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Cátedra I - Moreira
Primera parte
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complejo fraterno que adquiere especial envergadura, y en un determinado momento histórico-
socio-cultural que le otorga características diferenciales a adolescencias de otras épocas.
● La adolescencia trata de un tiempo lógico, tiempo diferente al cronológico. En este tiempo los
acontecimientos no son fechables. Es un tiempo no necesariamente lineal.
● La pubertad es un hecho en principio biológico que supone una tarea para el psiquismo. La
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elaboración de esos cambios profundos transcurre durante la adolescencia.
● Se plantea a la adolescencia como síntoma en la pubertad. La adolescencia trata acerca de lo
que la pubertad problematiza, aquello que se vuelve inasimilable. La pubertad supone un
cierto trabajo psíquico. Implica un reposicionamiento del sujeto ante una contundente
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conmoción estructural.
● La adolescencia se encuentra inserta en un contexto socio-cultural. El contexto (actualmente
un discurso capitalista) implica una posición especial para el adolescente.
● La adolescencia se encuentra inserta en una trama familiar (Complejo de Edipo/Complejo
fraterno).
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El tiempo lógico abandona la concepción lineal del tiempo, ya que la psiquis puede actuar en
sentido inverso, por retroacción y anticipación. El tiempo lógico está basado en lo que son los
procesos inconscientes. El inconsciente es atemporal, es decir, no responde a las lógicas del
tiempo fechable, sino que el pasado cobra eficacia psíquica a partir de un evento presente. El
tiempo lógico supone que uno puede volver a pasar por un mismo lugar y reelaborarlo. Aquellos
lugares donde uno vuelve, según Freud, es donde hubo déficits o ganancia de placer.
Para Freud el aparato anímico se rige bajo este tiempo lógico. El aparato está en permanente
retrotraducción, todo el tiempo vuelve para atrás para reordenar el material mnémico
preexistente.
En este tiempo lógico Freud ubica los conceptos de regresión y puntos de fijación.
Tipos de regresión:
• Tópica: Esquema del peine. Sucesión de sistemas psíquicos que la excitación recorre
normalmente según una dirección determinada.
• Temporal: Se vuelve hacia fases libidinales previas.
• Formal: Se vuelve a formas de funcionamientos primitivos. El adolescente realiza regresiones
formales para sostener al Yo desde un punto de vista narcisista.
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La adolescencia se describe como un retardo de la libido genital respecto a la función de
autoconservación. Hasta el ingreso a la latencia la libido genital y la función de autoconservación
se desarrollaban juntas. Luego la función de autoconservación sigue su curso mientras la libido
genital queda replegada. Este retardo se da a partir del periodo de latencia, propiciada por la
represión. Con la llegada de la pubertad la libido se descondensa y se vuelve a desplegar.
Este factor implica un tiempo lógico no lineal que posibilita la ocurrencia de procesos primarios
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póstumos, de tal manera que la eficacia de la libido genital trasmuda en traumas una diversidad
de huellas mnémicas previas. En este desfase temporal se instala la adolescencia.
A partir de la sexualidad en dos tiempos (Sexualidad infantil-Latencia-Pubertad) hay una
resignificación a posteriori. Una reelaboración de todo lo sucedido en la infancia bajo la óptica de
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la adolescencia. Cuando llega la adolescencia es necesario reordenar y hacer un duelo por cada
uno de los lugares psíquicos donde fueron colocados los objetos de la infancia. Es decir, se
reordena todo el material preexistente que quedó guardado como huella mnémica en el
inconsciente a la luz de la novedad: la irrupción de la tensión genital.
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Freud trabaja con el supuesto de que nuestro mecanismo psíquico se ha generado por
superposición de capas porque de tiempo en tiempo el material existente de huellas mnémicas
experimenta un reordenamiento según nuevos nexos, una inscripción.
Para Freud la memoria no existe de manera simple sino múltiple, registrada en diferentes
variedades de signos.
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- P (Polo perceptivo), son neuronas donde se generan las percepciones que se anudan a la
consciencia (consciencia de aquello que percibimos), pero que no conservan huella alguna de lo
acontecido (consciencia y memoria se excluyen entre sí).
- Ps (Signos de percepción), es la primera transcripción de aquello que percibimos, es inconsciente
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y articulado según una asociación por simultaneidad.
- Ic (Inconsciente), es la segunda retranscripción, ordenadas por otros nexos, quizás causales. Las
huellas Ic corresponden a recuerdos de conceptos.
- Prc (Preconsciencia), es la tercera retranscripción, ligada a Representaciones-Palabra del Yo
(Opera el campo del lenguaje). Las investiduras pueden devenir conscientes de acuerdo con
ciertas reglas (prestar atención, y que no haya operado la represión).
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Hay una tendencia a la compensación cuantitativa: Cada reescritura posterior inhibe la anterior y
desvía de ella el proceso excitatorio. En las psiconeurosis no se produce la traducción para ciertos
materiales, no se reordena, por lo tanto la excitación se procesa según las leyes psicológicas que
valían en el periodo psíquico anterior, y por los caminos de que entonces se disponía.
Si A en tanto actual, desligó cierto displacer, pero al despertar desliga un displacer nuevo,
entonces no es inhibible. El recuerdo se comporta entonces como actual. Y ello sólo es posible en
sucesos sexuales, porque las magnitudes de excitación que ellos desprenden crecen por sí solas
con el tiempo (con el desarrollo sexual).
El suceso sexual en una fase produce entonces efectos en una fase siguiente en tanto actual y, en
consecuencia, no inhibible. La condición de la defensa patológica (represión) es la naturaleza
sexual del suceso y que haya ocurrido en una fase anterior.
Hacia 1979 Carlo Ginzburg escribe acerca de la aparición de un nuevo paradigma en el contexto de
las ciencias al que llamó indiciario (o semiótico).
La historia de este modelo epistemológico es la historia del análisis de los rasgos, de las pistas y de
las formaciones cualitativas, irrepetibles y singulares.
La historia de este paradigma en el método psicoanalítico remite al estudio de las formaciones del
inconsciente analizadas por Freud.
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El psicoanálisis acostumbra deducir de rasgos poco estimados o inobservados cosas secretas o
encubiertas. Para Freud cosas de gran importancia pueden no manifestarse sino por muy
pequeños indicios.
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Las manifestaciones se dan a nivel de la conciencia. Esas manifestaciones conscientes son las que
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nos ponen en contacto con las formaciones sustitutivas (sueños, lapsus, fallidos, síntomas). Las
formaciones sustitutivas son el resultado de la transacción, la negociación, entre el deseo
inconsciente y la defensa, al que se le permite llegar a la conciencia. El aparato psíquico freudiano
supone una indagación, una investigación a partir de estas manifestaciones conscientes.
Estas formaciones sustitutivas tienen una forma, la forma de las manifestaciones sustitutivas está
dada por las defensas (desestima, desmentida y represión).
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De acuerdo a su posición en el lenguaje, el niño y el adolescente, efectúan cierta apropiación de la
lengua mediante el habla, el juego, el modelado, el dibujo y la escritura. Ambos, lenguaje y lengua,
se constituyen como diversos posicionamientos o estratos de lo anímico.
En 1972 lacan introduce el neologismo “Parlétre”, que refiere al hablanser, un sujeto constituido
por la acción de la palabra del otro. De esta manera se pone de relieve que el ser se constituye en
y a partir del lenguaje.
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Freud describe lo anímico como un conjunto estratificado de escrituras y reescrituras, con sus
correspondientes nexos. Y considera a estas reescrituras dependiendo de una traducción abstracta
(Carta 52). Describe a la estructura como el “lenguaje del ausente”. Es decir, que lo anímico y el
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sujeto, se constituyen en un lenguaje en el que cobra privilegio la escritura, como indicio de un
ausente. En la teoría que ideó Freud, cada síntoma, cada rasgo, cada inhibición, se define a partir
del lenguaje y la lengua.
Por su parte, Lacan, advierte que el lenguaje es un medio tan real como el mundo exterior.
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Incluso, la determinación por este baño del lenguaje es previa a su nacimiento. Afirma que
somos hablados por el otro, pero por uno “prehistórico inolvidable”.
La palabra implica una presencia hecha de ausencia. La ausencia es nombrada en un momento
original en el juego del pequeño. De esta pareja de presencia y ausencia nace el universo de
sentido de la lengua donde se ordena el universo de las cosas. Las primeras palabras oídas hacen
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que cada cual tenga su inconsciente. Es la estructura del lenguaje lo que la experiencia
psicoanalítica descubre en el inconsciente.
No solamente la libido va pasando por distintos momentos sino que también el Yo va tener un
grado de organización distinto a medida que va pasando por esas fases libidinales.
● Yo real primitivo
Este Yo funciona a nivel del SNC. No es un Yo psíquico, no hay nada interpretable o a descifrar. Es
absolutamente orgánico. Funciona bajo el modelo del acto reflejo: aparece un estímulo que
molesta al aparato psíquico y ese estímulo tiende a una descarga. Este Yo se rige por el principio
de constancia.
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Este Yo le da al aparato psíquico una primer orientación en el mundo: Si el estímulo viene de
afuera se puede huir (ante una luz se puede cerrar los ojos), si el estímulo viene de adentro es un
otro el que tiene que ejercer una acción específica (agente materno) que calme esa tensión de
necesidad.
Desde el punto de vista cronológico este Yo se presenta durante la fase oral primaria, durante los
primeros meses de vida.
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● Yo del placer purificado
Este es el primer Yo psíquico. Se rige por el principio de placer, que apunta a la satisfacción. Se
inaugura con la primera vivencia de satisfacción que luego se recrea a través de la alucinación.
En este Yo del placer surge el juicio de atribución que consiste en que el Yo adjudica al mundo
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externo todo lo que es displacentero y se identifica con todo lo bueno, con todo lo que
narcisisticamente lo sostenga. El Yo del placer sostiene la completud narcisista: Todo lo bueno
está dentro del Yo y se incorpora como propio, todo lo malo está afuera y se proyecta.
Este Yo acompaña al niño hasta la fase anal secundaria y es el que luego organiza la adolescencia.
● Yo real definitivo
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Se rige bajo el principio de realidad. Se maneja bajo juicios de existencia: El Yo en este punto es lo
suficientemente hábil y fuerte para tolerar cierta frustración. Ya no es necesario un sostenimiento
narcisista.
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Narcisismo
y el bebe forman parte de una misma unidad. El otro que está afuera, es otro para el resto,
para el bebe es el mismo.
Antes del narcisismo primario el bebe siente su cuerpo como fragmentado (autoerotismo). A
través de la identificación primaria ese cuerpo se unifica, conformando el narcisismo.
Lalangue Lacaniano: Momento en el que uno es hablado por otro, hablado a través del deseo de
los padres y que constituye una lengua materna. Es la posibilidad de recortar la voz de ese agente
materno y volverlo propio. Eso es lo que lo introduce al mundo del lenguaje.
● Secundario: Vuelta de la libido sobre el Yo una vez que se invistieron objetos externos.
Narcisismo que se reedita en la adolescencia.
El complejo fraterno refiere al reemplazo de los primeros objetos, las figuras parentales por el
grupo de pares. Es decir, se da un desplazamiento del grupo familiar, como sede, hacia un nuevo
grupo que tiene que ver con los amigos. Lo que se pone en juego en este complejo son nuevas
identificaciones.
Según la teoría psicoanalítica el Yo no viene dado de antemano, sino que debe ser desarrollado.
Primero hay un otro, que es el que le brinda esas primeras identificaciones que construyen el Yo.
Es en relación a un otro que uno se constituye como tal. El núcleo familiar es el núcleo de las
primeras identificaciones. La base de la identificación es la imitación, que permite tomar rasgos
del otro.
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En el pasaje de la niñez a la adolescencia hay una ruptura que rompe con cierta linealidad en la
concepción de la sexualidad. Surge una nueva concepción de ésta, una sexualidad en dos
tiempos. La represión es el mecanismo que divide la sexualidad en dos tiempos.
A partir de esta ruptura, los primeros objetos de amor son sustituidos por otros. Caen para
constituir el narcisismo secundario. Por lo tanto en este pasaje se replantea el narcisismo.
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La Protón Pseudos es el nombre de una expresión de Aristóteles que insta a pensar en una
premisa mayor falsa que en consecuencia posibilita conclusiones también falsas. A la Protón
pseudos se la considera como un "primer error" o una "primera falsedad", una mentira.
Emma está bajo la compulsión de no poder ir sola a una tienda (Síntoma). Como fundamento
enuncia un recuerdo de cuando tenía 12 años (post pubertad). Fue a una tienda a comprar algo,
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vio a los dos empleados reírse entre ellos, y salió corriendo presa de algún afecto de terror. Sobre
esto despierta el pensamiento de que las dos personas se reían de su vestido, y que uno le había
atraído sexualmente (Escena I).
Tanto el nexo entre estos fragmentos como el afecto de la vivencia son incomprensibles. Los
recuerdos despertados no explican ni la compulsión ni el determinismo del síntoma.
La exploración analítica ulterior descubre un segundo recuerdo que Emma tuvo en la escena I.
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Siendo una niña de 8 años, fue a comprar a la tienda de un pastelero, y éste le pellizcó los
genitales a través del vestido. A pesar de la primera experiencia, Emma, va a la tienda por una
segunda vez. Luego de la segunda, no fue más. Ahora, a partir del recuerdo, se reprocha haber ido
una segunda vez, como si de ese modo hubiera querido provocar el atentado.
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A partir de esto, se comprende la escena I (Empleados) si se recurre a la escena II (Pastelero). Solo
faltaba la conexión asociativa entre ambas: la risa. Ella misma indica que la risa de los empleados
le hacía acordarse de la risa con que el pastelero había acompañado su atentado. En la tienda los
dos empleados ríen, esta risa evoca (inconscientemente) el recuerdo del pastelero. La situación
presenta además otra semejanza: Otra vez está sola en la tienda. Junto con el pastelero es
recordado el pellizco a través del vestido, pero ella ahora, se ha vuelto púber. El recuerdo
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despierta un desprendimiento sexual que provoca angustia (cosa que en aquel momento era
incapaz de hacer). Con esta angustia, tiene miedo de que los empleados pudieran repetir el
atentado, lo que explica su huida.
En el caso Emma hay alusión, en forma opaca, a lo que aconteció, no durante el primer recuerdo,
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sino durante el segundo. Así, aquello que no pudo aprehenderse en un comienzo, sólo lo es con
posterioridad y por intermedio de esa transformación mentirosa: protón pseudos. En la proton
pseudos retorna el trauma, lo ajeno.
Estas observaciones le permiten a Freud explicitar diversas cuestiones, como el enlace lógico entre
dos escenas como recuerdo en acto, el tipo de temporalidad puesto en juego, es decir una
temporalidad cronológica y otra retroactiva.
En todo psicoanálisis el trauma requiere de dos escenas relacionadas, con lo que se cuestiona una
causalidad lineal. La segunda escena es la que configura la eficacia de la primera.
En ocasiones se considera que la segunda escena resignifica la primera, como si se tratara de un
sentido agregado al del primer tiempo. Sin embargo, como el sentido sólo se decanta en el
segundo, no hay resignificación. Así, la segunda escena no resignifica la primera, sino que la
articulación de ambas permite la decantación de un efecto de significancia.
Es en este marco que Freud considera a la adolescencia como una organización particular en la
que cobra eficacia una condición histérica generalizada. Los adolescentes experimentan un trauma
que es resignificado en una segunda escena. Esto deriva del retardo de la libido genital con
respecto a la autoconservación.
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Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a
su conformación normal definitiva.
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1. La pulsión sexual que en la niñez era predominantemente autoerótica, ahora halla un objeto
sexual. Un objeto que está por fuera de uno mismo. En este punto se sacrifica el narcisismo.
2. Se instaura una nueva meta sexual. Para alcanzarla, todas las pulsiones parciales cooperan, a la
par que las zonas erógenas se subordinan al primado de la zona genital. En la adolescencia el foco
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está puesto en la actividad sexual genital. Todo lo que antes era placer preliminar de cada una de
las zonas erógenas por separado empiezan a funcionar como socias en torno a un placer final, el
orgasmo.
3. La corriente tierna y la sexual confluyen en un mismo objeto.
4. La nueva meta sexual se pone al servicio de la reproducción.
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La tensión sexual
El estado de excitación sexual presenta el carácter de una tensión. La tensión producida por los
procesos sexuales tiene dos salidas posibles: un carácter placentero y un carácter displacentero.
Sobre las zonas erógenas recae un importante papel en la introducción de la excitación sexual. En
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características de tipo infantil, porque tiene que ver con la estimulación de una zona erógena y no
trae aparejada una descarga genital. ─Este hecho refiere al gran traumatismo de la sexualidad: el
desfasaje entre la sexualidad infantil y la sexualidad adulta. En la infancia hay sexualidad pero la
respuesta biológica aparece mucho después. No existe un acuerdo entre lo psíquico y lo
somático─.
A partir del desarrollo de los órganos sexuales, en la pubertad, aparece el placer final, donde se
logra la descarga del monto de tensión. Lo que se obtiene como resultado final es el placer ligado
al orgasmo. Este placer último es el máximo por su intensidad, y diferente de los anteriores por su
mecanismo. Es provocado enteramente por la descarga, es en su totalidad un placer de
satisfacción, y con él se elimina temporalmente la tensión de la libido.
La fórmula para la nueva función de las zonas erógenas sería entonces ser empleadas para
posibilitar, por medio del placer previo, la producción del placer de satisfacción mayor.
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abrevia, y la acción preparatoria correspondiente reemplaza a la meta sexual normal. Para Freud
este es el mecanismo de las perversiones, que consisten en una demora en actos preparatorios
del proceso sexual.
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Características de las perversiones
• Predominio del autoerotismo
• Predominio de una zona erógena
• Predominio del narcisismo (No habría renuncia)
• Terreno del Yo ideal
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La sexualidad adulta también es considerada perversa, en el sentido de que, más allá de que el
placer final sea mayor y se logre la descarga, el placer previo siempre antecede.
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La teoría de la libido
La libido es la energía de la pulsión sexual. Freud establece el concepto de la libido como una
fuerza susceptible de variaciones cuantitativas, un quantum de energía que aumenta o disminuye.
Con relación a su origen, la diferencia de la energía de los procesos anímicos en general, y le
confiere así un carácter también cualitativo.
La libido es un concepto que se liga a la noción de cuerpo erógeno. Para Freud el cuerpo erógeno
es un cuerpo que va más allá del cuerpo biológico.
Así llega a la representación de un quantum de libido a cuya subrogación psíquica denomina libido
yoica. Esta libido yoica sólo se vuelve accesible al estudio analítico cuando se ha convertido en
libido de objeto. Esta libido se concentra en objetos, se fija en ellos o los abandona, pasa de unos
a otros y, a partir de estas posiciones, guían el quehacer sexual del individuo, el cual lleva a la
satisfacción, o sea, a la extinción parcial y temporaria de la libido.
En cuanto a los destinos de la libido de objeto que es quitada de los objetos, se mantiene
fluctuante en particulares estados de tensión y, por último, es recogida en el interior del Yo, con lo
cual se convierte de nuevo en libido yoica. A esta última, por oposición a la libido de objeto, la
denomina también libido narcisista. La libido narcisista o libido yoica aparece como el gran
reservorio desde el cual son emitidas las investiduras de objeto y al cual vuelven a replegarse; y la
investidura libidinal narcisista del Yo, como el estado originario realizado en la primera infancia.
El sujeto ($) se relaciona con un determinado objeto (a). Todo sujeto libidiniza a un objeto. A su
vez, esos objetos nos libidinizan. Oscilamos entre ambas posiciones.
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En este escenario hay una relación entre el sujeto y el objeto que es recíproca. Hay un
reconocimiento que se da a través de un movimiento libidinal entre un determinado sujeto y un
determinado objeto.
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El problema se presenta cuando hay una ruptura en la circularidad libidinal.
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Se produce un detenimiento. La libido ya no circula entre el sujeto y el objeto. En este escenario
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Mientras la libido circula hay reconocimiento, el saber aparentemente está intacto. El fantasma
es una suposición, una ilusión de saber. Viene a velar el no saber.
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vida sexual del joven que madura pueda desplegarse en otro espacio de juego que el de las
fantasías, o sea, representaciones no destinadas a ejecutarse. A raíz de estas fantasías vuelven a
emerger en todos los hombres las inclinaciones infantiles, sólo que ahora con un refuerzo
somático. Y entre éstas, en primer lugar, la moción sexual del niño hacia sus progenitores.
Contemporáneo al doblegamiento y la desestimación de estas fantasías incestuosas, se consuma
uno de los logros psíquicos más importantes, pero también más dolorosos, del período de la
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pubertad: el desasimiento respecto de la autoridad de los progenitores.
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Freud y Lacan poseen concepciones distintas acerca de lo que es un sujeto. Entendido al sujeto
como algo diferente a una persona. Esto acarrea la existencia de dos clínicas distintas.
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● Primera tópica
En la primera tópica el sujeto para Freud es el sujeto de las formaciones del inconsciente (Lapsus,
chistes, fallidos). Esto está ligado al esquema del peine (Polo motor-Polo perceptual) en la que
ubica el inconsciente, el preconsciente y la consciencia.
● Segunda tópica
En esta tópica Freud ubica al sujeto como el sujeto de las pulsiones. Freud incluye la pulsión de
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muerte. El sujeto ya no es un sujeto únicamente organizado en tres sistemas sino en tres
instancias: Yo, Ello y Superyó.
De todas formas, Freud no abandona su primera concepción sino que la incluye: Hay una parte del
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Yo que es preconsciente y otra que es inconsciente, al igual que el Superyó. Por su parte, ubica al
Ello como siempre inconsciente.
En este sentido, el sujeto Freudiano es tridimensional (tres instancias). Tiene una concepción de
un sujeto a descubrir, a descifrar. Las formaciones del inconsciente, el contenido manifiesto del
sueño, por ejemplo, son manifestaciones del inconsciente y la idea de Freud es descifrar cuál es el
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inconsciente como algo a descubrir, sino que éste se manifiesta espontáneamente, aunque de
manera alusiva.
Lacan plantea un sujeto bidimensional donde no hay interioridad separada de una exterioridad.
No hay contenidos propios (internos) o ajenos (externos). Lo interno se vuelve externo y lo
externo interno permanentemente. El inconsciente no está dentro de la mente, está en el entre
dos. Entre el sujeto y aquel con el que está hablando. El inconsciente nos atraviesa
permanentemente a través del discurso.
Para Lacan el sujeto está siempre escindido. Atravesado por la falta. Sin interioridad ni
exterioridad. Todo el tiempo estamos atravesados por el deseo del Otro.
En la infancia los niños son, en buena medida, una prolongación narcisista de sus figuras
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significativas. En términos lacanianos los niños se encuentran alienados a los deseos de sus padres.
Es decir, se constituyen a sí mismos a partir del deseo del otro, y desean para ellos lo que el otro
desea para ellos. No hay deseo propio. A partir de la irrupción de la tensión genital, esa estructura
se conmueve, lo que implica un corte hacia esas figuras. Con su inclusión en los grupos de pares,
ya no importa tanto ser leal o fiel a los padres sino que lo importante es romper con esa lealtad.
Por lo tanto, una tarea fundamental en la adolescencia es desalienarse del deseo de ese otro y
constituirse como un sujeto deseante.
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El texto traza los mitos de Prometeo y Narciso como los dos destinos posibles para el duelo de la
autoridad de los padres. Se plantea a Narciso como alguien que no puede recortarse del deseo del
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otro y por lo tanto se ahoga en la imagen que el río le devuelve de sí y a Prometeo como alguien
que no continúa con la tarea que le encomiendan y decide recortarse, desalienarse y así fundar
algo del orden social.
Prometeo Narciso
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Por otra parte, Françoise Dolto conceptualiza a la adolescencia como una fase de transición y de
transformación en el camino hacia la adultez. Afirma que la adolescencia es la fase de mayor
vulnerabilidad del ciclo vital. Considera que es necesario que el adolescente le sea infiel a la
familia, dado que esa es la ley.
Aberastury y Knobel
Aberastury y Knobel, ya no desde una postura biológica, conceptualizan a la adolescencia como un
periodo de transición entre la pubertad y la adultez. Las exteriorizaciones o manifestaciones
pueden variar en función de las diferentes culturas. El adolescente trata de constituir su identidad
adulta, recurriendo a las primeras experiencias objetales-parentales internalizadas, comprobando
las características de la realidad externa, mediante el uso de elementos biofísicos. Se tiende a una
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estabilidad del sujeto en el territorio genital, siempre y cuando se efectúe el duelo por la identidad
infantil de manera adecuada.
Los autores describen ciertas manifestaciones propias de la adolescencia que implican el llamado
síndrome normal de la adolescencia:
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quién es y quien quiere ser. Esto se observa en el cambio de las conductas, de actitudes, un
cambio de look.
2. Tendencia grupal: El grupo de pares constituye algo fundamental en la adolescencia. La
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tendencia grupal es fundamental en la adolescencia ya que constituye el nuevo núcleo de
identificaciones.
3. Necesidad de intelectualizar y fantasear: La adolescencia es el momento de pensar, de fantasear
en quien quieren ser.
4. Crisis religiosas: El adolescente empieza a cuestionar en lo que creyó o en lo que no creyó toda
su vida.
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intelectuales, lo cual constituye una tentativa de dominio de los mismos en un nivel psíquico
diferente. Frente a un conflicto el adolescente empieza a pensar, a racionalizar, a generar
opiniones.
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Peter Blos
Peter Blos afirma que la adolescencia debe ser considerada como un fenómeno psicosociocultural,
y mientras la pubertad corresponde a los actos de la naturaleza, la adolescencia a los actos del
hombre. Sostiene que el incremento de las mociones libidinales y agresivas desde la prepubertad,
puede implicar dos destinos:
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a) Restablecer formas prelatentes de satisfacción pulsional.
b) Posibilitar y alentar niveles superiores de diferenciación.
Adolescencia
15 años hasta los 18 años
media
Adolescencia tardía
18 hasta los 20 o 21.
o fase resolutiva
Adolescencia temprana
Durante todo este periodo son esperables los cambios físicos y de conducta.
La prepubertad es la preparación previa a la aparición de los caracteres sexuales secundarios.
La pubertad es un hecho biológico que está en relación con la aparición de los caracteres sexuales
primarios y secundarios en el cuerpo. Eso impone un trabajo psíquico. Ese trabajo psíquico es el
que inaugura la adolescencia.
La libido en esta fase es yoica. Esta es la etapa del mejor amigo y de las relaciones simbióticas. El
vínculo es de fusión. El otro es un doble de uno mismo.
Adolescencia media
El primer tiempo de la adolescencia media opera como bisagra, donde es esperable el desafío a la
autoridad de los adultos y el deseo de independencia de los padres.
Adolescencia tardía
Durante esta fase es esperable que termine el duelo por los padres de la infancia con la posibilidad
del individuo de una mayor autonomía tanto económica, social como psíquica. La resolución de
este duelo puede ser por la vía de la salida de Prometeo, con la desalienación del deseo de los
padres; o bien, la salida de Narciso, una salida mucho más endogámica.
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El adolescente progresa de acuerdo a los rodeos que impone la regresión. Y así, se considera que
tanto la preadolescencia como la adolescencia temprana se caracterizan por una apelación al
mecanismo de la regresión a niveles preedípicos y pregenitales, mientras que en la adolescencia
propiamente dicha, la regresión recupera el complejo de Edipo positivo.
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Libido genital
La activación de la moción genital inaugura la llamada prepubertad. Este segundo momento del
desarrollo, desde un punto de vista lógico, se configura como un límite del período de latencia
sexual y desde un punto de vista cronológico, ubicamos su inicio alrededor de los 8 o 9 años.
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trabajo que es la adolescencia.
La pulsión genital se caracteriza por manifestar sus primeros indicios a la manera de un cierto
grado de tensión, que es previo a sus posibilidades de descarga y satisfacción. Este sentimiento de
tensión, de carácter displacentero, tiende a intensificarse y es acompañado en la periferia
erógena, en el aparato genital externo, de una sensación de estímulo o picazón, que marca una
nueva oleada del desarrollo pulsional.
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1) Tensión genital traumática (prepubertad)
En la prepubertad hay una imposibilidad lógica de generar una representación-cuerpo a la cual se
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ligue la investidura genital. A consecuencia de esta falta de representación, el orgasmo se vuelve
inalcanzable para ambos sexos. Es decir, que el sentimiento de tensión y la sensación de picazón,
en un primer momento, no pueden acceder a su satisfacción.
Al principio el Yo se encuentra inerme frente a esta tensión genital, por lo que esta tensión se
instala como traumática, frente a la no descarga.
Al no poder ligar esa tensión en el preconsciente con una palabra hay algo de la acción que se
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sistema defensivo. Esto implica una estasis o estancamiento libidinal de carácter universal,
generado por un estancamiento de la libido que no puede ligarse a un objeto o al propio Yo,
quedando estancada. Una libido intrasomática que resulta tóxica para el aparato psíquico, ya que
en lugar de ser cualificada en un objeto o en el Yo, queda en el ámbito de la cantidad. Como una
carga energética que no está ligada ni al Yo (libido narcisista) o a alguien (libido objetal). Se
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pulsiones de autoconservación (el aprendizaje del cuidado del propio cuerpo) y el espacio externo
que se vincula a las pulsiones sexuales (erotismo genital, sexualidad).
2) Proyección defensiva
La proyección defensiva se puede descomponer en dos tipos:
• Proyección defensiva normal: La proyección defensiva no patógena intenta devolver al exterior
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aquello que le produce displacer pero que provino desde afuera y no se introyecta como algo
propio.
• Proyección defensiva patológica: La proyección defensiva patógena, procura arrojar al exterior
aquello que corresponde a lo interior (fantasía, delirio) pero que le produce malestar. Algo propio,
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cualquier contenido rechazado por el Yo, que pertenezca al Yo es expulsado al mundo externo.
Autoerotismo en la adolescencia
a) El primer autoerotismo es el de la lactancia, en la infancia. El cuerpo funciona como separado
autoeroticamente hasta que se unifica vía identificación primaria en un narcisismo primario.
b) El segundo autoerotismo es el de la fase fálica. En esta fase hay actividades autoeróticas
vinculadas al onanismo infantil.
Este saber no remite al conocimiento mundano, sino al conocimiento del propio Yo. Por un lado
se encuentra el saber de la latencia donde uno es nombrado por otro y es formado a partir de eso.
Por otro lado se encuentra el posicionamiento que sería esperable en el adolescente, donde éste
pueda descubrir quién es, investigar aquello que le gusta y que pueda producir su propio saber.
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Esto permite también la salida exogámica.
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Lo real es entendido por Lacan en el orden de lo imposible, aquello que no tiene representación.
Algo que no se puede simbolizar. El despertar de la primavera alude a esto, a lo real que se
introduce en el cuerpo del adolescente, el despertar genital, produciendo cierto monto de
angustia. Lo real, en este sentido, es entendido como algo del orden de lo biológico. La irrupción
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El término narcisismo proviene de la descripción clínica y fue escogido para designar aquella
conducta por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de
un objeto sexual.
Desde el punto de vista psicoanalítico el narcisismo no sería una perversión, sino que una
colocación de la libido narcisista es parte del desarrollo sexual regular. De esta manera, el
narcisismo se piensa como una intensa investidura libidinal que se deposita en el Yo. El Yo se toma
OM
como objeto de amor.
El narcisismo nace por replegamiento de las investiduras de objeto como un narcisismo secundario
que se edifica sobre la base de otro, primario.
Destinos de la libido
.C
Los enfermos que Freud propuso llamar parafrénicos1 muestran dos rasgos fundamentales de
carácter: El delirio de grandeza y el extrañamiento de su interés respecto del mundo exterior
(personas y cosas). Esta última alteración los hace inmunes al psicoanálisis. En estas personas la
DD
libido sustraída del mundo exterior fue conducida al Yo, y así surge una conducta que Freud llama
narcisismo.
También el histérico y el neurótico obsesivo han resignado el vínculo con la realidad, pero sin
embargo, no han cancelado el vínculo erótico con personas y cosas. Aun lo conservan en la
fantasía; es decir, han sustituido los objetos reales por objetos imaginarios de su recuerdo o lo han
mezclado con éstos, por un lado; y por el otro, han renunciado a emprender las acciones motrices
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que les permitirían conseguir sus fines en esos objetos. A este estado de la libido Freud le aplica la
expresión utilizada por Jung: Introversión de la libido2.
Narcisismo primario: Estado donde el sujeto dirige su libido hacia sí mismo. Los bebés dirigen su
FI
libido hacia sí mismos en un primer momento. Es decir, en un primer momento el infante se elige
a sí mismo como objeto de amor, y posteriormente a objetos.
Narcisismo secundario: Estado posterior donde el Yo retira su libido de las figuras objetales y la
vuelve a dirigir hacia sí mismo, como en el periodo inicial del narcisismo primario.
Metáfora de la ameba
Freud compara al hombre con una ameba, pues ésta puede emitir pseudópodos hacia los objetos
exteriores y luego retraerlos hacia sí. De esta forma afirma que existe una originaria investidura
libidinal del Yo, que luego es cedida a los objetos. Las investiduras de objeto, pueden ser emitidas
y retiradas de nuevo como los pseudópodos de la ameba, surgiendo así, la oposición entre libido
yoica-libido de objeto (Falso dualismo). Entonces, libido del Yo es libido depositada, colocada en
el Yo, tomándose a sí mismo como objeto de amor, como primer objeto de la elección de objeto, y
1
Parafrenia: Grupo constituido por la paranoia y la demencia precoz. En éstas se produce una retirada de la libido de la realidad
exterior, responsable de la pérdida del sentido de la realidad.
2
Introversión: Desprendimiento de la libido de sus objetos exteriores y su retirada hacia el mundo interno del sujeto. Freud recogió el
término, pero limitando su utilización a una retirada de la libido que conduce a la carga de formaciones intrapsíquicas imaginarias.
No hay desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al Yo; el Yo tiene que ser
desarrollado. Las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales: por lo tanto, algo tiene que
OM
agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica (Identificación), para que el narcisismo se
constituya. La identificación primaria es una operación psíquica necesaria para la constitución del
Yo. Forma el primer lazo afectivo con la figura de los padres a quienes se toma como modelo.
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El narcisismo primario supuesto en la infancia, proviene de la actitud de los padres hacia sus hijos.
En ese vínculo primario gobierna la sobreestimación del niño, que pasa a ser “su majestad el
bebé”.
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Freud toma tres caminos de acceso para el estudio de la distribución libidinal:
- Enfermedad orgánica: La persona afligida por un dolor orgánico y por sensaciones penosas
resigna su interés por todas las cosas del mundo exterior que no se relacionen con su sufrimiento.
Mientras sufre, también retira de sus objetos de amor el interés libidinal, cesa de amar. Desde la
teoría de la libido, Freud afirma que en este caso el enfermo retira sobre su Yo sus investiduras
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personas encargadas de la nutrición, el cuidado y la protección del niño devienen los primeros
objetos sexuales, sobre todo, la madre o su sustituto.
Junto a este tipo y a esta fuente de la elección de objeto por apuntalamiento, existe otro, y se da
en aquellos casos en los que los individuos no eligen su posterior objeto de amor según el modelo
de la madre, sino según el de su propia persona. Manifiestamente se buscan a sí mismos como
objetos de amor, exhiben un tipo de elección de objeto narcisista.
Todo ser humano tiene abiertos frente a sí ambos caminos para la elección de objeto, pudiendo
preferir uno o el otro. El individuo tiene entonces, dos objetos sexuales originarios: Él mismo y la
mujer que lo crió, y se presupone entonces en todo ser humano el narcisismo primario que,
eventualmente, puede expresarse de manera dominante en su elección de objeto.
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narcisismo primario, “su majestad el bebe”. Tiene que ver con las primeras identificaciones. Esta
es una instancia imaginaria, es decir, la imagen ilusoria que uno crea de sí mismo. El Yo ideal está
ubicado en el Yo. Ambos son equivalentes. Da cuenta del «ser».
Además del Yo ideal, la constitución del narcisismo se da por medio de un soporte simbólico. Esta
instancia simbólica es el ideal del Yo. El Ideal del Yo, es una instancia dentro del Superyó que
tiende a querer conseguir metas, la aspiración a alcanzar un ideal. Como instancia diferenciada, el
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ideal del Yo constituye un modelo al que el sujeto intenta adecuarse. Es la referencia con la que el
Yo se compara. Tiene que ver ya no con las identificaciones primarias sino con las secundarias. Da
cuenta del «tener». Es, además, una instancia normativa. Su función es garantizar que las normas
operen. Las mociones pulsionales libidinosas sucumben al destino de la represión cuando entran
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en conflicto con las representaciones culturales y éticas del individuo. Además de su componente
individual, este ideal tiene un componente social; es también el ideal común de una familia, de
una nación.
Para que el ideal del Yo se constituya, primero tiene que resignarse el Yo ideal. Tiene que
sacrificarse cierto narcisismo, para aspirar luego a recobrarlo.
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Antecedentes
Wallon: Experimenta con chimpancés y humanos. Afirma que a partir de los seis meses hay una
diferencia fundamental en relación al espejo. A los chimpancés no les interesa esa imagen. Por
otro lado, hay algo de esa imagen que captura al ser humano que los pone en otro lugar.
Bulk: Trabaja sobre el estado de la prematuración del ser humano. Condición que los diferencia
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del resto de las especies.
Lacan toma estos trabajos pero prescinde del espejo en sí y lo postula como operación psíquica: la
constitución del Yo.
El estadio del espejo es un concepto de la teoría de Lacan que designa una fase comprendida
.C
aproximadamente entre los seis y los dieciocho meses de edad. Esta fase, según él, es lo que nos
diferencia como seres humanos, lo que constituye nuestra subjetividad.
mira.
Lacan parte de la prematuración biológica del ser humano. El bebé cuando nace, nace en un
estado de desvalimiento absoluto. Tiene un nivel de dependencia absoluta hacia el otro de los
primeros cuidados. En este contexto de desvalimiento y de dependencia hacia un otro, vivencia el
cuerpo como fragmentado, es decir, como si fueran partes. El bebé no puede representar a su
FI
cuerpo como un todo. Para pasar a la ilusión de completud, el niño atravesará la fase del espejo,
en el cual finalmente se verá reflejado como una totalidad.
La fase del espejo es un momento psíquico y ontológico del ser humano. El pasaje de la vivencia de
Para que se pueda constituir un Yo, Lacan parte de una operación lógica:
Un primer momento de alienación a los significantes que el otro ofrece (por ejemplo, un nombre).
Esto es denominado por Freud como identificación primaria, descrita como el primer lazo afectivo
que el individuo establece con un otro, a quien toma como modelo. Un modelo con el que se
identifica, tomando rasgos de él. De esto deriva que la constitución del Yo, no pueda ser pensada
sin un otro.
Freud habla de unidad del Yo. Es decir, el Yo tiene la función de síntesis para constituirse como tal.
El otro, en términos de Lacan, es el soporte ortopédico, en quien ese Yo en constitución se va a ir
apoyando para producir esa unidad totalizadora.
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Adolescencia
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El esquema corporal es la imagen mental que se tiene en relación al cuerpo. Este esquema
corporal cobra nuevamente importancia en la adolescencia. La adolescencia implica hacer una
nueva tramitación de la imagen corporal. La imagen corporal de la infancia tiene que readaptarse
dada la irrupción de lo real de la segunda oleada de la sexualidad, el desarrollo de los caracteres
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primarios y secundarios. Ese cuerpo, ese narcisismo que se había desarrollado hasta ese momento
se fragmenta a partir de la irrupción de la genitalidad. Aparecen nuevas partes del cuerpo y
sensaciones que no se conocían. De esta forma el estadio del espejo que se había dado en la
primera infancia, vuelve a reeditarse tardíamente a comienzos de la adolescencia.
En la adolescencia ya no será el otro de los primeros cuidados el que sirva de soporte ortopédico,
sino el grupo fraterno (amigos, profesores, ídolos, etc.) con quien ahora el adolescente llevará a
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1) El bebe se mira en el espejo y ve a un nene completo, articulado, al que no le falta nada. Pero
ese nene que mira en el espejo no es el. El bebe intenta agarrar esa imagen como si fuera algo
real. Hay confusión entre el Yo y el no Yo. Hay una imposibilidad de apropiarse de esa imagen
como propia. De todas formas, el bebe siente alegría en ese otro que ve en el espejo. Alegría que
tiene que ver con la anticipación, con el ver como uno será.
Este primer momento es registro de lo imaginario.
2) El bebe del espejo ya no es real, es una imagen, pero sigue siendo una imagen de otro. Es otro
semejante fuera de él, un doble especular. El bebe se identifica con la imagen que le brinda ese
semejante. Identificación que lo aliena. Se produce así el transitivismo identificatorio.
Ese otro doble de sí, auspicia de anticipación, de perfección, permitiendo sentir un cuerpo menos
fragmentado.
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lo que no se es, y a la vez, lo que se quiere llegar a ser. La imagen del espejo es un ideal. Ese otro
que está en el espejo es el Yo ideal (Moi), un Yo al que no le falta nada, un otro completo. Aquello
a lo cual el Yo va a intentar llegar. Lacan afirma que esa imagen es promesa, por eso la alegría al
ver esa imagen.
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DD
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FI
En este texto Freud realiza algunas correcciones acerca de lo postulado en Tres ensayos. Afirma
que el primado genital no ocurre recién en la pubertad sino que ocurre en la primera infancia.
Fase fálica
Para Freud, la aproximación de la vida sexual infantil a la del adulto no se circunscribe a la
emergencia de una elección de objeto. Si bien no se alcanza una verdadera unificación de las
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pulsiones parciales bajo el primado de los genitales, en el apogeo del proceso de desarrollo de la
sexualidad infantil, el interés por los genitales y el quehacer genital cobran una significatividad
dominante.
El carácter principal de esta organización genital infantil (a diferencia del adulto) reside en que,
para ambos sexos, solo desempeña un papel un genital, el masculino. Por lo tanto, no hay
estrictamente un primado genital, sino un primado del falo. El falo tiene que ver con algo del
orden simbólico, relacionado a la posibilidad de perderlo.
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Premisa universal del pene
Para el varón es natural presuponer en todos los otros seres vivos, un genital parecido al que él
posee.
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La fuerza pulsionante de esta parte viril se exterioriza como esfuerzo de investigación, como
curiosidad sexual. A través de estas investigaciones, el niño descubre que el pene no es común a
todos. Esto es ocasionado por la visión casual de los genitales de una hermana u otra niña.
Inicialmente, el niño desconoce esta falta. Justifica la contradicción entre observación y creencia
afirmando que este aún es pequeño y que todavía debe crecer. Aparece la desmentida de la
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castración para evitar ser interpelado en su propio goce. Después, llegan a la conclusión, de que
sin duda estuvo presente y luego fue removido. Para el niño, ser mujer no coincide todavía con
falta de pene. La falta de pene, es entendida así, como resultado de una castración, a modo de
castigo. A partir de ese momento, se le plantea al niño la posibilidad de perderlo él también. El
niño tiene temor al castigo debido al placer que este le genera.
FI
La castración se afirma como herida narcisista. La amenaza de castración produce una herida que
lleva a la preservación del narcisismo y, por ende, a dejar de lado y sacrificar este primer objeto.
El complejo de Edipo es estructurante del aparato psíquico. Este complejo es necesario para que
se produzcan tres estructuras clínicas: la neurosis, la psicosis y la perversión. El tránsito por este
complejo da cuenta de alguna de estas estructuras clínicas presentes en un sujeto.
El complejo de Edipo es un fenómeno central del período sexual de la primera infancia. Fenómeno
que después cae sepultado, sucumbe a la represión y es seguido por el periodo de latencia.
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Este complejo cae a raíz de las dolorosas desilusiones acontecidas. Aun donde no ocurran
acontecimientos particulares (como la llegada un hermanito que sea el nuevo centro de atención),
la falta de la satisfacción esperada, la continua denegación del hijo deseado, determinarán que los
pequeños enamorados resignen su inclinación sin esperanzas. Así, el complejo de Edipo cae a raíz
de su fracaso, como resultado de su imposibilidad lógica interna (imposibilidad dada por el
conflicto entre el principio de placer y el principio de realidad).
Otra concepción freudiana acerca de la caída del complejo de Edipo se encuentra más ligada a la
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herencia. El complejo de Edipo es vivenciado de manera individual, pero es también un fenómeno
determinado por la herencia, dispuesto por ella, que tiene que desvanecerse de acuerdo con el
programa cuando se inicia la fase evolutiva siguiente, predeterminada.
Con estos dos fundamentos, Freud da lugar a la ontogenia y a la filogenia.
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El desarrollo sexual del niño progresa hasta una fase en que los genitales han tomado el papel
rector. Pero estos genitales son sólo los masculinos (más precisamente, el pene), dado que los
femeninos siguen sin ser descubiertos. Esta fase fálica, contemporánea a la del complejo de Edipo,
no prosigue su desarrollo hasta la organización genital definitiva, sino que se hunde y es relevada
por el período de latencia.
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arrebatará esta parte tan estimada por él. La tesis Freudiana, entonces, es que la organización
genital fálica del niño cae a raíz de esta amenaza de castración. La amenaza de castración
posibilita la salida del complejo de Edipo en el varón. La amenaza confirma la pérdida. Una pérdida
simbolizada pero que toca lo imaginario.
Al principio el varón no presta creencia ni obediencia alguna a la amenaza. La observación que
finalmente quiebra la incredulidad del niño es la de los genitales femeninos. Con ello se ha vuelto
representable la pérdida del propio pene, y la amenaza de castración obtiene su efecto con
posterioridad.
Sin embargo, la vida sexual del niño en esa época no se agota en la masturbación. Se la puede
pesquisar en la actitud edípica hacia sus progenitores; la masturbación es sólo la descarga genital
de la excitación sexual perteneciente al complejo. El complejo de Edipo ofrece al niño dos
posibilidades de satisfacción, una activa y una pasiva. El niño se sitúa de manera masculina en el
lugar del padre y, como él, mantener comercio con la madre, a raíz de lo cual el padre es sentido
pronto como un obstáculo; o sustituir a la madre y hacerse amar por el padre, con lo cual la madre
queda sobrando.
Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación. La autoridad del padre, o
de ambos progenitores, introyectada en el Yo, forma el núcleo del Superyó. El Superyó tiene sus
bases en la identificación con el padre, de él toma prestada su severidad, perpetúa la prohibición
del incesto y, así, asegura al Yo contra el retorno de la investidura libidinosa de objeto. Las
aspiraciones libidinosas pertenecientes al complejo de Edipo son en parte desexualizadas y
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sublimadas, y en parte son inhibidas en su meta y mudadas en mociones tiernas.
Lo que se instaura entonces con el fin del complejo de Edipo es la pérdida, se consolida la
prohibición. De todos los objetos con los que cada uno cuenta hay uno que está vedado, el primer
objeto de amor.
Con ese proceso se inicia el período de latencia, que viene a interrumpir el desarrollo sexual del
niño.
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Complejo de Edipo en la niña
También el sexo femenino desarrolla un complejo de Edipo, un Superyó y un período de latencia.
DD
El clítoris de la niña se comporta al comienzo como un pene, pero ella, por la comparación con un
niño, percibe que es demasiado corto, y siente este hecho como un perjuicio y una moción de
inferioridad. Es en este punto donde se bifurca el complejo de masculinidad de la mujer. La niña
no comprende su falta actual como un carácter sexual, sino que lo explica mediante el supuesto de
que una vez poseyó un miembro igualmente grande, y después lo perdió por castración. Así se
produce esta diferencia esencial: La niña acepta la castración como un hecho consumado,
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El mecanismo que sepulta el complejo de Edipo es la represión, a raíz del conflicto entre el
principio de placer y el principio de realidad (Yo). El principio del placer apunta a la satisfacción
pulsional, mientras que el principio de realidad conlleva a la frustración. El Yo es quien ejecuta el
proceso de represión a través de la censura. La censura es el mecanismo inherente a la represión
que impide que determinadas representaciones que son inconscientes y por lo tanto inconciliables
con el Yo, pasen al preconsciente-consciente.
Freud, otorgó a Edipo un carácter de complejo, y lo consideró el núcleo o complejo nodular de las
neurosis vinculado a la castración. Es un conjunto de representaciones y actos del pensar de
carácter inconsciente y de intenso valor afectivo.
El resultado del complejo de Edipo es la internalización de las normas, y por lo tanto, el
surgimiento del Superyó. Este complejo se configura en dos tiempos lógicos. El primero en la
niñez, y el segundo, en la pubertad. En este último se habla de un segundo despertar, que
involucra una reedición y un efecto de significancia —sentido— que puede enlazarse a la
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problemática del par antitético femenino y masculino.
En los primeros años de la niñez, aproximadamente de los dos a los cinco, cobra valor en el varón
una elección de objeto singular, la madre, junto a una actitud de rivalidad y hostilidad hacia el
padre. Este período temprano de la vida sexual encuentra su término normalmente hacia el quinto
año de vida, y es relevado por una época de latencia más o menos completa, durante la cual se
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edifican las restricciones éticas como formaciones protectoras contra las mociones de deseo del
complejo de Edipo. En el período que sigue, el de la pubertad, el complejo de Edipo experimenta
una reanimación en el inconsciente y plantea sus ulteriores remodelamientos. Sólo el período de
la pubertad desarrolla las pulsiones sexuales hasta su intensidad plena; ahora bien, la orientación
DD
de este desarrollo y todas las disposiciones adheridas a él ya tienen marcado su destino por el
florecimiento temprano de la sexualidad infantil, ya trascurrido.
En el complejo de Edipo hay algo universal. Esto universal es la ambivalencia de sentimientos hacia
los padres. El amor y el odio hacia los progenitores.
Para Freud el complejo de Edipo es completo. Es decir que opera como un complejo doble,
LA
positivo y negativo, que incluye una conjunción dialéctica: la bisexualidad originaria infantil.
Ambos se dan en forma simultánea.
El niño, en una época temprana, desarrolla una investidura de objeto hacia la madre, que tiene su
punto de arranque en el pecho materno. Luego ese objeto se afirma como un objeto incestuoso.
Identificaciones secundarias
A la salida del complejo de Edipo hay diferentes identificaciones secundarias. Estas
identificaciones forman el Superyó, pero además hay otras que tienen que ver con los rasgos de
carácter. Se incorpora dentro del Yo un rasgo de ese otro. Se toma un rasgo de ese objeto para, de
esa manera, poder resignarlo:
- Identificación con la madre en tanto objeto de amor. Es decir, tener un rasgo de esa madre
amada. (+)
OM
al principio tiene que realizar un cambio de objeto. Para el niño el objeto de amor de la fase anal y
la fase fálica coincide. Sin embargo, la niña tiene que cambiar el objeto de amor de la madre al
padre para poder ingresar al Edipo. La niña entra al complejo por la castración. Aquello que es una
amenaza para el niño, para la niña es un hecho consumado. La niña se asume como castrada, por
lo que espera que alguien le de lo que le falta. Ese otro que tiene y le puede dar el pene, es el
padre.
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(+) Padre como objeto de amor - Madre rival
(−) Madre como objeto de amor - Padre rival
DD
A la salida del complejo de Edipo se da, al igual que el niño, el proceso identificatorio.
Para Freud, además, la pequeña no sólo cambia de objeto sexual sino también de zona erógena,
del clítoris a la vagina.
El desenlace de este complejo en la niña, implica la posibilidad de tres destinos:
La inhibición o neurosis, el complejo de masculinidad y la feminidad normal, donde el deseo de un
LA
La sexualidad infantil es bisexual. En la pubertad se pasa del par fálico-castrado al par femenino-
masculino.
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En la adolescencia hay un segundo tiempo lógico del complejo de Edipo, donde es necesario
elegir. La adolescencia es la reedición del complejo de Edipo que pone en juego el hallazgo de
objeto.
La elaboración de la castración es entender al otro como un otro distinto. Una diferencia no sólo
en lo corporal, sino una diferencia psíquica. Que el otro no sea una prolongación narcisista del Yo.
La reedición del complejo de Edipo posibilita además la salida exogámica: Salir de la familia,
resignar los primeros objetos de amor y permitir la desalienación de los padres.
OM
queda conformado entonces a través del padre, la madre, el niño y el falo. Este último es el que
organiza la relación entre los tres primeros elementos. Y de acuerdo al posicionamiento que cada
uno tenga en relación al falo, Lacan conceptualiza distintos tiempos lógicos dentro del Edipo.
En principio el complejo de Edipo permite la ley. Implica una estructura legal que preexiste al
sujeto, que prohíbe, ordena y distribuye lugares.
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• Primer tiempo: Identificación con el falo/Frustración
Este primer tiempo corresponde a la fase del espejo. El primer tiempo del Edipo lacaniano es el
narcisismo. Se constituye la idea de la madre fálica. La madre es la ley. Lo que el niño procura es
DD
poder satisfacer el deseo de la madre, ser el objeto del deseo de la madre.
En este tiempo del Edipo, la madre se siente completa a través del hijo, con lo cual el hijo queda
ubicado, imaginariamente, en el lugar del falo de la madre. Este lugar que ocupa el niño va a estar
marcado por la frustración ya que esa idea de completud es ilusoria. La frustración refiere a que
nunca es posible colmar el deseo del otro. Siempre hay algo que queda por fuera.
En este primer tiempo se da un triángulo entre el bebe, el falo y la madre. El padre existe, opera,
LA
sólo en forma velada. No está como integrante de una tríada sino en la cabeza de la madre.
[Cuando el niño «es» el falo de la madre y la madre permanece siendo fálica se habla de
perversión]
FI
objeto fálico (el niño). Interviene como privador en la relación madre-hijo-falo. El niño deja de ser
el falo para la madre y la madre deja de ser fálica (castración simbólica). Lo más importante de
este tiempo es que la madre deje de sentirse completa, que se muestre deseante más allá de su
hijo y que para el niño la madre aparezca como una madre castrada y deseante.
El pasaje del ser al tener, posibilita un posicionamiento sexuado. Para Freud el final del complejo
de Edipo es el surgimiento del Superyó. Para Lacan, en cambio, es la posibilidad de asumirse como
sujeto deseante. Se pasa de ser un objeto a ser un sujeto.
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En la adolescencia la castración se amplía simbólicamente a otros aspectos. En tanto hay
castración hay falta y la falta motoriza el deseo. Esto es condición para que surja la subjetividad,
para que haya un posicionamiento del adolescente en relación a su propio deseo.
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DD
LA
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