Berserk of Gluttony - Volumen 01 (Light Novel) Premium

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Berserk Of Gluttony
Volumen 01 - [Light Novel]
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INDICE
Capítulo I – Los Abandonados .........................................................................................................5
Capítulo II – De La Oscuridad Viene La Gula............................................................................. 12
Capítulo III – Estudio De Habilidades .......................................................................................... 17
Capítulo IV – La Codicia De La Espada Negra .......................................................................... 22
Capítulo V – Come Todo Lo Que Quieras .................................................................................. 28
Capítulo VI – Detrás De La Casa De Hart................................................................................... 33
Capítulo VII – Ahogándose En El Hambre .................................................................................. 53
Capítulo VIII – Impulso De Inanición ............................................................................................ 57
Capítulo IX – Un Festín .................................................................................................................. 62
Capítulo X – El Primer Nivel .......................................................................................................... 66
Capítulo XI – Un Breve Respiro .................................................................................................... 72
Capítulo XII – Rumores En El Bar ................................................................................................ 78
Capítulo XIII – La Inspección De Roxy ........................................................................................ 84
Capítulo XIV – El Cadáver Que Acecha En Las Noches Con Luz De Luna........................ 107
Capítulo XV – La Chica Marcada................................................................................................ 124
Capítulo XVI – Para Arrancar Y Comer ..................................................................................... 133
Capítulo XVII – El Aullido Del Perro Trastornado .................................................................... 140
Capítulo XVIII – Gula de las Gulas............................................................................................. 146
Capítulo XIX – Un Camino Codicioso ........................................................................................ 154
Capítulo XX – Un Juramento, Una Promesa ............................................................................ 160
Capítulo XXI – En La Encrucijada .............................................................................................. 165
Capítulo XXII – Brillante Cielo Azul ............................................................................................ 169
Capítulo XXIII – Lo Que Debe Hacerse ..................................................................................... 176
Capítulo XXIV – El Segundo Nivel.............................................................................................. 183
Capítulo XXV – Despedida .......................................................................................................... 190
Historia paralela: De Roxy y Fate ............................................................................................... 196
Palabras Del Autor ........................................................................................................................ 209
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Capítulo I – Los Abandonados
En este mundo, existía el concepto de "niveles".
Todas las criaturas vivientes empezaban en el nivel 1 y subían de nivel recogiendo Esferas,
ganadas al derrotar a los monstruos que corrían por la tierra. Sin embargo, estos monstruos
eran increíblemente peligrosos, y no cualquiera podía derrotarlos.
Las personas capaces de derrotar a los monstruos se llamaban "aventureros", hombres y

mujeres que poseían poderosas habilidades de ataque. Las "habilidades" eran regalos únicos
y especiales de los dioses que se concedían al n acer. Todos tenían al menos una, y vivían
gracias a su poder. Así, los que tenían habilidades fuertes eran los elegidos por los dioses.
Eso fue lo que me enseñó mi padre antes de morir.
Mi habilidad era la Gula. Como habilidad, no era más que un problema, porque lo único que
significaba era que estaba eternamente hambriento. En el pueblo donde nací, me llamaban
inútil y me intimidaban por ello.
En este mundo, yo era innecesario. Era uno de los abandonados.
Mi padre había sido mi protector, pero cuando la enfermedad se lo llevó, la aldea me expulsó
por mi inútil habilidad. Acabé en el Reino de Seifort. En ese momento, mi corazón estaba lleno
de esperanza. Estaba seguro de que habría algo que podría hacer en una ciudad tan grande.
Pero no pude encontrar un trabajo decente, así que acabé trabajando por un salario diario
como guardián de un castillo. Era un trabajo agotador haciendo guardia bajo la lluvia, el viento
y la nieve. Además, la paga era pésima.
A decir verdad, el mantenimiento de la puerta no era un trabajo de plebeyos, sino que debía
ser realizado por los caballeros sagrados del reino. Sin embargo, como el mantenimiento de
las puertas se consideraba "3D" -sucio, difícil y peligroso- (dirty, difficult, and dangerous), los
caballeros de alto rango solían contratar a jornaleros para que trabajaran en su lugar.
"¡Eh, Guardián de la Puerta! Será mejor que no aflojes en tu turno, ¿me oyes?"
El joven trío de caballeros sagrados sonrió y se dirigió hacia mí con su gloriosa armadura.
Eran los tres hermanos de Vlerick, una de las cinco estimadas familias de Seifort. También
eran mis jefes. El que me hablaba era Rafale, el mayor. La figura alta a su derecha era su
hermano menor, Hado. Detrás de ellos estaba Memil, su hermana y la más joven de los tres.
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Cada uno de ellos era un destacado caballero sagrado por derecho propio, y la visión de sus
cabezas de cabello púrpura provocaba escalofríos por don dequiera que pasara.
Entre los aventureros, los caballeros sagrados eran maestros de habilidades especiales
imbuidas de atributos sagrados. Además, el título de "caballero sagrado" era un honor que sólo
se concedía a los de mayor categoría. Con sus poderosas habilidades, bendecidas por la
divinidad, los caballeros sagrados podían luchar contra los monstruos más fuertes y alcanzar
los niveles más altos. En este mundo, cuando los poderosos subían de nivel, su estatus y
renombre también aumentaban. En comparación con los campesinos como yo, los caballeros
sagrados estaban en un plano de existencia totalmente diferente. Esto significaba que
enfadarlos era inevitablemente peligroso.
"Sí, Señor Rafale Vlerick", dije.
Rafale me daba asco. No lo soportaba. Sin embargo, me arrodillé y me incliné ante él.
"Aquí tienes tu salario diario".
Rafale arrojó unas cuantas monedas de cobre a mis pies. Sus hermanos se rieron ante la
muestra de poder.
"Bueno, será mejor que te des prisa", dijo. "No pago las tarifas completas a los perezosos,
ya sabes".
Él lo sabía tan bien como yo: esos sueldos eran mi vida. Me apresuré a recoger las
monedas, pero cuando alcancé la última, Rafale me pisó la mano.
"Oh, lo siento. ¿Es eso una mano? Está tan sucia que no podría decirlo".
Soltó una carcajada mientras aplastaba mi mano bajo su pie. Oh, sí, tan involuntario.
"No olvides", continuó Rafale, "que los cretinos inútiles como tú trabajan gracias a nosotros.
Sois reemplazables. ¿Lo entiendes? ¿O es un concepto demasiado difícil de comprender para
un medio tonto?"
"¡Eso es!" me dijo Hado. "Estás holgazaneando. Ser guardián de la puerta es un trabajo de
gran honor que estás haciendo con nuestra bendición. Solía ser un puesto voluntario, pero te
estamos pagando por la bondad de nuestros corazones. Así que muestra esas monedas de
cobre con más respeto, guardián de la pu erta".
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"Realmente es como dicen mis hermanos, sabes", dijo Memil. "Tus errores se convierten en
nuestros problemas. Si cometes uno solo, no te dejaremos ir a la ligera".
Esta era su idea de la educación. Me aplastaron en su lugar. Me metieron mi estatus hasta

el tuétano de los huesos: era la más pequeña y débil de las criaturas vivas, y gracias a los
Vlericks se me permitía seguir viviendo. Hasta que no estuviera de acuerdo con eso, no se me
permitiría recoger la última moneda. Si me resistía, podía despedirme de la vigilancia de la
puerta. Y si pensaban que me resistía, podría ser también un adiós a la vida.
Estas conversaciones entre maestros y esclavos se habían prolongado durante más de

cinco años. Pero si intentaba dejarlo, Rafale y sus hermanos se volverían locos de rabia.
Encontrarían alguna acusación infundada para culparme. Así eran ellos.
Estaba lleno de una rabia que había crecido y se había cocinado a fuego lento dentro de mí
durante cinco años. Ser obligada a obedecer me enfurecía, y resentía la impotencia que me
dejaba sin poder hacer nada más que escuchar.
Justo en ese momento, mi Gula se despertó y dejó salir un estruendo de mi estómago. Una
mirada amenazante cruzó el rostro de Rafale y comenzó a reprenderme.
"Desgraciado y repugnante gusano de la comida. Ni siquiera eres digno de un puesto de

guardián. ¿Intentas decirme que no te damos lo suficiente para comer? ¿¡Intentas avergonzar
a la gran familia Vlerick!?"
Con eso, Rafale me dio una patada en el estómago. No usó todo su poder, pero aún así fue
la patada de un caballero sagrado. La diferencia entre las estadísticas de Rafale y las mías era
como la diferencia entre el sol y una vela de canalón. El golpe fue como si la patada me hubiera
sacado las entrañas. Me retorcí en el suelo, vomitando las tripas mientras luchaba por
recuperar el aliento.
En el palpitante y vertiginoso desenfoque de mi vacilante conciencia, una voz que reconocí

como la de Memil llegó a mis oídos.
"Ew, qué asco. Es como un gusano".
"¡De pie, guardián de la puerta! Si no puedes hacer tu trabajo, nos harás quedar mal delante
de los demás caballeros sagrados". Rafale puso su pie sobre mi cabeza. "¡He dicho que de
pie!"
Pero era imposible. La diferencia de nuestras fuerzas era demasiado abrumadora. No podía
ponerme de pie hasta que Rafale levantara su pie. Él también lo sabía, y estaba claro que
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disfrutaba viéndome luchar bajo su peso. Se inclinó aún más. Sentí que la cabeza se me iba a
partir por el dolor.
"¡Rafale, deja de hacer eso inmediatamente! Lo vas a matar. Es una de las personas que
se supone que debes proteger. Ese comportamiento es impropio de un caballero sagrado".
Rafale gruñó. "Roxy Hart... Así que tú eres la siguiente en estar de guardia hoy".
Roxy Hart era diferente de los otros caballeros sagrados. Ella creía en proteger a los débiles
de aquellos que abusaban de su fuerza, y su cabello dorado ondeando al viento era la imagen
misma del coraje y el valor.
Acaba de salvarme.
Los Harts eran otra de las cinco estimadas familias de Seifort. Eran conocidos por defender
los valores de la honestidad y la justicia. Por esa razón, el público adoraba a Dama Roxy, y
naturalmente yo me encontraba entre sus muchos devotos.
Cuando la Dama Roxy los miró fijamente, Rafale, Hado y Memil lanzaron maldiciones y se
marcharon. Pero mientras lo hacían, Rafale volvió a mirar a la Dama Roxy con una sonrisa
desafiante. Conocía esa mirada, y conocía esa cara. Era rencorosa y vengativa. Sin duda,
Rafale ya estaba pensando en cómo vengarse de esta humillación.
Roxy no le hizo caso a Rafale. En cambio, me cogió la mano, me ayudó a ponerme en pie
y me limpió la frente ensangrentada con su pañuelo.
"¿Estás bien?"
"Sí", dije. "Es... siempre es así. Gracias por ayudarme, Dama Roxy".
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"No hay necesidad de agradecimiento. Ambos somos guardianes de la puerta. Esto es lo
menos que puedo hacer. De todos modos, tu turno ha terminado. Yo me encargo a partir de
ahora".
Hice una profunda reverencia y le pasé a Roxy mi lanza. Estaba adornada con una bandera,
en la que estaba bordado el escudo de la familia real; esta lanza era el signo del guardián de
la puerta. Roxy la tomó con la debida seriedad. Incluso los deberes "tridimensionales" como
éste los trataba con respeto y honor. Eso la diferenciaba de los demás caballeros sagrados.
Fue esta Roxy quien tomó mi mano entre las suyas y habló con una mirada preocupada. "Si
algo como esto sucede de nuevo, yo..."
"No, no puedo causarte más problemas. Estaré bien. Gracias".
Dama Roxy todavía quería decir algo, pero me fui antes de que pudiera hacerlo. No quería
que se involucrara con la familia Vlerick más de lo que ya estaba. No se sabía qué tácticas
turbias utilizarían para llegar a ella, y sólo imaginarlo me hacía entrar en una espiral de
desesperación. Quería que la Dama Roxy siguiera su propio camino. Sabía que,
independientemente de lo que hiciera, sería en beneficio del pueblo.
Me dirigí a la taberna local para ahogar mis penas. La luna estaba alta en el cielo cuando
llegué. Las noches tardías eran momentos de gran actividad en las tabernas. Todo tipo de
gente -desde mercaderes y viajeros hasta rameras y similares- se sentaba a beber hasta que
sus rostros se ponían rojos.
Ocupé mi lugar habitual en el mostrador, donde el tabernero me sirvió mi vino habitual sin
que yo dijera nada. Era el vino más barato disponible y terriblemente ácido. Su único propósito
era emborrachar a alguien lo suficiente como para olvidar su lamentable suerte.
"Pan y sopa, camarero".
"Ya lo tienes."
Mi cena fue un pan de centeno duro que se había dejado fuera durante demasiado tiempo,
y una sopa insípida hecha con verduras sobrantes de otros platos. No había probado la carne
en al menos cinco años, y la última vez que lo hice fue una loncha de cecina. Ni siquiera
recordaba el aroma.
Aunque mi habilidad Gula significaba que siempre tenía hambre, no tenía dinero para
satisfacer mis antojos. Lo mejor que podía hacer era aplazar las punzadas de hambre
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comiendo la comida lo más despacio posible. Mientras mordisqueaba el pan y sorbía el vino,
el camarero se acercó.
"¿Cómo va la vigilancia de la puerta?"
"Es duro".
"Ya veo... Bueno, rezaré para que no acabes como el tipo anterior".
No respondí. Se decía que el portero que la familia Vlerick contrató antes de que yo
empezara había muerto por exceso de trabajo. No había sido muy diferente a mí, sólo otro tipo
con apenas una habilidad en su nombre. A lo largo de esos implacables y agotadores turnos
de guardián, se volvió flaco y débil, y un día simplemente se desplomó y murió como una
marioneta a la que le cortan los hilos.
El tipo había muerto cumpliendo con su deber. Pero cuando los Vlericks lo encontraron,
pisotearon su cadáver y lo llamaron inútil. El tabernero dijo que lo h abía visto con sus propios
ojos. Dijo que, incluso ahora, no podía olvidar esa trágica visión. Estaba grabada a fuego en la
carne de su mente.
Entonces, ¿qué va a pasar conmigo...? me preguntaba.
Si Roxy no hubiera intervenido mientras Rafale me "educaba", podría haber acabado siendo
una versión más de aquella horrible historia. Había sobrevivido al día... pero a este paso, mi
futuro no parecía que fuera a ser largo.
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Capítulo II – De La Oscuridad Viene La Gula
Con la copa de vino en la mano, decidí ver cómo estaba la Dama Roxy antes de volver a la
casucha a la que llamaba hogar. Después del incidente con Rafale, estaba preocupado por
ella.
Rafale era muy astuto, pero no creía que fuera a arremeter de inmediato. Sin embargo, no
podía quitarme de la cabeza su astuta sonrisa. Sabía que un debilucho como yo no sería de
ayuda para la Dama Roxy si ocurría algo, pero al menos podría proporcionarle un escudo
humano.
Seguí los caminos iluminados por la luna hasta un punto desde el que podía ver la puerta
del castillo. La Dama Roxy se mantenía firme en su puesto. Solté un gran suspiro de alivio.
Parecía que no me había preocupado por nada. Con el alma tranquila, le deseé buena suerte
de todo corazón.
Cuando me disponía a salir, divisé una bandada de sombras trepando por el muro oriental
del castillo. Esa zona era un punto ciego para cualquiera que estuviera de guardia, y sólo por
casualidad lo vi desde mi posición. Bandidos. Tenían que serlo. No se me ocurría nadie más
que pudiera escalar los muros para entrar en el castillo en plena noche. Me apresuré a bajar
la calle hacia la Dama Roxy.
"¡Dama Roxy! ¡Problemas!"
"¿Qué pasa? ¿No deberías estar en casa...?"
"¡Salí a dar un paseo para despejar la cabeza! ¡Hay un grupo de personas escalando el
muro este!"
"¿¡Estás seguro!?"
"Sí. ¡Lo vi con mis propios ojos!"
No estaba seguro de que la Dama Roxy me creyera, pero me miró a la cara y dijo: "Confío
en ti. Me dirijo hacia allí ahora. ¿Cuidarás la puerta mientras estoy fuera?"
"Sí, por supuesto".
Me pasó la lanza del guardián de la puerta.
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"Buena suerte, Dama Roxy", dije.
"Déjemelo a mí". Dama Roxy desenvainó una espada de plata de su cinturón. "Mientras
tenga esto conmigo, estaré bien".
Salió a toda velocidad hacia el muro oriental. Al instante, desapareció en la oscuridad.
Vaya, esos caballeros sagrados son rápidos.
Entonces escuché los gritos de los hombres en el interior. Era fácil imaginar a la rápida y
galante Dama Roxy cortando a los bandidos uno tras otro. A juzgar por sus gritos, los bandidos
habían llegado en un número considerable. Sin duda eran más de dos o tres. Sin embargo, La
Dama Roxy era un caballero sagrado. Un grupo de bandidos de poca monta no podía cogerla
desprevenida. Sin duda, los sonidos de la batalla pronto se desvanecieron en el silencio.
Justo cuando pensé que todo había terminado, un hombre solitario salió de la oscuridad
hacia mí. A medida que se acercaba, la luz de la luna resaltaba sus rasgos. Se me cortó la
respiración al verle.
El bandido tenía el brazo derecho cortado y, mientras se acercaba a la puerta donde yo

estaba, intentaba desesperadamente detener la hemorragia con la mano izquierda. Su rostro
estaba pálido, asquerosamente blanco por la pérdida de sangre.
Agarré mi lanza. No le dejaría escapar. No importaba que fuera un ser humano moribundo;
era un ladrón, un criminal violento, y había que detenerlo. Si escapaba mientras yo cubría a la
Dama Roxy, la culpa acabaría recayendo sobre sus hombros. No podía dejar que eso
sucediera. Tenía que matarlo.
Está herido, pensé. Incluso alguien tan débil como yo debería ser capaz de manejar esto.
Apretando los dientes, clavé mi lanza con todo lo que tenía. Atravesó el corazón del bandido.
Agarró la lanza con una mirada intensa y salvaje, y luego cayó de espaldas en un espantoso
chorro de sangre. Sus brazos y piernas tuvieron espasmos durante un tiempo, hasta que
finalmente su cuerpo dejó de moverse. No había duda. El bandido estaba muerto.
"Lo hice, lo maté. Yo... ¿eh?"
Sentí que algo fluía en mi cuerpo, seguido del eco de una voz metálica en mi cabeza.
Habilidad Gula activada. Las estadísticas aumentaron: Vitalidad +120, Fuerza +150,
Magia +100, Espíritu +100, Agilidad +130. Habilidades añadidas: Identificar, Telepatía
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¿Aumento de estadísticas? ¿Habilidades añadidas? ¿Qué es esta voz? ¿Qué está
pasando?
Luego, la sensación más maravillosa y gloriosa: la de un estómago eternamente vacío que

se llena de verdad por primera vez. Nunca me había sentido tan satisfecho en mi vida.
Mientras me perdía en este éxtasis, Dama Roxy volvió a la puerta. Me cogió de la mano y
me miró, comprobando si tenía alguna herida.
"¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?"
"¿Está bien? Parece pálido... ¡Oh, estoy tan preocupada!"
¿Qué fue eso? Podía oír la voz de la Dama Roxy en mi cabeza. Ella no estaba hablando,
pero de alguna manera, sus palabras llegaron a mí.
"¿Qué pasa?", preguntó.
"No, no es nada", dije. "Estoy bien".
"¡Está bien! Gracias a los dioses está bien".
El alivio de la Dama Roxy volvió a resonar en mí. Cuando soltó mi mano, su voz se apagó.
¿Eran esos... sus pensamientos? ¿Estaba leyendo su mente?
Cosas más extrañas habían sucedido... ¿no es así? Tal vez esto fue un efecto posterior al
shock de la batalla. Tal vez simplemente estaba imaginando su voz. No era como si pudiera
volver a tocar a la Dama Roxy para asegurarme. Después de todo, ella era un caballero
sagrado.
En cualquier caso, los caballeros sagrados eran fenomenales. En total, diez bandidos
habían irrumpido en el castillo, y la Dama Roxy se encargó de todos ellos ella sola. Yo me
había encargado del último rezagado, pero sólo porque la Dama Roxy lo dejó prácticamente a
las puertas de la muerte.
El castillo estaba a salvo, todo gracias a ella.
"Dama Roxy, por favor", dije. "No puedo atribuirme el mérito de lo que ha ocurrido aquí".
"Oh, pero debes hacerlo. Tú también derrotaste a uno de los bandidos".
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Tenía una razón para evitar la participación oficial: Rafale y sus hermanos. Si descubrían
que había ayudado a otro caballero sagrado mientras debía estar de servicio en su casa, se
pondrían como locos. No tenía ni idea de lo que me harían, pero teniendo en cuenta lo que
Rafale sentía por la Dama Roxy, estaba segura de que me esperaba una sesión de "educación"
aún más dura.
"Si el señor Rafale se entera de esto", dije, "no va a ser bueno para mí".
"Ah, ya veo. Muy bien. Haré lo que sugieres".
"Gracias".
"No, por favor, debería darte las gracias a ti. Si no me hubieras hablado de esos ban didos,
habría sido el hazmerreír de los santos caballeros".
Parecía que había luchas de poder incluso entre las altas esferas. Pero, siendo de tan bajo
estatus, no tenía forma de saber cuán exigentes eran esas luchas.
"Entonces debes permitirme mostrar mi gratitud", dijo la Dama Roxy.
"No, no. No podría dejar que un caballero sagrado hiciera algo así..."
La Dama Roxy no era fanática de mi obstinada modestia, y sus mejillas se inflaron en un

puchero. Me sorprendió. Por lo general, nunca dejaba de lado su actitud caballeresca. Me sentí
como si me hubiera acercado un poco más a ella.
"¡Ah, ya lo tengo!" Dama Roxy dio una palmada, aunque el gesto me pareció algo forzado.
Mi corazón latía con fuerza. Sabía que tenía la intención de recompensarme, me gustara o
no, pero no sabía lo que me esperaba. Nunca hubiera imaginado lo que dijo a continuación.
"¿Considerarías trabajar para la familia Hart? Si le contara a mi padre lo que ha pasado

aquí, estoy segura de que aceptaría contratarte".
"¿¡Qué!? Pero... no tengo ninguna habilidad, y.… no soy digno".
"Eso no es cierto en absoluto. ¿No acabas de derrotar a un bandido por tu propia mano?"
Eso había sido poco más que una suerte tonta. Si me obligaran a hacerlo de nuevo, sin
duda fracasaría.
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"Pero yo..."
Frustrada por mi indecisión, la Dama Roxy me lo explicó. "Si te preocupa la familia Vlerick...
permíteme que me ocupe de ellos. ¿O pretendes trabajar bajo ellos el resto de tu vida?"
Ella vio a través de mí. Sabía que me preocupaba lo que la familia Vlerick pudiera hacer
para divertirse a mi costa. Aun así, quería contratarme. Podría haber llorado.
Frente a mí había dos caminos: un futuro en el que Rafale y sus hermanos me utilizaban y
desechaban, y yo moría por exceso de trabajo, y al lado de eso, una vida más brillante, un
futuro más brillante, bajo la amable y hermosa Dama Roxy.
No necesitaba pensarlo dos veces. Ya era uno de los devotos a la Dama Roxy. Esto era
como un sueño hecho realidad.
"Dama Roxy", dije, "¡Acepto su oferta!"
"Excelente. Es tarde, así que deberías irte a casa. Ven a la mansión Hart pasado mañana
al mediodía. Te estaré esperando".
Estaba tan feliz que podría haber explotado, pero me contuve. Me incliné una y otra vez con
gratitud hasta que finalmente me dirigí a casa. Cuando estuve lo suficientemente lejos como
para que la puerta del castillo ya no fuera visible, salté de alegría. La suerte por fin se había
puesto de mi lado. Me sentí como si estuviera flotando. Todo era demasiado bueno para ser
verdad.
Volví a casa para prepararme para el día siguiente.
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Capítulo III – Estudio De Habilidades
Al volver a casa, empapé un trapo viejo en agua para lavarme el cuerpo. Esperaba que eso
fuera suficiente para limpiarme para ir a la mansión Hart dentro de dos días. Luego encendí
una preciosa vela para examinarme en mi espejo fracturado.
No había cambiado mucho. Mi ropa seguía siendo un amasijo de parches, y lavarme no iba
a cambiar eso, así que me rendí. Me revolqué en el bulto de paja al que llamaba cama, miré
las manchas del techo dejadas por las filtraciones de agua y reflexioné sobre lo que acababa
de pasar.
El día había empezado con la brutal noción de superación de Rafale. Pero esa misma noche
había luchado contra bandidos con la Dama Roxy, y ahora incluso existía la posibilidad de
empezar a trabajar para la familia Hart. Era como un sueño.
Entonces recordé la voz metálica que había escuchado después de matar a ese bandido.
Decía que mis estadísticas habían aumentado. También me dijo que tenía nuevas habilidades:
Identificar y Telepatía. Qué risa. Identificar era una habilidad rara. Le daba a su usuario
información detallada sobre las cosas que existían en el mundo. Si realmente la hubiera
adquirido, me haría la vida mucho más fácil. Ha, h a.
Murmuré la palabra "Identificar" y, contra todas mis expectativas, la siguiente información

apareció en el aire sobre mi cabeza:
Fate Graphite, Lv 1
Vitalidad: 121
Fuerza: 151
Magia: 101
Espíritu: 101
Agilidad: 131
Habilidades: Gula, Identificar, Telepatía
"¡Guau! ¿Qué demonios?" Exclamé. Bueno, Fate, cálmate.
Primero comprobé mis estadísticas. Siempre habían sido de un solo uno en todo el tablero,
pero ahora eran todas de tres dígitos. Con estas estadísticas, podía luchar contra monstruos
de bajo nivel.
A continuación, las habilidades. Antes tenía Gula y sólo Gula, pero ahora también tenía
Identificar y Telepatía.
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Esto es increíble...
Pero el hecho de que pudiera comprobar mis propias estadísticas y habilidades era una
prueba en sí misma; ahora poseía Identificar.
Espera, espera.
Si tuviera Identificar, podría dejar de ser guardián de la puerta y convertirme en tasador.

Ganaban mucho dinero, porque sus habilidades eran muy especializadas.
¿Qué demonios está pasando aquí? Muy bien, cálmate, Fate. Sé práctico.
Usé la identificación para examinar más de cerca mis otras habilidades.
Telepatía: Leer los pensamientos de aquellos con los que entras en contacto.
Ya había experimentado esta habilidad, cuando la Dama Roxy me tomó de la mano.

Escuché sus pensamientos porque la habilidad se había activado.
Pero, ¿por qué ocurría esto? Me devané los sesos en busca de una explicación y finalmente
llegué a una respuesta. Estaba en las palabras que había pronunciado la voz metálica:
Habilidad Gula activada.
Fuera lo que fuera, era el resultado de la habilidad Gula, que durante mucho tiempo pensé
que era completamente inútil. Pero ahora podía utilizar Identificar para examinar la Gula.
Gula: Tienes un hambre eterna.
Bueno, eso ya lo sabía. Era exactamente lo que había dicho el tasador cuando visitó mi
pueblo durante mi infancia. Esto significaba que la habilidad Gula contenía un poder oculto e
inidentificable. Por lo que pude ver, ese poder era la capacidad de devorar la esencia -el alma-
de lo que mataba, robando así sus estadísticas y habilidades. Como efecto secundario, mi
estómago vacío se llenaba.
Tenía el potencial de crecer exponencialmente más fuerte, dependiendo de cómo usara la

Gula de aquí en adelante. Pero tampoco iba a empezar a asesinar gente sin más.
¿Qué hacer? La respuesta era sencilla: los monstruos vagaban por las afueras del Reino
de Seifort. Si los mataba, podía tomar sus habilidades y estadísticas. Con las estadísticas que
tenía ahora, tenía una buena oportunidad de derrotar a los monstruos de bajo nivel. Podría
empezar de nuevo como aventurero.
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Entonces, un día, sería más fuerte que un caballero sagrado. Cuando eso ocurriera, Rafale
y la familia Vlerick tendrían que estirar el cuello para mirar hacia arriba y ver en qué me había
convertido. Sólo de pensarlo me daban ganas de salir corriendo de mi casucha y empezar a
cazar monstruos. Pero era demasiado peligroso ir al anochecer, incluso para alguien con mis
nuevas estadísticas, así que decidí dormir bien y salir por la mañ ana.
En realidad, se suponía que debía vigilar a Rafale a primera hora de la mañana siguiente.
¿Pero sabes qué? No iba a ir. No aceptaría más órdenes de Vlerick. Tenía una nueva jefa, y
su nombre era la Dama Roxy. Si la reunión con su padre dentro de dos días iba bien, me
contrataría. Una vida honesta y decente me esperaba.
Por ahora, me centraría en el día de mañana: equiparme, ir a cazar monstruos y hacerme

más fuerte.
Cerré los ojos y mi conciencia se desvaneció rápidamente.
◇◇◇
Me desperté con el sonido del cacareo de los pájaros. Me arreglé la cabeza en el espejo
roto, me lavé los dientes con una ramita de árbol y me vestí. Luego saqué una pequeña bolsa
de cuero de donde la había escondido en una grieta de la pared. En la bolsa estaban los
ahorros de toda mi vida: dos monedas de plata, ganadas con esfuerzo durante cinco años.
Una moneda de plata equivalía a cien monedas de cobre, y cien monedas de plata se
convertían en una moneda de oro. Nunca había tocado una de ellas.
Otros se habrían reído de mis dos monedas de plata, pero yo había pasado por múltiples
infiernos para ganar ese dinero. Eran mis ahorros para la huida, para el día en que Rafale
acabara conmigo y temiera por mi vida. Pero esa preocupación había desaparecido, al menos
por ahora. En su lugar, utilizaría ese dinero para invertir en equipo de caza de monstruos.
Con mis dos monedas en la mano, salí corriendo por la puerta.
El Reino de Seifort constaba de cuatro distritos. El castillo estaba en el centro, y alrededor

de él había distritos al norte, al este, al sur y al oeste.
Los campos de entrenamiento de los caballeros sagrados se encontraban en el distrito

militar del norte, y allí se desarrollaban armas y armaduras especiales.
Los caballeros sagrados de alto rango del reino vivían en el Distrito de los Caballeros
Sagrados, al este.
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El distrito mercantil del sur estaba repleto de puestos y tiendas que vendían todo tipo de
productos, como armas, artículos de primera necesidad y alimentos.
El distrito residencial del oeste era donde residía la gente común como yo.
Por la distribución de los distritos, uno podía ver lo bien que se trataba a los caballeros
sagrados: sus negocios ocupaban la mitad de la ciudad.
Me dirigí al distrito más concurrido y bullicioso del reino: el Distrito Mercantil.
Pasé por delante de la multitud del distrito residencial y me adentré en el distrito mercantil,
que estaba flanqueado por edificios de ladrillo rojo. Desde allí, me metí en un callejón lleno de
puestos y con voces animadas que llamaban a los transeúntes.
Este era el otro lado del Distrito Mercantil. Había venido aquí porque sólo tenía dos monedas
de plata; tendría suerte si conseguía un arma gastada de segunda mano. Con lo que llevaba,
no tenía ninguna posibilidad de entrar en un establecimiento de armas de alta calidad. En otras
palabras, había venido al mercado por todo lo que la gente ya no quería.
Estaba buscando en los puestos de armas de segunda mano cuando un hombre regordete
de mediana edad me llamó. Me lanzó una sonrisa amistosa y parecía bastante amable.
"¿Busca un arma, amigo mío?"
"Sí. ¿Cómo lo sabe?"
"Llevo mucho tiempo en esto y te he visto recorrer la fila. No tienes ojos para nada más qu e
para las armas".
Me quedé un poco desconcertado, tenía razón. Este vendedor era muy hábil.
"¿Y bien? ¿No quieres echar un vistazo a mi selección?"
Numerosas armas -la mayoría de las que había visto hasta el momento- estaban dispuestas
a lo largo de su mesa.
"¿Y cuál es su presupuesto hoy, amigo mío?"
Le dije al comerciante mis dos monedas de plata, y su actitud amistosa se desvaneció. No

quedaba ni una pizca de su anterior amabilidad. Sólo quedaban sus ojos duros mirándome con
desprecio, como los de Rafale y sus hermanos.
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"Lo sabía", dijo. "Sólo otro de los pobres. No puedo creer que lo haya intentado. Con dos
monedas de plata, puedes comprar cualquier chatarra de esa esquina. Esa basura te vendrá
muy bien".
Sabía que no tenía dinero para comprar un arma seria. Pero, aunque me enfadara, y aunque
saliera furioso, no sería diferente en cualquier otro puesto. Mis mejores opciones seguían
estando aquí, donde al menos tenía abundancia de trastos para elegir.
Tomé cada una de las viejas armas en la mano y las analicé con Identificar. Todas estaban
al borde de sus niveles de durabilidad. Un par de golpes y se harían añicos. Perdido en la
desesperación, rebusqué entre las armas hasta encontrar una vieja espada negra. Cuando
puse mi mano sobre ella, una voz fluyó dentro de mí.
"Cómprame. No te arrepentirás".
Era una voz masculina y ronca, que hablaba a través de mi telepatía.
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Capítulo IV – La Codicia De La Espada Negra
"¡Whoa! Esta espada ha hablado".
Dejé caer la espada al suelo, anonadado por su repentino comentario. El comerciante y los
clientes cercanos entrecerraron los ojos y me miraron fijamente. Sus miradas lo decían todo:
¿Qué demonios estás haciendo? Si no vas a comprar algo, lárgate.
Pero a mí no me importaba ni mucho menos ninguno de ellos.
La espada habla. La espada habla. ¿Qué es esto...? Nunca había oído hablar de una
espada con personalidad, ¿un alma?
La analicé con Identificar.
Codicia
Tipo: Espada de una mano
¿Qué? ¿Ya está?
La identificación de otras armas me mostraba información como la durabilidad y las

estadísticas de ataque, pero en el caso de la espada negra, lo único que podía ver era su
nombre y su tipo.
Examiné cuidadosamente la misteriosa hoja. Estaba sucia, cubierta de aceite y polvo.

Sinceramente, era igual que yo, sobre todo en la forma en que se consideraba una basura. Al
pensarlo así, sentí una especie de afinidad por la espada.
Y definitivamente había escuchado una voz. "Cómprame", había dicho.
Había una arrogancia en su tono, pero no percibí malas intenciones. Y si la espada iba a
hacerme algo molesto cuando la tocara, ya lo habría hecho. No vi ningún riesgo inmediato en
manipularla de nuevo, así que la empuñé con decisión.
"Pensé que te habías escapado. Vaya, eres interesante. Entonces, ¿qué va a ser? ¿Me
comprarás?"
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Eché un último vistazo a las otras armas antiguas. La única hoja que valía la pena entre
ellas era esta espada negra, Codicia. Una espada que podía hablar. Podía hacerla funcionar.
"No somos muy diferentes, tú y yo", dije. "Considérate vendido".
"¿Es así? Bueno, págale al gordo su dinero. Mirar su cara me pone enfermo".
Llevé a Codicia hasta el comerciante, que estaba hablando con otro cliente, y puse mis dos
monedas de plata sobre el mostrador. Los ojos del comerciante parpadearon hacia las
monedas. Luego me espantó como si fuera un sarnoso extraviado. Horrible, hasta el final. Salí
del puesto y no volvería.
Saqué un trapo de mi bolsillo para limpiar la recién comprada Codicia. Sin embargo, el
residuo aceitoso de la hoja era obstinado, y no se quitaba. Si hubiera tenido un poco de jabón...
Pero ya no tenía el dinero.
"¡Cuento contigo, Codicia!"
"Nuestro encuentro es fortuito", dijo Codicia. "¿O es... el destino, me pregunto? ¿Cómo te
llamas?"
Ahora que lo pienso, todavía no me había presentado.
"Soy Fate Graphite".
"Hm. Fate en efecto. No lo olvidaré. Bueno, ¿y ahora qué?"
Ya sabía la respuesta a esa pregunta desde la noche anterior.
"Acabo de conseguir un arma. ¿Qué te parece?"
"¿Caza?"
"¡Eso es! ¡Caza de monstruos!"
Con mi nuevo compañero Codicia a mi lado, me dirigí desde el Distrito Mercantil

directamente a la puerta sur de Seifort. Esa puerta era mucho más grande que las de los otros
distritos. Por ella pasaba una gran cantidad de carga y productos hacia el Distrito Mercantil, y
era lo suficientemente ancha como para que diez caravanas pasaran simultáneamente una al
lado de la otra.
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No muy lejos de la puerta del sur había un territorio llamado las Praderas de los Duendes.
Numerosos duendes lo llamaban hogar, y pasaban sus días atacando a las caravanas que
pasaban para robar comida. En lo que respecta a los monstruos, los duendes eran el fondo
del barril, lo que los hacía perfectos para los aventureros novatos.
Había una cosa con la que había que tener cuidado cuando se trataba de duendes: les
gustaba atacar desde la hierba alta. A veces la gente perseguía a un duende sólo para
encontrarse rodeado de otros que se habían escondido. Eso era una sentencia de muerte.
Esta táctica era tan conocida que era un proverbio: "Un duende en campo abierto significa cien
escondidos".
Todo esto lo había escuchado de un viejo aventurero que a veces me obligaba a beber con
él en el bar local. Nunca imaginé que sus consejos serían realmente relevantes en mi vida.
Mi camino para convertirme en aventurero comenzaría con la caza de un duende. Gracias

a las estadísticas que había ganado con el bandido que maté, podría matar a un duende,
devorar su alma y hacer que su poder fuera también mío.
Tejiendo entre las caravanas, me dirigí a la puerta, donde encontré una considerable
multitud de aventureros. Hombres y mujeres por igual estaban equipados con armaduras y
armas. Me había topado con un lugar de encuentro de aventureros, todos ellos buscando
unirse a grupos de caza improvisados.
Un grupo de caza... Eso sonaba bien. Siempre había estado solo en mi pueblo; la única vez
que no estaba solo era cuando me intimidaban. Incluso desde que llegué a Seifort, Rafale me
había hecho trabajar tanto que nunca tuve la oportunidad de hacer amigos.
Los grupos de caza eran como los grupos de héroes que mi padre me había contado en sus
viejas historias. Luchando codo con codo, animándose mutuamente en los momentos difíciles
y derramando lágrimas juntos en los tristes. De pequeño, escuchar esas historias siempre me
hacía ver la luz embelesada.
"Amigos", dije sin pensarlo. "Eso suena bien".
"Me has atrapado", dijo Codicia.
"Eh, sí... Sí, lo tengo".
Sin embargo, Codicia era un objeto. Lo que yo quería eran vínculos con personas reales y
vivas. La diferencia era muy grande. Así que respiré hondo, me armé de valor y me adentré en
la multitud de aventureros.
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No pasa nada. Ya no soy uno de los abandonados, pensé. Después de todo, ahora sabía
la verdad sobre la Gula. Con eso, podía hacer mío el poder de un monstruo. Seguramente
pertenezco a este círculo de valientes luchadores. Seguramente un grupo me aceptaría.
Justo cuando pensaba eso, un aventurero de mi edad se me acercó.
"¡Esa espada me dice que estás listo para una cacería de duendes!", dijo. "¿Qué te parece?
¿Quieres formar un equipo?"
"¿¡Estaría bien!?"
Estaba tan feliz que podría haber estallado. Apenas sabía lo que significaba que otra
persona me necesitara. El mero hecho de que me lo pidieran me hacía más feliz de lo que
podía imaginar. ¡Yo era útil, útil!
"Bueno, verás, mi compañero de caza habitual no puede venir hoy, así que estoy atascado.
¿Qué nivel tienes?"
"¡Nivel 1!"
El joven aventurero se estremeció. Se rascó la cabeza y dijo que acababa de recordar unos
recados que tenía que hacer, momento en el que retrocedió lentamente y se fue escabullendo.
Me quedé con un extraño e incómodo vacío.
"Fate", dijo Codicia, "déjalo. Mientras seas de nivel 1, todos serán como él. ¿Querrías entrar
en una batalla a vida o muerte con alguien que crees que no te cubrirá la espalda?"
Se me cortó la respiración. Pensaba que era fuerte porque había pasado de tener todos los
unos en el tablero a tener estadísticas de tres dígitos. Pero en realidad, estaba empezando.
Estaba tan acostumbrado a que me trataran como basura que, por un momento, había perdido
el contacto con lo que significaba "normal".
"Tenía la cabeza en las nubes, ¿no?"
"En efecto. Y, en cualquier caso, la gula no es una habilidad que debas mostrar a otras
personas. Es todo lo que puedo decir".
"¿Cómo sabes de mi Gula...?" No había dicho nada al respecto, pero de alguna manera, él
lo sabía.
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Codicia dejó escapar una risa socarrona. "Porque realmente no somos tan diferentes, tú y
yo. Con el tiempo, lo entenderás, te guste o no".
Con ese pequeño y pomposo acertijo, Codicia se sumió en el silencio. Todavía tenía
preguntas, pero por ahora, sospechaba que tenía razón. Las cosas podrían estropearse si
otros aventureros se enteraban de mi poder único. Si se sabía que devoraba las habili dades
de los que mataba, algunos aventureros podrían empezar a preocuparse de que intentara
quitarles las suyas. No estaría fuera de la posibilidad de que gente así quisiera matarme
preventivamente. Querrían atraparme mientras aún estaba débil. Esta era exactamente la
forma en que una persona como Rafale pensaría, y no podía ser el único de su sucia clase.
Poner mi propia seguridad en primer lugar significaba cazar solo, sólo yo y Codicia, hasta
que me volviera tan poderoso que nadie pudiera tocarme.
Empezaríamos con los duendes.
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Capítulo V – Come Todo Lo Que Quieras
Me escondioo en la hierba, en el límite de las Praderas de los Duendes. A poca distancia,
un duende estaba en cuclillas, bostezando. El monstruo de piel verde era tan alto como mi
cintura y sus ropas andrajosas parecían robadas.
El duende no se había fijado en mí. Había bajado la guardia. Exploré el área inmediata, pero
el monstruo parecía estar solo. Aguantando la respiración, me acerqué al punto ciego del
duende, donde usé Identificar.
Duende Luchador, Lv 3
Vitalidad: 30
Fuerza: 40
Magia: 10
Espíritu: 10
Agilidad: 30
Habilidades: Aumento de fuerza (bajo)
Un duende luchador... Parecía que los duendes tenían varias clases diferentes. Las
estadísticas de este eran mucho más bajas que las mías.
A continuación, utilicé Identificar en la habilidad del duende.
Aumento de Fuerza (Bajo): Aumenta ligeramente la potencia de los ataques físicos.
La habilidad era un aumento de las estadísticas, entonces. Si este aumento de fuerza era
bajo, eso significaba que probablemente también había versiones medias y altas. Tenía que
empezar a coger habilidades útiles siempre que pudiera.
El duende finalmente perdió el sueño y se quedó dormido. Esta era mi oportunidad.
Salí de la hierba y me apresuré a acercarme al duende. Se despertó al oír mis furiosos

pasos y se giró hacia mí, pero era demasiado tarde. La espada negra Codicia trazó un suave
arco en el aire, separando la cabeza del duende de sus hombros. El duende murió antes de
que tuviera la oportunidad de gritar, y mucho menos de defenderse.
Mientras moría, una voz metálica familiar resonó en mi cabeza.
Habilidad Gula activada. Aumento de las estadísticas: Vitalidad +30, Fuerza +40,
Magia +10, Espíritu +10, Agilidad +30. Habilidad añadida: Aumento de fuerza (baja).
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¡Sí! Para asegurarme, he vuelto a utilizar Identificar para analizar mis estadísticas.
Fate Graphite, Lv 1
Vitalidad: 151
Fuerza: 191
Magia: 111
Espíritu: 111
Agilidad: 161
Habilidades: Gula, Identificar, Telepatía, Aumento de Fuerza (Bajo)
Mis estadísticas estaban aumentando. Me estaba haciendo más fuerte.
Codicia se rió cuando me quedé allí, perdido en la alegría mientras miraba mis estadísticas
y habilidades.
"Exageras un poco para un mísero duende, ¿no crees? Si tenemos que hacer un baile de
la victoria cada vez que matas a semejante desgraciado, no conseguiremos nada".
"Dame un respiro, ¿quieres? Acabo de matar a mi primer monstruo".
Tal vez un "mísero duende" no significaba nada para los otros aventureros, pero hasta ayer,
había vivido con un honesto temor a todas esas bestias. Sentí una nueva e indescriptible
libertad ahora que las tornas habían cambiado.
Corté las orejas del duende como prueba de que lo había matado. El reino recompensaba
a todo aquel que ayudara a mantener baja la población de monstruos; se cambiaba la prueba
por dinero en el puesto comercial designado. Un par de orejas de duende valía diez monedas
de cobre, lo que era más que mi salario diario de guardián de la puerta. Aventurarse era
peligroso, pero el dinero era estupendo. Guardé las orejas de duende en una bolsa de arpillera
que había traído. Era la hora del siguiente objetivo.
Continué con cautela por el campo hasta que encontré dos duendes en un claro. Pude ver
que uno de ellos era un luchador duende, por la espada que llevaba, pero el otro sólo llevaba
un gran escudo. Afortunadamente, no tuve que quedarme adivinando lo que eso significaba.
Tenía Identificación.
Duende Guardia, Lv 3
Vitalidad: 40
Fuerza: 20
Magia: 10
Espíritu: 10
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Agilidad: 10
Habilidades: Aumento de vitalidad (bajo)
El duende guardia tenía un poco más de salud que el duende luchador y, para acompañarlo,
una habilidad de aumento de vitalidad baja. Pero pensé que, mientras pudiera evitar que mis
ataques rebotaran en ese escudo, esta batalla era mía.
Observé a los dos duendes desde las sombras de la hierba alta, decidiendo a cuál atacar
primero. A primera vista, parecía que el duende luchador con espada era la mejor opción. Pero
si mi primer ataque fallaba, o los duendes se daban cuenta de que me acercaba, ese guardia
con escudo sería un problema mientras yo me encargaba del luchador.
Aunque sospechaba que podría haber abrumado a los dos duendes por la fuerza, no estaba
acostumbrado a luchar contra monstruos. Quería estar seguro de mi plan de ataque, así que
decidí empezar por el guardia.
Esperé a que los duendes se separaran y pusieran un poco de distancia entre ellos.
Ya.
Salí de mi escondite mientras el guardia miraba hacia el otro lado, pero sus reflejos eran
agudos. Me sintió llegar y se giró con el escudo preparado. Codicia ya estaba volando por el
aire; mi espada iba a rebotar en el escudo del duende.
O eso pensé.
"¡Augh!"
El guardia soltó un grito cuando la espada negra atravesó el duende y el escudo como si
fuera papel. Parecía que Codicia era mucho más afilada de lo que parecía. Si ese era el caso,
estos duendes no tenían ninguna posibilidad de detener mis ataques.
Habilidad Gula activada. Aumento de las estadísticas: Vitalidad +40, Fuerza +20, Magia
+10, Espíritu +10, Agilidad +10. Habilidad añadida: Aumento de Vitalidad (Bajo)
La voz metálica sonó en mi cabeza mientras corría hacia el duende restante. Se había
percatado de mi presencia, por supuesto, y ahora agitaba su espada de forma amenazante.
Lo vigilé de cerca mientras me detenía para preguntarle algo a Codicia.
"Hey, Codicia", dije.
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"Hey, ¿qué?"
"Si eres tan astuto, ¿por qué te vendieron prácticamente por nada?".
"Es simple. Yo elijo quién me maneja".
"¿Significa eso que has aceptado que tengo derecho a manejarte?"
"Cállate".
La voz de Codicia era enfurruñada, pero su espada brillaba con una luz afilada. Sus palabras
eran a menudo rencorosas, pero a su manera, Codicia me había cogido cariño. Tenía la
intención de estar a la altura de sus expectativas.
El duende luchador blandió su espada salvajemente en un intento de intimidarme, pero no

sirvió de nada. Le corté a él y a su espada por la mitad y vi cómo el duende caía, con los ojos
en blanco
Magia +10, Espíritu +10, Agilidad +30
Esta vez, no adquirí ninguna habilidad. Parecía que no podía acumular las habilidades que
ya tenía. Si quería nuevos poderes, tendría que cazar otros monstruos. Pero incluso las
estadísticas por sí solas eran lo suficientemente deliciosas.
Cazé otros veinticinco duendes luchadores y diez duendes guardianes, hasta que mi bolsa
estuvo casi llena de orejas de duende. Entonces comprobé mis estadísticas actuales con
Identificar
Grafito Fate, Lv 1
Vitalidad: 1,371
Fuerza: 1,451
Magia: 481
Espíritu: 481
Agilidad: 1,051
Habilidades: Gula, Identificar, Telepatía, Aumento de fuerza (bajo), Aumento de
vitalidad (bajo)
Mis estadísticas de vitalidad, fuerza y agilidad habían alcanzado los cuatro dígitos, aunque
mis estadísticas de magia y espíritu se quedaban atrás, porque mis enemigos también
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carecían de ellas. Era casi imposible creer que, justo ayer, todas mis estadísticas habían sido
de un solo dígito: uno.
Sin embargo, una cosa me preocupaba: mi nivel. Había derrotado a suficientes enemigos
para ganar las Esferas necesarias para subir de nivel. Pero había algo raro: mi nivel no había
cambiado en absoluto.
Codicia se rió ante mi confusión. "Es un efecto de tu Gula. Aquellos cuyas habilidades violan
el orden natural de los dioses no pueden recibir las bendiciones de las Esferas".
"'Violar el orden natural de los dioses...' ¿Qué quieres decir?"
"Eso es lo que estás haciendo. El acto de devorar las estadísticas y habilidades de tus
enemigos a través de su muerte es el rechazo del orden natural y del propio concepto de
niveles. No hay bendiciones para esa gente. Sus estadísticas estaban destinadas a ser todas.
Y.…"
Codicia hizo una pausa. Algo le rondaba por la cabeza.
"No. No es nada. Es casi el almuerzo. ¿No deberíamos volver al reino?"
Tenía curiosidad y quería que continuara, pero también tenía razón, me estaba dando
hambre, en el sentido más tradicional. Era hora de terminar y volver a Seifort. Mis estadísticas
habían superado los cuatro dígitos, y eso era suficiente por hoy. Además, no sabía
exactamente por qué, pero los duendes habían empezado a volverse desesperados, casi
feroces, en sus ataques. Me preocupaba que no fuera seguro presionarlos más. En cualquier
caso, con mis nuevas estadísticas, podría continuar mi próxima cacería, tal vez hasta el
bosque, para cazar Hobgoblin. Eran un rango superior a los duendes normales, así que me
llenarían aún más.
Con mucho ánimo, comencé el camino de vuelta al Reino de Seifort.
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Capítulo VI – Detrás De La Casa De Hart
A mi regreso a Seifort, fui al puesto comercial a por mi dinero de recompensa.
Estaba lleno de aventureros de aspecto rudo, hombro con hombro. Oí alguna que otra
maldición, así como discusiones sobre las condiciones exactas del comercio. Mezclarse con
estos tipos sólo podía acarrear problemas, así que me escabullí entre la multitud y tomé mi
lugar en la fila.
El musculoso aventurero que estaba al final de la fila se giró y me miró. Se rió burlonamente.
Una mirada a mi ropa y probablemente pensó que era un simple sirviente que hacía recados
para un verdadero aventurero. No importaba. Me parecía bien. Si la gente me veía en el
mostrador con una montaña de piezas de monstruos y asumía que era un mero recadero, eso
significaba que podía evitar levantar sospechas con mis treinta y ocho pares de orejas.
La cajera me llamó. "El siguiente en la fila, por favor".
Llevé mi pequeña bolsa rellena de orejas de duende al mostrador.
"Veamos... Vaya, vaya, eso es mucha caza. Debe haber sido un gran grupo, ¿eh?"
"Eh... sí", dije. "Sí, lo era. Y todos luchamos muy juntos. Nos emocionamos, y, eh... lo
siguiente que sabes..."
Agarré detalles sobre la marcha mientras obsequiaba a la cajera con las aventuras de mi
inexistente grupo. El relato de mis aliados imaginarios... me hizo sentir un poco... vacío.
"Qué ridículo", dijo Codicia.
"Oh, cállate, tú".
El cajero parpadeó, con confusión en sus ojos. Nadie podía oír la voz de Codicia, así que,
por supuesto, estaban sorprendidos. En efecto, les había dicho que se callaran en medio de la
conversación. La respuesta iba dirigida a Codicia, pero, naturalmente, la cajera pensó que me
dirigía a ellos.
"Lo siento", dije. "No me hagas caso".
Sonreí todo lo educadamente que pude y conseguí alejarme.
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Suspiré de alivio al salir del puesto comercial. Había aprendido del cajero que la mayoría de
los grupos cazaban unos diez monstruos al día, y eso era en el extremo superior. Esto se debía
a que cazar el mismo tipo de monstruo generaba "odio", lo que hacía que el tipo fuera más
propenso a atacarte. El "odio" explicaba por qué los duendes se habían acercado a mí con
tanta agresividad durante la segunda mitad de mi cacería.
En el futuro, lo mejor sería que siguiera el ejemplo de los demás aventureros y limitara a
diez el número de monstruos que cambiara. Tendría que renunciar a más que eso, porque si
seguía trayendo montañas de partes de monstruos, empezaría a parecer sospechoso. Me
parecía un desperdicio, pero no tenía otra opción.
Miré mi bolsa con tres monedas de plata y ochenta de cobre. Cinco años de penurias por
dos monedas de plata, y había superado mis ahorros en medio día.
"Cinco años de mi vida..." murmuré.
A medida que me acercaba a lo que parecía un sueño imposible de una vida normal y
decente, me veía obligado a ver lo retorcido que era el mundo. Pensar en ello hizo que mi rabia
se intensificara. Toda la miseria que había soportado a manos de Rafale y sus hermanos, las
cosas que habían dicho. "Inútil". "Menos que basura". "Ni siquiera tienes derecho a enfadarte".
Recordarlas hacía que mi estómago gruñera, a pesar de estar lleno de almas de duende.
Era como si la Gula me dijera que quería comer. Que quería ser alimentada. Pero era
demasiado pronto para eso, y había que pensar en la Dama Roxy. Los Vlericks ya no eran
sólo mi problema.
En cambio, tenía que pensar qué hacer con el dinero que había ganado. Cuando miré los
harapos que llamaba ropa, de repente supe cómo gastarlo.
◇◇◇
"La ropa hace al hombre, de verdad".
"Cállate, Codicia".
Habíamos pasado de los trapos a los no tan ricos. Con dos monedas de plata, compré un
traje decente a un sastre. Con otras cincuenta monedas de cobre, compré una vaina para
Codicia; eché otras diez monedas para que le limpiaran los residuos aceitosos de su espada.
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Desde todos los ángulos, por fin parecía una persona realmente normal. Con mis nuevos
hilos, podía ir al Distrito de los Caballeros Sagrados sin que ninguno de los guardias o porteros
me mirara de reojo. Incluso me sobraba dinero, lo que significaba que podía invitarme a lo que
era, para mis estándares, un almuerzo principesco.
De buen humor, me dirigí a la calle principal, que estaba llena de restaurantes y lugares
para beber. Podría haber ido a uno de mis locales habituales de las callejuelas, pero pensé
que estaría bien ir a un sitio diferente por una vez. Esta calle era la que tenía más restaurantes
de todo el reino. Estaba llena de gente qu e iba y venía. Había tanta gente, de hecho, que
incluso si te detenías en el lugar, la multitud simplemente te arrastraba con ella.
Ahora había que elegir dónde ir y qué comer. Tenía que ser carne. Si iba a comer algo, tenía
que ser carne. ¿A qué sabría después de cinco años? Sólo de pensarlo se me caía la baba de
la emoción.
Codicia aprovechó la oportunidad para hablarme usando la telepatía. "Estás exagerando,

muchacho. Sólo es carne".
"¿De qué estás hablando? Es... ¡es carne!"
"Ha. Como arma, nunca he entendido a la gente y sus apetitos. Es más importante
asegurarme de que me cuiden bien cuando me ensucien en la batalla. Eso, para mí, es tan
crucial como comer para ustedes".
"Sí, sí. ¿No acabo de gastar diez monedas para que te limpien y remienden?"
"Si me preguntas, deberías ser capaz de hacer eso por ti mismo".
Codicia tenía razón. Ir al herrero todo el tiempo empezaría a sumar. Además, si alguna vez
estuviera fuera del reino durante días en una larga cacería, tendría que hacer el mantenimiento
de las armas yo mismo. Aun así, como la hoja de la espada negra no se desafila, el
"mantenimiento" sólo significaría limpiar la sangre y el cartílago.
Pensé que podía dejarlo así, pero a Codicia no le importaba mi despreocupación. Se

empeñó en que lo mantuviera limpio. Supongo que, al igual que las personas, no le importaba
la suciedad. Después de todo, era diferente a otras armas. Era una espada con alma.
Saber que se sentía así me hizo preguntarme qué sentimientos habían cuajado en su interior
mientras se pudría en aquel puesto de armas, cubierto de polvo y aceite y tratado como si
nada. Si le preguntaba, sabía que no diría ni una palabra. Era así de testarudo.
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"Muy bien", dije. "¿Qué tal si después del almuerzo nos aseguramos de estar equipados
para mantenerte en buena forma?"
"Ah, por fin. Te has dado cuenta de lo importante que soy. Trátame como a una piedra
preciosa".
"Realmente eres el arma más mandona que he conocido, ¿lo sabías?"
"No esperes menos de la más grande de las espadas negras, la poderosa Codicia".
Ya podía imaginarlo regañándome. Te faltó un punto aquí. No te olvides de limpiar esto. Si

se ponía bocazas, lo sumergía en un cubo de agua helada del pozo. Eso le daría tiempo para
calmarse y refrescarse.
Ahora tenía mucha hambre. Ya había tenido suficiente charla de mantenimiento. Era el
momento de hablar con la mejor de las palabras: el almuerzo. El trascendental aroma de la
carne chisporroteando se desprendió del restaurante que tenía delante. En ese instante, mi
lugar para comer estaba decidido.
Me apresuré hacia el restaurante cuando lo que parecía ser un padre y su hija se

abalanzaron sobre mí. Me pillaron completamente desprevenido y salí volando de espaldas.
"Mira por dónde vas, pedazo de mierda", me dijo el hombre. "¡Apártate de mi camino!"
"¿¡Qué!?" grité.
¿Este bruto desaliñado y con barba se dirigía a mí y tenía el valor de hablar así? Estaba a
punto de gritar, pero el hombre ya se estaba abriendo paso entre la multitud, ignorándome. Su
joven hija guardaba silencio mientras se dejaba arrastrar, pero yo seguía enfadado con aquel
imbécil, así que estiré la mano para detenerlos.
Cuando mi mano rozó la de la chica, mi habilidad de Telepatía se activó.
"Ayuda... Alguien... Ayúdenme..."
En ese pequeño momento de contacto, no pude captar sus palabras con la suficiente
claridad como para estar cien por cien seguro, pero ¿había gritado la chica pidiendo ayuda?
¿Por qué? Eran padre e hija, ¿no? Sin embargo, cuando volví a mirar, aquellos dos no se
parecían en nada. ¿Estaban secuestrando a la niña?
Usé Identificar en el hombre mientras se abalanzaba sobre la multitud.

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Kasim Black, Lv 15
Vitalidad: 920
Fuerza: 900
Magia: 670
Espíritu: 500
Agilidad: 950
Habilidades:
¿No tenía habilidades? Eso era imposible. Las habilidades eran un regalo de los dioses, y
todo el mundo nacía con una. ¿No había leído bien sus estadísticas? Volví a analizarlo, pero
los resultados fueron los mismos.
Las palabras de Codicia atravesaron mi confusión. "Las habilidades de ese hombre están
ocultas por la habilidad Ocultación, así que no puedes verlas con Identificar. Sin embargo, por
sus estadísticas de vitalidad y fuerza puedes saber que es un aventurero. Eso deja la pregunta:
¿qué habilidad está ocultando? ¿Y qué vas a hacer tú?"
"¿Qué voy a hacer? Yo no..."
El hombre estaba desapareciendo entre la multitud, arrastrando a la chica con él. Cuanto
más tiempo miraba, más seguro estaba de que ella estaba demasiado ansiosa para hablar.
Ahora que lo sabía, no podía quedarme de brazos cruzados.
"Supongo que el almuerzo se cancela", dije. "Vamos."
"Oh, qué intrigante. ¿Vas a ayudar a la damisela en apuros?"
"Por supuesto. No puedo fingir que no lo he visto".
"Si te has decidido, no escucharás ninguna queja de mi parte. Pero mantente en guardia.
Ese hombre tiene los ojos de un asesino. La piedad no tiene cabida en un enfrentamiento con
un enemigo como ese, que ha matado a sangre fría".
"Yo... entiendo."
Ya había matado antes. Aunque había sido un bandido el que había irrumpido en el castillo,
quitarle la vida no me había producido ningún placer. Nunca olvidaría la mirada de aquel
bandido en los momentos de su muerte.
Pero tampoco me arrepentí. Si hubiera dejado ir a ese bandido, Roxy se habría metido en
todo tipo de problemas con los otros caballeros sagrados. Había oído que sus luchas de poder
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eran feroces. Quería hacer lo posible para evitar cualquier cosa que pudiera obligar a una
persona como Roxy a abandonar su camino hacia el éxito. Ella era una persona que se
preocupaba por los ciudadanos.
Si un pedazo de basura como yo tenía que ensuciarse las manos para ayudarla, estaba
encantado de hacerlo. Nunca iba a ser un héroe, ni uno de los buenos, ni un faro de justicia.
Eso era imposible. Pero si la gente sufría delante de mí, quería ayudar. Era muy sencillo, en
realidad.
Decidido, seguí al hombre y a la chica desde una distancia segura. Después de un tiempo,
se detuvieron en una serie de almacenes agrupados en el Distrito Mercantil. En ellos se
entregaban y almacenaban las mercancías procedentes de fuera del reino. El hombre metió a
la chica en lo que parecía un almacén abandonado con paredes desgastadas y descoloridas.
"¿Es esa su base de operaciones?"
"Tal vez. Podría ser que se reuniera con alguien que quiere comprar a la chica, o podría ser
simplemente un lugar donde pretende ejercer su crueldad".
"Enfermo de cualquier manera. Démonos prisa".
Agarré la espada negra y me acerqué al almacén. No había nadie más. Me asomé al interior
a través de las ventanas rotas situadas en las viejas paredes.
El hombre le puso un collar de acero alrededor del cuello a la chica. Una cadena oxidada la
unía a un pilar, como a un perro. Ya no había dudas. La niña había sido secuestrada. Se quedó
petrificada en un silencio de ojos abiertos, y el hombre se burló de ella.
"Un poco de dolor y los niños olvidan cómo hablar, ¿eh? Oh, este trabajo es realmente un
juego de niños. ¿Lo entiendes? ¡Ha!"
El hombre abofeteó a la chica en la cara, con fuerza. El golpe resonó en el almacén.
"Los huérfanos como tú... a nadie le importa a dónde vas. A fin de cuentas, tus padres te
abandonaron porque no vales nada. Bueno, ¿tengo razón?"
La cara de la chica se puso pálida.
"¡Ha! Tiro al blanco. Lo sabía. Anda, dime qué habilidad inútil te impusieron. ¿Qué? ¡No te
oigo!"
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La chica miró al suelo mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Incluso entonces,
el miedo no dejaba escapar ni una sola palabra de sus labios.
Esta chica era una de las abandonadas. No se diferenciaba de la yo de hace unos días,
abatida e impotente, atrapada tratando de aguantar. Realmente, secuestrada por razones que
desconocía, esta chica lo tenía más difícil que yo. Contuve mis ganas de precipitarme y
salvarla, y esperé la oportunidad adecuada.
Mientras tanto, el hombre seguía maltratando a la chica.
"¡Alégrate! Incluso la basura como tú tiene un lugar en este mundo. Tu nueva vida como
juguete de un gran y venerado caballero sagrado está a punto de comenzar. Yo diría que eso
es un motivo de celebración, ¿no crees?"
La chica negó con la cabeza, con lágrimas en la cara. El hombre chasqueó la lengua,
molesto, y volvió a abofetearla.
"Parece que alguien no atiende a razones. Déjame decirte lo que les pasa a las niñas como
esa: acaban muertas, rápido. La anterior no duró ni una semana. Pero es un buen negocio
para mí; con cada niña que echan, me piden otra".
El hombre dio una patada a la chica en el estómago. El impacto del golpe la hizo caer de
rodillas. No pude aguantar más tiempo mirando.
Agarré a Codicia para sacarlo de su vaina, pero me detuvo.
"¡Espera, Fate! Paciencia".
"Pero..."
No podía soportarlo. Un poco más, y la chica podría quedar con heridas de las que nunca
se recuperaría.
Aún así, Codicia me contuvo. "No dejes que tus emociones dicten tus acciones. Acabarás
muerto. Tus estadísticas son sólo un poco más altas que las suyas, y la experiencia en batalla
está abrumadoramente a su favor. Tú lo sabes. Sabes lo que significa".
"Muy bien..." Dije. "Me calmaré. Esperaré".
Codicia tenía razón. Otra vez. No ganaría esta batalla agitando mi espada con una rabia
ciega. La diferencia de habilidades era demasiado grande. Calmé mi respiración y observé el
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interior del almacén. Aunque parecía abandonado, estaba lleno de cajas de madera usadas,
apiladas unas encima de otras. ¿Podría utilizarlas para pasar desapercibido y ponerme a tiro
para dar un golpe decisivo?
Mientras determinaba qué hacer, el hombre se movió. Ahora que había destruido
verbalmente a la chica, salió del almacén por otra puerta. Parecía que tenía otros asun tos que
atender. Si quería actuar, era ahora o nunca.
Me colé en el almacén por una de las ventanas rotas y me apresuré a ir al lado de la chica.
Estaba rígida de miedo, con la cabeza baja. Mis pasos probablemente le hicieron pensar que
el hombre había vuelto.
Primero tuve que cortar la cadena para liberarla. Saqué a Codicia de su vaina y corté. La
hoja cortó las cadenas oxidadas con facilidad. Un problema menos. Me arrodillé junto a la
chica, que ahora estaba temblando.
"Está bien", dije. "Te pondrás bien".
La chica no dijo nada, pero levantó la vista, sorprendida por el sonido de mi voz. Durante un
tiempo, se quedó mirándome hasta que se dio cuenta de que yo no era el hombre que la había
secuestrado. Volvió a llorar, esta vez de alivio. Parecía que aún no estaba preparada para
hablar. El horror de su secuestro le había robado la voz.
"Tenemos que salir de aquí mientras tengamos la oportunidad", dije.
Cogí la mano de la chica para ayudarla a levantarse, pero su mirada de alivio se convirtió
en algo diferente. El terror se dibujó en sus rostros y se quedó mirando algo detrás de mí, una
vez más petrificada. Miré hacia atrás, donde encontré al secuestrador que creía que se había
ido.
Me di cuenta entonces de que se trataba de una trampa. El hombre había sabido que les
seguía y había salido del almacén para tentarme a entrar. Ahora sonreía mientras acechaba
hacia nosotros.
"De vez en cuando, algún idiota me ve y quiere hacerse el héroe", dijo. "¿Pero sabes qué?
Cuando mato a ese tipo delante de los niños, de repente se vuelven tan obedientes. Ustedes
son como polillas a la llama: siempre se queman".
El hombre sacó una espada de una mano de su funda y se puso en pie con ella preparada.
Olas de presión se desprendieron de él y me bañaron. Esta era la diferencia en la experiencia
de batalla de la que me había advertido Codicia.
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"¿Qué pasa?", ladró el hombre. "¡No es tan duro cuando te tiemblan las rodillas! ¡Ha ha!"
Mientras se acercaba, blandí a Codicia. Detrás de mí, la chica estaba demasiado asustada
para huir. Dejar que el hombre se acercara a nosotros me obligaría a protegerla mientras yo
luchaba. Tenía que encontrar una posición más ventajosa. Sin embargo, si hacía algún
movimiento precipitado, estaría haciendo exactamente lo que mi enemigo quería.
Me dije a mí mismo que no entrara en pánico, pero que tenía que idear un plan, y tenía que
hacerlo rápido. Como si sintiera mi ansiedad a través de mis manos, Codicia habló a través de
mi
Telepatía.
"Fate, coge a la chica y retírate hacia la montaña de cajas que está más atrás".
Antes, había visto de qué hablaba: una pila de cajas viejas torpemente apiladas en un
montón. Parecía que iban a caer en cualquier momento. Además, llegar a ellas nos alejaría de
la salida. Tenía mis dudas, pero entonces me di cuenta del plan de Codicia. Sólo quedaba ver
si funcionaría o no... y eso no lo sabríamos hasta que lo intentáramos.
El secuestrador podía ver por mi postura que yo era de un nivel inferior al suyo, y que me
faltaba experiencia. Tenía la intención de utilizar su exceso de confianza en mi beneficio.
Después de cinco años en los que Rafale me ha presionado y acosado, interpretar el papel de
débil y asustado me resultaba tan fácil como respirar. Pensar en ello me llenaba de vacío, pero
no había otra opción.
"Vamos, Fate", dijo Codicia. "Espera mi señal. Te diré cuándo".
"De acuerdo. Hagámoslo".
Cogí la mano de la chica y huimos. Canalicé mis días desperdiciados como guardián de la
puerta y actué como si estuviera luchando, desesperado por una forma de escapar o
esconderse. Corrimos hacia la montaña de cajas viejas.
Vamos, hazlo. Muerde el anzuelo.
El hombre curvó el labio, con el deseo de dominar brillando en sus ojos. Para él, yo no era
más que un aspirante a aventurero torpe, asustado y confundido.
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"Hey", dijo, "¿qué pasó con el Sr. Héroe? ¿El tipo que se esforzaba por salvar a esa niña
inútil? No creas que voy a hacer esto rápido, héroe. Te metiste en mi camino y ahora te voy a
arruinar".
Intimidar a los temerosos y quitarles la capacidad de defen derse. Era una táctica sacada del
libro de jugadas de Rafale. Supongo que los pájaros de un plumaje compartían las mismas
estrategias repelentes. Eso sólo significaba que sabía lo que el hombre haría a continuación.
Perseguiría.
"¡Ríndete, héroe! Puedes escabullirte y esconderte, pero no habrá ninguna diferencia".
La chica y yo corrimos hacia el interior del almacén. El espacio que nos rodeaba se hizo
más estrecho y nos metimos en un callejón sin salida, rodeados de cajas viejas apiladas. ¿Qué
le parecería esto al hombre? El eco de sus pasos relajados se hizo más fuerte. Con la espada
de acero en la mano, no mostró ni una pizca de preocupación.
"Ya no hay lugar a donde correr, héroe".
Paso a paso, el hombre se acercó.
Casi, casi. Le indiqué a la chica que retrocediera todo lo que pudiera.
Entonces Codicia me dio la señal. "¡Ahora, Fate!"
Levanté la espada negra en alto.
El hombre sonrió con satisfacción. "Déjame adivinar. Planeabas enterrarme bajo todas estas
cajas viejas, ¿eh? Apuesto a que no te diste cuenta de que te enterrarías a ti y a la chica
también. El miedo te hizo estúpido, héroe".
"¿Lo hizo ahora?"
Ataqué. Tenía una oportunidad, y si fallaba aquí, no habría una segunda. Hice caer mi
espada sobre el hombre con todo lo que tenía.
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Estábamos rodeados de cajas y no teníamos dónde correr. Mi apuesta era que, si atacaba
con un golpe grande y fácil de leer, el hombre intentaría pararlo con su espada.
Exactamente como esperaba, no retrocedió ni un centímetro. En cambio, levantó su espada

para desviar mi golpe. No se dio cuenta de que estaba blandiendo una hoja negra que cortaba
incluso las cadenas de acero como si no fueran nada. Codicia cortó la espada del hombre
como si fuera mantequilla.
"¿¡Qué!? ¡No!"
Mi espada continuó en su hombro, cortando una línea recta hasta su cintura. La sangre voló
por el aire mientras el hombre se desplomaba en el sucio suelo del almacén abandonado. Más
sangre brotó de su boca mientras me arrodillaba a su lado.
Todavía necesitaba saber algo: ¿qué caballero sagrado pretendía comprar a esta chica?
Quería saber el nombre de la vil criatura.
"Dime", dije. "¿Quién te ha metido en esto?"
El hombre se negó a hablar, incluso mientras moría frente a mí.
"¡Dime! ¿Quién fue?"
Le clavé la espada en la herida. Su cara se retorció de dolor, pero siguió negándose a

hablar. No tenía otra opción; tendría que usar la telepatía para indagar en sus pensamientos.
Pero cuando le tendí la mano, el hombre finalmente cedió a la agonía y escupió un nombre de
sus labios moribundos, un nombre que me disgustó.
"Era... Hado. Hado... Vlerick..."
¿Hado? ¿El segundo hijo de la familia Vlerick?
Hado ya era bastante malo en público, y ahora me decían que era aún peor en privado...
¿Cuántos otros niños pequeños habían terminado como presa de Hado? No tuve la
oportunidad de preguntar. El secuestrador había perdido demasiada sangre, y se había ido.
Magia +670, Espíritu +500, Agilidad +950. Habilidades añadidas: Ocultación, Técnica de
la espada a una mano
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Era tal y como había dicho Codicia; el hombre tenía la habilidad Ocultación, y la había
utilizado para ocultar su Técnica de la espada a una mano.
Utilicé Identificar para analizar mis nuevas habilidades.
Ocultación: Oculta las habilidades de Identificar.
Técnica de la espada a una mano: Aumenta el poder de ataque con espadas de una
mano. Desbloquea la técnica "Filo afilado".
Ocultar era exactamente como se anunciaba, pero la Técnica de la espada de una mano
era interesante; incluía una habilidad secreta llamada "arte técnica". Según Codicia, todas esas
habilidades de "Técnica" venían con un poderoso movimiento oculto. Volví a usar Identificar
para saber más.
Filo afilado: este contraataque inflige dos golpes.
Filo afilado... Entonces caí en la cuenta de que, si el hombre hubiera utilizado este arte
tecnológico antes de que yo lanzara mi ataque, probablemente no estaría aquí. Parecía más
cierto que nunca que algunas batallas se decidían por la suerte, y tuve la suerte de tenerla de
mi lado esta vez.
Llevábamos demasiado tiempo en el almacén y era hora de escapar. El muerto había hecho
un trato para vender a la chica a Hado, y no quería que nos encontraran los Vlericks o sus
hombres. Después de todo, se suponía que yo estaba de guardia. Si me encontraban aquí,
me esperaba una larga y tortuosa muerte. Mis escasas estadísticas estaban aún muy lejos de
competir con gente como ellos.
Cogí la mano de la chica y salimos corriendo. Desde los almacenes, nos dirigimos al
abarrotado centro de la ciudad. Lo más seguro sería mezclarse con la multitud.
En el cielo sobre nosotros, el sol comenzó su lento descenso. Mi estómago rugió como para
recordarme la hora. No era el gruñido de mi gula, que acababa de darse un festín con el alma
de un secuestrador. Era un hambre mucho más simple, el hambre de un cuerpo que se había
perdido el almuerzo y ahora exigía sustento.
Mientras contemplaba dónde alimentarme, oí el bonito sonido de un estómago más pequeño

que retumbaba a mi lado. La chica a la que acababa de salvar se cubrió el estómago con las
manos, con la cara roja de vergüenza. No hay nada como la relajación de estar todavía vivo
para recordar un estómago vacío.
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"Vamos a comer algo", dije. "Yo invito".
La cara de la chica se iluminó de alegría. Me preocupaba que el trauma de su secuestro la

hubiera marcado psicológicamente, pero por fin sonreía. Esperaba que mis temores fueran
infundados; si la niña podía sonreír así, estaba seguro de que estaría bien. Era el momento de
volver al programa, y eso significaba carne.
En el centro de la ciudad no faltaba la selección. Detecté un aroma embriagador que flotaba

en el aire. Estofado de carne. Perfecto para adultos y niños por igual.
El almuerzo estaba decidido. Cogí la mano de la chica y nos dirigimos al restaurante.
Debía de ser popular, porque el local estaba lleno. No quedaban mesas, pero tuvimos
suerte: había dos puestos libres en la barra. Nos sentamos rápidamente y el camarero nos dio
el menú.
"¿Qué les apetece hoy?", nos preguntaron. "El especial viene muy recomendado".
El especial del día era un plato de pescado elaborado con la pesca entregada ese mismo
día. La gente que estaba a mi lado ya lo estaba devorando, y tenía un aspecto fantástico. No
es una mala elección. Sin embargo...
"Tomaremos estofado de carne y algo de pan", dije. "Suficiente para dos, por favor".
"Entendido."
Había querido el estofado desde el principio, y los ojos de la chica se habían iluminado
cuando lo mencioné. No podía defraudarla ahora. Esperamos con entusiasmo hasta que el
camarero puso nuestros cuencos ante nosotros, llenos de glorioso y carnoso estofado de
ternera con una guarnición de pan recién horneado. Tenía un aspecto nada menos que
celestial.
Casi se me cae la baba, tenía tan buena pinta. A mi lado, la chica no pudo evitarlo. Se le
caía la baba.
"¿Es la primera vez que comes carne?" pregunté.
La chica se limpió la saliva de la boca y asintió. Era huérfana, después de todo, abandonada
por sus padres por una habilidad considerada inútil. No era de extrañar que nunca hubiera
comido carne. Ni siquiera yo podía permitírmelo, cuando era un guardián de la puerta.
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Me miró, sus ojos suplicando permiso para empezar. No iba a negarle una buena comida.
"Vamos", dije. "Vamos a comer. Hoy has sufrido mucho".
Le di a la chica una palmadita en la espalda y empezó a comer tímidamente. En pocos

momentos, el guiso y el pan se acabaron. Con el estómago lleno y la mente y el cuerpo por fin
tranquilos, la niña dejó escapar un lento suspiro seguido de unos suaves sollozos.
Por fin, su voz volvía a sonar. Me alegró escucharla.
La comida deliciosa tenía realmente el poder de hacer feliz a la gente, y a mí no me pasaba

lo mismo; con cada bocado de estofado de ternera, sentía emoción por el mañana.
El tiempo pasó volando y la noche empezó a caer. No estaba seguro de si mi nueva amiga
huérfana tenía un lugar donde volver a casa, así que le pregunté. Para mi sorpresa, vi vía en
un antiguo orfanato en el mismo barrio residencial al que yo llamaba casa. No estaba nada
lejos.
"En ese caso", le dije, "¿por qué no te acompaño una parte del camino?".
"¡Sí!"
Salimos del restaurante y nos dirigimos del distrito comercial al distrito residencial, y luego
a los barrios bajos, donde los pobres y los oprimidos se buscaban un lugar para vivir. Desde
allí, acompañé a la niña a su orfanato.
Seguimos un camino tan mal mantenido que ya ni siquiera podía llamarse camino. Al abrirse
el cielo nublado, la luna iluminó nuestro entorno. Aunque caminábamos en medio de la
pobreza, era hermoso ver nuestro camino iluminado por la luz del atardecer, y me dio calor.
"Tu orfanato debe estar un poco más adelante", dije. Luego, al notar la resistencia de la
niña, le dije: "¿Eh? ¿Qué pasa?"
La chica se había quedado callada. Hasta hace un momento parecía estar a punto de
recuperarse. ¿Habían vuelto los recuerdos de los acontecimientos de hoy?
Entonces se le escapó una sonrisa radiante y me pregunté por qué me había preocupado.
"¡Gracias por salvarme!"
Ahora era mi turno de quedarme callado. ¿Era la primera vez que alguien me daba las
gracias de verdad? Era incómodo y vergonzoso, pero también, era... algo agradable. Sobre
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todo, me alegré y me sentí aliviado de haber podido ayudar. Era algo dulce de sentir, de vez
en cuando.
El orfanato estaba a la vista, y fuera de él, las monjas que trabajaban allí buscaban
frenéticamente algo. Tuve la sensación de que lo que buscaban caminaba justo a mi lado.
Ahora que habíamos llegado hasta aquí, ya no necesitaría escolta.
"Parece que puedes hacerlo por tu cuenta desde aquí, ¿no?"
"¿No vas a venir conmigo?"
"No, tengo que ir a mi propia casa. Cuídate, ¿de acuerdo?"
Mi papel en esto había terminado hace mucho tiempo. Este no era un mundo que tuviera
bondad para los débiles e indefensos. Pero para seguir viviendo, no había nada más que hacer
que forjar tu propio camino y recorrerlo tú mismo.
La niña también lo sabía, porque me soltó la mano y volvió sola al orfanato. En su silueta,
me vi a mí mismo el día que dejé mi pueblo hace tantos años. Con la pérdida de mi padre a
causa de la enfermedad, mi hogar en el pueblo había desaparecido, y todo lo que había
quedado era el camino que se había abierto ante mí. No sabía lo que me esperaba ese día,
pero la única opción que tenía era caminar.
Las monjas vieron a la niña y corrieron hacia ella, con lágrimas en los ojos mientras la
abrazaban. Parecía estar bien mientras caminábamos a casa, pero ahora, la sonrisa de la niña
se convirtió en lágrimas que corrían por su cara mientras sollozaba. Por su mañana, esperaba
que llorara y siguiera llorando hasta que su corazón encontrara la paz. Y esperaba que hubiera
felicidad en su futuro.
Me fui antes de que las monjas me vieran. Mientras tomaba el camino de vuelta a casa,
Codicia habló a través de la Telepatía.
"¿Qué pasa? Pareces un hombre que acaba de hacer algo muy fuera de lugar".
"Cállate", dije. "No es así en absoluto".
Ver a la chica me acababa de recordar mi juventud. Ya no podía volver al pueblo natal donde
estaban enterrados mis padres, ni al pueblo que me echó y me tachó de inútil. Si fuera posible,
habría querido visitar las tumbas de mis padres, pero sabía que el pueblo ya no me aceptaría
de vuelta.
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Nunca olvidaré cómo mi padre me agarraba de la mano, temiendo por mi futuro incluso
cuando yacía moribundo por la enfermedad. Me preguntaba si había vivido una vida de la que
pudiera estar orgulloso.
"Todavía tenemos un camino que recorrer, ¿eh, Codicia?"
"Ciertamente. Esto es sólo el principio, y puedo decir esto: hay un largo, largo camino por
delante".
"Bueno, primero tenemos que ser contratados por la familia de la Dama Roxy. Y, para ser
sincero, estoy bastante nervioso por conocer a su padre".
Codicia se rió. "¿Nervioso? ¿Ya? Ni siquiera lo verás hasta mañana al mediodía".
"Estamos hablando del jefe de una familia importante, Codicia. Una de las cinco familias
estimadas del Reino de Seifort. Si yo estoy aquí en la tierra, entonces el padre de la Dama
Roxy está por encima de las nubes. Tal vez incluso más alto. No puedo creer que puedas estar
tan relajado".
"Por supuesto que estoy relajado. Soy un arma".
Sí, es cierto. Tenía sentido que un objeto inorgánico no entendiera mis ansi edades, que
estaban impulsadas por un miedo que me había empapado durante muchos, muchos años.
Aunque ahora sabía que podía ser más poderoso y aumentar mis estadísticas mediante la
Gula, mi miedo a los caballeros sagrados no había cambiado. Sabía que el padre de la Dama
Roxy era un buen hombre, pero la idea de conocerlo no podía evitar ponerme nerviosa, como
si tuviera que estar preparada para todo.
En cualquier caso, estaba agotado. Decidí acostarme temprano. El día había estado lleno
de demasiadas emociones: me había despertado para cazar duendes y había acabado
abatiendo a un secuestrador. Mi agotamiento probablemente me estaba haciendo pensar
demasiado en todo. Sabía que debía confiar en la Dama Roxy más de lo que lo hacía, y me
sentía fatal por no poder hacerlo.
Me arrastré hasta mi destartalada casa y me desplomé en mi cama de paja. Estaba cansada

y mi conciencia se desvaneció en unos instantes.
◇◇◇
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Al día siguiente dormí hasta casi el mediodía. Salté de la cama y me apresuré a prepararme.
Una vez recogidas mis cosas, me apresuré a ir al Distrito de los Caballeros Sagrados, donde
me esperaba la Dama Roxy.
El Distrito de los Caballeros Sagrados se diferenciaba de los demás distritos, sobre todo por
las enormes murallas que lo rodeaban. Daban la impresión de que otro gran castillo aguardaba
más allá de ellos. Le di mi nombre al guardián de la puerta y entré sin problemas. Parecía que
la Dama Roxy les había avisado de mi llegada con antelación.
Sin embargo, como la Dama Roxy necesitaba confirmar que yo era quien decía ser, me
encontré entre los dos guardias de la puerta mientras caminábamos hacia la mansión de la
familia Hart. Era como si fuera un delincuente al que han pillado en pleno delito.
La mansión a la que llegamos era el símbolo mismo de una estimada familia de Seifort. Era
imposible juzgar el coste de un lugar así; sólo intentar pensarlo era ridículo. Era enorme.
Un guardia se separó y entró en la mansión por el jardín. Al poco tiempo, regresó con una
chica vestida de blanco. Era impresionante.
"¡Has venido! Te he estado esperando".
No fue hasta que escuché su voz que me di cuenta de que la chica era Roxy. Nunca la había
visto fuera de nuestro trabajo como guardias de la puerta, para lo cual llevaba su armadura de
luz blanca. Con su vestido, era tan encantadora que parecía una persona totalmente diferente.
Los dos guardias nos dejaron mirándonos. Al cabo de un rato, Roxy habló -seguramente
porque yo estaba con la boca abierta, boquiabierta-.
"¿Pasa algo?" Tenía una mirada inquisitiva.
"Yo... siento haberme quedado mirando. Es que... estás preciosa".
Las mejillas de Roxy se pusieron rojas y se aclaró la garganta con una ligera tos. "De vez
en cuando me pongo vestidos, ya sabes. Casi no te reconozco tampoco. Por favor, ven por
aquí".
Para ser una mansión gigantesca, el lugar estaba sorprendentemente tranquilo. No había
ningún sirviente a la vista, y parecía que algo los mantenía en silencio. Seguí a Roxy,
contemplando el césped inmaculadamente cuidado. El silencio era abrumador. Lo único que
podía oír era el silbido del viento. Si acaso, noté un indicio de soledad en la silueta de Roxy.
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Llegamos a la parte delantera de la mansión y giramos a la derecha.
Extraño, pensé. ¿Por qué no entramos? quise preguntar, pero el silencio de la mansión
parecía exigirme silencio a mí también. Avanzamos un poco más y se reveló la razón del
melancólico silencio.
"Esto es..."
No me atreví a decir nada más. La Dama me sonrió amablemente, luego se arrodilló y puso
una mano sobre la fría piedra de la tumba a la que habíamos llegado.
"Padre", dijo ella. "Fate trabajará para nosotros a partir de hoy. Estoy segura de que
devolverá un poco de vivacidad a la familia Hart". Al notar mi confusión, la Dama Roxy dijo:
"Hace cinco días, mi padre falleció en Galia, al sur de Seifort".
"¿Galia?"
Galia era un continente invadido por monstruos. Se decía que los monstruos de allí eran
muchas veces más fuertes que los del Reino de Seifort. La función de contener a esos
monstruos y evitar que llegaran a Seifort era la función más importante de los caballeros
sagrados. A los que realizaban esta labor se les concedía una riqueza increíble y el rango más
alto que el reino podía ofrecer.
Pero me resultaba casi imposible imaginar un monstruo con el poder de matar al jefe de una
de las cinco estimadas familias de Seifort. Como si hubiera leído el miedo en mis facciones, la
Dama Roxy explicó: "No fue un simple monstruo el que acabó con su vida. Galia también es
el hogar de la calamidad celestial".
Sólo podía referirse a una calamidad celestial. Dondequiera que fuera, traía terremotos,
inundaciones y tsunamis. La criatura era la encarnación viva de la ira de los dioses: el Dragón
Divino. No importaba lo poderoso que fueras; no había forma de detenerlo. El Dragón Divino
era tan aterradoramente fuerte que la gente había desarrollado religiones en torno a él,
llamándolo siervo de los dioses. Si el Dragón Divino te tenía en su punto de mira, no había
nada que hacer más que prepararse para tus últimos momentos.
"Dicen que todo el ejército de mi padre se perdió a causa de él", dijo la Dama Roxy.
"Tenemos mil años de registros, y ninguno ha hablado de que el dragón se haya alejado tanto
de su nido, y mucho menos tan cerca de la frontera".
El nido del Dragón Divino estaba en el centro de Galia. Tampoco había oído hablar de que
llegara hasta las afueras del continente, pero ahora nadie podía asegurarlo. Lo que le había
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ocurrido al padre de Roxy era, en el mejor de los casos, mala suerte. Eso era todo lo que se
podía decir al respecto. Pero si la suerte era suficiente explicación para la gente que dejó atrás
era otra historia completamente distinta.
"Ha sido terriblemente agitado por aquí con los arreglos del funeral y otras obligaciones,
pero desde esta mañana, he terminado con los deberes y compromisos preliminares. He
heredado el patrimonio, lo que me convierte en la cabeza oficial de la familia Hart".
Incluso en circunstancias tan difíciles y dolorosas, la Dama Roxy estaba haciendo lo mejor
que podía. Lo único que podía hacer era inclinar la cabeza. Ni siquiera me había dado cuenta.
A la hora de los cambios en los turnos de entrada, su aspecto no era diferente del habitual. No
había podido saber lo que estaba pasando entre bastidores.
Y sin embargo, con todo lo que la mantenía ya tan ocupada, aún había sacado tiempo para
mí y me había invitado a la mansión familiar. Lo único que había hecho era preocuparme por
una entrevista con su padre y pensar en cómo ocultar mis defectos. Dama Roxy, lo siento.
Yo...
"Eh, no pongas esa cara", dijo la Dama Roxy. "Necesito que me ayudes a devolver la luz a
la familia Hart. ¿Me ayudarás?"
"Sí. Será un honor".
Ese día, me convertí en sirviente de la casa Hart.
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Capítulo VII – Ahogándose En El Hambre
Habia pasado casi una semana desde que empecé a vivir en la mansión Hart como sirviente
de la familia. Cuando llegué por primera vez a la mansión, había cometido el horrible error de
que me sorprendieran murmurando en una conversación con mi espada, lo que me h acía
parecer más que un poco espeluznante. Afortunadamente, los sirvientes de la familia Hart eran
buena gente, y me aceptaron tanto a mí como a mis excentricidades.
Los días siguientes fueron tranquilos, aunque agitados. Tenía tantas cosas que recordar en
mi nuevo papel que no tenía un momento libre para salir de la mansión. Cocinar, lavar, limpiar;
hacía todo lo que se me pedía y renunciaba a mis días libres para lanzarme a aprender el
oficio.
El trabajo que mejor acepté fue la jardinería. Trabajar en los enormes céspedes de la
mansión Hart requería paciencia y diligencia. El deshierbe era interminable y la hierba debía
tener una altura determinada en todo momento. Gracias a la ayuda de los tres jardineros
principales, empecé a cogerle el tranquillo. Si mejoraba lo suficiente, me dijeron que lo
siguiente sería trabajar en los árboles del jardín. Podar los enormes árboles de la puerta
principal era algo que me hacía mucha ilusión y me hacía sentir bien trabajar para gente que
necesitaba ayuda. Tenía sentido.
Al final del día de trabajo, todos los sirvientes se reunían para cenar. La primera vez que
sostuve un plato con carne, mis manos temblaron de sorpresa y emoción. Nunca había
imaginado que podría volver a comer carne tan pronto después de haberme dado un capricho
tras la caza. Gracias a las comidas regulares en la mansión Hart, incluso engordé un poco mi
antes esquelético cuerpo.
De vez en cuando, cuando la Dama Roxy regresaba de sus obligaciones fuera de la

mansión, se tomaba un tiempo para hablar conmigo mientras tomaba el té. En realidad, yo no
sabía cómo mantener una conversación con un caballero sagrado, ni siquiera el tipo de cosas
de las que les gustaba hablar a los caballeros sagrados, así que normalmente la Dama Roxy
hacía la mayor parte del trabajo. Sin embargo, mientras ella pareciera estar contenta, yo
también lo estaba de desempeñar mi papel.
Comparado con trabajar como guardián de Rafale, la diferencia era como el cielo y la tierra.
O, si trabajar para la Dama Roxy era el cielo, entonces ser empleado de Rafale estaba más
cerca de trabajar en el infierno.
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Pero a pesar de la felicidad de mi nuevo trabajo, mi cuerpo estaba atormentado por el dolor.
Mi estómago estaba eternamente vacío y sentía un hambre que no podía satisfacer. Era una
sensación de inanición.
Y me dolía.
◇◇◇
"Fay, ¿estás bien?"
La Dama Roxy colocó su taza de té en su bandeja y me miró con preocupación en sus ojos.
La hora del té para nosotros dos se había convertido en una rutina, y era la única vez que me
llamaba Fay.
Nadie me había llamado Fay desde mi padre, así que me daba un poco de reparo el apodo.
Al mismo tiempo, cuando tu jefe quiere llamarte Fay, no hay mucho que puedas hacer más
que dejarle. Ya se lo había preguntado a Codicia, pero su respuesta fue poco más que una
risita, seguida de un "me importa un bledo. Decídete por ti mismo".
En cualquier caso, Roxy siguió llamándome Fay, y yo seguí sintiéndome algo incómodo al
respecto.
"No es nada, Dama Roxy", respondí.
Me dolía, tanto por ocultar mi hambre como por ocultar mis sentimientos a Roxy.
"¿Estás seguro? No tienes buen aspecto".
La Dama Roxy debió pensar que mi inusual hambre era un resfriado, porque se llevó una
mano a mi frente. Sin embargo, la rechacé. Cualquier toque activaría mi habilidad de Telepatía,
y no quería leer su corazón sin su permiso.
"¡Estoy bien!" Dije. "De verdad. Estoy bien".
Me levanté para irme, pero el hambre me hizo tambalear con olas de mareo. Mi conciencia
parecía extenderse en la distancia, y me derrumbé en el suelo. El hambre nunca había sido
peor. Sentí que la Gula me comía por dentro, y mi visión fue tragada por la oscuridad. Por un
momento, oí el débil grito de la Dama Roxy gritando mi nombre.
Luego no oí nada en absoluto
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◇◇◇
Cuando me desperté, estaba en mi habitación de la mansión. Me habían acostado en un

colchón de suave algodón. Estaba muy lejos de la cama de paja a la que estaba acostumbrada.
Debí de desmayarme a la hora del té con la Dama Roxy. El hambre de mi Gula se estaba
volviendo demasiado fuerte. Por ahora, sin embargo, el dolor había disminuido y me sentía un
poco mejor.
Afuera era de noche, y a juzgar por la altura de la luna, era tarde. La luz de las estrellas
iluminó una nota que había sido dejada en un estante.
"Por favor, tómate mañana libre y asegúrate de descansar. De parte de Roxy".
Tenía que estar preocupada, pero supuse que era natural; me había derrumbado delante
de ella. Tendría que asegurarme de disculparme la próxima vez que nos viéramos. Ella se
esforzaba por hacer tiempo para tomar el té y yo lo había arruinado. Dejé escapar un suspiro,
me senté y tomé a Codicia en la mano.
"Es como si cada día tuviera más hambre", dije. "Antes podía tolerarlo, pero nunca había
sido tan malo".
Codicia se rió a carcajadas. "Ya es demasiado tarde. La suerte está echada".
"¿Qué quieres decir?"
"Cuando la Gula aprende el sabor de un alma, sólo tiene hambre de más. Siempre te instará
a comer, y a alimentarte".
Así que el hambre inusual que sentía significaba que estaba, de hecho, en un estado de
inanición. La gula me había parecido una bendición al principio, pero ahora sabía que no era
gratuita.
"Tu hambre sólo empeorará. Cuantos más comas, más crecerá tu apetito. Eso es lo peculiar
de tu habilidad. Hasta el día de tu muerte, tu destino es comer y hacerte más fuerte. Si no
puedes, morirás de hambre, o te perderás por el hambre y atacarás a lo que sea, o a quien
sea, que se ponga delante de ti."
"Eso... eso no puede ser..."
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Si no podía controlar esta hambre voraz, entonces moriría de ella, o... La alternativa era
aterradora. Me convertiría en un monstruo. Si hubiera perdido el control de mí mismo durante
el té, y si hubiera arremetido contra la Dama Roxy como resultado... Me estremecí al pensarlo.
"Déjame decirte algo interesante. Cuando llegas a tu límite, se nota en tus ojos. Mírate".
Me miré en el gran espejo de mi habitación. Unos iris de color rojo intenso me miraban
fijamente, tan rojos que no quería verlos. Mis ojos, antes negros, se habían teñido del color de
la sangre.
"Has llegado al límite de tu hambre, Fate. Puedes seguir con tu feliz vida de sirviente, pero
no olvides tu obligación contigo mismo. Como dije: la suerte está echada".
Contra mi voluntad, Gula tenía hambre de almas. Era un deseo que no se podía saciar con
agua ni con comida. Para saciar este impulso, sólo tenía una opción: hundirme tanto como
fuera necesario para darle lo que ansiaba. No quería renunciar a la vida apacible que acababa
de descubrir, pero si estaba al límite, tenía que ir.
Me vestí a la luz de la luna, tomé a Codicia en la mano y salí de la mansión Hart.
Era hora de saciar mi hambre.
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Capítulo VIII – Impulso De Inanición
Corri por la calle principal del Distrito del Caballero Sagrado y llegué a la gran puerta que
separaba ese distrito de los demás. En mi actual estado de inanición, mis cinco sentidos se
agudizaron hasta un grado increíble. Me di cuenta de que, aunque era de noche, podía ver
como si fuera de día.
Mi sentido del olfato también se había agudizado y podía identificar deliciosas oportunidades
por su olor. En la puerta había dos guardias, y el de la derecha estaba en mejor estado y
parecía más sabroso. Utilicé Identificar para confirmar mis sospechas, y estaba en lo cierto; el
guardia más sabroso tenía mejores estadísticas y habilidades.
En otras palabras, podía identificar a una persona con estadísticas y habilidades poderosas
por su apetitoso aroma. Parecía que, en su hambre de almas, la Gula daba un impulso a mis
habilidades físicas básicas. Sin embargo, era insoportable. El hambre llegaba en oleadas que
me dejaban tambaleante.
Necesitaba atravesar la puerta rápidamente sin que los guardias me detuvieran.

Afortunadamente, tenía un pase de viaje porque ahora era un sirviente de la famil ia Hart. Los
pases de viaje eran una norma; tanto si ibas como si venías, tenías que mostrar el tuyo al
guardia de la puerta para poder pasar. Si perdías el pase, los guardias no te dejaban pasar.
"No se preocupe por mí", dije, sonriendo amablemente mientras me acercaba a los guardias.
"Sólo he salido a dar un paseo a la luz de la luna".
Hice lo posible por no parecer sospechosa. Después de todo, era plena noche y estaba
intentando salir del Distrito de los Caballeros Sagrados. Sin embargo, cuando saqué mi pase
de viaje para mostrárselo al guardia, éste retrocedió y dio un paso atrás.
"¡Ah!"
Su cara se contorsionó de miedo mientras me miraba fijamente, y su compañero no era

diferente. Al mirarme para ver qué pasaba, reaccionó exactamente igual. Todo era
increíblemente incómodo, así que les hice un gesto con mi pase de viaje y me apresuré a
cruzar la puerta del Distrito Mercantil tan rápido como pude.
"Cuando esos guardias te miraron a los ojos", dijo Codicia, "se sintieron como ranitas
atrapadas por el resplandor de una serpiente. Tus ojos rojos tienen el poder de un depredador.
Cualquiera con estadísticas más bajas se paralizará de miedo. Verás, cuando Gula se muere
de hambre, este impulso temporal hace que las almas sean más fáciles de comer".
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"¿Crees que sospecharán algo? ¿Los guardias de allí?"
"Es probable que sea la primera vez que ven algo como tú. Todo lo que saben es que alguien
terrorífico pasó por allí, pero son menos conscientes de lo que pasó. Si has perdido tus ojos
rojos para cuando regreses, imaginarán que fuiste un mal sueño, o tal vez un producto de sus
mentes cansadas. Pero si les muestras tu preocupación en tu lenguaje corporal, entonces
sospecharán que has jugado sucio".
Las palabras de Codicia tenían su lógica. Atravesamos el distrito mercantil, donde noté un
dulce aroma en el aire. Era una fragancia deliciosa. Cediendo a la tentación, me desvié y seguí
el aroma hasta una calle lateral, buscando entre las sombras su origen.
Al final de una de esas calles distantes, divisé tres figuras con túnicas negras encapuchadas.
Intenté utilizar el sistema de identificación para analizarlas, pero estaban demasiado lejos de
mi alcance. Entonces vi la cara de uno de ellos en una franja de luz de luna.
Me quedé sin aliento.
¿Qué hacen aquí a estas horas?
Pero no había duda. Habría reconocido esos rasgos venenosos en cualquier lugar. Rafale.
Eso significaba que la figura encapuchada más alta era Hado, y la más pequeña era su
hermana menor, Memil. Ninguno de ellos se fijó en mí mientras se dirigían al interior de una
de las tiendas más lujosas del Distrito Mercantil.
Era el tipo de lugar prestigioso al que sólo podían entrar personas de alto rango, como los
caballeros sagrados. Observé desde las sombras cómo entraba otro grupo con túnicas negras
encapuchadas. Supe, por su ambrosía, que también eran caballeros sagrados. Tuve un
presentimiento cada vez más malo.
¿Qué clase de reunión estaban celebrando en mitad de la noche? Fuera lo que fuera, si
necesitaban ocultarla de la vista del público, no creía que pudiera ser nada bueno. Estuve
vigilando la tienda durante un tiempo, pero no podía saber lo que ocurría dentro porque todas
las cortinas estaban cerradas.
Además, me moría de hambre. Mi estómago retumbaba con esa otra hambre. Ardía de
curiosidad, pero tenía otras razones para estar fuera esta noche, y esas razones no iban a
esperar. Era una lástima, pero mi hambre era cada vez mayor.
Me di la vuelta y salí del callejón.
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◇◇◇
La gran puerta que daba salida al Distrito Mercantil era un pálido reflejo de sí misma por la
noche. La habitualmente bulliciosa calle estaba envuelta en el silencio, vacía de los caballos y
carros que la llenaban. En su lugar, se había reunido un grupo de aventureros.
Un vistazo a su equipo me lo dijo todo: eran veteranos experimentados. Sus rangos y

estadísticas eran muy superiores a los de los aventureros que había visto en mi primera cacería
de duendes. Lo sentí en el peso de sus auras.
"Están aquí para la caza nocturna", dijo Codicia. "La luna está brillante esta noche, lo que
significa una mejor visibilidad. Además, los monstruos también tienen que dormir. Eso significa
que los aventureros pueden matar grandes cantidades del mismo tipo de monstruo mientras
duermen sin incurrir en tanto odio como durante el día."
"Ah, ya veo".
Las explicaciones de Codicia eran siempre útiles. Ningún aventurero ordinario salía a cazar
de noche, pero para los experimentados y hábiles, las cacerías nocturnas eran una forma
eficaz de ganar mucho dinero.
Cuando intenté pasar junto al grupo, un aventurero desaliñado me vio.
"Hola, tú", dijo. "No te había visto antes. ¿Vas a cazar en serio con esa armadura?"
"Sí".
La risa del hombre resonó en la calle. Claramente, no le importaba quién podría estar
tratando de dormir.
No quería llamar la atención, pero ahora estaba rodeado por un grupo de aventureros
curtidos, que me sonreían como si no fuera nada.
"Debes de ser muy fuerte para venir así de fresco y despreocupado".
Las palabras decían una cosa, pero el tono de su voz decía otra. Se estaba burlando de mí.
También podría haber dicho lo que claramente estaba pensando: ¿Qué hace una basura como
tú en un lugar como éste?
"¿Qué nivel tienes?", dijo. "Vamos, dinos. Promete que no nos reiremos".
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"Apártate de mi camino", dije. "Tengo prisa"
.
Los ignoré y me fui. Mi hambre estaba al límite, pero ninguno de los aventureros se inmutó
ante mis ojos rojos. No necesité molestarme en identificar para saber lo que eso significaba;
sus estadísticas eran más altas que las mías.
Al salir de la puerta, los aventureros me llamaron desde lejos.
"¿Oíste eso? ¡Si no puede decir su nivel, debe significar que es bajo! Los novatos como él
siempre muerden más de lo que pueden masticar".
"¿Crees que tal vez quería unirse a nuestro grupo? ¿Crees que era eso?"
"Probablemente. ¡Ni en sueños!"
"¡Oye, chico de la basura! Vuelve. ¡Quizá si tienes suerte algún grupo se apiade de ti y te
deje llevar su equipo!"
"¡Pero nosotros no!"
"¡Tú lo has dicho! ¡Ha ha!"
Podían decir lo que quisieran. Gracias a la Gula, no podía unirme a una fiesta, aunque
quisiera. Así que haría las cosas a mi manera, y me volvería más fuerte que todos ellos.
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Capítulo IX – Un Festín
Aceche las praderas de duendes por la noche, corriendo por la hierba. En cuanto encontré
un duende dormido entre los juncos, le corté la cabeza.
Habilidad de gula activada. Aumento de las estadísticas: Vitalidad +30, Fuerza +40,
Escuché la voz metálica que había oído muchas veces antes. Pero no era suficiente.
Necesitaba más. Estos insignificantes duendes no iban a satisfacer mi hambre. Sin embargo,
había corrido hasta aquí desde el reino, así que me tomé un momento para recuperar el aliento.
Ni una nube cruzaba el cielo nocturno, y una luna llena colgaba en medio de él, iluminando
al duende que acababa de matar. En una cacería normal, los aventureros se llevaban las orejas
de estos duendes para canjearlas por recompensas. Mi hambre no me permitía el lujo de tener
tiempo para cosechar, así que cuando recuperé el aliento, pasé por encima del duende muerto
en busca de mi próxima presa.
Las pisadas se abrieron paso a través de la hierba, siguiéndome, pero no sólo venían por
detrás. Venían por todas partes, por delante y por los lados, pisoteando la hierba a medida que
se acercaban. Muchos, muchos. Muchos.
Parecía que mi cacería anterior había sido una especie de pequeño desastre ecológico para
estos duendes. Los que aún no habían sido asesinados sabían que yo era una terrible
amenaza para todos ellos, y por eso se unieron para deshacerse de mí.
Sentí sus miradas mientras me posicionaba en una sección de hierba baja y me quedaba
en el lugar. Poco a poco, sus pasos se detuvieron. Mi mirada revoloteó entre los duendes que
ahora me rodeaban. Había unos cincuenta, pero podrían ser más. Con mi visión aumentada,
vi todos sus movimientos.
Con Codicia en la mano, las espadas y los escudos de los duendes se di vidirían bajo mi
espada. Aunque pidieran refuerzos y se lanzaran contra mí en el gran número que se les
conoce, en mi estado de inanición, esos duendes no eran nada.
Bajo el peso de mi mirada roja, los duendes de bajo nivel se congelaron. Giré mi mirada,
manteniendo a cada duende en su sitio mientras los acechaba y evaluaba uno por uno. Unos
cuantos duendes se dieron cuenta de que ocurría algo extraño e intentaron huir, pero para
entonces ya era demasiado tarde.
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Tenían la intención de rodearme, apiñarme y matarme, pero al acercarse tanto, sólo habían
simplificado mi caza. Los maté hasta el último, y el último monstruo cayó en la pila con todos
los demás.
Cayó la calma. Miré en la hoja negra pulida de Codicia mi propio reflejo.
Mis ojos seguían rojos.
"He consumido no pocas almas", murmuré, "pero sigo teniendo hambre".
Había matado a más de un centenar de duendes y, sin embargo, seguía hambriento.
"¿Cuánto tiempo llevará?" Pregunté. "¿Cuántos para satisfacer el hambre?"
"Hm. A este ritmo, parece que los duendes no van a satisfacer tu apetito. Debes dirigir tu
mirada a algo más poderoso. Por ejemplo, un Hobgoblin".
Por sugerencia de Codicia, dejé las praderas y me dirigí al bosque occidental, conocido
como Bosque de los Hobgoblins. Se decía que cuando los duendes desarrollaban suficiente
poder, evolucionaban en hobgoblins, momento en el que adoptaban nuevas vidas entre los
árboles.
Había tres tipos de hobgoblins: luchadores, guardias y arqueros. Podía manejar a los
luchadores y a los guardias de la misma manera que a sus homólogos duendes de nivel
inferior. El problema serían los arqueros. Eran menos numerosos, pero atacaban a distancia,
soltando flechas mientras se escondían en la maleza. Lo que los hacía verdaderamente
problemáticos era que cubrían las puntas de sus flechas con sus propios desechos fecales.
Un impacto de esas flechas era tóxico. Eran extremadamente peligrosos, y aunque los
aventureros de Seifort llamaban a estos arqueros "cazadores de mierda", lo hacían con miedo.
Yo había aprendido todo esto de un viejo sirviente de la mansión Hart que, en sus mejores
tiempos, había sido un aventurero. Durante la cena, a menudo me obsequiaba con cuentos y
exageradas historias de sus aventuras pasadas, pero yo las disfrutaba igualmente. Al
adentrarme cautelosamente en el bosque, me di cuenta de que le debía las gracias.
Los hobgoblins eran como los duendes normales en el sentido de que no eran nocturnos,
así que mientras no hiciera demasiado ruido, seguirían durmiendo. Al igual que los duendes
normales, podía matarlos mientras dormían.
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Encontré a un hobgoblin desplomado contra un gran árbol, profundamente dormido. Era de
la misma altura que yo, pero a diferencia de mí, era de cintura gruesa y musculoso. Era difícil
distinguir su color en la oscuridad, pero podía decir que era el verde turbio de un duende de
nivel superior.
Usé Identificar.
Luchador Hobgoblin, Lv 12
Vitalidad: 230
Fuerza: 340
Magia: 110
Espíritu: 110
Agilidad: 230
Habilidad: Técnica de la espada a dos manos
Un luchador hobgoblin. Eso explicaba la espada gigante que tenía a sus pies, que
seguramente utilizaba en la batalla. El monstruo también tenía la habilidad perfecta para
acompañar el arma. Sin embargo, sus estadísticas no me preocupaban.
Mientras me acercaba, vi otro hobgoblin al otro lado del árbol. Lo conocía por el escudo
plantado en el suelo a su lado, pero aun así utilicé Identificar, sólo para estar seguro.
Guardia hobgoblin, Lv 12
Vitalidad: 440
Fuerza: 220
Magia: 110
Espíritu: 110
Agilidad: 110
Habilidad: Aumento de la vitalidad (medio)
Aumento de la vitalidad. Medio. Eso confirmó mi hipótesis de antes: los aumentos de estado
tenían niveles. Si había un "bajo" y un "medio", eso significaba que en algún lugar del mundo
había un "alto".
Primero tomé la cabeza del guardia hobgoblin. El monstruo estaba tan sumido en el sueño
que murió sin más. Ni una preocupación en el mundo.
Magia +110, Espíritu +110, Agilidad +110. Nueva habilidad añadida: Aumento de
Vitalidad (Medio)
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Me volví hacia el hobgoblin restante para descubrir que se había despertado, alertado por
el sonido de la decapitación de su compañero. El monstruo abrió la boca para pedir refuerzos.
Le clavé Codicia en la garganta del hobgoblin, directamente en la boca.
Magia +110, Espíritu +110, Agilidad +230. Habilidad añadida: Técnica de la espada a dos
manos
La diferencia quedó clara al instante; los hobgoblins respondían a mi hambre con más
profundidad que sus homólogos de nivel inferior. Si lo hubiera sabido antes, me habría saltado
las praderas y habría venido aquí directamente.
Aun así, me puse a trabajar.
Utilicé Identificar para analizar mis estadísticas actuales.
Fate Graphite, Lv 1
Vitalidad: 8.041
Fuerza: 8.011
Magia: 2.501
Espíritu: 2.501
Agilidad: 5,591
Habilidades: Gula, Identificar, Telepatía, Ocultar, Técnica de la espada a una mano,
Técnica de la espada a dos manos, Aumento de fuerza (bajo), Aumento de vitalidad
(bajo), Aumento de vitalidad (medio)
Me adentré en el bosque en busca de mi próxima presa. La noche era joven.
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Capítulo X – El Primer Nivel
Tan tranquilamente dormido un minuto, y tan muerto al siguiente. Con el filo de la espada
negra Codicia, dije buenas noches y adiós a la vida de otro hobgoblin.
Habilidad Gula activada. Estadísticas aumentadas: Vitalidad +440, Fuerza +220, Magia
+110, Espíritu +110, Agilidad +110
Tras el cuadragésimo quinto hobgoblin muerto, mi cuerpo se sintió repentinamente saciado

de su sed. Poco a poco, mi incontrolable deseo de devorar y comer disminuyó y luego
desapareció. Por fin me había liberado de mi inanición. Suspiré con alivio y me desplomé
contra un árbol en la sombría oscuridad del bosque.
"Fate, si quieres descansar, hazlo en las ramas de este árbol", dijo Codicia. "Puede que aún
haya algunos hobgoblins vagando por el bosque. Ahora que te has liberado de tu estado de
inanición, has perdido la potenciación de tus sentidos, así que ya no podrás aumentar tu olfato
ni ver en la oscuridad".
"Buen punto", dije mientras comenzaba a trepar. Me posé en una rama grande. "Debería
estar bien si me escondo aquí arriba. Pero me sorprende; tuve que matar a tantos monstruos
antes de que me tocaran el hambre..."
"En efecto, lo hiciste. Dependiendo del tiempo que esperes, el hambre puede enloquecerte.
Puedes arremeter contra todos y cada uno. No se apaciguará tan fácilmente. Si no deseas que
eso ocurra, debes acostumbrarte a cazar monstruos y alimentar sus almas con tu Gula".
"Me aseguraré de hacerlo", dije. "No quiero sentirme así nunca más".
Me estiré a lo largo de la gran rama y traté de descansar. La luz de la luna se filtraba por los
huecos de las hojas de arriba. El bosque era un lugar húmedo, y también un poco frío, pero se
sentía bien para mi cuerpo, cansado como estaba de toda la caza.
Debajo de mí, vi pasar a algún hobgoblin de vez en cuando. Los hobgoblins no eran
conocidos por ser nocturnos, pero algunos seguían patrullando. Me alegré de haber escuchado
a Codicia.
Justo cuando estaba a punto de bajar y regresar, el suelo tembló a través del árbol, como
si algo grande se estuviera acercando. Pasos, y se hicieron más pesados cuan do un enorme
duende apareció a la vista. Era al menos dos veces más alto que yo, con un color azul verdoso
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en su piel. En su mano llevaba un garrote difícil de manejar que parecía haber sido tallado en
uno de los enormes árboles del bosque.
"¿¡Qué!?"
A la luz de la luna, vi la carne y la sangre pegadas en grupos a lo largo del garrote del
duende, y retrocedí instintivamente. Pero lo que el duende sostenía en su otra mano me puso
aún más enfermo. Aunque no sabía exactamente qué aspecto tenía el cuerpo antes de que el
garrote del trasgo lo matara a golpes, la forma destrozada era definitivamente humana.
Ninguno de los habitantes habituales del pueblo venía al Bosque de los Duendes en mitad
de la noche. Eso significaba que el cadáver que colgaba de las manos del duende
probablemente pertenecía a uno de los aventureros que conocí en la puerta del Distrito
Mercantil. A pesar de toda su palabrería, al final eran poco más que carne de duende.
Sin embargo, aunque hubieran acabado siendo cebo de duendes, esos aventureros tenían
experiencia. Conocían los peligros de las cacerías nocturnas. Para haber matado a uno -o a
todos-, el enorme duende debía ser formidable. Cuando pasó por debajo del árbol en el que
me escondía, aproveché para analizarlo con Identificar.
Rey duende, Lv 30
Vitalidad: 21.000
Fuerza: 24,000
Magia: 5,230
Espíritu: 4,560
Agilidad: 11,200
Habilidad: Regeneración de salud
¿¡Un Rey Duende!? Así que ese era su aspecto. Había oído h ablar de ellos a un compañero
de la mansión Hart. En estos lugares, los reyes duende eran básicamente como los jefes de
los duendes, y eran terriblemente duros. Sólo unos pocos residían en el bosque, y su tasa de
encuentro era extremadamente baja. Si te en contrabas con uno, ibas a la batalla preparado
para la muerte. No eran nada comparados con los caballeros sagrados, pero un aventurero
normal se enfrentaba a una muerte potencial de un solo golpe.
Incluso si nos guiamos por las estadísticas, el rey duende estaba en un nivel completamente
diferente al de los hobgoblins. Utilicé Identificar para analizar más a fondo la Regeneración de
Salud.
Regeneración de salud: Las heridas se curan automáticamente con el tiempo. No

funciona con heridas mortales.
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Maldita sea, esa es una habilidad fantástica. Con eso, podría seguir luchando aunque me
hirieran. La quiero...
Con mis estadísticas actuales, luchar contra el Rey Duende no era una tarea imposible.
Mientras me preocupaba si debía arriesgarme, la bestia se adentraba en el bosque. Era un
monstruo raro, y si esperaba a ser más fuerte, quizá no volviera a ver uno. Me decidí. Me bajé
de mi árbol y lo seguí.
Haciendo honor a su nombre, el rey duende parecía ser el dueño de la tierra que pisaba.
No quedaba ni un solo hobgoblin a la vista. Habían huido al oír los pasos del rey.
El monstruo se detuvo en una sección hueca del bosque, donde un pequeño campo de
flores rodeaba un árbol marchito. Se apoyó en el árbol y colocó su garrote en el suelo. Luego
comenzó a devorar al aventurero destrozado. El repugnante sonido de la húmeda masticación
de la bestia resonó en el bosque, y con él, el ocasional crujido del hueso bajo los dientes del
duende.
"¿Por qué tienes tanto miedo?" Preguntó Codicia. "Sabes que los duendes hacen esto".
"Pero..."
"Sabes lo que le pasa a la gente que es asesinada por los monstruos. Se los comen. Los
humanos son un manjar para esas criaturas. Especialmente los niños humanos".
"¡Ya basta! Lo entiendo. Lo sé. Esto es... Es sólo que es la primera vez que lo veo".
Sí, lo sabía. Sabía que los monstruos comían humanos. Pero imaginarlo en mi cabeza y
verlo pasar frente a mí eran dos cosas completamente diferentes. Ser testigo de un acto tan
visceral fue un impacto mayor del que esperaba. Aun así, me armé de nervios y seguí
observando al rey duende, absorto en su comida.
Si iba a acabar con este rey, tenía sentido atacar por la espalda. Apuntar al punto ciego del
enemigo era una estrategia básica, aunque no había ningún lugar donde esconderse en este
campo abierto de flores.
Me moví de árbol en árbol, de cobertura en cobertura, vigilando al rey duende hasta que
llegué a una posición directamente detrás de él. El monstruo estaba de espaldas a mí, y el
árbol lo ocultaba casi por completo. Desde mi posición, sólo podía ver su hombro, que
asomaba por el lado del árbol.
"Lento y constante desde aquí", dijo Codicia.

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"Sí".
Moviéndome con cuidado, me adentré en el campo de flores. Como era de esperar, el rey
duende seguía concentrado en su comida. La ansiedad hizo que mi corazón latiera
rápidamente en mi pecho, y me concentré en mantener mi respiración tranquila y silenciosa.
Finalmente, llegué al árbol marchito. El húmedo masticar del rey duende resonó en mis oídos.
"¡Fate, ahora!" La señal de Codicia llegó fuerte y clara a través de mi Telepatía.
Hice caer la hoja de la espada negra sobre el hombro del rey duende. Con mi primer ataque,
separé su brazo del tamaño de un tronco de su cuerpo.
Me relajé por un momento, pensando que mi golpe preventivo había sido un éxito, pero la
voz de Codicia me devolvió la atención.
"Todavía no está muerto, Fate. Retrocede".
Me precipité hacia atrás mientras el rey duende levantaba su garrote y lo hacía caer a través
del árbol marchito. Se estrelló contra el lugar donde yo estaba. La fuerza del golpe hizo que el
garrote se clavara en la tierra, y las rocas volaron en todas direcciones. Un golpe directo como
ese, y yo habría estado muerto.
"Eso estuvo cerca. Gracias".
"No bajes la guardia todavía. ¡Aquí viene!"
El rey duende rugió y levantó su garrote en alto. La sangre brotó de la herida abierta que
antes era el brazo derecho del monstruo.
Estaba preparado para esquivar el golpe cuando Codicia habló. "Cree en mí, Fate. Un
garrote como ese no es nada para mi fuerza".
"¡En ese caso...!" Puse mi fe en Codicia, di un paso al frente, y corté con la espada negra
en un destello de luz.
La hoja de Codicia era afilada, y el garrote del rey duende cayó al suelo, cortado por el
mango. Pero a partir de ahí no podía aflojar. Salté en el aire con Codicia levantada por encima
de mi cabeza. El rey duende rugió al caer de rodillas y le amputé la mano que le quedaba al
monstruo.
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Incluso roto y derrotado, el rey duende me miró con desprecio mientras le clavaba a Codicia
en la cara. Clavé la espada cada vez más profundamente hasta que sentí la asquerosa pulpa
de carne alrededor de mi muñeca, y entonces clavé aún más. Por fin, liberé la espada y sacudí
la sangre fresca del rey duende de la hoja negra.
Habilidad Gula activada. Las estadísticas aumentaron: Vitalidad +21.000, Fuerza

+24.000, Magia +5.230, Espíritu +4.560, Agilidad +11.200. Habilidad añadida:
Regeneración de salud
Aquella había sido una verdadera batalla con un enemigo de igual nivel, más tensa que
cualquiera que hubiera vivido antes. En el caos del combate, la sensación siempre presente
de que podía morir en cualquier momento había palpitado en mi interior. Por lo tanto, la victoria
se produjo con una sensación de logro, de supervivencia, de victoria, como nunca antes había
conocido. ¿Era éste el verdadero placer de la caza de monstruos?
La batalla estaba ganada, y caí de rodillas, con el cuerpo liberado de su nerviosa adrenalina.
"Lo has hecho bien", dijo Codicia. "Y tus estadísticas crecieron muy bien, lo que significa
que podemos liberar mi Primer Nivel".
"¿Primer nivel?"
"Mi nueva forma. Los portadores de la espada negra pueden concederle nuevas formas a
cambio de un sacrificio de estadísticas. ¿Qué te parece? ¿Quieres probar?"
"¿De cuánto sacrificio estamos hablando?"
"Nuestro punto de inicio fue cuando me recogiste por primera vez. Si sacrificas todas las
estadísticas que has ganado desde ese momento, puedes despertar el Primer Nivel".
En otras palabras, después de todo el trabajo que había hecho para ser más poderoso,
tenía que volver al punto de partida para fortalecer la Codicia. Además, tendría que sacrificar
aún más estadísticas para desbloquear el segundo y tercer nivel.
Sin embargo, la Codicia me dejó claro que podía elegir... de alguna manera.
"Cuando mi portador alcance un determinado nivel de estadísticas, deberá despertar mi

primer nivel o renunciar a su derecho a manejarme".
En otras palabras, hacía a Codicia más fuerte o renunciaba a él.
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"¿Y tengo que elegir ahora...?"
"Sí. Mientras me manejes, es inevitable, como el hambre de tu Gula".
Le pregunté a Gula cuánto de mi poder pretendía tomar.
"Soy tan codicioso como mi homónimo, y tomaré todo lo que pueda. Ahora toma tu decisión.
Nos hacemos más fuertes juntos, o tú te haces más fuerte solo. Elige. Pero que se sepa: mis
niveles superiores no decepcionarán".
No había nada más que sopesar. Codicia era mi única compañera, y si nos hacíamos más
fuertes juntos, no había nadie en quien pudiera confiar más.
"Lo entiendo. Hazlo".
"No te arrepentirás. Allá vamos".
Fue como si mis palabras hubieran firmado el contrato. Codicia comenzó a brillar. Al mismo
tiempo, sentí que el poder se drenaba de mi cuerpo. Cuando el brillo se desvaneció, encontré
un arco negro en mis manos.
"Esta es la forma del Primer Nivel. Ahora puedes manejarme en dos formas: la espada de
una mano y este arco negro".
Utilicé Identificar para comprobar mis estadísticas. Como era de esperar, después de
sacrificar todas las estadísticas que había ganado, volvía a estar como cuando nos conocimos
Codicia y yo.
Fate Graphite, Lv 1
Vitalidad: 121
Fuerza: 151
Magia: 101
Espíritu: 101
Agilidad: 131
Habilidades: Gula, Identificar, Telepatía, Ocultar, Técnica de la espada a una mano,
Técnica de la espada a dos manos, Aumento de la fuerza (bajo), Aumento de la vitalidad
(bajo), Aumento de la vitalidad (medio), Regeneración de la salud
Sin embargo, mis habilidades se mantuvieron.
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Capítulo XI – Un Breve Respiro
La forma de gran arco negro proyectaba un arco elegante. A pesar de su aspecto robusto,
era bastante ligero. Codicia llamó a esta forma el arco negro.
"Oye, Codicia. No tenemos flechas. ¿Voy a tener que comprarlas?"
"No es necesario. Este es un arco mágico. Hace flechas con energía mágica. Y resulta que
tenemos una oportunidad perfecta para que lo pruebes. Un hobgoblin te está apuntando desde
esos árboles a tu izquierda".
Me giré hacia la izquierda justo cuando una flecha asquerosa y apestosa pasó volando por
delante de mi cara. Si no me hubiera movido, la flecha literalmente de mierda me habría
matado. ¡Podría habérmelo dicho antes!
Las flechas de mierda sólo significaban una cosa: un arquero hobgoblin. O, como los
aventureros locales llamaban a la peligrosa criatura, u n tirador de mierda.
Parecía que mi batalla con el rey duende había despertado a éste. Como atacaba a
distancia, no podía enfrentarme al arquero hobgoblin con un arma de corto alcance. Para
colmo de males, cualquier golpe de este monstruo debilitaría mis estadísticas.
Este era un trabajo para mi nueva arma, el poder despertado de Codicia: el arco negro.
Huí de las flechas de mierda y me puse a cubierto detrás del cadáver del rey duende.
"Está demasiado oscuro. No puedo averiguar desde dónde está disparando el arquero",
dije.
"No hay problema. Si conoces la ubicación aproximada de tu enemigo, la flecha mágica se

dirigirá a él. Es seguro incluso para los novatos. Sólo tienes que disparar la flecha y verla volar".
Nunca había usado un arco, pero parecía que eso no importaría. Confirmé que las flechas
venían de entre dos árboles en la distancia; el hobgoblin probablemente se escondía en algún
lugar de esa zona. Desde lo alto del cadáver del rey duende, tiré de la cuerda del arco hacia
atrás. Al hacerlo, una flecha negra se formó y se colocó en la cuerda.
Así que estas son las flechas mágicas de las que hablaba Codicia.
Entonces, sin apuntar bien, solté la cuerda del arco.
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La flecha voló por el aire, corrigiendo su curso en el aire mientras desaparecía entre los
árboles donde se escondía el hobgoblin
Magia +110, Espíritu +110, Agilidad +350. Habilidad añadida: Visión nocturna
La voz metálica resonó en mi cabeza. El hobgoblin estaba acabado, y con tan poco
esfuerzo. Este arco iba a ser extremadamente útil. Mientras las flechas no fueran interceptadas
de algún modo, podría hacer cien disparos y no fallar ni uno solo.
Había oído hablar de monstruos con magia que atacaban a larga distancia. Acercarme a
ellos sólo con la espada negra habría sido como meter la mano en un avispero. Pero con el
arco negro, podía luchar contra ellos. Mientras siguiera cazando en solitario, la supervivencia
significaba que tendría que ser versátil y aprender a adoptar múltiples enfoques por mí mismo.
Cuantos más ases en la manga, mejor.
También fue una suerte que hubiera absorbido la habilidad Visión nocturna del arquero
hobgoblin caído. Con ella, el paisaje nocturno volvía a ser tan claro como lo hubiera sido bajo
el sol del mediodía. Esta habilidad me facilitaría el progreso en mis cacerías nocturnas.
Satisfecha mi hambre, era hora de volver a casa. Mientras echaba un último vistazo al
cuerpo del rey duende muerto, se me ocurrió una idea. Le corté las dos orejas. Como los reyes
duendes eran monstruos raros, se podía ganar una buena suma por ellos en el puesto
comercial. Si llevaba las orejas al puesto de venta yo mismo, llamaría demasiado la atención,
pero si se las pasaba a otra persona en secreto... como, por ejemplo, una donación a un
orfanato... nadie sospecharía nada.
En concreto, pensaba en el orfanato del barrio bajo cercano a mi antiguo tugurio, el lugar al
que había llevado a la niña después de salvarla de su secuestrador. Podría meter las orejas
del rey duende en una bolsa, escribir "donación" en ella y lanzarla por una ventana rota.
Un regalo de aquel que sufría de gula, aquel que conocía el verdadero significado del
hambre.
Con el dinero de esas orejas, las monjas podrían invitar a todos los huérfanos a un banquete.
Apuesto a que eso también haría feliz a la niña a la que había ayudado. Animado por esa
esperanza, atravesé el Bosque de los Hobgoblins y las Praderas de los Duendes, en dirección
al Reino de Seifort.
Todavía tenía trabajo que hacer antes de que terminara la noche.
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◇◇◇
Salió el sol de la mañana. Volví tranquilamente a la mansión Hart y a la cama de mi

habitación. Estaba completamente agotado. Al final, mi trabajo me llevó toda la noche.
Para empezar, una de las monjas del orfanato casi me había sorprendido con las orejas del
rey duende, aunque de algún modo logré escabullirme.
Después de eso, me dirigí a la tienda del Distrito Mercantil de alto nivel que había encontrado
antes. Cuando llegué allí, Rafale y sus hermanos aparentemente se habían ido, ya que las
cortinas de las ventanas estaban abiertas. Seguía teniendo curiosidad por saber por qué tantos
caballeros sagrados se habían reunido en secreto, así que decidí volver otra noche. Pero antes
necesitaría dormir un poco. Afortunadamente, la Dama Roxy me había dado el día libre para
hacerlo.
Mi cuerpo, agotado, había pasado por el desgaste: el hambre, la caza de duendes y todo lo
que siguió. Cerré los ojos y enseguida me tragó el sueño.
◇◇◇
Toc-toc.
Alguien llamaba a mi puerta. Me desperté al oírlo y me quedé boquiabierto al ver quién

entraba. Era la primera vez que entraba en mi habitación.
"¿Cómo te sientes?"
Era la Dama Roxy. Miré el reloj y me di cuenta de que era más de mediodía. Llevaba
bastante tiempo durmiendo. Roxy llevaba su armadura de luz blanca, lo que significaba que
había hecho tiempo durante el trabajo en el castillo para volver a ver cómo estaba. Pensar que
iba tan lejos sólo para cuidar de sus sirvientes... Era realmente amable.
Por suerte, había dormido tan bien que me había recuperado de las actividades de la noche.
"Estoy mucho mejor", dije.
"Me alegro de oírlo. Pero, por favor, no te excedas. Te he traído algo de fruta. ¿Te gustaría
probar un poco?" La Dama Roxy sacó un plato de una cesta que llevaba. Estaba lleno de
deliciosas uvas más grandes que la uña de mi pulgar. "Se cultivan en la finca de la familia Hart,
al norte. Llegaron a la mansión esta mañana".
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"Se ven increíbles. ¿La familia Hart es conocida por sus viñedos?"
Ya había escuchado de los otros sirvientes que las vides de los Hart eran famosas, pero me
pareció prudente actuar como si no lo supiera. La Dama Roxy tenía una mirada como si
estuviera deseando que yo preguntara por ello.
"¡Sí que lo es! También somos conocidos por nuestro vino. Las uvas que se sirven con las
comidas de la mansión son de nuestros viñedos. Son absolutamente hermosas. Pienso volver
a la finca en un futuro próximo. Podemos ir juntos, si quieres".
"¿¡Estaría bien!?"
Si la finca de la familia Hart cultiva uvas tan perfectas, debe ser un lugar realmente hermoso.
Quería verlo yo mismo. Y si mi maestra me invitaba, no podía negarme. Estuvimos un rato

sentados en mi cama, cogiendo uvas del plato, hasta que llamaron de nuevo a la puerta,
seguidos de una voz.
"Dama Roxy, es hora de que vuelva a sus obligaciones".
La voz pertenecía a una mujer joven, la más seria de las sirvientas de la Dama Roxy, su
secretaria. Era la jefa de los sirvientes y era bastante amable, pero era estricta con la
puntualidad. Siempre me reprendía por mi falta de ella. Por su parte, la Dama Roxy se limpió
apresuradamente la boca con su pañuelo.
"Oh, debo volver al trabajo. Sírvete el resto de las uvas, ¿de acuerdo? Adiós". Saludó con
un tímido y delicado gesto y se marchó.
Desde que heredó las responsabilidades de su padre, la Dama Roxy había estado
implacablemente ocupada. El criado principal me dijo que, entre las cinco estimadas familias
de Seifort, Dama Roxy era oficialmente la cabeza de familia más joven. Como tal, sus
habilidades y su nivel estaban muy por debajo de los de sus nuevos compañeros, y se
encontraba con una lucha tras otra.
Era el tipo de dificultades que conlleva ser del más alto rango. Un campesino como yo, sin
autoridad ni influencia alguna, vivía en un mundo totalmente distinto.
Si pudiera llegar a esos rangos de alguna manera... ¿Podría aliviar las cargas de la Dama
Roxy? Un pensamiento imposible.
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Para ahuyentar mis sentimientos de impotencia, decidí dirigirme a mi antiguo bar. Hacía
tiempo que no me dejaba ver. Pensé que al menos debía hacer saber al dueño que estaba
vivo. Seguramente pensaba que estaba muerto por el exceso de trabajo en la guardia de
Vlerick. Además, hoy era mi día libre. Tal vez la Dama Roxy me regañaría por ello más tarde,
pero sentía que me había ganado el derecho a unas cuantas copas.
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Capítulo XII – Rumores En El Bar
Me cambié y me dirigí a la salida, diciendo a los otros sirvientes que me sentía mejor y a
dónde iba. Eran buenas personas y me dijeron que saliera y disfrutara. Incluso prometieron
guardar el secreto a la Dama Roxy.
Salí del Distrito de los Caballeros Sagrados hacia el Distrito de los Mercaderes. Era poco
más de mediodía, así que tenía tiempo para matar antes de que abriera el bar. Sin embargo,
no pude hacer ninguna compra real. Todavía no había recibido el pago por mi trabajo en la
mansión Hart, así que sólo tenía una moneda de plata y veinte de cobre a mi nombre. También
necesitaba ahorrar algo de dinero para las bebidas. Por lo tanto, me dirigí una vez más a los
mercadillos de los callejones donde había encontrado a Codicia por primera vez.
En aquel entonces, con mis sucias ropas de retazos, aquel arrogante tendero ni siquiera me
había dado la hora. Ahora que era un sirviente de la familia Hart, y que vestía como tal, nadie
me trataría como una molestia.
Pasé de puesto en puesto, buscando gangas. Resultó que Identifícate era extremadamente
útil para este tipo de cosas. Ni siquiera necesitaba un ojo entrenado para la calidad; podía ver
literalmente el valor de cualquier artículo. Con esto, pensé que tal vez podría comprar artículos
de alta calidad a bajo precio y revenderlos para obtener beneficios... Pero luego me di cuenta
de que eso no funcionaría porque no tenía ningún lugar donde vender nada, y mucho menos
clientes.
Dejando a un lado esos pensamientos, tomé un elegante cuadro en la mano y usé Identidad
en él.
"¡Vaya, esto es increíble!" grité. "Este tipo ha hecho un trabajo fantástico recomponiendo un
plato roto. ¡Ni siquiera se nota! Parece que los otros platos también son iguales".
El dueño del puesto me miró fijamente. Había estado regateando con un cliente justo a mi
lado. Parece que el cliente también me oyó, porque le devolvió el plato que iba a comprar al
dueño de la tienda con rabia. Entonces los dos empezaron a discutir.
"¡Me has engañado!"
"¡No he engañado a nadie!"
Fue... más que un poco incómodo, así que me escapé de nuevo a la calle antes de que me
metieran en todo el lío.
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"Vaya, vaya. Casi nos metemos en agua caliente".
"Tienes que tener más cuidado", me reprendió Codicia. "Los comerciantes odian a la gente
que anda por ahí usando Identificar".
"¿Por qué no regañas al sucio comerciante que engaña a la gente con sus mentiras?"
"Ah, pero la verdad no siempre pone comida en la mesa. A veces el fin justifica los medios".
Este tipo de deshonestidad parecía común entre los comerciantes del mercadillo en apuros.
De todos modos, dejé atrás esa tienda y seguí rebuscando entre los puestos en busca de
gangas. Entonces encontré algo realmente interesante en una estantería repleta de sombreros
y cascos. Era aterrador, pero algo en él me atrajo. Lo tomé en mis manos y usé Identificar.
Máscara de calavera
Durabilidad: 20
Oculta la identidad del portador a los demás haciéndole parecer un extraño.
¡Esto sí que podría ser útil!
Parecía que Codicia estaba de acuerdo. "Has encontrado algo muy especial. Esta es una
pieza encantada de equipo hecho para mascaradas. Es una antigüedad, pero con un poco de
magia, aún funcionará".
Cuarenta monedas de cobre. Tampoco es demasiado caro. Necesitaría la máscara para

cazar monstruos. Pronto me dedicaría a ello casi todas las noches, y si iba sin máscara, los
aventureros acabarían por identificarme. La capacidad de disfrazarme sería fundamental para
ocultar quién era mientras comía.
Le di cuarenta monedas de cobre al viejo mercader del puesto, envolví la máscara en un

trapo y me la metí en la camisa. Había hecho un valioso hallazgo. Por supuesto, en un reino
del tamaño de Seifort, de vez en cuando aparecían objetos raros en los mercadillos. Sería una
buena idea acostumbrarse a pasar por allí en busca de alguna ganga.
En cualquier caso, era hora de ir al bar. Un poco más de tiempo en los mercados, y
probablemente encontraría otra cosa para chupar mi dinero.
◇◇◇
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Cuando entré en el bar del barrio, lo encontré abarrotado de hombres desaliñados y
despojados. ¿Qué hacían todos ellos bebiendo a estas horas de la tarde? El bar siempre había
estado vacío a esta hora. Pero cosas más raras habían sucedido, así que me dirigí a mi antiguo
rincón en la barra.
Mi lugar habitual era el único asiento que seguía vacío. En la barra, frente al asiento,
encontré una sola flor en una taza. Mientras me sentaba, intenté averiguar qué era.
Una voz me llamó. "Eh, no puedes sentarte ahí. Ese lugar pertenecía a uno de nuestros
clientes habituales, antes de que..."
Era el camarero, que se acercó, me miró a la cara y lanzó un grito ahogado.
"¿¡Estás vivo!? Estaba convencido de que estabas muerto".
Eso explicaba la flor, entonces. El camarero había considerado mi ausencia durante la

última semana como una señal de qu e los Vlericks habían acabado conmigo.
"Vivo y bien, como puedes ver", dije. "¿Está bien si me siento aquí?"
"¡Por supuesto, por supuesto! Siéntate, por favor".
Moví la flor a un lado y tomé mi lugar. "Camarero, una botella de su mejor vino y algo de
comida para acompañarlo, por favor".
"Eh, espera un segundo", dijo. "Un minuto creo que estás muerto y al siguiente vuelves rico.
¿Cuál es la historia?"
"Nuevo trabajo, amigo mío. Por eso estaba fuera; estaba aprendiendo mis nuevas
responsabilidades".
"Ya veo. Bueno, me alegro. De verdad, lo estoy".
El camarero desapareció en la cocina, enjugando algunas lágrimas mientras se iba. Volvió

poco después con un vaso lleno de vino y un enorme pescado en salsa meuniere.
"Para celebrar tu nuevo trabajo, esta noche comerás a mitad de precio", dijo.
"¿Estás seguro?"
"¡Por supuesto! Por los años que nos conocemos".

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No tenía ni idea de que el camarero sintiera tanta camaradería por mí. Me hizo agradecer
que hubiera venido. Me puse a comer pescado y pregunté por qué el local estaba tan lleno.
"Estos tipos son todos aventureros", dijo el camarero.
Al principio, pensé que todos tenían el día libre. El trabajo de los aventureros era diferente
al de los trabajos normales porque tenían que adaptar sus cacerías al comportamiento de los
monstruos. Naturalmente, trabajaban en horarios irregulares. A veces los monstruos no salían
si llovía, y otras veces los aventureros tenían que esperar a un monstruo más violento de lo
habitual porque estaba en celo.
Pero no parecía que ninguna de esas cosas estuviera ocurriendo hoy.
"Por lo que he oído, estos aventureros salieron en busca de duendes esta mañana, y todo
lo que encontraron fue un cementerio", dijo el tabernero. "Cadáveres de duendes esparcidos
por todas partes. ¡Todos ellos con sus orejas, también! Y todo ello abandonado en el suelo.
Así que estos aventureros obtuvieron un buen beneficio sólo cosechando orejas. Es un mundo
extraño, te digo".
"Ah, ¿es así?" Dije con una risa nerviosa.
Casi escupí mi vino. Estaba describiendo las consecuencias de mi pequeña aventura. Pero
estaba bien, ¿no? No era como si hubiera hecho algo malo.
"¿Pero sabes qué?", dijo el camarero, con el rostro sombrío.
"¿Qué?"
"Bueno, el problema es que ¿qué mató a esos duendes? Es muy probable que haya sido
un monstruo perdido que llegó de otra región".
"¿¡Un monstruo extraviado!?"
El tabernero había escuchado esto de los aventureros, también. En efecto, me estaban

llamando monstruo perdido. Parecía que mi expedición de caza de duendes podría haber
estado menos libre de consecuencias de lo que esperaba.
"Sí, sucede una vez cada diez años más o menos. Por eso han llamado a los caballeros
sagrados. Y me alegro de que lo hayan hecho. Nos tranquiliza a todos los demás, ¿sabes? Al
menos se acabará tarde o temprano".
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Al parecer, si un monstruo desconocido aparecía cerca de los caminos del reino, los
mercaderes y comerciantes ambulantes ponían en pausa sus entregas; no querían morir,
después de todo. Como resultado, el flujo de mercancías y productos en el reino se ralentizó,
por lo que los precios subieron, y la gestión de un bar se hizo mucho más difícil.
Esto fue culpa mía. Aun así, no podía simplemente dejar de cazar. Y ahora tendría que lidiar
con un caballero sagrado en patrulla, tal vez algo peor.
"Entonces, ¿qué caballero sagrado han puesto a cargo?" Pregunté.
"He oído que es uno de esos Vlericks que tanto te gustan. El hijo del medio, Hado. Todavía
no tiene ninguna experiencia de batalla en Galia, así que lo pusieron en esta investigación de
la liga de novatos para ayudar a construir su nombre".
Ante la mera mención de los Vlericks, clavé el tenedor en mi pescado. Pensar que un
caballero sagrado de una de las familias más estimadas iba a meter las narices en mis
asuntos... Me sentí un poco como si hubiera saltado de la sartén al fuego. Apuré mi vaso de
vino para enfriar mi cabeza.
"En realidad, hace poco escuché otra historia extraña", dijo el camarero.
"¿Y cuál era?"
"¿Conoces el orfanato de los barrios bajos que hay cerca de tu casa? Unas monjas estaban
rezando un poco antes de que amaneciera cuando una bolsa manchada de sangre atravesó
la ventana. Aterrizó justo delante de una de las monjas y se desmayó en el acto. Al principio,
las monjas piensan que se trata de u na horrible broma. Salieron corriendo, pero quien lo hizo
ya se había ido".
Espera, ¿está hablando de...?
El tabernero se agarró el estómago y se rió. Ajeno a la mirada tensa de mi cara, continuó.
"No, espera, hay más. Las monjas están furiosas, ¿verdad? Están horrorizadas. Y van a
tirar la bolsa cuando se percatan de lo que está escrito en el lateral. Dice: "una donación". Así
que nerviosas, cautelosamente, abren la maldita bolsa y encuentran un par de orejas de rey
duende. ¡De repente, las monjas lloran de alegría! He oído que todavía están buscando a quien
les dio ese regalo".
Y ese... también era yo. Sin duda, ese era yo. Sólo podía esperar que la niña del orfanato
se llevara una buena comida. Y ahora las hermanas también me buscaban a mí, aunque eso
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no sería un problema mientras no me pillaran. Al menos sería más fácil ahora que tenía la
máscara de calavera.
"Es una historia muy interesante", dije. "Ahora, camarero, otra copa de vino, por favor".
Mientras mantuviera la calma, nadie se enteraría de nada. Así que bebí mi vino y comí mi
comida.
Y la comida estaba deliciosa.
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Capítulo XIII – La Inspección De Roxy
Habien pasado unos días desde mi visita al bar, y me había acostumbrado a mi doble vida.
De día era sirviente de la familia Hart, y de noche cazaba duendes para saciar mi gula con
nuevas almas.
Al mismo tiempo, me preocupaban cada vez más los movimientos de Rafale y sus
hermanos. Vigilé la tienda de alta gama en la que los vi entrar aquella noche en numerosas
ocasiones, pero Rafale no volvió a aparecer, ni tampoco los otros caballeros sagrados. Quizás
su lugar de encuentro había cambiado. No tenía ni idea de lo que estaban planeando, pero
poco más podía hacer que limitarse a vigilar por ahora.
Podría haberle contado a la Dama Roxy lo que había visto, pero lo único que podría decirle
era que Rafale estaba haciendo algo sospechoso. Esa era una información con poco valor.
Ella ya sabía que los Vlericks siempre estaban tramando algo malo; lo que importaba era
descubrir exactamente qué.
Después de unos días de vacilación, tomé una decisión. Por mucho que me preocupara, no
conseguiría nada intentando sacar respuestas de la nada. Si quería información, tenía que
preguntar a alguien relacionado con el grupo.
Afortunadamente, resultaba que -gracias a mis escapadas de caza en las Praderas de los
Duendes y el Bosque de los Hobgoblins- el segundo hijo de la familia Vlerick estaba cazando
al monstruo responsable. Así que, vestido con mi túnica negra con capucha y mi máscara de
calavera, me convertí en el monstruo desenfrenado que aterrorizaba a los aventureros. Con el
tiempo, pensé, incluso se les ocurriría un nombre para mí.
Reflexioné sobre la mejor manera de atraer a Hado Vlerick mientras cuidaba el jardín,
haciendo mis tareas de aprendiz. Hacía un día precioso, un tiempo perfecto para recortar el
césped. El día anterior no habíamos podido hacer nada por culpa de la lluvia, así que
estábamos intentando compensarlo.
Desde el amanecer, había estado trabajando en el césped bajo la dirección de los jardineros
jefe. El césped de la mansión Hart era inmenso y la hierba estaba llena de vida. En pocas
semanas, una parcela determinada crecía erizada y descuidada, por lo que nuestro lugar de
jardinería cambiaba en una rotación semanal. Esta semana era el césped del sur, la siguiente
el del este, la siguiente el del norte... El trabajo era interminable.
Tenía que recorrer un largo camino antes de poder podar los árboles de la mansión. Al
mediodía, los jardineros principales me habían dejado con mis tareas asignadas y habían
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vuelto a su propio trabajo, y yo estaba solo. Seguí podando el césped en silencio hasta que vi
una figura cerca de la puerta trasera de la mansión.
"¿Es... es quien creo que es?"
Lo era. No hay duda, la figura era definitivamente la Dama Roxy. Se escabullía por la puerta
trasera como si no quisiera ser vista. Su ropa también era diferente a la habitual. La mayoría
de las veces, la Dama Roxy lucía una figura galante con su armadura de caballero sagrado,
pero hoy iba vestida como cualquier joven de la ciudad. ¿Qué estaba haciendo, luciendo como
una plebeya? La alcancé mientras se escabullía.
"¡Que tenga un buen día, Dama Roxy!" Le dije.
Sólo pretendía ofrecerle un saludo cortés como sirviente a su maestra, pero la Dama Roxy
saltó por los aires con un chillido de sorpresa. Se giró y suspiró aliviada cuando se dio cuenta
de que era yo.
"¡Ah! ¡Me has dado un gran susto, Fay!" Sus mejillas se hincharon en un mohín.
"¿Qué está haciendo, la Dama Roxy? Te ves un poco... diferente..."
"Estos son... Bueno, a veces sólo quiero relajarme... Espera. No. Esto es para una
inspección de alto secreto. A veces, me visto como una chica normal para poder estudiar cómo
vive la gente normal de cerca".
Vaya. Era propio de la Dama Roxy idear un plan tan brillante como ese. Ningún otro
caballero sagrado haría algo así. Ella realmente era única.
"Esa es una idea maravillosa. Bueno, no quiero entorpecer tu camino, así que volveré al
trabajo. Disfruta de tu día".
Intenté volver al césped, pero la Dama Roxy me ordenó que me detuviera. Bueno, más
exactamente, se acercó por detrás de mí y me agarró del cuello de la camisa.
"¡Fay, espera! Acabo de tener otra idea maravillosa".
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Dama Roxy podría haber dicho "maravilloso", pero también parecía una niña a la que se le
acaba de ocurrir una broma fantástica. Estaba un poco dudoso sobre el cociente de maravilla
de esta idea suya.
"Eh... ¿sí, Dama Roxy?"
Ella adoptó una pose desconcertante y coqueta y dijo: "¡He hee! Es alto secreto. Te voy a
dar una misión de alto secreto, Fay".
"¿Qué?"
Dama Roxy estaba alarmantemente guapa, aunque estaba claro que no utilizaba esa pose
a menudo. Aun así, me quedé sin palabras. ¿Una misión secreta de un caballero sagrado?
¿Era yo capaz de eso? Apenas podía cortar la hierba.
Al ver mi desconcierto, la Dama Roxy volvió a hacer su pose y habló. "¡Te unirás a mí en mi
inspección del pueblo! Usarás tus habilidades y experiencia para ser mi escolta".
En mi corazón, escuché el eco de mi respuesta anterior. ¿Qué?
¿Podría hacer eso? ¿Podría escoltar a una mujer? Nunca había hecho nada remotamente
comparable desde el día en que nací. Y cuando recordé que era a la Dama Roxy a quien
acompañaría... ¡El nivel de dificultad era demasiado alto! No creo que pueda seguir viviendo
si no cumplo con sus expectativas. Me quedé inmóvil, incapaz de responder.
Dama Roxy me agarró la mano con impaciencia. "Bueno, vámonos. Si nos quedamos aquí
mucho más tiempo, seguro que nos descubren".
"Por favor, espera. Todavía tengo mis deberes... Los jefes de jardinería se enfadarán si
eludo mis responsabilidades".
"Eso no será un problema. Se me ocurrirá una razón para cubrirte más tarde, y se lo diré yo
mismo. ¿Ves? Problema resuelto".
Esta versión de la Dama Roxy en la ciudad era terriblemente prepotente, sobre todo por la
forma en que pretendía involucrarme en sus planes.
Pero espera, ¿es esto lo que siente por conocer la realidad de la gente del reino? Si ese es
el caso, mi trabajo es hacer todo lo posible para apoyarla.
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Sí, la ayudaré a entender la vida de la gente común para que pueda usar ese conocimiento
para protegerla mejor.
"Entiendo, Dama Roxy. Haré... ¡haré todo lo posible!"
"¿¡De verdad!? ¡Oh, esto va a ser muy divertido! ¡Vamos!"
"¡Está bien!"
Salimos por la puerta trasera, avanzando con cuidado para no ser descubiertos. Dama Roxy
se movía como una verdadera profesional. Tuve la sensación de que esta no era su primera
excursión.
"Dama Roxy", dije. "¿Haces este tipo de cosas a menudo?"
"Uh... Yo... Nooo. No, no lo hago tan a menudo".
"¿De verdad?"
¿Qué pensarían los demás sirvientes si supieran que la Dama Roxy se disfrazaba
regularmente de plebeya y salía a hacer esas supuestas "inspecciones"? Ella era la jefa de la
casa de Hart. Tenía que haber problemas con alguien de su rango que hiciera tales cosas.
Como si percibiera mi preocupación, la Dama Roxy me miró con severidad. "Fay, no puedes
contarle esto a nadie. A nadie. Especialmente a ella".
"¿Ella...? Ohhh. Bien, lo entiendo".
Se refería a la mucama principal que dirigía el personal de la casa, la joven que hacía las
veces de secretaria. Alguien tan seria y comprometida se pondría furiosa al ver que la Dama
Roxy salía de la mansión vestida como una persona normal y corriente. Intentaría por todos
los medios impedirlo.
"Sí", dije. "Si se enterara, probablemente diría algo así como: "¡Por favor, mi Dama, ¡atienda
a las normas de su cargo!". Fingí que me subía un par de gafas por el puente de la nariz, algo
que la jefa de los sirvientes hacía siempre.
Dama Roxy se tapó la boca y soltó una carcajada. "¡Deja de hacer esas imitaciones
inmediatamente! Vamos a delatar nuestra posición".
"Lo siento, Dama Roxy, creo que me he dejado llevar un poco".

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"No pasa nada. Ahora, salgamos del Distrito de los Caballeros Sagrados. Cuanto antes,
mejor".
Seguimos moviéndonos, escabulléndonos a medida que avanzábamos. De repente, la

Dama Roxy me arrastró a un pequeño callejón. Me atrajo en un fuerte abrazo; gracias a sus
abrumadoras estadísticas, quedé atrapado en sus garras. No podía mover ni un músculo.
Además, con el contacto de nuestras pieles, mi telepatía se activó.
"Él... todavía está luchando. Tendré que sujetarlo más fuerte".
¿Qué pensaba hacerme en las sombras de este callejón?
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"Fay, cállate", dijo la Dama Roxy, cortando mis pensamientos adormecidos. "Las sirvientas
de la mansión vienen hacia aquí".
Miré hacia donde la Dama Roxy asentía. Dos jóvenes doncellas charlaban mientras se
paseaban en nuestra dirección. Ni siquiera me había fijado en ellas. Hay que admiti r que estaba
un poco emocionado; estaba en una misión secreta de dos personas con la Dama Roxy, a la
que admiraba y consideraba importante. ¿Quién no habría estado encantado? Pero esta
misión era una responsabilidad importante, así que me concentré y observé a las sirvientas
pasar. Si no podía superar mis pensamientos extraviados, nunca completaríamos nuestra
misión.
"Eh... ¿Dama Roxy? Creo que ya puede dejarme ir".
"¿Qué? ¿Ya?"
"Qué pena. ¿Pero quién es un buen chico? Fay es un buen chico".
Con eso, la Dama Roxy me frotó suavemente la cabeza, aunque no necesitaba sostenerme
más. Las criadas ya habían entrado en la mansión. ¡Esto era innecesario! Finalmente, mi
petición tácita pareció llegar a la Dama Roxy, y me soltó con un mohín de insatisfacción.
"Bien, bien. Ahí tienes", dijo con un toque de fastidio mientras seguía caminando.
¿Había hecho algo malo? Corrí tras ella. "¡Dama Roxy, espere!"
Algo en ella hoy era muy diferente a lo habitual.
"De acuerdo", dijo la Dama Roxy. "¡Deja eso ahora mismo!"
"¿Qué pasa, Dama Roxy? ¿Qué pasa? ¿Dama Roxy?"
"¡Eso! ¡Deja eso! ¡Déjalo! Si sigues llamándome 'Dama Roxy', ¡descubrirás nuestra
identidad!"
"Oh. Ohhh."
¡Mi primera metedura de pata! La Dama Roxy se había tomado todas estas molestias para
disfrazarse, pero si la llamaba por su nombre y título, todo sería en vano. En ese caso... ¿cómo
debía dirigirme a ella?
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"De acuerdo, de acuerdo", añadió. "¡Deja de mirarme como si fuera un cachorro perdido!
Puedes llamarme... ¡Lexie! Y nada de 'Dama', tampoco. Así que nada de 'Dama Lexie'. Ahora
mismo, soy una chica normal y corriente".
Hablaba con tanta seguridad y poder. Nunca había visto a una "chica normal" con su gran
aura de dignidad. Me pregunté si debía decir algo al respecto, pero lo pensé mejor. La Dama
estaba muy animada; hacía mucho tiempo que no la veía así. Desde que heredó el puesto de
su padre, se había esforzado al máximo. Con mi apoyo hoy, me atreví a esperar que pudiera
encontrar una calma más genuina.
Sin embargo, la mirada de la Dama Roxy -que claramente quería algo de mí- interrumpió
mis pensamientos. ¿Quería que la llamara por su nuevo nombre? Sí, tenía que ser eso.
"¿Nos vamos entonces, eh... Lexie?"
"Por supuesto".
Así que esto era lo que la Dama Roxy quería decir con "ser su acompañante". Acabábamos
de salir, pero tenía la sensación de que mis dificultades no h abían hecho más que empezar.
¿Saldría vivo de ésta? Estaba preocupado hasta los huesos, fuera de sí por la ansiedad.
Incluso con esa incertidumbre en mi corazón, mis piernas siguieron haciéndome avanzar junto
a la Dama Roxy.
Juntos, nos dirigimos hacia la puerta que nos sacaría del Distrito de los Caballeros Sagrados
y nos llevaría al Distrito de los Comerciantes.
◇◇◇
El guardián de la puerta estudió nuestras caras. "Pases de viaje, por favor".
Oh, no. Había dejado mi pase de viaje en mi habitación en la mansión. ¿Tendría que volver
a buscarlo?
Entonces la Dama Roxy sacó un papel de su bolsa y se lo mostró al guardián de la puerta.

Al verlo, se arrodilló.
¡Vaya! ¡Es un papel eficaz!
Por lo que pude comprobar, la Dama Roxy no llevaba un pase de viaje cualquiera. El mío
nunca habría obtenido ese tipo de reacción.
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"Vamos, Fay. ¡Rápido, ahora!"
"Oh, sí. Por supuesto".
Al parecer, el pase de viaje de la Dama Roxy también me permitía pasar por la puerta,
aunque no llevara mis papeles. Cuando pasé y alcancé a la Dama Roxy, le pregunté
subrepticiamente.
"Es el pase de viaje de más alto nivel", declaró con orgullo la Dama Roxy. "Cualquiera que
lleve uno recibe el mismo trato que un caballero sagrado. Impresionante, ¿no?"
Sin duda era impresionante, pero... ¿no delataba también el rango de Roxy? ¿No
estábamos en una misión de alto secreto? Aun así...
"Eres increíble, Lexie. Casi no puedo creer que tu pase tenga tanto poder".
"¿Verdad?"
Entramos en el Distrito Mercantil y evaluamos la zona.
"Fay, vamos a poner en práctica tus habilidades de escolta".
"Sí, por supuesto. Empezaremos por explorar el Distrito Mercantil".
Para ser sincero, no había pensado exactamente a dónde acompañar a la Dama Roxy. Sin
embargo, incluso sin un destino, no me pareció mala idea simplemente pasear. Lo único que
significaba mi deber de escolta era llevarla de un lado a otro hasta que señalara las cosas que
le interesaban. Eso se ajustaba más a la idea que tenía Roxy de una inspección que el hecho
de que yo intentara hacer de guía turístico.
Sin embargo, la Dama Roxy no se movió tan rápido como esperaba. Caminaba con la
dignidad de su posición, lo que probablemente era un hábito que había desarrollado cuando
aprendió a caminar. Además, como los caballeros sagrados eran los individuos de mayor rango
del reino, allá donde iban, la gente se apartaba de su camino. Pero cuando el Distrito Mercantil
estaba especialmente abarrotado -como hoy-, en las calles principales prácticamente había
que abrirse paso a empujones y codazos entre toda la gente. El paso majestuoso de la Dama
Roxy la preparó para una colisión inminente.
"He caminado tantas veces por esta calle, pero no me acostumbro a toda la gente", dijo la
Dama Roxy. "Hoy hay incluso más de lo habitual. Aunque tengamos cuidado, no podremos
pasar".
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"En ese caso, permíteme guiar el camino".
"¿Estás seguro?"
"Por supuesto. Soy tu escolta, ¿no?"
"¡Qué fiable!"
Por supuesto, ahora que lo había dicho, tenía que hacerlo. Sin embargo, con mis
estadísticas, no me derribarían. Podríamos abrirnos paso entre la multitud sin hacer volar a
nadie. La Dama Roxy me puso una mano en el hombro mientras íbamos, y sus pensamientos
fluyeron hacia mí.
"¡Ve, Fay! ¡Vamos! ¡Esto es divertido! Sigue adelante y el camino se abrirá".
Nos metimos en la parte más bulliciosa de la calle. Fue un trabajo duro vigilar a la Dama
Roxy mientras nos abríamos paso entre la multitud, pero me dio un placer especial ver lo
mucho que estaba disfrutando. El esfuerzo merecía la pena por su satisfacci ón, que podía oír
en sus pensamientos.
"Oh, ¿qué es eso?"
En ese momento, los pensamientos de la Dama Roxy se desvanecieron al tiempo que su

mano caía de mi hombro. Algo había llamado su atención. Pero me alegré; todo eso de
escuchar sus pensamientos me hacía sentir algo incómodo.
"¡Fay, ven a ver esto! Rápido".
"Oh, wow."
Frente a nosotros había una variedad de hermosas piedras colocadas a lo largo de una
mesa. El joyero había montado un puesto frente a su tienda. No eran las gemas de alta calidad
que se encuentran en el interior, sino una colección de piedras de precio modesto que la gente
del pueblo podía permitirse. Sin embargo, las piedras comenzaban en una moneda de plata,
por lo que eran ciertamente caras en lo que a mí respecta.
Los ojos de la Dama Roxy se iluminaron al contemplar las brillantes gemas. Sin embargo,
nunca la había visto llevar ninguna joya. La única imagen duradera de la Dama Roxy en mi
cabeza era la de ella con su armadura de luz blanca y su espada sagrada preparada. La Dama
Roxy que yo conocía no se adornaba con nada más.
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Pero quizás no es así como se ve a sí misma, pensé mientras la observaba con las piedras.
"Yo también soy una chica, ¿sabes?", dijo la Dama Roxy, un poco avergonzada. "¡Se me
permite mostrar interés por este tipo de cosas!"
Debió sentir el peso de mi mirada. Pero esta versión de ella, que tomaba estas hermosas
piedras en la mano para admirarlas, era nueva para mí. Siempre había pensado en la Dama
Roxy como alguien que vivía y respiraba por el camino de un Caballero Sagrado, pero en este
momento, no me pareció diferente a cualquier otra joven. Tal vez lo que era durante el día era
un papel que se obligaba a representar. Esperaba estar pensando demasiado.
Roxy me sonrió entonces y mis preocupaciones se disiparon. "Este lugar es maravilloso.

Bueno, ¿seguimos adelante?"
"¿Oh? ¿No vas a comprar nada?"
"No lo necesito".
Preguntándome si realmente era así, llamé a la Dama Roxy mientras empezaba a

marcharse. Todo lo que tenía en mis bolsillos eran diez monedas de cobre. Pero, ¿qué tenía
que perder? Apreté las monedas en el puño y miré a la chica del puesto.
"¿Puedo comprar algo con ellas?" pregunté.
La chica parecía no saber qué decir, pero luego dio una palmada como si tuviera una idea.
Desapareció dentro de la tienda y volvió con una caja de madera en la que había diez piedras,
cada una del tamaño de un puño.
"Nuestras joyas proceden de estos trozos de mineral", dijo. "Las rompemos para encontrar
gemas. A veces hay una dentro, y a veces no. Puedes tener una por tus diez monedas. ¿Qué
te parece?"
La chica estaba siendo generosa, pero no parecía un buen regalo para la Dama Roxy. Si el
mineral estuviera vacío, esencialmente le habría comprado una roca. Me sentí mal porque la
chica se había desvivido por mí, pero tenía que rechazarla. Abrí la boca para decirlo cuando
noté la alegría en la cara de la Dama Roxy.
"¿Vas... a comprar uno de esos para mí?"
"Yo... sé que no es mucho, pero... sería una muestra de mi agradecimiento. Ya sabes, por
salvarme de Rafael aquella vez".
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"¡No, estoy muy contenta! ¿Cuál debería elegir...?" La Dama Roxy parecía contemplativa.
"Sabes, creo que sería mejor que eligieras por mí, Fay".
La presión de la repentina responsabilidad era astronómica. ¡La Dama Roxy me estaba

pidiendo que eligiera una joya entre diez piedras! Y no había ninguna garantía de que
consiguiera una con algo que valiera la pena en su interior. Todo lo que tenía que hacer era
confiar en mi suerte.
Hm... ¡ésta!
Seleccioné una roca. Comparada con las demás, no era ni demasiado grande ni demasiado
pequeña.
"Esta, por favor".
"¿Estás seguro? Todavía puedes cambiar de opinión, si quieres".
Me hubiera gustado que la vendedora no hubiera dicho eso. Por fin me había decidido, y
ahora me estaba quitando los apoyos de encima. Tenía la sensación de que también se estaba
divirtiendo con mi situación.
Espera. Claro que sí.
Estaba tan en las nubes por estar con la Dama Roxy que había olvidado que tenía Identificar.
Podía usarlo para resolver todo el dilema en un santiamén. Para empezar, analicé el trozo de
mineral que acababa de pasarle a la chica. Parecía que la Dama de la suerte me había
sonreído.
"Sí", dije. "Esa es la roca que quiero".
"Bien, serán diez monedas de cobre. Espero que encuentres algo bonito".
Pagué y tomé el trozo de mineral en la mano. No estaba seguro de qué hacer. ¿Tal vez
podría atar una cinta alrededor de él antes de dárselo a la Dama Roxy? Entonces me di cuenta
de que ella ya estaba de pie con las manos extendidas, esperando. Parecía que quería la
piedra inmediatamente. La coloqué en su palma abierta.
"Toma", le dije. "Sé que es pequeña, pero es una muestra de mi gratitud. Gracias".
"No, no", dijo la Dama Roxy. "¡Gracias!"
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Parecía tan feliz con su mineral. Entonces, de repente, parecía tan dispuesta a abrirlo.
"¡Vamos a echar un vistazo dentro!"
"¿¡Vas a hacerlo aquí!?"
"¡Sí! ¡No puedo esperar hasta que vuelva a casa!"
La Dama Roxy aplastó hábilmente la roca con sus propias manos. Las estadísticas de un
caballero sagrado no eran ninguna broma. La chica del mostrador se quedó boquiabierta.
¡Claro que sí! Aquí estaba una chica aparentemente normal, haciendo con sus propias manos
lo que cualquier otra persona tendría que hacer con herramientas. Los únicos que podían hacer
algo así eran los caballeros sagrados. La observé con miedo, temiendo que Roxy nos
descubriera en cualquier momento.
"¡Fay! ¡Es una gema! ¡Hay una gema azul dentro!"
Ahí estaba. Una gema azul clara, tal y como predijo mi habilidad de identificación.
Nos chocamos los cinco para celebrarlo, y oí la alegría en el corazón de la Dama Roxy
parpadear en mí a través de la Telepatía. "Guardaré esto como un tesoro"
.
Envolvió la gema en un pañuelo y la guardó en su bolsa. Me alegré de verla feliz, y se lo
debía todo a Identificar.
La Dama Roxy estaba muy animada, y parecía tener una idea. "Este es un regalo realmente
maravilloso", dijo, "¡así que ahora me toca a mí hacer algo por ti! Me pregunto qué deberíamos
hacer...".
Me miró fijamente, sumida en sus pensamientos. Mientras esperaba, mi estómago retumbó.

Los ojos de la Dama Roxy se iluminaron al oírlo y sonrió con fuerza. Tuve la sensación de
saber qué idea se le había ocurrido.
"¡Siempre tienes tanta hambre, Fay! Vamos a comer algo delicioso".
Era una propuesta muy atractiva, y que no podía rechazar. ¡Qué ángel era mi Dama,
preguntándome qué quería comer!
Hm, ¿qué quiero...? ¿Carne, quizás? No, no. No puedo ser egoísta con esto.
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Entonces recordé que, durante el té un día, la Dama Roxy había dicho que adoraba el
pescado. En ese caso, conocía el lugar justo. Bueno, la verdad era que cuando se trataba de
pescado decente, sólo conocía un lugar: mi antiguo bar.
"Conozco un lugar", dije. "Su pescado es excelente".
"¡Suena perfecto!"
"Debo advertirte: es un lugar para gente de mi origen, así que es bullicioso, ruidoso y no
muy refinado o culto".
"¡Por qué, eso suena aún más perfecto!" La Dama Roxy se llevó las manos al pecho,
emocionada.
No era la reacción que esperaba, por no decir otra cosa. No estaba seguro de cómo
responder. "¿Eh?"
"Has olvidado nuestra misión, ¿verdad, Fay? También estamos aquí para observar la vida
de la gente del pueblo".
"Oh, claro. Lo estamos, ¿no? Espera... ¿qué quieres decir con "también"?"
"Ah..."
Había estado tan distraído con el encanto de la Dama Roxy que había pasado
completamente por alto nuestra misión. Tampoco sabía a qué se refería con eso de "también
aquí", ¡la observación era el objetivo principal de la misión! Incliné la cabeza cuando la Dama
Roxy se aclaró la garganta.
"No importa", dijo. "Vayamos de una vez a ese lugar de pescado que tienes. Vamos. ¡Ahora!"
"De acuerdo, de acuerdo, ¡voy a ir! ¡No empujes!"
"Excelente. Vamos." Con eso, Dama Roxy se adelantó sin mí.
"Lexie", grité, "vas por el camino equivocado. Es por aquí".
"¿Oh?", dijo ella, apurando el paso. "¡Bueno, deberías haberlo dicho antes!"
¿Por qué tenía tanta prisa? No había necesidad de apresurarse. El bar seguramente estaría
tranquilo durante el almuerzo. Tal vez sólo tenía hambre y quería llegar al pescado lo antes
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posible. O tal vez tenía curiosidad por saber qué tipo de bares visitaba la gente del pueblo. En
cualquier caso, ella lo sabría pronto.
"Por aquí, Lexie".
"¡Está bien!"
Dama Roxy me siguió con una sonrisa. Parecía que estaba realmente ansiosa por esto. En
mi opinión, sí que era algo que esperar; el viejo y acogedor bar, el simpático camarero, el
delicioso pescado fresco... Sólo pensar en ello hizo que mi estómago rugiera tan fuerte que la
Dama Roxy lo oyó desde detrás de mí.
"Oh, Fay", se rió, "realmente no puedes esperar, ¿verdad? ¿Corremos?"
"No, no. No puedo permitir que hagas algo así. Estaré bien. Puedo aguantar".
Pero apenas pronuncié las palabras, mi estómago volvió a gemir.
¡Maldita sea, Gula, ¡ayúdame un poco aquí! ¡Por favor, no me avergüences delante de la
Dama Roxy!
Los rugidos persistían. La Dama Roxy me agarró de la mano con una sonrisa ansiosa.
"¡Vamos, corramos! Es por aquí, ¿verdad?"
"¡Sí, pero no tienes que tirar!"
"¡Estarás bien! ¡Vamos!"
Era tan contundente que ya no estaba seguro de quién acompañaba a quién. Pero a mi
estómago no le importaban mis preocupaciones. Volvió a gemir, como si me instara a avanzar.
La Dama Roxy se sujetó los costados de tanto reír.
Bueno, al menos se está divirtiendo...
Por los pensamientos que pude leer al tomar su mano, parecía tan feliz por dentro como por
fuera. Supongo que ahora sabía que, si quería hacerla reír, podía dejar que mi estómago
hiciera el trabajo; se rió durante todo el camino hasta el bar.
"Oh, eso fue divertidísimo", dijo la Dama Roxy.
"Sólo era un estómago ruidoso..."

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"Mis disculpas, Fay. Es que nunca había conocido a alguien con un apetito tan abundante.
Creo que siempre me hace reír. Vamos, no seas tan malhumorado. ¡Vamos a comer!"
Me recompuse y entramos. Todavía era primera hora de la tarde, así que el bar no estaba
muy concurrido. Los clientes eran, en su mayoría, algunos grupos de viajeros, mercaderes y
aventureros que acababan de terminar de comer y charlaban entre ellos.
Ahora, ¿dónde sentarse? Estaba mi sitio habitual en la barra, pero ahora que estaba con la
Dama Roxy, una mesa parecía una mejor idea. Miré la sala y vi que había una mesa libre.
"Lexie, ¿nos sentamos allí?" Le pregunté.
"Hm... Bueno, ¿dónde te sueles sentar?"
"En ese lugar de la esquina del mostrador".
"Pues entonces, sentémonos allí. Desde el mostrador, también podemos ver al personal del
bar trabajando".
La Dama Roxy no sólo quería observar a los demás clientes, sino también al personal. Eso
hacía que el asiento de la barra fuera perfecto. La llevé a donde quería ir, momento en el que
se sentó rápidamente en mi tabu rete. Me había robado el lugar que había defendido durante
cinco años.
"¿Qué pasa, Fay? Hay un sitio a mi lado".
"Eh... claro".
Acepté de mala gana el taburete junto a una Dama Roxy muy satisfecha. No conseguía
ponerme cómodo en este asiento al que no estaba acostumbrado.
"¡Hm! ¡Hm!" Dama Roxy asintió. "Ya veo, ya veo. Así que aquí es donde te sientas cuando
vienes a comer. Merece la pena comprobarlo".
¿¡Por qué valía la pena comprobarlo!?
Si volviera mañana, no encontraría a Dama Roxy sentada allí, ni en un millón de años. Esta
era una experiencia única, y de repente me puso nerviosa. No sabía si sería capaz de relajarme
mientras comíamos.
"Bueno, realmente no necesitas ver las cosas que hago..." dije.

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"Tonterías. Ahora eres un sirviente de la familia Hart. Como tu maestra, merece la pena
saber estas cosas sobre ti. Probablemente..."
La Dama Roxy cogió una taza de madera del mostrador y la examinó. Había dicho ese
último "probablemente" casi en voz baja, pero aun así lo escuché. No tenía ni idea de cómo
responder a ello, y agradecí que apareciera el camarero.
"¡Bienvenido! Bueno, bueno, ¿qué es esto? Fate, ¡hoy no estás solo! ¿Y por casualidad esta
joven Dama es tu... amante?"
No podía creer las palabras que salían de la boca del tabernero. Aunque estuviera
disfrazada, la Dama Roxy seguía siendo una Caballero Sagrado. Además, ¡era miembro de
una de las cinco familias estimadas de Seifort!
¿La noble Dama Roxy y su sirviente campesino, amantes? Era más que increíble. Si ella
decidía matarme por falta de respeto porque este comentario hería sus sentimientos, yo no
tendría derecho a defenderme. Así de peligrosas eran las palabras del tabernero.
Observé con nerviosismo cómo la Dama Roxy aplastaba la copa de madera que sostenía
con una sola mano. Me quedé mirando la copa aplastada, con la mandíbula abierta. ¿Estaba...
enfadada?
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"Oh, lo siento mucho", dijo la Dama Roxy. "Se me ha resbalado la mano... ¡no quería destruir
su taza!"
"No pasa nada", dijo el tabernero. "A veces los aventureros pierden el control de sus
estadísticas y rompen un par. Suele ocurrir. No hay de qué preocuparse. Debo decir, sin
embargo, que eres mucho más fuerte de lo que pareces, Dama. Y para que quede claro, la
copa se añadirá a tu cuenta".
Lejos de enfadarse, parecía que la Dama Roxy estaba emocionada. Parecía que el
camarero tampoco iba a presionarla con lo de la copa. Esto era un bar, después de todo; los
aventureros borrachos rompían cosas todo el tiempo. Una copa de madera no era algo por lo
que llorar.
En cualquier caso, me apresuré a pedir nuestra comida y bebida para asegurarme de que
el tabernero no iba a decir ninguna otra cosa molesta.
"¡Camarero, su pescado más fresco, por favor! Y un poco de pan para acompañarlo".
"¿Qué pasa? ¿No hay vino hoy? Me atrevo a decir que un poco de vino haría maravillas en
esos nervios tuyos, ¿no crees?"
"¡Estoy bien! No lo necesito, de verdad".
Después de burlarse de mí, el camarero desapareció en la parte de atrás. Ya sabía que me

iba a preguntar todo esto la próxima vez que viniera. Pero no le iba a decir nada.
A mi lado, la Dama Roxy estaba sentada sonriendo, y de repente aplastó también mi copa
de madera. La oí susurrar para sí misma repetidamente. "Vaya, qué problemática. Supongo...
supongo que la gente debe pensar que somos una pareja. Oh, qué molesto... Sí, qué... qué
muy molesto..."
El mostrador se estaba convirtiendo rápidamente en un montón de chatarra. No podía

entenderlo. La Dama Roxy siempre tenía un control total de sus estadísticas. ¿Por qué estaba
perdiendo el control hoy?
En cualquier caso, necesitábamos más tazas.
"¡Camarero! Una taza, por favor. En realidad, que sean tres, ¡por si acaso!"
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Como esperaba, en cuanto salió nuestra comida, la Dama Roxy aplastó inmediatamente
otra taza de madera. No sabía si habíamos venido a comer o a destruir tazas. El camarero
soltó una risita irónica y sacó otra.
El pescado era sabroso y tenía el sabor justo, y lo devoramos con avidez. Me alivió ver que
la Dama Roxy volvía a tener apetito. Según las criadas de la mansión, últimamente estaba tan
ocupada con el trabajo que no comía mucho. Estaban preocupadas por ella, pero al verla
ahora, sentí que las cosas irían bien.
"¿Estás bien?" Preguntó la Dama Roxy. "Has estado mirándome todo el tiempo".
"Sólo estoy aliviado", dije. "Últimamente parecías muy cansada".
"Oh... todos lo sabían, ¿no? Traté de actuar como siempre, pero..."
"Lexie, todos te quieren. Siempre están preocupados por ti".
Al escuchar eso, la Dama Roxy comenzó a doblar su tenedor en nudos. No podía creer lo
que veía. ¡La gente común no podía manejar el metal como si fuera arcilla!
"¿Eso significa... que tú también, Fay? ¿Significa... que tú...?"
Justo cuando estaba a punto de terminar la frase, el tabernero volvió con otra copa de
madera.
"Aquí tienes", dijo. Luego, con una mirada suplicante, añadió: "Te ruego, sin embargo, que
no rompas más".
"Ah. S-sí, por supuesto. Muchas gracias".
Tras la interrupción del tabernero, esa conversación en particular se perdió de vista, y la

Dama Roxy no volvió a mencionarla. Sentí curiosidad por saber qué quería decir, pero al verla
allí, sonrojada e inhalando su comida, ya no parecía importar.
La hora de la comida pareció desaparecer tan rápido como la disfrutamos. A veces, el

camarero se acercaba a nosotros con bromas sin sentido. Los rumores eran su especialidad,
después de todo. Eran el tipo de cosas que escuchaba todo el tiempo; este mercader tenía un
nuevo bebé, aquel mercader del este había sido atacado por duendes y casi muere.
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Pero la Dama Roxy, ahora disfrazada como una persona normal del pueblo, no se cansaba.
Parecía que esto era exactamente lo que ella quería saber. Como caballero sagrado, no podía
aprender fácilmente ninguna de estas cosas: cómo vivía la gente del reino y en qué pensaba.
Para la gente del pueblo, los caballeros sagrados vivían en un plano de existencia
totalmente diferente. Dudamos en decirles casi nada. Incluso para mí, como sirviente de la
Dama Roxy, la idea de molestarla con conversaciones triviales y cotidianas me parecía
imposible. Puede que a la propia Dama Roxy no le importen esas indiscreciones, pero la jefa
de los sirvientes, que dirigía al resto, nunca dejaría pasar ese comportamiento. Hacerlo sería,
como mínimo, invitar a un severo sermón.
"¿Tienes algo en mente, Fay? ¿Salimos pronto?"
"Creo que es una buena idea. Querremos estar en casa antes de la noche".
Cuanto más lo meditaba, más me daba cuenta de que la Dama Roxy sólo podía charlar así
conmigo. En cierto modo, toda esta aventura era similar a la hora del té que compartíamos
ocasionalmente en la mansión. Creí entender la cuestión. Dejando de lado el rango, la Dama
Roxy no tenía realmente a nadie de su edad con quien hablar. Sólo estaba yo, un sirviente un
año más joven que su maestra. No podía decir realmente cómo había acabado en este papel,
pero si la Dama Roxy estaba contenta, no podía pedir nada más. Para mí también era divertido
pasar tiempo con ella.
Pagamos la cuenta, y el camarero nos llamó mientras nos dirigíamos a la salida. "¡Espero
volver a verlos a los dos aquí pronto!"
¡Claro que sí! No podía esperar a fisgonear, husmear y husmear en los asuntos de su cliente
favorito. La próxima vez, teníamos que ir a otro sitio, pero justo cuando pensaba eso, la Dama
Roxy me devolvió el saludo.
"¡Eso espero! Yo también espero más historias tuyas".
El tabernero bramó de risa. "¡Ah, una Dama joven que conoce el juego! Me aseguraré de
reunir más rumores jugosos".
Dama Roxy había dicho exactamente lo que el tabernero quería oír, y ahora era todo deleite.
Tendría que volver mañana y advertirle que no empezara a preparar cuentos chinos. Por el
momento, nos separamos de él y nos dirigimos. Independientemente de los problemas que
habíamos tenido, me sentía lleno y satisfecho. Llevábamos más de cuatro horas en el bar. Tal
vez demasiado tiempo.
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"¿Qué te gustaría hacer ahora, Lexie?"
"Hm. Bueno, tenemos que asegurarnos de volver antes de que anochezca. Como sabes,
ella no tiene idea de que dejé la mansión hoy".
Se refería a la sirvienta principal. Como esa joven era también la secretaria de la Dama
Roxy, seguramente iría a buscarla si la Dama Roxy desapareciera. Incluso pensé que podría
estar buscando a la Dama Roxy ahora mismo. Podía imaginármela, con la frustración en su
rostro mientras se arreglaba las gafas.
"Ah... sabes", dije, "en realidad no sé de qué estás hablando: ¿te has escapado? Por qué,
nunca".
"¡No puedes fingir que eres ignorante y dejarme! No es justo. Si se enfada, ¡tenemos que
soportar juntos el peso del sermón!"
"¿Qué? Pero si ayer mismo me destrozó por un despiste en el césped. ¡No puedo soportar
ese tipo de fuego dos días seguidos!"
"¡Claro que puedes!"
"De verdad, no puedo".
"Sólo un poco estaría bien, ¿no?"
"¿Crees que hace "un poco" de cualquier cosa?"
"¡Oh, me rindo!"
El enfado de la Dama Roxy se convirtió en una brillante sonrisa, y continuamos nuestras

bromas durante todo el camino de vuelta al Distrito de los Caballeros Sagrados.
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Capítulo XIV – El Cadáver Que Acecha En Las Noches Con Luz
De Luna
Cuando la dama Roxy y yo regresamos a la mansión, me fijé en un niño que lloraba en un
rincón a la sombra, justo al lado de la calle principal. Sus padres no parecían estar cerca; ¿qué
les había pasado? Con el incidente del secuestro del otro día todavía fresco en mi mente, me
vi obligado a ver si el niño estaba bien.
"Lexie, ¿puedes darme unos minutos?"
"¿Qué pasa?", preguntó la Dama Roxy.
"Mira allí. Me preocupa que ese chico se haya perdido".
"¡Por supuesto! Vamos".
El sentido de la justicia de la Dama Roxy vuelve a golpear. Si una persona estaba en

problemas, ella nunca podía dejarla a su suerte. Mientras se acercaba al chico, caminaba con
el aire de un caballero sagrado. Incluso con su disfraz, era abrumadora; inconscientemente
separó a la multitud ante ella. Yo la seguí de cerca.
"¿Estás perdido, pequeño?", preguntó la Dama. "¿Dónde están tu madre y tu padre?"
El niño permaneció en silencio.
"No hay nada que temer. No pasa nada. Estoy aquí para ayudarte".
El niño rompió a llorar, y cuanto más hablaba la Dama, más lloraba. Era su aura, realmente:
el aura de un caballero sagrado. Era demasiado para el chico, que no podía soportar la presión
de enfrentarse a alguien tan fuerte, aunque esa persona fuera una joven y hermosa chica como
la Dama Roxy. Lo que el chico necesitaba ahora no era el aire digno y honorable de un
protector divino, sino el aire totalmente ordinario de un plebeyo como yo.
"Eh", le dije, "¿has perdido a tus padres en algún sitio?".
El chico me miró con desconfianza y luego asintió. "Vine aquí de compras con mi madre...
y me perdí".
"Bueno, ¿qué tal si te ayudo a buscarla?"
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"¿Harías eso por mí?"
"Por supuesto. El otro día ayudé a una chica perdida a regresar a casa. Encontraremos a tu
madre enseguida".
"¡Vaya, gracias!"
El chico se secó por fin la nariz en su camisa. Ahora teníamos su confianza. Estaba a punto
de preguntarle dónde había visto a su madre por última vez cuando la Dama Roxy me agarró
de la manga. Tenía una expresión de insatisfacción, como si la hubiera engañado en algo.
"Ojalá les gustara a los niños tan fácilmente".
"Bueno, quiero decir... que soy un niño grande, así que romper el hielo es fácil..."
"¿Es eso de verdad?"
"Probablemente, sí".
Pero si me viera obligado a llamarlo como realmente lo veo, diría que la Dama Roxy tal vez
necesitaba aflojar un poco. Si no lo hacía, la gente siempre estaría en guardia con ella. Los
niños eran especialmente sensibles a ese tipo de cosas. Sabía que parte de la dificultad
provenía del rango y la educación de la Dama Roxy, pero no me correspondía comentarlo.
"En cualquier caso", dije, "busquemos a la madre del niño. Sólo será más difícil cuando se
ponga el sol".
"Sí, tienes razón. Por supuesto. Pero más tarde haré que me enseñes tu técnica para ganar
el corazón de los niños".
"Claro, pero no te pongas muy dura conmigo, por favor".
Sentí que la respuesta que quería la Dama Roxy ya estaba delante de ella. Si quería hacerse
amiga de nuestra nueva compañera, sólo le llevaría tiempo. Su sinceridad se mostraría en sus
palabras y acciones. Incluso podrían establecer un vínculo antes de encontrar a la madre del
niño.
La Dama Roxy cogió la mano del niño, pero éste se le escapó de las manos. Al instante
siguiente, apareció junto a mí y me tomó la mano en su lugar.
"Fay... eso no es justo..." Murmuró la Dama Roxy.

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"No me culpes a mí", dije.
Así, me encontré aplacando a una malhumorada Dama Roxy mientras le preguntaba al

chico dónde había perdido a su madre. El problema era que era difícil fijar una ubicación.
"Fue en algún lugar de allí, donde está toda la gente", dijo, pero "allí" no dio mucho de sí, al
final. Tuve la sensación de que iba a ser difícil sacarle una respuesta clara a un niño tan
pequeño.
Estaba perdido, pero la Dama Roxy sonrió como si supiera algo que yo no sabía. "Todavía
es joven", dijo, "lo que significa que no puede haber ido demasiado lejos. Y a juzgar por lo que
dijo, no creo que lleve tanto tiempo perdido".
"Eso tiene sentido", respondí.
"Creo que se ha perdido en algún lugar de la multitud de esta calle principal. Estoy segura
de que su madre también lo está buscando, así que, si lo llevamos por la calle, es muy probable
que nos encontremos con ella".
"¡Lexie, eres un genio!"
La Dama Roxy soltó una risita. Sentirse útil parecía hacerla feliz, y su expresión se relajó.
Al mismo tiempo, el chico observaba pensativo nuestro intercambio. Parecía tener la
esperanza de encontrar realmente a su madre, y deslizó su mano libre en la de la Dama Roxy.
Conmigo a su izquierda y Dama Roxy a su derecha, casi parecíamos una familia. Bueno,
probablemente más bien tres hermanos.
"Fay, ¿a qué esperas? ¡Vamos!"
"Eh, sí. Lo siento. Bien, ¡vamos a buscar a tu madre!"
"¡Sí!", gritó el niño.
Era la cúspide de la tarde, y las calles estaban más tranquilas que al mediodía, pero seguían
siendo bulliciosas. Agarré la mano del niño con firmeza; no quería que se perdiera por segunda
vez. El chico nos dijo el nombre de su madre, y lo dijimos mientras caminábamos. Pasamos
dos horas enteras así, pero no la encontramos.
"¡Mamá! ¡Mamaaa!"
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El niño había sido muy enérgico antes, pero empezó a flaquear. Después de todo, había
estado buscando a su madre incluso antes de que lo encontráramos. Tenía mucha resistencia
en ese pequeño cuerpo suyo.
¿Pero qué hacer ahora? Quizás su madre ya no estaba en esta calle. Si pensaba que se
había extraviado, podría estar buscándolo fuera de la calle principal. Si ese fuera el caso,
nunca la encontraríamos si nos quedamos en el mismo lugar.
"¿Qué debemos hacer?" Le pregunté a Dama Roxy.
"Todavía hay tiempo antes de la puesta de sol. Continuemos la búsqueda un poco más,
Fay".
Sus palabras me hicieron replantear mi enfoque. El chico era el más ansioso e inquieto de
todos nosotros. Si no pensábamos ayudarle hasta el final, ¿por qué habíamos hablado con él
en primer lugar?
Le revolví el cabello. "Intentemos caminar por la calle una vez más. Estoy seguro de que
esta vez encontraremos a tu madre".
"De acuerdo..."
Dama Roxy frunció el ceño y deseé que no lo hiciera. Pude leer la mirada en sus ojos: ¿¡Por
qué dices que estás seguro!? ¿Qué hacemos si no la encontramos?
Pero no había otra forma de mantener a nuestro pequeño amigo motivado. Tenía que decir
algo. Y me di cuenta de que había funcionado, porque los pensamientos del niño fluyeron a
través de su mano hasta mi cerebro gracias a mi telepatía. Una chispa de su esperanza se
había reavivado.
Lo arrastramos hasta que oímos el sonido de un estómago que retumbaba. La Dama Roxy
me miró con desaprobación. ¿Cómo puedes tener hambre en un momento así?
Pero no era yo, y eso significaba que sólo otra persona podía ser la causa del ruido.
"Me muero de hambre", dijo el chico, soltando mi mano para agarrarse el estómago.
La Dama Roxy y yo compartimos una mirada; era el momento de dejar la búsqueda en

suspenso. Teníamos que pensar en ello como en una batalla. La comida era energía, y nos
volveríamos rápidamente ineficaces con los estómagos vacíos. La gula me lo había enseñado
demasiado bien.
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"Si tienes hambre", dijo la Dama Roxy, "vamos a comer algo y luego buscaremos a tu madre.
¿Quieres comer algo?"
"Um... ¿está... bien? ¿De verdad?"
El chico parecía encantado. Seguramente tenía más hambre de la que se pensaba. La

Dama Roxy sonrió y ofreció algunas opciones, pero no pudo comprometerse a nada por sí
misma. Intentó pedirle al chico su opinión, pero él seguía diciendo que comería cualquier cosa.
Estaba claro que estaba siendo educado. Pronto, la Dama Roxy no pudo más y acudió a mí
en busca de ayuda. Una vez más, me tocó cruzar la profunda brecha entre los caballeros
sagrados y los plebeyos.
Consideré las ropas del muchacho. Eran raídas, hechas de retazos, y demasiado grandes
para él. Sin duda era de una familia pobre, no tan diferente de mí mismo hace sólo unas
semanas. Sabía exactamente lo que quería.
"Vamos a conseguirte algo de carne sabrosa, ¿te parece?" Le dije.
"¡Sí!"
El chico me agarró las dos manos de puro placer, y los dos cantamos una canción del festín
que nos esperaba. Roxy me observó con una risita hasta que mi estómago rugió su aprobación,
momento en el que tanto ella como el chico estallaron en carcajadas.
"Parece que tenemos más de un estómago vacío en nuestras manos", dijo la Dama R oxy.
"¡Estamos igual, señor!", rió el chico.
"Sí", dije. "Supongo que lo somos".
Sentí los pensamientos del chico a través de la Telepatía, y era el más feliz que había estado
hasta ahora. Sería aún más feliz después de la comida. La cuestión ahora era dónde
encontrarla.
Dama Roxy y yo exploramos la zona. Descartamos la posibilidad de comer en el interior por

si la madre del niño pasaba por allí mientras le dábamos de comer. Eso significaba que un
puesto de pinchos de barbacoa sería ideal. Por suerte, habíamos pasado por uno antes en
nuestra búsqueda.
"¿Qué tal ese de ahí?" Sugerí.
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"¡Bien!" El chico tiró de mí con entusiasmo.
Me dejé arrastrar mientras la Dama Roxy me susurraba al oído. "Realmente me has salvado
con tu aportación culinaria. Gracias".
"No me lo agradezcas. Conseguir comida fue idea tuya".
"¡Pero fuiste tú quien le dio forma a la idea!"
Sentí que mi cara se ponía roja ante las gentiles palabras de elogio de la Dama Roxy. Nunca
me habían hecho un cumplido mientras crecía, así que inevitablemente me hacía sentir
incómodo y avergonzado. La Dama Roxy me dejó con el niño y se adelantó para asegurarse
de que estaba abierto. En mi opinión, no era necesario; por lo que yo recordaba, el puesto
funcionaba todo el año. Era imposible que estuviera cerrado hoy.
Como era de esperar, el puesto rebosaba de un delicioso olor a carne asada cuando el chico
y yo lo alcanzamos. Todavía no era la hora de cenar, así que la cola no era muy larga. Dama
Roxy ya estaba esperando y nos saludó.
"¡Fay! Por aquí".
Era la primera vez que la veía saludar con tanto entusiasmo. Siempre era tan modesta, y
sus manos rara vez se alejaban de su pecho. Me pregunté si su disfraz de pueblerina también
le ofrecía una especie de liberación física.
Le devolví el saludo con la mano. "¡Ya vamos!"
"¡Señorita!", gritó el chico.
Nos unimos a la Dama Roxy en la fila. Sólo había tres personas delante de nosotros, así
que conseguiríamos nuestros pinchos rápidamente. La fragancia de la carne flotaba
deliciosamente en el aire, y mi estómago volvió a rugir.
"¡Señor, su estómago vuelve a gruñir!"
"Increíble", dijo la Dama Roxy. "Fay es todo un glotón. Jajaja".
El chico y Dama Roxy se rieron juntos. A mí no me pareció tan gracioso. Mientras

esperábamos, mi estómago seguía rugiendo.
Finalmente, llegamos a la primera fila.

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"Bienvenidos. ¿Qué puedo servirles?"
Pedimos un pincho cada uno. El problema fue decidir los sabores. Había el pincho de salsa
estándar, el pincho sencillo de sal picante y el pincho de hierbas asadas. Fue una agonía elegir
entre ellos. Entonces la Dama Roxy hizo una sugerencia genial.
"¿Por qué no cogemos cada uno uno diferente y lo compartimos?"
"Esa es una gran idea".
"¡Sí! ¡Estoy de acuerdo!"
"Uno de cada, por favor", le dije al hombre del puesto.
"¡Ahora mismo! Aquí tienes".
Cogí los tres pinchos y entonces me di cuenta. No tenía dinero para pagar. Pero la Dama
Roxy se abalanzó para manejar la transacción como si supiera exactamente lo que estaba
pensando.
"Gracias, Lexie".
Miró a su alrededor y se inclinó para susurrar. "Está bien. Soy tu maestra, después de todo.
Debo proveer para ti, ¿sí?"
Nos dirigimos a un lado del puesto para comer. Yo tomé la brocheta de salsa estándar, el
chico la de sal picante y la Dama Roxy la de hierbas asadas. Todos parecían deliciosos.
"¡Comamos!"
La brocheta se deshacía en la boca y la salsa realzaba perfectamente el sabor natural de la

carne. No era de extrañar que el puesto fuera tan popular. El chico masticaba felizmente su
propia brocheta. Las lágrimas que brotaban de sus ojos me decían todo lo que necesitaba
saber sobre su sabor. Sin embargo, la Dama Roxy todavía no había probado el suyo.
"¿Qué pasa, Lexie?"
"Es que... nunca había comido nada que no estuviera en un plato... No... realmente no sé
cómo".
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Dama Roxy no estaba acostumbrada a comer con los dientes por delante. Le habría
resultado embarazoso. El pincho estaba muy lejos de la refinada cocina a la que estaban
acostumbrados los caballeros sagrados. Después de todo, era comida común para la gente
común. Los puestos de comida aquí, por lo general, pretendían alcanzar tres puntos: rápido,
barato y delicioso. No era una comida sofisticada y elegante.
"Bueno", dije, "simplemente... abres la boca y muerdes un trozo. Eso es todo".
"Supongo... Bueno, supongo que haré lo que pueda, entonces..."
La Dama Roxy se apartó tímidamente de los dos y empezó a mordisquear. Le costó un

momento, pero después de elaborar un plan de ataque, consiguió su primer bocado.
El chico y yo la observamos atentamente.
"¿Hm? Esto es... esto es muy delicioso", dijo, girándose hacia nosotros mientras daba más
mordiscos a su brocheta. "La carne es tan tierna, y las hierbas asadas se deslizan sobre la
lengua. Me atrevería a decir que es magnífico. Déjenme probar un bocado más..."
"Uh, ¿Lexie...? ¿Olvidaste que todos estamos compartiendo?"
"¡Oh! Perdona", dijo, sacando la lengua en señal de disculpa. "Supongo que esta vez la
glotona he sido yo".
Me señaló su pincho con expectación. "Toma, come un poco".
"Um... puedo comerlo yo mismo, Lexie. No tienes que sostenérmelo".
"¿No quieres que lo sostenga?"
"Ah, no es eso, es que..."
"Bueno, entonces vete. Toma un poco".
La Dama Roxy sostenía el pincho cada vez más cerca. Ahora no tenía elección. Tomé un
bocado y fue increíble. Exactamente como ella lo había descrito. Las hierbas asadas se
extendieron en un refrescante destello de sabor por mi boca, al que siguió el rico regusto de la
suculenta carne.
"Esto es increíble", dije.
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"Lo es, ¿verdad?" La Dama Roxy soltó una risita.
Ladeé el cabeza confundido por su risa. ¿Quizás tenía carne en la cara? Me limpié la boca
mientras la Dama Roxy se reía.
"No, no, no es eso, Fay. Es que se te ve tan contento cuando comes. Verlo de cerca... ¡He
hee!"
"¿De verdad parezco tan feliz?"
"Lo pareces. Pero me gustaría asegurarme una vez más". La Dama Roxy volvió a empujar
juguetonamente el pincho hacia mi boca.
"¡Espera, no estoy listo!"
"¡No esperes! ¡Come!"
De repente, sentí una mirada incómoda desde cerca. El joven nos miraba con total disgusto.
Volviendo a la realidad, me aclaré la garganta.
"No puedes limitarte a alimentarme, Lexie", dije. "Comparte un poco de tu pincho con
nuestro amigo".
"Eh... sí. Por supuesto, sí".
Era como si hubiéramos olvidado la razón por la que compramos los pinchos en primer
lugar: porque nuestro joven amigo tenía hambre. Pasamos el resto del tiempo intercambiando
pinchos entre los tres mientras comíamos. Después, con el estómago un poco más lleno, el
chico parecía haber recuperado parte de su energía.
"Señor, señorita... Vamos a buscar a mi madre".
"¡Ese es el espíritu!"
"Sí", añadió la Dama Roxy, "¡hagamos lo que podamos!"
Volvimos a recorrer la calle principal, buscando a la madre del niño. Durante otras dos horas,
buscamos por todas partes, pero nunca la encontramos.
Hacíamos lo que podíamos, pero a este paso... ya no sabía qué esperar.
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◇◇◇
"Mamá..."
La esperanza del niño pendía de un hilo mientras llamaba a su madre con una voz poco
más que un susurro. La Dama Roxy y yo intentamos animarle, pero cada vez respondía menos.
El sol se ponía, y si no encontrábamos a su madre al anochecer, tendríamos que suspender

la búsqueda. Le lancé una mirada a la Dama Roxy mientras el niño no miraba, y ella asintió en
silencio, leyendo mis ojos. Lo mejor que podemos hacer ahora es llevar al niño a la mansión
Hart para que pase la noche. La mirada de la Dama Roxy me alivió. Pude ver que había
considerado esta opción desde el principio.
El chico tiró de mi mano débilmente. "Estoy cansado, señor", dijo. "No puedo caminar más".
Había llegado al límite de su energía. Lo cogí para llevarlo a mi espalda.
"Lo siento", murmuró.
"No te preocupes por eso", dije. "Hay una fuente más adelante. Vayamos allí y tomemos un
descanso".
"De acuerdo".
La fuente estaba en medio de la plaza del pueblo, al final de la calle principal. Salía
constantemente agua bombeada de los arroyos de las profundidades. A veces bebía de ella
cuando tenía sed, ya que el agua era muy pura y limpia.
Los tres nos sentamos en el borde de la fuente y escuchamos el burbujeo mientras Dama
Roxy y yo tratábamos de determinar cómo debíamos explicar nuestras preocupaciones al
chico. Él pareció leer en el incómodo silencio que algo sucedía.
"Está oscureciendo, ¿por qué no volvemos a buscar a tu madre mañana?". le pregunté. "Sé
que dije que estaba seguro de que la encontraríamos, pero no lo hicimos. Lo siento".
"No, me alegro de que hayan venido. Si estuviera solo... no sabría qué hacer".
El resto dependía de la Dama Roxy. La Mansión Hart era su casa, y si íbamos a llevar al
chico allí a pasar la noche, no me correspondía decírselo.
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"Puedes quedarte conmigo esta noche", le dijo al chico. "Nos aseguraremos de que te
sientas como en casa".
El chico se lo pensó un rato. Estaba nervioso, y era comprensible. Nos había conocido esa
misma tarde. Todavía éramos extraños para él. Pero no podíamos dejarlo solo en la calle, no
si esos secuestradores estaban al acecho.
Finalmente, el chico dio una respuesta cansada. "Está bien".
Aun así, permaneció sentado en la fuente. Mientras no podía moverse, esperamos con él
sin decir una palabra. Aunque nuestras intenciones eran buenas, no íbamos a obligarle a venir
con nosotros hasta que estuviera preparado.
El niño volvió la cara hacia el cielo, como si fuera la última vez que lo viera, y llamó a su
madre a gritos. Era una súplica impotente al final de una larga, larga búsqueda, un mensaje
que nunca podría esperar llegar a su destino.
Y sin embargo...
"¿¡Hijo!? ¡Hijo!"
Una voz de mujer gritó desde atrás, repitiendo una y otra vez.
"¡Mamá!"
Los ojos del niño se abrieron de par en par y echó a correr directamente a los brazos de la
mujer que sin duda era su madre.
Al verlos reunidos, no pude evitar sentirme reconfortada: incluso al borde de la

desesperación, siempre había habido una posibilidad de éxito. Siempre había motivos para la
esperanza.
Dama Roxy y yo sonreímos en un momento tranquilo de celebración.
"Bien está lo que bien acaba, ¿eh?" dije.
"Sí. Estuve muy preocupada durante un tiempo, pero parece que todo ha salido bien".
En ese momento, la mano izquierda de la Dama Roxy rozó la mía, y sentimientos

inarticulables fluyeron en mis pensamientos. Eran demasiado cálidos, demasiado amables
para una persona como yo. No los merecía.
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Al cabo de un rato, la madre y el hijo relajaron su agarre, aliviados, y el chico empezó a
decirle algo a su madre mientras señalaba en nuestra dirección. No era difícil adivinar de qué
hablaba. Cuando terminó, su madre se acercó a nosotros.
"Parece que ustedes dos cuidaron a mi pequeño cuando se perdió. No puedo agradecerles
lo suficiente".
"¡Señor, señorita, gracias!", dijo el niño.
"Pero que no te pierdas otra vez, ¿de acuerdo?" Le dije.
"Y no te alejes mucho de tu madre, por favor", añadió la Dama Roxy.
"De acuerdo".
Según la madre del niño, ella estaba entregando unas mercancías a un comerciante cuando
su hijo se desvaneció. Se perdió de vista durante un instante y luego desapareció. Presa del
pánico, corrió por todas partes en su busca, primero en la calle principal y luego en las
callejuelas conectadas. Había recorrido callejones totalmente distintos a los nuestros, lo que
explicaba que no nos hubiéramos cruzado.
Agotada por su infructuosa búsqueda, la madre del chico se arrastró hasta la fuente de la
plaza del pueblo para saciar su sed... justo cuando llegamos para tomar nuestro descanso. La
casualidad había vuelto a unir a madre e hijo, aunque también quise creer que la atracción de
sus emociones los había llevado al mismo lugar.
Mientras su madre nos daba las gracias, el niño empezó a ceder al cansancio y se quedó
dormido en sus brazos. Los acompañamos a casa y por fin nos quitamos un peso de encima.
Tratar de ayudar a un niño perdido y no encontrar a sus padres habría sido una pena. Tener
que alargar la búsqueda hasta el día siguiente no habría sido mucho mejor.
¿Había estado actuando fuera de lugar últimamente? Quizás, al ser más fuerte que antes,
me estaba dejando llevar. O quizás la fuerza me permitía el lu jo de la generosidad.
En cualquier caso, agradecí que la Dama Roxy hubiera estado conmigo. Podría haberme
acercado al chico por mi cuenta, pero no habría sabido qué hacer si no encontrábamos a su
madre. Me tranquilizaba saber que la Dama Roxy habría cuidado de él en la mansión Hart.
La Dama Roxy contempló durante mucho tiempo el camino que recorrían el niño y su madre,
incluso después de que se desvanecieran en la distancia. Era escultural y tenía los ojos
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vidriosos. Una sola lágrima cayó de su mejilla, reflejando los rayos de luz del sol poniente. Al
notar mi mirada, se volvió y sonrió.
"Bien está lo que bien acaba", dijo.
Pero no pude decir nada. Su figura en ese momento me cautivó. Estaba avergonzado. Me
sentí fascinado. Había olvidado cómo respirar y estaba seguro de que mi cara estaba roja.
Recé para que los colores del sol poniente lo ocultaran. No estaría bien que un sirviente como
yo fuera sorprendido mirando así a su maestro.
"¿Qué pasa, Fay?"
"No es nada. Pero si no llegamos pronto a casa, la jefa de los sirvientes se pondrá furiosa".
"Y nos enfrentaremos a ella juntos, ¿no?"
"Ah..."
Quería decir que no, pero una mirada a la cara de la Dama Roxy, y ya no parecía importar.
Después de todo, la había convencido para que ayudara a ese chico perdido. Si su secretaria
la regañaba por llegar tarde además de escabullirse, la mitad de la responsabilidad era
directamente mía.
"Sí", dije. "Nos enfrentaremos a ella juntos".
"Muy bien. Bueno, vamos a casa".
Dama Roxy se adelantó con un paso seguro y digno. Podía llevar lo que quisiera, pero
seguía siendo una Caballero Sagrado hasta la médula.
Así que volvimos juntos: yo y la Dama Roxy, mi maestra que merecía amor y respeto. Era
una persona inteligente, decidida y compasiva, y desde el fondo de mi corazón, me alegraba
servirla. Habíamos pasado por muchas cosas ese día, y para mí había sido inolvidable.
"Fay", dijo, "¿qué pasa? Pareces tan feliz de repente".
"Es un secreto".
"Pero seguro que puedes contármelo, al menos".
"Eso es lo único que no puedo hacer".

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"¡Fay!"
Las mejillas de la Dama Roxy se inflaron al intentar hacerme hablar, pero seguí adelante
hacia casa con una sonrisa silenciosa. Durante todo el camino, deseé que estos días duraran
para siempre.
◇◇◇
Mis cacerías nocturnas continuaron. Cada vez, me mostraba a unos cuantos aventureros.
Como resultado, empezó a correr la voz de los testigos presenciales de que en algún lugar de
los campos había un lich, un monstruo de gran maldad. Se decía que los liches llevaban túnicas
negras con capucha hechas de tela raída, y que sus cuerpos eran huesos sin carne. Era una
combinación perfecta para mi disfraz.
En esta noche en particular, el cielo estaba vacío de nubes. Un tiempo perfecto para una
cacería nocturna. Grupos experimentados de ambiciosos aventureros estaban en las Praderas
de los Duendes y en el Bosque de los Hobgoblins. Entre ellos estaba yo, el Lich malvado,
deslizándose por las Praderas de los Duendes a la luz de la luna.
Cuando encontraba un duende, lo decapitaba, y si un aventurero pasaba por allí, le permitía

ver momentáneamente mi silueta. De este modo, fui convirtiendo mi existencia en una
pesadilla acechante para los aventureros. Y cada vez iba a peor.
Después de matar a mi décimo duende, me tomé un descanso y oí u n grito procedente de

los arbustos.
"¡Es el lich! ¡El cadáver! ¡Salid todos de aquí!"
El grito procedía de un aventurero de aspecto rudo, que se puso blanco pálido y huyó al ver
mi máscara de calavera.
Últimamente, la gente ha empezado a llamarme el Cadáver, probablemente por el hecho de

que la mayoría de las veces se me veía solo en una montaña de cadáveres de duendes. Los
aventureros empezaban a temer que el Cadáver, un liche con gusto por los duendes, pronto
pasara a las personas. Esto seguía el lore; se sabía que el típico lich tenía una gran afición por
las víctimas humanas.
En mi bar local, un aventurero sentado a mi lado me había dicho que el Cadáver era una
bestia poco común, pero que inevitablemente dirigiría su atención hacia los humanos. Me lo
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había dicho con la inquietud pintada en sus facciones mientras ahogaba sus penas en la
bebida.
El tabernero había dicho que, como el Cadáver sólo aparecía en mitad de la noche, no tenía
un impacto negativo en el comercio. Sin embargo, estaba ansioso; se rumoreaba que la
situación podría cambiar si se corría la voz del Cadáver fuera del reino. Si el comercio se
retrasaba, incitaría a la inflación, lo que dificultaría el funcionamiento del bar.
Mi corazón se compadecía del tabernero y de su situación, pero tenía que esperar el

movimiento de los santos caballeros.
Justo cuando las piezas empezaban a encajar, me encontré con un trabajo que no podía
evitar. La Dama Roxy volvía a la finca de la familia Hart, y como había prometido, quería que
yo la acompañara. Sólo un poco más de trabajo, un poco más de tiempo, y habría tenido Hado
Vlerick a mi alcance.
Fue una gran pena.
◇◇◇
"Pareces bastante desanimado, Fay. ¿No tienes ganas de visitar la finca?"
La Dama Roxy me hizo un leve mohín. Debería haberme emocionado por estar a solas con
ella en un caballo y un carruaje, y sin embargo mi mente estaba en otra parte. Estaba pensando
en que mis planes de atrapar a Hado Vlerick estaban ahora en suspenso, pero tuve que
sacudirme la frustración. La Dama Roxy estaba deseando volver a casa, y yo no quería
estropear su estado de ánimo.
"No, no es eso", dije. "¡Definitivamente he estado esperando esto!"
"¿De verdad?" Me miró con suspicacia en los ojos. Pero hasta ahora no parecías ni un poco
entusiasmada".
"¡De verdad! Quiero decir, es la temporada de la cosecha, ¿no? Y eso significa que
podremos recoger uvas juntos, ¿no? No puedo esperar".
"Oh, te has acordado".
"¡Por supuesto!"
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Cada año, cuando la Dama Roxy regresaba a su casa, se unía a los habitantes de la finca
para la vendimia. Este era uno de los pocos eventos durante los cuales la Dama Roxy podía
interactuar honestamente con la gente común. Me di cuenta de lo importante que era esto para
ella desde el momento en que subió al caballo y al carruaje; era un manojo de alegría y
emoción.
La finca de la familia Hart estaba situada ante un barranco en las montañas del norte de
Seifort. Ahora era otoño, pero la geografía traía consigo duros cambios estacionales en el
territorio de los Hart, y en invierno la nieve cubría la tierra. Sin embargo, los lugareños habían
trabajado durante muchas generaciones para desarrollar el suelo. Como resultado, la finca
contaba ahora con ricas y fértiles tierras de cultivo. No sólo eran capaces de almacenar
suficientes productos para soportar el invierno, sino que también enviaban grandes cantidades
al reino. La familia Hart se enorgullecía de su capacidad para abastecer a Seifort.
"Por lo que me has contado hasta ahora", dije, "puedo decir que es un lugar increíble.
Apuesto a que la comida también es deliciosa".
La Dama Roxy soltó una risita. "Siempre tan rápido cuando se trata de la comida, ¿verdad?
Sí, es bonito tener unas tierras tan fértiles, pero me temo que esta estación también trae
monstruos. En esta época del año, entran en nuestra finca para robar en los campos. Una de
las razones por las que vuelvo es para ahuyentarlos".
"Monstruos..." Dije, frunciendo el ceño. "Realmente están en todas partes, ¿no es así?".
La Dama Roxy cubrió su risa con una mano. "Sí, son siempre molestos. Pero si los
expulsamos ahora, no volverán hasta el año que viene. Y yo soy una Caballero Sagrado, ya
sabes. No me causarán muchos problemas".
"Como se espera de una Caballero Sagrado, supon go", dije. "Por cierto, ¿de qué monstruos
estamos hablando?"
"Kobolds".
Kobolds... Monstruos parecidos a los perros que caminaban sobre dos patas, construidos
mucho más grandes que el humano promedio. Eran un nivel superior al de los duendes, y
había oído que, incluso entre los aventureros, sólo los individuos experimentados podían
cazarlos. Los kobolds corrían en manada y, cuando eran atacados, aullaban pidiendo
refuerzos. También tenían un agudo sentido del olfato, lo que significaba que esconderte en la
hierba no te llevaría a ninguna parte; te olerían. También eran persistentes y obstinados, lo
que los convertía en enemigos formidables.
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Sólo pensar en ellos me hacía rugir el estómago.
"Fay, ¿qué pasa?", preguntó la Dama Roxy. "¿Tienes hambre otra vez? Pues acabamos de
comer".
Últimamente, esto había ocurrido muchas veces delante de la Dama Roxy. Era mortificante,
pero también una señal de que mi Gula tenía hambre. Estaba cansado de los duendes, y por
eso me instaba, a su manera, a alimentarme con el sabor de un nuevo tipo de alma.
Le respondí con una sonrisa irónica. "Lo siento, Dama Roxy. Hemos comido tanto, y sin
embargo... vuelvo a tener hambre".
"Realmente tienes mucho apetito, ¿verdad, Fay? Pero es algo bueno, creo. No falta mucho
para llegar a la finca, así que espero que puedas sobrevivir hasta entonces".
La Dama se giró hacia la ventana y miró al exterior. Los campos se extendían hasta el pie
de la montaña; estaban bordeados de vides que goteaban uvas violetas frescas. El carruaje
nos llevó cada vez más lejos, hacia una mansión fácilmente tan colosal como la Mansión Hart.
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Capítulo XV – La Chica Marcada
Cuando el carro llegó a la mansión, apareció una mujer, sostenida a ambos lados por las
dos sirvientas que la acompañaban. Parecía frágil y débil, tal vez enferma. Al mismo tiempo,
era sorprendentemente hermosa, y se parecía a la Dama Roxy.
Espera, ¿es esta...?
"¡Madre!" La Dama Roxy dijo. "¿No te dije que no era necesario que nos saludaras al llegar?"
Así que tenía razón. Era efectivamente la madre de la Dama Roxy.
Durante el té, la Dama Roxy me había hablado de su madre, y de cómo sufría una terrible
enfermedad. Nunca hubiera imaginado que esa misma persona nos recibiera en la puerta de
la mansión. Incluso ahora tenía un aspecto enfermizo y frágil, como si fuera a toser sangre y
desmayarse en cualquier momento. Si su estado me parecía tan grave, la ansiedad de su hija
era más que comprensible. Esta mujer era la única madre que tenía la Dama Roxy. Por
supuesto que estaba preocupada.
Suponía que algunas enfermedades eran tan graves que incluso una de las cinco familias
estimadas, con todo su estatus y riqueza, podía no superarlas.
"Madre, por favor, te lo ruego. Por favor, no te fuerces".
"Estoy bien, Roxy. Hoy me siento mucho mejor que de costumbre. ¿¡Hm!?"
La Dama Roxy se puso delante de su madre, nerviosa, mientras la mujer dirigía su mirada
hacia mí. Su cara era... como la de una niña que acaba de recibir un emocionante juguete
nuevo.
"¿Y quién puede ser?"
"Este es Fate Graphite. Es el nuevo sirviente que contraté. Le he traído aquí porque quería
presentarle".
En línea con la presentación de la Dama Roxy, me incliné ante su madre.
"Has llegado muy lejos. Bienvenido a nuestra casa, soy Aisha Hart".
"Gracias, Dama Hart. Es un honor para mí".
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"Ah, pero el honor es mío. Por favor, entra."
Siguiendo las instrucciones de la Dama Aisha, aparecieron unas cuantas doncellas que
esperaban detrás y más o menos me arrastraron al interior de la mansión. Supongo que esto
es lo que se siente al ser bienvenido.
Desgraciadamente, eso dejó a la Dama Roxy sola en el exterior.
"¡Madre, espera!", gritó. "¡Madre! ¡Es mi sirviente!"
Las sirvientas me llevaron a un precioso salón y me sentaron en una silla junto a una mesita
al lado de la ventana. Sólo una vez que estuve sentado soltaron su agarre.
En la mesa estaba sentada la madre de la Dama Roxy. Deduje que la Dama Aisha era una
mujer acostumbrada a salirse con la suya. La Dama Roxy llegó un momento después, con las
mejillas hinchadas de ira. Estaba disgustada con su madre por haber tomado la iniciativa tan
bruscamente.
"¡Madre!"
"Oh, ¿también has venido? Por favor, toma asiento, mi amor".
La Dama Roxy resopló con insatisfacción, pero se sentó obedientemente como se le indicó.
Tuve la sensación de que era una tradición de la familia Hart iniciar las visitas de la Dama Roxy
con una taza de té. Tal vez la Dama Roxy heredó de su madre su amor por la hora del té. La
idea me hizo sonreír.
"Señor Fate", dijo la Dama Aisha, "¿Amas a mi hija?".
La pregunta me pilló desprevenido, y fue todo lo que pude hacer para no escupir todo mi té.
No tenía ni idea de cómo responder. ¿Esta es la primera pregunta que me hace?
La Dama Roxy estaba furiosa, con la cara roja de rabia. "¿¡Qué clase de pregunta es esa!?"
"Oh, ¿me he pasado de la raya? Sólo quería preguntar si te quiere como maestra de la
mansión. Si le obligaras a trabajar, no diría que es feliz, ¿verdad?"
Seguía sin entender. ¿Era eso lo que quería decir? Me había parecido una pregunta muy
diferente. Después de todo, yo era un campesino y la Dama Roxy era una Caballero Sagrado.
Nuestras posiciones eran demasiado distantes. Aunque ambos sintiéramos tal cosa, sería un
sueño imposible.
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La Dama Aisha sonrió ampliamente y volvió a preguntar, pero yo ya sabía lo que quería
decir. Lo sabía desde hacía mucho tiempo.
"No tengo más que adoración en mi corazón por la Dama Roxy", dije. "Si ella me lo
permitiera, la serviría con gusto hasta el final de mi vida". Las palabras expresaban mis
sinceros sentimientos.
"Oh, Dios". La Dama Aisha juntó las manos en una elegante muestra de deleite ante mi
lealtad.
Mientras tanto, la Dama Roxy se atragantó con su té, y su rostro permaneció en un brillante
tono carmesí. "Si me disculpan", dijo, "voy a descansar en mi habitación".
Con eso, la Dama Roxy huyó. Yo estaba preocupado. ¿Había dicho algo fuera de lugar?
Pero la Dama Aisha me sonrió agradablemente.
"Parece que Roxy está cansada de su largo viaje", dijo. "Ciertamente se ha mantenido
ocupada con sus deberes en el reino. Pero, por favor, no te preocupes. Estoy segura de que
después de un descanso volverá a ser la de siempre".
"Eso espero..."
La abrupta salida de la Dama Roxy me había dejado desamparada. Afortunadamente, la

Dama Aisha era una conversadora de talento, y me contó todo sobre los diversos trabajos que
actualmente se realizan para desarrollar nuevas variedades de uva, así como historias de la
Dama Roxy cuando era joven.
"¿Eso ocurrió de verdad?" pregunté después de una de esas historias.
"Sí, en efecto", dijo la Dama Aisha. "Cuando era joven, Roxy era toda una llorona. Sollozaba
incluso al ver un pequeño insecto. Es casi increíble pensar que esa niña creció hasta
convertirse en la Caballero Sagrado que es ahora".
Un destello de tristeza cruzó el rostro de la Dama Aisha. Hacía poco que había perdido a su
querido marido, y el peso de sus responsabilidades había recaído sobre los hombros de su
hija. La Dama Aisha tenía que estar preocupada, así que me armé de valor para habl ar.
"La Dama Roxy es una Caballero Sagrado verdaderamente admirable", dije. "Los
ciudadanos de Seifort depositan gustosamente su confianza en ella, y creo que desempeñará
sus funciones como cabeza de la familia Hart con el mayor honor".
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"¿Es así...? Me siento aliviada, entonces. Gracias, Fate".
Había lágrimas en los ojos de la Dama Aisha. Perder al jefe de la familia había sido una
gran herida para los Hart, y tenía la sensación de que aún no estaba curada.
Nuestra hora del té concluyó con esta nota melancólica cuando las criadas que habían
permanecido en un rincón de la habitación se acercaron para informar a la Dama Aisha de que
había llegado la hora de su descanso. Su salud era la primera de sus responsabilidades.
Agradecí a la Dama el té y, como n o tenía otra cosa que hacer, decidí explorar la finca.
Pregunté a una criada si podía dar un paseo por los terrenos, y sólo me pidió que no me
perdiera.
"No te preocupes, no iré muy lejos", le dije. Luego le pasé la espada negra Codicia para que
la guardara, y me dirigí a la salida de la mansión.
◇◇◇
Los viñedos de la finca Hart eran extensos, y su dulce aroma me hizo cosquillas en lo más
profundo de mi nariz. Había un contraste impresionante entre el cielo azul y las tierras cubiertas
de verde. Paseé mientras los habitantes de los viñedos trabajaban con ahínco en la cosecha.
Parecían increíblemente ocupados.
Recordé entonces que la Dama Roxy y yo participaríamos en la recogida de uvas al día

siguiente, junto con la gente de la finca. Nunca había recogido uvas y no conocía los detalles.
Si iba sin ninguna preparación y hacía un mal trabajo, avergonzaría a mi maestra. Esta podría
ser una buena oportunidad para hacer una práctica. Tragándome el miedo, me acerqué a los
recolectores de uva.
"Hola", dije. "Me llamo Fate Graphite, y soy un nuevo sirviente de la familia Hart. ¿Les
importaría enseñarme a recoger uvas?"
Hubo un largo silencio.
Oh, oh. ¿Acabo de meter la pata? ¿Esto no está permitido?
"¡Oh ho! ¿Dices que nos vas a echar una mano?", preguntó uno de ellos. "¡Nos vendría bien
la ayuda! Los sirvientes de la familia Hart son todos tan responsables".
Los hombres y las mujeres dejaron de trabajar por un momento y se reunieron alrededor.
Me mostraron amablemente la forma correcta de recoger las uvas, y dónde llevar las que
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cosechaba. Como debía esperar de la gente que vivía en la finca de los Hart, todos eran
amables y cordiales. Pronto me di cuenta de que había estado trabajando como un caballo de
carga hasta la puesta de sol. Aun así, nadie se detuvo, por lo que no había posibilidad de que
me escabullera sin ser notado.
Cuando me tomé un breve descanso al borde del campo, unos aldeanos se acercaron a mí
y me ofrecieron zumo de uva recién exprimido.
"¡Nos has hecho un gran favor! Toma, bebe esto, ¡te ayudará a quitarte el cansancio del
trabajo!"
"Gracias".
No estaban bromeando. El dulce zumo de uva se expandió en mi boca con un toque de

acidez, aliviando mi cansancio. Nunca había bebido nada igual.
"Esto es increíble", dije.
Los aldeanos se rieron.
"¡Lo sabemos! Estamos muy orgullosos de ello. En el pasado, no pudimos cosechar ni de

lejos esta cantidad".
"¿Es así?"
"Lo es. El viejo jefe de la familia Hart, que en paz descanse, puso todo su empeño en
desarrollar la tierra. Llamó a expertos de otros territorios, y todos los aldeanos se reunieron
para aprender de ellos. Es un poco nostálgico recordarlo. De todos modos, esa es la razón por
la que ahora tenemos estos viñedos".
Los hombres y las mujeres se sumieron en la tristeza por un momento, bebiendo su zumo
de uva como si cuidaran sus corazones con vino.
"En fin, ¿cómo está Lady Roxy? Hemos estado preocupados desde la noticia del
fallecimiento de su padre en Galia. Es una chica amable, y seguramente le debe doler el
corazón".
"Fue un golpe duro para ella, estoy seguro", dije, "pero la Dama Roxy es fuerte. Cumple con
sus deberes para con el reino de manera impecable, y estoy seguro de que estará bien. Se
sobrepondrá a esta pérdida".
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Me esforcé por decir a los aldeanos lo que sen tía en mi corazón. Todos parecían
sorprendidos por mi seriedad, pero sus rostros se iluminaron rápidamente mientras vertían
más jugo en mi taza.
"Espera", dije. "¡No puedo beber tanto!"
"¡Estarás bien! ¡Bebe, chico! ¡Bebe!"
Me entretuve un poco más con la calidez de su conversación y hospitalidad antes de volver

a la mansión de la familia Hart.
El sol poniente estaba a mi espalda, y mientras caminaba de vuelta hacia la casa principal,
noté que una joven desconocida caminaba por el campo hacia mí. Tenía el cabello blanco y
desordenado y la piel bronceada. Estaba claro que no era de por aquí, lo cual era evidente por
el hacha gigante que llevaba al hombro. No es el tipo de cosa que uno espera ver a una chica
joven cargando. Y su cuerpo estaba cubierto de marcas blancas, ¿tal vez tatuajes? Me
parecieron rituales o ceremoniales.
La chica se detuvo a mi lado, con un rostro totalmente inexpresivo.
"Hola, tú", dijo con una voz dulce e infantil.
Cuando se giró para mirarme, sus ojos estaban tan rojos que casi no pude sostener su
mirada. Había visto ojos así antes, pero... ¿Cómo era posible? Utilicé Identidad para
comprobarlo, pero...
¿Qué? Es raro... No puedo ver nada. Esto nunca había sucedido antes. ¿Por qué?
"Oye. ¿Estás escuchando?" La voz de la chica cortó mis pensamientos. En contraste con
su apariencia mansa, se mantenía como una persona de terrible fuerza. Sus fríos ojos parecían
mirarme fijamente.
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"¿Quieres algo de mí?" Pregunté.
"No... No es nada. Parece que todavía es demasiado pronto".
"¿Qué?"
La chica ignoró mis preguntas; era como si tuviera una conversación unilateral.
"He venido a cazar kobolds, pero puedes quedarte con ellos. Es una que me debes", dijo.
"Espera, ¿qué?"
"Nos encontraremos de nuevo. Adiós".
La conversación terminó tan rápido como empezó, y la chica se fue.
¿Quién era esa...?
Sus ojos rojos eran idénticos a los míos cuando mi Gula estaba hambrienta. Mi ritmo
cardíaco se aceleró, latiendo cada vez más rápido. ¿Es esa chica como yo? Si lo es, ¿no
debería perseguirla y detenerla?
Me quedé mirando a la chica mientras se desvanecía en el sol poniente, hasta que oí una
voz que me llamaba desde atrás.
Me giré para encontrar a la Dama Roxy. "Te he estado buscando por todas partes, Fay.
¿Qué ha pasado? Pareces preocupado".
"¿Ah, ¿sí? Ha ha...ha".
Sonreí y aparté mis preocupaciones. Fuera lo que fuera, era mi problema, y no tenía nada
que ver con la Dama Roxy. Ella era la única persona de la que no quería saber nada sobre
ojos rojos y habilidades para comer almas. Se lo preguntaría a Codicia más tarde.
La cabeza de la Dama Roxy se inclinó ligeramente, y su mirada curiosa siguió la mía hacia
la chica en la distancia.
"¿Qué hace una galiana aquí?", preguntó sorprendida.
"¿Galiana? Quieres decir que ella es..."
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Los monstruos estaban fuera de control en el continente de Galia, donde corrían sin control.
Pero la historia contaba que, hace mucho tiempo, había prosperado allí un país con una
destreza marcial sin precedentes. Los habitantes de ese país, conocidos como galianos, eran
una raza con el cabello blanco como la nieve y una piel sana y bronceada. Por razones no del
todo claras, habían perecido tras un fuerte aumento de monstruos en la zona.
Los pocos supervivientes de la civilización galiana se unieron a otras razas y, a lo largo de

las siguientes generaciones, los galianos de sangre pura desaparecieron.
"Es la primera vez que veo a alguien de ascendencia galiana que aún conserva tantas de
sus características únicas. ¿La conoces, Fay?"
"No, sólo se detuvo a hablar conmigo un momento".
"Ya veo..."
Nos quedamos un rato mirando a la chica hasta que desapareció en el horizonte.
"Es un mundo misterioso ahí fuera", dijo la Dama Roxy, sonriendo. "¿Qué has estado
haciendo, Fay?"
"Le pedí a la gente de la finca que me enseñara a recoger uvas... Y luego me obligaron a
ayudarles todo el día".
La Dama Roxy soltó una risita. "¿Así es? Bueno, espero que no te hayas excedido. Además,
todavía tenemos el día de mañana por delante. Vamos, regresemos a la mansión, ¿quieres?"
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Capítulo XVI – Para Arrancar Y Comer
A nuestro regreso a la mansión de la familia Hart, encontramos a todos ocupados con los
preparativos de la cena. Pregunté a las sirvientas qué podía hacer para ayudar, pero me
rechazaron enseguida. En su lugar, las sirvientas señalaron mi ropa embarrada y me dijeron
que me bañara.
Estaba hecha un asco, lo cual era natural, teniendo en cuenta que había trabajado duro
cosechando uvas todo el día. Una encantadora doncella llamada Maya me condujo a los
cuartos de baño de la servidumbre. La pequeña bañera era lo suficientemente grande para
una persona. El agua caliente que salía de ella olía diferente al agua fresca a la que estaba
acostumbrado.
"Espera", dije. "¿Esto es...?"
"Es una fuente termal", dijo Maya, riéndose. "Hay unas cuantas fuentes repartidas por la
finca de Hart. El agua del baño se extrae de una de ellas. Es una ventaja de ser sirviente de la
familia aquí".
"Es increíble. Así que esta es una de esas aguas termales de las que todo el mundo habla".
Nunca había visto un baño de aguas termales en mi vida. Recogí un poco de agua en mi
mano.
"Es transparente, pero tiene una especie de peso. Un espesor".
"Así es", dijo Maya. "El agua es buena para la piel, y tu cuerpo sucio brillará cuando te bañes
en ella. Pon tu ropa en la cesta de ahí, y yo te dejaré tu muda aquí".
"Muchas gracias".
Una vez que Maya me enseñó el funcionamiento de la bañera, se marchó, y yo me despojé

rápidamente de mi ropa.
¿Hm?
Me di cuenta de que la puerta del baño estaba ligeramente entreabierta, y detrás de ella
estaba Maya, asomándose al baño con una sonrisa.
"¿Puedo ayudarte?" pregunté.
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"¿Te lavo la espalda?"
"Yo... estaré bien, ¡gracias! Puedo hacerlo yo mismo". grité, estremeciéndome de sorpresa.
Una mirada aburrida cruzó el rostro dulce de Maya y cerró la puerta.
Qué sorpresa... ¿Quizá sólo estaba siendo considerada?
En cualquier caso, me alegraba que los sirvientes pudieran hacer bromas. Esta finca tenía
el mismo ambiente cálido y considerado que sentía en la mansión Hart de Seifort. Me lavé el
barro y la suciedad del cuerpo y entré en la bañera.
Vaya... Esto es como volver a la vida.
La temperatura era la adecuada y envolvía mi cuerpo. Me derretí, deseando poder vivir en

la mansión como un miembro más de la familia, aunque sabía que eso era una quimera...
◇◇◇
Después de mi baño, me dirigí al comedor para ayudar con los preparativos de la cena, pero
me di cuenta de que ya habían terminado. Paré a una sirvienta y le pregunté qué podía hacer
para ayudar, pero me dijo que no me preocupara. Era como si me tratara como a un invitado
que la Dama Roxy había traído a la mansión. Como sirviente de la familia Hart, no pude evitar
sentirme incómodo.
Finalmente, una sirvienta se acercó a mí con un mensaje.
"La Dama Roxy te ha llamado. Por favor, diríjase a la sala grande al final del pasillo".
"Entendido".
Fui donde me dijeron y encontré una enorme puerta, que abrí. En el interior había una mesa
de comedor desbordada con una increíble variedad de hermosas comidas. La Dama Roxy
estaba sentada al final de la mesa, sola. En la esquina había una fila de sirvientas, lista s para
servir en cualquier momento.
Ah, ya veo. Así que es así, ¿eh?
Sin perder el ritmo, me uní a las sirvientas. Aunque me trataran como un invitado, seguía
siendo el sirviente de la Dama Roxy, y mi función era servir a mi maestra. Esta era una
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oportunidad para demostrar las habilidades que había adquirido en la mansión de Seifort. No
importaba si mi tarea era servir vino o servir sopa, lo haría en un instante. ¡Había llegado el
momento de demostrar mi verdadera habilidad como sirviente de la familia!
Entonces la Dama Roxy señaló el asiento a su derecha. "Fate, siéntate aquí. Allí no, aquí".
"¿¡Eh!?"
¿Está eso... bien?
Nerviosamente, miré a la fila de sirvientas. En un movimiento sincronizado, todas señalaron

el asiento vacío a la derecha de la Dama Roxy. El gesto habló por ellas: ¡Siéntate, tonto!
Me rendí y tomé el asiento vacío, pero no pude relajarme. Esto no tenía precedentes; en la
mansión del reino, siempre comía con los demás sirvientes. Aquí estaba, por primera vez,
cenando en un salón espacioso y lujoso, rodeada de sirvientas. Claro que conocía los modales
en la mesa, pero como servidor, no como comensal. No podía creer que esto estuviera
sucediendo. Mi cabeza dio vueltas cuando la Dama Roxy, que parecía satisfecha de sí misma,
se inclinó y me habló.
"Aquí no tienes que cuidar tus modales", dijo. "Comes como te gusta".
"¿¡Está bien!?"
"Conozco tu apetito, Fay, y preocuparte por tus modales en la mesa sólo te va a retrasar".
Era cierto, estaba hambriento, así que cogí una rebanada de pan y me la llevé a la boca. La
lujosa grasa de la mantequilla se extendió y llenó mis mejillas. ¡Era exquisita! Empecé a
atiborrarme de pan mientras una sirvienta llegaba para llenar mi copa de vino. Tal vez le
preocupaba que necesitara algo para bajar todo el pan... o tal vez estaba comiendo demasiado
rápido. Vacié la copa de vino de un solo trago.
"Vaya, esto está delicioso", dije.
"Me alegro mucho de que te guste. Pero no has tocado nada aparte del pan, Fay".
"¿Ah, ¿sí?"
A continuación, comí un salteado de pescado de río que me recomendó la Dama Roxy. Era
sabroso, rico y se desmenuzaba como un sueño. De hecho, toda esta comida fue como un
sueño, y sin embargo una cosa me molestó.
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"Dama Roxy", dije, "veo que la Dama Aisha está ausente".
Dama Roxy suspiró. "Siempre es así. Siempre que llego a casa, se emociona y sale
corriendo a recibirme, pero es tan agotador que se pasa el resto del día en la cama". Al darse
cuenta de que había dejado de comer, sonrió. "No es nada por lo que debas preocuparte, Fay.
Como he dicho, siempre es así. Estará bien mañana".
Tuve la sensación de que la Dama Roxy no estaba siendo del todo sincera. Si tocaba su
mano, podía leer sus verdaderos pensamientos con la telepatía, y quería saberlo. Sin embargo,
cuando estaba a punto de extender la mano, lo reconsideré. ¿Qué podría hacer por ella con
ese conocimiento privado? Retiré los dedos.
"Bueno, no dejemos que esta comida se desperdicie", dijo la Dama Roxy. "Cuento con que
tú también te encargarás de la parte de mi madre. Así que a comer".
"Incluso con mi apetito, todo esto podría ser demasiado para mí".
"¡He dicho que comas!"
La Dama Roxy parecía encontrar divertido el acto de alimentarme. Puso un plato tras otro
delante de mí, y mi estómago se hinchó hasta sus límites, refunfuñando de forma audible.
Nunca en mi vida había consumido tanta comida.
Finalmente, el frenesí alimentario de Roxy llegó a su fin y Maya me mostró mi habitación de

invitados.
"Te agradezco que hayas venido", me dijo por el camino. "Hacía demasiado tiempo que no
veíamos a la Dama Roxy tan viva".
Dadas todas las dificultades en la vida de la Dama Roxy -la repentina muerte de su padre
en batalla, la enfermedad de su madre y sus exigentes nuevos deberes en el reino-, las criadas
estaban preocupadas por su regreso y por si gozaba de buena salud. Ver su deleite por ellas
mismas fue un poderoso alivio.
"Descansa bien, Fate", dijo Maya.
"Gracias", dije. "Buenas noches".
Me incliné cortésmente ante Maya y cerré la puerta. Mi primer día de trabajo en la finca
como sirviente de la familia Hart había terminado sin problemas. Era la hora de mi otro trabajo.
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Extendí la mano y cogí lo que Maya me había traído antes a mi habitación: la espada negra
Codicia.
"Vaya, vaya, alguien parece feliz. Qué blandengue. Será mejor que pongas tu cara de juego
si no quieres acabar como cena para los kobolds".
"Por lo que he oído, los kobolds están un nivel por encima de los duendes, pero nada
descabellado. Con mis estadísticas actuales, no deberían ser un problema".
"El orgullo va antes de la caída, mi amigo. Pero has investigado, ¿no?"
"Lo hice. A fondo".
Durante el día, mientras ayudaba a la gente de la finca a recoger la uva, había hablado
casualmente de los kobolds. Eran monstruos peligrosos que destrozaban las tierras de cultivo
y atacaban a los aldeanos a su antojo, por lo que eran bien conocidos por todos.
Cada año, los kobolds se desplazaban desde un barranco al norte hasta la finca. Ayer
mismo, alguien había explorado el barranco y había descubierto un grupo de kobolds a la caza.
Cuando comenté lo peligroso que era buscar en un lugar así, un aldeano dijo que en realidad
era bastante seguro, porque el viento viajaba de norte a sur. Mientras tuvieras cuidado, los
kobolds no captarían tu olor.
La gente de la finca había pasado años lidiando con los daños y las pérdidas ocasionadas
por los kobolds. Sospechaba que estaban más informados que los aventureros
experimentados cuando se trataba de estos monstruos en particular.
Con Codicia en la mano, esperé a la medianoche.
"Es la hora", dijo.
"Vamos".
Salí de la mansión Hart en una noche sin nubes. La luna brillaba de lleno en el suelo, las
condiciones perfectas para una cacería nocturna. Me dirigí hacia el norte por un estrecho
camino de montaña.
"Hey, Codicia", dije. "Hoy conocí a un extraño Galiano. Una chica. Tenía los mismos ojos
que yo cuando Gula está hambrienta".
"Hm. Ya veo. ¿Cómo se llamaba ella?"

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"No lo sé. No pude usar Identidad en ella. Fue inútil. ¿Sabes lo que causó eso?"
"Ella lleva algo con ella. Algo especial, único. Pero, sin un nombre, no puedo darte ninguna
respuesta. ¿Dijo algo más?"
"Dijo que nos volveríamos a encontrar".
"Ha. Entonces estás obligado a hacerlo. Olvídate de ella hasta que lo hagas".
Pero Codicia se sumió en su característico silencio. Obviamente sabía más, pero no me

decía nada cuando se ponía así. No había más remedio que dejar el tema.
Me concentré en el camino de la montaña. De vez en cuando, oía crujidos en los arbustos.

Conejos, quizás, o zorros. Los monstruos eran más propensos a saltar para atacar que a
permanecer ocultos.
Al final, Codicia y yo llegamos a un acantilado corto y boscoso que dominaba el barranco.
"Así que de aquí vienen los kobolds".
"Por fin podemos matar algo nuevo. Los duendes se estaban volviendo muy aburridos".
"Cuando terminemos de explorar y reunir información".
Incluso en las sombras de los árboles, oculto a la luz de la luna, la Visión Nocturna me
permitía ver todo. De donde quiera que vinieran los kobolds, los vería desde aquí.
Al poco tiempo, dos kobolds aparecieron cerca de la boca del valle, utilizando los árboles
como cobertura. Estos monstruos con cara de perro estaban erizados de un tupido pelaje azul.
Aunque eran caninos que caminaban sobre dos pies, no eran en absoluto adorables. A medida
que se acercaban, entraban en el radio de acción de Identificar, y los analicé. Ambos kobolds
eran iguales.
Kobold Junior, Lv 25
Vitalidad: 880
Fuerza: 890
Magia: 350
Espíritu: 400
Agilidad: 780
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Habilidad: Aumento de fuerza (medio)
Cambié a Codicia a su forma de arco y apunté. La flecha mágica atravesó el aire con un
suspiro y le dio al kobold directamente en la frente. Uno menos.
Magia +350, Espíritu +400, Agilidad +780. Habilidad añadida: Aumento de Fuerza (Media)
Al ver a su compañero súbitamente muerto, los ojos del kobold restante se movieron de un
lado a otro. Se puso en tensión, preparándose para arremeter contra lo que viera, pero no le
di la oportunidad. Disparé la segunda flecha. El kobold se desplomó en la maleza cuando la
flecha mágica le atravesó la frente.
Esperé un momento más, pero no aparecieron más kobolds. Me decepcionó. Sólo dos... Me
quedé con ganas de más.
"Se supone que ésta es la temporada de los kobolds", dije. "Vienen por el barranco y entran
en la finca de la familia Hart. Pero no hay suficientes de ellos".
"Mi corazonada es que están jugando con cautela", dijo Codicia. "Todos los años, un
caballero sagrado los ahuyenta, así que envían a los kobolds menores a explorar por delante.
Probablemente están esperando el momento oportuno".
"Ah, así que eso es lo que están haciendo".
Sin embargo, si enviaron exploradores y esos exploradores nunca regresaron, los kobolds
podrían no venir en absoluto. La próxima vez que subiera aquí, tendría que darles más margen
antes de actuar.
Mi gula estaba lejos de ser apaciguada, pero no había otra opción: tenía que soportarla por
ahora. Ignorando el hambre de mi estómago vacío, volví al camino de la mansión.
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Capítulo XVII – El Aullido Del Perro Trastornado
El dia siguiente comenzó temprano, ya que era el día de la cosecha de uvas con todos los
habitantes de la finca Hart.
La Dama Roxy terminó de desayunar enérgicamente y regresó a su habitación. No era

necesario que me cambiara ni que preparara nada de antemano, así que la esperé cerca de
la entrada de la mansión.
No tuve que esperar mucho. La Dama Roxy llegó con el cabello recogido en una cola de
caballo. Una vez más, su aspecto era diferente al de cualquier otra vez que la había visto. Su
ropa era duradera, preparada para el desgaste. Me pareció una campesina singularmente
encantadora.
En el pasado, la Dama Roxy se había vestido como una persona de la ciudad cuando
visitamos el Distrito Mercantil en su inspección de alto secreto. En comparación con aquella
aventura, su atuendo actual no tenía nada de llamativo. Era simple, pero la ropa sencilla
parecía resaltar su belleza.
"Siento haberte hecho esperar", dijo. "Vamos. Nos estarán esperando".
"De acuerdo".
Acompañé a la entusiasta Dama Roxy y nos fuimos. Codicia se quedó en mi habitación. La

finca de la familia Hart era segura, y no había que preocuparse por los bandidos. Además,
Codicia estaba para cazar monstruos; sólo se interpondría en la recogida de uvas.
Fue otro de esos días de inigualable belleza pastoral. Mientras caminábamos por los
viñedos, vimos que los aldeanos ya habían comenzado. La Dama Roxy se acercó a la persona
de más edad entre ellos, una mujer mayor.
"Gracias por todo lo que has hecho", le dijo a la mujer. "Parece que nos espera otra buena
cosecha".
"Vaya, vaya. La Dama Roxy, es usted". La anciana inclinó la cabeza con gran reverencia.
Al darse cuenta de que la joven maestra de la finca había llegado, los aldeanos se detuvieron
y se reunieron a su alrededor; traían uvas grandes y jugosas, recién recogidas. Querían que
la Dama Roxy viera el fruto literal de su trabajo, en el que habían volcado su tiempo, cuidado
y esfuerzo.
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"Vaya, las uvas también están en un estado maravilloso este año", añadió la Dama Roxy.
"Me di cuenta en cuanto vi las que enviaron a la mansión de Seifort".
"Le agradecemos sus amables palabras, Dama Roxy". La anciana, que parecía estar a
cargo, le pasó una sola uva a la Dama Roxy con una sonrisa encantada.
"Muy bien", dijo la Dama Roxy, "sólo una. Oh, son tan dulces y deliciosas".
Los aldeanos estaban encantados. Algunos saltaron de alegría. En ese instante pude
comprobar lo mucho que la adoraban.
Cuando terminó la bienvenida de la Dama Roxy, la anciana mandó a todos a trabajar.

Entonces se dio cuenta de que estaba junto a la Dama Roxy, y su rostro se iluminó con otra
sonrisa.
"Ah, tú debes ser Fate. He oído hablar de ti. Los demás dijeron que ayer estuviste aquí todo
el día, ayudando con la cosecha. Los sirvientes personales de la Dama Roxy son realmente
increíbles".
"Yo... Bueno, no exageremos", dije entre dientes, avergonzado. Todavía no estaba

acostumbrada a los cumplidos.
Sin embargo, la Dama Roxy parecía completamente complacida. "¡Fate es un sirviente que
yo misma elegí!", dijo.
"Bueno, no esperaba menos de usted, Dama Roxy. ¿Empezamos?"
"¡Sí! Fate, ¿estás listo? ¡Vamos!"
"¡Después de usted, Dama Roxy!"
Trabajé tan duro como pude. No quería admitir que era porque estaba frente a la Dama
Roxy, y quería que viera mi mejor lado, pero... hubo un poco de eso, sin duda.
Como era de esperar de una Caballero Sagrado, las estadísticas de la Dama Roxy eran una
maravilla para la vista. Podía levantar varias cestas de uvas ella sola. Cada vez que lo hacía,
los aldeanos lanzaban un grito de alegría.
Estar en un entorno tan acogedor me asustó de repente. ¿Cuánto tiempo podría quedarme
aquí, realmente? ¿Debería siquiera estar en la finca? Mi gula significaba que mi futuro sería
una batalla interminable. ¿Podría una persona como yo vivir en un lugar como este? ¿Era
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necesaria una persona como yo? Cuando seguí esta línea de pensamiento hasta su
conclusión, tuve la sensación de que, tarde o temprano, llegaría un momento en el que tendría
que irme del lado de la Dama Roxy... y de su protección.
Una vez terminada la cosecha, la Dama Roxy y yo regresamos a la mansión. Le pregunté

sin querer algo que me rondaba por la cabeza desde que llegamos.
"¿Por qué todos los viñedos están al sur de la finca? Apenas crece nada en el norte".
"Oh... Antes había viñedos allí, pero los kobolds arrasaron los campos. Creo que eso ocurrió
en la generación de mi bisabuelo".
Pero si había ocurrido hace tanto tiempo, entonces había habido tiempo más que suficiente
para que los viñedos volvieran a crecer. Sin embargo, no lo habían hecho. ¿Por qué?
"Dicen que el kobold que vino del norte aquel día era una bestia malvada de pelaje
plateado", continuó la Dama Roxy. "Desgraciadamente, mi bisabuelo estaba fuera de la finca
en ese momento, y por esa razón, las pérdidas fueron especialmente grandes. El suelo de los
campos del norte quedó manchado con la sangre de muchos aldeanos".
Miró hacia los campos del norte mientras hablaba. Cuando seguí su mirada, me di cuenta
de que estaban cubiertos de flores en un arco iris de colores. Ah, así que eran un cementerio;
no volverían a utilizarse como viñedos.
"No quiero cometer el mismo error", dijo la Dama Roxy.
◇◇◇
En la oscuridad de la noche, me escabullí de la mansión. Hubiera sido una mentira decir

que no me sentía un poco culpable. Pero tenía que hacerlo, por mi propio bien, por mi
supervivencia. Si dejaba de cazar monstruos y devorar sus almas, en una semana mi gula me
obligaría a pasar hambre. Si dejaba que eso durara demasiado, arremetería contra cualquiera
para saciarla. El momento y el lugar no importarían.
Si no quería convertirme en un monstruo, tenía que cazarlo.
La penumbra de las nubes bañaba la tierra, ocultando la luz de la luna, pero con la Visión
Nocturna, mi mirada era clara.
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Mientras subía a toda prisa por el camino hacia el barranco, Codicia habló. "¿Qué te
preocupa, Fate? Algo ha enturbiado tus pensamientos hoy".
"¿Cómo lo sabes? No tienes Telepatía".
"Puedo leerlo en tu pulso. Bueno, ¿qué es lo que te molesta?"
No quise decirlo. No quería preguntar si algún día tendría que irme del lado de la Dama
Roxy. Y no quería admitir que ese pensamiento no saliera de mi mente. Sentía que, si lo decía,
lo haría realidad.
"No tienes que decir nada si no quieres", dijo Codicia. "En todo caso, esa chica caballero
sagrado va a echar a esos kobolds de aquí a partir de mañana, ¿no? Así que será mejor que
te sacies de ellos esta noche".
"Sí. Ese era el plan".
Ayer sólo había devorado dos almas. Si no satisfacía mi hambre esta noche, la Dama Roxy
me haría perder la comida. Además, como planeaba vigilar la zona durante otros dos días
después de su caza, obligaría a Gula a ayunar durante ese tiempo. Incluso si pudiera soportar
eso, tendría que ir a cazar duendes tan pronto como regresáramos al reino. Estaría caminando
sobre hielo delgado.
"Si fuera una hoja de apuestas, pondría mi dinero en que te vuelves loco de hambre en el
camino de regreso. Es imposible que dures tanto".
"¿Quieres dejar el pesimismo?"
Mientras regañaba a Codicia por su mal sentido del humor, llegamos a mi percha en el
acantilado arbolado antes del barranco de la noche anterior. Desde allí podía ver todo el
barranco del norte, y como estaba a favor del viento, los kobolds no captarían mi olor.
Pasaron las horas. Me pregunté si, al matar a los dos exploradores, había puesto a los
kobolds en guardia. Casi se me escapa un bostezo cuando Codicia se dio cuenta de algo.
"Están aquí".
Entrecerré los ojos y divisé a dos kobolds de pelaje azul que se escabullían por el barranco.
Exploradores. Si los mataba ahora, los otros kobolds no aparecerían. Reduje mi aliento y me
escondí a la espera. Tras comprobar la zona, los dos exploradores desaparecieron de nuevo
por el barranco.
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"¿Y ahora viene la manada?"
"No hay duda. Vendrán".
Tal como predijo Codicia, los kobolds fluyeron por el barranco como un río de pelaje azul
que se arrastra. Había al menos cincuenta. La mayoría eran kobolds jóvenes, pero cinco
parecían mucho más grandes. Uno, con pelaje plateado en lugar de azul, era incluso más
grande que aquellos.
Codicia percibió su peligro de inmediato. "Algo malvado viene hacia aquí. Esa es una bestia
coronada".
"¿Una bestia coronada?"
"Un monstruo con un nombre único. Monstruos como ese nacen del odio acumulado,
acumulado durante muchos, muchos años. Lo más rápido será identificarlo y verlo por ti
mismo".
Hice lo que sugirió Codicia. ¿¡Qué!? Las estadísticas de esta cosa son... ¿¡seis dígitos!?
Aquel que se llama Aullido

Guerrero Kobold, Lv 50
Vitalidad: 200.000
Fuerza: 200.000
Magia: 125.000
Espíritu: 135.000
Agilidad: 125.000
Habilidades: Brawl
Era un guerrero kobold, pero se destacaba más que el resto. El nombre también lo
diferenciaba. Así que eso era lo que Codicia quería decir con una "bestia coronada".
"Fate, si ese monstruo se aventura en los terrenos de la finca, espera cosas terribles. ¿Ves
cómo está flanqueado por cuatro guerreros kobold ordinarios? Contra ellos, una joven
caballero sagrado sola sería como un cordero en el matadero".
"Quieres decir..."
"Sí. Si no los retienes aquí, causarán estragos".
Respiré profundamente y revisé mis propias estadísticas.

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Fate Graphite, Lv 1
Vitalidad: 50.201
Fuerza: 50.051
Magia: 23.501
Espíritu: 23.501
Agilidad: 35,901
Habilidades: Gula, Identificar, Telepatía, Ocultar, Visión nocturna, Técnica de la
espada a una mano, Técnica de la espada a dos manos, Aumento de la fuerza (bajo),
Aumento de la fuerza (medio), Aumento de la vitalidad (bajo), Aumento de la vitalidad
(medio), Regeneración de la salud
Los pueblos de la finca de la familia Hart merecían protección. Agarré con fuerza la espada
negra Codicia... y me decidí.
Los devoraría a todos y no dejaría supervivientes
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Capítulo XVIII – Gula de las Gulas
Mantengo una estrega vigilancia sobre los kobolds mientras empiezo a moverme.
"Fate, ¿tienes algún plan en mente?"
Había una pizca de diversión en la voz de Codicia, como si ya lo supiera.
"Voy a luchar como un muerto de hambre".
"Ah, por fin lo entiendes. Ya era hora de que subieras de nivel con respecto a las estrategias
de batalla habituales. Ha sido un auténtico dolor ver cómo luchabas. Cualquiera puede luchar,
pero para nosotros es como mordisquear migajas. Lejos de la glotonería".
Me aseguré de permanecer a favor del viento de los kobolds y preparé el arco negro. Mi
objetivo era un kobold junior. La flecha mágica atravesó su ojo con una precisión sin igual.
El eco de la voz metálica en mi cabeza fue una señal: la caza había comenzado.
Solté una segunda y una tercera flecha a los kobolds juniors, y la voz zumbante me informó
de mi aumento de estadísticas. Los kobolds cayeron en desorden al darse cuenta de que ya
no estaban a salvo. Sin embargo, el kobold coronado soltó un rugido para silenciarlos. Había
determinado mi ubicación y ladró órdenes a los kobolds de los alrededores. Tal y como
esperaba, aunque este kobold coronado era muy fuerte, también era muy cauteloso. Su
personalidad había quedado clara en las partidas de exploración que había enviado antes.
El kobold coronado se mantuvo en su sitio, inmóvil. Envió a dos guerreros kobold y a diez
kobold juniors a la zona en la que me escondía.
"Ya vienen. Es hora de moverse".
"Sí".
Me retiré en silencio hacia lo más profundo de los árboles. Ven a mí. Sigue el olor hasta tu
premio...
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Avancé hasta encontrar una roca y me escondí a su sombra. Sabía que me encontrarían;
no tendrían problemas para seguir mi olor. Pero necesitaba eso; necesitaba que me
encontraran. Necesitaba que mordieran el anzuelo.
"Están aquí, Fate".
Asomé la cabeza desde detrás de la roca y analicé a un guerrero kobold nervudo y

musculoso con Identidad.
Guerrero kobold, Lv 40
Vitalidad: 50.000
Fuerza: 50.000
Magia: 27.000
Espíritu: 28.000
Agilidad: 45.000
Habilidades: Aumento de agilidad (medio)
Les gané en términos de fuerza y vitalidad, pero sólo por un poco. Eso significaba que los
kobolds juniors eran los primeros en el menú.
Los kobolds rodearon la roca en la que me escondía, y al hacerlo, el primer golpe fue mío.
Me subí a la roca y solté varios disparos con el arco negro. Cinco, seis, siete kobolds jóvenes
perecieron. Ninguno pudo escapar. Los kobolds trataron de correr para cubrirse, pero las
flechas mágicas los persiguieron. Todas las flechas dieron en el blanco. Los diez kobolds
juniors murieron en su intento de acorralarme.
Había aprendido de la caza de duendes que incluso los monstruos débiles podían darte
estadísticas decentes si te comías un número suficiente de ellos. Sentí que se me dibujaba
una sonrisa en la cara cuando una voz metálica familiar resonó en mi cabeza. Sólo quedaban
los dos guerreros kobold. Ahora les ganaba en cuanto a estadísticas, pero la diferencia no era
profunda. Si podía eliminar a uno mientras ellos se tambaleaban consternados por la derrota
de los juniors, el segundo sería fácil.
Y delicioso.
Salté de la roca y cambié a Codicia del arco negro a la espada negra. El guerrero kobold
más cercano, volviendo a sus cabales, bajó su pata derecha de un manotazo, con el objetivo
de destrozarme con sus afiladas garras. Demasiado lento. Esquivé el golpe y me lancé hacia
delante, cortando el cuerpo de la bestia en dos. La sangre salpicó el aire mientras el torso del
guerrero kobold se deslizaba por el suelo.
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+50.000, Magia +27.000, Espíritu +28.000, Agilidad +45.000. Habilidad añadida: Aumento
de Agilidad (Media)
Con estas estadísticas, derrotar al guerrero kobold restante sería un juego de niños. Para
mí, el monstruo ya no era diferente de un kobold junior, y era igual de fácil de cazar. Al percibir
instintivamente un cambio en mi aura sanguinaria, el guerrero kobold se arrastró hacia atrás,
manteniendo la distancia entre nosotros. Luego se giró y echó a correr a cuatro patas. Sin
duda, pretendía ir a pedir ayuda al kobold coronado.
"No dejes que se escape", dijo Codicia.
"No lo haré".
Transformé a Codicia de nuevo en el arco negro y disparé varias flechas al guerrero kobold;
su cola azotó mientras corría. Las flechas atravesaron la parte posterior de la cabeza del kobold
una tras otra, acabando con su vida antes de que tuviera la oportunidad de hacer un sonido.

+50.000, Magia +27.000, Espíritu +28.000, Agilidad +45.000
Me invadió una inmensa sensación de satisfacción, como si la propia Gula se deleitara con
el festín. Me esforcé por controlar la alegría palpitante mientras analizaba mis estadísticas
actuales.
Fate Graphite, Lv 1
Vitalidad: 161.641
Fuerza: 161.621
Magia: 82.051
Espíritu: 84.701
Agilidad: 136,041
espada a una mano, Técnica de la espada a dos manos, Potenciación de la fuerza (baja),
Potenciación de la fuerza (media), Potenciación de la vitalidad (baja), Potenciación de la
vitalidad (media), Potenciación de la agilidad (media), Regeneración de la salud
Me estaba acercando a las estadísticas del kobold coronado. Un guerrero kobold más y
estaríamos casi a la par.
Me dirigí de nuevo hacia el barranco y el kobold coronado que me esperaba, esta vez por
una ruta diferente. Miré a través de los árboles mientras avanzaba. Los kobolds seguían
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preparados, ahora en formación de batalla rodeando a su líder. El kobold coronado era muy
cauteloso.
Puedes esperar todo lo que quieras, pensé, pero tus subordinados no volverán. Eran una
comida, y ahora su poder es mío, y lo usaré para matarte.
Tiré de la cuerda del arco negro y solté una flecha mágica. Se retorció y giró mientras
atravesaba los árboles, ignorando a los kobolds juniors mientras se acercaba a un guerrero
kobold en medio de la formación.
Pero justo cuando estaba a punto de hundirse en el cuello del kobold, se detuvo. El kobold
coronado atrapó la flecha con su mano desnuda.
¿Cómo es posible...? Tragué saliva, y el sudor rodó por mi frente. Me agaché en la larga
hierba bajo los árboles, calmando mi respiración mientras me escondía de la vista.
"¡GRAAAAHHHHHH!"
No pude ver al kobold coronado, pero oí su rugido. ¿Sabía ya dónde estaba? Volví a mirar
y lo vi dando vueltas alrededor de la formación de batalla, con las orejas apuntando hacia arriba
en señal de alerta. Luego se giró hacia mi acantilado y se detuvo.
Maldita sea. Sabe dónde estoy.
El kobold coronado soltó otro rugido y me miró con el ceño fruncido desde la distancia. Los
kobolds que lo rodeaban también sabían dónde estaba yo y lanzaron aullidos amenazantes.
Esto era malo. Mis estadísticas aún estaban muy lejos de igualar las del kobold coronado,
y si se trataba de un combate cuerpo a cuerpo, las probabilidades no estaban a mi favor: había
treinta y cinco kobolds juniors, dos guerreros kobolds y El Llamado Aullido.
Pero tampoco podía huir. Si los kobolds me vencían, eso reforzaría su determinación y sus
ataques a la finca se harían más feroces. Pensé en las caras de los aldeanos con los que
había pasado el día recogiendo uvas. Las sonrisas y la alegría. La amabilidad con la que
aceptaron a un novato como yo. Cada uno de sus rostros pasó por mi mente, y en el centro de
ellos estaba la Dama Roxy, sonriendo mientras me ofrecía su mano.
Agarré el arco negro. No quería perder a ninguno de ellos. El poder surgió en mi cuerpo con
ese pensamiento.
"¡Prepárate para la batalla, Codicia!" Grité.

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"Sabía que dirías eso. Evita al kobold coronado y concéntrate en acabar con la formación".
Codicia no me aconsejó que me retirara. Sabía cómo me sentía y entendió mi mensaje alto
y claro. ¡Lo único que quedaba era ganar!
Los dos guerreros kobold a ambos lados del kobold coronado eran objetivos difíciles, ya que
estaban protegidos. Mi única opción era empezar por alimentarme de los kobolds juniors para
ir subiendo mis estadísticas.
Ahora que el kobold coronado había delatado mi posición, era inútil esconderse. Me levanté
de la hierba, preparé el arco negro y disparé todos los tiros que pude, cada uno de ellos a un
kobold junior.

Doce menos. No es suficiente. Tenía hambre de más.
Ahora que había visto los ataques del arco negro, el kobold coronado sabía que la ubicación
actual de la manada en el barranco los convertía a todos en blancos fáciles. Envió a los kobolds
juniors a los bosques de la izquierda y la derecha.
Los juniors se abrieron paso a través de la hierba crujiente hacia mí, escabulléndose entre
los árboles y manteniéndose fuera de la vista. Si perdía la concentración por un instante, me
tendrían rodeado. Con los brazos cruzados, el kobold coronado observaba desde el barranco.
Sólo podía ir a un sitio: directamente hacia el kobold coronado y sus dos guerreros kobold.
Ahora que los kobolds juniors restantes se habían dispersado, era mi oportunidad. Aunque
fuera una trampa, era mejor que quedarme quieto y dejar que vinieran hacia mí.
A través de mi telepatía, pude ver que Codicia sentía lo mismo. Su poderosa voz resonó en
mí. "¡Fate! Mantén al kobold coronado ocupado con el arco, y luego córtalo de cerca con la
espada negra".
"Es fácil para ti decirlo. No eres tú el que tiene que luchar contra ello".
"Ha. ¿Pero qué opción tienes?"
"Ninguna".
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Salté de mi posición, con el arco negro preparado. Hice mi primer disparo mientras corría,
un mensaje enviado directamente a la frente del kobold coronado. Sin perder el ritmo, disparé
una segunda flecha, esta vez dirigida al cuello del guerrero kobold que estaba a la derecha de
su líder. El kobold coronado detuvo ambas flechas, apartando la que iba dirigida a su cabeza
y atrapando la que iba dirigida a su súbdito.
¿Qué velocidad de reacción es esa?
El kobold coronado me envió una sonrisa gruñona al tiempo que encajaba la flecha negra
en su mano. La flecha, hecha de energía mágica, se disipó en partículas de luz y desapareció.
Los ataques frontales con el arco eran inútiles. Funcionaban con enemigos de menor rango,
pero no con esta monstruosidad coronada. Veía todas las flechas y las detenía sin problemas,
incluso las que había disparado desde su escondite. Los ataques directos no significaban nada
para él. Pero yo no iba a detenerme.
Disparé una flecha tras otra, y el kobold coronado las rechazó todas. Se movía con una
gracia y una destreza que contrastaban con su corpulento cuerpo. Pero sólo necesitaba
mantenerlo ocupado el tiempo suficiente para acercarme. Entonces podría usar la espada
negra.
Mi objetivo era cualquiera de los guerreros kobold. Si devoraba una de sus almas,
aumentaría mis estadísticas justo por encima de las del kobold coronado. Esa era la única
manera de poner rápidamente las probabilidades a mi favor e igualar el campo de juego.
"¡GRAAAAAHHHHHH!"
El kobold coronado rugió, y los veintitrés kobolds juniors escondidos en el bosque levantaron
la cabeza. Se lanzaron a rodearme.
Me lo esperaba. La diferencia siempre había estado en si esperaba que vinieran a mí o si

planeaba que vinieran a mí. La situación ahora, cuando estaba preparado para la batalla, era
muy superior. Además, el momento era perfecto, porque podía utilizar a los kobolds juniors.
Envié la espada negra a través del pecho de un kobold junior que se acercaba y cargué con
su cuerpo hacia el kobold coronado.
El kobold coronado me miró fijamente mientras me acercaba. Giré mi espada, lanzando el

subalterno a la cara de Aquél que se llama Aullido mientras me escondía en la sombra del
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cadáver volador. El kobold coronado gruñó irritado mientras despedazaba el cuerpo con sus
garras. Luego giró sobre sus talones y lanzó un segundo ataque detrás de él, hacia donde yo
estaba ahora.
"¡Uf!"
Un dolor agudo me atravesó el hombro izquierdo. Las garras del kobold coronado lo habían
atravesado. A cambio de ese dolor, sin embargo, me había acercado lo suficiente como para
lanzar un ataque al guerrero kobold que estaba a la derecha del kobold coronado.
Era el momento de comer.
El guerrero kobold mostró sus colmillos al atacar, pero no fue rival para mí. Bajé la espada
negra con la mano derecha y corté al kobold en dos.

Mientras la voz metálica hablaba en mi cabeza, mis estadísticas aumentaron. Ahora tenía
el poder de aguantar los ataques del kobold coronado. Cuando se abalanzó sobre mí por
detrás, me giré y lo detuve con la espada negra.
El ataque fue fuerte. Aunque mis estadísticas eran un poco más altas, la diferencia entre el
kobold coronado y yo era mínima. Aquel que se llamaba Aullido seguía siendo mucho más
grande que yo. El ataque del kobold me empujó hacia atrás; su enorme peso corporal me
lanzó. Mi intención era detener el ataque, pero me hizo volar. Me estrellé contra una de las
enormes rocas que había detrás de mí.
El ataque me dejó sin aliento, y mi conciencia palpitó en blanco. Codicia hi zo sonar las
alarmas a través de mi Telepatía.
"¡Despierta, Fate!"
La voz de Codicia hizo que mi visión se centrara en el kobold coronado que se acercaba y
en el guerrero kobold que le quedaba. Ahora que me tenían inmovilizado, se acercaban para
continuar su ataque.
Rodé por el suelo, esquivando a duras penas el siguiente golpe del kobold coronado, que
hizo añicos la roca contra la que me había lanzado. Sin embargo, al ver cómo la piedra se
convertía en polvo, me di cuenta de que "destrozada" era una palabra demasiado ligera. El
ataque del kobold coronado pulverizó por completo la roca.
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El poder destructivo del monstruo era increíble. Si me alcanzaba ese golpe, estaba, sin
duda, muerto. Todavía aturdido, no me di cuenta de que cuando rodé para apartarme, me
esperaba la patada del guerrero kobold. Me golpeó con tanta fuerza que pensé que se me
rompería la columna vertebral.
Me hizo pensar en la familia Vlerick y en Rafale. Me hizo pensar en cómo había trabajado
en su lugar, y en las excusas que habían esgrimido para infligirme su violencia. Si podía
soportar una tortura así día tras día, ¡podría soportar esto!
Agarré la pierna del guerrero kobold y, con toda la fuerza que pude reunir, le arranqué el
miembro. A continuación, arrebaté la espada negra del suelo donde había caído y acabé con
la bestia.

No sólo he alcanzado su nivel ahora, pensé. Lo he superado.
Mi hombro herido se estaba curando gracias a la Regeneración de Salud. Una habilidad

muy valiosa.
Este nuevo festín me había llenado de poder, y analicé mis estadísticas con Identidad.
Fate Graphite, Lv 1
Vitalidad: 272.201
Fuerza: 272.301
Magia: 140,251
Espíritu: 145.501
Agilidad: 235,401
espada a una mano, Técnica de la espada a dos manos, Potenciación de la fuerza (baja),
Potenciación de la fuerza (media), Potenciación de la vitalidad (baja), Potenciación de la
Con todos los guerreros kobold muertos, los juniors kobold temblaron de miedo y duda. Su
formación se rompió. Al fin y al cabo, eran perros e impotentes ante su miedo instintivo.
Manteniendo la distancia, me giré para mirar al kobold coronado, abandonado mientras los
kobolds juniors se dispersaban. Me miró con pura aversión.
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Capítulo XIX – Un Camino Codicioso
El kobold coronado era diferente a sus compañeros. A pesar de que percibía mis
estadísticas más altas, su espíritu de lucha se negaba a flaquear. Un odio vital inundó sus
afilados ojos de media luna. Te mataré, me dijo, incluso si eso significa que ambos caeremos.
En general, el kobold coronado tenía una naturaleza cuidadosa. Pero aquí y ahora, con la
espalda contra la pared, había cambiado. Durante un tiempo nos quedamos quietos, con los
ojos fijos. Utilizando identificar, analicé la habilidad del monstru o.
Brawl: Aumenta el poder de ataque para el combate cuerpo a cuerpo. Desbloquea la

técnica de trituración de órganos "Golpe ruinoso".
Así que esa era la técnica de Brawl. Fui testigo de ello cuando el kobold coronado convirtió
aquella roca en polvo. A pesar de mis mayores estadísticas, a corta distancia, perdería si
recibía más de un golpe de ese ataque. Mis huesos se convertirían en polvo y estaría muerto.
La clave era mantenerse fuera del alcance.
"Fate, acabemos con esto rápidamente", dijo Codicia. "Con tus estadísticas actuales,
puedes acceder a mi técnica secreta de primer nivel, el Pájaro de la Sangre".
"¿¡Tienes una técnica secreta!?"
"La tengo. Con ella, puedes acabar con este aburrido vaivén y hacer saltar a esta bestia por
los aires".
Mientras hablaba, vigilaba atentamente al kobold coronado. "¿Qué tengo que hacer?"
"Sencillo. Dame el diez por ciento de tus estadísticas. Todas ellas".
Cuando desbloqueé el primer nivel, había perdido casi la totalidad de mis estadísticas.
Ahora, para usar una técnica secreta, tenía que renunciar a una parte de ellas. ¿El diez por
ciento para acceder? Esta espada negra era tan codiciosa como su nombre indicaba.
"Bájalo al cinco por ciento, y tienes un trato".
"No puedo hacerlo. El mínimo es el diez por ciento. Si quieres un ataque más fuerte, dame
más estadísticas".
"Tacaño, ¿no?"
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Codicia se rió. "Mi nombre debería decirte todo lo que necesitas saber".
¿Cuántas estadísticas más tomaría la espada negra antes de estar satisfecho? Su codicia
era un pozo sin fondo. Al mismo tiempo, quería evitar el combate cuerpo a cuerpo, si era
posible. El kobold coronado tenía más experiencia en la batalla. Si me lanzaba a un asalto
total, podría alcanzarme con un Golpe Ruinoso. Eso significaría el adiós a mis órganos
internos. Pero si mantenía la distancia con el arco negro, el kobold apartaría las flechas de
Codicia. Ya lo había visto antes. Aun así, no había otra opción . Cambié la espada negra por el
arco negro y disparé un solo tiro, que se duplicó como amenaza.
El kobold coronado agarró el cuello de un kobold junior cercano y lo utilizó como escudo
contra la flecha mágica. El subalterno echó espuma por la boca al morir.
Me decidí. "Bien. Hazlo, Codicia".
"Ese es mi chico. Diez por ciento de tus estadísticas... ¡Voy a disfrutar esto!"
Mis estadísticas salieron de mi cuerpo en una fría ráfaga a través de mi mano izquierda.
Inmediatamente, el arco negro cambió ante mis ojos, haciéndose dramáticamente más grande
y más ominoso.
Así que esto era lo que ocurría cuando la Codicia absorbía mi poder. In cluso como portador
del arco negro, sentí una presión insondable que emanaba del cambio; era imposible de
ignorar. Esto había superado la escala de cualquier arma ordinaria. Era algo más.
"Deja la mirada idiota y ponte a ello. El kobold coronado no esperará".
"Entonces terminemos con esto".
"Dispara flechas como siempre lo haces. ¡Tira y suelta! El arco se encargará del resto".
Mi arma amplificada era inmensamente poderosa, y era mi último disparo. Si el arco no

servía, no había forma de que pudiera man ejar al kobold coronado por mi cuenta.
Tal como Codicia había advertido, el kobold coronado se movió. Tenía la intención de
atacarme, independientemente de la transformación del arco negro. El monstruo levantó sus
gruesos brazos como escudo y embistió. Au nque perdiera los brazos, podría arrancarme la
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garganta con sus colmillos o acabar conmigo con las patadas de su Golpe Ruinoso. Esto era
un ataque kamikaze.
Era el momento de ponernos a prueba a los dos, y averiguar si el kobold coronado podía
resistir la fuerza del poder del arco negro transformado.
"¡Fate! ¡Fuego!"
Al compás de la llamada de Codicia, lancé el ataque del Pájaro Sangriento. El retroceso fue
increíble, y la fuerza me empujó hacia atrás. Una flecha salió disparada del arco con u n grito
de relámpago y se convirtió en una espesa columna de oscuridad, que se tragó al kobold
coronado y arrastró a los restantes kobolds juniors mientras luchaban por escapar. El barranco
se convirtió en un gran río de sombras.
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Todo lo que quedó después del ataque fueron profundas cicatrices por toda la tierra. Ni un
solo rastro de kobold, ni siquiera una hebra de cabello. Pero supe por la voz metálica que
resonaba en mi cabeza que el kobold coronado había sido aniquilado.
Habilidad Gula activada. Las estadísticas aumentaron: Vitalidad +218,480, Fuerza

+218,690, Magia +132,350, Espíritu +143,400, Agilidad +141,380. Habilidad añadida:
Brawl
Gastado su poder, el arco negro volvió len tamente a la forma a la que estaba más
acostumbrado.
Se acabó. Dejé escapar un suspiro de alivio, pero de repente me asaltó una euforia que
recorrió mi cuerpo, producida por el alma que acababa de devorar. La euforia que me recorría
era tan intensa que me dolía.
Grité. Tenía que soltarlo. ¿Por qué...?
Me quedé retorciéndome en el suelo con una satisfacción arrebatadora mientras la

sensación me subía por la garganta. Esto no era sólo alegría. El sentimiento que brotaba en
mi cuerpo era una locura. El festín con el alma del kobold coronado le daba a mi Gula tal placer
que me dolía; me estaba perdiendo.
En algún lugar de la bruma delirante, escuché a Codicia.
"¡Fate, debes aguantar! ¡Si no puedes, acabarás en un estado similar al de la inanición, o

peor! ¡Debes aguantar!"
"Es fácil para ti... decirlo... Esto es..."
Golpeé mi cabeza contra una roca cercana en un intento de mantener mis pensamientos en
orden, agitándome mientras rogaba que las olas de la Gula disminuyeran.
"Parece que lo peor ha pasado", dijo Codicia.
"Sí, eso fue lo peor. ¿Siempre se va a sentir así cuando derribe a una bestia coronada?"
Me limpié la baba de las comisuras de la boca y me llevé una mano a la herida de la frente.
La Regeneración de Salud se había encargado de ello. Era muy tranquilizador llevar esa
habilidad a la batalla.
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"Tu cuerpo simplemente está reaccionando a la primera alma de alta calidad que ha comido.
Ahora que la has probado, la Gula no volverá a enloquecer de éxtasis. Dicho esto, ¿quién sabe
qué pasará si comes algo del nivel del Dragón Divino?"
"¿¡La encarnación viviente de la calamidad celestial!? ¡No hay manera de que sea capaz de
comer algo así!"
La codicia se rió. "Tal vez".
Me desplomé en mi sitio y miré al cielo. La luna se asomaba por detrás de las nubes y la luz
de la luna bañaba la tierra. Había detenido el avance de los kobolds, pero a medida que la luz
de la luna aportaba claridad, el estado del barranco me dejaba boquiabierto.
"Por los dioses. Nosotros. Hemos destrozado. Todo. Este barranco era tan hermoso antes,
pero ahora..."
"No hay que preocuparse", dijo Codicia. "Para ganar la batalla es mejor que sea una
dominación total. Este es un buen ejemplo. ¿Verdad, Fate?"
"¿Qué vamos a hacer con... todo esto? Cuando los demás vean esto mañana, van a
enloquecer".
"No es un problema, Fate. En mil años, la forma de la tierra será casi irreconocible. Así que
diezmaste el barranco. ¿Y qué? Estás exagerando. Incluso un siglo, y estará como nuevo".
Parecía bastante claro que, para Codicia, un objeto inorgánico, el tiempo fluía de manera
muy diferente. ¿Un siglo? ¿Pero qué voy a hacer con todo esto... esta profanación... ahora?
Los árboles habían caído al suelo, desarraigados. La antes vibrante belleza natural del
barranco era ahora un retrato de la tragedia. Había salvado la finca de la familia de la Dama
del desastre, pero... ¿cómo iba a salvar lo que había sido de la propia tierra?
No se me ocurrió ni una sola buena idea.
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Capítulo XX – Un Juramento, Una Promesa
De alguna manera, regresé a la mansión Hart antes del amanecer. Estaba totalmente
agotado, tanto por la batalla con el kobold coronado como por el éxtasis de locura que provocó
Gula después. Apoyé a Codicia contra la mesa de mi habitación y me desplomé en la cama.
El sueño llegó al instante.
Me desperté con la luz del sol entrando por las ventanas.
¿Hm? Espera. Si el sol está tan alto, eso significa que... ¡ya debe ser mediodía! ¿He dormido
toda la mañana?
Me levanté de la cama, me vestí y salí de mi habitación. Maya pasaba por allí en ese
momento y se rió al verme.
"Hola, dormilón. ¿Por fin te has decidido a despertar? Si sigues así, no tardarás en trabajar
para la Dama Roxy".
"¡No! Cualquier cosa menos eso... ¿Dónde está la Dama Roxy, por cierto? Tengo que
encontrarla y disculparme".
Maya parecía disfrutar viendo cómo me ponía ansioso.
¿Qué demonios? ¿¡Podría perder mi trabajo, y crees que es divertido!?
"Perdona que me ría. Es que te pareces tanto a un cachorro abandonado. Es adorablemente

divertido", rió Maya. "Perdóname. ¿Dónde están mis modales? Por favor, estate tranquilo. Sólo
estaba bromeando".
"La Dama Roxy nos ordenó que te dejáramos dormir".
Maya explicó que la Dama Roxy se había preocupado cuando no me desperté de forma
natural por la mañana, e incluso vino a ver cómo estaba. Llamó a la puerta, pero no recibió
respuesta. Temiendo que pudiera haber ocurrido algo, la Dama Roxy abrió la puerta y me
encontró tumbada en la cama, con la boca abierta mientras dormía. Suponiendo que estaba
agotada por la recogida de uvas del día anterior, ordenó a las sirvientas que me dejaran dormir
hasta que me despertara por mi cuenta.
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Aunque en realidad había pasado la noche enzarzada en una batalla con el kobold
coronado, eso no era algo que pudiera ir a explicar a nadie, así que me mordí la lengua.
"Ah, ya veo", murmuré.
"Ahora que tienes el permiso expreso de la Dama Roxy, puedes volver a la cama, si te
apetece".
"No, no, estoy bien. Ya he tenido suficiente".
La Dama Roxy ya me había permitido dormir hasta tarde; volver a la cama era exagerado.
Lo primero es lo primero, tenía que encontrarla y disculparme.
"¿Dónde está mi Dama?" Pregunté.
"Seguro que ayer te enteraste. La Dama Roxy se llevó un grupo de hombres preparados
para la batalla a cazar kobolds".
Así que ella ya se había ido... a los restos diezmados del barranco. Ella podría estar mirando
conmocionada mientras Maya y yo hablábamos. ¿Y a qué conclusión llegaría la Dama Roxy
sobre cómo llegó el barranco a esa situación? Estaba preocupado, pero sabía que no había
pruebas de que hubiera estado allí, así que por ahora tenía que actuar con normalidad.
"¿Y cuándo se espera que regrese la Dama Roxy?"
"Si es como los años anteriores, mañana por la mañana. Los kobolds son monstruos
nocturnos, así que se pasará el día poniendo trampas y luego cazará hasta el amanecer".
"Mañana, dices..."
Estaba seguro de que la Dama Roxy regresaría este mismo día. Ella vería las ruinas del
barranco y sabría que algo había combatido a los kobolds. Si algún kobold había escapado de
algún modo, no atacaría la finca de los Hart después de aquel desastre. La Dama Roxy los
ahuyentaba todos los años, así que los conocía lo suficientemente bien como para evaluar
fácilmente ese tipo de cosas.
Habría una conmoción a su regreso, así que debía prepararse.
"Te gusta mucho, ¿verdad?" dijo Maya, interrumpiendo mis pensamientos. "La Dama Roxy,
quiero decir".
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"¿¡Eh!? ¿De qué estás hablando?"
El comentario me tomó tan por sorpresa que mi voz salió como un chillido. ¡Era un sirviente
siendo considerado con su maestra!
"Estás muy ansioso -y nervioso-", se rió. "Pero está bien".
A Maya le pareció graciosa mi reacción. Ocultando su risa con una mano, volvió al trabajo.
"¡Espera un momento!" le dije. "¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?"
Quería tener la oportunidad de compensar por haber dormido tanto tiempo. Seguían
tratándome como una invitada, pero yo seguía siendo un sirviente de la Dama Roxy. No podía
quedarme sentada ganando dinero por no hacer nada.
Al ver mis ganas, Maya ladeó la cabeza, pensativa. "¿Por qué no vas a hacerle compañía a
la Dama Aisha? Ella no tiene nada que hacer".
"¡Entendido! Haré lo que pueda".
Después de que Maya me dijera dónde encontrar a la Dama Aisha, le di las gracias
amablemente y me fui.
"¡Hey!" Me llamó Maya. "¡No corras por los pasillos! ¿Y si te tropiezas con alguien?"
"¡Lo siento!"
Habiendo roto una de las reglas más básicas del trabajo de los sirvientes, me incliné en
señal de disculpa ante Maya y caminé enérgicamente por el pasillo.
◇◇◇
La Dama Aisha estaba en su habitación. Enseguida se vio que no era una habitación de
invitados como la mía; la alta calidad de la puerta a la que llamé hablaba por sí misma. Tras
una pausa, una voz me invitó a entrar.
"Disculpé", dije al entrar.
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La Dama Aisha me saludó con la sonrisa de una joven descarada. "Ah, Fate. Qué buen
momento. Sentarse y contemplar el paisaje se vuelve terriblemente aburrido después de un
tiempo".
Estaba descansando en la cama, con el cuerpo apoyado en las almohadas detrás de ella.
Parecía cansada.
"Ven, siéntate", añadió.
Me senté en la silla que me indicó la Dama, junto a la cama. Ella sonrió cuando lo hice y
volvió a mirar por la ventana. Durante un rato, los dos nos quedamos sentados, admirando el
jardín. Al haber pasado tiempo con los jardineros de la mansión Hart, me di cuenta de que el
césped de la finca estaba inmaculadamente cuidado. Los jardineros parecían tener a la familia
Hart en alta estima.
"Es un jardín precioso", dije.
"Lo es, especialmente todo lo que se ve desde esta ventana. Siempre le digo al viejo
jardinero que no se moleste en tomarse todas las molestias, y sin embargo siempre lo hace".
Ahora tenía sentido. El jardinero sabía que la Dama Aisha estaba enferma y no podía salir
a menudo. El jardín era su forma de alegrar su vida en el interior.
"Es tan molesto...", dijo ella, pero su sonrisa era de gratitud.
Durante un rato, la Dama Aisha y yo charlamos, y el tiempo pasó con nuestras constantes
risas. Cuando el estómago me rugió por no haber desayunado, la Dama Aisha llamó a una
sirvienta para que nos trajera un tentempié. De ella emanaba algo parecido al calor de una
madre. Aunque mi propia madre había fallecido poco después de que yo naciera, por lo que
no podía decir que supiera exactamente lo que era esa bondad, sentí algo de la Dama Aisha.
Era desinterés.
La Dama Aisha colocó su taza de té en el platillo y me miró con una mirada seria. "Fate, es
probable que... no me quede mucho tiempo".
"Por supuesto que sí. Por qué, ahora mismo estás..." Pero no podía decirlo. No podía decir
que estaba bien. Incluso ahora, seguía atrapada en la cama.
La Dama Aisha continuó donde lo había dejado. "Sí, ahora mismo estoy bien. Pero no
tardará mucho. Después de todo, nadie nos conoce mejor que nosotros mismos".
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"Pero... ¿por qué me dices esto?"
"Porque creo que puedes ser el apoyo que Roxy necesita. ¿Puedo pedirte eso?"
Me sentí nervioso y más que perdido. La Dama Aisha continuó contándome que cuando su
marido había muerto en la batalla, fue un momento de gran angustia para su hija. Sin embargo,
cuando me convertí en miembro de la gran familia Hart, me había convertido en una fuente de
consuelo y fuerza para la Dama Roxy. La Dama Roxy se lo había dicho a su madre cuando
estaban a solas. Ella había dicho: "Tengo que seguir adelante. No quiero que Fate me
considere una cabeza de familia indigna".
"Si hubieras podido ver sus ojos cuando dijo eso", me dijo la Dama Aisha. "Tenía el mismo
aspecto que su padre en su juventud".
"Pero una persona como yo..."
Nuestras posiciones en este mundo estaban demasiado alejadas. Aunque ahora poseía
verdadera fuerza, nunca podría mostrarla. Por supuesto, podía apoyar a la Dama Roxy desde
las sombras, pero eso no se parecía a lo que la Dama Aisha me pedía.
Al ver mi confusión, la Dama Aisha puso su mano sobre la mía. Con la telepatía, escuché
su voz fluyendo a través de mí.
"Estarás bien... No es tan difícil".
Su voz se desvaneció cuando levantó su mano, y me habló una vez más.
"No necesitas posición o estatus, Fate. Y tampoco necesitas ser tan fuerte como un
caballero sagrado. Lo importante es lo que hay aquí", dijo señalando mi pecho. "Lo importante
es que tu corazón quiere apoyarla".
"Mi corazón... ¿Mis sentimientos, quieres decir?"
"Sí. Mírame, Fate. Vengo de una familia de plebeyos, sin una habilidad útil a mi nombre.
Pero estuve allí por mi esposo, un gran y poderoso caballero sagrado. Y si yo pude apoyarlo
a él, entonces tú puedes apoyarla a ella. Eso es lo que creo".
No me cabía duda de que el corazón de la Dama Aisha, incluso golpeado por la enfermedad,
era más fuerte que el mío. Sus palabras me pesaron. Desde que desaté a Gula, había buscado
poder y fuerza. Esperaba poder ser algún día tan fuerte como ella.
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Capítulo XXI – En La Encrucijada
Pense mucho en las palabras de la Dama Aisha, y el tiempo pareció pasar en un instante.
Antes de darme cuenta, era de noche. La Dama Aisha necesitaba descansar y se quedó
dormida, así que una vez más me quedé sin nada que hacer.
Volví a mi habitación, con la cabeza todavía revuelta, cuando la mansión se llenó de una
repentina conmoción. Fui a investigar y descubrí que la Dama Roxy había llegado a casa antes
de lo previsto.
Como esperaban que su maestra volviera a la mañana siguiente, las sirvientas entraron en
pánico y se apresuraron a preparar la cena y el baño nocturno de la Dama Roxy. Me apresuré
a acercarme a Roxy entre una multitud de sirvien tas bulliciosas. Necesitaba saber cuanto antes
lo que ella pensaba del barranco cuando lo vio en su cacería de kobolds.
Encontré a la Dama Roxy en la entrada de la mansión, quitándose la armadura de luz

blanca.
"¡Dama Roxy! Bienvenida a casa".
"Ah, Fate. Me alegro de verte".
Sin embargo, algo estaba evidentemente en su mente. Tenía la sensación de saber qué. En
cualquier caso, estaba claro por su regreso que había decidido que los kobolds ya no eran una
amenaza.
Aun así, tuve que preguntar, con el corazón acelerado: "¿Qué ha pasado, Dama Roxy? Ha
vuelto antes de lo previsto".
"Bueno, sobre eso..."
Tras quitarse la última armadura, la Dama Roxy me habló de la confusa visión que la había
recibido antes. Por la mañana, había llevado a un grupo de man os experimentadas al barranco,
pero lo había encontrado arrasado por algún tipo de ataque poderoso. El paisaje natural estaba
devastado, los árboles arrancados de raíz y el suelo ahuecado.
No se parecía a nada que hubiera visto en ninguna cacería anterior. Incluso yo pensé que
había ido demasiado lejos, así que debió ser toda una sorpresa para la Dama Roxy. Envió a
sus hombres a hacer una investigación inmediata de la zona, pero no quedó nada que la
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ayudara a entender lo que había ocurrido. Era como si todo lo que había en el barranco hubiera
volado por los aires.
Sin embargo, en una gran roca a cierta distancia del valle, sus hombres descubrieron los
cadáveres de diez jóvenes kobolds y dos guerreros kobolds. Al inspeccionar ella misma el
lugar, la Dama Roxy comprobó que habían quedado en el suelo, muertos por heridas de
espada y flecha. No había señales de pérdidas en el lado de los oponentes kobolds; la batalla
había sido unilateral.
El espectáculo era especialmente sorprendente por la presencia de los guerreros kobolds.

Estas bestias eran fuertes y no se dejaban abatir fácilmente por nadie que no fuera un caballero
sagrado. Pero uno de los guerreros kobold había sido cortado por la mitad. El otro había
intentado claramente huir atemorizado sólo para recibir un disparo en la nuca. Y lo que es más
curioso, la propia flecha no estaba por ninguna parte. Sólo quedaba la herida, pero no había
señales de que se hubiera extraído ninguna flecha. La única flecha que podía dejar esas
heridas era de naturaleza mágica, y las armas que convertían la energía mágica en proyectiles
eran poderosas. No eran manejadas por aventureros ordinarios.
No tenía ni idea de que los arcos mágicos fueran tan fuertes.
"Al final, llegué a una conclusión", dijo la Dama Roxy.
"¿Eh? ¿Y.… qué fue eso...?" pregunté.
A partir de estos retazos de evidencia, ¿a qué conclusión pudo haber llegado? Ella no podía
saber que era yo... ¿no?
"Creo que podría ser la chica Galiana que vimos ayer".
La Dama Roxy había identificado al culpable más inesperado. Sin embargo, se sintió un
poco... forzada. Debí parecer insatisfecho, porque las mejillas de la Dama Roxy se inflaron al
mirarme.
"Sé que no tengo forma de confirmarlo, pero ¿qué otra cosa se supone que debo decir a los
aldeanos? Tengo que darles una explicación que puedan entender".
La Dama Roxy tenía que llevar la calma y la confianza a los lugareños. Algo había destruido
el barranco y arrasado a los kobolds. Sin embargo, no quedaba nada en la escena de la batalla
para identificar qué era ese algo.
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Así que la niña galiana fue un chivo expiatorio de último recurso. El pueblo galiano había
gobernado una vez Galia con gran destreza marcial. Según las antiguas escrituras, la fuerza
de un guerrero galiano superaba la de un caballero sagrado. Si esta chica tenía tal poder, no
era difícil imaginarla como responsable de lo que había ocurrido en el barranco. Todavía había
que dar algunos saltos de lógica, pero la Dama Roxy sólo tenía que tranquilizar a los aldeanos.
De todos modos, me di cuenta de que la persona más insatisfecha con esta respuesta era la
propia Dama Roxy.
"Ah, ya veo", dije. "Lo siento mucho, Dama Roxy".
"¿Por qué tendrías que disculparte, Fate?"
"¿Eh? Oh, eh, es que siento que debo hacerlo", respondí, riendo nerviosamente.
Eso estuvo cerca. Ver la cara de frustración de la Dama Roxy casi me hizo confesar todo el
asunto.
Además, no sabía que los galianos habían sido tan fuertes. Por otra parte, la chica había
dicho que podía quedarme con los kobolds, como si me hiciera un regalo a regañadientes. Eso
me hizo preguntarme. Si no me hubiera conocido, tal vez ella misma habría acabado con los
kobolds. En ese caso, lo mejor era dejar la historia de la Dama como estaba: la muchacha
había derrotado a los kobolds y destrozado el barranco. La chica había dicho que se lo debía,
así que tendría que asegurarme de pagarle la próxima vez que la viera.
Dije un agradecimiento silencioso a aquella chica galiana sin nombre.
No era la forma más limpia de terminar las cosas, pero si eso significaba que la gente de la
finca Hart podía volver a sus vidas normales, era suficiente. Sin embargo, la Dama Roxy aún
parecía preocupada.
"Varios aldeanos vieron a la chica salir de los límites de la finca esta mañana temprano",
dijo, "lo que significa que no hay posibilidad de preguntarle por qué vino o qué hizo. Me siento
fatal por haberla utilizado así..."
"Dama Roxy..."
Realmente, yo era el que se sentía mal. No podía decirle a Dama Roxy la verdad sobre mi
Gula. No quería que supiera que había matado a todos los kobolds y robado su poder. Sobre
todo, esto último.
"Fate, ¿qué pasa? Pareces molesto".

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"¿Oh? ¿En serio?"
"A veces pones esa cara. Por favor, no dudes en avisarme si algo te preocupa".
"Gracias, Dama Roxy".
Esas fueron las únicas palabras que pude darle como respuesta.
◇◇◇
La Dama Roxy volvió al barranco durante los dos días siguientes para asegurarse de que
los kobolds no volvieran. Después, dijo: lo que sea que haya atacado a los kobolds ese día,
podría haberlos aniquilado por completo. Si había algún superviviente, era probable que no
volviera a visitar la finca de la familia Hart nunca más.
Una vez terminado su trabajo en la finca, la Dama Roxy y yo nos dispusimos a regresar al
reino. La Dama Aisha se acercó a la entrada con la ayuda de sus sirvientas para despedirnos
mientras subíamos al carruaje.
"Adiós, madre".
"Tengan cuidado. Si alguna vez hay tiempo libre en tu agenda, siempre serás bienvenida a
casa".
"Gracias. Cuídate, por favor".
"Lo haré. Todavía tengo un poco de energía". La Dama Aisha me miró, con una luz
socarrona en sus ojos. "Y espero que estés con ella cuando vuelva, Fate. Y espero que tengas
una respuesta para mí la próxima vez que hablemos".
"La tendré..."
Era la respuesta que no había podido admitir, una promesa en pausa. Dos fuerzas tiraban
de mí en direcciones opuestas: los sentimientos de mi corazón y la realidad de mi situación.
Dejé mis sentimientos atrás, allí en la mansión, y subí al carruaje rumbo al reino.
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Capítulo XXII – Brillante Cielo Azul
Estábamos en el camino de vuelta a Seifort. Me senté frente a la Dama Roxy, luchando
desesperadamente por reprimir el dolor palpitante de la sed de almas de Gula. Un sudor frío
bañaba mi piel. Un pequeño desliz y Gula podría devorar mi mente. Fue exactamen te como
Codicia había predicho.
La Dama Roxy y yo llegamos al reino al atardecer. Uno de los sirvientes del castillo la estaba
esperando cuando llegamos a la mansión, así que salió inmediatamente. Nunca había
descanso para una Caballero Sagrado de una de las cinco estimadas familias.
En cuanto a mí, me dejé llevar por los jardineros de la mansión Hart. Querían saberlo todo
sobre los terrenos de la finca Hart, hasta las raíces de sus plantas. Entonces me di cuenta de
que los jardineros de la mansión y de la finca se veían como rivales. Les dije que los jardines
de la finca estaban inmaculados, sobre todo la vista desde la habitación de la Dama Aisha.
"Esos tipos son siempre tan meticulosos", dijeron los jardineros, elogiando seriamente a sus
competidores.
Como ya había anochecido, mis tareas de jardinería no se reanudarían hasta el día

siguiente. Una vez que nos pusimos al día, los jardineros y yo cenamos juntos y nos metimos
en la bañera.
Mientras nos remojábamos, uno de ellos se dirigió a mí. "Creo que ya es hora de que te
enseñemos a podar los árboles. ¿Qué te parece? ¿Quieres intentarlo?"
"¿En serio?"
"Fate, muchacho, eres un gran trabajador. Todos estamos de acuerdo en que merece la
pena enseñarte".
"¡Gracias!"
Los jardineros habían pensado en mí mientras yo estaba fuera en la finca. Habían dicho
antes que se estaban haciendo mayores y querían formar a un sucesor. Ahora, ese sucesor
era yo. Fue un gran honor. Estaba tan contenta que, cuando le restregué la espalda a un viejo
jardinero, puse demasiada fuerza en ello, y me chasqueó.
"¡Ay! ¡Eh, tranquilo, Fate! No me estoy haciendo más joven".
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"¡Lo siento!"
Como mis estadísticas eran tan altas comparadas con las de esta gente común, traté de ser
cuidadoso, pero el cumplido de los jardineros me hizo soltar accidentalmente demasiado
poder. Tenía que estar más atento. Podías moderar los efectos de las estadísticas en el cuerpo
mediante la fuerza de voluntad. Sin un rígido control mental, los caballeros sagrados matarían
a la gente con regularidad debido a sus altas estadísticas.
Ahora que había consumido al kobold coronado, era más fuerte que un caballero sagrado
novato, así que tenía que empezar a pensar en entrenar para controlar mis estadísticas. Por
otra parte, cada vez que mejoraba a Codicia, siempre me devolvía a la casilla de salida. En
cualquier caso, mientras tuviera Gula, no podría evitar las fluctuaciones repentinas en mis
niveles de estadísticas. Lavar la espalda del viejo jardinero era una buena oportunidad para
practicar.
"¡Ay! ¿¡Qué haces ahí atrás!?"
"¡Oh, lo siento!"
"Sólo soy un pequeño anciano, Fate. Estate más atento, ¿quieres?"
Con cada desliz de concentración, perdía el control de mis estadísticas. Iba a pasar un
tiempo antes de que hacerlo se convirtiera en algo natural.
◇◇◇
En la oscuridad de la noche, me puse mi máscara de calavera y salí como siempre a donde

los duendes vagaban. Esa noche, me dirigí al Bosque de los Hobgoblins. Había ayunado en la
finca de Hart durante dos días, y Gula ansiaba el sustento.
Incluso en la turbia oscuridad del bosque, los hobgoblins eran fáciles de detectar con mi
Visión Nocturna. No perdoné a ninguno en mi cacería, ni siquiera a los que dormían entre las
raíces de los árboles.
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Escuché aquella voz metálica innumerables veces, pero el hambre seguía siendo la misma.
Estaba al límite de los duendes y hobgoblins. Hasta hace poco, la caza de duendes había sido
suficiente para saciar mi Gula, pero tenía una idea de lo que estaba pasando.
La Gula lo dejó claro. "La Gula conoce ahora el sabor de una bestia coronada", dijo. "No se
satisfará con nada menos".
"Pero no tendré más hambre que esto si sigo cazando, ¿verdad?"
"Fate, por supuesto que va a empeorar. Tú lo sabes mejor que nadie".
Nunca debí alimentar a Gula con algo tan delicioso como un monstruo coronado. Si hubiera
sabido que esto iba a suceder, le habría dado de comer un plato completo de duendes en su
lugar. Sin embargo, no había podido evitar al kobold coronado. Si no hubiera hecho nada,
habría causado estragos en la finca de la familia Hart. Me alegré de haberlo matado, pero
ahora me encontraba en un aprieto totalmente nuevo.
"Ugh... mi ojo derecho está ardiendo".
Ocurrió justo después de matar a mi décimo hobgoblin. Me miré en la hoja de la espada

negra, y lo vi en el reflejo de la máscara de calavera que me devolvía la mirada.
"Es tal y como dijiste, Codicia... Está empeorando".
"Te lo dije. Se ve más claramente en los ojos".
En la hoja de la espada negra, un ojo rojo brillante me devolvía la mirada. Mi ojo izquierdo
era negro, pero el derecho se había vuelto tan rojo que era repulsivo. Este color sólo significaba
una cosa...
"La Gula está hambrienta", dijo la Codicia. "Es sólo cuestión de tiempo".
Yo también podía sentirlo. No pasaría mucho tiempo antes de que los monstruos cercanos
al reino -los duendes- ya no pudieran sostener a mi Gula. Y la Gula que se arrastraba dentro
de mí... no esperaría.
"Es hora de irse, Fate. El momento que sabías que llegaría... está aquí. Y no tienes mucho
tiempo".
"¿Qué hora es?" Sabía la respuesta, pero le devolví la pregunta a Codicia.
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"El momento de decidir tu futuro".
No dije nada y me dirigí de nuevo al reino. Me encontré con varios aventureros en el camino,
pero no le presté atención a ninguno de ellos.
Sin embargo, todos gritaron lo mismo cuando me vieron y corrieron. "¡El liche ha vuelto! ¡El
Cadáver ha vuelto! ¡Corran, todos!"
Caminé por las llanuras vacías de las Praderas de los Duendes y me quité la máscara de
calavera.
"Está tranquilo", dije.
"Y muy, muy solitario".
"Cállate."
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IMAGEN
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Me dirigí hacia el reino a través de los vientos que barrían las praderas.
Al día siguiente, me vendé el ojo rojo para ocultarlo. Les dije a los otros sirvientes que me
había herido mientras estaba medio dormido. No pude saber si los jardineros estaban
preocupados o enfadados. "¿Cómo vas a podar si no puedes concentrarte?", dijeron, pero
estaba seguro de que estaban más preocupados que nada.
"No pasa nada. Puedo hacerlo con mi ojo bueno", dije.
"Bueno, haz lo que puedas, pero no te esfuerces, ¿de acuerdo?".
Como había prometido, me dejaron podar los árboles del jardín. Para empezar, el viejo
jardinero se quedó a mi lado, enseñándome sobre la marcha. Al final, acabamos con un árbol.
"¿Cómo es eso?" pregunté.
"Lo estás consiguiendo", dijo. "Ahora, haz el de allí igual que éste. Tengo trabajo propio al
que llegar".
"Eh... ¿quieres decir que lo haga yo solo...?"
"¿Cuál es el problema? Si no sabes qué hacer, ven a buscarme, ¿de acuerdo?"
"Sí, señor".
El viejo jardinero era de los que prefieren la experiencia práctica a las explicaciones. No me
quedaba más remedio que ponerme manos a la obra.
Tomé las tijeras de podar en la mano y me dirigí al árbol que el viejo jardinero había señalado
cuando vi a la Dama Roxy equipada con su armadura de luz blanca. Parecía que acababa de
regresar del castillo. Normalmente entraba directamente en la mansión a su regreso, pero hoy
era diferente. Sentí curiosidad: ¿a dónde iba?
La seguí y estuve a punto de alzar la voz y gritar... pero de repente me sentí incapaz de
hacerlo. La Dama Roxy estaba arrodillada ante la tumba de su padre, con una mirada pesada
como nunca la había visto. Era el rostro de alguien que está a punto de entrar en combate.
Después de decirle algo a la tumba, la Dama Roxy se levantó, se volvió hacia la mansión... y
me encontró mirándola. Había estado mirando tan intensamente que ni siquiera pensé en
esconderme.
"Fay, ¿qué estás haciendo aquí...? ¿Te ha pasado algo en el ojo? ¿Estás herido?"
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Puse un aire de calma y le mostré a la Dama Roxy mis tijeras de jardinería.
"Yo... estaba medio dormida y me lo he golpeado de alguna manera. Pero a partir de hoy,
se me permite podar los árboles del jardín. Así que... supongo que podaré este árbol de aquí".
Puse la mano en el árbol que estaba a mi lado, aunque en realidad era totalmente diferente
al que el jardinero me había dicho que trabajara.
"Pero... Dama Roxy", dije. "¿Ocurre algo? Hoy no pareces tú misma".
Hice la pregunta con cierta aprensión. ¿Había pasado algo en el castillo? Sin embargo,
mientras hablaba, la expresión que había visto en la tumba de su padre se desvaneció, y la
Dama Roxy que conocía volvió.
"No es nada", dijo. "Pero si yo fuera tú, me preocuparía un poco más de la poda antes de
que alguien te regañe".
La Dama Roxy señaló la figura fulminante del viejo jardinero, con los brazos cruzados. Sabía
exactamente lo que decía esa mirada. Ese árbol no, idiota, ¡el de allí!
La Dama Roxy aprovechó la oportunidad para escabullirse hacia la mansión. No podía

precisarlo, pero mientras la veía alejarse, me quedaba una sensación ominosa. Contrastaba
con el cielo sin nubes, que era claro y hermoso.
Una vez terminadas mis tareas, estaba libre hasta mi cacería nocturna, así que fui al bar
local. Cuando llegué allí, me enteré de la noticia que tanto ansiaba. El tabernero me lo dijo
mientras me traía la comida al mostrador.
Por fin, Hado Vlerick se dirigía al Bosque de los Hobgoblins para cazar y matar al liche
recién retornado. Y se dirigía allí esta noche.
Un caballero sagrado como la Dama Roxy venía a mi terreno de caza. Mi territorio.
Hado tenía que tener información. Tenía que saber algo sobre esa extraña tienda en el
Distrito Mercantil. Si la familia Vlerick había hecho algo sucio, se lo sacaría. Pero esto también
era personal. Tenía una cuenta pendiente con Hado. Una grande.
Me bebí el último vino de mi copa y me levanté de mi asiento.
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Capítulo XXIII – Lo Que Debe Hacerse
Aquella noche, esperé en silencio en el Bosque de los Hobgoblins la llegada de Hado
Vlerick.
Me encontraba en el campo de flores que el rey duende había llamado antes su territorio.
Era un claro circular rodeada de árboles, el único lugar del bosque donde ya no crecían árboles.
En el centro del claro estaban los restos del árbol marchito que había caído en mi batalla con
el rey duende. Fue allí donde me senté a esperar, con mis sentidos agudizados.
Hado vendría. Tenía que hacerlo. Le había dejado un rastro de cadáveres de duendes que
seguir. Si eso no era suficiente para que me encontrara, entonces era realmente tan estúpido
que no tenía salvación. El resto dependía de lo mucho que creyera en los rumores sobre el
modus operandi del Cadáver.
El Cadáver sólo atacaba a los duendes. No atacaba a las personas, todavía. Si Hado creía
esto, no vería los cadáveres de duendes dispersos como el rastro de una trampa. Escuché
atentamente y sólo oí el susurro de las hojas en el viento. No había venido. Me pregunté si la
información del tabernero era mala.
Justo cuando pensaba esto, capté un sonido diferente que se acercaba constantemente.
Luego, al borde del campo de flores, el ruido cesó. Permanecí inmóvil, sentado en el árbol
caído. Detrás de mi máscara, seguí observando.
Más movimiento. Los sonidos se extendieron y separaron, rodeando mi ubicación. Se

estaban poniendo en posición, y luego atacarían. Sin embargo, no me moví. Les daría el primer
golpe. Lo que más importaba era asegurarse de que Hado no escapara. Eso significaba
atraerlo para que pensara que esta era su mejor oportunidad de golpear, mientras el Cadáver
no hubiera notado su presencia.
La mayoría de los caballeros sagrados del nivel de Hado se habían probado a sí mismos en
Galia, cazando a la siempre creciente población de poderosos monstruos que llamaban hogar
al continente. Pero Hado aún no había estado nunca, y era poco más que una mierda pegada
al culo de su hermano mayor, Rafale. En otras palabras, incluso con su imponente figura, Hado
era inexperto y cobarde, el tipo de persona que sólo elegía batallas que pudiera ganar, y
oponentes que pudiera dominar. Habiendo sido molido bajo su bota, lo sabía muy bien.
Y sabía que Hado veía el Cadáver exactamente como el tipo de trabajo fácil que le haría
ganar méritos en el reino y le permitiría evitar los deberes en Galia. Como caballero sagrado,
Hado no estaba interesado en hacerse más fuerte. Sólo quería utilizar su posición para ganar
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un estatus más alto y una mayor influencia. La familia Vlerick era un nido de ratas lleno de este
tipo de alimañas.
"¡Fate, ya vienen!" dijo Codicia.
"Eso parece".
El enemigo se acercó. Los oí tirar de las cuerdas de los arcos detrás de mí, a la derecha.
En mi estado medio hambriento, con mis sentidos dolorosamente agudos, el sonido era
demasiado claro.
Los arcos dispararon, y yo salté en el aire, evadiendo ambas flechas con facilidad. Mi
reacción fue inesperada, y los hombres escondidos soltaron un suspiro. Había hecho
tambalear su confianza. Al aterrizar de nuevo sobre mis pies, sostuve a Codicia en posición de
combate.
"¿Listo?" Preguntó Codicia.
"Sólo un poco más".
Si no hacía nada, vendrían hacia mí. Aunque sus arcos eran inútiles a distancia,
conservaban la confianza y la seguridad de un grupo. Yo era uno contra muchos, y ellos se
mostraban en el campo de flores para llegar a mí. A Hado le encantaba intimidar en masa. Era
su personalidad; era impotente para resistirse.
Como esperaba, salió de entre los árboles con su pesada armadura plateada y un grupo de
catorce compinches. Todo un séquito. Supuse que todos eran aventureros especialmente
seleccionados y contratados por la familia Vlerick. Desenvainando sus espadas del cinturón,
se acercaron a mí con sonrisas perversas en sus rostros.
Cuando las fuerzas de Hado desvelaron su verdadero número, mostré una pizca de
aprensión. Eso sirvió para reforzar su determinación y convencerles de que tenían ventaja.
"Gran Señor Hado, parece que hemos encontrado al llamado Cadáver... el lich de los
rumores. Es igual a lo que decían todos los informes. Y ahora que está rodeado, está
petrificado".
"¡Claro que lo está!" Hado bramó. "No somos nada parecido a esos pequeños aventureros
codiciosos que cazan duendes para conseguir calderilla. Somos los elegidos, y yo, un caballero
sagrado, he sido ungido por los propios dioses. ¡Soy el más fuerte aquí! No hay monstruo que
no se acobarde ante mi poder. Contemplad, pues el Cadáver tiembla de miedo".
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"¡Lo hace! Tu justa mirada lo derrotó incluso antes de que comenzara la batalla".
Hado se rió. "Pero claro".
¿Dejarán de hablar alguna vez? Mi actuación les había convencido. Hado y sus hombres
estaban totalmente perdidos por su exceso de confianza. Los Vlericks me habían atormentado
durante cinco largos años, y esta actuación era justo lo que había aprendido de ese abuso.
Era imposible sentir algún tipo de orgullo por ello.
Pero mis acciones también le dieron a Hado el valor para liderar la manada y ponerse al
frente. Ahora no se escaparía.
Primero, tenía que librarme de esas catorce ratas que trajo. Agarré la espada negra Codicia.
El tiempo de actuación había terminado.
Uno de los subordinados de Hado se dirigió a su maestro.
"Gran Señor Hado, permítanos el honor de esta cacería", dijo con arrogancia. "No hay
necesidad de que te ensucies las manos con un monstruo de este nivel".
"Muy bien, que así sea. Haz lo que quieras".
"Como quieras".
Era el momento de ver qué podían hacer las fuerzas de Hado. Desencadené la totalidad de
mis estadísticas y, en una ráfaga de viento, aparecí frente al gruñón que acababa de hablar.
Con mi mano izquierda, le di un puñetazo en la cara. Sólo un golpe. Antes de que pudiera abrir
la boca, lo mandé a volar a las profundidades del bosque. Uno menos.
Ignoré el asombro en la cara de Hado y me dirigí a atacar a los trece subordinados restantes.
Todos los golpes salieron de mi mano izquierda, y ni uno solo se encontró con la espada
Codicia. Mi asunto era con Hado, y no tenía mala voluntad hacia esos hombres. Los en viaría
a casa con sus vidas.
Sin embargo, sabía que las heridas menores harían que el grupo de Hado regresara, así
que utilicé la técnica de Golpe Ruinoso de la habilidad Brawl. Destrocé el brazo derecho de un
hombre, la pierna izquierda de otro y la mandíbula de otro más. Eran guerreros
experimentados, pero nuestra diferencia de estadísticas hacía que parecieran moverse a
cámara lenta. Podía controlarlos como si fueran juguetes, incluso sin ninguna experiencia real
en el combate cuerpo a cuerpo.
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Cuando terminó mi asalto, los hombres de Hado yacían destrozados en el suelo, intentando
recuperarse. Las costosas espadas que habían desenvainado hacía unos instantes estaban
esparcidas por el campo como si fueran inútiles desperdicios de dinero.
Sólo quedaban dos personas en pie: Hado y yo.
Parecía que la boca de Hado no se cerraba bien. Se abría y cerraba como la de un pez sin
oxígeno. Miraba fijamente a los gruñidos en el suelo a su alrededor mientras yo me acercaba
lentamente.
"¿Qué están haciendo?", les gritó. "¡Levántense y detengan a la bestia! ¿Acaso pretendes
que yo, un caballero sagrado, me encargue de esto?"
Sus subordinados se levantaron con dificultad, obedeciendo las órdenes de su líder. Sin
embargo, un solo golpe de la espada negra Codicia -una pequeña amenaza para hacerles
saber que sus cabezas rodarían a continuación- los hizo correr a todos, con los rostros pálidos
de miedo. Desaparecieron en las profundidades del bosque, dejando a Hado completamente
solo.
Al final no fue tan leal a la familia Vlerick, pensé.
"¡Cobardes! ¡Regresen! ¿Saben quién soy? ¡Soy el gran Hado de los Vlericks!"
Ni siquiera un pitido en respuesta.
Es curioso. Parecían tan entusiastas hace unos momentos.
Ahora habían corrido tanto que la voz de Hado ya no les llegaba, por mucho que gritara.
Qué lamentable es ser abandonado por tu séquito, Hado. Llamemos a esto una indicación
de tu popularidad.
"Tú", gruñó Hado. "Acabas de ponerme en ridículo... ¡Ni siquiera a un miserable monstruo
se le perdonará semejante transgresión!"
Hado desenfundó su espada dorada y me apuntó con su hoja mientras se colocaba en

posición de combate. Tenía que admitir que su espíritu era admirable. Sin embargo, sus
rodillas se tambaleaban ligeramente. Tal vez estaba asustado por instinto. Tal vez no era más
que un pedazo de basura. Lo sabríamos muy pronto, cuando nuestras espadas se cruzarán.
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Estábamos los dos solos en el campo de flores. No quedaba nadie más. El tiempo de los
disfraces había terminado. Me quité lentamente la túnica con capucha y la dejé caer al suelo.
Luego me quité la máscara de calavera que ocultaba mi identidad. La cara de Hado se torció
de incredulidad al verme desenmascarado.
"Imposible... ¿De dónde ha sacado una sabandija de bajo nivel como tú esa clase de
poder...? Dímelo".
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Estupefacto por mi inesperada aparición, Hado dio un paso atrás. En respuesta, me
adelanté, acortando un poco la distancia entre nosotros.
"No necesito responder a tus preguntas", dije, "pero tú responderás a todas las mías".
"¿Eh...? ¿Qué es esta... arrogancia? ¿¡Y si no te respondo!? ¿Qué pasa entonces?"
"Si me respondes, tu muerte será indolora", dije. "Pero si no lo haces, te haré sufrir hasta
que lo hagas".
"¡Precisamente! ¿¡Sabes quién soy!? ¡Soy el segundo hijo de la familia Vlerick! Soy el
Caballero Sagrado Hado. ¡Una rata como tú no puede hacerme nada!"
"Entonces muéstrame", dije. "Muéstrame ese poder de caballero sagrado del que estás tan
orgulloso".
Hice girar la espada negra Codicia en círculos mientras me acercaba con confianza a Hado.
Sabía que, si lo dejaba vivir, tarde o temprano sería una espina en el costado de la Dama Roxy.
Tal vez algo peor. Así que cuando consiguiera lo que quería, lo mataría.
Si la Dama Roxy supiera lo que iba a hacer después, se le rompería el corazón. Pero mi
decisión estaba tomada. Cosecharía lo que había sembrado.
Me daría un festín.
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Capítulo XXIV – El Segundo Nivel
Lentamente, puse la espada negra en posición de combate, con la hoja apuntando a Hado.
Entonces utilicé "Identificar".
Hado Vlerick, Lv 30
Vitalidad: 165.600
Fuerza: 197.600
Magia: 124.400
Espíritu: 130,900
Agilidad: 123,800
Habilidades: Técnica de la Espada Sagrada, Aumento de la Fuerza (Alta)
Esas eran las estadísticas de un caballero sagrado, yo le daría eso. Lo suficientemente

fuerte como para justificar su mejilla, al menos. Pero era más débil que el kobold coronado, al
que había matado y devorado. En otras palabras, no necesitaba comprobar mis estadísticas
para saber que su poder no era nada comparado con el mío.
Sin embargo, sentía curiosidad por sus habilidades. Ya sabía lo que hacía el Aumento de
Fuerza, pero la Técnica de la Espada Sagrada me intrigaba. La analicé con Identidad.
Técnica de la Espada Sagrada: Los niveles de ataque aumentan cuando se equipa

una espada sagrada de grado especial. Desbloquea la técnica de área de efecto Gran
Cruz.
Una habilidad sagrada era un sello distintivo de los caballeros sagrados, la razón por la que
Hado podía llamarse a sí mismo uno. El uso de la técnica de la espada sagrada requería un
arma especial, una espada sagrada, que se forjaba en el distrito militar de Seifort. Las espadas
sagradas se guardaban con sumo cuidado y se mantenían en secreto, y cada hoja se fabricaba
completamente por encargo. Se forjaban con una aleación metálica que incluía un raro mineral
de orichalcum. Al menos, eso es lo que había oído en el bar local. No sabía hasta qué punto
era cierto.
Lo que sí sabía era que las espadas sagradas tenían un valor incalculable, y que era casi
imposible para un plebeyo como yo hacerse con una. Al ver la legendaria espada de Hado,
sentí un parpadeo de preocupación; ¿cómo se enfrentaría la espada negra Codicia, que había
comprado por dos monedas de plata, a un arma tan cacareada?
"Codicia", dije. "He oído que las espadas sagradas son bastante peligrosas".
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"No caeré ante ninguna espada hecha por el hombre", espetó a su vez. No te lo pienses dos
veces, ¡lucha hasta la saciedad!"
Había herido el orgullo de Codicia. Quería que supiera que era mejor que la espada sagrada
de Hado en todos los sentidos. Si se sentía tan fuerte, con gusto lo pondría a prueba.
Hado y yo nos enfrentamos en la preparación hasta que rompí la tensión. Me puse en

guardia media y me lancé sobre él.
Él había estado esperando eso y sonrió. "Eres un tonto por cargar en línea recta. ¿No tienes
sentido de la táctica? Por eso los campesinos me dan asco. Son todos tan estúpidos".
Hado esperó como un idiota mientras yo perdía la paciencia y me abalanzaba sobre él. Su
espada empezó a emitir una luz pálida y, junto con ella, el suelo bajo mis pies también brilló.
"Contemplad la tecnología oculta de la espada sagrada, la Gran Cruz. En su luz purificadora,

no quedará ni el polvo. ¡Ha ha ha!"
El poder del arte tecnológico se elevó a mi alrededor. Si me golpeara directamente, el daño

sería considerable. Pero el ataque fue demasiado lento. En mi estado actual, podría haber
bostezado de aburrimiento en el tiempo que Hado tardó en desencadenar la técnica.
Pero no había necesidad de aguantar el ataque de Hado de frente, así que di una patada al
suelo con todas mis fuerzas. La patada me hizo salir disparado de la zona objetivo del ataque
de la Gran Cruz, y aterricé directamente fren te a Hado. "Eres un poco rezagado con tu preciosa
técnica sagrada, ¿verdad? Deberías trabajar en eso".
"¿¡Qué!?"
Hado se pasaba todo el tiempo a salvo detrás de las murallas del reino; apenas tenía una
pizca de experiencia en combate. De hecho, su experiencia quizás no era muy diferente a la
mía. Por otra parte, se trataba de un tipo que había decidido iniciar nuestro combate sacando
a relucir su ataque más potente. Puede que sepa incluso menos que yo.
El plan de Hado se había desmoronado. Canceló su ataque de Gran Cruz mientras se

esforzaba por recuperarse y bajó su espada hacia mí en un intento de crear distancia entre
nosotros. Había llegado el momento, el momento de ver si Codicia era realmente la espada
más fuerte. Giré la espada negra en un corte horizontal para desviar la espada sagrada de
Hado de su curso previsto.
El agudo sonido del metal al chocar resonó en el bosque.

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"Imposible... Mi espada sagrada... Es..."
Parte de la espada sagrada de Hado, pulcramente tallada, voló por el aire. La espada de la
que estaba tan orgulloso se había perdido, y también Hado. Cogí la hoja rota con mi mano
libre.
"Aquí tienes tu preciada espada", dije, clavando la hoja en su hombro derecho, a través del
hueco entre las pesadas placas de su armadura.
El grito que llegó a mis oídos podría haber despertado a todos los hobgoblins dormidos del
bosque. Hado cayó de rodillas por el dolor, intentando frenéticamente arrancar la hoja rota de
su hombro.
Oh, pero sólo estamos empezando, Hado. Es demasiado pronto para estar de rodillas.
"Eres una desgracia para el nombre de los santos caballeros", dije. "¡Levántate!"
Pero Hado había perdido la voluntad de luchar. Moví a Codicia a mi mano izquierda y agarré
la garganta de Hado con la derecha, levantándolo. Luchó, tratando de liberarse, pero todo fue
en vano.
"Ahora es el momento de que pruebes un poco de esa 'educación' que a ti y a tus hermanos
les encanta repartir", dije. "Dicen que a los perros malos sólo hay que domarlos, ya sabes".
Hado sólo chilló.
Durante cinco largos años, había soportado la escuela de disciplina de Vlerick. Me había
adobado en ella. Había aprendido a hacer que alguien se rindiera, se sometiera y cediera.
Ahora le devolvería el favor.
"¿Estás listo, Hado?"
"No, no puedes estarlo... ¡Para, por favor! ¡Para!"
Agarrando a Hado por el cuello, sostuve su cuerpo frente a mí mientras cargaba contra el
bosque a toda potencia, directamente contra los grandes árboles y cualquier otra cosa que se
interpusiera en mi camino. No me importaba. Tenía u n gran caballero sagrado como escudo.
El cuerpo de Hado atravesó un río de árboles y los hizo caer al suelo. Con cada árbol roto,
Hado se rompía también. Su cabello, antes lustroso, se rasgó y su rostro se convirtió en un
tapiz de heridas abiertas.
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Cuando finalmente llegamos al campo de flores, la cara de Hado estaba horriblemente
hinchada. Los hobgoblins eran más guapos.
"Por favor... te lo ruego... para..."
Ha. Escuchar esas palabras de gente como tú. Todo este tiempo, cuando la gente que
trataste como insectos te rogó que pararas... nunca lo hiciste. Ni tú, ni tu hermano o hermana.
Tú, Hado, que compraste niños a secuestradores y jugaste con ellos hasta que murieron... Me
empujaste al borde de la muerte. ¿¡Y ahora que nuestras posiciones están invertidas, me
suplicas que me detenga!?
Me dejé llevar por la ira y lancé a Hado a lo alto del cielo nocturno. Esperé a que su voz
quejumbrosa se distanciara y luego convertí a Codicia en el arco negro.
"Codicia, quiero tres disparos de la Ptarmigan Sangrienta, y te daré el treinta por ciento de
mis estadísticas".
Codicia se rió. "Un festín. Qué generoso eres. Pero no quieres matarlo todavía, ¿verdad?"
"Quiero que los disparos lo rocen. No que lo maten. ¿Puedes hacerlo?"
"Con facilidad. Ahora, déjame comer. Dame ese treinta por ciento".
Mientras Codicia sorbía mis estadísticas, el arco crecía, asumiendo ese arco siniestro ante
mis ojos. Esta arma descomunal sería el juez de los pecados de Hado. Lancé tres flechas al
aire mientras Hado iniciaba su descenso en caída libre. Tres rayos negros rasgaron el cielo
con un chillido ensordecedor. Atravesaron la noche al pasar junto a Hado, rozándolo.
Momentos después, un cuerpo chocó contra el centro del campo de flores con un golpe
fuerte y húmedo. A Hado le habían arrancado la pierna derecha y los dos brazos, pero seguía
vivo. Gracias a sus altos niveles de vitalidad, sus heridas incluso habían dejado de sangrar.
Suficiente. Un poco más y el caballero sagrado moriría antes de darme lo que necesitaba.
Cambié de estrategia.
"Dime dónde están tus hermanos".
Lleno de miedo, aferrado a la esperanza de que le dejara vivir, Hado me dio mi primera
respuesta.
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Rafale y Memil estaban en un reino montañoso en el lejano este, y no volverían hasta dentro
de tres meses. Me decepcionó, pero había otros asuntos más importantes. Necesitaba saber
sobre la Dama Roxy. Algo había estado mal cuando regresó a la mansión desde el castillo.
Hado, su compañero caballero sagrado, iba a decirme por qué.
Su respuesta me dejó boquiabierto, hasta el punto de que quise aplastar la mandíbula de

Hado con mi puño. Pero le pregunté de nuevo, para estar segura.
"Es verdad...", dijo. "Se va a Galia mañana".
"¿Por qué fue enviada tan repentinamente?"
"El Dragón Divino está... buscando expandir su territorio. Se está acercando a las fronteras
de Galia. Esto no ha sucedido en.… mil años. Ninguno de los caballeros sagrados quiere ir.
Nadie quiere morir conteniendo oleadas de monstruos en Galia, no cuando hay un dragón
imparable allí. Pero... alguien tiene que frenarlos... impedir que esas bestias lleguen al reino".
Así que la tarea recayó en la Dama Roxy. Por eso los caballeros sagrados se habían reunido
la noche que los vi en el Distrito Mercantil. Todos los caballeros sagrados, excepto la familia
Hart, se habían reunido, y todos estaban de acuerdo.
Rafale había apuntado inicialmente a la Dama Roxy porque me defendía. Sin embargo, la
muerte de su padre, Lord Mason, también influyó en su decisión. Lord Mason había tenido un
gran poder entre los caballeros sagrados, y sus órdenes a los demás eran siempre por el bien
del pueblo. Sin embargo, eso llevó a los otros caballeros a alimentar un rencor que se fue
construyendo lentamente contra él y su forma de vida. Ahora que estaba muerto, buscaban un
nuevo objetivo.
El Dragón Divino era una oportunidad demasiado bu ena para dejarla pasar. Enviando a la
Dama Roxy a los peligros extremos de Galia, los caballeros sagrados podrían eliminar a la
familia Hart. Este era el plan que Rafale y los demás caballeros sagrados del reino habían
ideado.
"¿Y la Dama Roxy estuvo de acuerdo?" Pregunté.
"No pudo negarse... Fue una decisión unánime de los caballeros sagrados del reino... todos
ellos".
Ya se había decidido cuando la Dama Roxy fue llamada al castillo el día que regresamos.
Los caballeros sagrados del reino, todos sus enemigos, le habían ordenado ir a Galia a morir.
Me dolió el corazón al pensar en la cara de la Dama Roxy cuando regresó a la mansión y
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estuvo ante la tumba de su padre. Entonces Hado me contó lo que dijo la Dama Roxy cuando
recibió sus órdenes.
"Dijo que... si dar su vida significaba salvar la de un solo ciudadano, entonces la daba con
gusto".
Era propio de la Dama Roxy decir eso, incluso con la espalda contra la pared. Así era ella;
lo sabía incluso por el poco tiempo que había pasado como su sirviente. Pero si los santos
caballeros habían tomado esa decisión, no era algo que pudiera cambiar.
"Te he dicho todo lo que has pedido", dijo Hado sin aliento, mirando al cielo. "Por favor...
haré cualquier cosa, sólo... perdóname la vida..."
Estaba vacío. Muy vacío y poco sincero. No había remordimiento en su corazón, sólo las
palabras con las que suplicaba por su vida. Una vida que terminé con el golpe de la espada
negra Codicia.
Habilidad Gula activada. Las estadísticas aumentaron: Vitalidad +165,600, Fuerza

+197,600, Magia +124,400, Espíritu +130,900, Agilidad +123,800. Habilidades añadidas:
Técnica de la Espada Sagrada, Aumento de la Fuerza (Alta)
Su alma era inesperadamente deliciosa, similar a la del kobold coronado. Aunque creía que
lo había superado, la Gula volvió a hacerme delirar de éxtasis. Me limpié la baba de la boca
con la manga y contemplé el cuerpo de Hado mientras se enfriaba. Me hizo sentir como si una
parte de mí también se hubiera enfriado.
Codicia me llamó por Telepatía, atravesando el frío. "Ya puedes desbloquear el segundo
nivel. ¿Qué te parece? ¿Quieres hacerlo?"
"Hazlo".
"¿Por qué tan amable y generoso de repente?"
"Me da escalofríos pensar que tengo las estadísticas de Hado corriendo por mis venas".
La risa de Codicia resonó en mí. No había nada que pudiera hacer con las habilidades que
había tomado de este vil hombre, pero sus estadísticas, al menos, podía sacarlas de mí mismo.
"¡Bien, aquí vamos!"
Cuando la espada negra comenzó a brillar, el poder se drenó de mí, hasta que...
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"Huh... Una guadaña".
Tenía en mis manos una guadaña negra, cuya hoja era al menos tan larga como yo.
"Esta es mi forma de segundo nivel: la guadaña negra. Su hoja maldita cortará cualquier
cosa y todo, hasta su misma esencia".
Estudié la afilada hoja negra mientras usaba Identidad para comprobar mis estadísticas
actuales.
Fate Graphite, Lv 1
Vitalidad: 121
Fuerza: 151
Magia: 101
Espíritu: 101
Agilidad: 131
espada a una mano, Técnica de la espada a dos manos, Pelea, Técnica de la espada
sagrada, Potenciación de la fuerza (baja), Potenciación de la fuerza (media),
Potenciación de la fuerza (alta), Potenciación de la vitalidad (baja), Potenciación de la
Mis estadísticas volvieron a ser las mismas que cuando Codicia y yo nos conocimos.
Técnica de la Espada Sagrada... Supongo que, dependiendo de cómo se mire, me había

unido a las filas de los caballeros sagrados. Pero, por supuesto, el reino nunca lo reconocería.
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Capítulo XXV – Despedida
Al consumir el alma de Hado, había aliviado la presión de la inanición de Gula. Mi ojo rojo
volvió a ser negro como una marea que retrocede. Saber que no necesitaba ocultarlo con
vendas fue un alivio. Tampoco tendría que preocuparme de dar explicaciones cada vez que
me encontrara con alguien.
Con Hado Vlerick muerto, había tachado una tarea de la lista. Todavía quedaban dos, pero
no podía hacer nada mientras estuvieran fuera del reino.
El problema ahora no eran los Vlerick, sino la Dama Roxy. Ella partía mañana hacia Galia.
Era probable que sólo un número muy reducido de sirvientes de la mansión hubiera sido
informado. Esperaba que el sirviente principal probablemente lo supiera. Pero la Dama Roxy
no me lo había dicho, y el resentimiento crecía en lo más profundo de mi ser.
Por otra parte, por lo que sabía la Dama Roxy, yo era impotente, y no habría habido ninguna
razón para decírmelo. Era más propio de ella guardarse sus problemas para sí misma, para
no preocupar a los demás.
Pasé algún tiempo reconstruyendo mis estadísticas perdidas cazando hobgoblins.

Entonces, mientras caminaba por los senderos nocturnos de vuelta al rein o, Codicia habló.
"Esta es una historia: El tipo se pasa el tiempo ocultando quién es, pero al final, sigue
queriendo que la chica confíe en él... Un poco egocéntrico, si me preguntas".
"Cállate."
"Es hora de dejar eso. Este es tu destino."
"¡He dicho que te calles!"
Mi grito atrajo las miradas confusas de los borrachos que pasaban, que se giraron hacia mí.
Ignoré sus miradas sombrías y me apresuré a seguir mi camino.
No había luces encendidas en la mansión. Había un silencio sepulcral cuando me colé por
la ventana de mi habitación en el primer piso. Coloqué a Codicia junto a la cama, me metí bajo
las sábanas y cerré los ojos. Pero era extraño. Incluso después de la batalla con Hado, no
estaba ni un poco cansado. Mis pensamientos arremolinados se negaban a concederme el
sueño, y me pasé toda la noche perdido en preocupaciones sobre la Dama Roxy. Saludé a la
mañana sin haber pegado ojo.
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"Déjame decirte algo que merece la pena, Fate", dijo Codicia. "Los aventureros de primera
clase toman el descanso dondequiera que puedan conseguirlo. ¿Y tú, que te pones así, con el
corazón alborotado? Eso te hace menos que de tercera categoría".
Permanecí en silencio.
"¿Y ahora te enfurruñas? Qué pena pensar que empuñas la gran espada, Codicia".
"Cállate".
Codicia se rió. "Todavía tienes algo de vida en ti, ¿eh? En ese caso, déjame decirte algo
más. Hay una gran conmoción fuera de tu habitación. Tal vez quieras comprobarlo".
Estaba tan absorto en mis pensamientos que no me había dado cuenta de lo que pasaba
fuera de mi habitación. Ahora capté varios pares de pies corriendo en el pasillo. A los sirvientes
se les enseñaba a no correr por los pasillos. Sólo se me ocurría una razón para que tanta gente
estuviera tan inquieta.
Los otros sirvientes habían sido informados por fin. Me apresuré a salir de la cama y de mi
habitación. Los rostros desolados pasaron a mi lado y me uní a ellos mientras nos dirigíamos
a la entrada de la mansión. Allí encontramos a la Dama Roxy, rodeada de otros sirvientes. Al
acercarme, ella se fijó en mí.
"Buenos días, Fate", dijo.
"¿Qué es esto? ¿Qué está pasando...?"
Se iba a Galia. Lo sabía, pero tenía que preguntar.
"Esta mañana llegó una citación del castillo. Me envían al puesto de Galia. Es un gran
honor".
Era una mentira. Se había decidido hace mucho tiempo. Pero lo había mantenido oculto
hasta esta mañana, hasta el último momento, para asegurarse de que nadie tuviera la
oportunidad de rebelarse. Ni los sirvientes, ni la gente del pueblo que quería a la familia Hart.
Hasta ese punto la gente del reino adoraba a los Hart. La que mejor lo sabía era la cabeza de
esa familia: La propia Dama Roxy.
Reprimí mi deseo de decir lo que realmente sentía y hablé. "Galia es demasiado peligrosa
en este momento. Y tu padre, él..."
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"Entiendo la situación, Fate. La tarea que mi padre no pudo cumplir -su deber- me
corresponde ahora a mí".
"¿Pero cuánto tiempo estarás allí?"
"Hasta que tengamos a los monstruos bajo control. A juzgar por las expediciones anteriores,
yo esperaría unos tres años".
La Dama Roxy nunca duraría tanto tiempo. No cuando el Dragón Divino había roto su
silencio de mil años y se había aventurado hasta las fronteras del país. Desde la muerte de
Lord Mason, si las palabras de Hado eran creíbles, el dragón había sido visto en múltiples
ocasiones cruzando la frontera. La situación allí era más peligrosa de lo que se podía imaginar.
El objetivo de la Dama Roxy era la propia calamidad celestial. Un monstruo así no te dejaría
huir si te encontrara. Morirías como nada más que un in secto, caballero sagrado o no.
"Por favor, Fate, no pongas esa cara. Estaré bien. Mientras estoy fuera, tienes permiso para
trabajar en la finca de la familia. Mientras estés allí, los Vlericks no podrán alcanzarte".
"Yo..."
"¿Qué pasa, Fate? ¿Qué pasa?"
Llévame contigo.
No pude decirlo. Fui un monstruo de la Gula. Devoraba las almas de los que mataba y
tomaba su poder como propio... Existía fuera de las reglas que los dioses habían creado. En
este mundo, yo era un forastero impío. Uno de los abandonados.
Si mis poderes se conocieran, sería rechazado. Exiliado. Cuando pensé en eso, no pude
encontrar las palabras para hablar. La Dama Roxy me dejó y se dirigió a la entrada de la
mansión.
No tenía poder para detenerla. Como sirviente de la mansión, sólo podía hacer lo mismo
que los demás y acompañar a mi maestro en su viaje.
Fue entonces cuando vi el colgante, una piedra azul en el pecho de la Dama Roxy, el regalo
que le había hecho cuando visitamos juntas el Distrito Mercantil. Lo había convertido en un
collar, que ahora llevaba.
Dama Roxy se dio cuenta de que miraba la piedra azul y su rostro se volvió tímido. "Este
recuerdo es muy valioso para mí, así que llevaré la piedra conmigo siempre. ¿Qué te parece?"
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"Te queda de maravilla".
Parecía satisfecha con mis palabras, y contestó con las suyas propias, aunque no podían
hacerse realidad. "Nos volveremos a encontrar, Fate".
"Bien... buena suerte, Dama Roxy".
De pie ante sus sirvientes, La Dama Roxy se despidió por última vez y abandonó la mansión.
Permanecimos juntos, viéndola partir mientras se hacía más pequeña por el camino y se
alejaba. Desde aquí, se dirigiría al Distrito Militar, donde conduciría al ejército que la esperaba
hacia Galia.
◇◇◇
Me abrí paso entre la multitud de sirvientes que lloraban y me dirigí a mi habitación, donde
Codicia descansaba en la cama. Empecé a prepararme de inmediato, aunque hay que
reconocer que no había mucho que hacer. Sólo tenía unos pocos conjuntos de ropa, la espada
negra Codicia y mi máscara de calavera. En unos instantes estuve listo para salir, y tomé a
Codicia en la mano.
"Así que te has decidido", dijo.
"Sí", dije. "Me voy a Galia. No como sirviente... sino como un aventurero más".
"Ya veo."
Cuando salí de mi habitación, llegó el jefe de los sirvientes. Llevaba un documento de algún
tipo.
"Fate, toma esto", dijo. "Es una carta de recomendación de la Dama Roxy para trabajar en
la finca de la familia Hart".
Tal como me había prometido antes. Pero ya no la necesitaba.
"Lo siento, pero no puedo aceptarla. Voy a convertirme en un aventurero".
Señalé a Codicia, que colgaba de mi cinturón.
"Pero... no eres lo suficientemente fuerte. Nunca lo lograrás en esa vida. No puedes hablar
así. Por favor, toma esto".
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Cuando me negué obstinadamente a su petición de tomar la carta, la jefa de los sirvientes
suspiró resignada. Sacó cinco piezas de oro de su bolsillo, que me pasó.
"No puedo obligarte a quedarte, así que supongo que esto es todo. Toma, este es tu salario
a partir de hoy, junto con tu indemnización por despido. Utilízalos sabiamente".
"¿He ganado esta cantidad...? Gracias por todo. Incluso por cuidar de mí mientras estuve
aquí. Le daré un buen uso a este dinero".
El dinero era realmente una gran ayuda, porque no tenía mucho. Con esto, podría pagar mi
camino para unirme a una caravana en lugar de caminar. Le di las últimas gracias al jefe de
los sirvientes y salí de mi habitación.
A continuación, me dirigí al jefe de jardineros y le comuniqué mi decisión. Sabía que me

estaba entrenando para ser su sucesor, y estaba tan enfadado como decepcionado.
"¡Estúpidos niños de hoy en día!", murmuró. Sin embargo, cuando me fui, se volvió hacia mí y
me dijo: "Si cambias de opinión, vuelve. Te estaremos esperando". Fue una amabilidad qu e
no olvidaría.
Finalmente, me paré frente a la mansión Hart. Hice una profunda reverencia a la propia
estructura para mostrar mi agradecimiento y me alejé. Me detuve en el Distrito Mercantil para
comprar provisiones, que metí en mi bolsa. Para alguien con un apetito como el mío, la comida
era esencial.
Después de eso, había un último lugar al que tenía que ir. Si no lo hacía, sabía que aquel
tipo acabaría poniendo otra flor en el mostrador, dándome por muerto.
Todavía era temprano, así que el bar se estaba preparando para la hora del almuerzo. Justo
cuando pensaba que había elegido un mal momento, el camarero asomó la cabeza desde el
interior.
"¿Qué haces aquí tan temprano? Todavía no hemos abierto".
"Bueno, en realidad, he venido a despedirme".
El tabernero se quedó sin palabras y desapareció de nuevo en el interior. Al cabo de un rato,

reapareció con una botella de vino en la mano.
"Toma", dijo. "Es un regalo de despedida: una botella de la mierda barata que siempre
bebías. Es tu favorita, ¿verdad?".
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No pude evitar reírme. Nunca la bebía porque me encantaba. El camarero también lo sabía,
y el regalo era su idea de una broma.
"Siempre eres bienvenido aquí, amigo. Y por cierto", dijo, empujando el vino hacia mí, "esto
es realmente de alta calidad".
"Muchas gracias".
Cogí el vino y encontré un poco de espacio para meterlo en mi bolso, que estaba tan lleno
que ya casi reventaba. Me despedí por última vez del tabernero y salí también del bar.
Finalmente, llegué a la puerta del Distrito Mercantil. Desde allí, tomaría una caravana hacia
el sur, hacia Galia. Pero mientras estaba allí, sentí algo parecido a la nostalgia al ver el
interminable ir y venir de caravanas y grupos de aventureros que salían a cazar duendes.
Parecía que hacía tanto tiempo que había llegado aquí con Codicia para aventurarme en mi
primera cacería.
Pagué el pasaje en una caravana y miré el castillo en el centro del reino. Allí había
comenzado todo, primero con la vigilancia de las puertas y luego con el bandido que maté.
Ahora partía para luchar contra los monstruos que vagaban por Galia. ¿Qué habría pensado
la antigua versión de guardián de la puerta al verme ahora? Probablemente pensaría que soy
un lunático.
"¡Disculpe, señor! La caravana partirá en breve".
Me subí a un carro que se dirigía hacia el exterior y se alejaba del Reino de Seifort. Había
experimentado gran dolor y sufrimiento dentro de los muros del reino, pero también recuerdos
que atesorar. Era mi hogar, y algún día volvería.
Pero por ahora, era una despedida.
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Historia paralela: De Roxy y Fate
Al dejar a fate y a los sirvientes de la Mansión Hart, me dirigí al Distrito Militar del reino.
Cuando supe de mi expedición a Galia, los santos caballeros ya habían tomado la decisión, y
era unánime. Pensé que era probable que los Vlerick estuvieran moviendo los hilos e ntre
bastidores.
Sin embargo, no tenía ninguna mala voluntad hacia la familia Vlerick. Mi padre, Mason Hart,
había sido incapaz de cumplir con su deber, el de contener a los monstruos que invadían las
fronteras del reino. Esta decisión fue el resultado de su muerte en la batalla; era natural que
su hija se encargara de su tarea.
Un caballero sagrado existe para luchar por el pueblo, y por el reino, y es por esa razón que
se les da un estatus tan alto. Al menos, así había sido hace mucho tiempo. Ahora, los
caballeros sagrados habían perdido su honor, y ponían el rango y el estatus por encima de
todo. Ahora, los caballeros sagrados sólo se preocupan por su propia conservación, aunque
sea a costa de la gente a la que deben proteger.
Incluso las cinco familias estimadas habían sucumbido a esta agenda venenosa. Se había
extendido el rumor de que los Vlerick deseaban hacerse cargo de Seifort y habían conseguido
la ayuda de otras dos familias. Sólo quedaban las familias Hart y Barbatos para hacerles frente.
Sin embargo, el jefe de la familia Barbatos, Lord Aaron -el caballero sagrado conocido como
la Espada de la Luz- se había escondido por razones desconocidas. Lo único que quedaba de
la familia Barbatos era su nombre y nuestra búsqueda común de un mundo ideal.
Nunca había conocido a Lord Aaron, pero recordaba las historias de su grandeza que me
contaba mi padre. Si la cabeza de la familia Barbatos regresara, tal vez traería un nuevo viento
al reino, uno que alejara el feo aire que ahora poseían los caballeros sagrados.
Sin embargo, era mejor no esperar lo que no podía hacerse realidad.
Lo único que quedaba era hacer todo lo posible. Hacer algo menos, caer en la debilidad,
me haría menos que la Roxy Hart que Fate quería que fuera. Era imposible que recordara el
momento en que nos conocimos hace cinco años, la noche en que acompañé a mi padre desde
nuestra finca hasta el reino.
En aquel momento, todavía no había querido convertirme en un caballero sagrado.
◇◇◇
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Bostecé. Estaba cansada, y aún no estaba acostumbrada a los festejos. Mi padre me miró,
y aunque su rostro estaba preocupado, me habló con amabilidad.
"¿Qué pasa, Roxy?"
"No, no es nada, padre".
Intenté disimularlo, pero mi padre me descubrió. Sentí que venía otro bostezo, pero lo
contuve. Tenía que recordar mis modales. De lo contrario, los caballeros sagrados de los
alrededores no me reconocerían como el próximo líder de la familia.
Habíamos llegado al reino cuando cumplí doce años. Ahora, aquí, estaba haciendo las
rondas de las familias de caballeros sagrados, saludándoles como el sucesor de la familia Hart.
Me presentaron hasta la saciedad, y entablé conversaciones sin sentido con más de veinte
personas. En su mayor parte, mantuve una sonrisa rígida mientras mi padre se encargaba de
la mayor parte de la conversación.
A estas alturas, rara vez había salido de la finca familiar. Era mi primera vez en un lugar con
tantos caballeros sagrados, y sentía algo diferente en ellos. Algo diferente a la familia Hart. Me
observaban como si fuera un objeto a valorar. Estaban sopesando qué papel desempeñaría
yo en el futuro.
No había ni una sola persona con la que hablar y con la que pudiera relajarme, y hablar con
Rafale y Hado, de la familia Vlerick, era lo peor. Me parecía que el futuro del reino era sombrío
si una casa como la suya era una de las cinco familias estimadas.
Cuando se acabaron las sutilezas sociales, me sentí agotada. Mi madre se había tomado
tantas molestias para preparar el vestido blanco que llevaba, y sin embargo... deseaba que
hubiera sido para algo diferente.
Mi padre debió darse cuenta, porque se inclinó y me habló. "Roxy, creo que ya has hecho
todo lo que tenías que hacer esta noche. ¿Por qué no vuelves a la mansión un poco antes?"
"Yo... Sí. Creo que lo haré, padre. Disculpe..."
Mi respuesta fue cortante, y escapé de la habitación, animada como estaba de santos

caballeros. Un gran peso cayó de mis hombros en el momento en que atravesé la puerta.
Todavía no estaba acostumbrado a tales reuniones. Pensar que estos even tos serían mi vida
en el futuro inmediato...
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Informé a un sirviente del castillo de que me iba, y me llevaron a una habitación para
cambiarme. En esa espaciosa habitación, me puse la ropa con la que había llegado. No era
una ropa especialmente buena. Incluso si se fuera amable, se podría decir que sólo eran un
poco más bonitas que las que usaba la gente del pueblo. Pero por eso mismo me encantaban.
Los aldeanos de la finca de la familia Hart me las habían preparado con mucho cariño para mi
viaje al reino.
Me sentí a gusto despojándome de mi elaborado vestido blanco y poniéndome esta

vestimenta más sencilla. Era como volver a la finca donde nací, y al dulce aroma de las uvas.
"Bueno", me dije, "es hora de volver a casa".
Mientras salía de la habitación, n egué con la cabeza a los guardias que se acercaban, cuyo
trabajo era protegerme en mi regreso a la mansión. Incluso siendo una jovencita, aún poseía
las habilidades de un caballero sagrado. A pesar de mi bajo nivel, era lo suficientemente fuerte
como para enfrentarme a cualquier malhechor errante. Además, quería volver a casa por mi
cuenta para despejarme.
Salí del castillo y miré al cielo.
"Vaya, vaya, ya es esa hora..."
La luna había subido a lo alto de la noche. Llevaba más de cuatro horas en aquella fiesta,
metida en aquel aburrido salón, dando vueltas mientras me presentaba.
Salí por la puerta principal, disfrutando del aire fresco y enérgico mientras me dirigía al
Distrito de los Caballeros Sagrados. Fue entonces cuando me fijé en un chico que caminaba
por una calle lateral junto a la puerta, mirando a la luna. Tenía más o menos mi edad, pero
¿qué estaba haciendo? ¿Dónde estaban sus padres? Preocupado, le llamé.
"Disculpe, es peligroso caminar por aquí a estas horas de la noche. Será mejor que te des
prisa en volver a casa o tu familia se preocupará".
Pero el chico se limitó a sacudir la cabeza con una risa irónica. "Acabo de llegar hoy al reino.
No tengo un hogar al que volver, y mi familia está... Bueno, se ha ido..."
Me quedé sin palabras ante tan trágica verdad. Un huérfano. Tal vez estaba perdiendo la
noche, mirando a la luna sin ningún otro lugar al que ir. Sin embargo, aquí estaba yo, metiendo
las narices en asuntos que no eran de mi incumbencia. Mi cara se puso roja de vergüenza. Me
alegré de ver que las nubes cubrían la luna y que las calles se sumían en una leve oscuridad.
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Yo había sido el primero en hablar, pero aquí estaba, atascado sin saber qué decir a
continuación.
"No tienes que preocuparte por mí", dijo el chico. "Pero probablemente deberías volver a
casa pronto. Pensé que, con este lugar tan lleno de caballeros sagrados, sería seguro, pero
no lo parece. Hace un momento, un tipo raro me ha echado. ¡Ni siquiera hice nada! Para
cuando me paré a recuperar el aliento, estaba aquí, frente al castillo".
El chico se rascó la cabeza tímidamente. Me resultaba mortificante escuchar que el reino

estaba lleno de caballeros sagrados y que seguía siendo inseguro. Sin embargo, el chico
estaba preocupado por mí. Dada mi vestimenta, probablemente asumió que yo era una
pueblerina más. Ni en un millón de años habría imaginado que yo poseía habilidades sagradas
y que algún día sería un caballero sagrado.
Aun así, me sentí un poco molesto. "Puede que tenga este aspecto", dije, "pero soy bastante
fuerte, ¿sabes?".
"Oh, ¿es así?"
"No me crees, ¿verdad?"
"No, no, te creo perfectamente".
"¡Por el tono de tu voz puedo decir que crees que miento!"
El chico sacudió su cabeza de pelo revuelto y comenzó a marcharse, como si no hubiera

nada más que decir. Su actitud y su forma de comportarse eran frías y, sin embargo, en su
tono, percibí... algo. Era la primera vez que me encontraba con alguien así, y me intrigaba.
Le pedí que se detuviera, y cuando lo hice, su estómago gruñó. Nunca había escuchado un
sonido así. Fue tan inesperado que me hizo reír.
"¡Es tan fuerte!" exclamé.
"No te rías, no puedo evitarlo. Todo el mundo tiene hambre a veces".
El chico me dijo que no tenía dinero, así que no podía comprar comida. Esto me dio una
idea: una manera de evitar que se fuera.
"Si me acompañas, te daré de comer. ¿Qué te parece?"
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"¿Qué? ¿De verdad?"
La simple oferta lo trajo a mi lado con tanta emoción que el mismo color de sus ojos pareció
cambiar. Y pensar que había estado tratando de evitarme. Suponía que los chicos de su edad
eran simples en el fondo.
Pero, ¿dónde conseguir esa comida...? No conocía ningún lugar donde la gente del pueblo
comiera. Me quedé pensando un rato, y luego le pedí al chico que esperara mientras yo me
dirigía de nuevo al castillo. Le expliqué la situación al guardia de la puerta, y le pregunté si no
le importaría pedirles a los sirvientes de dentro unos bocadillos ligeros para mí. El guardia
parecía un poco preocupado por mi petición, pero sabía que yo era la hija de la familia Hart,
así que se apresuró a entrar en el castillo. Me preocupó que tal vez no fuera diferente de los
otros caballeros sagrados, utilizando mi posición y rango para hacer que la gente cumpliera
mis órdenes.
Estaba tan perdido en estos deprimentes pensamientos que no me di cuenta cuando el

guardia regresó con un sirviente, que llevaba una cesta.
"Siento que haya tardado tanto".
"No", dije. "Ha sido bastante rápido".
"Como sabes, todos los caballeros sagrados asisten a una fiesta esta noche, así que...
preparé una selección de la comida que pensábamos servir. Son bocadillos".
El sirviente abrió la cesta para revelar verduras frescas y huevo duro entre suaves
rebanadas de pan. "¿Son de su agrado, señorita?"
"Tienen un aspecto delicioso. Muchas gracias".
"¡No era nada, señorita! Por favor, discúlpeme, tengo que volver".
Con una mirada de asombro, la sirvienta hizo una profunda reverencia y corrió de vuelta al
castillo. Sólo le había dado un simple agradecimiento, pero parecía que mi reacción era
inusual. ¿Realmente se había vuelto tan raro que los caballeros sagrados expresaran su
gratitud...?
No era momento de pensar en esas cosas. Cesta en mano, me apresuré a volver a donde
el chico esperaba. No estaba segura de que siguiera allí, pero lo estaba. Me acerqué a él y a
su desaliñado cabello y le mostré mi premio.
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"Aquí tienes. Por favor, sírvete", le dije.
Cuando el chico vio los sándwiches, su expresión se iluminó. "¿Estás segura? ¿Puedo
comerme todo esto?"
"Claro que puedes. Hasta el último".
Le pasé un sándwich al chico, y nervioso, con cautela, se lo llevó a los labios. Luego
prácticamente lo inhaló. Tal y como había insinuado su ruidoso estómago, estaba hambriento.
Al verle comer con tanto entusiasmo, me di cuenta de que yo también tenía bastante
hambre. Había estado tan ocupado en la fiesta hablando con los caballeros sagrados que no
había podido comer. Parecía que, al hablar con este chico, estaba volviendo a mis ritmos
humanos.
El chico devoró un sándwich tras otro. Me quedé boquiabierto hasta que habló.
"Entonces, ¿trabajas en el castillo como una criada o algo así?".
"Ah... Sí, eso es correcto. Soy una criada".
En respuesta a su pregunta, mentí. Sabía que se apartaría si sabía que era la hija de un
caballero sagrado, y mucho menos de una de las cinco familias estimadas. Así que, con
disculpas en mi corazón, me convertí en una doncella del castillo.
"Estuvimos muy ocupados con los preparativos de la fiesta de esta noche para los santos
caballeros", dije. "Estos sándwiches son las sobras".
"Ah, así que eso es. ¿Los caballeros sagrados pueden comer cosas deliciosas como estas
todo el tiempo? Vaya. Esos tipos tienen toda la suerte".
"Lo siento..." Las palabras se filtraron de mí como apenas más que un susurro.
El chico ladeó la cabeza. "¿Por qué te disculpas?"
"Sí... ¿Por qué me disculpo?"
El chico se rió. "Eres rara".
"Lo soy un poco, ¿no?"
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"Definitivamente lo eres. Una doncella del castillo no tiene por qué disculparse conmigo".
Durante un rato, nos quedamos sentados hablando y riendo, y antes de que me diera
cuenta, los sentimientos turbios que había llevado conmigo toda la noche se habían
desvanecido. Era tan extraño... Me sentía tan a gusto hablando con este chico. Esperando
entender por qué, estudié su rostro, oculto por las sombras de la noche.
"Oye", dijo. "No me mires así".
"Oh. Lo siento".
El chico apartó la mirada, avergonzado. Algo de eso me pareció bonito. Quería mirar más,
pero sabía que se iría si lo hacía. Necesitaba cambiar de tema.
"¿Qué piensas de los santos caballeros?" Pregunté. "Quiero decir, ¿cómo son desde tu
punto de vista?"
"¿Por qué preguntas eso de repente?"
"No lo sé. Sólo dime, ¿de acuerdo?"
El chico se frotó la nuca. "Está bien, está bien. Después de todo, tú me diste estos
sándwiches. Pero, ¿por qué me haces una pregunta así?"
"Porque trabajo en el castillo. Quiero saber qué piensa la gente de fuera del castillo sobre
los santos caballeros. Sólo tengo curiosidad".
"Ah, de acuerdo".
El chico me dijo entonces, con dos simples palabras, exactamente lo qu e pensaba. Y

aunque eran sólo dos palabras, me helaron hasta la médula.
"Son aterradores".
Por supuesto, era obvio. Había una división titánica entre las estadísticas de los ciudadanos
normales y los caballeros sagrados con sus poderosas habilidades. Si una persona ordinaria
incurriera en la ira de un caballero sagrado, su vida podría ser borrada en un parpadeo.
Además, el rango de los caballeros sagrados les daba derecho a hacerlo.
Lo peor de todo es que los santos caballeros eran egoístas. Su forma de pensar, su forma
de vida, sólo se extendía hasta su propia posición. Esto empeoraba el miedo y la incertidumbre
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de la gente. Este muchacho, inmaduro como era, lo comprendía a través de cada mota de su
ser.
Sentí culpa y remordimiento por ser uno de los qu e lo atemorizaban tanto... los que poseían
habilidades sagradas. Ni siquiera mi padre y su fuerza pudieron arreglar en lo que se habían
convertido los caballeros sagrados del reino. Tal vez nunca cambiarían.
"Oye, no te pongas tan triste", dijo el chico. "Seifort... el reino, no está del todo mal. No
mientras haya gente como tú ayudando a gente como yo cuando tenemos hambre".
En ese momento, la luna se asomó entre las nubes, y el rostro del niño se enfocó. Era un
rostro inocente, con una pizca de desesperación. Parecía un poco confuso, y luego un poco
avergonzado, mientras el niño continuaba. "Ojalá más caballeros sagrados fueran como tú".
Sus palabras se apoderaron de mi corazón con tal fuerza que me olvidé incluso de
responder.
Era infinitamente más sencillo de lo que había pensado, y era tal y como el chico había
dicho. El problema no era el estado de los santos caballeros que me rodeaban. No. Lo
importante era la forma en que yo decidía mantenerme como caballero sagrado. El camino a
seguir lo forjaría yo, y tomaría la forma de lo que creía. Incluso mi más pequeño gesto podría
traer alegría a la cara de una persona, como lo hice con este chico.
"Gracias", dije. "Gracias a ti, creo que ahora lo entiendo".
"Eh, de acuerdo. Realmente no sé qué hice, pero me alegro de que te sientas mejor...
Bueno, será mejor que me vaya. Si me quedo aquí mucho más tiempo, me voy a encontrar
con un grupo de caballeros sagrados..."
Tener una razón así para irse... El chico había huido de los problemas y había acabado
aquí. Cuando miró el castillo, pensó en los aterradores caballeros sagrados que había dentro.
Su estómago estaba satisfecho ahora, pero quedarse aquí lo ponía ansioso. Era posible que
la única razón por la que había permanecido tanto tiempo fuera porque había parecido tan
deprimido. Parecía que, a pesar de todo lo que había sufrido, era amable.
Cuando el chico se dispuso a marcharse por segunda vez, le pregunté una última cosa. "Por
favor, dígame su nombre".
El chico se volvió y agitó la mano. "¡Soy Fate Graphite! Gracias por los bocadillos. Hasta
luego".
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En un momento, desapareció en las calles del reino. Fate... Esperaba que nos volviéramos
a encontrar. Entonces me di cuenta de que había olvidado algo importante. Él me había di cho
su nombre, ¡pero yo no le dije el mío!
"Oh, no..."
Cuando nos volviéramos a encontrar, ¿se acordaría de mí? No podíamos vernos con mucho
detalle en la oscuridad de la noche, pero... quizás lo haría. Mantuve esta pequeña esperanza
en mi corazón mientras miraba el cielo nocturno. Las estrellas brillaban en el tejido de la noche.
Habíamos hablado poco tiempo, pero esperaba que Fate y yo pudiéramos volver a hablar
algún día, bajo el claro cielo nocturno. Ese día, quería poder decirle, con orgullo en mi corazón,
que era un caballero sagrado. No desperdiciaría la confianza que me había otorgado.
Sabía que, para empezar, tendría que perder mis sonrisas falsas y mantenerme con más
dignidad. Empecé a practicar cómo mantenerme erguida y con orgullo.
"¿Roxy? ¿Eres tú? Pensé que ya habías vuelto a la mansión... ¿Pasa algo?"
"¿¡Padre!?"
Mi padre me miró con el ceño fruncido, con una expresión de desconcierto grabada en sus
rasgos. La fiesta de los caballeros sagrados había terminado.
¡Oh, no! ¡Me ha pillado en pleno entrenamiento! Era vergonzoso que me vieran con el pecho
hinchado mientras ensayaba mi pavoneo de caballero sagrado. Me aclaré la garganta y decidí
fingir que no había ocurrido. "¿Ya estás de camino a casa, padre?"
Mi padre se rió. "Lo estoy. Estaba preocupado por ti. Es tu primera vez en el reino y quería
asegurarme de que no te sentías sola".
"Ya no soy una niña, padre".
"Para tus padres, siempre serás una niña, Roxy", dijo mi padre, sonriendo mientras se
sentaba en un banco junto al muro del castillo. "¿Ha pasado algo?"
Así era mi padre. Aunque no podía ver mi expresión en la oscuridad, leyó mi tono de voz.
Con un suspiro resignado, le conté un poco de lo que había pasado antes.
"Ah, ya veo..."
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Mi padre no dijo nada más. Se limitó a mirar el cielo nocturno junto a mí. Estaba segura de
que esperaba que yo volviera a hablar.
Ya no era la niña confundida que había sido. Era la sucesora de la casa Hart, la siguiente
en la línea de mando de la familia. Había tomado una decisión.
"Quiero ser un caballero sagrado como tú, padre. Un caballero santo que pueda compartir
la felicidad y la alegría con la gente a la que sirvo".
Mi padre se puso de pie, complacido de escuchar mi compromiso. Me dio una suave

palmadita en la cabeza. "¡Tus palabras me enorgu llecen! Son las que te convierten en un
miembro de la familia Hart. Pero tendrás que trabajar más duro de ahora en adelante, a partir
de mañana".
"Sí, padre", respondí con la espalda recta y sacando pecho.
Todo empezaba ahora, y todo era para que, la próxima vez que me encontrara con Fate,
pudiera estar orgullosa de decirle que era Roxy Hart, la Caballero Sagrado.
◇◇◇
Unos años más tarde me convertí en una Caballero Sagrado, pero aún no me había reunido
con Fate. Los días pasaron, y aunque Fate había despertado el coraje que necesitaba para
convertirme en lo que era, mi recuerdo de él se fue desvaneciendo con el tiempo, poco a poco.
En ese momento, se me asignó el deber de vigilar la puerta del castillo. Era una
responsabilidad que se esperaba de todos los caballeros sagrados. Sin embargo, también se
nos permitía evitarla contratando sustitutos, así que muchos caballeros sagrados lo hacían,
evitando el trabajo y dejando que los jornaleros ocuparan su lugar.
Yo creía que lo correcto era que un caballero sagrado realizara él mismo las tareas que le
correspondían. Por lo tanto, me adherí con gusto al horario de la guardia. Fue en mi primer día
de trabajo cuando me encontré de nuevo con él. Fate
Supe que era él incluso antes de preguntar su nombre. No había duda de su cabello y sus
ojos negros. Mi corazón latía nervioso mientras me acercaba a él.
"Hola. Soy Roxy Hart. Estoy aquí para relevarte de tus funciones. Yo me encargo a partir de
ahora".
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"¡Entendido, señor! ¡Señora!"
Fate no me reconoció en absoluto al responder y hacer una reverencia. Me pasó la lanza

del portero, adornada con el escudo de la familia real bordado en su bandera. Me costó todo
lo que tenía para no dejar que mi decepción se reflejara en mi rostro.
Cogí la lanza de las manos de Fate, abatido, mientras él se alejaba tan rápido como podía,
con la cara roja. Parecía que los caballeros sagrados todavía le aterrorizaban. Estaba... triste.
Sin embargo, a pesar de eso, encontré motivos para hablar con él, y una vez más vin o a
contarme un poco sobre sí mismo.
Los maestros de Fate eran la familia Vlerick. No quería creerlo... que era un jornalero de la
más notoria de las cinco estimadas familias. En realidad, había querido que se convirtiera en
un miembro del personal de la familia Hart, pero no era tan fácil moverse contra los Vlerick.
Eran estimados, y si hacía algo de forma egoísta, podría causar problemas a mi padre. No
podía actuar por razones puramente personales.
Mientras meditaba sobre qué hacer, los días y los meses pasaron. Mientras lo hacían, Fate
sufrió la violencia de los tres hermanos de la familia Vlerick. Aunque lo detuve cuando lo vi, no
pude evitarlo todo.
Cinco años después de conocer a Fate, la noticia llegó a la mansión Hart. Mi padre había
muerto en el cumplimiento del deber, luchando contra monstruos en Galia. Además, había
perecido a manos del Dragón Divino, que hasta ese momento sólo había llamado al centro de
Galia su hogar, y nunca había viajado hasta la frontera del reino.
Las tropas de mi padre habían sido destinadas allí, luchando contra las crecientes oleadas
de monstruos para evitar que invadieran nuestras fronteras. Los informes decían que el Dragón
Divino había aparecido en el cielo y que, con un solo ataque, había aniquilado a mi padre, a
sus tropas e incluso a los monstruos que habían estado combatiendo.
No había otra cosa que pudiera llamarse mala suerte. De todos modos, era... demasiado
para mí. Me encerré en mi habitación en la mansión. Estaba abrumada por la pena y no sabía
qué hacer. En ese momento, me vino a la mente su rostro: Fate. El chico que siempre parecía
seguir adelante, sin importar las circunstancias.
Quiero volver a verlo, pensé, y en ese pensamiento, encontré de nuevo el valor para dar
mis propios pasos hacia adelante.
Resulta que ese día me tocaba hacer guardia, y eso significaba que Fate estaría de servicio
antes de que yo empezara. Pude verle en nuestro cambio de turno. Me puse la armadura y me
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apresuré a salir de la mansión. Sin embargo, cuando llegué a las puertas del castillo, me
encontré con la visión de Rafale y sus hermanos golpeando de nuevo a Fate.
La sangre se me subió a la cabeza y estuve a punto de desenvainar mi espada. Sin

embargo, una acción tan precipitada sería imperdonable para el jefe de la familia Hart. Contuve
mi rabia, alzando la voz mientras me acercaba a detener a Rafale. Como resultado, logré alejar
a los Vlericks, pero lo que sucedería después, no lo sabía.
Sin mi padre, yo había heredado el título de jefe de la familia Hart. Por lo tanto, podía
empezar a empujar ciertos límites en mi camino. Con eso en mente, le hice saber a Fate que
esperaba contratarlo, pero estaba tan nervioso que no salió como esperaba. Al final, Fate huyó
de mí. Otra vez. Me sentí tan estúpida. Tuve la oportunidad perfecta para hablar con él y la
desperdicié por completo.
Con mi lanza de guardián en la mano, miré al cielo. Pasaron dos horas, tres horas, cinco
horas, y el cielo transformó el mundo en noche. Incluso entonces, seguí pensando en Fate.
Mientras lo hacía, oí su voz. Al principio, pensé que era mi imaginación, pero pronto me di
cuenta de que era el propio muchacho.
Había una expresión frenética en el rostro de Fate. Dijo que había visto lo que parecían
bandidos. Corrí hacia el lugar donde había visto el robo. Allí descubrí que, efectivamente, un
grupo de personas había entrado en la casa, y todas ellas estaban armadas. Se dirigieron a
atacarme.
Como caballero sagrado, estos bandidos no eran rivales para mí. Sin embargo, lucharon en
grupo y uno de ellos escapó con una herida leve. Lo perseguí y descubrí que el destino había
acabado con él. Se quedó temblando junto al cadáver. Debía de ser la primera vez que mataba
a otra persona.
Corrí hacia él y le cogí la mano, dándome cuenta de que temblaba mucho más de lo que
pensaba. No era el tipo de persona adecuada para este tipo de brutalidad, y me arrepentí de
haberle dejado para proteger la puerta mientras yo no estaba.
No podía dejar que esto continuara por más tiempo. Esta vez, lo traería a mi lado. Hice
acopio de ingenio y le hice una oferta. Sin embargo, en realidad, sólo era la mitad para el propio
Fate. La otra mitad era para mí.
Quería que fuera mi valor una y otra vez, como lo había sido desde que nos conocimos.
De esta manera, Fate se convirtió en un sirviente de la mansión de la familia Hart, y yo pude

cumplir con mis deberes como la Caballero Sagrado Roxy Hart. Fue una época de gran alegría
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para mí, ya que nos colamos en la ciudad del reino para una inspección y visitamos juntos la
finca de los Hart.
Pero esos días, y esos tiempos, habían llegado a su fin. Fate me había dado un excedente
de valor, y sabía que lo llevaría conmigo, en mi corazón, a Galia.
Agarré el colgante hecho con la joya azul que Fate me había comprado.
"Todo irá bien", susurré.
Las puertas del Distrito Militar se abrieron a mi llegada. Dentro, un ejército esperaba mis
órdenes, preparado para nuestra expedición a Galia.
"Puedo hacerlo. Sé que puedo hacerlo. Así que, por favor, Fate... espérame".
Ahora dependía de mí ser la Caballero Sagrado que él esperaba que fuera.
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Palabras Del Autor
Hola, soy Isshiki Ichika.
¡Esta novela es una edición revisada de la historia originalmente cargada en el sitio web de
novelas Let's Be Novelists! Desde que empecé a escribir esta novela, he tardado unos dos
años en llegar a este punto. En el sitio web, soy tal vez algo tardío.
Cuando escribo una novela, siempre me pongo un objetivo. Es un objetivo sólo para mí
como escritor y no está relacionado con la historia en sí. Esta vez, el objetivo era ver si podía
escribir una historia que siguiera creciendo. Como saben los lectores del Volumen 1, nuestro
héroe roba las estadísticas y habilidades de sus enemigos mediante su habilidad Gula. Es la
definición misma de un personaje principal que sigue creciendo. Como autor del libro, no hay
mejor material para trabajar.
En el segundo volumen, tengo la intención de seguir contando la historia de Fate, su

crecimiento y sus encuentros mientras parte del reino. Espero poder hacer un buen trabajo
expresando la historia de Fate a medida que se hace más fuerte mientras se enfrenta a la
habilidad Gula.
El primer volumen tardó bastante en publicarse, pero mi editor me ha dicho que podremos
publicar el segundo volumen antes. Espero que te hagas con un ejemplar cuando salga a la
venta.
Por último, mi agradecimiento a Fama por dibujar unas ilustraciones maravillosas con un
tiempo limitado. Muchos factores externos han colaborado para llegar hasta aquí, así que
también quiero dar las gracias a mi editor por su paciencia y flexibilidad a la hora de ver este
libro publicado.
Y, por supuesto, mi agradecimiento a todos los lectores que me han apoyado desde que
empecé a escribir y publicar esta historia en línea. Sin su apoyo, no creo que hubiera podido
llegar hasta aquí. Desde el fondo de mi corazón, ¡gracias!
Espero volver a veros a todos en el segundo volumen.
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Perfiles de los creadores
HISTORIA
ISSHIKI ICHIKA
Soy un hombre de negocios corriente que vive actualmente en la prefectura de Okayama.

Mi hábito diario es correr después del trabajo, pero últimamente he estado tan ocupado que
no he tenido la oportunidad. Estos días, cada vez que me subo a la báscula, noto mi falta de
ejercicio.
ILUSTRACIONES
FAME
Encantado de conocerte. Es la primera vez que trabajo en una novela ligera y lo he

disfrutado. ¡Estoy animando a la Dama Roxy!
Este libro es una obra de ficción. Nombres, personajes, lugares e incidentes son producto
de la imaginación del autor o se usan ficticios. Cualquier parecido con eventos reales, locales
o personas, vivas o muertas, es una coincidencia.
Todos los derechos reservados. De acuerdo con la Ley de Derechos de Autor de EE.UU.
de 1976, escanear, cargar y compartir electrónicamente cualquier parte de este libro sin el
permiso del editor es piratería ilegal y robo de la propiedad intelectual del autor.
Primera edición True Flame Project: febrero de 2022
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True Flames Project

Berserk of Gluttony - Volumen 01 (Light Novel) Premium

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Berserk of Gluttony - Volumen 01 (Light Novel) Premium

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Página 1

Las personas capaces de derrotar a los monstruos se llamaban "aventureros", hombres y

En este mundo, yo era innecesario. Era uno de los abandonados.

"Sí, Señor Rafale Vlerick", dije.

"Aquí tienes tu salario diario".

Esta era su idea de la educación. Me aplastaron en su lugar. Me metieron mi estatus hasta

Estas conversaciones entre maestros y esclavos se habían prolongado durante más de

"Desgraciado y repugnante gusano de la comida. Ni siquiera eres digno de un puesto de

En el palpitante y vertiginoso desenfoque de mi vacilante conciencia, una voz que reconocí

"Ew, qué asco. Es como un gusano".

"No, no puedo causarte más problemas. Estaré bien. Gracias".

"Pan y sopa, camarero".

"¿Cómo va la vigilancia de la puerta?"

Entonces, ¿qué va a pasar conmigo...? me preguntaba.

"¡Dama Roxy! ¡Problemas!"

"¿Qué pasa? ¿No deberías estar en casa...?"

"Sí. ¡Lo vi con mis propios ojos!"

"Sí, por supuesto".

Me pasó la lanza del guardián de la puerta.

Salió a toda velocidad hacia el muro oriental. Al instante, desapareció en la oscuridad.

Vaya, esos caballeros sagrados son rápidos.

El bandido tenía el brazo derecho cortado y, mientras se acercaba a la puerta donde yo

"Lo hice, lo maté. Yo... ¿eh?"

Luego, la sensación más maravillosa y gloriosa: la de un estómago eternamente vacío que

"¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?"

"¿Está bien? Parece pálido... ¡Oh, estoy tan preocupada!"

"¿Qué pasa?", preguntó.

"No, no es nada", dije. "Estoy bien".

"¡Está bien! Gracias a los dioses está bien".

El castillo estaba a salvo, todo gracias a ella.

"Oh, pero debes hacerlo. Tú también derrotaste a uno de los bandidos".

"Ah, ya veo. Muy bien. Haré lo que sugieres".

"Entonces debes permitirme mostrar mi gratitud", dijo la Dama Roxy.

La Dama Roxy no era fanática de mi obstinada modestia, y sus mejillas se inflaron en un

"¿Considerarías trabajar para la familia Hart? Si le contara a mi padre lo que ha pasado

"¿¡Qué!? Pero... no tengo ninguna habilidad, y.… no soy digno".

"Dama Roxy", dije, "¡Acepto su oferta!"

Volví a casa para prepararme para el día siguiente.

Murmuré la palabra "Identificar" y, contra todas mis expectativas, la siguiente información

"¡Guau! ¿Qué demonios?" Exclamé. Bueno, Fate, cálmate.

Si tuviera Identificar, podría dejar de ser guardián de la puerta y convertirme en tasador.

Usé la identificación para examinar más de cerca mis otras habilidades.

Ya había experimentado esta habilidad, cuando la Dama Roxy me tomó de la mano.

Gula: Tienes un hambre eterna.

Tenía el potencial de crecer exponencialmente más fuerte, dependiendo de cómo usara la

Por ahora, me centraría en el día de mañana: equiparme, ir a cazar monstruos y hacerme

Cerré los ojos y mi conciencia se desvaneció rápidamente.

Con mis dos monedas en la mano, salí corriendo por la puerta.

El Reino de Seifort constaba de cuatro distritos. El castillo estaba en el centro, y alrededor

Los campos de entrenamiento de los caballeros sagrados se encontraban en el distrito

Me dirigí al distrito más concurrido y bullicioso del reino: el Distrito Mercantil.

"Sí. ¿Cómo lo sabe?"

"¿Y bien? ¿No quieres echar un vistazo a mi selección?"

"¿Y cuál es su presupuesto hoy, amigo mío?"

Le dije al comerciante mis dos monedas de plata, y su actitud amistosa se desvaneció. No

Era una voz masculina y ronca, que hablaba a través de mi telepatía.

Pero a mí no me importaba ni mucho menos ninguno de ellos.

La analicé con Identificar.

Tipo: Espada de una mano

¿Qué? ¿Ya está?

La identificación de otras armas me mostraba información como la durabilidad y las

Examiné cuidadosamente la misteriosa hoja. Estaba sucia, cubierta de aceite y polvo.

Y definitivamente había escuchado una voz. "Cómprame", había dicho.