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H ECHOS Y DESAFÍOS

La medicina social latinoamericana


en los años noventa: hechos y desafíos*

Debora Tajer

INTRODUCCIÓN

La medicina social latinoamericana tiene como antecedentes y pun-


tos de inspiración los movimientos sociales de Francia, Alemania e
Inglaterra de mediados del siglo XIX.1 Podemos ubicar su nacimiento
en la reformulación de la formación de la enseñanza médica,2 que
tiene lugar en nuestra región durante los años cincuenta, y que, al
mismo tiempo, se diferencia de la higiene, la salud pública y la me-
dicina preventiva.3 El punto de clivaje con respecto a estas últimas
acontece a fines de los sesenta, cuando la ideología subyacente al
modelo preventivo, entonces en boga en la América Latina, se puso
sobre el tapete y fue posible la construcción de una teoría social de
la medicina.4
De ese modo, surgió una tradición que identifica a la medicina
social latinoamericana desde entonces: el análisis crítico e ideoló-
gico de lo que muchas veces se presenta como mero conocimiento
técnico.5
Esa perspectiva, que surge ligada a la tentativa de formalizar
los contenidos de las ciencias sociales en salud en la enseñanza de

* Tomado de M. Sánchez Bayle, C. Colomo y L. Repeto (comps.): Salud y


Globalización, FADESP, Madrid, 2004.

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pregrado en medicina, avanza luego hacia la incorporación de esos


mismos contenidos en la enseñanza de posgrado en salud pública.
A partir de ese momento, se constituyen en varios países posgrados
específicos de medicina social y salud colectiva —el nombre que
el movimiento tomara en Brasil—, que tienen como precursores la
Maestría en medicina social de la Universidad Autónoma Metro-
politana de México, en 1975, y el Programa de medicina social de
la Universidad Estadual de Río de Janeiro, en 1976, ambos con la
cooperación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).6
Pero si bien la medicina social latinoamericana se puede consi-
derar una corriente de pensamiento y conocimiento, esta tiene fuer-
tes raíces en la práctica política concreta, impulsada por un actor
como el movimiento médico social latinoamericano. Por lo tanto,
se constituye en un discurso que tiene objetivos ideológicos espe-
cíficos,7 y que ha madurado y evolucionado a lo largo de estos cua-
renta años.
Para presentarlo adecuadamente, en toda su complejidad, pode-
mos decir que el movimiento latinoamericano de medicina social
tiene sus raíces en las siguientes vertientes:
La primera es una corriente conceptual denominada medicina
social, que valora y trabaja sobre los determinantes económicos, po-
líticos, subjetivos y sociales del proceso salud-enfermedad-atención
de los colectivos humanos.
La segunda es una vertiente política, ligada a las apuestas de
cambio y transformación social en la América Latina, que desde sus
comienzos priorizó la salud como uno de los ejes ligados a la libe-
ración de los pueblos.
La tercera es una vertiente organizacional que tiene sus oríge-
nes en los seminarios relacionados con la medicina social que con-
vocara Juan César García a finales de los setenta y principios de los
ochenta. En el tercero de estos seminarios, celebrado en la ciudad
de Ouro Preto, Brasil, en 1984, se funda la Asociación Latinoameri-
cana de Medicina Social (ALAMES).
Por último, el movimiento tiene otra de sus raíces en una con-
cepción que entiende la solidaridad como la ternura de los pueblos,

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y el internacionalismo como una de sus expresiones, en aras de tra-


ficar buenas prácticas y saberes.
A partir de ese pionero grupo de compañeras y compañeros pro-
venientes de México, Ecuador, Brasil, Colombia, Cuba, Chile y Ar-
gentina, llegamos en la actualidad a un colectivo pujante, con pre-
sencia en todos los países del continente americano, incluidos los
Estados Unidos, Canadá y el Caribe anglófono.8
A nivel internacional, ALAMES representa el capítulo americano
de la Asociación Internacional de Políticas de Salud (IAHP) y tiene
lazos de trabajo con la Asociación Internacional para la Equidad en
Salud (ISEqH).
Hoy, a veinte años de su fundación, ALAMES se define como un
movimiento social, político y académico con una perspectiva de de-
sarrollo de la salud pública y la medicina social orientada a la reso-
lución de los determinantes históricos-sociales del proceso salud-
enfermedad-atención.
Latinoamérica es muy diversa, como también sus diferentes gru-
pos nacionales y sus dinámicas. Integran los grupos nacionales de
ALAMES las instituciones de posgraduación en salud colectiva, en
Brasil; los sindicatos médicos, en Chile y Uruguay; los movimien-
tos de campesinos por la salud, en Paraguay; las escuelas de salud
pública o las maestrías de medicina social, en Costa Rica y México;
los foros de salud, en Perú; los movimientos nacionales de salud,
en Perú; los grupos auto-organizados, en Argentina; los grupos de
investigación-acción, en Ecuador, entre otros.
El hecho de ser un movimiento social, académico y político al
mismo tiempo, le confiere un enorme potencial a ALAMES, pero,
simultáneamente, la ubica frente a una serie de contradicciones y
desafíos internos. Estos desafíos surgen de los diferentes puntos de
vista que asumen los movimientos sociales, académicos y políti-
cos a la hora de aproximarse a la realidad en salud.
Esto nos ha llevado a concluir que tensar esas contradicciones
al interior de un mismo movimiento forma parte del capital simbó-
lico, la identidad y la diferencia del movimiento latinoamericano
de medicina social.

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II. ORÍGENES Y LÍNEAS PRINCIPALES

Cabe destacar que gran parte de las miembras y miembros de la


Medicina Social no sólo surge y se desarrolla en el ámbito acadé-
mico,9 sino que considera que la generación y transmisión de cono-
cimientos son herramientas para el cambio. La creación de nuevos
conocimientos y el entrenamiento de recursos humanos de grado y
posgrado de las diversas disciplinas del campo de la salud, contri-
buyen, desde una perspectiva médico social, a la construcción de
voluntades inteligentes que puedan producir y sostener los cambios
reales. Desde esa perspectiva, se promueven y llevan a cabo inves-
tigaciones basadas en dicho marco teórico, que tienen el objetivo
de contribuir al auge de una abogacía y políticas públicas contrahe-
gemónicas basadas en la evidencia.10
Para entender la especificidad de esta corriente, decimos, en pocas
palabras, que la medicina social se diferencia de la salud pública
tradicional en Latinoamérica en lo siguiente:

a) La definición de la población como objeto de estudios, conce-


bido no como la suma de individuos, sino como colectivos.11
b) Los estudios de las instituciones de salud, que buscan enten-
der su lógica, su capacidad para reproducir relaciones de do-
minación y también para generar propuestas alternativas.12
c) La relación dialéctica entre el estar sano, el estar enfermo y las
prácticas de atención de la salud, vistas no como situaciones
discontinuas, sino como un proceso histórico descrito como
proceso salud-enfermedad-atención.13
d) La consideración de las estructuras socioeconómicas como
determinantes del proceso salud-enfermedad-atención, tanto
a nivel individual como colectivo.14
e) La articulación entre teoría y práctica (praxis),15 que asume
una función descriptiva de la teoría a la vez que inspira el cam-
bio social.
f) Una metodología encargada de introducir el bagaje descrito
en la generación de nuevas herramientas, y la utilización de

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los abordajes cualitativos y cuantitativos, con el propósito


de evitar el reduccionismo positivista de la salud pública tra-
dicional y los ensayos clínicos.

La clara relación entre política y ciencia que define al movimiento


médico social latinoamericano tiene sus orígenes en la proceden-
cia social de los estudiantes universitarios, que en su mayoría pu-
dieron acceder a los estudios por la proliferación de universidades
públicas y gratuitas, y en la marcada politización del estudiantado
a partir de los sesenta. Esto provocó que, una vez graduados, mu-
chos y muchas de estos profesionales de la salud decidieran tra-
bajar en prácticas ligadas a los procesos de cambio político en la
América Latina. Esta radicalización permitió un desarrollo teórico y
técnico que es un aporte real del campo científico al cambio social.
Esto trajo como consecuencia numerosos avances y logros, pero
también causó la represión política, las desapariciones y la muerte
de muchos líderes de la medicina social en la América Latina.
La matriz conceptual de la medicina social radica en la incorpo-
ración de las ciencias sociales al campo de la salud colectiva; en un
primer momento, del materialismo histórico y, recientemente, a par-
tir de los ochenta, de los trabajos de algunos cientistas sociales euro-
peos y norteamericanos como Arendt, Bourdieu, Foucault, Giddens,
Gramsci, Habermas, Heller, Laclau y Rorty.
Uno de los temas que hacen pionera a la medicina social latinoa-
mericana es la salud de los trabajadores. Su contribución específica
es la operativización metodológica del concepto clase social y los
procesos de producción y reproducción social en la investigación
en salud.16
Otros temas clave son los efectos de las políticas sociales en la
salud y en la atención de la salud, las políticas públicas en salud,17
los determinantes sociales de la enfermedad y la muerte y los efec-
tos de las relaciones internacionales, sobre todo como determinan-
tes de las condiciones de salud de los países centrales y periféricos.18
En la década del ochenta, los principales temas fueron el impac-
to de la crisis económica, el desempleo, la inflación, el crecimiento

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de la pobreza y el empeoramiento de las condiciones de salud en


la región, al mismo tiempo que tenían lugar los procesos de transi-
ción hacia la democracia. 19 Asimismo, el impacto de la violencia y
el trauma durante las dictaduras20 y las democracias21 en la salud de
la población.
Podemos señalar los aportes específicos y originales del movi-
miento a la salud colectiva internacional:22 el desarrollo en las áreas
de epidemiología social,23 las políticas y prácticas en salud,24 la pla-
nificación estratégica en salud,25 la epistemología y metodología26 y
la incorporación de la dimensión de los sujetos en el campo de la
salud colectiva.27

III. LA M EDICINA S OCIAL LATINOAMERICANA EN LOS NOVENTA

Los noventa se caracterizan, por un lado, como años de crecimien-


to de la producción científica de esta corriente en teoría e investiga-
ción, dada la consolidación de los posgrados de medicina social y
salud colectiva en cursos de perfeccionamiento, residencias, maes-
trías y doctorados, que aportaron una gran cantidad de estudios
sistemáticos sobre los más diversos temas de la salud de las pobla-
ciones, abordados desde la perspectiva de la medicina social. Este
desarrollo ha sido desigual, y hoy queda pendiente todavía la crea-
ción de programas de posgrado en varios países.28 Brasil es el país
más avanzado, y junto con México son los que cuentan con un ma-
yor apoyo estatal para estas actividades. Otros países de la región
como Argentina, Chile, Ecuador y Uruguay tienen una larga historia
en este campo, pero carecen de programas de entrenamiento espe-
cífico. Aquí es dable destacar los recientes programas de doctorado
creados en México y Colombia.
Por otra parte, el período se caracterizó por la implementación
de los procesos de Reforma Sectorial en Salud (RSS), de corte neoli-
beral, que desde sus comienzos motivaron un muy riguroso análi-
sis crítico por parte de la medicina social latinoamericana.29 Estas
reformas se implementaron en la región, a partir de las propuestas
del Banco Mundial. En detrimento de la equidad, estas priorizaban

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la eficiencia y la eficacia, mediante la puesta en práctica de políticas


de ajuste macroeconómico y la extinción de las políticas orientadas
por valores de universalidad e integralidad en el sector salud. La
aplicación de programas de focalización y la creación de canastas o
paquetes básicos de servicios como la única política pública uni-
versal garantizada,30 excluía la garantía de una atención integral de
la salud.
La otra medida fue la descentralización de los sistemas y los
servicios de salud nacionales, enfocados ahora hacia su gestión
provincial y municipal. La descentralización trajo un incremento
de la fragmentación de los sistemas y, a la vez, un aumento de la
inequidades en la calidad de atención, fruto de la enorme dispari-
dad económica entre las provincias y los municipios en una región
que se caracteriza por la mayor inequidad económica entre pobres
y ricos del planeta.31
Podemos señalar que la reforma se propuso como una vía para
resolver los históricos problemas de calidad, equidad e integrali-
dad de los sistemas de salud. Diez años después, resulta claro para
todos —y no sólo para los sectores críticos que lo señalaron desde
el comienzo—32 que no sólo fue incapaz de resolver los problemas
señalados, sino que produjo nuevos. Entre ellos podemos señalar
la pérdida del liderazgo de los ministerios de salud, el desfinan-
ciamiento de la seguridad social, producto de la caída del empleo
formal, la presencia de corrupción en el gerenciamiento, el alza de
la inequidad y la fragmentación.33 El sub-sector público, duramente
criticado y castigado económicamente durante los noventa, conser-
vó e incrementó su rol como subsidiario de la caída de cobertura
del sector privado y la seguridad social. 34 Una de las promesas de
la reforma fue la creación de condiciones de libertad de elección
para los usuarios de la seguridad social, mediante la posibilidad de
pasar sus cotizaciones a las compañías aseguradoras y prepagas.35
Lo que realmente ocurrió fue la concentración del mercado de las
aseguradoras. En términos de derecho, esto significó para la salud
un retroceso, porque implicó una fuerte introducción de la lógica
de mercado en todo el sistema sanitario.36

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La desmitificación de los procesos de reforma neoliberal en salud


resultó uno de los ejes principales del trabajo académico, político y
social de la medicina social latinoamericana durante los noventa,
como parte de su agenda por la defensa de la salud como un dere-
cho ciudadano y un deber del Estado.37 Simultáneamente, sus áreas
de acción se extendieron para poder implementar este derecho en
lo concreto. Estas son la violencia,38 el género,39 los recursos hu-
manos,40 las políticas públicas,41 la descentralización,42 la reforma
sectorial de salud,43 la globalización, la epidemiología,44 el medio
ambiente,45 la equidad,46 la bioética,47 la participación social,48 la
etnicidad, el multiculturalismo y los derechos humanos.49 Esto nos
lleva a señalar en la actualidad que, mas allá de los temas que la
caracterizan, la medicina social latinoamericana representa un en-
foque ético-ideológico interdisciplinario de los problemas de la sa-
lud a nivel individual y colectivo, guiado por la defensa de la salud
como un derecho ciudadano y preocupado por las formas de lograr
la ampliación de dicho derecho. Se trata de tomar a la salud como
algo que va más allá de la atención médica,50 en un sentido abarca-
dor, ligado a la calidad de vida.
En la actualidad, el eje principal de la agenda es la defensa de la
salud como un bien público y un derecho ciudadano en este conti-
nente. También existe interés en intercambiar con otros movimien-
tos similares en el mundo y compartir, desde las raíces latinoame-
ricanas, desde una perspectiva contrahegemónica, la construcción
de una agenda en defensa de la salud como un derecho en el ámbito
internacional. En ese sentido, nuestra posición en el debate sobre
qué se considera equidad en salud parte de una base de derechos y
ciudadanía, en la que la vulnerabilidad y la diferencia no se deben
traducir en injusticia, sino en resolver desde su especificidad, des-
de una perspectiva de integralidad y universalidad, la satisfacción
de esas necesidades. El otro polo del debate considera la equidad
desde una perspectiva grupal, de manera discrecional y no en tér-
minos de derechos. Por lo tanto, considera inequitativa la acción
que trasciende al sujeto vulnerable, incluso si esta incrementa la
integración y la ciudadanía.

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Estamos totalmente conscientes de que el movimiento de la me-


dicina social latinoamericana es mucho más abarcador que los es-
pacios que se involucran y están en contacto con nuestra asociación.
Pero también sabemos la importancia de que exista un organismo
que congregue y establezca lazos de colaboración con sujetos, ins-
tituciones o grupos que tienen el mismo objetivo, aun cuando no se
asocien en nuestras filas. Entendemos que nuestra misión especial
es desarrollar la capacidad de trabajo en red y establecer coope-
raciones.
En el nivel político, el desarrollo de agendas nacionales, regiona-
les y continentales de debate público que incorporen el concepto
de la salud como derecho y bien público, constituyó un eje funda-
mental de trabajo en este período.
En tal sentido, detallaremos dos tipos de procesos en los que
participamos y brindamos apoyo; es decir, los procesos que tienen
lugar en el ámbito nacional y los que poseen carácter continental.
En el ámbito nacional, nos involucramos en la creación de movi-
mientos nacionales de defensa de la salud, en países como Argen-
tina, Colombia, Paraguay, Perú, Venezuela y Uruguay. A nivel con-
tinental, cabe destacar que una de las medidas de implementación
de las reformas neoliberales de los sistemas de salud en la mayoría
de los países es la descentralización de la gestión en salud, mediante
la municipalización de las acciones y servicios de salud.
Esta situación abrió un interesante escenario para la praxis del
movimiento médico social latinoamericano durante los noventa,
que llega hasta hoy: con la llegada al poder local de partidos pro-
gresistas, muchos de los líderes del movimiento entraron de lleno a
la política como secretarios y secretarias municipales de salud. For-
talecieron la gestión de los niveles municipales en un primer paso,
tomando en cuenta la imposibilidad de lograr los cambios naciona-
les a corto plazo. La decisión representó un cambio en la manera
en que hasta ese momento el movimiento concebía las políticas
públicas en salud y su rol relativo a las mismas. Hasta ese viraje, el
rol del movimiento consistía en criticar al Estado por su reproduc-
ción de las condiciones de dominación. La gestión de gobierno en

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salud sólo era imaginable mediante un proceso revolucionario o


de cambio radical. En los noventa, la praxis política de muchos y
muchas de los miembros del movimiento podía parecer insuficien-
temente revolucionaria para los mismos actores del pasado.
La coexistencia de estos dos procesos, la descentralización y el
cambio en la manera de pensar la acción política y los cambios,
generó una práctica característica de ese período: meterse de lleno
en la gestión local de salud, tanto a nivel operativo como en el en-
trenamiento y formación de recursos humanos, y desarrollar inves-
tigaciones necesarias para direccionar y evaluar las políticas.
Desde 1995, ALAMES participa de la Red Américas junto con el
Consejo Nacional de Secretarios Municipales de Salud de Brasil
(CONASEMS), un actor político resultante de la reforma sanitaria
en Brasil, de corte progresista. Esta se diferenció de la mayoría de
las efectuadas en las Américas, que entendieron la descentraliza-
ción como un modo de desconcentrar el poder, la promoción de la
participación y el control social de gestión.
La Red Américas, una iniciativa de nueve años de vida, tiene
como objetivo articular los procesos locales de gestión. Y es muy
interesante destacar que, contrariamente a las líneas hegemónicas
neoliberales de la reforma, estos gestores locales se preocupan real-
mente de que la arena local sea un espacio de ampliación de la
ciudadanía. Tienen una alta valoración y jerarquización de lo pú-
blico, en oposición al auge neoliberal en el ámbito nacional en la
mayoría de los países. Encontramos que muchos de estos gestores
pertenecen a partidos contrahegemónicos o progresistas como el
PT en Brasil, el PRD en México, FREPASO/ARI/PSP en Argentina,
el Frente Amplio en Uruguay, entre otros, que conquistan triunfos
locales.
Dichos gestores valoran que lo local es un modo de consolidar
su base de legitimación mediante la eficiencia en la gestión. En este
sentido, la elección de Lula Da Silva como presidente de Brasil se
puede considerar un resultado de más de diez años de gestión lo-
cal, focalizada en la construcción de legitimidad política. La expe-
riencia de Asa Cristina Laurell como actual secretaria municipal de

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gestión del Distrito Federal de México es otro buen ejemplo de esa


dirección política. Laurell pertenece al grupo mexicano pionero en
estos temas, congregado alrededor de la maestría de medicina so-
cial de la UAM-Xochimilco, que ha capacitado a muchos de nues-
tros colegas de México y otros países.51
Como parte de su militancia en el PRD, Laurell asumió esa res-
ponsabilidad en compañía de varios de los miembros del equipo
de la UAM-X. Su experiencia se puede ubicar dentro de la línea de
gestores que pertenecen a organizaciones políticas opuestas al mo-
delo dominante, que han conseguido triunfos locales y cuentan con
el apoyo de ALAMES para hacer público lo que es público o «pu-
blificar» nuevamente la salud pública. Según Laurell, esto significa
que «cuando tengo que realizar una decisión o tengo un conflicto de
intereses entre actores, en lo referido a una acción de gobierno, mi
primera opción es siempre a favor de los intereses de la población».52
El otro ejemplo es Venezuela, que vive a nivel nacional un pro-
ceso político de cambio. En el área salud, María Urbaneja, quien
fuera coordinadora general de ALAMES durante dos períodos (en-
tre 1994 y 1997, y desde ese año hasta el 2000), y a quien le debemos
nuestra entrada en la Red Américas, asumió entre el 2001 y el 2003
como Ministra de Salud. María hace su primera gestión en salud,
precisamente en la arena de lo local, a cargo de la Secretaría de
Salud del Municipio de Caracas. Uno de los desafíos de su gestión
radicó en cómo construir el cambio y, a la vez, los actores sociales
que lo sostengan, gubernamentales y no gubernamentales. Esto, des-
de una nueva idea del rol del gestor nacional de salud que se com-
promete con lo público y asume su responsabilidad de liderazgo
como Ministerio Nacional de Salud, y no desde esa concepción fuer-
temente centralista con la que solíamos verlo años atrás.
A partir de enero del 2004, una nueva experiencia de gestión
local en salud con perspectiva de medicina social discurre a cargo
de la ciudad de Bogotá, en Colombia. La lidera Román Vega, profe-
sor de la Universidad Javeriana y miembro del Movimiento por la
Defensa de la Salud Pública de su país, filiado con ALAMES junto
con un equipo proveniente del mismo movimiento.

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En lo relativo a su actividad como movimiento social, cabe des-


tacar que ALAMES ha participado en espacios como el Foro Social
Mundial (FSM), en Porto Alegre, donde organizó el Foro Internacional
de Salud, que contó con una asistencia de cuatrocientas personas.
El objetivo principal del Foro fue convocar a los diversos movi-
mientos sociales que forman parte del FSM, jóvenes, mujeres, cam-
pesinos sin tierra, indígenas, activistas por la diversidad sexual, sin-
dicatos, entre otros, para discutir su agenda de salud con nosotros.
Hemos detectado que muchos de estos movimientos poseen una
agenda progresista en términos de su reivindicación específica, pero
suelen compartir la agenda del modelo médico hegemónico en la
cuestión salud.
También queremos destacar el trabajo realizado por años con
otros movimientos sociales de mujeres y por los derechos huma-
nos. Los primeros son uno de los interlocutores de ALAMES, tanto
en el ámbito nacional como a nivel regional. La relación es lidera-
da por la dinámica Red de Género y Salud Colectiva de la Asocia-
ción.47-52 Como resultado de su trabajo e intercambio, identificamos
que la equidad entre los géneros como un bien público y un dere-
cho de ciudadanía se ha convertido en uno de los tres ejes princi-
pales de nuestra agenda durante este período.
Por otra parte, existe una relación histórica entre nuestra Asocia-
ción y los movimientos de derechos humanos. Entre ellos, los que
combaten el terrorismo de Estado asociado a las desapariciones,
fundamentalmente en el Cono Sur, y, más recientemente, los colec-
tivos como la Plataforma Interamericana de Derechos Humanos, que
defienden el derecho a la salud como parte de su apoyo a la garan-
tía de los derechos sociales y culturales.53

C ONCLUSIONES

Desde sus comienzos, la medicina social latinoamericana se carac-


teriza por establecer un marco crítico y una propuesta de cambio a
los desarrollos de la salud pública clásica, en aras de transformarla
en una herramienta de cambio social y justicia.

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Durante los años noventa, el movimiento ofreció propuestas al-


ternativas a la reforma neoliberal en salud, tanto en el ámbito de la
generación de conocimientos como en la práctica política, creando
así una agenda propia en ambos campos, que se diferencia de los
organismos de cooperación y los bancos internacionales. De tal modo,
la medicina social latinoamericana se encuentra en una excelente
posición para ofrecer elementos teóricos y prácticos a colegas de
otras regiones del mundo, interesados en construir una nueva salud
pública que contribuya a garantizar la salud como un derecho y un
bien público para todos y todas.
Por último, quisiera compartir los principales desafíos en la actua-
lidad: seguir adelante con nuestros temas principales e históricos,
estar abiertos y sensibles a los nuevos problemas y perspectivas y
persistir siempre en la búsqueda de soluciones y propuestas crea-
tivas para resolver los nuevos y viejos problemas.

1
J. Paim: «Medicina Preventiva e Social no Brasil: Modelos, Crises, Pers-
pectivas, en Saúde em Debate, no. 11, 1981, pp. 57-59.
2
«Juan César García entrevista a Juan César García», en E. Duarte Nunes
(ed.): Ciencias Sociales y Salud en América Latina: Tendencias y Perspectivas,
OPS/CIESU, Montevideo, 1986, pp. 21-29.
3
Ver E. Duarte: «Trayectoria de la Medicina Social en América Latina: ele-
mentos para su configuración», en S. Franco, E. Duarte Nunes, J. Breilh, A.
Laurell (eds.): Debates en Medicina Social, OPS-ALAMES, Quito, 1991, pp. 17-
137; y la Tesis de Doctorado «Dilema preventivista: contribuçao para a compeen-
sao e crítica da Medicina Preventiva», de S. Arouca (UNICAMP, 1975).
4
J. Paim: op. cit.
5
M. Testa: Pensar en Salud, Lugar, Buenos Aires, 1993.
6
E. Duarte: op. cit.
7
J. Paim y N. Almeida: A crise da Saúde Pública e a utopia da saúde co-
lectiva, ISC-UFBA, Bahía, 2000.
8
S. Franco, E. Duarte Nunes, J. Breilh, A. Laurell (eds.): op. cit.
9
Ver H. Waitzkin C. Iriart, A. Estrada, S. Lamadrid: «Social Medicine in
Latin America: productivity and dangers facing the major national groups»,
en The Lancet, vol. 358, 2001, p. 315; y también, de los mismos autores: «Social

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Medicine then and now: lessons from Latin America», en American Journal of
Public Health, vol. 91, 2001, pp. 1592-1601.
10
Ver Plataforma Interamericana de Derechos Humanos (ALAMES): ¿Equi-
dad? El Problema de la Equidad Financiera en Salud, Ediciones Antropos, Bo-
gotá, 2001; F. J. Mercado Martínez y L. Robles Silva: La medicina al final del
milenio. Realidades y proyectos en la sociedad occidental, Universidad de Gua-
dalajara y ALAMES, Guadalajara, 1995; «Equity in Health Across the World:
Neoliberalism or Welfare Policies? Proceedings of the X Conference of the In-
ternational Association of Health Policy», Perugia, Italy, 1999; ALAMES-IAHP:
«Memorias de un encuentro. Globalización, Reformas y equidad en salud.
Construyendo una agenda política en defensa de la salud», VII Congreso
Latinoamericano de Medicina Social y XI Congreso de la Asociación Interna-
cional de Políticas en Salud, julio del 2000, [CD-ROM], La Habana; N. Almeida:
Epidemiología sin Números, OPS, Buenos Aires, 1992; A. Laurell: «El estudio
social del proceso salud-enfermedad en América Latina», en Cuadernos Médi-
cos Sociales, 1985, pp. 37, 43-48; y esta propia compilación, en su página 16.
11
J. Paim y N. Almeida: op. cit.; J. Breilh y E. Granda (eds.): Investigación
de salud en la sociedad, Centro de Estudios y Asesorías en Salud, Quito, 1982.
12
M. Testa: Pensamiento Estratégico y Lógica de la Programación, OPS,
Buenos Aires, 1989; G. de Sousa Campos (ed.): Reforma da Reforma. Repen-
sando a Saúde, segunda edición, Huicitec, São Paolo, 1992.
13
E. Menéndez y R. Di Pardo: «El concepto de clase social en la investiga-
ción de la problemática de salud enfermedad», en Papeles de la Casa Chata,
no. 1, 1986, pp. 53-62; C. Bloch, S. Belmartino, M. Troncoso, S. Torrado, Z.
Quintero (eds.): El proceso de salud enfermedad en el primer año de vida, Centro
de Estudios y Asesorías en Salud, Rosario, Argentina, 1984.
14
V. Navarro (ed.): Salud e Imperialismo, Siglo XXI, México D.F., 1983; J.
C. Escudero y S. López: «La construcción de una hegemonía: el Banco Mun-
dial en la salud argentina», en Revista Salud, problema, debate, no. 20, 1998,
pp. 8-22.
15
J. Aricó: La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en America Latina,
Punto Sur, Buenos Aires, 1988.
16
E. Menéndez y R. Di Pardo: op. cit.; la conferencia «Tendencias Actua-
les en Epidemiología Social», de A. Laurell, presentada en el 3er Congreso
Panamericano de Epidemiología, en Córdoba, Argentina, en 1993; P. L. Caste-
llanos: «O ecologico na epidemiologia», en N. Almeida, M. L. Barreto, R. P.
Veras, R. B. Barata: Teoria Epidemiológica Hoje: Fundamentos, Interfaces e
Tendência, Fiocruz-Asociación Brasilera de Salud Colectiva, Río de Janeiro,
1998, pp. 129-148.
17
S. Fleury: Estado sem Cidadãos, Fiocruz, Río de Janeiro, 1994.

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18
V. Navarro (ed.): op. cit.; J. C. Escudero: «The Health Crisis in Argen-
tina», en International Journal of Health Service, vol. 33, 2003, pp. 129-136.
19
ALAMES: Actas del 2do Taller Latinoamericano de Medicina Social, Edi-
ciones del Rectorado, Caracas, 1991.
20
E. Lira: Psicología y Violencia Política en América Latina, Instituto Lati-
noamericano de Salud Mental y Derechos Humanos, Santiago de Chile, 1994.
21
S. Franco: El Quinto: No Matar. Contextos Explicativos de la Violencia en
Colombia, Tercer Mundo, Bogotá, 1999.
22
J. Paim y N. Almeida: op. cit.
23
A. Laurell: «Tendencias Actuales…»; P.L. Castellanos: op. cit.
24
S. Fleury: op. cit.; A. Laurell: Estado y Políticas Sociales en el Neoliberalis-
mo, Fundación Ebert, México DF, 1992.
25
M. Testa: Pensamiento Estratégico, op. cit.; C. Matus: Adeus Senhor Pre-
sidente, Litteris, Recife, 1989.
26
J. Breilh y E. Granda (eds.): op. cit.; J. Samara: Epistemología y meto-
dología, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1994; J. Breilh: Nuevos
conceptos y técnicas de investigación, tercera edición, Centro de Estudios y
Asesorías en Salud, Quito, 1995; M. C. De Souza Minayo: El desafío del cono-
cimiento. Investigación cualitativa en salud, Lugar, Buenos Aires, 1997.
27
O. Saidón y P. Troianovski: Políticas en Salud Mental, Lugar, Buenos
Aires, 1994; E. Menendez: Cura y Control. La Apropiación de lo Social por la
Práctica Psiquiátrica, Nueva Imagen, México D.F., 1979; P. Bourdieu: La Dis-
tinción. Criterio y Bases Sociales del Gusto, Taurus, Madrid, 1991.
28
1st Pan American Conference on Education in Public Health. XVI ALAESP
Conference, Final Report, Fiocruz, Río de Janeiro, 1994.
29
A. Laurell: Estado y Políticas Sociales…
30
J. Paim y N. Almeida: op. cit.; J. C. Escudero: op. cit.
31
Equity and Health. Views from the Pan American Sanitary Bureau, Pan
American Health Organization Occasional Publications, Washington D.C., 2001.
32
A. Laurell: Estado y Políticas Sociales…
33
A. Casas: «La equidad como eje de la políticas públicas en salud», en A.
Castillo: Políticas Públicas y Equidad de Género en Salud: Desafíos para Centroa-
mérica y Caribe, Universidad de Costa Rica, San José, (en prensa); J. Arroyo:
Salud: La Reforma Silenciosa, Universidad Peruana Cayetano Heredia, Lima,
2000; L. Tavares: Ajuste Neoliberal e Desajuste Social na America Latina, UERJ,
Río de Janeiro, 1999.
34
J. C. Escudero: op. cit.
35
M. L. Massot: Alternativas de Reforma de la Seguridad Social, UAM,
México D.F., 1996.
36
Plataforma Interamericana de Derechos Humanos (ALAMES): op. cit.

35
H ECHOS Y DESAFÍOS

37
A. Laurell: Estado y Políticas Sociales…; J. C. Escudero: op. cit.; J. Arro-
yo: op. cit.; L. Tavares: op. cit.
38
S. Franco: op. cit.
39
D. Tajer, R. Ynoub, M. Huggins (comps.): Oficina de Género y Salud
Colectiva, ALAMES-International Development Research Center-Canada, Bue-
nos Aires, 1997; A. M. Costa, E. Merchán-Hamman, D. Tajer: Saúde, Eqüidade
e Gênero. Um Desafio para as Políticas Públicas, Universidad Nacional de Bra-
silia/Asociación Brasilera de Salud Colectiva/Asociación Latinoamericana de
Medicina Social, Brasilia, 2000; C. Sarduy Sánchez y A. Alfonso: Género: Salud
y Cotidianeidad. Temas de Actualidad en el Contexto Cubano, Editorial Cien-
tífico Técnica, La Habana, 2000.
40
R. Calderón, J. Mendoza: Oficina de Recursos Humanos en Salud, Aso-
ciación Latinoamericana de Medicina Social-International Development Re-
search Center-Canada, Buenos Aires, Argentina, 1997
41
S. Fleury: op. cit.; A. Laurell: Estado y Políticas Sociales…
42
F. Borgia, D. Brykman: Oficina de Gestión Local en Salud, Asociación
Latinoamericana de Medicina Social-International Development Research
Center-Canada, Buenos Aires, 1997; M. Luz, R. Pinheiro, F. Borgia: Descen-
tralización y Nuevas Formas de Gestión Social, UERJ-ALAMES, Río de Janeiro,
(en prensa).
43
J. Arroyo: op. cit.; L. Tavares: op. cit.
44
R. Barata, M. L. Barreto, N. Almeida, R. Peixoto et al. (eds.): Serie
Epidemiologica, Fiocruz, Río de Janeiro, 1997.
45
J. C. Escudero: «The logic of the biosphere, theologic of capitalism: nu-
trition in Latin America», en Review XIV Fernand Braudel Center, no. 14, 1991,
pp. 1-25.
46
Plataforma Interamericana de Derechos Humanos (ALAMES): op. cit.
47
F. J. Mercado Martínez y L. Robles Silva: op. cit.
48
ALAMES-IAHP: «Memorias de un encuentro…», op. cit.
49
Plataforma Colombiana de Derechos Humanos: «Documento N° 5 para
avivar la reflexión en torno al Congreso Nacional por la salud», en M. Torres:
Derecho a la Salud: Motor de Movilización Social, Bogotá, 2001; V. Currea, M.
Hernández, N. Paredes: La Salud Está Grave. Una Visión Desde los Derechos
Humanos, Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos, Bogo-
tá, 2000.
50
«Equity in Health Across the World»..., op. cit.
51
Como Duarte señala (op. cit.), en 1986, tras once años de actividades,
dicha Maestría había registrado doscientos noventisiete alumnos, de ellos ciento
cincuentiséis mexicanos y ciento cuarentiún extranjeros.
52
Comunicación personal con la autora. La Habana, mayo del 2002.

36
H ECHOS Y DESAFÍOS

53
Plataforma Interamericana de Derechos Humanos (ALAMES): op. cit.;
Plataforma Colombiana de Derechos Humanos: op. cit.; V. Currea, M. Her-
nández, N. Paredes: op. cit.

37

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