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El cristianismo: de Superstitio a Religio

Tomas Edhison Ramos


Lopez
Ensayo

Comprender la relación Iglesia – Estado, y la influencia que tiene la primera, como


institución, en la segunda nos lleva a revisar los orígenes de la Iglesia. Los primeros
siglos después de la muerte de Jesús de Nazaret, fueron siglos de gestación de la
iglesia, donde la doctrina salvífica del Nazareno ha trascendido fronteras y asumida
por gran parte de la población del imperio. Esta “doctrina” ha sido tan fuerte para estos
primeros “cristianos” judíos, griegos y romanos que fueron capaces de entregar su
vida en martirio al rechazar dar culto a la religio del imperio. La relación entre el
Imperio Romano y el cristianismo, en sus inicios fue conflictiva, los cristianos eran
sospechosos de construir una secta que atentaría con el orden del imperio, eran
considerados una superstitio.

Una superstitio
Los cristianos son considerados una superstitio por que se mantienen al margen de la
vida pública; sus quehaceres son incompatibles a los quehaceres de un romano
común que asiste a los cultos, a los templos; que presta atención a la adivinación a la
magia; que asiste al anfiteatro, al circo; que tiene el oficio de soldado. En otras
palabras, son ciudadanos fieles al estado, que rinden culto a los dioses y
emperadores.

Los cristianos fueron acusados de ateos, por no participar de los cultos tradicionales y
públicos, además, son acusados de antropófagos por que se devoraban el cuerpo y la
sangre de los niños en rituales. Si se perdía un niño los primeros sospechosos serían
los cristianos. También se les acusaba de practicar orgías y el incesto. Todas estas
acusaciones son rumores populares que la gente “de a pie” comentaba de los
cristianos.

Hubo otro sector de la población que tenía críticas a los cristianos, ellos son los
políticos e intelectuales. Ellos decían que los cristianos son gente ignorante, crédula y
pobre; que son malos ciudadanos por desinteresarle los asuntos políticos del imperio;
que tienen una doctrina opuesta a la razón humana, por ejemplo, la encarnación, la
resurrección de los cuerpos, darle autoridad a los incultos y mujeres, tienen ritos
inmorales sobre todo el de la eucaristía ya que consideraban que era un acto
antropofágico por comerse a su dios. Toda esta doctrina era un absurdo.

Los cristianos en su vida cotidiana y en sus practicas terminan cuestionando la ética y


del imperio e invita a humanizar las relaciones sociales. Por ejemplo, la ética de la
unión conyugal fundada en la fidelidad recíproca de los esposos, la ética de la
sexualidad y el cuidado de la dignidad humana en oposición a la trata sexual de
personas sin distinción al ejercicio de su libertad. Por último, los cristianos denuncian
el sadismo y la idolatría de la cultura romana.

Ante esta situación los cristianos fueron sometidos y perseguidos desde que fueron
identificados como un sistema religioso autónomo al judaísmo. La respuesta del
imperio fue sangrienta, imponiéndose una cultura martirial.

Durante los dos primeros siglos no existió una legislación como tal, pero si una ardua
intención de los de los gobernantes quienes aplican leyes en contra de las religiones
nuevas e ilícitas. Estos primeros cristianos no son acusados por lo que hacen sino, por
lo que son, siendo continuamente victimas del odio producto de una política de
represión. La persecución fue puntual, local y esporádica, sin embargo, no fueron
perseguidos de forma continua ni generalizada. Ya para el siglo III la persecución se
volvió generalizada.

Para los años 257-258 el emperador Valeriano ordena una persecución general de los
cristianos, con el fin de extraviar el descontento popular hacía estos. Por primera vez,
dos edictos se contemplan exclusivamente: prohibición de reuniones y acceso a
cementerios; obispos, sacerdotes y diáconos deben realizar sacrificios bajo pena de
exilio y confiscación de bienes. Esta persecución es suspendida en el año 260 por el
emperador Galiano perimiendo a los cristianos recuperar sus lugares de culto y
cementerios. Fueron 40 años que los cristianos gozaron de paz.
En el año 284 el emperador Diocleciano empezó a reorganizar el imperio y convoca a
colegas que forman una tetrarquía o colegio de cuatro emperadores. Este proceso
implicaba una estricta cohesión religiosa dentro del marco de la religión imperial
tradicional lo que comportó la persecución de quienes la rechazaban: los maniqueos
en 297 y los cristianos en 303.

Religio del estado


El emperador Galerio en el año 311, a punto de morir, reconoció el fracaso de la
persecución, que no había logrado erradicar el cristianismo, decide dar prueba de
“indulgencia”, es decir concede el derecho a ser cristiano y a reconstruir los lugares de
reunión, añadiendo: “Los cristianos deberán rogar a su Dios por nuestra salvación, la
del estado y la de ellos”. El cristianismo es reconocido oficialmente.
En Milán los emperadores Constantino y Licinio en el año 313, reconocen una plena
libertad de culto sea cual fuere la religión y los edificios confiscados son devueltos. El
llamado “edicto de Milán”, que nos es un edicto propiamente dicho sino un acuerdo
político, expresa a un tiempo la idea de que la seguridad del Imperio está garantizada
por el Dios supremo y ya no por los dioses de la tetrarquía, Júpiter y Hércules; y el
reconocimiento oficial del hecho de que la religión no puede ser obligada. Constantino
pretende ganarse a los cristianos, incorporarlos al Imperio y a su política tradicional.
Muy pronto se dará un giro copernicano, el imperio manifiesta una acentuada
inclinación por la Iglesia en donaciones en dinero, terrenos y palacios, financia las
construcciones de basílicas en Roma y Jerusalén. Mientras que respecto a la religión
tradicional conserva una actitud de tolerancia, limitándose a prohibir ciertas prácticas
ya recusadas por un paganismo ilustrado.
Con el reconocimiento de la libertad de religión y de culto, comienza una nueva era
para la Iglesia y para el Imperio, donde empezará hablarse de una “Iglesia
constantiniana”, es decir bajo la protección imperial.
En los años 381 y 382, los sacrificios de sangre quedan proscritos bajo pena de
deportación y en el 385, las prácticas adivinatorias quedan bajo pena de muerte en
otras palabras 70 años después del edicto de Milán, se renuevan y afianzan las
prohibiciones que apuntaban a las prácticas religiosas tradicionales. Además, se
arremeten contra las instituciones del culto ahora pagano. Graciano, en el año 382
hace quitar del senado de Roma la estatua y el altar de la Victoria; más tarde suprime
las comunidades de las vestales y de los sacerdotes paganos y confisca sus ingresos
y subsidios.
Teodosio ordena el cierre de los templos: solo pueden permanecer abiertos, con fines
únicamente culturales o para que se celebren en ellos asambleas públicas, aquellos
que contengan obras de arte. En 384, numerosos templos son cerrados o demolidos.
Las leyes emitidas de 391 a 394 rematan la empresa prohibiendo cualquier
manifestación del culto pagano: la ley del 24 de febrero de 391 lo dicta para Roma, la
del 16 de junio para Egipto y la del 8 de noviembre de 392 para todo el Imperio. Estas
leyes convierten el cristianismo en la religión del Imperio, ya que la religión tradicional
ha perdido todo el derecho legal a expresarse. Con Teodosio, el Imperio Romano se
ha vuelto oficialmente cristiano.
Este proceso fue por necesidad del imperio mas que por necesidad de la Iglesia, el
poder que se le otorga a la Iglesia es un poder con estrategia de dominación, no de la
Iglesia sino del imperio. ¿Cómo desligarnos de ese poder que por siglos ha asumido la
Iglesia y que hoy aun lo conserva? Poder que nos ha perder nuestro fin del legado
evangelizador propuesto por Jesús de Nazaret. Hoy por hoy, necesitamos una Iglesia
que se desasocie del poder del estado y se vuelque a defender su herencia, los
pobres.

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