es dirigir el
gas caliente en el ángulo adecuado contra las paletas giratorias, que normalmente
funcionan a temperaturas cercanas a 1600 °F (871 ºC) o 1700 °F (927 ºC). Si por
alguna razón se produce una combustión, entonces el gas no se calentará y llega
mucho más frío al diafragma de toberas. Los álabes de toberas están, por lo tanto,
sujetos a choque térmico. Asimismo, se produce una cierta cantidad de choque térmico
cada vez que se arranca el motor, debido a la aplicación repentina de gas caliente a las
superficies de las paletas de toberas.
Una de las primeras investigaciones sobre álabes de toberas, se publicó en 1938 en la
literatura alemana y después se describió en una encuesta realizada por Bentele y
Lowthian (ref. 9). La Tabla III presenta un resumen de los resultados. La prueba
consistió en un ciclo de calentamiento de 1 minuto, en llama de gas y aire a alta
presión, seguido de un ciclo de enfriamiento de 3 minutos al aire ambiente. Estas
condiciones no simulan las asociadas con los motores a reacción de aviones actuales,
pero fueron satisfactorias para la aplicación alemana. Las pruebas se realizaron a dos
temperaturas de calentamiento: una de aproximadamente 650 °C a 700 °C y la otra de
aproximadamente 850 °C a 900 °C. El número de ciclos en cada una de estas dos
condiciones viene dado por N1 y N2. Bajo N1 se hace una distinción entre fallo
debido a distorsión y fallo debido a grietas. Estas pruebas señalaron dos cosas
importantes: primero, que la distorsión excesiva es un tipo de fallo tan importante
como el agrietamiento, y segundo, que un aumento en la temperatura de prueba de 200
°C resultó en una gran disminución en el número de ciclos.
Como se puede ver, en promedio, hay un factor de reducción de más de 10, como
resultado del aumento de la temperatura. Este resultado está cualitativamente de
acuerdo con la imagen simplificada, presentada anteriormente sobre la importancia de
la temperatura y la dependencia de la deformación plástica con el número de ciclos
hasta el fallo. El alto factor de reducción puede deberse, además, a los efectos
metalúrgicos introducidos por una más elevada temperatura de prueba. También es
interesante el hecho de que el mérito relativo de los diversos materiales cambió con la
temperatura de prueba. Por ejemplo, el espécimen número 1 fue casi el mejor a la
temperatura de prueba más alta, mientras que fue más pobre a la temperatura de
prueba más baja; Por otro lado, el espécimen número 2, que era casi el mejor a baja
temperatura, fue uno de los más pobres a alta temperatura. Un análisis posterior de los
datos indicó que no había relación entre la resistencia al choque térmico y la
resistencia a la tracción máxima a temperatura ambiente, o las propiedades de fluencia
a 1300 °F (704 ºC). Dos materiales, con tensiones de tracción que difieren en un 23
por ciento, tenían la misma resistencia al choque térmico, mientras que dos materiales
con características de fluencia prácticamente idénticas tenían, respectivamente, el
mayor y menor número de ciclos hasta el fallo. Estos resultados apuntan a la
complejidad de los factores que influyen en la falla por choque térmico e indican la
probable importancia de la metalurgia específica de los materiales individuales.
Discos de turbina
Otro componente del motor de turbina de gas, que está sujeto al choque térmico, o al
menos a un esfuerzo térmico, es el disco que soporta los álabes giratorios. El borde del
disco se calienta por contacto con gas caliente, así como por conducción desde los
álabes giratorios. El centro, por otro lado, está cerca de los rodamientos y
generalmente se emplea enfriamiento para proteger estos rodamientos. Por lo tanto,
generalmente existe un gradiente de alta temperatura entre el centro del disco y su
borde. Este gradiente de alta temperatura produce tensiones térmicas muy grandes y
fue el objetivo de varias investigaciones (referencias 11 y 12), para determinar la
importancia de estas tensiones térmicas.
Temperaturas. Para determinar el esfuerzo, primero se determinaron las temperaturas
típicas. Un disco de turbina de diseño antiguo, fue equipado con termopares como se
muestra en la figura 20 y el motor fue operado de acuerdo con el ciclo, que se muestra
en la figura 21. Fue llevado a una baja velocidad de 4000 rpm en 1 minuto, operado a
esa velocidad durante 4 minutos, luego subió en 15 segundos a una velocidad de 7500
rpm, para simular el rodaje en la pista, seguido de un frenado de 2 minutos a 4000
rpm, para simular la operación mientras espera la autorización para el despegue.
Finalmente, el motor se aceleró lo más rápido posible a una velocidad nominal de
11,500 rpm, para simular las condiciones de despegue, y esta velocidad del motor se
mantuvo durante 15 minutos.
Las distribuciones medidas de temperatura se muestran en la figura 22. A lo largo de
la abscisa está el radio del disco en pulgadas y a lo largo de la ordenada la temperatura
en °F. Cada conjunto de curvas representa la condición de temperatura en algún
momento después del inicio de la operación del motor. Se muestran tres curvas en
cada conjunto. La curva inferior en cada caso es la distribución de temperatura a lo
largo de la cara del disco sometido al aire aspirado por las paletas de enfriamiento. El
objetivo principal de este flujo de aire es mantener los cojinetes fríos. Las curvas
superiores muestran la distribución de temperatura radial en la cara no enfriada del
disco.
Las curvas intermedias muestran la distribución de la temperatura radial en un plano a
través del centro del disco, normal al eje de rotación. Al final de los 10 minutos,
tiempo durante el cual el motor estaba en ralentí, la temperatura en el centro del disco
era de 90 °F en el lado enfriado, 200 °F en el plano central y 400 °F en el lado no
enfriado. A medida que el motor subía a toda velocidad, las temperaturas aumentaron
rápidamente, como se muestra en estas curvas. La diferencia de temperatura máxima
entre las dos caras del disco alcanzó 580 °F al final de 16 minutos.
En otros casos, se ha encontrado que las paletas Fir-tree se vuelven aún más apretadas
en su montaje, que cuando se insertaron inicialmente. Al principio, este hecho se
consideró extraño a la luz de la experiencia previa de aflojamiento ya discutida. Sin
embargo, tras la investigación se descubrió que el apriete se produjo sólo cuando el
coeficiente de expansión del material de la paleta era mucho más bajo que el
coeficiente de expansión del material de la rueda. Por lo tanto, cuando el disco está a
temperatura de funcionamiento, las bases de las paletas, que no se expanden tanto
como el cuerpo del disco, se encogen esencialmente durante el funcionamiento. Los
esfuerzos de compresión debidos al gradiente de temperatura térmica en el disco
deben ser absorbidos, sin embargo, en la región de la rueda debajo de la fijación de la
paleta, en lugar de en el área de sujeción de la paleta, como cuando las paletas tienen
aproximadamente el mismo coeficiente de expansión que el disco. Al regresar a
condiciones estáticas, el flujo plástico hace que la región inmediatamente debajo de la
región del borde, se vuelva más pequeña que su tamaño inicial; el material del disco se
arrastra hacia su centro. Por lo tanto, las paletas estarán apretadas.
Efecto sobre discos con paletas soldadas. En el caso de las ruedas con paletas
soldadas, no solo se desarrolla la tensión residual completa, porque las paletas no
pueden separarse de la rueda, sino que, generalmente hay concentraciones de tensión
presentes, producidas por discontinuidades entre las cuchillas adyacentes. El
agrietamiento térmico ha sido, por lo tanto, un problema grave con tales ruedas. Las
pequeñas grietas de la rueda en la figura 28, resultaron del funcionamiento de un típico
motor antiguo con una rueda soldada. Para demostrar que estas grietas fueron el
resultado del esfuerzo térmico y no del efecto de la rotación, la rueda se calentó y
enfrió alternativamente por inducción, para simular gradientes de temperatura del
motor sin rotación. Algunas de las grietas progresaron apreciablemente, como se
muestra en la figura. En una sección posterior se discutirán varias soluciones
potenciales para el agrietamiento de los discos con paletas soldadas. En la actualidad,
la tendencia ha sido abandonar la fabricación de la paleta soldada, en favor del
accesorio de tipo fir-tree. Esta tendencia se debe en parte a los problemas de
reemplazo de la paleta en el campo, pero principalmente se debe al problema del
agrietamiento térmico.
Efecto sobre el estallido. Hasta ahora, el efecto del esfuerzo térmico se ha considerado
solo en la región del borde del disco. Se plantea la cuestión de su importancia en el
centro del disco. Se recordará que, en el disco, descrito anteriormente, las tensiones en
el centro se duplicaban aproximadamente por la presencia del gradiente térmico. Es
concebible que estas tensiones térmicas puedan hacer que el disco explote antes, como
resultado de una sobre velocidad. Con el fin de determinar si estas tensiones térmicas
podrían afectar o no la velocidad de explosión, se realizó una investigación en discos
simples de caras paralelas, que se probaron hasta destruirlos, en un pozo de rotación
(ref. 12).
Con la teoría de la deformación plástica, utilizada como base, se calculó la velocidad a
la que explotaría el disco con gradiente de temperatura, y se comparó con la velocidad
a la que el disco explotó sin gradiente de temperatura. Se encontró que se debe esperar
muy poco efecto. Aunque los esfuerzos térmicos y los esfuerzos centrífugos eran
aditivos, en el centro del disco a bajas velocidades de rotación antes de la deformación
plástica, el efecto térmico se desvaneció gradualmente a medida que aumentaba la
velocidad, siempre que el material tuviera una ductilidad apreciable (por ejemplo, más
del 3 por ciento). Cerca de la velocidad de explosión, la distribución de tensiones en el
disco con gradiente de temperatura, era efectivamente la misma que la distribución de
tensiones sin gradiente de temperatura. Algunos de los resultados de los cálculos se
muestran en la figura 29. Sólo se traza la distribución de tensión tangencial porque
refleja mejor el efecto térmico.
La curva punteada muestra la distribución del esfuerzo centrífugo, la curva sólida
muestra los esfuerzos totales, incluido el efecto térmico. Cabe señalar, que a bajas
velocidades hay una diferencia apreciable entre las dos distribuciones de tensiones;
pero a medida que se acerca la velocidad de explosión, las dos distribuciones de
tensión se vuelven prácticamente idénticas. Cuando la deformación plástica, debido al
esfuerzo centrífugo es grande, eclipsa la deformación térmica y tiene poco efecto
sobre la distribución del esfuerzo. La figura 30 muestra una comparación entre los
resultados experimentales y los cálculos teóricos sobre el efecto del gradiente de
temperatura en la velocidad de explosión.
Ni los resultados teóricos, ni los experimentales indican un efecto muy significativo
del gradiente de temperatura; el efecto que está presente se debe principalmente al
efecto de la temperatura en las propiedades del material, más que al esfuerzo térmico.
Esta investigación enfatiza la importancia de los ciclos en el problema del esfuerzo
térmico, en comparación con la aplicación del esfuerzo térmico individual en un
material de ductilidad moderada.
Ruedas de Locomotoras
El problema del agrietamiento térmico de las ruedas de locomotora es casi idéntico al
de la rueda de la turbina. Durante la acción de frenado, estas ruedas deben absorber
tanta energía, que se calientan rápidamente hasta temperaturas cercanas a los 1000 °F,
antes de que la temperatura en el centro de la rueda se eleve apreciablemente. Por lo
tanto, se inducen tensiones térmicas de compresión en el borde, con flujo plástico
asociado, y tensiones residuales de tracción, al regresar a una temperatura uniforme.
Después de un número suficiente de ciclos, se produce el agrietamiento del disco, que
se extiende rápidamente y provoca la fractura total de la rueda. La figura 31 (ref. 13)
muestra fracturas típicas de ruedas, producidas en servicio. Para demostrar que estas
fracturas se asociaron principalmente con grietas térmicas, se realizaron pruebas de
laboratorio simulando los gradientes térmicos y se obtuvieron fracturas de las ruedas
como las que se muestran en la mitad inferior de la figura 31. La referencia 13
presenta un análisis considerable, sobre el problema del esfuerzo térmico, y se hará
más referencia a este trabajo en la próxima sección de este informe.
A lo largo del informe, se hizo hincapié en la compleja naturaleza del fenómeno del
choque térmico, especialmente en lo relacionado con los materiales dúctiles. Es
deseable ahora resumir algunos de los aspectos de este problema que, desde un punto
de vista práctico, han resultado ser importantes. Se presentarán ejemplos ilustrativos
de la literatura. Se observará que las variables discutidas son, en general, los
componentes de las fórmulas simplificadas de choque térmico, ecuaciones (7) y (8).
lA
O ε C= α T (16a)
lC A A
En el rango elástico, la tensión inducida en C como resultado de esta deformación es
lA
σ =EC ε C = EC α A T A (17)
lC
Donde Ec es el módulo elástico de la sección C.
El caso anterior ilustra el hecho muy importante de que la configuración geométrica
puede imponer un factor de multiplicación de tensión y deformación. A veces se
piensa que el producto EαT0 es el esfuerzo máximo, que puede imponerse en un punto,
debido al cambio de temperatura T, ya que este producto representa el esfuerzo
requerido para limitar completamente la dilatación térmica. Sin embargo, se ve a partir
de este ejemplo que la tensión máxima en el sistema puede ser muchas veces la
tensión para la restricción completa, dependiendo del valor lA/lC. Por lo tanto, las
tensiones inusualmente altas se imponen con frecuencia al miembro más débil de un
sistema. Si C fuera, por ejemplo, una soldadura de pequeña dimensión axial en
comparación con las secciones A y B, la relación lA/lC sería muy grande, y la falla de
la soldadura ocurriría a bajas diferencias de temperatura en el sistema. Esta falla se
debería no a la baja resistencia del metal de soldadura, sino al diseño deficiente, que
requiere grandes alargamientos para que coincidan con las altas tensiones localizadas.
En el caso de estructuras soldadas, también pueden producirse grandes tensiones y
deformaciones, cuando el cuerpo está a temperatura uniforme si los diversos
componentes tienen diferentes coeficientes de expansión térmica. Esta ilustración
enfatiza así una de las muchas razones por las cuales las soldaduras son tan sensibles
al ciclo térmico.
Tensión residual. En el caso de las ruedas de turbina, los esfuerzos operativos son de
compresión; por lo tanto, es deseable introducir un esfuerzo de tensión residual para
compensar el esfuerzo operativo. Esto se puede lograr cuando la rueda se construye en
dos partes, como se muestra en la figura 44. La región central, donde la temperatura es
baja, generalmente está hecha de material ferrítico, que se puede forjar fácilmente y
tiene una buena resistencia a bajas temperaturas. La región del borde generalmente
está hecha de material austenítico, que tiene buena resistencia a altas temperaturas,
necesaria para resistir las condiciones de esta área. Las dos partes se unen
proporcionando espacio para metal de soldadura, como se muestra en la figura. Una
práctica que se ha seguido es calentar la región del borde a una temperatura más alta
que la región central, antes de la inserción del metal de soldadura. Cuando el borde se
enfría, se contrae y se aprieta efectivamente con la región central, estableciéndose un
sistema de tensiones residuales, de tracción en el borde y compresivas en el centro.
Durante la operación posterior, la tensión de compresión térmica, inducida en el borde,
se contrarresta con la tensión de tracción inicial. En la parte inferior de la figura se
muestra la distribución de tensiones, que ocurriría en este caso si se mantuviera el
diferencial de temperatura de 400 °F entre el borde y la región central, durante el
procedimiento de soldadura.
Para una mayor verificación de esta conclusión, las muestras se mantuvieron en las
tres condiciones de la superficie a 1400 °F durante 4 horas y luego se analizaron a
temperatura ambiente. En lugar de tres curvas, como se indica en la mitad superior de
la figura 48, para cada condición de tratamiento de superficie, sólo se obtuvo una
curva; así, se demostró que mantener el material a alta temperatura había eliminado la
tensión residual beneficiosa. Desde el punto de vista de choque térmico o esfuerzo
térmico, estos resultados son significativos, porque enfatizan la importancia de la
temperatura de operación en la efectividad de cualquier operación de pretensado.
Efecto de la ductilidad
La ductilidad es una de las características más importantes, que afectan la resistencia
al choque térmico de un material. Si la temperatura ambiental y la atmósfera no son
tales como para destruir la ductilidad por fragilización, el material dúctil resistirá
choques térmicos, considerablemente más severos que los materiales frágiles de
propiedades mecánicas y térmicas comparables, como es la resistencia a la tracción.
Uno de los conceptos que condujo al desarrollo de las combinaciones cerámicas
metálicas, conocidas como ceramales fue la idea de que el metal impartiría ductilidad
a la combinación y, por lo tanto, impartiría una buena resistencia al choque térmico.
En la práctica, esta esperanza no se ha confirmado por completo. A pesar del
apreciable contenido de metal, muchos ceramales no muestran ductilidad medible, a
temperatura ambiente y solo ductilidad muy pequeña a alta temperatura. Pero incluso
esta pequeña ductilidad mejora en gran medida la resistencia al choque térmico. En la
figura 50 se muestra cierta evidencia de ductilidad en la prueba de choque térmico de
un ceramal.
Esta cifra se obtuvo en relación con el trabajo de la referencia 19, aunque no se
publicó en el mismo. La fotomicrografía muestra las grietas inducidas en una cerámica
de carburo de titanio y hierro. Las grandes áreas oscuras son las grietas, y entre estas
grietas hay áreas de fase metálica continua que aparentemente son alargadas; es decir,
el ancho de la banda de metal es mucho mayor en esta área que en otras áreas de la
fotografía. La evidencia de ductilidad dada aquí es solo leve, y tal vez no concluyente,
pero se cree que los ceramales muestran cierta ductilidad en las pruebas de choque
térmico a alta temperatura.
Efecto de la conductividad
La importancia de la conductividad en la resistencia al choque térmico de materiales
frágiles ya se ha discutido en la primera parte de este informe. Aunque, en
circunstancias muy inusuales, la alta conductividad puede ser indeseable, el caso
habitual es que una buena conductividad mejora la resistencia al choque térmico. La
buena conductividad generalmente no solo reduce las tensiones durante el proceso de
choque térmico, sino que con frecuencia reduce las temperaturas de trabajo y, por lo
tanto, lleva a muchos metales a un rango de temperatura de operación, donde su
resistencia es mayor. Haythorne (ref. 20) califica la conductividad como una de las
propiedades más importantes en aplicaciones de chapa metálica a alta temperatura.
En estas pruebas, los tubos de 2 pulgadas de diámetro y 5 pulgadas de largo fueron
sometidos a un impacto de llama de gas a 1 1/2 pulgadas de un extremo. Primero se
demostró que las temperaturas de operación tienen una relación inversa con la
conductividad. Algunos de los resultados de la referencia 20 se muestran en la figura
51. Aquí, la distribución de temperatura a lo largo de la longitud del tubo se representa
para varios materiales diferentes. Se observa, que los materiales de alta temperatura,
que tienen conductividades deficientes, funcionan con una temperatura máxima
cercana a los 2000 °F y una temperatura mínima de 550 °F en el extremo más alejado
del tubo.
Un buen conductor, como el cobre, muestra una temperatura máxima de 1530 °F y
ninguna otra temperatura por debajo de 1100 °F. El cobre, por supuesto, no tiene la
resistencia mecánica o a la corrosión para soportar las condiciones de operación. Las
características deseables, tanto de los materiales de alta temperatura como de los
buenos conductores, se combinan en un material revestido. La figura 52 muestra los
resultados de la prueba. El número de ciclos de prueba que soportó la lámina de cobre
revestida con Inconel, en comparación con los otros materiales es muy sorprendente.
Los ceramales también deben parte de su superior resistencia al choque térmico, a una
alta conductividad. A pesar de que, en el caso de los ceramales de carburo de titanio,
la conductividad de los ceramales no es mucho mejor que la del carburo de titanio,
muchos ceramales involucran el uso de cerámicas de baja conductividad y las
adiciones de metal ayudan en gran medida a mejorar la conductividad y la resistencia
al choque térmico.
OBSERVACIONES FINALES
Los puntos importantes que se han indicado en relación con el comportamiento de los
materiales en condiciones de esfuerzo térmico pueden resumirse de la siguiente
manera:
1. Se ha enfatizado, que la mejor medida de resistencia al choque térmico en
materiales frágiles es la determinación de una diferencia de temperatura que
causará fallas en un ciclo. Este procedimiento no sólo hace que el problema sea
manejable para el análisis, sin introducir las complicaciones de la fatiga térmica,
sino que los resultados experimentales para el tipo de prueba de ciclo único, son
generalmente reproducibles y contienen un mínimo de dispersión. Sin embargo, se
reconoce que la consideración práctica realmente involucra el número de ciclos de
una naturaleza dada, que un espécimen puede soportar sin fallar. Por lo tanto,
pueden ser necesarias tanto las pruebas de falla de ciclo único como de ciclos
múltiples, para que se pueda hacer una comparación válida entre materiales.
5. Se han esbozado una serie de variables importantes, que en realidad pueden ayudar
a producir diseños de mejor resistencia al choque térmico. Entre estos, se ha puesto
énfasis en la reducción de las concentraciones y restricciones de tensión, y en la
introducción de una tensión inicial favorable y protección de la superficie. El
control también puede ejercerse sobre las variables metalúrgicas, pero primero se
necesita mucha investigación para comprenderlas.
REFERENCES
(a) No se ha evaluado aún, pero probablemente sea el mejor de todos los materiales presentados.
(b) No falló
(c) Valor para 80% TiC + 20% Co
(d) Valor para ZrO2
Tabla II.- Reducción relativa de los ciclos de choque térmico con el aumento de la temperatura
( )
3
N 2 αT 1−2 e y
=
N 1 αT 2−2 e y
N1* Número de ciclos a 650 – 700 ºC antes del comienzo de la distorsión o del agrietamiento.
N2* Número de ciclos a 850 – 900 ºC antes del comienzo de:
A: distorsión
B: agrietamiento
Tabla IV.- Relación entre la resistencia al choque térmico y la resistencia al impacto.
Tabla V.- Efectos del moleteo, chorreo por arena y limpieza con vapor de los extremos afilados, sobre el agrietamiento de cámaras de
combustión recubiertas
Tiempo, en las pruebas aceleradas Cantidad promedio de grietas, Cantidad promedio de grietas,
horas minutos en 7 cámaras sin modificar en 7 cámaras, moleteadas,
chorreadas y limpiadas con
vapor
8 20 8.43 1.86
16 40 20.29 9.0
Tabla VI.- Efecto del recubrimiento cerámico en la resistencia al choque térmico de los ceramales
Tratamiento antes del Temperatura del 1er fallo, en Temperatura del 1er fallo, en
choque térmico muestra no recubierta muestra recubierta (2 capas)
Tiempo, Temperatura, ºF ºF
hr ºF
400 1650 1300 ˃2200
200 1800 1200 ˃2200
100 2000 1500 ˃2200
50 2200 1600 2200
Figura 1. Esfuerzo adimensional vs tiempo adimensional, para la superficie de la placa plana
β T 2 ,c
M= (Condición de frontera de la superficie)
β +n
¿ T 2 ,c n β Rβ
σ max= ¿
T 0 n+1 β+ n β+ n
1 1 n 1
¿ = +
σ max
R R β
¿ β
σ= (Buessem)
β+ 4
Figura 12.- Efecto del calentamiento en las propiedades de impacto, con y sin aplicar carga
Figura 13.- Efecto del tratamiento mecánico en los aceros
Figura 14.- Efecto de la deformación crítica previa sobre el tamaño del grano en la aleación S-816
Figura 15.- Aparato para la prueba de choque térmico por enfriamiento de las muestras.
Figura 16.- Deformación producida por el choque térmico
Figura 17.- Curvas compuestas para la deformación progresiva de seis aleaciones
Figura 18.- Muestras antes y después de los ciclos de choques térmicos repetidos. Note la curvatura, producida por los esfuerzos térmicos
Figura 19.- Relación entre el inverso de la elongación, en el momento del fallo y la resistencia al choque térmico
Figura 20.- Localización de los termopares para el estudio de la distribución de la
temperatura en los discos.
Figura 43.- Sección transversal de un cuerpo, en el que se han inducido elevados esfuerzos y
deformaciones, en el miembro pequeño, como resultado del cambio de temperatura en el
miembro grande
Figura 44.- Distribución de tensiones en disco soldado y enterizo
Figura 49.- Efecto del tratamiento de la superficie en las propiedades de fatiga del acero de bajo
carbono N-155
Figura 50.- Grieta de choque térmico en Ceramal de 11.8 % en peso (7.8 % en volumen) de
hierro más de carburo de titanio.