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UNIVERSIDAD DE CHIAPAS

"Por La Luz de La Sabiduría, Enseñar a Todos"

LICENCIATURA EN DERECHO

CIENCIAS POLÍTICAS

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CONTENIDO PAG.

1.- NOCIONES GENERALES 3

2.- TIPOS DE DOMINACIÓN Y FORMAS DE LEGITIMIDAD (AUTORIDAD) 9

3.- LA BUROCRACIA 15

4.- PARTIDOS POLITICOS Y SISTEMA ELECTORAL 17

5.- EL PODER EJECUTIVO FEDERAL 21

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UNIDAD I.- NOCIONES GENERALES.
POLÍTICA
La política es una actividad orientada en forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo
para alcanzar ciertos objetivos. También puede definirse como una manera de ejercer el poder
con la intención de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se
producen dentro de una sociedad. La utilización del término ganó popularidad en el siglo V a. C.,
cuando Aristóteles desarrolló su obra titulada justamente “Política”.
Origen de la palabra
El término proviene de la palabra griega polis, cuyo significado hace alusión a las ciudades griegas
que formaba los estados donde el gobierno era parcialmente democrático. Cabe señalar que es
en esta cultura donde intenta formalizarse esta necesidad humana de organizar la vida social y
los gobiernos desde tiempos ancestrales.

PODER
Poder designa la capacidad o la potestad para hacer algo. La palabra proviene del latín potēre, y
este a su vez de posse, que significa ‘ser capaz’.
PODERES PÚBLICOS
Bajo el concepto de poderes públicos se agrupan, según las ciencias políticas, el conjunto de
autoridades que ejercen el poder político en un Estado, dividido en poder ejecutivo, poder
legislativo y poder judicial. Este concepto de división de poderes, surgido de acuerdo al modelo
republicano, plantea la creación de poderes que mutuamente se controlen y limiten para sostener
la estabilidad institucional del Estado. En este sentido, los poderes públicos poseen la potestad
para ejercer de forma legítima las atribuciones que les confiere la constitución. Su objetivo, como
tal, es asegurar la convivencia social mediante la implementación del orden a través de una
autoridad pública.
Poder legislativo
El poder legislativo es aquel que tiene la facultad de redactar, reformar y aprobar las normas con
rango de ley en un Estado. El poder legislativo está constituido, normalmente, por un grupo de
representantes parlamentarios, elegidos democráticamente por los ciudadanos de un país, que se
reúnen en una asamblea, parlamento o congreso.
Poder ejecutivo
El poder ejecutivo es aquel cuya función es gobernar el Estado y hacer cumplir las leyes. Como
tal, es el responsable de la gestión del Estado, y su máximo representante es el presidente de la
República, también conocido en otros sistemas democráticos como presidente del gobierno o
primer ministro. De su autoridad, además, se derivan los ministerios, gabinetes o secretarías con
funciones específicas dentro de la administración de las políticas públicas.
Poder judicial
Como poder judicial se denomina aquel que se encarga de la administración de la justicia en un
Estado. Como tal, tiene la potestad para aplicar las normas jurídicas en la resolución de conflictos.
Está conformado por órganos judiciales o jurisdiccionales, juzgados y tribunales facultados para
impartir la justicia.

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Poder constituyente
Como poder constituyente se denomina aquel facultado legítimamente por la soberanía popular
para redactar o reformar la constitución de un Estado. Como tal, el poder constituyente se activa
en circunstancias muy específicas: en el nacimiento de un nuevo Estado o como consecuencia de
la ruptura institucional de un Estado ya existente. El poder constituyente suele ser ejercido por
un conjunto de delegados (que vendrían a representar los intereses de los ciudadanos)
convocados a una asamblea constituyente para fijar el nuevo texto constitucional. En teoría, la
estabilidad de un modelo de Estado puede determinarse por la cantidad de procesos
constituyentes que ha atravesado.

Poder fáctico
El poder fáctico es aquel que ostentan de facto (es decir, de hecho) instituciones, gremios o
grupos económicos que formalmente no ejercen el poder político, como la banca, los empresarios,
la Iglesia o los medios de comunicación, pero que, no obstante, poseen la capacidad para influir
y ejercer presión sobre las decisiones del poder político. En este sentido, la suya es una autoridad
informal, no legítima políticamente, atribuida a un enorme poder de influencia sobre las masas o
al control estratégico de ciertos recursos.

Poder adquisitivo
Como poder adquisitivo se denomina la capacidad económica que tienen las personas para
comprar bienes y servicios, siendo que, cuanto mayor sea la cantidad de bienes y servicios que
pueden ser adquiridos con una suma específica de dinero, mayor será el poder adquisitivo de las
personas y viceversa.

EL ESTADO.
Estado es un concepto político referido a una forma de organización social, que cuenta con
instituciones soberanas, que regulan la vida de una cierta comunidad de individuos en el marco
de un territorio nacional.
¿Qué es el Estado y cómo se forma?
El Estado es una forma de organización socio-política. Se trata de una entidad con poder soberano
para gobernar y desempeñar funciones políticas, sociales y económicas dentro de una zona
geográfica delimitada. Los elementos que constituyen el Estado son población, territorio y poder.

Estado en política
El Estado es una forma de organización socio-política. Se trata de una entidad con poder soberano
para gobernar y desempeñar funciones políticas, sociales y económicas dentro de una zona
geográfica delimitada. Los elementos que constituyen el Estado son población, territorio y poder.
El Estado moderno normalmente se estructura en tres poderes: poder ejecutivo, poder legislativo
y poder judicial.

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En la actualidad, existen distintas formas de organización de un Estado. Entre ellas, podemos
mencionar el Estado central, el Estado federal o el Estado autónomo, denominaciones relativas al
modo en que se organiza el territorio y se distribuyen las competencias.

DIFERENCIA ENTRE ESTADO, NACIÓN Y GOBIERNO


Se usa erróneamente las palabras nación y gobierno como sinónimo de Estado, según los
contextos. Pero aunque están relacionadas, son definiciones distintas. Veamos la diferencia.
El Estado se comprende específicamente como la organización de un territorio bajo el dominio de
un gobierno.
La nación se refiere a la comunidad de personas que comparten una lengua, cultura, religión,
historia y/o territorio. Puede organizarse en un Estado nacional o no.
Un Estado nacional es aquel que resulta de la organización socio-política de una nación que
comparte un territorio, una lengua y una historia común. Es decir, es el Estado que representa a
una nación. Este es el caso de la mayor parte de los Estados modernos de la actualidad. Por
ejemplo, Portugal, Italia, México, Colombia, etc.
Otros Estados se han caracterizado por reunir diferentes naciones bajo su dominio. Por ejemplo,
el Estado español (que integra a las naciones de Calaluña y el país Vasco) o la extinta Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
La palabra gobierno, en cambio, se refiere a las personas que administran el Estado,
independientemente de su naturaleza. En otras palabras, se llama gobierno a las autoridades que,
en nombre de un Estado, ejercen funciones administrativas de cualquier tipo por un tiempo
determinado.

CULTURA POLÍTICA: CONCEPTO Y ELEMENTOS

La Cultura Política tiene contenido social y se puede entender como el conjunto de elementos
subjetivos y objetivos que se expresan en relación al sistema político de una comunidad. Entre
los componentes objetivos están el comportamiento individual y colectivo que se expresa a
través de las costumbres, hábitos, tradiciones y conocimientos que forman parte de la vida política
de una persona o una comunidad.

Los componentes subjetivos, por otra parte, se forman con las ideas, las creencias, los afectos
y desafectos del individuo o del grupo, expresados en torno a los elementos del sistema político
en cuestión. En una definición más precisa, la Cultura Política de una nación está formada por el
conjunto de conocimientos, ideas, sentimientos y acciones que se desarrollan en forma individual
o colectiva hacia el Sistema Político. Cada uno de esos componentes se convierte a su vez en un
subconjunto que describe la situación del estado que guarda la Cultura Política en un espacio
social.

La Cultura Política como elemento de análisis de las disciplinas contemporáneas en


México.

Existe una importante tradición que refleja el interés en este tipo de estudios en México, desde
diversas disciplinas. Los primeros trabajos se realizaron por la influencia de la escuela conductista
norteamericana y fueron elaborados por estudiosos del Colegio de México, en este caso se
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distinguen los trabajos de carácter cuantitativo, uno de los primeros es el de Rafael Segovia, quien
en 1973 publicó La politización del niño mexicano, después surgieron trabajos realizados por otros
académicos, entre ellos, varios de la UNAM, por ejemplo, Los mexicanos de los 90.

Sin embargo, uno de los temas prioritarios ha sido el de la participación, en donde resaltan
trabajos como el de Víctor Manuel Durand: Ciudadanía y Cultura Política. Aunque también es
preciso mencionar las encuestas oficiales que han levantado instituciones como el Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (CNDH), el Instituto Federal Electoral (IFE), los Institutos Electorales de los Estados
(IEE), y las de las casas encuestadoras como Mitowski, Worcester, etc. No menos importantes
son los trabajos que tienen carácter cualitativo, y que incluso, tienen una trayectoria más amplia
que los cuantitativos, entre los que sin duda, resaltan ensayos de Octavio Paz, tales como El
laberinto de la soledad, de Polibio (pseudónimo), El pueblo que no quería crecer; de Escalante
Gonzalbo, Ciudadanos Imaginarios; de Peschard, La Cultura Política Democrática, etc., y muchos
otros que son importantes para comprender la situación actual de la Cultura Política en México.

Así, en la actualidad es claro el interés de disciplinas como la sociología, la antropología política,


la psicología, la ciencia política, etc, que recurren a la entrevista, la encuesta, la estadística y otras
técnicas, para explicar el comportamiento político.

El deseo de construir una Cultura Política Democrática.

En México se habla de la necesidad de un implementar nuevo discurso, de que es imprescindible


la reconstrucción de los lazos de convivencia nacional, de avanzar mediante la modernización del
Sistema Electoral Mexicano, de la necesidad de establecer nuevas reglas e instituciones que
garanticen la democracia y una participación efectiva no necesariamente electoral; del
establecimiento de nuevas relaciones entre los actores políticos, de fomentar un verdadero
involucramiento del ciudadano en las cuestiones públicas, de la importancia de vincular a
intelectuales con la política, quienes puedan contribuir a resolver los problemas nacionales, estos
planteamientos, sin duda, giran en torno a la construcción de una Cultura Política Democrática, lo
cual implica, entre otros aspectos, un nuevo discurso en torno al concepto de ciudadanía,
entendiéndola como acción, más allá de la titularidad de los derechos que lleva implícitos. Una
ciudadanía fuerte, práctica y crítica, sería condición esencial, pero esto conlleva la solución de dos
problemas prioritarios: la alfabetización y el desarrollo social incluyente.

Por lo anterior, el conocimiento de la Cultura Política no sería posible sin el apoyo de estadísticos,
informáticos, encuestadores, etc., y otros profesionistas, que son quienes facilitan el uso de las
herramientas técnicas para la comprensión, conocimiento y análisis de este espacio inherente a
toda comunidad política. Los estudios de Cultura Política implican cierto grado de dificultad, pues
es necesario recurrir a las raíces, a la historia, a su gente, sus expresiones y prejuicios. Sólo así
es posible explicar ciertos comportamientos, o el hecho de que se compartan ideas, mitos y
creencias que predominan en la comunidad, y que influyen en el grado de participación de los
individuos en la política.

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LA IDEOLOGÍA DOMINANTE

Es el conjunto de ideas, mitos, valores y creencias que permiten la reproducción de una


dominación particular. Ella legitima, justifica y promueve el sistema social de dominación
imperante. Hay, por lo menos, dos ámbitos de expresión de las ideologías dominantes, uno
público y uno privado. El carácter público implica censura y ocultamiento-engaño, mientras que
el privado conlleva transparencia. Esta separación es fundamental para la construcción y
mantenimiento de una dominación. Distinguir diversos ámbitos de expresión de las ideologías
dominantes permite comprender a la ideología como proceso político y a establecer niveles de
transparencia y ocultamiento.

Ideología dominante, discurso público

Las ideologías políticas son públicas, le hablan a la sociedad, por lo que se expresan en un
momento y espacio determinado y están dirigidas a sujetos particulares. El contexto socio-político
es parte de la expresión pública de las ideologías, este contexto condiciona y presiona el discurso
ideológico. Las ideologías son patrimonio de las clases sociales y expresan sus intereses, sin
embargo, en la arena pública tiene que dirigirse al grueso de la población, a las otras clases, en
la búsqueda de construir su hegemonía.

Ideología dominante, discurso privado-oculto

En privado, en confianza con personas de la misma posición social, en la soledad íntima, se recrean
la ideología en un nivel primario, de manera transparente en sus intenciones y concepciones. Es
en este ámbito privado que la ideología se expresa en su forma “tosca”, es directa y no hay
intensión de ocultamiento de intereses, concepciones del mundo y sentimientos antagónicos.
Desde el poder aquí se expresa el desprecio al pueblo, el insulto, la mofa a los de abajo y sus
luchas, se les ridiculiza y subestima. También aquí se recrean las versiones ortodoxas o radicales
de la ideología dominante.

Lo inconfesable se encuentra en este nivel, hacer público este discurso acarrea riesgos para la
dominación. En el discurso oculto-privado están las concepciones fundantes de la dominación, por
ejemplo, la “certeza” de la desigualdad entre los hombres, la certeza de que la pobreza es
necesaria, la justificación de la desigualdad, la defensa del orden, la confianza en el progreso, el
deprecio a los de abajo y la superioridad de la clase dominante. Si bien la ideología dominante
afianza una dominación, es en privado cuando aparece de manera clara, nítida, sin intentos de
ocultamiento.

DEMOCRACIA.

Es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el
pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus
representantes.

La democracia es una aspiración, un ideal pero también una manera de tomar decisiones entre
los miembros de una comunidad y, a través de ella, regular la convivencia. Esta idea tan sencilla
no siempre es compartida por todos y todas. Cada persona puede tener una idea diferente de lo
que es la democracia y esto se da porque es un concepto que tiene múltiples significados y
dimensiones: como ideal, como forma de vida, como régimen o sistema político, como un conjunto
de valores. Sin embargo, que tenga una multiplicidad de significados no disminuye la importancia
de una serie de ideas que como ciudadano o ciudadana debes tener cuando participes en política
o cuando quieras vivir en un sistema político al que le llamamos “democracia”.
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A pesar de su importancia, muchas personas perciben a la democracia como algo lejano,
abstracto, inalcanzable e, incluso, como algo que no se entiende muy bien. Otros piensan que es
una mala palabra e incluso la rechazan. Muchos no la quieren porque lo que conocen como
democracia no satisface sus expectativas y otros porque no les gusta compartir el poder ni que
todos participen en la solución de los problemas colectivos. Hay personas que -además- les
encanta ponerle adjetivos porque el concepto principal les parece incompleto e insuficiente. Una
serie de atributos son usados de manera cotidiana para acotarla (como por ejemplo, democracia
delegativa, democracia iliberal, democracia de calidad, democracia débil). Todo esto es bastante
común y que haya defensores y detractores de la democracia hace la tarea mucho más difícil de
lo que puedas creer.

Vivir en una democracia supone pensar que cada uno de los miembros de una comunidad con
derecho a serlo, es decir, sus ciudadanos y ciudadanas, son quienes toman las decisiones, quienes
ejercen el poder y quienes se benefician del resultado de esas decisiones. También significa que
se reconoce la dignidad del ser humano, los derechos de las personas, se promueve el tomar
decisiones respetando las diferencias, la pluralidad y la diversidad, impulsando el respeto a la ley
y a las libertades de cada uno. De ese modo, la democracia es, al mismo tiempo, un ideal, un
régimen político y un conjunto de valores, actitudes y creencias.

Fuente: El Control del Poder, Diego Valades. Editorial Porrúa, México 2011.
Derecho Constitucional Mexicano, Héctor Fix Zamudio, Editorial Porrúa, México 2011.
https://definicion.de/politica/
https://www.ieepuebla.org.mx/prevfiles/educiv/Ponencia2010_CulturaPolitica_DraFabio.pdf

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UNIDAD II.- TIPOS DE DOMINACIÓN Y FORMAS DE LEGITIMIDAD (AUTORIDAD)

Weber señala tres tipos de dominación a los que corresponde una forma de legitimidad distinta
y, por lo tanto, de autoridad. Los tres tipos son: a) la dominación tradicional, b) la
dominación carismática, c) la dominación legal.

La dominación tradicional

La dominación tradicional se basa en la creencia en la “santidad de ordenaciones y poderes de


mando heredados de tiempos lejanos, desde tiempo inmemorial, creyéndose en ella en méritos
de su santidad”. El dirigente en este tipo de dominación debe basar su mandato en la tradición y
en los hábitos, que son sagrados para los dominados, para no provocar su resistencia. Domina
con un cuadro administrativo conformado por funcionarios servidores que deben fidelidad
personal al señor.

En este tipo de dominación los poderes de los servidores son otorgados por el señor, no basados
en competencias fijadas por reglas. Es el señor soberano el que determina si una decisión sobre
una materia o una queja está bien o está mal. Los funcionarios servidores son elegidos entre los
siervos o entre los esclavos, en ellos falta siempre la formación profesional y no son pagados con
un sueldo fijo, sino mantenidos por el señor “en su mesa y equipados en su guardarropa”.

Este tipo de dominación tiene dos tipos puros originarios que no contaban con un cuadro
administrativo: a) gerontocracia, y b) patriarcalismo. La gerontocracia es el gobierno de los
más viejos, por ser los mejores conocedores de la tradición. El patriarcalismo es el gobierno de
una sola persona basado en reglas hereditarias. Con un cuadro administrativo, el patriarcalismo
se convierte en patrimonialismo, que es la dominación ejercida en virtud de un derecho propio y
que diferencia claramente al gobernante de lo subordinados. El patrimonialismo puede ser
estamental cuando no hay una separación entre el cuadro administrativo y los medios
administrativos.

De todos modos, la dominación tradicional, sea patriarcal, patrimonial o patrimonial-estamental,


se basa en el respeto a normas tradicionales que orientan la dominación.

La dominación carismática

Weber define el carisma como “la cualidad, que pasa por extraordinaria, de una personalidad, por
cuya virtud se la considera en posesión de fuerzas sobrenaturales o sobrehumanas, o como
enviados del dios, o como ejemplar y, en consecuencias, como jefe, caudillo, guía o líder”. El
carisma depende del reconocimiento, por parte de los dominados, de los poderes del carismático,
para tener validez. Por tanto, la falta de reconocimiento y de corroboración pone en crisis la
autoridad carismática.

El cuadro administrativo es elegido por sus cualidades carismáticas. Las decisiones sobre una
materia o queja, se toman en relación con revelaciones divinas y no basadas en algún tipo de
normas. Los ingresos económicos de esta dominación provienen de donaciones o del pillaje, no
tiene un sistema económico propio.

La principal característica del carisma es su carácter revolucionario, rechaza el pasado y rompe


con cualquier norma establecida, “el carisma es la gran fuerza revolucionaria en las épocas
vinculadas a la tradición”.

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Cuando la dominación carismática toma el carácter de una relación duradera, tiende
a la racionalización o a la tradicionalización . Por la fuerte presión que ejercen, tanto el
cuadro administrativo como los dominados, de mantener y perpetuar el estado en que se
encuentran, especialmente, mantener la posición privilegiada en que están los funcionarios
carismáticos.

La dominación legal

La dominación legal-racional se basa en normas establecidas por la asociación. La obediencia,


dentro de este tipo de dominación, se debe no al superior como tal, sino a las normas que definen
su autoridad. Por tanto, el dirigente debe orientar sus disposiciones por estas normas.

La dominación legal se caracteriza por estar sujeta a normas, contar con un cuadro administrativo
escogido por el dirigente, existir una separación clara entre el cuadro administrativo y los medios
de administración, tener un sistema de jerarquía administrativa claro, que fije y regule las formas
de resolver un problema o una queja. La dominación burocrática es el tipo más puro de la
dominación legal. Ésta se caracteriza por tener un cuadro administrativo compuesto por
funcionarios con un respeto riguroso a los deberes de su cargo, con competencias fijadas
estrictamente, seleccionados por la calidad de su formación profesional, con sueldo fijo, con una
carrera de ascensos y promociones, con una estricta vigilancia de sus funciones y de su
desempeño, y separados totalmente de los medios administrativos.

Liberalismo

El liberalismo es una filosofía política, moral, y económica que defiende la libertad individual, la
limitación del poder del Estado, así como la igualdad ante la ley.

Por tanto, el liberalismo es una doctrina que promueve las libertades civiles y que trata de
oponerse al despotismo ilustrado, al absolutismo, así como otro tipo de corrientes en las que la
figura del individuo no goza de plenas libertades.

El liberalismo se basa, como su propio nombre indica, en la libertad y en la tolerancia. De esta


forma, también considera pilares fundamentales otra serie de elementos como la protección de la
propiedad privada y la libertad de asociación entre empresas.

En este sentido, muchos sistemas como la democracia representativa o los principios republicanos
están basados en las doctrinas liberales.

Aunque su aparición se remonta a la Edad Media, el liberalismo se consideró una doctrina general
a partir del siglo XVI.

Origen e historia del liberalismo

La historia del liberalismo, como veremos a continuación, contempla escenarios muy destacables
de nuestra historia.

El liberalismo es una filosofía política, social y económica que, atendiendo a su vertiente


contemporánea, nace en la Ilustración durante el siglo XVIII. Dicha corriente nace y se populariza
entre la burguesía europea, como respuesta a determinadas corrientes que estaban sembrando
grandes problemas en la sociedad. Así, el liberalismo buscaba eliminar aspectos tan destacables

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como la monarquía absoluta, la nobleza, la confesionalidad del Estado y el derecho de los reyes.
Para ello, los liberales promovían la democracia representativa y el Estado de derecho.

Características del liberalismo.

Entre las principales características del liberalismo podríamos destacar las siguientes:

La defensa de la libertad individual sobre todas las cosas.


Principio de igualdad ante la ley.
Defensa de la propiedad privada.
Libertad de culto.
División total de poderes.
Limitación del poder del Estado.
Defensa de la tolerancia.
Establecimiento de códigos civiles.

Tipos de liberalismo.

Aunque al hacerse referencia a liberalismo se trate de hacer referencia al movimiento como una
doctrina general, existen diferentes tipos de liberalismo que cabría destacar.

Estos tipos de liberalismo se clasifican en base al aspecto en el que dicho liberalismo trata de
influir. Es decir, a si estos tratan de centrarse en lo económico o en lo político.

De esta forma, los tipos de liberalismo que cabría destacar son:

Liberalismo económico: Basado en la limitación del Estado en las relaciones económicas que
mantienen los agentes económicos.

Liberalismo social: Fundamentado en la defensa de la libertad en las relaciones sociales.

Liberalismo político: Basado en la soberanía del pueblo para elegir a sus representantes. Por
tanto, representantes que son elegidos por el pueblo, en base a una democracia.

TIPOS DE ESTADO

Tipos de Estado según su organización territorial, organización política o sistema de gobierno.

¿Cuáles son los tipos de Estado?

Cuando hablamos del Estado, nos referimos al conjunto de instituciones burocráticas que ordenan,
regulan y administran formalmente la vida en sociedad, a través del monopolio de la fuerza (o de
la violencia), en el marco de un territorio establecido. En otras palabras, es la presencia de un
Estado reconocible lo que hace que un país sea un país.

No debemos, sin embargo, confundir Estado con otros conceptos relacionados a la política, como
“país”, “nación” o “gobierno”. Se llama Estado únicamente al conjunto de las instituciones que
rigen un territorio de manera soberana y cuya autoridad es acatada por su población.

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Sin embargo, en contextos coloquiales o informales es posible que todos estos términos aparezcan
como sinónimos. De especial importancia es no confundir Estado y gobierno, dado que el primero
es duradero, mientras que los gobiernos pasan.

Ahora bien, los Estados no son todos iguales, y pueden darse de acuerdo a diferentes formas que
permiten su clasificación. Cuando hablamos aquí de “formas”, nos referimos a su organización
interna: su modelo de organización territorial, su modelo de organización política o incluso su
sistema de gobierno. Dependiendo del criterio que elijamos, tendremos unas u otras formas de
Estado, de la siguiente manera:

Según su organización territorial, podemos distinguir entre Estados unitarios, Estados


regionalizados, Estados federales, Estados dependientes y Confederaciones o uniones.

Según su organización política, podemos diferenciar entre Repúblicas parlamentarias,


Repúblicas presidencialistas, Repúblicas semipresidencialistas, Repúblicas unipartidistas y
Monarquías parlamentarias y absolutas.

Según su sistema de gobierno, podemos hablar de democracias, autocracias y dictaduras.

A continuación, veremos por separado cada una de estas categorías.

TIPOS DE ESTADO SEGÚN SU ORGANIZACIÓN TERRITORIAL

Tomando en consideración el modo en que se organiza su territorio, podemos diferenciar entre:

Estados unitarios, en los que existe un gobierno único y central, ubicado en la capital del país,
que rige sobre el territorio todo de manera homogénea. Aun así, este tipo de Estados pueden ser
centralistas, en los que el gobierno único es rígido y total, o pueden ser descentralizados, en los
que existe un cierto margen de autonomía regional concedido por la autoridad central. Por
ejemplo: Colombia, Perú, Nueva Zelanda.

Estados regionalizados, que son antiguos estados unitarios descentralizados que


paulatinamente fueron cediendo mayor y mayor soberanía a sus regiones o provincias, hasta
reconocerles un estatuto político de autonomía, pasándose a llamar así “regiones autónomas”.
Por ejemplo: España, Italia o Serbia.

Estados federales o federaciones, que consisten en la unión de Estados de menor rango, que
ceden a un gobierno centralizado (llamado federal) una cuota importante de su autoridad y sus
funciones políticas, pero retienen buena parte de su autonomía y sus disposiciones legales. Por
ende, en estos Estados existen dos instancias de ley: las locales o regionales, y las federales o
comunes. Por ejemplo: Argentina, Brasil, Alemania, Rusia.

Estados dependientes, que carecen de autonomía y soberanía plena sobre sus territorios, ya
que la han otorgado (o se las ha arrebatado) un Estado más grande y poderoso. En estos casos,
los Estados operan como satélites del principal, acatando sus leyes y obteniendo a cambio ciertos
beneficios. Por ejemplo: Puerto Rico, las Islas Cook, la República de Palaos.

Estados confederados o confederaciones, que son agrupaciones de Estados independientes


similares remotamente a las federaciones, con la salvedad de que retienen un importante margen
de autonomía y soberanía, a punto tal de que podrían separarse de la confederación con tan solo
desearlo. Mientras formen parte de ella, sin embargo, gozan de políticas comunes con los demás
Estados y responden como una unidad política y territorial.
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TIPOS DE ESTADO SEGÚN SU ORGANIZACIÓN POLÍTICA

Tomando en consideración el modo en que se organizan políticamente, podemos distinguir en


primer lugar entre repúblicas y monarquías.

Las repúblicas son sistemas políticos en los que el poder público está repartido entre instituciones
que componen tres ramas diferentes, autónomas y encargadas de sostener un equilibrio interno:
el ejecutivo (el gobierno), el legislativo (la asamblea o congreso) y el judicial (la justicia).

Por su parte, que las monarquías son sistemas políticos en los que el poder político recae sobre
un monarca o regidor vitalicio, ya sea de manera total o parcial.

A su vez, existen diferentes tipos de repúblicas y monarquías:

Repúblicas presidencialistas, aquellas en las que la rama del poder ejecutivo recae sobre un
presidente electo democráticamente, encargado de dirigir el país políticamente, y cuyos poderes
son delimitados por los otros dos poderes públicos. Este es el caso de países como Venezuela,
Argentina, Brasil o Filipinas.

Repúblicas semipresidencialistas, aquellas en las que la figura del presidente encargado del
ejecutivo es compartido con un primer ministro, a menudo designado por él, pero que responde
ante la cámara parlamentaria. Así, la jefatura de gobierno es compartida y no recae enteramente
sobre el presidente. Este es el caso de países como Senegal, Haití, Polonia, Francia, Rusia o
Taiwán.

Repúblicas parlamentarias, aquellas en las que el poder ejecutivo no recae sobre un


presidente, sino de un primer ministro electo entre los partidos que integran el parlamento. Esto
significa que la población vota indirectamente por su primer ministro, pero también que el poder
ejecutivo y la conducción del Estado se someten en mayor medida al poder legislativo y al debate
entre las fuerzas políticas del país. Este es el caso de países como Alemania, Croacia, Israel o
India.

Repúblicas unipartidistas, aquellas en las que la totalidad del gobierno está en manos de un
mismo y único partido político. Estas repúblicas no suelen ser democráticas y la estructura de
gobierno suele ser la misma del Estado, es decir, Estado y gobierno son una sola y misma cosa.
Es el caso de Cuba, China, Vietnam, Eritrea o Corea del Norte.

Monarquías constitucionales, aquellas en las que el Rey o Monarca se ocupa de la Jefatura


de Gobierno, es decir, del poder ejecutivo en pleno, pero su poder está siempre sometido y
restringido, de modo que su autoridad no es absoluta ni está por encima de la ley. De hecho, el
poder legislativo y el judicial existen y son autónomos. Se considera un paso intermedio en la
historia entre la monarquía absoluta y la parlamentaria. Este fue el caso de países como Francia
posrevolucionaria o el Japón de inicios del siglo XX.

Monarquías parlamentarias, similares a las constitucionales, con la salvedad de que el Rey o


Monarca ocupa más bien un papel ceremonial, y el poder ejecutivo recae en cambio en manos de
un Primer Ministro electo entre los partidos que integran el parlamento, aunque al mismo tiempo
avalado por el Rey. Es el caso de Gran Bretaña, Japón, Suecia, Bélgica o Malasia.

Monarquías absolutas, aquellas en las que el poder político y la soberanía recaen enteramente
en la figura del Rey o Monarca, sin que existan poderes públicos ni leyes que puedan limitarlo o
contradecirlo. Es decir, el Rey es la autoridad política absoluta en materias ejecutivas, legislativas
y/o judiciales, aunque también es posible que existan instituciones públicas encargadas de cada
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una de dichas ramas (un parlamento, por ejemplo, y unos tribunales), pero su poder jamás puede
contradecir ni sobrepasar al del rey. Este es el caso de Catar, Omán, Suazilandia o Arabia Saudita.

TIPOS DE ESTADO SEGÚN SU SISTEMA DE GOBIERNO

Por último, juzgando según el sistema de gobierno que posean (democrático o no), podemos
distinguir entre:

Democracias, en las que la soberanía reside en la voluntad popular, o sea, en la decisión de las
mayorías, quienes ejercen su derecho al voto para decidir o influir en los asuntos de importancia
pública. Además, en la actualidad, para poder ser una democracia, en un país deben respetarse
los derechos humanos universales y respetarse el imperio de la ley (o sea, el Estado de derecho).

Dictaduras, formas de gobierno no democráticas, en las que un pequeño grupo ejerce el poder
político a su antojo y mediante la fuerza, imposibilitando el cambio político y social, y a menudo
imponiendo de manera sangrienta un orden establecido, sin importar ni derechos humanos, ni
imperio de la ley, ni otra cosa que los intereses del grupo en el poder.

Autocracias, formas de gobierno más o menos intermedias entre democracia y dictadura, en las
que se sostiene una fachada democrática pero las instituciones propias de una democracia son
socavadas, penetradas y manipuladas a su antojo por los sectores poderosos de la sociedad. Este
tipo de regímenes suelen degenerar rápidamente en dictaduras.

FUENTE: https://www.revistamisionjuridica.com/la-burocracia-elemento-de-dominacion-en-la-obra-de-
maxweber/#:~:text=Weber%20se%C3%B1ala%20tres%20tipos%20de,%2C%20c)%20la%20dominaci%C3%B3n%20legal .

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UNIDAD III.- LA BUROCRACIA

El vocablo francés bureaucratie lo empezó a utilizar el fisiócrata Juan Vicente Gournay, para
referirse al poder ejercido por el conjunto de funcionarios y empleados dependientes del rey, en
la administración pública de la monarquía absoluta. El Diccionario de la Lengua Española de la
Real Academia nos define el término burocracia, en su primera acepción, como la "influencia
excesiva de los empleados públicos en los negocios del Estado", y conforme a la segunda acepción
es una "clase social que forman los empleados públicos".

EL MODELO BUROCRÁTICO DE WEBERIANO.

El sociólogo alemán define la burocracia como "un sistema para el desarrollo de los asuntos de
gobierno por medio de ministerios y órganos, dirigidos por un titular capaz de dar particular énfasis
a la práctica y al procedimiento de carácter conservativo." En opinión de Weber, cualquier
dominación sobre un conjunto humano requiere normalmente de una estructura administrativa.
De acuerdo a los tipos de obediencia con que se identifique dicha estructura, se precisarán
distintos modelos de dominación legitima, entre ellos destacan el racional, el tradicional y el
carismático, los cuales encauzan a la autoridad legal, a la tradicional y a la carismática,
respectivamente.

La autoridad legal, basada en el modelo racional de dominación, requiere de una administración


burocrática fundada en tesis totalmente distintas a las de los otros modelos de dominación; como
la impersonalidad del mando, la subordinación al derecho, la sumisión a la norma y no al sujeto.
El modelo se funda en una serie de premisas que, cuando se producen, nos ubican frente a un
régimen burocrático de dominación. Expongo a continuación las tres proposiciones fundamentales
del sistema burocrático de dominación racional: Reparto de competencias –deberes oficiales--
indispensables para alcanzar los objetivos; poderes coactivos determinados por la norma; personal
con aptitudes absolutamente definidas.

Estas tres características sólo se dan en la etapa moderna, lo mismo en el Estado que en la Iglesia,
por lo que, según Weber, antes no existieron auténticos aparatos burocráticos.

Las tres bases anteriores sirven a Weber para señalar una serie de requisitos para la existencia
del
tipo de dominación racional. Tales requisitos son los siguientes:

Jerarquía funcional: implica la presencia de una graduada diferenciación de autoridades


superiores e inferiores.

Principio del expediente: en la actualidad, la administración se apoya en un procedimiento


escrito, debidamente archivado, y en un cuerpo de trabajadores de muchas clases. El personal
que labora a las órdenes de un jefe se denomina sección u oficina, y constituye el pivote del
quehacer administrativo.

Capacidad de los funcionarios: la típica estructura administrativa de las organizaciones, sólo


la integrarán quienes acrediten mediante las pruebas respectivas, estar profesionalmente
capacitados.

Estricto apego al reglamento: de esta suerte, cuando a un funcionario se le confiere


competencia para expedir normas abstractas, no debe emitir resoluciones especiales para casos
concretos. Este requisito se contrapone totalmente al principio de reglamentación fundado en el
dominio, el cual da lugar a otro modelo de dominación conocido como patrimonialismo.
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Profesionalidad: generalmente, el puesto reclama todo su tiempo al funcionario, lo cual no
ocurría anteriormente, ya que el desempeño del cargo era normalmente una tarea marginal.

Así pues, si no la única, la función pública es la principal ocupación del funcionario. Con el sistema
alemán fundado en la fidelidad, empleado como modelo por Weber, la ocupación de un cargo no
se estima, ni real ni jurídicamente, como una fuente de ingresos, como sucedía anteriormente,
sino como una obligación especifica de lealtad al cargo, en compensación a la garantía de una
existencia asegurada.

El funcionario weberiano disfruta de una posición social estamental derivada de su extracción


social,
de sus preparación y capacitación profesional, y de su espíritu de casa.

El prototipo de funcionario burócrata debe su designación a un nombramiento y no a una elección.

EL EJÉRCITO, CLASIFICACIÓN Y FUNCIONES.

El ejército, en sentido general, es el nombre en español que reciben las instituciones encargadas
de las acciones bélicas de un Estado. Como tal, cada país define tanto su estructura como el tipo
y cantidad de unidades que lo formarán, su composición, sus misiones y su equipo.

Un ejército, también conocido colectivamente como fuerzas armadas, es una fuerza fuertemente
armada y altamente organizada destinada principalmente a la guerra. Suele estar oficialmente
autorizada y mantenida por un Estado soberano, y sus miembros se identifican por su uniforme
militar distintivo. Pueden estar formadas por una o más ramas militares, como el ejército de tierra,
la armada, la fuerza aérea, la fuerza espacial, y la guardia costera. La tarea principal de las fuerzas
armadas suele definirse como la defensa del Estado y sus intereses contra las amenazas armadas
externas.

Los militares de una nación pueden funcionar como una subcultura social discreta, con
infraestructuras específicas como viviendas militares, escuelas, servicios públicos, logística,
hospitales, servicios legales, producción de alimentos, finanzas y servicios bancarios. Más allá de
la guerra, el ejército puede emplearse en otras funciones sancionadas y no sancionadas dentro
del Estado, como las amenazas a la seguridad interna, el control de la población, la promoción de
una agenda política, los servicios de emergencia y la reconstrucción, la protección de los intereses
económicos corporativos, las ceremonias sociales y las guardias de honor nacionales.

GRUPOS DE PRESIÓN

Grupo de personas cuyo objetivo es influir en las diversas esferas del aparato estatal o de las
organizaciones políticas fundamentalmente para obtener beneficios concretos mediante el empleo
de recursos económicos, chantaje político u organización adecuada de instrumentos de
comunicación masiva que suelen poner a su disposición para incidir en la vida política y social de
la nación.

También son aquellos grupos de intereses organizados que no desean de forma directa el control
del poder político sino sólo influir o presionar a los centros de tomas de decisiones, ya sea en el
ámbito Legislativo o del Ejecutivo y de las diferentes organizaciones y administraciones públicas
locales. Se diferencian de los partidos políticos porque éstos buscan directamente el poder político.
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En México las asociaciones que actúan como grupos de presión están integradas entre otros por:
obreros, empresarios, comerciantes, miembros de las iglesias, banqueros, profesionistas,
intelectuales y académicos. Su influencia y grado de actuación está determinado generalmente
por las circunstancias económicas, políticas y sociales prevalecientes y por la posible afectación
de los intereses concretos que representan.

UNIDAD IV.- PARTIDOS POLITICOS Y SISTEMA ELECTORAL

Son asociaciones de interés público que se conducen de acuerdo con ciertos principios e ideas
con dos objetivos fundamentales: 1) canalizar y transmitir los intereses y demandas de la
población para que sean consideradas en la toma de decisión gubernamental; y, 2) posibilitar la
participación de la población en el proceso político por medio de la elección de los representantes
populares que ejercen el poder político.

La Ley General de Partidos Políticos los define como: entidades de interés público con
personalidad jurídica y patrimonio propios, con registro legal ante el Instituto Nacional Electoral o
ante los Organismos Públicos Locales, y que tienen como fin promover la participación del pueblo
en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y
como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público.

Partidos Políticos Nacionales:

Son aquellos que cuentan con registro ante el Instituto Nacional Electoral, tienen el derecho de
participar en elecciones federales de Presidente de la República, Senadores y Diputados, así como
locales de Gobernador, Diputados y Ayuntamientos.

Partidos Políticos Locales:

Son aquellos que cuentan con registro ante el Organismo Público Local electoral de cada entidad
federativa. Tienen la facultad de participar en los procesos políticos de carácter municipal, distrital
y estatal.

SISTEMA DE PARTIDOS

Es el espacio de competencia con reglas legítimas entre los partidos políticos, orientado hacia la
obtención y el ejercicio del poder político. El sistema de partidos funciona como una cámara de
compensación de intereses y proyectos políticos que permite y norma la competencia, haciendo
posible el ejercicio legítimo del gobierno. Entre sus principales funciones están: 1) contrastar
opciones políticas entre los partidos, 2) posibilitar la lucha democrática por el poder político, 3)
organizar la obtención legítima de puestos de representación y gobierno; y, 4) regular el ejercicio
democrático y legítimo de las facultades legislativas.

Los sistemas de partidos se clasifican con base en dos criterios: 1) de cantidad y, 2) de calidad.
A través de éstos se determina la actuación del partido gobernante, sus relaciones con los demás
partidos y con el Estado, o su influencia en la historia del sistema político dominante.

Giovanni Sartori clasifica en cuanto a criterio cuantitativo el número de partidos que en los
sistemas acceden al poder. Refiere que donde sólo uno accede al poder son unipolares: en estos
destaca el Sistema de Partido Único, el Hegemónico y el Predominante. En donde dos acceden
son bipolares, y en este destacan los sistemas bipartidistas. Finalmente, donde hay 3 o más
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partidos son multipolares, aquí describe la presencia de los sistemas de partido de Pluralismo
Limitado (con hasta cinco partidos), de Pluralismo Extremo (más de cinco partidos) y Atomizado.

SISTEMA ELECTORAL

Es el conjunto de reglas y procedimientos destinados a regular las diversas etapas de los procesos
de votación por los cuales la voluntad de la ciudadanía se transforma en órganos de gobierno de
representación política. A través del sistema electoral se definen funciones básicas como quiénes
pueden votar, quiénes ser votados, de cuántos votos dispone cada elector, cómo pueden y deben
desarrollarse las campañas de propaganda y difusión electoral, cuántos representantes se eligen
en cada demarcación electoral, cómo se determinan y delimitan los distritos y secciones
electorales, quiénes y cómo deben encargarse de organizar los comicios, cómo deben emitirse y
contarse los sufragios, cuántas vueltas electorales pueden y/o deben realizarse para determinar
al triunfador, cómo se resuelven los conflictos postelectorales, entre otras.

Los tipos de sistemas electorales más característicos son:

1) Mayoritario, basado en el principio según el cual la voluntad de la mayoría de los electores


es la única que debe contar en la asignación de puestos de representación política. La mayoría
requerida puede ser simple o relativa o bien absoluta o diversamente calificada.

2) Proporcionales, que históricamente aparecen con la democracia de masas y la extensión del


sufragio universal. Este sistema pretende dar espacio a todas las necesidades e intereses de la
sociedad y garantizar la igualdad del voto al otorgar a todos los electores el mismo peso
prescindiendo de la preferencia expresada determinando una cuota o cociente respecto del total
de los votos; es decir, los puestos se obtienen de acuerdo con los cocientes obtenidos de voto.
La proporcionalidad se desarrolla en función de dos formas básicas: 1) voto individual, por medio
de la cual los electores votan por su representante favorito y también elige a su segunda o tercera
opción; y 2) a través de listas, las cuales pueden ser rígidas (son definidas por los partidos), semi
libres (donde el elector sugiere modificaciones al orden de preferencia previamente designada) o
libres (donde el elector puede hacer su propia lista de nombres), y,

3) Derivados y mixtos: son sistemas que mantienen la esencia de los mayoritarios pero
incorporan elementos para dar espacio a la representación de las minorías.

En México, el sistema electoral define que el Presidente de la República se elige por el principio
de mayoría relativa; 300 diputados por mayoritaria relativa, mediante el sistema de distritos
electorales uninominales, y 200 diputados que serán electos según el principio de representación
proporcional, mediante el sistema de listas regionales votadas en circunscripciones plurinominales.
En el Senado, dos serán electos según el principio de votación mayoritaria relativa y uno será
asignado a la primera minoría. Los 32 senadores restantes serán elegidos por el principio de
representación proporcional, votados en una sola circunscripción plurinominal nacional.

EL SUFRAGIO.

El sufragio (o derecho al sufragio) es el derecho político y constitucional a participar en eventos


electorales, o sea, es el derecho a votar para elegir cargos públicos y tomar decisiones políticas.
Es un concepto tan antiguo como la democracia, vinculado con la elegibilidad para la participación
política, ya que todo sistema de consulta democrática presenta sus exigencias mínimas, las cuales
han cambiado sustancialmente a lo largo de la historia.

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Características del sufragio

Entendido en los términos de la democracia moderna, el sufragio se caracteriza por ser:

Libre: Se ejerce según la propia voluntad y conciencia.


Universal: Sin restricciones otras que la mayoría de edad y la cordura mental.
Secreto: Así se evitan repercusiones, extorsiones o castigos de parte de los poderosos.

Además, abarca dos formas de derecho:

Sufragio activo: Es la posibilidad de elegir.


Sufragio pasivo: Es la posibilidad de ser electo.

A menudo el término se emplea para referirse al voto (o sea, a la votación), pero no son realmente
lo mismo.

TIPOS DE SUFRAGIO

Podemos diferenciar algunos tipos de sufragio, más allá del activo (derecho a elegir) y pasivo
(derecho a ser electo), tales como los siguientes:

Sufragio universal: cuando todos los ciudadanos mayores de edad y jurídicamente aptos para
ello pueden participar en la conducción del país, sin distingo de raza, credo, sexo u orientación
sexual.

Sufragio restringido: cuando solamente cierto grupo de ciudadanos posee el derecho a votar
y a ser votado, como ocurría en Sudáfrica durante los años del «apartheid«, un sistema de
exclusión racial que, entre otras cosas, impedía a los negros votar.

Sufragio obligatorio: es el que rige en ciertos países en que votar durante una elección de
cualquier tipo constituye un mandato constitucional y por lo tanto no puede evitarse o evadirse
sin recibir alguna sanción. Ejemplo: Corea del Norte que a pesar de no ser un país democrático
celebra elecciones en las que toda la población mayor de 17 años está obligada a votar, aunque
solo hay un candidato para cada distrito.

Sufragio voluntario: es el que rige en los países en los que votar es totalmente optativo y no
constituye una obligación, sino sólo un derecho.

Sufragio femenino: nombre con el que se llamó a la lucha histórica de parte de colectivos de
mujeres por el derecho a sufragio. Es célebre el apodo de sus militantes: “sufragistas”.

PROCESO ELECTORAL

Es el conjunto de actos realizados en fases y que la Constitución y la Ley General de Instituciones


y Procedimientos Electorales mandatan a las autoridades electorales, los partidos políticos y los
ciudadanos para renovar periódicamente a los integrantes de los Poderes Legislativos y Ejecutivo
federal y de las entidades federativas, de los ayuntamientos en los estados de la República y de
las alcaldías en la Ciudad de México.

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El proceso electoral ordinario se comprende de las siguientes etapas:

1) Preparación de la elección.

• Inicia con la primera sesión que el Consejo General del INE celebre durante la primera semana
de septiembre del año previo en que deban realizarse las elecciones federales ordinarias y
concluye al iniciarse la jornada electoral.

2) Jornada Electoral.

• Inicia a las 8:00 horas del primer domingo de junio y concluye con la clausura de casilla, excepto
en 2018, cuando las elecciones tendrán verificativo el primer domingo de julio.

3) Resultados y declaraciones de validez de las elecciones.

• Inicia con la remisión de la documentación y expedientes electorales a los consejos distritales y


concluye con los cómputos y declaraciones que realicen los consejos del Instituto, o las
resoluciones que, en su caso, emita en última instancia el Tribunal Electoral.

4) Dictamen y declaraciones de validez de la elección.

• Inicia al resolverse el último de los medios de impugnación que se hubiesen interpuesto en


contra de esta elección o cuando se tenga constancia de que no se presentó ninguno y concluye
al aprobar la Sala Superior del Tribunal Electoral el dictamen que contenga el cómputo final y las
declaraciones de validez de la elección y de Presidente electo.

Durante el desarrollo del proceso electoral participan diversos actores y cada uno de ellos colabora
de distinta manera en éste. Entre éstos se encuentran: 1) autoridades electorales: Instituto
Nacional Electoral, Organismo Públicos Locales Electorales, Fiscalía Especializada para la Atención
de Delitos Electorales (FEPADE), Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Autoridades
electorales jurisdiccionales locales; 2) partidos políticos: nacionales y locales; 3) ciudadanos y
ciudadanas: electores, funcionarios de mesa directiva de casilla, observadores electorales y
candidatos independientes.

FUENTE: Derecho Constitucional Mexicano, Héctor Fix Zamudio, Editorial Porrúa, México 2011.
https://portal.ine.mx/actores-politicos/partidos-politicos-nacionales/
http://historico.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/aida/cont/7/art/art3.pdf

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UNIDAD V.- EL PODER EJECUTIVO FEDERAL

PODER EJECUTIVO Y RÉGIMEN PRESIDENCIAL

El tema del Poder Ejecutivo en México corre casi paralelo con la historia del régimen presidencial.
Desde época muy temprana, nuestro país optó por esta forma de organización del Ejecutivo, en
la cual se fueron imprimiendo las experiencias de los principales movimientos sociales que han
conmovido al país: la independencia, la reforma y la revolución. Habría sólo que hacer un par de
observaciones a esta afirmación general, una que la Constitución de 1836 modificó un poco el
régimen presidencial por la introducción del Consejo de gobierno y el supremo poder conservador,
y otra que la Constitución de 1857 otorgó un mayor peso político del usual al Congreso.

Ahora bien, aunque nuestro país surge independiente a principios del siglo diecinueve, difícilmente
se podrían comprender algunos rasgos de sus instituciones políticas sin antes examinar, aun
cuando sea brevemente, el pasado indígena y colonial. De aquellas épocas nos viene una
persistente tradición del poder personal, tanto el monarca indígena como el virrey fueron
ejecutivos centralizados, autoritarios; la configuración territorial y los centros actuales del poder
político fincan también sus raíces en las viejas capitales indígenas o en las divisiones establecidas
durante la colonia.

Después de la Independencia los países latinoamericanos, y México entre ellos, atravesó por un
periodo crítico. La desaparición de la autoridad virreinal provocó de inmediato un sensible vacío
de poder que favoreció el dominio de hombres fuertes o caudillos.

Quizá por ello a principio de nuestro siglo, escribió don Emilio Rabasa "Si, según la concepción de
Emerson, la humanidad puede representarse por unos cuantos de sus grandes hombres que la
sintetizan, con más razón las épocas de los pueblos pueden representarse por los hombres que
la han presidido. La historia de México independiente, en lo que tiene de trascendental, cabe en
las biografías de tres presidentes: Santa Anna, Juárez y Díaz".

El régimen presidencial que surgió de la Constitución de 1917, por último, ha descansado también
en un Ejecutivo fuerte, aunque en los últimos años la transición política que estamos
experimentando está conduciendo a un nuevo modelo de gobierno.

EL PERIODO DE FORMACIÓN.

En el breve lapso que abarca de 1810 a 1824, México obtuvo su independencia de España, definió
sus principios políticos básicos y estableció el régimen presidencial, Pero la solución presidencial
no fue la única que proporcionaron nuestros primeros textos; también se pretendió implantar el
Ejecutivo colegiado e incluso el sistema monárquico. Por eso el mencionado lapso puede
denominarse "periodo de formación del Ejecutivo", en cuanto que en ese tiempo se ensayaron
distintas formas de gobierno para estructurar el Ejecutivo.

El modelo presidencial

El modelo presidencial fue el que finalmente se impuso en el país, la Constitución de 1824 se


inspiró fuerte y decisivamente en la de Estados Unidos, como fácilmente se puede constatar a
través de una comparación de textos.

A esta influencia fundamental, empero, acompañó también en cierto grado la derivada del
constitucionalismo español.
21
¿Por qué influyó de manera tan determinante el sistema presidencial norteamericano? La atracción
irresistible que este sistema ejerció sobre nuestro constitucionalismo se debió, en primer lugar, a
la circunstancia de que había funcionado de manera bastante aceptable y precisamente en un
país que recién había dejado de ser colonial al igual que las naciones latinoamericanas. A muchos
de nuestros libertadores seguramente les pareció Estados Unidos un ejemplo digno de emularse,
en virtud de que gozaba de un progreso económico impresionante y de que su sistema político
llevaba varios años de practicarse bajo los gobiernos de Washington, Jefferson y Adams.

Dan testimonio de la influencia de la Constitución estadounidense algunos historiadores de la


época. En México, verbigracia, el presidencialismo fue el resultado natural de la convicción de
muchos de los diputados a la Constituyente de 1823, que se encontraban -aseguró Lorenzo de
Zavala- "llenos de entusiasmo por el sistema federal y su manual era la Constitución de los Estados
Unidos del Norte de la que corría una mala traducción impresa en Puebla de los Ángeles, que
servía de texto y de modelo a los nuevos legisladores".

CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DEL EJECUTIVO

En su redacción final, la Constitución de 1917 respondió esencialmente a los planteamientos


relatados. Es así como quedaron establecidas las principales características del régimen
presidencial: Ejecutivo unipersonal, elección directa, mandato fijo, no reelección y predominio
constitucional.

Estas características se han mantenido y ejercido una marcada influencia en nuestro régimen
político, veámoslas brevemente.

1. Ejecutivo unipersonal

Establecido en el artículo 80, en el que se dice "se deposita el Ejecutivo del Supremo Poder
Ejecutivo de la Unión en un solo individuo que se denominará presidente de los Estados Unidos
Mexicanos". Los requisitos que se exigen para el cargo, según el artículo 82, son los siguientes:
ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno goce de sus derechos, hijo de padre o madre
mexicanos y haber residido en el país al menos durante veinte años, fracción I; tener 35 años
cumplidos al tiempo de la elección, fracción II; haber residido en el país durante todo el año
anterior al día de la elección, fracción III; no pertenecer al estado eclesiástico ni ser ministro de
algún culto, fracción IV; no estar en servicio activo en el ejército, ni ser Secretario o Subsecretario
de Estado, procurador General de la República, gobernador de algún estado ni jefe de gobierno
del Distrito Federal, a menos de que se separe de su puesto seis meses antes del día de la elección,
fracciones V y VI; Vale la pena hacer algunos comentarios respecto de los requisitos para el cargo
presidencial. En la fracción I, hasta antes de la reforma del 1 de julio de 1994, se requería para
el cargo presidencial ser hijo de padres mexicanos por nacimiento.

Respecto del término que fijan las fracciones V y VI, originalmente la Constitución estableció el
plazo de tres meses; después en 1927 se amplió a un año, para evitar que los generales Arnulfo
R. Gómez, que comandaba una zona militar, y Francisco R. Serrano, que estaba al frente del
Distrito Federal, utilizaran los cargos para su candidatura a la presidencia; más tarde, por reforma
de 1943, se establecieron seis meses. Por último, por reforma del 19 de junio del 2007, se ha
incluido en la fracción VI al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, titular de la entidad federativa
más importante del país y que goza de un extraordinario presupuesto, circunstancias que lo
pondrían en ventaja en un proceso electoral sí no se separa antes del cargo."

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Este acentuado carácter unipersonal del Ejecutivo procede, como hemos visto, de una arraigada
tradición: de las épocas indígenas y colonial heredamos un Ejecutivo fuerte, autoritario, que al
concluir la independencia fue sustituido por los caudillos militares y después por los civiles, para
desembocar en el presidente contemporáneo, de poderosa fuerza jurídica y política.

La unipersonalidad del Poder Ejecutivo consiste en que éste recae en una sola persona, a
diferencia del Ejecutivo dual o colegiado, que deposita en varias. Estos últimos ejecutivos son
raros en la historia constitucional de los países latinoamericanos, en los cuales el régimen
parlamentario se ha practicado de manera excepcional y en cuanto al Ejecutivo colegiado sólo
Uruguay lo ha utilizado en dos ocasiones.

2. Elección directa

Está consagrada en el artículo 81 de la manera siguiente: "la elección del presidente será directa
y en los términos que disponga la ley electoral".

Fue el tema de la elección presidencial un asunto de mucho interés para nuestras constituciones.
Aunque al comienzo se imitó la forma de elección indirecta para ascender al cargo de presidente,
como sucedió también en la mayoría de los países latinoamericanos, nos decidimos finalmente
por un procedimiento directo. Este tipo de designación proporciona al presidente un alto grado
de representatividad, en cuanto lo sitúa en posición similar a la del cuerpo legislativo por lo que
al respaldo popular se refiere, ya que ambos órganos pueden invocar un mandato o comisión
inmediata conferida por el electorado.

3. Mandato fijo

Previsto en el artículo 83: "el presidente entrará a ejercer a su cargo el 1o. de diciembre y durará
seis años". El texto original estableció un mandato de cuatro años similar al estadounidense, pero
por reforma de 1928 se amplió el término a seis años.

Para el caso de que el titular de Ejecutivo no pueda concluir su mandato en nuestro país se carece
de la vicepresidencia, pues históricamente dicha institución no ha funcionado de manera eficaz.
Como ya lo vimos, durante la Constitución de 1824 fue la vicepresidencia fuente de discordia.
Después, el texto de 1857 encomendó al presidente de la Corte sustituir al presidente en las faltas
temporales, así como en la absoluta mientras se hacía una nueva elección, produciéndose por
este mecanismo los enfrentamientos de Juárez contra Comonfort, González Ortega contra Juárez
e Iglesias contra Lerdo de Tejada. Más tarde, aunque por el esfuerzo de Vallarta la vicepresidencia
había salido de la Corte en 1882, volvió a restablecerse, según el modelo estadounidense, por
reforma de 1904, por eso cuando ocurrió el cuartelazo en 1813, tuvo que obligarse a renunciar
al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez, el secretario de Relaciones Pedro Lazcurain
se hizo cargo del Ejecutivo por media hora y renunció a favor del dictador Huerta.

Con tantos episodios ingratos es natural que el Constituyente desechara la vicepresidencia,


estableciendo en su lugar un sistema complejo para cuando el presidente llega a faltar o renuncia
por falta grave, en el cual se distinguen tres supuestos: a) Presidente interino. Se designa por
el Congreso por falta absoluta del titular ocurrida durante los dos primeros años del periodo
respectivo, cuando el electo no se presenta al comenzar el periodo constitucional o cuando al
iniciarse éste la elección no estuviese hecha y declarada el 1o. de diciembre; el presidente interino
no concluye el periodo, debe convocar a elecciones extraordinarias en un plazo de catorce meses,
como sucedió con el licenciado Emilio Portes Gil, el cual al no presentarse el presidente electo
Alvaro Obregón, fue designado por el Congreso el 1o de diciembre de 1928 y desempeñó el cargo
hasta el 5 de febrero de 1930; la Constitución también llama interino al presidente designado por
23
el Congreso o por la Permanente en la ausencia temporal del titular; b) Presidente substituto.
Se designa por el Congreso en caso de falta absoluta del titular ocurrida los cuatro últimos años
del periodo respectivo, debe concluir periodo y no hay convocación a elecciones extraordinarias,
así aconteció con motivo de la renuncia del ingeniero Pascual Ortiz Rubio que fue substituido por
el general Abelardo L. Rodríguez, éste asumió el mandato el 4 de septiembre de 1932 y lo concluyó
el 30 de noviembre de 1934; c) Presidente provisional. Se designa por la Comisión Permanente
en los recesos del Congreso, convocando a sesiones extraordinarias de éste para el nombramiento
de presidente interino o substituto, tal fue el caso de Adolfo de la Huerta que actuó de 1º. de
junio de 1920 al 1o. de diciembre del mismo año.

Íntimamente relacionado con la no reelección, el mandato sexenal sirvió mucho tiempo para
mantener la estabilidad, la capilaridad del sistema político mexicano, en cuanto permitió la
renovación de cuadros, incorporó grupos importantes que podrían haber quedado marginados y
evitó la personalización excesiva del poder. Cada seis años, al tiempo de la renovación
presidencial, vivía nuestro país un momento singular; los jóvenes esperaban la ansiada
oportunidad; los políticos en desgracia soñaban con reverdecer lauros; aquellos que se alejaban
se resignaban con la esperanza de retornar; el pueblo en general sufría de la fiebre sexenal; el
optimismo se reflejaba en las caras, y se pensaba en voz alta "ahora sí cambiarán las cosas". Este
respiro sexenal ha perdido mucho su encanto en los últimos mandatos presidenciales, las
repetidas crisis, la permanencia prolongada de un mismo grupo en el poder y la renovación aún
no lograda en el partido mayoritario, entre otros factores, han disminuido en mucho lo que antes
era una virtud del sistema.

4. No reelección

Está regulada en los siguientes términos; "el ciudadano que haya desempeñado el cargo de
presidente de la República, electo popularmente, o con el carácter de interino, provisional o
substituto, en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar el puesto".

Es la no reelección una conquista inapreciable del constitucionalismo mexicano, principio


sustancial del régimen presidencial e incluso válvula de seguridad del propio sistema político.
Mediante su aplicación irrestricta ha sido posible el avance cívico de la nación y ha sido hasta
ahora el símbolo de lucha contra el despotismo, un valladar a las ambiciones políticas y el mentís
constitucional más rotundo a la doctrina de los hombres necesarios.

La no reelección fue el resultado de un dilatado proceso de importantes hechos históricos en el


país. Durante el siglo XIX, el principio de la no reelección se concibió de manera menos terminante,
ya que las Constituciones de la época sólo prohibían que el presidente se reeligiera de forma
indefinida, postura explicable que compaginaba con la presencia de caudillos que concebían las
normas a sus deseos o gobernaban en continuos estados de emergencia.

Con la revolución, la situación cambio de modo radical y correspondió a Madero elevar la cláusula
antirreeleccionista a doctrina constitucional; fue el prócer quien mejor comprendió la importancia
de que los hombres no se perpetuaran en el poder. Desde el Plan de San Luis del 5 de octubre
de 1910, proclamó que la no reelección del presidente, del vicepresidente, de los gobernadores
de los estados y de los presidentes municipales, debía ser ley suprema. Expulsado Díaz del poder,
Madero se apresuró a reformar la Constitución de 1857, el 28 de febrero de 1911, con la finalidad
de incluir un precepto que declaraba que el presidente y el vicepresidente no podrían ser reelectos.

Lo propio sucedió con Venustiano Carranza y con el Constituyente de 1917. Aquél, en su proyecto,
propuso de manera clara el principio referido, y en este privó un clima antirreeleccionista evidente,
salvo las aisladas voces de algunos legisladores.
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Desde entonces hasta la fecha, salvo el intento de Obregón, el principio de la no reelección puede
considerarse una regla de oro del Estado mexicano. En la conciencia de cada uno de nosotros
existe la firme creencia de que la no reelección es un mecanismo anticaudillista eficaz, en cuanto
limita de manera temporal la duración del Poder del Ejecutivo, para evitar el humano pero
pernicioso sentimiento de los gobernantes de prolongarse en el mando. Cada vez que la opinión
pública percibe barruntos reeleccionistas, reacciona con justificada alarma, porque para los
mexicanos, democracia y renovación periódica del mando son sinónimos de nuestra vida política.

5. Predominio constitucional

Nuestro Poder Ejecutivo tuvo desde sus inicios una marcada supremacía o predominio
constitucional sobre los otros poderes, basta leer el artículo 89 en su redacción original.

Más tarde, merced a diversas causas, fue acrecentando su esfera de competencia y haciendo cada
vez más vigorosa su organización.
Signos evidentes de tal predominio son, entre otros, la amplitud y la heterogeneidad de sus
facultades, el amplio derecho de veto, la potestad para designar a los más altos funcionarios de
la Federación o el importante catálogo de actos políticos.

Este predominio del Ejecutivo es una de las características que más ha llamado la atención de los
estudiosos nacionales y foráneos. Ha habido una floración de interpretaciones a este respecto: se
opina así que el régimen es una aplicación "desviada" o "deformada" del sistema presidencial
clásico, o se le califica de "preponderancia presidencialista", en su cúmulo de facultades algunos
ven la reminiscencia del tlatoani o la presencia de una "monarquía sexenal absoluta"; en fin, en
los últimos años se habla de "modernización autoritaria y liberalización política", "de la revolución
institucional a la revolución democrática", o cuando menos se reconoce que el régimen está
cambiando y se encuentra en "transición".

Como quiera que sea, estas interpretaciones arrojan luz sobre el tema, revelando al propio tiempo
el vivo interés sobre nuestro ejecutivo. Vale sólo decir, por una parte, que es muy difícil
caracterizar a nuestro régimen de gobierno, tan complicado en sus manifestaciones concretas, en
una pobre fórmula, o adjetivarlo con una sola palabra; y además, por otra parte, la apertura que
experimenta hacia la democracia, le otorga un carácter substancialmente dinámico, por eso la
conveniencia de revisar, de manera más o menos permanente, los principales elementos que lo
componen.

LAS ATRIBUCIONES DEL PRESIDENTE

Cuando la ley fundamental expresa en el artículo 80 constitucional, que el presidente es el titular


del Poder Ejecutivo, implica con tal declaración que está a cargo del ejercicio fundamental de la
función administrativa, aunque también hay que advertir que posee atribuciones de naturaleza
legislativa o relacionadas con la actividad judicial. Desde otros puntos de vista, se atribuyen
también al presidente los actos de gobierno o políticos, así como las facultades llamadas "meta-
constitucionales" o "poderes de facto"."
- Facultades administrativas

Están a cargo del presidente variados actos y decisiones administrativas. Destacan, en primer
lugar, aquellas atribuciones que podrían denominarse de administración general (artículo 89,
fracción I y XX), En virtud de tales facultades, al presidente le incumbe "ejecutar las leyes que
expide el Congreso de la Unión"; esto es, la realización de los actos necesarios para hacer efectiva,
en casos concretos, la norma general. Es así como el presidente se constituye en el principal
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propulsor de todo el aparato administrativo, a través de acuerdos, decretos, o resoluciones de
carácter concreto individualizado, que influyen en la conducción del gobierno, afectan a
instituciones a grupos y a los propios particulares, aumentándoles a disminuyéndoles esfera
jurídica, como en el caso de concesión o en el de la expropiación.

Sobresale también la potestad de nombramiento, que permite al presidente el control del aparato
gubernamental y sustenta en buena parte su ascendiente en el orden político. Esta potestad tiene
su fundamento en el artículo 89, fracciones II a V, XVII y XVIII; pero en este precepto de la ley
fundamental sólo están contemplados los nombramientos de los principales funcionarios del
Ejecutivo, la designación de otro buen número aparece prevista en la legislación secundaria o en
inveteradas prácticas del sistema político.

Merced a tan poderosas atribuciones, el presidente nombra y remueve libremente a sus


secretarios de Estado, en tanto que el Ejecutivo estadounidense requiere la autorización del
Senado. Designa también a los principales funcionarios de la administración, a los directores de
distintos organismos del sector paraestatal e interviene de modo decisivo para los altos cargos
militares diplomáticos y judiciales, en los cuales se establece la participación del Senado.

Fuente: Derecho Constitucional Mexicano y Comparado, Héctor Fix-Zamudio y Salvador Valencia Carmona,
Editorial Porrúa, México 2011.
El Control del Poder, Diego Valadés. Editorial Porrúa, México 2011

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