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LITERATURA: TEMA 1: LA LITERATURA MEDIEVAL

Para empezar un poco de Historia…La Edad


Media es un largo periodo de unos mil años que comienza en el siglo V, cuando las
tribus bárbaras destruyen el imperio romano occidental, ocupando Roma, y termina en
el siglo XV, cuando los turcos toman la capital del imperio romano de Oriente:
Bizancio. Las tribus bárbaras del norte de Europa se distribuyeron por las antiguas
provincias romanas occidentales, independizándolas en lo que hoy son las naciones
europeas, adoptaron el latín como lengua común, el Derecho Romano como ley, y el
Cristianismo como religión única. El resultado es Europa, un territorio dividido en
naciones, gobernado por reyes, dividida la población en estamentos aislados: los
nobles, cuya cabeza es el rey; el clero, regido por el Papa de Roma y los campesinos,
la mayoría vasallos o esclavos de la nobleza. Además se convive con otras
comunidades de diferente religión, tradición y cultura: los musulmanes, instalados al
sur y al este de Europa, y los judíos, dedicados al comercio en todas las ciudades
europeas.
La cultura queda circunscrita a los monasterios, pequeñas ciudades del saber y de la
custodia de los pocos libros existentes; a las rutas de peregrinaje a lugares santos,
especialmente a Santiago de Compostela, donde se intercambian toda clase de
conocimientos; y a la Escuela de Traductores de Toledo, una iniciativa única del rey
Alfonso X, que permite traducir al castellano importantes libros musulmanes y judíos,
pasando, posteriormente, al resto de Europa. De esa forma, la cultura clásica, casi
perdida y mejor guardada en el mundo musulmán, comienza a volver otra vez a
Occidente.

POESÍA MEDIEVAL

El tema predominante es el amor, en relación con el modo de vida medieval,


y muchas de estas composiciones eran orales, no se escribían, o se han perdido,
recuperando parte de ellas porque los escritores cultos de la Edad Media y el
Renacimiento solían insertarlas en sus propias obras debido a su belleza formal. Los
creadores y difusores de esta literatura son juglares (artistas errantes que cantaban
las composiciones por los pueblos, en fiestas y fechas señaladas) y los trovadores,
hombre cultos que creaban estas composiciones, que luego interpretaban los juglares.
Para el pueblo llano se crearon las jarchas (S.XI al XIV): pequeños poemas escritos
en mozárabe donde se recogen las quejas de amor de las mujeres ante la ausencia
del amado; las cantigas de amigo (S. XII al XIV): del mismo tema que las jarchas,
son redactadas en galaico-portugués, un idioma considerado en la Península como
bello y suave, el más propicio para cantar el amor. Son composiciones elaboradas (los
versos se enlazan de dos en dos con un estribillo que se repite constantemente); y los
villancicos, más variados, pues adoptaban diversas formas: las albas (amorosas), las
mayas (para la primavera), los de vela (para los centinelas), los de trabajo (para los
campesinos), los de viaje o serranas (para los viajeros), etc.
Son composiciones cortas, irregulares en el número de versos y estructura poética
muy sencilla (jarchas y villancicos), aunque las cantigas de amigo, de influencia
trovadoresca, eran mucho más elaboradas. Las jarchas y villancicos suelen
componerse de dos a cuatro versos. Las jarchas son poemas escritas en romance,
que los escritores árabes cultos solían incluir, como un adorno, al final de sus propios
poemas (moaxajas)
Las cantigas de amigo tienen una estructura paralelística y tratan temas muy
íntimos y sentimentales. Los villancicos son canciones populares que de una forma
espontánea aluden a la forma de vivir de las clases populares.

LA POESÍA NARRATIVA: EL MESTER DE JUGLARÍA Y EL MESTER DE CLER ECÍA .


La palabra “mester” significa oficio, trabajo. El mester de juglaría era el oficio que
ejercían los juglares, cantando de pueblo en pueblo, de feria en feria, romances
(poemas de amor y aventuras) y recitando partes más o menos extensas de los
cantares de gesta (poemas sobre héroes caballerescos). Solían acompañarse de
instrumentos musicales de cuerda, e incluir pequeños números teatrales y circenses
entre sus habilidades, viviendo del dinero que les daba la gente. Su principal misión,
además de divertir al pueblo, era informar, a través de los poemas recitados de
hechos históricos sucedidos algunos años atrás. En principio, la manera de cantar a
los nuevos héroes caballerescos no se parece a la que tenían griegos y romanos en el
mundo clásico, y más que La Ilíada, La Odisea o La Eneida, el modelo literario lo
establece Chetrien de Troyes, en el siglo XII con su obra Perceval o el cuento del
Grial, iniciando la novela caballeresca de tradición bretona y celta, donde los
caballeros acometen toda clase de aventuras, mezclando realidad y fantasía, con una
presencia importante de la magia y el amor.
Los cantares de gesta, es decir, los poemas que narran las hazañas de caballeros
reales o imaginarios, son de carácter popular e intenta transmitir valor y deseo de
emulación a la población medieval presentándoles unos héroes guerreros capaces de
realizar grandes hazañas. Nacen junto a la conciencia nacional de pueblo o nación,
como una forma de identificar a una población concreta con los valores y cualidades
de un héroe caballeresco. Son composiciones en verso muy extensas, algunas de
carácter muy fantástico, como El anillo de los Nibelungos, en Alemania; otras, donde
aparecen reyes y caballeros reales, aparecen expresadas con elegancia, como La
canción de Roldán; y las españolas se distinguen por ser muy realistas, influidas por la
constante guerra de reconquista del territorio a los árabes.
Los grandes poemas épicos son muy extensos, escritos en versos largos (10 a 20
sílabas) que se agrupan en largas tiradas monorrimas, es decir, en un número largo e
irregular de versos, con una única rima, divididos en dos partes (dejan una pausa o
cesura en el medio), donde cuentan un hecho completo. Suelen ser muy repetitivos en
las palabras o frases cortas bimembres (de dos palabras) creando un ritmo
característico que facilita su recitado. Como narra hechos pasado suele emplear
arcaísmos (palabras o expresiones antiguas, como la -e átona final), usa vocativos y
segundas personas del plural (escuchad, vosotros…).
En España, el cantar de gesta más destacado es El poema del Mío Cid, de mediados
del siglo XII o principios del XIII. El poema exalta la figura del héroe castellano Rodrígo
Díaz de Vivar (Cidi: señor, en árabe), caballero burgalés desterrado por el rey Alfonso
VI, que acaba conquistando la ciudad de Valencia, congraciándose con el rey y
casando a sus hijas con príncipes.
El Cid representa la lucha contra la adversidad mediante la valentía y el honor para
recuperar la condición social de nobleza y encumbrarse socialmente. El autor fue un
monje, probablemente el tal Per Abad que firma al final del manuscrito, y está dividido
en tres partes: El cantar del destierro, donde el Cid abandona Castilla y obtiene sus
primeras victorias sobre los moros; El cantar de las bodas refiere la conquista de
Valencia, el reencuentro con su familia y el casamiento de sus hijas con los infantes de
Carrión; y el Cantar de la afrenta de Corpes, que narra el ultraje que sufren las hijas
del Cid a manos de sus maridos, la venganza del Cid y la reparación del daño en las
cortes de Toledo, finalizando con un nuevo matrimonio de las hijas del héroe con los
infantes de Navarra y Aragón.
La obra es extraordinaria, muy realista tanto en los sucesos como en el uso de
personajes auténticos, y escenarios perfectamente identificados. Se muestra como
una historia única, bien narrada, donde los caracteres de los personajes quedan
completamente expuestos, a lo que se une el uso de elementos humorísticos
sutilmente utilizados para rebajar la tensión del relato.
El mester de clerecía era el oficio propio de los clérigos, o sea sacerdotes y monjes,
que guardaban la cultura en los monasterios. Utilizaban una estrofa especial para sus
poemas: el tetrástofo monorrimo o cuaderna vía, una estructura de cuatro versos de
catorce sílabas (alejandrinos) con una pausa en media, o cesura. Se consideraba una
poesía compleja, solo apta para las personas cultas, y trataba temas didácticos,
morales y eruditos, aunque, solían mezclar el lenguaje elevado, que imitaba el estilo
de los grandes libros latinos, con expresiones del lenguaje popular para hacer sus
composiciones más accesibles y fáciles de leer. Surgen grandes obras, algunas
anónimas por deseo de humildad de sus autores o por ocultar a personas muy
importantes a nivel político, así aparecerá El libro de Alexandre (sobre Alejandro
Magno), El libro de Apolonio (de aventuras), El poema de Fernán González, de
exaltación nacional castellana sobre el primer noble importante de Castilla. Pero la
mayoría serán de carácter religioso, porque sus autores son monjes o personas cultas
vinculadas a una formación religiosa. Nuestro primer gran autor medieval conocido es
el monje del monasterio riojano de San Millán de la Cogolla, Gonzalo de Berceo
(siglo XIII), autor de una serie de obras sobre vidas de santos (Santo Domingo de
Silos, San Millán de la Cogolla y Santa Oria), o litúrgicas, siendo la más famosa la
dedicada a la Virgen María (Milagros de Nuestra Señora). Es su obra más extensa,
compuesta con una introducción y la narración de veinticinco milagros de la Virgen en
forma de pequeños relatos, a la manera que se hacía en aquella época por toda
Europa.
En el siglo XIV las ciudades comienzan a desarrollarse y se busca en la literatura más
realismo y humor, siendo habitual un tono satírico y jocoso, como en El libro del Buen
Amor, del Arcipreste de Hita, alternando también con libros más serios y
sentenciosos, como el Rimado de Palacio, del canciller Ayala. El Libro del Buen Amor,
además de divertido, expone un mosaico representativa de la Edad Media española.
El tema es el amor, pero tanto en la variante humana (lo que implica el sexo), como en
la divina (el amor a Dios y a la Virgen María), desarrollando un relato autobiográfico
(protagonizado por el propio autor) donde hay de todo: episodios alegóricos (una
historia sencilla sugiere algo más profundo), como la batalla de don Carnal y doña
Cuaresma, muy representado actualmente en los carnavales; una paráfrasis (una
copia burlesca) de una comedia latina del siglo XII (el Pamphilus) que se convertirá en
los amores de Don Melón y Doña Endrina; cuentos, fábulas, disquisiciones morales y
varias composiciones líricas de carácter religioso (cantigas dedicadas a la Virgen). Las
obras utilizan mayoritariamente la cuaderna vía, y el verso alejandrino (14 sílabas),
aunque aparecerán también versos de 16 sílabas y algunos más pequeños (de arte
menor), sobre todo el zéjel.
El Libro del Buen Amor siempre resultó controvertido, empezando por su propio
título, pues, aparentemente, es una defensa del amor divino, del amor religioso a Dios
y a la Virgen María, teniendo, por tanto, un carácter moralizador, pero, en realidad, se
hace una descripción demasiado extensa y entusiasta del loco amor, el amor terrenal
y sexual.
LA PROSA MEDIEVAL
Además de la lírica, o sea, la poesía, en la Edad Media se desarrolló una prosa
notable que contribuyó a la creación del castellano. Uno de los autores o promotores
culturales más notable fue Alfonso X, el Sabio, que convierte el castellano en una
lengua de cultura fijando su sistema ortográfico y sintáctico, y enriqueciendo el léxico
castellano al impulsar la creación de obras importantísimas desde Toledo, la capital
del reino, a través de su Escuela de Traductores de Toledo, donde se trasladan al
castellano las grandes obras árabes y hebreas, recuperando, por este método, parte
de la cultura grecolatina que se había perdido en Occidente. Además, alentó obras
fundamentales: La Crónica General y La Grande e General Estoria (una historia de
España y del mundo), Las Partidas (texto jurídico), Lapidario (sobre geología), y el
curioso Libro del axedrez, dados et tablas ( sobre juegos de mesa para nobles).
La prosa literaria, es decir, con intenciones artísticas, nace en el siglo XIV, con la obra
histórica del canciller Ayala, Crónica de Pedro I, y sobre todo El conde Lucanor, obra
del infante Don Juan Manuel, la obra más importante del siglo XIV junto al Libro del
Buen Amor. Son cincuenta cuentos dedicados a la instrucción del conde Lucanor por
su preceptor Patronio. Incitan a una actitud práctica, astuta y cautelosa ante los
hechos de la vida, en un estilo claro y preciso, con gran influencia del Calila e Dimna
(obra árabe traducida en la Escuela de Traductores de Toledo), una serie de cuentos
morales protagonizados por dos chacales que, a su vez, presenta una relación directa
con el Panchatantra hindú que, narra, en cinco volúmenes, historias didácticas
protagonizadas por animales de la selva.
Por último aparece un nuevo género, la novela, con El caballero Zifar (novela de
caballería, heroica, aventurera), y La gran conquista de Ultramar (novela sentimental
de aventuras).
El TEATRO MEDIEVAL.- Suele ser sencillo, inocente y escaso, sin influencia clásica, aunque
comparte con el teatro griego su origen religioso, representándose historias de La
Biblia, como en el Auto de los Reyes Magos (mediados del siglo XII), obra muy
primitiva, más bien un monólogo antes que diálogos teatrales. Hasta finales del siglo
XV no se vuelven a producir más muestras de teatro medieval, siendo el Misterio de
Elche, la siguiente obra religiosa, mucho más elaborada, cantada en lemosín
(valenciano medieval), y con una escenografía grandiosa.
TEXTOS DE MUESTRA> JARCHAS

Meu sidi Ibrabim Dueño mí Ibrahim


Ya tu omne dolge ¡Oh, hombre dulce!
Vent’a mib vente a mí
de’ nobte! de noche.
In non, si no querís, Si no, si no quieres
yireim’ a tib. iréme a tí
Gar me a ob - ¡dime adónde!-
Jegarte! a verte.

Tant t’amaray, illa con ¡Tanto te amaré, solo con que


al-sarti juntes
an tagma’halhali ma’ mi ajorca del tobillo con mis
qurti! pendientes!
1. El Cid convoca a sus vasallos y estos se destierran con él. Adiós del Cid a Vivar.

A los que conmigo vengan que Dios les dé muy buen pago;
también a los que se quedan contentos quiero dejarlos.
Habló entonces Álvar Fáñez, del Cid era primo hermano:
"Con vos nos iremos, Cid, por yermos y por poblados;
no os hemos de faltar mientras que salud tengamos,
y gastaremos con vos nuestras mulas y caballos
y todos nuestros dineros y los vestidos de paño,
siempre querremos serviros como leales vasallos."
Aprobación dieron todos a lo que ha dicho don Álvaro.
Mucho que agradece el Cid aquello que ellos hablaron.
El Cid sale de Vivar, a Burgos va encaminado,
allí deja sus palacios yermos y desheredados.

Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llorando;


hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos.
Vio como estaban las puertas abiertas y sin candados,
vacías quedan las perchas ni con pieles ni con mantos,
sin halcones de cazar y sin azores mudados.
Y habló, como siempre habla, tan justo tan mesurado:
"¡Bendito seas, Dios mío, Padre que estás en lo alto!
Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados".

Consejos de don Amor:


Condiciones que ha de tener la mujer para ser bella (coplas 429- 435 EL
LIBRO DEL BUEN AMOR)

Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer


muchas cosas tendrás primero que aprender
para que ella te quiera en amor acoger.
Primeramente, mira qué mujer escoger.

Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,


que no sea muy alta pero tampoco enana;
si pudieras, no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.

Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña,


cabellos amarillo no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.

Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes


y con largas pestañas, bien claras y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes (fíjate)
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.

La nariz afilada, los dientes menudillos,


iguales y muy blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejas, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos.
La su boca pequeña, así, de buena guisa
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa,
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!

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