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CATEQUESIS
PREMATRIMONIALES
VIVIR EN PLENITUD
EL MATRIMONIO CRISTIANO
ORACIÓN
"Oh Santa Familia de Nazaret; enséñanos el recogimiento, la
interioridad; danos la disposición de escuchar las buenas
inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros;
enséñanos la necesidad del trabajo de preparación, del estudio, de
la vida interior personal, de la oración que sólo Dios ve en lo
secreto; enséñanos lo que es la Familia, su comunión de amor, su
belleza simple y austera, su carácter sagrado e inviolable"
Catequesis 1: EL AMOR EN
EL MATRIMONIO
Capítulo IV de Amoris Laetitia
¿CÓMO ES EL AMOR VERDADERO?
Con todas estas disposiciones para un amor verdadero, es necesario resaltar que en la vida familiar
hace falta esa fuerza del amor, que permite luchar contra el mal que la amenaza. Así pues, el amor
no se deja dominar por el rencor, el desprecio hacia las personas, el deseo de lastimar o de
cobrarse algo.
Reflexionemos
Es necesario formar en cada individuo un hombre o una mujer de verdad.
Auténticos. Ese es el proyecto de Dios. Es lo primero. Y no se improvisa. Un hombre
no se forja en un momento. Es tarea de toda la vida. Urge que se empiece con
seriedad. No lo dejen para... mañana.
Por tanto, podemos decir que el matrimonio feliz si es posible. Naturalmente. Pero
tiene un precio: el olvido de sí. Pocos se deciden a pagar ese precio. Por eso son
pocos los matrimonios felices. Entonces, debemos decir que amor y egoísmo, son
como vino y vinagre, no pueden andar unidos. Si nos va cada uno vaciándose de
egoísmo, no será capaz de amar nunca.
Testigos del Evangelio del
Matrimonio
Los años de Matrimonio
GIANNA BERETTA MOLLA Y PIETRO MOLLA.
"Desde esa mañana empezó para nosotros la plenitud de la nueva vida: una
sucesión de días de alegría inefable y de luminosa serenidad, de penas y
sufrimientos, hasta la mañana de aquel sábado que te vi subir al Cielo.
Tu sueño anhelado de esposa era tener niños, muchos, buenos y virtuosos. Nació
Pierluigi y alegría de madre era plena y perfecta. Esta se renovó con el nacimiento
de Mariolina y después Lauretta. En cada espera, ¡cuánta oración, cuánta fe en la
Providencia, cuánta fortaleza en los sufrimientos! En cada nacimiento, ¡un himno de
acción de gracias al Señor!
Tus propósitos y tus acciones estaban en total coherencia con tu fe, con el espíritu y
la obra de apostolado y de caridad de tu juventud, con total confianza en la
Providencia y con tu espíritu de humildad. En cualquier circunstancia te
abandonabas a la voluntad del Señor. Recuerdo que todos los días tenías siempre tu
oración y tu meditación, tu conversación con Dios, y tu agradecimiento por el don
extraordinario de nuestros maravillosos hijos.
Y eras muy feliz".