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Dinámicas emergentes: Uno de los rasgos distintivos de este breve pero intenso
período fue una recomposición de la clase trabajadora consolidada conformada por un
sector de la clase obrera calificada inserta en grandes y medianas empresas de los
sectores más dinámicos de la economía (automotrices, petroquímica, siderurgia,
minería, agroindustriales, entre las principales) y la recuperación del sector asalariado
de las clases medias bajas. Unos y otros apoyados en el fortalecimiento de los
sindicatos tanto en su densidad como en su capacidad para negociar los salarios,
fueron mejorando su posición relativa en la estructura social al tiempo en que se
profundizó una tendencia precedente: la frontera entre los trabajadores asalariados no
manuales y manuales se volvió más difusa por una participación económica creciente
de los obreros. En este marco, el movimiento sindical, dejó atrás la política defensiva
de la década de 1990 contra los despidos, el desempleo y la flexibilización laboral, y
desarrolló una política ofensiva orientada hacia el aumento de salarios, la disminución
de las condiciones de explotación y la ampliación de la cobertura laboral junto a la
sindicalización de los trabajadores. Estas problemáticas difieren del incremento de la
exclusión, la marginalidad y los nuevos pobres que caracterizaron a la década de
1990. El progresivo incremento de los salarios a través de la negociación colectiva,
acompañado por un proceso de disminución de las desigualdades salariales tendió a
mejorar la posición relativa de los obreros calificados en la estructura social,
obteniendo en ocasiones mejoras salariales más altas que sectores asalariados de las
clases medias “fuera de convenio” y otros cuenta propia o pequeños propietarios de
capital. Esta dinámica impulsa la regeneración de dos tipos de problemáticas en la
estructura social: i.) Por un lado, se observa un retorno de los conflictos de clase por la
apropiación del ingreso típicos del modelo de acumulación capitalista basado en la
Industrialización por Sustitución de Importaciones en el que la relación salarial se
extendía en el mundo del trabajo. Palomino y Trajtemberg trazan un recorrido de la
negociación colectiva desde la década de 1990 hasta la actualidad, mostrando que la
misma experimentó desde 2005 un crecimiento exponencial: mientras en la década
pasada los convenios colectivos de trabajo rondaban en promedio los 200, en 2011,
alcanzaron los 1600, una cifra ocho veces mayor. También se incrementaron los
conflictos laborales con paro y la cantidad de huelguistas, en particular en el ámbito
público. El impulso de la economía y de la inflación, le otorgan un carácter conflictivo al
período en la carrera por la distribución del ingreso. En un trámite acelerado, los
obreros y parte de los trabajadores de cuello blanco fueron experimentando mejoras,
obteniendo incrementos salariales por encima del aumento de precios, al tiempo que
mejoró el perfil distributivo. ii.) Por otro lado, se manifiesta en la estructura social una
aceleración de procesos de “inconsistencia de estatus”, en la medida en que el estrato
formal y calificado de la clase obrera ha adquirido mejoras económicas periódicas en
un contexto inflacionario que les permitió sobrepasar en la carrera por apropiación del
ingreso a un sector significativo de las clases medias. Estas últimas apoyadas sobre
una pretensión de mayor prestigio social desarrollan actitudes y comportamientos
reactivos al avance de los obreros al tiempo que buscan imitar sus prácticas de
afiliación sindical. Los estratos de clase media conformados por profesionales,
docentes, empleados públicos, empleados de oficina de grandes y medianas
empresas, ampliaron sus fronteras y mejoraron su posición económica en relación al
período de crisis e incluso la década de 1990, contribuyendo a abrir canales de
ascenso desde las clases populares, sobre todo para los hijos/as del sector más
calificado e integrado. Si bien la tendencia dominante de los años recientes ha sido la
Resumen de Nico Maggi
EJE 2: La nueva cuestión social: La nueva configuración social luego de los ’90,
características de los grupos dominantes, fragmentación de las clases medias y
sectores populares. Pobreza y exclusión social. Indicadores LP, NBI, vulnerabilidad
Resumen de Nico Maggi
En 1776 España reorganiza el territorio con la creación del Virreinato del Río de la
Plata. A partir de ese momento, se irán configurando otros espacios que van a ir
adquiriendo cada vez más importancia en el intercambio comercial y va a ir sentando
las bases y condiciones de la posterior centralidad del puerto de Buenos Aires. La
expulsión de la clase comercial (judíos y musulmanes), sumada a que la unidad
política no le correspondió una unidad administrativa y tributaria dificultó el desarrollo
manufacturero de España, que presentaba un desarrollo muy pobre respecto a de
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Por su parte, Briceño Ruiz (2013) lo caracteriza como un período que se destaca por
el fin de la hegemonía de la “integración abierta” y Alves Teixeira y Desiderá Netto
(2012) definen el período como el del resurgimiento del regionalismo desarrollista
opuesto al regionalismo liberal. Desde esta perspectiva, podemos observar un
enfrentamiento entre un creciente regionalismo autónomo —que cuestiona el papel de
periferia en el orden mundial e intenta establecer estrategias de desarrollo endógeno y
construir un bloque de poder regional— y el regionalismo dependiente —que no
cuestiona el lugar de periferia y el papel en la división internacional del trabajo,
privilegia la alianza con “Occidente” (en particular con EEUU) y busca estrategias de
adaptación al capitalismo mundial—, generalmente denominado como un regionalismo
abierto al mundo, centrado en el libre mercado. El avance del regionalismo
autónomo llega a una de sus máximas expresiones de avance en febrero de 2010
con la constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericana y Caribeña
(CELAC), acuerdos estratégicos con China y Rusia por parte de los países del eje
ALBA-MERCOSUR en 2014 y 2015, que se profundizan a partir del conflicto en
Ucrania y la agudización de las tensiones entre las fuerzas unipolares y las fuerzas
que pretenden avanzar en el multipolarismo.
Los acuerdos de los BRICS en la cumbre de Fortaleza (Brasil) en julio de 2014 para
crear una nueva arquitectura financiera mundial son parte de este avance. A su vez,
debemos sumar la profundización de los acuerdos de inversión, swaps con los Bancos
Centrales, acuerdos en los foros internacionales y los acuerdos en materia político-
estratégica de Rusia y China en la región con los países del ALBA-MERCOSUR.
Aunque todo ello tiene el riesgo de establecer acuerdos sin conformar un bloque de
poder propio, con negociaciones individuales por país, manteniendo el carácter de
países abastecedores de materias primas a un nuevo centro industrial mundial y, por
lo tanto, manteniendo relaciones asimétricas de dependencia.
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La Alianza Pacífico, junto con el Acuerdo Trans-Pacífico están en línea con la visión
del polo de poder angloamericano de avanzar en el terreno económico-financiero,
desplazar a otras potencias y debilitar la construcción de un bloque regional de mayor
autonomía geopolítica que amenace sus posiciones dominantes En respuesta a la
Alianza Pacífico y al freno relativo de la UNASUR, se intentó producir una integración
cruzada entre los países del ALBA y del MERCOSUR para fortalecer un bloque
regional. Ello se observa a partir de la dilatada incorporación de Venezuela al
MERCOSUR, la firma de un protocolo en ese mismo año para la incorporación de
Bolivia y los acuerdos para la incorporación de Ecuador. Con estas incorporaciones, el
MERCOSUR controlaría las mayores reservas energéticas, minerales, naturales y de
recursos hídricos del planeta y pasó a constituirse como el bloque con mayores
reservas mundiales de petróleo.
Por otro lado, entre Argentina y Brasil se produce el 25% de la proteína vegetal del
mundo. Además, la región posee el 55% de las reservas mundiales de litio, elemento
central para el almacenamiento de energía cuya demanda se ampliará enormemente
con el desarrollo de la industria automotriz con motorización eléctrica. Sin embargo,
durante estos años no pudieron resolverse los problemas de complementación
productiva, la debilidad de las cadenas de valor regionales y la falencia en el desarrollo
de núcleos productivos-tecnológicos estratégicos para el desarrollo endógeno de las
fuerzas productivas. Estas debilidades se hicieron más visibles con la caída del precio
de los commodities, tras el conflicto en Ucrania, que achicó enormemente los ingresos
de la región. Es decir, se vuelven evidentes los problemas de primarización de estas
economías, su grado de concentración y de extranjerización, y su falta de integración.
La debilidad en el plano económico para realizar los objetivos que se propone, intentó
compensarse en el espacio MERCOSUR-ALBA a través de la conformación de una
identidad latinoamericana y el fortalecimiento de los vínculos a partir de las
coincidencias políticas, pero que no superaron en general los acuerdos entre
gobiernos. La demora en la construcción de un “Estado Continental” es un gran
problema que impide tener a la región la estatura política suficiente que le permita ser
un actor mundial con proyecto propio. La mirada integradora del regionalismo
autónomo siguió gobernada por la concepción de articulación de “Estados nacionales”,
lo cual constituyó una traba fundamental para el desarrollo regional. Este nuevo
escenario, con las presiones sobre la región que se multiplicaron por la agudización de
las contradicciones y tensiones mundiales, las propias debilidades señaladas y el
estancamiento del proceso de integración generaron una situación de reflujo, pero no
necesariamente de fin de ciclo del regionalismo autónomo. El avance a nivel
gubernamental en el núcleo del MERCOSUR (Argentina y Brasil) de fuerzas que se
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Este debate pone en discusión la relación de la región con los distintos bloques de
poder, los modelos de desarrollo social y los modelos de integración, en un escenario
multipolar de crecientes tensiones. Un escenario donde los bloques centrales se
enfrentan, en un mundo en transición y crisis capitalista, a los desafíos de poderes
emergentes que cuestionan el viejo orden mundial en crisis y el nuevo orden de
gobernanza global pensado por los actores dominantes del viejo orden.
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Proyecto hegemónico inglés: A fines del siglo XVIII se produce la disgregación del
imperio español. España no logra superar su etapa mercantil y se hace cada vez más
dependiente de los centros industriales. Para esta época las industrias textiles
ocupaban un lugar indiscutible y los artículos manufacturados provenientes de lana,
seda y lino representaban los mayores volúmenes de intercambio comercial. Francia e
Inglaterra eran los grandes competidores en este comercio mundial. Francia llevaba
cierta ventaja hasta el advenimiento del maquinismo que se pondrá en manifiesto en la
Revolución Industrial. Estos inventos aplicados al campo de la industria por parte de
Inglaterra fueron una respuesta a las oportunidades comerciales que eran cada vez
mayor, pero en un principio la economía inglesa depende de la expansión de los
comercios extranjeros, lo que le daba la oportunidad de colocar productos en zonas
marginales de otras potencias (como América Latina).
Estados Unidos: Hacia mitad del siglo XVII el norte y el sur eran exportadores de
materias primas, pero en el norte existía manufactura de autoconsumo desarrollado
por artesanos. En el sur no se manufacturaba nada, tenían cultivo de plantaciones
para la exportación. Las características del norte hicieron posible comerciar con el sur
y con países tropicales, dándose el desarrollo industrial sobre la base de un
colonialismo interno que los sectores manufactureros del norte sobre el sector
agrícola en su conjunto. Este territorio poseía la ventaja de que el 40% del
abastecimiento mundial de hierro provenía de allí y además poseían la mitad de los
yacimientos de carbón en un mundo donde la base de las industrias está dada por el
uso de estos dos materiales. Se le suma a su vez sus riquezas naturales (dos
océanos, entorno geográfico excepcional) y el constante crecimiento del mercado
interno debido a las corrientes migratorias. Luego de la guerra civil ingresa, en la era
del ferrocarril, hay una transformación de la agricultura. Esta fue una gran
característica de la nación que lo convirtió en el granero del mundo, teniendo un
crecimiento económico cada vez mayor. Comienza a explotar las debilidades de
Inglaterra y en 1850 se inicia la expansión continental y más tarde la extracontinental,
en búsqueda de materias primas para el desarrollo de la manufactura, las que no
tenían en cantidad suficiente (caucho, seda) En 1880 se termina en EE.UU la época
del libre campismo, más tarde se produce la fusión de la industria y de los bancos que
tendrá efectos en la construcción de una nueva hegemonía.
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una potencia central y naciones periféricas más débiles, sino que además abarcan
países con un considerable grado de desarrollo. La URSS (oriente) como potencia
militar a nivel internacional cuestiona las bases mismas del sistema capitalista y
determina un reordenamiento global del conjunto. Paralelamente EE.UU se presenta
como potencia dominante del sector occidental. En este marco se estructura el Plan
Marshall y comienza un proceso de internalización de capitales con la
correspondiente expansión de las grandes corporaciones estadounidenses cuya
finalidad no es meramente económica, sino también política: se trata de frenar el
avance soviético.
3. La configuración espacial
3.1. El Litoral: La evolución del Litoral desde mediados del siglo XVIII hasta mediados
del siglo XIX está caracterizada por: el desarrollo del puerto y la configuración de un
área comercial; y por la formación de una zona productiva ganadera en torno del
mismo.
A. El sector comercial
A. Hasta 1776 Buenos Aires era puerto cerrado. La región litoral se desarrolló
autosuficientemente mientras la región dinámica era la del Alto Perú, que encontraba
salida por Lima y se conectaba con el Interior argentino. No obstante, antes de 1776,
Buenos Aires experimentó un alto desarrollo. Este había sido posible por el tránsito de
mercadería hacia el Interior, la actividad de los marinos franceses y el contrabando por
ingleses y portugueses desde Colonia.
B. A lo largo del siglo XVIII, la presión de los países imperiales que ansiaban
incorporarse al comercio americano comenzó a hacerse sentir en el Río de la Plata;
esto representa la primera acción de la variable externa y la primera vinculación con el
mercado mundial. Desde principios de siglo se dio una fácil comunicación con el
mercado mundial. Buenos Aires se convirtió en el puerto de entrada de los productos
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europeos y de salida de la plata potosina. Hacia fines del siglo la plata representaba el
80% de las exportaciones por Buenos Aires. El carácter básico de las inversiones: a
partir de un centro productor minero, Potosí, hay una traslación de excedente al sector
comercializador y exportador.
F. 1810 Inauguró una nueva coyuntura que alteró esa preeminencia de los
comerciantes porteños. En primer lugar, disminuyó su hinterland por los sucesivos
desmembramientos. La acción del nuevo Estado fue ineficaz para reconstruir su
hinterland. Por otra parte, el dominio inglés sobre las áreas coloniales comenzaba a
reafirmarse a partir de 1810. En Bs As, la libertad de comercio estuvo acompañada por
la radicación de un grupo de comerciantes británicos que terminaron desplazando a
los criollos. Hubo un cambio en los sectores inversores y un reordenamiento en el
sistema comercial, una disminución de las exportaciones que provocó un aumento de
importaciones. Otro mecanismo para saldar el déficit citado consistió en inversiones
locales de los sectores británicos en compra de tierras. Los desequilibrios básicos de
la economía portuaria van a ser compensados por la expansión ganadera.
B. La Ganadería
Desde 1810 los productos pecuarios abarcan el 90% del valor de los productos salidos
por Buenos Aires. Esta expansión de las exportaciones pecuarias originó la expansión
de la ganadería bonaerense, que se inicia en 1820 y se desarrolla sin cambios hasta
1850. Esa ganadería conformó algunos aspectos de la estructura económica-social.
El Estado no actúa como inversor directo, sin embargo, está controlado por los
ganaderos y su acción es decisiva como anticipo y ayuda del proceso inversor para
estimular el desarrollo ganadero.
2) La tierra debía ser barata para los ganaderos, y sobre todo no debía producirse la
especulación que suele acompañar a los procesos expansivos. La ley de enfiteusis de
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Rivadavia y las políticas adoptadas hasta 1852 tuvieron como resultado que la tierra
fuera entregada en grandes propiedades y a precios bajos. En este segundo aspecto,
el Estado sentó las bases de la oligarquía terrateniente bonaerense.
3.2. El Interior
A. La situación inicial, hacía del Interior la zona más floreciente del país. La producción
del Interior, se colocaba en un mercado de gran capacidad adquisitiva, el Interior se
comunicaba, por medio de contrabando, con centros comerciales portugueses del
Brasil, lo que lo convertía en un cruce de rutas comerciales.
E. Perdidos los beneficios para los inversores privados, la acción del Estado multiplicó
los efectos negativos. La fragmentación y la anarquía aumentaron el número y las
exigencias de los aparatos fiscales.
H. Esa situación comienza a ser superada cuando algunos sectores inician una
reorientación hacia la ganadería. En esta decisión operan los mismos factores
estimulantes que en el Litoral. Los grupos inversores fueron sectores que
anteriormente tenían poca importancia, que comenzaron a prosperar en cada una de
las provincias (como por ej. los caudillos).
4. Configuración del esquema urbano: A finales del siglo XVI habían sido fundadas,
con excepción de Catamarca, todas las ciudades que surgieron en el territorio
ocupado por los españoles y que corresponden a las tres corrientes colonizadoras que
penetraron en territorio argentino. Las ciudades resultado de ese afán fundador de los
primeros conquistadores dejaron configuradas desde entonces las líneas
fundamentales del esquema regional argentino. Las ciudades fueron, en primer lugar,
la concreción política y jurídica de la toma de posesión del territorio. La ciudad se
originó también como etapa de una ruta de conquista. A finales del siglo XVI quedaron
establecidas también las vías de comunicación entre las ciudades que ponían en
contacto a regiones muy diversas. El esquema regional se altera profundamente con la
creación del Virreinato del Río de la Plata. Buenos Aires, sede virreinal, tiene un
crecimiento y se convierte en el puerto de salida de la producción de metales
preciosos del Alto Perú.
El establecimiento de una activa ruta comercial entre el Alto Perú y Buenos Aires
estructura un esquema regional ahora centrípeto. Las ciudades reorientan sus
actividades en función de esa ruta, y cobran importancia las funciones comerciales, de
transporte y administrativas en detrimento de la producción. Durante el periodo
Virreinal, las distintas regiones y ciudades que integran el hinterland ven subordinado
su crecimiento a la actividad del comercio porteño. Con la Revolución se inicia una
nueva etapa y el periodo va de 1810 a 1830 muestra grandes alteraciones del
esquema anterior. La pérdida del Alto Perú, rompe el eje que integraba las diferentes
regiones al cortar el camino Potosí-Buenos Aires. Se inicia un periodo de
desorganización de las diferentes economías regionales y de destrucción de riquezas
como consecuencia de las campañas militares y las guerras civiles. Paralelamente se
da la decadencia de los grupos de comerciantes urbanos y funcionarios de la antigua
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Los excedentes demográficos de los países centrales se volcaron hacia las regiones
periféricas. Fueron emigrantes de zonas dedicadas a la cultura fundamentalmente. El
capital acumulado que no encontraba áreas rendidoras de inversión en la metrópoli,
halló en la periferia la solución a la tasa decreciente de la ganancia. La expansión
imperialista no solo aseguró el dominio del mundo a los países capitalistas, sino que
evitó su propia destrucción interna. El desarrollo capitalista trajo aparejado en los
países centrales un proceso de concentración y centralización económica que llevó a
la integración de las distintas ramas de la producción, el comercio y el financiamiento.
Si en la primera parte de la etapa el dominio de Inglaterra fue indiscutido, aparecieron
hacia su fin nuevos competidores (Alemania y EEUU), siendo las regiones periféricas
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del control de los que ya las tenían. Los excedentes originados en la expansión
agropecuaria fueron canalizados por la oligarquía, que logró mantenerse cerrada y
acrecentar su poder interno. Su eficacia fue mayor en la medida que logró superar las
divisiones dentro de la clase, consolidándose un sistema nacional de dominación en el
que quedaron delimitados los grupos hegemónicos. Esta cohesión interna se logró a
través de etapas:
● La escasa participación política tenía que ver con el carácter marginal de los
contingentes inmigratorios, para los que durante mucho tiempo fue indiferente
a la suerte del país; la lucha política que se producía no era más que la
competencia entre las facciones de la propia oligarquía para adueñarse del
poder. En cambio, la clase dominante trató de lograr un consenso del conjunto
de la población para los valores y objetivos de los grupos dirigentes.
En esta etapa la oligarquía gobernante recibía su poder tanto del control interno de la
producción como de su capacidad para negociar eficazmente con el exterior. Sin
embargo, la función primordial consistió en asegurar que el grueso del excedente fuera
remesado al exterior, quedando el productor local como último y modesto eslabón en
una larga cadena de beneficiarios. Esta tendencia se acentuó en épocas de crisis.
La Ley Sáenz Peña, que concretó en 1912 el sufragio universal, garantiza que los
viejos sectores dominantes no desaparecerían por completo de la escena política. El
triunfo del radicalismo significó la ampliación del sistema de poder, la incorporación de
vastos sectores y, en conjunto, la adaptación de la vida política a las pautas de los
países europeos. La oligarquía cedió el gobierno a un partido que contaba con apoyo
popular pero que, por sus mismas características, no aspiraba a modificar los
elementos básicos del poder, que permanecieron en manos de los viejos sectores. Su
acción de gobierno respetó los intereses agropecuarios; no se modificó el latifundio ni
se debilitó el poder de los frigoríficos; tampoco hubo política de promoción industrial.
En algunos aspectos secundarios el gobierno radical pudo adoptar posiciones
progresistas, mientras que los tibios intentos de nacionalismo económico, faltos de
proyecciones reales, fueron frenados por los grupos tradicionales, que conservaban
buena parte del poder efectivo. El radicalismo reunía, en equilibrio inestable y
delicado, a grupos de la oligarquía y a sectores medios; durante el gobierno de Alvear
ese equilibrio se rompió. Al tiempo que se retrocedía en aquellos aspectos políticos en
que el primer gobierno radical había avanzado, se organizó una tendencia anti
yrigoyenista, de carácter oligárquico. Solo la quiebra del sistema internacional en 1930
llevó a la crisis definitiva de este sistema político y a la restauración de la oligarquía.
3. La configuración espacial
A. Las inversiones extranjeras: Desde mediados del siglo XIX Argentina comenzó a
ser receptora de capitales europeos, que se hizo más intenso en el periodo 1880-
1914, decayó durante la Guerra Mundial y reapareció en la década del veinte. Esos
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El grueso de las inversiones británicas se orientó hacia los préstamos estatales, las
cédulas hipotecarias y los ferrocarriles y puertos, a través de los cuales las inversiones
operaron directamente sobre la producción. Las inversiones extranjeras controlaban
también la comercialización y elaboración primaria, así como las fuentes de
financiamiento. En esta etapa se construyó toda la red ferroviaria. Estas inversiones
tuvieron dos tipos de efectos distintos. A corto plazo los inversores ferroviarios
obtuvieron importantes beneficios. A mediano plazo, la red ferroviaria estimuló la
producción agropecuaria, posibilitando la colocación de los productos en los mercados
y haciendo rentable una actividad como la agricultura, que hasta entonces no se había
encontrado condiciones favorables para desenvolverse, el ferrocarril orientó la
producción en el sentido de las necesidades de la metrópoli. El ferrocarril cubrió
densamente zonas hasta entonces despobladas. El ferrocarril contribuyó también a
consolidar la posición de Buenos Aires como centro exportador-importador, sobre todo
luego de la construcción del nuevo puerto y la centralización de líneas férreas.
La tasa de los beneficios logrados por los inversores extranjeros era sensiblemente
inferior a la que obtenían los sectores locales con la especulación en tierras. Varias
causas explican esta división de funciones. En primer lugar, los inversores locales no
podían emprender esas inversiones básicas, las que valorizan las tierras; para los
extranjeros, la inversión cumplía la doble función de estimular el desarrollo industrial
metropolitano. Buena parte del capital provenía de pequeños ahorristas, para quienes
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La inversión extranjera escoge la zona más apta, tanto por los recursos naturales
como por los humanos, y realiza las inversiones en infraestructura que posibilitan el
desarrollo de la producción primaria en esa zona.
mercado externo; como Buenos Aires y los demás puestos litorales. Esto se debió a
diferentes factores:
● La posición del centro del poder administrativo hacia donde se derribaba parte
de los ingresos.
● Llevó a cabo la política de incorporación de tierras, que fue uno de los factores
dinámicos del crecimiento.
● Mantuvo una política monetaria y crediticia acorde con las necesidades de los
grandes productores agropecuarios, canalizando así el crédito externo.
● El papel del Estado inversor fue determinante como conformador del espacio.
El comportamiento del Estado fue decisivo en la concentración geográfica
argentina, que se refleja en la particular configuración de la red de los centros
urbanos.
Durante los primeros años del gobierno de Alfonsín hubo ciertos ensayos que se
propusieron reorientar el desarrollo, acorde al modelo de acumulación precedente.
Fines de los 80: el país se hundía en una grave crisis económica, con la caída de
inversión interna y extranjera, la fuga de capitales y récord inflacionario. Se da una
crisis hiperinflacionaria en 1989, impulsada por los grandes grupos económicos,
estos sucesos determinan el retiro de Alfonsín. Argentina a principios de los 90 era
una sociedad empobrecida y atravesada por desigualdades. 1989: significó el final de
un ciclo político-económico, tanto en el nivel internacional como nacional. El fin del
mundo bipolar abrió un espacio político-ideológico que sería ocupado por el
neoliberalismo (como pensamiento único). En los países latinoamericanos se da la
“década perdida”. La crisis hiperinflacionaria trajo una mayor caída del salario real, el
reemplazo de la moneda local por el dólar, desembocó en el acuerdo entre diferentes
actores sociales sobre ciertos puntos referidos al agotamiento del modelo de
integración social que el peronismo había puesto en vigencia, y la hiperinflación
terminó por afianzar las posturas que afirman la necesidad del mercado y un
achicamiento radical del estado. Además, confronta a los individuos con la pérdida
de los marcos que rigen los intercambios económicos, a través de la desvalorización
de la moneda nacional. La sociedad argentina asistía al final de un modelo de
integración social, siendo la crisis hiperinflacionaria la que sentó las bases para el
consenso neoliberal. La época que se abría revela una concepción diferente
respecto de la relación entre lo social y lo político, en el marco de un nuevo modelo
caracterizado por el aumento de la polarización social.
1998: se entra en un periodo de recesión profunda que llevaría al estallido del modelo
hacia fines del 2001.
La sumisión de la política a la economía. El primer rasgo y tal vez el más notorio del
"modelo argentino" fue sin dudas el alcance que tuvo la subordinación de la política a
la economía, como resultado del reconocimiento de la "nueva relación de fuerzas".
Está perdida de autonomía de la política con relación a la economía puede ser leída
en dos niveles diferentes. En primer lugar, la primacía de la economía adoptó
distintos registros de inflexión. El primero aparece reflejado en la retórica de
Menem, quien desde sus comienzos adoptó un discurso que aceptaba la pérdida de
autonomía de la política. Esta estrategia tenía dos objetivos mayores: subrayar el
carácter ineluctable de las reformas, para desactivar las críticas al nuevo programa; y
hacer desaparecer el carácter político de la decisión. La estrategia tendía a
despolitizar las decisiones, restandoles su carácter contingente, producto de una
situación de conflicto, al tiempo que enfatiza el carácter unívoco del camino
emprendido para encarar las reformas. El correlato de esta estrategia de borramiento
de la política fue que el espacio de la decisión pasó a estar concentrado en la
autoridad presidencial y su entorno.
Esta situación fue promovida por la misma tendencia del propio Partido Justicialista a
devenir "un sistema político en sí mismo" convirtiéndose en oficialismo y oposición.
Este modelo político de gestión fue potenciado por el estilo político peronista. La
práctica política de Menem se caracterizó por una estrategia de concentración
creciente del poder, orientada hacia el control y dominio de diferentes actores sociales.
Esta práctica le permitió a Menem disciplinar a vastos sectores sociales y estructurar
un nuevo consenso sin tener que pagar por ello altos costos políticos. Esta política de
concentración del poder se prolongó en la práctica de los gobernantes que sucedieron
a Menem, tanto De la Rúa, como Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner. Esta tendencia
a la normalización del "estado de excepción", visible en la concentración de poder en
el Ejecutivo y en la alteración de la división republicana de poderes, alcanzó dos
situaciones extremas: en primer lugar, en los poderes extraordinarios otorgados a
Menem durante la primera etapa de su gobierno, lo cual le permitió implementar por
decreto una política de reformas, en segundo lugar, la cesión de poderes otorgados a
Cavallo convertido en súper ministro en el último tramo de gobierno de De la Rúa.
En primer lugar, dentro del nuevo modelo de gestión adquiere centralidad la figura del
experto. La centralidad del saber-experto se vincula con el proceso de
desestructuración de la sociedad contemporánea, que tiene como correlato una mayor
reflexividad, a la vez institucional y personal. La profesionalidad y el conocimiento
colocarían al experto en una posición óptima para aprender el interés público o general
y para implementar las políticas más adecuadas. El modelo argentino ha encarnado
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La política del gobierno nacional apuntó a sostener las estructuras clientelares en las
provincias periféricas, postergando recortes en el empleo público provincial e
incrementando el flujo de recursos del gobierno central a las provincias, lo cual le
permitió garantizar la gobernabilidad que requería una política tan drástica de
reformas. El clientelismo fue integral a la racionalidad política de las reformas. El
nuevo estilo de decisión se aplicó sobre todas las áreas centrales de la economía
argentina, mediante la implementación sistemática de una política social focalizada y
la descentralización administrativa. Sus consecuencias fueron múltiples: trajo consigo
una orientación hacia una política social particularista destinada a aliviar la pobreza; la
descentralización implicó el de trasvasamiento de responsabilidades administrativas
del Estado nacional a los municipios y provincias. Ambos procesos conllevan una
reformulación de la relación con los sectores populares. En efecto, en primer lugar, la
focalización indica un claro giro de la política hacia el mundo de las necesidades
básicas mediante la multiplicación de las formas de intervención territorial en el mundo
popular.
El plan PAN fue una nueva estrategia de intervención social que se consolidan en el
nivel provincial para hacer finalmente implementados en escala nacional a partir de la
gestión de Menem.En la década del 90 emergió un entramado político constituido por
una red de nuevos militantes sociales fuertemente dependientes de la ciudad el
estado. El nuevo estilo de decisión generó cambios importantes en las estructuras
territoriales preexistentes. Gran parte de las organizaciones territoriales terminaron por
perder su autonomía relativa, subsumidas o neutralizadas por las estructuras
clientelares del partido justicialista. El impacto de la nueva política en la identidad
peronista de los sectores populares fue considerable. "desde abajo", el peronismo
perdió su carácter de contracultura política, para reducirse a una lógica de dominación
a través de las multiplicadas formas del clientelismo afectivo o las nuevas formas de
militancia social.
abajo", el nuevo modelo fue consolidando una matriz asistencial, a partir del desarrollo
de estrategias de contención de la pobreza, por la vida de la distribución de planes
sociales y de asistencia alimentaria las poblaciones afectadas y movilizadas.
Implica la estimulación del consumo interno, con el aumento del salario real. De
manera que aumenta la demanda y, por consiguiente, la producción. Esto brindó casi
30 años de crecimiento y llevó a lo que se conoce como “edad de oro del capitalismo”.
En este marco de crisis post guerra USA lleva a cabo el Plan Marshall el cual es un
proceso de internalización de capitales con la correspondiente expansión de las
grandes corporaciones estadounidenses cuya finalidad no solo es económica sino
también política porque buscan frenar el avance del bloque soviético.
poder en julio de 1989. Carlos Saúl Menem (partido justicialista) asume para ese
entonces. Fue en 1991 con el Plan de Convertibilidad que se afianza una estrategia de
desarrollo nítida en sus objetivos y en sus medios de implementación, que, en el plano
económico, retoma el modelo aperturista del gobierno militar pero ahora con un éxito
notable en el control de la inflación y en el crecimiento del producto bruto nacional, al
menos durante algunos años. A los inconvenientes generales que el modelo
aperturista arrastraba desde los años setenta, se agrega durante los noventa un
agravamiento de la vulnerabilidad externa de la economía.
En diciembre de 1999, el justicialismo fue desplazado del poder por una alianza de
partidos que llevó como presidente a Fernando De La Rúa, cuyo gobierno no cambió
la orientación aperturista prevaleciente hasta su renuncia anticipada a fines del 2001.
Entre 1980-1991 se acelera el aumento del cuentapropismo, aumenta el número de
empleadores varones, expansión ocupacional del sector terciario y volvió a disminuir la
mano de obra ocupada a la industria. Durante la década de 1980 hay un aumento del
desempleo, intensa precarización del trabajo asalariado donde la desocupación en el
2000 era más que el doble de 1991. Entre 1991-2000 fue prácticamente nula la
creación de empleo asalariado. Hubo una nueva y brutal devaluación de los títulos
académicos que indujo la abrupta irrupción del hiper desempleo ya que ahora para
conseguir empleo se necesita de más educación, pero para reciclarse se necesitan
ingresos que no se obtienen porque se está desempleado. A partir de 1991, el exitoso
control de la inflación que acompañó el Plan de Convertibilidad permitió que mejoraran
los ingresos reales de todos los grupos de perceptores. No obstante, esta importante
recuperación después de 1994 continuó la tendencia negativa de las remuneraciones
reales. Hay una desregulación de las antiguas protecciones de los trabajadores, ya
que las normas laborales se modificaron dando lugar a la precarización del trabajo
aumentando el trabajo en negro y la vulnerabilidad social. Con respecto a la estructura
social hubo una drástica desalarización de toda la estructura, aumento de la clase
obrera, crecimiento del estrato autónomo, abrupto incremento del estrato marginal, etc.
En cuanto a la movilidad social fue esencialmente descendente tanto desde el punto
de vista ocupacional como de la distribución de los ingresos.
II. El carácter constructivo del neoliberalismo refiere a que las técnicas de gobernación
propias del mismo tienen como propósito producir, fabricar un nuevo tipo de
subjetividad. A diferencia del sujeto moderno, diferenciado en sus fronteras jurídicas,
religiosas, institucionales, etc., el sujeto neoliberal se homogeniza como sujeto
emprendedor, entregado al máximo rendimiento y competencia, como un empresario
de sí mismo, que vive permanentemente en relación con lo que lo excede, el
rendimiento y la competencia ilimitada.
III. Las técnicas de gestión, los dispositivos de evaluación, los coach, los entrenadores
personales, los consejeros y estrategas de vida son el suplemento social del sujeto
neoliberal, quien vive al límite, en el goce de la rentabilidad y la competencia y
estableciendo consigo mismo la lógica del emprendedor que está a punto de fracasar
a cada paso. El stress, ataques de pánico, depresión, corrosión del carácter, lo
precario, lo líquido y fluido, etc, constituyen el medio en el que el sujeto neoliberal
ejerce su propio desconocimiento de sí, respecto a los dispositivos que lo gobiernan,
los cuales le reclaman que sea el acto de su propia vida, el que racionaliza su deseo
en la competencia y en la técnica de conducirse a sí mismo y a los demás:
management del alma.
IV. La racionalidad del neoliberalismo cumple con lo analizado por Heidegger respecto
a las estructuras de emplazamiento que provocan en el ser humano una presentación
de su existencia en forma de cálculo de sí, o lo planteado por Lacan en el Discurso
Capitalista, donde el sujeto ya sólo está condicionado por la plusvalía de goce. El fin
del neoliberalismo es la producción de un sujeto nuevo, íntegramente homogeneizado
a una lógica empresarial, competitiva, comunicacional, excedida todo el tiempo por su
performance. El neoliberalismo se extiende, no sólo por los gobiernos, circula
mundialmente a través de los dispositivos productores de subjetividad.
Resumen de Nico Maggi
La regla fue la diferenciación hacia el interior de las ramas industriales. Los ingresos
de los ocupados no asalariados, básicamente los de los cuentapropistas, siguieron un
proceso similar de concentración. El aumento en la desigualdad de la distribución de
sus ingresos es una consecuencia del creciente grado de subempleo que dicho
proceso refleja. Hasta mediados de los 70, los que trabajaban por cuenta propia
lograban ingresos adecuados al producir bienes y servicios con un nivel razonable de
productividad. La caída de la demanda de trabajo formal llevó a que las actividades
independientes comenzaran a ser consideradas como una alternativa frente al
desempleo. Muchos de los que pasaron a desarrollarlas se dedicaron a tareas de muy
baja productividad. Junto al deterioro de los salarios se mantuvieron en niveles
extremadamente reducidos los haberes jubilatorios.
Solo hacia 1989 comienza a dibujarse una propuesta articulada que se enmarca
en el paradigma neoliberal vigente a nivel mundial. Durante el primer año y medio
del gobierno justicialista, las preocupaciones estuvieron centradas en la resolución del
problema inflacionario y poco se avanzó en la implementación de medidas que
plasmarán los objetivos de reestructuración económica. Cabe destacar el irreversible
proceso de privatizaciones que implica la consolidación de nuevos grupos de poder en
los que se asocian capitales extranjeros y un puñado de empresarios nacionales.
Los cambios entre 1974 y 1989: Hacia 1974 la pobreza en el Conurbano Bonaerense
se concentraba en el grupo de los transicionales, es decir, los hogares que tenían
alguna necesidad básica insatisfecha, los niveles de ingreso eran relativamente
elevados. Gran parte de los transicionales estaban en un proceso de movilidad
ascendente. A lo largo de la segunda mitad de los años 70 disminuye la pobreza total,
se reduce en forma significativa la incidencia de aquellos hogares con NBI, pero casi
Resumen de Nico Maggi
Grupos de distinto grado de intensidad de la pobreza entre los pobres por NBI:
○ Vivienda precaria
○ Hacinamiento
○ Deserción escolar
Quizá lo que ambos sectores comparten sea apenas la certidumbre sobre los efectos
sociales que han provocado los sucesivos planes de ajuste y estabilización. La
reducción de los niveles inflacionarios que se advierten desde la puesta en marcha del
Resumen de Nico Maggi
Desarrollo temprano y salud: los logros en salud y educación están relacionados con
las condiciones socioeconómicas en la que vivimos, las habilidades parentales de las
condiciones en las cuales ellos han sido criados desde niños, cuanto menor será el
NSE de los padres, mayores las posibilidades de sufrir del estrés condicionado por la
situación de salud o financiera, y de transmitir el estrés a sus hijos en la forma de
relaciones conflictivas. Los niños que nacen en hogares con bajo NSE tienen mayor
prevalencia de problemas de salud física y mental, viven menos que aquellos
provenientes de sectores afluentes de la sociedad. La mayoría de los niños y niñas
gozan de las mismas potencialidades biológicas al nacer y es la calidad de
relacionamiento con los entornos lo que va modelando la capacidad de expresar
Resumen de Nico Maggi
Del empate social a la gran asimetría: Entre 1880 y 1930 las clases dominantes
argentinas se caracterizaron por un fuerte dinamismo social y económico. Durante
esta etapa las clases dominantes pusieron en marcha un proyecto modernizador que
trajo aparejada la integración socio- económica de vastos sectores de la sociedad. Sin
embargo, esta integración era acompañada por una tendencia política excluyente, con
una definición restrictiva de la democracia. Luego de la sanción del voto universal y
obligatorio en 1912, la gran dificultad de la elite dirigente sería consolidar a nivel
nacional un partido conservador. Por ello, los portavoces de privilegiados de las élites
serían las corporaciones tradicionales: Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Unión
Industrial Argentina (UIA); y por otro lado el Ejército. Así se arrancaba entonces el
proceso de conformación de una elite oligárquico-militar. Durante los años 30,
aparecen los núcleos identitarios de los sectores dominantes: liberalismo económico,
conservadurismo político y por último, el anti peronismo militante. Sin embargo, el
pasaje a un modelo nacional-popular implicaría importantes cambios en la estructura
económica del país, lo cual pondría en evidencia el declive de la burguesía
agropecuaria, así como la emergencia de un nuevo empresariado nacional, asociado
al desarrollo sustitutivo. La CGE, ilustraba la alianza entre un sector de la burguesía y
los sectores populares, promovida por Juan Domingo Perón desde el Estado. También
cabe destacar el rol de la UIA que estaba formada por grandes empresarios
pertenecientes a la elite tradicional argentina y que supo consolidar un grupo de
control con poder económico y fuerte influencia política que se mantuvo estable hasta
su colisión (política) con el peronismo. A pesar de que el programa de industrialización
sustitutiva le restaría dinamismo económico a la élite agropecuaria, seguiría
conservando una gran centralidad política, económica y también cultural. Luego en
1955, con la entrada en un periodo de democracia restringida, luego de 1955, coincidió
también con el avance de la internacionalización del capital; y a su vez este nuevo
escenario aceleraría la dinámica de la polarización política.
Un primer intento de poner fin a esta situación tuvo lugar durante el gobierno de
Onganía, en donde se estableció una alianza entre el estamento militar y las élites
burocráticas, vinculadas con los grandes grupos extranjeros. El resultado fue la
implementación de un “Estado burocrático-autoritario”
Finalmente, sería la última dictadura militar y bajo la gestión del ministro Martínez de
Hoz, cuando se sellaría el empate social, sentando las bases de un nuevo régimen
excluyente. El proceso de concentración se inicia en los 70, época en la cual se
interrumpe la industrialización sustitutiva y se produce una transferencia de excedente
desde el Estado a los grandes grupos económicos. Asimismo, se marca un reemplazo
de empresas nacionales por extranjeras diversificadas y/o integradas. De esta manera,
el programa de la dictadura militar permitiría a los sectores dominantes adaptarse a los
cambios, sin tener que renunciar a su núcleo identitario (liberalismo económico,
conservadurismo político y anti peronismo).
Uno de los grupos de interés que ilustra estas nuevas coordenadas sería ADEBA
(Asociación de Bancos de la Argentina) la cual no se opuso a la extranjerización. En el
caso de la Asociación de Bancos de la Argentina, decidió modificar sus estatutos para
poder representar también a los bancos extranjeros.
mimetización cultural de la élite con la clase política gobernante, una fascinación por lo
plebeyo despojado de su dimensión antagónica y contracultural, en una dinámica en la
cual se entremezclan y confunden ética de la ostentación y sentimiento de impunidad,
consumos suntuarios y afán de transgresión. Aunque acostumbradas a la distancia
social y las ventajas de los lugares protegidos, la modificación del espacio social trajo
consigo consecuencias importantes para las clases altas en términos de socialización
y sociabilidad. Así los nuevos espacios serán compartidos tanto por los antiguos como
los recién llegados a la élite.
Las clases medias en Argentina: A lo largo del siglo XX, las clases medias
latinoamericanas se constituyeron en un agente central en el proceso de desarrollo.
Según algunos autores esta centralidad se debe a la preocupación que las clases
medias manifiestan por la educación, siendo éste un instrumento por excelencia de
movilidad social y criterio distintivo. El arquetipo de estas clases sería el pequeño
propietario o el comerciante, o especialmente, las profesiones asalariadas empleadas
en el sector público. El modelo argentino parecía hacer referencia a dos componentes
mayores: por un lado, el progreso y la movilidad social ascendente y por el otro, una
cierta homogeneidad racial y cultural.
Ahora bien, a partir de los 90, la entrada en una sociedad excluyente tiró por la borda
esta representación integradora de la sociedad argentina, centrada en lo público. La
nueva dinámica excluyente puso de manifiesto el distanciamiento en el interior mismo
de las clases medias, producto de la transformación de la movilidad ascendente y
descendente. Dichas transformaciones terminaron de abrir una gran brecha en la
sociedad argentina, acentuando los procesos de polarización y vulnerabilidad social.
De esta manera, la entrada en una sociedad excluyente determinó que ciertas clases
medias se vieran empobrecidas y debieran desarrollar estrategias de sobrevivencia,
basadas en la utilización y potenciación de competencias culturales y sociales
preexistentes.
A fines de los años 80, el proceso de empobrecimiento de ciertas franjas de las clases
medias estuvo vinculado a la inflación y claro está, a la hiperinflación, esto es a la
pérdida del deterioro salarial y la pérdida del poder adquisitivo. Asimismo, tanto la
degradación de los servicios públicos como la privatización de los servicios básicos
(educación, salud, seguridad) contribuyeron fuertemente al empobrecimiento de las
clases medias por la precarización laboral y la inestabilidad.
Así, fue surgiendo lo que se conoce como “Nueva pobreza” caracterizada por ser en
términos urbanos, más difusa y dispersa. En algunos casos como el de los jubilados,
el empobrecimiento en las últimas décadas ha sido una notoriedad incontestable. En
otras situaciones, como la de los expulsados, tarde o temprano también terminó en
una relocalización urbana. La nueva pobreza entonces adoptaría nuevas dimensiones
urbanas.
Resumen de Nico Maggi
Podemos decir que la nueva pobreza tiene un carácter “intersticial” o “híbrido”, dando
cuenta de afinidades y semejanzas con los sectores menos consolidados en variables
tales como el nivel educativo o la composición de la familia, y a su vez revelaban cada
vez más la proximidad con los “pobres estructurales” en términos de ingresos,
características del empleo (subempleo) y ausencia de cobertura social. De esta
manera, los primeros testimonios de estas personas reflejan la desnaturalización e
incertidumbre para definir esta situación. Así, a finales de los 90, se posiciona dentro
de los sectores medios una fuerte pauperización. El empobrecimiento, trajo aparejados
importantes cambios en las prácticas y orientaciones de la acción. Como
consecuencia de ello, lo propio del periodo fue la multiplicación de estrategias
individuales orientadas a obtener ventajas comparativas; se vieron ante la necesidad
de redefinir los marcos sociales y culturales de su experiencia, siempre en una visión
cortoplacista y de total incertidumbre.
Después del colapso del modelo de convertibilidad en el 2001, el trueque registró una
explosión incontrolada. Así, en 2002, Argentina poseía la red de trueque más extensa
del mundo. Ahora bien, se puede decir que la explosión del trueque estuvo
directamente ligada a la crisis económica. El resultado es conocido, las redes no
pudieron procesar este crecimiento explosivo y la mayoría terminaron por estallar en
medio de una crisis de inflación de la moneda social (los créditos) y de corrupción.
En resumen, este nuevo estilo residencial tiende a afirmar una inclusión hacia arriba,
en donde los espacios comunes tienden a naturalizar la distancia social.
Para hablar en términos de Bourdieu, la cultura puede ser concebida como una
variable o recurso en términos de capital cultural. Esto sucede, con las clases medias
empobrecidas, donde la cultura es concebida como capital incorporado o como
competencia del sujeto. En esta perspectiva también puede ser comprendida la
dimensión del consumo, como capital objetivado.
Tres ejes mayores constituyen la trama mayor del mundo popular actual:
Desde la perspectiva del marxismo, hacia los años 60, se elaboraron otras nociones
para dar cuenta del carácter multidimensional de la realidad social latinoamericana.
Teoría de la marginalidad consideraba que la especificidad latinoamericana en relación
con las sociedades centrales, residía en la “masa marginal”: aludía a los múltiples tipos
de relación con los medios de empleo, subrayando el carácter deficitario de los
mecanismos de integración sistémica proporcionados por un mercado y/o por el
Estado.
La figura del pobre se constituía como una prolongación casi natural de la imagen del
“pueblo-trabajador”, pues ahí donde la intervención social del Estado se manifestaba
como insuficiente, la beneficencia emergía con el fin de colmar tales vacíos sociales.
Mientras que el Estado regulador se erigía como mecanismo “impersonal” de
redistribuciones, la beneficencia guardaba un carácter personalizado y discrecional.
Hay que tener en cuenta que la irrupción del neoliberalismo en el mundo laboral fue
tan violenta que parecen quedar pocos vestigios acerca de esa supuesta edad de oro
que representó el modelo peronista, que articulaba bienestar social, derechos sociales
y orgullo del trabajador industrial. Los jóvenes trabajadores tienden a desarrollar un
tipo de solidaridad expresiva, que pone de relieve la importancia de los lazos afectivos,
sin que ello desemboque en la construcción de una solidaridad de tipo laboral.
Los jóvenes de los sectores populares aparecen como la ilustración más acabada de
un conjunto de procesos: por una parte, devienen los destinatarios privilegiados del
nuevo modelo de relaciones laborales (más flexibles, con pocos vestigios de un
pasado de integración social y laboral); por otra parte, aparecen como la expresión por
antonomasia de la “población sobrante” (la clase peligrosa). Entre esos dos polos que
definen tanto el límite de la inserción como el horizonte de la exclusión, se van
configurando los nuevos marcos de referencia de las conductas juveniles, donde
conviven desorganizadamente y a veces en tensión, diferentes principios y valores; la
naturalización de la situación alterna con el talante anti represivo; el rechazo a los
políticos, con una actitud antisistema, pocas veces politizada; la conciencia del
horizonte de precariedad duradera, con una necesidad de descontrol de las emociones
y sensaciones.
A partir de 1987, año en que Antonio Cafiero asumió la gobernación de Bs As, fueron
multiplicándose las formas de intervención en el mundo popular, que encontraría su
expansión durante el gobierno de Menem. El modo de “hacer política” vinculado al
discurso neoliberal y el mandato de los organismos multilaterales, era el elemento
central de un nuevo modelo de gestión. Ese modelo se basa en tres presupuestos
centrales: la división del trabajo político por medio de la profesionalización de las
funciones, la política de descentralización administrativa y la focalización de la ayuda
social. Estos tres ejes de la política neoliberal fueron la clave para la reformulación
desde el Estado de la relación con las organizaciones sociales, peronistas y no
peronistas. El pasaje de la fábrica al barrio se fue consolidando a través de la
articulación entre descentralización administrativa, políticas sociales focalizadas y
organizaciones comunitarias, trajo consigo una reorientación de las organizaciones
locales. Las nuevas estrategias de intervención territorial fueron produciendo un
entramado social en el cual se insertaron las organizaciones comunitarias, fuertemente
dependientes de la ayuda del Estado. La nueva política local produjo hondas
transformaciones: por un lado, promovió una nueva figura de mediador, el “militante
social” de los barrios. Mientras que el trabajo específico quedaba en mano de los
profesionales, instalados en el municipio, la acción del nuevo militante social, de
carácter asistencial, quedaba prácticamente encapsulada en el territorio. Los fondos
de inversión social en América Latina surgieron como una estrategia compensatoria a
lo que dio en denominarse “las consecuencias sociales negativas del ajuste
estructural”. Trabajosamente, en medio de la crisis y de la desaparición de las
instituciones típicas de la sociedad salarial, estas redes territoriales se fueron
densificando y orientando cada vez más a la gestión de las necesidades básicas,
configurando de manera incipiente los contornos de un nuevo proletariado, multiforme
y heterogéneo, caracterizado por la autoorganización comunitaria.
se fue diseñando un corte claro que remite tanto al desapego creciente de los jóvenes
hacia la política como al hecho de que el peronismo dejó de ser, para ellos, el núcleo
de una vivencia social. Este proceso de debilitamiento del peronismo en la cultura
popular coincide con el fuerte avance de la industria cultural en un mercado cada vez
más globalizado.
La Segunda brecha fue introducida por religiones alternativas. Durante mucho tiempo,
la hegemonía del peronismo en los sectores populares se tradujo en suerte de
homogeneización político-cultural, expresada en la subordinación y, en el límite, en la
deslegitimación de otras prácticas o creencias populares. Desde sus orígenes, el
peronismo estuvo estrechamente asociado a valores de la cultura católica, más allá de
duros enfrentamientos entre Iglesia y Estado.
En consecuencia, durante los años 90, el peronismo, en tanto lenguaje político desde
el cual los sectores populares inteligen la dominación social, se desdibuja
aceleradamente, al tiempo que diferentes organizaciones territoriales a través de
nuevas formas de acción colectiva, vehiculizan fuertes apelaciones a la dignidad y la
lucha. Entre 1997 y 2002, el surgimiento de nuevas organizaciones de tipo territorial
puso en evidencia no sólo el deterioro de la relación entre el peronismo y el mundo
popular, sino también la posibilidad de la politización de lo social.
● Derecho a la alimentación,
● Derecho a la salud,
● Derecho a la subsistencia,
● Derecho a la educación,
● Derecho a la información,
Lectura en clave de desigualdad: entre 2010 y 2018 entre el 25% del estrato
superior y el 25% del inferior pasó de 12.4 veces a 37.3 veces, mientras que en el
resto de los estratos la brecha fue entre 11 a 13 veces, Salud: conocer la prevalencia
moderada de la población, garantizar el acceso al agua, su gestión sostenible y el
saneamiento para todos, lograr el acceso equitativo a servicios de saneamiento e
higiene adecuados, lograr una vida saludable y adecuada, promover la cobertura
sanitaria universal de salud, medicamentos y vacunas. El incremento de no acceso
considera 3 dimensiones: derecho a la alimentación, a la salud y a un hábitat de vida
digna. Más de la mitad de los niños y adolescentes dependen de la atención pública
de salud. Lectura en clave de desigualdad: los del estrato trabajador/marginal tiene
casi 22 veces más chances de no tener obra social, mutual, prepaga en relación al
estrato profesional.
Educación: entre 2010 y 2018 se registra un descenso del 22.8% de niños que no
asistían al nivel inicial, se observa una escolarización casi plena en la sala de 5 arios y
un fuerte avance en la sala de 4 años. Lectura en clave de desigualdad: la gestión
pública concentra el 75.5% de la matrícula comprendida entre los 6 a 17 años, los
niños del estrato marginal tienen 4 veces más chances de no asistir al jardín, los que
conviven con un solo padre tienen más rezago escolar, no obstante, esto no parece
ocurrir en los hogares extensos. Privación de derechos, estado actual: en 2018 se
estima que el 65.4% de las personas se encuentra privada de algún derecho social, y
un 31.3% padece de pobreza monetaria y de privación del menos 1 derecho social, la
pobreza monetaria depende de la coyuntura económica y la pobreza dimensional está
orientada a medir privaciones en los diferentes espacios de los derechos humanos y
sociales.
estrato superior y el 25% del inferior paso de 12.4 veces a 37.3 veces, mientras
que en el resto de los estratos la brecha fue entre 11 a 13 veces.
Salud: conocer la prevalencia moderada de la población, garantizar el acceso
al agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos, lograr el acceso
equitativo a servicios de saneamiento e higiene adecuados, lograr una vida
saludable y adecuada, promover la cobertura sanitaria universal de salud,
medicamentos y vacunas.
El incremento de no acceso considera 3 dimensiones: derecho a la
alimentación, a la salud y a un hábitat de vida digna. Más de la mitad de los
niños adolescentes dependen de la atención pública de salud.
Lectura en clave de desigualdad : los del estrato trabajador/marginal tiene casi
22 veces más chances de no tener obra social, mutual, prepaga en relación al
estrato profesional.
Educación: entre 2010 y 2018 se registra un descenso del 22.8% de niños que
no asistían al nivel inicial, se observa una escolarización casi plena en la sala
de 5 arios y un fuerte avance en la sala de 4 arios.
Lectura en clave de desigualdad: la gestión pública concentra el 75.5% de la
matricula comprendida entre los 6 a 17 años, los niños del estrato marginal
tienen 4 veces más chances de no asistir al jardín, los que conviven con un
solo padre tienen más rezago escolar, no obstante, esto no parece ocurrir en
los hogares extensos.
Privación de derechos, estado actual: en 2018 se estima que el 65.4% de las
personas se encuentra privada de algún derecho social, y un 31.3% padece de
pobreza monetaria y de privación del menos 1 derecho social, la pobreza
monetaria depende de la coyuntura económica y la pobreza dimensional está
orientada a medir privaciones en los diferentes espacios de los derechos
humanos y sociales.
patrones y empleados por parte del Estado y las leyes; y la actitud represiva,
que asimilará esos conflictos con una amenaza al orden social que debía ser
combatida a todo precio. (la primera actitud de materializará marginalmente en
intervenciones públicas y legislación, la segunda estará en el origen de
instrumentos represivos como la Ley de Residencia, la figura jurídica del
Estado de Sitio y la Ley de Defensa Social , las estrategias de las instituciones
policiales y penitenciarias.)
Las propias características del empleo disponible y del mercado de trabajo,
combinadas con una oferta nueva y segmentada, hicieron de las
organizaciones mutualistas una instancia clave en la autoprotección de los
trabajadores. Se manifiesta así un desarrollo incipiente, de esquemas de
seguros capaces de sostener el ingreso de los asalariados frente a los “riesgos”
más acuciantes de la vida activa: la vejez y la muerte. La política de servicios
universales, en la Argentina, aparece también vinculada al descubrimiento de la
importancia estratégica de la población y sus condiciones de vida. Esta
preocupación por la población estaba presente, como se sabe, en las
especulaciones de la élite sobre la ocupación de los espacios vacíos y la
conformación de contingentes de brazos capaces de producir trabajo y riqueza,
durante siglo XIX esta preocupación incorpora los dilemas propios a las
consecuencias de la inmigración masiva: las condiciones de vida en una ciudad
sobrepoblada, la “nacionalización” cultural de los recién llegados. Es el origen
de la esfera de las intervenciones públicas universales o universalizantes,
dentro de las cuales puede comprenderse la aparición del sistema de
educación pública básica y, con el auge del higienismo, un campo propio a la
sanidad y la salud pública, diferenciado del mundo asistencial filantrópico-
caritativo.
En los primeros años de la década de 1880 aparecen las iniciativas leyes
regulatorias y las primeras inversiones sistemáticas del Estado en la creación
de un sistema de educación básica de carácter nacional. La educación básica
pública fue presentada como proyecto de ley en 1880 y aprobada luego de un
fuerte debate, sumamente polarizado, entre progresistas y católicos. El
resultado fue un sistema de instrucción laica y obligatoria hasta los 14 años de
edad, que tuvo el doble efecto de sustraer la formación básica de los sectores
populares de la esfera de la beneficencia y de la esfera eclesiástica; y de
proveer una homogeneidad básica en la heterogeneidad geográfica y cultural
de la sociedad de fin de siglo. La educación media pública tuvo desde sus
inicios un estilo civista enderezado a proveer los cuadros esenciales de la
propia administración estatal. Aunque la multiplicación del ingreso había sido
importante, en 1914 sólo el 3% de la población en edad registraba como
matriculada. La universidad pública, por último, continuaría siendo un baluarte
de las clases dominantes hasta la Reforma Universitaria de 1918. Ambos
sectores comienzan a experimentar un proceso de extensión e intensificación
del acceso de la población durante los años ’20 y ’30; aunque su masificación
definitiva es un proceso posterior.
Resumen de Nico Maggi
clásico. Los fortísimos vaivenes políticos de la segunda mitad del siglo, quizás
aún más que la inestabilidad macroeconómica, hicieron variar la intensidad y la
dirección de esta tutela: los sectores incluidos y parcialmente excluidos del
paraguas protectivo de un Estado semimilitarizado y feudalizado por una
“sociedad civil” más fuerte que lo que una lectura superficial del proceso ha
tradicionalmente sugerido.
Luego del golpe de Estado de 1955, y a pesar de un breve intento de revisión
general de la política social peronista, las tendencias de lo que hemos
denominado política del trabajo en el período 1943-55 se consolidaron: un
contrato de trabajo pautado y regulado por el Estado según formas fordistas,
con un fuero laboral con impronta protectiva de los asalariados; y un sistema de
seguros sociales garantes de la estabilidad del ingreso, fragmentado según
líneas corporativo-profesionales pero unificado “por debajo” a través de la
intervención pública. El aspecto más conflictivo y cambiante en el período
1955-76, con mayor impacto probablemente en los matices del complejo de
política social fue la relación entre el Estado y el movimiento obrero organizado.
La revisión del lugar clave que esta relación había ocupado en el período 1943-
55 se constituyó en uno de los objetivos primordiales de los gobiernos
posteriores. Estos oscilaron entre intentar el desmonte completo de un modelo
socioeconómico de desarrollo tutelado por el Estado con aspectos
redistributivos favorables al mundo urbano industrial y a la capacidad de
consumo de los asalariados; y la revisión selectiva de los aspectos más
cuestionables de ese modelo: el elevado estatismo y en particular el poder
relativo de las asociaciones sindicales en la macroeconomía y las
microeconomías. Esta situación politizó radicalmente al diálogo
Estadosindicatos, en la medida en que estos últimos eran al mismo tiempo los
representantes políticos de los asalariados y del peronismo proscrito, partido de
oposición mayoritario de gobiernos civiles y militares.
Durante la segunda mitad de los años ’70 y durante los años ’80 la Argentina
presenció el crecimiento de la pobreza, la caída en la tasa de generación de
empleo, la saturación del sector cuentapropista y las pérdidas de posición de
los salarios reales y de la calidad de la protección social de los asalariados. La
alta homogeneidad social relativa que caracterizaba al país comenzó a abrir
paso a procesos “centrífugos” que quedaron de manifiesto en los años ’80. La
dictadura militar de 1976-83 significó un parteaguas en la historia política y
económica argentina, los cambios no redundaron en una alteración definitiva
del modelo de política social. El impacto más importante se verificó en una
fuerte restricción de la influencia sindical en la negociación colectiva tripartita
con Estado y patronales que permitió una fuerte caída del salario real, un
disciplinamiento represivo de la mano de obra y la intervención del sistema de
Obras Sociales El disciplinamiento represivo sobre los asalariados se combinó
con formas de terrorismo de Estado destinadas a neutralizar la movilización
social en organizaciones comunitarias barriales que había sido una
característica de los años ’70, a través de la desaparición física (por
encarcelamiento o asesinato). Es la dictadura, por último, la que inicia el
Resumen de Nico Maggi
del Estado, desde la muy conocida Asignación Universal por Hijo hasta la
ampliación de la atención directa del aparato administrativo estatal en los
diferentes lugares que componen el territorio nacional. Sostenemos que la
protección social ejemplifica la relación que una sociedad tiene –en términos
ideales- consigo misma. Relación que en última instancia está mediada por el
Estado o, mejor, por la legitimidad de su intervención y los límites de su
accionar. Pero la política de protección social no es independiente de una
concepción de lo social y del régimen de acumulación en que ella se inserta.
Distintas formas de acumulación, históricamente, han sido acompañadas por
modos de regulación. Las políticas sociales emprendidas por los gobiernos
postneoliberales en Argentina, forman parte de un tipo de Estado diferente que,
a falta de un nombre mejor, podemos llamar Nacional Popular.
El retorno del Estado: El cuasi derrumbe estatal del 2001 enterró el régimen de
Estado mínimo que se había impuesto en Argentina, como en casi toda
América Latina. A partir de entonces nacerá un nuevo modelo de Estado con
énfasis en la recuperación simbólica y material del Estado como garante de los
procesos de inclusión social y política, renovada capacidad de regulación de
los mercados, políticas industria- listas, junto con una marcada vocación
latinoamericanista y manifiesta independencia de los centros de poder mundial.
Se puede percibir la confluencia de dos tradiciones en la emergencia del
Estado post neoliberal: el desarrollismo (el neodesarrollismo) y la tradición
nacional popular.
El neodesarrollismo vuelve a poner en un lugar central la intervención estatal
en la regulación social y la inversión económica, dando un lugar destacado al
sector público, con nuevas modificaciones, como a flexibilización de la
protección de los derechos del trabajo en un mundo donde la movilidad del
capital y la financierización de la economía, debilitan el poder de los Estados
nacionales. Si algo caracterizó a la etapa iniciada en 2003, fue un énfasis en la
reindustrialización, con el objetivo de reiniciar el círculo virtuoso propuesto por
Keynes para reactivar la demanda: pleno empleo, mercado interno,
fortalecimiento fiscal, inversión social. Se impulsaron medidas en esa dirección,
estas medidas no lograron revertir la extranjerización de la economía, ni la débil
integración vertical de la industria nacional. De esta forma, la restricción
externa se mantuvo presente, obligando a controlar la fuga de divisas al
exterior, acelerada por la revaluación del peso que jaqueó el gran instrumento
industrializador del gobierno: el cambio competitivo. El Estado retomó su papel
de agente activo en la regulación económica y, cuando fue necesario para
proteger el mercado interno o la balanza de pagos, en la inversión directa vía
reestatización de empresas.
El punto de vista Nacional Popular tiene una perspectiva situada, tanto en lo
histórico como en lo geográfico. Hace centro en nuestro país como parte de
una nación en clave de búsqueda de plena autonomía y de superación de los
desequilibrios de su estructura social. Se trata de un espacio que la visión
nacional y popular asume como en desarrollo, con marcados desequilibrios
políticos, económicos y sociales. La situación periférica y la dinámica del
Resumen de Nico Maggi
Según autoridades del sistema de salud, en promedio, cerca del 75% de los
internados son “pacientes sociales”, que permanecen internados por no tener
vivienda, situación que empeoro desde la crisis de 2001. La legislación no
cumple con la normativa y estándares internacionales que protegen a las
personas contra la detención arbitraria y la internación involuntaria, así como
también se observa que pocas provincias han implementado un monitoreo en
relación a los Derechos Humanos de los usuarios de los servicios. Carencia
que se observa en las políticas de promoción, prevención y rehabilitación y en
la falta de articulación entre las diferentes jurisdicciones, Nacional, Provincial y
municipal. Otra de las fallas en el sistema está vinculado a la permanente
violación de los derechos humanos de los usuarios de estos servicios en el
marco del modelo asilar de tratamiento.
La conformación del servicio de salud local y las características socio-
económicas de los usuarios: Sobre la ciudad de Mar del Plata, se hará foco en
particular en el subsector público. La ciudad encabeza la Región Sanitaria VIII
de 12 que existen en la provincia de Buenos Aires. Desde la jurisdicción del
Estado Provincial se encuentran dos hospitales regionales en la ciudad, uno de
adultos, con internación psiquiátrica, Hospital Interzonal General de Agudos
“Dr. Oscar Allende” y el otro de maternidad e infancia, Hospital Interzonal
Especializado Materno-Infantil “Don Victorio Tetamanti” ambos servicio de
Salud Mental. En tanto que desde el Estado Municipal la atención se brinda a
partir de los Centros de Atención Primaria en Salud (CAPS) y postas sanitarias,
que en la actualidad ascienden a 35 espacios aproximadamente y el C.E.M.A.
Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias, estos centros tienen
diferentes grados de complejidad en el tipo de atención que brindan. En las
unidades sanitarias municipales se asume el trabajo de atención primaria y
dentro de este marco, en lo referente a la Salud Mental, se contempla el trabajo
de las siguientes disciplinas: Terapia Ocupacional, Psicopedagogía, Psicología,
Fonoaudiología, Psiquiatría, Servicio Social y Acompañamiento Terapéutico.
El perfil de la población que mayoritariamente utiliza los servicios públicos de
salud se puede afirmar que son fundamentalmente personas provenientes de
sectores con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), pauperizados con
ingresos insuficientes y/o vulnerables que, por diversas razones, no cuentan
con capacidad económica como para contratar algún tipo de cobertura en
salud. Mar del Plata es la séptima ciudad con mayor población de la Argentina
y la tercera en la Provincia de Buenos Aires. Desde hace varios años se
encuentra entre las ciudades del país con mayor nivel de desempleo y empleo
informal. La falta de empleo digno y el aumento de la pobreza, son factores
condicionantes en el bienestar de la población y está íntimamente relacionado
con la Salud Mental de la misma.
El cambio de paradigma de la Ley 26.657: entre consensos y resistencias: Para
poder comprender el proceso que desemboca en la promulgación de la Ley
26.657 es necesario mencionar algunos de los documentos internacionales y
nacionales de los que parte y a los que adhiere: Conferencia sobre Atención
Primaria de la Salud (APS) de Alma-Ata (1978), Conferencia convocada por
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Derecho a la libertad y autonomía de la persona con padecimiento mental. De este modo la internación in
Se promulga en el Art. 21, la celeridad en los plazos para informar la internación involuntaria al juez, se i
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Derecho a un trato digno y respetuoso: según Art. 29, se obliga a la denuncia de toda sospecha de trato ind
Derecho al acompañamiento y contención familiar: las personas con padecimiento mental tienen derecho
Derecho a ser informado y a decidir: El Art. 7, la persona con padecimiento mental y/o su familia debe se
Derecho a que el padecimiento mental no sea considerado un “estado inmodificable” aquí se intenta una r
conclusión, desde ese esquema, las etapas o fases de la evolución del sector
salud argentino son:
1. La policía médica: Durante una extensa primera fase del desarrollo del
sector salud la medicina progresaba de forma totalmente independiente
a las funciones del Estado. Aunque el progreso del conocimiento médico
reforzaba la imagen de poder y prestigio de los médicos, la salud
registraba una muy leve presencia en la agenda de políticas públicas.
Esto se debe fundamentalmente a que en el Estado liberal la salud no
era considerada un problema público sino privado. Las acciones de
gobierno en el área se limitaban a garantizar la seguridad de la
ciudadanía y sólo fueron expandiéndose a medida que surgía una
demanda social organizada que presionaba sobre las estructuras de
gobierno para que la misma expandiera sus responsabilidades
sanitarias. El prestigio médico fundamentaba una asimetría de poder
entre médico y paciente que justificaba decisiones unilaterales del
primero sobre el segundo. Durante el siglo XIX se instituía un modelo de
atención en salud pública sobre dos ejes de acción vinculados entre sí:
Por un lado la psiquiatría alienista y por el otro el higienismo. Para el
Estado liberal la preocupación por la salud no se centraba en curar a la
población enferma sino en evitar la propagación de las consecuencias
negativas (externalidades negativas) de la enfermedad y en especial de
las epidemias. Se trata de un modelo higienista de intervención del
Estado pero más preocupado por “aislar a los enfermos” que por
prevenir las enfermedades, más relacionado con las prácticas
autoritarias que con los derechos y la democracia. Cuidar a la población
y sobre todo a sus ejércitos era fundamental. (El E pasa a ejercer
funciones las de “policía”). Fue necesario quebrar la hegemonía del
modelo higienista para que la salud pasara a integrar los derechos
sociales. Hacia fines del siglo pasado esta modalidad higienista de
intervención del Estado en salud ya coexistía con una segunda
modalidad de carácter asistencial más preocupada por la atención
médica a la población enferma. Aunque aquélla resultaba más efectiva
en el mantenimiento de la salud era percibida de forma negativa por el
conjunto de la sociedad. Bismarck demostró que la expansión de la
asistencia médica constituye un poderoso instrumento de legitimación y
regulación laboral e industrial.
2.El Estado de Bienestar y la salud: El surgimiento de nuevas amenazas a la
calidad de vida, tales como guerras, epidemias y grandes catástrofes, unido a
las expansión de demandas sociales impulsaron una progresiva incorporación
del Estado en las cuestiones de salud.
Surgimiento del seguro social: En Europa, con el desarrollo de una clase
trabajadora mayoritaria comienzan a surgir mecanismos administrativos y
financieros de concesión de beneficios tales como pensiones, seguros por
accidente de trabajo, atención de la salud del trabajador y su familia,
guarderías, auxilio por natalidad, peculio, entre otros. Los mismos se expanden
tanto por iniciativa de los propios trabajadores, de forma autónoma a la que se
denominó mutualismo, como de forma conjunta con las empresas y el Estado,
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sociales comienza a ser utilizada en los años '70, y corresponde a unas formas
de acción colectiva diferentes, de aquellas basadas en el conflicto central
puesto en el Estado y en las divisiones entre clases sociales. Teniendo en
cuenta la historicidad del objeto sociológico (en la ciencias sociales no es solo
el observador quien interfiere en el proceso de observación, sino que el propio
objeto de investigación se sitúa siempre en un contexto histórico) existen dos
dimensiones a tener en cuenta a la hora de pensar en el surgimiento de los
nuevos movimientos sociales. Por un lado, una dimensión empírica que habla
de la aparición en el espacio público de unos actores hasta el momento
relegados al espacio privado. Por otro lado, una dimensión teórica, que nos
sitúa de cara a la crisis del estructuralismo y a una nueva teorización de la
subjetividad.
1. Surgimiento de los Nuevos Movimientos Sociales: De un modo "empírico’',
es posible decir que a fines de las décadas del '70 y el ´80 en América Latina, y
antes en Europa, hemos asistido a la emergencia en el espacio público de
nuevos actores y nuevas formas de expresión política. Estos actores
(movimientos de mujeres, homosexuales, migrantes, de derechos humanos)
aparecen como novedosas frente a los actores políticos tradicionales. Son
movimientos sociales con minúscula y en plural por oposición al Movimiento
Social con mayúscula y en singular, que fue generalmente el movimiento
obrero. Este movimiento se constituyó en relación a una matriz sociopolítica
clásica o nacional popular, donde el Estado ocupaba un lugar de referencia
central para las acciones políticas. El panorama mundial se transformó
profundamente en las últimas dos décadas. Hasta los años 70, el tema de la
participación estaba centrado en el sistema político: partidos políticos y
elecciones para la transformación social democrática, guerras de liberación
para la transformación societal. El Estado estaba en el centro; las estrategias
de la toma del poder eran el eje de la discusión. Inclusive los actores
corporativos tradicionales -burguesía, el movimiento obrero, los militares- eran
mirados fundamentalmente en cuanto a su capacidad de intervenir en el
espacio político del poder del Estado. Los otros actores sociales eran débiles;
lo que había eran protestas, demandas frente al Estado, espacios de
sociabilidad y de refuerzo cultural local. En el plano internacional, la centralidad
del aparato del Estado llevaba a acuerdos y convenciones, elaboradas y
ratificados por los gobiernos. La sociedad civil tenía poca cabida directa y poco
espacio en ese mundo.
Pero la centralidad del Estado y la matriz nacional popular que le daba sentido
en América Latina se resquebrajo en un contexto de ruptura o crisis debido a
múltiples y complejos procesos: la globalización económica y cultural; el pasaje
de una sociedad industrial de Estado Nacional hacia sociedades post
industriales globalizadas, con la consiguiente crisis y declinación del paradigma
del trabajo como eje organizador de la vida común y de la política. Frente al
surgimiento de un nuevo tipo societal, emergieron nuevos actores y nuevas
formas de acción colectiva En la Argentina, en el contexto de la Dictadura, el
Movimiento de Derechos Humanos supo articular un espacio de participación
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puntos de vista, sean puros efectos del «capital social». Esos elementos
presuponen la existencia de un Estado de derecho y, como contrapunto,
el despliegue de públicos cívicos y políticos. Sin la garantía de que las
leyes, los derechos y las sanciones son idénticas para todos, sin la
referencia a una cultura pública encarnada en instituciones públicas y sin
el reconocimiento de que los ciudadanos pueden aspirar colectivamente
a bienes públicos, la noción de capital social pierde todo sentido cívico y
político. Aunque la participación en partidas de bridge o de bolos, en
coros religiosos y en comidas dominicales al aire libre sea sin duda
fuente de sociabilidad y socialización, no por ello garantiza una mayor
vitalidad de la vida pública. Y la desmultiplicación de los vínculos
sociales, contabilizada por la densidad y la frecuencia de los contactos
asociativos, no basta para imbuir moralidad cívica en los ciudadanos,
inculcarles el sentido de la res publica, abrir nuevos foros públicos y
relanzar la creatividad política.
4) Mediaciones de la sociedad civil: investigar y experimentar: Un punto de
vista más interesante considera las asociaciones como unos lugares de
producción, de recopilación y elaboración de información de alcance
público. Desempeñan un papel de contrapoder, desarrollando labores de
investigación, sacando a la luz situaciones desde una perspectiva
problemática y haciendo surgir «públicos subalternos» que proponen
lecturas antihegemónicas del mundo. Son órganos de creación de ideas
nuevas, de soluciones alternativas y de justificaciones inéditas que se
deben considerar bajo la figura de la comunidad de investigadores,
exploradores y experimentadores muy apreciada por los pragmatistas.
Se asocian con el fin de estudiar a fondo situaciones problemáticas para
las que idean definiciones situadas en un plano distinto al de los
expertos y los políticos, de las evidencias del sentido común y de los
enfoques de los medios de comunicación. Sin embargo, esas
propuestas caen a veces en un proyecto de «democracia asociativa»,
que cortocircuitaría las redes técnicas, el Estado y el mercado. Sería una
forma de autogestión y autogobierno que se basaría en asociaciones de
asociaciones, con anclajes en centros de trabajo y lugares de residencia,
de comercio y de religión, y con sus dinámicas de autogestión al estilo
de una «república de consejos » o de una federación anarquista
Podemos considerarlas como grupos de presión o de comunicación al
servicio de empresas con fines lucrativos, como herramientas de
aplicación de políticas públicas en municipios o en administraciones,
como órganos de vigilancia o de control en disposiciones sociotécnicas.
En los dispositivos de acción pública, las asociaciones son vectores de
transmisión de datos, de peticiones y aspiraciones que van desde el
mundo de los ciudadanos corrientes hasta las oficinas administrativas,
los partidos políticos y los poderes públicos, y viceversa, vectores de
«consulta» y de «educación» de los ciudadanos corrientes, herramientas
de legitimación del Estado.
5) Escuelas de democracia deliberativa: comunicar y razonar: En primer
lugar, al igual que los de las organizaciones sindicales o de partidos, los
miembros de las asociaciones descubren en ellas los rudimentos de la
actividad política: cómo presentarse, hablar y debatir, convencer y
manipular, negociar y entenderse, coaligarse y oponerse. Adquieren
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concepción basada en el derecho universal natural que reafirma que todos los
seres humanos son iguales por naturaleza. Pero los seres humanos no son
sólo “naturales” sino sociales e históricos, esto es, son lo que son en tanto
parte de una sociedad o de un grupo social y tienen una historia. En esa otra
cara de la realidad, los individuos no somos todos iguales; la vida social y la
historia nos hacen diferentes a unos/as de otras/os. Entender la igualdad como
norma abstracta puede llevar a una formalización excesiva de los derechos,
aislándolos de las estructuras sociales concretas en que existen y cobran
sentido. Igualdad y diferencia están en permanente tensión.
Otra crítica a la noción de igualdad está contenida en la universalidad de los
derechos humanos o de la ciudadanía. Esta crítica la expresan intelectuales y
activistas que defienden los intereses de diversos grupos o sectores sociales
subordinados. Lo que esta crítica señala es que, cuando se habla de una
perspectiva “universal”, en realidad se lo hace desde los valores del hombre
(varón) blanco, occidental, adulto, etc. Es decir que lo universal tiene un punto
de referencia muy particular para pretenderse como tal. El problema no es la
búsqueda de la igualdad universal, sino que la misma olvida que cada quien
habla desde un lugar social específico y que nadie puede tener una mirada
universal. El tratamiento igualitario requiere que todas las personas se midan
de acuerdo con las mismas normas, pero en realidad no existen normas de
conducta y de cumplimientos “neutrales” o “naturales”. La formulación de leyes
y reglas tenderá a estar sesgada en favor de los grupos privilegiados, dado que
es su experiencia particular la que configura implícitamente la norma que se
pretende universal. La historia de las luchas y reivindicaciones por la
ampliación de los derechos va y viene entre la igualdad y la diferencia. Las
reivindicaciones planteadas en términos de derechos remiten a un paradigma
de la igualdad pero, al mismo tiempo, las diferencias existen y muchas veces
es necesario reclamar para que se las respete. Se hace difícil, por lo tanto,
mantener aquel paradigma de la igualdad universal. La búsqueda universal e
igualitaria de los derechos ha sido efectiva políticamente puesto que permite
combatir formas de discriminación y poner límites al poder. Tensión inevitable
entre el principio de la igualdad y el derecho a la diferencia. Pero esta tensión
puede ser productiva. Reconocerla tiene un beneficio importante porque
estimula el debate y la creatividad, ayuda a evitar los dogmatismos y a superar
las injusticias y desigualdades.
En tercer lugar, existe otro tema altamente controvertido vinculado a la
pertenencia y al reconocimiento de bienes simbólicos, del derecho a tener una
identidad colectiva, de pertenecer a una comunidad, de defender intereses o
tener reivindicaciones en función de ella. Nosotros pertenecemos al género
humano y a la vez a comunidades específicas. En este sentido, las
comunidades y las culturas, en su diversidad, son los ingredientes básicos de
la humanidad y dan sentido y contenido al principio abstracto de la igualdad. El
tema de la pertenencia comunitaria se vuelve problemático cuando hay una
comunidad hegemónica (normalmente un Estado–nación) que engloba a otra (y
que incluso puede pretender ignorarla o borrarla étnica o culturalmente). Esta
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Los modelos de ciudadanía que se consolidaron en los ’90 a partir del despojo
y la conculcación de los derechos sociales de una parte importante de la
población. En primer lugar, sostiene que en Argentina nunca hubo un modelo
de ciudadanía efectivamente universalista y para ilustrarlo refiere a las
teorizaciones e investigaciones que se desarrollaron en los ’60 sobre
marginalidad en América Latina. En ellas se demuestra que los individuos
dependieron menos de mecanismos de integración sistémica que de redes
olidarias y de sobrevivencia generadas a partir de los propios contextos de
pobreza.
En América latina la característica ha sido la existencia de formas de
integración y exclusión muy diferenciadas, formas de geometría variable, en
donde Argentina se planteaba como una excepción porque fue uno de los
pocos países de la región que tuvo sociedad salarial con el modelo justicialista
o peronista de acumulación. Por lo tanto, amplios sectores de la población
fueron integrados a través del trabajo y a partir de ello tuvieron acceso a
derechos laborales, protección laboral y estabilidad. Si bien no se daba acceso
igualitario a los derechos sociales y estuvo “lejos de ser la encarnación de la
justicia social”, el modelo habría logrado integrar amplios sectores populares al
funcionar con una lógica igualitaria y establecer fronteras sociales menos
rígidas y jerárquicas.
El pasaje a un nuevo tipo de sociedad llevó a la polarización, la multiplicación
de las desigualdades sociales y las distancias sociales, presentando una nueva
cartografía en la que puede delinearse: 1) una franja de ganadores
pertenecientes a los grandes grupos económicos y a la nueva clase de
servicios compuesta por gerentes y profesionales); 2) un conglomerado de
perdedores: que incluye importantes sectores de clase media de servicios,
pauperizados de la clase media y el nuevo proletariado de servicios asociado a
las nuevas modalidades de trabajo precario y flexible y a la desafiliación
laboral; la clase trabajadora afectada por el debilitamiento de los derechos
sociales y por la expulsión del mundo del trabajo que conforman el nuevo
proletariado marginal (masa de desocupados con escasa vinculación con el
sistema). Se crean nuevas formas de ciudadanía ciudadanía como límite en el
acceso a recursos, bienes y derechos sociales. El nuevo tipo de sociedad
supone la redefinición de la relación entre Estado y Sociedad, cambios en las
formas de regulación social, afirmación de la preeminencia del mercado como
mecanismo de inclusión social y reformulación del rol del individuo frente a la
nueva dinámica de individualización y privatización de las diferentes áreas de la
vida y como otra cara del proceso de globalización. Ahora el individuo enfrenta
una mayor exigencia de autonomía y autorregulación: la sociedad exige a los
individuos que se hagan cargo de sí mismos y que, independientemente de los
recursos materiales y simbólicos, desarrollen los soportes necesarios y las
competencias para garantizar el acceso a bienes sociales.
En Argentina, la desregulación y los programas de ajuste estructural implicaron
la pérdida de soportes sociales y materiales que durante décadas configuraron
las identidades sociales. La pérdida de referencias colectivas es tal que hay
Resumen de Nico Maggi
Final
1. Elegir un tema.
2. Encasillarlo en su unidad.
3. Saber toda esa unidad
4. Más allá del tema que elijas, hay textos como el de Torrado de Modelo
de acumulación o el de Svampa de Sociedad excluyente o el de Jelin que
tenés que saber sí o sí.