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Introducción
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Concepto Bobath: Teoría y Práctica Clínica en Rehabilitación Neurológica
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Una comprensión del movimiento funcional como base para el razonamiento clínico
Estrategias compensatorias
El Concepto Bobath reconoce que los cambios en el sistema nervioso pueden organizarse o
desorganizarse produciendo un comportamiento sensoriomotor adaptativo o
desadaptativo (Raine 2007). Si se establecen estrategias compensatorias, pueden bloquear
la recuperación potencial (Cirstea y Levin 2007). En última instancia, la experiencia
conductual es uno de los moduladores más potentes de la estructura y función cortical
(Nudo 2007). El movimiento limitado o nulo es la peor experiencia para el paciente, ya que
el sistema nervioso se ve privado de información. La idea de que todos los movimientos
tienen que ser perfectos no es una solución viable. Sin embargo, las estrategias
compensatorias pueden minimizarse para permitir que el paciente alcance su potencial
para una recuperación motora eficiente a largo plazo. Esto requiere una evaluación
cuidadosa del individuo dentro de su propio entorno, en función de su déficit neurológico
particular. El objetivo final del terapeuta Bobath es explorar el potencial del individuo a
través de la plasticidad inherente dentro del sistema (Liepert et al. 2000; Nudo 2003). La
neuroplasticidad se refiere a la capacidad del sistema nervioso y muscular para adaptarse y
reorganizarse en respuesta a cambios en la tarea, individual o ambiental.
Bobath (1990) estudió en profundidad el análisis del movimiento y gran parte de su trabajo
escrito enfatiza el análisis de secuencias normales de movimiento para promover movimientos
más eficientes y con menos esfuerzo. El énfasis está en la calidad del movimiento dirigido a
objetivos y en la minimización de estrategias compensatorias que pueden conducir a estrategias
de movimiento estereotipadas, esforzadas y no adaptativas (Lynch y Grisogono 1991). Un estudio
reciente investigó cómo el sistema nervioso dañado compensa los déficits en el alcance (Cirstea
et al. 2003). Los investigadores analizaron los siguientes parámetros para explorar las estrategias
empleadas en la recuperación de un accidente cerebrovascular:
- Velocidad de movimiento
- variabilidad del movimiento
- Segmentación del movimiento
- Coordinación espacial y temporal
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En comparación con los sujetos sanos, hubo una mayor desviación en estos parámetros en el
grupo con discapacidad más grave que en los grupos leve y moderado. A partir de los resultados,
se sugirió que puede existir un nivel crítico de recuperación cuando los pacientes cambian de una
estrategia que produce nuevos patrones de movimiento a una en la que la recuperación motora
es característica de un desempeño saludable. Esto puede ser importante desde el punto de vista
clínico para comprender cómo algunos patrones compensatorios de movimiento pueden mejorar
la adquisición de habilidades y otros pueden alterarla. Aunque este estudio tiene limitaciones en
su metodología, relacionadas con el pequeño tamaño de la muestra y la falta de aleatorización,
plantea algunas preguntas interesantes para su consideración.
El estudio también encontró que había una correlación positiva entre el movimiento del tronco
y la limitación del rango en el brazo, lo que resalta las estrategias compensatorias empleadas en
el tronco con un aumento del déficit motor en el brazo (Cirstea et al. 2003). Hubo una correlación
significativa entre los patrones de movimiento anormales en pacientes con accidente
cerebrovascular y el nivel de deterioro motor de las extremidades superiores. Se ha descubierto
que la importancia de la gravedad del accidente cerebrovascular y también la especificidad del
entrenamiento son factores clave en la recuperación del brazo en la fase aguda de la
rehabilitación (Winstein et al. 2004).
El concepto Bobath utiliza la comprensión del control motor y el aprendizaje motor para
promover el mejor resultado posible para cada paciente. El control motor se define como la
capacidad de regular o dirigir los mecanismos esenciales para el movimiento, mientras que
el aprendizaje motor se describe como un conjunto de procesos asociados con la práctica o
la experiencia que conducen a cambios relativamente permanentes en la capacidad de
producir una acción calificada (Shumway-Cook & Woollacott 2007). Por tanto, el
razonamiento clínico debe implicar la comprensión de cómo se produce el movimiento
(rendimiento motor) y también cómo se aprende (aprendizaje motor).
Los principios del aprendizaje motor incluyen participación activa, objetivos significativos y
oportunidades para la práctica. Por lo tanto, estos principios deben incorporarse en los
programas para obtener los mejores resultados en la rehabilitación. Introducir actividades
orientadas a objetivos que sean particularmente interesantes y motivadoras para el paciente
afecta directamente a las conexiones límbicas y tiene un potente efecto en la adquisición del
movimiento. La señora Bobath enfatizó que, siempre que sea posible, el tratamiento debe ser
funcionalmente relevante y realizarse en entornos de la vida real para una transferencia efectiva.
Mulder y Hostenbach (2001) identificaron cuatro reglas básicas para el aprendizaje motor.
El aprendizaje motor se puede dividir en dos áreas, a saber, aprendizaje explícito e implícito. El
aprendizaje explícito se relaciona con el aprendizaje de información objetiva e involucra funciones
cognitivas conscientes de alto nivel. El aprendizaje implícito está particularmente involucrado
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en el aprendizaje de una habilidad motora que está menos bajo control consciente. El aprendizaje de
una habilidad motora puede requerir más atención en las etapas iniciales hasta que el aprendizaje haya
progresado y se vuelva más automático.
El aprendizaje motor se puede dividir en tres fases distintas (Halsband y Lange
2006):
1. Etapa inicial: ejecución lenta bajo una estrecha guía sensorial, forma irregular de
movimientos, tiempo de ejecución variable
2. Etapa intermedia: aprendizaje gradual del mapa sensoriomotor, aumento de la velocidad
3. Etapa avanzada: ejecución rápida, automatizada, hábil, movimientos isócronos y
control sensorial de todo el campo.
Un aspecto clave del aprendizaje implícito se relaciona con el uso o la integración de información
sensoriomotora en la producción de movimientos calificados. Esto involucra muchas áreas
diferentes del cerebro, incluidos los ganglios basales, el cerebelo, el tronco encefálico y la corteza
sensoriomotora. El sistema de control del movimiento calificado es complejo e implica
procesamiento paralelo en muchos niveles diferentes, lo que significa que el sistema nervioso
tiene opciones disponibles en la producción del movimiento. Por tanto, es poco probable que los
pacientes pierdan por completo la capacidad de mejorar la eficiencia del control motor. Esto
contrasta con el aprendizaje explícito que implica un funcionamiento cognitivo de nivel superior
relacionado con áreas específicas del cerebro.
En el tratamiento es particularmente importante comprender el déficit sistémico
relacionado con el daño neurológico para poder guiar las intervenciones de tratamiento
adecuadas.
Los mecanismos neuronales que integran la postura y el movimiento están muy extendidos en
todo el sistema nervioso y se reclutan en patrones que son específicos de la tarea y del contexto
(Stuart 2005). El aprendizaje de actividades motoras especializadas, que producen patrones de
movimiento suaves y coordinados, requiere una coordinación temporal precisa de músculos y
articulaciones que se practica muchas veces (Nudo 2007). El sistema nervioso utiliza modelos
internos, que involucran mapas sensoriomotores, para realizar ajustes anticipatorios en el
desarrollo del movimiento calificado (Takahashi y Reinkensmeyer 2003). Por lo tanto, la
especificidad de la práctica permite al paciente acceder a patrones de actividad más apropiados,
lo cual es esencial en la terapia para promover la recuperación de movimientos funcionales
hábiles. Esto está respaldado por un estudio reciente en el que se observaron mejoras motoras
cuando el paciente estaba atento a los patrones de actividad en lugar de al resultado motor
(Cirstea y Levin 2007). Sin embargo, demasiada instrucción explícita relacionada con el
desempeño puede interferir con el aprendizaje de secuencias motoras implícitas después de un
accidente cerebrovascular (Boyd y Winstein 2003). La información auditiva se procesa
cognitivamente y, por tanto, puede interferir con el procesamiento automático de otros sentidos
implicados en el aprendizaje implícito. Por lo tanto, se debe tener cuidado para permitir que el
paciente tenga la oportunidad de experimentar y estar atento al movimiento que realiza bajo su
propio control. Se identifica que la retroalimentación verbal aumentada concurrente mejora el
rendimiento, pero degrada el aprendizaje (Jensen et al. 2000).
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Figura 2.1Esquema corporal que recibe información (arriba a la derecha, en el sentido de las agujas del reloj)
del aparato vestibular, aferentes musculares, aferentes cutáneos, aferentes articulares y visión. Reproducido
con autorización de Nigel Lawes 2009.
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Corteza cerebral
Intención-Planificación-Programación
Postura Motor
programación programación
Comentario avance
control control
Tronco encefálico
Postura Motor
Ejecución
ejecución ejecución
Médula espinal
Perturbación
Postura Movimiento
Figura 2.2Organización central del control postural. Reimpreso de Lalonde, R. & Strazielle, C.,
Regiones cerebrales y genes que afectan el control postural enProgresos en neurobiología,81,
45–60, copyright 2007 con permiso de Elsevier.
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que ocurren antes y durante el movimiento (Schepens y Drew 2004). Los APA preparatorios (pAPA), que
ocurren antes del movimiento voluntario de las extremidades, mantienen la estabilidad postural
adaptándose a cualquier fuerza desestabilizadora (Horak 2006). El complejo control de los APA en los
músculos del tronco que ocurren durante los movimientos de las extremidades superiores (Lee et al.
2007) resalta la necesidad de comprender este proceso para un tratamiento eficaz del paciente
neurológico.
Las acciones previstas implican una planificación motora a un nivel superior, incluido el
cerebelo, los ganglios basales y la corteza cerebral, y forman mecanismos de retroalimentación
para adaptar los sistemas motores y sensoriales sobre la base de la experiencia previa. Aunque la
corteza puede influir en las actividades de control postural y equilibrio, están reguladas por
sistemas del tronco del encéfalo (fig. 2.2). Las respuestas automáticas a perturbaciones
inesperadas ocurren sobre la base de información visual, vestibular y somatosensorial continua.
El reclutamiento de la musculatura apropiada para producir estrategias rápidas de control
postural involucra los sistemas descendentes mediales, incluidos los sistemas vestibuloespinal y
reticuloespinal pontino. Actúan sobre los músculos axiales y proximales, y participan en el
mantenimiento de la postura erguida y la integración de los movimientos de las extremidades
con el tronco. Los sistemas descendentes laterales, incluidos los sistemas corticoespinal y
rubroespinal, son responsables del reclutamiento de los músculos distales y, por lo tanto, apoyan
el control postural mediante la producción de movimientos selectivos (Ruhland y Le van Kan
2003; Schepens y Drew 2004; Lalonde y Strazielle 2007). En pacientes con disfunción neurológica,
suele haber un sesgo de daño sistémico que resulta en diferentes presentaciones.
Un problema principal en muchos pacientes es la debilidad del impulso neural de los músculos
posturales, lo que conduce a dificultades para producir una actividad antigravedad adecuada
para un movimiento coordinado suave. La debilidad muscular y la reintegración de la información
aferente contribuyen a la inestabilidad postural en el accidente cerebrovascular (Marigold et al.
2004). Esto conduce a estrategias de fijación que impiden que el paciente desarrolle un
movimiento adaptable y limita sus opciones de movimiento. Curiosamente, se han identificado
APA reducidos con posturas asimétricas del miembro inferior durante la abducción del miembro
superior en adultos sanos (Aruin 2006).
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control postural
La variabilidad del movimiento humano está relacionada con el control postural y permite
un comportamiento funcional adaptable (van Emmerik y van Wegen 2000). Hay pocos
argumentos en la literatura sobre la importancia del control postural para un movimiento
eficiente (Pollock et al. 2000; Massion et al. 2004; Kibler et al. 2006). Implica la capacidad de
orientar y estabilizar el cuerpo dentro de la fuerza de la gravedad utilizando mecanismos de
equilibrio adecuados.
La recuperación del equilibrio es un componente crítico para lograr la independencia en las
actividades de la vida diaria (Lundy-Ekman 2002). La capacidad de mantener el centro de masa
del cuerpo dentro de un límite específico está dictada por la eficiencia de los mecanismos de
equilibrio del individuo. Por lo tanto, los límites de estabilidad que se refieren a los límites en los
que un individuo puede mantener su equilibrio sin cambiar la orientación del cuerpo con
respecto a la base de apoyo también son individuales.
El análisis de la alineación postural es una característica importante del proceso de
evaluación (Lennon y Ashburn 2000). Los terapeutas Bobath analizan la postura y el
movimiento a través de la alineación de puntos clave entre sí y en relación con una base de
apoyo determinada. Los puntos clave se describen como áreas del cuerpo desde las cuales
se puede controlar más eficazmente el movimiento (Edwards 1996). Se dividen en puntos
clave proximales, distales y centrales. El distal se refiere a las manos y los pies; el proximal a
la cintura escapular, la cabeza y la pelvis; y la central a la región torácica media. Estas áreas
tienen una interrelación dinámica entre sí mediante el control activo de la musculatura
corporal en una orientación tridimensional. Es importante reconocer que estos puntos clave
se relacionan con unidades funcionales (Gjelsvik 2008): por ejemplo, la pelvis se relaciona
con la interacción entre las caderas y la columna lumbar e incluye todas las articulaciones y
músculos involucrados.
Las alineaciones de puntos clave, dentro de una postura, se describen como conjuntos posturales.
Este es un medio para identificar las conexiones activas entre segmentos del cuerpo en diferentes
posturas y permite al terapeuta desarrollar hipótesis sobre cómo se ha estado moviendo el paciente y
cómo podría intentar moverse. Un conjunto postural refleja un movimiento detenido. La postura se
puede evaluar en situaciones estables y dinámicas para analizar la actividad funcional. Hay conjuntos
posturales básicos que forman parte de los movimientos funcionales, que incluyen estar de pie, en
decúbito supino, sentado, de lado, de pie y boca abajo.
El control del nivel apropiado de actividad neuromuscular en relación con una postura
determinada y un objetivo funcional requiere que el sistema nervioso ajuste el tono postural de
manera adecuada. Este está relacionado con el efecto de la gravedad y la base de apoyo, y se
adapta continuamente con respecto a las cambiantes demandas ambientales para contrarrestar
la fuerza de la gravedad. La actividad espinal descendente normalmente adapta el tono muscular
postural a través de sus influencias en los circuitos de la médula espinal. Esto permite que los
músculos estén más o menos apropiadamente rígidos o flexibles para permitir una alineación
adecuada para la estabilidad y el movimiento.
El conocimiento de las condiciones de soporte sólo es posible si la relación con la
base de soporte no es simplemente biomecánica sino una interacción propioceptiva
entre el cuerpo y el entorno de interfaz. La base de apoyo actúa como punto de
referencia para el movimiento dentro de una postura y para el movimiento de una
posición a otra. La calidad de la interacción con la base de apoyo no es sólo
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No se ve afectado por los segmentos del cuerpo que interactúan directamente con el medio ambiente, sino por la
alineación dinámica de todos los segmentos del cuerpo.
Estrategias de equilibrio
Las estrategias de equilibrio permiten la organización del movimiento en un marco de control
postural. Son patrones de movimiento o adaptaciones en los músculos, resultantes de
mecanismos de retroalimentación y retroalimentación que están influenciados por el aprendizaje,
la experiencia y los estímulos sensoriales. Los ajustes posturales preparatorios (pAPA) son
estrategias de equilibrio anticipatorio que preparan el cuerpo para el movimiento mientras que
los APA que lo acompañan ocurren durante el movimiento. Las estrategias de equilibrio reactivo
permiten que el cuerpo responda a desplazamientos inesperados.
Los APA preparan el cuerpo para los desplazamientos de movimiento esperados y, por lo
tanto, son importantes para mantener la orientación postural durante la actividad
funcional. Ocurren en los músculos, justo antes o junto a los movimientos focales, para
estabilizar el cuerpo o sus segmentos durante la ejecución del movimiento (Schepens y
Drew 2004). Dependen de la experiencia y, por lo tanto, son respuestas aprendidas
modificadas por retroalimentación (Mouchnino et al. 1992; Massion et al. 2004).
Los patrones de activación muscular preprogramados, en sinergias, permiten APA que permiten
lograr una alineación postural eficiente y estabilidad central contra las fuerzas potencialmente
desestabilizadoras de un movimiento esperado. Los APA permiten la estabilidad de un segmento del
cuerpo para la movilidad de otro durante el movimiento funcional. Por ejemplo, se ha demostrado que
el reclutamiento adecuado de los músculos centrales puede aumentar la capacidad de activación
muscular en las extremidades (Kebatse et al. 1999; Kibler et al. 2006).
La alteración del control postural puede provocar retrasos en los APA, alteración de la
secuencia temporal y disminución de la amplitud de las respuestas posturales (Slijper y Latash
2000; Dickstein et al. 2004). Después del daño al sistema nervioso y la posterior interrupción de la
actividad postural, las respuestas de equilibrio comúnmente se basan más en respuestas que en
anticipaciones, debido a la falta de mecanismos de retroalimentación apropiados. Un elemento
clave de la intervención de rehabilitación es garantizar que los patrones de activación muscular
que producen APA que dan como resultado, por ejemplo, una mayor estabilidad central, se
recluten adecuadamente durante la reeducación de una actividad funcional eficiente. Las
estrategias posturales incluyen la estrategia del tobillo y la cadera, reacciones de pasos, agarre
con la mano y extensión protectora de las extremidades superiores.
Las estrategias de tobillo y cadera se utilizan para mantener una base de apoyo fija, mientras
que las otras se relacionan con cambiar la base de apoyo. Se pueden utilizar indistintamente
dependiendo del entorno, pero a menudo los pacientes con disfunción neurológica dependerán
demasiado de la estrategia de la cadera (Maki y McIlroy 1999). Además, las estrategias de cambio
de soporte a menudo se utilizan prematuramente debido a la falta de actividad antigravedad
adecuada y controles de retroalimentación.
Patrones de movimiento
Todos los movimientos ocurren en patrones que están coordinados y siguen una
trayectoria apropiada con respecto a la tarea y el entorno. Los músculos están unidos al
esqueleto de tal manera que promueven movimientos que combinan flexión y extensión.
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Una comprensión del movimiento funcional como base para el razonamiento clínico
que ocurre con el daño del sistema nervioso afectará inevitablemente la función muscular selectiva y los
cambios plásticos se producirán rápidamente.
Para realizar adecuadamente tareas funcionales, los músculos deben poder generar
suficiente fuerza y tensión para superar la resistencia de la actividad y también deben
poder crear tensiones apropiadas, en longitudes específicas, de modo que se puedan
realizar movimientos funcionales selectivos. Las actividades funcionales pueden implicar la
producción de una actividad única, como levantarse de una silla, o una serie de esfuerzos
submáximos a lo largo del tiempo, como caminar, subir escaleras o correr. El primero
implicará la fuerza muscular, mientras que el segundo implicará ambos aspectos de la
fuerza y la resistencia (Trew y Everett 2005).
Los principios generales del entrenamiento muscular ahora son ampliamente aceptados,
aunque debido a la respuesta del individuo al entrenamiento, no es posible cuantificar la
prescripción de ejercicio específico, incluso en individuos sin daños neurológicos (Bruton 2002).
Para fortalecer los músculos dentro de un programa de rehabilitación, es necesario trabajarlos
hasta fatigarlos con una carga. Los músculos que normalmente estabilizan partes del cuerpo,
como el multífido, el transverso, el sóleo y el serrato anterior, deben reclutarse adecuadamente
para lograr la estabilización activa de las partes del cuerpo durante el entrenamiento de fuerza.
Esto garantizará la preservación continua de las relaciones apropiadas entre longitud y tensión, lo
cual es crucial para la preservación de una alineación y un movimiento eficientes. El uso del
trabajo muscular excéntrico puede conducir a mejoras tanto en la fuerza concéntrica como
excéntrica y crea una mayor generación de tensión dentro del músculo.
Aumentar el número de repeticiones aumenta la resistencia. La potencia muscular se
puede mejorar aumentando la velocidad y la explosividad de la actividad.
Se sabe que los efectos del entrenamiento de cualquier actividad son el resultado de muchos
subsistemas fisiológicos e implican comandos neuronales ordenados apropiadamente, así como
respuestas de tensión apropiadas de la estructura muscular. Se considera, cuando sea posible,
que las rutinas terapéuticas deben coincidir con las actividades de la vida diaria. Si se pueden
lograr rutinas de fuerza en situaciones funcionales, como durante la sentada y la bipedestación,
esto tendrá el mayor impacto tanto en el reclutamiento apropiado como en el estrés y la carga
apropiados en la estructura muscular para inducir la adaptación plástica requerida para mejorar
la función (Lieber 2002; Yang y otros 2006).
En la debilidad muscular, donde hay incapacidad para generar la fuerza adecuada para una
tarea, existen tres categorías de fuerza muscular: ejercicio asistido, ejercicio activo libre y ejercicio
resistido. La clasificación y el aumento de las cargas adecuadas son fuentes importantes de
información aferente que ayudarán a aumentar el reclutamiento de la actividad muscular
adecuada dentro de los rangos funcionales de control. Estas cargas se pueden dar:
Las repeticiones para mejorar la resistencia, los cambios de velocidad y la carga adicional son variables
que pueden aumentar el estrés, siempre que se controle cuidadosamente la capacidad de los músculos
para responder adecuadamente. Las consideraciones sobre los aspectos de fuerza y resistencia del
entrenamiento son importantes en el diseño y progresión de los programas en el hogar, asegurando
que se produzca un reclutamiento adecuado y apropiado junto con
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Concepto Bobath: Teoría y Práctica Clínica en Rehabilitación Neurológica
Velocidad y precisión
La capacidad de adaptar adecuadamente la velocidad y precisión del movimiento está
directamente relacionada con la calidad y selectividad de los movimientos en patrones
funcionales para lograr las tareas adecuadas. Se ha descubierto que los movimientos en
pacientes hemiparéticos son más segmentados, es decir, inconexos, más lentos y caracterizados
por una mayor variabilidad y por una desviación de la trayectoria de una línea recta (Archambault
et al. 1999). La relación entre velocidad y movimiento cualitativo está claramente documentada
(Cirstea y Levin 2000; Zijlstra y Hof 2003) y, a menudo, es muy difícil de lograr para el paciente
neurológico.
La velocidad está directamente relacionada con la tarea y por eso, por ejemplo, se necesitará una
velocidad diferente para coger un objeto que cae que para coger un vaso lleno de agua.
El aumento de la velocidad al caminar influye en la coordinación entre las extremidades en la
marcha hemipléjica (Kwakkel y Wagenaar 2002). Aumentar la velocidad de movimiento generará
más torque en las partes adyacentes del cuerpo y, por lo tanto, exigirá una mayor estabilidad. Por
tanto, normalmente se asociará con un aumento del tono muscular postural. Aumentar la
velocidad del movimiento requerirá una mayor flexibilidad y adaptabilidad de los músculos,
ESTRATEGIAS DE EQUILIBRIO
Interacción con la base de apoyo.
APA's y estrategias reactivas
Límites de estabilidad
FUERZA Y RESISTENCIA
Reclutamiento neuromuscular apropiado
Relaciones fuerza tensión/tensión longitud
Superar cargas
Mantener una actividad repetitiva
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Una comprensión del movimiento funcional como base para el razonamiento clínico
lo cual suele ser difícil para pacientes con problemas tonales. El cerebelo está asociado con el
control de la velocidad del movimiento (Halsband y Lange 2006) y desempeña un papel
importante en la coordinación y el control del movimiento. Modificar la velocidad de una
actividad puede ser una adaptación útil dentro de la terapia que puede usarse como un aspecto
de la progresión para ayudar a crear un movimiento flexible más adaptable.
La Figura 2.3 describe un marco de los requisitos para la eficiencia del movimiento
basado en la información analizada en esta sección.
Resumen
Los terapeutas, utilizando el concepto Bobath, buscan permitir a sus pacientes maximizar la
adquisición de control postural y movimiento eficiente a través de la manipulación de
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Concepto Bobath: Teoría y Práctica Clínica en Rehabilitación Neurológica
• Plasticidad neuromuscular
• Práctica precisa
• Variable
Fuerza y
resistencia • Metas significativas
• Tareas apropiadas
• Adaptaciones de tareas
• Parte/tarea completa
Figura 2.4Modelo que describe las características clave del control motor y el aprendizaje motor utilizado como base para el
razonamiento clínico.
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