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La amimia y el morbo Real de la inexpresividad reproducida

“Her Majesty is a pretty nice girl / But she doesn't have a lot to say / Her Majesty is a pretty
nice girl / But she changes from day to day / I wanna tell her that I love her a lot / But I gotta
get a belly full of wine / Her Majesty is a pretty nice girl / Someday I'm gonna make her mine,
oh yeah / Someday I'm gonna make her mine”1, cantaban los Beatles . ¿Qué habrá sentido la -
recientemente- difunta reina inglesa cuando escuchó esa canción por primera vez? - ¿Habrá
pedido el disco o se lo habrán llevado directamente antes de que lo pidiera y de que tuviera(n)
que deliberar cómo reaccionar ante la prensa y su sensacionalismo amarillista? -. Nada causa
más morbo que la intimidad de la realeza y, particularmente, la de la última monarca del Reino
Unido.

Vivió casi todo el siglo XX y dos décadas del XXI siendo siempre un personaje protagónico a
nivel mundial. Para todes la monarquía europea entera lleva su cara. Lo más particular del
asunto es que esa cara, además de haber sido la más reproducida -ella fue prócer antes de
morir, la imagen de la moneda de un imperio al que sobrellevó por designio divino y caprichos
oxitocínicos de su tío-, fue una de las más inexpresivas de la historia contemporánea. Siguen
imprimiendo sobre libras esterlinas ese mismo gesto que sostuvo públicamente hasta el final
de sus majestuosos días; esa suerte de serena seriedad, esa sonrisa que no es sonrisa pero que
guarda algo de parecido... -La Gioconda inglesa-. Miles de estampas en su honor sobre
soportes de lo más variopintos -hay hasta alfileres con su cara- se producen, venden, compran
y regalan a diario; y en todas ese mismo gesto que dice y no dice nada... -Como de entregada a
la buena de Dios, al destino (ese mismo que la coronó), como de voluntad domesticada...-.
¿Habrá sido la hipomimia la máscara2 ante el incordio de haber sido sin haberlo pedido, el
placebo ante el peso de su coronada existencia?

Antes de que el concepto cultural occidental que se entiende como “Dios” hubiera sido
establecido, el de “monarca” ya existía -y en India desde el 2300 AC ya se excusaba con la idea
de “karma”-. Eso que los hace distintos de nosotres -la plebe somos todes- existía antes del
designio divino. -Fueron Señores en la tierra antes de que Dios hubiese llegado a ser el Señor
del cielo-. Isabel II encarnó el mito real del peso del destino y sin hacer gestos. Piedras
preciosas sobre su cabeza, su cuello y sus muñecas, kilates facetados a sangre de violentas
conquistas heredadas y siempre la misma (no)expresión de hierática humanidad. - ¿Amimia y
bradicinesia? –. On Duty, she was always on duty... (en servicio, ella estaba siempre de
servicio) - ¿Cómo será el sometimiento al deber bajo el nimbo de los diamantes? ¿Será que el
yugo de la existencia y los devenires egóticos del horror vacui son (aristotélicamente hablando)
substanciales al ser y transversales a todo accidente? -. Elizabeth Alexandra Mary parecía
convivir armoniosamente con la coyunda que le fue propia -destinada-; fuese cual fuese la

1
“Her Majesty” es una canción de la banda británica de rock, The Beatles, escrita por Paul McCartney (pero
acreditada como Lennon/McCartney) que aparece en el álbum “Abbey Road”. Es el tema final del álbum y la
canción más corta en duración de todo el catálogo de The Beatles. También es considerada como uno de los
primeros ejemplos de "tema oculto" de la música rock ya que no aparecía listada en las primeras ediciones del LP de
“Abbey Road”. La canción fue grabada en tres tomas, el 2 de julio de 1969.
Link a la canción: https://www.youtube.com/watch?v=Mh1hKt5kQ_4
Traducción: Su Majestad es una chica muy agradable / Pero no tiene mucho que decir / Su Majestad es una chica
muy agradable / Pero ella cambia día a día / Quiero decirle que la amo mucho / Pero tengo que conseguir una
barriga llena de vino / Su Majestad es una chica muy agradable / Algún día la haré mía, oh sí / Algún día la haré mía
2
“La máscara evidencia lo que oculta”. Claude Lévi-Strauss.
vicisitud ella siempre mantenía la forma, la (in)expresión cordial y beneplácita que la
caracterizó a lo largo de su (La) historia. -Su historia fue parte de la Historia-.

¿Cómo habrá sido su gesto cuando de una constipación se liberaba? Es ahí donde radica el
intríngulis: en los detalles de su íntima intimidad -esa “transtode” (transclase, transidentidad,
sexo, nacionalidad, etc.) que humaniza hasta a la Victoria de Samotracia, que la vuelve cuerpo
finito en continuo proceso de oxidación-. El morbo que la realeza produce radica en la
necesidad de “mamiferización3” y de “espejización4” -suponiendo que esos términos
existiesen...-, pero solo la muerte5 concreta ese plebeyo menester. Esa expresión de sonrisa
pálida sobre su coronado rostro fue la que la mantuvo en esa aurática atmósfera ensortijada
que la caracterizó. La fantasmagórica emocionalidad detrás de ese gesto prudentemente
ameno -pero de tan repetido inepto de imbuir emoción alguna-, la falta de denuedo, de
visceralidad, fue el tuétano del morbo sobre la novel noble difunta. La supremacía del decoro -
en ambos sentidos- es deshumanizadora, y ella lo(s) encarnaba. La contracturada mesura de
eso denominado “políticamente correcto” -ese fascismo de moda- produjo la imagen que la
seguirá retratando por los siglos de los siglos, esos gestos que la caracterizaban y que serán
más que el tiempo, y que seguirán produciendo ese morbo -tan ubérrimamente vasallo- que la
última monarca inglesa fallecida (la segunda, después de su tatarabuela, la reina Victoria, en
haber reinado como viuda, tras la muerte de su consorte el 9 de abril del 2021) supo atizar.
Como si la falta de gestualidad, de espontaneidad, de vehemencia, de pasionalidad -otra vez:
¿amimia y bradicinesia? -, fueran la que le hubieran otorgado el derecho divino al trono del
morbo plebeyo-.

¿Cuál habrá sido su último gesto? ¿Habrá alguien vivenciado junto a ella el compás de su
última respiración? En esta era en la cual la intimidad es una ficción tecnoparasitariamente
autoguionada, puede que Isabel II haya tenido -también- el majestuoso privilegio de haberla
podido experimentar en el más auténtico de los sentidos, puede que su último suspiro haya
sido la materialización del esplendor real de lo más aurático de la intimidad... Nunca lo
sabremos, siempre será una insignificante pregunta sin respuesta. -Solo la libre especulación y
Netflix podrán suministrarnos algún tipo de placebo-. La hipomimia fue su máscara, el permiso
a la imprecación su dentera y la parsimonia su ousía; pero puede que, además, quizás tal vez,
la intimidad haya sido su último y más digno privilegio, gracias al cual fue solamente ella la
actriz y espectadora omnisciente del gesto que su rostro produjo durante su postrer aliento.
Her Majesty was a pretty nice girl / But she doesn't have a lot to say more / Because she is
dead and that's all folks. Queen saves the God6.

3
Volver a alguien animal.
4
Espejarse en alguien.
5
“La muerte ennoblece, viste de desconocidas galas al pobre cuerpo absurdo. Es que allí hay un ser libre, aunque
sin haberlo querido. [...] Es allí donde todo monarca deja de ser superior al resto de los mortales [...] y todos pueden
ser deformes, todos superiores, porque la muerte los hizo libres”. Fernando Pessoa.
6
Traducción: Su Majestad era una chica muy agradable / Pero no tiene mucho más que decir / Porque está muerta
y eso es todo amigos. Reina salva al Dios.

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