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Historias del reino de Arselia: ¿Por qué la magia es tan rara en estas

tierras?
Los principes demonios: Hace incontables años, en un reino cuyo nombre se ha
perdido en las brumas del tiempo, reinaba un monarca obsesionado con la búsqueda
de la vida eterna. Este rey, cuyo nombre ya es olvidado, había gastado décadas de su
reinado buscando desesperadamente cualquier forma de conseguir la inmortalidad que
tanto anhelaba.
Su obsesión lo llevó a recorrer los rincones más oscuros y misteriosos del reino en
busca de hechiceros, magos y brujos que pudieran acercarlo a su propósito obsesivo.
Finalmente, su búsqueda lo condujo a un rincón remoto del reino, donde se encontró
una gema la cual contenia en su interior una entidad oscura e interdimensional de
poder indescriptible.
Esta entidad, conocida solo como "El Olvidado", prometió conceder al rey su deseo a
cambio de un sacrificio que estremecería al mundo entero. En un acto de perversidad
sin igual, "El Olvidado" exigió que el rey sacrificara a sus tres propios hijos como parte
del ritual que otorgaría la inmortalidad. En un momento de indecisión que duró apenas
unos segundos, el rey sucumbió a su obsesión y, ante los horrorizados ojos de su
esposa, su corte y sus consejeros, llevó a cabo el acto sanguinario. Los hijos fueron
sacrificados en un ritual oscuro que sumió al rey en una pesadilla interminable. A
medida que el rey sacrificaba a sus hijos, su piel comenzó a arder y quemarse como si
fuera bañada en ácido.
Gritó de agonía mientras su cuerpo se regeneraba y volvía a quemarse en un ciclo
retorcido y horripilante. Mientras la carne del rey se consumía y regeneraba
repetidamente, "El Olvidado" sonrió con malicia y le susurró al rey: "Vivirás
eternamente tanto como lo desees, disfrútalo".
En un instante sobrenatural, una grieta dimensional se arremolinó sobre sí misma y la
entidad desapareció, dejando atrás al rey que flotaba en el aire, con su piel ardiendo y
regenerándose infinitamente.
En medio de la agonía física y la pesadilla que se desencadenaba, el rey finalmente
cayó en la locura. Desesperado y torturado, suplicó: "¡Basta! ¡Por favor, déjame morir!".
Las palabras del rey rompieron el trato y pusieron fin al ritual.
El cielo se iluminó con un destello tan potente que todo el reino quedó
momentáneamente cegado por la luz. Cuando la luz se desvaneció, el majestuoso
castillo del rey yacía en ruinas, y todos los habitantes de los alrededores habían
desaparecido sin dejar rastro.
En medio de los escombros, surgieron los tres hijos del rey, ahora convertidos en
demonios y marcados por la maldición de "El Olvidado". Desde aquel día fatídico, todos
los gobernantes que sucedieron en el reino prohibieron las prácticas mágicas por temor
a que provocaran una tragedia similar. La estigmatización de la magia persiste en el
presente, pero las leyendas de ese día oscuro continúan siendo contadas en susurros
temerosos por aquellos han escuchado la historia.
Hay una canción rondando por el reino que cuenta esta leyenda:

En un reino olvidado, en días ancestrales,

Un rey, ambicioso, tenía anhelos inmortales,

Buscó en lo oscuro, magia que era ilegal,

Sellando en su locura un pacto infernal.

La entidad siniestra, "El Olvidado" su nombre,

Ofreció vida eterna, pero a un precio que esconde,

Exigió un tributo, tan cruel y atroz,

El sacrificio de hijos, un pacto feroz.

El rey, en su insensatez, sin pensarlo, aceptó,

Ofrendó a sus hijos, el pacto consumó,

La piel del rey quemándose, su ser retorcido,

"Vivirás por siempre", "El Olvidado" le dijo.

Gritos de agonía horrible y sin fin,

El rey, en tormento, pidió su fin,

"¡Basta!", clamó, rompiendo el lazo infernal,

Y el mundo se agitó, con un fulgor celestial.

El castillo en ruinas, el reino desvanecido,

Los hijos del rey, demonios, malditos, perdidos,

La magia, condenada, por temor y dolor,

Esta historia, en susurros, aún causa temor.

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