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en el aprendizaje
Defago, Marisa (Marzo 2011). Recuperado de: Estrategias para acompañar a niños con dificultades en el
aprendizaje - Departamento de Acompañamiento SP - VC (google.com)
Hay algunas estrategias generales que sirven para paliar los efectos negativos que la inatención,
la inquietud, la impulsividad y otras características pueden ocasionar en el alumno. El objetivo
de estas estrategias es evitar o retrasar en la medida de lo posible la aparición de problemas
académicos y de comportamiento, y ayudarlos a ir compensando sus dificultades para avanzar
en su desarrollo con una buena autoestima.
Colocar de preferencia al alumno en la primera fila, al centro, así se reducen las distracciones,
permite supervisarle con mayor frecuencia y uno se puede dirigir a él de forma más discreta.
En un salón con niños que tienden a la distracción e inquietud, sería importante quitar todos los
carteles, mapas, posters, etc. que no sean relevantes, o en todo caso ponerlos en las paredes de
los lados o de atrás. Incluiría también objetos atractivos que pudiera haber en la mesa del
profesor.
Otra recomendación sería rodear al niño de compañeros tranquilos, trabajadores y pacientes con
los que tenga buena relación. Tener presente el irlos rotando por lo que estos niños suelen
distraer a sus compañeros también.
El profesor tiene un papel importante en la educación escolar del alumno. Para niños con
notables tendencias a la distracción, inquietud motriz e impulsividad, ciertas características del
profesor pueden resultar beneficiosas:
- Organización: Las cosas bien preparadas y avisadas con tiempo ayudan al alumno
a organizar su trabajo. Evitemos improvisaciones y sorpresas. Los alumnos necesitan
predictibilidad, para lo cual será necesario la anticipación al comienzo del día y de cada clase
o de cada cambio que pudiera darse. De preferencia anotando a un lado de la pizarra y se
puede ir borrando en la medida que se va haciendo.
Estrategias para acompañar a niños con dificultades en el aprendizaje Defago, Marisa (marzo 2011)
- Interés: Es importante que el profesor considere que él puede hacer algo para
conseguir mejoras en el alumno y que esté dispuesto a poner los medios necesarios
- Respetemos sus ritmos, suelen ir a un ritmo más lento y los aspectos temporales
influyen en ellos como en todos los alumnos, sólo que con mayor intensidad.
Muchas veces las estrategias que usamos con los demás niños no funcionan con ellos, resultan
insuficientes y es preciso añadir nuevas estrategias, más adecuadas a sus características
personales. Tengamos presente:
- La organización del profesor: Uno de los motivos por los que puede fracasar una
intervención en el aula es el incumplimiento de los pasos necesarios para desarrollarla por
parte del profesor o su rápido abandono cuando dejan de ser algo novedoso y se requiere
un esfuerzo de voluntad para mantenerlos. Para evitar esto es bueno tomar medidas
preventivas, incluyendo el desarrollo de las intervenciones individualizadas con los alumnos
en el desarrollo normal de la clase. Dos buenas costumbres:
1. Para los niños con un programa personal de trabajo u organización, hacer las revisiones
oportunas antes de empezar la sesión o en un momento de trabajo personal.
5 minutos al inicio a revisar con el alumno su programa personal y 5 minutos al final del día
para organizar el trabajo en casa y 1 minuto después de cada sesión para comprobar que
ha aprendido son de mucha utilidad.
Acabemos la sesión con una actividad especialmente atractiva para los alumnos. Un
requisito para participar en ella será haber cumplido unos objetivos de trabajo.
- Control de la atención:
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Dar dos veces las instrucciones: una general para toda la clase y otra en particular para los
alumnos con problemas, más explícita.
Durante las explicaciones utilizar técnicas activas para atraer la atención de los
alumnos, aunque pensemos que es responsabilidad de cada uno y que si no lo hacen es
desinterés: Puede tener dificultades reales para estar atento, para cualquiera es agradable
tener una clase entretenida. Tratemos que los ejercicios no sean monótonos.
Este aspecto puede crear mucha ansiedad al profesor. El mal comportamiento del alumno
estorba el desarrollo de la clase, puede crear un clima adverso al aprendizaje y sitúa al
profesor en una situación incómoda en la que puede ser enjuiciado como incompetente por
los padres de otros alumnos. La tendencia suele ser buscar una solución contundente que
elimine rápidamente el problema. Con estos niños lo habitual es que no aparezcan
resultados o que se desvanezcan rápidamente o que generan tensión dificultando además
el aprendizaje.
El mal comportamiento puede darse por el mero aburrimiento del alumno ante explicaciones
que ha dejado de entender. La estrategia es que cuanto más tiempo dedique el profesor a
preparar la actividad de enseñanza, a personalizarlas y a hacerlas interesantes para los
alumnos, menos tiempo tendrá que dedicar a resolver problemas de disciplina. Procuremos
que el alumno se sienta reforzado por su trabajo y por su comportamiento (el límite a partir
del que se considera que algo está bien no tiene por qué ser el mismo para todos). El
alumno tiene que recibir más comentarios positivos, elogios y premios que negativos y
regaños. Centrarse en los aspectos de comportamiento que se han elegido para el plan
personal del alumno (PPA) e ignorar otros problemas de comportamiento. (salvo que
sobrepase ciertos límites de respeto).
Hay que evitar enviar al alumno fuera de clase, salvo que la situación sea realmente
insostenible.
Dejar claro los puntos principales de lo que los alumnos tienen que aprender. Si es posible,
hacerlo por escrito con apoyos visuales y repasarlos personalmente con el alumno.
Procurar que la corrección de ejercicios que realizan los alumnos sea lo más rápida posible,
que se corrijan unos a los otros o que usen plantillas de autocorrección.
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· Evaluar al alumno
Cuando un profesor recibe a un alumno con notables dificultades para concentrarse, inquieto
o muy impulsivo, y las conclusiones de las sucesivas evaluaciones son que el alumno se distrae
con mucha facilidad, que no para quieto y que es muy precipitado, sólo está diciendo con otras
palabras lo mismo que sabía desde el principio. La evaluación tiene 3 funciones:
2. Detectar los puntos fuertes y débiles del alumno para identificar áreas y vías de mejora
3. Obtener datos sobre la eficacia de la enseñanza que han recibido los alumnos.
En el caso de alumnos con problemas de atención o excesiva impulsividad hay que tener en
cuenta que habrá características de la evaluación que favorezcan un mejor rendimiento y otras
que lo dificulten. El mejor sistema para evaluar a estos alumnos será el que tenga en cuenta sus
dificultades prácticas para demostrar lo que han aprendido. Las dificultades que más
frecuentemente van a aparecer son la menor capacidad de concentración, la dificultad para
trabajar de forma concentrada durante un período prolongado, la enorme vulnerabilidad ante las
distracciones, la impulsividad y la escasez de lenguaje interno que hace que afronte las pruebas
de evaluación de una forma poco estratégica, sin autodirigirse y sin utilizar “trucos” o alternativas
de solución que les permitan salir adelante en los aspectos más problemáticos.
Como resultado de estas dificultades, los alumnos pueden tener los siguientes problemas, sobre
todo en las evaluaciones escritas:
· Se quedan bloqueados, sin saber qué hacer, durante excesivo tiempo en preguntas que no
saben responder.
· Responden cosas que no les han preguntado, por mala comprensión de las preguntas.
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· Si el profesor da una explicación o hace una aclaración durante la realización de la prueba,
no la tienen en cuenta.
· Realizan ejercicios del mismo tipo de forma inconsistente: unos bien otros mal.
Ante estos problemas, sería conveniente introducir ciertas modificaciones en la forma de evaluar,
de modo que la evaluación del aprendizaje del alumno no se convierta, una vez tras otra, en una
evaluación de su capacidad de concentración, organización, autodirección y perseverancia.
Entonces, se debe dar prioridad a aquellas formas de evaluación que no supongan la realización
de un examen escrito, fundamentalmente, la observación del trabajo del alumno y pruebas
orales.
Si a lo largo de una unidad didáctica el alumno resuelve correctamente ciertos ejercicios, debería
suponerse que es capaz de resolverlos, aunque no siempre lo haga. Puede faltar automatización,
seguridad o incluso interés por hacerlos, pero no puede decirse que no sepa hacerlos. Por
ejemplo, puede suceder que el alumno resuelva correctamente cálculos en una prueba de
problemas, pero no aprueba una prueba de cálculo con operaciones de parecida dificultad (a
veces pasa por el mero hecho de que en la prueba de problemas tienen más tiempo). ¿Debería
considerarse que su nivel de cálculo es insuficiente? Si el alumno aprueba un control de verbos,
pero en el examen general del tema se incluye una pregunta de verbos y falla, ¿se debe
considerar que conoce los verbos estudiados o no?
Entonces…
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- Adaptar la forma de los exámenes escritos para facilitar el trabajo del alumno.
- Dar tiempo necesario para que el alumno realice las pruebas de evaluación, alargando
la sesión, o mejor, repartiendo el trabajo entre varias sesiones.
Tareas escolares
Respecto a las tareas para casa debemos considerar que los niños con características de TDAH
suelen tener 3 factores adversos:
1. Por sus propias características, cualquier trabajo que requiera cierta organización y esfuerzo
intelectual les va a costar más tiempo que a otros compañeros.
3. Si siguen un tratamiento médico, en este momento ya suele haber concluido el efecto del
medicamento.
En cualquier caso, como las tareas son una realidad y estarán presentes en lo cotidiano, conviene
tomar algunas precauciones para conseguir la mayor eficacia:
2. Valorar la tarea en su justa medida: Parece justo que las tareas supongan un 20% de la
calificación. Hay que cuidar es que el alumno que no las realiza adecuada mente obtenga una
valoración negativa por no realizar adecuadamente las tareas, ya que puede ocurrir que reciba
dos valoraciones negativas: por no realizar adecuadamente las tareas y por mala actitud.
Por lo general las prácticas motivacionales formuladas se plantean en forma muy general y poco
operativa, hay múltiples maneras de concretarlas en el trabajo de clase, por ejemplo:
· Relevancia:
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- Relacionemos los contenidos de aprendizaje con aspectos de la vida cotidiana: Temas
de actualidad, experiencias de los alumnos).
- Mencionar la utilidad de los conocimientos que se están trabajando. Intentar dar una
aplicación práctica al trabajo de los alumnos. Las expresiones escritas pueden ser más
interesantes si van a formar parte de un periódico escolar, que si sólo serán leídas y
corregidas por el profesor.
· Elección:
· Éxito:
- Las medidas que mejor pueden conducir al éxito personal serán refuerzo, apoyo,
adaptaciones en el contenido, respeto de ritmos y tiempos y en la forma de evaluar.
· Colaboración:
- No podemos dar por hecho que los alumnos saben trabajar en grupo, necesitan
supervisión y orientación por parte del profesor.
Los chicos con características como problemas de atención, inquietud e impulsividad, entre otras,
la motivación para el trabajo escolar no es su punto fuerte:
La motivación intrínseca: incluso cuando tienen iniciativa para trabajar les resulta difícil
perseverar. Una de los síntomas del TDAH es evitar aquellas tareas que supongan un
esfuerzo mental sostenido.
Para evitar prácticas inconsistentes, conviene observar que en ningún momento se plantea la
motivación como tratar de convencer al alumno de que el curso es importante para su vida o que
es muy interesante, o apelar al “tu puedes, tu eres capaz”. Tampoco parecen adecuadas las
estrategias basadas en la “mano dura”, que crean un clima insatisfactorio para el alumno, en el
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que resulta más habitual recibir regañinas y castigos que reconocimiento y felicitaciones
acelerando la aparición de conductas de evitación del trabajo escolar.
Promover el autocontrol:
En teoría, la enseñanza del autocontrol es muy sencilla, se trata simplemente de enseñar a los
alumnos a:
- Proponerse objetivos
En la práctica, el aprendizaje del autocontrol es una difícil tarea para toda la vida, así que sólo se
puede esperar conseguir con los alumnos algunos aspectos de este aprendizaje. Para ellos
considero importante:
- Organizar las intervenciones de forma que vaya siendo cada vez menos necesaria la
supervisión de los adultos. Para esto, las intervenciones están organizadas según niveles.
Al fin y al cabo, la idea no es paliar las consecuencias de los problemas del alumno, sino
que se pretende educarle en la responsabilidad y a autodirección.
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