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Te explicamos quiénes fueron los olmecas y cuáles eran sus características. Además, cómo era su
religión, economía y más.
La civilización olmeca fue una de las primeras civilizaciones de organización social estratificada.
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׿Qué significa "olmeca"? Se desconoce el nombre con el que ellos mismos se identificaban. La
palabra “olmeca” es de origen azteca y significa “habitantes de la región de hule” debido a que
en esa región abundaban los árboles de hule, de los que los olmecas extraían la sustancia de látex
para elaborar el caucho.
Aunque contamos con poca información sobre el desarrollo de la civilización olmeca, sus restos
arqueológicos permiten afirmar que fue una de las primeras sociedades con una organización
política compleja, con diferentes estratos económicos y una gran producción cultural. Su gran
influencia llegó a las civilizaciones americanas posteriores, y por eso se la conoce como la “cultura
madre de Mesoamérica”.
Además, construyeron grandes centros urbanos (como San Lorenzo y La Venta) que utilizaron
con fines ceremoniales y en los que la élite desarrollaba sus actividades. Las construcciones y los
monumentos olmecas demuestran el avanzado nivel de complejidad y sofisticación de su civilización.
Según evidencias arqueológicas, se han encontrado artefactos olmecas (hechos con roca volcánica
y con piedras semipreciosas, como el jade y la obsidiana), en toda la región mesoamericana, lo que
indicaría la existencia de una amplia red comercial.
Se cree que los diferentes linajes de gobernantes simbolizaban su poder a través de la construcción
de monolitos (monumentos con figuras de dioses tallados en piedra). En estas esculturas se
destacaron deidades de tipo andróginas (figuras que tenían características tanto masculinas
como femeninas), que se diferenciaban entre sí por representar a ciertos elementos de la naturaleza,
como:
Las ceremonias religiosas dirigidas a los dioses, que incluían ofrendas y rituales, probablemente
eran dirigidas por la élite gobernante, los sacerdotes, y tenían lugar en los centros ceremoniales de
La Venta y San Lorenzo.
El arte olmeca incluía una gran variedad de materiales como el jade, la arcilla y el basalto (piedra
volcánica), que eran tallados para crear imágenes de la naturaleza y figuras de criaturas
antropomórficas (de apariencia humana) con labios gruesos y comisuras hacia abajo, nariz chata,
ojos con forma de almendras y mejillas carnosas.
El aporte más significativo que dejó la cultura olmeca son las colosales cabezas talladas en rocas
de basalto, de unas 20 toneladas. Estas esculturas datan de antes del 900 a. C. y, hasta ahora, se
han encontrado unas 17 figuras. Ninguna cabeza es igual a otra: cada una cuenta con un tocado
único, por lo que se cree que representan a individuos específicos.
Para poder hacer estas piezas, los olmecas trasladaron las rocas de basalto desde la sierra de los
Tuxtlas de Veracruz hasta su región (aún se desconoce cómo realizaron esos traslados), a más de
80 kilómetros de distancia. Estas esculturas se distribuyeron entre los principales centros
urbanos olmecas, y se cree que representaban el poder de las familias gobernantes.
A partir de algunos hallazgos arqueológicos, se cree que los olmecas fueron los primeros
americanos en desarrollar un sistema de escritura jeroglífica, que data del 900 a. C. Sin
embargo, el conjunto de símbolos y glifos todavía no ha sido descifrado. También, algunos
historiadores consideran que los olmecas fueron los primeros americanos en crear un calendario, ya
que debían utilizarlo para la organización de la agricultura y las ceremonias religiosas.
Se cree que estos factores disminuyeron la fertilidad de la tierra y esta situación forzó a los olmecas
a trasladar sus asentamientos, lo que les provocó una pérdida paulatina de fuerza y poder.
Cultura teotihuacana
Te explicamos todo sobre la cultura teotihuacana. Ubicación, economía, religión y
otras características. Además, sus principales aportes.
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Se sabe que los teotihuacanos fueron una influencia importante en el desarrollo de otras
culturas mesoamericanas. Por ejemplo, Teotihuacán fue un centro de peregrinaje
importante de la cultura azteca, muy posterior, quienes vieron en esta ciudad ya abandonada
un lugar propicio para las revelaciones religiosas.
De hecho, el nombre que le damos proviene del náhuatl (significa “Ciudad del Sol”), la lengua
de los mexicas, dado que se ignora cómo se llamaban los teotihuacanos a sí mismos o a
su ciudad.
Otras culturas:
Ubicación geográfica
La ciudad de Teotihuacán se ubica en el noroeste del valle de
México, en el Estado de México, municipios de Teotihuacán y
San Martín de las Pirámides, a unos 78 kilómetros de distancia
de la Ciudad de México, en el altiplano mexicano. Esta zona fue declarada patrimonio
mundial de la humanidad por UNESCO en 1987.
Otros dioses importantes de su panteón fueron Tlaloc, dios de la siembra; Huehuetéotl, dios
del fuego; Tezcatlipoca, dios del cielo y la tierra. También poseían un conjunto de animales
míticos o sagrados: el búho, el puma, el águila y la serpiente.
Es muy probable que sus ritos involucraran sacrificios humanos, cosa común en la
región. Los sacrificios eran llevados a cabo por una élite cerrada de sacerdotes o chamanes.
La historia de esta ciudad fue objeto de interés y curiosidad no sólo para nosotros, también
en su momento los toltecas y mexicas hicieron de sus ruinas un sitio de peregrinaje. En
la actualidad, Teotihuacán es, junto al Chichén-Itzá, El Tajín y Monte Albán, algunos de los
lugares de interés turístico y antropológico más importantes de la región.
Economía teotihuacana
La economía teotihuacana, como la de muchas otras culturas mesoamericanas, se
sustentaba en tres ejes:
Se conserva parte de sus relatos mitológicos. Muchas de sus creencias son compartidas
total o parcialmente con otras culturas mesoamericanas, en un melting pot cultural de
suma importancia histórica.
Cultura maya
Te explicamos qué fue la cultura maya, su ubicación, historia, economía y otras
características. Además, qué quedó de su arquitectura.
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Fue una de las civilizaciones más destacadas en la América originaria toda. Dejaron tras
de sí un conjunto importante de ruinas y un legado cultural que inspiró a
las culturas posteriores, parte del cual aún sobrevive.
Los mayas son celebrados por distintos aspectos de su avanzada cultura. Por
ejemplo, inventaron el único sistema completo de escritura de América precolombina, y
desarrollaron un conocimiento propio en materia
artística, arquitectónica, matemática, astronómica y ecológica. Entre otras cosas, se les
atribuye la invención del cero.
Por todas estas razones, durante su apogeo fueron la cultura dominante de toda la región.
Controlaron gran parte del territorio mesoamericano y mantuvieron dinámicas relaciones de
intercambio con otras culturas vecinas, como fueron los olmecas o los mixtecos.
Período preclásico (2000 a.C. a 250 d. C.). Se dan los primeros vestigios del pueblo
maya y sus primeros asentamientos a lo largo de la franja del Pacífico y luego del
Atlántico. Lentamente éstos se convierten en las primeras grandes ciudades de la región:
Nakbé, Tikal, Dzibilchaltún, Xicalango, entre otras. Este período se divide en tres
subperíodos: Preclásico temprano (2.000-1.000 a. C.), Preclásico medio (1.000-350 a. C.)
y Preclásico tardío (350 a. C.-250 d. C.); en este último se produjo el primer florecimiento
cultural de los mayas, y hacia el siglo I d. C., su primer colapso. Muchas de sus grandes
ciudades fueron entonces abandonadas, por motivos hasta hoy desconocidos.
Período Clásico (250-900 d.C.). En este período se produce un renacimiento de la
cultura maya, únicamente equiparable al que vivió Europa luego de la Edad Media, o
quizá al florecimiento de la Grecia de la Antigüedad. En ese sentido, surgieron grandes
centros ceremoniales como Chichen-Itzá y Uxmal. Es también un período de grandes y
sangrientas guerras, que permitieron el ascenso y la caída de diversos sistemas
monárquicos. Eventualmente, ello condujo a un nuevo y gran colapso político, al
abandono de las ciudades en favor de las regiones del norte de México, y a un
empobrecimiento que aún hoy resulta difícil de explicar. Este período, a su vez, contiene
tres subperíodos: Clásico temprano (250-550 d. C.), Clásico tardío (550-830 d. C.) y
Clásico terminal (830-950 d. C.).
Período Posclásico (950 a 1539 d. C.). Vestigios significativos de la antiguamente vasta
cultura maya perduraron luego de la caída en ciudades ubicadas en territorios elevados, o
cerca de fuentes de agua, con una organización que reconocía distintos estados mayas
regidos por un consejo de reyes. Eso hasta la llegada de los invasores españoles, pues
estando tan debilitados por sus pugnas intestinas, los pueblos mayas no pudieron hacer
frente a la conquista y fueron colonizados por la cultura europea.
Sus primeras ciudades surgieron alrededor del año 750 a. C., y hacia el 500 a. C. ya
habían alcanzado proporciones arquitectónicas monumentales, especialmente en sus
grandes templos y centros ceremoniales. Durante su florecimiento, sus ciudades-Estado
abarcaban enormes áreas de influencia y se conectaban entre sí mediante complejas redes
de comercio.
Sus formas artísticas fueron sofisticadas y dejaron rastros duraderos, en los que se usaba
abundantemente el jade, madera, obsidiana, cerámica y la piedra tallada.
Los mayas hablaban un idioma diverso, derivado del protomaya ancestral en un conjunto
de lenguas mayas, cada una distinta dependiendo del reino en que se hablaba. Así,
había una lengua huastecana, quicheana, mameana, etc. La mayoría de los textos mayas,
no obstante, provenientes del periodo clásico, estaban escritos en choltí clásico.
Ante ellos, los propios antepasados difuntos y los chamanes servían de intermediarios. Por
eso los mayas enterraban a sus muertos debajo de los pisos de sus casas, en medio de
las correspondientes ofrendas, acordes a su estatus social.
Por lo demás, la religión estaba en manos de los sacerdotes, un grupo cerrado cuyos
miembros provenían de la élite de la sociedad. Durante el Período Clásico, comenzó a surgir
entre ellos el sumo sacerdote y conductor de la sociedad, que hacía las veces también de
gobernante.
Economía maya
Controlaban el acceso a los recursos naturales, como el salar de Las Coloradas.
Si bien la base del sustento maya era agrícola, el comercio jugó un rol fundamental en
su civilización, y en su contacto con los demás pueblos alrededor. Las ciudades más grandes
e importantes controlaban el acceso a recursos clave, como las minas de obsidiana, las
fuentes de sal, e incluso el tráfico de esclavos en la región mesoamericana.
De hecho, los mayas de Tabasco construyeron una extensa red de intercambio fluvial,
que hizo de ellos lo más grandes comerciantes de su región y su período. Elementos de
típica factura maya pudieron encontrarse en ciudades lejanas de Nicaragua y Honduras, por
lo que fueron transportadas y comercializadas de alguna manera.
Esta actividad era tan fundamental para la economía maya, que incluso luego de la conquista
siguió llevándose a cabo marginalmente.
A diferencia de los aztecas o los incas, los mayas no conformaron un sistema político
central, es decir, un estado o reino único. En su lugar, preferían la convivencia de Estados y
cacicazgos diversos, que alcanzaban eventualmente un dominio regional temporario.
Además, los mayas fueron guerreros asiduos y enfrentaron numerosos conflictos políticos
y militares a lo largo de su historia. En parte porque los distintos reinos mayas competían
entre sí por predominancia regional.
Por otro lado, la cultura bélica era central en la concepción del mundo maya: eran prácticas
comunes la humillación o el sacrificio físico de los guerreros vencidos, así como recompensar
a los guerreros victoriosos con partes del cuerpo de los caídos. Sus armas predilectas fueron
siempre las cerbatanas, las espadas de obsidiana y sobre todo los atlatl, una suerte de
lanzas largas.
Vestimenta maya
El vestuario maya era simple, con predominancia del algodón y de las telas largas, como
faldas, para las mujeres. Por su parte, los hombres llevaban una suerte de calzón llamado
“pati”, que dejaba el torso descubierto.
Arquitectura maya
Entre la arquitectura maya con fines rituales se destacan las canchas para el juego de pelota.
Los mayas dejaron tras de sí una importante obra arquitectónica, de las más grandes del
mundo premoderno. Construyeron palacios, templos piramidales, espacios
ceremoniales y deportivos. Además, desarrollaron estructuras alineadas expresamente
para la observación astronómica.
Sin embargo, en sus ciudades no había ningún tipo de diseño urbano formal. De hecho, las
poblaciones crecían irregularmente, desde el exterior hacia el Interior. En el centro de las
ciudades se hallaban los edificios administrativos y ceremoniales, rodeados de
edificaciones residenciales.
Sus construcciones empleaban tecnología neolítica, con piedra y materiales perecederos. A
través de técnicas de mampostería podrían aprovechar los elementos disponibles alrededor.
Escritura maya
Los mayas desarrollaron un complejo sistema de escritura jeroglífica.
La escritura maya fue un sistema completo de escritura jeroglífica, el único de toda la
América precolombina, cuyos primeros indicios se estiman entre los siglos I y II d. C., en
la región costara de la actual Guatemala.
A pesar de que no tenían una intención científica clara, los mayas lograron medir el ciclo
de Venus de 584 días con un margen de error de apenas dos horas, dado que tenían
también un portentoso agarre de las matemáticas.
Cultura zapoteca
Te explicamos qué es la cultura zapoteca y cómo se organizaban social y políticamente. Además,
sus características, religión y economía.
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Los zapotecas creían que su pueblo procedía del cielo y se llamaban a sí mismos “binni záa” que
significa “la gente de las nubes”, nombre que hacía referencia, además, a su asentamiento en
tierras montañosas altas.
Su organización política y social estaba atravesada por las creencias religiosas y sus expresiones
artísticas tenían rasgos bélicos y ceremoniales. Los zapotecas fundaron la ciudad amurallada de
Monte Albán, a partir de la cual expandieron su estado y conquistaron a sus pueblos vecinos.
La antigua civilización zapoteca habitó el valle de Oaxaca, las sierras del norte del valle y parte
del Istmo de Tehuantepec, en el sur del actual México. Se desarrolló durante los periodos
Preclásico y Clásico de la historia mesoamericana, entre los años 500 a. C. y 900 d. C.
Sin embargo, luego del declive de la civilización zapoteca (con capital en Monte Albán), la cultura
perduró a lo largo de los siglos a través de poblaciones pequeñas que continuaron habitando la
región. Hoy en día, más de 800.000 personas se consideran descendientes zapotecos.
Religión zapoteca
Los zapotecas veneraban a Cocijo, dios de la lluvia.
La religión de los zapotecas era politeísta, es decir, creían en la existencia de múltiples dioses. El
cielo y la tierra estaban regidos por dioses que eran benevolentes, pero que podían enojarse y
perjudicar al pueblo zapoteca a través de desastres naturales como los terremotos o la sequía.
En su cosmovisión, la superficie de la tierra era llamada yoo yeche layo, que significa “casa de
la tierra”. Arriba de la tierra había nueve cielos y al superior lo llamaban yoo yaba, que significaba
“casa del cielo”. Debajo de la superficie de la tierra, había nueve inframundos y el inferior era
llamado yoo gabila, es decir, “casa del inframundo”. Cada una de estas casas estaba dividida en
cuatro cuadrantes (norte, sur, este y oeste) y un centro.
Para los zapotecas, los dioses eran la causa de todo lo que sucedía. Pensaban que cada uno de
los aspectos de la vida de las personas y de la naturaleza estaba regido por el designio de los
dioses. El panteón zapoteca estaba conformado por:
Los zapotecas creían que las familias nobles (entre ellas la del gobernante) descendían directamente
de los dioses. Cuando un noble moría, volvía a los cielos y podía comunicarse con los dioses,
para pedir su favor e interceder por la comunidad zapoteca en situaciones de crisis.
La ciudad de Mitla, ubicada en la Sierra Norte de Oaxaca, era el centro ceremonial religioso de los
zapotecas. Allí se ubicaba el templo principal y habitaba la jerarquía sacerdotal. Además, se cree
que allí funcionaban grupos de oráculos que eran, a su vez, centros de peregrinación. En los
oráculos se consultaba a los sacerdotes tanto por asuntos de la vida cotidiana como por cuestiones
políticas y militares.
Todas las ciudades y aldeas zapotecas tenían templos y residencias para sus sacerdotes. Allí
se realizaban los rituales y ceremonias para venerar a los dioses y pedirles favores. Cada ciudad
tenía un dios patrón al que se lo veneraba especialmente.
Los sacerdotes debían practicar el celibato (no podían casarse ni tener relaciones físicas con otras
personas) y mantener un código estricto de comportamiento. Además, en los templos había vírgenes
sacerdotisas que atendían a los sacerdotes y llevaban adelante tareas menores en algunas
ceremonias.
Escritura zapoteca. Desde su asentamiento en la ciudad de Monte Albán, los zapotecas utilizaron
un sistema de escritura a partir del cual indicaron objetos, nombraron personas y hasta contaron
historias. Se hallaron registros de escritura zapoteca en los restos arqueológicos más antiguos de
San José Mogote y Monte Albán. En las tumbas de los gobernantes, la escritura suele estar
acompañada de imágenes y contar historias de cómo conquistaron y sacrificaron a sus enemigos.
Actualmente, los arqueólogos han logrado reunir más de cien glifos que pertenecieron a este
sistema. Sin embargo, la escritura zapoteca no ha sido aún del todo descifrada. Se cree que se trata
de un sistema logosilábico (cada glifo puede representar sonidos o ideas) y que se lee por columnas,
de arriba hacia abajo.
Calendario ritual. Los zapotecas creían que el tiempo era cíclico: para ellos, en vez de estar en un
devenir continuo hasta el futuro, el tiempo volvía sobre sí mismo y se movía como una rueda a través
de los años. Esta creencia marcaba el calendario ritual, creado para organizar las ceremonias y
respetar los tiempos sagrados: 13 meses identificados con números marcaban 20 días.
Calendario solar. Además, crearon otro calendario relacionado con los ciclos agrarios. Contaba con
18 meses de 20 días, y unos 5 días restantes. Esta organización se utilizaba para marcar los tiempos
de siembra y cosecha, fundamentales en la producción agrícola.
Por otro lado, el sacerdocio constituía un grupo social aparte en el que las diferencias de clase
quedaban relegadas ante el rol religioso.
Nobleza. Era un grupo de familias cerrado y endogámico; una persona noble nacía y se relacionaba
con gente de la nobleza y solo podía contraer matrimonio con otra persona noble. Dentro de la clase
alta existía una jerarquía determinada por la cercanía a la familia del gobernante. Vivían en las
“casas nobles” que habían sido construidas en Monte Albán para tal fin, mientras que la familia del
gobernante habitaba el “palacio real”. Todos los altos cargos de gobierno y las altas jerarquías
militares eran asignados a personas de la nobleza.
Plebe. El resto de la población conformaba la plebe e incluía a todas aquellas personas que no
estaban vinculadas con los dioses. En lo más bajo de la clase plebeya se encontraban los esclavos,
que eran personas capturadas en las batallas y conquistas militares. En lo más alto de esta clase se
encontraban los mercaderes, que muchas veces eran más ricos que algunas familias nobles.
Más allá de la estructura rígida que dividía a las castas, dentro de la plebe primaba cierta libertad de
acción, de la que carecían otros pueblos mesoamericanos. No había limitaciones ocupacionales ni
de movimiento social. Los esclavos podían volver a ganarse su libertad, dedicarse a una ocupación
de su gusto y hasta casarse con cualquier otra persona (que no fuera noble).
Orden sacerdotal. Técnicamente la orden sacerdotal no puede considerarse como una clase aparte.
Sin embargo, dentro de este grupo social se notaba menos la división estricta que afectaba al resto
de la sociedad. La jerarquía eclesiástica estaba compuesta por personas de origen noble, pero a la
orden sacerdotal también podían unirse plebeyos. El estilo y la calidad de vida que llevaban no
estaba tan diferenciado y, si bien los roles de la alta jerarquía eran más importantes, compartían con
el resto de los sacerdotes muchas responsabilidades y actos ceremoniales. En muchas ocasiones, el
servicio a los dioses primaba por sobre la familia de nacimiento. En los sacrificios ceremoniales que
se ofrecían a los dioses, se aceptaba tanto la sangre de los sacerdotes nobles como la de los
plebeyos.
Costumbres zapotecas
En sus tumbas, los nobles tenían ofrendas y riquezas que los acompañaban al otro mundo.
A partir del estudio de las ruinas y los restos arqueológicos, los especialistas pudieron descifrar
muchas de las costumbres de los antiguos zapotecas.
Las diferencias de jerarquía social se notaban por el lugar de residencia, la ocupación laboral, la
vestimenta y el lugar que se ocupaba en las ceremonias religiosas o los actos públicos. Por
ejemplo, la ropa de los nobles era de algodón teñido en diferentes colores, un material cómodo
para el clima templado y las temperaturas de la región. Además, utilizaban adornos con plumas y
joyas de oro y piedras preciosas. En cambio, la plebe vestía ropa hecha con fibra de agave y de
colores naturales, una tela más rústica y menos fresca. Esta diferencia de vestimenta permitía que
los nobles ostenten su estatus y, de esa manera, los plebeyos muestren el debido respeto a su
encuentro.
Numerosas ciudades y aldeas tenían espacios dedicados al juego de pelota. Los arqueólogos
aún no están seguros de cómo eran las reglas del juego. Sin embargo, a partir de los glifos que
rodean los campos de juego se sabe que los jugadores debían usar rodilleras, guantes, y otros
elementos de protección. Las pelotas eran de caucho, lo que les permitía rebotar.
En las aldeas más pequeñas, estos campos de juego solo implicaban un espacio delimitado al aire
libre, muchas veces acompañado por alguna representación pictórica del juego en alguna pared de
las cercanías. En cambio, en las grandes ciudades se realizaban construcciones decoradas y el
espacio parecía tener un lugar de importancia en el planeamiento de la ciudad. El campo de juego
más imponente fue el de la ciudad de Dainzu. Allí las paredes del complejo tienen grabados con
competidores del juego de pelota.
Los zapotecas eran expertos trabajadores del oro y piedras preciosas, como el jade. Los orfebres
eran artesanos especializados en joyería para la nobleza. En cambio, los alfareros que producían
cerámica lo hacían para personas de ambas castas. La cerámica se utilizaba tanto para piezas de
uso cotidiano de almacenamiento y cocción de alimentos, como para adornar hogares, edificios
públicos o templos. Muchas cerámicas tenían dibujos complejos que, junto a algunos glifos de
escritura, contaban una historia o representaban una imagen específica de las creencias zapotecas.
Los conocimientos de arquitectura e ingeniería marcaron la cultura zapoteca desde sus comienzos.
Para poder vivir en el árido valle de Oaxaca, los zapotecas crearon un sistema de irrigación sobre el
río Atoyac, a partir del cual pudieron asegurar el abastecimiento de agua para los cultivos y las
ciudades.
Las familias nobles zapotecas construían monumentos y edificios públicos para consolidar su
lugar junto a los gobernantes. En el interior, sus amplios ambientes se destinaban a las actividades
ceremoniales y de gobierno, la acumulación de bienes y la organización de la ciudad. Además,
construían sus residencias en las cercanías del palacio real, con materiales costosos y abundantes
decoraciones. Las construcciones de las casas plebeyas eran realizadas con piedra y barro y eran
más pequeñas que las de la nobleza.
Organización política y económica zapoteca
Los zapotecas lograron dominar a muchos pueblos vecinos.
Monte Albán era el centro de la política y la economía zapoteca. Desde el palacio real, el
gobernante regía sobre toda la población que se encontraba bajo su dominio. Aunque algunos
pueblos y ciudades que estaban más alejados tenían cierto grado de autonomía para manejar sus
asuntos, todos debían acatar las órdenes del gobernante y pagar los tributos que se imponían desde
la ciudad capital.
Además, el comercio desarrollado por grupos de mercaderes permitía incorporar bienes necesarios
para la construcción y el desarrollo de las ciudades. A través de estas redes comerciales también se
traían los bienes de lujo que utilizaba la nobleza.
Cultura tolteca
Te explicamos qué fue la cultura tolteca, su historia, religión, economía y otras
características. Además, sus principales aportes.
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Los toltecas fueron admirados como constructores por todas las culturas posteriores.
¿Qué fue la cultura tolteca?
La cultura tolteca es una de las tantas civilizaciones precolombinas de Mesoamérica,
que habitó la zona del actual México y su desarrollo abarcó parte de los períodos clásico y
postclásico mesoamericano, es decir, entre los años 800 d.C. y 1200 d.C.
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Allí establecieron el primer asentamiento, la ciudad de Tollan o Tula, que significa “lugar de
juncos”, una antigua expresión mesoamericana que hace referencia a todos los grandes
asentamientos. La ciudad de Tula creció hasta un área de catorce kilómetros
cuadrados y adquirió una población aproximada de cuarenta mil habitantes.
La organización sociopolítica de los toltecas era monárquica y de gran poder militar, con el
que peleaban y conquistaban tierras vecinas. El primer líder tolteca fue Ce Técpatl
Mixcoatl.
Su hijo Ce Acatl Topiltzin, nacido a comienzos del siglo 900 d.C., adquirió fama por ser un
gran gobernante que ejerció influencias más pacíficas y prósperas para el pueblo. Esa época
fue considerada la edad de oro de Tula.
Además, a mediados del siglo XII d.C. bajo el gobierno de Huemac, el último líder tolteca, la
ciudad de Tula fue saqueada y violentada por los aztecas de manera sistemática, con
evidencia de columnas y estatuas quemadas y enterradas de manera deliberada.
Los artesanos toltecas fueron famosos por su gran habilidad y establecieron estándares
que otras civilizaciones mexicanas tratarían de seguir. Fueron avanzados alfareros y
expertos metalúrgicos que trabajaban metales (como el oro) y piedras preciosas (como la
obsidiana) que empleaban principalmente para la fabricación de armas.
Su red comercial. Los toltecas comerciaban productos textiles y cerámicos con vecinos
cercanos y lejanos, aunque a menor escala en comparación con la red comercial del
imperio maya. Se han encontrado muestras de cerámica en lugares muy lejanos, como
Nicaragua y la costa del Golfo de México.
Su pueblo de guerreros. Los toltecas eran guerreros religiosos que difundieron el culto a
su dios Quetzalcóatl en todos los rincones de su imperio. Los guerreros vestían placas
para el pecho, un pequeño escudo en un brazo, usaban varias armas cortas y una muy
pesada de forma curva, similar a lo que conocemos como hacha.
Sus prácticas de sacrificio humano. Los toltecas dejaron gran evidencia acerca de sus
prácticas religiosas, que realizaban de manera regular con el fin de satisfacer a sus
dioses. Una de las más destacadas es la estatua de Chac Mool, constituida por la figura
de un humano reclinado que sostiene un cuenco, donde se depositaban diferentes
ofrendas para los dioses, entre ellas, los sacrificios humanos.
Sus prácticas de culto a Quetzalcóatl. Los toltecas no crearon el culto al dios
Quetzalcóatl. Su representación con las imágenes de serpientes emplumadas se remonta
a los antiguos olmecas, la primera gran cultura mesoamericana. Sin embargo, fueron los
toltecas quienes proliferaron la adoración al dios en varios territorios, desde Tula hasta
Yucatán.
Sus artistas y escultores de máxima grandeza. Los toltecas se destacaron por sus
esculturas, como las estatuas de los atlantes que representaban a los guerreros y las
columnas que muestran a los gobernantes vestidos para la guerra. A pesar de que el sitio
arqueológico de Tula ha sido saqueado en reiteradas ocasiones, han perdurado los
vestigios de la grandeza de su arte.
Su conexión con Chichén Itzá. Los toltecas se asentaron en Tula (al norte de la actual
Ciudad de México). Sin embargo, la ciudad de Chichén Itzá (en Yucatán) comparte
similitudes con la ciudad tolteca, de tipo arquitectónicas y temáticas que van más allá del
culto mutuo a los dioses. Algunos arqueólogos suponen que los toltecas conquistaron
Chichén Itzá o que los nobles exiliados se establecieron allí y difundieron sus
conocimientos.
Su misterioso declive. Los toltecas fueron agresivos y violentos. Eso hace suponer que
alrededor del 1150 d.C. la ciudad de Tula fue incendiada a modo de represalia, tanto por
parte de los estados o tribus vecinas de Chichimeca, como por las guerras civiles o
los conflictos internos.
Sus tesoros escondidos. Los toltecas desaparecieron hace casi mil años. Sin embargo,
luego de los numerosos saqueos (primero por los aztecas y luego por los españoles) aún
podrían encontrarse tesoros enterrados en el territorio que habitaron. En 1993 se
encontró un cofre decorativo que contenía la famosa “coraza de Tula”, una armadura
hecha de conchas marinas.
Varias pirámides servían de templos para los diversos dioses pero, como consecuencia
de los saqueos, se dificulta conocer la historia de cada estructura. Solo se puede identificar
que los templos fueron construidos con una orientación intencionada, con una dirección
específica de este a oeste, acompañando el movimiento del sol y de la luna.
Durante las épocas de sequía, no bastaba solo con el comercio de los pueblos vecinos para
abastecer a todos los toltecas. Por eso, las leyendas sugieren que la hambruna provocada
por la disminución de las precipitaciones condujo a una guerra civil y, en última instancia, al
abandono de la ciudad de Tula.
Cultura mixteca
Te explicamos qué fue la cultura mixteca, sus costumbres, política y economía.
Además, sus aportaciones y cuáles son sus características.
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La cultura mixteca ocupó Monte Albán luego de ser abandonada por los zapotecos.
¿Qué fue la cultura mixteca?
La cultura mixteca o civilización mixteca fue una de las más antiguas culturas
precolombinas mesoamericanas, antecesora del actual pueblo mixteca mexicano. Floreció
al sur del actual territorio de México. Su época de esplendor terminó en el siglo X, pero el
pueblo mixteca sobrevivió hasta su encuentro con los conquistadores españoles en el siglo
XV.
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La cultura mixteca compartió muchos rasgos con sus vecinos zapotecos, junto a quienes
se llamaban a sí mismos como “pueblo de la lluvia”. Sin embargo, cada una de
estas culturas emprendió su camino distinto, a medida que se integraban a la compleja red
de relaciones panmesoamericanas de la época.
Su apogeo fue durante el Período Clásico Mesoamericano (200 d. C. hasta 900 d. C.). El
mismo estuvo de algún modo vinculado al de importantes centros urbanos como Teotihuacán
y Monte Albán.
Se trata de una región montañosa, que esta cultura ocupó en dos zonas distintas: la baja
(noroeste de Oaxaca y suroeste de Puebla) y la alta (noroeste de Guerrero y oeste de
Oaxaca).
Sin embargo, la religión mixteca se caracterizó por ser animista, y su deidad protectora
era Dzahui, personificación de la lluvia, cuyos atributos en muchos sentidos se asemejan a
los del Tláloc de los teotihuacanos y toltecas. Otra deidad importante era la del fuego,
Huehuetéotl, especialmente en la baja mixteca.
Se sabe que los mixtecas veneraban a sus dioses con sacrificios humanos y animales.
Sus líderes religiosos tenían una posición jerárquica dentro de la sociedad, que por lo demás
era fundamentalmente militarista.
Los mixtecas incluso desarrollaron sus propias estrategias bélicas, sus propias armas
y fueron tenaces guerreros. Esto se evidencia en su arte cerámico, mucho del cual se
conserva todavía en abundancia, y sus estatuillas metálicas, aunque la metalurgia fue una
actividad poco y tardíamente desarrollada en la región.
El idioma de esta cultura era el protomixtecano, del cual derivan las lenguas mixtecas aún
habladas en el sur de México, con un margen tal de diversificación que la variante costeña y
la montañosa eran idiomas prácticamente distintos. Los mixtecos cultivaron una escritura
pictográfica, de la que se conservan algunos códices.
Tututepec (Yacudzáa), Tilantongo (Ñuu Tnoo Huahi Adehui) y Ñuu Cohyo fueron algunos de
los reinos unificados bajo su mando. Este cacique los gobernó hasta su muerte.
Aunque a veces eran aliados y otras veces rivales, mixtecas y toltecas debieron unirse
para resistir las incursiones del Imperio mexica (también llamado azteca), eventualmente
perdiendo importantes ciudades ante las huestes de México-Tenochtitlán.
Por esta razón, ante la llegada de los conquistadores españoles, muchos señores mixtecas
se sometieron voluntariamente al mando de España a cambio de ayuda contra los
despiadados aztecas.