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ARGUMENTOS A FAVOR Y EN CONTRA

Hemos visto ya que la pena de muerte es una realidad en el mundo de nuestros


días. Sin embargo, para que sea una realidad hace falta que haya unas ideas
que la sustenten o la derriben. Aquí vamos a ver cuáles han sido hasta nuestros
días estas ideas, por un lado las que la mantiene, y por otro las que han
conseguido abolirla. Este bloque, pues estará dividido por estos dos apartados:
ideas a favor e ideas en contra.

A FAVOR

Para hacer más entendedor este apartado iremos enumerando las diferentes
ideas:

1) Razón de Justicia: esta idea se sustenta por un lado, por fundamentaciones


religiosas, cuya máxima expresión se encuentra en el Antiguo Testamento, como
puede ser la Ley de Talión: "Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente"; También
cabe destacar desde fundamentaciones religiosas, que las penas deben tener
como base la necesidad de expiación. En definitiva, el castigo supremo siempre
ha estado presente en la sociedad.

Por otro lado, se fundamenta en las Teorías Absolutas de la pena, cuya máxima
era la pena justa (punitur quia peccatum est). Estas teorías se basan en la libertad
e igualdad naturales de todos los hombres. Por lo tanto, cuando un hombre
comete un delito, se ha de retribuir al autor del delito con una pena equivalente
al mal que ha ocasionado.

2) Utilidad Social: A diferencia de las Teorías absolutas, que respondían al


interrogante de porqué castigar, las Teorías Relativas, responden al de para qué
castigar. Precisamente, una de las respuestas a esta pregunta, da
fundamentación a la pena de muerte. Concretamente, dentro de las Teorías
relativas, se encuentran las Teorías de la Prevención General y en concreto de la
Prevención General Negativa. Éstas, se basan en la idea de crear ciertas
contramotivaciones en los transgresores potenciales. Es decir, dotan la pena de
un carácter disuasorio e intimidatoria. Sin duda alguna, si el individuo es racional, y
hace un balance sobre las ventajas y desventajas de cometer un crimen, la pena
de muerte, evitaría que el crimen tuviera beneficio alguno. Sin embargo, como
veremos más adelante en las argumentaciones en contra, esto no ha sido aún
demostrado.

3) Ejercicio de la legítima Defensa: esta argumentación se basa en la idea de que


el sujeto, víctima del delito, no ha podido ejercer su Derecho a la Legítima
defensa, y por lo tanto, es la sociedad quien debe llevarla a cabo. La pena de
muerte, sería pues, un asesinato en legítima defensa. Esta idea se resume bien
con la cuestión planteada por Jacques Légaré en un ejemplo de disertación
filosófica sobre la pena de muerte: "En plus, si nous acceptons la légitime défense
qui nous excuse de tuer notre agresseur, pourquoi refuserions-nous le même droit
au tribunal qui représente la société tout entière?".

4) Miedo a la fuga o a la reincidencia: este sentimiento de pánico y temor,


conlleva, apoyar la pena de muerte, puesto que si el sujeto delincuente
consiguiera escapar del control penitenciario, podría cometer los mismos delitos.
Este tipo de argumentación fue utilizada por las teorias positivistas, especialmente
por Lombroso. Cabe recordar que en la tipología de delincuentes de este autor,
introdujo la del delincuente nato, el cual padecía de algún tipo de patología. Ello
suponía, que no era posible la resocialización de dicho delincuente, y por lo
tanto, la única política criminal viable era la eliminación del sujeto.

5) No existe riesgo de sentenciar a un inocente: la existencia de garantías


jurídicas, tales como las apelaciones, la revisión obligatoria de la sentencia de
muerte, etc..., impide que sólo se condene a los culpables reales de los hechos
delictivos. No existe pues, riesgo de errores.

6) Costes económicos: Los partidarios de la pena de muerte sostienen que la


pena de muerte es, en términos económicos, más rentable, que las alternativas
que se presentan a dicha sanción.

EN CONTRA

Volveremos a estructurar este apartado como el anterior, es decir, enumerando


las diferentes ideas. Además, podemos ver que la mayoría de las
argumentaciones, son las réplicas a las anteriores.

1) Razón de Justicia: Recordábamos antes, que había dos fundamentaciones a


esta argumentación. Ahora, al igual que antes, ahora también. Por un lado, des
de un punto de vista religioso, si bien es cierto que en el Antiguo Testamento se
profesan ideas tales como la ley del Talión, como apunta Albert Camus: "Se trata
de un sentimiento, particularmente violento, no de un principio. El Talión
pertenece al orden de la naturaleza y del instinto (...) Si el crimen pertenece a la
naturaleza humana, la ley no pretende imitar o reproducir tal naturaleza. Está
hecha para corregirla."; por otro lado cabe confrontar otras consideraciones
dogmáticas religiosas, como el amor al prójimo, el perdón, entre otras. Sin
embargo, dichas consideraciones dogmáticas religiosas, no son suficientes para
esclarecer la cuestión de la pena de muerte. Sería necesario acudir a los datos
que nos proporcionan las ciencias sociales (criminología, sociología, psicología,
etc...).

En segundo lugar, por lo que se refiere ya a argumentaciones de tipo filosófico-


jurídicas, no cabe fundamentar la pena justa. Pues como apunta Rocín, al mal del
delito se le suma el mal de la pena. Éste es uno de los ejemplos críticos a las
Teorías Absolutas. Y también cabe destacar la crítica realizada por Mir Puig, que
apunta a que no es propia del estado moderno la aspiración por la realización de
la justicia absoluta sobre la tierra, puesto que el Estado mantiene una clara
distinción entre moral, religión y derecho. En definitiva que las sentencias no se
pronuncian en nombre de Dios, sino en el del pueblo.

Por último, cabe recordar también la Teoría del Intercambio de Homans, en la


que el autor, apunta: " Cuanto más golpea uno, más golpea el otro, pues resulta
satisfactorio lastimar a quien nos lastima". Quizás, bajo el supuesto de la
realización de justicia, se esconda el placer, como apunta Homans. Ello es debido
al intercambio de castigos.

2) Utilidad Social: No está demostrado, que la pena cumpla una función de


prevención general negativa, o sea de intimidación a los potenciales infractores.
Prueba de ello, es que si fuera así, en primer lugar, ya no existirían delitos. Y en
segundo lugar, se parte de que el delito es un acto racional, en el que el
delincuente evalúa los costes y beneficios. Esta premisa puede ser falsa, pero en
el caso de que fuera cierta, el sujeto delincuente, espera o bien que no lo
descubran, o bien, salir mejor parado del proceso judicial.

También cabe destacar la argumentación de que, en contra de obtener una


prevención, se genera una espiral de violencia. El hecho de asesinar a una
persona, por parte del Estado, puede conllevar que ese acto se copie y provoque
así, la violencia que quería disminuir.

Por último, cabe destacar que, como afirman los partidarios de la pena de
muerte, sea posible que en algunos países en los que la pena de muerte ha sido
abolida se haya producido un incremento en la criminalidad registrada. Pero esta
afirmación hay que matizarla, en el sentido de que es posible que una parte de
esta criminalidad fuera anteriormente oculta (no registrada), o bien, que este
aumento sea debido a la consecución de delitos menos graves. Por tanto, se
puede afirmar que la función intimidatoria de la pena capital, está aún por
demostrar.

4) En relación con la legítima defensa o la venganza de la víctima, se le suponen


unas intenciones que no pueden ser demostradas. Puede ser posible, que si la
víctima pudiera expresarse, no pidiera su venganza, sino el perdón

5) Irreversibilidad de la pena de muerte respecto del error judicial: Si bien cada


día más, los errores judiciales son menos frecuentes, hay riesgo de condenar a un
inocente. Pero además con el agravante de que en el caso de la pena de
muerte no se puede compensar al sujeto por el error.

6) Costes económicos: En los costes sobre la pena de muerte, no sólo hay que
computar el coste que tiene en sí misma la ejecución, sino también, el coste de
todo el proceso judicial, es decir, apelaciones, jueces, y, además, los costes
sociales de esta sentencia. Estos costes sociales, deberían ser estimados, para ver
si realmente, la pena de muerte es rentable o no. El argumento de los costes
económicos, lleva consigo una parte oculta, se pueden computar dos veces los
mismos costes, etc...Además, diferentes estudios realizados revelan que la pena
de muerte es menos rentable que el mantenimiento en prisión del sujeto. Las
diferencias entre los diferentes estudios cabría analizarlas, pero además se
debería computar, como hemos dicho los costes sociales.

Por ello, creemos que este tipo de argumentaciones no deberían ser tenidas en
cuenta, aunque sin duda, en la sociedad en la que vivimos actualmente, tiene,
para el sistema político y los ciudadanos un gran interés.

7) Discriminación de la pena de muerte: Los Tribunales ejercen una selección


entre los autores de los delitos, ya sea por motivos económicos o étnico-raciales.
Así, por ejemplo, la diferencia de recursos económicos que existe entre los que
poseen un buen nivel adquisitivo y las clases más desfavorecidas, provoca que
frente a un mismo hecho delictivo, los primeros puedan ser asistidos por
profesionales con mayor rigor, que los otros. Este factor es especialmente
importante en EE.UU, en donde el coste de defensa es muy elevado y las clases
bajas no pueden costearlo, lo que significa, con mucha probabilidad una
sentencia condenatoria. Por lo que se refiere al factor étnico, también en EE.UU,
determinados sectores son más propicios a obtener este tipo de sentencias. Así,
los chicanos, negros, etc... Son los delincuentes sobre los que recae la pena de
muerte.

OTROS ARGUMENTOS CONTRA LA PENA DE MUERTE

Hay otros aspectos importantes relacionados con la pena de muerte que deben
tenerse en cuenta. A continuación explicamos algunos de ellos:

 Ejecución de menores de edad


La pena capital contra menores está prohibida en el derecho internacional pero
todavía un reducido grupo de países la mantiene. La ejecución de estas personas
constituye una vulneración del derecho internacional. La Convención sobre los
Derechos del Niño, que prohíbe terminantemente el uso de la pena de muerte
por delitos cometidos por cualquier persona menor de 18 años.

Cuando se habla de menores, se entiende que no hayan cumplido 18 años en el


momento de cometer presuntamente el delito. La edad real de la persona
acusada es a menudo objeto de polémica si no existen pruebas claras que la
confirmen, como un certificado de inscripción del nacimiento.

En 2021, cuatro personas fueron ejecutadas por delitos cometidos cuando eran
menores de 18 años en Irán y Yemen, y en Maldivas, Myanmar o Irán, por
ejemplo, menores de edad seguían en el corredor de la muerte.

 Falta de transparencia
En muchas ocasiones, la pena de muerte se aplica tras un telón de silencio.
La falta de transparencia de varios países dificulta hacer una valoración completa
del uso de la pena capital en el mundo. Países como China, Corea del
Norte y Vietnam, siguen restringiendo el acceso a la información sobre la pena de
muerte, ocultando así la realidad de su uso.

Muchos países no facilitan información oficial sobre el uso de esta pena, ni


siquiera tras las peticiones expresas en este sentido realizadas por Amnistía
Internacional. En algunos países, sólo se hace pública información incompleta y
otros llevan a cabo ejecuciones sin anunciarlas antes ni avisar previamente a las
familias o representantes legales de las personas ejecutadas.

 Cuestión de género
No cabe duda de que la pena de muerte no solo afecta a los hombres. Si bien la
mayoría de las personas que enfrentan penas de ejecución son hombres y las
mujeres tan sólo representan una pequeña parte de las personas condenadas a
muerte del mundo, la realidad es que suelen ser víctimas indirectas por la
ejecución de un miembro masculino de la familia, debiendo hacerse cargo de
mayores responsabilidades sobre el bienestar del resto de la familia, tanto durante
el duelo como en cuanto al sustento familiar.

De las 579 personas que se sabe que fueron ejecutadas en 2021, 24 eran mujeres,
a las que Arabia Saudí, Egipto, Estados Unidos e Irán mataron en nombre de la
justicia. Se sabe que entre las personas condenadas a muerte en 2021 había 10
mujeres en países como Bangladesh, Guyana, Indonesia, Malasia,
Pakistán y República Democrática del Congo. Sin embargo, aquí no se incluyen
otros, como Irán y Arabia Saudí, por lo que es probable que esta cifra sea más
alta.

Amnistía Internacional ha documentado cómo, en numerosos casos, se niega


justicia a mujeres condenadas a muerte que, antes del delito por el que fueron
condenadas, sufrieron de manera prolongada violencia y abusos tanto físicos
como sexuales, que, a su vez, dieron lugar al delito en cuestión. Al condenar a
estas mujeres a muerte, los sistemas de justicia del mundo no sólo perpetúan un
castigo aberrante y cruel, sino que también hacen pagar a las mujeres la falta de
medidas de las autoridades para combatir la discriminación. Además, los casos
que conocemos no son más que la punta del iceberg, dada la ausencia de
transparencia existente sobre el empleo de la pena de muerte.

En algunos países, como Ghana, la pena de muerte preceptiva para ciertos


delitos, como el de asesinato, ha impedido a algunas mujeres alegar experiencias
de violencia de género y discriminación como factores atenuantes de la
condena. En Malasia, la mayoría abrumadora de las mujeres condenadas a
muerte —y sobre todo, las extranjeras— han sido declaradas culpables de tráfico
de drogas, delito castigado, de manera preceptiva, con la pena capital.

“Muchas mujeres han sido declaradas culpables y condenadas a muerte en


juicios muy deficientes e injustos que, a menudo, incumplen el debido proceso y
no tienen en consideración factores atenuantes, como son los abusos, los actos
de violencia y las agresiones sexuales de manera continuada”, Rajat Khosla,
director general de Investigación, Incidencia y Política de Amnistía Internacional.
LAS CONDENAS A MUERTE AUMENTAN EN IRÁN Y ARABIA SAUDÍ
En 2021 tuvo lugar un preocupante aumento de las ejecuciones y las condenas a
muerte, a raíz de que algunos de los verdugos más prolíficos del mundo volvieran
a las andadas y los tribunales se liberaran de las restricciones relacionadas con
la COVID-19.

Varios Estados aprovecharon que las restricciones, que con anterioridad habían
retrasado los procesos judiciales, se levantaran para incrementar el número
de condenas a muerte.

A pesar de la regresión en países como Irán o Arabia Saudí, el total de


ejecuciones de 2021 representa la segunda cifra más baja que ha
registrado Amnistía Internacional desde al menos 2010, lo que confirma que las
ejecuciones son propias de tan solo una minoría de países.
BUENAS NOTICIAS: CADA VEZ ES MAYOR EL NÚMERO DE PAÍSES
EN CONTRA DE LA PENA DE MUERTE

La evolución mundial de la pena de muerte en los últimos años confirma que el


mundo avanza de forma continuada hacia su abolición. A pesar de países como
Irán o Arabia Saudí, otros Estados nos dejaron buenas noticias en 2021. Por
ejemplo, en Estados Unidos, donde se constató la cifra más baja de ejecuciones
desde 1988. Además, Virginia se convirtió en el vigésimo tercer estado
abolicionista y el primero del sur en abolir la pena de muerte, mientras que, por
tercer año consecutivo, Ohio reprogramó o suspendió todas las ejecuciones
previstas. El nuevo gobierno de Estados Unidos también estableció en julio una
moratoria temporal de las ejecuciones federales.

En Sierra Leona, el Parlamento aprobó en julio, por unanimidad, una ley que
abolía la pena de muerte para todos los delitos, aunque todavía no ha entrado
en vigor. En diciembre, Kazajistán aprobó una ley para abolir la pena de muerte
para todos los delitos, que entró en vigor en enero de 2022. El gobierno de Papúa
Nueva Guinea emprendió una consulta nacional sobre la pena de muerte, que se
tradujo en la adopción de un proyecto de ley en enero de 2022, pendiente aún
de entrar en vigor. A finales de año, el gobierno de Malasia anunció que
presentaría reformas legislativas sobre la pena de muerte en el tercer trimestre de
2022. Y, en la República Centroafricana y Ghana, los legisladores iniciaron
procesos legislativos para abolir la pena capital, que siguen en marcha. Otros
países, como la Federación Rusa, Gambia, Kazajistán y Tayikistán siguieron
aplicando moratorias oficiales de las ejecuciones.
Amnistía Internacional en contra la pena de muerte

En 2021 tuvo lugar un preocupante aumento de las ejecuciones y las condenas a


muerte en alguno de los países que tradicionalmente más recurren a la pena
capital. Al menos 579 personas fueron ejecutadas en todo el mundo, algo que
supone un aumento del 20% respecto al total registrado en 2020.
También aumentaron las condenas a muerte. 56 países dictaron al menos 2.052
sentencias a muerte, un crecimiento del 40% respecto al año anterior, siendo
preocupante el repunte en países como Bangladesh, India o Pakistán.

Además, en 2021, la pena de muerte se utilizó en varios países como instrumento


de represión del Estado contra minorías y manifestantes, y los gobiernos mostraron
un absoluto desprecio por las salvaguardias y restricciones a la pena capital
establecidas en virtud de las normas y el derecho internacional de los derechos
humanos. Ejemplos como Myanmar, donde alrededor de 90 personas fueron
condenadas a muerte arbitrariamente, Egipto, donde las autoridades siguieron
recurriendo a la tortura y a las ejecuciones masivas, a menudo tras juicios injustos
ante tribunales de seguridad del Estado para el estado de excepción, o Irán,
donde al menos el 19% de las ejecuciones registradas correspondían a miembros
de la minoría étnica baluchi, que constituye apenas alrededor del 5% de la
población de Irán, son signos muy preocupantes.

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