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Sin duda alguna, la pena de muerte es la sanción más grave y antigua de la historia.
Seguramente por ello, es la que ha producido, y sigue haciéndolo en la actualidad, un mayor
debate o discusión. Este carácter de conflictivo, es debido, también, a que dicha sanción,
conlleva un modo de ver la sociedad y, en particular al individuo, en especial el sujeto
delincuente. Así, en el debate, se ven implicadas muchas disciplinas, etiquetadas bajo el nombre
de Ciencias sociales, que van des de la sociología a la criminología, pasando por la política, la
filosofía y el derecho entre otras. También es evidente, que la religión, a pesar de no ser una de
estas disciplinas, también se ve implicada, puesto que la religión también da una visión del
mundo y de las personas.
Precisamente, por su historia y por sus implicaciones, nos hemos querido adentrar en el tema,
aunque sea de una manera superficial, dadas las restricciones, tanto de espacio como de tiempo,
a las que estamos sujetos. Es por ello que de una manera resumida describiré la Pena de Muerte.
La pena capital fue rechazada por la iglesia hasta el siglo XI. Es en el siglo XVIII cuando la
humanidad empieza a plantearse si dicha pena cumple una utilidad dentro de la sociedad. La
pena de muerte empieza a imponerse con mayor frecuencia y de forma más cruel y despiadada,
llegando incluso a aplicarse en algunos lugares de Alemania, con el único fin de que no
prescribiera.
A mediados del siglo XVIII se inicia una controversia sobre la pena capital que perdurará hasta
la actualidad. Abolicionistas y antiabolicionistas podemos encontrar tanto entre positivistas,
entre partidarios de una dirección intermedia y entre técnico-jurídicos.
Veamos lo que describía Rousseau en su obra el Contrato Social: "Todo malhechor, atacando el
derecho social, conviértese en rebelde y traidor a la patria (...) La conservación del Estado es
entonces incompatible con la suya; es preciso que uno de los dos perezca".
En mayo de 1974 los profesores numerarios españoles de Derecho Penal, solicitan la abolición
de la pena de muerte, siendo en la actualidad la postura prevalente entre los especialistas del
tema.
La pena de muerte fue aplicada en el mundo oriental, en el griego, en el romano y, a pesar de los
sentimentalismos del cristianismo primitivo, en las instituciones jurídicas de la Iglesia imperial,
de la bárbara, de la feudal y de la Inquisición, afianzándose vigorosamente en los estatutos y en
las leyes de la Edad Media y particularmente durante los siglos XVI, XVII y XVIII.
A favor:
Para hacer más entendedor este apartado iremos enumerando las diferentes ideas:
1) Razón de Justicia: esta idea se sustenta por un lado, por fundamentaciones religiosas,
cuya máxima expresión se encuentra en el Antiguo Testamento, como puede ser la Ley
de Talión: "Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente"; También cabe destacar desde
fundamentaciones religiosas, que las penas deben tener como base la necesidad de
expiación. En definitiva, el castigo supremo siempre ha estado presente en la sociedad.
Por otro lado, se fundamenta en las Teorías Absolutas de la pena, cuya máxima era la
pena justa Estas teorías se basan en la libertad e igualdad naturales de todos los
hombres. Por lo tanto, cuando un hombre comete un delito, se ha de retribuir al autor
del delito con una pena equivalente al mal que ha ocasionado.
En contra:
2) Utilidad Social: No está demostrado, que la pena cumpla una función de prevención
general negativa, o sea de intimidación a los potenciales infractores. Prueba de ello, es
que si fuera así, en primer lugar, ya no existirían delitos. Y en segundo lugar, se parte de
que el delito es un acto racional, en el que el delincuente evalúa los costes y beneficios.
Esta premisa puede ser falsa, pero en el caso de que fuera cierta, el sujeto delincuente,
espera o bien que no lo descubran, o bien, salir mejor parado del proceso judicial.
5) Irreversibilidad de la pena de muerte respecto del error judicial: Si bien cada día más,
los errores judiciales son menos frecuentes, hay riesgo de condenar a un inocente. Pero
además con el agravante de que en el caso de la pena de muerte no se puede compensar
al sujeto por el error.
6) Costos económicos: En los costes sobre la pena de muerte, no sólo hay que computar
el coste que tiene en si misma la ejecución, sino también, el coste de todo el proceso
judicial, es decir, apelaciones, jueces, y, además, los costes sociales de esta sentencia.
Estos costes sociales, deberían ser estimados, para ver si realmente, la pena de muerte es
rentable o no. El argumento de los costes económicos, lleva consigo una parte oculta, se
pueden computar dos veces los mismos costes, etc., Además, diferentes estudios
realizados revelan que la pena de muerte es menos rentable que el mantenimiento en
prisión del sujeto. Las diferencias entre los diferentes estudios cabría analizarlas, pero
además se debería computar, como hemos dicho los costes sociales.
7) Discriminación de la pena de muerte: Los Tribunales ejercen una selección entre los
autores de los delitos, ya sea por motivos económicos o étnico-raciales. Así, por
ejemplo, la diferencia de recursos económicos que existe entre los que poseen un buen
nivel adquisitivo y las clases más desfavorecidas, provoca que frente a un mismo hecho
delictivo, los primeros puedan ser asistidos por profesionales con mayor rigor, que los
otros. Este factor es especialmente importante en EE.UU, en donde el coste de defensa
es muy elevado y las clases bajas no pueden costearlo, lo que significa, con mucha
probabilidad una sentencia condenatoria. Por lo que se refiere al factor étnico, también
en EE.UU, determinados sectores son más propicios a obtener este tipo de sentencias.
Así, los chicanos, negros, etc., son los delincuentes sobre los que recae la pena de
muerte.
Como conclusión:
Espero haber dado una visión global sobre la cuestión de la pena de muerte en el
mundo. Sin embargo, nos parece que debemos concluir este trabajo con una breve
reflexión personal sobre las alternativas a la sanción capital. Es evidente, que la
alternativa más clara que se presenta es la prisión. Puesto que la sanción capital, en
teoría, debe ser aplicada a los delitos más graves. Las alternativas que plantean los
abolicionistas del Derecho Penal, tales como plantear determinados delitos desde el
ámbito civil, no son posibles para los delitos que corresponden a la sanción capital.
Creo que es necesario la abolición de la sanción capital, pero sin embargo, tampoco creo
que la prisión sea una alternativa realmente válida. La alternativa que está vigente en
algunos países es la cadena perpetua, con la cual se siguen teniendo los mismos
problemas que con la sanción capital, puesto que no respeta mucho los derechos de los
determinados sujetos, ni tampoco la función resocializadora.
La cuestión de la prisión, lleva consigo un debate tan fuerte como el que se ha planteado
con este tema. Desde el siglo pasado, se ha escrito sobre estas instituciones, sobre sus
defectos y sus necesidades. Hoy en día, sigue planteando serios problemas, sobretodo en
el marco de los Estados democráticos, y en concreto de aquellos que se denominan de
derecho y sociales. Ello es así, porque hemos pasado, como apunta Focault de una
sociedad del espectáculo a una sociedad de la vigilancia. Si bien hace tiempo que los
castigos ya no son públicos, si es cierto, que en algunos países la "pena de muerte sigue
siendo un espectáculo a abolir en el mundo". Si esta abolición conlleva la aparición de
las instituciones carcelarias, cuyo objetivo es el de disciplinar, y conseguir los
comportamientos que el Estado desee; no creemos que esta opción sea válida, puesto
que se ponen en juego los derechos del individuo.