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El 12 de octubre de 1492 finalizó una odisea de 70 días a través del océano Atlántico.

Colón y sus
hombres tocaron tierras americanas y cambiaron de manera definitiva la historia de nuestras tierras.
Trastocó el mundo de los pobladores locales, cambiando sus costumbres, creencias, trabajos y el
mismo orden en el que vivían.

Es por esto que recordamos este día como el del respeto a la diversidad cultural. El Día del Respeto
a la Diversidad Cultural busca promover una reflexión permanente acerca de la historia, y encaminar
hacia el dialogo para una diversidad cultural, como también allí están en pie la promoción de los
Derechos Humanos de nuestros pueblos originarios.

Hace muchos años para esta fecha del calendario, celebrábamos el “Día de la Raza”, exaltando las
bondades de la llegada de Cristóbal Colón a tierras americanas y el lazo de unión que desde
entonces unió al Viejo y al Nuevo Mundo. El acto del 12 de octubre era, entonces, una negación de
la existencia de miles de comunidades originarias que habían poblado nuestro continente durante
miles de años.

Por esto mismo, desde el año 2010, a partir del Decreto Presidencial 1584/10, en cada acto del 12
de octubre celebramos el Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Esta conmemoración nos invita a
reflexionar sobre la tolerancia hacia el otro, el aprender a escuchar, el aceptar la diversidad y la
libertad sin dañar a nadie.

Como resultado de las luchas sociales en el siglo XX de grupos excluidos de los principios
conmemorativos del hispanoamericanismo, el V Centenario mostró una dispersión de iniciativas para
gestionar la memoria del “Doce de Octubre”, que disputaron con la memoria oficial el escenario
conmemorativo. De ese modo, los rituales patrióticos y cívicos se fueron diluyendo. Así dieron paso a
las protestas sociales por el reconocimiento de identidades populares sujetas al legado ancestral de
los pueblos nativos de América.

Esto muestra que las conmemoraciones no son celebraciones estáticas, fundadas en la perspectiva
de la construcción de una nacionalidad perpetua, sino que su carácter se va modificando de acuerdo
con las condiciones históricas que hacen posible el evento conmemorativo, lo cual implica que la
memoria oficial, a pesar de trabajar sobre sí misma para mantener coherencia y unidad, no puede
evitar que permanezcan latentes otras memorias y que se hagan visibles cuando se transformen las
condiciones históricas de quienes han sido censurados o excluidos.
Desde entonces y hasta el día de hoy podemos ver como los pueblos originarios continúan pidiendo
que se reivindiquen sus derechos territoriales, defendiendo sus recursos naturales, sus tierras, sus
identidades culturales, sus lenguas y su autodeterminación. Son ellos los que nos enseñan a vivir en
una democracia plena de respeto y tolerancia. El Día del Respeto a la Diversidad Cultural sigue
vigente no permitiendo que ninguna cultura esté por encima de otra, sino a la par de la otra.

Entre los siglos XV y XVI, las potencias marinas europeas se lanzaron a la conquista de nuevos
territorios y a la búsqueda de nuevos productos para satisfacer sus crecientes mercados. España y
Portugal lideraron este proceso de expansión ultramarina gracias a la implementación de técnicas e
instrumentos de navegación novedosos para los europeos, tales como la brújula y el astrolabio. Por
otra parte, la construcción de embarcaciones que permitían viajes más extensos, como las
carabelas, propiciaron estos nuevos emprendimientos.

El 12 de octubre de 1492, arribó a la isla de Guanahani una expedición española encabezada por
Cristóbal Colón. Fue él mismo quien bautizó a aquellas tierras como San Salvador. La tripulación de
las carabelas españolas denominó a esas tierras como el “Nuevo Mundo”, y a partir de ese momento
se inició un proceso de profundas transformaciones para ambos continentes. Los primeros
momentos de la conquista española permitieron el contacto de los recién llegados con tribus
pequeñas y dispersas. Con el transcurrir de los años, los europeos comprendieron la complejidad y
variedad de las civilizaciones americanas, y se abocaron a la construcción de diversas estrategias
con el fin de asegurar el control territorial y demográfico de las tierras conquistadas.

La posibilidad de obtener metales preciosos contribuyó a generar nuevos métodos de control y


explotación en el territorio americano, e incentivó la exploración y la búsqueda de control territorial,
de ese modo se establecieron los primeros gobiernos coloniales.

El desarrollo del sistema económico pre capitalista, conocido como mercantilismo, impulsó a las
economías europeas, fortaleciendo también la consolidación de los absolutismos monárquicos y sus
ambiciones colonialistas. Este proceso tuvo un impacto directo en las comunidades originarias
americanas, ya que la conquista se sostuvo en la explotación de esas poblaciones a través de
sistemas de coacción de la mano de obra nativa y, más tarde, la importación de mano de obra
esclava.

Cuando Colón llega a América “descubre” para el resto del mundo el continente americano,
produciéndose lo que muchos llamaron un choque de culturas. Muchas fueron, son y serán las
posiciones encontradas; hispanistas contra indigenistas son los principales grupos que se disputan la
razón, las excusas o las justificaciones. En esencia no fue más de lo que a lo largo de la historia de
la humanidad sucedió entre conquistados y conquistadores.

A nosotros, como latinoamericanos, la problemática nos toca muy de cerca. Ni los hispanistas ni los
indigenistas pueden esgrimir la inmaculada vocación de paz, ya que, si bien los unos maltrataron,
esclavizaron y asesinaron, los otros en muchos casos cometieron los mismos latrocinios con otros
que eran inferiores en términos culturales y/o tecnológicos.

Las consecuencias de la conquista del continente americano no fueron solo de índoles económicas y
políticas, sino que también se produjo un proceso de aculturación de las sociedades originarias que
supuso la pérdida de sus creencias, sus lenguas y sus modos de organización social.

Cierto es que los españoles y otros europeos trajeron su bagaje cultural a América, pero también es
cierto que se llevaron, no siempre lícitamente, las riquezas y todo lo que a su paso; encontraron y
fueron considerando susceptible de alguna utilización o beneficio. Las metrópolis aplicaron la política
de la “rapiña” con sus colonias, tanto el poder imperial de habla latina como el de habla sajona.
El 12 de octubre se recuerda en América la llegada de Colón al continente, que hasta ese momento
no tenía un nombre para los europeos ya que éstos no sabían de su existencia. Esta efeméride, que
fue conocida primero como “Día de la Raza”, desde el 2010, pasó a llamarse en Argentina “Día del
Respeto a la Diversidad Cultural”. Este cambio de nombre es en realidad el resultado de una
reflexión sobre los efectos que tuvo y sigue teniendo la llegada de los europeos sobre los pueblos
originaros de este continente; y es producto también de una toma de conciencia sobre el poder que
tiene el lenguaje en nuestra visión y concepción del mundo. Sobran los ejemplos de los efectos
terribles de utilizar el concepto de “raza” para denominar etnias o grupos culturales, aunque
probablemente el más conocido sea el del nazismo. Del mismo modo la idea de “descubrimiento de
América” parece implicar que un continente entero esperaba pasivamente la llegada de los europeos
que venían a traer la civilización y el progreso y con eso permitían que el nuevo continente ingresara
a la historia de occidente. La realidad es que, al momento de la llegada de Cristóbal Colón, las tierras
que hoy se llaman América ya estaban pobladas por nativos que estaban organizados en diferentes
grupos y que tenían su propia cultura, su lengua, su religión, sus tradiciones y, en el caso de los que
eran sedentarios, su territorio. Existía también una historia para cada uno de estos pueblos que
incluía batallas y conquistas, y, aunque no todos habían desarrollado sistemas de escritura, todos
tenían una lengua. Casi todas esas lenguas fueron activa o pasivamente silenciadas y con ellas se
acallaron las historias de los pueblos originarios y sus formas de concebir y ver el mundo. El cambio
de nombre de la efeméride del 12 de octubre a “Día del Respeto a la Diversidad Cultural” tiene como
objetivo hacer que tomemos conciencia de dos necesidades urgentes para mejorar el futuro de
América. Una de ellas es la de recuperar y reconstruir aquellas historias y visiones de mundo
silenciadas. No porque se las pueda hacer revivir una vez que sus pueblos han desaparecido, pero
tampoco para ponerlas en un museo, sino para que nos ofrezcan otras formas de ver el mundo y el
continente que podrían llegar a mejorar el rumbo de nuestra historia. La segunda necesidad es la de
mirar y ver a aquellas culturas de los pueblos originarios que, diezmados, desplazados e integrados
en mayor o menor medida a la cultura europea, siguen existiendo; con el fin de aprender a tenerlos
en cuenta no como elementos de “color local” sino con el respeto que merecen.

Muchas Gracias

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