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Literatura Medieval

Introducción a la historia de la Literatura Medieval

Las primeras manifestaciones literarias en castellano se producen durante los siglos medievales,
coincidiendo con la Reconquista que llevaron a cabo los cristianos frente a los reinos
musulmanes, presentes en la Península Ibérica desde el siglo VIII.

Este hecho influiría no sólo en la nueva lengua que se extendía por territorio español sino
también en el gusto temático, donde predominaban viejas historias que hablaban de héroes y
grandes hazañas en un tiempo glorioso y fascinante, en España la máxima expresión de este
agrado por la épica medieval es el Cantar de Mio Cid, narración en verso que describe las
aventuras de Rodrigo Díaz de Vivar, noble castellano que representa el carácter y las virtudes
que todo buen guerrero y fiel servidor debía poseer.

Monasterios, universidades y escuelas: focos de la intelectualidad medieval

En los comienzos de la Edad Media la cultura y por ello también la Literatura, estaban en manos
de los monjes quienes gracias a su preparación intelectual podían traducir obras antiguas
además de escribir otras nuevas sobre diversos temas que les resultaban de interés.

Avanzando en los siglos encontramos un nuevo foco de cultura proveniente de las recién
surgidas universidades y escuelas, espléndidos centros enseñantes de nuevas formas, teorías y
perspectivas​. Especial atención merece la Escuela de Traductores de Toledo, fundada por el
Arzobispo de Toledo Raimundo (que lo fue desde 1126 a 1152) quien ideó una escuela con un
equipo permanente de traductores que Alfonso X, en el siglo siguiente, consolidó.

La Literatura en la cultura popular

Además de las obras creadas en dichos espacios de saber, igual de importante en el Medievo fue
la cultura popular, aquella creadas para ser cantada y representada al puebl​o, en su inmensa
mayoría analfabeto y que por tanto no podía gozar de las letras escritas.

Juglares y trovadores, auténticos poetas y actores, recitaban historias de carácter anónimo,


escritas en verso, forma considerada la más correcta para el arte de la escritura, estas historias
eran composiciones transmitidas de forma oral.

Durante mucho tiempo se ha considerado que las primeras manifestaciones de literatura en


lengua romance fueron los poemas de Guillermo IX, duque de Aquitania y conde de Poitou
(1071-1126) aunque pruebas descubiertas recientemente, aseguran por el contrario, que fueron
las jarchas mozárabes, datadas recientemente en el inicio del siglo XI.

La jarcha es un poema escrito en árabe clásico cuya característica más original es que termina
con una cancioncilla en lengua vulgar, en jerga o en lengua romance. ​Esta canción es la llamada
"jarcha". El tema principal de estas obras eran las lamentaciones amorosas en boca de una
doncella quien se lamenta de un amor imposible.
Los mismos estudios que han situado las jarchas por delante de otros fenómenos literarios,
aseguran clave la influencia de estas composiciones en la lírica galaico-portuguesa -en especial
en las cantigas de amigo que comparten con las jarchas temática y estructura formal- así como
en los más tardíos villancicos castellanos, quienes tienen una raíz común de la que brotan cada
una de las manifestaciones: d​entro de la lírica galaico-portuguesa podemos encontrar las
cantigas de amor donde el protagonista y personaje central es un hombre- el llamado amor
cortés-, las cantigas d´escarnho e de maldizer de carácter burlesco y satírico, crítica a las
costumbres de la época- con raíces provenzales, traídas tal vez por el Camino de Santiago-
además de las cantigas de amigo donde la que habla es una mujer.

Los villancicos no hacen su aparición en manuscritos u obras impresas hasta el siglo XVI aunque
podemos asegurar que ya existían en fechas mucho anteriores. Los villancicos son poemas
amorosos en que el interlocutor es una doncella y como sucede en las dos composiciones
anteriores, suele referirse a un amor no correspondido o imposible.

Por otro lado el amor cortés narra una historia de amor bajo unas reglas que se repiten, un
amor puro donde el contacto carnal no existe, sino que es un continuo cortejo de un caballero a
una dama casada. Los personajes poseen un linaje noble, hecho que se hace patente no
solamente por la sangre que corre por sus venas sino también por su comportamiento y
conducta. El amor cortés lleva a una relación frustrada, bien por la imposibilidad de mantenerla,
bien por la desgracia que trae consigo la consumación de la pasión por lo que los amantes tratan
de esconder su relación por miedo a represalias muy a pesar de no sobrepasar las distancias
físicas. En el amor cortés la mujer suele situarse por encima del varón, habitualmente por su
fortaleza moral y es que es ella la que mantiene la distancia y no se deja embaucar por el
caballero.

Algunos nombres propios de la literatura bajomedieval en castellano

Si antes hablábamos de la primera obra escrita, el primer poeta castellano de nombre conocido
en Gonzalo de Berceo (1197-1264), conocido por la su obra hagiográfica Los Milagros de
Nuestra Señora. En el mismo siglo, el XIII, debemos destacar la figura de Alfonso X el Sabio quien
impulsó la lengua castellana como lengua oficial.

El siglo XIV fue espectador de la magnífica obra escrita por el Arcipreste de Hita el Libro del
Buen Amor obra que posee una técnica que recuerda a los sermones. La obra tiene una forma
autobiográfica en la que se narran hechos amorosos donde la paradoja está continuamente
presente y es que por un lado el clérigo denuncia los excesos sexuales de la época y por otro
exalta los placeres carnales.

Don Juan Manuel, poeta contemporáneo del anterior, nos ha brindado otra de las más
importantes obras de la Edad Media, El Conde Lucanor. En la obra el Conde expone a Patronio,
su criado, un problema y éste le contesta con un cuento que siempre termina en enseñanza,
adquiriendo un tono didáctico y moralizador.

Los libros de temática artúrica fueron también leídos y escuchados en la Península, la primera
referencia a dicha leyenda en nuestra literatura data del siglo XII aunque hubo que esperar para
leer una producción típicamente española un tiempo, hasta el Amadís de Gaula, el más famoso
de los libros de aventuras caballerescas.

Podríamos concluir este repaso por la literatura medieval con el Marqués de Santillana y Juan de
Mena si atendemos de la poesía además de Jorge Manrique y su conmovedora obra Coplas a las
Muerte de su padre. ​Los tres autores muestran en sus obras un refinamiento técnico y unas
estructuras cada vez más definidas, preludio tal vez de la Edad de Oro.

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