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PROGRAMA MAESTRÍA EN

DERECHO PENAL Y PROCESAL PENAL

TEORÍA DEL CASO Y LITIGACIÓN ORAL

TRABAJO COLABORATIVO:

"LA ORALIDAD EN EL NUEVO MODELO PROCESAL PENAL PERUANO”

GRUPO N.° 2

ANIBAL CASTAÑEDA LAZARO


ROSA MARÍA CHAMPI APAZA
JULIO ALEXANDER GUZMÁN ROQUE
JOSÉ CARLOS REMUZGO PISCONTI
LESLIE MONTAÑO MAYTA

DOCENTE:
Dra. Betty Nieto Castellanos

Lima – 2023
LA ORALIDAD EN EL NUEVO MODELO PROCESAL PENAL
PERUANO

I. Desarrollo

I.1 Sistema procesal acusatorio

Como afirma Maier, una aproximación a la definición de sistema procesal, es


aquel que la concibe como el conjunto de notas características de un concreto
proceso -de las garantías que reconoce, de los principios que lo informan y de
las reglas que lo desarrollan-, esto es, del modo de impartir justicia en un
determinado Estado, vista desde una perspectiva supranacional (MAIER,
2004, p. 54).

En este mismo sentido, como señala Vásquez Rossi, la noción de sistema


procesal se refiere de manera doble al conjunto ordenado inherente al
concepto de proceso y a los diferentes métodos o formas en que ese conjunto
se dispone, componiendo una especie de modelo organizativo (VÁSQUEZ
ROSSI, 2004, p. 188).

De esta manera, los sistemas procesales constituyen, aquellas metodologías


de averiguación de la verdad, fundamentalmente porque cada uno de ellos
utiliza un método para establecer esa verdad que el Estado busca a fin de
alcanzar justicia; de ahí que cada sistema consagra un conjunto de garantías,
principios y reglas que rigen su actuación, a fin de resolver la controversia y
definir el rol que desempeñarán los intervinientes.

Como se puede advertir, los sistemas procesales, en suma, se configuran


como aquel conjunto de principios, garantías y reglas que, en función a las
características determinadas por su momento histórico, social y político,
determinan rasgos determinantes que lo diferencien de los demás. Por ello,
durante el transcurso del tiempo, se han observado tres sistemas procesales;
que en palabras de San Martín Castro, han determinado la consagración
externa del proceso penal, siendo estos los sistemas acusatorio, inquisitivo y
mixto, que se suceden en su aparición y responden a criterios dispares (SAN
MARTÍN CASTRO, 2006, p. 42).

Históricamente, cada sistema procesal ha estado dotado de las


características determinadas por su momento histórico, social y
fundamentalmente político. De esta manera, como bien señala el profesor
Ferrajoli, durante los últimos tres mil años de la humanidad se han
experimentado tres sistemas judiciales en materia procesal penal.

El primero fue el sistema acusatorio, que nació en Atenas, Grecia, este


sistema se perdió en las oscuridades de la edad media, en la cual se
desarrolló el sistema inquisitivo; luego, hace doscientos años, la Revolución
Francesa, derogó el sistema inquisitivo y puso en vigencia el sistema mixto,
inquisitivo acusatorio, que algunos le han agregado el calificativo de moderno
(FERRAJOLI, 2004, p. 565).

El sistema procesal acusatorio, como se puede notar, adquiere sus notas


características en función a la ideología política que se pregona en un
determinado momento histórico y en base a la concepción de Estado y del
sistema de administración de justicia que se tiene. Por ello, en virtud a este
sistema procesal, el procesado ha ocupado un papel fundamental, de ahí que
el legislador debe regular los mecanismos necesarios para que se lleve a
delante el proceso penal con cada una de las garantías propias de un Estado
de derecho. Recuérdese que la característica principal, inter alia, de este
sistema es la división de funciones de quien acusa, quien se defiende y quien
sentencia, asignados a órganos independientes.

El segundo fue el sistema inquisitivo, que nació nace como respuesta a la


arbitrariedad y excesos del sistema acusatorio, prevaleció, inter alia, la
autoridad unilateral del juez, quien ejecuta e impulsa cada una de las etapas
procesales, de manera tal que, es él quien realiza todas las actuaciones
procesales. A este sistema procesal, luego, se le ha denominado “eficientismo
procesal”.
El tercero fue el sistema mixto, como yuxtaposición de elementos acusatorios
e inquisitivos, con prevalencia de los primeros, presenta las siguientes notas
características: a) la jurisdicción es ejercida durante la instrucción por un juez
y durante el juicio por un tribunal; b) la acción penal es ejercida por un órgano
estatal (Ministerio Público); c) la situación de los sujetos procesales es
diferente en las dos etapas del proceso; así, durante la instrucción el juzgador
es el director de la investigación; en tanto que durante el juicio, el juzgador
actúa como un árbitro y las partes tienen igualdad en derechos; d) con
relación a los sistemas de valoración de la prueba, rigen los sistemas de
íntima o libre convicción; y, e) el procedimiento varía en las dos etapas,
mientras en la instrucción es escrito, limitadamente público y contradictorio;
en el juicio es oral, público.

I.2 Modelo procesal penal peruano acogido en el Nuevo Código


Procesal Penal

Mientras los modelos procesales son la concretización del conjunto de


garantías, principios y reglas en un determinado ordenamiento jurídico
nacional; los sistemas procesales son construcciones conceptuales y
abstractas sobre el diseño del proceso penal, desde una noción supranacional,
es decir, regional, v.gr., los sistemas procesales acusatorio, inquisitivo; y, mixto.
En tanto que, en el caso peruano, v. gr., nuestro modelo procesal penal es
acusatorio contradictorio garantista (GÓMEZ COLOMER, 2013, p. 94).

Al entrar en vigencia el nuevo código procesal penal del año 2004, habrá que
entender la superación del sistema inquisitivo, lo cual significa, v.gr., enfrentar
el sobre dimensionamiento del proceso escrito, garantizando la vigencia en la
práctica y no formalista de los principios de oralidad, concentración,
inmediación, entre otros; y, “haciendo que el peso del proceso se ponga en las
partes, principalmente el Ministerio Público y la defensa, donde la función del
juez es arbitral y equilibradora del rol asumido por los sujetos procesales”
(MÁVILA LEÓN, 2005, p. 23).
Asimismo, nuestro vigente Código Procesal Penal de 2004, puesto en vigencia
a través del Decreto Legislativo N.° 957, tiene como pauta estructural,
conjuntamente con la formación del proceso penal, los principios de
averiguación de verdad procesal, en el marco de las garantías, reglas y
principios de nuestro modelo procesal acusatorio garantista, siendo uno de los
propósitos principales la protección de los derechos fundamentales del
justiciable, sin perderse de vista el eficientismo procesal.

De esta manera, los sistemas procesales distan categóricamente de los


modelos procesales. Así, un sistema es comprendido desde una visión macro
nacional, que recoge, el conjunto de instituciones y presupuestos normativos
para investigar y determinar el castigo ante infracciones delictivas. En tanto
que, los modelos procesales no son sino aquella concretización de un sistema
procesal en un determinado Estado o Nación, plasmada en sus leyes
especiales adjetivas o procesales.

Bajo esta línea de aproximación metodológico, nuestro Código Procesal Penal


peruano del 2004, promulgado mediante el Decreto Legislativo N.° 957, del 29
de julio de 2004, ha concretizado el sistema procesal mixto, al acoger un
modelo procesal acusatorio contradictorio garantista.

Por ello, nos adherismos a lo sostenido por Oré Guardia, para quien nuestro
modelo procesal penal peruano, es de clara tendencia acusatoria con rasgos
inquisitivos y adversariales, esto es, híbrido (ORÉ GUARDIA, 2006, p. 169).

I.3 El principio de oralidad

Como afirma Maier, se entiende por oralidad al principio técnico del debate
procesal que implica basar la resolución judicial sólo en el material procesal
obtenido de forma oral, es decir, con lo actuado y visto en audiencia. Se
constituye en una herramienta fundamental.
La oralidad, que se encuentra expresamente regulada en el artículo I del Título
Preliminar del vigente Código Procesal Penal, se encuentra vinculada, además,
al principio de inmediación, pues, precisamente a través de lo que expone
directamente el declarante, la autoridad judicial va conociendo mejor a la
persona que examina y puede apreciar mediante su firmeza o temblor de la
voz, u otros factores externos, la fuerza o debilidad de lo que manifiesta.

En adición, como afirma Bacigalupo, la oralidad también se encuentra


vinculado a la publicidad del juicio, ya que la oralidad es el medio que permite
que el público pueda seguir el desarrollo del mismo; su fundamento es claro:
“solo puede ser fundamento de la sentencia lo que se ha manifestado
oralmente” (Bacigalupo, 2012, p. 315).

De ahí que afirmemos que se afirme que la oralidad no significa la mera lectura
de escritos, declaraciones, actas, dictámenes, requerimientos, entre otros, pues
una práctica así de engañosa afectaría la inmediación y el contradictorio.

Nuestra Corte Suprema, por su parte, en su doctrina legal recaído en el


Acuerdo Plenario N.° 6-2011, ha señalado expresamente que: “el principio de
oralidad está referido, primordialmente, a la forma de los actos procesales, que
han de ser realizados verbalmente –predominio de lo hablado por sobre lo
escrito-; se erige en un modo de hacer el proceso, pues facilita la aplicación de
los principios de investigación, inmediación concentración y publicidad, aunque,
como es obvio, no condiciona la estructura del proceso, la forma del material
fáctico y la valoración de la prueba” (Corte Suprema, 2011, FJ. 8).

La oralidad no es un principio autárquico, sino que integra un sistema formado


por series respectivas de principios entre sí coordinados: publicidad,
inmediación y concentración.

1.4 Principales características y funciones

La principales notas características de la oralidad, de acuerdo a nuestro


modelo procesal penal acusatorio contradictorio con rasgos aún adversariales
son las siguientes: i) Predominio de la palabra hablada frente a la escrita como
actos procesales; ii) Respecto de la práctica de la prueba, la oralidad se
concreta en la inmediación entre los medios de prueba y el juez que ha de
dictar sentencia; iii) La eficacia de la oralidad y de la inmediación dependen de
la concentración en el tiempo de las actividades procesales y que la sentencia
como término de ellas; y, iv) La oralidad implica, la posibilidad práctica de
realizar el principio de publicidad general, aquella referida al público y, ahora, a
sus representantes, que son los medios de comunicación social.

Por su parte, la justificación de la oralidad no se sustenta únicamente en


acrecentar la oralidad, sino que cumple otras funciones dentro del proceso
penal, tales como: garantizar la inmediación probatoria, promover la publicidad
y transparencia, dificultando así la gestación de la corrupción fiscal y judicial, ya
sea por la mayor facilidad para fiscalizar las actuaciones jurisdiccionales, ya
sea por eliminar la posibilidad de que un mal manejo de expedientes fiscales y
judiciales repercuta en el resultado del proceso (OBANDO, 2009, p. 533).

El nuevo Código Procesal Penal, tendencialmente apunta hacia un predominio


de la oralidad en la ordenación del procedimiento. No se trata de exclusividad
de la oralidad, sino del predominio, de prevalencia de lo oral sobre lo escrito.
De esta manera, lo decisivo para la configuración institucional del principio de
oralidad es el modelo de audiencias orales (Corte Suprema, Acuerdo Plenario
N.° 6-2011, 2011, FJ. 8).

Un tópico sumamente fundamental está referido a la oralidad y medios


electrónicos, máxime, la virtualidad establecida como regla y la presencialidad
como excepción a raíz de la Pandemia generada por el Covid-19.

Bajo esta nueva realidad mundial, los actos procesales orales también pueden
suplirse, por una comunicación por videoconferencia entre todos los sujetos
que deban intervenir en el acto correspondiente.

En este sentido, como afirma San Martín Castro, es posible, entonces, llegar a
una forma de procedimiento en el que el órgano jurisdiccional y los abogados
intercambien losa actos escritos, documentos, actas, constancias y
resoluciones, en la audiencia desde la sala de videoconferencia, sin significar
ello, de ninguna manera, el quebrantamiento del principio de inmediación; la
misma que se satisface plenamente con la utilización de procedimientos
técnicos como la videoconferencia (San Martín, 2015, p. 80).

1.5 Momentos de la oralidad

La oralidad, y por ende, el sistema de audiencias, no sólo se aplica al juicio


oral, etapa estelar del proceso penal, sino también en las decisiones relevantes
que el juez debe tomar durante las etapas del proceso y la etapa preliminar
incluso. De esta manera, la audiencia es la garantía de todos los ciudadanos a
que el juez penal decida bajo los principios de oralidad, contradicción,
inmediación y publicidad. De ahí que se afirme, con mucho asidero que, esta
es la principal reforma que genera el cambio de prácticas procesales y
administrativas, dado que, todo ello que antes se resolvía por escrito, ahora se
resuelve luego del debate contradictorio realizado en la audiencia (Burgos
Mariños, 2011, p. 114).

Bajo esta línea de análisis, la oralidad, en virtud a lo consagrado en el artículo I


del Título Preliminar del código adjetivo, se desarrolla desde las diligencias
preliminares, la investigación preparatoria, la etapa intermedia y por supuesto,
en el juicio oral –momento cumbre de la oralidad-.

De esta manera, tenemos, v. gr., distintas disposiciones normativas procesales


del nuevo Código Procesal Penal que regulan la oralidad. Así, en el artículo I.2
se consagra el “derecho a un juicio oral”; en el artículo 8, audiencia oral para
tramitar medios de defensa; en el artículo 169, se privilegia la declaración
testificial; en el 361, la oralidad en la audiencia de juicio oral; 242 y 271, se
establece la audiencia oral para la procedencia de la prisión preventiva; 383.2 y
386.2 que proscribe la lectura de escritos en los alegatos finales; 391 y 421.5
establece una audiencia de apelación con procedimiento oral en las
impugnaciones de autos; 424, establece una audiencia oral en la apelación de
sentencias; 462.3, establece una audiencia oral para el juicio en el proceso por
delito de ejercicio privado de la acción penal; 468, establece una audiencia oral
para el procedimiento por terminación anticipada, entre otros.
Con relación al quebrantamiento de este principio, en el Acuerdo Plenario N.°
6-2011, se ha establecido expresamente que, con esta contravención, no solo
se incurre en un vicio de mera legalidad, sino además, en un vicio de
inconstitucionalidad (Corte Suprema, 2011, FJ. 6).

Bibliografía

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Rubinzal Culzoni Editores.

BURGOS MARIÑOS, Víctor. (2011). Apuntes para la interpretación del Código


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FERRAJOLI, Luigi. (2004). Derecho y razón. Teoría del garantismo penal. 6.a
edición. Trotta.

GÓMEZ COLOMER, Juan Luis. (2013). El proceso penal constitucionalizado.


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SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio. (2006). Derecho Procesal Penal.


Volumen I. 2.a edición. Grijley.

MAIER, Julio B.J. (2004). Los recursos en el procedimiento penal. 2.a edición.
Editores Del Puerto.

MÁVILA LEÓN, Rosa. (2005). El nuevo sistema procesal penal. Jurista


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OBANDO, Jorge A. (2009). Reformas del proceso penal y seguridad ciudadana


en Iberoamérica. Tirant lo Blanch.

ORÉ GUARDIA, Arsenio. (2006). El Fiscal en el nuevo Código Procesal Penal


peruano. En: GIMENO SENDRA, Vicente. El Ministerio Fiscal-Director
de Instrucción. Editorial Iustel.

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INPECCP.

VÁSQUEZ ROSSI, Jorge E. (2004). Derecho procesal penal: conceptos


generales. Tomo I. Rubinzal Culzoni Editores.

JURISPRUDENCIA:

Corte Suprema de la República. (2011). Acuerdo Plenario N.° 6-2011.

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