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Introducción

El siguiente trabajo se realizará un análisis sobre la locura en “Hamltet” de Shakespaere,


desde diferentes perspectivas, centrándome en los tres monólogos principales y escenas
seleccionadas.
Para realizar dicho trabajo utilizaré la mirada de Antoni Vicens, el cual propone un
dedicado análisis al tema, desde una postura psicoanalítica en vista de Lacan, a su vez
completaré con un estudio preliminar realizado por el profesor J. Albistur, y un trabajo
crítico expuesto por A.C Bdradley.

Contexto

Según Bradley, “Hamlet es la tragedia de la reflexión, la causa de la tardanza del héroe es


la irresolución; y la causa de esta irresolución es lo excesivo del hábito mental de
reflexionar o especular” (1975, p.29).

Época de Shakespaere

En la primera mitad del siglo XVI, la historia política inglesa está dominada por la figura de
enrique VIII, el rey que rompió todo vínculo entre la corona británica y el vaticano. El
pretexto fue la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, dispuesta por el Papa
Clemente VII.
Casado en segunda nupcias con Ana Bolena, Enrique VIII tuvo con ella una hija, que sera
la gran figura de los años siguientes: Isabel. Pero los vaivenes de la vida política
retardaron la ascensión de Isabel al poder. Tras la sucedió del poder por su hijo Eduardo
VI, y María Tudor conocida como “María la sanguinaria” apodo con el que el pueblo la
bautizo por imponer penas terribles, persiguió, transformo en peligrosos casos de
conciencias las mínimas muestras de independencia ideológica y termino por hundir a su
país en un baño de sangre.
Luego de este deliro, el reinado de Isabel debió parecer un verdadero paraíso, era culta y
comprendió que el primer objetivo de su gobierno debía ser el mantenimiento de la paz
interna, tan difícil en aquellas épocas turbulentas. Era dueña de una natural astucia
política, de modo que distribuyo puestos favores entre católicos y protestantes.
El reinado de Isabel significo un época de prosperidad, Inglaterra se transformo en la
reina de los mares, España iba a ser sin saberlo una nación sin fe. Londres se
transformaba así en el centro del mundo aunque, naturalmente la ciudad tenía solo cien
mil habitantes.
El auge de las artes y las letras, en un medio como este, resulta casi una necesidad
histórica. Las Universidades continuaban funcionando según la tradición medieval. La
reina, cediendo en esto a sus propias inclinaciones, promovía a los artistas: la música y el
baile eran actividades predilectas para ellas.

Teatro de Shakespeare

Para Jhon Wam, cuando Shakespeare empezó su obra a comienzos de la década de


1590, a 1600 el drama tenía elementos populares y también cultos, en su forma
descendía del teatro medieval tardío, en su contenido había, ya recogido elementos del
teatro romano y del renacentista italiano.
Con sus personajes conocidos y argumentos semiiprovisados, era familiar a los
dramaturgos ingleses, también lo eran la solemnes y declaratorias tragedias de Sénca.
Esta fusión de temas y tradiciones dio al teatro isabelino una ventaja que no tiene ningún
teatro moderno, creo un teatro para toda la nación.
El drama Shakespiriano tiene una gran libertad, no tiene que canalizarse por el gusto del
público, tiene además, la libertad que confiere la imaginación sin trabas, no es un arte de
consumo, sino un arte de participación. Hemos visto que debido a su naturaleza de drama
poético, el teatro de Shakespeare arrastra al espectador a la participación, a lo que
arrastra no es meramente a la participación sino a un ajuste de la imaginación y de la
sensibilidad, producido minuto a minuto y que es del mismo género que aquella
participación.
Shakespeare pasó de lo mundano a lo popular, de lo actual y tópico a lo fundamental y
simbólico. Pero conforme Shakespeare madura, empiezan a aparecer en sus obras temas
que solo podemos definir diciendo que pertenecen a la imaginación colectiva, sus
argumentos comienzan a aparecerse a cuentos populares, los personajes se hacen
arquetipos y cada vez más complejos; crecen hacia arriba en el realismo psicológico, pero
al mismo tiempo echan raíces que penetran progresivamente en l mundo del sueño, de la
fantasía y del subconsciente colectivo. La obra de Shakespeare es una enorme
metamorfosis. En cada historia que cuenta la gente se disfraza, cambia y pretende ser lo
que no es. Algunas veces se trata de un engaño deliberado, otras, inconsciente.
La mascarada, el disfraz y la confusión están por doquier, cada comedia es una comedia
de errores. Cada tragedia es una tragedia de errores. La equivocación, la apreciación
defectuosa, la impresión ilusoria, provocan la acción de cada sexo. Es esto lo que enlaza
a Shakespeare con la imaginación popular, las brujas, los magos, los enanos, los
gigantes, son un reflejo de esa creencia, universalmente extendida entre los hombres, de
que las cosas cambian misteriosamente, de que no hay dos personas que vean nada de
la misma manera, de que el mundo es deslizante y resbaladizo de que
el verdadero ser de la realidad es inaprensible y el conocimiento humano está sujeto al
engaño y al error.
El universo de Shakespeare, según J. Dover Wilson, habita en el diminuto, compacto y
ordenado universo diseñado por Tolomeo, y su mismo lenguaje está lleno de nociones
astronómicas olvidadas ya hace mucho.
El universo era un milagro de ordenada armonía, un mundo suspendido que incluía la
totalidad del espacio estrellado visible para el hombre junto con el firmamento que lo
contiene, colgaba como una joya del piso del cielo; el infierno estaba debajo de él, y el
caos, en torno. Circular por su forma, comprendía un sistema de esferas transparentes,
una dentro de la otra en las que estaban fijado el sol y la luna, junto con esas patenas de
oro refulgentes, las estrellas y el conjunto giraba a velocidades distintas en torno a este
centro, la tierra y al girar así, producía una música divina que los mortales encerrados en
su fangosa vestidura de decadencia eran incapaces de percibirla.
Dentro del limitado cosmos de Shakespeare, el miedo le salía al encuentro en cada
ocasión. El temor de que todo el orden pudiera retornar súbitamente al caos obedecía la
imaginación del hombre y está constantemente en el pensamiento de Shakespeare.
Por otra parte, el mundo era la morada de miradas de malos espíritus, clasificados por
eruditos de monólogos y asignados a sus respectivos elementos, la tierra el aire, el fuego
y el agua.

Hamlet

La fama que goza esta pieza la más comentada entre todas las de Shakespeare se debe
acaso a que en ella se plantea el problema mismo de la tragedia: el príncipe de Hamlet, el
existir se le vuelve sinónimo de tragedia, y también las vidas ajenas le parecen trágicas:
lucha, por otra parte, para poder quedar por encima de su propio conflicto dramático,
transformándose así en un viviente símbolo de la situación en que padecen los héroes
trágicos todos.
Hamlet es también el más enigmático entre todos los personajes de Shakespeare, y el
que tiene un alma más romántica. Estas características y especialmente la segunda,
hicieron también mucho por su celebridad fue la corriente romántica, la que en el siglo
XIX, alzó el arte de Shakespeare como una verdadera bandera de combate contra las
limitaciones de pseudosocialismo.

Para empezar, citaré A. Bdradley, el cual resume la historia en breves palabras, Hamlet
“es el único personaje trágico, en la obra hay ocho muertes violentas, ni hablemos del
adulterio, el espectro, una loca y una pelea en un tumba” (1974, p.5).
La historia gira alrededor del carácter peculiar del héroe, es decir sin este personaje la
historia seria sensacionalista y horrible, sin embargo el Hamlet actual dista mucho de ser
así e inclusive hace un efecto menos terrible que Otelo, -Rey Lear o Mahbeth.
Si no tuviéramos conocimiento de este personaje la historia sería apenas inteligible.
Lo fundamental para este hecho, es la pregunta que uno se hace, la conducta del héroe,
el punto de vista de la conciencia planteado por Bradley nos aclara que la dificultad de
Hamlet, es su dificultad es interior, Hamlet estaba reprimido pro la conciencia de un
escrúpulo moral, y no podía satisfacerlo el que era fuera justo de vengar a su padre.

En primer lugar Hamlet, se hace cargo habitualmente sin cuestionarse de que debe
vengar a su padre, aun cuando duda o piensa que duda de la honestidad del Espectro
llega a ser verdadero;” si el solo retrocediera, yo no sabría mi camino”.
En los dos si-loquios en donde el revela su posición “¡que villano, que ruin esclavo soy! Y
“como me acusan todos los sucesos y excitan mi venganza aletargada”. Se reprocha con
amargura por no cumplir con su deber, cuando reflexiona sobre las causas posibles de su
incumplimiento nunca menciona entre ellas un escrúpulo moral. Cuando el espectro
aparece en la habitación de la reina, confiera con la conciencia dolorida, que envuelto en
el tiempo de las pasiones, ha dejado pasar el cumplimiento de su orden, pero alegra que
su conciencia se lo impidiera.

Otras de las teorías que podemos definir es la de Schlegel y Coledrige. De acuerdo con
este Hamlet es la tragedia del reproche, la causa de las dilaciones del héroe es la
irresolución y la causa de esta irresolución es un exceso de reflexión y de un hábito
especulativo de su mente. Tiene una intención general de obedecer al espectro.
Schlegel dice todo intenta mostrar cómo una consideración calculada tiende a extinguir
tanto como sea posible, la perspicacia humana y todas sus relaciones y posibles
consecuencias de un hecho, y esto mutila el poder de actuar, Hamlet es un hipócrita
consigo mismo, sus rebuscados escrúpulos encubren su falta de determinación. No tiene
una creencia firme en sí mismo o en cualquier otra cosa, se pierde en los laberintos de su
pensamiento.

Otro de los aspectos de que menciona Bradley, son los efectos de su naturaleza,
melancolía, he dicho y no congoja, ni siquiera locura el que adoptara presumir de loco
puede bien haberse debido en parte al temor de la realidad, a un instinto de conservación,
un presentimiento de que la presunción le permitiría dar con alguna salida al peso que
sobrellevaba en su corazón y en su cerebro, y a un temor de que quizás no pudiera
reprimir esa salida. Esta melancolía, es algo muy diferente de la locura, y de algún modo
del sentido usual dado al significado de la palabra, sin duda podría llegar a ser locura, la
ansiedad de morir puede tornarse en un irresistible impulso de autodestrucción; el de
desordenarse de los sentimientos y de la voluntad puede extenderse equilibrio y al
intelecto, el desengaño se hace carne y el hombre se vuelve pordriamos decir incapaz e
irresponsable.

Según Antoni Vicens, siguiendo la linea de psicoanalítica de Lacan, este presenta a


Hamlet como a un hombre de deseo, que no puede dejar de actuar, pero cuya acción es
pospuesta, trayecto nos muestra su culpabilidad inconsciente: aquella que se liga a su
ser. “Le es insoportable ser”, dice Lacan
Hamlet desea, pues, pero no sabe qué quiere. Avanza en la vía de su deseo, pero sólo lo
asume cuando ha entrado en un espacio cuya lógica había de desarrollar
La lectura de Hamlet es muy ilustrativa porque, a diferencia de Edipo, que es un héroe de
los tiempos antiguos, Hamlet es un hombre de nuestra época: es el sujeto de la ciencia, el
hombre contemporáneo
Hamlet es un hombre que sabe y, podríamos decir, que sabe demasiado, Hamlet es aquel
que, de entrada, y merced a la palabra del espectro, ya sabe. Y precisamente sus
dificultades provienen de ese saber y de su dominio. Es por eso que se impone a sí
mismo una forma de locura: suspendido como está a la hora del otro, se ve obligado a
desconcertarlo en busca de la oportunidad de llevar a cabo su política.
En este juego de escenarios, y en relación con los personajes de la tragedia, se desarrolla
la locura de Hamlet, en la que distinguimos tres formas, que llamaremos la neurosis
hamletiana, la locura bufonesca de Hamlet, y una tercera clase de locura, que hay que
referir a la locura del mundo.

En primer lugar, Hamlet es un neurótico; o podríamos decir incluso que representa la


neurosis misma. Tal como dice Lacan, le es insoportable ser; se siente culpable por su
ser. No puede atacar a Claudio, porque ve en él a su padre; y si se ve ahí a sí mismo es
en tanto que hombre de su madre. Y de otro lado, no puede separarse de Gertrudis, está
fijado a ella. Y es precisamente por todo eso que se encuentra sin saber qué es lo que ha
de querer, esa neurosis se cura: cuando Ofelia está muerta, surge, del duelo, la
posibilidad de una nueva metáfora y de un nuevo objeto motor de su deseo.
Pero, de otro lado, Hamlet, a partir del momento en que sabe las circunstancias de la
muerte de su padre el rey, adopta como estrategia política la de hacerse el loco, la de
actuar como un bufón de corte.
Y, a partir de ahí, Hamlet representa la transformación en la que hacerse el loco pasa a
ser, como dice Lacan, una de las dimensiones esenciales en la política del héroe
moderno.

La de hacerse Hamlet el loco es una maniobra que saca de sus casillas a Claudio y lo
pone a su merced.

Hamlet, se pone a hablar de una manera casi maníaca, como diagnostica Lacan. Juega a
negar el sentido, a desligarse del falo, del falo monárquico por ejemplo. Con lo cual no
diremos que ridiculiza a sus adversarios, hace surgir la bajo los ropajes que se esconde,
los brillos, los toques de trompeta de la corte.

La tercera locura de Hamlet: ha de ser rey. Ha de ser por tanto algo que es y no es a la
vez. Pero esa cosa, esa thing hecha de nothing, no llega a serla sino muerto.
Bibliografía

 Dover Wilson, J. (1964). El verdadero Shakespeare. Una aventura biográfica.


 Wain, J. (1967). El Mundo vivo de Shakespeare: guía para el espectador (Vol. 94).
Alianza.
 Bradley, G., & Artigas, M. V. (1975). Hamlet de" La tragedia shakesperiana" (Vol.
6). Fundacion de Cultura Universitaria.
 Shakespeare, W., & Marín, L. A. (1961). Hamlet, príncipe de Dinamarca.
EspasaCalpe Argentina.

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